LOS ESTUDIOS SOBRE LAS MASCULINIDADES EN COLOMBIA: UN BALANCE ABREVIADO

October 6, 2017 | Autor: G. Gallego Montes | Categoría: Colombia, Masculinity, Género, Masculinidades
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Los estudios de las masculinidades en Colombia: un balance abreviado Gabriel Gallego Montes Docente –investigador Departamento Estudios de Familia Universidad de Caldas Conferencia impartida en el marco de la Celebración de los 20 años de la Escuela de Estudios de Género, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá. 26 de noviembre de 2014.

En nuestro país y tal vez en América Latina, las teóricas feministas han tenido una importancia central en el surgimiento y desarrollo de los estudios sobre hombres y masculinidades. Aunque no siempre el foco de atención de estas teorías han sido los hombres o las prácticas masculinas, sus desarrollos teóricos en relación con el género han permitido repensar y redefinir la masculinidad, visibilizar a los varones como actores dotados de género y propiciar el surgimiento de nuevos movimientos sociales en torno a estas reflexiones (Viveros, 2007).

Rodrigo Parrini (2000) al referirse al

surgimiento del campo señala, de forma metafórica, como las masculinidades emergen De la costilla de Eva, para hacer alusión que han nacido de los estudios feministas. Eva, “tiene una preeminencia temporal e intelectual a la que aquél se debe plegar y con la que está en deuda. Son las mujeres quienes pusieron en el tapete político y teórico la diferencia sexual como una dimensión constitutiva de los ordenamientos sociales y de las tramas culturales construidas por los seres humanos a lo largo de la historia y en toda formación social” (p.3). La discusión teórica entre feminismos, género y masculinidades en nuestro país, bien la ha recreado la profesora Mara Viveros Vigoya de la Escuela de Estudios de Género de la Universidad Nacional de Colombia y por lo tanto no entraré en una disquisición sobre este asunto.

La tarea que me encomendaron consiste en proponer una discusión en torno al desarrollo de los estudios de las masculinidades en nuestro país. Proponer una revisión de un campo de conocimiento tiene el riesgo de no incluirlo todo, de sobreestimar

algunos aportes e invisibilizar otros. Espero que la ruta propuesta aliente la discusión y haga visible la producción académica.

Como campo de conocimiento en los Estudios de Género, las masculinidades no cuentan con más 25 años de producción académica en nuestro país y podría afirmarse que en la cultura occidental también son un área nueva en la producción académica con no más de cincuenta años de tradición. Ya para los años noventa Kenneth Clatterbaugh se aventura a plantear una primera revisión y clasificación de las perspectivas dominantes en los estudios sobre masculinidades en los años 80: la perspectiva conservadora, profeminista, de los men´s rights, la mítico-poética o espiritual, la socialista y la perspectiva de grupos específicos.

Michael Kimmel (1992), para esta misma época postula el énfasis antropológico, de teoría social y las reflexiones mítico-poéticas como los enfoques disciplinares con los cuales se ha abordado el estudio de las masculinidades. Connell (1995) menciona como modelos analíticos: el esencialista, el normativo, el semiótico y la postura positivista.

Mattew Gutmann (2000) plantea un esbozo de los ejes temáticos que han delimitado los estudios antropológicos de la masculinidad. En primer lugar, hace mención a los referentes sobre el ser hombre y el varón histórico en la disciplina; en segundo lugar, menciona las economías culturales de la masculinidad, en tercer lugar señala el ámbito de la familia relacionado con el parentesco, el matrimonio, el ejercicio de la paternidad y la amistad masculina. En cuarto lugar, aborda la dimensión del cuerpo desde las fisuras somáticas y sexuales, las transgresiones al binarismo de género y los objetos del deseo corporal.

Por último, enfatiza en las relaciones de poder masculino con el

nacionalismo, la guerra y la violencia doméstica.

Ulrike Strasser y Heidi Tissman (2010), sugieren al menos tres líneas analíticas aportadas por las propuestas teóricas latinoamericanas desde los años noventa al estudio de las masculinidades en perspectiva multiculturalista. En primer lugar, se ha hecho énfasis en la conquista y colonización española y portuguesa con el contraste entre modelos de masculinidad y la imposición de patrones culturales en parentesco, matrimonio y familia. En segundo lugar, se encuentran las relaciones entre género y modernización que han permitido la construcción de una masculinidad heteronormativa

dominante soportada por la cultura familistica. Y en tercer lugar, los estudios sobre masculinidad y trabajo (La Furcia, 2013)

De acuerdo con un balance presentado por Guttmann y Viveros (2007a, 2007b), la producción académica en América Latina sobre las masculinidades se centran en los siguientes tópicos: división familiar de las labores, crianza de los hijos y quehaceres domésticos; homosociabilidad en la amistad y en los espacios sociales; la construcción de la identidad masculina; cuestiones de salud reproductiva incluyendo parejas del mismo sexo, el VIH-SIDA y los derechos reproductivos de los hombres; la etnicidad y la masculinidad entre poblaciones indígenas, afrolatinas y mestizas; la clase y el trabajo; y el polémico tema del machismo. La Furcia (2013) sugiere que el nivel de las investigaciones ha sido de carácter exploratorio con aproximaciones teóricas que se han realizado desde las distintas ciencias sociales y humanas y de la salud pública y colectiva, con un predominante enfoque construccionista. Las aproximaciones cualitativas han sido claves privilegiándose la mirada etnográfica (La Furcia, 37). Por la perspectiva poscolonial e interseccional de fuerte arraigo en la región, las investigaciones privilegian el contexto social, la ubicación local y regional y los significados culturales, insistiendo en el carácter múltiple de las masculinidades (La Furcia, 2013:37)

Como señalan Guttmann y Viveros (2007a, 2007b), al menos tres son los tópicos de debate y controversia en los estudios sobre masculinidades en América Latina. En primer lugar, la complejidad que lleva el abordaje de las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo y las consecuencias analíticas de la reducida categoría homosexual, incluyendo la crítica a la teoría anglosajona de elección del objeto para explicar el sinuoso deseo sexual de los hombres en nuestro contexto, más allá del binarismo activo-pasivo.

En segundo lugar, las preguntas relacionadas con el cambio y la resistencia, específicamente la pregunta ¿cuánto han cambiado los hombres en años recientes? Esta pregunta remite a los conflictos entre modos “tradicionales” y “modernos” de ser hombre y las nuevas formas de dominación masculina; y en tercer lugar, las diferencias entre los estudios realizados desde fuera “acerca de” que suelen homogenizar y generalizar las diversas y contradictorias experiencias de los hombres sosteniendo un

imaginario colonial angloeuropeo y los estudios producidos desde dentro (La Furcia, 38).

En Colombia ha habido esfuerzos de revisión del campo. Los balances adelantados por Mara Viveros y Mattew Gutmann dejan entrever las contribuciones pioneras en sexualidades, paternidades y racialidades en los estudios en Masculinidades en la región.

Freddy Gómez y Carlos García (2003) agrupan la producción académica

desarrollada en el país en tres temas que constituyen lugar común de exploración: identidad masculina, paternidad y participación de los varones en las dinámicas familiares y la salud sexual y reproductiva de los varones, donde como se mencionó se incluye la producción investigativa de los hombres con prácticas homoeróticas y las relaciones sexuales en parejas del mismo sexo.

En un reciente trabajo para optar al título de socióloga en la Universidad del Valle, Estudios sobre masculinidades en Colombia: una lectura en clave feminista (2013), Ange La Furcia sugiere que los estudios sobre las masculinidades en Colombia emergen a partir de cinco aspectos centrales, primero, la visibilización de propuestas académico feministas en diferentes partes de la geografía nacional, en segundo lugar, como resultado de las acciones instituticionales del sector privado que se interesaron en prestar servicios específicos a este segmento poblacional.

En tercer lugar, por la

iniciativa de grupos y ONG´s en promover acciones e intervenciones con grupos de hombres a nivel local; en cuarto lugar, por los esfuerzos del sector público a través de la generación de programas y proyectos sociales alrededor de la paternidad, la violencia y la salud sexual y reproductiva. Y en quinto lugar, por la iniciativa de varones que incursionan desde diferentes frentes no asociadas al activismo en el campo de las masculinidades.

En la revisión de fuentes secundarías La Furcia, (2013) registra el hallazgo de 250 documentos producidos entre 1990 y 2013 sobre las masculinidades, situación que le permite afirmar que estamos asistiendo a un campo consolidado del conocimiento. Esta afirmación desde mi perspectiva es apresurada, en tanto no puede tomarse solo como fundamento para la consolidación el volumen de lo producido, ya que en ocasiones suele caerse en el lugar común, en temas “imán” al cual convergen grupos de investigadores por momentos o ciertos intereses.

La Furcia (2013), realiza un esfuerzo clasificatorio de las áreas de interés sobre las cuales se ha centrado la investigación en masculinidades en Colombia, identifica nueve áreas, advierte que las clasificaciones son arbitrarias y los límites difusos. De igual manera sugiere “el excesivo carácter repetitivo que tienen varios documentos que más que representar la profundización de las problemáticas y la generación de nuevo conocimiento se trata de lo que Robert Mertón (2002 [1957]) denominó como redescubrimientos, hallazgos constatados que vienes de investigaciones ya realizadas, hipótesis definidas previamente reafirmadas en series temporales” (58).

Las áreas clasificatorias propuestas por La Furcia (2013) son: Identidad masculina; sexualidades; racialidades y diversidades regionales; trabajo y empleo; paternidad y familia; representaciones, espacios sociales y sociabilidades; conflicto, guerra y violencia; salud sexual y reproductiva; e intervención y trabajo social con hombres. Los desarrollos de cada una de estos ejes clasificatorias son soportados con fuentes documentales y trazas argumentativas donde intervienen los fundamentos teóricos utilizados y las rutas metodológicas priviligiadas por los y las investigadoras. Por la novedad y riqueza del trabajo remito a los interesados a consultarlo en el repositorio virtual de la Universidad del Valle.

Retos y tendencias de la investigación

Los trabajos sobre sobre la construcción social de la masculinidad, donde fue pionero Daniel Welzer-Lang, en nuestro contexto poco se han desarrollado o son inexistentes. Con sugiere Mara Viveros (2007), los trabajos en este campo de estudio ganarían en profundidad y alcance si se interrogaran no sólo sobre la construcción social de la masculinidad y la virilidad sino también sobre el papel que desempeñan los varones en la reproducción de la dominación masculina y en las resistencias al cambio, tarea que se encuentra aún pendiente en Colombia y otros contextos con mayor desarrollo teórico. En esta misma línea existen pocos trabajos sobre la ontología masculina.

Jeff Hearn (2000) ha planteado que no es deseable dejar los estudios sobre masculinidad exclusivamente a los hombres porque esto sería una forma de perpetuación de la dominación masculina en el campo académico, y por el contrario sugiere la

multiplicidad de puntos de vista que no pueden sino mejorar la calidad del conocimiento sobre fenómenos complejos como el de las identidades de género.

Por su parte,

Matthew Gutmann (1997) ha señalado la pertinencia de incluir descripciones y análisis de las mujeres como parte del estudio sobre los hombres y la masculinidad. Siguiendo a este autor (1999) considero que la inclusión del punto de vista de las mujeres en los estudios sobre masculinidades es necesaria teniendo en cuenta que la masculinidad se construye en relación con las identidades y las prácticas femeninas. Muchos de los trabajos sobre masculinidad han hecho énfasis en el aislamiento de los mundos de los varones y las mujeres, ignorando la importancia de las interacciones cotidianas entre unos y otras y el efecto de estas interacciones sobre las identidades masculinas. Resulta más acorde con la realidad abordar la masculinidad desde una perspectiva que dé cuenta de las múltiples interacciones de los varones con distintos tipos de mujeres y diferentes tipos de hombres (Viveros, 2007).

Un campo que falta aún por explorar en nuestro país es aquel donde existen masculinidades sin hombres, las transmasculinidades, las subculturas lesbianas y de mujeres con prácticas homoeróticas que no se reconocen en el marco del lesbianismo. O la presencia de múltiples masculinidades femeninas en variados campos: el futbol y los deportes, la administración de la violencia doméstica, la construcción de obras civiles, el desempeño profesional. En la exploración en necesaria dejar de lado los arquetipos femenino/masculino buscando desplazamientos, como los que sugiere Parrini (2007), al entender las identidades y las prácticas no fijas sino fluidas, donde no hay jerarquías estrictas ni posiciones fijas y estables.

En las transmasculinidades,

parafraseando a Parrini, se está en un entre permanente, en una zona intermedia, no se es femenino o masculino, sino ambos a la vez y consecutivamente. En otras palabras, implica un ejercicio deconstruccionista de la categoría género. A pesar del esfuerzo académico y del activismo en este campo, es necesario reconocer que las investigaciones sobre lo trans y el homoerotismo estan fuertemente colonizados por la salud pública y la epidemiología y por lo tanto subyace una concepción de génerosexualidad que yo he denominado “coito-investigación”, es decir, donde no hay penes y penetraciones no hay riesgo y por lo tanto, no hay fondos para para la investigación.

En este sentido, las investigaciones en sexualidad en varones tienen un fuerte arraigo en los estudios centrados sobre el homoerotismo, dejando al descubierto la poca

exploración que existe sobre las relaciones sexuales heterosexuales y las prácticas bisexuales. En este marco existen pocas investigaciones que exploren la construcción del deseo masculino asociado con la violencia y la representación social del cuerpo. De igual manera, son casi inexistentes las investigaciones en salud sexual que indaguen por la representación social del ano, del tacto rectal (que es un tipo de penetración) y todas aquellas prácticas que sacralizan el ano como templo de la masculinidad y que se encuentran profundamente enraizadas en nuestras formas de representar la “verdadera” masculinidad.

Un escenario importante de exploración está relacionado con la masculinidad y el poder, la configuración de lo público desde lo masculino y las relaciones sociales de género (e incluso sexuales) entre hombres y el acceso y permanencia en el poder. En este campo también caben las negociaciones y conflictos entre diferentes masculinidades.

De igual manera y como lo recuerda Fernando Urrea (2008), los estudios en nuestro contexto no han abordado las masculinidades indígenas.

Y poco se sabe de las

masculinidades en los contextos rurales, siendo pionero el trabajo de María Elena Villamil (2012) sobre masculinidades rurales en la Vereda El Cerro, Sardinata, Norte de Santander. Hay pocos desarrollos investigativos sobre los efectos de la reestructuración económica y social en las experiencias y proyectos masculinos.

De otro lado, es necesario adelantar investigaciones que nos permitan comprender la historia o las representaciones sociales de la afectividad y la intimidad masculina. No siempre la afectividad entre varones ha estado proscrita en nuestro medio. Hay documentos históricos que señalan como antes de los años 30 del siglo XX y sin que aún se hubiese popularizado el concepto de homosexualidad (Bustamante, 2004), existían en nuestro país prácticas sociales de intimidad masculina celebradas de manera pública. Un día en Manizales pase por la marquetería de un amigo y me encontré con una fotografía de principios del siglo XX, de dos patriarcas manizaleños andando de gancho por plena carrera 23 de la ciudad. Cuando rastree el origen de la fotografía me enteré que eran dos amigos que hacían parte de un grupo de intelectuales de la ciudad. En el cine colombiano de esta época he podido encontrar algunas imágenes que muestras la afectividad en el marco de las amistades masculinas. Los trabajos históricos

ayudarían a desmitificar la ausencia de intimidad masculina no sexualizada en nuestro país y a dejar de recurrir al contexto Newyorkino, parisino o de las grandes urbes latinoamericanas para explicar la afectividad entre personas del mismo sexo antes del arribo del discurso gay.

Además, sería muy apasionante comprender la intimidad

masculina en contextos de fiesta y reunión mediados por el alcohol o las celebraciones de los triunfos o las derrotas colectivas como en el fútbol. En esta misma línea hay poca producción investigativa que exploren las representaciones de las masculinidades en los medios de comunicación y en la producción mediática.

Finalmente, Ange La Furcia (2013), señala que las investigaciones suponen que las masculinidades son adultas o se constituyen en la adolescencia, momento en el cual y por múltiples rituales de paso se “hace hombre”. Como la misma autora sugiere estas aproximaciones revelan un paradigma adultocéntrico que asume la infancia como feminidad.

Igualmente plantea, a partir de su revisión, que aún hacen falta

investigaciones sobre la participación de los hombres en las migraciones, el tráfico de personas, el turismo y la industria cultural dedicada a un mercado masculino y las masculinidades en los sectores socio-económicos altos y en los negocios y poderes locales. Como ella misma insinúa “Hay que hacer entrar el género donde se supone que no lo hay, donde la masculinidad reina sin saber dónde se encuentra” (La Furcia:101).

Muchas gracias por la invitación a participar en este panel conmemorativo de los 20 años de existencia de la Escuela de Género de la Universidad Nacional de Colombia.

Referencias Bibliográficas Bustamante, Walter (2004). Los invisibles en Antioquia, 1886-1936: Una arqueología de los discursos sobre la homosexualidad. Medellín: La Carreta Editores. Gómez, Freddy y García, Carlos. (2003). La Masculinidad como campo de Estudio y de Acción social. Entre los límites y las rupturas 3: 57-69. Gutmann, Mattew. (2000). Traficando con hombres. La Antropología de la Masculiniudad. En, Puyana Yolanda y Robledo, Angela (Comps.) Ética, Masculinidades y Feminidades (p. 177-227). Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.

Gutmann, Mattew y Viveros, Mara (2007a). Cultural Formations, Latin American. En Flood Michael, et al, Internacional Enclycopedia of Man and Masculinities, (p. 107110). New York: Routledge. ________________. (2007b). Masculinidades en América Latina. En, Aguilar Miguel y Reid, Anne. Tratado de Psicología Social, perspectivas socio-culturales. Barcelona: Anthropos y UAM. Hearn, Jean. (2000). Quelle politique pour l’organisation des études critiques sur les hommes. (pp 255-262). En : Welzer-Lang, Daniel (dir.), Nouvelles approches des hommes et du masculin. Toulouse: Presses Universitaires du Mirail. Kimmel, Michael. (1992). La producción teórica sobre la masculinidad: aportes. En Ediciones de las Mujeres No 17, 129-148.

Nuevos

La Furcia, Ange. (2013) ¿ Y entonces.. Qué más… “hombres”? Los Estudios sobre las Masculinidades en Colombia. Una lectura en clave feminista. Tesis para optar al grado de sociología por la Universidad del Valle. Colombia. Parrini, Rodrigo. (2000). Apuntes acerca de los estudios de masculinidad. De la Hegemonía a la Pluralidad. Recuperado el 10 de noviembre de 2014. http://www.eurosur.org/FLACSO/apuntesmasc.htm ____________ (2007). Panópticos y Laberintos. Subjetivación, deseo y corporalidad en una cárcel de Hombres. México: El Colegio de México. Strasser, Ulrike y Tissman, Heidi. (2010). It´s a Man´s world? World History Meets the History of Masculinity, Latin American Studies, for Instance. Journal of World History, 21 (21): 75-96. Villamil, María Elena. (2012). Aportes a los Estudios de las masculinidades en contextos rurales. El caso de la vereda El Cerro, Sardinata, Norte de Santander. Tesis para optar al título de magister en Estudios de Género. Universidad Nacional de Colombia. Viveros, Mara. (2007). Teorías feministas y estudios sobre varones y masculinidades. Dilemas y desafíos recientes. La manzana de la discordia, Diciembre, 2007. Año 2, No. 4: 25- 36.

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