Los estudios zooarqueológicos: aportaciones al conocimiento de nuestro pasado.

June 24, 2017 | Autor: C. Fernández-Rodr... | Categoría: Archaeozoology, Iberian Prehistory (Archaeology), Zooarcheology, Roman Archaeology
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Descripción

A R Q UEOLE ÓN H ISTO R IA

D E

L E ÓN

A

TR AV É S

D E

L A

A C TA S MUSEO DE LEÓN

NOVIEMBRE 2013 / MARZO 2014

II

AR Q U E O L O GÍA

El presente libro recoge los textos correspondientes al “Segundo Ciclo de Conferencias sobre Historia de León a través de la Arqueología: ArqueoLeón”, celebrado entre los meses de noviembre de 2013 y marzo de 2014 en la sala de exposiciones temporales del Museo de León, coordinado y organizado por esta misma institución. © de los textos, fotografías, ilustraciones y gráficos: sus autores Coordinación: Luis Grau Lobo (director del Museo de León) Proyecto gráfico: menoslobos Portada: petroglifo de Peña Fadiel (Filiel, Lucillo de Somoza) Fotografía gentileza de José Ramón Vega © de la presente edición, 2015 JUNTA DE CASTILLA Y LEÓN y DIPUTACIÓN DE LEÓN I.S.B.N: 978-84-606-6728-5 Depósito Legal: Le. 146-2015 Imprime: Gráficas Celarayn, s.a. (León)

ZOOARQUEOLOGÍA

CARLOS FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ NATIVIDAD FUERTES PIETO VÍCTOR BEJEGA GARCÍA EDUARDO GONZÁLEZ GÓMEZ DE AGÜERO Departamento de Historia. Universidad de León

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LOS ESTUDIOS ZOOARQUEOLÓGICOS: APORTACIONES AL CONOCIMIENTO DE NUESTRO PASADO

1. ILNA TZROOODAURCQCUI ÓE NO .L O G Í A E N L E Ó N Podemos definir la zooarquelogía como el estudio de los restos faunísticos recuperados en yacimientos arqueológicos1, lo que pone de manifiesto la relación que se establece entre el material estudiado y la actividad humana, si bien esta ha podido ser muy variable, por lo que definir el grado de relación existente entre ambos factores es uno de los objetivos que se intenta reconocer mediante estos análisis. La información que potencialmente puede obtenerse de este tipo de análisis es muy diversa2, por lo que no resulta posible profundizar ahora en este aspecto. Entre los restos faunísticos los mejor conservados se identifican con las estructuras duras del esqueleto (hueso, diente, asta, concha), si bien de forma excepcional (en condiciones medioambientales adecuadas) también han sobrevivido elementos más blandos (pelo, cuerna, piel, etc.) u otro tipo de evidencias (como los coprolitos o las cáscaras de huevo). No obstante, son los primeros citados los que reciben la mayor parte de nuestra atención, al constituirse como los más habituales en el registro arqueológico. De forma general, los vertebrados terrestres

1.

Fernández Rodríguez (2010a).

2.

Puede consultarse, por ejemplo y entre una amplia bibliografía, Reitz y Wing (1999).

arqueoleón II



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responden de la mayor parte de los restos de fauna localizados en un yacimiento arqueológico, aunque no es extraordinaria la presencia de otros, como los moluscos. En 1980 se publica el primer análisis zooarqueológico de la provincia, elaborado por Driesch y Boessneck a partir de los materiales recuperados en el yacimiento de Sacaojos (La Bañeza). A pesar de lo que podemos considerar una temprana incorporación a este tipo de análisis, lo cierto es que poco más va a realizarse hasta que en la década de los 90 uno de los firmantes (CFR) se incorpora al equipo que está trabajando en los asentamientos mesolíticos del norte de la provincia, encargándose del estudio de los restos óseos recuperados. A mediados de esa misma década, participa en el proyecto de análisis de los materiales romanos de Astorga, en el que colabora otra de las firmantes (NFP). Desde el año 1998, CFR se incorpora al Área de Prehistoria de la Universidad de León, iniciando en ese momento un estudio más continuado de colecciones de faunas arqueológicas recuperadas en esta provincia, aun cuando se haya seguido trabajando de forma simultánea en otros proyectos. A lo largo de esta última década y media se ha contado con diversos colaboradores, si bien han sido los otros dos firmantes de este trabajo (VBG y EGGA) quienes han tenido continuidad y logrado una mayor proyección en el desarrollo de estos estudios. En las páginas siguientes vamos a presentar un resumen de los resultados obtenidos hasta la fecha en los trabajos con las faunas arqueológicas de la provincia de León, siendo conscientes de que no resulta posible exponer de forma detallada toda la información disponible.

2 . L A S E S Q U I VA S FAU NA S DEL PLEISTOCENO

A pesar de conocerse en nuestra provincia yacimientos arqueológicos adscritos a diferentes momentos del Paleolítico3, los contextos sedimentarios en que estos se localizan (mayoritariamente terrazas fluviales) han imposibilitado la conservación de los restos faunísticos que, entre otros materiales, debieron haber conformado el registro arqueológico inicial. Con este punto de partida, tan solo algunos hallazgos puntuales, desvinculados en principio de cualquier relación con actividades antrópicas, permiten una aproximación a las faunas del Pleistoceno leonés, por otra parte similares a las del resto del norte peninsular4. Por supuesto, quedan fuera de este marco los restos adscritos a épocas más antiguas, entre los que el más conocido puede ser el mastodonte (Gomphotherium angustidens) del Terciario localizado en la comarca del Páramo y dado a conocer a mediados del pasado siglo5. Entre los de mayor interés para el periodo que nos ocupa, quizás el conjunto más significativo es el berciano de la cueva de La Veiguiña (en Otero, ayuntamiento de Toral de los Vados), recuperado por M. Rodríguez y Rodríguez, maestro de Toral, quien lo conservó hasta su fallecimiento, cuando la colección ha debido pasar a su familia. Entre los restos que pudimos analizar, se identificaron distintas piezas dentales y huesos de rinoceronte (Stephanorhinus hemitoechus), grandes bóvidos (Bos primigenius / Bison priscus), caballo (Equus ferus) y ciervo (Cervus elaphus). Si bien la adscripción cronológica de los restos resulta compleja, esta asociación faunística es bastante común durante el Pleistoceno superior de la Península.

3.

Véase, por ejemplo, Neira Campos (1997).

4.

El trabajo pionero y aún de referencia en la actualidad es el de Altuna (1972).

5.

García Sáinz (1955).

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Figura 1. Molar de mamut. Museo de Ciencias Naturales PP. Paúles (Villafranca del Bierzo).

Entre los distintos restos aislados localizados en nuestra provincia, que podrían adscribirse sensu latu al Pleistoceno, una pieza para la que se cuenta con distintas referencias es el fragmento de cráneo de Puebla de Lillo recuperado en 1970 e identificado como de reno (Rangifer tarandus) por J. Truyols6. Parece lógico asociar la presencia de esta especie en nuestra provincia con alguna de las pulsaciones más frías de la última fase glaciar, cuando los renos parecen haber alcanzado su mayor expansión en la península ibérica. No obstante, consideramos necesario realizar un nuevo análisis de esta pieza que confirme la asignación específica señalada.

Hay otros casos en los que se carece de cualquier información relativa a su contexto de procedencia, como el molar de mamut (Mammuthus primigenius) existente en el Museo de los PP. Paúles de Villafranca del Bierzo o el fragmento de maxilar de hipopótamo (Hippopotamus sp.) conservado en el Museo Catedralicio de Astorga, ya documentado al menos desde el siglo XVI7, siendo considerada una reliquia de san Cristóbal8. Si bien la presencia de mamuts por el norte ibérico no es extraña9, más extraordinaria resulta la de hipopótamos, ya que los restos recuperados en la Península, con cronologías del Pleistoceno inferior y medio, se restringen al ámbito mediterráneo y meridional10; es probable por tanto que la llegada a Astorga de esta pieza responda al bien conocido tráfico de reliquias de época medieval. Poco más podemos señalar para esta primera fase cronológica. No dejando de ser las demás referencias una contribución, sin duda no carente de interés, que sirve para incrementar un catálogo por desgracia poco significativo en el marco general del norte ibérico. 3 . L O S Ú LT I M O S C A Z A D O R E S R E C O L E C TO R E S : E L E P I PA L E O L Í T I C O

La mejoría climática que se produce hace unos 10 000 años, dando lugar al inicio de la fase climática del Holoceno, genera unas condiciones medioambientales que permiten una mayor movilidad de los grupos humanos hacia las tierras del interior, donde la rigurosidad climática de la fase glacial precedente dificultaba su presencia. En este marco global, la desaparición de

6.

Citado por Altuna (1972: 238; 1996: 22-23).

7.

La primera mención a esta reliquia que conocemos la hace Torquemada [1570 (edición de 1575: 75)].

8.

Lacasa Ruiz (2010: 97-98) y Fernández Rodríguez (2012).

9.

Altuna (1996).

10. Fernández Rodríguez (2012, con referencias).

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las nieves perpetuas en la cordillera Cantábrica va a hacer posible el tránsito por la misma hacia su vertiente meridional, reflejándose en una serie de yacimientos documentados en la provincia leonesa, como las cuevas de La Uña, El Espertín o La Braña-Arintero11. Sin entrar en detalles específicos de estos asentamientos (consultables en los artículos citados) los análisis de la fauna realizados para el El Espertín y de forma parcial para La Uña nos indican una actividad cinegética centrada en la caza de ungulados de talla media, reflejando el medio en que se ubican. En El Espertín (Cuénabres, Burón), con dataciones C14 que indican una ocupación antrópica desarrollada a lo largo del VII milenio cal. BC, pudiendo extenderse durante el primer cuarto del VI milenio cal. BC12, han sido las especies características de zonas altas y rocosas (rebeco y cabra, por este orden) las que parecen haber centrado la caza del grupo humano allí asentado. El jabalí (Sus scrofa) también se constituye como un aporte cárnico destacado, reflejando el incremento de la masa boscosa característico de estos momentos. Ciervos (Cervus elaphus), corzos (Capreolus capreolus) e incluso liebres (Lepus sp.) ocupan un escalón inferior entre las especies identificadas, prefiriendo las dos primeras espacios menos abruptos y de bosques claros que los cápridos, lo que sugiere que el área de captación de recursos cárnicos debía extenderse hacia las zonas de valles más abiertos que se pueden localizar en conexión con la cuenca alta del río Esla. La muestra estudiada incluye, en menor número, otras especies cuya vinculación con la actividad humana puede

resultar más problemática; así, entre otras, parece claro el aporte antrópico de unos escasos restos dentales de bovino, que considerando el marco cronológico señalado debe ser asignado a uro (Bos primigenius), y lo mismo podríamos señalar para otros de marmota (Marmota marmota), pero menos clara resulta para los diferentes carnívoros documentados (lobo, zorro, gato montés, tejón y otros mustélidos) sin que pueda en absoluto descartarse un aprovechamiento tanto de las pieles como de la carne de estas especies, aun cuando la inexistencia de marcas de carnicería en los restos no permita aseverarlo con seguridad en este caso. Lo que sí parece descartable es la actividad humana en la acumulación de una serie de restos de oso pardo (Ursus arctos) en la cueva, que más bien, por su situación y estado de conservación, parecen ser reflejo de una ocupación de la misma por el ejemplar documentado y su muerte por causas no relacionadas con los humanos. La subsistencia del grupo asentado en esta cueva se completaría, por lo que a recursos animales se refiere, con la explotación de los recursos fluviales (salmónidos) de los que se han recuperado tanto vértebras como escamas. De fechas más reciente es la ocupación mesolítica de la cueva de La Uña (Acebedo), datada por radiocarbono durante la segunda mitad del VI milenio cal. BC13. La fauna hasta ahora estudiada (del sondeo de 1992) refleja un conjunto de ungulados similar al indicado para El Espertín14, con presencia de cápridos (Capra pyrenaica y Rupicapra rupicapra) y cérvidos (Cervus elaphus y Capreolus capreolus), si bien el escaso volumen de restos identificados hace imposible elaborar

11. Neira Campos et al. (2006); Vidal Encinas et al. (2010), además de otros trabajos en este mismo volumen. 12. Neira Campos y Fuertes Prieto (2009). 13. Neira Campos et al. (2012). 14. Neira Campos et al. (1997).

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Figura 2. Situación de los yacimientos arqueológicos mencionados en el texto: 1. Cueva de La Uña; 2. Cueva de El Espertín; 3. Cueva de La Braña-Arintero; 4. Cueva de Las Tres Ventanas; 5. Cueva de Pala da Vella; 6. El Casetón de la Era; 7. Las Vegas; 8. El Pelambre; 9. Canto Blanco; 10. Castro de Sacaojos; 11. Castro de Gusendos de los Oteros; 12. Castro de Hinojo; 13. Castro de La Muela; 14. El Castrelín; 15. El Castro (La Ercina); 16. Asturica Augusta, 17. Legio VII (calle Maestro Copín); 18. Lancia; 19. El Pelambre; 20. Canto Blanco; 21. Castro de los Judíos; 22. Castillo de Villanueva de Jamuz; 23. Castiltejón.

cualquier tipo de consideración más allá de constatar las actividades cinegéticas que desarrollaban estos últimos grupos de cazadores-recolectores. Además de una finalidad alimenticia, el registro de ambos yacimientos ha permitido constatar el empleo del hueso como materia prima para elaborar diferentes objetos. Así, en el caso de El Espertín se ha recuperado una pieza biapuntada

que ha sido identificada como un anzuelo doble15, además de un colgante realizado en un molusco marino (Trivia sp.) y algunos otros fragmentos cuyas asignaciones tipológicas resultan más difícilmente precisables16. En La Uña, los restos óseos con evidencias de su manipulación para la fabricación de objetos se identifican con varias esquirlas con líneas incisas17, así como con un punzón

15. Bernaldo de Quirós y Neira Campos (2007-2008). 16. Neira Campos y Fuertes Prieto (2009). 17. Neira Campos et al. (2012).

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sobre diáfisis de hueso largo y varios fragmentos de arpones. En el yacimiento de La Braña-Arintero (Valdelugueros), los restos de fauna asociados se corresponden con objetos de adorno: un conjunto de 24 caninos atróficos de ciervo (Cervus elaphus) perforados en la raíz asociados al segundo individuo18. Más allá del simbolismo de estas piezas, es evidente el reflejo de la caza de esta especie por los humanos que ocuparon la montaña leonesa durante la primera mitad del VI milenio cal. BC. Sin asociación directa con el contexto funerario, en esta cueva también se recuperó parte del esqueleto de un oso pardo (Ursus arctos) muerto de forma natural19; su datación radiocarbónica indica que su llegada a la cavidad fue contemporánea a la de los humanos allí depositados, lo que ha permitido defender la existencia de otro acceso a la misma diferente al utilizado en la actualidad. 4. LA PREHISTORIA RECIENTE: LAS PRÁCTICAS GANADERAS Y C I N E G É T I CA S H A S TA L A ROMANIZACIÓN

Un nuevo vacío en el estado actual de nuestros conocimientos zooarqueológicos se produce en relación con el Neolítico, el primer periodo relacionado con la producción de alimentos. Podemos establecer el primer desarrollo de la agricultura y la ganadería en el ámbito de la submeseta norte hacia principios del Vº milenio Cal. BC. Aunque no contamos con datos de nuestra provincia, los registros de otros lugares sugieren unos primeros episodios en los que, si bien se van introduciendo las primeras especies domésticas (vacuno –Bos taurus– y ovicaprinos –Ovis aries /

Capra hircus–), la caza va a seguir presentándose como una actividad con un peso significativo en las actividades de subsistencia de estos grupos neolíticos20, aun cuando van a ser las primeras las que de manera rápida, y salvo en lugares muy específicos especializados en actividades cinegéticas, van a reflejar su hegemonía en el volumen total del aporte cárnico. 4.1. El Calcolítico Tan solo el yacimiento de la cueva de Las Tres Ventanas (Corullón), junto al río Burbia, adscrito a un Calcolítico precampaniforme (mediados del III milenio cal. BC, sensu lato)21 ha aportado en la provincia de León restos de fauna para este periodo caracterizado por el primer uso del metal. En esta cueva berciana, en la que además se registra un uso funerario, se ha documentado un predominio del ganado ovicaprino, aun cuando el vacuno también presenta valores altos. La caza está todavía bien representada en estos momentos, con restos de ciervo (Cervus elaphus) y de corzo (Capreolus capreolus), además de suidos (Sus sp.), cuyo estado silvestre o doméstico resulta difícil de establecer. Los anecdóticos valores que corresponden a otras especies (zorro, marta/ garduña o conejo) pueden estar respondiendo de ejemplares intrusivos sin ninguna relación con una actividad humana. La información obtenida en otros yacimientos de similar cronología localizados en zonas muy próximas a nuestra provincia sugiere una cierta especialización de los mismos si consideramos las actividades subsistenciales desarrolladas. En la cueva de Pala da Vella (Biobra, Ourense), próxima a Las Tres Ventanas pero en un paraje bastante

18. Rigaud et al. (2010). 19. Fernández Rodríguez (2010b). 20. Una reciente revisión global para el Neolítico en Liesau y Morales Muñiz (2012). 21. Fernández Manzano et al. (1999).

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más elevado y abrupto, los restos de ovicaprinos domésticos dominan de forma clara frente a los de vacuno, siendo bajo el aporte de la caza, entre la que domina el ciervo con presencia puntual de restos de suidos y équidos entre otras especies22. Frente a esto, en el yacimiento vallisoletano de El Casetón de la Era (Villalba de los Alcores)23 se constata una actividad focalizada en el aprovechamiento de équidos (Equus ferus), especie todavía no domesticada; contando los demás taxones registrados, tanto domésticos (vacuno, ovicaprinos, cánidos) como silvestres (uro y jabalí entre otras), con valores significativamente inferiores. Volviendo a Las Tres Ventanas, el registro arqueológico también ha aportado tres piezas realizadas sobre soporte óseo: un punzón en hueso de ave, un bruñidor y un fragmento de espátula. 4.2. La Edad del Bronce En los últimos años hemos empezado a conocer datos referentes a las actividades subsistenciales de los pobladores del II milenio BC de nuestro ámbito geográfico. Las intervenciones en los yacimientos de Las Vegas en Jabares de los Oteros, El Pelambre en Villaornate y Canto Blanco, entre los municipios de Sahagún y Calzada del Coto24, han dado lugar a la recuperación de los restos de fauna presentes en las estructuras en negativo (hoyos, fondos de cabaña, etc.) documentadas en estos sitios, si bien en el primero de los citados el conjunto resulta muy reducido y no permite desarrollar algún tipo de valoración. Tanto en El Pelambre como en Canto Blanco25 predominan claramente las especies domésticas,

siendo vacuno y ovicaprinos las más abundantes; de entre estas últimas, la oveja (Ovis aries) parece constituirse en preferente, quizás como reflejo de una mejor adaptación a los espacios abiertos y llanos en que se localizan estos yacimientos. Suidos y équidos plantean la duda de su estado doméstico o silvestre; aun cuando ambas especies se incluyen como habituales componentes de las cabañas ganaderas del Bronce. El que la mayor parte de los ejemplares de suido se correspondan con individuos muy jóvenes dificulta el precisar si se trata o no de formas domésticas; si bien, en cualquier caso, su importancia sería mucho más limitada frente a ovicaprino y vacuno. Por otra parte, de ser ejemplares domésticos, el sacrificio de individuos muy jóvenes también contrasta con el documentado para las restantes especies, en las que parece producirse un aprovechamiento previo de otros productos derivados de las mismas o cuando menos se espera a que se produzca un reemplazo en el rebaño antes de proceder a su sacrificio para consumo cárnico. Sin embargo, la matanza de cochinillos resulta llamativa en un grupo humano de base agrícola-ganadera, al suponer un derroche de la carne que potencialmente va a obtener esta especie en un tiempo relativamente rápido. En el caso de los équidos (Equus sp.) tampoco puede descartarse la existencia de manadas de ejemplares silvestres (bien documentadas, como hemos apuntado, en la zona de la Meseta para momentos anteriores) que hayan sido objeto de caza, actividad que sigue ejercitándose aunque sea con valores bajos, tal y como refleja la presencia de restos de ciervo (Cervus elaphus) o, en el caso

22. Fernández Rodríguez (2000); Pérez Ortiz y Fernández Rodríguez (2005). 23. En Delibes de Castro et al. (2010) se ofrece una primera aproximación a este yacimiento. 24. Rodríguez Marcos et al. (1999), González Fernández (2009) y Martín Carbajo et al. (2012) respectivamente para los distintos yacimientos. 25. Fernández Rodríguez (2009a) y análisis en proceso de realización respectivamente.

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Figura 3. El Pelambre (Villaornate). Restos óseos de la Edad del Bronce: 1. Perro; 2. Molusco fluvial; 3. Suido; 4. Ovicaprino; 5. Vacuno.

de El Pelambre, de lince (Lynx pardina), sugiriendo posibles estrategias de trampeo. Otro aspecto que puede indicarse para estos yacimientos es la presencia de algún resto de perro, sin que se pueda señalar un consumo de los mismos; especie para la que además se tiene constancia de un ejemplar enterrado en uno de los hoyos de Las Vegas26. En el caso de El Pelambre también se ha identificado un fragmento de valva de molusco (Margaritifera margaritifera), que sugiere su recolección en el inmediato río Esla. La presencia de bivalvos fluviales en los yacimientos leoneses va a ser un hecho recurrente a partir de

este momento, pero el escaso volumen de restos con el que van a estar representados en todos los casos plantea dudas en cuanto a la causa de su recolección, siendo difícil conjugar una finalidad alimenticia con un registro tan reducido27. Por lo que se refiere a la industria ósea, tan solo en Las Vegas se ha recuperado un fragmento de punzón realizado en una diáfisis de hueso largo. 4.3. La Edad del Hierro La principal fuente de información para nuestro conocimiento de la gestión de la fauna por las comunidades de la Primera Edad del Hierro en

26. García Marcos et al. (1999). 27. Una aproximación a la problemática que plantea la presencia de estos moluscos en González Gómez de Agüero et al. (2014).

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esta provincia sigue siendo el clásico estudio de la colección ósea del bañezano castro de Sacaojos28. Los más de 15 000 restos identificados suponen una base consistente para evaluar las prácticas ganaderas y cinegéticas desarrolladas en el poblado. El predominio de la ganadería sobre la caza es manifiesto, y aun cuando se cuenta con varios centenares de huesos de taxones silvestres (principalmente ciervo y lagomorfos –conejo y liebre–) estos no suponen el 5% del volumen total de restos identificados. El registro de especies salvajes también incluye algunas piezas de corzo (Capreolus capreolus), jabalí (Sus scrofa), lobo (Canis lupus), zorro (Vulpes vulpes) y un todavía más reducido número de diferentes aves (perdices, avutarda, etc.). Entre las domésticas, la cabaña de ovinos y caprinos domina en cuanto a número de restos y de individuos, siendo la presencia de ovejas (Ovis aries) muy superior a las cabras (Capra hircus). Los datos de sexo y edad de sacrificio de estos ejemplares reflejan un modelo de gestión de esta cabaña en el que se sacrifican algunos individuos jóvenes (posiblemente machos), en tanto que otros (hembras) se mantendrían hasta edad adulta (no senil), lo que permitiría aprovechar recursos derivados (lana, leche, etc.) y asegurar la regeneración del rebaño con nuevas crías antes de proceder a su consumo. Si consideramos el peso de los restos, el vacuno (Bos taurus) aportaría un mayor volumen cárnico a la dieta, pero el número de ejemplares identificados es considerablemente menor que el de ovicaprinos (77 frente a 220), lo que sugiere que estos últimos podrían tener un papel más recurrente en la alimentación cotidiana. El vacuno suele ser sacrificado para el consumo de su carne

a edades adultas (no seniles), reflejando su uso en trabajos de esfuerzo (arado, tiro, etc.) así como seguramente el aprovechamiento de su leche. También el ganado porcino (Sus domesticus) presenta una representación significativa, si bien inferior a vacuno y ovicaprino. En este caso, los ejemplares se sacrifican preferentemente en torno a los dos años de edad, momento en que han podido alcanzar un volumen de carne óptimo, siendo el crecimiento a partir de este momento menos progresivo. La presencia de perros (Canis familiaris) no se asocia con un consumo de su carne, identificándose como ejemplares que pudieron ser empleados en el control del ganado. La última especie entre las consideradas domésticas es el caballo (Equus caballus); el consumo de la carne de esta especie es un hecho poco constatado en momentos coetáneos en otras zonas ni en nuestro entorno en momentos posteriores lo que, sin descartar que se trate de ejemplares domésticos, nos lleva a tener que evaluar la posibilidad de que todavía existan manadas salvajes que puedan ser un objetivo cinegético para estas poblaciones. Resultados similares a los señalados hemos podido constatar en la muestra faunística recuperada en el castro de Gusendos en Gusendos de los Oteros29, así como en otros poblados de la misma zona geográfica. Los objetos de industria ósea vinculados a este periodo no son abundantes, destacando, entre otros, los punzones (alguno de cabeza decorada), mangos (en asta de ciervo), colgantes (uno en canino de suido del castro de Gusendos) y las piezas perforadas de morfología hemiesférica realizadas en cabezas de fémur de vacuno serradas, de las que hay un significativo conjunto procedente del castro de Hinojo30, identificadas de

28. Driesch y Boessneck (1980). 29. Llamazares Sánchez (2008) y datos inéditos. 30. Santos Fernández (1992).

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Figura 4. Colgante de la Edad del Hierro realizado en canino de suido (¿jabalí?). Castro de Gusendos (Gusendos de los Oteros).

forma habitual como fusayolas, aunque personalmente consideramos que no deberían descartarse otros posibles usos31. La información faunística disponible para yacimientos de la Segunda Edad del Hierro en la provincia es considerablemente menor. El mayor volumen de datos procede del castro de La Muela (Valencia de Don Juan), análisis todavía inédito en el que, al igual que lo señalado para momentos anteriores, se refleja un predominio claro de ovicaprinos y vacuno, en tanto que otras especies, tanto domésticas (porcino) como sal-

vajes (principalmente ciervo), aparecen con una representación muy inferior. Cánidos domésticos y équidos presentan en este yacimiento unos valores muy reducidos. En este sitio destaca un importante conjunto de punzones realizados en hueso, además de varios fragmentos de asta de ciervo con evidencias de corte que sugieren su uso como materia prima. De este mismo periodo es el yacimiento de El Castrelín (San Juan de Paluezas), para el que se dispone de una información genérica referente a la fauna recuperada32. Sin contar con datos absolutos, se indica el predominio de los ovicaprinos, seguidos por el vacuno y el ganado porcino, contando équidos y especies silvestres con una presencia muy minoritaria. En una fase inicial de análisis se encuentra la colección ósea del recientemente excavado yacimiento de El Castro (La Ercina), por lo que poco podemos comentar del mismo. No obstante, sí queremos destacar la presencia de algún resto de vacuno con deformaciones (un metacarpo con disimetría distal y alguna falange curvada) que podrían derivar de trabajos de tracción que exigieran un gran esfuerzo33. Asimismo, en el conjunto óseo recuperado se cuenta con un mango realizado en materia prima ósea y algún fragmento de asta con huellas de manipulación antrópica. 5. LA ÉPOCA ROMANA

El estudio de las faunas arqueológicas de época romana ha tenido especial relevancia gracias al proyecto desarrollado por la profesora Amaré Tafalla a mediados de los años 90 del pasado siglo con el objetivo de evaluar el registro arqueológico de la ciudad de Astorga34, lo que en su momento

31. Fernández Rodríguez y Caamaño Gesto (1996). 32. Fernández-Posse (2001). 33. Un reciente y muy completo estudio referente al análisis de patologías óseas: Bartosiewicz (2013). 34. Una breve presentación y evaluación del desarrollo de este proyecto puede verse, por ejemplo, en Amaré Tafalla (1997).

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nos permitió acceder a una muestra de unos

En los núcleos urbanos más destacados (Astu-

13 000 restos de los que fueron identificados en

rica o Legio por ejemplo) la especie que más va a

torno a los 10 00035. A este importante conjunto

aportar a la dieta cárnica va a ser el vacuno (Bos

debemos sumar los resultados obtenidos en el

taurus) pero, a diferencia de lo señalado para los

análisis del vertedero de la Legio VII localizado

asentamientos castreños, será el porcino el que

en la calle Maestro Copín de la ciudad de León o

ocupe el segundo lugar en importancia, sobre-

de la campaña de 1997 en el yacimiento de Lan-

pasando a los ovicaprinos. Estos, sin embargo,

cia en Villasabariego36, además de otros pequeños

seguirán manteniendo un lugar destacado (por

conjuntos de menor relevancia.

encima del porcino) en asentamientos como Lan-

De forma global, el proceso romanizador

cia, donde la población indígena debía ser más

supone una importante mejora de la cabaña

numerosa. O incluso en Asturica, tras la crisis

doméstica del noroeste ibérico, al igual que la

del siglo III, desplazarán de nuevo a los suidos

experimentada en otras zonas , generada tanto

para ocupar el lugar que estos habían mantenido

por lo que consideramos una introducción de

durante la fase altoimperial. Este gusto por el por-

animales traídos de otras zonas con un mejor

cino va a verse también reflejado en la significativa

desarrollo ganadero como por la llegada de nue-

presencia de cochinillos.

37

vas especies domésticas. El primer aspecto puede

La caza en estos yacimientos va a tener una

deducirse del incremento de las tallas del ganado

mayor presencia que en los poblados indígenas.

(principalmente del vacuno) frente a lo consta-

Significativo es el caso de Asturica, donde ade-

tado en los yacimientos prerromanos o incluso

más de los habituales ciervos (Cervus elaphus),

en los poblados indígenas contemporáneos a los

el amplio registro de taxones silvestres incluye la

nuevos asentamientos romanizados. El segundo

presencia, por orden de importancia y entre otros,

por la primera aparición de determinadas especies,

de jabalí (Sus scrofa), corzo (Capreolus capreolus),

como los gansos (Anser anser), cuya disper-

zorro (Vulpes vulpes) o lobo (Canis lupus), ade-

sión hacia otras muchas áreas también se pone

más de diferentes aves (perdices, grullas, etc.).

en relación con la influencia romana, reflejo de

La obtención de especies tanto con importancia

un interés por las aves de corral que también se

alimenticia como sin interés bromatológico

aprecia en la gran importancia que adquieren las

sugiere el desarrollo de una actividad de presti-

gallináceas (Gallus gallus) u otras cuyo carácter

gio promovida por las élites que se asientan en

doméstico resulta menos claro, como las palomas

los grandes núcleos urbanos o en los campamen-

(Columba sp.). Interés que también va a reflejarse

tos militares, lo que explica que en otros lugares,

en otras especies como los lagomorfos (conejos y

como Lancia, el número de ejemplares y especies

liebre), con la posible existencia de leporaria para

cazadas se vea considerablemente reducido.

abastecer la demanda de Asturica y posiblemente también de León.

Por último, en cuanto a los mamíferos se refiere, el grupo de los domésticos no consumidos

35. Fernández Rodríguez (2000). 36. Respectivamente Fernández Rodríguez y Fuertes Prieto (2003) y Fernández Rodríguez y Fuertes Prieto (1999). 37. Entre otros trabajos en los que analizamos esta temática, pueden consultarse los siguientes: Fernández Rodríguez (2003, 2010c), Fernández Rodríguez y Fuertes Prieto (2007).

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Figura 5. Asturica Augusta: fauna doméstica de época bajoimperial.

se encuentra muy bien representado por una amplia variedad de équidos (desde caballos hasta asnos), de cánidos (incluyendo también los perros de compañía, con alturas entre los 25-30 cm en la cruz) y de gatos (Felis catus). La presencia de esqueletos enteros de estas dos últimas especies, especialmente en Astorga, sugiere la existencia de mascotas y unas actividades rituales tras su muerte que reflejan el aprecio que se les podía llegar a tener. Además de la introducción de especies con importancia alimenticia, van a llegar hasta nuestras tierras otras que podrían estar vinculadas con el comercio, movimientos militares, etc., como los dromedarios que se han documentado en Astorga, al igual que en otros muchos lugares del Imperio38.

Otro aspecto a destacar es la llegada de productos marinos hasta estas poblaciones de interior. El producto más demandado van a ser las ostras, aunque se han reconocido una amplia variedad de mariscos y algunos restos de peces marinos (posiblemente el consumo de estos últimos sería mucho mayor, pero las técnicas de recuperación habituales en estas intervenciones no han favorecido la recuperación de estos pequeños restos). El consumo de ostras va a ser también fiel reflejo del diferente potencial económico de los habitantes de los distintos asentamientos; así, mientras en León y Astorga se han constatado valvas de grandes dimensiones, en Lancia el rango documentado corresponde a valores claramente inferiores39.

38. El estudio de los restos de Astorga en Fernández Rodríguez (2000, 2003). Referencias a camélidos en otros lugares en Riquelme et al. (1997), De Grossi Mazzorin (2006) o Pigière y Henrotay (2012). 39. Fuertes Prieto y Fernández Rodríguez (2010).

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Figura 6. Asturica Augusta: fauna silvestre (caza) de época bajoimperial.

El tratar de detallar toda la variedad de piezas realizadas en hueso que para este periodo se cuenta en el registro arqueológico de la provincia excede ampliamente los límites de este trabajo. Simplemente nos limitaremos a indicar la enorme variedad de ejemplos existentes de una industria muy desarrollada, para la que tan solo se cuenta con algún trabajo puntual40, y de la que está todavía pendiente un estudio global. 6 . L A TA R D OA N T I G Ü E DA D Y L A E DA D M E D I A

De los momentos transicionales hacia la Edad Media contamos con información de dos yacimientos a los que ya nos hemos referido con anterioridad: El Pelambre (Villaornate) y Canto

Blanco (Sahagún-Calzada del Coto). Ambos cuentan con sendas ocupaciones de carácter rural adscritas a época visigoda (siglo VI d. C.) de las que, al igual que para el registro de la Edad del Bronce, sólo se conservan estructuras en negativo: hoyos y fondos de cabaña41. Los análisis de la fauna recuperada, considerando de forma conjunta ambos yacimientos42, indican un claro predominio del ganado doméstico, principalmente vacuno (Bos taurus) y ovicaprino (Ovis aries / Capra hircus), aunque también es significativa la presencia de équidos, con un porcentaje alto de asnos (Equus asinus), para los que no se supone un aprovechamiento alimenticio. El porcino presenta valores

40. Por ejemplo, Amaré Tafalla y Fernández Freile (2004-2005). 41. El Pelambre en González Fernández (2009) y Canto Blanco en Marcos Contreras y Martín Carbajo (2010). 42. Respectivamente, Fernández Rodríguez (2009b) y en elaboración.

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del vacuno frente a los ejemplares de los precedentes núcleos urbanos romanos. El grupo de domésticos se completa con un gato (Felis catus) enterrado en El Pelambre y de varios restos de perros (Canis familiaris) en ambos sitios, todos ellos sin interés en la alimentación humana; así como de un número pequeño de huesos de dos aves de corral (gallina y ganso) en Canto Blanco. Las evidencias de caza son muy escasas, limitándose a una presencia puntual de ciervo (Cervus elaphus) y de algún carnívoro pequeño, como el zorro (Vulpes vulpes). Por otra parte, en El Pelambre se constata una recolección, de nuevo mínima, de bivalvos fluviales (Margaritifera margaritifera), quizás procedentes del inmediato río Esla43. De conejos (Oryctolagus cuniculus) y liebres (Lepus capensis) hay restos en ambos yaciFigura 7. Asturica Augusta: colgante de época romana realizado en valva de vieira (Pecten maximus).

claramente más reducidos, y en varios casos se trata de ejemplares muy jóvenes que han sido enterrados completos en alguno de los hoyos, por lo que su carácter doméstico no resulta discernible a partir de los restos esqueletales. La presencia de otros animales enterrados completos o bien de segmentos anatómicos que debían estar en conexión anatómica (reflejando por tanto que no habían sido totalmente despiezados) se extiende a vacuno y équidos, siendo difícil interpretar estas prácticas más allá de los enterramientos de ejemplares muertos por causas que desaconsejasen el consumo de su carne (al menos en el caso de las especies que tuviesen un interés bromatológico). Un aspecto de interés es el descenso en las tallas

mientos, pero su presencia plantea problemas de interpretación, pudiendo estar reflejando intrusiones posteriores relacionadas con las actividades fosoras para la realización de madrigueras, tal y como parece reflejar el que los huesos se encuentren enteros y que se documenten ejemplares inmaduros. Pocos análisis hemos podido realizar de faunas adscritas a ocupaciones medievales. El interés por la recuperación de los restos óseos de animales en estos yacimientos ha sido tradicionalmente menor que para fases anteriores. No obstante, cabe destacar los resultados obtenidos en la ocupación alto y plenomedieval del Castro de los Judíos (Puente Castro), en el que se han realizado diferentes campañas de excavación44 y del que contamos con un estudio parcial del considerable volumen de fauna recuperado.

43. Fernández Rodríguez (2009b) y González Gómez de Agüero et al. (2014). 44. Para una descripción de los trabajos arqueológicos desarrollados en este yacimiento puede consultarse Avello Álvarez y Sánchez-Lafuente Pérez (2003, y en este mismo volumen). Un análisis de las estructuras exhumadas y de la secuencia ocupacional ha sido realizado por Martínez Peñín (2011: 63-87).

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El carácter judío de la comunidad puede ser confirmado por el tipo de alimentación registrado en las dos fases de ocupación detectadas en este lugar. El consumo aparece centrado en el ganado ovicaprino, al que corresponden más del 80% de los restos identificados, y entre el que predominan las cabras (Capra hircus) frente a las ovejas (Ovis aries). El ganado vacuno (Bos taurus), de talla muy pequeña, cubriría casi el resto de la alimentación cárnica, a la que también contribuirían algunas aves de corral (gallinas y gansos). Las especies consideradas no kosher, o impuras para su consumo, están escasamente representadas en el yacimiento: los restos de cerdo (Sus domesticus) no suponen el 1% del total de identificados (pudiendo reflejar la presencia de algún cristiano en el poblado) y tan solo hay un resto de caza, una hemipelvis de liebre (Lepus capensis), números que en absoluto invalidan la adscripción general como judía de la población asentada en el cerro. El conjunto de mamíferos se completa con algún resto de otros domésticos (perro, gato y équido) sin interés alimenticio en esta época. Además de lo señalado, la colección recuperada incluye varios restos de moluscos, tanto marinos como fluviales. Los moluscos marinos, también considerados no kosher, presentan evidencias de manipulaciones antrópicas para su empleo como adorno, en tanto que los fluviales (Potomida littoralis) reflejan las ya reiteradas prácticas de su recolección puntual, sea de ejemplares vivos o de valvas, con una finalidad que nos resulta hasta el momento difícil de precisar45. Por último, de este mismo yacimiento procede un variado conjunto de objetos realizados

Figura 8. Metacarpo de vacuno. Canto Blanco (Sahagún-Calzada del Coto).

en material óseo, entre los que se incluyen piezas ornamentales (placas decoradas con motivos circulares), de juego (un dado) o militares (una nuez de ballesta). Gracias al registro arqueológico también es conocida la artesanía en hueso de la Baja Edad Media leonesa, por ejemplo reflejada en la existencia de un taller de fabricación de cuentas46.

45. González Gómez de Agüero et al. (2010 y 2014). 46. Muñoz Villarejo y Echevarría Alonso-Cortés (1998-1999).

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7. LOS PERIODOS MODERNO Y CONTEMPORÁNEO

El interés por los análisis zooarqueológicos en las fases más recientes de nuestra historia es, en el mejor de los casos, muy limitado. A nivel provincial hemos realizado dos estudios de cronología y contextos bien diferenciados. El primero vinculado con las intervenciones realizadas al exterior del castillo de Villanueva de Jamuz47, en las que se recuperó una pequeña muestra de fauna adscrita a la Edad Moderna. El análisis puso de manifiesto su vinculación con desechos alimenticios, estando representadas las especies más comunes en un ámbito doméstico, tanto de mamíferos (vacuno, ovicaprino y porcino) como de aves (gallináceas); siendo también probable que la única pieza de conejo documentada corresponda a un ejemplar doméstico, aunque esto no sea fácilmente deducible. El segundo análisis se corresponde con los materiales recuperados en la intervención desarrollada en las estructuras defensivas del ejército republicano en Castiltejón (Puebla de Lillo)48. El conjunto analizado parece relacionarse mayoritariamente con la alimentación de los soldados allí atrincherados durante la Guerra Civil. El consumo de bovinos, ovicaprinos y gallináceas domésticas se refleja en las marcas de procesado documentadas en diferentes huesos. La ausencia de restos de cerdo (Sus domesticus) quizás responda a la más fácil movilidad, mediante el tradicional pastoreo, del ganado vacuno y ovicaprino. Resulta destacable el patrón de fracturación intencional detectado al menos en las costillas de vacuno (y en alguna de ovicaprino), pero qui-

zás extensible a otros elementos anatómicos de esta misma especie; lo que viene a sugerir la existencia de un procedimiento centralizado de procesado de las carcasas, asociado a las cocinas de campaña en donde se elaborarían los ranchos que se distribuirían entre los soldados, incluidos estos de primera línea del frente. Los patrones de fracturación, principalmente del costillar del ganado vacuno, obteniendo trozos de carne con hueso con longitudes que oscilan entre 4 y 5,5 cm (nunca mayores de 7 cm) resultan apropiados para la elaboración de platos tipo guiso/potaje, caldo o similar, acompañando a verduras o legumbres, tal y como también se ha constatado en otros frentes de guerra europeos del siglo XX49. A pesar del limitado número de restos, el conjunto de Castiltejón aporta una interesante información para conocer con mayor detalle la vida cotidiana de los soldados establecidos en primera línea del frente, y más específicamente en relación con su alimentación, aspecto no abordado hasta el momento desde un enfoque zooarqueológico en el estudio de la guerra civil española. 8. CONCLUSIONES

La información que hemos presentado recoge de forma global los resultados que se han obtenido como consecuencia del desarrollo de los estudios zooarqueológicos en yacimientos localizados en la provincia de León, fundamentalmente durante la última década y media, si bien resultaba del todo imposible presentar con detalle ni todos los aspectos que se han constatado durante los análisis de las muestras ni la totalidad de las conclusiones obtenidas.

47. Martínez Peñín (2012). 48. Para esta intervención arqueológica, véase el artículo de Bejega García y González Gómez de Agüero en este mismo volumen. 49. Landolt et al. (2009).

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Los datos que hasta el momento hemos podido ofrecer, aportan una información muy significativa para el conocimiento no solo de las faunas existentes en distintos momentos cronológicos, sino en especial para evaluar la gestión que de las mismas hicieron los humanos, ya fuera mediante el empleo de las diferentes tácticas cinegéticas (caza, trampeo) o bien con la aplicación de las técnicas ganaderas. Como hemos señalado, el aprovechamiento de los recursos silvestres de origen animal ha sido muy variado; básico para los grupos cazadores-recolectores epipaleolíticos, una actividad puntual en otros periodos para los que supuso un aporte totalmente minoritario o incluso denotando una práctica de prestigio social asociada a las élites romanas. La recurrente pero limitada recolección de moluscos fluviales, por otra parte, todavía requiere de una explicación adecuada.

Por lo que a la ganadería se refiere, y más allá de una cabaña ganadera basada en un conjunto de especies que se ha mantenido uniforme a lo largo del tiempo (exceptuando casos puntuales relacionados, por ejemplo, con prácticas religiosas), resulta de sumo interés evaluar su gestión, estableciendo patrones de edad y sexo para los procesos de sacrificio que ayuden a diferenciar los modelos que se pueden haber desarrollado tanto desde una perspectiva diacrónica como sincrónica (considerando las diferentes tipologías de asentamientos). El enriquecimiento de la cabaña doméstica, con la introducción de nuevas especies, tengan interés bromatológico, como animales de compañía, o con otros fines (comercio), es otro aspecto significativo a evaluar. Y naturalmente el comercio de productos alimenticios, en el que los recursos marinos han debido de tener una relevancia mayor de la que

Figura 9. Costillas de vacuno seccionadas. Castiltejón (Puebla de Lillo).

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hasta ahora hemos podido reconocer, es otra de las líneas de trabajo que requiere continuar analizando. Todos estos aspectos, y otros más que se incluyen en el marco de la investigación zooarqueológica, aún necesitan ser evaluados de forma precisa en nuestro ámbito geográfico más inmediato, para el que todavía disponemos de una información escasa en muchos de nuestros periodos tanto prehistóricos como históricos. Naturalmente el proceso debe comenzar por una recuperación sistemática de este tipo de evidencias durante los trabajos de excavación arqueológica a partir del conocimiento de la información potencial que estos restos pueden aportarnos para el proceso de reconstrucción de los grupos humanos tanto antiguos como recientes.

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