Lo que el agua se llevó: La investigación arqueológica en el NEA desde la UNR

Las investigaciones arqueológicas en el “Nordeste” han estado fuertemente marcadas a lo largo de las últimas décadas del siglo XX por el peso de la arqueología tradicional que caracterizó a las investigaciones iniciales. Esta base tradicional, con una clara interdependencia entre la teoría madre y la base empírica, proporcionó una serie de categorías que continúan en uso pero vaciadas de su contenido teórico original, ahora aparentemente resignificadas en el contexto de otras corrientes teóricas. Esto redunda en interpretaciones acerca de la movilidad y el uso del espacio por parte de las sociedades del pasado, en las que se da un desbalance entre los enfoques teóricos explícitos y la base empírica considerada, todo ello en un marco de información paleoambiental y cronológica prácticamente inexistente.Las explicaciones arqueológicas están condicionadas tanto por las limitaciones intrínsecas del registro como por las expectativas teóricas que asimismo controlan las tácticas de recuperación y análisis. Aunque se incorporen discursivamente categorías y conceptos de otras corrientes teóricas, continúa operando el “modelo controlador metafísico” (en el sentido de Clarke 1973) de los postulados taxonómicos artefactuales. Esto tiene consecuencias para el desarrollo de investigaciones arqueológicas desde otras perspectivas teóricas, ya que pese al indudable desarrollo de trabajos de campo, no hay un incremento cuanti-cualitativo de datos pasible de ser apropiado y capitalizado para otro tipo de explicaciones.En este trabajo se pretende poner a discusión en qué medida lo anterior constituye un factor limitante en el desarrollo de la arqueología del “Nordeste”.