Los cuatro elementos en la Fabula de Polifemo y Galatea

September 8, 2017 | Autor: M. Castro Rodríguez | Categoría: Luis de Góngora, poesía española del Siglo de Oro
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Descripción

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Los cuatro elementos en la Fábula de Polifemo y Galatea María Luisa Castro Rodríguez Universidad Nacional Autónoma de México “Pisó las calles de Madrid el fiero monóculo galán de Galatea”. (Góngora, 1615) Don Luis de Góngora y Argote escribe, en 1613, su Fábula de Polifemo y Galatea, obra que, junto con las Soledades, representa el clímax de su estilo, en el que el poeta cordobés perfecciona su técnica repleta de hipérbatos, metáforas mitológicas, hipérboles y simbolismos, entre muchos otros recursos poéticos. En el presente trabajo analizaremos la línea simbólica que se desprende de la convivencia y enfrentamiento de los cuatro elementos; los cuales, a lo largo de las siguientes páginas, nos irán revelando un significado particular del texto y abriendo puertas para una mejor comprensión del mismo. Los cuatro elementos Para los griegos, los elementos son cuatro: agua, aire, fuego y tierra, los cuales se transforman los unos en los otros. Cada uno de estos elementos se subdivide en variedades, según las medidas de la participación y las mezclas; los cuatro elementos corresponden a los cuatro temperamentos: el agua al linfático, la tierra al bilioso, el aire al sanguíneo y el fuego al nervioso. La doctrina antigua de los grandes filósofos: Pitágoras, Empédocles, Platón, Aristóteles... nos dice que “los grandes fenómenos de la vida se reducen a las manifestaciones de los elementos que determinan la esencia de las fuerzas de la naturaleza, realizando ésta su obra de generación y de destrucción por medio de tales principios vitales.” (Chevalier 439) Cada uno de los elementos sale de la combinación de dos principios primordiales: el Agua procede del frío y la humedad, el Aire procede de la humedad y el calor, el Fuego del calor y la sequedad, y la Tierra de la sequedad y el frío. Del mismo modo, cada uno tiene ciertas correspondencias emotivas: al Fuego corresponden el ardor y el entusiasmo; al Agua, la sensibilidad y emotividad; al Aire, la intelectualidad; a la Tierra, la materialidad. Los cuatro elementos ponen en acción grupos de imágenes, ayudan a la asimilación de lo real disperso en sus formas, pues, como nos dice Bachelard, son la base de “la imaginación material, esta sorprendente necesidad de penetración que, más allá de las seducciones de la imaginación de las formas, se pone a pensar la materia, soñarla y vivir en ella o bien –lo que viene a ser lo mismo– a materializar lo imaginario...” (439). Veamos, primero, el simbolismo de cada uno de los elementos por separado, para después abordar el texto ya con toda la información necesaria para desentrañar la función de estos en la Fábula de Polifemo y Galatea. A) Agua

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Las aguas, masa indiferenciada, representan la infinidad de los posible, contienen todo lo virtual, lo informal, el germen de los gérmenes, todas las promesas de desarrollo, pero también todas las amenazas de reabsorción. El agua es fuente de vida, medio de purificación y centro de regeneración. En las tradiciones judías y cristianas el agua simboliza ante todo el origen de la creación y posee un sentido de eternidad, ya que purifica, rejuvenece y, por ende, introduce en lo eterno. Además, cerca de los manantiales y los pozos nace el amor y se preparan los matrimonios. Encontramos dos interpretaciones del símbolo del agua: las aguas agitadas significan el mal, el desorden; las aguas en calma significan la paz y el orden; pero en todos los casos el agua no juzga, es imparcial. Por otro lado, los ríos son agentes de fertilización de origen divino; las lluvias y el rocío aportan su fecundidad y manifiestan la benevolencia de Dios. El agua también pone de manifiesto la Sabiduría, en el libro bíblico de Provervios encontramos que “en el corazón del sabio reside el agua; él es semejante a un pozo y una fuente”. (55) Desde un punto de vista cosmogónico, el agua corresponde a dos complejos simbólicos antitéticos: “el agua descendente y celeste, la lluvia, es una semilla uránica que viene a fecundar la tierra [...], por otra parte, el agua primera, el agua que nace de la tierra y del alba blanca, [...] es símbolo de fecundidad consumada, tierra preñada, de la que sale el agua para que, iniciada la fecundación, la germinación tenga lugar”. (57-58) Este símbolo se extiende a lo espiritual, por lo que, el arroyo, el río y el mar representan el curso de la existencia humana y las fluctuaciones de los deseos y los sentimientos; en esta misma línea, el hielo expresa el estancamiento en su más alto grado: “la falta de calor del alma, la ausencia del sentimiento vivificante y creador que es el amor: el agua helada representa el completo estancamiento psíquico, el alma muerta” (59-60) B) Tierra La tierra simboliza la función maternal: da y toma vida; es un símbolo de fecundidad y de regeneración, cría a todos los seres, los alimenta y después recibe de ellos el germen fecundo. Según la Teogonía de Hesíodo, “ella (Gaia) parió incluso al cielo (Urano), que debía luego cubrirla para dar nacimiento a todos los dioses.” (993) Respecto de las aguas que se encuentran también en el origen de las cosas, la tierra se distingue en que, mientras que aquéllas preceden a la organización del cosmos, la tierra produce las formas vivas; “las aguas representan la masa de lo indiferenciado y la tierra los gérmenes de la diferencia” (993); sin embargo, la idea es siempre la misma: regenerar por el contacto con las fuerzas de la tierra, morir de una forma de vida para renacer a otra. C) Fuego El fuego se considera, a menudo, el elemento motor que anima, transforma y hace evolucionar de uno a otro los tres estados de la materia, sólida (tierra), líquida (agua) y gaseosa (aire); por lo tanto, el ser de fuego simboliza el agente de toda evolución. Del mismo modo que sucede con el agua y la tierra, el fuego presenta un simbolismo de regeneración y purificación, es por esto que, en los ritos iniciáticos de muerte y renacimiento, se asocia a su principal antagonista: al Agua; se distingue de ésta en que simboliza “la purificación por la comprensión, hasta su forma más espiritual, por la luz y la verdad, el agua simboliza la purificación del deseo hasta su forma más sublime, la bondad.” (514) Por otra parte, la significación sexual del fuego está universalmente ligada a la primera técnica de obtención de este elemento, esto es, el frotamiento, en vaivén, imagen del acto sexual. En este sentido, Bachelard nos dice que “el amor es la primera hipótesis científica para la reproducción objetiva

3 del fuego, y antes de ser el hijo de la madera, el fuego es el hijo del hombre...” (513). En contraposición, Paul Diel nos habla del fuego en su aspecto negativo: “El fuego humeante y devorador, todo lo contrario de la llama iluminante, simboliza la imaginación exaltada... lo subconsciente... la cavidad subterránea... el fuego infernal... el intelecto en su forma rebelde: en pocas palabras, todas las formas de regresión psíquica.” (514) D) Aire Es el elemento intermediario de unión, de expansión libre, de cambio y renovación, de movilidad, de difusión, de flexibilidad. En el caso del viento, debido a la agitación que lo caracteriza es símbolo de vanidad, de inestabilidad y de inconstancia. Por otra parte, el viento es sinónimo del soplo y, en consecuencia del Espíritu, del influjo celestial de origen divino. Está en relación con las direcciones del espacio, de ahí los cuatro vientos de la antigüedad y la Edad Media, la “torre de los vientos” de Atenas que tiene ocho lados, y la rosa de los vientos; además, a los cuatro vientos se les ponía en correspondencia con las estaciones, los elementos y los temperamentos. Entre los griegos, los vientos eran divinidades inquietas y turbulentas, contenidas en las profundas cavernas de las islas Eolas; se distinguían los vientos del norte (Aquilón, Bóreas), del sur (Austro), de la mañana y el este (Euro) y de la tarde y el oeste (Céfiro). Fábula de Polifemo y Galatea Pasaremos, ahora, al análisis de estos elementos y sus manifestaciones en la Fábula de Polifemo y Galatea. Cabe aclarar que se tomarán en cuenta como propios de cada elemento, los seres que habitan o surgen de ellos, así como los verbos que se relacionen con sus efectos. Seguiremos el poema linealmente con el objeto de ir viendo no sólo cómo se presentan los elementos, sino también cómo se combinan y contraponen, cargando de significación a la narración. Para lograr un análisis mejor estructurado hemos dividido la Fábula..., primero, siguiendo la división que hace Dámaso Alonso, y subdividiéndola a su vez, siguiendo nuestro propio criterio. La división queda de la siguiente manera1: I. Dedicatoria al Conde de Niebla. (I-III) II. Lugar de acción. 1. Descripción de Sicilia. (IV, 1-6) 2. Descripción de la cueva de Polifemo. (IV, 7-8, V, VI) III. Descripción del cíclope. 1. Descripción de Polifemo. (VII-IX) 2. Descripción del zurrón de Polifemo. (X-XI) 3. Descripción del instrumento de Polifemo. (XII) IV. Descripción de Galatea. 1. Descripción de Galatea. (XIII, XIV, XV, 1-4) 2. Amor de Glauco. (XV, 5-8) 3. Amor de Palemo. (XVI-XVII) V. Descripción de Sicilia. Efectos en la isla del amor por Galatea. 1

Los números en romano indican la división que propone Dámaso Alonso, en arábigo, la nuestra. Entre paréntesis, en número romano, se encuentra el número de estrofa; en arábigos, el número de verso, cuando sea necesario.

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1. Descripción de Sicilia. (XVIII, XIX, 1-4) 2. Efectos del amor por Galatea. (XIX, 5-8, XX-XXII) VI. Enamoramiento de Acis y Galatea. 1. Locus Amoenus. (XXIII) 2. Llegada de Acis. (XXIV) 3. Descripción de Acis. (XXV) 4. Ofrenda de Acis. (XXVI) 5. Acción de Acis. (XXVII, 1-4) 6. Galatea despierta. (XXVII, 5-8, XXVIII, 1-4) 7. Temor y ofrenda. (XXVIII, 5-8, XXIX, XXX, 1-4) 8. Amor en Galatea. (XXX, 1-4, XXXI) 9. Galatea mira a Acis. (XXXII-XXXVI) 10. Acis despierta. (XXXVII-XXXIX, 1-4) 11. Lugar del encuentro amoroso. (XXXIX, 5-8) VII. Unión de Acis y Galatea. (XL-XLII) VIII. Canto de Polifemo. 1. Polifemo sube y toca. (XLIII-XLIV, 1-4) 2. Galatea escucha. (XLIV, 5-8, XLV, 1-4) 3. Introducción al canto de Polifemo. (XLV, 5-8) 4. Invoca y pide a Galatea que escuche. (XLVI-XLVIII) 5. Bienes de Polifemo. (XLIX-L) 6. Habla de sí mismo. (LI-LIII) 7. Crueldad. (LIV) 8. Naufragio. (LV-LVI) 9. Bondad. (LVII-LVIII) IX. Ira de Polifemo y muerte de Acis. 1. Descubrimiento de los amantes. (LIX-LXI, 1-4) 2. Ira de Polifemo. (LXI, 5-8) 3. Muerte y metamorfosis de Acis. (LXII-LXIII) I.

Dedicatoria al Conde de Niebla. Las primeras tres estrofas de la Fábula... consisten en la dedicatoria al Conde, por lo que las consideraremos aparte. Lo único que me parece ser digno de mención es el juego, tan común en Góngora, con el apellido del Conde: “ahora que de luz tu niebla doras,” ( I, 5), pues, la niebla no es otra cosa que el origen, la fusión de elementos, así, tenemos que el Diccionario de los símbolos nos dice: “Símbolo de lo indeterminado; [...] aquel momento en que las formas antiguas desvaneciéndose no son todavía remplazadas por formas nuevas precisas. Simboliza igualmente la mezcla de aire, agua y fuego, que precede toda consistencia, como el caos de los orígenes.” (Chevalier 751). Observamos, entonces, que el apellido del Conde, no sólo es utilizado para hacer alusión a él, sino que forma parte de la metáfora inicial del poema: el caos, al que seguirá la ordenación exacta de las palabras y elementos poéticos con los que Góngora construirá estudiada y magistralmente una obra de arte. Estas tres estrofas son, por lo tanto, las “formas antiguas” que darán pie al nuevo estilo, el de

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un Góngora ya maduro; asimismo, son la fusión de los elementos que el poeta irá entrelazando y contraponiendo en la construcción del cuerpo de la Fábula..., como veremos a continuación. II. Lugar de acción. II.1 Descripción de Sicilia. El poema se inicia con el mar, el agua en su más vasta manifestación; para, en una construcción de suma plasticidad, de movimiento casi cinematográfico, dar paso a la tierra: “Donde espumoso el mar Siciliano / el pie argenta de plata el Lilibeo” (IV, 1-2). En estos dos primeros versos se nos presentan los dos elementos más numerosos en la Fábula...: el agua y la tierra, fusionados como lo estarán en su momento Galatea, hija de una nereida y Acis, hijo de un Fauno: el agua y la tierra. En los siguientes versos, se nos introduce el elemento Fuego, con toda la connotación pasional y sexual que ya mencionamos, pues la isla es “bóveda o de las fraguas de Vulcano” (IV, 3), y el elemento monstruoso: “o tumba de los huesos de Tifeo” (IV, 4). Vulcano es el dios romano equivalente a Hefesto, bajo cuya advocación está puesto el fuego2; por su parte, Tifeo o Tifón es el ser más gigantesco que jamás haya nacido, en lugar de dedos tenía cien cabezas de serpiente: en lugar de piernas, un sinnúmero de víboras; sus ojos despedían fuego y su cuerpo era alado; producía mil ruidos a cuál más horrísono. Vemos, pues, el fuego en las fraguas y la tierra en la tumba, imagen que continúa hasta la mitad del verso 7 de esta estrofa. Tenemos, entonces, que en los cuatro primeros versos ya se nos han introducido los cuatro personajes protagónicos, y los tres elementos que los representan: Galatea, el agua; Acis, la tierra; el monstruoso Polifemo, la tierra; y Amor, el fuego. II.2 Descripción de la cueva de Polifemo. En esta parte, en que se describe la cueva de Polifemo, encontramos numerosos elementos terrestres, todos cargados de un simbolismo sombrío y salvaje3: [...] Allí una alta roca mordaza es a una gruta de su boca. Guarnición tosca de este escollo duro troncos robustos son, a cuya greña menos luz debe, menos aire puro la caverna profunda, que a la peña, caliginoso lecho, el seno oscuro ser de la negra noche nos lo enseña infame turba de nocturnas aves, gimiendo tristes y volando graves. (IV, 7-8, v) Al final de esta última estrofa encontramos el elemento Aire representado en las aves y su vuelo “grave”, notemos que se nos presenta cargado de un sentido negativo y oscuro, que se refuerza con la repetición de la consonante vibrante y la oclusiva sorda: “infame turba de nocturnas aves” (V, 7). A esto se suma la mención del Aire unos versos antes que se encuentra en una construcción negativa:

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Todos los datos sobre los seres mitológicos, se obtuvieron de la entrada correspondiente de el Diccionario de mitología clásica. 3 A partir de aquí, las cursivas en las citas de los versos son mías.

6 “menos aire puro” (V, 3). Tenemos, pues, la anulación de este elemento como soplo de vida al presentarse la inversión de esta propiedad. En la siguiente estrofa, encontramos la misma connotación negativa del elemento Tierra, que acompaña la entrada de Polifemo quien, por asimilación, se carga, aún antes de su descripción, de las características del elemento que lo rodea. Una vez más encontramos al viento cargado de esta significación negativa, en la mención del “silbo” que junta al ganado. De este, pues, formidable de la tierra bostezo, el melancólico vacío a Polifemo, horror de aquella sierra bárbara choza es, albergue umbrío y redil espacioso donde encierra cuanto las cumbres ásperas cabrío, de los montes esconde: copia bella que un silbo junta y un peñasco sella. (VI) III.

Descripción del cíclope. III.1 Descripción de Polifemo. La descripción del Cíclope comienza con un elemento terrestre: “Un monte era de miembros eminente” (VII, 1), y, a continuación, encontramos, fusionados en la descripción de Polifemo, el agua, representada en la figura del dios romano de las aguas: “de Neptuno hijo fiero” (VII, 2); y el fuego, representado en el Sol: “de un ojo ilustra el orbe de su frente, / émulo casi del mayor lucero” (VII, 3-4). El Cíclope, entonces, podríamos decir que está hecho de Tierra con incrustación de Fuego y que, a pesar de ser estos los elementos que surgen de la sequedad, es hijo del agua, con lo que se nos presenta la inversión de las cualidades purificadoras de ésta. En la siguiente estrofa, en que se describe el cabello de Polifemo, encontramos la unión de los elementos Agua y Aire, una vez más cargados negativamente, pues tenemos que, en cuanto al primero, se mencionan las “aguas del Leteo” (VIII, 2), el sustantivo “torrente” (VIII, 5) con su significado de agua en movimiento, símbolo de peligro, y el verbo “inunda” (VIII, 7) con la misma connotación; el Aire, a su vez, está en movimiento y, por lo tanto, es “viento” (VIII, 3) representando, igualmente, el peligro; encontramos, también el verbo “vuela” (VIII, 4). En la misma línea simbólica de Tierra y Viento, se presenta la estrofa IX, que agrega, únicamente la “crueldad” (IX, 2) para especificar la negatividad de los elementos. III. 2 Descripción del zurrón de Polifemo. Ya se nos había insinuado la posesión de los frutos de la tierra que tiene Polifemo, cuando se nos dijo que:

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cíclope a quien el pino más valiente bastón le obedecía tan ligero, y al grave peso junco tan delgado, que un día era bastón y otro cayado. (VII, 5-8) Sin embargo, en las dos estrofas que constituyen esta parte (X, XI), domina completamente la Tierra simbolizada en las frutas y en el zurrón mismo que es un “erizo” (XI, 1), por sí mismas estas imágenes no están cargadas con un simbolismo ni positivo ni negativo, pues las estrofas en que se encuentran son puramente un cuadro descriptivo; pero sirven para completar la metáfora del dominio que tiene el Cíclope sobre la naturaleza. Los otros elementos terrestres que encontramos son: “fruta” (X, 2), “yerba” (X, 4), “serva” y “heno” (X, 5), “pera” (X, 6), “paja” (X, 7), “castaña” (XI, 1), “membrillo” (XI, 2), “manzana” (XI, 3), “encino” y “montaña” (XI, 5). III. 3 Descripción del instrumento de Polifemo. El instrumento musical que utiliza Polifemo es de viento, sin embargo, tenemos que está conformado por materiales provenientes de la Tierra, lo que hace que la descripción se ajuste a este elemento: Cera y cáñamo unió - que no debieracien cañas, cuyo bárbaro rüido, de más ecos que unió cáñamo y cera elbogues, duramente es repetido. (XII, 1-4) En los siguientes cuatro versos, se nos describen los efectos que tiene la música del Cíclope, presentados en un elemento terrestre, el cual da paso a los elementos marinos, con lo que, en esta estrofa, tenemos la unión de Tierra y Agua: unión que, ya mencionamos, representa a Polifemo, por su genealogía de Agua (lo que se recuerda en la figura de Tritón) y por su físico de Tierra. La selva se confunde, el mar se altera rompe Tritón su caracol torcido, sordo huye el bajel a vela y remo: (XII, 5-7) Tritón es un semidiós marino con figura de hombre hasta la cintura y de pez de larga cola en la parte inferior (mitad terrestre y mitad acuático), se le representa acompañando a Poseidón (Neptuno, padre de Polifemo), cuyas llegadas anunciaba haciendo sonar una caracola marina. IV. Descripción de Galatea. IV.1 Descripción de Galatea.

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En la primera estrofa de esta parte, corroboramos lo dicho anteriormente de la unión que existe entre el elemento Agua y la ninfa Galatea: “Ninfa, de Doris hija, la más bella” (XIII, 1); Doris o Dóride es una oceánide (hija del dios Océano) que casó con Nereo, el anciano y apacible dios del mar, que vivía en las profundidades sentado en un trono de oro y rodeado de sus hijas, las nereidas. Esta genealogía hace a Galatea hija de Nereo y nieta de Océano, esto es, una nereida, una divinidad del “reino de la espuma” (XIII, 2). Hacia el final de la estrofa encontramos, por primera vez, la que será una de las metáforas más frecuentes que Góngora utiliza como perífrasis del Agua: el cristal, “si roca de cristal no es de Neptuno” (XIII, 7). Encontramos, asimismo, dos aves: el cisne, símbolo de Venus, y el pavo real, símbolo de Juno; debemos tomar en cuenta que estos elementos están invertidos: “pavón de Venus es, cisne de Juno” (XIII, 8), lo que representa la unión, una vez más, de Agua y Tierra, pues, a pesar de ser aves y, por lo tanto, estar asociadas al Aire, tenemos que, en realidad, el pavo es un ave de Tierra y el cisne de Agua, al igual que las diosas, Juno, cuya advocación es la fertilidad, y Venus, que nació en el mar de una concha fecundada por Zeus. La asociación de Galatea con el mar continúa en el final de esta parte (XV, 2-4), en el que dominan los seres del mar: Invidia de las ninfas, y cuidado de cuantas honra el mar deidades, era; pompa del marinero niño alado que sin fanal conduce su venera. (XV, 1-4) IV.2

Amor de Glauco. Glauco es un dios marino que anteriormente había sido un pescador beocio; su inmortalidad la debía al hecho de haber comido una hierba que confería tal cualidad. Dada esta naturaleza del amante de la ninfa, no es de sorprender que continuemos encontrando alusiones al líquido elemento: “escamado” (XV, 5) y “campos de plata” (XV, 8), aunque también encontramos una “ribera” que no pertenece, en realidad, a un sólo elemento, pues su carácter es fronterizo, en este caso de la Tierra y el Agua, lo que separa a Galatea de sus amantes marinos, como veremos también en el caso de Palemo. IV. 3 Amor de Palemo. El nombre originario de Palemo o Palemón era Melicertes; cuando sus padres enloquecieron, fue arrojado por su madre en un caldero de agua hirviendo, ella, al darse cuenta de lo que había hecho, se suicidó arrojándose al mar con Melicertes en brazos; según la leyenda el niño fue trasladado por un delfín que lo depositó en Corintio, donde fue deificado con el nombre de Palemón. La historia de este dios es de suma importancia, no sólo porque continúa en la misma línea que la parte dedicada a Glauco en que, por ser dios del mar, predominan los elementos acuáticos, sino porque explica la exclamación que le da fin: ¡Oh, cuánto yerra / delfín que sigue en agua corza en tierra!” (XVII, 7-8). Esta oposición en que Galatea se encuentra en tierra, mientras sus amantes están en el mar, la encontramos, también, en el verso que dice: “tantas flores pisó como él espumas” (XVI, 8). Del mismo modo, es en esta parte, que se nos introduce otro de los símbolos que se repetirán a lo largo del poema, en este caso se hace referencia al viento, como símbolo de velocidad, pues vemos

9 que Galatea está: “calzada plumas” (XVI, 7); lo que hace que Palemo se lamente de no poder detener su carrera y desear ser un elemento terrestre, y no marino, para poder alcanzarla: Huye la ninfa bella, y el marino amante nadador ser bien quisiera, ya que no áspid a su pie divino, dorado pomo a su veloz carrera; (XVII, 1-4) Antes de pasar a la siguiente parte, notemos que Palemo, convertido en dios marino tras su muerte en tierra, quisiera ser terrestre para poder alcanzar a Galatea y que, en contraposición, Polifemo, que es hijo del dios del mar, Neptuno, está en tierra; y, sin embargo, ambos son desdeñados por la ninfa. V. Descripción de Sicilia. Efectos del amor por Galatea. V.1 Descripción de Sicilia. En todos los versos de esta parte encontramos al elemento Tierra, ya sea personificado en dioses: “Baco”, dios del vino (XVIII, 2), “Pomona”, diosa protectora de frutos y flores (XVIII, 2), “Ceres”, diosa de las semillas (XVIII, 6 y XIX, 2) y “Pales”, diosa protectora de los rebaños y los pastores (XIX, 1); en los productos de este elemento, ya sean naturales: “frutas” (XVIII, 3), “racimos” (XVIII, 4), “trillo” (XVIII, 5), “espigas” (XVIII, 7), o fabricados por el hombre: “huerto” (XVIII, 2); o en sus animales: “hormigas” (XVIII, 8). Cabe resaltar que, en los cuatro últimos versos de esta parte: A Pales su viciosa cumbre debe, lo que a Ceres, y aún más su vega llana; pues si en la una granos de oro llueve, copos nieva en la otra mil de lana. (XIX, 1-4) encontramos, por una parte, la oposición de tierras altas: “cumbre” (XIX, 1), y bajas: “vega llana” (XIX, 2), y, por otra, la fusión de los elementos Tierra y Agua, pues los “granos de oro” (XIX, 3), perífrasis del trigo, y los “copos [...] de lana” (XIX, 4), perífrasis de las ovejas, se encuentran junto a los verbos “llueve” (XIX, 3) y “nieva” (XIX, 4), propios del Agua. V.2 Efectos del amor por Galatea. En esta parte encontramos los cuatro elementos, pues el amor por Galatea produce efectos que alteran todo el orden natural. El Fuego se nos presenta en el verbo “arde” (XXI, 1), que, como ya hemos visto, es símbolo de la pasión destructora pues, es el origen de todos los males que acarrea este amor en la isla y que hacen al poeta exclamar: “¡Revoca, Amor, los silbos, o a su dueño, / el silencio del can siga y el süeño!”. El Agua la encontramos mencionada sólo una vez, con un sentido inverso al que podíamos apreciar cuando se hablaba de los dioses marinos, pues aquí nos recuerda la naturaleza marítima de Galatea: “Sin aras no: que el margen donde para / del espumoso mar su pie ligero” ( XX, 1-2). Esta

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inversión vuelve a presentarnos la contraposición Tierra y Agua que separa a los amantes de Galatea del amor de la ninfa, y, por lo tanto, conlleva el significado del rechazo al que ésta somete a todo el que la pretende. La Tierra está, como pude suponerse por lo anterior, asociada a los amantes y su oficio: al labrador de sus primicias ara, de sus esquilmos es al ganadero; de la copia a la tierra poco avara el cuerno vierte el hortelano, entero, sobre la mimbre que tejió prolija, si artificiosa no, su honesta hija. Arde la juventud, y los arados peinan las tierras que surcaron antes mal conducidos, cuando no arrastrados, de tardos bueyes cual su dueño errantes; sin pastor que los silbe, los ganados los crujidos ignoran resonantes de las hondas, si en vez del pastor pobre el Céfiro no silba o cruje el robre. Mudo la noche el can, el día dormido de cerro en cerro y sombra en sombra yace. Bala el ganado, al mísero balido, nocturno el lobo de las sombras nace. (XX, 3-8, XXI, XXII, 1-4) En esta misma línea se encuentra el aire, representado en los “silbos” (XXI, 5 y XXII, 7) de los pastores y del “Céfiro”, personificación del viento del oeste (XXI, 8). VI. Enamoramiento de Acis y Galatea. VI.1 Locus amoenus. Este es el nombre que designa, en la tradición, al lugar del encuentro amoroso, sus características paradigmáticas son el clima cálido, una fuente de agua y naturaleza primaveral; por esto, no es de sorprender que encontremos a los cuatro elementos en sus connotaciones más positivas, excepto, como veremos a continuación, las que hacen referencia, no al lugar, sino a Galatea. Los dos elementos que se refieren a la ninfa son el Agua y el Fuego. La primera en forma de “la nieve de sus miembros” (XXIII, 4) que, como vimos en el simbolismo del agua, cuando ésta se encuentra helada, simboliza “la ausencia del sentimiento vivificante y creador que es el amor”; resulta de particular importancia que este significado se encuentre en la introducción al espacio del locus amoenus, pues, sintetiza la frialdad de Galatea y provoca la tensión necesaria para el efecto que conseguirá unos versos más adelante Cupido. En el caso del Fuego, lo encontramos en la descripción del sueño de Galatea que cierra los ojos para “no abrasar con tres soles el día” ( XXIII, 8), el poeta nos dice esto, a pesar de que en las estrofas anteriores nos ha narrado cómo el amor por la ninfa ha “abrasado” a toda la isla y provocado grandes estragos en sus habitantes, tanto humanos, como animales y vegetales.

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Por otro lado, tenemos otra referencia al Fuego, esta vez sí cargado de un elemento, si no positivo, atenuado, y que funciona como descripción del clima cálido y agradable propio del locus amoenus: “donde / hurta un laurel su tronco al Sol ardiente” (XXIII, 1-2). La naturaleza, símbolo de los elementos de la Tierra, se presenta libre y vívida, en contraste con la presentada anteriormente, ya fuera lúgubre como la de Polifemo, o domesticada como la de los amantes; encontramos, pues: el tronco del laurel y “tantos jazmines cual su yerba esconde” (XXIII, 3). El elemento Agua se muestra en la presencia de una “fuente” (XXIII, 4); y el Aire, representado en el “ruiseñor” (XXIII, 6), que canta dulcemente para completar el ambiente perfecto para el encuentro amoroso. VI.2 Llegada de Acis. La “Salamandria” que encontramos en el primer verso de esta parte, evoca “el fuego que no quema” del hermetismo occidental, ablución, purificación alquímica. (Chevalier 512) Esta es la primera descripción que tenemos de Acis: Salamandria del Sol, vestido estrellas, latiendo el Can del cielo estaba, cuando polvo el cabello, húmedas centellas, si no ardientes aljófares, sudando llegó Acis, (XXIV, 1-5) Tierra, Agua y Fuego se combinan en estos versos, en particular en el 3 que une “polvo”, “húmidas” y “centellas”, Fuego y Agua vuelven a compenetrarse, a pesar de su intrínseca oposición en los “ardientes aljófares” del verso 4. Cerramos esta acumulación de elementos que se da con la llegada de Acis, con el cristal, perífrasis del Agua, tanto de la fuente: “sonoro cristal” (XXIV, 8), como en Galatea: “cristal mudo” (XXIV, 8). VI.3 Descripción de Acis. En esta parte, encontramos lo ya mencionado al principio: que Acis es hijo de un Fauno. Fauno es el dios que preside la fertilidad de la tierra, al mismo tiempo que hace fecundos a los ganados y los protege de los ataques de las alimañas; con esta genealogía se explican, tanto los elementos terrestres abundantes en esta parte: “rico de cuento huerto ofrece pobre, / rinden las vacas y fomenta el robre.” (XXV, 7-8), como lo que se verá en la siguiente. VI.4

Ofrenda de Acis. La ofrenda de Acis, por lo que acabamos de ver, consta por completo de productos de la Tierra: El celestial humor recién cuajado que la almendra guardó, entre verde y seca, en blanca mimbre se lo puso al lado y un copo, en verdes juncos, de manteca; en breve corcho, pero bien labrado, un rubio hijo de una encina hueca,

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dulcísimo panal, a cuya cera su néctar vinculó la Primavera. (XXVI) VI.5

Acción de Acis. Esta acción consiste en que el joven se refresca la cara con el agua de la fuente y sirve como enlace con el despertar de Galatea, que es provocado precisamente por el ruido del Agua. Caluroso, al arroyo da las manos, y con ellas, las ondas a su frente, entre dos mirtos que - de espuma canos -, dos verdes garzas son de la corriente. (XXVII, 1-4) Encontramos las “garzas” (XXVII, 4), que, como vimos en el caso del cisne de Venus, son aves más asociadas al Agua que al Aire, y los “mirtos” (XXVII, 3), árbol simbólico de Venus que cobra importancia por la venganza que toma, unas estrofas más adelante, en nombre de su madre, Cupido. VI.6 Galatea despierta. El Viento, como soplo divino, personificado en Favonio, juega aquí un papel importante, pues descorre el velo que separa a la ninfa de Acis y facilita el encuentro de ambos: “Vagas cortinas de volantes vanos / corrió Favonio lisonjeramente” (XXVII, 5-6). A continuación, entra en acción el Agua, que despierta a Galatea, funcionando como segundo elemento que favorece la unión de los amantes: “La ninfa, pues, la sonora plata / bullir sintió del arroyuelo apenas”, con esto, Galatea se separa de la Tierra, atraída por el Agua, pero se lleva con ella las azucenas, símbolo de la blancura de su piel, rompiendo, así, la disociación entre estos dos elementos que representaba su desdén por los que la pretendían: “cuando –a los verdes márgenes ingrata– / seguir se hizo de sus azucenas.” (XXVIII, 1-4) VI.7 Temor y ofrenda. En la parte que corresponde al temor, encontramos la contraposición del Agua y el Aire, pues las acciones que inspira en Galatea el encontrar la ofrenda sin dueño, son el “vuelo” (XXVIII, 7) y, asociado a éste, las “plumas” (XXVIII, 8); dichas acciones son impedidas por el temor, simbolizado por el agua helada, es decir, el estancamiento: “grillos de nieve fue, plumas de hielo.” (XVIII, 8) Encontramos la repetición de los productos de la Tierra que constituyen la ofrenda, y que la ninfa, al no saber quién la ha dejado, descarta a los moradores de este elemento: el “Cíclope” (XXX, 1), el “Sátiro” (XXX, 2) y a “otro feo / morador de las selvas” (XXX, 2-3). Aunque “morador de las selvas”, recordemos que Acis no es feo, sino que es un “venablo de Cupido” (XXV, 1). VI. 8 Amor en Galatea. La parte anterior cierra con la recuperación del mirto, cuyo significado ya mencionamos, y llega el momento en que Galatea es flechada por Cupido. En esta escena, encontramos los elementos Tierra y Agua que nos remiten, una vez más, al locus amoenus, el lugar preciso en que el Amor debe lanzar el “arpón dorado” (XXXI, 4). VI. 9 Galatea mira a Acis. El poeta se detiene cinco estrofas en describir los efectos que provoca la conjunción de la ofrenda de Acis y la flecha de Cupido, así como en describir el momento en que Galatea observa al joven que se

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finge dormido. Casi no encontramos menciones significativas de los elementos en esta parte, por lo que sólo mencionaremos como relevante el texto que el poeta nos ofrece entre paréntesis: (En la rústica greña yace oculto el áspid del intonso prado ameno antes que del peinado jardín culto en el lascivo, regalado seno.) (XXXVI, 1-4) Todo lo que resaltamos en cursivas pertenece al elemento Tierra, sin embargo, lo que debemos notar es la contraposición que se hace de los dos estados de ésta: el “intonso” y el “culto”, pues es en el primero donde asecha el peligro, en este caso, de Amor, lo que dota a éste de un carácter indomado y salvaje. VI.10 Acis despierta. Tampoco en esta parte encontramos muchos elementos dignos de mención. Encontramos, solamente, la incursión del Fuego, ya no como un pronóstico de la pasión que se avecina, sino como un hecho consumado: “que en sus Paladïones Amor ciego, / sin romper muros introduce fuego” (XXXVII, 8). VI.11 Lugar del encuentro amoroso. La Tierra domina estos cuatro versos que describen el lugar donde ocurrirá la unión amorosa de Acis y Galatea, es digno de resaltar que los sustantivos que se utilizan coinciden, casi con exactitud, con los que se utilizaron para describir la cueva de Polifemo al inicio del poema. En la descripción de la cueva teníamos: “roca” (IV, 7), “troncos” (V, 2) y “peña” (V, 4); ahora nos encontramos con: “peña” (XXXIX, 5), “troncos” (XXIX, 8) y “piedras” (XXXIX, 8). Comparemos ambos fragmentos: [...] Allí una alta roca mordaza es a una gruta de su boca. Guarnición tosca de este escollo duro troncos robustos son, a cuya greña menos luz debe, menos aire puro la caverna profunda, que a la peña, (IV, 7-8, v, 1-4) Lo cóncavo hacía de una peña a un fresco sitial dosel umbroso, y verdes celosías unas yedras, trepando troncos y abrazando piedras. (XXXIX, 5-8) Al enfrentarnos a los fragmentos completos, podemos percatarnos de que los sustantivos mencionados se resignifican al pasar de un espacio a otro, pues en el caso de la cueva tenemos palabras como “mordaza” (IV, 8), “tosca” (V, 1), “duro” (V, 1) y “greña” (V, 2), que contrastan con las de los segundos versos: “fresco” (XXXIX, 6) y “abrazando” (XXXIX, 8). El elemento terrestre, por lo tanto, ha

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modificado su connotación para, usando los mismos sustantivos, simbolizar dos ambientes no sólo diferentes sino opuestos. VII. Unión de Acis y Galatea. Las aves, animales del Aire, son de suma importancia en esta parte, pues le sirven a Góngora, para describir el acercamiento de los dos amantes, utilizando a las palomas como símbolo, por analogía, de Acis y Galatea: reclinados, al mirto más lozano una y otra lasciva, si ligera, paloma se caló, cuyos gemidos trompas de Amor- alteran sus oídos. (XL, 5) Vuelve a presentarse el mirto, recordemos, árbol de Venus. Tenemos, en los versos siguientes, la comparación de Acis con Tántalo, quien, situado en un lago, cuyas aguas le llegaban hasta el cuello, y con árboles llenos de fruta sobre su cabeza, no podía ni beber ni comer nada, ya que, cada vez que lo intentaba, el agua era absorbida por la tierra, y los frutales elevados por el viento repentinamente. Observamos, pues, que, aquí, los elementos Agua y Tierra se convierten en el símbolo del alimento, si tomamos en cuenta que a lo que se enfrenta Acis es a la resistencia de Galatea, tenemos que la falta de estos elementos se debe al exceso del Fuego, con la connotación sexual que mencionamos al inicio de este trabajo. La Tierra y el Agua, durante tantos versos disociadas y que ya habíamos visto conjuntarse, se fusionan al final de esta parte, sublimadas, con la aparición de las flores en el beso y la caída de las mismas en forma de lluvia: cuando al clavel el joven atrevido las dos hojas le chupa carmesíes. Cuantas produce Pafo, engendra Gnido negras vïolas, blancos alhelíes, llueven sobre el que Amor quiere que sea tálamo de Acis y de Galatea. (XLII, 3-8) VIII.

Canto de Polifemo VIII.1 Polifemo sube y toca. El inicio de la primera estrofa de esta parte, inicia con Fuego, lo que hace que se confunda con la escena anterior, cuando en realidad representa una ruptura tajante con respecto del verso previo: “Su aliento humo, sus relinchos fuego / –si bien su freno espumas” (XLIII, 1-2), es el sujeto que aparece hasta el tercer verso: “Etón” el que aclara el significado de este Fuego, pues este personaje es uno de los caballos que guían el carro de Apolo. Estos versos sirven para establecer el tiempo en que Polifemo sube a una roca a tocar su instrumento: cuando el Fuego se junta con el Agua: “do el carro de luz sus ruedas lava” (XLIII, 4). El instrumento, como ya habíamos visto, es Tierra y Viento, sin embargo, en esta ocasión, este último elemento sí aparece mencionado:

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aliento dio, en la cumbre de la roca, y los albogues que agregó la cera, el prodigioso fuelle de su boca; (XLIV, 2-4) VIII.2

Galatea escucha. La ninfa escucha el canto de Polifemo, y la invade el temor, sin embargo, lo que debemos resaltar aquí es que, tras la unión con Acis, Galatea, a la que hemos identificado con el Agua, se convierte y rodea en Tierra, elemento del amado: la ninfa los oyó, y ser más quisiera breve flor, yerba humilde y tierra poca, que de su nuevo tronco vid lasciva, muerta de amor, y de temor no viva. Mas - cristalinos pámpanos sus brazosAmor la implica, si el temor la anuda, al infelice olmo, [...] (XLIV, 4-8, XLV, 1-3) Acis, como vemos, no ha perdido su cualidad terrestre, pues es un “olmo” (XLV, 3); y, por su parte, Galatea, a pesar de haberse trasladado al plano de la Tierra, no se ha despojado por completo de su carácter acuático, pues sus brazos siguen siendo “cristalinos” (XLV, 1), lo cual, ya hemos visto que se relaciona con el Agua. VIII.3

Introducción al canto de Polifemo. No hay nada significativo que mencionar en estos cuatro versos. VIII.4 Invoca y pide a Galatea que escuche. La descripción que hace Polifemo de la ninfa, incluye lo más delicado de los elementos Tierra, Agua y Aire; son símbolos que ya se han utilizado para describir a Galatea, por lo tanto, pasemos adelante. En contraposición con la transformación de elementos por la que hemos visto pasar a Galatea a raíz de su unión con Acis, aquí, encontramos que el Cíclope, ignorante aún de esta mutación, no sólo le otorga características acuáticas, sino que la sitúa inmersa en este elemento. Estas dos estrofas, por lo tanto, podrían considerarse como una ironía trágica, en la que el lector ya sabe la desgracia de Polifemo, pero éste, al aún ignorarla, se muestra creyente en la situación previa al cambio que dará origen a la tragedia. "Deja las ondas, deja el rubio coro de las hijas de Tetis, y el mar vea, cuando niega la luz un carro de oro, que en dos la restituye Galatea. Pisa la arena, que en la arena adoro cuantas el blanco pie conchas platea, cuyo bello contacto puede hacerla,

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sin concebir rocío parir perlas. "Sorda hija del mar, cuyas orejas a mis gemidos son rocas al viento: o dormida te hurten a mis quejas purpúreos troncos de corales ciento, o al disonante número de almejas marino, si agradable, no, instrumento-, coros tejiendo estés, escucha un día mi voz, por dulce, cuando no por mía. (XLVI, XLVII) Tetis es la más joven de las Titánides, que se casó con Océano y de él tuvo más de tres mil hijos; simboliza la fecundidad de las aguas; por lo tanto es símbolo de la vastedad del “reino de la espuma” y, por extensión, del gran engaño en que está el Cíclope. VIII.5 Bienes de Polifemo. La relación que hace Polifemo de sus bienes, se asemeja sorprendentemente a los bienes ofrecidos por Acis a Galatea, productos de la Tierra, pues constan de: “ganados” (XLIX, 1), “leche” (XLIX, 7), “corchos” (L, 3) y, por lo tanto, “abejas” (L, 3); la diferencia consiste en el tamaño hiperbólico de las posesiones del Cíclope, proporcional a su tamaño, podría decirse. En estas estrofas domina este elemento, pues ya hemos visto que Polífemo, a pesar de ser hijo de Neptuno, se identifica principalmente con la Tierra. VIII.6 Habla de su físico. Aquí, podemos observar, en los primeros ocho versos de esta parte, cinco menciones del Agua y una del Fuego; si sumamos esto a la Tierra que se encuentra en la parte anterior, obtenemos la misma idea que teníamos al principio, que Polifemo es un ser de Tierra, descendiente del Agua, con un ojo de Fuego. Es en esta estrofa que se nos reitera que el Cíclope es hijo de un dios: “Del Júpiter soy hijo, de las ondas” (LI, 1), esto es, de Neptuno, así que podría decirse que tiene “sangre real”, él mismo lo toma de esta manera pues le ofrece a Galatea el estatus que esta genealogía le otorgaría. La mención que encontramos del Fuego es la de “Febo” (LI, 7), dios del sol; si bien, parece ser que, en esta ocasión, se hace referencia a él por su hermosura, no debemos pasar por alto que, en la poesía gongorina, todo símbolo es susceptible de tener, simultáneamente, más de un significado. Al hablar de su estatura, en la estrofa LII, utiliza, exclusivamente, elementos terrestres, lo que concuerda a la perfección con la descripción inicial que se nos hizo de él: “Un monte era de miembros eminente” (VII, 1). Sin embargo, el cambio de voz narrativa hace que haya un cambio en la valoración que se le da al tamaño, en el primer caso, en la voz del poeta, se nos presenta como un defecto; en esta ocasión, la voz del mismo Polifemo nos presenta su tamaño como una virtud. No debemos, sin embargo, dejarnos llevar por este cambio de valorización, pues, que la perspectiva se altere, no quiere decir que el simbolismo lo haga, no hay que perder de vista que Galatea se ha transformado pasando de Agua a Tierra, pero Polifemo se ha mantenido inmutable. En la última estrofa de esta parte (LIII), encontramos, en el primer verso, unidos, una vez más, los elementos de Agua, Aire y Fuego: “Marítimo Alcïón, roca eminente” ( LIII, 1), sin embargo, es el

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fuego el que jugará un papel decisivo, representado una vez más por el sol, simboliza el ojo de Polifemo, que se refleja en el agua, la cual, como mencionamos en un principio, no sólo es imparcial, sino que, además, pone de manifiesto la Sabiduría, en este caso, la que obtiene el Cíclope de sí mismo y que lo lleva a autonombrarse: “cíclope celeste” (LIII, 8), VIII.7 Crueldad. Con elementos propios de la Tierra, Polifemo nos habla de la crueldad que solía tener con cualquier ser viviente. Este símbolo resultará sumamente significativo al analizarlo junto con las dos siguientes partes. VIII.8 Naufragio. Góngora dedica las dos siguientes estrofas a narrar el naufragio que el Cíclope utiliza como ejemplo, para señalar el efecto positivo que ha tenido en su carácter el amor por Galatea. Resaltan los elementos acuáticos: “nave” (LV, 1); “Nilo” (LV, 4); “mar” (LV, 6); “globos de agua” (LVI, 1); “haya”, que, en este contexto, significa lo mismo que nave y, como ella, es un objeto propio del mar ( LVI, 2); así como los lugares fronterizos entre Agua y Tierra: “playa” (LV, 2, LVI, 6) y “arena” (LVI, 2). Notemos que el movimiento que se produce va del Agua hacia la Tierra, trayendo consigo el náufrago al que ayudará Polifemo en la siguiente parte. VIII.9 Bondad. En esta parte, como en la VIII.7, encontramos el elemento Tierra, pero resignificado, en esta ocasión Polifemo no muestra crueldad sino compasión y ayuda. Si observamos los elementos predominantes de las últimas partes, podemos ver que la bondad del Cíclope surge del Agua, es decir, del náufrago, por un lado, y de la nereida, por el otro. Vemos, con esto, que la digresión que hace Góngora al narrar el naufragio, no se debe a un mero recurso que retarde el momento climático, sino que juega una función simbólica dentro de la línea que venimos analizando. IX. Ira de Polifemo y muerte de Acis. IX.1 Descubrimiento de los amantes. En la primera estrofa (LIX), vemos que sólo aparece el elemento Tierra, que interrumpe el canto del Cíclope y que es causa del inicio del momento climático en que Polifemo descubre a Acis y Galatea juntos. Su horrenda voz, no su dolor interno, cabras aquí le interrumpieron, cuantas -vagas el pie, sacrílegas el cuernoa Baco se atrevieron a sus plantas. Mas, conculcado el pámpano más tierno viendo el fiero pastor, voces el tantas, y tantas despidió la honda piedras, que el muro penetraron de la yedras. (LIX) Dentro del simbolismo terrestre, tenemos que es el elemento “piedra” (LIX, 7), característico de Polifemo y sus alrededores, lo que rompe las “yedras” (LIX, 8), elemento que hemos encontrado relacionado con los amantes y su lugar de unión. Por lo tanto, nos encontramos con la contraposición

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de las dos manifestaciones de la Tierra, la primera como agente destructor, pues, como veremos, es una roca la que propicia la muerte de Acis, y la segunda, como símbolo de fertilidad y nacimiento. IX.2 Ira. En estos cuatro versos encontramos a los cuatro elementos en su significación destructora, símbolo de la ira del Cíclope: la Tierra, cuando las “antiguas hayas mueve”, acción que representa la perturbación del significado regenerador de la Madre Tierra ancestral; el Fuego, en el “rayo fulminante” que se pronostica; y el Agua y el Viento, combinados en la “tromba” que se enlaza al elemento ígneo. Tenemos, pues, que los cuatro elementos, los mismos que se habían visto afectados por los efectos del amor por Galatea (XIX, 5-8, XX-XXII), se conmocionan ante la ira del Cíclope, nacida, justamente, del desengaño amoroso que le provoca la ninfa. IX.3 Muerte y metamorfosis de Acis. Llegamos a la última parte de la Fábula..., en donde se concretarán algunos de los simbolismos que ya hemos mencionado. En primer lugar, tenemos que el agente de la muerte de Acis es una “roca” ( LXII, 2), la representación del elemento Tierra que es propia de Polifemo; representación que se convierte en un “peñasco” cargado del simbolismo regenerador de este elemento, donde se fusionan los símbolos de muerte y renovación que le son propios, pues es justamente de esta segunda representación de la que nace Acis a su segunda vida como río. En la metamorfosis del joven, el elemento Agua en que se convierte, también adquiere simbolismos propios, por un lado, lo encontramos en el mismo sentido que la Tierra, de regeneración y nueva vida, por otro, tenemos la participación de las deidades marinas a quienes Galatea, con sus lágrimas, invoca, lo que nos presenta el elemento en su deificación, y por último, tenemos que Acis completa la transformación que Galatea ya había realizado al pasar de ser Agua a ser Tierra como él, pues Acis, ahora, se vuelve Agua como ella, completando la fusión de ambos que se simbolizará casi al final con la unión del metal plata y el aljófar, con el respectivo sustantivo corriente y adjetivo líquido. La última palabra del poema es, precisamente, un elemento acuático: “yerno lo saludó, lo aclamó río.”, lo cual cierra la Fábula... en un círculo perfecto, si consideramos que comienza con el mar que entra en la Tierra y termina con la Tierra que da origen al río que sale al mar. Conclusiones A lo largo de este análisis, hemos podido observar cómo cada uno de los cuatro elementos se identifica con los personajes, y cómo estos van cambiando su asociación con la Tierra, el Agua, el Aire y el Fuego, de acuerdo con las circunstancias que los envuelven. Llama la atención, en este sentido, la inversión de elementos que se da entre Acis y Galatea, a raíz de su unión amorosa. Del mismo modo, vemos cómo a través de este viaje simbólico, todo inicia en el Agua, fuente de vida, y termina en ella, regeneración, segunda vida. Es, quizá, el simbolismo del Fuego, en el que presenta una constancia mayor en cuanto a su interpretación, pues no parece separarse demasiado de su función como símbolo de la pasión sexual. Si bien, esta pasión no siempre se aborda desde el mismo ángulo, no parece haber duda de que su origen y fin, están cargados de connotaciónes negativas, pues, en un principio es el Fuego el que altera el orden natural de la vida Siciliana; más adelante, el Fuego es infundido en Galatea como una venganza o castigo por su soberbia y desdén; finalmente, es este mismo Fuego el que lleva a Acis a la muerte.

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Creemos que las conclusiones se han ido desprendiendo a lo largo del análisis, y que resulta superfluo repetirlas aquí. Simplemente, concluiremos diciendo que, a través de este estudio, hemos podido acercarnos a la Fábula de Polifemo y Galatea, desde un enfoque que ha revelado impresionantes significados y evidenciado la meditada estructuración que Góngora utilizó en la construcción de su obra. Bibliografía Alonso, Dámaso. Góngora y el “Polifemo”. Madrid: Grados, 1961. Chevalier, Jean. Diccionario de los símbolos. Barcelona: Herder, 2003. Falcon Martínez, Constantino, et al.. Diccionario de mitología clásica. 2 tomos. México: Alianza, 1989. Vilanova, Antonio. Las fuentes y los temas del Polifemo de Góngora. Barcelona: PPU, 1992.

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