Los cartoneros siluetearon con cutter Asunción

June 22, 2017 | Autor: Cristino Bogado | Categoría: Paraguay, Press, Arts Vibrant Scenes
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Descripción

Los cartoneros siluetearon con cutter Asunción
(Crónica para Altair magazine)


Asunción era una nada de cartón, una mancha de tetrabrik en la bahía del
río Paraguay, un revoloteo de etiqueta de cerveza en dirección al Chaco,
hasta que la sucesión de derivas que hacían por sus calles los cartoneros
–esos cowboys del reciclado- lograron siluetear con cutter una city de
poesía y redención. El cutter, en vez de abrir cuerpos en busca de algún
tesoro sangriento, saja cartones que fueron abandonados a su destino -por
la mayor fábrica de basuras global llamado kapitalismo- de desechos allí
frente a las tiendas de baratillo de la calle Garibaldi. Renacerán como las
tapas de policromos libros de poesía, vivirán una segunda y definitiva vida
guareciendo ahora palabras y emociones ya no frutas o cervezas. Los
cartoneros enfundados con cutter son unos cowboys contra la entropía:
Si vivir es tomar el camino de la desaparición, entonces los cartoneros
asuncenos son los cow-zen que se resistieron a esa ley
de hierro de la física del mundo.

Cartonero es el poeta que decide editar libros artesanales de bajo costo,
con una inversión casi 0, pues usa los desechos de la city, cartones, de
cajas que contuvieron latas de durazno, mayonesas, té chino, yerba mate,
bebidas alcohólicas, etc. y otros de mínimo costo como hoja de papel bond u
obra primera, que maquetados en un formato standard A4, son fotocopiadas
nada más, sacando ediciones cortas de 30 a 50 ejemplares que una vez
vendidos se vuelven a reimprimir (esto es, fotocopiar) indefinidamente
pudiendo ser corregidas siempre las erratas detectadas. Se usa pintura
gouache para colorear e ilustrar estas tapas de cartón. En fin, crea toda
una configuración donde se juntan el artista y el poeta siempre. Las
cartoneras paraguayas se caracterizaron por tomar un camino distinto a las
de los países iniciáticos, donde se privilegiaba editar libros a bajo costo
y de precio final barato y a accesible editando escritores top, del canon,
en suma célebres. Los paraguayos editaron, en cambio, a tutti quanti
hubiera escrito y nunca podido publicar por la ausencia de editoriales
arriesgadas, económicas, o de revistas de divulgación, etc. Captó a ese
humus oculto y dormido de creaciones expectantes de un filtro transmisor y
diseminador.
A continuación les haremos un breve perfil de los cow-cartoneros
paraguayos.

Edgar Pou.
es un poeta que habla la lengua rarófila de los hongos de los
pastos y playas de Areguá, la lengua de los abaporo'ús de Ñembylândia,
la yopará lunfardezco y enkurupizado de guaranise el idioma-indioma
de Rana Verde, el inglish del Mercado 4, el aváñee de los Pomberos
Tamaguxis, la lengua carnicera de los Aô-Aô, la jerga de los Kúrus que
andam como cucarachas sonâmbulas, el guaranhol de los Paradisos
Artificiales de Don Fernando de la Mora. Edgar Pou es vida nueva en la
selva de la literatura paraguayensis. Hablar blablablás sobre su poesia
neste momento em que sale de la tumba de las nadas el Pombero
Tamaguxi seria traicionarle. Non vale la pena. Lo que vale la pena es
leer lo que dice el Pombero Tamaguxi. Sus mentiras cortantes como
navaja de caballo loko. Sus verdades mentirosas que non te deixam en
bola.
(Douglas Diegues, febrero 2008, en el prólogo de uno de los primeros libros
de Pou).

El Domador de Jakares, constructor de casa de muñecas, pintor tardío como
Kandinski, teósofo seguidor de Alan Kardec, nacido el año que Pele no jugó
el mundial, y fue reemplazado por Amarildo (como todos los niños nacidos
ese año sin Pele). Introdujo el porounhol desde el Amambay junto a los
helechos transgénicos y que abrevaron los otros caboclos sedientos (Pou, el
ñembyense, su servidor, el lambareño, incluso el traidor al guaraní del
Urdemalas avá, Meza, el luqueño).
Bebía solo en sus momentos de inspiración. Nunca repitió una tapa (capa en
portugués) de Yiyi jambo, la primera cartonera paraguaya traída a Asunción
por dos Punta poraenses…..Agua y cigarrillos Kentucky de Cartes da frontera
seca. En esos instantes epifánicos su radio-cedetera perifoneaba
generalmente un disco antológico de Los Tres o el del Professor Longhair…
En Paraguay fue de Cerro Porteño en Brasil hinchaba por Botafogo….Según la
leyenda fue el ángel protector del ultra bullyinizado Diegues desde
párvulo. El Dean Moriarty (Neil Cassady) del Sal Paradise (Kerouac)
matogrosense….
Con su celular ladrillo mantenía aún un tenue hilo de contacto con sus
seres queridos…Un celular de saldo infinito, al parecer unos póras le
cargaban saldo cada tanto sobre todo en los días de furor creativo, cuando
sus tapas resplandecían como el cielo del Chaco constelado de galaxias
vertiginosas….Como era muy enamoradizo, cada enamoramiento era
decorosamente platonizado en una nueva y yary'i tapa cartonera. Mientras
pintaba tapas o cosía libros inventaba guiones cinematográficos, pues tal
afición se le pegó el día que actuó como el Bicho del Pantanal en una
producción casera. Perfumaba siempre el enviroment de su taller cartonero
con los inciensos amambayenses, célebres en toda la región por el cono de
aroma almizclera que exhalaba y, al mismo tiempo, por su acción anti-
repente infalible: contra mosquitos vairos, el mal karma, el humor
atrabiliario, la morriña, etc.

Miguelángel Meza, el Perurimá (versión paraguaya del Urdemalas hispano) de
Luque, trickster impagable de los vericuetos de la lengua guaraní ahora
desde la invasión cartonera, contaminada de atajos del jopara y los
retruécanos joycianos bilingües. Mientras él traducía y escribía, su yiyi
Mburucuya cosía los libros a la maniera guai. Yiyi de oficio ancestral:
hacía cigarros poguazu del purete pety nativo (el descubierto por Colón en
la isla de Cuba, llevado a Europa y reingresado por los colonos en Paraguay
colonial).

Douglas Diegues, tras asistir a un taller cartonero en la auriazul La Boca
de Bayres, Argentina, invitado por el poeta Cucurto (famoso por su poema
Cristina, te quiero hacer bailar la cumbia cartonera, donde ve a la viuda
de Kirchner como una Evita grasa y villera a pesar de sus perlas y pieles).
Aprendió los rudimentos cartoneriles, cómo inferir el cutter al cartón con
gesto zen, el stencil sin embargo de las tapas fue sustituido por los
pinceles de una sola cerda del Domador de Jakares, el presillado sustituido
por el cosido con hilo de ferretero, el A4 y el papel bond sin embargo
permanecieron como un clásico. Y se imprimía en fotocopiadoras o en
impresoras caseras o de oficina (en Eloísa cartonera -la nave nodriza del
cartonerismo planetario- hace rato establecida con su trademark a nivel
continental compraron una imprenta como la gente y dijeron adiós a la
precariedad de las Xerox). Entonces el derrotero del cartonerismo asunceno-
paraguayo fue así: Punta Porá, Bayres, Asunción (barrio Sajonia, conocido
con la nomenclatura más sexy de Sexonia, pues descubrimos que era la zona
de burdeles o casas rojas (lu pytá), suponemos por su cercanía del Palacio
de Justicia, cuyos sueldos astronómicos de sus funcionarios hacia factible
el despilfarro burdelesco).
En suma el cartonerismo llegó a Asunción en una maleta maká desde la
frontera. Este hijo de paraguaya nacido en Rio en 1966, en sus alforjas
traía también el portunhol salvaje, versión literaria del portunhol falado
y usado cotidianamente por todos los paseros y brasiguayos dedicados al
contrabando hormiga. Un proto todo, en especial de la versión paraguaya del
jopara mais literario: el porounhol. Donde el poro (comer, coger, en
guaraní) da a entender un énfasis en la mescla y bricolage del guaraní y
español, cuando en el portunhol de Diegues el énfasis iba por el español-
portugués y condimentado con guaraníes paraguayos, indígenas, sacros,
jesuitas, etc...El cartonerismo asunceno era un detournement del original y
prístino ymaiteguare porteño de Eloísa cartonera, el porounhol a su vez un
detournement o versión cabalgada sobre el portunhol salvaje de Diegues
(resurgido a partir de la obra Mar Paraguayo de Wilson Bueno, poeta nacido
en Yaguapyta, Paraná, único y genial experimento de mix de portugués-
español-guaraní feito en Brasil en 1990).
En realidad la moxila maka de Diegues era un pozo sin fondo, una gallina de
los huevos de oro, un bolsillo mefistofélico, una cornucopia fantástica, un
Fiat anti-suegra: traía además todos los libros más geniales de las
editoriales más baratelis y desprejuiciadas de Bayres y Sampa y Rio, que
luego él se afanaba en minuciosas e interminables versiones propias,
salvajes. Así es célebre su Lowry portuñolizado para una cartonera de
Cuernavaca. Hoy aún se debate con el Ayvu Rapyta (el Popol Vuh mbya guaraní
transcrito por el antropólogo León Cadogan) al portunhol salvaje.
Encontraba la teta de dios en cualquier tetragrammaton trucho, recuerdo que
intentamos una noche sajona proverbialmente haku tini la traición de César
Vallejo y de la Tía Águeda (poema traducido por Samuel Beckett al inglés)
de López Velarde ¡al portunhol salvaje-porounhol!
Pou y él me acaban de enviar (soñé que lo habían hecho) el copete del
poema:

EL KURUPI VERDE KA'A CONTRA LA MUJER NUKLEAR

(primer poema político a raíz del anuncio de CFK de instalar un reactor
nuclear iranio-chino en Formosa (provincia de Argentina, ojo, no de Taiwán,
frontera con Paraguay), que podría impactar sobre la salud y la
biodiversidad del propio Paraguay)

la mujer nuklear no tiene concha
tiene ura
uranio (ura nio che duki pea)
mariposa de fuego demoniaco
de alas penumbrosas como concha vacía
invaginada como nada
como autorradio robado por tortoleros
la mujer nuklear irradia su nada
desde la casa del mal de 8 a 8
perifonea la muerte
por canales de cable
del miedo encadenado
como por un paseo con el Bosson de Higgs
(Lobisón de fuego)
quiere llenar su concha radioactiva
el kurupi verde ka'a
que enlazará con su látigo de ysypo rembo
constelado de muas muas

De su servidor, el scribiviente de esta crónica ligera, puedo decir que su
técnica de escritura surgió de un hándicap físico: la presbicia. Me costaba
leer, sobre todo de noche, en la pantalla de la notebook o PC y libros solo
a pleno sol medianamente, entonces al escribir de "memoria" o siguiendo una
inspiración y, sobre todo, al releerme, tecleaba mal y allí en el error,
gracias al santo error, salía el texto, la poesía.
Una jornada típica de un cowboy cartonero es como sigue: Pou pasa por mí en
pleno centro de Asunción, Brasil y 25 de Mayo. Pateamos hasta el final de
25 de mayo, que es la Aduana, para comer al mediodía en el copetín de
enfrente y ver que nuevos libros hemos maquetado, traducido, agendado,
conseguido, editado. Y claro, rescatar los cartones de los negocios de la
calle Garibaldi. Birrear y cortar cartones. Pero por el camino ya vamos
levantando algún cartón con ideogramas chinos, alguna marca de cerveza u
otro bebedizo especialmente necesario para tal libro de tal poeta
específico, etc. Deriva cartonera cotidiana o en todo caso semanal, cuando
ya andamos sin ejemplares o cartones. El cutter siempre va en las alforjas
o mochilas maka o coreanas. El famoso artista de tapas cumbieras de Eloísa
Javier Barilaro un diciembre particularmente bochornoso nos dio lecciones
de cómo manipular el cutter: con la mesura zen del Pequeño Saltamontes.
Cutterear cartones es abrir mundo. Crear ser. Las manos callosas de por sí
de se llenan de pequeños cortes de ejercer estas faenas durante las
flanerie urbanas.

Esto duró un lustro sino ilustre al menos fue intenso y colorinche.
Coincido casi en su totalidad con la era del obispo presidente, Fernando
Lugo. Que fue defenestrado un año antes del fin de su mandato legal por un
golpe "parlamentario"·. Hoy Diegues y Domador (capos de la primigenia
cartonera Yiyi Jambo) se volvieron a replegar sobre la línea de la frontera
seca, oteando hacia Asunción desde ese mangrullo natural que son las cimas
amambayenses frondosas de helechos. Meza (cabeza de la cartonera guaraní
Mburucuja Aramí) haciendo talleres y viajando por Nicaragua, Venezuela y
otros países del socialismo del siglo 21 para leer sus peonas guaraníes.
Pou (uno de los co-editores de Felicita cartonera) se enfrascó en un
asentamiento campesino en Itagua, de tanto en tanto reapareciendo por
Asunción para exhibir sus nuevas ediciones cartoneras de tetrabrik puréte
con el sonoro nombre de Amóntema Brick. Su servidor asesorando a las
nuevas cartoneras, en especial a las peninsulares. Ediciones Karakartón de
Mallorca (que editó una antología de narrativa breve paraguaya: Asunción te
ama) y sobre todo la de Remolinos, Aragón: Niña Bonita Cartonerita (que ha
editado largamente autores paraguayos, Jorge Kanese, Christian Kent, moi,
etc...) bajo la batuta del hombre orquesta, bululú, músico, barman, poeta,
el impagable David Giménez Alonso, maño obcecado llenando de jotas
disléxicas toda la taru ro'o de sus pagos absolutamente aún
garcíaberlanguescos…







Cristino Bogado
Co-editor de Felicita cartonera
Lambaré, 20 febrero 2015
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