Lo mejor es ignorar tu categoría sexual

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Descripción

VIERNES, 20 ENERO 2006

MARC ARIAS

“Lo mejor es ignorar tu categoría sexual” Tengo 40 años, nací en Barcelona. Soy catedrático asociado de Hispánicas en la Universidad de Puerto Rico. Estuve tres años en la Universidad de Rice (Houston). Soy queer. No sé si creo en Dios, pero en la jerarquía eclesiástica, no. Me gustaría que mi izquierda fuera más transgresora. Participo en el ciclo (La Caixa) Perversas y divinas.

MEDIEVALISTA, ESPECIALISTA EN TEORÍAS DE GÉNERO

RAFAEL M. MÉRIDA LO EXTRAÑO

ginar de mujeres malignas, desde la femme fatale hasta la mujer tentadora, no nacen en la edad media pero se consolidan en ella. –Si la Iglesia confiara algunos archivos... –Sabríamos más del erotismo medieval. Y reflexionaríamos: ¿por qué dice el Papa que el homosexual no puede entrar en el seminario y el heterosexual sí, cuando quien allí entra, en todo caso, lo que debe ser es casto y célibe? Es absurdo. Tenemos en el archivo Vaticano lo que se denomina un infierno de textos no accesible a historiadores. –¿Y cómo sé yo quién es bruja? –Antes eran mujeres al margen de la sociedad, no siempre viejas, con conocimientos de adivinación y medicina. También había grupos de mujeres solas. Acababan en la hoguera, en países católicos y en protestantes. En Catalunya, entre 1616 y 1619 fueron ahorcadas por las autoridades civiles unas 300. –Entonces..., ¿haberlas haylas? –La mayoría no lo dice. La que lo exterioriza sólo está fascinada por la escenografía. –¿Pero usted ha visto alguna? –No. Pero una me curó. Tenía unos 50 años y vivía en el campo. Le hablaron de una lesión que yo tenía en la piel, le llevaron un jersey mío y al cabo de una semana sané. –Sería la noche de San Juan. –No, no. Logró lo que no habían conseguido los mejores especialistas de Barcelona. –La mujer, en el crimen, es más sibilina: veneno en lugar de puñalada. –Está demostrado que las mujeres tuvieron que ingeniárselas para sustituir su fragilidad física y falta de acceso al poder político mediante otras estrategias. Y decidieron que su estrategia partiera de la inteligencia. –¿De qué sirve ahora revisar ese mundo? –¡Es un antídoto contra la violencia de género! Desde hace siglos las enseñanzas de la Iglesia han sido profundamente misóginas. Ésa es su herencia. Hay que corregirlo. –Hoy ya no se persiguen brujas.

Tiene una facilidad pasmosa y académica para analizar tipos de hombres y mujeres y categorías sexuales desde la edad media hasta nuestros días, pasando por la Inquisición. Y como Miller en ‘Las brujas de Salem’, lo reconvierte en metáfora contemporánea. Es ‘queer’, esa palabra inglesa sin traducción que engloba lo ‘raro, extraño’, aplicado al sexo: “Relaciones que no pasan, necesariamente, por la convivencia o la vicaría”. Al medievalista le emocionó el filme ‘La vida secreta de las palabras’, de Coixet, donde se citaba ‘Cartas de una monja portuguesa’, breviario de amor escrito desde un convento del Alentejo por una religiosa seducida y abandonada por el conde Chamilly, capitán de caballería. Con ello Rafael abre los ojos como no he visto antes.

–Pero se estigmatiza a gente disidente del orden político o moral establecido. Viendo las manifestaciones del pasado año en las calles de Madrid, uno se preguntaba si a algunos obispos, periodistas o políticos no les gustaría volver a encender hogueras. –¿A quién quemarían primero? –Tal vez empezaran por gays, lesbianas y transexuales. No creo que la ley del matrimonio zanje ese feroz ataque a los derechos individuales. Está muy bien que se puedan casar..., pero no deja de ser la perpetuación de un modelo, el del régimen heteronormativo. –Usted escribió una antología de “sexualidades transgresoras”. –Lo que se entiende por teorías queer. ¿Qué significa ser queer? Un panfleto en una manifestación en Nueva York, en 1990, lo explicaba así: “No significa luchar por un derecho a la intimidad sino por la libertad pública de ser quien eres, cada día”. –¿Pero sabemos lo que somos? –Lo mejor sería no saberlo, ignorar tu categoría sexual. Desde el momento en que te acoges a una de ellas, generas conflictos sociales. ¿Sabe cuál fue el artículo más polémicos de mi libro?: “¿Deben autodestruirse los movimientos identitarios?”. –Si eso evita que se conviertan en guetos... –No deberíamos definirnos como heteros u homo. Los seres humanos somos, sencillamente, sexuales. La conciencia de ser homosexual y enorgullecerse –algunos se odian a sí mismos o son capaces de votar en el parlamento leyes en contra de los homosexuales– es un fenómeno histórico muy reciente. –Para Foucault, a finales del XIX, ¿no? –Pero siempre hubo relaciones que yo denomino homoeróticas. ¡En las pinturas de Caravaggio que tanto han fascinado estos días a nuestros ciudadanos también las hay! –¿Entiende el ciberfeminismo? –Es un ejemplo de pensamiento vivo. NÚRIA ESCUR

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alvadas, satánicas, brujas... ¿Tan malas hemos sido las mujeres en la historia? –¡Tan malos han sido los hombres con las mujeres en la historia! Brujas, en realidad, eran las mujeres sabias del pueblo, y no lo que nos ha hecho llegar el discurso del poder oficial religioso y político, siempre en manos de los hombres. –¿La inteligencia los asustaba? –Por eso ejercieron su poder sobre ellas. Según el diccionario, bruja es “mujer con poder maléfico”, pero eso deriva de los diccionarios que recogían la lengua de los verdugos. –¿Cuál era el castigo más frecuente? –La pena de muerte. Previa sesión de tortura de la Inquisición. –¿Y si eras brujo? –¡Ah! Nada, entonces no pasaba nada: te llamaban mago. –¿Ser medievalista será extraña cosa? –Pronto. Yo soy doctor en Filología, me hice medievalista por el entusiasmo que me contagiaron profesores de la UB. Y empecé a interesarme en mujeres medievales cuando comprendí que muchos modelos humanos actuales se formularon entonces. –No se me ocurren muchas conexiones. –Analicemos un arquetipo: la mujer asociada al mal. Por ejemplo: la mujer venenosa, la que devora al hombre. –¿Ésa viene de tan lejos? –Eso escribieron los hombres de la época. La cultura de la edad media nos llega, casi siempre, redactada por hombres. En su mayoría religiosos, teólogos. Para ellos la mujer fue siempre terreno de tentación, tenebroso. –¿Por qué? –Se les enseñó a tener miedo de las mujeres porque para el catolicismo o eran sin mácula, como la Virgen, o pecado, como Eva. –Lo desconocido asusta. –Claro. Y a partir de san Pablo, peor. Todas las versiones actuales que uno puede ima-

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