Los bárbaros en la historiografía europea de los siglos III al X, revisión 2015

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Descripción

Teresa López Martínez Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe

Los bárbaros en la historiografía europea de los siglos III al X

Diciembre 2014 (revisión enero 2015)

 

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Introducción:

La siguiente monografía analiza el tema de los bárbaros, el cual es parte importante de la historiografía europea occidental, en los siglos III al X.1 Durante esas siete centurias, dicho tema mutó de forma y contenido, al tiempo que la sociedad romana transitó de la era antigua a la medieval. Para propósitos de organización y claridad, los cambios historiográficos se han divididos en esta monografía en tres ciclos. El primero abarca los siglos III al V y se titula el ciclo de las migraciones bárbaras; el segundo, del V-VI al VIII es el ciclo de los reinados bárbaros cristianos; un tercero, del VIII a X corresponde al ciclo de las genealogías reales. El ciclo historiográfico que comenzó en el siglo III, el ciclo de las migraciones bárbaras, enfoca en el impacto de las migraciones bárbaras al interior del Imperio romano, sobre la sociedad romana. El inicio de este ciclo corresponde a una mayor presencia de los bárbaros en la sociedad, ya romanizados e integrados socialmente, en su mayoría gente libre que se desempeñaba de campesinos o militares, pero también a la presencia cada vez más marcada de pueblos bárbaros que empujaban hacia dentro de las fronteras. Autores como Herodiano y Silesio advertían en el siglo III de los peligros de tener a los bárbaros en posiciones de poder. Este último, temía que la creciente presencia de bárbaros en la sociedad hacía peligrar la estabilidad del imperio. Los distintos autores romanos de final del siglo IV y V, paganos y cristianos por igual, utilizaron el tema de los bárbaros para debatir entre sí sobre las causas de la                                                                                                                

1 A partir del final del mandato de Constantino en el siglo III hasta el siglo VII, todo lo que le dio coherencia a la Antigüedad romana se fue desintegrando. Entre los siglos VIII y X nació un nuevo mundo, cuyas coordenadas principales fueron: el Imperio Carolingio, el Imperio Bizantino y el Califato Islámico de los Abbasíes, los cuales marcaron el comienzo de la era medieval.

 

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decadencia de Roma. Amiano Marcelino, Zósimo, Paulo Orosio, Agustín de Hipona e Hidacio son algunos de los autores que expusieron sus puntos de vista en torno a los bárbaros, de acorde a su propia perspectiva cristiana o pagana y a su particular programática política.2 El choque ideológico y político entre los autores paganos y cristianos se agudizó a principios del siglo V cuando diferentes pueblos bárbaros, con pretensiones de conquista y ocupación de tierras, incursionaron en el interior del territorio imperial. Tras el saqueo de Roma, la repulsión de los romanos paganos hacia los bárbaros se combinó con el rechazo al cristianismo, ya que algunos de los invasores se habían convertido también a dicha religión.3 Desde la perspectiva de Zózimo, por ejemplo, las incursiones bárbaras en el territorio romano habían sido castigos de los dioses por la conversión al cristianismo de los romanos. En cambio, en la estima de cristianos como Paulo Orosio los bárbaros habían sido enviados por Dios a castigar a los romanos por sus costumbres depravadas y su rechazo del verdadero y único Dios. Aunque los cristianos también se habían alarmado de lo sucedido en Roma,4 algunos vieron en los bárbaros un potencial social y político, una oportunidad de convertirles en aliados contra los paganos. Mientras que, durante el resto del siglo V, los distintos líderes militares bárbaros se dedicaban a conquistar las antiguas provincias romanas, los autores cristianos                                                                                                                

2 Entre otros autores se encuentran también: Eusebio de Cesárea (275-339), Sozómeno, Ambrosio, Jerónimo, Paulino de Béziers, Orens, Obispo de Auch, Próspero de Aquitania, Prudencio, Salviano de Marsella, Namaciano, Sinesio, etc. 3 Al menos los godos se habían convertido al cristianismo, al cristianismo arriano. El arrianismo fue en los siglos V y VI un rasgo distintivo de gran parte de los monarquías militares de visigodos y ostrogodos. Este fue un culto cristiano que nació en Antioquía a partir de fundamentos neoplatónicos que se distinguió a estos de la mayoría católica romana. Las iglesia arriana se mantuvo subordinada al poder y linaje bárbaro . Ver García Moreno (2000), pp. 187-207.

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Paulo Orosio, por ejemplo, era de los que opinaban que los bárbaros no respetaban leyes, por lo que eran incapaces de mantener su propio gobierno sin la ayuda de los romanos. Igualmente, que los mismos jefes bárbaros, en calidad de aliados o federados, hubiesen germanizado el ejército romano, fue duramente criticado por autores cristianos de aquellos siglos, por ejemplo, Ambrosio, Jerónimo y Sinesio. Ver Lizzi Testa (2013), p. 81 y Ziche (2011).

 

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conectaban sus victorias a la lucha del cristianismo contra el paganismo. Así, sentaron las bases del próximo ciclo historiográfico, del cual los bárbaros emergen transformados en elemento de unificación política. En este novel ciclo de los reinados bárbaros cristianos, que abarcó de finales de siglo V y comienzos del VI al VIII, la historiografía serviría a los intereses de la Iglesia y enfocaría en la idea de que Dios estaba obrando a favor de los reyes bárbaros cristianizados, ahora fundadores de reinos, como líderes de su pueblo elegido. La historiografía sobre los bárbaros se concentraría entonces en los nuevos poderes germanorromanos asentados sobre las antiguas provincias romanas. Durante este periodo, los autores cristianos integraron las historias ancestrales tribales y genealogías reales bárbaras a la tradición historiográfica. También se preocuparon por probar la antigüedad de los pueblos bárbaros e integrarles a la historia del mundo antiguo en general. En los relatos históricos de autores como Casiodoro y Jordanes, por ejemplo, los hechos de los líderes bárbaros guerreros del periodo anterior han de fundirse en la realidad y el mito. Tanto Casiodoro y Jordanes, como Gregorio de Tours, Isidoro de Sevilla y Beda El Venerable, entre los principales historiadores de aquella época, convertirían a los bárbaros en gloriosos conquistadores y fundadores de reinos, además de antepasados venerables. Entre mediados del siglo VIII y el X, evolucionó el ciclo de las genealogías reales, conectado al periodo carolingio, en el cual la historia se puso al servicio de los reyes. Se destacan en la historia carolingia numerosos historiadores de corte como Thegan, Astrónomo y Nithard. Para este entonces los historiadores han de probar la legitimidad del rey, en base a los parentescos que le vinculaban a un antepasado fundador

 

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de un señorío. A su vez, buscaban comprobar que el linaje de este fundador se remontaba a los monarcas de la Europa germanorromana y a sus antepasados bárbaros. Por su parte, Pablo Diácono, quien escribió a final del siglo VIII la historia de los lombardos en Italia, es otro ejemplo de este tipo de historiador en la Península itálica. En su caso, Diácono deseaba darle legitimidad a los últimos reinados longobardos de Italia al destacar su origen germano, ante las derrotas sufridas en las manos de los ejércitos carolingios. En la Península ibérica, ocurrió algo similar con la Crónica Albeldense, de varios autores, la cual pretendía dar renovado impulso a la monarquías visigodas, en el contexto de la invasión musulmana.5 En los relatos históricos escritos por los distintos autores de este último ciclo, los bárbaros del periodo tardorromano llegarían al Medioevo transformados en pueblos mucho más sabios y potentes que los mismos romanos de la Antigüedad, quienes le habían calificado originalmente de incivilizados. 6

II. Principales autores y sus obras de los siglos III al V: el ciclo de las migraciones bárbaras

Lo que sentó el tono principal de este ciclo historiográfico fueron las migraciones bárbaras hacia el interior del imperio. Los desplazamientos bárbaros fueron un tema central en las pugnas entre los romanos paganos y cristianos, quienes le vincularon directamente a la decadencia del imperio occidental. Que los bárbaros se hubiesen integrado al ejército romano en distintas posiciones,                                                                                                                 5 6

 

Ver Emilio Mitre Fernández. (2005), p. 73. Ver Carbó García (2004), p. 195.

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y hasta adquirido cierto poder en lo militar y administrativo, fue visto con mucho recelo por los romanos del siglo III. Herodiano, exhibiendo la perspectiva tradicional de la barbarie,7 advirtió que el bárbaro era, por condición, un tirano, por lo que nunca se le debía confiar el poder. Por su parte, en De Regno, Silesio previno que las diferencias culturales entre bárbaros y romanos eran causantes de grandes problemas. Su penetración en distintos ámbitos de lo político y social, en las clases artesanas y en el ejército, en su estima, amenazaba enormemente la estabilidad del imperio. Pero también a los romanos les preocupaban las incursiones continuas de bárbaros que atravesaban el limes para saquear, aunque no se tratase aún de expediciones masivas como luego llegó a suceder en el siglo IV y V. Si bien la mayoría de las migraciones bárbaras habían sido pacíficas, 8 también hubo desplazamientos violentos, según se desprende de las fuentes. La Historia Augusta, por ejemplo, narró los acontecimientos ocurridos en el año 257 cuando pueblos francos invadieron la provincia

                                                                                                               

7 Para los romanos de la era antigua, los bárbaros eran seres incivilizados que carecían de las leyes y de la cultura romana. Los romanos antiguos habían heredado el significado griego de bárbaro, si bien le transformaron en su propia versión de incivilizado. Para los griegos antiguos la lengua de los habitantes del norte les sonaba a “bar...bar...bar...”. De ello derivó su palabra “bárbaro” y con ella el signo de “barbarie” como un elemento opuesto a lo griego, según Castellanos. 7 En contraste, los romanos creían poseer la más superior de las civilizaciones del mundo. Previo al siglo III, la barbarie (como signo de lo bárbaro) había servido para justificar la ocupación de tierras bárbaras por los ejércitos imperiales y la esclavización de sus gentes. Tales nociones justificaron además, como acciones civilizadoras, las conquistas romanas sobre los territorios bárbaros y aumentaron el prestigio de los emperadores. Explica Ralph W. Mathisen que la imagen de que los bárbaros eran incivilizados contribuyó a fortalecer el apoyo a los emperadores en torno a su política en las provincias. Mediante tal propaganda los emperadores convencían que eran capaces de vencer sobre las fuerzas del caos y el desorden, esto es de la incivilización, en aquellos lugares para el bien de Roma. Ello realzaba su propia imagen de conquistadores victoriosos y ayudaba a darle fuerza a su imagen de poderosos. Los autores romanos de la Antigüedad se cuestionaban si los bárbaros, una vez conquistados y esclavizados, podían ser romanizados e integrados a la sociedad. Esta reflexión, por ejemplo, aparece registrada en Comentarii De Bello Gallico de Julio César, al igual que en los escritos de otros antiguos tales como, Plinio El Viejo, quien escribió Bello Germanie, Estrabón, Diodoro Siculo, Posidonio y Tito Livio, entre otros. Tácito, por su parte, escribió en el siglo I un libro que trató sobre los pueblos bárbaros germanos no pertenecientes al imperio romano, titulado Germania. En este libro el autor describe a los germanos como bárbaros, aunque resalta sus virtudes guerreras para destacar su peligrosidad para el imperio. Sobre lo antes expuesto ver Castellanos (2013), p. 135; Mathisen (2006), p. 32; Ames (2003 – 2004), p. 118; Carbó García (2004), p. 185; Ver Cayo Cornelio Tácito. (n.f.); Hector Herrera Caja. (n.f. ). 8 En este momento, los bárbaros eran pueblos radicados en las fronteras que se adentraban al imperio en calidad de inmigrantes o refugiados para trabajar como artesanos o campesinos. Igualmente, se desempeñaban como soldados en calidad de federados, algunos de los cuales alcanzaban lugares prominentes en el ejército o la administración de provincias, única vía existente para ellos ascender al poder

 

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de la Galia. Los tres libros de Escíticas de Déxipo, por otra parte, dieron cuenta de las incursiones de pueblos bárbaros contra el Imperio desde el año 238 hasta 274.9 Sin embargo, en las próximas centurias los romanos enfrentaron mayores retos cuando contingentes de bárbaros se adentraron en el imperio en búsqueda de nuevos territorios donde asentarse. De tal novedad dieron cuenta los historiadores romanos, tanto paganos como cristianos, de final del siglo IV y en el V. Entre los numerosos autores paganos de ambas centurias10 resaltan Amiano Marcelino11 y Zózimo de Panóplis.12 Ambos autores, además de ser decisivamente anticristianos, exaltaron en sus textos las glorias de los emperadores del pasado y resaltaron los valores de su carácter con el fin de contrastarle con la realidad de su propio tiempo. También escribieron de los bárbaros y vieron en ellos una causa del decline de la sociedad romana. El griego romanizado Amiano Marcelino (Ammianus Marcellinus, 335-395) legó a la posteridad la imagen más detallada de un siglo IV violento y escuálido en su Historias (Rerum Gestarum Libri XXXI, 378).13 Le componen treintiún libros, trece de los cuales fueron perdidos. Los trece libros perdidos relatan de forma breve los sucesos                                                                                                                

9 Escrita por el autor griego Dexipo (210 - 275). Además, Dexipo (210 – 275) escribió la Crónica (Chronikè historía), una historia universal que comenzaba por los tiempos primitivos y llegaba hasta el Emperador Claudio “el Gótico”. Ver Torres Guerra (2011). 10 Entre los principales historiadores paganos de ambos siglos encontramos a: Eunapio de Sardis, Festo y Etropio (contemporáneos de Amiano Marcelino), según Rohrbacherp (2013), p. 69-70. Procopio y Olimpiodoro de Tebas dieron cuenta directa de la relación entre los bárbaros y los romanos en las fronteras del imperio. Ver Faraji (2011), p. 224-226 y 229. 11 A Amiano le anteceden Dión Casio y Herodiano. Dión Casio (155 –235), autor de la Historia romana, es uno de los historiadores griegos más sobresalientes de la era imperial. Aunque se pronuncia a favor de la monarquía, en esta historia se percibe que Roma está decayendo. Herodiano, por otro lado, escribió la Historia del Imperio Romano después de Marco Aurelio. Esta obra presenta a los Césares como una cadena de progresiva degeneración. Ver Torres Guerra (2011). 12 En comparación con Amiano y otros antecesores, Zózimo es un historiador menor. Aunque sea así, sin embargo, su obra es relevante al ser uno de los últimos historiadores paganos y su obra convertirse en la narración del hundimiento del imperio occidental Ver Torres Guerra (2011). 13 El género historiográfico utilizado por Amiano fue la narración año por año de sucesos históricos (no míticos), incluso recientes o contemporáneos. Su método consistía de determinar las causas que influyeron en los sucesos mediante fuentes escritas y testimoniales. Su formación clásica se denota en su enfoque, ya que destaca la decadencia de la virtud (esto es, el valor) romana en contraste con un “pasado glorioso”. Por otro lado, su formación clásica combinado con la participación en los hechos, –el mismo autor reconoce su participación en ellos, por ejemplo la expedición de Juliano a Persia– lo hace representante de la forma de hacer historia en el mundo clásico. Ver Orellana Ceballos (2011), p. 128-132. En el siguiente enlace: Latin Library, http://www.thelatinlibrary.com/ammianus.html, se pueden encontrar los libros que componen la historia de Amiano en latín. También se encuentra en inglés, en Wikisource: https://en.wikisource.org/wiki/Roman_History.

 

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ocurridos entre el año 96 (la muerte de Nerva), donde Tácito y Suetonio dejaron sus historias, hasta el 351 (nombramiento del César Galo por Constancio II). De los dieciocho libros restantes, los libros número 26 al 31 centran en los mandatos de Valentiniano y Valente. Concluyen las Historias con la batalla de Adrianópolis en 378, tras la derrota y aniquilación del Emperador Valente. Amiano vio en las incursiones bárbaras en las fronteras, y en el debilitamiento de las fuerzas romanas ante ellas, signos del decaimiento del imperio. Examinó el desarrollo de Roma desde su fundación, basada en la romanitas, y concluyó que el desinterés de sus contemporáneos ante lo que estaba pasando con los bárbaros y sus comportamientos excesivos habían contribuido a la decadencia de la sociedad romana. Se manifestó pesimista sobre el futuro de Roma debido a que, a su entender, las virtudes que habían dado vitalidad al imperio en el pasado se habían perdido. 14 Cuando el historiador griego Zózimo (n. 460) escribió su Historia nueva (495-505 aproximadamente) casi un siglo después de Amiano, las condiciones de vida de los paganos eran muy distintas. Ya el cristianismo se había consolidado como religión oficial y la pagana estaba prohibida. 15 Su libro tuvo que permanecer en clandestinaje debido a que sus ideas eran consideradas peligrosas. La Historia nueva de Zózimo, titulada así para distinguirse de la historia cristiana, está integrada por seis libros. Aunque inicia con Augusto, se adentra rápidamente en el siglo III. En el libro IV trata el tema de las godos en los mandatos de Valente y Teodosio.                                                                                                                

14 Al respecto, Alejandro Orellana Ceballos (2011) expone lo siguiente: “La fatalidad frente a las actitudes morales de los romanos, su falta de sobriedad y los sucesos externos son la preocupación de Amiano, ya que es más importante la crisis interna del Imperio y la misma Roma, la crisis moral, los vicios y lascivias que expone, y por ello su elogio al pasado romano y la dura crítica a sus habitantes” . Ver Orellana Ceballos (2011), p. 134. 15 Con esto último se disolvieron los lazos que ataban la tradición y divinidad romana al plano político. La decadencia de Roma, como pasado, presente y futuro de la humanidad, formaba parte de tal ecuación. Al menos, de tal modo fue percibido por algunos romanos en aquel momento. Además, ya ha sucedido lo que Miguel Rigagorda llama la “instalación de los reinos bárbaros” en el antiguo territorio del imperio occidental. Ver Rigagorda (1997), p. 181.

 

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En el V y VI, Zósimo completó la historia dejada por Amiano al detallar los sucesos en torno al 408-410 cuando Alarico I entró a Italia y se dirigió hacia Roma, pero se detuvo antes del saqueo. 16 Zózimo, al igual que otros pensadores paganos del siglo V, creyó que el encumbramiento de la civilización romana había sido producto de sus dioses y la presente crisis, incluidos los saqueos a los que Roma había sido sometida, se debía a la renuncia de la antigua religión romana. Argumentaba además que en Roma se habían tolerado las distintas religiones de los pueblos sometidos y que las desgracias que había padecido el imperio con las invasiones bárbaras habían sido menores antes de la aparición de los cristianos. El descuido de las antiguas tradiciones del pueblo romano, a su parecer, era lo que provocaba el desenlace de la estructura imperial romana. Por otro lado, los escritores cristianos como Agustín de Hipona y Paulo Orosio contestaron los virulentos ataques de los paganos a través de distintos medios como cartas, sermones e historias, tanto eclesiásticas como universales a lo largo del mismo siglo. Su perspectiva era que las calamidades que los bárbaros habían causado en el Imperio se debían, no al cristianismo, sino al alto precio que los romanos paganos estaban pagando por su adoración a los antiguos dioses.17 No obstante, a partir de Agustín y de Orosio el tema de los bárbaros se analizaría: “...no sólo desde una perspectiva de “la barbarie”, sino desde las posibilidades que tenían de encarnar una nueva realidad, esto es, la incorporación de los bárbaros en la historia Cristiana”, indica Santiago Castellanos.18 En el Libro III de su Ciudad de Dios (De Civitas Dei, 412), el africano-romano Agustín de Hipona (354-430) incluyó una cronología breve de guerras y otras desastres                                                                                                                 16 17 18

 

Ver Candau Morón (1992), p. 4. Ver Gesino (1961), p. 3. Ver Castellanos (2013), p. 104.

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con el fin de exponer que las desgracias del presente no eran exclusivas de su tiempo, que en el pasado de Roma se habían producido mayores retos que los que había ahora con el cristianismo. La caída de Roma posibilitaba el triunfo del Bien sobre el Mal ya que éste último estaba representado por los vicios y la corrupción de la sociedad romana pagana.19 Los bárbaros se podían interpretar en términos del Bien ya que fungieron de verdugos de Dios y posibilitaron su triunfo sobre el Mal.20 Precisamente la obra Historias contra los paganos (o Historiae Adversus Paganos, 417) del hispanorromano Paulo Orosio (383-420) fue realizada a petición de Agustín con el fin de ampliar las afirmaciones de su Libro III, pero terminó siendo la primera historia universal romano cristiana.21 Escrita también bajo la impresión del reciente saqueo de Roma por Alarico I, la Historias contra los paganos reúne siete libros, seis de los cuales aluden a los tiempos romanos antes de Cristo. El libro séptimo de las Historias de Orosio trata los hechos posteriores a la llegada de Cristo. La Historia de Orosio, a pesar de citar extensamente historiadores paganos, mereció críticas de los paganos que seguían el método clásico, debido a su carácter propagandístico y su clave apolegética. Sin embargo, Agustín y el resto de los cristianos le utilizaron para enfrentar los avatares de su época y contrarrestar los virulentos ataques contra los cristianos. Como toda historia universal cristiana, dicha obra comparó los hechos antes y después de los cristianos con el fin de convencer de las bonanzas que el cristianismo había traído.22 La sucesión de hechos en Historias contra los paganos comprobaba que                                                                                                                 19

El mal agustiano era el pecado, pero incluía tanto el pecado en sí, como el castigo. Ver Sánchez Salor (2006), p. 123. Al respecto, escribe Daniel E. Yépez que: “La historia para Agustín es la realización temporal de un plan supra-temporal, el plan divino en la cual realización luchan dos fuerzas: la ciudad celeste y la ciudad terrestre, el Bien y el Mal que, desde la Providencia, conlleva el triunfo de lo Celeste sobre lo Terrestre, en este caso sobre Roma. Todo ello unido a los vicios, a la corrupción de las costumbres romanas y a los juicios de Dios (los castigos divinos, célebre categoría introducida por Horacio para efectos de interpretar la caída de Roma), es para lo que los cristianos significó la corrupción, la caída de Roma. Ver Yépez (s.f.), p. 2. 21 Ver Martínez (2014). 22 Las historias universales tenían el propósito de contestar los ataques que los paganos hacían contra los cristianos, a quienes culpaban 20

 

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los culpables de las desgracias del imperio no eran los cristianos, sino los paganos. Dios había obrado a través de los bárbaros con el fin de castigar a la ciudad y conseguir que los paganos se arrepintieran y le aceptaran como único Dios.23 Además de ser vehículo divino, las acciones de los bárbaros habían allegado muchos más fieles a la iglesia y posibilitado el conocimiento de la verdad.24 Orosio deseaba demostrar asimismo que Roma estaba destinada a superar los retos que enfrentaba, pero sólo a través de la consolidación de un imperio cristiano que uniese a todos por igual, después de ser convertidos.25 Finalmente, la Crónica (o Chronicon) del obispo hispanorromano Hidacio (400469) de siglo V documentó las vicisitudes que los bárbaros – godos, vándalos y suevos– habían causado en Hispania – particularmente en Gallaecia, su lugar de origen– y otras partes del imperio occidental entre los años 379 y 468. Siguiendo la línea providencialista de los historiadores cristianos, 26 para Hidacio tales sucesos eran evidencia de los castigos que Dios había impuesto sobre los romanos. Hidacio, como otros escritores cristianos, utilizó el mismo recurso de los historiadores romanos paganos quienes enredaban a los dioses en los acontecimientos históricos. Pero, si bien los textos romanos triunfaba el fatum divino, esto es, la voluntad de los dioses, los cristianos habían convertido el fatum en la Divina Providencia, lo que se denomina providencialismo. El                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                           del empeoramiento del imperio. Estas historias cristianas buscaban demostrar que aquel alegato era falso, que la historia de Roma había mejorado no empeorado con su presencia. Generalmente, concentraban en los hechos de los pueblos antes y después de los cristianos, contrastando hechos desde que los cristianos aparecieron en la historia romana. También ayudaron a enfrentar al pensamiento apocalíptico de aquellos cristianos que leían en la decadencia de Roma signos del fin del mundo. Ver Sánchez Salor (2006), pp. 18-20 y 43. 23

Ver Sánchez Salor (2006), p. 44. La guerra, los estragos de la naturaleza, los castigos, las catástrofes, derrotas y penurias experimentadas por los romanos paganos eran producto de la ira de Dios. Por el otro lado, Dios recompensaba a aquellos que le servían en las “guerras justas.” Uno de los signos de estas guerras justas era que los emperadores y militares cristianos libraban batallas y obtenían victorias, con poco derrame de sangre. 25 Para él, el cristianismo era un elemento que podía unificar a los bárbaros y a los paganos con los cristianos y el emperador bajo una misma fe (cristiana), instaurando un nuevo orden de paz . Ver Martínez (2014). 26 Dicha crónica se inspiró en el estilo de Orosio y Eusebio de Cesárea y otros historiadores cristianos, al conectar el pasado histórico con la Creación e impulsar la idea que su fin era el segundo advenimiento de Cristo. 24

 

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providencialismo cristiano estaba plagado de elementos maravillosos que también estaban emparentados con las prodigias latinas, signos que los dioses enviaban para avisar que algo importante estaba por suceder.27 Así eclipses, cometas, terremotos, etc., indicaban, en la crónica de Hidacio, las sucesivas incursiones, saqueos y devastaciones de los distintos pueblos bárbaros, las batallas entre distintos reyes bárbaros, las muertes de emperadores, revueltas campesinas, matanzas, secuestros y otras calamidades.28 Sin embargo, a diferencia de sus predecesores, en dicha crónica se puede notar que Hidacio se adelanta hacia el próximo ciclo historiográfico al tratar a los bárbaros, como tema, ya como un elemento de unificación religiosa-política.

III. Principales autores y obras de los siglos VI al VIII: el ciclo de los reinados bárbaros cristianos

Si bien en el ciclo anterior el tema de los bárbaros quedó enfrascado en la pugna entre romanos paganos y cristianos, en el ciclo de los reinados bárbaros cristianos se puso al servicio de los nuevos poderes bárbaros, más se asoció a la lucha del cristianismo contra el paganismo. Durante este ciclo, además, la historia bárbara formó parte de la tradición historiográfica. Tras su conquista de las tierras del imperio occidental, los antiguos jefes bárbaros                                                                                                                 27

Ver Bodelón (1996), p. 119-124. Dios enviaba signos en la forma de fenómenos naturales que presagiaban los males por venir: peste, hambre, hierro y fieras, según indica Serafín Bodelón. Un eclipse en 418, por ejemplo, presagió el aniquilamiento de los vándalos por el rey godo Valia, al igual que las derrotas de los alanos por los godos y las muertes de sus reyes. Otro aviso divino fue un temblor en Jerusalén en 419 tras el cual se produjeron catástrofes en Bezier en la Galia, masacres de vándalos en Braga, la muerte de los emperadores Constancio y Honorio, el saqueo de las Baleares por los vándalos y la devastación del Norte de África por Genserico. Igualmente, un cometa en 442 avisó calamidades tales como revueltas campesinas en Hispania y saqueos de parte de suevos de la Bética y Cartaginense en 446. Así, sucesivos eclipses y cometas celestiales significaron más muertes, destrucción, matanzas, saqueos, las incursiones de hunos en Galia y las grandes batallas contra ellos. Los terremotos trajeron consigo nuevos conflictos entre vándalos, suevos, más el saqueo de Roma de Genserico en 456 y su secuestro de la viuda del emperador Valentiniano y sus dos hijas a Cártago. Hasta 469, año en que culmina esta Crónica, se sucedieron nuevos presagios y mayores males como nuevas incursiones de suevos y godos sobre Hispania e Italia, así como su propio aprisionamiento por el Rey suevo Frumario. Ver Bodelón (1996), p. 119-124. 28

 

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se transformaron en monarcas gobernantes.29 La mayor parte de tales monarcas se convirtió paulatinamente al catolicismo,30 lo cual solidificó el vínculo entre lo eclesiástico y lo monárquico. La Iglesia les legitimaba, revistiendo su poder de un carácter sacro. En ciertos casos, fueron ungidos como semi-sacerdotes. Algunos historiadores de este periodo, mayormente germanorromanos31 cristianos, incorporaron las historias ancestrales tribales y genealogías reales bárbaras en sus relatos históricos. También acercaron los orígenes de los pueblos bárbaros al mito, en el contexto de la tradición grecorromana y cristiana, al tratar de conectarle con el mundo mediterráneo civilizado. Casiodoro y Jordanes, dos autores cristianos, conectaron específicamente los orígenes bárbaros con antiguos mitos escandinavos, al mezclar ficción y realidad, dice Carbó García.32 El romano cristiano Casiodoro (Flauius Magnus Aurelius Cassiodorus, 490- 585) escribió la obra Historia de los godos (Libri XII De Rebus Gestis Gothorum, 526-533), compuesta supuestamente de doce libros por encargo del rey de Italia, Teodorico. De esta obra, totalmente perdida, se conserva solamente lo anotado por Jordanes en su famosa obra sobre los godos. La obra de Casiodoro detallaba la historia de estos pueblos hasta el año 550 aproximadamente y ofrecía referencias de los vínculos entre godos, hérulos, rugios, vándalos y otros. Su obra fue la primera en establecer una base genealógica de los germanos godos, de acuerdo a Carbó García.33 El godo oriental y converso Jordanes produjo su obra más importante, Origen y

                                                                                                               

29 Ya en el siglo VI los reyes ostrogodos poseían a Italia y su oriente, los burgundos, francos y alamanos dominaban el norte de Italia; visigodos y suevos reinaban sobre la Península ibérica; los anglosajones eran hegemónicos en la antigua Britania. 30 La excepción a esto fueron los godos, ya cristianos arrianos desde el siglo IV y los merovingios luego de cristianizarse. 31 En los reinados cristianizados floreció la cultura germanorromana, resultado de la fusión de lo cristiano, bárbaro y lo romano. 32 Ver Carbó García (2004), pp. 181, 189 y 195. 33 Ver Carbó García 2004), p. 190.

 

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hazañas de los getas (o De origine actibusque Getarum, 551).34 Dicha obra está organizada en tres partes claramente diferenciadas: Orígenes geográficos e históricos del pueblo godo, Historia y evolución del pueblo visigodo, e Historia y evolución del pueblo ostrogodo.35 La misma incorpora lo que Jordanes recogió de la tradición oral sobre los godos y alanos, a lo ya escrito en crónicas e historias escritas por romanos y griegos. El punto de partida es la emigración de los godos hacia el sur y el este, en los límites de Imperio romano, desde la Isla de Scandia (o Gotland). Los historiadores de hoy en día aún debaten cuánto de ella es una copia o adaptación de la obra de Casiodoro. En cualquier caso, con Origen y hazañas de los getas Jordanes dio historicidad al pueblo godo, lo cual alentó las obras de historiadores posteriores. Su mayor importancia radica en que representa la primera vez que Roma no es protagonista de la historia, sino una historia al margen del relato. Por otro lado, otros autores evolucionaron las primeras historias cristianas regionales, con el interés primario de explicar “...la presencia de la fe en medio de pueblos dominados por la barbarie, la herejía o el paganismo,” dice Marcelo E. Aguirre Durán.36 Entre los principales gestores de dichas historias se encuentran los germanorromanos cristianos Gregorio de Tours, Isidoro de Sevilla y Beda el Venerable. Estos, y otros autores, siguieron notando la mano de Dios en la historia de los bárbaros, ahora convertidos en reyes católicos.                                                                                                                 34 Para leer el texto, en una versión en inglés, ver: The Origins and Deeds of the Goths en: http://people.ucalgary.ca/~vandersp/Courses/texts/jordgeti.html.

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La primera, titulada Orígenes geográficos e históricos del pueblo godo, integra el mito para explicar los orígenes escandinavos de los godos. La segunda, Historia y evolución del pueblo visigodo, se enfoca en el periodo de 376 al 476, partiendo del momento en que los godos salieron de la región del Danubio hasta que el último emperador occidental fue depuesto. En la tercera, Historia y evolución del pueblo ostrogodo, comienza con la intervención de los ostrogodos en la derrota de los hunos y termina con el reinado de Teodorico. Ver Sánchez Martín (2001), p. 18. 36

 

Ver Aguirre Durán (2011).

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Los Diez libros de Historia (o Decem Libri Historiarum), también conocidos como Historia de los francos (o Historia Francorum, 575), del obispo galorromano Gregorio De Tours (Gregorius Turonensis, 540-594 aprox.) es la primera obra de la historiografía francesa. 37 Dicha obra plantea una historia de la Iglesia y de la evangelización en aquella región.38 Simultáneamente, ayuda a comprender cómo fue el paso del mundo romano al francorromano en los siglos V al VI. Los diez libros de la Historia de De Tours se extendieron desde la Creación del mundo hasta finales del siglo VI. En ellos se mezclaron relatos bíblicos con historia de santos, historia de la región y del imperio oriental. A partir del libro cuarto, De Tours concentró en hechos particulares acontecidos en la Antigua Galia, la fundación de la dinastía merovingia y las guerras de los francos de su época. De tal modo también logró insertar la historia bárbara en la historia cristiana. Como es característico de los historiadores cristianos, De Tours hizo obrar a Dios a favor de los reyes francos, como líderes de un pueblo elegido de Dios. Los pueblos que se alejaban de algún modo u otro de la verdadera fe católica, como sucedía con Alarico II o el rey de Neustria, Childerico, terminaban derrotados en manos del rey escogido. En la Historia de los reyes de los godos, vándalos y suevos (Historia de regibus Gothorum, Vandalorum et Suevorum, 624), el católico hispanorromano Isidoro De Sevilla (556-636) trazó la historia de esos pueblos de los años 265-624 en la Península Ibérica, ya fuese como “futuros católicos o portavoces de una idea imperial cristiana”. 39 Esta historia abandona del todo la pretensión universalista impulsada por historiadores                                                                                                                 37

Para leer el libro de Gregorio de Tours, en una versión en latín, ver: http://www.thelatinlibrary.com/gregorytours.html.

38

Ver Aguirre Durán (2011). Ver Bronich (2010).

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anteriores y es considerada la primera historia nacional de España.40 Este “relato fabuloso”, en palabras de Carbó García, de los bárbaros en Hispania está dividido en varias partes. Comienza con un prólogo titulado “Laus Spaniae”, en el que exalta las bellezas y riquezas de la Península ibérica, seguido por una serie de capítulos que defienden “la identidad gótica de la España unificada”.41 La historia de los godos aparece en el capítulo “Laus Gothorum”; otros dos tratan la historia de los vándalos y suevos. El último, el “Recapitulatio” o “Laus Gothorum”, es un panegírico de los godos. En él, teorizó que los godos originaron de los escitas, los buenos salvajes de la Antigüedad clásica, quienes supuestamente descendían de Noé. Aunque debido a esto no eran el pueblo escogido de Israel, Dios les favorecía en la guerra como si lo fueran, indica Alexander Pierre Bronichs.42 Cuando De Sevilla escribió su historia, el Emperador Justiniano intentaba volver a unificar el imperio romano y restaurar la romanidad. Pero ya habían pasado par de centurias desde que los reinos bárbaros se habían fundado y resistían a los bizantinos, al considerarle un mundo aparte. Lo que buscaba este historiador era probar la existencia de una historia propia, o lo que es igual, sustituir la historia romana-hispana por la visigoda dentro del entorno de la unificación eclesiástica de este pueblo. Para Isidoro De Sevilla ya el Imperio era cosa del pasado y la España visigoda se le había sobreimpuesto.43 Beda el Venerable (Beda Venerabilis, 673-735) concentró su Historia Eclesiástica del Pueblo de Inglaterra (731) en los reinos anglosajones de los siglos V, VI

                                                                                                               

40 Me dejo llevar por lo establecido por José Miguel Novo Guisán quien indica que esta obra se distingue precisamente, por ello mismo, de las de Orosio, Hidacio y Juan de Bíclaro. Ver Novo Guisán (1997-1998), p. 220. 41 Ver Carbó García (2004). 42 Ver Bronichs (2010). 43 Ver Merrills (2005), p. 201.

 

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y VII.44 Dicha obra, al comienzo la historia de las iglesias en Inglaterra, se transformó en la historia de la monarquía anglosajona y de la nación inglesa, en su examen del proceso de conversión de los ingleses al cristianismo y de su enfrentamiento con los britanos ya cristianizados.45 En esencia, Beda planteó que la victoria de los anglos y sajones era producto de la Divina providencia, el castigo infligido por Dios a los britanos por sus pecados. También escribió sobre la interacción estrecha entre los ingleses y los irlandeses, a pesar de los conflictos y las batallas entre ambos.46

IV. La historiografía de los siglos VIII al X: el ciclo de las genealogías reales

En los siglos VIII y IX, el reinado de Carlomagno47 fue importante para la historiografía al suponer un importante renacimiento de las letras, la filosofía, las artes y la educación. Además, fue el primer reinado de linaje bárbaro que evolucionó una concepción paneuropea y una visión imperial, desde que Roma había sido conquistada. Pero más importante aún, en el periodo carolingio la historiografía comenzó a servir los intereses de los príncipes, y dejó en segundo lugar a los de la Iglesia. A los historiadores les preocupaba comprobar la existencia de una historia universal propia que partiese de lo bárbaro, inspirados en la separación de Europa con respecto al Imperio bizantino.                                                                                                                 44

Ver Castellanos (2013), p. 144. La historia de Beda da cuenta que en el siglo VI se produjo un proceso gradual de conquista y dominación militar, de parte de los reyes anglosajones, sobre otros pueblos. Los acontecimiento más importantes del VII fueron la conversión de los monarcas anglosajones y los milagros de santos. En el VIII gran parte del territorio británico había sido dominado. Ver Hastings (2003), p. 55. 46 Ver Hasting (2003), p. 55. 47 Carlomagno (742-814) fue un rey franco de la dinastía carolingia que desde 768 hasta su muerte expandió sus territorios hasta convertirse además en rey de los longobardos o lombardos (764–814). Fue declarado emperador de Occidente o Imperator Augustus por el papa León (800–814). Se considera el primer rey francés y alemán de la Edad Media. 45

 

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Generalmente las obras, escritas todavía por monjes cultos, seguían realzando la conexión entre el poder real y el divino. Sin embargo, la noción de que el poder real podía transmitirse a los descendientes o familiares, dio paso a que la legitimidad del rey no se midiese solamente en términos de la intervención de la Divina Providencia, la ley o el ethos, sino en base a los parentescos que le vinculaban a un antepasado fundador de un señorío. La genealogía fue crucial para establecer puentes entre el fundador y los primeros monarcas de la Europa germanorromana, al igual que sus antepasados bárbaros. En el territorio franco destacaron las crónicas de Thegan (Ludivici Imperatoris) y Astrónomo (también Ludivici Imperatoris), al igual que las historias reales de los hijos del rey Luis El Piadoso, escritas por Nithard. El libro Cuatro libros de historia de Nithard es el trabajo más importante del siglo IX. El mismo termina en 843 cuando se firma el Tratado de Verdum, el cual dividió el imperio de Carlomagno en dos partes. Durante este periodo, Pablo Diácono (Paulus Diaconus,720-800) escribió en la Península Itálica la historia de los longobardos (o lombardos) en Historia de los pueblos longobardos (Historia Gentis Langobardorum). La misma fue escrita al rayar el siglo IX, entre los años 787 y 795 aproximadamente, luego de que dicho autor regresara a su tierra tras vivir un tiempo en la corte de Carlo Magno. Aunque el autor murió antes de terminar su obra, llegó a escribir los seis libros existentes. En ellos, trazó la evolución de estos pueblos bárbaros desde sus orígenes legendarios en Escandinavia hasta la muerte del rey Liutprando en el año 744, quien expulsó a los bizantinos de los territorios del norte de Italia y llevó a su apogeo a la monarquía longobarda.. Según establece Pedro Herrera Roldán, la Historia de los longobardos se enmarcó en el contexto instaurado por las monarquías germanas y en el destaque de las virtudes

 

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cristianas propios de estos pueblos. Más específicamente, Diácono se proponía trazar una historia propia que afirmase la existencia del único reducto longobardo aún en existencia en territorio itálico durante su época. Por tal razón, recalcó en el origen germano de su pueblo y en su capacidad de evolución, la cual les llevó a cristianizarse y a fundar reinos.48 Un fin parecido está detrás de la Crónica Albeldense (o Chronicon Albeldense o Codex Conciliorum Albeldensis seu Vigilanus, circa 881-976) sobre el rey asturiano Alfonso III (866-910), la cual dio continuidad a las monarquías visigodas asediadas por los musulmanes en la Península ibérica, en el contexto de una Restauración tras la pérdida de España, o el Reino de Asturias con Rodrigo en 711.49 La Crónica Albeldense vinculó la historia romana, con la de los reyes visigodos y con los asturleonenses, hasta llegar a Alfonso III. Su escritura inicial, se cree, se debe a un eclesiástico llamado Dulcidio, a petición del propio rey asturiano. Fue luego completada hasta el año 976 por el escriba Vigila, con la ayuda de otros dos compañeros en el Monasterio de San Martín de Albelda (Rioja) en Albelde. De ahí deriva el nombre con el cual se le conoce. En su aspecto histórico, dicha crónica presenta valiosa información sobre la fase final del reino de Toledo y el comienzo del reino de Oviedo. Impulsó “el mito de la continuidad entre el reino visigodo y el reducido reino de Asturias” y la futura derrota de los mulsulmanes, expone José Javier Martínez.50 La misma pertenece más bien al conjunto de obras historiográficas locales que emergieron al ir decayendo el poder carolingio. Estos textos enfocarían en las monarquías

                                                                                                                48 49 50

 

Ver Pedro Herrera Roldán. (2006), pp. 24-26 y 30. Ver Emilio Mitre Fernández. (2005), p. 73 Ver J.J. Martínez ( 2014).

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regionales y promoverían las aspiraciones de los diversos reyes que dominaban sobre los territorios de las actuales España, Alemania e Inglaterra. 51 Las crónicas ibéricas se asocian tanto a Alfonso III, como a los reyes de las futuras Castilla, Portugal y Galicia, sus guerras entre sí y contra los musulmanes, al igual que los sucesos eclesiásticos que ocurrieron en sus reinados. En la tradición historiográfica otónica se destaca Liutbrando, quien escribió tres obras: Antopodosis, la Historia de Otón (que abarca entre los años 860 y 864) y Relatio de Legatione Constantinopolitana (un relato de la corte bizantina del siglo X). Mientras que, en Inglaterra, la Crónica Anglosajona, escrita por varios autores en el siglo IX, marcó el inicio de la tradición historiográfica anglosajona medieval al narrar hechos desde el nacimiento de Cristo hasta el año 891. Tal crónica enfoca en la Casa de Wessex y en la fundación del Reino de Inglaterra por el rey sajón Alfredo El Grande, entre los años 878 al 886, tras la derrota de los daneses, así como en su dinastía.52

Conclusión

A lo largo de las siete centurias examinadas en este análisis, los ciclos históricos que componen el tema de los bárbaros evidencian la transformación de la historiografía de romana a germanorromana a medieval. Del siglo III al V, las migraciones de estos pueblos al interior del imperio y su efecto sobre la sociedad romana, constituyen el foco principal de la historiografía romana sobre los bárbaros. Del VI al VIII, la escritura histórica cristiana concentra en los reinados bárbaros cristianos recién fundados y en su                                                                                                                 51

Ver Aurell (2013), pp. 119-120.

52

Ver Aurell (2013), pp. 120-122.

 

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lucha contra el paganismo. Del VIII a X, la mayor preocupación de los historiadores cristianos es la comprobación de la legitimidad del rey, en base a su linaje bárbaro. Los tres ciclos antes mencionados, en su conjunto, demuestran que la perspectiva histórica, anteriormente pagana, se tornó cristiana a partir del siglo V. Asimismo, evidencian que durante el periodo de fundación de los reinados germanos en el antiguo territorio romano, de los siglos VI al VIII, la fusión de la cultura bárbara con la cristiana romana dio lugar a una nueva perspectiva germanorromana de carácter singular. Los nuevos patrones historiográficos que, ya entre los siglos VIII al X, han resultado de esta evolución, se manifestarán plenamente medievales en los siglos siguientes.

 

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