Los auxiliares evidenciales en español (Bert Cornillie. En \"La evidencialidad en Español. Teoría y descripción\". Ramón González et al (eds). 2016. Vervuert Iberoamericana. 227-250).

September 19, 2017 | Autor: Bert Cornillie | Categoría: Languages and Linguistics, Modality, Spanish Linguistics, Evidentiality, Auxiliaries
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Descripción

Los auxiliares evidenciales en español.* En prensa en Ramón González Ruiz, Dámaso Izquierdo Alegría y Óscar Loureda Lamas (eds). 2016. La evidencialidad en español: teoría y descripción. Editorial Vervuert/Iberoamericana. 227-250. Bert Cornillie Resumen En este capítulo presentaré varios tipos de verbos auxiliares que expresan la evidencialidad. Me detendré tanto en los auxiliares que forman parte de las construcciones que tradicionalmente se han llamado perífrasis verbales, como en los auxiliares que no aparecen en los listados tradicionales de las perífrasis. El análisis de los auxiliares evidenciales que propondré se inscribe en el debate sobre si la evidencialidad debe ser una categoría gramatical (cf. Aikhenvald 2004) o si también puede contener construcciones léxicas (cf. Squartini 2007; Cornillie 2007). El presente estudio de los auxiliares evidenciales tiene un doble objetivo: (i) mostrar que, más allá de las perífrasis tradicionales, hay varios tipos de auxiliares que expresan valores evidenciales, (ii) poner de manifiesto que los auxiliares son un medio gramatical que expresa la semántica evidencial de la manera más gramatical posible en lenguas como el español, que carecen de paradigmas evidenciales y marcaje obligatorio. 1. Introducción. La noción de la evidencialidad se refiere a la expresión lingüística de la fuente de la información. En los estudios en torno a la evidencialidad que se han publicado en las últimas décadas (cf. Chafe & Nichols 1986; Willet 1988, Aikhenvald 2004; Squartini 2008; Cornillie 2009; Cornillie & Gras Manzano 2015) se destacan por lo menos tres temas importantes para este capítulo: (i) los criterios para la delimitación del grupo de expresiones evidenciales en lenguas sin paradigma gramatical de la evidencialidad; (ii) la tipología semántica de los marcadores que refieren a la base epistemológica de la aserción (o sea los modos de conocimiento, a menudo presentados como fuentes de la información) y (iii) la cuestión de si la evidencialidad juega un papel en la interacción entre el hablante y los coparticipantes, por ejemplo, mediante la referencia al acceso compartido o no a la evidencia (la intersubjetividad o la subjetividad). La evidencialidad se puede expresar mediante varias estructuras lingüísticas en español, sean gramaticales o léxicas, pero no constituye un paradigma de marcadores obligatorios, como ocurre en numerosas lenguas polisintéticas del mundo (cf. Aikhenvald 2004). Si bien el español carece de una categoría gramatical evidencial, conviene, sin embargo, diferenciar entre marcadores más y menos gramaticales. El campo funcional de la evidencialidad se expresa mediante adverbios (supuestamente, obviamente), adjetivos (obvio), usos parentéticos de verbos de comunicación (dicen), verbos auxiliares y tiempos verbales (habría hecho, serán las doce). En este capítulo me ocuparé de los verbos auxiliares como en (1), que se caracterizan, junto con los tiempos verbales, por una gramaticalización avanzada. Mostraré que este grado de gramaticalización corrobora la función secundaria de las expresiones evidenciales, lo cual indica que la evidencialidad no puede ser la predicación principal en la oración (cf. Anderson 1986). (1).

a. Los estudiantes parecen tener razón. b. Debe haber llovido mucho aquí. 1

c. El invierno promete ser llovedor. Con el fin de dar cuenta de las lecturas evidenciales de estos verbos, cabe pasar revista a un par de conceptos clave en los estudios de la evidencialidad. A continuación presentaré las propuestas de tipología de Chafe (1986) y Willet (1988), para luego detenerme brevemente en la (inter)subjetividad (Nuyts 2001, Traugott 2003, Cornillie 2007). La tipología funcional de Chafe (1986: 263) diferencia entre varias fuentes de conocimiento: (i) sin fuente, (ii) evidencia, (iii) lenguaje e (iv) hipótesis. Estas cuatro fuentes se conectan con cuatro modos de conocimiento: (i) creencia, (ii) inducción, (iii) información de oídas y (iv) deducción. Como el enfoque de Chafe es de naturaleza funcional, su tipología incluye tanto las expresiones léxicas como las expresiones gramaticales. La tipología de Willett (1988) distingue entre las expresiones evidenciales que se refieren a la evidencia directa, o sea evidencias directamente observadas, como por ejemplo la información visual o auditiva, y las expresiones evidenciales que se refieren a la evidencia indirecta, como la información de segunda o tercera mano y el conocimiento folclórico, pero también las inferencias a partir de la percepción o las ideas. Si bien la inferencia siempre se basa en algún indicio, se hace “sin mención alguna de lo que era la naturaleza de la evidencia” (Chafe 1986: 266, traducción mía). En otras palabras, la evidencia visual, auditiva u otra que provoca la inferencia queda necesariamente “no específica” en el marcador evidencial. En este capítulo mostraré que los auxiliares solo pueden expresar la evidencia indirecta del tipo inferencial (Willett 1988), con base en los modos de conocimiento de la inducción y la deducción (Chafe 1986). Los datos indicarán que la información de oídas no se expresa mediante las construcciones auxiliares. La dimension de la (inter)subjetividad fue introducida en la lingüística moderna por Benveniste (1958), quien sostiene que esta interacción entre hablante e interlocutor es una condición fundamental para la comunicación lingüística. La intersubjetividad se refiere al hecho de que en la comunicación cada participante es un sujeto hablante que es consciente del otro participante como sujeto hablante (Benveniste 1958: 258-260). Traugott (2003) desarrolla el concepto de Benveniste (1958) para el análisis de los marcadores del discurso en la conversación. Para Traugott (2003), la intersubjetividad es “la expresión explícita de la atención del hablante/escritor hacia el “yo” del destinatario/lector, tanto en un sentido más epistémico (prestando atención a sus actitudes presupuestas con respecto al contenido de lo que se dice) como en un sentido más social (prestando atención a su “face” [su imagen] o “necesidades de imagen” asociadas con una posición e identidad más social)” (Traugott 2003: 128, traducción mía). Verhagen (2005) también refina la línea de investigación de Benveniste al prestar atención especial a la relación entre la relación entre el sujeto de la conceptualización y el objeto de conceptualización. En Verhagen (2005:6), la intersubjetividad se define como la interacción entre sistemas de conocimiento: “un hablante [...] se apoya en la presuposición de que su enunciado es en principio interpretable por otro hablante con el que comparte el conocimiento de ciertas convenciones”. En este capítulo adoptaremos una definición de la (inter)subjetividad menos ambiciosa y más aplicada a la evidencialidad de Chafe (1986) y Willet (1988). Para el fin de este estudio conviene definir la (inter)subjetividad como la sugerencia del hablante de que comparte o no la evidencia con otros participantes. Esta definición está en línea con la propuesta de Nuyts (2001: 34) para una dimensión (inter)subjetiva de la modalidad epistémica, que consiste en separar el análisis de la evaluación de la realidad por parte del hablante de la cuestión de si el hablante comparte la evidencia con el interlocutor o la presupone como compartida (cf. Nuyts 2001: 37). En lo que se refiere a la evidencialidad, la evidencia compartida –o la presuposición de la misma— conlleva una conceptualización intersubjetiva del estado de cosas expresada por el hablante; la evidencia no compartida, en cambio, produce una conceptualización subjetiva (cf. Cornillie 2007). 2

En la tradición hispánica, los auxiliares han recibido mucha atención, pero varios auxiliares evidenciales han sido pasados por alto en los estudios existentes (cf. Gómez Torrego 1999, Fernández de Castro 1999, Olbertz 1998). Por tanto, queda por hacer un análisis pormenorizado de cómo los auxiliares expresan determinados valores evidenciales en español. El presente estudio de los auxiliares evidenciales tiene un doble objetivo: (i) mostrar que, más allá de las perífrasis tradicionales, hay varios tipos de auxiliares que expresan valores evidenciales, (ii) poner de manifiesto que los auxiliares son un medio gramatical que expresa la semántica evidencial de la manera más gramatical posible en lenguas como el español que carecen de paradigmas evidenciales y marcaje obligatorio. En el resto de este capítulo, primero me dentendré en los criterios que se pueden usar para incluir o excluir verbos (semi-)auxiliares (Apartado 2). Más adelante expondré los rasgos típicos de tres tipos de auxiliares: usos auxiliares de verbos que alternan con construcciones completivas (Apartado 3); usos auxiliares de verbos que alternan con usos léxicos (construcciones de infinitivo) (Apartado 4); y los auxiliares que forman parte de las perífrasis tradicionales (Apartado 5). 2. Más allá de las perífrasis tradicionales En el campo de la lingüística española ha corrido mucha tinta sobre los criterios morfosintácticos para la delimitación de la clase gramatical de las perífrasis verbales, pero se ha prestado poca atención a las distintas categorías semánticas expresadas por los miembros de la misma. Las descripciones de Gómez Torrego (1988, 1999) y Fernández de Castro (1999), por ejemplo, se basan primero en la descripción formal para luego pasar revista a las distintas lecturas de las perífrasis individuales sin plantear la pregunta de cómo los distintos valores de la modalidad epistémica y la evidencialidad se expresan mediante determinados tipos de auxiliares. Antes de entrar en las perífrasis verbales, conviene delimitar las construcciones verbales que expresan algún valor evidencial. En este estudio, se trata de las formas verbales que codifican la justificación informativa de la aseveración sin que ellas constituyan la predicación principal (cf. Anderson 1986: 274-5). Por tanto examinaré las expresiones que tienen un estatus secundario en la gramática y el discurso (Boye & Harder 2013). El argumento del estatus secundario nos permite excluir los verbos de percepción, ya que no tienen una función secundaria sino que destacan como actividad central el acto de ver, sentir y oir. Otro requisito para ser una expresión evidencial es que la justificación informativa sea su significado principal y no una inferencia pragmática derivada del mismo. Este paso es necesario para distinguir los verbos evidenciales de los verbos epistémicos, los cuales tienen la evaluación de la posibilidad como el primer significado, si bien esta siempre se basa en alguna información (cf Plungian 2001). Los usos evidenciales de los auxiliares como deber y tener que se caracterizan por una secundariedad sintáctica más avanzada que la de los usos deónticos más frecuentes que expresan la obligación y la necesidad. Aunque en ambos casos el verbo conjugado es el auxiliar y el verbo principal el infinitivo, observamos que la construcción evidencial sufre más restricciones que la deóntica. Esto puede ser comprobado al aplicar pruebas sintácticas al auxiliar evidencial y al deóntico, como por ejemplo, la de la omisión del infinitivo, en (2a), y la inserción del verbo en una estructura de enfatización, en (2b). (2)

a. Debe haber llovido mucho aquí > *Debe. Vs. Debes terminar el trabajo > Debes. b. Debe haber llovido mucho aquí > *Lo que debe es haber llovido mucho. Vs. Debes terminar el trabajo ahora mismo > Lo que debes es terminar el trabajo ahora mismo.

3

Las pruebas distribucionales en (2) ilustran que el auxiliar evidencial es más secundario que el auxiliar deóntico, ya que aquel tiene más dependencia sintáctica que este. En otras palabras, el auxiliar evidencial es una construcción de anclaje prototípica (cf. “grounding predication” en Langacker 1990 y Cornillie 2005). Con el argumento de la secundariedad sintáctica se puede dar cuenta de los verbos evidenciales parecer y resultar, que se combinan con una oración subordinada o con un infinitivo. Con base en la predicación no principal, consideraré los usos de parecer y resultar en (3) y (4) como auxiliares evidenciales. (3)

a. Las condiciones del tratado parecen irritar a los diplomáticos. b. Parece (ser) que las condiciones del tratado los irritan.

(4)

a. La escuela de Juan resulta estar llena. b. Resulta que la escuela de Juan está llena

Tanto en la construcción con infinitivo como en la construcción con conjunción y verbo conjugado estos verbos no se pueden considerar como verbos principales sino que se limitan a dar una perspectiva informativa a la oración principal. En el apartado 3, mostraré que la lectura evidencial de las construcciones con infinitivo es más específica que la de las construcciones con verbo finito. Encontramos la misma función de la perspectivización evidencial en verbos como amenazar con y prometer. Estos verbos son verbos plenos con una lectura léxica en construcciones con infinitivo y en construcciones con nexo + verbo finito, como en (5), pero las construcciones de infinitivo también pueden dar una lectura evidencial en determinados contextos (por ejemplo con sujetos no agentivos), véase el ejemplo (6). (5)

a. Vamos a encontrar una solución a la grave crisis” les prometieron autoridades del Partido Comunista. b. Los partidos MBL y UCS amenazan con abandonar la coalición si el caso no es remitido a la justicia ordinaria, para que ésta sea la instancia encargada de castigar a los criminales. (Notic: Bolivia:ERBOL:06/14/96)

(6)

a. Los sones del arpa, las guitarras y el bandoneón daban el condimento especial a una alegría que prometía prolongarse por lo menos hasta el alba del día siguiente. (Dimas Aranda, Santiago Vida, ficción y cantos) b. Las nubes multiplican su volumen, ganan peso y amenazan con quebrar la superficie de la tierra liberando a las criaturas del abismo. (Ledrado, Arturo. Viceversa)

Como estos verbos nunca aparecen en los listados tradicionales de las perífrasis verbales, cabe plantear la cuestión de por qué los analistas no los toman en consideración. Una posible razón es la persistencia léxica del significado original de esos verbos (cf. Hopper 1991). En el caso de parecer, por ejemplo, los verbos aparecer y parecerse a tienen una lectura no evidencial de “presentarse” y “mostrar semejanza” respectivamente. La combinación del verbo con la preposición resultar de, por su parte, expresa origen o procedencia. Las lecturas léxicas de amenazar con y prometer, que expresan una amenaza y una promesa respectivamente, pueden influir en la lectura evidencial. Sin embargo, el argumento de la persistencia léxica no es un argumento suficientemente sólido para que dejemos estos verbos fuera del análisis de las perífrasis verbales, ya que en varias perífrasis (aspectuales) se vislumbra semejante persistencia léxica, véase la co-existencia de poner y ponerse a o de acabar y acabar de. Otra posible razón es que pocos estudios adoptan un punto de vista semasiológico. En efecto, la aproximación 4

formalista onomasiológica ha pasado por alto indagar detenidamente en las categorías funcionales, como la modalidad epistémica y la evidencialidad, que las perífrasis suelen expresar. En consecuencia, los auxiliares más períféricos, como parecer, resultar, amenazar y prometer no han recibido la atención que merecen en la bibliografía hispánica. Desde un punto de vista histórico, esos auxiliares no tradicionales son ejemplos de extensión gramatical interesantes. En Cornillie y Octavio de Toledo y Huerta (2015) sostenemos que la construcción auxiliar de amenazar tiene un origen latino: viene de una construcción absoluta con un participio presente. En Cornillie (2008, 2012) demuestro que el uso auxiliar de parecer se origina como una extensión de la construcción copulativa (parece rojo >> parece ser rojo), mientras que a la construcción evidencial con resultar le precede un giro latinizante llamado Nominativus cum Infinitivo (de eso resulta estar el joven muy bien informado >>> el joven resulta estar muy bien informado). Ahora bien, no todos los casos de Nominativus o Accusativus cum Infinitivo dan lugar a una expresión evidencial de manera automática, como muestra el caso de demostrar en (7). (7)

Fernando Alonso: “Si Honda me quiere, demuestran ser los únicos en saber de carreras de F1.” (www.20Minutos.es)

La declaración de Alonso en (7) ejemplica el fenómeno de Accusativus cum Infinitivo, un calco latino que estaba de moda en los Siglos de Oro. En ese ejemplo, tenemos una construcción de demostrar con complemento de infinitivo que en el español contempóraneo alterna con una construcción con una subordinada completiva introducida por la conjunción que. Esta oración tiene dos alternativas posibles, véanse (7’) y (7’’). Se puede dejar de lado la forma conjugada demuestran, e.g. (7’), lo que abogaría por su estatus sintáctico secundario. Sin embargo, se puede utilizar el verbo demostrar como verbo principal con sintagma nominal, que puede ser una oración sustantiva (7’’) o una forma pronominal (7’’’). Estas dos opciones indican que el verbo demostrar tiene un objeto directo, lo cual imposibilita su función de auxiliar evidencial. (7’) “Si Honda me quiere, son los únicos en saber de carreras de F1.” (7’’) “Si Honda me quiere, demuestran que son los únicos en saber de carreras de F1.” (7’’’) “Si Honda me quiere, demuestran eso.” Por otro lado, también hay auxiliares que aparecen en los listados de las perífrasis verbales que no se pueden considerar como auxiliares evidenciales y que, por tanto, debemos dejar de lado: pensar + infinitivo, en (8) es un ejemplo de tal verbo. (8)

Piensan ir de viaje a Portugal.

Si bien el auxiliar pensar hace referencia a algún modo de conocimiento, expresa en primer lugar la actividad mental del sujeto y la intención del mismo de llevar a cabo una acción. Por tanto, la construcción pensar + infinitivo no da la base de conocimiento que motive la aseveración del estado de cosas expresado por el infinitivo y sus complementos. No podemos terminar este apartado sin hablar de otro tipo de secundariedad, a saber la secundariedad en el campo de la semántica. Conviene no mezclar la noción de secundariedad sintáctica con la cuestión del significado primario o secundario de la evidencialidad en una determinada expresión. Por ejemplo, es bien sabido que el significado deóntico de los auxiliares deber y tener que tiene una relación polisémica con el significado evidencial. En efecto, la fuerza deóntica está presente en la conclusión inferencial que el hablante hace, lo cual tiene que ver con la persistencia léxica. La pregunta es si entonces tenemos que considerar el significado evidencial como pragmáticamente secundario, o sea como parte del significado semántico. La 5

respuesta es negativa, puesto que para llegar al significado evidencial no hace falta recurrir a ninguna inferencia pragmática que inteprete la construcción a partir del significado deóntico. En los apartados que siguen, sostendré que las formas verbales de parecer/resultar y amenazar/prometer con infinitivo ocupan un hueco sintáctico dentro del paradigma de los auxiliares. Así compiten con los auxiliares evidenciales establecidos como deber y tener que. Todos estos verbos auxiliares tienen en común que, en su uso evidencial, se limitan a una lectura inferencial. Me limitaré a una descripción sincrónica basada en datos sacados del Corpus del español (Mark Davies). Estos sirven sobre todo para la ejemplificación de las generalizaciones. Para una presentación cuantitativa más pormenorizada de los resultados de corpus así como para una descripción diacrónica véase Cornillie (2007). Los datos de corpus se complementan con una serie de contextualizaciones semántico-pragmáticas. Primero, combinaré las oraciones del auxiliar evidencial con el comentario pero yo no lo veo así, con el fin de examinar si es posible disociar la fuente de la información del hablante. Si es imposible, la expresión evidencial tiene una base inferencial orientada en el hablante. Segundo, prestaré de Nuyts (2001: 71-72) las preguntas (traducidas) de ¿Quién lo dice? y ¿Tú crees?, que confirman, respectivamente, la lectura de una aseveración basada en información de oídas (hearsay) y la lectura de una aseveración inferencial o basada en creencia. La oposición entre estas dos preguntas es una herramienta para diferenciar entre lecturas intersubjetivas y lecturas subjetivas. 3. Un análisis de parecer y resultar. Los verbos parecer y resultar tienen tanto usos no evidenciales como usos evidenciales, y dentro del grupo de los usos evidenciales se observan usos auxiliaries (parecer/resultar + infintivo) y usos no auxiliaries (parece que, me parece que, resulta que). La combinación con infinitivo o con oración introducida por que se caracteriza no solo por diferencias gramaticales sino también por su pertenencia a distintos géneros del español. Ahora bien, el uso auxiliar de parecer/resultar + infinitivo casi no aparece en el español hablado, mientras que es relativamente frecuente en el español escrito (cf. Cornillie 2012). A continuación, mostraré que la construcción con parecer + infinitivo, en (9a), que es la más gramaticalizada de las construcciones con parecer, se limita a un valor evidencial en particular, a saber, una inferencia genérica que es el resultado de los razonamientos que hace el hablante a partir de conocimientos previos al contexto del habla. La construcción con que, en (9b), en cambio, combina dos lecturas evidenciales posibles, ambas situadas en el campo de la evidencialidad indirecta: (i) información de oídas e (ii) información inferencial. (9)

a. Las condiciones del tratado parecen irritar a los diplomáticos. b. Parece (ser) que las condiciones del tratado los irritan.

La lectura evidencial de parecer + infinitivo se puede someter a una serie de pruebas. En (10b), se observa que es imposible añadir una oración adversativa que exprese el punto de vista del hablante, lo cual nos permite confirmar que se trata de una inferencia que expresa el razonamiento del hablante. (10)

a.... b.

A: Las condiciones del tratado parecen irritar a los diplomáticos. A: * pero yo no lo veo así. B: *¿Quién lo dice? B: ¿Tú crees?

6

La pregunta de ¿Tú crees? en (10b), emitida por el coparticipante, puede seguir a la oración evidencial sin problema, lo que confirma la modalización orientada en el hablante. La inadecuada pregunta de ¿Quién lo dice? pone de relieve que la construcción no da una lectura evidencial de oídas. Este ejemplo ilustra que si el hablante utiliza parecer + infinitivo no puede desconectarse de su propia comprensión de la realidad. El que solo una de las dos preguntas sea posible muestra que parecer + infinitivo no se sitúa en el campo de la intersubjetividad sino que es una expresión subjetiva. Huelga decir que la baja frecuencia de la construcción en la lengua hablada y su alta frecuencia en la lengua escrita van a la par con esta lectura subjetiva. Además, la construcción con infinitivo no aparece con objetos indirectos, excepción hecha de la primera persona, lo cual confirma la lectura inferencial orientada en el hablante. El verbo resultar también tiene una función auxiliar al combinarse con un infinitivo, pero sufre más restricciones que el auxiliar parecer. Los datos de corpus presentados en Cornillie (2007) dejan ver que la construcción con infinitivo es minoritaria –solo un 5% de los casos en los textos escritos y ausencia total en el corpus oral— y que el léxico del infinitivo no atestigua mucha variación. En el corpus, solo se combina con los verbos copulativos ser/estar, con el verbo existencial haber y con verbos de posesión como tener. La lectura evidencial de resultar se basa en una inferencia a partir de indicios perceptibles en el contexto de habla o a partir de información transmitida. Cabe destacar que la conclusion inferencial del hablante no supone el mismo grado de involucración que en el caso de parecer, lo cual se pone de manifiesto en el ejemplo y sus reformulaciones correspondientes en (11). (11)

a. Hasta aquí todo correcto. Pero más allá de este dato se observa que mientras la Colonia Güell mide precisamente 44 metros de alto, esta cifra resulta ser la cuarta parte de la Sagrada Familia. (Notic:España:ABC) b.

A: ?? pero yo no lo veo así. B: ¿Tú crees? B: ? ¿Quién lo dice? B: * o eso dicen

Como la añadidura de pero yo no lo veo así no da buen resultado y la pregunta ¿tú crees? es posible, el hablante parece compartir el punto de vista expresado por resultar. Sin embargo, el razonamiento del hablante no es el único modo de conocimiento, porque la pregunta ¿Quién lo dice? no suena completamente extraña, si bien no es muy natural tampoco. La vacilación con esta pregunta muestra que hay una dimension citativa, pero la problemática añadidura de o eso dicen ilustra que la información de oídas no puede disociarse de la propia conceptualización de la realidad por el hablante. Entonces, estamos ante una inferencia que puede basarse en información de terceras personas. Ahora bien, la dimension citativa marca un contraste entre la lectura inferencial de resultar + infinitivo y la lectura de parecer + infinitivo. La construcción con conjunción resulta que, tal como en el caso de parece que, tiene una lectura citativa propiamente dicha que permite la disociación entre el hablante y la opinion de otras personas. En cuanto a la (inter)subjetividad, el caso de resultar + infinitivo es un poco complicado. Si bien se puede vislumbrar una dimensión intersubjetiva relativa a la información de oídas, la base sigue siendo inferencial y, por tanto, subjetiva. En línea con su trasfondo resultativo, resultar evidencial comunica una conclusión acerca de un estado de cosas que el interlocutor o el lector no suele tener presente. En (11a), por ejemplo, la información introducida por resultar se presenta como nueva para el lector y tiene un efecto de contraste con la información que se da en la primera parte de la oración. Además, resultar conlleva a menudo una lectura de sorpresa o resultado no esperado para el interlocutor. Esta lectura la encontramos tanto en la construcción con infinitivo como en la construcción con que véase el ejemplo (12b). 7

(12)

a. Parece que está lloviendo (? en Brasil) . b. Resulta que está lloviendo (en Brasil). c. Parece/Resulta que Vargas Llosa publicó un libro nuevo.

Los ejemplos en (12) tienen dos lecturas: una inferencial y otra citativa. Aquí mostraré que la lectura inferencial con parecer (12a) es distinta de la con resultar (12b). En una perspectiva simultánea, la combinación de parece que con un estado de cosas lejano no es adecuada, mientras que es perfecta en el caso de resultar. De ahí que se pueda concluir que si el estado de cosas forma parte del contexto del habla, el hablante utiliza parecer para expresar una inferencia a partir de evidencia directa. Por tanto, observamos que resultar se distingue de parecer en que aquel puede evocar un estado de cosas simultáneo al acto de habla que no está no compartido por los participantes del habla.

4. Un análisis de amenazar y prometer Como ya se hadicho, los usos auxiliares de los verbos amenazar y prometer no aparecen en los listados tradicionales de las perífrasis verbales. Sin embargo, se caracterizan por restricciones morfosintácticas y, como los demás verbos aquí tratados, expresan una lectura modal o evidencial, aunque esta sea un poco particular. Las lecturas auxiliares no se refieren a un determinado tipo de información sino que hacen referencia a algún indicio del contexto discursivo o cognitivo del hablante que le permite hacer una conclusión inferencial y una evaluación epistémica. Otros autores sostienen que más bien son verbos aspectuales que dan una lectura de un futuro inminente (cf. Reis 2004). Creo que la referencia a alguna información que queda implícita es un argumento crucial para clasificar amenazar y prometer como auxiliares evidenciales del tipo inferencial. Los usos auxiliares de prometer y amenazar coexisten con usos léxicos que aparecen más frecuentemente. Estos se caracterizan por una agentividad del sujeto que está ausente en los usos auxiliares. El paso de las lecturas agentivas u objetivas a las lecturas sin agentividad o lecturas subjetivas a menudo se ha presentado como un proceso de subjetivización (cf. Cornillie 2007; Cornillie & Octavio de Toledo en prensa). La diferencia entre los dos verbos reside tanto en la dimensión epistémica como en la orientación de la evaluación. En cuanto a la dimensión epistémica, el verbo prometer expresa una mayor probabilidad de que el estado de cosas se produzca que el verbo amenazar, lo cual puede tener que ver con la fuerza ilocutiva que se asocia al verbo performativo prometer. En lo que se refiere a la orientación de la evaluación, prometer se combina con infinitivos de orientación positiva y de orientación negativa (13), mientras que amenazar se limita a los infinitivos de naturaleza negativa, por ejemplo en (14). (13)

a. Con un merengue hip-hop del grupo dominicano Sandy & Papo, Telecom lanzó el primer golpe en la que promete ser la más agresiva contienda comercial de los próximos años: la lucha por el mercado de la larga distancia. (Notic:Col:Semana:840) b....

A: * pero yo no lo veo así. B: ¿Tú crees? B: * ¿Quién lo dice? B: * o eso dicen

8

(14)

a. … las nubes multiplican su volumen, ganan peso y amenazan con quebrar la superficie de la tierra liberando a las criaturas del abismo. (Ledrado, Arturo. Viceversa) b.

A: * pero yo no lo veo así. B: ¿Tú crees? B: * ¿Quién lo dice? B: * o eso dicen

Las contextualizaciones en (13b) y (14b) indican que las lecturas de las dos construcciones son inferenciales y que no tienen ninguna dimension citativa. Por un lado, no se puede disociar la conclusión expresada del punto de vista del hablante, por otro lado, no se admiten reformulaciones citativas que hacen referencia a información de oídas. Por tanto, son construcciones subjetivas que no tienen una dimensión intersubjetiva. Otra dimensión que conviene destacar es la distribución sintáctico-semántica de los auxiliares de prometer y amenazar. Las restricciones al tipo de orientación muestran que estos verbos todavía están en un proceso de gramaticalización. La estratificación (“layering”, cf. Hopper 1991) de los dos tipos de construcciones significa una continua competencia entre las dos lecturas, lo cual reduce el número de contextos en los que interpretamos los verbos como auxiliares. Por tanto, conviene mencionar las tendencias combinatorias en los dos usos de estos verbos. Los infinitivos que siguen a amenazar y prometer léxicos son en la gran mayoría (75%) verbos de acción (cf. Cornillie 2007: 126), mientras que con los auxiliares no es así. Si bien los verbos de acción y los verbos de cambio de estado constituyen la mayor parte de los infinitivos con el auxiliar amenazar, el auxiliar prometer combina mayoritariamente con verbos copulativos. De modo que si expresan un valor evidencial, el porcentaje de verbos de acción es mucho más bajo con prometer que con amenazar. También sufren restricciones de selección en el tiempo del infinitivo: como la perspectiva temporal de la dimensión epistémica es casi siempre futura, los infinitivos perfectivos son excepcionales. Además, los verbos auxiliares amenazar y prometer se combinan con una gran variedad de sujetos no humanos y humanos. Se destaca que los patrones agentivos no bloquean lecturas auxiliares con amenazar de la misma manera que lo hacen con prometer; lo cual nos lleva a contextos puente sugerentes, como en (15), donde podemos interpretar la construcción como evidencial o como agentiva, dependiendo de la conceptualización. (15)

El retraso agita más todavía el pugilato político entre las diversas instituciones que componen el Consorcio Madrid Capital Cultural, y que amenazan con quebrar la celebración. Los ciudadanos serán, como siempre, al final, los únicos perjudicados. (Bravo, Julio. Abc)

Lo más normal es que en los usos auxiliares de amenazar se combinan sujetos humanos con infinitivos no agentivos, como en (16), donde el sujeto humano los niños indisciplinados tiene como verbo principal el verbo de cambio convertirse. (16)

El director tiende a ver en aquéllos a un grupo de niños indisciplinados que amenazan convertirse en delincuentes juveniles. (Notic:Arg:Cronista:645_LA)

En suma, desde el punto de vista formal, los usos no léxicos de estos verbos se pueden considerar auxiliares. Desde el punto de vista semántico dan una perspectiva modal al estado de cosas expresado por el infinitivo, en el sentido de que el hablante sugiere que tiene alguna base informativa para hacer una predicción acerca del futuro inminente. Como esta base 9

informativa queda implícita, el valor evidencial pertenece a la evidencia indirecta y es del tipo inferencial. 5. Un análisis de deber y tener que En este apartado analizaré las lecturas evidenciales de los auxiliares deber y tener que. Junto con poder estos auxiliares siempre han sido mencionados en los listados de las perífrasis verbales tradicionales. Aquí no me detendré en el auxiliar poder, ya que este solo tiene lecturas evidenciales secundarias. Si el hablante evalúa la probabilidad de un estado de cosas mediante poder expresa en primer lugar una dimensión epistémica y la lectura evidencial solo se da en contextos particulares donde la inferencia es invitada, como en (17). (17)

La luz está encendida. Juan puede estar en casa.

Los auxiliares deber y tener que tienen una lectura deóntica (o de necesidad), que es la más frecuente, y una lectura evidencial, que es mucho menos frecuente. De las tablas ofrecidas en Cornillie (2007: cap 7) se desprende que la lectura evidencial es mucho más frecuente en el español hablado que en el español escrito: una cuarta parte de los usos de deber en el corpus de la lengua hablada es del tipo evidencial, mientras que solo un 7% de los ejemplos en el corpus escrito tienen esta lectura. Los usos evienciales de tener que, en cambio, solo aparecen en el corpus hablado y, además, son mucho menos frecuentes: solo un 5 % es evidencial. Esta distribución de frecuencia sugiere dos tendencias: (i) los valores evidenciales expresados por deber y tener que surgen de los razonamientos del hablante provocados por indicios contextuales o de conocimiento propios del contexto del habla; (ii) se pueden observar diferencias entre deber y tener que a partir de los tipos de valores evidenciales. En la bibliografía lingüística tambien se han destacado algunas diferencias. Se suele establecer una gradación entre un compromiso intermedio del hablante con deber y un compromiso fuerte con tener que (cf. Fernández de Castro 1999; Gómez Torrego 1999; Olbertz 1998; Cornillie, Delbecque & Keersmaekers 2010). Con respecto al ejemplo en (18), Gómez Torrego (1999: 3348) observa que un enunciado con deber expresa una hipótesis basada en “circunstancias externas o pragmáticas” y relaciona la lectura de probabilidad con la de obligación. Este autor también insiste en la diferencia normativa entre deber (obligación) y deber de (probabilidad), distinción que no se corrobora en los datos (cf. Cornillie 2007: 284). (18)

Mi padre debe de estar en casa en estos momentos.

El uso auxiliar evidencial en (18) sugiere que hay una situación que hace que el hablante piense que su padre está en casa. Como la proposición sólo es verdad bajo la “condición” de que no suceda nada irregular, esta expresión con deber mantiene un “margen de duda”. En otras palabras, con deber el compromiso del hablante se percibe como relativamente fuerte, pero la involucración del hablante es intermedia ya que se trata de evidencia externa, más que de adhesión personal. El auxiliar tener que expresa el compromiso más fuerte. En los contextos analizados por Fernández de Castro (1999: 190-191), la presencia de elementos como por fuerza y estoy segura (19a) parece corroborar la idea de compromiso “máximo” de parte del hablante. En cambio, el compromiso que predicados mentales como sospechar (19b) son susceptibles de expresar, es demasiado débil para que rijan cláusulas complementarias con tener que. Es llamativo que creer sí sea compatible con tener que (19c).

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(19)

a. Vamos, que no le gusta [una determinada ciudad]. Pues también tendrá que tener cosas bonitas, hombre, estoy segura; monumentos artísticos, palacios [...] b. ? La policía sospecha que tuvo que tratarse de un atentado. c. Sí, creo que tiene que haber todavía una bolsa por lo menos. [ejemplos de Fernández de Castro 1999: 164-165]

Además, Olbertz (1998: 405) sostiene que la negación tiene serias restricciones con tener que en (20a); restricciones que, en cambio, no afectan a deber. Esta diferencia de aceptación con la restricción es ilustrativa de que “compromiso con la verdad fuerte solo se puede expresar en términos positivos” (mi traducción). En (20b) la negación se refiere a la proposición y, por tanto, se puede elevar. El compromiso más débil de deber no bloquea la negación. (20)

a. * No tiene que ser fácil para ti. b. Tú claro, de estas cosas no debes estar muy al tanto.

Pasemos ahora al análisis de los valores evidenciales de los dos verbos. A continuación, sostendré que deber y tener que se caracterizan por una tendencia a expresar distintos tipos de inferencias: las inferencias inductivas son más frecuentes con deber, mientras que las inferencias deductivas son más frecuentes con tener que. Una inferencia inductiva tiene una fuerte dimensión intencional pero no es de índole lógica. Por tanto, el razonamiento inductivo del hablante no equivale a una completa certidumbre. En (21), este proceso está explicitado en la cláusula que precede a la forma de deber. (21)

a. Bueno yo... yo oí en el radio de que uno de los rehenes... había logrado escaparse por una ventana pero antes había tratado de suicidarse ¿no? lo cual me hace creer que bueno que el pobre debe de haber estado sufriendo horrores. (Habla Culta: Caracas: M15) b.

A: * pero yo no lo veo así. B: ¿Tú crees? B: * ¿Quién lo dice? B: * o eso dicen

El fragmento (21) ejemplifica las tres fases de la inducción. Primero, el hablante integra la información oída (en la radio): uno de los rehenes logró escaparse después de un intento de suicidio. Después, la información es conectada con el conocimiento general del hablante y lleva a la idea de que los secuestros son generalmente dolorosos y que nadie se suicida sin razón seria. Como resultado, la conclusión que incorpora este conocimiento va más allá de la información inicial: debe de haber estado sufriendo. El hablante señala que la validación va hasta donde sea posible y que tiene conciencia de que no es completa. Del uso evidencial de deber se desprende, pues, un compromiso menos fuerte que de una simple afirmación no modalizada. Los participantes en la conversación, por su parte, podrán movilizar sus conocimientos del mundo extralingüístico en busca de elementos de validación para la proposición que lleva un carácter marcadamente inferencial. Las reformulaciones en (21b) confirman el análisis inferencial y excluyen la lectura citativa. En el caso de tener que, la lectura evidencial es algo diferente de la de deber, ya que en la bibliografía se le atribuye la probabilidad más alta de que la proposición sea verdad. En realidad, esta dimensión supuestamente epistémica se puede explicar en base al valor de la inferencia deductiva que suele expresar tener que. La lectura deductiva es el resultado de una relación lógica entre las premisas y la conclusión. Al recibir una interpretación deductiva inferencial, 11

tener que suele ir acompañado de una cláusula condicional, causal o temporal que explicita una premisa menor, como se ve en (22). (22)

Pero si [la música] tiene ciento dos años y todavía se conoce y se... y se toca tiene que tener calidad ¿verdad?. ... exacto.... y el músico que lo compuso tenía que ser de calidad. (Habla Culta: Caracas: M7)

Aquí el hablante sostiene que en la medida que todavía se toca música antigua, se puede concluir que es de alta calidad. La premisa menor se explicita en la cláusula condicional, mientras que la premisa mayor es que sólo sobreviven cosas buenas. En (23), la aserción deductiva inferencial expresada mediante tener que va precedida de una cláusula condicional situada en un nivel sintáctico superior, y seguida de una cláusula causal (porque). (23)

a.... Claro que te digo que si las llevó a un buen joyero a España el joyero le tiene que haber dicho que eran muy baratas porque eran azulísimas, Claudia. (Habla Culta: Mexico: M5) b.

A: * pero yo no lo veo así. B: ¿Tú crees? B: * ¿Quién lo dice? B: * o eso dicen

En (23), el hablante formula una conclusión deductiva basada en información sobre el joyero y sobre las joyas mismas. Con deber, en cambio, es excepcional que se den premisas similares; y al haberlas, no suelen orientar hacia conclusiones inferenciales de tipo deductivo. Lo que tener que comparte con deber es su rechazo de lecturas que se refieren a la información de oídas, como indican las reformulaciones en (23b). Existe una fuerte correlación entre el uso evidencial de tener que con el uso deóntico del mismo. Antes compartía la opinión de que al usar tener que, en contraste con deber, el hablante acude a argumentos externos, en lugar de apoyarse en argumentos personales, para persuadir a alguien de hacer algo y que de la misma manera, esos argumentos externos pueden explicar la conclusión inferencial deductiva (cf. Cornillie: cap 8 y Cornillie, Delbecque & Keersmaekers 2010). Sin embargo, una investigación reciente de Thegel (2014) indica que tener que se suele usar cuando el hablante es la fuente de la fuerza deóntica, mientras que deber se basa más a menudo en fuentes externas compartidas. Por consiguiente, conviene adaptar la explicación de las inferencias en función del nuevo conocimiento de la fuerza deóntica. Una explicación rectificada puede consistir en decir que las inferencias lógicas con tener que se relacionan pues con reglas y principios interiorizados por el hablante, aunque sean vigentes en el mundo ‘externo’, mientras que las inferencias inductivas con deber están relacionadas con las circunstancias externas, tanto de la fuerza deóntica como del proceso inferencial. Finalmente, me detendré brevemente en la imposibilidad de las lecturas citativas con deber y tener que. De Haan (1999: 87) sostiene que el auxiliar neerlandés moeten ‘deber’ está desarrollando un uso evidencial que se refiere a información de oídas. De Haan sostiene que se trata de una transmisión de una inferencia a partir de una implicatura conversacional. Kronning (2001: 76) indica que el verbo francés devoir ‘deber’ puede transmitir información de una fuente externa al hablante, como en (24). (24)

D’après les prévisions météo, le temps doit s’améliorer demain.

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Ahora bien, en el Corpus del Español no encontré ningún caso de tal valor evidencial con deber y tener que. Squartini (2004: 887-890) menciona que, al contrario de devoir, deber solo admite una función “reportiva no-factual”. En efecto, deber puede ser un marcador citativo con la ayuda de tiempos verbales que no expresan plena aserción, como el imperfecto o el condicional. Véanse los ejemplos de Olbertz (1998: 395) en (25). (25)

a. Debía haber llegado a casa hace una hora. b. No deberías estar en Madrid hasta dentro de quince minutos por lo menos.

Sin embargo, no queda claro si es la dimension citativa en (25) es prototípica. Lo que observamos en el uso contrafactivo de deber es el discurso referido de la promesa de llegar a tiempo (25a) o el acuerdo sobre el lugar y la hora de una cita (25b). Tal lectura no es el resultado de una inferencia inductiva y es muy cercana a los valores deónticos de deber. Además, la cuestión es si un uso contrafactivo puede tener una lectura citativa. 6. Conclusiones A lo largo de estas páginas he abogado por la ampliación del grupo de auxiliares evidenciales con verbos que no aparecen en los listados de las perífrasis verbales tradicionales (cf Gómez Torrego 1999, Fernández de Castro 1999). En efecto, en el paradigma evidencial conviene insertar no solo los auxiliares clásicos como deber y tener que sino también verbos como parecer, resultar, amenazar y prometer, que están todavía en un proceso de gramaticalización. En base a una serie de criterios formales, distribucionales y semánticos se ha justificado el estatus evidencial de los seis verbos examinados. Los auxiliares encajan bien en la definición de los marcadores evidenciales como signos lingüísticos con una función secundaria (cf. Anderson 1986), es decir, que no forman parte de la predicación. Así se puede distinguir los auxiliares de los predicados de percepción y otras expresiones que se refieren a la evidencia directa. En lenguas sin categoría gramatical de la evidencialidad, como el español; los analistas tenemos que fijarnos en las expresiones más gramaticalizadas si queremos dar cuenta de cómo una lengua se organiza para referir a las fuentes de la información. Llama la atención que los marcadores evidenciales más gramaticalizados den exclusivamente lecturas de la evidencia indirecta. En el caso de los auxiliares, la evidencia indirecta se limita a distintos tipos de inferencias, por lo que otros marcadores se ocupan de expresar la información de oídas. Con respecto a la (inter)subjetividad, los auxiliares analizados solo expresan subjetividad, si bien la base de la conclusión subjetiva puede ser intersubjetiva. Si bien se ha dicho mucho sobre los auxiliares, queda bastante por hacer. Por ejemplo, futuros estudios pueden indagar en la relación semántico-conceptual entre los usos léxicos y los usos auxiliares a fin de averiguar si el grado de desemantización influye en el tipo de lectura inferencial. También queda por investigar más detenidamente la distribución de los auxiliares en comparación con la de otros marcadores evidenciales, como los adverbios o los adjetivos. ¨* Les doy las gracias a los editores del volumen por sus comentarios valiosos y por su pacienca. A María Sol Sansiñena y Natalia Pericchi les agradezco la lectura detenida de la versión final del texto. Todos los errores que queden son responsabilidad mía.

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