Los Artefactos Liticos del Parque de las Leyendas del Horizonte Medio al Horizobte Tardio

September 24, 2017 | Autor: Edwin Silva | Categoría: Tecnología Lítica
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Descripción

LOS ARTEFACTOS LÍTICOS DEL PARQUE DE LAS LEYENDAS: DEL HORIZONTE MEDIO AL HORIZONTE TARDÍO Edwin Silva

E

n la arqueología de la costa central, es notoria la escasez de estudios relativos a artefactos líticos de los periodos tardíos; en realidad, todo lo que existe son meras menciones y algunas fotos o dibujos. Los trabajos sobre el tema aún se encuentran en sus inicios. En este estudio, se exponen los datos extraídos del análisis de las piezas líticas provenientes de las excavaciones realizadas de las huacas San Miguel C y San Miguel E del complejo arqueológico Maranga. Los contextos de procedencia corresponden en su totalidad a material disperso, desechado en rellenos arquitectónicos, de estas edificaciones las que tienen varias fases constructivas de los periodos Intermedio Tardío y Horizonte Tardío (Carrión 2004; 2007; 2008 y 2010). La naturaleza de estos contextos indica que puede existir una mezcla de artefactos de diversas épocas, aunque se estima que en gran medida deben corresponder a la cultura Ychsma. Además, se presentan los resultados del análisis de unos piruros del área noreste del Parque de las Leyendas, correspondientes al Horizonte Medio, y una figurina de la huaca 33, de cronología incierta, pero posiblemente Huari o una versión provinciana Huari.

LOS PIRUROS DEL ÁREA NORESTE Fueron descubiertos en asociación con entierros acompañados con vasijas del estilo Nievería (Carrión 2006). Todos tienen como soporte a guijarros muy pequeños; vistos desde la parte perforada, son de forma circular y están en buen estado de conservación. Han sido elaborados a partir de un previo picado en la parte más aplanada de la pieza y, luego, han sido perforados y alisados, aunque, como veremos, algunas piezas presentan un trabajo posterior. Debido a que las piezas ya están terminadas, su perforación está completa y, por tanto, la profundidad máxima de perforación coincide con su espesor máximo. Se definieron seis tipos (figuras 2 y 3): Tipo 1: se ha encontrado solo una pieza, elaborada en cuarcita de grano fino. Se le dio un pulido final y fue perforada unifacialmente. Su peso es de 1 gr y sus dimensiones son las siguientes: 1.4 cm de diámetro, 0.6 cm de espesor y 0.6 cm de diámetro de perforación. Presenta decoración en forma de cuatro incisiones lineales. Tipo 2: se ha encontrado cinco piezas, elaboradas sobre todo en cuarcita de grano

Figura 1. Distintas vistas de un canto trabajado mediano con decoración incisa de la huaca San Miguel.

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Figura 2. Tipos de piruros líticos Lima del área noreste del Parque de las Leyendas.

fino y, en menor proporción, en crisocola y en diorita. Se les dio un pulido y, en dos casos, una incisión final. Además, fueron perforadas bifacialmente. Su peso promedio es de 1.3 gr y sus dimensiones promedio son las siguientes: 1.2 cm de diámetro, 0.7 cm de espesor y 0.6 cm de diámetro de perforación. Una pieza presenta decoración en forma de dos puntos en los extremos del cuerpo del piruro, cada uno en el centro de una circunferencia, y, entre ambos conjuntos, dos líneas en zigzag cortándose, en forma de rombo, en ambos lados. Otra pieza presenta cuatro pares de líneas paralelas diagonales de forma simétrica alrededor del cuerpo de la pieza. Tipo 3: se ha encontrado dos piezas, elaboradas, sobre todo, en crisocola y diorita, a las cuales se les dio un pulido final y fueron perforadas bifacialmente. Su peso promedio es 1.6 gr y sus dimensiones promedio son las siguientes: 1.2 cm de diámetro, 0.9 cm de espesor, 0.7 cm de diámetro de perforación.

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Tipo 4: se ha encontrado nueve piezas, elaboradas, sobre todo, en cuarcita de grano fino y, en menor proporción, en crisocola. Se les dio un pulido y, en dos casos, una incisión final; todas fueron perforadas bifacialmente. Su peso promedio es de 1.8 gr y sus dimensiones promedio son las siguientes: 1.2 cm de diámetro, 0.8 cm de espesor máximo y 0.6 cm de diámetro máximo de perforación. Una pieza presenta decoración en forma de dos puntos en los extremos del cuerpo del piruro, cada uno en el centro de una circunferencia, y, entre ambos conjuntos, dos líneas en zigzag cortándose y formando dos rombos en ambos lados. Otra pieza presenta cuatro pares de líneas paralelas diagonales de forma simétrica alrededor del cuerpo de la pieza.

Tipo 5: se ha encontrado dos piezas, elaboradas en cuarcita de grano fino y diorita. Se les dio un pulido fino y fueron perforadas bifacialmente. Su peso promedio es de 2 gr y sus dimensiones promedio son las siguientes: 1.3 cm de diámetro, 1 cm de espesor y 0.6 cm de diámetro de perforación. Tipo 6: se ha encontrado cinco piezas, elaboradas, sobre todo, en cuarcita de grano fino y, en menor proporción, en cuarcita jaspeada. Se les dio un pulido final y fueron perforadas bifacialmente. Su peso promedio es de 1.1 gr y sus dimensiones promedio son las siguientes: 1.1 cm de diámetro, 0.7 cm de espesor y 0.6 cm de diámetro de perforación.

LA FIGURINA DE LA HUACA 33 En el contorno disturbado de la parte baja de la huaca 33, se halló un vaso, que fue denominado “hallazgo 16”, que contenía algodón, una figurina lítica antropomorfa, fragmentos de conchas de Spondylus y una semilla (Carrión 2014). La figurina es una pieza de diabasa de tamaño pequeño de un personaje adulto. Los dos ojos del personaje pudieron haber estado pintados de color rojo ocre. Lamentablemente, la pintura del ojo derecho se ha perdido y, en el otro ojo, las sales del entorno han cubierto parte del borde superior derecho. Su peso es de 26.3 gr y sus dimensiones son las siguientes: 4.1 cm de altura máxima, 2.6 cm de ancho máximo y 2.3 cm de espesor máximo. Las dimensiones del rostro del personaje son 2.4 cm de altura máxima y 1.9 cm de ancho máximo. No está claro, debido al estado de erosión de la pieza, si posee un turbante en la cabeza o, más bien, si se trata del cabello del personaje. De cualquier modo, la separación respecto del rostro se encuentra fuera de duda (figura 4).

Figura 3. Piruros líticos Lima del área noreste del Parque de las Leyendas.

En el caso de que fuera un turbante, este no presenta decoración, tal como el de uno de los personajes ilustrados por Bergh (2012: fig. 224a), aunque el turbante de la pieza encontrada en la huaca 33 es más simple, con un menor acabado. Es probable que, en la huaca 33, esta figurina elaborada en roca de baja calidad, como la diabasa, y con una baja complejidad técnica sea posterior a los Huari o, en todo caso, una versión local, ya que ellos innovaron en el uso de una roca exótica, como la turquesa, como materia prima para la elaboración de figurinas antropomorfas y con más acabado técnico (Cook 2001: 246). Indudablemente, esta pieza es de carácter simbólico, no solo por sus características propias, sino, también, por haber sido encontrada dentro de un quero. Probablemente, se trata de una ofrenda parecida a las figurillas antropomorfas Huari, las cuales se han hallado en superficies, en depósitos de ofrendas y en tumbas, y caracterizan las relaciones Huari con el mundo espiritual. Quizás haya “asociaciones míticas entre los antepasados y las piedras sagradas, dentro de las cuales, según se cree, fueron transformados y se les ha rendido culto”, como cree Cook para el caso de las figurinas antropomorfas Huari (2001: 232).

LOS ARTEFACTOS LÍTICOS DE LAS HUACAS SAN MIGUEL C Y E Constan de diversos tipos de artefactos, modificados y no modificados. Hay cantos trabajados, raederas, artefactos denticulados, un instrumento no identificado, lascas y desechos de talla. Se observó, también, artefactos pulidos, como porras, cuentas, piruros, manos, morteros, platos y figurinas. Además, hay artefactos misceláneos, tanto tallados como pulidos. Adicionalmente a ello, se puede apreciar la presencia de percutores y manuports, que son artefactos líticos no modificados, pero que fueron utilizados. Algunos de los pesos de los materiales líticos guardan relación inversa con su frecuencia, como en las raederas, cuencos, figurinas y misceláneos, mientras que los demás mantienen una relación directa. Respecto a la frecuencia, se nota el predominio de los manuports, seguido de los cantos trabajados y las lascas. Son, también, los manuports los materiales que poseen el mayor peso relativo, seguidos por las manos y los cantos trabajados. Cuando la relación entre la frecuencia y el peso de una clase de material es directa, el esfuerzo en la obtención de la materia prima, haya o no haya sido trasladada de un lugar a otro, es proporcional al beneficio

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que se obtendrá de la misma, lo cual trae consigo el concepto de la utilidad de una clase de material lítico (sea artefacto o no) y de las opciones culturales para la sociedad en cuestión. En el caso de los desechos de talla, en cambio, una relación directa implicaría un mayor esfuerzo invertido para, finalmente, no ser utilizado. Si la relación es inversa, más bien, se necesitará un mayor esfuerzo para obtener las materias primas desde la cantera o el lecho del río, debido al mayor peso de las mismas. Esto representa, a fin de cuentas, la inversión de energía por unidad social. El conjunto lítico analizado consta, además, de diversas clases de rocas volcánicas, metamórficas, plutónicas y sedimentarias que, en general, tienen regular calidad para la talla y buena calidad para el pulido. Los pesos y la frecuencia de pómez, cuarcitas de grano grueso, granodioritas, pizarras, conglomerados y limolitas guardan relación inversa; en los casos de la calcedonia, jaspe rojo, jaspe negro y conglomerado, guardan relación neutra, mientras que en el resto la relación es directa. Por otro lado, son las dioritas las más recurrentes de toda la colección, seguidas de las granodioritas y las andesitas. Sin embargo, son las granodioritas las que poseen el mayor peso relativo, seguidas de los granitos y las dioritas. La industria lítica estudiada es dual; en otros términos, es, básicamente, formal y expeditiva. Además, se centra en el trabajo de materias primas metamórficas y plutónicas, generalmente de buena o regular calidad, para la talla y en rocas volcánicas, plutónicas, metamórficas y sedimentarias para el pulido.

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A pesar de que es posible catalogar a la mayor parte de las piezas líticas de la huaca San Miguel como utilitarias y como resultado de una “tecnología expeditiva”, ello no eximió a ciertos grupos reducidos de talladores de mantener sus tradiciones en la producción de instrumentos líticos, lo que es posible de entender solamente en términos de grupos especializados, cuyo conocimiento y destreza

se encontraban al servicio de una élite cada vez que estos eran requeridos. Otras piezas, como cuencos, cuentas, piruros, etc., demuestran que la producción lítica, además, se realizó para el consumo suntuario, simbólico y para la elaboración de textiles, lo que implica que, coetáneamente, tecnologías formales fueron desarrolladas por los hábiles artesanos de la huaca San Miguel. Los desechos se hallan en cantidades relativamente muy bajas, lo cual podría indicar que en los sitios se efectuaban trabajos en donde había poca pérdida de masa de materia prima o que, quizás, aún no se ha encontrado las áreas de taller. Por otro lado, podemos apreciar, a través de la materia prima, cómo se amplía la complejidad durante los periodos tardíos, en los que las esferas de interacción adquieren un carácter interregional costa-sierra. Dado que la cuarcita es una roca que se presenta en forma de canto rodado, su presencia se debe al acarreo producido por la desglaciación de fines del Pleistoceno. Seguramente, fue traída del antiguo lecho del río Rímac. Asimismo, dado que la andesita es una roca de buena calidad, se puede afirmar que su mayor presencia en peso podría deberse a la existencia de una fuente de materia prima en algún lugar relativamente cercano, quizá, de las lomas del valle bajo del río Lurin. Los cantos trabajados Utilizamos este término siguiendo a Querol y Santonja (1978), para designar a los utensilios elaborados sobre cualquier tipo de soporte lítico, en los que se ha conseguido un filo o zona útil que coincide con una parte de sus contornos, mediante un trabajo de talla que no cubre por completo las piezas. Se ha encontrado 176 de estas piezas, generalmente en buen estado de conservación (figuras 5 - 10). La cadena operativa para la producción de cantos trabajados comienza con la obtención del canto rodado, que será el

soporte para estas piezas, sean alisados, pulidos o muy pulidos. Los cantos rodados alisados corresponden a los recogidos en el valle medio del río Rímac; los cantos pulidos, que son las piezas más populares, obtenidos, quizás, del cauce mismo del Rímac, a unos 3.36 km en línea recta del monumento, son del valle bajo; los muy pulidos pertenecen a las playas más cercanas, que están ubicadas a unos 2.24 km en línea recta de la huaca San Miguel. La mayoría de los cantos trabajados presenta una fractura oblicua al eje mayor, sin contar los casos de repetición o combinación de fracturas, que podrían aumentar la proporción de este tipo. Si descartamos la posibilidad de que estas fracturas se hayan producido a causa de una diaclasa, podemos afirmar que estas se obtendrían golpeando el canto rodado original contra una esquina recta de un percutor durmiente, de tal manera que una vez fracturado recién se podrían extraer las lascas, las cuales, también, posiblemente, fueron usadas. De esa manera, es posible ahorrar tiempo y esfuerzo en la obtención parcial de un filo, el mismo que fue tallado por percusión directa con el objetivo de darle una delineación convexa al potencial borde activo.

entre ellas, solo que en el caso de las pequeñas es ampliada, empero, si se considera al tipo 14 como el más generalizado y quizás el predecesor de todos los tipos, el esquema tiene un sentido más unificador en la elaboración de cantos trabajados (figura 5). Chaîne opératoire de los cantos trabajados bifaciales: de acuerdo con los datos disponibles, se pueden definir dos modos técnicos. Uno de ellos es largo, a partir del tipo 13, el cual dará paso a dos variantes: el tipo 10, que originará al tipo 8 y terminará en el tipo 3 (si se considera al tipo 2 como el tipo derivado del tipo 6 y no del tipo 8, el esquema tendría más sentido unificador en esta técnica de elaboración de cantos trabajados), y el tipo 11, que dará origen al tipo 7, el cual dará paso al tipo 6 y este, a su vez, desembocará en los tipos 1 y 2. Asimismo, un tipo desconocido dará origen al tipo 4, el cual no tiene intermediario (figura 6).

Figura 4. Figurina antropomorfa en diabasa de la huaca 33. Altura: 4.1 cm.

Fueron los guijarros (cantos rodados pequeños) los preferidos para ser fracturados de esta forma, debido a que son, en general, de secciones elipsoidales alargadas, es decir, de poco espesor, por lo que se requiere menor esfuerzo para fracturarlos. Este tipo de fractura se hace más dificultosa a medida que aumenta el tamaño de los cantos rodados, debido a su mayor masa y resistencia a la fatiga cortante. En la huaca San Miguel se presentan los catorce tipos definidos por Querol y Santonja (1978), los mismos que se pueden ordenar en las siguientes cadenas operativas: Chaîne opératoire de los cantos trabajados unifaciales: luego de analizar las cadenas operativas de las piezas pequeñas, medianas y grandes, se observó que hay cierta semejanza

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Tipo 12 Figura 5. Chaîne opératoire de los cantos trabajados unifaciales de la huaca San Miguel.

Figura 6. Chaîne opératoire de los cantos trabajados bifaciales de la huaca San Miguel.

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¿?

Tipo 9

Tipo 14

Tipo 5

Figura 7. Cantos trabajados pequeños de la huaca San Miguel.

Los tipos de cantos trabajados definidos en la huaca San Miguel pueden ser considerados como artefactos terminados, pero también son, al mismo tiempo, fases de alguna de las dos cadenas operativas definidas; es decir, para ser usados no han tenido necesariamente que ser elaborados siguiendo todo el proceso de la cadena operativa, sino que fueron empleados de una manera oportunista (expeditiva). Son reminiscencias de anteriores periodos, que se remontan hasta el Peleoindio Superior, y, quizás, fueron usados como hendidores o chancadores. Hay una pequeña consistencia tecnológica en la obtención de cantos trabajados; es decir, hay una casi nula estandarización de las técnicas, la cual coincide con el momento histórico de poca especialización de la tecnología lítica durante el Intermedio Tardío. Se ha encontrado, también, un canto trabajado, originalmente una pieza ritual, de forma alargada y de sección subcuadrada, finamente pulido, que, sin embargo, tal vez con

la llegada de los Incas, fue convertido en un simple canto trabajado (figuras 1 y 10). Se ha registrado tres tipos de huellas de uso: las melladuras, los embotados y los picados. La melladura es una fase inicial del uso de los cantos trabajados. El embotado representa un uso aún limitado como hendidor y su borde muestra poco desgaste, con un ancho promedio de 1 mm. Por su parte, el picado es el producto de un uso intenso del artefacto, con un ancho del borde desgastado apreciable, que se encuentra alrededor de los 3 mm. El 47.15% de las piezas fue utilizado, algunas de ellas, como las picadas, intensamente. Estas piezas han sido usadas en diferentes fases de la cadena operativa, siendo una particularidad técnica y funcional de los cantos trabajados en San Miguel; de alli que hemos mantenido la denominacion de tipo en las diferentes fases de los dos grupos de cadenas operativas definidas.

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Figura 8. Cantos trabajados de la huaca San Miguel.

Lo más probable, en tanto no se haga un análisis de microhuellas de uso, es que estos artefactos habrían sido usados como hendidores, probablemente para cortar un objeto sólido sin llegar a dividirlo del todo; quizá, para romper huesos largos de camélidos con el fin de extraer la medula; para procesar moluscos univalvos de caparazón duro, como el Thaisella chocolata, en el caso de las piezas grandes; o para procesar moluscos univalvos de caparazón menos duro, en el caso de las piezas más pequeñas.

Figura 9. Canto trabajado de la huaca San Miguel.

Las porras Son doce las piezas que están en diversas etapas de la cadena operativa de la producción de porras (figuras 11 y 12). Los blanks: son piezas sobre cantos rodados de gabro, de forma circular y de sección subrectangular. La técnica empleada es

Figura 10. Canto trabajado mediano de la huaca San Miguel.

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Blank

Preforma I

Preforma II

Preforma III

Terminada

Figura 11. Cadena operativa de las porras de la huaca San Miguel.

Figura 12. Fases en la cadena operativa para la producción de porras circulares en la huaca San Miguel.

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Figura 13. Blank de porra de la huaca San Miguel.

el picado bifacial, usando un percutor de extremo poco ancho para el picado. Su peso promedio es de 702 gr y sus dimensiones promedio son las siguientes: 8.9 cm de diámetro máximo, 5.7 cm de espesor máximo, 2.5 cm de diámetro máximo de la perforación y 0.3 cm de profundidad máxima de la perforación (figura 13). Las preformas fase I: son piezas sobre cantos rodados de arcosa, de forma circular y de sección elipsoidal alargada. Las técnicas empleadas son el picado y el perforado bifacial, usando un percutor de extremo poco ancho para el picado y un percutor ancho para

el perforado. Su peso promedio es de 868 gr y sus dimensiones promedio son las siguientes: 12.4 cm de diámetro, 3 cm de espesor, 4 cm de diámetro de perforación y 0.4 cm de profundidad máxima de perforación. Las preformas fase II: son piezas sobre cantos rodados de arcosa, de forma circular o elipsoidal y de sección elipsoidal alargada. Las técnicas empleadas son el picado y el perforado bifacial, usando un percutor de extremo poco ancho para el picado y un percutor ancho para el perforado. Su peso promedio es de 374 gr y sus dimensiones promedio son las siguientes: 9.1 cm de diámetro máximo, 2.9 cm de espesor

máximo, 3.6 cm de diámetro máximo de perforación y 0.9 cm de profundidad máxima de perforación (figura 14). Las preformas fase III: son piezas sobre cantos rodados de grauvaca y granito, de forma circular y de sección elipsoidal alargada. Las técnicas empleadas son el picado y el perforado bifacial, usando un percutor de extremo poco

ancho para el picado y un percutor ancho para el perforado. Todas las piezas están fracturadas, sobre todo en forma perpendicular al plano mayor y al eje mayor. Su peso promedio es de 251 gr y sus dimensiones promedio son las siguientes: 10.2 cm de diámetro máximo, 4.5 cm de espesor máximo, 4.6 cm de diámetro de perforación, y 2.3 cm de profundidad de perforación (figura 15).

Figura 14. Preforma de porra fase II de la huaca San Miguel.

Figura 15. Preforma de porra fase III fracturada de la huaca San Miguel.

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Las terminadas: son piezas sobre cantos rodados de granodiorita, de forma circular, aunque una pieza es de forma estrellada con seis lóbulos. Sus formas de sección longitudinal son muy variadas, mientras que las secciones transversales son generalmente elipsoidal alargadas. Las técnicas de producción empleadas son el picado, el perforado bifacial, el alisado y el pulido, usando un percutor de extremo poco ancho para el picado y, posteriormente, un perforador. Casi todas las piezas están fracturadas, una de las cuales, de forma circular, se usó como percutor. La pieza de forma estrellada presenta fracturas en los extremos de cada lóbulo. Debido a que las piezas ya están terminadas, su perforación está completa y, por tanto, la profundidad máxima de perforación coincide con su espesor máximo. Su peso promedio es de 491 gr y sus dimensiones promedio son las siguientes: 10.2 cm de diámetro máximo, 4 cm de espesor máximo, 4 cm de diámetro máximo de perforación y 1.7 cm de diámetro mínimo de perforación (figura 16).

Figura 16. a: Porra circular (diámetro: 10.6 cm); y b: porra estrellada (diámetro: 11.9 cm) de la huaca San Miguel.

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Hay poca consistencia tecnológica en la obtención de las porras; es decir, hay solo una pequeña estandarización de las técnicas, lo cual coincide con el momento histórico ya que podrían corresponder al Horizonte Tardío,

periodo en el cual la porra de forma estrellada fue una pieza que simbolizaba el poder político del Estado imperial Inca. En la huaca San Miguel, se ha encontrado, prácticamente, todas las fases de la elaboración de dos tipos de porras, por lo que se constituye, quizá, en el primer lugar en donde se han detectado evidencias de la existencia de un taller que pudo estar en algún lugar cercano al sitio, que aún no se ha identificado, o que este haya estado en los alrededores y que haya sido removido durante la construcción de las instalaciones del Parque de las Leyendas. Las porras fueron elaboradas mediante dos cadenas operativas, una sobre cantos rodados muy espesos y la otra sobre poco espesos. La diferencia básica entre las dos radica en que la primera es más prolongada por la dificultad de hacer la perforación, dada su mayor profundidad, pero ambas siguen un orden esquemático: primero, un picado en una cara y, luego, en la otra. Después, se continúa con un perforado inicial en una cara y, tras ello, en la otra. Posteriormente, se desarrolla el perforado en ambas caras de manera alterna, hasta alcanzar la perforación total.

Estas porras son artefactos que posiblemente fueron utilizados en conflictos bélicos. Esta apreciación se desprende del hecho de que muchas de las piezas terminadas están fracturadas en un plano perpendicular al eje mayor, quizá, debido a su uso intenso; en cambio, las que están en proceso de elaboración, están íntegras. Este hecho, tal vez, evidencia un primer momento de encuentro entre la sociedad Ychsma y la Inca. Tras ello, se entablarían relaciones políticas de dominio por parte del Estado Inca. Los piruros Todos tienen como soporte a guijarros muy pequeños; vistos desde la parte perforada, son de forma circular y están en buen estado de conservación. Han sido elaborados a partir de un previo picado en la parte más aplanada de la pieza y, luego, han sido perforados y alisados, aunque, como veremos, algunas piezas presentan un trabajo posterior. Debido a que las piezas ya están terminadas, su perforación está completa y, por tanto, la profundidad máxima de perforación coincide con su espesor máximo (figura 17). Se definieron cuatro tipos: Tipo 1: se ha encontrado solo una pieza, elaborada en cuarcita de grano fino. Se le dio un pulido final y fue perforada unifacialmente. Su peso es de 1.3 gr y sus dimensiones son las siguientes: 1.4 cm de diámetro máximo, 1.3 cm de diámetro mínimo, 0.6 cm de espesor máximo, 0.6 cm de diámetro máximo de perforación y 0.6 cm de diámetro mínimo de perforación. Presenta decoración en forma de cuatro incisiones lineales. Tipo 2: se ha encontrado dos piezas, elaboradas en cuarcita de grano fino. Se les dio un pulido y, en general, fueron perforadas unifacialmente. Su peso promedio es de 2.6 gr y sus dimensiones promedio son las siguientes: 1.4 cm de diámetro máximo, 1.3 cm de diámetro mínimo, 1 cm de espesor máximo, 0.6 cm de diámetro máximo de perforación y 0.6 cm de diámetro mínimo de perforación.

Tipo 3: se ha encontrado ocho piezas, elaboradas en cuarcita de grano fino y, en menor proporción, en crisocola, cuarcita de grano grueso, diorita, arcosa y arenisca roja. En cinco casos, se les dio un pulido final; en otros cinco casos, fueron perforadas unifacialmente y, en el resto, bifacialmente. Su peso promedio es 4.8 gr y sus dimensiones promedio son las siguientes: 1.9 cm de diámetro, 1.3 cm de espesor, 0.5 cm de diámetro de perforación. Una pieza presenta decoración en forma de dos puntos en los extremos del cuerpo del piruro, cada uno en el centro de una circunferencia, y, entre ambos conjuntos, dos líneas en zigzag cortándose y formando dos rombos en ambos lados. Otra pieza presenta una decoración similar, pero con dos rombos. Una última pieza presenta cuatro pares de líneas paralelas diagonales de forma simétrica alrededor del cuerpo de la pieza. Tipo 4: se ha encontrado una pieza, elaborada en cuarcita de grano fino. Se le dio un pulido final y fue perforada bifacialmente. Su peso es de 6.1 gr y sus dimensiones son las siguientes: 1.6 cm de diámetro, 1.8 cm de espesor y 0.5 cm de diámetro de perforación. En la economía de la sociedad de estos periodos tardíos, los piruros tenían importancia,

Figura 17. Piruro tardío de la huaca San Miguel. Diámetro: 1.3 cm.

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ya que fueron objetos utilitarios, lo que sugiere la existencia de un grupo especializado en la elaboración de artefactos de factura compleja, quizá para ser usados por un sector popular de la sociedad dedicado a la actividad textil. Estas piezas fueron elaboradas en areniscas y dioritas, las cuales, seguramente, fueron obtenidas en las inmediaciones del sitio; es decir, fueron endógenas. Además, fueron trabajadas en cuarcitas, que seguramente fueron recolectadas en el lecho del río Rímac. Las manos Según el catálogo de análisis de manos líticas elaborado por nosotros (Silva ms.), existen cinco clases: A, B, C, D y E. El análisis de los artefactos de la huaca San Miguel definió la presencia de cuatro de estas: A, C, D y E. Clase A: son piezas que funcionan mediante un movimiento longitudinal de vaivén, ortogonal al plano del molino que, en este caso, es un batán. Modulo pequeño: son piezas sobre guijarros de granodiorita, de forma y de secciones transversales, elipsoidales y asimétricas. La sección longitudinal es elipsoidal. Las técnicas empleadas son el picado, el alisado y el pulido. Las piezas están fracturadas. Una de ellas fue usada, posteriormente, como canto trabajado unifacial grande, debido a las evidencias de golpe en uno de sus extremos y a la presencia de dos negativos de lasca. Otra pieza presenta un pulido en la zona activa, la misma que ha sido elaborada ex profeso, y es curva; además, presenta picado en el otro extremo, lo cual indicaría su posible uso como percutor. Su peso promedio es de 1.4 kg y sus dimensiones promedio son las siguientes: 17 cm de longitud, 17 cm de ancho máximo y 6.2 cm de espesor máximo.

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Modulo mediano: son piezas sobre cantos rodados de granodiorita, granito, cuarcita de grano grueso y de grauvaca, de forma elipsoidal y elipsoidal asimétrica, pero, también, en forma de pallar. Su sección transversal es elipsoidal asimétrica, mientras que su sección longitudinal

es, generalmente, elipsoidal alargada. Las técnicas empleadas son el picado, el alisado y el pulido. Solo una pieza presenta múltiples fracturas. Algunas piezas presentan una zona activa, elaborada ex profeso, en forma de banda longitudinal y algunas de ellas tienen pulido por uso. La mayoría de las piezas tiene, además, una zona activa de forma curva. Una pieza fue usada, también, como percutor grande, debido a los picados que presenta en uno de sus extremos. Otra pieza tiene manchas de grasa quemada en la superficie superior y otra está quemada en su totalidad. Su peso promedio es 6310 gr y sus dimensiones promedio son las siguientes: 30 cm de longitud, 15 cm de ancho máximo y 11 cm de espesor máximo. Dos de estas manos de granito, fueron encontradas asociadas a la “Dama de los Batanes” (contexto funerario 3 del sector III de la huaca San Miguel E). La primera tiene 31.6 cm de largo, 13.7 cm de ancho y 10 cm de espesor y un peso de 6.3 kg, con una banda de 5.37 cm de ancho como zona activa exprofesamente elaborada, y dos zonas picadas en el centro de cada cara de forma elipsoidal de 2.62 cm por 6.68 cm (figura 18). La segunda mano tiene 37 cm de largo, 18 cm de ancho, 12.9 cm de espesor y 11.7 kg, con una banda de 10.27 cm de ancho (figura 19). Modulo grande: son piezas sobre cantos rodados de granodiorita y granito, de forma elipsoidal y elipsoidal asimétrica. La sección transversal es elipsoidal asimétrica, mientras que la sección longitudinal es, generalmente, elipsoidal alargada. Las técnicas empleadas son el picado, el alisado y el pulido. Solo una pieza tiene una zona activa elaborada ex profeso en forma de banda longitudinal con un pulido de uso, aunque otra pieza que no posee banda, también, posee pulido de uso. La mayoría de las piezas tiene una zona activa de forma curva; sin embargo, una pieza presenta una zona activa recta. Otra pieza tiene una mancha de restos orgánicos de forma lineal, de entre 25 cm y 0.4 cm de extensión. Su peso promedio es de 1.8 kg y sus dimensiones promedio son las siguientes: 46.9 cm de longitud, 18.1 cm de ancho máximo y 13.6 cm de espesor máximo.

Clase C: son piezas que funcionan mediante un movimiento en semicírculo, paralelo al plano del molino que, en este caso, es un batán. Son piezas sobre cantos rodados de granodiorita, de forma elipsoidal y elipsoidal asimétrica. La sección transversal es elipsoidal asimétrica, mientras que la sección longitudinal es, generalmente, elipsoidal. Las técnicas empleadas fueron el picado, el alisado y el pulido. Ninguna pieza presenta una zona activa elaborada ex profeso, siempre son curvas. Una pieza presenta picado, lo cual revela su posible uso como percutor. Otra pieza tiene pulido en su zona activa y otra de ellas posee, además del pulido, estrías en su zona activa. Su peso promedio es de 681 gr y sus dimensiones promedio son las siguientes: 9.3 cm de longitud, 8.1 cm de ancho máximo y 5.6 cm de espesor máximo. Clase D: son piezas que funcionan mediante un movimiento en semicírculo, paralelo al plano del molino, que, en este caso, es un mortero. Son piezas sobre cantos rodados de grauvaca, de forma elipsoidal y elipsoidal asimétrica. Su sección transversal es subrectangular, mientras que la longitudinal es,

generalmente, elipsoidal alargada. Las técnicas empleadas son el picado, el alisado y el pulido. Ninguna presenta una zona activa elaborada ex profeso, siempre son curvas. No presentan huellas de uso alguno. Su zona activa posee una forma geométrica que indica un movimiento transversal al eje mayor; además, presentan restos orgánicos en la zona activa. Su peso promedio es 181.6 gr y sus dimensiones promedio son las siguientes: 8.5 cm de largo máximo, 4.9 cm de ancho máximo y 3.2 cm de espesor máximo (figura 20). De esta manera, las manos, también, están diferenciadas. Por una parte, las de movimiento longitudinal en vaivén o clase A, de tamaño grande y mediano, son simplemente cantos rodados de forma alargada usados como manos. Asimismo, son las que poseen un trabajo especial de acomodamiento de la zona activa en forma de banda pulida, la misma que, seguramente, fue elaborada por el grupo de especialistas. Las de movimiento en semicircunferencia o clase C son todas de origen natural sin elaboración previa, es decir, cantos rodados convertidos en manos, en general, para un uso indiferenciado de cualquier miembro de la sociedad. Ambas clases, A y C, son manos de batán. Las manos de movimiento en semicircunferencia, aunque cogidas desde un extremo de la pieza alargada o clase D, son,

Figuras 18 y 19. Manos y batanes de la Dama de los Batanes de la huaca San Miguel.

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Los morteros

Figura 20. Mano clase D de la huaca San Miguel. Longitud: 8.4 cm.

también, de origen natural, pero, básicamente, para ser usadas con mortero por sus formas alargadas por una clase social determinada, de acuerdo con la categoría de mortero: el mortero simple para la clase popular y el elaborado para la élite. Estas piezas fueron hechas en areniscas, cuarcitas, granodioritas y granitos, los cuales, seguramente, fueron obtenidos en forma de cantos rodados medianos o grandes en las inmediaciones del sitio; es decir, fueron endógenos.

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Las manos de la clase B, ausentes en las colecciones del Parque de las Leyendas, son de forma más o menos rectangular, de tamaño relativamente mediano, lo suficiente como para ser asidas con las dos manos en ambos extremos de la pieza. Fueron utilizadas siguiendo una línea curva vertical y transversal al eje mayor de la pieza, la misma que en un movimiento de vaivén continuo podía moler sustancias orgánicas e inorgánicas no tan duras. Esta clase de mano requiere de un molino del tipo batán plano, utilizado como yunque, de tamaño mayor o igual al largo de la mano. Las estrías que se marcan por el uso se encuentran en sentido longitudinal al área activa (paralelo al eje mayor). De esta manera, la zona de mayor desgaste de uso corresponde a aquella que entró en contacto con la superficie de molienda (Silva ms.).

Son siete piezas sobre cantos rodados de arcosa y granodiorita, aunque, también, sobre cuarcita de grano grueso, arenisca y grauvaca. Presentan una forma circular, pero, también, elipsoidal y de sección elipsoidal o rectangular (figura 21). La mayoría está fracturada. Las técnicas empleadas fueron el tallado, el picado, el alisado y el pulido. Solo una pieza presenta huellas de uso en forma de pulido en su zona activa. Otra pieza muestra quemado en el borde externo. Otra posee desgaste intencional en una sección de la superficie del borde superior y en la base del artefacto. Su peso promedio es 2021 gr y sus dimensiones promedio son las siguientes: 15.3 cm de longitud, 14.9 cm de ancho máximo, 6.2 cm de espesor máximo, 12.6 cm de largo máximo de la superficie activa y 12 cm de ancho máximo de la superficie activa. Los morteros, en general, no han tenido ninguna elaboración compleja, excepto los de forma circular (figura 22). Los primeros fueron, probablemente, elaborados por un grupo especializado en tecnología lítica de la sociedad y usados por los sectores populares en las labores domésticas. Por su parte, los de forma circular, posiblemente, fueron utilizados por la élite que controlaba los medios de producción de Maranga. Estas piezas fueron elaboradas en areniscas, cuarcitas y granodioritas, las cuales, seguramente, fueron obtenidas en forma de cantos rodados medianos o grandes en las inmediaciones del sitio; es decir, fueron endógenas. Los batanes Son tres piezas hechas sobre grandes cantos rodados de arcosa, tonalita y granodiorita, de forma irregular alargada y de sección planoconvexa. Presentan múltiples fracturas. Las técnicas de elaboración empleadas son el tallado, el alisado y el pulido. Presentan huellas de uso en forma de pulido en la cara activa, donde hay tres y diez negativos en ambos bordes, y en la cara pasiva, donde hay

tres negativos solo en un borde. Posiblemente, una fue usada como huanca, luego de su función de batán, dada su forma alargada tras la fractura. Su peso promedio es de 26.5 kg y sus dimensiones promedio son las siguientes: 54.1 cm de largo máximo, 18.1 cm de ancho máximo, 17.1 cm de espesor máximo, 9 cm de largo máximo de superficie activa, 23.1 cm de ancho máximo de superficie activa y 0.3 cm de profundidad máxima de superficie activa. Los batanes no requirieron de elaboración previa, sino, más bien, fueron recogidos en la inmediaciones como manuports y usados como tales. Su uso podría estar determinado por el grupo social que lo empleaba y dependía de la mano que complementaba la labor de molienda: si tenía una banda activa elaborada o era simplemente un canto rodado. Estas piezas fueron hechas en granodioritas, las cuales, seguramente, fueron obtenidas en forma de grandes cantos no rodados de cara aplanada en las inmediaciones del sitio; es decir, fueron endógenas. Dos batanes fueron encontrados asociados a la Dama de los Batanes (contexto funerario 3), uno de los cuales, reutilizado después de haber sufrido una fractura, era de tonalita, con 19.1 kg de peso (figura 18), y el otro de arcosa, con 26 kg de peso (figura 19). Las manos, los morteros y los batanes, seguramente, fueron usados en contextos domésticos de molienda. En la edificación, se observa un gran número de hoyos en los pisos que, probablemente, fueron usados para asentar grandes vasijas destinadas al almacenaje de productos alimenticios. En ese sentido, quizá, las manos, los morteros y los batanes fueron utilizados en la molienda de productos alimenticios, tales como maní, maíz, achira, yuca, pallar y frejol, que han sido identificados en la huaca San Miguel (véase artículo de Bellido en este volumen). Estas piezas habrían sido usadas por los grupos destinados al servicio de la huaca, quienes, tal vez, tributaban en forma de trabajo. La elaboración de los morteros sería parte del trabajo de especialistas, aun cuando su uso era más bien común.

Asimismo, se han podido encontrar dos batanes y algunas manos clase A, de tamaño grande, asociados a un entierro de una mujer llamada la Dama de los Batanes, lo que, posiblemente, indicaría que dicha mujer tenía cierta importancia, pues algunos de los artefactos de molienda muestran evidencias de haber sido elaborados ex profeso para tal fin, probablemente, por parte de un artesano especializado.

Figura 21. Mortero de la huaca San Miguel. Altura: 5 cm.

Figura 22. Mortero de la huaca San Miguel. Altura: 6.5 cm, diámetro: 22 cm.

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Las cuentas Son piezas sobre guijarros de cuarcita de grano fino, de forma circular y de sección en forma de huso bitruncado. Las técnicas empleadas son el picado, el perforado, el alisado y el pulido. Fueron trabajadas unifacialmente usándose un instrumento perforador, probablemente un cristal de cuarzo de sección delgada. Su peso promedio es de 6 gr y sus dimensiones promedio son las siguientes: 1.6 cm de diámetro, 2.1 cm de espesor, 0.5 cm de diámetro de perforación. Las cuentas, elaboradas en roca endógena, tuvieron importancia porque fueron objetos simbólicos de prestigio, quizá como parte del collar de algún miembro de la elite, por lo que sugerían una diferenciación social. Las cuarcitas fueron obtenidas en forma de pequeños guijarros aplanados seguramente en el lecho del río Rímac; es decir, eran endógenas. Los cuencos Son dos piezas de la huaca San Miguel E sobre cantos rodados de ortocuarcita y arcosa,

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Figura 23. Cuenco fracturado de la huaca San Miguel E.

sin huellas de uso visible. A partir de un canto rodado más o menos cóncavo, tal vez, se hizo un picado en la cara cóncava; luego, un picado más fino para la parte convexa; y, posteriormente, se alisó, probablemente, con dos alisadores, uno durmiente para las partes externas y otro más pequeño para las partes internas de la pieza. Una pieza es mediana, de pared paralela, borde vertical, labio plano, fondo cóncavo y base plana. La otra pieza es pequeña, en arcosa, de pared convergente, borde vertical, labio plano-convexo, fondo plano y base plana (figura 23). La figurina Esta pieza fitomorfa, de tamaño pequeño, sobre granodiorita, al parecer representa una vaina bastante estilizada de frejol de siete granos. Se trata de una pieza muy bien elaborada, a partir de un guijarro alargado de sección circular, que fue picado en las partes que serían las concavidades para modelarlas, luego, con un alisador para piezas líticas. Es bastante probable que se trate de un objeto de carácter simbólico, asociado con los ritos agrícolas (figura 24).

Figura 24. Figurina fitomorfa de la huaca San Miguel. Longitud: 8.8 cm.

Los percutores

Los manuports

Son diecinueve piezas, que quizá, tenían usos diferenciados, debido a sus tamaños distintos. Estuvieron dirigidas a tallar por percusión objetos relativamente pequeños (las piezas pequeñas) y objetos grandes (las medianas). Seguramente, fueron recogidas en las inmediaciones del sitio, en forma de cantos rodados.

La gran mayoría de estas 510 piezas corresponden a cantos rodados, que representan el 95.45%. Los cantos rodados pulidos son ligeramente más frecuentes que los alisados (figura 27).

Los núcleos y las lascas Son de dos categorías. Por un lado, se encuentra la expeditiva, que es la mayoritaria para la producción de lascas, de carácter indiferenciado, que tiene como soporte a rocas endógenas en forma de cantos rodados, como cuarcitas, dioritas y granodioritas, obtenidas por cualquier miembro de la sociedad. Por otro lado, se encuentra la formal, que es la minoritaria para la producción de lascas más formatizadas, como parte del trabajo de un grupo de especialistas, y que tendría como soporte a rocas exógenas, como el basalto y la andesita, para lo cual habría un sistema de intercambio de materia prima, sea directo o indirecto. Por otro lado, las lascas, quizá, tuvieron múltiples funciones utilitarias, como el corte, el raído o el raspado, de acuerdo con su potencial borde activo (figura 25).

Cantos rodados alisados: poseen una textura más o menos suave, pero sin brillo. Los cantos rodados alisados medianos son los predominantes. Cantos rodados pulidos: poseen una textura suave, con brillo. Los cantos rodados pulidos medianos son los predominantes.

Los misceláneos Son cuarenta y tres piezas de diversas categorías, entre las que destaca una barra rectangular, pequeña y alargada, de poco espesor, hecha sobre una laja que, seguramente, fue usada como artefacto simbólico de algún ritual aún desconocido (figura 26).

Figura 25. Desecho de talla y lascas de la huaca San Miguel.

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Figura 26. Barra rectangular de función desconocida de la huaca San Miguel. Longitud: 8.2 cm.

Figura 27. Manuports de la huaca San Miguel.

Respecto a la materia prima, se puede decir que tanto en el caso de los cantos rodados alisados, como en el de los pulidos, son las granodioritas las más recurrentes y, además, son los cantos rodados medianos de granodiorita las piezas más populares. Cantos rodados muy pulidos: poseen una textura muy suave, con gran brillo. Los cantos rodados alisados medianos son los predominantes. Respecto a la materia prima, son las dioritas las más recurrentes. Por otro lado, los cantos rodados medianos de diorita son las piezas más populares. Los manuports pudieron haber sido llevados al sitio para cumplir tareas diversas, incluida la percusión, debido, precisamente, a la densidad y forma de los mismos, los cuales son, en su gran mayoría, cantos rodados.

DISCUSIÓN

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Entre todos los artefactos líticos, los cantos trabajados son los más recurrentes y, en cierto modo, los más importantes. Estos cantos son un material casi inédito en los antecedentes de las investigaciones de las sociedades tardías de la

costa central. Quienes los han investigado, los han descrito como choppers, chopping tools o hendidores. Son de diversos tamaños, debido a la diversidad de funciones que seguramente cumplían, desde hendidores hasta percutores. Debido a lo fácil que resultaba obtener la materia prima y a su técnica muy simple de elaboración, fueron parte de una industria expeditiva, generalizada en las clases populares de la sociedad. Mercedes Cárdenas ha encontrado lo que llama “cantos rodados usados como machacadores” en contextos precerámicos en la Tablada de Lurín (1999: 58 y Lamina 35-3). Mariella Taschini ha registrado la presencia de la variedad bifacial, probablemente de la cultura Lima, en Cajamarquilla, además de raspadores burdos, denticulados y un cuchillo con dorso natural (1968). Tanto Taschini, como Guerrero y Palacios (1992), los han denominado choppers y chopping tools. En Cajamarquilla, Narváez (2006: figura 214) encontró un artefacto al que denominó “chancador”, el cual tiene atributos comparables a los cantos trabajados bifaciales tipo 11 de la huaca San Miguel. Además, en una visita a Cajamarquilla, pudo identificar algunas piezas unifaciales elaboradas en basalto. Otro

artefacto, sin ninguna descripción adicional, fue recuperado del templo viejo de Pachacámac (Franco y Paredes 2003: 252, figura 5) y presenta características similares a los cantos trabajados bifaciales. Nilton Ríos (2008) excavó en la huaca Pucllana contextos Lima Tardío y encontró una serie de cantos trabajados que son comparables a los encontrados en la huaca San Miguel. Por otro lado, en algunas visitas realizadas por este mismo investigador (comunicación personal 2006) a la huaca Aramburú o San Marcos logró identificar varias piezas de estos artefactos. Shady y Narváez (2000: 21) publicaron la foto de un camélido sacrificado con un canto trabajado cerca del cuello del animal en un contexto del Horizonte Medio, también, de la huaca Aramburú. Las porras eran elaboradas por un sector de artesanos especializado en el trabajo lítico. Así, en Pueblo Viejo-Pucará, en el valle de Lurín, del Horizonte Tardío, Makowski encontró en contexto un grupo de porras sobre cantos rodados, aunque con el plano mayor de forma elipsoidal, parecidas a las del Intermedio Tardío de Lambayeque (Zanie Sandoval comunicación personal 2010). Asimismo, “cabe resaltar la frecuencia de hallazgos de porras acabadas y de proyectiles de honda” (Makowski 2002: 160). Makowski cree, además, que dadas las “características defensivas [del sitio] y los frecuentes hallazgos de porras acabadas y en proceso de producción sugieren que una de las principales razones de asentar en este lugar entre 500 y 600 familias (a juzgar por el conteo preliminar de unidades habitacionales modulares) pudo haber sido de orden militar” (2002: 164). También, señala que “los depósitos de proyectiles y los talleres de producción de porras, muy frecuentes en la casas habitacionales excavadas, confirman la vocación guerrera de la población y, por ende, su papel como fuerza militar que tuvo a su cargo el valle y el santuario” (Makowski et al. 2005: 303). La porra de seis lóbulos de forma apuntada (estrellada), llamada también maqana, de la huaca San Miguel E, sector I, recinto 44, podría ser parte

de una larga tradición que se remontaría hasta el Formativo Medio u Horizonte Temprano de la costa central, en donde aparecen porras de cinco lóbulos de forma apuntada en el valle del Lurín (Maguiña y Paredes 2009: 344), pero, también, a periodos posteriores, en donde aparecen porras de seis lóbulos en la Tablada de Lurín (Cárdenas 1999: 138 y foto 82). En este sitio, las porras estaban asociadas a contextos funerarios de sexo masculino (Cárdenas 1999: 140). La maqana Inca nos puede ayudar a comprender su forma de uso: estaba hecha de una madera dura y oscura de chonta estrechada hacia el mango y la empuñadura, redondeada, terminaba en una cabeza estrellada (Cobo 1893: 196). Al respecto, los hombres armados con la maqana no llevaban escudo, mantenían ambas manos libres para manejar la pesada arma (Guamán Poma 1993[1615]: 116, 118, 124, 127, 129, 131 y 144). La tradición de elaborar piruros en el Parque de las Leyendas provendría, por lo menos, desde Lima Tardío o Nievería, lo cual coincide con algunos otros hallazgos de Lima Tardío en la costa central. Así, en el sitio Las Piedritas-Copacabana aparecen los tipos 2, 5 y 6 del Parque de las Leyendas (Renzo Ventura comunicación personal 2013). Los tipos 1, 2, 3 y 4 se encuentran, también, en el periodo Ychsma. Por lo tanto, hay una coincidencia formal entre los tipos 1, 2, 3 y 4 de ambos periodos; además, los tipos con decoración son básicamente los tipos 2 y 4 de Lima Tardío o Nievería y el tipo 3 de Ychsma. El hallazgo de piruros en un contexto funerario asociado con cerámica Nievería del área noreste del Parque de las Leyendas (Carrión 2006) hace pensar en la recurrencia técnica y formal en la elaboración de piruros a través del tiempo hasta el Horizonte Tardío, como los hallados en la huaca San Miguel. Además, durante el plan de monitoreo arqueológico de las obras de la laguna recreativa del Parque de las Leyendas, se encontró un piruro lítico con forma de olla, con incisiones verticales en la parte superior y asociado, probablemente, a contextos funerarios Lima Medio (Manrique 2011: Fig. 12).

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La importancia de la Dama de los Batanes podría ser apreciable, pues hay evidencia (Gero 1991; Bird 1993, Jarvenpa y Brumbach 1995, Sánchez 2005) de que las mujeres pudieron tener un papel más activo en la sociedad, sobre todo en el uso de las tecnologías líticas, ya que existe una gran variedad de actívitas en las que la mujer pudo tomar parte, sobre todo en el “conjunto de prácticas relativas al mantenimiento y cuidado de cada uno de los miembros de una comunidad, así como las prácticas relacionadas con el reemplazo generacional” (Sánchez 2005). Estos trabajos incluyen la preparación de alimentos; además, pueden implicar trabajos relacionados con la producción de útiles necesarios para llevar a cabo estas actívitas. La molienda habría estado asociada con el aprovechamiento de una gama amplia de recursos para almacenamiento. El hecho de que un conjunto de manos y batanes hayan sido encontrados asociado al entierro de la Dama de los Batanes, en un recinto con hornacinas, sugiere la posibilidad de la existencia de un ritual muy especial. Además, dicho conjunto de molienda se halló en pares, lo que sugiere una dualidad asociada a la cosmovisión de la sociedad Ychsma. Asimismo, los picados hallados en una de las manos quizás revelen que esa pieza en particular fue propiedad privada de la Dama, pues no tiene ninguna utilidad práctica. De este modo, se sugiere la probable existencia de propiedad privada de medios de producción en la sociedad Ychsma.

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Una pieza que revela el cambio de la ideología de la sociedad, tal vez en el paso del Intermedio Tardío al Horizonte Tardío, es una de sección casi cuadrada de diorita, la misma que fue trabajada mediante un pulido muy elaborado, de unos 20 cm, aproximadamente, encontrada en un relleno compacto del sector III de la huaca San Miguel E. Esta pieza se encuentra fracturada transversalmente al plano mayor y, aparentemente, en la parte central y probablemente pasó de tener un carácter sagrado a uno profano, pues sirvió como soporte para la obtención de un simple canto trabajado, aprovechando la fractura para obtener un filo característico.

Finalmente, se ha podido encontrar en los artefactos líticos una serie de indicadores tecnológicos: por un lado, industrias formales especializadas en la elaboración de porras, figurinas, piruros, cuentas, cuencos, manos con zona activa en forma de banda y morteros, y, por otro lado, industrias expeditivas indiferenciadas en la elaboración de cantos trabajados, raederas, denticulados, manos simples, batanes, obtención de lascas y objetos misceláneos. Sobre todo, los objetos simbólicos como porras estrelladas, figurinas, piruros con decoración, cuentas y cuencos revelan la existencia de claras diferenciaciones sociales entre un sector que controla los medios de producción y otro más amplio que genera la riqueza de la sociedad.

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