Los Anchieta, en Anchieta, de fines del siglo XIV a fines del siglo XVI. Ensayo de genealogía e historia social

July 29, 2017 | Autor: B. Aguinagalde Ol... | Categoría: Genealogy, Family history, Medieval genealogy
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Descripción

Los Anchieta, en Anchieta, de fines del siglo XIV a fines del siglo XVI. Ensayo de genealogía e historia social

F. Borja de Aguinagalde Director del Archivo Histórico de Euskadi Correspondiente de la R. Academia de la Historia

Mis amigos de la Cátedra P. Anchieta me han pedido una colaboración sobre el tema que encabeza este artículo para su magnífica revista. Me brindan con ello la posibilidad de retomar la presentación que hice en 1997 en el Congreso sobre el entonces beato José de Anchieta, hoy San José de Anchieta. De otra manera y mejor informado. Retomo con ello mi relación con Tenerife, particularmente grata y siempre fecunda.

1. Algunas observaciones metodológicas Los Anchieta sirven muy bien para un estudio de caso. Reflejan las vicisitudes principales de los linajes guipuzcoanos de los siglos XV - XVI, y hacen esto, además, de forma intensa y llena de matices. Es decir, se les puede estudiar desde un variado conjunto de puntos de vista. Son particularmente representativos de la sociedad en la que se desenvuelven. Siendo esto así, es obvio que escribir sobre los Anchieta para una revista tinerfeña y un público que supongo alejado de este tipo de cuestiones resulta algo complicado. No porque sea trabajoso representar a la familia y dar a conocer a sus miembros a través de un árbol genealógico, que, en su caso, es posible trazar con detalle. Después de 30 años reuniendo datos de aquí y allá, cruzando y contrastando informaciones procedentes de la práctica totalidad de los archivos públicos y privados del País Vasco, y sobre el pais vasco (Chancillería de Valladolid, Histórico Nacional, Real Academia de la Historia y manuscritos de la Biblioteca Nacional, sobre todo), el objetivo está satisfactoriamente cumplido. Ese ya no es el problema. El problema es hacer inteligible ese árbol genealógico1, una vez que he escogido ese formato para representar socialmente a los Anchieta. El problema es darle un sentido a una insípida

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Ref. los clásicos BIZZOCCHI, R. Genealogie incredibili. Scritti di storia nell’Europa moderna, Il mulino, Bologna, 1995, y BUTAUD, G. - PIETRI, V., Les enjeux de la généalogie (XIIe – XVIIe siècle). Pouvoir et identité, Autrement, collection “Mémoires”, nº 125; Paris, 2006, 229 pgs. Uno de los trabajos más inteligentes desde esta perspectiva metodológica sigue siendo el insuperado y fascinante FORMEL, F., Alliances et généalogie à la Cour du Grand Roi. Le souci généalogique chez Saint-Simon. Paris, Ed. Vendôme et du Tricentenaire, 1983-1984, 4 vols., 1054 pgs. Hasta que los expertos no seamos capaces

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lista de nombres, apellidos, fechas y trazos que ponen en relación a unos y otros. Es una cuestión sobre la que vengo llamando la atención desde hace unos años, y sobre cuyo significado no me canso de insistir. Añado un ‘caso’ más a los que llevo estudiados2. Pero en un contexto y para un público muy diferentes, lo que me obliga a extremar las cautelas y la atención para que lo que explico tenga sentido3. Mi propósito es editar la genealogía de los Anchieta, como digo. Pero no cualquier genealogía. El esquema es todo lo completo que las fuentes permiten, eso es obvio. Pero considero un fracaso historiográfico limitarse a ese objeto. De la misma manera que considero un fracaso solventar la cuestión con un tópico discurso sobre la élite, a los que tan acostumbrados nos tienen estos últimos años numerosos trabajos, todos idénticos y, por lo general, escasamente imaginativos. Antes de empezar ya sabemos que todos forman parte de la élite, a quien algunos llaman con una desenvoltura algo paleta, ‘la nobleza’. Podemos deducir así mismo que son regidores, alcaldes, y habrá quienes dirán que se integran en la oligarquía. Y, en fin, los más osados hablarán de aristocracia, movidos probablemente por el deseo de dejar claro el perfil de la familia, y, en un extremo ya casi cómico, su ‘clase social’. Discrepo muy profundamente de esta historiografía, hija de su tiempo, pero anquilosada en un discurso reiterativo y creo que superado4. No por ningún prurito de ‘novedades’. Simplemente porque, una vez que uno dedica tiempo a escudriñar pausadamente la documentación del XV-XVI (y esta es muy rica y variada), el tópico historiográfico resulta insípido, surgen muchas más preguntas que respuestas, y los atajos

de ‘reproducir’ un cuerpo doctrinal y gráfico de esta envergadura y precisión, seguiremos trabajando la historia social más a oscuras de lo que creemos. 2 Y publicando algunos. Ref., particularmente, AGUINAGALDE, F. B. de, “Churruca de Soraluce y Churruca de Motrico. Ensayo de arqueología genealógica e historia social“, Boletín de la RSBAP, 2013, pgs. 165199. 3 Este estudio se inspira en diferentes lecturas. Las que mejor sintetizan mis puntos de vista para esta ocasión son los magníficos trabajos de COSANDEY, F. (edit.) Dire et vivre l’ordre social en France sous l’Ancien Régime, Paris, EHESS, 2005; COLLAS, A. de, L’ascension sociale des notables urbains. L’exemple de Bourges: 1286-1600, L’Harmattan, 2010, 223 pgs; y DUTOUR, Th., Les nobles et la ville dans l’espace francophone à la fin du Moyen Age (XIIIe-XVe siècles). Une question en déshérence, en T. DUTOUR (dir.) Les Nobles et la ville dans l’espace francophone (XIIIe-XVe siècles). Actes de la journée d’études du 17 décembre 2005, Paris, Sorbonne, 2010, pgs 17-58. 4 Estas breves notas no son el lugar para reflexiones conceptuales. Además de los citados, me remito a algunos estudios clásicos que creo preciso conocer: DUTOUR, TH., Une société de l’honneur. Les notables et leur monde à Dijon à la fin du Moyen Age, Champion, 1998, 548 pgs; CIAPPELLI, G. – LEE RUBIN, P. “Art, Memory and Family in Renaissance Florence”, Cambridge U. Press, 2000; y los magníficos trabajos de KLAPISCH-ZUBER, Ch., La maison et le nom. Stratégies et rituels dans l'Italie de la Renaissance, Paris, Éditions de l'EHESS, 1990, 393 pgs, L'ombre des ancêtres. Essai sur l'imaginaire médiéval de la parenté, Paris, Fayard, 2000, 458 pgs y Retour à la cité. Les magnats de Florence 1340 - 1440”, París, 2006, 519 pgs.

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para hacerse la ilusión de que se entiende algo de aquella época tan fascinante, son cada vez menos eficaces, si es que alguna vez lo han sido. Y, en el otro extremo, creo que no se pueden ignorar los aportes metodológicos y conceptuales del análisis prosopográfico5, aunque a veces este esconda mucho de clásica genealogía semi-camuflada , bajo ese rechazo historiográfico tan presente y que tan bien expresa un historiador tan poco sospechoso como M. Aurell6: “il faut identifier les personnages et établir le “tableau de filiation”, expression préférable à “la généalogie” qu’il vaut mieux réserver aux écrits des médiévaux eux-mêmes sur les familles et à leur conscience de la parenté”. Análisis prosopográfico casi inédito en Gipuzkoa hasta la fecha y, en todo caso, ausente de los estudios referidos al bajo medievo. Con estas observaciones, en fin, que concluyo, persigo un único propósito, característico del historiador no apresurado, además de curioso de casi todo: sé lo que un estudio de historia familiar no debe de ser, y tengo algunas dudas sobre lo que puede o debiera ser. Es decir, ni es una ‘genealogía comentada’ ni es un estudio sobre la ‘oligarquía municipal’. Ambas alternativas están presentes en el esquema o árbol genealógico, y, siendo fiel a la correspondiente escuela historiográfica, es factible hacerlo. Los materiales quedan a disposición de otros expertos con otras opiniones. Y, para terminar con la presentación de los problemas, queda el más espinoso de todos ellos: encerrar este ‘estudio de caso’ en 30 páginas… (descontando los dichosos árboles, ‘hoja de ruta’ del texto) de las que he debido de despilfarrar ya varias.

2. Los Anchieta a fines del siglo XIV7 Se me hace difícil transmitir el asombro y la emoción que supuso descubrir, de manera absolutamente accidental, el contrato matrimonial original, escrito en grueso papel ‘de trapos’ de ‘la casa de Anchieta’, celebrado en 1409. Forma parte de los autos de un pleito civil precisamente sobre preminencias y se presenta en 15678. Qué no tendría en la torre de Urrestilla el licenciado Aquemendi, cuando se deshacía de esta, para nosotros, ‘joya’ espectacular. Espectacular, no solo 5

Ref. la presentación que hace de esta cuestión por una de las máximas autoridades en la materia, K.S.B. KEATS-ROHAN, “Biography, Identity and Names: Understanding the Pursuit of the Individual in Prosopography” en la obra colectiva dirigida por ella misma Prosopography. Approaches and Applications A Handbook, Research Linacre College, Oxford, Prosopographica et Genealogica , nº 13, 2007, 635 pgs, en las pgs. 139-181. 6 Ref. AURELL, M. (dir.), Le médiéviste et la monographie familiale: sources, méthodes et problématiques”, Brepols, 2004, 310 pgs.; en la pg.12. 7 No necesito repetir que las referencias están en la tabla genealógica, que es la base de mi relato. 8 Ref. AGG [Archivo General de Gipuzkoa], Corregimiento, Civiles de Elorza, nº 125.

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porque resucita de la oscuridad a una familia y un Solar desconocidos en esta época, sino porque no hay una docena de documentos notariales privados originales de esta antigüedad en toda Gipuzkoa. Para añadir fascinación, el texto no defrauda. Al contratar el matrimonio de su hijo - que podemos suponer primogénito,- Martín González de Anchieta, dueño del solar y otras fincas, cita a su mujer: doña Isabel Núñez Osorio. Y él se titula “caballero”, Guarda del rey y señor de la Casa Fuerte de Anchieta. Ningún término de los empleados es fortuito9 y todo es muy, muy significativo.

En el nombre de dios amen. Sepan quantos este instrumento publico de casamiento vieren como yo Martin Gonçales d’Anchieta, cauallero, goarda de nuestro señor el Rey, de la una parte, et yo Juan Martines de Yçaguirre i doña Maria Martines d’Arrieta mujer del dicho Juan Martines vecinos de la villa de salua tierra d’Iraurgui con nuestra propia y libera voluntad conosçemos i otorgamos que esposamos en uno a Lope hijo de mi el dicho Martin Gonçales i de doña Ysauel Nuñes d’Osorio10 con Domenja fija de nos los dichos Juan Martines i doña Maria Martines para los casar en uno a ley i a bendiçion de Roma segund la Santa madre Yglesia manda. E yo el dicho Martin Gonçales fago donaçion i do en casamiento al dicho Lope mi fijo con la dicha Domenja su esposa fija de los dichos Juan Martines i doña Maria Martines [roto] la casa fuerte de Anchieta con todas las tierras labradías i por labrar i maçanales i nogales i castañales i arboles de fruto lleuar i non lleuar i montes i heredades i pastos i agoas i molinos i presa i calçes i agoas de Anchieta que es entre los terminos de Oñaz e el agoa i rio que corre de Aranas e entre los términos de Achaga i Galarreta i Altuna con todos los derechos i salidas i entradas i pertenençias que a la dicha casa de Anchieta pertenesçe en qualquier manera. E mas le do en el dicho casamiento toda la mi parte que yo he i a mi pertenesçe en las tierras lavradias i por lavrar i montes i heredades i seles de Honaz i en Loyola con todas las tierras lavradias i por de lavrar i montes i heredades i mançanales i nogales i castañales que yo he 9

El léxico utilizado al referirse a las personas es una poderosa forma de organización social. Discrimina denominaciones, adjudica situaciones y define a los individuos, a los que, para empezar, identifica de manera precisa. Hay una abundante bibliografía sobre la materia, que, sobre todo, se centra en el alto medievo, pero cuya metodología es de gran utilidad. El trabajo quizás más sugerente es el que ha e e proporcionado merecida fama a su autora: R. LE JAN, Famille et pouvoir dans le monde franc (VII -X siècle): Essai d'anthropologie sociale, Publications de la Sorbonne, Paris, 1995. 10 Añadido de otra mano.

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en Alcasua. E mas le do todo el solar de ferrería que yo he en Aranaz la mayor con todas sus pertenençias i calçe i aguas i bienes i montes i tierras que al dicho solar de ferrería pertenesçen. E mas le do i fago donaçion de tada (sic) la casa i tierras i mançanales i heredades i nogales que yo he en Landeta i Yriozqueta i en Ypença que yo oui por conpra de Martin Sanches de Mendiçaual que son teniente las // (1 vlto.) tierras i heredades de Miguell Sanches de Mendiçaual su hermano e todos los bienes i reyses que yo he en todo el termino de Yraurrgui i a mi pertenesçen en qualquier manera” La novia procede de dos de las familia características de la villa de Azpeitia: Izaguirre o Eizaguirre y Arrieta. Familias ambas de letrados y, la primera, particularmente amplia en el último tercio del XV. Trae una dote muy considerable: las casas de sus abuelos paternos, que se citan, ‘en la rua mayor’, cubas, la mitad de la casa de Anduti, 32 cabezas de ganado vacuno y 200 doblas “coronas de buen oro”. La relación de testigos es una de las más antiguas de Azpeitia11. Son, para empezar, numerosísimos, lo que no es habitual; y representan a la mayor parte de las familias relevantes de la villa entre el XV y el XVI: Sancho Pérez de Berroeta, Pero Pérez de Beyçama, Yñego Martinez de Beyçama, Yñego Sanchez de Goyaz, Pero Sánchez de Odria, Lope Perez de Aranguren, Pero Ibáñez de Acharan, Juan de Arguirabe, Pero Sanchez de Emparan, Sancho Martinez de Yçaguirre, Ochoa Martínez de Yçaguirre, Joan Martinez de Olaberrieta, Martin Martinez de Holoçaga, Pero Martinez de Ugarte, Juan de Anchieta, Iñigo Lopez de Oñaz. Lo mismo los fiadores, entre los que figura un Sancho López de Anchieta12. Los Anchieta entran en la historia de forma magnífica, inesperada13. Su solar es ‘casa fuerte’, su cabeza, Martín González, es un ‘caballero’, Guarda del Rey, y acredita un estatus que le permite casar, por la fecha del contrato en el último tercio del XIV, con una Núñez Osorio, del poderoso linaje leonés de los Osorio, cuyo miembro más prominente en los primeros años del XIV es el Conde de Lemos y Trastámara Alvar Núñez Osorio (m. 1329), Guarda mayor del rey y su privado. Un caso inusual en Gipuzkoa, cuyo paisaje social ha estado tradicionalmente ocupado por esas ‘luchas de bandos’ movidas por poderosos ‘parientes mayores’. En cuya nómina nunca se ha citado a un Anchieta, que, a lo más, la teoría ortodoxa le haría crecer a la sombra de los Loyola en la segunda mitad del XV. Anchieta (¿vuelve de Leon?) organiza el matrimonio14 del heredero en Azpeitia, de donde nunca más se moverán, si no es para acudir a negocios a la Corte, a litigar a la chancillería o en servicio del rey un poco por todas partes: Indias, Aragón … Canarias. 11

Se otorga ante dos escribanos, práctica habitual en este tipo de negocios: Juan Pérez de Otálora – probablemente tío de la novia y, en cualquier caso, primer miembro conocido de esta familia de escribanos de la villa, extinta a inicios del XVI- y Martín Martínez de Galarreta. 12 Junto a Sancho Pérez de Recalde, por parte de Anchieta; y tres por parte de los Eizaguirre: Juan Pérez de Oyanguren, Juan Martínez de Lehet –sin duda cuñado del señor de Loyola coetáneo, hermano de doña Ochanda Martínez- y Ochoa Pérez de Eyçaguirre. 13 Se conserva memoria de algún otro Anchieta en documentación municipal de la segunda mitad del siglo XIV: Ochoa Ortiz y Juan Garcia. 14 Se especifica en el contrato que casarán cuando lleguen a edad, luego son aún muy niños.

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No hay forma de saber cómo hace una carrera tan singular, ni por qué ignora las posibilidades que ofrece el clan Osorio, del que procede –y no es preciso ser un genio para suponerla ilegítima- su mujer, que dispensa poderosos parentescos a sus hijos. Tampoco se le identifica en los estudios sobre los Osorio conocidos15. Pero los Anchieta son ricos en sorpresas. Una vez más, se esconden en un archivo insospechado: en el único expediente de órdenes militares del XVII guipuzcoano que incluye pruebas medievales. Para ser precisos, se trata de un navarro hijo de azpeitiano, el capitán Juan López de Ugarte, quien presenta pruebas para vestir el hábito de Calatrava16 en 1621. Su padre es el Veedor Lope González17 de Ugarte, dueño de las casas de Anchieta-Ugarte18, Criado del Rey19 y Veedor de las Obras de la fortaleza de Pamplona, además de Sr. del palacio, lugar y términos de Eransus por matrimonio. Don Lope es ilegítimo (la mujer de su padre es, por cierto, una Anchieta…), y Juan López tiene mucho interés en probar la nobleza de esta ascendencia paterna. Presenta para ello los contratos matrimoniales de 1442 de sus re-bisabuelos, Lope de Ugarte, natural de Markina20, y doña Elvira de Anchieta, hija de un Martín González de Anchieta. La novia aporta los bienes de sus padres: “todas las casas de morada con todo su fastillamiento e bodega e cubas o bastago que hauemos en la dicha villa de Saluatierra de Yraurgui en la calle de Emparan, con el solar de cassas que es atheniente a las dichas cassas las quales dichas cassas e solar se atienen de la una parte a las cassas e solar de doña Maria de Arrieta e sus herederos e de la otra parte a las cassas de doña Domenja de Lasao e detrás a la cerca de la dicha villa e delante a la calle del Rey e mas … toda la parte que al dicho mi marido y a mi nos pertenecia e pertenece en los molinos de Emparan e Soreasu que son a cerca la dicha villa con sus aguas pressa e calces e privilegios … 15

Ref. el último trabajo relevante sobre esta familia SALAZAR ACHA, J. de “Los Osorio, un linaje de más de mil años al servicio de la Corona“, Anales de la R. Academia matritense de genealogía, IV, 1996-97, pgs. 143-182. El conde de Lemos es el único en utilizar el patronímico Núñez, frente al habitual Alvarez del resto de hermanos y sobrinos. En la Colección Salazar y Castro, vol. D-31, fols. 246 y 253, hay varias genealogías de la familia, de mano del mismo Salazar, con algunos datos más que permiten imaginar la ubicación de esta doña Isabel en el árbol genealógico de Osorio. Quizás las fuentes gallegas y del entorno Osorio puedan proporcionar sorpresas. 16 AHN, Ordenes Militares, Calatrava, expdte. 1449. 17 Utiliza el González en Azpeitia, no en Navarra. Signo de que el patronímico tiene lecturas diferentes según los contextos sociales. González en Azpeitia tiene sentido. 18 Que en 1.11.1586 vende a doña Magdalena de Olano, Sra. De Alzolaras por matrimonio. 19 De paso al Rio de la Plata en 1537, hace probanza de sus servicios y de nobleza de su padre y abuelos: AGI, Patronato, 94, N.2, R.2 20 ¿Qué hace un segundón de los Ugarte en Azpeitia?. Dificil saberlo. Lope es nieto de Gonzalo de Ugarte, co-patrono de Markina-Xemein con los Barroeta, primo carnal de Fernando, “el más conosçido escudero de toda Viscaia”. Conserva bienes en Markina (la casería y molino de Otaola, al menos), que vende su único hijo, Lope González de Ugarte, vecino de Azpeitia, en 22.08.1474, a Lope Ibáñez de Cenarruzabeitia, armero, y a su mujer doña Teresa Ibáñez por 95.000 mrs. (Ref. “Colección documental del archivo municipal de Lekeitio (1475-1495)”, en Fuentes documentales medievales del Pais Vasco, vol. 38, pg. 140 y ss). En el doc. posterior, nº 39, de fecha 28.05, doña “Maria Ybannes de Villconna” (sic, por Vicuña), mujer de Lope, aprueba esta venta. En las casas de ambos “que son en la dicha villa ateniendo al portal que salen a la torre de Enparan a la mano esquerda” (es decir, las que proceden de Anchieta). En el expediente de Calatrava se incorporan varios documentos otorgados entre Azpeitia y Markina por los Ugarte.

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Iten mas … toda la parte de todas tierras e mançanales vienes e heredades … en el lugar llamado por su nombre Hoçaca … las tierras labradías … entre las tierras de Emparan, yten mas … la casa y caseria e tierras … en el lugar que es llamado y conoçido por su nombre Lapaça” El novio aporta la importante suma de 1.000 coronas21. ¿Qué imagen nos dejan estos Anchieta del primer tercio del XV?. Parcial, obviamente (nos basamos solo en dos documentos…), pero elocuente. Como ya he señalado, es de los poquísimos linajes guipuzcoanos de los que tengamos documentación urbana tan antigua. Pero su capacidad para provocar una determinada visión sobre la sociedad coetánea es limitada. Tenemos en el entorno otro linaje, considerado tradicionalmente como el más importante de la comarca, el Solar de Loyola, que nos puede ser de utilidad. Conserva un archivo relativamente copioso, cuya documentación medieval ha sido editada22 y se puede, además, consultar en web23. Aunque estos Anchieta no son personajes completamente desconocidos24. En 1935, Ildefonso de Gurruchaga publicaba unos documentos sobre los Loyola25, entre los que, en una concordia de 1435 con los de Emparan, se hace referencia a unos Anchieta, no identificados, los quales se atreven queriendo trabajar porque entre nosotros non aya concordia e en especial al presente Lope de Anchieta e Martin Gonçales su hermano e Martin Martines de Anchieta su tyo estan dibysos de los dichos solares de Loyola e Enparan e ponen divisyon quanto pueden Por cuya consecuencia, Loyola y Emparan se comprometen a no tomar alguno dellos en nuestras treguas ni en otro cargo ni comienda alguna para los ayudar ni defender ni les fazer otro parentesco alguno de ayuda e defendimiento Ahora sabemos algo sobre quiénes son, pero ignoramos que tipo de ‘indivisiones’ querían provocar entre los Loyola y los Emparan. De hecho, este de 1435 es uno de los documentos públicos más antiguos de las familias Loyola y Emparan, de las que solo hay referencias fragmentarias precedentes. 21

Según nota dorsal del documento, desde entonces la casa de Anchieta se llama de Ugarte, junto con el tercer asiento y sepultura en la iglesia. 22 Ref. DALMASES, C. de , Fontes Documentales de S. Ignatio de Loyola. Documenta de S. Ignatii familia et patria, iuventute, primis sociis, MHSI, vol. 115, Roma 1977, con completa genealogía en Apéndice; así mismo, DALMASES, C. “Genealogía de la familia Oñaz-Loyola de los siglos XII al XVII”, Manresa, vol. 50, 1978; y “Los testamentos de tres parientas de San Ignacio”, Manresa, vol. 53, 1981, pgs. 55-72 y 211226. 23 Ref. www.eah-ahe.org 24 El libro de ELIAS ODRIOZOLA, I., Juan de Anchieta. Apuntes históricos, San Sebastián, 1981, 120 pgs. aporta muchos datos y detalles de interés. 25 Ref. GURRUCHAGA, I., “Notas sobre los Parientes Mayores. Treguas y composiciones de la Casa de Loyola. Documentos”, RIEV, 1935, pgs. 481-98. Tambien estos documentos están fuera de sitio: protocolizados por el escribano Asencio de Urquiza en el protocolo de los años 1546-59 (AHPG, Azpeitia, nº 41). Ref. así mismo DALMASES, nº 17.

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Se trata de un acuerdo que sanciona la preeminencia de los Loyola en Azpeitia, materializada en el monopolio del derecho de patronato sobre la Parroquia, que le disputaban los Emparan y que ahora Loyola asume en exclusiva. Acuerdo de largas consecuencias, pues convertirá a este en el linaje de referencia en el entorno social de Azpeitia hasta su extinción el siglo XVII. Es fácil comprender que los Anchieta interfieran para confortar su posición social y obtener un lugar preeminente en el entorno de linajes. Sin éxito. Al menos aparentemente, habida cuente de la pobreza de las fuentes documentales. Pero habida cuenta, también, de que, todavía cien años después, el consenso social de los vecinos de Azpeitia y su entorno, al establecer la jerarquía social coincide en el orden: 1º Loyola, 2º Emparan y 3º Anchieta26.

Aunque sí existe una singularidad de estos tres linajes en el entorno de 1420/40: los cabezas de Loyola y Emparan forman parte de la incipiente red de linajes rurales, asentados en sus torres y ‘casas fuertes’, en lugares más o menos cercanos a las villas: Lope Garcia de Lazcano es, desde 141327, el señor consorte de Loyola28, y Martín Pérez de Emparan y Balda, quien, como Loyola, ronda los 45 años, está casado con la sobrina de este, doña Mª López de Amézqueta Lazcano, y es, además, señor de otros dos solares, Murguía de Astigarraga y Estenaga de Idiazabal.

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Como expresan en el citado proceso por preeminencias. AGG, Elorza civiles, nº 125. HENAO utilizó el contrato matrimonial, que extracta en su conocida genealogía de la casa. Ref. HENAO, G. DE, “Libro de la Genealogía de San Ignacio de Loyola, Fundador de la Compañía de Jesús“, original en el Archivo de Loyola (ref. http://dokuklik.snae.org/badator_zoom.php?cdc=045&cdd=00555), editado en los últimos volúmenes de la reedición de las obras de G. de Henao de Tolosa de 1894. El documento ha desaparecido, como tantos otros del archivo de la casa de Loyola, que, además de ser comentados por Henao, figuran en viejos inventarios del Archivo. Consta de algnos que se llevaron a los diferentes pleitos por el mayorazgo litigados y recurridos en todas las instancias judiciales de la monarquía el siglo XVII y XVIII. 28 En su testamento de 1441 (ACL, editado por DALMASES, op. Cit. nº 12) no cita padres y sí algunos parientes de Segura, Zaldibia y Tolosa. 27

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En ambos casos, solo los cabezas de linaje buscan matrimonio dentro de esta red familiar, mientras que los demás hijos e hijas se casan en las villas próximas. Una vez más, la evidencia no coincide con un supuesto enfrentamiento entre dos mundos, rural y urbano. Ambas elites se funden, porque se necesitan. La antigua y, como no podía ser de otro modo, rural, necesita de la nueva, a la que dispensa un pasado que no posee, prestigio y visibilidad; y la nueva funciona con unos parámetros muy similares, de forma y manera que, ausente una precisa ‘conciencia de grupo’, como me parece obvio, pues acaban de iniciar un rápido ascenso, no tienen otro referente elitario mejor ni más próximo. Sucede algo parecido con el ascenso de los ‘squires’ en Inglaterra en esta misma época. Creo que las observaciones de M. KEEN, refiriéndose a los ajustes que se operan en la jerarquía social cuando se producen el ‘ascenso’ de un grupo social y esta queda en entredicho, son útiles: “the word ‘rise’ needs to be handled with caution. There is no hint in it … seeking consciously as a social group to push themselves … We are not witnessing the ‘arrival’ of a new class or estate … but seems rather to represent an ajustement of the hierarchical scales”29 Si repasamos la genealogía de los Loyola, observaremos que la primera generación conocida refleja este esquema, mientras que de la precedente sabemos bien poca cosa. Y, ‘a contrario’, no encontramos a los Loyola casados en otros linajes rurales prominentes. Como afirma COLLAS, “l’antithèse radicale entre un noblesse campagnarde adonnée au métier des armes et une bourgeoisie urbane purement marchand ne tient plus, l’analyse en termes de conflict de clase ou d’ordre, pas davantage … le sentiment de l’honneur est la valeur fondatrice du lien social … et ses nuances subtiles, le fondement de la hierarchie”30 Yo mismo vengo manteniendo este punto de vista desde hace años31. De los Emparan estamos menos informados32, pero en el caso de los Loyola es rotundo.

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Ref. KEEN, M, “Heraldry and hierarchy: esquires and gentlemen”, en Orders and hierarchies in late Medieval and Renaissance Europe (DENTON, J. ed.), Toronto, 1999, pgs. 94-108. 30 Op. Cit. pg.7. Creo que es DUTOUR quien, una vez más, aúna el ingenio y la claridad para, de algún modo, zanjar esta cuestión de manera definitiva. Ref. DUTOUR, TH. “Les nobles et la ville dans l'espace francophone (XIIe -XVIe siècles) ou pourquoi poser un problème résolu depuis trois cents ans”, en Histoire urbaine, 2007/3 n° 20, p. 153-170. 31 Ref. AGUINAGALDE, F. B. “La genealogía de los solares y linajes guipuzcoanos bajomedievales. Reflexiones y ejemplos” en La lucha de bandos en el país Vasco: de los parientes mayores a la hidalguía universal. Guipuzcoa, de los bandos a la Provincia (siglos XIV a XVI), UPV-EHU, 1998, pgs. 149 – 206. Recientemente A. ARAGON RUANO ha dedicado un largo y bien documentado artículo a estas cuestiones, que interpreta de manera similar. Ref. ARAGON RUANO, A. “Linajes urbanos y Parientes Mayores en Guipúzcoa a finales de la Edad Media (1450-1520)”, en En la España medieval, 2012, vol. 35, pgs. 249-283. 32 Empezando con que existen dos solares, yuso –una vez más el más importante, de Pariente Mayor, que es el que figura en 1434- y suso.

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Anchieta se distancia de los linajes de la cúspide social en estos años probablemente por trayectoria, antigüedad y rentas, y no consigue, si hemos de creer a Loyola y Emparan, interferir en este arreglo que, sin duda, va a consolidar la situación en un futuro inmediato.

Cuestión de unos pocos años: no han pasado 20 que Martín García, señor de Anchieta yuso, casa con la hija de estos Loyola, doña María Veraiza33, la del exótico nombre que transmite a sus hijas y nietas. Pero se trata de ‘otro’ Anchieta, como luego veremos. O, lo que es aún más llamativo, el contrato matrimonial citado de Ugarte-Anchieta de 1442 se otorga “delante la casa fuerte de Loyola”. Referencias que vienen a descomponer un cuadro que creíamos bastante coherente de un ‘cierto’ enfrentamiento entre linajes (que reconforta esa idea tan estable de la historiografía vasca del perpetuo conflicto social bajomedieval) y proyecta sombras sobre una esquema cómodo para nosotros pero seguramente irreconocible para los protagonistas. Las relaciones son fluidas, los enfrentamientos se reconducen, o son más livianos de lo que creemos o queremos, y otros eventos que desconocemos interfieren en estas relaciones: otros linajes, muertes y matrimonios, eventos políticos, etc. Y, desde luego, un dato, un evento, no define una identidad. Ni hoy ni entonces. Podemos afirmar solo que Loyola es el linaje de referencia, al que hay que arrimarse –esto es, casarse- para hacer visible el éxito social y el acceso a la élite. Y, como tal linaje de referencia, difícil de definir de manera unívoca, versátil, con múltiples facetas o semblantes. Urbano y rural, deslocalizado entre Oñate y Azkoitia, prolífico, por cierto, con nexos en la Corte,… Durante 40 años los Anchieta desaparecen; no hay documentación sobre la familia, a la que reencontramos en el último tercio del XV. Pero ellos se saben descendientes de estos a los que citamos, y en 1568 los hermanos Anchieta – Garagarza se referirán a memorias recogidas de sus padres y abuelos sobre un “caballero de Anchieta” y recordarán cómo los Anchieta “habían tenido cargos en la casa real de España”.34

3. Los Anchieta en 1490. Algunas precisiones La relativa abundancia de fuentes documentales para los primeros años del XVI en Azpeitia y su comarca, permiten reconstruir la familia desde el último tercio del XV. Tenemos, aparte el archivo 33

‘Veraiça’ es uso onomástico derivado de Velez; se convierte en nombre propio y como tal es usado por sus descendientes y algunas sobrinas. Es sorprendente y me hace pensar en un origen sugerente para su abuelo Beltrán. ‘Beltrán’ y ‘Vélez’, usados por la misma familia, y extremadamente inhabituales en esta época, remiten al entorno de los Guevara del XIII-XIV… 34 Ref. AGG, Corregimiento, Civiles de Elorza, nº 125. Testimonios del proceso de 1567/8 promovido por el lic. Aquemendi sobre sepulturas y preeminencias de la casa de Anchieta.

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municipal, los protocolos notariales35, el archivo parroquial y varios archivos de familia, entre los que descuella por su riqueza el de los Loyola. Del de la familia Anchieta se pierde la pista a mediados del XX. Leer todo este material, cruzar datos, cotejar otros y desechar o confirmar hipótesis es un trabajo muy minucioso que doy por concluido36. Ofrece resultados asimétricos: a) Los Anchieta ‘en grupo’. La secuencia de los propietarios de las casas principales de los Anchieta y la relación de los miembros de la familia se puede establecer de manera precisa. Dos casas o solares en Urrestilla (barrio de Azpeitia), la que se denomina indefectiblemente Torre de Anchieta (o Anchieta yuso), y el solar de Anchieta de suso; y varias casas en la villa y en el arrabal. A las que hay que añadir las edificadas en frente de la iglesia por el abad de Arbás, el músico don Juan de Anchieta (m. 1523), las únicas conservadas en Azpeitia. b) Los Anchieta aislados. Es imposible situar en el entorno de estas familias de propietarios a otros Anchieta citados en la documentación: propietarios de menor relieve, artesanos, arrendatarios37. Empezando por el más antiguo, don Martín, rector de Azpeitia (1451)38, desterrado hacia 1471 por instigar el asesinato de un clérigo de la familia Loyola, y padre del bachiller Juan Martínez39; el pintor Pedro de Anchieta, activo el primer tercio del XVI, el ‘bastero’ Martín Martínez, varios Juan de Anchieta (Juan López, Juan Pérez, Juan ‘a secas’), entre los que el sastre, abuelo del Santo José. Hasta el extremo de que es muy difícil situar al propio músico y capellán de los Reyes Católicos y su hijo el infante heredero don Juan, el citado Juan de Anchieta (m 1523), o su homónimo el famoso escultor activo en Castilla, Navarra y Gipuzkoa Juan de Anchieta (1538/9-1588)40. 35

El protocolo de Azpeitia conservado (AHP, Oñate http://oinati.gipuzkoakultura.net) empieza temprano, con los registros (1502) de Domingo de Egurza. En el Archivo municipal de Azpeitia se conservan dos registros del escribano Juan Pérez de Eizaguirre, de 1487-88 y 1495-96. Para la reconstrucción familiar que sigue, he consultado sobre todo los protocolos 1 a 22. 36 Ese trabajo al que me refería al inicio. Reconstruir genealogías en época de lagunas documentales se parece mucho al oficio de arqueólogo, con una parte importante de formulación de hipótesis y usando de manera intensa diferentes ángulos de análisis: onomásticos, geográficos, sociológicos. Nada que ver con la genealogía a partir del XVI, que permite el detalle, la comparativa, la estadística… 37 Como ya puse de relieve en mi artículo precedente, AGUINAGALDE, F. B., “Doña Teresa de Celayaran, abuela del beato Anchieta”, in Estudios canarios, 1996, pgs. 257-70. 38 Ref. nombramiento en DALMASES, C. de, op. Cit. Nº 13. 39 Las vicisitudes de este suceso lleno de significados en ARCh. (Valladolid), escribanía de Quevedo, fenecidos, leg. 287. 40 De la afición desmedida por ‘encajar’ a unos y otros anchietas en un único ‘arbol’ que ha animado los estudios biográficos son los mejores ejemplos los trabajos de los jesuitas COSTER y PLAZAOLA, a los que ya me referí en mi artículo citado sobre doña Teresa de Celayaran. Es obvio que ambos se guiaban por el deseo de unir a unos y otros en el más vasto fresco familiar de los Loyola. Ref. COSTER, A Juan de Anchieta et la famille de Loyola, París, 1930, 322 pgs, y J. PLAZAOLA, Los Anchieta: el músico, el escultor, el santo, Bilbao, Mensajero, 1997, 224. Todavía en 2007, don Antonio RUMEU DE ARMAS (en el que, si no me equivoco, fue su último artículo) insistía en esta cuestión de manera algo pintoresca, “El linaje de Anchieta en la isla de Tenerife”, Anuario de estudios atlánticos, 2007, vol.57, pgs. 427-444.

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Precisamente esta abundancia repentina de documentación, lejos de confortar nuestras suposiciones sobre élites, nobles, clases … y todas estas explicaciones tan fáciles como engañosas (como decía antes), lo que hacen es sembrar dudas y plantear preguntas.

En primer lugar, porque no tenemos nada parecido de las dos generaciones precedentes. Es decir, los Anchieta (el ‘estudio de caso’ al que me refería) asoman en grupo, pero asoman en orden disperso. Ellos saben de sus parentescos, sus bastardías, legitimidades, herencias… saben perfectamente qué lugar ocupa cada uno en la familia y en el orden social más próximo, que son las referencias de organización del grupo inmediatas. Y, en segundo lugar, porque la documentación no es inocua ni objetiva por sí misma. Incorpora, eso sí, informaciones objetivas; pero también incorpora datos implícitos, de los que, por ejemplo, tienen particular importancia los usos patronímicos, como luego comentaré. No siendo inocua41, quienes ocupan el vértice de la jerarquía social, la modesta élite local, son los protagonistas principales de esta documentación. Acuden al escribano, tienen intereses que defender en los juzgados y se mueven entre letrados. Azpeitia en estos años es una villa muy próspera, que dobla su población, según los vecinos, entre 1470-151042; junto a su vecina Azkoitia es, además, lugar de residencia de

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No hay mucha bibliografía relevante sobre este tipo de cuestiones (aunque no falten ‘referencias’ más bien reiterativas y tangenciales en muchos trabajos). Ref., aunque sea para un época algo anterior, el fantástico libro de CAMMAROSANO, P. Italia Medievale. Struttura e geografia delle fonte scritte, Roma, 1991. Es uno de los clásicos en estas cuestiones. Ref. especialmente el capítulo 4, scrittura notarile, memoria privata, narrazione storica, pgs. 267 y ss. 42 Ref. el proceso de 1509 sobre reparto de diezmos y nombramientos de seroras, entre el patrono Loyola y le rector don Juan de Anchieta. El notorio aumento de población exige aumentar el número de clérigos en servicio en l aparroquia, lo que influye en el reparto de diezmos y primicias. ARChValladolid, Quevedo, Fenecidos, 1282-1.

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mercaderes y ‘funcionarios’ de la monarquía, que precisamente en estas generaciones (entre 1480 – 1540) adquieren prestigio y riqueza suficientes como para edificar casas suntuosas: los Idiacaiz, Zuazola, Recalde, Zurbano, Alcega o Vicuña, además de los Loyola, Emparan o Balda. Pero no olvidemos que el objeto de este estudio no es publicar una genealogía. Esta es, como decía, el medio para hacer inteligible una sociedad y, en su caso, un linaje. Una columna dorsal sobre la que apoyar hipótesis, sugestiones, intuiciones. En consecuencia, el objeto no es integrar a los Anchieta en un único esquema o árbol genealógico, sino construir el árbol posible y enumerar a ‘los demás’, a partir de las escuetas reflexiones sobre las fuentes documentales que acabo de exponer. En primer lugar, pues, aparición en grupo, bien representados en número, pero asimétricamente documentados. En un contexto familiar y social, que es necesario precisar. Un contexto que, por ejemplo, hace inteligible la posición de los Anchieta en la jerarquía social al situarlos en relación a otras parentelas en su entorno natural. Para el periodo 1480-1530, la documentación de Azpeitia dibuja de forma nítida, recurrente, una red local de parentelas, enlazadas y contra-enlazadas unas con otras, que es muy densa pero muy limitada. Pivota en torno a media docena de linajes, y su centro, su referente, es el linaje más relevante de la comarca, los Loyola. Loyola dispensa prestigio, parentescos, relaciones, y por algún motivo que no sé explicar, se convierte en 30 años en el abuelo de los principales linajes de la villa de Azpeitia. Todos ellos casan con hijas y/o nietas de la casa, y, en su caso, con sus hermana/os y cuñada/os. De forma y manera que es factible identificar un grupo poderoso y rico43 cuyo núcleo duro está integrado por los Vicuña, Ugarte, Alzaga, Anchieta, Eizaguirre y Oyanguren; y sobre el que se mueven otros, como los Zuridi, Esurola, Egurza, Olaberrieta... Los Loyola pueden promover matrimonios ventajosos con las familias emergentes, pero no pueden garantizar –como es el caso- que se trate de gentes con éxito, emprendedores, ricos, etc., etc. Pueden favorecer la creación de una red de influencia, pero no pueden garantizar la permanencia y éxito de esta, como de hecho ocurrió. Y no hay que olvidar que también el poderoso linaje ‘de referencia’ necesita confortar su imagen y su prestigio consiguiendo enlaces con las familias más relevantes del entorno. El intercambio de dotes – unicamente económico- es importante, pero el intercambio de valores intangibles lo es más, sin ninguna duda. Unos apoyan a otros y juntos proyectan esa imagen de élite rica, distante, ‘linajuda’, en terminología coetánea… que es, invariablemente, una imagen de grupo. No se olvide que la prosperidad se alcanza y, sobre todo, se consolida y mantiene, únicamente en grupo, para lo que es preciso respetar ciertos mecanismos de solidaridad. Raramente se consigue en solitario… al menos en 43

En cuyo derredor fluctúan otros linajes, alguno extinto: Esurola, Zuridi, Arrieta o Mendizabal.

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esta época. Esto, que pudiera parecer una obviedad, es uno de los rasgos distintivos de la sociedad guipuzcoana de los siglos XV en adelante. Es una sociedad cuyas élites poseen la conciencia clara de que solo se pueden mantener en red44. La red recién consolidada hace de catalizador y de referencia para la ‘segunda generación’. Será el punto de anclaje de los Zurbano, Olózaga o Elola. Pero es también una red con debilidades. La principal, la incapacidad para garantizar su futuro de manera estable. Los Vicuña, los Ugarte y la mayor parte de las ramas de los Anchieta desaparecen tan rápido como emergen. Se extinguen por falta de herederos, y sus bienes, capital social, prestigio, son asumidos por otras familias (como es el caso de los Alzaga con los Vicuña) o, simplemente, se desvanecen. Algo que era imposible predecir… La alternativa es garantizar la estabilidad de las haciendas. Es fácil imaginar la extinción biológica, que, además, siendo un proceso que se escalona a lo largo de los años, no toma a nadie por sorpresa; pero es posible ponerle remedio consolidando el mantenimiento de las casas, torres y palacios rurales o urbanos en la sucesión de sus fundadores a través de figuras jurídicas como el fideicomiso o mayorazgo, instituto de origen romano, que es precisamente en estos años cuando surge con fuerza en la comarca (como, del resto, en el conjunto de la provincia de Gipuzkoa). Además, esta extinción biológica de las élites urbanas es un fenómeno que se detecta de manera generalizada en las villas guipuzcoanas coetáneas. Y no siempre unas familias sustituyen o heredan a otras. Las fincas se venden y los espacios sociales y físicos (las casas y torres bien situadas en el tejido urbano son espacios muy escasos y, por ende, codiciados) se ocupan por nuevos linajes. En nuestro ‘estudio de caso’, sucede con las casas principales de los Ugarte –que proceden de los Anchieta, como hemos visto- o las casas de Anchieta de suso en la calle de Emparan, vendidas por Lope García de Anchieta y Loyola al obispo Martín de Zurbano en 1508 y 1509.45 No es este el lugar para detenernos en esto, pero es sabido que las familias emergentes en el entorno urbano –nunca hay familias emergentes en entornos rurales- necesitan consolidar su reputación adquiriendo las ‘casas adecuadas’, esto es, las mejor situadas46. Como es el caso del Maestro Martín de Zurbano, alias “de Azpeitia” (m. 10.1516), Canónigo de Santiago de Compostela y Ciudad 44

Es un fenómeno común a todas las élites a lo largo de la historia. Para España, los estudios son muy numerosos para el XVIII, y tienen el suficiente cuerpo doctrinal y científico como para poder ser considerados ya como una ‘escuela’. Su principal animador es el profesor J. M. IMIZCOZ, cuyos alumnos van terminando y editando trabajos brillantes. Ref., por ejemplo: IMIZCOZ, J. Mª (dir.) Redes sociales y patronazgo. Aproximación al entramado social del Pais Vasco y Navarra en el Antiguo Régimen (siglos XV-XIX), UPV-EHU, Vitoria, 2001; o IMIZCOZ - OLIVERI (edit.), Economía doméstica y redes sociales en el antiguo Régimen, Silex, 2010. Uno de los análisis más lúcidos sobre los mecanismos de las élites es el de GONCALVÈS, D. Le planteur et le roi. L’aristocratie havanaise et la couronne d’Espagne (1763-1838), Madrid, Casa Velazquez, 2008. Yo mismo he hecho alguna incursión en el XVIII. Ref. AGUINAGALDE, F. B, “De Caballeros de Hábito a diplomáticos ilustrados: los Corral de 1630 a 1810. Notas sobre la estructura social y familiar en Gipuzkoa en el Antiguo Régimen”, BRSBAP, 66 (2010), págs. 457-478. 45 Archivo del Conde del Valle; Mayorazgo de Zurbano, leg. 1. 46 Ref. los interesantes trabajos reunidos en el volumen dirigido DUNNE, J. – JANSSENS, P. Living in the City: Elites and their Residences, 1500-1900, Urban History, nº 13, Brepols, 2008, 255 pgs.

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Rodrigo, Protonotario Apostólico, Predicador y Capellán Real, Obispo de Tuy [14.07.1514], del Consejo Real y del de la Inquisición. En 26.09.1516 el Obispo Zurbano funda un fideicomiso –no un mayorazgo regular47- en cabeza de estas casas. El más antiguo de la comarca, y uno de los más antiguos de Gipuzkoa. 4. Torre de Anchieta y Anchieta suso Pero volvamos a los Anchieta. La documentación, como decía, es selectiva. Permite coronar con éxito solo algunas iniciativas. La de ‘reconstruir’ la familia de manera completa, por ejemplo, no. Hay que ser cuidadosos con esto. El resultado de la alternativa contraria es ese empeño en ‘hacer a todos familia de todos’, como ya hemos visto. El músico hijo de una Loyola –qué raro, verdad?48-, el escultor hijo del músico, e cosi via… Y he de reconocer que también a mí me atrae la posibilidad de hacer que todo cuadre, y no me canso de escudriñar los árboles genealógicos de parientes y coetáneos para encontrar la referencia que permita ordenar los datos, ensamblar los árboles, establecer relaciones, parentescos nuevos … e inesperados. Ese objetivo de la belleza estética del árbol completo, lineal y en el que nadie queda fuera. Los Anchieta son numerosos, y solo es posible encajar a los principales. Aunque ello suponga cerca del 85 % del total… Veamos cómo.

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No hay que confundir la fundación de un mayorazgo según las leyes regulares de Castilla, que requiere una Real Cédula de autorización del propio monarca –que, al parecer, no es fácil obtener en esta época-, con la creación de un fideicomiso o la imposición de la limitación de disfrute y disposición en la herencia de bienes, que es potestativa de cualquier testador. El siglo XVI no es todavía frecuente, pero se desarrolla paralelamente a la creación de mayorazgos regulares. Con el tiempo ambos se confunden y son causa de toda suerte de litigios y pleitos. Algo similar a lo que ocurre con la confusión, más o menos intencionada, entre la primogenitura, la práctica de la indivisión entre herederos y otras fórmulas propias del derecho consuetudinario, muy extendidas en Euskal herria. Tan es así, y la distinción tan clara entre los contemporáneos, que todos son unánimes en declarar en diferentes pleitos de la época, que el mayorazgo de Loyola es el primero en ser fundado en Azpeitia. Martin García de Loyola obtiene la Real Facultad para fundar mayorazgo en 5.03.1518. Es la primera del valle. Toma como modelo el de los Vivero de Valladolid de 1452 (del que se había procurado una copia, conservada todavía hoy en su archivo; ACLoyola 001/21). Aunque ejecuta la facultad en y funda mayorazgo en 26.12.1518, se arrepiente luego y funda mayoazgo, de manera definitiva, en 1538 (Dalmases, nº 93). Ref. detalles en MARIN PAREDES, J. A. Semejante Pariente Mayor’. Parentesco, solar, comunidad y linaje en la institución de un Pariente Mayor en Gipuzkoa: los señores del solar de Oñaz y Loyola (siglos XIV-XVI), Diputación Foral de Gipuzkoa, 1998, 374 pgs.; en las pgs. 250 y ss. Le facilita ‘el negocio’ y hace de intermediario en la Corte Antonio, Duque de Nájera. 48 Todo depende del contexto en el que se sitúa la investigación. A los musicólogos o estudiosos de la corte renacentista les es indiferente las relaciones familiares de Anchieta y repiten su origen familiar descuidadamente (el último, el magnífico trabajo, de estupor erudito, de DOMINGUEZ CASAS, R. Arte y etiqueta de los Reyes Católicos. Artistas, residencias, jardines y bosques”, Madrid, 1993, 726 pgs). No me parece buena idea, pero es lógico que no se entretengan en estas ‘supercherías genealógicas’, tan ignoradas –cuando no despreciadas- por la mayor parte de la historiografía española todavía hoy.

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Anchieta es un solar del barrio de Urrestilla, junto a Azpeitia. ‘Casa fuerte’ por lo menos desde fines del XIV, pero junto a otra casa, conocida como Anchieta de suso, de la que tenemos noticias solo desde mediados del XV. Los coetáneos reservan el apelativo de “la torre de Anchieta” a Anchieta yuso. El solar tiene, además, una ermita de la advocación de san Martín de Anchieta. Esto no es ni fortuito ni inocuo. Además de ser objeto de devoción por la familia, da pistas sobre un pasado no remoto de poblamiento del valle y posicionamiento en la jerarquía social más antigua. Las ermitas dan origen a iglesias –las anteiglesias rurales vizcaínas- cuyo patronato poseen los linajes de la tierra, y cuya posesión de diezmos, etc, son signos de preminencia social. Tengo por cierto que una ermita es el escalón inmediatamente inferior de este ‘insediamento’ y que convertirla en templo comunitario es el paso preciso para ese ascenso social que solo algunos consiguen. Anchieta queda un paso detrás … pero durante varias generaciones se le reconocerá por la colectividad ese estatus diferenciado y superior. La ermita de san Martín de Anchieta proporciona pistas. Pero tenemos otras pistas: los usos onomásticos, y, en este caso, los patronímicos. Como es práctica común49, cada casa adopta usos onomásticos preferentes que la distinguen –lo que supone ignorar otros-: Anchieta suso, López y García; la Torre, o yuso, el inusual y muy significativo González, que ya hemos visto50, además de Pérez e Ibáñez; nunca López, por ejemplo (además de prescindir del patronímico en la generación Anchieta-Garagarza). Y se prefieren también nombres: Ochoa, Lope y Martín, en suso –nunca en yuso-, y Pero y Juan en yuso. La casa de suso, además, hace demostración de su enlace con el linaje de referencia en la comarca –Loyola- usando Veraiza y Fernández para sus hijas. Y también, probablemente, adoptando el Lope García de su abuelo, el señor consorte de Loyola. Las nietas de los Anchieta-Loyola, adoptan el “Beltrán” y “Sánchez”, inusuales y, con toda probabilidad, procedente de sus abuelos maternos los Goyaz. Sucede igual con los demás linajes del entorno: González, para los Ugarte51, Sánchez para los Mendizábal o los Goyaz… o el prestigioso Vélez, heredado por los descendientes de los Loyola hasta bien entrado el siglo XVII. No es descabellado imaginar que los dos solares de Anchieta proceden uno de otro. Lo afirman los testigos del citado pleito de 1568, a quienes, en todo caso, hay que darles un crédito limitado. Añaden, por cierto, que los Ibarluce (que son el tercer linaje relevante del barrio de Urrestilla) también proceden de este mismo tronco. 49

Ref. AGUINAGALDE (2013), op. Cit. En los últimos años del XIV se documenta un Martín González de Ayçaga, señor del solar de Ayçaga (luego Achaga), junto a Usurbil. Interviene en documento de 1389 del Monasterio de Roncesvalles (AGRN) y es citado como escudero. Testa en 1413 y cita un hijo de nombre Gonzalo. Se mueve en el entorno de los Zarauz. 51 González que procede, muy probablemente, de su abuelo materno ‘González’ de Anchieta, como hemos visto. 50

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Otra cosa diferente es que podamos cartografiar este proceso con precisión documental, o que este se produzca en época próxima. En la documentación de inicios del siglo XVI, particularmente en los testimonios que los Anchieta ofrecen en diferentes pleitos en los que están involucrados miembros de la familia, los representantes de una rama siempre se declaran ‘no’ parientes dentro del cuarto grado de las otras, lo que aleja toda suposición de un mismo origen próximo en el tiempo. Y también es cierto, que en 1409 se cita la ‘casa fuerte’ de Anchieta. Es significativo que no se especifique que sea la de suso o la de yuso, como sería natural en caso de haber dos casas diferentes y contiguas. En el caso de los Anchieta, una de las ramas está generosamente documentada, a diferencia de las otras. De la Torre de Anchieta no tenemos una secuencia de datos significativos hasta el testamento de su dueña, doña María Martínez de Garagarza y Mendizabal, otorgado en 1533. La pieza principal para reconstruir una secuencia fiable del solar son los ya citados autos de 1568, que remontan la filiación hasta mediados del XV. Da toda la impresión de que la familia de la Torre de Anchieta no había mantenido ese lugar prominente que refleja la documentación de 1409-1434 citada. De hecho, se deshacen de fincas importantes, como la ferrería de Aranaz, vendida hacia 1470 al bachiller Vicuña52. Parece, además, que la familia estaba cargada de deudas. Algunas referencias de la primera década de 1500 muestran a sus propietarios, Pedro Ibáñez53 padre e hijo, muy activos en el negocio del hierro y las ferrerías, además de haber reconstruido parte de la vivienda familiar54. Y sabemos también que en junio de 1514, la recién viuda del señor de Anchieta, de acuerdo con su hermano y tutor, con ella, de sus hijos, el bachiller Juan Ibáñez de Garagarza, se apresura a vender “todos los montes” de Anchieta (esto es, su explotación para hacer carbón) a Martín Sánchez de Goyaz, de rica familia de escribanos, comerciantes y propietarios de Azpeitia. El de ferrerías es un modelo de negocio no apto para todos los caracteres ni para todas las economías. Requiere inversiones, un plan de negocio preciso y está sujeta a fluctuaciones de mercado, precios, etc. Son tan habituales las quiebras en este entorno de ferreros, las ventas a las familias o personalidades emergentes –sin ir más lejos la de la ferrería de Aranas, de los Anchieta a los Vicuña-, 52

Figura en el inventario de sus bienes de 1477. Ref. ARChValladolid, escribanía Masas, fenecidos, 3551. Su viuda la vende a Pero de Idiacaiz en febrero de 1479. Pero conservan otras, como las fincas en Alçasua, dotadas en 1409 y citadas en 1558, o las casas en la villa. 53 En 1567, el primero es recordado como “Periañez”. Y su hijo utiliza, por lo menos hasta su matrimonio (cr. 1497) el ‘González’, y luego Ibáñez. 54 Ref. testamento de 1533. Dice la señora consorte de Anchieta: “ademas dello fize un quarto a la dha. casa de Ancheta que es lo añadido a la torre que el dho. Pero Ybañez dexo començado”.

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que es muy probable que se trata del negocio estrella entre 1480-1550, uno de los catalizadores del ascenso –y subsiguiente descenso- en la escala social de unos y otros, del recambio en las élites. Las ferrerías concentran gran cantidad de capital, inversiones, etc y son el medio natural de los ‘nuevos ricos’, que se constituyen en las familias de reemplazo de las anteriores en este entorno. Estructuran la actividad comercial y financiera, de la que son uno de sus elementos tractores. Es práctica común que la familia que fracasa –suele ser un fracaso rápido, fraguado en unos años por las propias reglas del mercado y el modelo de negocio- traspase hacienda, expectativas, capital, medios, etc, a un tercero, y la vía más expeditiva es el matrimonio con el candidato dispuesto a asumir el negocio y las deudas acumuladas; bien se trate de un inversor o enriquecido vecino procedente de otro sector de actividad (el caso del Contador Olózaga, de familia de canteros y pariente de los Anchieta, como hemos visto, que casa a la torre y ferrería de Alzolaras de Cestona en 1526 asumiendo deudas a la altura de 1.500 ducados55), o bien se trate de un emprendedor conocedor del negocio, que suele ser del entorno, y de trayectoria variable (desde el recién llegado ansioso de prosperar, al competidor que aprovecha la coyuntura). A falta de un posible yerno en estas condiciones, se echa mano también del grupo de los letrados, que no es raro combinen su actividad legal con la comercial. Los letrados (sobre todo, escribanos y abogados), en una sociedad que prefiere la disputa judicial para dirimir sus desacuerdos, esto es, que tiene, aparentemente, gran fé en la justicia local, cuyos oficiales proceden de su propio estamento, y cuyos juicios se sustancian y zanjan dentro de la estrecha comunidad social, adquieren desde el bajo medievo gran prestigio en las comunidades locales y nutren, en todos los casos, las élites urbanas. No son numerosos y es significativo que los tutores de Anchieta echen mano de uno de ellos. Anchieta está en tutoria (lo que, de suyo, es una situación familiar muy delicada; son tiempos recios, llenos de oportunidades, y la prosperidad está muy vinculada a gentes de carácter y capaces), y, con los datos que tenemos, su dueña –usufructuaria- no dispone ni de la solidez económica ni de la capacidad para pagar las dotes prometidas, al menos a la mayor de las hijas, Teresa, cuyo marido, el recién nombrado (1517) escribano del número de Azpeitia, Juan de Aquemendi, y parece que ejecuta la casa. Es una forma expeditiva y algo traumática de hacerse con una hacienda importante, sobre todo prestigiosa (no olvidemos que las de Anchieta son de las pocas mujeres acreedoras al tratamiento de “doña”, al que no tienen derecho, sin ir más lejos, las de Aquemendi), y el hecho es elocuente de la situación familiar. El único varón de la generación muere sin hijos y joven. Y el apellido Anchieta desaparece en su solar originario precozmente.

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Y que he estudiado hace muy poco, casualmente también para una contribución tinerfeña sobre el obispo Alzolaras. Ref. AGUINAGALDE, F. B. de, “Notas sobre la familia y juventud del obispo Juan de Alzolaras (1513-1574)”, en prensa.

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El matrimonio Anchieta-Aquemendi parece que fue armonioso, y, de hecho, doña Teresa, en su primer testamento (de 1534) manda se dé crédito a su marido en todo lo que dijere en referencia a las inversiones que había llevado a cabo en los bienes de la casa, que evalúa entre 900 y 1.000 ducados. El hijo y heredero del escribano y la señora de Anchieta, el licenciado Martín Ibáñez de Aquemendi, estudia en la Universidad de Salamanca y se convierte con los años en uno de los más prestigiosos abogados de la provincia. Volveremos luego sobre él, pues va a ser quien cierre esta secuencia familiar.

A diferencia de la torre, la documentación sobre Anchieta suso es lo suficientemente rica como para poder reconstruir la familia con precisión desde mediados del siglo XV. Además de tratarse de una reconstrucción que va a dar las satisfacciones que nos ha negado Anchieta yuso. Es posible situar a los Anchieta Loyola en un entorno familiar rico en informaciones de manera que contribuyen a diseñar la red de linajes que nutren la élite de la villa y su entorno. Arranca con dos hermanos: Martín García, dueño del solar, casado (hacia 1450) con doña María Veraiça, o Veraiça a secas, de Loyola, y Ochoa de Anchieta, del que solo sabemos que es padre de un Juan Ochoa, avecindado en la villa de Villapalacios (de los Manrique, condes de Paredes), con descendencia. Los Anchieta-Loyola son padres de, al menos, 2 chicos y tres chicas, casados en el último tercio del XV a las villas de Azkoitia, Azpeitia y Segura. No sabiendo nada de los ascendientes de Martín García, los nombres, entorno familiar y enlaces de sus hijos nos podrían dar algunas pistas: a) Lope García, que hereda el solar y el nombre probablemente de su abuelo materno, y casa a Azkoitia, en la familia de letrados y notarios más prestigiosa en este momento, con

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la hija del bachiller Juan de Olano56 (m. 1496/7) y doña Jordana de Irarrazabal y Sarasua, de una rama segunda de los prebostes de Deba, hija de la torre de Goicolea; pero, sobre todo, hermana entera de Sebastián de Olano, Tesorero, Contino (1490) y Secretario de doña Juana (1507)57, Escribano de Granada y la Alhambra, en 1493 recomendado a C. Colón y en 1493-95 residente en la Española; y media-hermana –pues era ilegítimo- de Lope de Olano, el célebre compañero de Colón58. a) Martín García, quien casa a la villa en la familia de los escribanos Sanz de Goyaz y se instala en sus casas de la calle de la iglesia. Martín García muere joven (antes de 1503)59, y su viuda casa a sus tres hijas también en esa élite a la que me refería. Hijas, cuyos nombres son ejemplo de la situación que se reserva a cada miembro de la familia en la misma: Veraiça, de su abuela materna; Maria Beltrán, de su madre, y, probablemente, de una ascendiente Goyaz; y Domenja Sánchez, la mejor documentada y más presente de las tres, quizás por estar casada sucesivamente con dos escribanos de la villa, cuyo Sánchez parece tomado de los Goyaz, y que, en todo caso, es la única vez que se usa por un Anchieta. b) María Fernández, que utiliza un patronímico muy inhabitual, y que se va a convertir en una de las protagonistas de la familia, como veremos más adelante. Todo en ella es inusual: matrimonio a Segura, patronímico Fernández, hijo clérigo asesinado… c) María López, casada en la villa con un Zuridi. Perfecta representante de ese ‘rol’ tan apreciado por esa historiografía a la que confortan los enlaces entre linajes de la elite. Zuridi forma parte de esa élite local, es cuñado de los Alzaga y los Ysurola60, y, a través de ellos, contrapariente del linaje de referencia en el valle, Loyola (como su propia suegra…). d) Marina, casada al solar de Ibarluce, enfrente de Anchieta y, como él, representante de las familias de reconocido prestigio en el barrio de Urrestilla. Este enlace nos situa ante el 56

Ref. AGUINAGALDE, F. B. (1998), “La genealogía de los solares..”, op. Cit. Ref. AGUINAGALDE, F. B. (1998), pgs. Sebastián de Olano es criado de sus altezas en 1496 (test. de su padre). Heredero Universal mejorado a condición de que se case en "esta tierrra" y tome "el cargo desta casa". Contino de la Casa de la Reina, con quitación de 20.000 mrs. anuales (12.02.1490); Merced de la Escribanía Mayor de Granada (13.07.1490); Tesorero para las Indias (cr. Agosto.1503). En 17.12.1499, Joanes de Monterde confirma y da licencia a Sebastián de Olano para edificar su capilla. Contino de la Casa de la princesa con quitación de 30.000 mrs. anuales (16.11.1503). Secretario de doña Juana (10.12.1507), con quitación de 100.000 mar. anuales. 58 Lope de Olano no necesita presentación. Hace unos años le han dedicado, incluso, una novela histórica. 59 La naturaleza poliédrica y evolutiva de las ‘identidades’ queda patente cuando uno se encuentra un proceso como este: en 1501, varios mercaderes genoveses promueven autos contra Martin Garcia de Anchieta, vecino de Azpeitia, Juan de Gabiola, vecino de Lequeitio, y consortes, por el asalto que protagonizaron con sus naos en julio de 1492 ante las costas de Cartagena, contra la nao de aquellos, que llevaba chamelotes, alcatifas, perfumes y algalias cargadas en el puerto de la isla de Kios (Creta) para ser comercializadas en Flandes. (ARChancillería de Valladolid; Civiles; Escribanía Zarandona y Wals , Olvidados, C 3515/5). 60 Ref. apéndice genealógico. 57.

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problema o, más bien, la duda de cuantas veces y porqué se casan entre sí los hijos de solares próximos y de un similar estatus social y económico. Es decir, parece lo más natural que Anchieta case con Ibarluce, y viceversa. Pero esto se produce una sola vez en 3 siglos, y al principio del periodo, independientemente de que demos crédito a un mismo origen para ambas casas. Como, por otra parte, tampoco los Anchieta casan entre sí durante, al menos, 150 años… Al margen de la prohibición canónica hasta el cuarto grado.

5. Los ‘otros’ Anchieta Ninguno de los Anchieta que han dado fama al apellido es familia directa de las ramas principales del linaje, como ya he comentado61. Sobre los orígenes del Santo tinerfeño publiqué en 1997 lo que sabía. Suscribo lo dicho entonces. Sus abuelos son Juan de Anchieta, sastre y vecino de la villa de Azpeitia, y Teresa de Celayaran (que testa en 1523). No encuentro nada nuevo que aporte alguna luz sobre sus orígenes o familia próxima. Es probable que pertenezca a una familia de artesanos, entre los que se citan con alguna frecuencia en los primeros años del XVI a Juan López de Anchieta y Echays, un Juan Pérez, ferrador y a un Martín de Anchieta, aprendiz de cantero (1504), hijo de Juan de Anchieta ‘el de Azcune’. Del escultor hay trabajos recientes que aportan mucha información nueva sobre su carrera profesional, pero nada nuevo sobre sus orígenes familiares62. Y, en fin, sobre el músico, el abad de Arbas, hay también algunas novedades, sobre las que, en este caso, me detendré con algún detalle. Es coetáneo a quienes estudio minuciosamente en este trabajo y, de alguna manera, colocarlo en ese contexto creo que tiene sentido. Además, la relectura atenta de la documentación conocida y editada63 da algunas pistas.

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Sobre estos ‘otros Anchieta’, ref. los datos que aporto en AGUINAGALDE, F. B, “Teresa de Celayaran… “, op. Cit. 62 CAMON AZNAR y GARCIA GAINZA suscriben lo ya afirmado por M. A. ARRAZOLA en su monumental El Renacimiento de Guipúzcoa, 3 vols., San Sebastián 1967, donde edita el testamento otorgado en Pamplona en 1588 junto a otros documentos sobre su herencia. Parece ser que nadie ha advertido varios detalles: su mujer y heredera, Ana Pérez de Aguirre, es su prima, y Anchieta deja solo ilegítimos, aunque bautiza cuatro hijos en Azpeitia, donde parece que casa (entre 1573 – 1577); su viuda da poderes para sus negocios a don Martín de Anchieta, presbítero de Ezkioga. Ref. LABEAGA MENDIOLA, J. C., “Dificultades de Ana de Aguirre, viuda de Anchieta”, Príncipe de Viana, 1988, pgs. 563-569. Sobre sus inicios, junto a su hermano Miguel de Anchieta, ref. VASALLO TORANZO, L., Juan de Anchieta. Aprendiz y oficial de escultura en Castilla (1551-1571), Universidad de Valladolid, 2012, 504 pgs. 63 Además del citado libro de COSTER (lleno de suposiciones y errores hijos de su época, pero de muy agradable lectura y gran interés), y la introducción de PLAZAOLA (que recoge los datos principales sobre su actividad musical) también citada, se han ocupado de Anchieta de manera monográfica LIZARRALDE, en su “Historia del convento de la Purísima Concepción de Azpeitia: contribución a la historia de la

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Tenemos un proceso de 1509, desconocido hasta la fecha64, que le enfrenta al patrono de Azpeitia, Martin García de Oñaz (1468-1538) por el reparto de primicias y nombramiento de seroras. Lo que nos importa en ese proceso es el entorno familiar, que es muy parco en noticias. Uno de los ‘protagonistas’ póstumos del proceso es don Martín de Anchieta, el rector de Soreasu nombrado en 1451, quien parece que fue un encarnizado opositor de los Loyola. Un sobrino suyo de nombre Juan mató a un clérigo, hermano bastardo de Beltrán de Oñaz, señor de Loyola y patrono de la parroquia. Los hechos ocurrieron hacia 1471, al decir de los testigos en 150965, y el rector Anchieta hubo de refugiarse en Getaria, de donde pasó a Tolosa, villa en la que, al parecer, falleció. Loyola le confiscó su casería de Egusquiza y solo unos años después la devolvió al hijo y heredero del rector, el bachiller Juan Martínez de Anchieta, vecino de Tolosa66. Este Martín no es pariente de don Juan, y entre los testigos se toma testimonio a Pero Ibáñez de Anchieta, mayor en días, dueño de la Torre, quien afirma que no es pariente de ninguna de las partes. Luego se descarta que don Juan tenga parentesco dentro del cuarto grado con los de la Torre, los originarios González de Anchieta. No testifica ningún pariente de don Juan dentro del tercer grado, y sí intervienen varios primos segundos, testimonios dispersos que no permiten establecer ningún parentesco significativo. Coster afirmó, sin prueba documental ninguna, que don Juan era hijo de doña Mª Veraiça de Loyola y Martín García de Anchieta, algo que despues han repetido todos quienes se han referido a su biografía. De ser eso cierto, resultaría primo carnal del recién fallecido (en 1508) Sr. de Loyola, que es algo que en los autos de 1509 hubiera salido a la luz. Sin olvidar, por cierto, que el nombre completo del músico era ‘Martínez de Anchieta’, lo que ha pasado desapercibido67 y, como ya hemos visto antes, es un dato relevante. Sabemos de la existencia de, al menos, dos hermanos de don Juan, que este cita en su testamento de 1522, Pero García de Anchieta, viudo de María Pérez de Barrundia y vecino de Cestona –el padre de la heredera, Ana de Anchieta, hija ilegítima de María Ochoa de Acharan-, y María López, citada como fallecida. Nadie utiliza el ‘don’ o ‘doña’, y el rector escoge como sucesora a una sobrina, teniendo un hijo. Una niña menor de los 12 años, que en algo más de un año, convertida en ‘doña Ana Pérez’, aparece casada con un viudo, Juan López de Ugarte y Vicuña, hermano del Veedor Lope al que me he referido antes.

cantabria franciscana”, 1921, 265 pgs., y ELIAS ODRIOZOLA, op. Cit. Elias edita el testamento, codicilo y las cuentas posteriores. Aporta muchos detalles de interés sobre los Anchieta de Urrestilla. 64 ARCh. Valladolid, Quevedo, Fenecidos, 1282-1. 65 Cuyos testimonios parecen fidedignos, por haber presenciado algunos de ellos los hechos. 66 El bachiller Anchieta es personaje relevante en Guipúzcoa entre fines del XV y primer tercio del XVI. Ref. los detalles que aporto en AGUINAGALDE, F. B., “Doña Teresa de Celayaran…”, op.cit. 67 Según se desprende de diferentes documentos otorgados en la Corte. Ref. las cuentas de la Casa de Isabel la Católica (A. DE LA TORRE, "La Casa de Isabel la Católica", CSIC, Madrid, 1954, pgs. 38 y 144).

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Tenemos además a un tercer pariente, que se dice ‘sobrino’ de don Juan68: don García López de Anchieta, el clérigo asesinado en 1518 en Azpeitia mientras ejercía el rectorado en nombre de su tío (quien parece que le ‘nombra’ en 1515). Dalmases publicó la escritura de perdón otorgada por sus parientes en 153069, en la que se dice expresamente que era hijo de doña María Fernández de Anchieta y en la que desfilan 48 parientes “dentro del cuarto grado” del asesinado. La propia doña María Fernández (n. 1468 – m. cr. 1529) interviene como testigo en un proceso de 152370, donde afirma ser prima de los Vicuña y los Ugarte, luego no cabe la menor duda de que es hija de una Loyola, que no puede ser otra que doña María Veraiça. Es viuda del lic. Asiaín, boticario y vecino de Segura, donde reside y es dueña de sus casas, que vende ese mismo año (1523) al clérigo Don Pedro de Lazcano71. Su hijo Garci López toma el apellido de su madre –algo que parece lógico en el entorno de Azpeitia72-, y, sobre todo, utiliza un nombre muy inusual en la familia y en el entorno de la villa. Que remite, a mi parecer, a los Lazcano-Loyola73, igual que el patronímico (‘Fernández’) de su madre. En la escritura de perdón desfilan todos los parientes de doña María Fernandez y su hijo por Anchieta y Loyola. Nadie más. Es obvio que Garci López no es sobrino carnal del músico, pues en este caso doña Ana Pérez figuraría en la escritura. Es sorprendente que en los numerosos autos promovidos por su sucesión a su muerte, don Juan aparezca siempre solo74, sin parientes. Todo hubiera sucedido de manera muy diferente si hubiera sido hijo de doña María Vélez, o Veraiça, de Loyola; el ‘clan’ de los Anchieta-Loyola 68

Ref. Dalmases, pg. 251. En 1515/6 don Juan pretende ceder la rectoría de Azpeitia a García de Anchieta, y el Patrono Martin García de Oñaz, al reclamar al Consejo Real en contra, afirma que Garcia es sobrino de don Juan. 69 Op. Cit. Doc. Nº 79. 70 En el que declara su edad y afirma que ‘solia vivir’ con doña Marina López de Loyola, madre de los Vicuña. De la familia Vicuña-Loyola se conserva un precioso proceso por herencia en el ARChan Valladolid (escribanía Masas, fenecidos, 355-1), que proporciona datos muy importantes sobre el entorno social de Azpeitia. Lo he utilizado para este trabajo en numerosos detalles. 71 Ref. protocolo 11, fol.252. Y este las dota a su sobrina para casar con Miguel de Oria, de donde pasan a los Alcibar-Jaúregui (A. Casa Alcibar-Jaúregui). Todavía en 1529 en Segura estas casas se llaman ‘de doña Mª Fernandez de Aynchieta’. 72 Podría ser hijo ilegítimo. Asyain deja heredera universal a su mujer, luego no tiene descendencia, pero es también posible que para entonces ya hubiera muerto Garci López. 73 Lope García de Lazcano, señor consorte de Loyola desde 1413, introduce usos onomásticos de su linaje en los Loyola (Teresa, por ejemplo). Curiosamente, obviando las opiniones de García de Salazar, repetidas después por los autores, no conocemos con precisión su filiación. Su testamento de 1441 proporciona, sin embargo, algunas pistas, que lo ponen en relación con los Yarza-Lazcano, en los que el patronímico Fernández es común. Procede de la señora consorte de Lazcano, doña Teresa Fernández de Gauna, señora propietaria de Alegría, El Burgo, etc, casada hacia 1330 e hija del célebre Arcediano de Alava, don Fernán Ruiz de Gauna (m. 1350). Garci López de Murua Lazcano, señor consorte de Yarza (T. 1.01.1426), es su hijo. Ref. detalles en AGUINAGALDE, F. B., “La genealogía de los propietarios del Solar de Yarza del siglo XIV al siglo XX. Arboles genealógicos y notas curiosas”, en Igartza. Historia y Patrimonio Cultural, Beasaín, 2000, pgs 247 – 257 74 Salvo el matrimonio Olaberria-Eizaguirre de Azpeitia, con quien tiene relación muy estrecha (doña Sancha de Eizaguirre llamaba con desenvoltura a María Ochoa de Acharan ‘suegra’ de Ugarte), los testamentarios en 1522-3 son relaciones de Anchieta en la Corte y de fuera de Azpeitia: Carquizano de Elgoibar, Ondarza de Bergara o Aramburu de Azkoitia.

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hubiera intervenido –por propio derecho y por prescripción legal- en herencia tan cuantiosa y prestigiosa. Como es sorprendente la violencia suscitada en torno a su figura, en vida y a su muerte, con la visión casi macabra de sus enemigos sacando su cuerpo recién depositado de la Concepción y llevándolo ‘arrastrando sin le poner en andas … muy deshonradamente’ a la iglesia parroquial75. Anchieta era un personaje de prestigio e intervenía regularmente en los documentos otorgados en la Corte o en su entorno por sus paisanos: el contrato matrimonio de Loyola-Araoz de diciembre de 1498 (Ocaña) o el testamento del Relator del Consejo bach. Pero Pérez de Vicuña (1508, Burgos). Algo sucedió en Azpeitia para originar ese rencor.

6. La tercera generación. Un suave declive Volvamos a esta especie de encuesta genealógica. Es la forma que he escogido para presentar a los Anchieta. En la siguiente generación la imagen gráfica y el ‘mapa’ del linaje en su contexto han variado de forma muy sustancial. Me explico. Estudiar un linaje a través del comentario de su representación gráfica, que es lo que voy haciendo, prefiriendo ésta a una imagen estadística o conceptual, obliga a tomar mucha cuenta del entorno. En nuestro caso, cuáles son sus parentelas próximas y cómo evolucionan quienes las integran. En 50 años (cr. 1490 – 1540) y dos generaciones, los Anchieta van a cambiar completamente, de imagen gráfica y de contexto. En primer lugar, hay una apabullante mayoría de mujeres. En ambas ramas. Y los varones, o mueren sin hijos, o confirman la tendencia, dejando hijas herederas. 5 varones (de los que 2 mueren probablemente solteros o sin sucesión) y 16 mujeres. Los Anchieta se extinguen en Azpeitia –y en la vecina Azkoitia, donde se identifican media docena de ellos en el primer tercio del XVI, parientes de los de suso-, salvo ramas menores o personajes no identificados. Queda una familia Anchieta avecindada en la vecina Ezkio-Itsaso, con el rector de la iglesia don Martín de Anchieta (m. 1645) como miembro prominente, extintos el XVII76. En segundo lugar, ambas casas están ‘cargadas de deudas’, como repiten sus hijos e hijas en testamentos y contratos. Y, sea por esto, o porque el contexto también ha cambiado, las relaciones en el entorno familiar se resienten. Casan menos y casan en linajes de menor relevancia. 75

ACasa Loyola, 07/16. Ref. ELIAS, op. Cit. Los Anchieta Goyenechea, dueños de la casa de Orendandi, fluctúan entre Ezkio-Itsaso y Azpeitia. Se extinguen en los Mancisidor-Echave de Oiquina en 1695. Siempre he tenido la sospecha de que el escultor Juan de Anchieta procede de ellos. 76

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En Anchieta torre quedan 5 hermanas, de las que dos ingresan como beatas en el Convento de la Concepción. Dos casan discretamente, y Teresa, como ya hemos visto, es dotada con la torre, cargada de deudas, con quien esté dispuesto a sanearla, el escribano Aquemendi. En Anchieta yuso quedan cinco hermanos. Los dos varones se reparten el solar y fincas asociadas al mismo, que quedan para el mayor, Martín García (quien casa en 1507 en Legorreta, algo insólito), y la casa de Arizabaleta para el menor, Lope García, que, además, marcha a Aragón, donde fallece (1542). Las hijas casan en el círculo de propietarios de solares menores y artesanos de la villa. Martín García se apresura en casar (1524) a su hija mayor, con 14-15 años, con un sastre de Bidania dispuesto a asumirlas. Algo que, por cierto, suscitó cierta emoción en el entorno, que no olvida el caso y lo utiliza varios años después como ejemplo para diferenciar primogenitura de indivisión de las haciendas77. El heredero ‘natural’, Lope García, es olvidado. Casa a Segura y marcha a Indias, a servicio del Rey. Su padre se arrepiente (entre medio ha muerto la hermana propietaria sin hijos), y al testar (1548) le llama a la sucesión del solar a condición de que regrese, previendo, en caso contrario, que hereden sus hermanas. Lope muere en Indias, pero deja una hija que casa (1559), precisamente a la Torre contigua, con el licenciado Aquemendi, y toma posesión de Anchieta suso entre demandas y reclamaciones de los parientes. Todo sucede relativamente rápido; la amenaza de ruina, con la consiguiente enajenación de las casas, drama indeseado, un cierto impasse que se traduce en matrimonios en un medio sensiblemente más modesto a los de generaciones precedentes, o el ingreso como beatas. Y una apuesta definitiva que coloca en una mano ambos solares. Pero, en ambos casos, el apellido se extingue. Una de las claves para comprender esta crisis familiar está en el entorno. En el juego, el conflicto, la suplantación… una dinámica creo que todavía mal conocida por ocupar el espacio de la élite local. Es fácil describir esto como un conflicto entre oligarquías, o aspirantes a serlo, es decir, reducir todo a una pelea por el poder local. Se trata, sin duda, de mucho de eso, pero me parece que hay más elementos. Confluyen las biografías de individuos y familias, las capacidades e ingenio de unos y otros, el género (en una sociedad cuya vida económica más relevante está dirigida solo por hombres, por lo que la ‘falta de varón’ en una casa puede llevar a su ruina) la definición de ‘reputación’ por los coetáneos, y tantos factores que obligan a ser prudentes y cautos en utilizar atajos para explicar o comprender esta época.

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Los testigos del pleito por legítimas de la casa de Alzolaras, utilizan en 1532 el caso de AnchietaMuñoa, entre otros, para diferenciar la sucesión de haciendas por primogenitura (con alusiones a un incipiente fideicomiso como práctica sucesoria de derecho consuetudinario) de la sucesión por el mayor de los herederos, de preferencia el varón. ARChValladolid, escribanía de Balboa, Olvidados, leg. 2420-1. Ref. detalles en AGUINAGALDE, F. B. (2014) “Notas sobre…”, op. Cit.

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Hay un elemento que sí surge de manera nítida, en Azpeitia y en las villas próximas guipuzcoanas de mediados del siglo XVI: el espacio ocupado por la élite, la propia configuración de esta, ha cambiado. Ya no se trata de un grupo más o menos numerosos de incipientes linajes, quizás más bien individuos que llevan la carga del linaje a sus espaldas, mejor o peor respaldados por sus parientes, que crean os lazos familiares y de intereses –comerciales básicamente- con los que se fragua una élite reconocida por el consenso social y que ocupa ese espacio de excelencia social al que me he referido antes. Ahora, este espacio se ha estrechado. Se desvanece lo que era un abigarrado grupo de familias que iban ocupando los escalones superiores de la jerarquía social, y que, a través de esa forma de relacionarse, iban, además, diseñando esa misma jerarquía y las sutiles maneras en las que se consolidaba, en un incesante movimiento, como una marea de hombres y mujeres que, a través de sus intereses comunes, sus aspiraciones similares y, sobre todo, los patrones de vida en los que se reconocían, forjaban una misma identidad común. Extinción biológica, por un lado, y estrategia de monopolio por otro. Un monopolio, o, más bien, unas prácticas que inducen a ese monopolio, que reflejan de manera elocuente desconfianza y miedo al entorno y al futuro inmediatos. Numerosas familias desaparecen, y el espacio que dejan libre sirve para que otras amplíen su influencia y unas pocas monopolicen el vértice de esa jerarquía consolidando un espacio exclusivo. Ya no es un grupo el que crea una espacio de excelencia social, sino que unas pocas familias se aúpan y forman un espacio más reducido, esta vez sí decididamente elitario y, con toda probabilidad, acompañado de una nueva y muy importante conciencia identitaria. Se instalan confortablemente en él y marcan distancias con viejos parientes, a través, entre otros mecanismos, de un gasto suntuario estable y elevado, relativamente rápido y, sobre todo, directa y facilmente identificable. Mantenerse en la élite cuesta un dineral y supone inversiones en bienes materiales y la creación de un cierto estilo y ‘tren de vida’, que desaloja a quienes no son capaces de sostener esta competencia. Lo expresa creo que de manera muy acertada J. DUMANOWSKI78 refiriéndose a los inventarios de bienes de la elite polaca, en este –como en otros aspectos, que ahora no vienen al caso- tan similar a la elite guipuzcoana:

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Ref. DUMANOWSKI, J. “Identité et rivalité. La culture matérielle de la noblesse polonaise au XVIè siècle”, en CEVINS, M-M. (Edit), L’Europe centrale au seuil de la modernité. Mutations sociales, religieuses et culturelles. Autriche, Bohême, Hongrie et Pologne, fin du XIVe-milieu XVIe siècle, PUR, Rennes, 2010, pgs. 77-85.

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“[le] besoin manifeste de disposer d’une documentation prouvant la possession non seulement de terres ou d’animaux mais aussi de mobilier, de vêtements, de bijoux, etc. met en relief le rôle de la consommation comme moyen de construction de l’identité nobiliaire et comme instrument de rivalité sociale. … un processus fondamental changeant les modalités du jeu social: le début de la transformation … en un groupe de propiétaires fonciers appréciant la douceur de vivre et affirmant (ou conquérant) leur statut social par une consommation de luxe”. Es el caso de los Anchieta, que quedan relegados al espacio de linajes antiguos, de viejo prestigio pero incapaces de adoptar ese ritmo, con escasa presencia y menor relevancia. El licenciado Aquemendi va a restaurar este prestigio, por una serie de accidente fortuitos pero, sobre todo, por sus capacidades personales, tanto para percibir esa crisis como para emplear los remedios adecuados para solucionarla. No basta con ‘ser’ Anchieta, hay que saber utilizar los resortes familiares y sociales y hacerlo de forma inteligente, ágil y, sobre tenaz, muy tenaz, para recuperar ese ‘estar’ confortable en la élite social. Los varones parecen los promotores, pero en el caso, al menos, de los Anchieta de la Torre, las mujeres ejercen de transmisoras. La madre del licenciado Aquemendi, doña Teresa, le apoya en todas sus iniciativas hasta que muere, ayudada por sus hermanas, tías del licenciado. Por otra parte, sería dificil de entender ese súbito éxito de Aquemendi-Anchieta sin tomar cuenta de mejores condiciones económicas. Pero esto es algo que, por el momento, no he estudiado. 7. Aquemendi de Anchieta o la pugna por la reputación Nuevamente, el ‘estudio de caso’ resulta revelador.

Desde mediados del XVI, la riqueza de las fuentes documentales en Azpeitia permitiría modificar el modelo de análisis, que se desliza de lo prosopográfico a lo biográfico. Es decir, es 27

posible trazar retratos muy completos, reconstruir de manera matizada situaciones personales, coyunturas, desarrollos comerciales, análisis demográficos, etc. La documentación promociona la apariencia de que todo es posible, y la micro-historia se ha desarrollado en este entorno para confortar esta hipótesis y hacerla plausible. En Azpeitia, al tiempo que los Anchieta están ‘en crisis’, se ha fraguado una nueva élite, como ya he comentado. La familia Alzaga es la protagonista indiscutible de ese asalto a la preeminencia social, gracias a los enormes medios económicos, a la fortuna –entendida como la suerte- personal y a las relaciones familiares del longevo comerciante Juan de Alzaga (1468 – 1531), cuyos intereses abrazan toda Castilla para llegar hasta Sicilia o Valencia; hasta el punto de invadir, de algún modo, el espacio de un Loyola algo ausente, o cuya preminencia no entra en este juego de continuos ajustes. Alzaga absorbe a otro de los más relevantes linajes de la villa, Vicuña. Y, con esa lógica de las cosas, ‘adopta’ al emergente y riquísimo indiano Elola. Y todo, como sucede en esta época, con asombrosa rapidez. Pero la fortuna es inconstante y voluble. Alzaga es víctima de esas mismas contingencias imprevistas, la extinción biológica. En este caso, teñida, además, de un cierto dramatismo trágico: el Dr. Iñigo de Alzaga, heredero de Juan y de azarosa vida, casa con una rica heredera, 15 años más joven, doña Mª Nicolás de Oyanguren y Otálora, a la que se saca por la fuerza del convento de la Concepción, donde se educa79, y quien, por lo visto, no tiene intención ninguna de consumar el matrimonio; el Doctor le deja una manda de 200 ducados ‘por su virginidad’ al testar (1532)80. Pero deja tres bastardos, que acabarán heredándole, no sin dificultades. Y el ‘nuevo rico’, capitán Nicolás de Elola81, busca matrimonio en la hermana del Dr., heredera de los Vicuña por su madre, escribe cartas (1536) loando su belleza82: "sola su persona en camisa vale mas que otra con millares de hazienda", pero parece ser que es un bruto, la viva imagen del rústico indiano, y su mujer pide la separación por adulterio, sevicias y malos tratos, que consigue (1553) en el tribunal de Pamplona. Elola deja una bastarda, que ingresará con buena dote precisamente en el convento del que había salido la Oyanguren. Las haciendas se concentran en 2 o 3 manos. Pero no es suficiente. Si está claro que la visibilidad es el factor eminente para el prestigio social y la reputación en la villa, no hay manera más eficaz de ejercerla que hacerlo en suelo sacro: en la iglesia parroquial. Conseguir licencia y tener medios económicos para hacerse con una capilla particular en el recinto sagrado comunitario es la manera que han utilizado todas las elites urbanas europeas desde el bajo medievo para consolidar el 79

Ref. LIZARRALDE, op.cit. pgs. 107-110. Lo que no obsta para que case luego (1540) con el segundo de los Loyola, con sucesión en la riquísima rama indiana, heredera del solar el siglo XVII. 81 Indiano que, desde el re-descubrimiento de su maravillosa capilla en la parroquia de Azpeitia viene siendo objeto de interés particularmente por la profesora De Miguel. Ref. M. DE MIGUEL LESACA, M., “Nicolás Saez de Elola, intrépido Capitán en la conquista del Perú. El oro de Cajamarca”, BRSBAP, 2011, pgs. 11-41. 82 Prot. 4, fol. 134r. 80

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prestigio de manera duradera83. La Parroquia de Azpeitia será el escenario para la erección de cuatro capillas en el primer tercio del XVI, por los herederos del obispo Zurbano84, los mercaderes Pedro de Irigoyen –señor, por matrimonio, de Ibarluce- y Juan de Alzaga y, en fin, el indiano Elola. “Il s’agit non seulement d’affirmer la puissance et l’importance de la famille, de montrer sa foi, mais aussi d’inscrire durablement dans la pierre et dans un lieu autement symbolique, la presence de la famille qui devient ainsi d’une certaine façon une “dynastie”.85 El entorno político, el próximo y el lejano, tambien ha ido cambiando, imperceptiblemente. La provincia funciona ya perfectamente como un reloj, y sus instituciones públicas, Juntas y Diputaciones, juegan un rol muy relevante en la adjudicación y distribución de reputaciones. Las celebraciones de Juntas en villas alternas son el momento más esperado para las ceremonias de emulación, prestigio y contraste de unas familias y otras fuera del estrecho entorno urbano. Sabemos que el siglo XVIII eran eventos de inmenso prestigio y relevancia social en las villas86. Esto es algo que se fragua a lo largo de la segunda mitad del XVI y primero años del XVII. Como tambien evoluciona el entorno de la monarquia. Una monarquia servida por estamentos sociales emergentes, letrados y provincianos. Es sabido que los guipuzcoanos tienen éxito en este ‘asalto’ a la burocracia en sus comienzos, en el entorno sobre todo de los reyes católicos y el emperador Carlos. Es menos conocido que se trata de un éxito fulgurante pero no duradero. No es este el lugar para desarrollar esta cuestión. 83

La bibliografía sobre esta cuestión tan importante es muy voluminosa. Se ha desarrollado sobre todo en los países en los que esta práctica social ha adquirido entre los siglos XIII a XV una gran difusión y presencia. Una puesta a punto y resumen en CIAPPELLI, G. – LEE RUBIN, P. Art, Memory and Family in Renaissance Florence, Cambridge U. Press, 2000. Particularmente BUTTERFILED, A. “Monuments and Memory in early Renaissance Florence”, pg. 135 y ss. Como explica bien Butterfield, la rica tipologia desarrollada por la élite florentina entre los siglos XII a XV es un perfecto paradigma para otras regiones europeas. Las investigaciones y descripciones más completas en la materia son las llevados a cabo en Gran Bretaña desde hace generaciones; los trabajos que mejor recopilan e interpretan estos materiales son los de SHERLOCK, P., Monuments and memory in Early Modern England, Ashgate, 2008, 282 pgs., y N. SAUL, Death, art, and memory in medieval England. The Cobham family and their monuments 13001500, Oxford, 2001, y su último y espléndido English church monuments in the middle ages. History and representation, Oxford, 2009, 413 pgs. Aunque el paradigma y referente en un entorno urbano es el de la ‘república aristocrática,’ la ‘dominante’, Venecia. Ref. PINCUS, D. The Tombs of the Doges of Venice: Venetian State Imagery in the Thirteenth and Fourteenth Centuries, Cambridge U. Press, 1999, 275 pgs. Bélgica y Paises Bajos han desarrollado proyectos de investigación sistemáticos, desde hace más de 150 años. En el caso belga y sus villas costeras, con las que los guipuzcoanos mantienen en el bajo medievo una gran relación, son importantes las ediciones masivas de inscripciones en altares, capillas, etc. Ref. SAINT-GENOIS, J. de Inscriptions funéraires et monumentales de la province de la Flandre orientale, 1857, y GAILLIARD, J. Inscriptions funéraires et monumentales de la Flandre occidentale, avec des données historiques et généalogiques, 3 vols, 1863-1867. Para el caso español, ref. PAVON, J. – AURELL, J. Ante la muerte. Actitudes, espacios, y formas en la España medieval, EUNSA, 2002, 384 pgs. 84 Sobre la capilla, ref. ARRAZOLA, M. A. El obispo Martín de Zurbano, San Sebastián, 1982. 85 COLLAS, op. cit., pg. 96. 86 La correspondencia familiar conservada se refiere constantemente a las oportunidades que se ofrecían, las diversiones sociales, la emulación familiar y, como su corolario, los gastos, el lujo desplegado, el cierto despilfarro y el endeudamiento consiguiente. Todo por el prestigio familiar. Además del que va unido a este de ser elegido para un cargo provincial.

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Pero, en cualquier caso, si antes eran los viejos linajes de la tierra, los que se han llamado luego ‘parientes mayores’, los que obtienen la gracia real convertida en la confirmación de patronatos eclesiásticos, rentas –modestas por lo general, pero dependientes del favor real-, lanzas mareantes o títulos de ‘vasallo del Rey’, ya desde fines del XV los linajes urbanos les disputan este monopolio. Y la riqueza, material e inmaterial, que todo esto dispensa fluye capilarmente hacia escalones más bajos de la pirámide social en el entorno urbano, en el que se recluta a estos burócratas, avalando su prestigio. Porque, además, la Corte es un lugar en el que es relativamente fácil oscurecer o simular orígenes, confundir pistas. La Corte subvierte el orden social, al introducir ese nuevo criterio basado en la meritocracia, que permite, unido a otros, mejorar el estatus de forma personal –no hay antepasados de quienes echar mano para sustentar pretensiones o solicitar cargos- y no como linaje, y trasladar esos méritos, resultado del servicio a la persona del rey, al conjunto del linaje, con la pretensión, en un primer momento, de mejorar el estatus, y, en un segundo momento, hacerlo hereditario87. Y, en fin, las Indias, donde los hermanos Olano, Sebastián y Lope, integran la primera generación de hombres de éxito. Su influencia en las elecciones de alguno de sus sobrinos Anchieta es indiscutible. Pero volvamos a los Anchieta. El licenciado Martín Ibáñez de Aquemendi, quien, en su condición de letrado, sustituye en alguna ocasión al Corregidor, y cuyo padre ha sido nombrado varias veces Diputado General, incorpora estas bazas al patrimonio intangible personal y familiar, y, también en este ámbito, pelea por ese prestigio en un entorno hostil y más complicado que el de sus abuelos. La documentación conservada permite imaginarse a la personalidad: Aquemendi es un activo hombre de negocios doblado de un concienzudo valedor y defensor de los derechos y preminencias de la casa de Anchieta. Un encarnizado luchador por ese patrimonio intangible, esa distinción a la que antes me refería y que refleja un continuado y sutil juegos de graduaciones, aceptaciones, reputaciones y visibilidad social. La distinción, ese intangible cuyo valor es superior al de la simple riqueza o la ostentación de la misma. Lo expresa de forma muy concisa y definitiva DUTOUR: “Enfin, on en vient, et c’est, sans doute, l’évolution la plus récente, à definir les élites par la possession d’une notabilitée telle quelle les distingue: non pas par la domination mais par la distinction”88

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Con los Reyes Católicos este entramado burocrático alcanza cotas desconocidas, y algunos guipuzcoanos ocupan puestos de gran relevancia: el primero, el secretario Juan López de Lazarraga (m. 1516), fundador de Bidaurreta (Oñate), pero junto a él su hombre de confianza Ondarza (amigo y cabezalero de don Juan de Anchieta en 1523) o algunos de sus parientes: el clan de los Salinas y Mújica, en el ámbito de la administración financiera; el repostero de camas Pero de Idiacaiz, el secretario Olano, tío de los Anchieta, y, para terminar esta breve muestra, Juanes de Anchieta, el músico. 88 DUTOUR, TH. Les nobles et la ville dans l’espace francophone à la fin… op. Cit.

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Nadie puede disputar a Aquemendi –y a su familia, su madre, su mujer, sus tías- la antigüedad del linaje y la reputación a la que, solo por ello, sería merecedor. Pero hay que acreditar, además, capacidad, habilidad y genio para hacerse valer. Destrezas todas que posee el licenciado. Que los Anchieta están en crisis y es preciso actuar con contundencia lo demuestra el hecho de que se le disputen las preminencias en el uso del asiento y sepultura en la parroquia de Azpeitia. Las querellas por este motivo suelen ser frecuentes, pero es inusual que un mismo linaje enfrente dos en una década. El esquema es siempre igual: el recién llegado disputa al antiguo el espacio donde ejercita públicamente ese estatus diferenciado y superior en relación al conjunto de la comunidad, y que este le autoriza y respeta; y, caso de que esta disputa bien calculada tenga éxito, consigue suplantarlo. Suelen ser violentas, involucran a la comunidad, y se suelen saldar con acuerdos que sancionan cambios en la composición de la élite local. El rico Francisco de Ygarza adquiere (1568) la casa de Emparan de suso de los Loyola; el sujeto es ambicioso, y consigue además una familiatura del Santo Oficio, uno de los primeros escalones del largo recorrido de oficios y cargos públicos y sacros para todo linaje emergente que se precie, y pretende pasar por delante de los Anchieta.

Todo es algo confuso, pero el domingo 27 de junio de 1568, “estando el pueblo de la dicha villa juntado, o la mayor parte del, para oyr la misa mayor …ubo diferencia y alboroto … en el asiento que esta pegante a la capilla de Francisco Iñiguez de Alçaga” en la parroquia de San Sebastián de Soreasu: acuden el alcalde … y el escribano a levantar acta. Siempre se escoge bien el momento para que el dramatismo adquiera toda 31

su virulencia y la comunidad perciba bien lo que sucede. Convocar al notario para que levante acta le da un color especial89. Se trata del segundo asiento del primer banco, lo poseen los solares de Emparan yuso (el de ‘pariente mayor’) y Anchieta, y es el inmediatamente posterior al del patrono, el señor de Loyola y al de la clerecía. La sensibilidad ante la invasión de preminencia es tal que no solo se le discute ésta al reciente dueño de Emparan suso, sino que se pone en entredicho que al adquirir un solar se adquieran también los derechos vinculados. Esto es, se discrimina sutilmente lo temporal de lo espiritual, los bienes tangibles (propiedad de una casas, que se enajena) de los intangibles, como es su sepultura y la reputación asociada a la misma (que se afirma son imprescriptibles e inenajenables). La envergadura del conflicto para las partes lo llevó en apelación a la Chancilleria de Valladolid. Me he referido anteriormente a él, pues es el expediente que, precisamente para consolidar la reputación de la Torre de Anchieta, traza la secuencia de sus dueños, su antigüedad y el prestigio asociado a la misma, desde el bisabuelo del licenciado. No habían pasado ni tres años y ahora es doña María López de Anchieta quien el 3 de noviembre de 1571 presenta demanda, en este caso directamente ante el tribunal provincial, la Audiencia del Corregimiento, por entender que se ha vulnerado su derecho de que “había costumbre de tiempo ynmemorial” sobre el orden en el que se recibían las ofrendas de las mujeres en los oficios litúrgicos. Tal derecho y orden inmemorial reproduce el de la preminencia de las casas sobre cuyas sepulturas se hacia la ofenda, que acabamos de ver, y la Torre de Anchieta –de su marido Aquemendiseguía, después de la del clero de la parroquia, al Solar de Loyola, pero doña Ana López de Arandia y Errasti, hija de la casas de Errasti y señora por matrimonio del solar de Ybarluce (como mujer de Martín García de Ybarluce), le disputaba este preminencia, que doña María López desempeñaba, primero con su suegra y, a su muerte, ella sola. El día clave era todos los santos, y doña Ana de Arandia y Errasti, ‘dando golpes y enpuxones’, le había desplazado, causando ‘escandalo y alboroto’. La Errasti es ayudada en la pretensión por su madre y otras mujeres presentes. Su hija no hace un año que ha casado a Ibarluce90, y parece que ejerce con entusiasmo ese derecho por primera vez. El Corregidor sentencia a favor de Anchieta …. Pero la apelación a Valladolid se sentencia en vista (1576), salomónicamente, en que “ninguna de las dichas partes no ofrezcan en competencia ofrenda ninguna” en la parroquia de Azpeitia, y se confirma en revista (1579). Lo que satisface a Ibarluce, quien saca ejecutoria91. De manera que Aquemendi se pasa casi 20 años de su vida litigando con unos y otros, en algunos casos sus propios parientes –tiene gracia que su única hija y heredera vaya a casar 89

Los autos en AGG, Corregimiento, Elorza, Civiles, nº 125. Está claro que los intereses hacen tabla rasa de esa supuesta ‘solidaridad’ de parentelas y linajes. Los Ibarluce son nietos de una Anchieta, y primos terceros de Aquemendi y su mujer. 91 Ref. ARCHValladolid, ejecutorias, caja 1394/19. 90

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precisamente con el hijo segundo de esa misma Errazti seis años después- y no deja pasar una sola ocasión para mejorar su posición en esos ajustes sociales a los que antes me refería. Una ocasión inmejorable se presenta a unos metros de la torre de Anchieta. En 1554 los parroquianos del barrio de Urrestilla impetran y consiguen en Roma Bula del Papa Julio III para la erección de una nueva parroquia en el barrio, que los vecinos reclaman por el aumento demográfico, las mejoras económicas que esa iniciativa promueve (por el reclamo que supone una iglesia nueva para instalarse nuevos vecinos), las dificultades para acudir a Azpeitia a los oficios en invierno, etc, etc. El licenciado Aquemendi cede los terrenos de Mendatasoro, en manos de Anchieta desde tiempos inmemoriales, para la obra92. Estoy persuadido de que la cesión de Anchieta-Aquemendi es un ‘acto patricio’. Vender el terreno seguro que se consideraba inadecuado (vulgar?), y, en cambio, la cesión permite un retorno en términos de prestigio y reconocimiento por la comunidad. Sanciona una cierta preminencia de Anchieta, y este, en correspondencia, obtendrá licencia de los nuevos parroquianos para erigir una capilla familiar en el nuevo templo, asociada a la preferencia en ofrendas, etc. Justo lo que no tenía en la parroquia matriz, Azpeitia, y justo lo que necesitaba para ver reconocida de manera definitiva esa preminencia por la que iba a pelear toda su vida. Desde la iniciativa de erección del nuevo templo hasta su definitiva sanción por las autoridades eclesiásticas y civiles transcurrieron varios años. Como es natural, se opuso el patrón de Azpeitia, don Juan de Borja y Aragón (1533 – 1606), señor consorte de Loyola, apoyado por la clerecía local. Y se opusieron diferentes vecinos de Azpeitia y el entorno, que discrepaban de la iniciativa, quizás no eran amigos de novedades, y, seguramente, sabían que conceder una cierta ‘independencia’ espiritual implicaba cambios sociales. Cada cual actúa en el ámbito en el que se considera perjudicado. Loyola y la clerecía, básicamente, sobre los derechos económicos –y sociales, en la medida en que se le discute su posición de monopolio- del patronato, que se verían mermados al erigirse una iglesia en un barrio de su jurisdicción, a la que acudirían con diezmos y primicias los vecinos del mismo y cuya erección califica de “clandestina”. Y la oposición en Urrestilla es capitaneada, al parecer, por Simón de Ybarluce, dueño del solar que disputa a Anchieta la preferencia en el barrio, y se la disputará luego en la parroquial de Azpeitia, como ya hemos visto. El Corregidor interviene y para verano de 1555 manda demoler la obra iniciada. Entre autos y probanzas se llega a un acuerdo y se dicta una sentencia arbitraria en Pamplona, el 31.05.1566. Aquemendi actúa en representación de Urrestilla en su condición de letrado. Pero los detalles no quedan solucionados, y los Loyola y los ‘parroquianos’ de Urrestilla siguen litigando por reparto de diezmos, nombramiento de rector, etc. hasta la década de 1580.

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Ref. detalles en ELIZAS ODRIOZOLA, I, op. Cit. Pgs. 23-28.

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Para entonces Anchieta ha edificado su capilla y la ha dotado con una capellanía perpetua de 300 ducados de capital que garantice el servicio por un clérigo, a pesar de las demandas y protestas de don Juan de Borja. En mayo de 1582 afirma que la obra va adelante y está para terminar, pero que don Juan de Borja le había puesto pleito que había perdido ante el Consejo, y su mujer doña María López dota la capilla con otros 100 ducados93. 8. Testamento y epílogo Con el licenciado y su mujer concluyo lo que al principio denominaba un ‘estudio de caso’. La historia social de un linaje, la de sus sobresaltos, su lucha por su reputación y su espacio social, sus parentelas y su entorno. Historia que casi concluye con la figura que restablece esa reputación. Aquemendi se revela como un hombre muy comprometido con su linaje, creo que desde su infancia, al lado de su madre y tías, que le apoyan en todas sus iniciativas hasta su muerte, transmitiendo esa imagen de pequeño clan muy cómplice. Restablece la reputación en entredicho, restablece la hacienda y al morir deja un considerable patrimonio; pero, sobre todo, restablece las bases sobre las que asentar una cierta estabilidad. En este sentido, tiene un gran éxito. Para confortar esta situación, cercano a los 70 años, el 13 de febrero de 158894 otorga un largo y minucioso testamento cerrado –es un letrado avisado y desconfiado- que es un auténtico ‘egodocumento’95, elocuente testimonio de su forma de ser y pensar, de su identidad social y familiar. Testamento otorgado con su mujer, que corrige mediante un codicilo individual que otorga el 8 de junio, con datos muy reveladores de su situación familiar. Los testamentos minuciosos suelen ser la alegría de cualquier especialista en historia social. Pero solemos olvidar la naturaleza subjetiva del acto de testar y las implicaciones personales que ello supone. A diferencia de tantas escrituras de carácter económico, el de testar es un acto abierto a mil posibilidades, salvadas las estrictamente precisas para que el acto jurídico tenga validez y surta efectos. El testador establece un diálogo con el escribano, al que, con mucha frecuencia, dicta toda clase de detalles, y crea textos de contenido casi biográfico. De forma absolutamente subjetiva, luego mucho más interesante.

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Protocolo 100, 14r. Utilizo la copia presentada en los autos judiciales por su herencia promovidos por su nieto en 1615. AGG, Corregimiento, Lecuona, Civiles, 459. 95 El estudio se los ‘ego-documentos’ va abriéndose camino lentamente. Una presentación y puesta al día particularmente interesante en DEKKER, R. “Introduction”, en DEEKKER, R. (ed.), Egodocuments and history. Autobiographical writing in its social context since the Middle Ages, Verloren 2002, pgs. 7- 20. 94

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El de Aquemendi es un magnífico ejemplo de todo esto. Testa con su mujer, cuyos bienes de Anchieta suso ha gestionado, junto a los suyos de la Torre de Anchieta. Se ocupa de su situación patrimonial y financiera y de las previsiones sucesorias. Todo con detalle. Es un matrimonio rico. El texto se convierte, a medida que se ya leyendo, en una especie de biografía resumida de ambos, en la que se dan cuenta de sus principales negocios –con la relación de créditos y deudas, algunos muy gruesos- y se relata el saneamiento de ambas haciendas. Han puesto en marcha las herrerías de Anchieta, que están arrendadas, y durante los 30 años de matrimonio han adquirido hacienda importante. Se habla de la capilla de Urrestilla, a la que le faltan todavía ornamentos adecuados y se manda su dotación, pero disponen su sepultura en la parroquia de Azpeitia.

La parte más importante es la dedicada a la sucesión. Y aquí no hay sorpresas: Aquemendi y su mujer fundan vínculo con las haciendas de ambos. Me he referido antes a la importancia de esta iniciativa; el mayorazgo se va a convertir en uno de los nervios de la historia social y económica de Gipuzkoa durante todo el antiguo régimen (y aún a lo largo del siglo XIX). Lo explica de manera brillante la experta portuguesa LURDES ROSA, al describir los diferentes significados de la institución:96 “no fundo, ruptura com as práticas sucessórias e patrimoniais anteriores … por detrás do morgadio estavam, em complementaridade, uma estrutura social e uma forma de percepçao do real específicas , que o possibilitavam e eran por ele reforçadas … se transmiten modelos de comportamento, regras de conduta social e formas de relacionamento com o mundo dos antepassados …transformando-a num factor de estruturaçao linhagística”

96

Ref. LURDES ROSA, Maria de, O Morgadio em Portugal sécs. XIV – XV. Modelos e práticas de comportamento linhagístico, Lisboa, 1995, 309 pgs.

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Soy de la opinión de que se trata de un instituto jurídico cuya lectura y comprensión social evoluciona a lo largo de las generaciones. En sus inicios, su sentido nuclear es la defensa ante la incertidumbre de la extinción de la familia, mezcla de piadosa responsabilidad ante la herencia secular de solares, casas, reputaciones y, sobre todo, identidades, para los viejos linajes, y de emulación de todo esto por los nuevos, y de responsabilidad ante la perpetuación de este legado. Una experta lo ha calificado de ‘inmortalidad de los bienes’, que me parece un acierto. Como dice, “Non v’è dubio cha la pratica del fedecommesso …abbia corroborato nel tempo –o forse creato- il senso dinástico della familia. Proprio per questo il fedecommesso è momento fondamentale nell’acquisire un’autoimmagine familiare come grupo unitario e diacrónico… I nuovi arrivati usano il fedecommesso como primo atto per autolegittimare l’identità familiare”97 Sin embargo, siendo Aquemendi letrado es muy sorprendente que la escritura sea algo confusa. En ningún momento se refiere a una voluntad expresa de fundar un vínculo, menos aún un mayorazgo. Hace una minuciosas de bienes heredades y adquiridos, de créditos y deudas, y al nombrar a su única hija como heredera universal, dispone que los bienes sean impartibles, prohíbe su enajenación, obliga incluso al uso preferente de las armerías “que tenemos” y del apellido de Aquemendi Anchieta, pero en ningún momento se hace tal declaración ‘fundacional’. De forma y manera que no se sigue el esquema legal de proclamar la fundación para, de inmediato en el texto, enumerar ‘por menor’ los bienes sobre los que se crea este fideicomiso. Es gratuito especular sobre los motivos, pero el hecho es que, desde este punto de vista, se trata de una fundación ‘irregular’98. Puestos a especular, tengo la impresión de que Aquemendi tiene algo más que dudas sobre el futuro de la hacienda. Desde este punto de vista, está al borde de un cierto abismo, el de la falta de sucesión legítima. Cercano a los 70 años, no tiene más que una hija recién casada, pero sin hijos. Le queda una bastarda, casada a Elgoibar (en la otrora prestigiosísima casa de Lasalde) y con descendencia, a la que llama a la sucesión a falta de la descendencia legítima. El codicilo nos va a aportar muchas pistas. Resulta que la bastarda y su marido Lasalde Olascoaga han sido muy ingratos y falsos con él, y viven a sus expensas hace mucho tiempo. Simulando atenderle en su enfermedad, su yerno ha entrado en su casa, ha forzado sus escritorios y revisado papeles, le ha robado cantidades de dinero, etc. Un espectáculo más bien desolador. Aquemendi dicta un codicilo cuyo único propósito es una especie de ajuste de cuentas con el sinvergüenza. Y, de paso, para llamar a la sucesión a su recién nacido nieto Martín. Pero esto también 97

Cada vez es mayor el interés sobre la figura jurídica del mayorazgo y su lugar central en la historia social. Uno de los trabajos más interesantes sobre la cuestión es el de PICCIALUTTI, M., L’immortalittà dei beni. Fedecommessi e primogeniture a Roma nei secoli XVII e XVIII, Ius Nostrum. Studi e testi pubblicati dall’Istituto di storia del diritto italiano dell’Universitá di Roma “La Sapienza”, nº 24, Roma, 1999, 297 pgs.; de donde tomo esta referencia (pg.7.). El propio título del libro es elocuente. 98 El tema excede los límites que me he marcado en este estudio, pero el hecho es que al desparecer la línea de los Aquemendi-Anchieta las fincas se partirán, subsistiendo el siglo XVII dos mayorazgos, uno en cada una de las ramas herederas.

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está rodeado de algún misterio, pues se bautiza solo cuatro meses después del matrimonio de sus padres…casados, además, a edad más bien madura Como panorama sucesorio, desde luego la situación no es nada halagüeña. De hecho, el yerno muere a los cinco años escasos de casar (1593), y su mujer administra el mayorazgo ayudada por quien parece su fiel amigo –y cuñado-, el escribano Martín de Aguirre, para fallecer también joven, en abril de 1604. Hacienda solvente y rica, pero familia a un paso de su extinción, como estamos ya hartos de ver en esta sociedad tan desafortunada en sucesiones como desacertada en previsiones. Subsiste un único heredero, Francisco Pérez de Arandia y Aquemendi Anchieta (1592-1637). Su biografía es la del canto de cisne del linaje. No solo mantiene el prestigio y ese lugar por el que tanto habían peleado, sino que lo consolida al extremo de obtener (en 1637) la máxima merced que un hidalgo provinciano puede obtener de la monarquía en estos años, que es la de un hábito de órdenes militares. Honor que llega tarde, pues fallece antes de vestir el hábito. Y fallece sin sucesión.

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Apéndice Tablas genealógicas99

Abreviaturas empleadas ----ant. b. c. c.m. c.p. m. n. PT. s.p. solt. T. X X (1) X (2)

relación y sucesión ilegítimas antes de [la fecha que siga] bautizado casado contrato matrimonial con posteridad muerto nacido poder para testar sin posteridad soltero testamento matrimonio primer matrimonio segundo matrimonio

99

Publico las tablas genealógicas de los Anchieta hasta donde la documentación permite ser exactos y precisos. Añado varias tablas de las familias emparentadas citadas en el texto, para visualizar esa red de parentescos en la élite a la que me he referido con frecuencia y que sirven para ilustrar la posición de los Anchieta. En estas, incluyo únicamente a los miembros principales de cada familia al objeto de este trabajo. Elimino notas y aparato erudito.

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FAMILIA ANCHIETA DE URRESTILLA 1. Anchieta Torre Martín González de Anchieta Caballero, Guarda del rey Enrique III Señor de la Casa Fuerte de Anchieta, molino, presa, calças Dueño del solar de ferrería en Aranas 'la mayor' n. cr. 1370 c. cr. 1390 X doña Isabel Núñez Osorio

Martín Martínez de Anchieta ‘su tio’ (1434)

Lope de Anchieta Señor de la Casa Fuerte de Anchieta c.m. 14.09.1409 c. cr. 1415 X doña Domenja de Izaguirre y Arrieta

Martín González de Anchieta Dueño de sus casas “de Anchieta” en la c. De Emparan c. cr. 1425 m. para 1442 X doña Gracia de Larreche

Teresa de Anchieta Viva en 1498 m. solt. s.p.

Pero Ibáñez de Anchieta Sr. de la Casa y Torre de Anchieta n. 1435 c. cr. 1470 m. cr. 1509 X N. - - - - - - - N

Pedro González de Anchieta Sr. de Anchieta Torre n. cr. 1470 c. cr. 1497 cpd 3.09.1497 m. cr. 1519 X doña María Mrtnez de Garagarza n. cr. 1480 T. 5.01.1533

Elvira de Anchieta Sra. de las casas de Anchieta en Azpeitia c.m. 22.10.1442, jueves “delante la casa fuerte de Loyola” m. 1444/5 (de parto) X Lope de Ugarte T. 2.10.1444 m. 10.1444 c.p.

Lope González de Anchieta Clérigo ------N

Milia de Anchieta c. cr. 1500 X Juan Mrtnez. de Guerrenzuri Sr. de Guerrenzuri c.p.

Mª Pérez de Anchieta n. 1498 X N.

Inés López de Anchieta Legitimada [ 26.12.1489] n. cr. 1465/70 X Juan de Espinosa

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Juan Ibáñez de Anchieta m. para 1523 X doña Teresa de Ugarte s.p.

Ana de Anchieta n. 1511 m. post 1568 ‘beata’, Serora y Monja en la Concepción (cr. 1521) Vicaria en 1568

Teresa de Anchieta Sra. de la Torre de Anchieta T. 10.10.1534 y 15.01.1558 X Juan Mtnz. De AQUEMENDI Escribano de Azpeitia [7.05.1517] n. 1496 m. 1556/7

Domenja de Anchieta X Juan Miguélez de Odrioçola Sr. de la Casa de Odriuçola T. 22.12.1536 c.p.

Catalina de Anchieta n. cr. 1511 T. 19.05.1587 X Maestre Pedro de Errazti s.p.

Lic. Martín Ibáñez de Aquemendi Sr. de la Torre de Anchieta Funda Capilla en Urrestilla c.m. 13.01.1559 T. 13.02.1588 Fundan Vinculo de Anchieta Cod. 8.06.1588 m. 1588 X doña Mª López de Anchieta Sra. de Anchieta-suso c.p.

Pedro de Aquemendi Estudiante m. Salamanca

Francisco de Aquemendi Jerónimo m. (Guadalupe)

Ana Ibáñez de Aquemendi X Lorenzo de Arana Sr. de Arana c.p.

María Ibáñez de Aquemendi X Martín Pérez de Barrenola

Mª Pérez de Anchieta n. 1503 ‘beata’, Monja en la Concepción (cr. 1518) m. post 1568

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2. Anchieta de Suso

Martín García de Anchieta Sr. de la Casa de Anchieta c. cr. 145.. X doña Mª Veraiza de Loyola

Lope García de Anchieta Sr. de la Casa de Anchieta c. cr. 1485 X doña Mª Nicolás de Olano e Irarrazabal m. post. 1524

Veraiza de Anchieta c. cr. 1505 X Pedro de Villarreal c.p.

Martín García de Anchieta n. 1479/80 c.m. 9.05.1507 T. y Cod. 10.04.1548 Cod. en 11 y 30.04 X doña Domenja de Garicano

Ochoa de Anchieta X N.

Martín García de Anchieta c. cr. 1490 m. ant. 1503 X doña Mª Beltrán de Goyaz m. post 1513

Mª López de Anchieta T. 19.03.1517 Cod. 26.02.1523 X Domingo Ibáñez de Zuridi m. cr. 1510 s.p.

Marina de Anchieta T. 13.11.1536 X Juan Martínez de Ibarluce Sr. de la Casa y ferrería de Ibarluce m. ant. 1502 c.p.

María Fernandez de Anchieta n. 1468 X lic. Francisco de Asiaín Boticario de Segura m. cr. 1523

Domenja Sanchez de Aynchieta c.m. (1) 23.09.1503 c.m. (2) 12.10.1519 T. 11.03.1538 X (1) Juan Martínez de Egurza c.p. Escribano X (2) Pedro de Eizaguirre Aguinaga Escribano

Mª Beltrán de Anchieta c.m. 3.04.1513 X Juan de Oyanguren y Ondarra Sr. de la Casa de Ondarra c.p.

García López de Anchieta Pbro. 1515: rector sustituto m. 1518 (asesinado)

Marina de Anchieta

Lope García de Anchieta Sr. de Ariçabaleta c.m. 28.12.1522 T. 10.1542 X Catalina de Aspillaga

Mª López de Anchieta Cpd. 8.04.1529 X Ojer de Verástegui Vecino de Verástegui

Catalina de Anchieta X Juan de Larrañaga Sr. de Larrañaga c.p.

Juan de Anchieta

Ana de Anchieta o de Areizabaleta n. 1526 X Martín de Goardia

María de Anchieta X Juan de Leete

Juan Ochoa de Anchieta Res. Villapalacios X Inesa de Palencia c.p.

41

Lope García de Anchieta m. en Indias X doña Domenja de Albisu - - - - - - N.

Magdalena de Anchieta Acuerdo legítimas 6.06.1560 X Juan Pérez de Loyola

Ana García de Anchieta Sra. de la Casa de Anchieta c.m. 31.03.1524 m. 1545 (Madrid) X Martín Pérez de Muñoa n. 1493 s.p.

Mª López de Anchieta Sra. de Anchieta-suso c.m. 13.01.1559 X Lic. Martín Ibáñez de AQUEMENDI Sr. de la Torre de Anchieta Funda Capilla en Urrestilla Fundan Vinculo de Anchieta T. 13.02.1588 Cod. 8.06.1588 m. 5.08.1588 - - - - - N.

Pedro de Anchieta n. 1540 X María de Arralde

María de Aquemendi Sra. Del vínculo de Anchieta c. 11.12.1587 T. 9.04.1605 Cod. 12.04 m. 16.04 X Martín Pérez de ARANDIA y Herrasti m. 03.1593 abint.

María Martínez de Aquemendi b. 8.09.1567 c. 17.10.1582 m. 2.01.1623 X Juan de Olascoaga Sr. de Lasalde (Elgoibar) c.p.

Martín Ibáñez de Arandia b. 18.04.1588 m. para 1605 s.p.

Cap. Francisco Pérez de Arandia Sr. de Anchieta Caballero de Calatrava (29.06.1637) b. 8.09.1592 (Deba) c. 1.11.1610 m. 10.09.1637 X doña Ana de Umansoro s.p.

Nicolas de Arandia n. 1590 m. niño

Catalina López de Anchieta n. 1510 c.m. 25.05.1535 T. 1.11.1557 X Tomás de MAQUIBAR

Mª López de Anchiet X Cristobal de Sagasti c.p.

Mª García de Anchieta n. 1509 T. 6.07.1550 X Domingo de Oyarzabal c.p.

Pedro de Anchieta ¿pintor? Miguel de Maquibar X Mª Joaniz de Galdona

Magdalena de Aquemendi [c. 13.04.1606 (Soraluce) X Domingo de Loyola Escribano del Corregimiento]

Gregorio de Maquibar Sr. de Anchieta suso en 1638 c. 6.08.1604 X Mª de Ormaechea c.p.

Maria de Maquibar b. 17.03.1582

42

SOLAR DE PARIENTES MAYORES DE LOYOLA Beltrán Ibáñez de Loyola Sr. de la Casa fuerte de Loyola, de la Oñaz y pertenecidos 28.04.1394 Patrón de San Sebastián de Soreasu Vasallo del Rey T. 00.01.1405 X doña Ochanda Martínez de Leete

Sancha Ibáñez de Loyola Sra. del Solar de Loyola; Patrona de S. Sebastián de Soreasu (16.10.1413) c.m. 4.03.1413 T. 11.12.1464 X Lope García de LAZCANO T. 15.01.1441

Juan Pérez de Loyola Sr. De Loyola y Patrono de Soreasu m. cr. 1413 s.p.

Juan Pérez de Loyola Sr. del Solar de Loyola Patrón de San Sebastián de Soreasu; Vasallo del Rey c.m. 02.1438 m. abint. X doña Sancha Pérez de Iraeta T. 1.09.1473

Mª Beraiza de Loyola c. cr. 145.. X Martín García de Anchieta Sr. de Anchieta c.p.

Beltrán Ibáñez de Oñaz Sr. del Solar de Loyola. Patrón de San Sebastián de Soreasu n. cr. 1439 c.m. 13.07.1467 T. 23.10.1507 m. 23.10 X doña Marina Sánchez de Licona

Catalina de Loyola n. cr. 1442 c. cr. 1460 X Juan Martínez de Emparan Sr. del Solar de Emparan c.p.

Mª López de Loyola c. (1) para 1457 X (1) Juan Pérez de Ozaeta c.p. Sr. de Ozaetaç, Patrono de Alegria X (2) Iñigo Ybáñez de Ysurola T. 9.06.1507

Martín García de Loyola Sr. del Solar de Loyola; Patrón de S. Sebastián de Soreasu n. 1468 c.m. 11.09.1498 / 11.12.1498 5.03.1536 Funda Mayorazgo de Loyola T. 18.11.1538 m. 29.11.1538 X doña Magdalena de Araoz T. 11.09.1539 m. 1539

Iñigo López de Loyola San Ignacio n. 1491 m. 1556 (Roma) Fundador de la Comp. de Jesús Patrón de Guipuzcoa

Sancha Ybáñez [Juaneyça] de Loyola c. cr. 1490 X Juan Martínez de Alzaga Escribano de Azpeitia c.p.

Marina López de Loyola c. 1449/1450 X Bach. Juan Pérez de Vicuña Dueño de la torre de Vicuña m. 1477 T. [1477] c.p.

Ochanda de Loyola c. 1440/1450 X Juan de Oyanguren Sr. de Oyanguren c.p. Inés de Loyola X Juan Ochoa de Emparan c.p.

Beltrán Ibáñez de Oñaz Sr. del Solar de Loyola y su Mayorazgo Patrón de San Sebastián de Soreasu c. 03.1536 T. 1.03.1549 X doña Juana de Recalde T. 10.08.1563 Cod. 14.08 m. 1563

Martín García de Loyola c.m. 16.12.1540 T. 26.06.1560 X doña Mª Nicolasa de OYANGUREN T. 6.09.1562 y 8.10.1568 m. 1585

1

ESUROLA - ZURIDI Miguel Ybáñez de Ysurola Sr. de la Casa y Ferrería de Ysurola c. cr. 1445 X doña María Pérez de Yraegui T. 11.08.1492

Juan Ybáñez [Miguélez] de Ysurola Sr. de la Casa y Ferrería de Ysurola c.m. (1) 22.06.1466 c.m. (2) 13.05.1480 T. 16.11.1488 X (1) doña Nabarra de Çuridi T. 6.06.1477 X (2) doña Osana de VICUÑA c.p. Y LOYOLA n. cr. 1466 Cod. 28.05.1535

Mª Pérez de Ysurola Sra. de la Casa de Ysurola 'de nomine' c.m. 13.05.1492 X Domingo de Oyarzábal T. 6.03.1530

Juan López de Zuridi 'mercadero' c. cr. 1440 X doña María Yváñez de Gallay

Iñigo Ybáñez de Ysurola c. cr. 1465 T. 9.06.1507 X doña Mª López de LOYOLA

Elvira de Zuridi X Juan Martínez de ALZAGA Escribano c.p.

Domenja de Ysurola c. 9.08.1492 T. 15.08.1509 m. 6.09 X Juan de ALZAGA "mercadero" T. 23.01.1531 m. 12.11 c.p.

Catalina de Ysurola X Juan Beltrán de LOYOLA c.p.

OYANGUREN DE URRESTILLA Juan de Oyanguren Sr. de la Casa de Oyanguren c. cr. 1440/50 X doña Ochanda de LOYOLA LAZCANO

Juan Pérez de Oyanguren Sr. de la Casa de Oyanguren m. 1541 X doña María de Garagarza T. 10.05.1542 y 26. 05.1543 m. 1543

Ochoa Pérez de Oyanguren c.m. 21.09.1508 X doña Ana Pérez de Otálora

Juan Pérez de Oyanguren Sr. de la Casa de Oyanguren c.m. 17.02.1538 T. 9.09.1540 X doña Mª González de Aiztarri m. 1.02.1576 c.o.

Mª Nicolasa de Oyanguren c.m. (2) 16.12.1540 T. 6.09.1562 y 8.10.1568 m. 1585 X (1) Dr. Iñigo de ALZAGA s.p. X (2) Martín García de LOYOLA Y ARAOZ T. 26.06.1560 Martín García de Loyola y Oyanguren Cab. de Calatrava (1568); Corregidor de Potosí (1579) Gobernador del Reino de Chile (1591) c. 1572 m. 23.12.1598 (Chile, combate) X doña Beatriz Clara Coya c.p. Srs. De Loyola. Marqueses de Santiago de Oropesa

2

Domingo Ibáñez de Zuridi m. cr. 1510 X doña Mª López de ANCHIETA T. 19.03.1517 Cod. 26.02.1523 s.p.

EGURZA DE AZPEITIA Martín Pérez de Egurza Sr. de Egurza X Mª Ortiz de Ateguren

Juan Martínez de Egurza Sr. de la Casa Solar de Egurza Escribano c. (1) cr. 1485 c.m. (2) 23.09.1503 m. para 1519 X (1) doña Elvira Sánchez de MENDIZÁBAL X (2) doña Domenja Sánchez de AYNCHIETA T. 11.03.1538

Mª Martínez de Egurza c. cr. 1505 T. 29.03.1525 X Juan de Catayn Sr. de la Casa de Catayn c.p.

Periça de Egurza c. cr. 1488 X Domingo de Garagarza T. 7.09.1523 c.p. X (2) doña Catalina de UGARTE

Juan Pérez de Egurza Sr. de la Casa de Egurza Escribano X doña Marina Sánchez de LOYOLA s.p.

Ana Martínez de Egurza c.m. 8.05.1513 X Pedro de Oñaz y Catayn

María de Egurza Sra. de la Torre de Egurza c.m. 2.08.1540 T. 8.09.1565 X Capitán Martín Pérez de Eizaguirre Sr. De Zurbano s.p.

3

1

UGARTE - VICUÑA DE AZPEITIA Lope de Ugarte y Munibe c.m. 22.10.1442, jueves “delante la casa fuerte de Loyola” T. 2.10.1444 m. 10.1444 X doña Elvira de ANCHIETA y Larreche m. 1444/5

Bachiller Juan Pérez de Vicuña y Larrume Dueño de la torre de Vicuña c. 1449/50 m. 1477 T. [1477] X doña Marina López de LOYOLA

bach. Lope González de Ugarte Escribano; dueño de Otaola n. 1444/5 c. para 1474 T. 18.10.1498 m. 1498 X doña Sancha Ibáñez de VICUÑA T. 12.08.1516

Bach. Pero Pérez de Vicuña Relator del Consejo de la Reina Sr. de la Torre de Vicuña T. 23.03.1508 (Burgos) Cod. 29.03.1508 m. s.p.

Osana de Vicuña c.m. (1) 13.05.1480; c. (2) cr. 1497 T. 4.03.1535 Cod. 28.05.1535 X Juan Miguélez de YSUROLA Sr. de la Casa y ferrería de Ysurola T. 16.11.1488 c.p. X (2) Gonzalo de Erquicia c.p. Sr. de Erquicia m. antes de 1514

Mª Vélez o 'Veraiza' de Vicuña n. 1451 c. cr. 1468 T. 14.08.1483 m. 1483 X Juan Sánchez de MENDIZABAL

Juan López de Ugarte c. (2) 1524 m. para 1529 X (2) doña Ana Pérez de ANCHIETA - - - Catalina de Sarratea

Lic. Lope González de Ugarte Inquisidor de Cuenca y Zaragoza m. ant. 1525 c.p.

Teresa de Ugarte T. 9.02.1525 y T. 8.02.1565 X Bachiller Domingo Ibáñez de Arrieta T. 7.05.1543 s.p.

Mª Juanez de Mendizabal n. cr. 1468 Cod. 17.10.1542 X Maese Juan Martínez de OLÓZAGA, cantero T. 31.12.1525

Juan López de Ugarte En Indias (1565) H. u. De su padre

Veedor Lope González de Ugarte Sr. de la Casa de Ugarte o de Anchieta (Azp.) Veedor de las Obras de la fortaleza de Pamplona; X doña Mª de Egües Sra. del palacio de Eransus

Juan López de Ugarte Caballero de Alcántara (1621)

Leonor de Vicuña Sra. de la Torre de Vicuña (1508) c. (1) cr. 147.. T. 12.08.1517 Cod. 12/13.08 X (1) Juan [Pérez] de Otalora X (2) Bach. Juan Pérez de Régil m. entre 1508-1517

María de Veleen de Vicuña y Régil Sra. de la Torre y Casa de Vicuña c. (1) cr. 1513 c. (2) 30.08.1514 X (1) Martín García de Iraeta s.p. X (2) Juan de ALZAGA 'mercadero' c.p. n. cr. 1470 T. 23.01.1531 m. 12.11.1531 Contador Juan Martínez de Olózaga c. m. 8.02.1526 X doña Mª López de Alzolaras Sra. de Alzolaras-Yuso n. cr. 1505

Juan Martínez de Olózaga Contador en las plazas de Fuenterrabía y San Sebastián Criado de S.M. Sr. de Alzolaras Yuso c.m. 14.01.1563 X doña Magdalena de Olano y Loyola Compra las casas de UGARTE – ANCHIETA (1586)

2

ALZAGA DE AZPEITIA N. de Alzaga

Martín García de Alzaga Escribano; 'mercadero' X N.

Juan Martínez de Alzaga Escribano X doña Elvira de ZURIDI

Juan de Alzaga 'mercadero' n. cr. 1468 c. (1) 9.08.1492 c.m. y c. (2) 30.08.1514 (Casa de Vicuña) T. 23.01.1531 m. 12.11.1531 X (1) doña Domenja de ESUROLA y LOYOLA T. 15.08.1509 m. 6.09.1509 X (2) doña Mª de Velen de VICUÑA y Régil Sra. de la Casa y Torre de Vicuña

Juan Martínez de Alzaga Escribano m. 1538 X doña Sancha Ibáñez de LOYOLA

Francisca de Alzaga X Bach. Martín Martínez de Acharan c.p.

Doctor Iñigo de Alzaga n. cr. 1495 T. 24.07.1532 m. 00.12.1536 X doña Mª Nicolás de OYANGUREN s.p. - - - - - Mª de Aguirre o de Echenagusía

María de Alzaga c. 18.10.1517 X Juan Hortiz de ZARAUZ Sr. del Solar de Zarauz Patrono de Zarauz n. 1495 T. 20.04.1545 c.p.

Juana de Alzaga c. cr. 1515 T. 5.06.1572 m. post 1577 X Pero López de ARRIARÁN Sr. del Solar de Arriarán T. 15.06.1527 Cod. 19.06.1527 (Granada) c.p.

Francisco Iñiguez de Alzaga T. 1.11.1582 X doña Catalina de Zubizarreta T. 30.08.1605 c.p.

Elena de Alzaga c.m. (1) 4.03.1539 X (1) Juan Sánchez de s.p. MENDIZABAL Y EMPARAN X (2) Dr. Miguel de Aguirre c.p.

Angela de Alzaga Monja en la Concepción X Bartolomé de LOYOLA m. cr. 1559 s.p.

3

Juan Pérez de Alzaga Criado de Ruy Gomez de Silva Tenedor de Bastimentos en Navarra T. 16.06.1554 c.p.

Ana VÉLEZ de Alzaga Sra. de Vicuña y Olabarrieta c.m. 14.03.1536 T. 5.04.1566 Funda Mayorazgos de Olabarrieta y de Vicuña X Cap. Nicolás Sáez de Elola Conquistador en América Funda capilla en Azpeitia s.p. T. 14.12.1553 m. 16.12

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