Los gauchos de verdad no leen a Borges: Masculinidades antinómicas, neoliberalismo e ironía en El Gaucho insufrible

July 22, 2017 | Autor: Dianna Niebylski | Categoría: ROBERTO BOLAÑO, Ironia, Masculinidades, Neoliberalismo
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Descripción

PRIMERAS PÁGINAS – EL ARTICULO COMPLETO APARECE EN Bolaño en sus cuentos. Aguilar, Paula & Basile, Teresa (eds.). Leiden: Almenara, 2015.


Los gauchos de verdad no leen a Borges:
Masculinidades antinómicas, neoliberalismo e ironía en El gaucho insufrible

Dianna C. Niebylski
University of Illinois at Chicago

"Dentro de un archivo de modelos masculinos al que los hombres decimonónicos recurrieron para crear su identidad (dandies, flaneurs, casseurs, hombres sentimentales, self-made men), el gaucho fue el que más se acercó a la idea de la masculinidad hiperviril que se fue considerando como hegemónica en América Latina a lo largo del siglo XX."
Ana Peluffo, "Gauchos que lloran: masculinidades sentimentales en el imaginario criollista".

"En lo que se refiere a nosotros, pienso que nuestra historia sería otra, y sería mejor, si hubiéramos elegido, a partir de este siglo, el Facundo y no el Martín Fierro".
Jorge Luis Borges, Prólogo, "El matrero" (OC, IV, 105)


Nada menos gauchesco que el protagonista de "El gaucho insufrible" al comienzo del ya famoso cuento de Roberto Bolaño. Héctor Pereda, "cuidadoso y tierno padre de familia" (15), cómodamente instalado en un departamento de un barrio bonaerense de alto standing y tan complaciente que termina aceptando los exagerados juicios estéticos de sus sirvientas para no contradecirlas, no se acerca ni remotamente a las canónicas virtudes del gaucho que pueblan el imaginario argentino a partir del modelo martínfierresco: el coraje desmedido, la destreza física, la propensión a la violencia o el culto a la libertad incondicional. A primera vista el protagonista de la primera parte del cuento encarna, en cambio, al paradigma de urbanidad cívica decimonónica imaginado por Echeverría y descrito por Sarmiento como el contrapeso necesario para combatir al centauro de las pampas. Las primeras imágenes que tenemos de Pereda son las de un padre ejemplar, un "abogado intachable, de probada honradez" (15) y un hombre que no sale de su casa sin corbata ni para leer el diario. Al observarlo más a fondo, sin embargo, es evidente que Pereda es una versión decididamente paródica del modelo urbano propuesto por el autor de Facundo. Lejos de velar por el progreso y el orden de la república, dicho Pereda, habiendo amasado pronto una pequeña fortuna como abogado, abandona toda responsabilidad cívica al jubilarse con menos de cuarenta años y retirarse de la vida pública justo en un momento en que el país necesita a ciudadanos con ideales "civilizados" que se opongan a la tercera presidencia de Perón. Igualmente irónico será el tratamiento de Pereda una vez que decida personificar la figura de un gaucho sólo un poco más anacrónico que su contrapartida citadina. La ironía que atañe a la representación de los tipos oximorónicos de hombría nacional no pasa, sin embargo, por el narrador, o pasa por encima de este, que es lo mismo. Al escoger como portavoz de la historia de Héctor Pereda a un narrador cuyos valores coinciden mayormente con los del personaje, Bolaño deja que la ironía paródica opere casi estrictamente a nivel extra diegético y requiera un conocimiento no solo de las fuentes literarias de las que se sirve el autor sino de la historia política nacional que las sustenta.
"El gaucho insufrible" repasa telegráfica pero selectivamente varias versiones del consabido modelo de virilidad y valentía más popular y más polémico del imaginario argentino. Considerado irredimible por Sarmiento (quien llegó a recomendar su exterminio), rescatado por Hernández como víctima de una ley injusta, transformado en ícono épico por un Lugones contagiado de fervor ultranacionalista y anti-inmigratorio, revitalizado por el Borges del primer vanguardismo pero descalificado por el Borges antiperonista de los 1940, la figura del gaucho atraviesa el imaginario político y literario argentino a través de distintos rounds en los que gana por knock-out o queda mortalmente herido hasta la próxima contienda. Parte del acierto de Bolaño en este cuento consiste en insertarse en el debate sobre el carácter heroico o traicionero del gaucho no desde los textos fundadores (Sarmiento, Echeverría, Hernández prominentemente) sino desde las reescrituras tardías de la tradición gauchesca a las que alude el cuento; reescrituras que al recombinar y reinventar elementos de esta tradición la desnaturalizan o desmitifican. Bolaño –escritor extranjero conocedor de la tradición (literaria) argentina– participa de este proceso de desnaturalización y desmitificación al retratar la contradicción entre el hombre rural y el ciudadano urbano no sólo a través de un palimpsesto paródico propio de la virtualidad del siglo XXI sino enfocándose en el grado de virilidad disponible para un gaucho de cierta edad. Un gaucho, en efecto, perteneciente a la que eufemísticamente se denomina la "tercera edad".
Este giro da al cuento un espíritu de realismo que, en medio de tantas fuentes literarias, permite a Bolaño anclar el palimpsesto irónico-paródico del cuento en la gravedad de la crisis nacional que da origen a la historia de Pereda. Así es como "El gaucho insufrible" hace patente en todo momento la estrecha relación que se teje entre la escritura y reescrituras de la dicotomía civilización y barbarie y la Realpolitik que sustenta y desata la necesidad de pensar o repensar dicho binarismo. Nadie que haya leído el cuento ignora que detrás de la decisión del protagonista de abandonar Buenos Aires está la crisis bancaria de la Argentina en el 2001-02. Pero la relación que el cuento establece entre las distintas encarnaciones del protagonista y la preocupación con la política y la economía nacional no ha sido objeto de una reflexión extensa por parte de la crítica. Es evidente, sin embargo, que detrás de la necesidad de justificar o defender su papel de padre, profesional capitalino o restaurador rural, el protagonista tiene siempre un beneficio que considerar, una conversión monetaria en ascendencia o descendencia que cuantificar, una cuenta bancaria intervenida, una deuda que saldar, una hipoteca, o el recuento de una pampa cuya prosperidad una vez se midió en corrales y no en corralitos. Bolaño va aún más allá, al apuntar –y aquí la parodia es solemne– que cada revaloración clave de la figura del gaucho, cada reescritura clave o decisiva de la antinomia fundacional sarmientina, está y ha estado siempre vinculada a los grandes conflictos político-económicos en la historia del país. Aunque en una primera lectura del cuento esto puede pasar desapercibido, un repaso de las condiciones históricas que determinan la escritura de los intertextos aludidos nos hace advertir que, a partir Sarmiento, la revalidación o vituperación del gaucho (y por lo mismo de la conocida antinomia) apunta a momentos de grandes cambios y conflictos en la historia Argentina; momentos que, además, involucran personalmente a todos los escritores que se perfilan detrás del excéntrico ventrilocuismo del autor.




La frase "de verdad" en mi título alude a un intertexto no mencionado en el cuento de Bolaño, que se encuentra en la paródica novela Real Men Don't Eat Quiche ("Los hombres de verdad no comen quiche") de 1982, la popular sátira de Bruce Feirstein sobre estereotipos masculinos en los Estados Unidos de comienzos de la década de 1980.
Trabajo aquí, como lo hace Bolaño, con imágenes telegráficas y reductivas del "gaucho". Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano, entre otros, nos alertan sobre el hecho de que "las variaciones, deslizamientos y determinaciones semánticas de 'gaucho' son producto de extensos procesos de semantización y resemantización" (20-21).
Los dos modelos de hombría que Sarmiento convertirá en famosa antinomia se dramatizan por primera vez en las letras argentinas en "El matadero" de Esteban Echeverría, obra escrita a comienzos de 1830 con el fervor propio de un exiliado político y con la exageración propia del naturalismo. Pero es Sarmiento quien, diez años más tarde, plasma esta visión dicotómica de la hombría argentina en su célebre ensayo-biografía Civilización yI barbarie: Vida de Facundo Quiroga.
Conviene recordar la insistencia con que Sarmiento asocia el 'frac' y la levita con la masculinidad civilizada.
La imagen del primer Pereda, como discuto a continuación, corresponde casi necesariamente a la tercera presidencia de Perón o a la breve y desastrosa presidencia de su viuda, Isabel Martínez de Perón. Más tarde es igualmente evidente que Pereda carece de la conciencia colectiva necesaria para fomentar la economía y el progreso del país que, según el autor de Facundo, debían poseer los verdaderos patriotas para sacar al país del pantano político y económico en que se hundía a mediados del siglo XIX (y en el que vuelve a hundirse en diciembre de 2001).
En "Tradición y conflictos", el cuarto capítulo de Borges, un escritor en las orillas, Beatriz Sarlo nota que el gaucho representó distintas cosas para distintos grupos del temprano siglo XX pues mientras la élite criolla, ignorando el carácter rebelde del mismo, lo glorificó como paradigma del carácter nacional, los nuevos inmigrantes con tendencias anarquistas, por otra parte, vieron en él un modelo de rebeldía. Dice Sarlo: "quien escribiera en la Argentina del primer tercio de este siglo tenía que examinar el mito gaucho y medirse con él, ya fuera para rechazarlo, para desviarlo o para adoptarlo. […] De esta manera cualquiera que escribiera en las primeras cuatro décadas de este siglo tenía que examinar y luchar con el mito del gaucho, ya sea para rechazarlo, re-trabajarlo o adoptarlo". http://www.borges.pitt.edu/bsol/bse4.php
Múltiples artículos rastrean las influencias intertextuales en el cuento. El más extenso es el de Faverón Patriau, quien no sólo explica la relación simbiótica entre el cuento de Bolaño y las referencias e influencias más obvias (Borges, Sarmiento, Hernández, Cortázar, Di Benedetto), sino que también ahonda en los intertextos que informan estas lecturas anteriores y de ese modo hacen eco en "El gaucho insufrible". Nitrihual Valdebenito ahonda particularmente en la presencia del propio Bolaño (y tiene una serie de notas sobre la presencia de Sarmiento en el cuento). José Amícola va más allá de las influencias puramente argentinas para señalar el carácter panamericano de los intertextos.
Cabe reconocer dos artículos sobre este cuento que se acercan al horizonte político del mismo desde distintos ángulos. En "La ironía de lo político: Reflexiones sobre 'El gaucho insufrible' de Roberto Bolaño", Federico Pous "indaga las potencialidades de las conexiones que se pueden establecer entre la literatura y la política" desde la ironía y el humor que despliega Bolaño en el cuento.. El artículo de Julio S. Figueroa, "Exilio interior y subjetividad post-estatal: 'El gaucho insufrible' de Roberto Bolaño" observa la relevancia del neoliberalismo en la decisión de Pereda de dejar la ciudad y buscarse una identidad "post-estatal" desde el exilio interior y la marginalización. Ninguno enfoque, sin embargo, en la relación entre crisis económica (o política-económica) y los modelos de hombría representados por Pereda.



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