Lo escencial es invisible a los ojos: El altruismo en la sociedad argentina

July 3, 2017 | Autor: Carolina Bonomini | Categoría: Public Relations, Investigación Educativa, Relaciones Publicas, Tesis
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Descripción

Escuela de Relaciones Públicas

Trabajo Final Integrador Lo esencial es invisible a los ojos:

El Altruísmo en la

Sociedad Argentina

BONOMINI, Carolina Jimena Legajo N°: 193267 Año de Presentación: 2015

Carolina Jimena Bonomini

Trabajo Final Integrador

Legajo 193267

Escuela de Relaciones Públicas

ÍNDICE INTRODUCCIÓN .................................................................................................I AGRADECIMIENTOS .................................................................................... III

CAPÍTULO I: Un recorrido por el Altruísmo ................................................... 1 Orígenes del Altruísmo .................................................................................... 1 Altruísmo como principio moral .................................................................... 2 Un debate científico ........................................................................................ 5 Apocalípticos e integrados ......................................................................... 7 Dos caras de una misma moneda: Egoísmo y Altruísmo ............................. 14 La interacción social: una necesidad ............................................................ 24 La socialización ............................................................................................ 24 La socialización primaria y secundaria .................................................... 25 Justicia y Altruísmo ...................................................................................... 28 El bien común: la Conducta Prosocial.......................................................... 31 La institucionalización del altruísmo ............................................................ 34 Los impulsores.............................................................................................. 34 La Iglesia como promotor ........................................................................ 35 Tras la Independencia ............................................................................... 37 El asociacionismo solidario y autogestivo ............................................... 40 Hacia las Organizaciones del Tercer Sector ................................................. 43 ¿Cómo definirlas? ..................................................................................... 45 El altruísmo organizado: el Voluntariado................................................. 50 Solidaridad, un valor altruísta fundamental .............................................. 55 Una apuesta hacia el futuro ........................................................................... 60 Una Red de Posibilidades ............................................................................. 62 Inicios de la Red Solidaria ........................................................................ 63

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Un caos ordenado ..................................................................................... 64 Por una Cultura Altruísta .......................................................................... 66 ¿De qué hablamos cuando hablamos de Altruísmo? .................................... 68

CAPÍTULO II: Relaciones Públicas y Altruístas ............................................ 71 El ethos de las Relaciones Públicas ............................................................... 71 Sentido de pertenencia: Identidad y cultura ................................................ 74 El imaginario altruísta .................................................................................. 79 Lo esencial de la Comunicación .................................................................... 84 Credibilidad y Legitimación ......................................................................... 87 Visibilidad y Responsabilidad Social ........................................................... 92 Acciones posibilitadoras ........................................................................... 98 Donación............................................................................................... 99 Mecenazgo .......................................................................................... 102 Fundraising ......................................................................................... 104 La importancia en la gestión de Vínculos y Públicos................................. 107

CAPÍTULO III: Crecer y Avanzar................................................................. 113 Conclusiones y Recomendaciones al Trabajo Final Integrador............... 113 Conclusiones............................................................................................... 113 Recomendaciones ....................................................................................... 127

ANEXOS AL TRABAJO FINAL INTEGRADOR ....................................... 135 Entrevista a Raúl "Racu" Sandoval – Red Solidaria –............................. 135

BIBLIOGRAFIA

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INTRODUCCIÓN

El presente Trabajo Final Integrador, tendrá por objetivo poder determinar la existencia de acciones altruístas en nuestra sociedad, y cómo se habrían constituido aquellas, en un factor determinante de la identidad social, a lo largo de los años. Para ello, pretenderé hacer un recorrido acerca de aquello que se entiende por altruísmo: cómo surgiría el término, las distintas perspectivas que lo abordarían, y las posibles diferencias que entre ellas encuentre. No será mi ambición abordar todas las disciplinas que consideran el estudio del altruísmo, sino aquellas que, en el curso de mi investigación, me permitan comprender lo antedicho. A partir de este Trabajo Final, será mi intención manifestar el interés que despierta en mí, desde mi adolescencia, por lo menos, las motivaciones de las personas que dedican su vida, o parte de ella, a ayudar a otros. Lejos de ser éste, un Trabajo Final de carácter religioso, considero que uno de los principales promotores del altruísmo en nuestra sociedad, podría haber sido la Iglesia Católica. A partir de ello, intentaré, en las sucesivas páginas, poder evidenciar si son acertadas mis estimaciones, como también poder comprender cómo y por qué las personas, los individuos, en la actualidad, se organizan aparentemente, de forma voluntaria, para ayudar a otras personas. Para iniciar mi investigación, entenderé que el altruísmo podría comprenderse como un valor, que impulsaría a las personas a actuar en beneficio de otros. Porque aun en la época actual en la que vivimos, creo poder observar en las personas cierta inclinación solidaria. Desde las Relaciones Públicas, como disciplina socialmente responsable, será la intención de este Trabajo Final, poder evidenciar la importancia de la comunicación y la gestión de vínculos, que permitirá la transmisión de los valores altruístas,

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consolidados en nuestra identidad social, desde las organizaciones y hacia la sociedad, y viceversa.

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AGRADECIMIENTOS

El camino transitado para la investigación y redacción del presente Trabajo Final Integrador, ha sido arduo y plagado de sentimientos encontrados: desde la alegría de haber podido elegir un tema que me apasiona, pasando por sentir en algún punto alguna reserva sobre el mismo, hasta volver a comprender, y afianzar, el porqué de mi elección. Dicho trayecto no solo me involucra a mí; a lo largo de estos meses de Seminario, de investigación y de escritura, muchas personas me han sabido acompañar, contener y, por qué no, tolerar. Es por ello que quiero agradecerles: Al Dr. Carlos Méndez, quien me ha brindado todo su apoyo y dedicación, y a quien le debo el haber podido encontrar el verdadero sentido de esta tesis. Al Lic. Patricio Puerta, quien, sin duda, ha sido aquel que me posibilitó una mirada distinta de las Relaciones Públicas, despertando en mí, verdadera pasión por esta profesión, cuando inicié, por el año 2012, las Prácticas de esta disciplina. A mi familia: mis padres, Andrea y Javier, y mi hermana, Florencia, por soportar ausencias, desorden, olvidos, y más ausencias. Y porque siempre, a pesar de todo, han puesto por delante mi desarrollo profesional. A mis amigos, quiero agradecer el haberme escuchado hablar una y otra vez, por meses, de un único tema, y por haberme alentado permanentemente a seguir este camino, aun cuando esto me llevara a estar ausente en momentos que necesitaban mi presencia. A Raúl “Racu” Sandoval, de Red Solidaria, por abrirme las puertas de su casa y recibirme, tan cálidamente; y haber sido de gran aporte para mi investigación.

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A mis compañeros y amigos, Javier Hourcade y Ariel Marrero, por su enorme corazón y capacidad. Por ser compañeros infalibles, para alcanzar los logros obtenidos en simultáneo con esta etapa, que, fueron un mimo al alma. Y todo eso que de esa experiencia surgió. Y, finalmente, a ellas dos, a mis compañeras de la vida, Paola De Dominicis y Julieta Ramírez, porque estoy convencida que, sin su compañía y sostén a lo largo de estos años universitarios, hoy no estaría escribiendo las últimas líneas de mi Trabajo Final Integrador.

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CAPITULO I Un recorrido por el Altruísmo

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CAPÍTULO I: Un recorrido por el Altruísmo Creo que fue durante mi adolescencia, cuando comencé a tener conciencia propia de dos cosas: por un lado, la existencia de personas que padecen ciertas situaciones adversas, sea por la imposibilidad de cubrir necesidades básicas, o bien cualquier circunstancia que no les permitiera vivir dignamente; por otro lado, que volver la mirada hacia otro lado, no iba a hacer que esa persona dejara de sufrir, ni se acabara su miseria. Fue durante esa época, casi con seguridad, que comencé a interiorizarme con distintas formas de ayuda, desconocidas para mí. Con el pasar de los años, pude ir involucrándome en diferentes acciones, y con diferentes personas que las llevan a cabo, siendo parte y tratando de comprender la dinámica de las diversas formas de ayuda desinteresada. Así, me he encontrado en ese camino, con el concepto de Altruísmo, cuyo estudio, como concepto y como forma de obrar, intentaré abordar en las siguientes páginas.

Orígenes del Altruísmo Desde hace siglos, el hombre ha buscado explicaciones sobre las motivaciones que llevan a las personas a realizar acciones en beneficio de otros. A partir de este interrogante, se han abierto múltiples debates desde distintas disciplinas que, pretenden identificar el origen de los comportamientos altruístas y demostrar sus causas. Desde la filosofía, la biología evolutiva y la psicología, entre otros, se dieron cita distintos debates sobre el origen del altruísmo, acerca de qué es aquello que motiva al ser humano a sacrificarse por el bien de otros. Tomando las disciplinas

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mencionadas, pretenderé hacer un recorrido que nos muestre cómo fue abordado el estudio del altruísmo por sus exponentes, con el objeto de lograr una mejor comprensión del mismo, profundizar en sus orígenes y poder determinar las relaciones existentes entre ellos. Para comenzar con ello, intentaré desarrollar la perspectiva filosóficasociológica propuesta por el filósofo francés Augusto Comte y su exposición sumaria de la religión universal.

Altruísmo como principio moral El término "altruísmo", entendido como un sacrificio personal por el beneficio de otros, encuentra sus orígenes de la mano de Augusto Comte, en 1851, en oposición al concepto de "egoísmo". El filósofo francés, lo consideró como base de la moral social en su obra Catecismo Positivista1. La palabra “altruísmo” proviene del término altrui, que en francés significa: de los otros. En discordancia con las religiones teológicas, pero fascinado por la estructura del catolicismo, Augusto Comte nos introduce con esta obra en una nueva religión, que sustituye el amor a Dios, o a cualquier ser sobrenatural, por el amor a la Humanidad. Este Gran Ser, objeto de veneración del Catecismo Positivista, está compuesto por los individuos presentes, los antepasados y los que están por venir. Comte, desarrollaría esta religión, fundada en la fórmula sagrada del positivismo: El Amor por principio, el Orden por base y el Progreso por finalidad2, como propuesta para conservar y mejorar la sociedad. Siendo que, la Humanidad se compone de todos los individuos, resulta más accesible su comprensión y de una

1

Catéchisme Positiviste, ou Sommaire Exposition de la Religión Universelle Comte, A.; Catecismo Positivista o Exposición Sumaria de la Religión Universal, Casa Editorial Garnier Hnos., París, s/d, p.61 2

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mayor identificación para sus devotos, pues cada uno de ellos será quien la constituye y, por ende, se encontrarían mejor dispuestos a emprender acciones para mejorarla. Comte, define a la religión como un "estado de completa unidad"3. Esta unidad reglaría las individualidades haciéndolas converger hacia un destino común: amar, conocer y servir al Gran Ser. A partir de esta premisa, todo los que los hombres son y poseen se lo deben a la Humanidad, como conjunto de seres convergentes, que contribuyen al perfeccionamiento intelectual, material y social de sí mismos. La religión como unidad evidenciaría un sentimiento del cual dependería la voluntad de los hombres. Tomando esto, Comte manifestaría que los individuos somos gobernados por los sentimientos, particularmente por dos impulsos afectivos: el instinto egoísta y el impulso altruísta. Sostiene que, para alcanzar el bienestar individual y social, el impulso egoísta debe estar subordinado a los impulsos benevolentes. La unidad que propone, trataría de hacer prevalecer lo social sobre lo individual, el culto del interés general sobre el interés propio. Ésta, sería la base del sistema ético que desarrolla, o nueva religión "de la Humanidad", donde los únicos actos moralmente correctos son aquellos que pretenden promover el bienestar y la felicidad de otros: "El positivismo, condensando toda la sana moral en la ley «Vivir para los otros», consagra la justa satisfacción permanente de los diversos instintos personales, en tanto que aquella satisfacción sea indispensable a nuestra existencia material, sobre la cual reposan nuestros atributos superiores."4 Es importante destacar que Comte, sitúa a la moral como la ciencia superior, aún por encima de la Sociología. La moral tiene como objeto de estudio el individuo, siendo éste, al mismo tiempo objeto y fin. Dado que, el Gran Ser se

3 Comte, A.; Catecismo Positivista o Exposición Sumaria de la Religión Universal, Casa Editorial Garnier Hnos., París, s/d, p.48 4 Ibíd., p.54

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compone de las individualidades de los hombres, será necesario contemplar y regular esas individualidades bajo el manto de la moral positivista. La Religión de la Humanidad nos ha sido explicada por Comte como una composición de tres partes fundamentales: culto, dogma y régimen. Respecto del primero, queda en claro que, siendo que el amor sería dirigido a un Ser empírico, y no a una deidad, el culto positivista se circunscribiría al desarrollo del sentimiento del amor para servir a la Humanidad. El amor sería la única fuente de las buenas acciones, y para mantenerlo como seno del culto será necesario fortalecerlo a diario a través del régimen. Será a partir del culto positivista como se relacionen el régimen y el dogma. Este último podría resumirse en el fin último que ya mencionara: "al Ser Supremo sólo debe conocérsele para amarle y servirle"5. El dogma se expresa exclusivamente a través de la moral positivista, que nos exigiría vivir para los otros. Sería en los dominios del dogma donde se desenvuelven las ideas de Orden y Progreso; Orden, como conjunto de leyes fundamentales de la realidad, siendo la Humanidad la más compleja y contenedora de todas las demás. Progreso, como un mejoramiento contínuo subordinado al orden. Esta idea de progreso, se evidenciaría en el régimen positivista, que, regula los actos siempre al servicio de la comunidad. El progreso de la Humanidad estaría dado por la cooperación de las personas, procurando que las actividades sean cada vez más colectivas y, por ende, más altruístas. En la medida que los hombres cooperen entre sí, sirviendo al Gran Ser y viviendo para los otros, se propagaría entre todos el instinto benevolente, relegando a éste, los impulsos egoístas propios de su naturaleza: "La preponderancia habitual del altruísmo sobre el egoísmo, en la que reside todo el problema humano, resulta directamente de un concurso continuo de todas nuestras obras teóricas y prácticas y de nuestras mejores inclinaciones"6

5 Comte, A.; Catecismo Positivista o Exposición Sumaria de la Religión Universal, Casa Editorial Garnier Hnos., París, s/d, p. 90 6 Ibíd., p. 63

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Un debate científico El origen del altruismo, también, dio lugar a un extenso debate en la comunidad científica, centrado principalmente en la importancia de las relaciones consanguíneas como causa de los actos altruístas, tanto en animales como en seres humanos.7 El inicio de este debate tuvo lugar a partir de 1859, con el desarrollo de la teoría Darwiniana de la selección natural y la publicación de su estudio El Origen de las Especies. En aquella época, no existían aún los avances en biología genética a los que el hombre actual ha llegado. Aún así, Darwin, pudo determinar que los rasgos se transmiten de generación en generación a través de los progenitores, es decir, se heredan. A partir de estas características particulares y diferentes de los organismos de cada especie es que, al reproducirse, darán lugar a nuevas especies y, por ende, una mayor diversidad biológica. Con la selección natural, Darwin, lograría explicar la reproducción diferencial de ciertas características genéticas por sobre otras. Para que esto se cumpla, deberían darse, según el biólogo, tres condiciones: la primera está relacionada con el principio de variación, esto es, la diferencia observable entre los individuos, en su morfología, fisiología o conducta. La segunda, con el principio de selección, que refiere a que ciertas especies con determinadas características están asociadas a una mayor supervivencia o mayor descendencia. Por último, el principio de herencia, hace referencia a la transmisión de características genéticas de progenitores a la prole, mencionando que los individuos emparentados se parecen más entre sí que con aquellos con quienes no tienen relación consanguínea. La selección natural, entonces, es el proceso mediante el cual una especie se adapta al medio ambiente que habita, desarrolla ciertas características genéticas y de comportamiento que le

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Dugatkin, L.A.; Qué es el Altruísmo. La búsqueda científica del origen de la generosidad, Katz, Buenos Aires, 2007, p. 11

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permiten la supervivencia en dicho medio y transmite esas características desarrolladas a su progenie, que continuará adaptándose al medio y evolucionando. "La selección natural sólo puede actuar preservando y acumulando infinitesimales modificaciones heredadas, cada una de las cuales es beneficiosa para el individuo en cuestión."8 Dicho de otra forma, la selección natural sería el resultado de la lucha por la existencia de las especies, a partir de la cual sobrevivirán los más aptos y quienes no tengan la capacidad de adaptarse al medio, perecerán. No obstante, en el transcurso de su investigación, Darwin se encontró con un problema: durante el estudio del comportamiento de las abejas, con las cuales el biólogo "estaba deslumbrado"9, advirtió que existían generaciones de insectos estériles, cuya labor en su especie era únicamente la de servir a la generación reproductiva. Por ejemplo, en el caso de las abejas, observó que las abejas obreras no se reproducen y están al cuidado de la colmena y la abeja reina, que es la que procrea. Esto llevó a Darwin, a entender que, estos seres actúan con altruísmo en su labor, donde sus características genéticas son de distinta capacidad a la de la abeja reina para poder servirle y además sacrificarían su propia vida para defender la colmena. El interrogante que se presentó con este descubrimiento parecía contradecir la lógica de la teoría de la selección natural. La imposibilidad de procrear no sería una característica que, la lucha por la existencia, por medio de la selección natural, pudiera justificar. Tras formular varias hipótesis, Darwin, llega a la conclusión que serían las relaciones consanguíneas de parentesco, esas que resolverían este enigma. Lo que pretendió argüir con esto, fue cómo los comportamientos altruístas podrían evolucionar, dado que se trata de una característica heredada que garantiza

8 C. Darwin en Dugatkin, L.A.; Qué es el Altruísmo. La búsqueda científica del origen de la generosidad, Katz, Buenos Aires, 2007, p. 18 9 J. Browne en Dugatkin, L.A.; Qué es el Altruísmo. La búsqueda científica del origen de la generosidad, Katz, Buenos Aires, 2007, p.17

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particularmente la supervivencia de los miembros de la familia que pueden reproducirse. El desarrollo de este argumento fue incluído en el libro El Origen de las Especies como explicación fundamental en relación al altruísmo en los insectos. Aún cuando sus explicaciones parecían limitarse al campo de la entomología, todo indicaría que Darwin habría abordado el estudio del altruísmo por el comportamiento mismo al que hace referencia, y no meramente, para llegar al conocimiento de una nueva especie de abejas. Podría decirse que, se avocó al estudio del autosacrificio, dejando entrever que, a partir de sus explicaciones podría comprenderse mejor la propensión del ser humano al altruísmo.10 A partir de la publicación de la obra de Darwin, y teniendo en cuenta la importancia que adquiere el estudio de la comprensión de la generosidad, el autosacrificio o la bondad en el ser humano, se abrieron fuertes debates entre quienes estaban de acuerdo con las explicaciones de Charles Darwin acerca de las relaciones de parentesco como causa de actos altruístas, y quienes, aún tomando de base la teoría de la evolución de las especies, tuvieron una lectura completamente opuesta: Thomas Huxley y Piotr Kropotkin, respectivamente.

Apocalípticos e integrados Los inicios de la confrontación científica respecto al altruísmo se darían de la mano de dos destacados personajes de la época, quienes se encontrarían en planos absolutamente opuestos, ideológica y filosóficamente hablando. Por un lado, Thomas Huxley, exponente de la biología inglesa de la época, defensor de la teoría de la evolución e íntimo amigo de Charles Darwin. Por otro lado, Piotr Kropotkin,

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Dugatkin, L.A;, Qué es el Altruísmo. La búsqueda científica del origen de la generosidad, Katz, Buenos Aires, 2007, p. 30

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naturalista y político ruso, fundador de la escuela de anarcomunismo11 y de la teoría de la ayuda mutua12. Desde Inglaterra, Huxley, afirmaría que la naturaleza está signada por la violencia y la hostilidad, y en ese contexto sería imposible que se alzaran intenciones altruístas entre quienes no existieran relaciones de parentesco. Su tesis parecería sorprender por la sencillez: en la sangrienta contienda por sobrevivir a la que nos obliga la naturaleza no hay lugar alguno para los actos altruístas. En el único espacio, donde podrían encontrarse tales intenciones sería en el seno de la familia, aunque, inclusive alentaría a no darlo por sentado: "desde el punto de vista del moralista, el mundo animal se encuentra en el mismo nivel que la lucha de gladiadores: alimentan bien a los animales y los arrojan a la lucha: en consecuencia, sólo los más fuertes, los más ágiles y los más astutos sobreviven únicamente para entrar en lucha al día siguiente. No es necesario que el espectador baje el dedo para exigir que sean muertos los débiles, aquí, sin ello, no hay cuartel para nadie. […] Los más débiles y los más estúpidos están condenados a muerte, mientras que sobreviven los más astutos y aquellos a quienes es más difícil vulnerar, a que los que mejor supieron adaptarse a las circunstancias, pero que de ningún modo son mejores en los otros sentidos. La vida […] era una lucha constante y general, y con excepción de las relaciones limitadas y temporales dentro de la familia, la guerra hobbesiana de uno contra todos era el estado normal de las existencias."13 La aparente comparación metafórica realizada con la lucha de gladiadores no sería tal, sino que la concebiría en el sentido más literal. Suponía que los individuos

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Anarcocomunismo: Anarquismo comunista, una tendencia dentro del anarquismo que promueve la asociación voluntaria e igualitaria a partir de la propiedad comunitaria, es decir, la distribución de bienes por medio de una economía comunitaria o comunismo de bienes. 12 Dugatkin, L.A.; Qué es el Altruísmo. La búsqueda científica del origen de la generosidad, Katz, Buenos Aires, 2007, p. 52 13 T. Huxley en Kropotkin, P.; El Apoyo Mutuo, un factor de la Evolución, Instituto de Estudios Anarquistas, Santiago de Chile, 2005, p. 35-36

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eran esclavos de sus necesidades, llevando esto inexorablemente a la competencia de unos contra otros y, por ende, a la lucha literal por sobrevivir. No sería menor hacer una breve mención al contexto en el cual Huxley expone su visión apocalíptica de la naturaleza y de la inexistencia del altruísmo entre los seres: cuando en 1888, se publica su ensayo The Struggle for Existence: A Programme (La Lucha por la Existencia: un programa), escrito que, despertaría la antipatía de Piotr Kropotkin, Inglaterra se

encontraba atravesando una de las

mayores depresiones económicas de su historia tras la Segunda Revolución Industrial, que puso fin al liderazgo británico en el mercado mundial. En ese contexto de crisis social y política, además de económica, de hacinamiento, superpoblación y enfermedades, Huxley, no podía concebir ningún tipo de altruísmo más allá de la familia. Basado en la realidad que le habría tocado vivir, no habría brindado evidencias de sus ponencias más allá de las descripciones concluyentes a las que arribó gracias al contexto de la época.14 Kropotkin, perturbado por la visión pesimista de Huxley, publica en 1902, la obra La Ayuda Mutua: un factor de la Evolución*, criticándolo de manera categórica. Para el desarrollo de esta teoría, el político y naturalista ruso tomaría el concepto primeramente acuñado por su compatriota Karl Fiódorovich Kessler, reconocido zoólogo y rector de la Universidad de San Petersburgo, quien, no llegaría a desarrollarlo por completo debido a su inminente deceso luego de presentar sus teorías. En la introducción del concepto de ayuda mutua, Kessler, pretendería complementar la teoría de la evolución de Darwin; según aquel, dicha teoría no reconocía la cooperación como elemento fundamental para comprender la dinámica de la naturaleza sino que hacía hincapié únicamente en la competencia.

14 Dugatkin, L.A.; Qué es el Altruísmo. La búsqueda científica del origen de la generosidad, Katz, Buenos Aires, 2007, p. 43 * El nombre original de la obra fue Mutual Aid: a factor of Evolution, que fuera traducido el español también como "El Apoyo Mutuo: un factor de la Evolución".

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Finalmente proponía que la base de la evolución dependería más de la ayuda mutua que de la lucha mutua.15 En 1902, tras la publicación de La Ayuda Mutua: un factor de la Evolución, emergería una errónea interpretación que prevaleció en una parte de la comunidad científica, que entendía que Kropotkin no sólo criticaba a Huxley, sino que, también, se oponía a la teoría de la selección natural de Darwin. Lejos de ello, el naturalista ruso abrazó y defendió esta teoría, pero no así la postura hobbesiana de su discípulo. Para Kropotkin, la lucha por la existencia que teorizaba Darwin no era la guerra civil permanente que había interpretado ciegamente Huxley, sino más bien una lucha por la adaptabilidad al medio, un combate contra las adversidades de la naturaleza, de manera de poder desarrollar las características necesarias para poder sobrevivir. Claro que, tras largos períodos de tiempo en las estepas siberianas habría evidenciado la lucha de las especies entre sí, pero no entendería esto, como un baño de sangre permanente de la naturaleza, sino como parte de la lucha por la existencia por medio de la selección natural, como motor del progreso de las especies. Y como parte necesaria, pero no exclusiva, de ese progreso, el autor ruso encontraba también la ayuda mutua, que no se acotaría únicamente a la familia, sino que, era característico del grupo social. Ayuda mutua es un término que implica cooperación, reciprocidad y beneficio mutuo entre quienes cooperan. Kropotkin, hallaría en la ayuda mutua un elemento necesario para la supervivencia de las especies, además de la lucha por la existencia: "Pero la sociedad, en la humanidad, de ningún modo le ha creado sobre el amor ni tampoco sobre la simpatía. […] Se ha creado sobre la conciencia ––aunque sea instintiva–– de la solidaridad humana y de la dependencia recíproca de los hombres. Se ha creado sobre el reconocimiento inconscientes semiconsciente de la fuerza, que la práctica común de dependencia estrecha, de la felicidad de cada individuo, de la felicidad

15

Kropotkin, P.; " El Apoyo Mutuo, un factor de la Evolución, Instituto de Estudios Anarquistas, Santiago de Chile, 2005, pp. 25-26

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de todos, y sobre los sentimientos de justicia o de equidad, que obligan al individuo a considerar los derechos de cada uno de los otros como iguales a sus propios derechos."16 En esta obra, Kropotkin, expone con evidencias la existencia de la ayuda mutua tanto en animales como también en la sociedad humana a través del tiempo. En lo que a esto respecta, el autor realiza un recorrido desde las sociedades prehistóricas, o salvajismo, hasta la sociedad moderna de fines del siglo XIX y principios del siglo XX, momento en el que fuera publicado el libro. Mostraría en dicho recorrido la evolución de la ayuda mutua en la sociedad, desde los clanes y las tribus, pasando por los estados teocráticos y las religiones, hasta el dominio de la razón y la sociedad contemporánea. En sus conclusiones finales sostendría que la ayuda mutua se alzaría como un principio de la moral, que va más allá de la "equivalencia"17, sino que, eso que moviliza al hombre sería la unidad con el resto de los individuos como integrantes de la Humanidad. De esto, se desprendería la necesidad de una igualdad que llevaría al hombre a entregarse y vivir por los demás, hallando en esto una felicidad superior. De esta forma, encontraría en la ayuda mutua la base de la concepción moral y ética de las sociedades humanas, descartando que prevaleciera sobre aquella la lucha mutua: " En la práctica de la ayuda mutua, cuyas huellas podemos seguir hasta los más antiguos rudimentos de la evolución, hallamos, de tal modo, el origen positivo e indudable de nuestras concepciones morales, éticas, y podemos afirmar que el principal papel en la evolución ética de la humanidad fue desempeñado por la «ayuda mutua» y no por la «lucha mutua». En la amplia difusión de los principios de ayuda mutua, aún en la época presente, vemos también la mejor garantía de una evolución aún más elevada del género humano."18

16 Kropotkin, P.; El Apoyo Mutuo, un factor de la Evolución, Instituto de Estudios Anarquistas, Santiago de Chile, 2005, p. 28 17 Ibíd., p. 241 18 Ibíd., p. 242

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Siguiendo la lógica de sus primeras conclusiones en su obra sobre la ayuda mutua, años más tarde Kropotkin escribiría Orígen y Evolución de la Moral, obra de publicación póstuma, donde, el autor pretende desenmascarar la falsa concepción acerca de la amoralidad la naturaleza, sosteniendo, por el contrario, que la moral será producida por la evolución social del hombre. Para Kropotkin, la justicia, el espíritu de sacrificio y la ayuda mutua serán los tres elementos que componen la moral19, y veían en ella, una ciencia concreta que guiaría los comportamientos de los hombres. Sería en vano esperar el desarrollo de una ética anarquista o revolucionaria; en sintonía con el positivismo de Augusto Comte, a quien reconoce en esta obra como una gran influencia del pensamiento del siglo XIX, simplemente se limitaría a describir una ética humana, única para todos los hombres, real y no basada en supuestos metafísicos o sobrenaturales. Manifiesta que "La finalidad de la moral no puede ser «trascendente», es decir sobrenatural, como quieren algunos idealistas: debe ser real. La satisfacción moral tenemos que encontrarla en la vida y no fuera de ella."20 Como ya comentara, Kropotkin atribuye una gran responsabilidad del progreso y evolución social a la ayuda mutua, resultando ser un factor decisivo para el desarrollo de las especies. La tarea de la moral, sería entonces generar un ámbito en el que fueran voluntarias todo tipo de acciones destinadas al bienestar social y a lograr una mayor felicidad de toda la Humanidad. A medida que, se instaura en la sociedad este impulso involuntario, con la sociabilidad del hombre, se desarrollaría en cada uno un sentido de justicia e igualdad, que arraigaría más y más en el hombre la necesidad de cooperar entre sí para lograr el bienestar de todos. Este arraigo surgiría con tal profundidad que las personas verían reflejados sus sentimientos en los demás individuos, al punto de sacrificarse sin esperar nada a cambio. De esta forma identifica Kropotkin al altruísmo, entendiéndolo plenamente como un

19 20

Kropotkin, P.; Origen y Evolución de la Moral, Ed. Americalee, Buenos Aires, 1945, p. 9 Ibíd., p. 27

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dominio de la moral, que habita en la ayuda mutua, justicia y moralidad de los hombres y constituye en ellos una necesidad orgánica para el desarrollo y la conservación, sin la cual la sociedad no podría sobrevivir.21 Kropotkin, destaca en su libro los logros acuñados por Augusto Comte y su filosofía positivista, y en particular su postulado sobre una moral libre, sin imposición de fuerzas o temores, sino proveniente de la propia naturaleza humana. Consideraría en esta obra sobre el origen de la moral la importancia que el filósofo francés dio a la ética como una característica que emana de toda la historia de las sociedades humanas22, llevando al hombre a interesarse por la Humanidad. No obstante, Kropotkin, haría una breve pero contundente crítica respecto del Catecismo Positivista de Comte, aludiendo a que fue un desarrollo sin importancia y que, era contradictorio con las ideas expresadas en su obra principal, La Filosofía Positivista. A pesar de ello, sería indispensable señalar como ha extendido Comte su propuesta moral hacia todas sus obras, aún cuando fracasara su intento de instaurar una nueva religión (de la Humanidad). Sus bases estarían fundadas siempre en la capacidad innata del hombre que lo lleva a la sociabilidad, basada en hechos concretos de la naturaleza humana y no en creencias sobrenaturales o metafísicas. Estas inclinaciones sociales serían, como bien destaca Kropotkin en su obra, un instinto característico del hombre al que denominó Altruísmo, y sería la razón producto de la experiencia en sociedad, de acuerdo con Comte, esa que, llevaría al hombre a crear inclinaciones y sentimientos, de manera que la moral resultaría siendo en parte, una forma innata del hombre, y en parte, producto de su evolución. En este sentido, Comte, le daría importancia a la familia, como seno del desarrollo del sentimiento que deviene en la moral, como también a la sociedad, espacio en el que el hombre se desarrolla y sociabiliza mediante las acciones que generan los instintos altruístas. La moral positivista, repasando las líneas anteriores, implicaría 21

Kropotkin, P.; Origen y Evolución de la Moral, Ed. Americalee, Buenos Aires, 1945, pp. 46-

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Ibíd., p. 251

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vivir por los otros. De aquí la importancia que le otorgaría también Kropotkin, pues el vivir por los otros, se traduciría en la supremacía del altruísmo sobre el egoísmo; el hombre deberá inclinarse preferentemente a sus deberes sociales, y subyugar a éstos, sus inclinaciones egoístas. Esta moral dejaría el descubierto la idea de la relación o, mejor dicho, la unidad del hombre con la Humanidad. No resulta sorprendente que en su obra sobre el origen de la moral, Kropotkin también le dedicara unas líneas críticas a Thomas Huxley. En pocas páginas, expondría el ridículo que le representaría su teoría sobre el proceso ético, relacionado con un proceso cósmico, sobre la cual el británico no habría dado explicaciones suficientes respecto de su origen, al menos para Kropotkin. Huxley, insistiendo con la violencia y la guerra permanente en la naturaleza, manifestaría que no es posible aprehender de ella sino el mal y haría aparecer como por arte de magia un proceso ético en algún estadio ulterior de la evolución del hombre. Entonces, la moral no tendría origen en la naturaleza, pues todo eso que aquella nos enseñaría sería el mal, y tampoco proviene de estadios anteriores de la evolución. Kropotkin, termina por inferir que la moral de Thomas Huxley, proviene de una fuerza sobrehumana. Con ésto, terminaría por desdeñar cualquier idea que proviniera de los pensamientos aparentemente cambiantes de aquel biólogo inglés.

Dos caras de una misma moneda: Egoísmo y Altruísmo Hasta aquí, considero que estoy en condiciones de afirmar que los autores mencionados, si bien en muchos aspectos se contraponen unos con otros, confluyen todos ellos, en que el altruísmo sería la contracara del egoísmo. Comte, nos hablaría de inclinaciones egoístas versus inclinaciones altruístas; Darwin, hablaría del autosacrificio como una excepción a la teoría de la selección natural. Por su parte, Huxley y Kropotkin, quienes confrontaron arduamente en torno del autosacrificio planteado por Darwin, entenderían por igual que el altruísmo sería lo opuesto al

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egoísmo. La diferencia sería que, para el británico no existiría posibilidad alguna de altruísmo en un mundo cruento regido por la violencia y la lucha por la existencia, entendiéndola justamente como el egoísmo. Sin embargo, para Kropotkin, el mundo está regido por la ayuda mutua, el altruísmo, y será la base de la conducta moral, prevaleciendo aquella siempre por sobre las inclinaciones individualistas. No obstante, en el curso de mi investigación, he dado con teorías que parecerían manifestar cómo el egoísmo sería el germen del altruísmo. Como veremos en las líneas subsiguientes, será el sociólogo José Antich, quién, a partir de la incógnita acerca de la intrínseca relación entre la ley de la lucha y la ley del amor, analizaría desde una perspectiva psico-sociológica las verdaderas causas de altruísmo en las personas.23 Desde un primer momento, Antich, nos propone tener presente esta dualidad egoísmo-altruísmo como dos caras de una misma moneda. Ya vimos antes que no sería posible cimentar la mecánica social únicamente en la lucha por la existencia, porque nos encontraríamos con un mundo devastado por la violencia. Tampoco sería posible basarla íntegramente en la ley del amor, pues nos adormecería en los vapores de un límbico quietismo24. Se propone entonces, a lo largo de su obra, analizar de qué forma se manifiestan los sentimientos en las acciones de las personas en su medio social, e indagar si será el altruísmo o el egoísmo la fuerza que impulsa a las personas a actuar. Desde la publicación de teoría de la evolución de las especies, se habría situado, con aprobaciones y discrepancias, al amor filial como un sentimiento altruísta. Este sentimiento puede variar en cada caso, pero en líneas generales se desarrolla con la misma intensidad en la mayoría de los individuos. Antich, propondrá que tenemos sentimientos hacia nuestros padres, y ellos, hacia los hijos, por su condición de tales. Los padres son quienes nos engendraron, nos ofrecieron cuidado cuando no

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Antich, J.; Egoísmo y Altruísmo, Editores Enrich y Cia., Barcelona, 1902, p. 28 Ibíd., p. 34

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éramos capaces de hacerlo nosotros mismos, porque independientemente de la relación que cada uno tuviera con sus padres, de alguna manera éstos lo formarían para enfrentar el mundo. De la misma forma, los padres proyectan en los hijos el sentimiento de orgullo al verlos crecer producto de su esfuerzo. Los hijos serían para los padres el reflejo de su propio ser, la continuidad de su persona. Reflejarían entonces la trascendencia del padre en el mundo, la inmortalidad de su paso por la sociedad.25 En ambos casos, se estaría haciendo referencia a que el amor filial se da por lo que el padre o hijo hace por el otro, le representa o le hace sentir. En definitiva, se trataría de un sentimiento hacia uno mismo, y ese uno mismo redunda en las inclinaciones egoístas. Ahora bien, esta forma primaria de la ley del amor se nos estaría revelando no como un sentimiento puramente altruísta, sino como un impulso egoísta. Cabe destacar que José Antich, no le quita al amor filial la importancia y la pureza que todos percibimos en él, pero asevera, con los argumentos expuestos desde las motivaciones más íntimas de las personas, que dicho sentimiento tiene nacimiento en las inclinaciones egoístas. Para argüir esto, señalará además que este amor ligado al parentesco se irá diluyendo a medida que los lazos sanguíneos sean más débiles, con quienes estemos más alejados en términos de genealogía. Saliendo de la esfera de la familia, Antich, pasaría al siguiente círculo en el que se presume reside el sentimiento del amor desinteresado: la amistad. Al respecto, el autor, descubrirá que las elecciones de amistades que hacemos los seres humanos se dan en un proceso inconsciente, en el cual la voluntad no tendría lugar. Este proceso inconsciente estaría signado por la simpatía. Las personas a las que elegimos como amigos no serían semejantes a nosotros, según la visión de Antich. Se trataría, por el contrario, de personas que en esencia, carácter, ideas o sentimientos son radicalmente distintos a uno. El autor, aseguraría que este proceso inconsciente mediante el cual elegimos a nuestras amistades, nos haría simpatizar con personas que representan el polo opuesto de nuestra forma de ser: "siempre

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Antich, J.; Egoísmo y Altruísmo, Editores Enrich y Cia., Barcelona, 1902, pp. 51-53

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observareis que lo que le falta al uno le sobra al otro; en vicios y en virtudes se completan mutuamente para formar una síntesis en que lo bueno y lo malo se revelan en su conjunto y en sus particularidades."26 Para explicar esto, José Antich, nos recuerda un principio que atañe a toda la humanidad, mediante el cual el ser humano considera que tiene ciertas características de personalidad que son exactamente las que carece, y cree estar falto de otras que son en realidad las que posee: "[…] Por eso siempre habla de firmeza el inconstante, de honradez el malvado, de bondad el perverso, de valor el cobarde, de salud el enfermo."27 Por ello, simpatizamos con nuestros amigos, al ver en ellos, atributos que creemos poseer, aunque, en realidad no lo hacemos, y nos sentimos atraídos por su personalidad entendiendo que lo que los une son las similitudes, cuando en realidad, serían justamente las diferencias. Deseamos su compañía porque esos atributos que nos faltan nos atraerían bajo el deseo inconsciente de que complementen nuestra propia personalidad. Una vez más, nos encontraríamos frente a un impulso egoísta: deseamos su compañía porque con su presencia complementaríamos nuestra personalidad con esos atributos que nos faltan, y si nuestro amigo se alejara, quedaríamos nuevamente privados de dichas características. Algo similar ocurre, dirá Antich, con el amor entre dos personas, regido siempre por la ley de atracción de los opuestos. Planteará que el deseo del amor sería un afán de perfección, y esto nos llevaría a buscar aquello que carecemos para completarnos. Recorrerá también los móviles de la acción humana, como ser el amor a la patria y el amor a la gloria. Y en ambos, encontraría la misma respuesta: la idea del amor a la patria correspondería a un egoísmo colectivo mediante el cual queremos hacer prevalecer nuestra nacionalidad por sobre las demás; el amor a la gloria encontraría también sus orígenes en el egoísmo puesto que trae aparejado siempre

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Antich, J.; Egoísmo y Altruísmo, Editores Enrich y Cia., Barcelona, 1902, p. 57 Ibíd., p. 57

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el deseo de ser enaltecido y aclamado por las generaciones presentes y futuras. Pretende trascender en la historia y hacer perdurar la propia personalidad. Con respecto a la religión, ocurrirá también que la búsqueda de la perfección del alma y del perdón de los pecados en vida, serán motor para obrar de manera que dictan los preceptos y así encontrar el perdón y la salvación divina, evitando el castigo y el olvido. No será motor el simple hecho de amar al prójimo, sino el castigo que, de no hacerlo, será impuesto, y las consecuencias que esto trae aparejado implicarían la pérdida de un lugar en el Paraíso. Tampoco en la religión, encuentra Antich, esbozo alguno sobre la existencia del puro altruísmo. Inclusive, en el filántropo, encuentra un alto grado de altruismo. Eso que, realmente pretendería aquél, sería dar a conocer al resto del mundo su benevolencia, buscar la fama de ser reconocido por sus acciones, quedando las acciones emprendidas en un segundo plano. "Bueno es que realice el bien el vanidoso, porque de este modo favorece a sus hermanos; más nunca podrá ocultar el fin que se propone al proclamarlo ante el mundo."28 Considerará entonces que altruísta sería aquella persona que ejerciera el bien a otros, en un amplio espacio, sin religión profesa de por medio y sin intenciones de dar a conocer estas acciones emprendidas, quedando en el anonimato. Pero asegurará que esto sería imposible de encontrar en la vida real. Por lo tanto, no nos quedaría más que aceptar y abrazar al egoísmo como causa general de la ley del amor. Será el impulso egoísta el que nos llevará a tener deseos altruístas. Cuando sentimos dolor frente al infortunio de otro, experimentamos un sentimiento que, se encuentra motivado por el sentido de la comparación: cómo nos sentiríamos nosotros en ese lugar, en esa situación. Esta comparación que realizamos no es enteramente altruísta tampoco para Antich, pues sentiremos ese dolor ajeno cuando,

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Antich, J.; Egoísmo y Altruísmo, Editores Enrich y Cia., Barcelona, 1902, p. 88

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quien lo sufre, sea más cercano a nosotros. Cuanto más lejano se encuentre, en términos de tiempo y espacio, menos profunda será la empatía que sintamos. Entonces, resultará definitivo para José Antich, que el emperador de nuestros actos sería y habría sido siempre el egoísmo, y nos invita a festejar su descubrimiento porque, aunque raíz de muchos males, habría logrado engendrar el mejor de los sentimientos humanos y habría llevado al hombre a su perfeccionamiento. Y de esta perfección deducirá que es la ley del amor la que subyace a la ley de la lucha, siendo gobernada por ésta, y no existiendo tal cosa como el altruísmo puro. No es posible experimentar el altruísmo si no se es egoísta primero. Será en el amor a sí mismo como el hombre sintetizará el amor hacia el resto de la humanidad. Contrariamente, años más tarde, sería el filósofo estadounidense Thomas Nagel, quien tomaría el concepto de altruísmo, y lo abordaría desde la posibilidad del individuo de contemplarse a sí mismo como uno y como alguien entre muchos. No podría decirse que esto, se alejara mucho del egoísmo planteado por José Antich, que gobierna las acciones de las personas y del cual, se desprenden actos altruístas guiados por un sentimiento empático que haría que, actuemos en base a como cada uno esperaría que actuara nuestro prójimo, si nos encontráramos atravesando por lo mismo. Veremos que, para Nagel, el hombre tiene una razón práctica y directa para promover el bien de otros- Es decir, que aquello que nos motivaría a accionar de forma altruísta no serían nuestros deseos, sino nuestra razón. Nada tendrá que ver para este autor el apego generalizado por el ser humano, como el sentimiento de benevolencia o solidaridad que existe en cada persona. Desde una ética metafísica, planteará como elemental el reconocimiento de uno mismo como individuo y parte, del cual dependería la motivación moral de las personas a actuar en interés de otros.29 Es decir, será esencial el reconocer la realidad de los demás para poder ponernos en su lugar y, a partir de este acto de racionalidad, podamos comprender la realidad de otros y actuar en consideración de ello. Para Nagel, el altruísmo no 29

Nagel, T.; La posibilidad del Altruísmo, Fondo de Cultura Económica, México, 2004, p. 29

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debe ser entendido como el abyecto autosacrificio, sino meramente [como] una voluntad de actuar en consideración del interés de otras personas, sin necesidad de motivos ulteriores."30 Desde un primero momento, Nagel, dejará en claro su posición racionalista: contrapone al inicio de su obra la tesis de Hume respecto de la razón práctica con la de Kant, línea de pensamiento que adoptaría para el desarrollo de su trabajo. Recordemos que Hume, filósofo escocés, aseguraba que los principios de racionalidad no tendrían en sí mismos un valor motivador, sino que serían los deseos los que representarían un auténtico estado motivacional en la acción. La razón, desde el punto de vista de Hume, tendría un valor instrumental, que sería el de proporcionarnos información para poder satisfacer dichos deseos motivadores, más nunca serán el origen de la motivación. En contrapartida, Kant plantearía que la moral debe desprenderse razón, pues los deseos introducirían subjetividad a nuestra conducta. A partir de allí, se plantearía que la razón pura puede ser motivadora en sí misma, configurándose en imperativos categóricos que regirán la moral universal. La razón sería garante de la moralidad; los deseos serían inclinaciones subjetivas.31 En línea con el racionalismo kantiano, Nagel, tiene una visión hedonista y egoísta de los deseos, entendiendo que éstos solo serán legítimos si se derivan de las razones objetivas. Esto significaría, entonces, que una persona puede tener una razón para llevar a cabo alguna acción, sin que medie necesariamente ningún deseo presente.32 Nagel, planteará que existen dos tipos de motivaciones –prudencial y altruístaque tendrían un origen racional. Para actuar de determinada forma, las personas nos preguntamos qué razones tenemos; algunas de ellas podrían derivar en deseos presentes, otros futuros, o bien puede no mediar deseo alguno. El interrogante que

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Nagel, T.; La posibilidad del Altruísmo, Fondo de Cultura Económica, México, 2004, p. 89 Ibíd., p. 23 32 Ibíd., p. 41 31

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se plantea cómo es posible el altruísmo tiene mucho que ver, según Thomas Nagel, con la prudencia. Cualquier acto prudencial o altruísta necesitaría explicarse por la conexión entre su propósito y aquello que lo estimula. Por un lado, la prudencia tendrá que ver con la previsión práctica, es decir, con un reconocimiento de la situación actual que puede ser extendido en el tiempo. Esto nos llevaría a tomar acciones en cuidado de lo que puede llegar a suceder en el futuro. En otras palabras, la prudencia nos permitiría formular un juicio sobre una razón que tendríamos en el presente para promover nuestro bienestar en el futuro. Independientemente de cualquier deseo que medie o no, evidenciamos que tenemos un motivo ahora para actuar de cierta forma en previsión de lo que nos puede acontecer luego: "Es obvio que la gente está prudencialmente motivada y se preocupa por lo que va a sucederle; alguien que permaneciera totalmente indiferente a la posibilidad de un daño futuro evitable o de beneficios futuros accesibles sería mirado por todos como alguien estúpidamente peculiar, sin importar cuál sea su teoría de la motivación"33. Por su parte, el principio de altruísmo estaría ligado al autorreconocimiento o la autocomprensión de la persona, es decir, a entender que uno es un individuo y es “alguien” entre los demás individuos. De la misma forma que, la prudencia nos daría una razón para actuar, también podrían hacerlo las intenciones dirigidas hacia otras personas. Nagel no niega que esta intención de promover el bien de otros pueda verse motivado, de alguna forma, por la simpatía y la benevolencia, pero sostendrá que ninguno de los dos serían el origen de tales actos y que, por el contrario, "el reconocimiento de otros como personas semejantes a ti mismo permite la extensión de este interés objetivo a las necesidades y deseos de las personas en general o a las de algún individuo particular cuya situación está siendo considerada."34 Es decir, que si alguno de nosotros estuviera en la misma situación, las otras personas tendrían la misma motivación para ayudarnos: el hecho de que necesitamos ayuda. Esto se opondría, sostiene Nagel, al egoísmo, cuya peculiaridad radicaría en la imposibilidad de reconocerse a uno mismo como parte 33 34

Nagel, T.; La posibilidad del Altruísmo, Fondo de Cultura Económica, México, 2004, p. 47 Ibíd., p. 93

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de una sociedad de iguales, por consiguiente, el egoísta sería incapaz de considerar que sus intereses pueden ser intereses de alguien más. Para describir la autocomprensión de la persona, Nagel, distinguirá dos perspectivas: por un lado, el punto de vista personal y, por otro, el impersonal. El primero es aquel que refiere a la persona como "yo", sujeto autor de juicios y actitudes personales, es el punto de vista que se refiere a sí mismo. La perspectiva impersonal es aquella, a través de la cual, el sujeto se capta a sí mismo como parte del mundo, dándole una visión de éste. El punto de vista impersonal sería primordial para entender que uno es sólo una persona entre otras, y en considerar a los demás como semejantes a uno. "Esto significa que debe ser posible decir de otras personas cualquier cosa que uno pueda decir de sí mismo, y en el mismo sentido."35 La autocomprensión de la persona, se hallaría entonces unida por estas dos perspectivas. Esto llevaría al abandono del solipsismo, en el sentido que no sería posible la unidad de los puntos de vista mencionados si se considerase que es imposible que otra persona experimente las mismas condiciones por las que puede atravesar un individuo. Por el contrario, la visión impersonal permitiría reconocer a los demás como seres semejantes a uno, pudiendo de esta manera formular principios universales sobre las acciones emprendidas o a emprender en circunstancias similares: si en tales circunstancias yo realizo determinada acción, implica que la misma motivación podría aplicar para otras personas. La base del altruísmo sería este reconocimiento de la realidad impersonal, que, llevaría a las personas a actuar en beneficio de otros que se encuentren en una situación que requiera de ayuda. Por lo tanto, podría decirse que, según el punto de vista de Thomas Nagel, el altruísmo y la prudencia serían motivación racional suficiente para la acción en

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Nagel, T.; La posibilidad del Altruísmo, Fondo de Cultura Económica, México, 2004, p. 113

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beneficio de otros, como también sería parte de la moralidad, pues en ellos se refleja nuestra preocupación por los demás. Ahora bien, conforme la postura kantiana que pregona este autor en un primer momento, si la moralidad y la racionalidad están tan ligadas, esto implicaría que actuar inmoralmente o, ateniéndonos al tema del altruísmo, actuar de forma egoísta, ¿sería equivalente a ser irracional? No estaría pretendiendo justificar al egoísta, pero considero que aquel que se preocupa solo por sí mismo no estaría actuando fuera del plano de la razón, sino más bien, despojado de motivación alguna. Luego de hacer este recorrido por los principales antecedentes que consideré pertinentes para el estudio del altruísmo, creo estar en condiciones de plantear una intrínseca relación de dicho concepto con la moral, como sostienen categóricamente Augusto Comte, Piotr Kropotkin y Thomas Nagel. Entre las tres teorías desarrolladas, creo evidenciar un estrecho vínculo, en el sentido que el altruísmo, ayuda mutua, cooperación, se eleva en la sociedad como una manifestación del comportamiento moral, partiendo desde la necesidad de reconocer nuestra participación en algo más grande, que sería la Humanidad. No implica esto que descarte teorías como las de Darwin o de José Antich; pero es de mi interés poder continuar investigando y ahondando en aquellos aspectos que dichos autores plantean como imposibles: que el ser humano es generoso no solo con sus parientes más cercanos y que no es precisamente el egoísmo lo que impulsa a actuar de esta forma. Por lo antedicho, es que consideraré al altruísmo, comprendido en aquellas acciones benevolentes en beneficio de otros sin esperar nada a cambio, como un valor subyacente del hombre, que se ha incorporado como una norma social, a partir de la comprensión de que no está solo en el mundo, sino rodeado de personas semejantes. Así, el altruísmo iría motivando en las personas conductas de ayuda hacia otros, de tal forma que la sociedad se ha ido organizando de forma voluntaria y solidaria hasta la conformación de instituciones sociales dedicadas a la ayuda social.

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La interacción social: una necesidad La socialización Muchas teorías, a lo largo del tiempo, han sostenido y demostrado la necesidad del hombre de vivir en sociedad. Sería imposible hoy, concebir al hombre aislado, alejado del contacto con otras personas. Desde las formas más primitivas de agrupamiento social a las sociedades actuales, los hombres han actuado en cooperación, unos con otros, en pos de un beneficio común. Estar en la sociedad implica formar parte de su dialéctica. La interacción social emerge como una característica innata del ser humano; el individuo no nace miembro de una sociedad, sino más bien con una predisposición hacia la sociedad y luego llega a ser miembro de ésta36, lo cual implicaría necesariamente, la unión con los demás miembros y la cooperación. De esta forma, la sociedad es una demanda del ser social, no solo con la meta de satisfacer las necesidades básicas e individuales, sino, además, como una manera de lograr la plenitud del ser. De acuerdo con Berger y Luckmann, existe una secuencia temporal dada en la cual se induce al hombre a participar en la sociedad; el punto de partida será la internalización de la realidad circundante. Esta internalización constituirá la base, en primer lugar, para la comprensión de los demás individuos y, en segundo lugar, para la asimilación del entorno en tanto realidad significativa y social. Una vez asumido el mundo en el que viven otros, será posible intervenir en él y modificarlo; una vez asimilado el mundo se establece entre las personas un vínculo y una

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Berger, P., Luckmann, T.; La construcción de la realidad social, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 2003, p. 162

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identificación mutua: "no solo vivimos en el mismo mundo, sino que participamos cada uno del ser del otro."37 Este proceso por el cual el hombre llega a ser miembro de la sociedad se denomina, precisamente, socialización, y se define como "la inducción amplia y coherente de un individuo en el mundo objetivo de la sociedad o en un sector de él"38.

La socialización primaria y secundaria La secuencia temporal, a que se hizo referencia en las líneas anteriores, corresponde al proceso de socialización. La socialización primaria será aquélla, por la que, atraviesa el hombre durante los primeros años de vida y será la base donde se asiente la socialización secundaria. El hombre internalizará el mundo que lo rodea, con sus valores y sus normas, como el único mundo conocido, dado que, lo hace a través de terceros, como por ejemplo, la familia. La socialización primaria finaliza una vez que se asume la noción del otro generalizado.39 En este momento, el hombre ya es miembro de la sociedad, pero la socialización nunca es total, es decir, no termina. La socialización secundaria es la internalización de distintos mundos institucionales, se trataría de la adquisición del conocimiento de diferentes roles en la sociedad. En este momento, es cuando suele aprehenderse el contexto institucional de la sociedad y se establece la interacción social con el resto del mundo en el que viven los otros, semejantes a uno. De esta forma, el hombre internaliza los distintos roles de la sociedad, y sabiéndose parte de ella interviene en la dialéctica social modificando, o pretendiendo modificar, su realidad.

37 Berger, P., Luckmann, T.; La construcción de la realidad social, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 2003, p. 163 38 Ibíd., p. 164 39 Ibíd., p. 172

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La capacidad y necesidad del hombre de sociabilizar ha dado lugar a las distintas agrupaciones sociales a través del tiempo, y ha sido esta característica la que permitió la creación de las diferentes culturas. A pesar que, se ha comprobado que otras especies animales son capaces de vivir en agrupamientos –sociedadesserá el hombre, como ser social, el único capaz de crear cultura.

Entendiendo la cultura como el conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, de una época o grupo social40, se observan dos características fundamentales: una es la evolución cultural acumulativa, que, explica la transmisión de prácticas de comportamiento con el paso del tiempo, de generación en generación, adquiriendo mayor complejidad y evolucionando. A través de la cultura se heredan hábitos y prácticas de los antepasados que, por medio de una suerte de "trinquete cultural"41 el hombre irá perfeccionando y acumulando con el paso del tiempo. La segunda característica fundamental de la cultura humana es la creación de instituciones sociales. Ninguna otra especie animal ha creado algo semejante a las instituciones. Éstas, implican un conjunto de prácticas de comportamientos regidas por normas que, los hombres reconocen y aceptan. Representan, además, una forma de interacción organizada, acordada por el grupo, con una intencionalidad compartida de cooperar y generar compromisos conjuntos.42 De esta intencionalidad, surge el sentido de “nosotros”, una idea de colectividad que dará lugar a expectativas y normas sociales. Se establecería de esta forma, un Contrato Social, donde cada uno de nosotros pone en común su persona y todo su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general, recibiendo a cada miembro como parte indivisible del todo.43 De esta forma, las normas tendrían

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Diccionario de la Real Academia Española, consultado el 28 de Octubre de 2014. Tomasello, M.; ¿Por qué cooperamos?, Katz Editores, Madrid, 2010, p.13 42 Ibíd., p.14 41

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vigencia a partir del contrato social entre las personas cuya razón de ser sería el respeto mutuo. Esto, describe un proceso de socialización a través del cual, los hombres aprenden a ser parte de la sociedad. Este “ser parte” implica que, sea reconocida su semejanza e involucramiento en la sociedad, es decir, su igualdad, lo que permitirá ser parte de la cultura e internalizar las normas y valores que ésta le provea. A partir de la interacción social, las personas tendrán intención de expresarse, y esa intencionalidad se plasmaría a través de las instituciones sociales que, la sociedad conforma: "Las «relaciones sociales reales» […] son siempre instituidas, no porque lleven un revestimento jurídico (pueden muy bien no llevarlo en ciertos casos) sino porque fueron planteadas como maneras de hacer universales, simbolizadas y sancionadas"44. A través de la socialización, se transmite el sentido de la cooperación como una norma y un valor al mismo tiempo, moldeando en las personas el desarrollo de tendencias benevolentes y generosas. Estas inclinaciones altruistas, estarían ligadas también a las nociones de igualdad y justicia: igualdad de condiciones y posibilidades, por reconocerse el individuo como semejante a los demás y el resto semejante a él; la justicia resultaría un imperativo categórico, que supone normas sociales y valores como leyes universales aplicadas a toda la sociedad, como conjunto de individuos semejantes y no a alguno de ellos con privilegios particulares45. El hombre ha desarrollado una especial sensibilidad ante las adversidades sociales de distinta índole: aquello que genera malestar en unos habrá de generar malestar en todos por igual, aquello que los beneficie, los beneficiará a todos. De esta forma, surge la cooperación y la ayuda mutua como forma de lograr beneficios en conjunto para todo el cuerpo social.

43 Rousseau, J. J; El contrato social, o principios del derecho político, Longseller, Buenos Aires, 2010, p. 24 44 Castoriadis, C.; La institución imaginaria de la sociedad, Tusquets Editores, Buenos Aires, 2010, p. 199 45 Ibíd., p. 57

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Serían estas acciones conjuntas para un beneficio mutuo, aquellas que, promueven en lo más profundo del ser humano la preocupación por el bienestar de otros. La cooperación allanará el terreno, donde las personas adquieran culturalmente una inclinación altruísta hacia los demás. Entendiendo cooperar, como obrar juntamente con otro u otros para un mismo fin46, podría decirse que, la transmisión de dicho valor a través de las instituciones sociales puede resultar un factor motivacional de la cultura para despertar y fomentar las tendencias altruístas en las personas: desde un primer momento, cuando se inicia el camino de la socialización, se entiende que la cooperación es un trabajo conjunto para el beneficio mutuo. Esta idea, ligada con el sentido de justicia y de igualdad, podría despertar en las personas la necesidad, y la motivación, de procurar, además, el bien ajeno. Esto, no significaría desechar radicalmente los intereses propios, sino más bien acomodar dichos intereses a los grupales, y comprender que, aquellas acciones que benefician a otros, tienen un valor positivo para el perfeccionamiento de la cultura.47

Justicia y Altruísmo Como mencioné anteriormente, las nociones de lo justo y lo equitativo estarían estrechamente ligadas a las voluntades altruístas, pues las personas percibimos como injustas e inequitativas aquellas situaciones adversas por las que atraviesan nuestros semejantes y, motivados por los valores de cooperación y ayuda mutua, accionamos en beneficio de quien padece para lograr su bienestar. Tradicionalmente, se ha identificado para la justicia cuatro cursos de acción: la justicia conmutativa, la justicia distributiva, la vindicativa y la justicia social. La justicia conmutativa será aquella que regule las relaciones comerciales entre

46 47

Diccionario de la Real Academia Española, consultado el 28 de Octubre de 2014. Tomasello, M.; ¿Por qué cooperamos?, Katz Editores, Madrid, 2010, p. 23

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individuos; la justicia distributiva será una manifestación del deber de la sociedad de realizar el bien común entre los miembros, quedando a cargo de aquellos que detentan el poder del estado garantizar la distribución equitativa de los beneficios; la justicia vindicativa, por su parte, expresará el derecho y el deber de las autoridades de castigar los delitos. Por último, la justicia social, procurará enmendar aquellas consecuencias inadmisibles para la dignidad humana.48 Análogamente, siendo el altruísmo una disposición que, acerca a las personas y promueve el bien del otro, sería posible pensar en un altruísmo distributivo, vindicativo y social. Dejaré de lado, en este caso, cualquier posibilidad de analogía con la justicia conmutativa, dado que, ésta, responde a relaciones comerciales, en las cuales el altruísmo no encontraría razón de ser. Entonces, el altruísmo distributivo consistiría en la generosidad promovida desde el Estado, que impulse acciones de las personas en beneficio de los sectores más necesitados de la sociedad. Este aspecto, sería fundamental para la construcción de una conducta social positiva, o prosocial, como intentaré explicar más adelante. De modo similar, el altruísmo vindicativo, debería buscar corregir un desorden, que, en este caso, serían las desigualdades y el sufrimiento de los otros, y evitar su ocurrencia. Todas las personas poseen la capacidad para identificar en otros la necesidad de ayuda y, potenciado por el Estado a través del altruísmo distributivo, la sociedad debería buscar formas de fomentar estas inclinaciones para los conciudadanos. Esto, no implicaría hacer justicia por mano propia, sino, más bien, se trata nuevamente de la cooperación entre individuos que dará lugar a inclinaciones benevolentes. Ejemplo de ello, se evidenciaría en las instituciones solidarias y voluntarias que se han constituido a lo largo de la historia de la humanidad, promoviendo acciones benevolentes procurando el bienestar social. Por último, el altruísmo social configuraría un campo de acción donde cada individuo parte de la sociedad, pueda emprender actividades, extender su mano en

48

Arnoletto, E.J.; Glosario de Conceptos Políticos Usuales, Ed. Eumednet, 2007, p. 50

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ayuda al otro, transmitiendo apoyo, iniciativa y un espíritu benevolente a quien lo necesite.

Quienes

poseen

marcadas

inclinaciones

altruístas

cooperan

permanentemente con la sociedad para beneficiar a otras personas y, en general, dirigen su espíritu altruísta, no sólo a situaciones del presente, sino proyectados hacia el futuro. Este tipo de altruismo, podría ser promotor del voluntariado, motivando a las personas a ayudar a quienes lo necesitan, sea por iniciativa propia, o bien, a través de alguna institución social o del Estado. En este sentido, el Deber, enraizado en la justicia, nace con la vida del hombre en sociedad.49 El altruísmo, reflejado en el espíritu cooperativo, la igualdad y la justicia (distributiva, vindicativa y social), ha provocado en el hombre la necesidad de organizarse, con el objetivo de encontrar un espacio de acción y búsqueda de soluciones posibles. A partir de las normas sociales, y al comprender que las acciones emprendidas cumplirían distintas funciones, los hombres fueron creando instituciones sociales50. Éstas, configuran un elemento fundamental en el conocimiento y comprensión de una sociedad y, como he mencionado anteriormente, responden a una necesidad social. Los cambios y transformaciones que se producen en el seno de la sociedad a lo largo del tiempo, traen aparejada una reestructuración de sus instituciones y organizaciones; de esta forma, se crean nuevas instituciones, se modifican o desaparecen en función de las demandas sociales. Estas instituciones, tendrían lugar más allá de las instituciones del Estado, donde, el hombre encontraría nuevas herramientas que añadir a estas últimas. A partir de la cooperación y la ayuda mutua, la sociedad civil encararía nuevas facetas en su accionar, encarnándose en movimientos solidarios y asociaciones altruístas que surgirían como reacción ante posibles faltas desde la administración del gobierno. La creación de instituciones con intenciones altruístas nos permitiría

49 Mira y Lopez, E.; Cuatro gigantes del alma. El miedo. La ira. El amor. El deber., Ediciones Lidiun, Buenos Aires, s/d, p. 195 50 Castoriadis, C.; La institución imaginaria de la Sociedad, Tusquets Editores, Buenos Aires, 2010, p. 185

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pensar en la construcción de una sociedad más democrática, en términos de equidad, que permita reducir los niveles de desigualdad existentes y procurar el bien común a partir de la solidaridad y la cooperación. De acuerdo con Salvador Giner, entenderé por “asociaciones voluntarias altruístas” aquellas formas de agrupamiento de la esfera privada de la sociedad civil, que tiene como principio declarado el trabajo en beneficio de los demás o del bien común.51 Este autor lo definiría como un altruísmo societario, en el sentido que, la labor que emprenden estas instituciones se proyectaría más allá de los intereses de quienes la integran, es decir, sobre la sociedad. Se trataría, entonces, de un altruísmo trascendente que presentará dos rasgos fundamentales: por un lado, la proyección de actos de solidaridad y ayuda mutua sobre terceros y, por el otro, la integración de esas acciones en el marco de una organización, orientada a hacerlas manifiestas y públicas. Esta labor, en pos de un beneficio social, o un prosocial, que pretenderé abarcar a continuación, emergería como una acción desprendida del sentido de justicia social antes mencionado.

El bien común: la Conducta Prosocial Tras lo expuesto en los párrafos anteriores, puedo observar que desde hace siglos, el emprender acciones en beneficio de otros ha sido considerado como un valor social básico. Amén que, desde muchas disciplinas, y sobre todo, de la sociología, se ha abordado el estudio de la humanidad desde sus aspectos negativos. Es indispensable, poder situarme desde una perspectiva positiva para poder abordar este trabajo final integrador. Desde este punto, surge un concepto que me resultaría nuevo, pero interesante, que es el de la conducta prosocial. En las últimas décadas, ha existido un creciente interés por este tipo de conducta; probablemente esto, se

51

Giner, S.; Lo Privado público: altruísmo y politeya democrática, Revista de Estudios Políticos, Nro. 88, 1995, p. 17

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haya debido a que, existe una mayor sensibilidad frente a las causas injustas a nivel global. La noción de prosocial ha sido siempre enlazada con el concepto de altruísmo, por ende, con la de justicia y moral. No obstante, diversos autores han procurado explicar las diferencias entre las conductas prosociales y las conductas altruístas; la diferencia entre una y otra radicaría en la motivación que tienen. Por un lado, la conducta prosocial sería definida como toda conducta social positiva, con o sin motivación altruísta52. Entonces, ¿cuándo un acto sería considerado altruísta? Moñivas, propondrá tres condiciones que, todo acto prosocial debería cumplir para ser de base altruísta: a) Ser un acto emitido voluntariamente. b) Ser un acto en beneficio de otro o de otros. c) Que implique algún tipo de sacrificio para quien lleve adelante la acción. Dado lo expuesto, podría entenderse que todo acto altruísta será siempre prosocial, pero ello no implica que todos los actos prosociales sean de base altruísta. La conducta prosocial presente en diversos contextos, motivada por intenciones altruístas, se manifestaría en la sociedad civil como una forma de ayuda y solidaridad. En este sentido, la conducta prosocial altruísta no sería simple sinónimo de cooperación. En ésta, se da particularmente una distribución tanto de beneficios como de sacrificios, cooperando unos con otros para un mismo fin. En cambio, la conducta prosocial altruista, en sentido estricto, requiere de la motivación y acción de una persona, o conjunto de personas, que invierten un costo personal, sin la presencia ulterior aparente de recompensas. Existen, sin embargo, diversas posturas que sostienen que la conducta prosocial no estaría ligada a ninguna motivación del hombre53, como manifestaría la Dra. Nancy Eisenberg54, no

52 M.D. Gonzalez Portal en Moñivas, A; La conducta prosocial, Ed. Universidad Complutense, Madrid, 1996, p. 129

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obstante, sería difícil concebir alguna acción prosocial sin ningún tipo de motivación. A mi entender, sería impensado de esa forma, hablar de altruísmo; la motivación estaría justamente en procurar el bien ajeno, como un fin en sí mismo. Entonces, ¿podría la conducta prosocial ser un sinónimo de altruísmo? Gonzalez Portal se plantea esta cuestión en su obra, argumentando que en sus orígenes, la conducta prosocial nace como en oposición a la conducta egoísta. De la misma manera que, con el altruísmo, se identificaría como aquellas acciones de carácter prosocial son opuestas a las actitudes egoístas debido a que siempre la finalidad es el beneficio de otro. Pero para poder responder ese interrogante, sería necesario poder determinar todas las motivaciones subyacentes – u ocultas – de las personas, para inferir finalmente si aquellas responden efectivamente a procurar el bien ajeno o implican un beneficio propio ulterior, como podría ser una gratificación o ser reconocido socialmente. Si bien no es objeto de este trabajo final integrador poder determinar dichas cuestiones, sería de un gran aporte al término que comprende este apartado, para poder dar respuesta a la pregunta planteada. Por lo pronto, entenderé que altruísmo y conducta prosocial no son sinónimos, sino más bien que, el primero, puede influir en el segundo, como una motivación, para orientar conductas desinteresadas hacia otros. Podría decirse que, la motivación de las conductas prosociales estará influída por el contexto y situaciones donde se presente; es decir, el contexto social sería determinante para la motivación de la prosocialidad. Para ello, será elemental el papel del Estado, a través de sus instituciones, a fin de fomentar la conducta social positiva con legítima motivación altruísta. De la misma manera, las organizaciones altruístas que, tienen lugar en la sociedad civil, tendrían un rol determinante en la

53 Gonzalez Portal, M. D.; Conducta Prosocial: evaluación e intervención, 2° Ed. Ediciones Morata, Madrid, 1995, p. 77 54 Nancy Eisenberg es Psicóloga Conductista que actualmente se desempeña como Profesor Distinguido en la Arizona State University. Su trabajo se destaca por diversas investigaciones en el campo de la sociabilización, el desarrollo emocional y la empatía y el prosocial.

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creación de una actitud prosocial, a través de acciones voluntarias que se fueron originando a partir de las necesidades observadas en la sociedad.

La institucionalización del altruísmo Los impulsores En mayor o menor medida, la sociedad siempre ha enseñado a sus miembros a tener presente los intereses de los demás, además de los propios. Para lograrlo, se ha ido incluyendo en el proceso de socialización, la acción de diversas instituciones, formales y no formales, que, se han orientado hacia consecución de fines de bien común como también a la divulgación de una serie de normas y valores, funcionales para el sistema social. Hace siglos atrás, la responsabilidad de la formación ética o moral de la persona se encontraba, principalmente, en manos de la religión y sus correspondientes instituciones. No obstante, tras la secularización de las sociedades, la religión ha ido perdiendo protagonismo en el campo social, en favor de nuevos organismos surgidos con la finalidad común de promover y fomentar valores humanos, por medio de acciones distintas a las implementadas por las instituciones religiosas. Surgen de esta forma distintos tipos de asociaciones e instituciones, cuya función ha sido valorada de diferentes formas, de acuerdo al momento histórico en el que se desarrollaron y al sector de la sociedad a la que pertenecieron. Para poder entender cómo tuvieron lugar las organizaciones sociales actuales, pretenderé hacer un breve recorrido por tres formas de institución que, a mí entender, fueron propulsores de las instituciones sociales. Este recorrido abarcará las acciones de la Iglesia Católica en el período colonial, el peso social que tuvo la Sociedad de Beneficencia creada por Bernardino Rivadavia, y las asociaciones barriales.

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La Iglesia como promotor Tras la conquista y colonización de América, la Iglesia y el Estado español llevaron adelante un proceso "civilizatorio", que incluía modelos ideológicos e institucionales que abarcarían distintos cuestiones educacionales, sociales y sanitarias que demandaba el desarrollo político y económico. La llegada de la Iglesia Católica a América, determinaría ampliamente las formas institucionales que se crearían luego en la Argentina. Como en otros países de América del Sur, la Iglesia, y sus instituciones dependientes, abrió distintos espacios donde se desarrollaría la vida social prácticamente en su totalidad, ya que dichas instituciones funcionaban como escuelas, registro civil, espacios de resolución de conflictos entre las personas, celebraciones y organizaciones de salud, asistencia social y de ayuda mutua. 55Todas estas actividades que emprendían las instituciones eclesiásticas, se encontraban en el marco de la evangelización y de la caridad. Además, se encontraban estructuradas fundamentalmente en torno a la asistencia y a la educación. Durante los siguientes tres siglos aproximadamente, la colonización española conformaría un modelo de asistencia asentado en tres pilares fundamentales: 1) el Estado colonial, quien supervisaba las cuestiones sanitarias; 2) la Orden de los Bethlemitas y, 3) la Hermandad de la Santa Caridad. En un intento de mencionar los antecedentes del Tercer Sector, puede verse aquí cómo convivían las distintas iniciativas, aunque superpuestas y sin una clara diferenciación. La evolución y transformaciones que estos proyectos sufrirían con el tiempo estarían marcados, por un lado, por las crecientes regalías a los reyes y, más tarde, por las disputas entre el Estado español y la Iglesia, como resultado de la Reforma del clero.

55

Thompson, A.; El Tercer Sector en la Historia Argentina, Editorial Cedes, Buenos Aires, 1994, p. 6

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Además de los fondos provenientes de la Iglesia o del propio Estado, las distintas órdenes religiosas también se esforzaban en recaudar fondos de la sociedad por medio de distintas acciones. Por ejemplo, el clero Bethlemita fundó hospitales sustentados en la caridad privada, con fondos que recaudaban frailes limosneros. Esta forma de recolectar dinero se fue extendiendo, de manera que las congregaciones recibían dinero de laicos o religiosos; muchos de ellos donaban sus pertenencias en vida o bien dejaban sus legados para la creación de alguna entidad civil como fuertes impulsos de beneficencia y caridad. Con esto, es posible apreciar que la Iglesia Católica, tanto en su dimensión religiosa como institucional, fue un gran impulsor de acciones benevolentes y solidarias, partiendo del mandamiento de amar al prójimo como a uno mismo. No obstante, no era siempre la Iglesia quien ejercía directamente dichas acciones. En muchos casos, el clero, tanto regular como secular, oficiaba de intermediario en las acciones benevolentes de caridad y solidaridad de la sociedad. Estas primeras formas de organización y acciones voluntarias mezclaban lo público y lo privado. Por su parte, el Estado colonial, al margen de las instituciones ligadas a la Iglesia, también se configuró en un espacio por medio del cual los laicos intervenían en los problemas sociales. Principalmente se daba esto a través de donaciones que la sociedad hacía directamente al Estado, con el objeto de contribuir a sus iniciativas de asistencia social. Si bien la receptora no era la Iglesia, estas donaciones eran concebidas también dentro de los preceptos de la caridad cristiana.56

56

Thompson, A.; El Tercer Sector en la Historia Argentina, Editorial Cedes, Buenos Aires, 1994, p. 10

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Tras la Independencia A partir de la Revolución de Mayo de 1810, se da lugar a una profunda crisis económica, política y social que iría agravándose con el paso de los años, que devino en la centralización de toda actividad en Buenos Aires y la prosperidad de la clase aristocrática. Esta situación, contribuyó en la adopción de una política de secularización, que se afirmaría con la ley de Reforma del Clero en 1822, que impondría la abolición del fuero personal eclesiástico, las casas de Regulares Betlehemitas y de los diezmos.57 Tras la independencia del país se creó, en 1823, la Sociedad de Beneficencia de la mano de Bernardino Rivadavia. Esta sociedad vendría a romper con el paradigma colonial de la asistencia religiosa y, a la vez, a reemplazar el vacío frente a las necesidades sociales, haciéndose responsable el Estado de las acciones de asistencia social. La secularización de un ámbito que hasta ese momento estaba bajo el dominio de la iglesia no fue la única novedad: impuso una filosofía revolucionaria al dejar su administración en manos de mujeres exclusivamente y encargarse de la educación de las niñas que, hasta ese momento, no contaban con escuelas para ellas. Las mujeres que ejercían la dirección de la Sociedad, se encontraban fuertemente vinculadas con el poder, pues pertenecían a la alta sociedad de la Argentina de aquellos tiempos. No obstante, siempre fue destacado y reconocido su trabajo solidario. Además de lo mencionado en las líneas anteriores, la Sociedad de Beneficencia tenía a su cargo la administración de tres establecimientos caritativos para mujeres

57

Chiaramonte, J. C.; Ciudades, provincias, Estados: Orígenes de la Nación Argentina. Buenos Aires, EMECE, 2007. Biblioteca del Pensamiento Argentino, T. 1, Documentos, p. 238

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y niños –la Casa de Expósitos, el Hospital Rivadavia, y la Casa de Huérfanas- que, hasta entonces, habían estado a cargo de órdenes religiosas masculinas.58 La Sociedad funcionó hasta el año 1839. Durante el segundo mandato de Juan Manuel de Rosas, fue privada de los recursos públicos y limitado su accionar, debido a la escasez de fondos del Estado para incentivar las acciones solidarias y de caridad. Finalmente, su actividad fue restituida por decreto en 1852. Para la década de 1870, la Sociedad de Beneficencia había establecido un Asilo para Mujeres Insanas (Hospital Nacional de Alienadas), el Hospital de Niños, y varios orfanatos. Estas instituciones junto con el Hospital de Niños, fundado en 1875, el Hospital de Hombres, el Neuropsiquiátrico y el Asilo de Mendigos y organizaciones religiosas como las Conferencias de San Vicente de Paul59, fueron conformando un incipiente sistema de protección de la salud y de asistencia a la pobreza. Además, para dicha fecha, también contaba con la creación de 104 escuelas para las niñas. Coincidiendo con la federalización de la ciudad de Buenos Aires, en 1880 la Sociedad de Beneficencia pasó a depender del Ministerio del Interior. Para el año 1884 debió entregar las escuelas que estaban a su cargo al Consejo Nacional de Educación, institución creada con la sanción de la Ley de Educación Común N° 1420 De ahí en más, con los recursos que le proveía el Estado, la Sociedad sumo nuevas instituciones, convirtiéndose así en la organización asistencial más poderosa del territorio y, en la principal responsable de dar forma a las respuestas oficiales en torno al abandono, la enfermedad o la miseria. De acuerdo con lo establecido en el artículo 1° de su reglamento, la Sociedad de Beneficencia de la Capital era una institución pública, dependiente del Ministerio

58 Golbert, L.; De la Sociedad de Beneficencia a los Derechos Sociales, Buenos Aires. Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, 2010, p. 23 59 Conferencias quiere decir "hacer algo juntos", y las personas que forman parte de ellas se esfuerzan por aliviar a quienes más lo necesiten, material o espiritualmente y por medio del trabajo voluntario.

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de Relaciones Exteriores y Culto, con personería jurídica, confirmada por el Poder Ejecutivo Nacional, en el decreto del 19 de diciembre de 1908, cuyo objetivo era “la caridad pública, administrando los establecimientos a su cargo y los fondos que le confían las leyes y la generosidad de los particulares”.60 Un punto importante en la historia de la Sociedad de Beneficencia sería su relación controvertida con el Estado, reflejo quizá de los problemas actuales entre las organizaciones del Tercer Sector y el sector público61. Dicha relación estaría signada por el impulso del estado en descentralizar las acciones de beneficencia de la Iglesia Católica pero, al mismo tiempo, de la propia incapacidad del Estado en dar respuestas a esas necesidades, teniendo entonces que canalizar la acción social a través de una institución privada. Desde la década del '80 y hasta mediados del siglo XX, la Sociedad de Beneficencia continuaría desarrollando una vasta obra, ubicándose siempre con ventaja en relación al financiamiento estatal, pero controlando siempre de forma privada el destino de los fondos. Considero que, la Sociedad de Beneficencia, ha obrado como un fuerte impulsor en las diferentes formas de asociaciones que se dieron a lo largo de los años, preocupándose por el bienestar de la sociedad y procurando brindar soluciones a los problemas sociales. La enfatización del rol de la mujer como defensora de la moral y de las buenas prácticas abrió el camino hacia la educación y el trabajo femenino. Esta organización ha sido un claro ejemplo de cómo las instituciones pueden motivar, a través de la cooperación y el altruísmo, las buenas prácticas y la solidaridad. Las actividades de las organizaciones no gubernamentales de hoy en día, como sucedió con la Sociedad de Beneficencia, conllevan, aunque en diferentes grados, una dimensión educativa y cultural derivada de su práctica concreta. Esta dimensión puede estar explicitada claramente o bien subsumida en un estilo de acción particular.

60 Golbert, L.; De la Sociedad de Beneficencia a los Derechos Sociales, Buenos Aires. Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, 2010, p. 24 61 Thompson, A.; El Tercer Sector en la Historia Argentina, Editorial Cedes, Buenos Aires, 1994. p. 19

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El asociacionismo solidario y autogestivo Desde mediados del siglo XIX, y en paralelo con las obras de asistencia social y beneficencia como la mencionada Sociedad en los párrafos anteriores, se daría lugar a un amplio espectro de organizaciones no gubernamentales, apoyadas en valores como la solidaridad y la ayuda mutua, tendientes al altruísmo. La acción colectiva se observaría con el surgimiento de organizaciones ligadas a los ámbitos barriales. El auge de estas asociaciones se daría entre el fin de la Primera Guerra Mundial y el de la Segunda, con la complejización que evidenciaba Buenos Aires, tras el gran crecimiento de fines del siglo XIX. Muestra de esto fue el proceso de integración de los inmigrantes debido, entre otras cosas, a la primera generación de hijos argentinos, como también a la ola de inmigrantes luego de la Primera Guerra Mundial; por otro lado, la paulatina redefinición del espacio urbano por el que distribuyeron los conglomerados por nacionalidad y surgieron nuevos barrios alejados del centro de la ciudad, como Almagro, Caballito, Flores, Belgrano, Pompeya, Mataderos o Villa Urquiza y más tarde los primeros cinturones suburbanos fuera de lo que hoy se conoce como la Ciudad de Buenos Aires. Estos nuevos barrios también estaban relacionados a nuevas actividades económicas: a partir de los años veinte, y sobre todo después de 1930, comenzaron a notarse los efectos del crecimiento industrial en los talleres y fábricas que se expandieron por la periferia de la ciudad. Al mismo tiempo, se fueron constituyendo asentamientos ilegales, inicialmente transitorios, como las villas de emergencia. Es en este contexto que surgieron diferentes formas de asociaciones barriales y sociedades de fomento, impulsadas en primer lugar por los propios

vecinos,

que

buscaban

satisfacer

necesidades

colectivas62.

Una

62

Thompson, A.; El Tercer Sector en la Historia Argentina, Editorial Cedes, Buenos Aires, 1994, p. 40

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característica común de estos asentamientos fue –y, en parte, continúa siéndolo aún hoy- el escaso acceso a los servicios básicos, como agua, luz, educación, seguridad. Los nuevos barrios fueron expresión de la existencia de los cortes y estratos que paulatinamente fueron dibujándose. Al mismo tiempo que se sucedía esta transformación y crecimiento de la sociedad, fueron surgiendo nuevas formas de solidaridad y acción colectiva, coherentes con las nuevas situaciones y las presentes necesidades. Estas nuevas formas se desarrollaron principalmente en los nuevos barrios, siendo típico de este período la multiplicación de asociaciones de fomento barrial, clubes de barrio y bibliotecas populares; así como de centros y comités promovidos por partidos políticos. Además, era necesario crear espacios que respondieran a las demandas de recreación, educación y sociabilidad que se iban generando en el seno de la sociedad barrial. Las sociedades de fomento se crearon con el objeto de hacerse cargo de aquellas necesidades básicas que el Estado no proveía; asumieron de esta forma un papel autogestivo, con la colaboración de personas con buena voluntad que se acercaba a ayudar, como por ejemplo profesionales, estudiantes, religiosos. Esto exigía una fuerte solidaridad de los vecinos. En conjunto con la expansión de los distintos barrios, y la organización de los vecinos entre sí para conformar distintas formas de asociaciones, se comenzaría a dar otro fenómeno, como fue la participación sacerdotal en los barrios más carenciados.63 Producto de una nueva forma pastoral, los "curas villeros" combinaban la tarea de evangelización con las acciones prosociales. La principal diferencia con las formas de ayuda social de la Iglesia del siglo anterior sería la iniciativa de auto-emprendimiento de los sacerdotes, acercándose ellos mismos a la realidad de las personas, y el estímulo hacia la sociedad para promover en ella los valores de solidaridad y ayuda al prójimo.

63

Di Stefano, R, Sabato, H., Romero, L.A., Moreno, J.; De las cofradías a las Organizaciones de la Sociedad Civil. 1776-1990, Edilab Editora, Buenos Aires, 2002, p. 268

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La apertura de bibliotecas populares fue una de las expresiones de la nueva sociabilidad. Éstas, dejaban a la vista el crecimiento de instituciones barriales, pues era muy común que toda sociedad de fomento o club tuviera su biblioteca; también la tenían aquellos centros con que los partidos políticos, principalmente socialistas, se insertaban en los barrios. La función de las bibliotecas no era solamente la de hacer circular libro; alrededor de ellas se desarrollaba una serie de actividades culturales, recreativas y educativas que las implicaba en un proceso cultural más general, con diferentes matices según el ámbito en el que se originaran, pero sin ninguna significación política. Los movimientos barriales, han tenido gran importancia en la historia de las instituciones sociales, pues, puede, y debe, destacarse en ellos la transmisión de la cultura de cooperación y solidaridad, como además, la consolidación de una cultura propia, particular de cada nuevo barrio. Estas formas de asociación pusieron énfasis en la educación y en la cooperación entre los vecinos para poder mejorar la situación social y económica de todos.64 La expansión de las organizaciones barriales expresó una redefinición del movimiento asociacionista, comenzado con el surgimiento de las sociedades de socorros mutuos en la segunda mitad del siglo XIX. Sobre la preponderancia de la organización, en base a las nacionalidades u origen, se sucedieron las relaciones establecidas en función del espacio compartido. La integración y cooperación en base a objetivos locales y comunes fueron características de estos espacios en formación, marcados por la heterogeneidad y la movilidad social. Así, las relaciones de solidaridad, bienestar común y autogestión pasaron a expresarse bajo la forma de la organización barrial, haciendo foco en las expectativas en locales y futuras, antes que en el recuerdo y la preservación de las diferencias de origen.65

64 Gutiérrez, L.; Romero, L.; Sociedades barriales, bibliotecas populares y cultura de los sectores populares: Buenos Aires, 1920-1945, en Desarrollo Económico, Vol. 29, Nº 113, AbrilJunio.

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Hacia las Organizaciones del Tercer Sector Como se vio en las los párrafos anteriores, en nuestro país, desde mediados del siglo XIX, las asociaciones y acciones eran promovidas por la Iglesia Católica a través de la caridad. Con el establecimiento del Estado independiente, se iniciaría un proceso de traspaso de la ayuda religiosa hacia organizaciones laicas, sobre las cuales el Estado tendría un mayor control. Así, Bernardino Rivadavia, creó en 1823, la Sociedad de Beneficencia, dando al Estado un papel primordial en la ayuda social de los más necesitados. Ya entrado el siglo XX, la Sociedad de Beneficencia pasaría a depender del Estado, configurándose como una institución oficial, hasta que es reemplazada – de alguna forma –, en 1950, por la Fundación Eva Perón. Para esta época, el Estado, sería el centro de la política social y la sociedad civil tendría una escasa participación fuera de los límites de loso barrios. Sería a partir de la época post dictatorial de nuestro país que, se abrirían nuevos caminos para la puesta en marcha de las Organizaciones No Gubernamentales, de la mano de la creciente globalización, la expansión económica y social y la crisis del Estado de bienestar. Además de lo anterior, fue un factor determinante la situación de violaciones a los derechos humanos que, signaron la década del '70 y parte de los '80, para el surgimiento de asociaciones, como es el caso de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, creada con el objetivo de buscar y restituir a sus legítimas familias a todos los niños apropiados durante la época de la dictadura militar. De a poco, éste y otros tipos de organizaciones fueron tomando un papel principal como creadoras de un marco solidario en la sociedad sobre problemas que, eran de injerencia estatal. Ante las falencias del estado, en la atención de

65

Thompson, A.; El Tercer Sector en la Historia Argentina, Editorial Cedes, Buenos Aires, 1994. p. 42

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ciertos temas sociales, la sociedad civil se ha puesto en acción para dirimir esas cuestiones en favor del bien social. La idea de sociedad civil, nos remite a Antonio Gramsci, como un aspecto del Estado. Para el filósofo italiano, el Estado se compone de la sociedad civil y la sociedad política. Esta última, comprende el aparato jurídico-administrativo del poder. La sociedad civil, por el contrario, comprende a las organizaciones voluntarias como a las personas en el seno de la sociedad misma. Ambas, no implican dos esferas separadas, sino que son parte indivisible de un todo; las sociedades civil y política interactúan permanentemente dado lugar a una entidad mayor, que es el Estado. La sociedad civil existe cuando se conforma en una red de asociaciones voluntarias independientes del estado. Esta forma de representación social, se ha ido instalando en el imaginario colectivo de la sociedad como organizaciones más eficientes que, las instituciones del Estado, o mejor calificadas que éstas, a la hora de dar respuesta a las diversas necesidades. También, ocurre que, existe actualmente una desconfianza generalizada hacia las instituciones gubernamentales, marcada por aparentes actos de corrupción, uso indebido de los recursos o inoperancia misma del aparato estatal, actitudes muy lejanas a las inclinaciones altruístas que profesan muchas de las formas de organizaciones sociales. Por estos motivos, existiría hoy una marcada orientación de la sociedad en ofrecer sus recursos (dinero o ayuda voluntaria) a las instituciones no gubernamentales como aportes a una "buena causa".66

66

Acotto, L.; Las organizaciones de la sociedad civil. Un camino para la construcción de la ciudadanía, Espacio Editorial, Buenos Aires, 2003, p. 29

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¿Cómo definirlas? "Todas las sociedades son diferentes, pero coinciden en que las buenas personas con buenas ideas trabajan duramente para mejorar la calidad de vida. Trabajando dentro de los principios democráticos, a menudo estas personas se encuentran a sí mismas creando eso que llaman organizaciones voluntarias.” Ruth Shack, ex-Presidente de la Dade Community Foundation de Miami

Cuando, en el curso de mi investigación, me introduje en la idea de la organización de la sociedad en instituciones, surgieron múltiples acepciones de este sector, debido al universo indefinido de tipos de organizaciones y motivaciones que las originan. De aquí, me surge una dificultad evidente para su definición. De acuerdo con la autora Laura Acotto, sería más adecuado hablar de Organizaciones de la Sociedad Civil, definiéndolas como "organizaciones conformadas por personas que se nuclean en grupos estructurados en base a normas, intereses, objetivos y fines particulares, que tienden a dar respuestas a necesidades sociales, grupales o colectivas."67 Otra definición actual de Organizaciones de la Sociedad Civil, será la proporcionada por el Banco Mundial, que, considera a dichas organizaciones como "… una amplia gama de organizaciones no gubernamentales y sin fines de lucro que están presentes en la vida pública, expresan los intereses y valores de sus

67

Acotto, L.; Las organizaciones de la sociedad civil. Un camino para la construcción de la ciudadanía, Espacio Editorial, Buenos Aires, 2003, p. 37

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miembros y de otros, según consideraciones éticas, culturales, políticas, científicas, religiosas o filantrópicas."68 En muchas ocasiones, las Organizaciones de la Sociedad Civil, parecen definir su ser por aquello que no son, por una negativa: rechazar las características del Estado y del Mercado. Se denominan "no gubernamentales" por desenvolverse sin ánimos políticos ni regidos por la lógica del poder. Tampoco son lucrativas, hecho que, las separa del mercado. Se configura aquí, un nuevo sector; será entonces en este sentido, que no perteneciendo ni al "primer sector" –el Estado- ni al "segundo sector" –el mercado-, se erige uno nuevo: El Tercer Sector. Existen distintas perspectivas, desde las cuales, se define al Tercer Sector. Para una mejor descripción, tomaré la clasificación provista por Federico Tobar, en su obra Organizaciones solidarias. Dicho autor, reúne cuatro tipos de clasificaciones, utilizadas internacionalmente69: 1. Definición legal: este tipo de definición estaría sujeta a la legislación de cada país, suponiendo que, todos los países tuvieran un marco legal regulatorio de esta actividad. La desventaja que esto presentaría sería no considerar los distintos sentidos que pueden suscitarse en las traducciones como tampoco la jurisprudencia de cada país. De esta forma, las distintas entidades del sector, tendrían diferentes marcos legales, según el país en el que se encuentren.

2. Definición económico-financiera: utilizada en el Sistema de Cuentas Nacionales de Naciones Unidas. Esta definición las categoriza, de acuerdo a la procedencia de los ingresos. El Tercer Sector sería aquel que obtiene sus ingresos, mayoritariamente, de las contribuciones de sus miembros. La

68

Definición propuesta por el Banco Mundial, disponible en su sitio web: http://web.worldbank.org/WBSITE/EXTERNAL/BANCOMUNDIAL/EXTTEMAS/EXTCSOS PANISH/0,,contentMDK:20621524~pagePK:220503~piPK:264336~theSitePK:1490924,00.html, consultado el 4 de Octubre de 2014. 69 Tobar, F., Fernandez Pardo, C.; Organizaciones solidarias: Gestión e innovación en el Tercer Sector. Lugar Editorial, Buenos Aires, 2000, p. 52

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desventaja que, esto, ofrece es la reducción del al "Tercer Sector" quedando fuera gran cantidad de instituciones (como la mayoría de las universidades, hospitales, institutos de arte) que obtienen ingresos de aportes privados.

3. Definición funcional: toma a consideración las funciones o finalidades de las organizaciones. Desde este punto de vista, el Tercer Sector se constituiría por "organizaciones privadas que sirven propósitos públicos". Al no ser demasiado riguroso, el inconveniente que, esto plantea es que sería necesario una explicitación de los propósitos que hagan referencia a las instituciones sin fines de lucro.

4. Definición estructural-operacional: esta definición tiene como punto de partida la estructura y funcionamiento básicos de las instituciones. De esta forma, las organizaciones del Tercer Sector deberían cumplir con las siguientes características: 

Formales: deben tener algún grado de institucionalización. Esto, no implicaría necesariamente el registro legal de la organización o que adquiera personería jurídica, pero debe ser demostrable a través de encuentros regulares, estatuto, normas de procedimiento, etc.



Privadas: no deben ser parte del aparato del estado como tampoco estar digidas por ninguno de sus funcionarios. Esto, no quiere decir que no puedan recibir aportes del gobierno o bien realizar acciones conjuntas.



Sin distribución de beneficios: las ganancias que puedan surgir de su actividad no pueden ser distruibuídas entre sus miembros, sino que, deberán ser reutilizadas en las actividades que la organización lleva a cabo para lograr los objetivos que persigue.

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Autogobernadas: ello implica que, los miembros que la componen son quienes determinarán su forma de gobierno, estatutos y normas internas.



No comerciales: no deben estar organizadas principalmente para objetivos comerciales. Esto, no significa que no puedan obtener ganancias de sus actividades.



No partidarias: no deben estar asociadas a ningún signo político.



Voluntarias: deben incluir algún grado significativo de participación voluntaria. Esto, no significa que, la mayoría de su personal deba ser voluntario, o que la mayor parte de sus ingresos provenga de donantes.

Acuerdo con Andrés Thompson que, esta última definición estructuraloperacional será la que presenta menos desventajas para definir las características de las distintas instituciones, de acuerdo a los distintos contextos donde se presentan.70 Una caracterización similar a la mencionada hará la autora Laura Acotto, en su ya citada obra, sobre el Tercer Sector. Las motivaciones que llevan a la constitución del Tercer Sector no han seguido una lógica particular. Esto, puede deberse a las distintas necesidades o temas de la sociedad que preocupan a las personas y las incentivan a organizarse. Será luego, trabajo de la propia organización, promover las iniciativas tomadas como parte de su razón de ser para hacer de dichos motivos una causa social, que, pueda ser aprehendida por la sociedad y promovida voluntariamente por las personas donde se despierte empatía y solidaridad. Sin embargo, no todas las organizaciones del Tercer Sector pueden ser definidas como organizaciones solidarias de base altruísta. Habría que considerar ciertos aspectos para determinar la acción solidaria en las organizaciones: en principio, se consideraría como solidaria a una organización que

70

Thompson, A. ¿Qué es el Tercer Sector en Argentina? Dimensión, alcance y valor agregado de las organizaciones privadas sin fines de lucro. CEDES, Buenos Aires, 1994, p. 7

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asume el fin de beneficiar a la sociedad, y no solamente a sus miembros. Al respecto, Laura Acotto distinguirá entre dos tipos de organizaciones de la sociedad civil, de acuerdo a las motivaciones y dirección de sus acciones71: a) Organizaciones de la Sociedad Civil: tiene poco grado de formalidad pero un fuerte desarrollo local, como por ejemplo los grupos indígenas, asambleas barriales, ahorristas, etc. Las acciones que desarrollan están orientadas al empoderamiento del grupo y trabajan para defender los intereses de los propios miembros.

b) Instituciones de la Sociedad Civil: tienen cierto grado de formalidad y trabajan en pos del interés ajeno, no para los miembros que la integran. En general optan por motivaciones humanitarias, políticas, religiosas, etc. Cuentan con personal voluntario que ayuda en la labor, pudiendo estar estos rentados o no. El mundo de las organizaciones del Tercer Sector se constituye por distintos tipos de instituciones. Muchos autores, entre quienes se encuentran los citados en este apartado, convienen en distinguir los siguientes tipos de organizaciones: 

Asociaciones



Fundaciones



Cooperativas



Consejos



Mutuales



Sindicatos



Clubes

Teniendo en cuenta la clasificación anterior, que distingue entre las organizaciones e instituciones de la sociedad civil, y siguiendo con la línea de este 71

Acotto, L.; Las organizaciones de la sociedad civil. Un camino para la construcción de la ciudadanía, Espacio Editorial, Buenos Aires, 2003, p. 42

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trabajo final integrador, es de mi interés continuar por el sendero de las instituciones de la sociedad civil que se conforman voluntariamente con motivaciones solidarias y humanitarias, procurando el bienestar del otro, y no aquellas que persiguen beneficios para sus miembros, dado que, si bien puede encontrarse en ellas el sentido de la cooperación como base de su accionar, en mi humilde opinión, no es posible encontrar el ánimo altruísta. Para ello, considero necesario poder definir los conceptos de solidaridad y voluntariado, de manera de poder comprender su intrínseca relación con el altruísmo, es decir, cómo dichos conceptos serían la expresión materializada de las acciones desinteresadas de las personas.

El altruísmo organizado: el Voluntariado "Toda elección, sabes, involucra una renuncia. Todo cambio implica dejar atrás algo de nosotros: solo así crecemos y avanzamos." Fragmento de "El Regreso del Joven Príncipe", de A.G. Roemmers

Una primera aproximación al concepto de voluntariado, podría ser la de comprenderlo como una forma de participación de las personas en la sociedad a través de las organizaciones del Tercer Sector. De forma libre y por voluntad propia, las personas deciden participar en la mejora de su entorno, implicándose en diferentes causas a través de las entidades sin ánimo de lucro. Esto, implicaría además, que, las acciones emprendidas no fueran impulsadas por algún rédito económico ulterior, sino que, la ayuda y la colaboración con otros sean, a la vez, una motivación y un fin; es decir, las actividades deben perseguir el bien común, o ser realizadas en favor de determinada causa.

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De esta forma, las organizaciones del Tercer Sector, surgen como espacios donde los voluntarios realizan diversas actividades, con el objetivo de cambiar determinadas situaciones, como mejorar la calidad de vida de la gente y la convivencia, denunciar condiciones injustas, entre otros. El voluntariado representa una forma de llevar a la práctica múltiples valores como la solidaridad, la generosidad, el compromiso, la implicación, la participación; contribuye a la construcción de una identidad colectiva, cohesionada. Podría decirse, entonces, que el voluntariado dota a la sociedad de una característica muy positiva; por ello, será importante que, las organizaciones puedan garantizar la máxima eficiencia y eficacia en el funcionamiento de sus actividades, en su participación y desarrollo dentro de la organización. De esta forma, se podría asegurar el máximo valor de esta contribución a la sociedad, a la organización y para los mismos voluntarios. Las instituciones de la sociedad civil, se constituyen – según mi investigación – a partir de la intención voluntaria de un grupo de personas que, sienten la necesidad de emprender una labor, orientado hacia un fin concreto, que, representará el motivo por el cuál, se asocian. De esta forma, las instituciones nacen como espacios de participación ciudadana, como una forma de compromiso con la sociedad. La mayoría de las organizaciones del Tercer Sector empiezan de forma voluntaria, sin personal remunerado y, en la actualidad, muchas de ellas están formadas íntegramente por personas voluntarias. Luego, cuando las actividades se tornan más abarcativas y complejas, y en particular, cuando aumenta la magnitud del trabajo voluntario en determinado momento –en caso de que acontezca alguna situación en particular–, podría resultar de gran necesidad, incorporar personal remunerado a la organización.72

72

Vidal, P., Valls, N., Villa, A.; Manual de Gestion del Voluntariado, Edición Fundación La Caixa, Barcelona, 2009, p. 18

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Las personas que dedican su vida, o parte de ella, al trabajo voluntario encuentran su lugar, su espacio para canalizar sus inquietudes e intereses, en distintas instituciones vinculadas a distintos ámbitos de actuación, como son el ámbito social, medioambiental, cultural, de cooperación. La persona voluntaria, escoge la entidad, tal como colaborará según sus intereses, inclinaciones y valores, que, a su vez deben corresponderse con la misión y los valores de la organización, de forma que, con su actuación, pueda lograr los objetivos comunes. Se establecen entonces, entre el voluntariado y la organización, una relación de intercambio, donde cada una de las partes realiza una serie de contribuciones. Las instituciones aportarán, entre otras cosas, la trayectoria, la estructura y la organización bajo la cual el voluntariado podrá desarrollar su actividad. Los voluntarios, al mismo tiempo, aportarán su experiencia, su conocimiento y, aquello que es de mucha importancia, su tiempo al servicio del bienestar de los demás. El voluntariado puede tener un rol específico o genérico; puede participar en una única actividad o en varias, en un proyecto o en una posición estratégica. En nuestro país, la actividad voluntaria se encuentra legislada bajo la Ley de Voluntariado Social N° 25.855, promulgada en el año 2004. La misma, tiene como objetivo promover esta forma de actividad, definiéndola como un instrumento de la participación solidaria de los ciudadanos en el seno de la comunidad, en actividades sin fines de lucro73, como también regular las relaciones entre voluntarios y organizaciones. En este sentido, se considera como voluntario social a las personas físicas que, por decisión propia, desarrollan de un modo gratuito, altruísta y solidario tareas de interés general en dichas organizaciones, sin recibir por ello remuneración, salario, ni contraprestación económica alguna. No estarán comprendidas en la presente ley las actuaciones voluntarias aisladas, esporádicas, ejecutadas por razones familiares, de amistad o buena vecindad y aquellas

73

Ley 25.855, Título 1 Disposiciones Generales, Art. 1°. (Fuente: http://infoleg.mecon.gov.ar/, recuperado el 3 de Octubre de 2014)

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actividades cuya realización no surja de una libre elección o tenga origen en una obligación legal o deber jurídico.74 Además, establece los derechos y obligaciones de los voluntarios sociales. Como derechos, se puntualiza sobre el derecho de estar informado sobre las actividades y objetivos de la institución, a recibir capacitación para cumplir con sus labores, ser registrados como lo determina el Decreto 750/2010, ante el Consejo de Nacional de Coordinación de Políticas Sociales –autoridad de aplicación de las normas sobre voluntariado–, disponer de una identificación, certificados de los trabajos y capacitaciones realizadas, como también obtener reembolsos de gastos incurridos en el ejercicio de la labor, reembolsos que no serán considerados remuneración. Asimismo, los voluntarios tendrán la obligación de obrar con diligencia, respetar los derechos de los beneficiarios del trabajo de la organización, confidencialidad de la información suministrada por la institución, capacitarse –es tanto un derecho como una obligación –, abstenerse de recibir gratificaciones económicas por parte de los beneficiarios y utilizar correctamente los distintivos de la organización de esa que, se es voluntario. Por otro lado, la presente ley establece, en su artículo 12° que, el Poder Ejecutivo promoverá diversos programas de asistencia y capacitación a voluntarios, como además será el encargado de implementar campañas de difusión y reconocimiento de la labor voluntaria a través de los medios. De esta forma, el Estado también toma parte en el papel de promotor de valores como la solidaridad, la generosidad y el compromiso social, y resaltando la importancia del trabajo voluntario en la construcción de políticas sociales. Para ello, el Estado Nacional creó, en 1995 el Centro Nacional de Organizaciones de la Comunidad (CENOC), cuyo objetivo primordial es conocer y dar a conocer a todos aquéllos que, de una

74

Ley 25.855, Título 1 Disposiciones Generales, Art. 3°. (Fuente: http://infoleg.mecon.gov.ar/, recuperado el 3 de Octubre de 2014)

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forma u otra, se organizan para encontrar juntos la solución a alguna necesidad. Su misión es la de "Promover la participación de las Organizaciones Sociales en la gestión de políticas públicas generando espacios institucionales y articulación para el establecimiento de procesos de desarrollo sustentable."75 Teniendo a las Organizaciones de la Sociedad Civil como protagonistas, ofrece diferentes servicios, entre ellos un Sistema de Información, para el uso de su base de datos por parte de las organizaciones. Otro servicio que presta a las organizaciones, y a quién consulte su página web, es un centro de documentación y publicaciones sobre proyectos sociales de diferentes Organizaciones. Por último, un boletín mensual que informa acerca de actividades y noticias relevantes para el desarrollo del sector. Además, también promueve diversas actividades de capacitación para voluntarios y administradores de organizaciones. El voluntariado, como una expresión de la participación ciudadana, se encuentra fuertemente arraigado, tanto en nuestro país como en muchas comunidades de todo el planeta, con valores la solidaridad, la compasión, la empatía y el respeto por los demás. Estos valores se manifiestan empíricamente a través de las acciones y el tiempo que dedican las personas a realizar actividades de voluntariado. Pero la actividad voluntaria también expresa el deseo de actuar siguiendo los propios sentimientos y percepciones acerca de la justicia y la equidad, de manera de hacer frente a la desigualdad social y para estimular la armonía. Basado en el interés común, por el bienestar de la comunidad de la cual se es parte, el voluntario entrega parte de su tiempo y realiza diversos sacrificios en su vida en pos de procurar el bien ajeno.

75

http://www.cenoc.gov.ar/institucional.html, recuperado el 4 de Octubre de 2014.

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Solidaridad, un valor altruísta fundamental La solidaridad es un vasto concepto donde se podrían distinguir dos dimensiones: una moral y otra práctica. En su dimensión moral, podría definirse como una virtud basada en el apoyo a una causa –o varias –. En su dimensión práctica, se define a través de las acciones emprendidas. El Diccionario de la Real Academia Española, define la solidaridad como la "adhesión circunstancial a la causa o empresa de otros"76. Pero esta definición resultaría insuficiente para poder entenderlo como un valor, dado que la adjetivación "circunstancial" de la adhesión a una causa remitiría a un sentido ocasional o accidental de dicho interés. En otras palabras, entiendo que la idea de "circunstancial" no permitiría apreciar al la solidaridad como un valor enraizado en una motivación profunda de las personas. La solidaridad no es algo añadido, sino que, pertenece a la estructura de la condición humana, ya que ésta es relación y encuentro77. De acuerdo con Luis Aranguren, los rasgos que, definen a la solidaridad podrían resumirse de la forma que, se intentará a continuación. Por un lado, la sociabilidad del hombre. Como he mencionado anteriormente, el hombre es un ser social que llega a realizarse a partir de su relación con los demás. Aún, cuando el ser humano, como individualidad, se encuentra inclinado hacia sí mismo, como ser social se halla constitutivamente orientado hacia la sociedad: La persona es un dentro hacia fuera.78 El hombre, se acerca a los demás porque los reconoce parte de ese mundo donde se encuentra, asumiéndolos como iguales. Será a partir de este reconocimiento que, como tales, se los reconoce como sujetos de los mismos derechos y como víctimas de aquello que es injusto. La intersubjetividad de la persona no conforma a la solidaridad en su totalidad, pero constituye una de sus condiciones de posibilidad. Otro rasgo

76

Diccionario de la Real Academia Española, consultado el 4 de Octubre de 2014. Aranguren, L.; “Educar en la reinvención de la solidaridad”, Cuadernos Bakeaz, Vol. 22, 1997, p. 7 78 Ibíd., p. 7 77

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característico de la solidaridad sería el apoyo mutuo; el hombre al vivir en sociedad, convive con otros. Cuando desarrollé los antecedentes de las disciplinas que abordaron al altruísmo, pude observar que no necesariamente el más apto será el más fuerte en la lucha por la existencia, sino aquel que sabe convivir y cooperar mejor. Esta ayuda mutua que el hombre manifiesta en sociedad como parte del convivir, estaría dado por una presunta asimetría entre las personas. Si bien he mencionado que, el hombre es y se reconoce como iguales a los demás, en el sentido que, es pasible de las mismas situaciones – justas o injustas – existe una evidente asimetría entre ellos: por un lado, las condiciones biológicas y fisiológicas, como enfermedades, minusvalías, edad, y, por otro, las condiciones socioeconómicas, como la desigualdad de ingresos y la exclusión social, dan cuenta de una marcada asimetría entre las personas, que constituiría, de acuerdo con Aranguren, otro rasgo que, definiría a la solidaridad. Por otra parte, las personas están orientadas hacia los otros, pero no solo en ese sentido, sino también se orientan hacia adelante, en forma de historicidad. El ser social es un ser histórico, que, no sólo tiene historia sino que también la construye hacia el futuro; el ser humano está inclinado al cambio, tomando como propias aquellas posibilidades que permiten transformar la realidad que él considera que hay que cambiar. Como último rasgo, se encuentra el compromiso, que, constituye una voluntad, una forma particular de situarse ante la realidad que hay que cambiar. El hombre vive permanentemente comprometido con el entorno que lo rodea, no existiría entonces la neutralidad absoluta. El compromiso que, determinará a la solidaridad, nace con la capacidad reflexiva y la acción humana, y moldea a las personas. Con respecto al aspecto moral de la solidaridad, podría decirse que, tiene relación con cuestiones muy arraigadas en la sociedad como es el bienestar del otro y la calidad de vida. Ir al encuentro del otro es posible, sólo desde la sensibilización, en tanto predisposición emotiva y voluntaria necesaria para poder evidenciar, sin juicios de valor de por medio, la necesidad en las personas que sufren.

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En concordancia con Luis Aranguren, es posible entender la solidaridad como una característica que estará definida, en primer lugar, por una reacción ante las injusticias y sufrimiento que, afectan a tantas personas en el mundo. Estas situaciones que, se vivencian en la actualidad, con brechas cada vez mayores de posibilidades, de acceso a las necesidades básicas, afectan al hombre e impactan en las dimensiones morales más profundas. En segundo lugar, por la determinación de emprender acciones con el objetivo de erradicar dichas injusticias y el sufrimiento ajeno. Esta determinación que, toman las personas, se desprendería tanto de la reacción anterior y de la comprensión de la sociedad como un espacio de realización que, es responsabilidad de todos los que forman parte de ella. En este sentido, la solidaridad también estaría definida como un deber –en tercer lugar – de procurar el bienestar de los demás porque es lo justo, porque no deberían existir las inequidades. Por último, la solidaridad se define como un estilo de vida, brindando un abanico de posibilidades de actuación frente a diferentes realidades sociales, repercutiendo en todos los aspectos de la vida del hombre, desde su acción social hasta sus elecciones más personales. De acuerdo a lo anterior, sería prácticamente imposible quitarle el sentido ético a la solidaridad, aunque no es menos cierto que en la actualidad se evidencian “formas” solidarias que difieren unas de otras en las motivaciones u objetivos que subyacen a cada uno. Ejemplo de ello es una especie de solidaridad egoísta79, no en el sentido del egoísmo individualista, sino más bien de un egoísmo colectivo: nace de una toma de conciencia de la limitación de los recursos naturales, materiales. En este sentido, la solidaridad adopta una forma de urgencia y resolución práctica, ante la imposición de la realidad que, advierte al hombre como los recursos no son perpetuos y debe tomar algún curso de acción –o ser solidario – para mantener sus costumbres y estilo de vida. Esto es lo que Aranguren dio por llamar a la Solidaridad como necesidad.

79

Aranguren, L. y cols.; Iniciativas en Red, de la teoría a la práctica, Buncopy Diseño y Comunicación, s/d, 2009, p. 12

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El autor, además propone otros modelos, o formas de actuación, que evidencian que, en muchas ocasiones, la solidaridad es utilizada con otros fines distintos que el de promover, desde su raíz altruísta, el sentido de justicia y equidad. Según el autor, se puede observar ello en lo que denomina la solidaridad como espectáculo, con lo que haría referencia al aumento del “consumo” masivo de solidaridad, a través de festivales y espectáculos que resultan acciones aisladas de personalidades para. El énfasis en esta solidaridad que se “vende” no radica en el valor de la práctica misma sino en el valor de cambio que tendrá para las personas que la ejecuten: el valor estaría en el status ganado por mostrarse ante los demás como una persona solidaria, dando a conocer las actividades emprendidas y haciendo eco de ello, para que, el resto de la sociedad pueda reconocerlo como tal. Esto se desarrolla, en términos de Gilles Lipovetzky, ante una forma de altruísmo indoloro80, que, no es reflejo de una reflexión de aquello que, aparenta ser justo, del hombre como ser social comprometido con los demás, sino, como una intención que, no debe implicar esfuerzo o sacrificio, sino que, nos debe hacer sentir bien a quién lo hace al final del día. Esto, se puede asociar a la solidaridad como campaña, que, implica una respuesta inmediata, y muchas veces, mediatizada, a diversas situaciones generalmente catastróficas que, requieren de una actuación de urgencia, como por ejemplo tsunamis, terremotos, enfrentamientos armados. El inconveniente que plantea esta forma de solidaridad es que, no parecería conllevar un marco ético, incentivando a las personas a orientarse a la sociedad desde la prevención de situaciones adversas o injustas, sino como un paliativo que muchas veces no tiene continuidad en el tiempo: comienza y termina con la ayuda humanitaria concreta en determinada situación, y no se involucra de esta forma, en los procesos que pueden haberla causado. Para finalizar con esta propuesta de Aranguren, la solidaridad como cooperación encerraría en sí la ética del consenso, que, buscaría utópicamente, llegar a acuerdos entre las partes involucradas. Esto, implicaría que los afectados,

80

Lipovetzky, G.; El crepúsculo del deber, Anagrama, Barcelona, 1994, p. 130

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beneficiarios de la ayuda, participen en los procesos de decisión y consenso. Desafortunadamente, es posible afirmar que, esto no sucede, porque precisamente los afectados resultan ser los excluídos de la sociedad, y ello resulta una limitación. Porque, si bien resultaría un ideal el hecho de poder incorporar al consenso a la parte afectada –y excluída – este tipo de solidaridad, según Aranguren, contempla un marcado carácter verticalista, propio del capitalismo, que, no permitiría afrontar el cambio social necesario para modificar la realidad de los receptores, sino más bien que se limitaría al seguimiento de una serie de proyectos.81 Lo interesante de la propuesta del autor, es poder distinguir estos modelos de aquel que realmente promueve valores altruístas a través de las acciones solidarias: la solidaridad como encuentro. En un intento de definición, al inicio de este apartado, fue posible determinar los rasgos de la solidaridad, como manifestación de las motivaciones altruístas que, llevan al hombre a actuar. La solidaridad como encuentro, implicaría la orientación del hombre a lo justo; se trata de encontrarse con una realidad que, es injusta, no sólo para uno mismo, sino para cualquier otra persona, y no ser indiferente a ello, sino tener la voluntad –y ser luego voluntario – y la capacidad de analizar esa realidad y modificarla. De esta forma, sería posible incorporar valores solidarios y altruístas como pilares éticos. Desde el reconocimiento de los miembros de la sociedad como iguales – semejantes –pero ubicados en relaciones de asimetría los unos de los otros, el hombre tiene la posibilidad de modificar las desigualdades embarcándose en el proceso de la solidaridad, es decir, en el encuentro efectivo y afectivo de las personas. En este sentido, sería necesario trabajar desde la propia cultura para la inducción de este encuentro, como forma de expresión altruísta, por ende moral y justa: la cultura […] ha de propiciar la generación de la cultura de la solidaridad que se apoya en esa razón ética originaria que adquiere forma de rostro humano.”82

81 Aranguren, L. y cols.; Iniciativas en Red, de la teoría a la práctica, Buncopy Diseño y Comunicación, s/d, 2009, p. 19 82 Aranguren, L. y cols.; Iniciativas en Red, de la teoría a la práctica, Buncopy Diseño y Comunicación, s/d, 2009, p. 22

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Una apuesta hacia el futuro Los términos voluntariado y solidaridad, según observé, parecen ser frecuentemente utilizados en el lenguaje actual, principalmente como adjetivos calificativos más que como sustantivos con una presencia real. A través del voluntariado y la solidaridad, es posible ver expresados los valores del altruísmo, que, descansan en la ética de la justicia y la igualdad, en el bienestar común, el desinterés en el accionar. La institucionalización de las prácticas altruístas, a partir de la promoción de las prácticas voluntarias y solidarias, han tomado un mayor protagonismo en la sociedad contemporánea, originándose en de la comprensión de una realidad: no es posible ser ajeno o indiferente a aquello que, causa malestar en los demás. El mundo es dado al hombre para que éste, como actor y destinatario, pueda modificarlo en pos de evolucionar; ello, no siempre implica a la revolución globalizadora de los avances tecnológicos. Evolucionar implica también un progreso interno, desprovisto de materialismo, que es posible encontrar en las formas simples del ser humano: el altruísmo es una de esas formas. En esencia, el altruísmo es dar, y esa actitud de dar sin esperar nada a cambio no deja de sorprender a la mayoría de las personas, quienes, consideran que, dicha forma de obrar no es la más común y esperable en una persona, y por ello, es digna de admiración. Más aún, en una sociedad como la actual, donde las referencias y los valores se encuentran cada vez más cuestionados. No obstante, el sacrificio que implica la actitud altruísta, no sólo no es percibido como tal por quien lo ejecuta, sino que, además repercute en el conjunto de la sociedad. Al proporcionar un acto benevolente a la sociedad, éste, se revierte hacia la persona, como un boomerang, dotándolo características de valoración positiva, haciéndolo un ejemplo de la transformación social.

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Podría considerarse que, el acto de dar a los demás es una invitación a la reciprocidad. Lejos de considerar ésto, un fin ulterior egoísta, podría observarse como una forma de demostrar que modificar la realidad es posible, hacer del mundo un lugar mejor, aunque la frase peque de inocencia para muchos, también es posible. Sin embargo, los cambios siempre deben empezar por uno mismo y, en este sentido, dar resulta ser la mejor inversión posible. De esta forma, se presenta ante el hombre la posibilidad de expresarse mediante el voluntariado, como una forma de encauzar el comportamiento altruísta a través de acciones solidarias. La adopción de los valores sociales positivos predispone a las personas de una mejor forma ante la realidad. Los principios altruístas representan una condición humana capaz de lograr la cohesión social, en favor de objetivos y valores beneficiosos, para todos los miembros de la sociedad. El predominio de una moral impregnada de valores propios del altruísmo, se constituiría como la base social del progreso, la cultura y el bienestar. De la misma forma, se construiría en un contexto sociológico, capaz de moderar otras tantas características negativas que forman parte, por qué no, de la esencia humana y ponen en peligro a la sociedad como unidad. Se puede destacar, entre dichas características, la violencia generalizada, que, es posible observar sin salir del hogar, a través de los medios de comunicación que nos permiten conectar con el resto del globo. También, es el egoísmo, que, se encuentra a veces tan internalizado en la sociedad, promovido por prácticas que, nada tienen que ver con el bien social, sino que, pretendiendo representar – sólo en apariencia– un factor de bienestar, persiguen simplemente beneficios materiales inmediatos, muchas veces, a costa de la buenas inclinaciones y voluntad de las personas. No obstante, considero que, el altruísmo puede contagiarse con el accionar de unas pocas personas; como un valor que, va adquiriendo cada vez más preponderancia entre las personas, advirtiendo nuevas posibilidades de actuación en la sociedad para mejorar la calidad de vida de todos. En apartados anteriores, he podido reseñar brevemente, como antecedentes importantes en la historia Argentina, el trabajo de la Iglesia Católica y del Estado

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mediante la Sociedad de Beneficencia. Actualmente, sería posible observar una nueva forma de organización altruísta, en este caso, impulsada por la sociedad, conformada personas privadas que, han dejado de lado ciertas comodidades de su vida para dedicar mayor tiempo a la acción social. Un exponente actual de esta dedicación voluntaria y solidaria al beneficio de otros podría encontrarse en el corazón de Red Solidaria, cuyos fundamentos intentaré reseñar a continuación.

Una Red de Posibilidades "… cada vez que sonrío o tengo oportunidad de hacer un bien a alguien, siento que una ola se pone en movimiento. Y si aquel a su vez extiende su mano y su sonrisa hacia otros, será una marea que alcance a todos." Fragmento de "El Regreso del Joven Príncipe", de A.G. Roemmers

Pensar en altruísmo, considerando la perspectiva cómo fue tomado para este trabajo final integrador, sería pensar en solidaridad, en voluntariado, en bondad, en dedicación; implicaría considerar nuevos mecanismos de acción, nuevas formas de servicio a la comunidad. El factor económico, aunque no deja de ser necesario en muchas ocasiones para satisfacer ciertas necesidades, no sería el de mayor relevancia. Si así fuera, ello implicaría que, sólo las personas, quienes tengan un elevado poder adquisitivo serían los únicos que, podrían ayudar a combatir las carencias de quienes más necesitan. Sin embargo, desde Red Solidaria, como institución social, se trabaja con una perspectiva distinta en este sentido; cada acción, se emprende desde la convicción que la ayuda que cada quien pueda dar, aportará. No se mide la magnitud de la ayuda por la cantidad de dinero a la que equivaldría. De hecho, no se mide en absoluto; simplemente, eso que se precisa es

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la voluntad de ayudar, es ser solidario y creer que, se puede mejorar el entorno, con pequeños pasos.

Inicios de la Red Solidaria Red Solidaria nació hace 19 años, en febrero del año 1995, en 1995, como una iniciativa de seis amigos - Juan Carr y su mujer, Maria Aleman, Juan Hait y su mujer, Raúl "Rali" Flores, y Pablo Pavi –, con una idea simple pero necesaria: ayudar a quienes tuviesen una necesidad, y conectarlos con quienes estuviesen dispuestos a emprender acciones en su ayuda: “intentamos, de manera permanente, dar respuestas concretas a una realidad también muy concreta y complicada. Obviamente, para lograr ésto, hay que, tratar de ver con mucha claridad qué nos dice dicha realidad, cómo se expresa, cómo se nos manifiesta. Tratar de ver qué nos propone y ver luego, cómo le respondemos en consecuencia.”83 Estos seis amigos pensaban, en aquel momento, que la comunidad argentina iba a necesitar una red solidaria que fuera un canal de comunicación entre aquellos que necesitan algo, con aquel que, lo puede dar. Y ya en 1995, se hablaba de una red "informática": de hecho, la primer nota que sale en el diario La Nación en el año '95, la presentan como "Red Solidaria Informática" porque ellos mismos, la considerarían de esta forma. Este detalle, aunque, luego quedó el nombre de Red Solidaria, se debía a la popularidad que comenzaba a tener internet, sumado a que, las líneas telefónicas dejaban de estar sujetas a un lugar geográfico, pudiendo el usuario trasladarlas si se mudaba. Esto, fue revolucionario para los fundadores de

83 Palabras de Juan Carr, uno de los fundadores de Red Solidaria, en Cátedra de Cultura Solidaria: Programa de Orientadores para la Comunidad, 2005, p.1. Recuperado el 5 de Octubre de 2014 de http://redsolidaria.org.ar/wp-content/uploads//Programa-de-Orientadores-para-laComunidad-Manual-para-el-orientador.pdf

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Red Solidaria, quienes pensaron que con una línea telefónica y una computadora, podrían comenzar a conectar lugares.84 Es importante destacar, a mi entender, que la Red Solidaria no nace como resultado de una situación trágica o algún padecimiento, sino, desde el pensamiento solidario de cinco familias de clase media que no tenían ningún sufrimiento particular, pero aún así se preguntaban cómo podrían ellos ayudar a otros.

Un caos ordenado Red Solidaria no tiene personería jurídica: no es una organización, no es una ONG, no es una empresa, no existe.85 Es un grupo de personas que, se organizan en 73 redes a lo largo de todo el país, conectados a través de sus computadoras y sus teléfonos celulares. Se autodefinen como un caos ordenado, bajo la premisa revolucionaria de funcionar desde hace casi veinte años – en febrero de 2015 cumplirán las dos décadas – como una organización que, no tiene sede central, ni forma jurídica, ni estatuto escrito. Pero sí tienen presente cómo deben funcionar, sí tienen en claro que, cada uno cumple un papel dentro de este caos ordenado y que, es necesario que así sea para que la Red siga dando resultados. Aproximadamente, cuentan con una red de 750 voluntarios, que, no todos se conocen entre sí necesariamente, pero interactúan activamente cuando las situaciones se lo demandan. Estas redes en las que se diseminan los voluntarios a lo largo y ancho del país, fueron nodos surgidos de personas que decidieron copiar los modos de hacer de Red Solidaria, y extenderla a distintos puntos del país. Y ésa, fue la intención primera, no ser una organización de unas pocas personas, sino de muchos, y que este modelo se copiara y extendiera hacia todo el país. Estos nodos, como los llaman ellos mismos, se encuentran permanentemente conectados, sin

84 85

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jerarquías ni niveles de importancia: si algo sucede en San Juan que requiera la atención de todos, quienes se encuentren en dicho nodo serán los referentes de la situación, quienes puedan dar opiniones más concretas de la realidad y evaluar mejor qué es lo que dicha situación realmente requiere para poder ayudar a las personas que lo necesiten. Sorprende a muchos, el hecho que, aún no cuenten con un espacio, o estructuras formalizadas. Pero cuando se les pregunta por qué motivo no cuentan con estructura o espacios propios, una respuesta muy sencilla se hace oír: las estructuras ya están dadas, ya están creadas. Aquello que hacía falta, sostienen, era una red, propiamente dicha, que uniera dichas estructuras y espacios para que pudieran colaborar en beneficio de otros. Y éso hace Red Solidaria. Si necesitan recolectar alimentos, ropa, o demás insumos, no cuentan con un depósito propio, sino que se valen de los vínculos y relaciones con estructuras ya creadas como River, en CABA, o Racing, en Zona Sur,

por dar algunos ejemplos visibles, que son

popularmente conocidos. De la misma forma, con las distintas temáticas que abordan, la Red Solidaria conecta con diferentes organizaciones o personas que posibiliten el acceso a los recursos necesarios para apaliar las situaciones de carencia o sufrimiento. Estas temáticas abarcan cuestiones como salud, chicos perdidos, violencia familiar, ancianos, comedores comunitarios, homeless, hogares de madres y chicos, discapacidad, catástrofes naturales, inmigrantes, pueblos originarios, vivienda, trabajo y accidentes laborales, asuntos legales (asesoramiento). Inicialmente, una temática que dio gran impulso a la Red fue la de chicos perdidos: recibían información sobre chicos perdidos y ellos, se encargaban de hacerla llegar a los medios y empresas de publicaciones para la difusión, como además de la búsqueda propiamente dicha de esos menores. De esta temática, surge paralelamente la organización Missing Children en 1999, conformada por un grupo de voluntarios de Red Solidaria que, decidieron dar fuerza a esta problemática creciente.

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Una cuestión muy importante que contribuyó en la construcción de este sistema de redes de contactos, en los que se funda Red Solidaria, es el surgimiento y popularidad de las redes sociales. Actualmente, las redes sociales, principalmente Facebook y Twitter, resultan herramientas indispensables para esta Red, pues les permite llegar a miles de personas con un solo mensaje. Y esas miles de personas, al compartirlo, lo hace llegar a miles más; así, se va constituyendo una cadena en la cual seguramente se dé con aquel que, pueda aportar su granito de arena para hacer el bien a otro que padece. La idea de la red informática, pensada originalmente en 1995, quedaría definitivamente asentada con los medios de comunicación actuales, permitiéndoles un trabajo en red a la distancia, sin dejar de estar presentes en las situaciones que lo requieren, contactándose entre ellos mismos y con quienes pueden ser posibilitadores de soluciones, y diseminando esta cultura solidaria, donde vienen trabajando desde hace veinte años.

Por una Cultura Altruísta El rol asumido por Red Solidaria será el de orientar, aconsejar y proponer alternativas de solución a los momentos de angustia de quienes lo necesitan. Se proponen el desarrollo de una cultura solidaria, que siempre tiene en cuenta al prójimo, porque, entienden que, para poder cambiar la realidad es necesario pensar a largo plazo. Esto, no implica que no den soluciones a los problemas inmediatos, pero su objetivo está puesto en poder producir un cambio cultural, desde la necesidad moral y el sentido de deber: “… pero las cosas que, van pasando, nos provocan cierta ansiedad, quisiéramos ir más rápido, y sentimos como un deber moral, como una necesidad interior.”86

86 Juan Carr, en Cátedra de Cultura Solidaria: Programa de Orientadores para la Comunidad, 2005, p.3. Recuperado el 5 de Octubre de 2014 de http://redsolidaria.org.ar/wpcontent/uploads//Programa-de-Orientadores-para-la-Comunidad-Manual-para-el-orientador.pdf

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La iniciativa de esta Red surge, además, como una revolución cultural para hacer partícipes a todos los miembros de la sociedad, o de la comunidad, de esta forma de interacción y acción solidaria. En este sentido, la solidaridad, la inclinación hacia el bien del otro, dejaría de ser un concepto teórico y abstracto, pasando a convertirse en un hecho; una realidad contrapuesta con otra realidad, para mejorarla. Esta concepción de cambio, de revolución cultural, expresa necesariamente un valor, un compromiso enraizado en el concepto de justicia, para transformar positivamente la realidad de muchos que padecen. Si en algún lugar de la Argentina había un chico perdido, si alguien necesitaba un trasplante; si existían infinidad de necesidades en comunidades de pueblos originarios; si había que enfrentar conflictos ecológicos o resolver la situación de aquellos que se encontraban viviendo en la calle; si una comunidad requería escuelas, o alimentos, o esperanza, ahora también existía un grupo enorme de gente dispuesta a hacer lo imposible para escuchar, acompañar e intentar resolver junto a ellos, cada obstáculo y cada conflicto. Bajo la premisa que, se sostiene como en conjunto es posible lograrlo, Red Solidaria se encamina, desde hace casi veinte años ya, hacia la propagación de la solidaridad a diario: La cultura solidaria ya está, en este momento. En su mejor momento, al menos desde la creación de la red. Es lo que te decía, ahora apretás un botón y están las personas ayudando.87 No sólo en ocasiones dramáticas que, surjan a partir de una situación en particular, sino, se proponen poder llevarlo al día a día, a que la solidaridad sea un modo de vivir, porque es justo que así sea. Y para poder lograr ese compromiso diario, y salir de la ayuda momentánea que se brinda frente a una tragedia o a alguna situación particular, como catástrofes naturales, sostienen que, principalmente es necesario poder comunicarlo y darlo a conocer.

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Inclusive, si esto implicase que la Red dejara de existir: ¡Lo mejor que le podría pasar a la Red Solidaria es dejar de existir por no tener temáticas que abordar!88

¿De qué hablamos cuando hablamos de Altruísmo? Con el recorrido transitado y las diferentes perspectivas investigadas, podríamos hablar de altruísmo como toda acción positiva hacia los demás, que no implique necesariamente un beneficio para quien la ejerce. Estas acciones estarían orientadas principalmente a lo humanitario y a lo social, comprendiendo no solo las donaciones o ayuda financiera, sino también otro tipo de prestaciones que, toda persona pueda brindar a otra que la necesite. Ejemplo de ello, podría ser: contención, escucha, asesoramiento profesional, acompañamiento, enseñanza; sólo por nombrar algunas, a grandes rasgos, que no impliquen un factor económico. Además, podría agregarse que, han existido desde siempre diversas manifestaciones altruístas en nuestra sociedad, desde la época colonial con la Iglesia e instituciones religiosas, pasando por el Estado, a través de la Sociedad de Beneficencia como exponente principal, y luego, con la pérdida de protagonismo de aquel sector, la proliferación y protagonismo de las instituciones del Tercer Sector. Los diferentes escenarios políticos, económicos y sociales por los cuales ha atravesado nuestra sociedad, habrían permitido una suerte de evolución de las formas de ayuda desinteresada. Dejando de ser las instituciones religiosas y/o estatales, quienes las ejercieran exclusivamente, para dar lugar a las propias personas privadas a manifestarse y accionar en torno a las circunstancias ajenas que les fueran injustas. Por otro lado, este camino transitado nos mostraría cómo se manifiestan las formas altruístas a través de acciones solidarias y voluntarias de las personas, sea

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por medio de instituciones formales o informales, que denotarían un creciente interés de la sociedad en el bienestar de todos. Este interés en la igualdad y en el bienestar del otro, al margen de las creencias religiosas de cada uno, parecería haber sido consecuencia de los diferentes escenarios sociales transitados, emergiendo como un concepto fundamental, para la elevación del ser humano y, con ello, la evolución y prosperidad social.

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CAPITULO II Relaciones Públicas y Altruístas

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CAPÍTULO II: Relaciones Públicas y Altruístas

El ethos de las Relaciones Públicas En la construcción de una cultura altruísta, de movimientos voluntarios y solidarios, es necesaria la cimentación de un ethos organizacional en torno a valores positivos y creencias que, las personas reconozcan como aquello que, es deseable. Pero los valores no existen por sí mismos, necesitan de un depositario. Se trata de una cualidad que adjetiva a los objetos –actos, comportamientos-, pertenecen a ellos. Una característica fundamental de los valores es su polaridad: se presentan desdoblados en valores positivos y negativos, y ambos, tendrán la misma presencia. Es decir, el valor negativo no es ausencia de un valor positivo, sino que, posee la misma entidad que aquel. Esta polaridad permitiría pensar en la ruptura de la indiferencia: en tanto, se asignan valores a los actos, la indiferencia no será posible; la reacción de las personas frente a ellos, tal como sea su valoración positiva o negativa, será congruente con la forma en que, se ha valorado. Es decir, de aproximación o rechazo a dicho comportamiento.89 Por otro lado, los valores suponen un orden jerárquico en valores superiores e inferiores. La preferencia de unos sobre otros es que determinará su ser. La existencia de este orden es una incitación a la acción creadora y a la elevación moral; el sentido creador y ascendente de la vida se basa, fundamentalmente, en la elección de valores positivos frente a los negativos y la preferencia de valores superiores frente a los inferiores. Los hombres y grupos sociales se basan en escalas jerárquicas de valores, que, no son estáticas.

89

Frondizi, R.; ¿Qué son los valores? Introducción a la axiología, Económica, Mexico, 1972, p.20

Fondo de Cultura

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El ethos es el modo de ser, que, se conforma con la experiencia y los consensos sobre lo deseable en la vida cotidiana de toda organización. 90 Estos valores preferidos, guiarán los comportamientos de los miembros de un grupo social, organización o comunidad; tienen una relación intrínseca con las motivaciones y la identificación del grupo con dicho sistema de preferencias, independientemente de su formalidad. En palabras de Kluckhohn: "un valor es una concepción, explícita o implícita, propia de un individuo o característica de un grupo social, acerca de lo deseable, y que influye en la selección de los modos, medios y fines de las acciones disponibles."91 Un valor, entonces, es una preferencia que los actores considerarán que se justifica moralmente; incluso si se encuentra implícito, se relacionará con aquello que, es posible, y no solo con aquello que es deseado. Esto resultará fundamental en la construcción de la identidad de las organizaciones sociales, pues consolidará la credibilidad de las mismas. El contenido de la ética señalará un conjunto de normas y juicios de valor mediante los cuales se considerará que, el comportamiento de las personas u organizaciones será bueno, malo, legal o ilegal. La posibilidad de animar ciertos comportamientos entre los miembros de la organización, estará ligado, además, a la coherencia entre los mensajes que, aquella emita y el sistema de valores de las personas que la compongan. En este sentido, es observable cómo las consideraciones éticas y las normas morales atraviesan las organizaciones y se proyectan en su interior, operando como un discurso de la acción, legitimando los comportamientos. Como disciplina totalizadora, las Relaciones Públicas, cumplen un papel fundamental en las organizaciones de la sociedad. Las Relaciones Públicas nacen como una exigencia del proceso de socialización92, dada la multiplicidad de relaciones entre personas e instituciones, con la responsabilidad de crear comunicación que, contribuya al bien común, teniendo en cuenta las

90

Etkin, J.; La doble moral en las organizaciones. Mcgraw-Hill Interamericana, s/d, 1999, p. 27 Kluckhohn, J. (1989) en Etkin, J.; La doble moral e las organizaciones. Mcgraw-Hill Interamericana, s/d, 1999, p. 36 92 Sily, A.¸ Relaciones Humanas y Públicas, Ed. Guía de Relaciones Públicas, Buenos Aires, 1986, p. 93 91

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actualizaciones axiológicas que, se manifiestan en la sociedad, producto de su constante evolución. Para poder desarrollar la perspectiva de este trabajo final integrador, tomaré la definición de Relaciones Públicas de la Public Relations Society of Amercia, publicado en 1982: “Las Relaciones Públicas ayudan a nuestra compleja y pluralista sociedad a alcanzar decisiones y a funcionar más eficazmente contribuyendo a la comprensión mutua entre grupos e instituciones. Sirven para armonizar las normas públicas y privadas. Las Relaciones Públicas sirven a una amplia variedad de instituciones en la sociedad, tales como empresas, sindicatos, ministerios del gobierno, asociaciones de voluntarios, fundaciones, hospitales, instituciones religiosas y de enseñanza. Para conseguir sus objetivos, estas instituciones deben desarrollar relaciones efectivas con muchas audiencias o públicos diferentes, tales como empleados, socios, clientes, comunidades locales, accionistas y otras instituciones y con la sociedad en general. Las direcciones de las instituciones necesitan comprender las actitudes y los valores de sus públicos para alcanzar los objetivos institucionales. Los mismos objetivos son formados por el entorno externo."93 La anterior definición, permite observar la complejidad de la realidad actual, de la cual, surge la necesidad de las instituciones de comprender las motivaciones y valores del entorno, como también, de comunicar eficazmente su identidad de manera de lograr la adhesión de los públicos a sus objetivos. El comportamiento del hombre, frente a la sociedad, sus actos y toda su actividad social, será juzgado de acuerdo a una escala de valores preexistente. Por ello es que, observar y conocer los distintos colectivos sociales para comprender cuáles son los valores que más estiman, resultaría fundamental para tomar conciencia de la propia identidad y de 93

Black, S.; Las Relaciones Públicas, un factor clave de gestión, Editorial Hispano Europea S.A., 199, p. 30

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las posibilidades de cambio. De esta manera, la institucionalización de los buenos comportamientos sociales debería estar basada en un conjunto de atributos que, sean congruentes con los valores de las personas.

Sentido de pertenencia: Identidad y cultura Cuando se habla de identidad, se hace alusión a los sentimientos de pertenencia de los actores sociales a determinados grupos o colectivos humanos.94 La identidad existe en las subjetividades de los actores sociales, en aquello con lo que, las personas se identifican y los motiva a organizarse y a actuar; ello constituye un fenómeno social en tanto que, se trata de características compartidas por un grupo. Las personas comparten formas de interpretar la realidad y de actuar conforme a esa interpretación realizada. En la conformación de una identidad se tendrá en cuenta aquellos atributos o cualidades que se asumen como propios, reconociendo las características compartidas en el seno del grupo en relación a un ideal o valores. Pero además, la identidad se construye a partir de la diferenciación, en relación con el otro que, configura un afuera constitutivo95. Es decir, que la identidad parte además del reconocimiento del otro, como se mencionara en el capítulo anterior. Este reconocimiento permite, a la vez, observar al otro como sujeto semejante pero en una situación de desigualdad. De esta forma, las organizaciones de la sociedad civil que, configuran su identidad institucional en torno a valores altruístas como la solidaridad y el voluntariado, reconocen a aquellos que, sufren como su afuera constitutivo. Así, la identidad surge como el punto de encuentro entre el discurso y las prácticas sociales que, se llevan a cabo, como consecuencia de los valores y características que, se

94

Kaliman, R.; Sociología de las identidades. Conceptos para el estudio de la reproducción y la transformación cultural. Eduvim, Villa María, 2013, p. 117 95 Hall, S., DuGay, P.; Cuestiones de identidad cultural, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 2003, p. 18

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asumen como propios, y el reconocimiento de una realidad que es necesario cambiar: el sufrimiento de otros. Entonces, a la definición propuesta por el autor Ricardo Kaliman, quien explica que la identidad es una “autoadscripción en el seno de un colectivo, generalizada entre los miembros de ese colectivo” 96, sería posible agregar que dicha adscripción estaría dada en relación conjunto de características centrales, perdurables y distintivas97, con las cuales una institución se identifica y se diferencia. Como características centrales debería entenderse a aquellas que, resultan fundamentales y esenciales para la organización. En las organizaciones del Tercer Sector a las que, me he referido en el capítulo anterior, estas características centrales estarían dadas por los valores altruístas, de ayuda al prójimo y dedicación: sobre estos pilares se construye la identidad de las organizaciones del Tercer Sector. En cuanto a las características perdurables, se entienden como tales a aquellos aspectos que tienen permanencia en el tiempo, que provienen del pasado, que, se encuentran en el presente y que, se pretende proyectarlos en el futuro. En las organizaciones de la sociedad civil como las que hemos descripto se encuentra el carácter perdurable de la socialización y la conciencia de una realidad que, merece ser modificada a partir de las acciones de grupos sociales que, se organizan para hacerle frente. El altruismo, se configura entonces, como un valor central en la identidad y, al mismo tiempo, como una característica perdurable, siendo que, las organizaciones solidarias ponen permanentemente en práctica a través del voluntariado los valores altruístas, pretendiendo llegar a la sociedad civil con el fin de sumar gente a su cruzada solidaria. Por último, las características distintivas se relacionan con los aspectos diferenciadores que, tiene una organización en relación con otras entidades. Sería posible identificar esto inmediatamente desde la dificultad hallada en la definición

96

Kaliman, R.; Sociología de las identidades. Conceptos para el estudio de la reproducción y la transformación cultural. Eduvim, Villa María, 2013, p. 117 97 Capriotti, P.; Branding Corporativo. Fundamentos para la gestión estratégica de la Identidad Corporativa, Santiago de Chile, 2009, p. 21

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de las organizaciones del Tercer Sector. Como mencionara anteriormente, muchas veces se autodefinen por aquello que no son – "no gubernamentales", "sin fines de lucro" – en un intento de diferenciarse de las empresas lucrativas y de las instituciones del Estado. Pero como se ha visto, esto engloba muchos tipos de organizaciones. En este sentido, las organizaciones descriptas podrían definirse como instituciones orientadas a la consecución del beneficio social, no sólo para sus miembros, basadas en motivaciones voluntarias y humanitarias. La identidad se construye en el marco de determinado contexto histórico y cultural, es decir, tiene que ver con la historia, el lenguaje, los comportamientos, las relaciones entre individuos y grupos. Será dentro de esta determinada cultura donde se eleven las organizaciones altruístas, como un reclamo del mismo contexto histórico, donde se evidencie una carencia por parte de otras instituciones – del Estado, en este caso – de interceder en pos del bien común. El contexto histórico y cultural, donde se desenvuelven las organizaciones del Tercer Sector, es el que determinará su posibilidad de ser, es decir, como ser representadas. Precisamente, siendo que la identidad se construye dentro del discurso, es que necesita ser considerada dentro del ámbito histórico e institucional, dentro de las formaciones y prácticas discursivas y a través de estrategias enunciativas específicas. Esto, implica también, como ya se dijo, el reconocer su afuera constitutivo que, aportará a la construcción de la identidad en la medida que, se diferencien: el otro, le otorgará identidad por medio de la diferenciación y también, por la aceptación de los atributos que se asumen como propios. De esta forma, la identidad es una conjunción de prácticas y discursos que, construye al sujeto social como sujeto posible de decirse98. Podría decirse, entonces, que las identidades son representaciones a través de las cuales el sujeto social se manifiesta en un momento determinado, construyendo de esta forma, su práctica discursiva.

98

Hall, S., DuGay, P.; Cuestiones de identidad cultural, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 2003, p. 20

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En este sentido, la construcción de identidad, surge como un proceso en permanente construcción, es un proceso continuo dada la complejidad del contexto socio-histórico actual. Como mencionara en párrafos anteriores, las personas comparten las formas de interpretar la realidad, y actúan en consecuencia. Considerando el contexto cambiante en el cual se vive, se desprende de ello que el proceso de construcción de identidad no se encontraría jamás acabado. Como he pretendido reseñar en el primer capítulo, las personas, a lo largo del tiempo, han ido incorporando en sus modos de hacer, distintos comportamientos altruístas como forma de interpretar y adaptarse a la realidad social de cada momento. Estas formas han encontrado lugar en la práctica discursiva de las sociedades, en un primer momento de la mano de la Iglesia, luego, de la mano del Estado, hasta encontrarse con la sociedad civil dispuesta a actuar frente a la injusticia social. Como mencionara anteriormente, la identidad se da en un contexto histórico y cultural que la contiene. Para comprender mejor el por qué de la dependencia de este contexto, considero necesario poder definir el término cultura. Existen dos formas de entender la cultura, que, propone Marcelo Paladino, y que, he de tomar en este trabajo final integrador por resultarme amplificador del término tratado. Una de estas formas, entiende a la cultura como una presentación particular de interpretar el mundo, de actuar en él y relacionarse con los demás. Esto, implica un sistema de valores, creencias y deberes de un determinado grupo social; constituye el mundo cultural de una sociedad. Esta forma entiende a la cultura como un fenómeno interpretativo de la realidad, y de interacción entre los sujetos sociales que, se transmite de una generación a otra, sufriendo durante dicha transmisión las posibles varianzas que, surgen a lo largo del tiempo. Estas interpretaciones transmitidas serán determinantes de las conductas, sentimientos, valoraciones y expresiones de un grupo social.

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Por otro lado, otra forma distinta de comprender a la cultura se refiere a la amplitud y calidad de los conocimientos, habilidades y sus consecuentes conductas que, perfeccionan la existencia humana individual y social. A esta acepción de la cultura, se la entiende como un proceso mediante el cual, se llega a una mayor comprensión de la realidad, tanto pasada como actual. Esta comprensión e interpretación de la realidad brinda al sujeto social las condiciones necesarias y suficientes para que, éste, actúe sobre ella con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de las personas. Esta acepción de la cultura será la que refiere, a la posibilidad de las personas de aportar permanentemente al desarrollo de una vida humana más digna y plena. De acuerdo con esta interpretación de la cultura, las personas no sólo son depositarias de ellas, sino además, promotoras de nuevas formas de vivir, de obrar en sociedad. Las personas deben asumir un rol activo en la sociedad, como miembros de ella. Es necesario, para que se produzca un cambio social, que, las personas tomen la iniciativa y evidencien como, cada uno desde su voluntad, es capaz de aportar al cambio. Para ello, es necesaria la capacidad de valoración99, de manera de elegir transitar el camino de las acciones benevolentes con el objeto de lograr un bien mayor. La cultura, como la noción de altruísmo, llama a las personas a participar en la construcción de un mundo mejor, posible y deseable, que nos implica una respuesta más satisfactoria a las necesidades y una forma de vivir más plena y digna para todos. En la construcción de un mundo más humanitario, menos egoísta, existe una mayor responsabilidad en todos los actores sociales de influir en el contexto cultural.

99

Paladino, M.; Comunicación Empresarial Responsable. Las organizaciones: escuelas de la cultura, Temas Grupo Editorial, Buenos Aires, 2006, p. 187

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El imaginario altruísta A mi entender, sería demasiado pretencioso querer lograr una clasificación de los elementos que, componen a la cultura. No obstante, podrían mencionarse cuatro grandes campos que engloban su contenido100. Por un lado, se encuentra el campo de lo empírico. Cada cultura tiene sus formas propias de hacer. Aquí, pueden observarse las costumbres, las pautas culturales, los modos de comportamientos de la sociedad frente a diversas situaciones. El segundo campo, sería el de lo estético. Esto, implica los parámetros de belleza, donde cada sociedad define qué es lindo y qué no lo es. Se halla esto, en todo el quehacer cultural, tanto en los estereotipos de belleza humana, como en las obras de arte, en los diseños, los colores, las texturas. Un tercer campo, sería el del mundo normativo, que, resulta clave para comprender los comportamientos de una sociedad. Es una parte de la cultura que le da sentido y pautas a los comportamientos; son ideas formales o no que orientan los modos de hacer de las personas de acuerdo con el "deber hacer". De esta forma, las personas toman conciencia de aquello que es bueno y que es malo. Cuando se habla de normas, se debe considerar a los modos de hacer, ser y pensar socialmente definidos y sancionados. Por un lado, existen las normas legales, que se encuentran amparadas por el aparato del Estado. Por otro lado, nos encontramos con las normas convencionales, que se originan en el acuerdo social. Por último, nos encontramos con el campo de lo simbólico. Cada cultura posee una simbología que, es necesaria para la comunicación; el significado de cada símbolo es dado arbitrariamente por el acuerdo en sociedad. La cultura, como

100

Paladino, M.; Comunicación Empresarial Responsable. Las organizaciones: escuelas de la cultura, Temas Grupo Editorial, Buenos Aires, 2006, p. 43

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conjuntos de significados compartidos, en muchas ocasiones, se manifiesta materialmente. Esta materialidad remite a un ámbito de inmaterialidad que, es el sentido, es decir, el conjunto de significados socialmente compartidos. De esta forma, también, la comunicación se representa de modo similar: aún cuando se manifiesta a través de elementos materiales, el origen y resultado de comunicar es inmaterial: tanto en la construcción como la comprensión de sentido. En la interpretación de la comunicación en la sociedad moderna, el concepto de “imaginario” constituye una categoría fundamental como producción de sentido, de creencias e imágenes colectivas. Lo deseable, lo imaginable y lo pensable de la sociedad actual encuentra definición en la comunicación de la sociedad. Por tal motivo, ésta se convierte en el espacio de construcción de la identidad cultural, de la forma donde, la sociedad se ve, imagina y se piensa como tal. Esta identidad cultural se constituye como el conjunto de creencias compartidas por una sociedad que, implican una visión de sí misma como un “nosotros”, es decir, una auto-representación de sí misma como sujetos definibles y definidos. Una representación que, constituye el núcleo de aquello que, para una sociedad será aceptable e imaginable. Es por esto que, las significaciones sociales que constituyen la identidad son significados aceptados e incuestionables por una sociedad. Más aún, son la matriz de esos significados. Matriz, en el sentido femenino de lugar en donde se gesta y sostiene la vida, y en el sentido masculino de patrón o modelo de acuerdo al cual se concibe. Las significaciones sociales son, a la vez, el espacio y el modelo donde y según el cual, se conciben y alimentan nuevas significaciones y simbolizaciones. Una sociedad, y por ende una cultura, existe “en tanto plantea la exigencia de la significación como universal y total, y en tanto postula su mundo de las significaciones como aquello que permite satisfacer esta exigencia” 101. De manera

101

Castoriadis, C.; La institución imaginaria de la sociedad, Tusquets Editores, Buenos Aires, 2010, p. 312

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que, toda sociedad – y cultura – para existir, necesita su mundo de significaciones. Entonces, será posible pensar una sociedad como “esta” sociedad en particular, y no otra, sólo cuando se asume la organización de un mundo de significaciones imaginarias sociales como su mundo. Los imaginarios se nutren de las experiencias y modos de hacer cotidianos y así, llenan los vacíos cognitivos adquiriendo conciencia de lo pasado, lo futuro y lo presente. Estas ideaciones mentales le otorgan sentido a aquella realidad que, no es tangible o carece de materialidad. Así, existen, por ejemplo, el imaginario del miedo, del padre ideal o el de nación. Así, la sociedad llega a construir el imaginario altruísta, aquello que es bueno y justo para el otro. Con lo dicho, no podría dejarse pasar inadvertido el hecho que todo esto es posible porque somos sujetos con conciencia y comunicantes. La creación de símbolos crea las condiciones apropiadas en las cuales el individuo desarrolla o expresa su comportamiento comunicante, participando activamente en la comunicación y no siendo el origen de ella. De ahí que, se afirme que la comunicación es una forma de interacción determinada imaginariamente: es la actividad imaginaria la que indicará a las personas cómo actuar frente a diversas situaciones. Al dar cuenta de ello, las personas proyectan aquello que desean ser; los imaginarios suelen proyectar ideas de ser más, de ser mejores, de escapar al caos tal como se encuentra la sociedad. Se trata de anhelos que, elabora la sociedad, la cultura misma: son intentos de dar sentido, de sacar del caos, de llevar a una situación mejor, incluso, utópica. De alguna manera, los imaginarios sociales redefinen a la sociedad, la reconstruyen, con el objeto de ser diferente, una sociedad mejor compuesta por personas realizadas. Podemos decir, inclusive, que, el imaginario, al dar algún sentido o alguna esperanza, contiene la violencia que, de otra forma, se desataría sin él. El imaginario colectivo es una constelación de significados que, hace presente algo que no existe, que no es, pero, que es deseable, que da sentido, tanto a los discursos como a las acciones y a las relaciones sociales. De acuerdo con Cornelius

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Castoriadis, el imaginario es el “magma de creación permanente de la sociedad”. Es creación de sentido, producción de formas ideales, a partir de lo existente y hasta por rechazo a él. El imaginario colectivo es una condición dada en las prácticas sociales; es el que moviliza, el que estimula a la acción social. De esta forma, podría decirse que, el altruísmo configura un imaginario de la sociedad actual. Más que ideas, el imaginario, encarna emociones y sentimientos: es el modo como los actores sociales se conciben a sí mismos, cómo conciben el mundo y cómo se relacionan con él. El altruísmo requeriría de este reconocimiento del otro que, sufre y de la intervención del sujeto que, lo reconoce en la realidad de otro para lograr su bienestar. Como imaginario, el altruísmo representaría cómo desean ser las personas. Por eso, está muy relacionado con la utopía, tanto del deber ser como del poder ser, de un mundo deseado. Los imaginarios dan a la sociedad modelos de eso que la gente quiere ser, íconos de lo que está en las expectativas de la comunidad. Es por representar los valores más recónditos que, llega a las profundidades de la gente y, con mucha eficiencia, la mueve a actuar. La noción de altruísmo define el sentido de la justicia social. Los comportamientos altruístas, practicada por individuos ya sea a través de las organizaciones o bien por sí mismos, resulta una materialidad de comunicar aquello que, para la sociedad es lo deseable: procurar el bien del otro. Estas acciones altruistas, tuvieron origen en el pasado, y desde entonces, se habrían ido incorporando como experiencias y modos de hacer de la sociedad, otorgándole sentido a la acción social – a las conductas prosociales – y permitiendo a la sociedad proyectarse hacia el futuro desde aquello que desea ser. En el caso de las organizaciones altruístas, este sentido estará dado por el mismo espíritu que, las originan y las llevan a actuar.

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De esta forma, todo ser social – entiéndase organización o individuo –por el simple hecho de existir, se vuelve perceptible desde su entorno. Esto es, que todo sujeto social comunica su identidad en su interacción con la sociedad, e influye en la cultura. En este sentido, la cultura sería un hecho compartido, pues con su nacimiento se establecen formas comunes de acción compartidos por los miembros de la sociedad. A través del lenguaje y los imaginarios creados, la cultura encontraría su vehículo y comunicaría, permitiendo una percepción articulada entre la subjetividad individual y la realidad objetiva, de manera que, las personas reconozcan esa realidad y puedan actuar sobre ella para mejorarla. La cultura, entonces, confiere a las personas una identidad compartida, dado que, su continuidad conecta a la sociedad con el pasado. Esa identidad conferida depende de eso que, la sociedad ha vivido en el pasado y ha quedado en su memoria. Este pasado compartido es el que configura la tradición, donde se cimienta la identidad cultural, pero ello, no implica que, las tradiciones deban aceptarse sin más, asumiendo en experiencias pasadas las valoraciones del mundo actual. De ocurrir ésto, tanto individuos como organizaciones, perderían la capacidad de innovación que, necesita todo cambio. No debe resistirse en contra de la tradición por el hecho mismo de oponerse a todo lo acostumbrado, sino que, se trata de tener una mirada crítica, de manera de poder ser parte del proceso de renovación cultural, a partir de la inteligencia y el poder de discernimiento de aquellas situaciones que, requieren de atención. Como también de aquello que es bueno para el ser humano, como también de ponerse voluntariamente a disposición para procurar el bien de las personas. Esto, supone que la cultura, como parte de la identidad, merece ser conservada en sus aciertos y progresar en sus posibilidades no exploradas.102 Con lo expuesto, se comprende la gran influencia que, tiene la cultura en la sociedad, en las formas y contenidos comunicacionales, dado que, aquélla,

102

Paladino, M.; Comunicación Empresarial Responsable. Las organizaciones: escuelas de la cultura, Temas Grupo Editorial, Buenos Aires, 2006, p. 189

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representa el bagaje simbólico que, dará lugar a la comprensión entre las personas. Estas significaciones, permitirán la reinterpretación de la cultura, de manera que, la sociedad se pueda consolidar de forma consonante tanto con las necesidades pasadas como con las nuevas: la comunicación entre actores sociales construye e innova el mundo común.103

Lo esencial de la Comunicación Como se mencionara anteriormente, todo sujeto social, por el mero hecho de existir, se vuelve perceptible para su entorno, en la interacción que, se dará entre ellos. Existirán, en dicha interacción, comportamientos que, los demás, interpretarán conforme a los códigos comunes establecidos por la cultura y el contexto. Esta aseveración parte de los estudios realizados por la Escuela de Palo Alto, de donde, surgen una serie de axiomas propuestos en pos de comprender las interacciones humanas. Sin duda, el más relevante y más aceptado de dichos axiomas es aquel que, plantea la imposibilidad de no comunicar. Todo aquello que una persona, organización, empresa hace y dice, comunica, al igual que aquello que no hace o calla. Por lo tanto, dado que todo comunica, y siendo que la comunicación tiene influencia en el entorno, merece una atención especial. En este sentido, la comunicación es un sistema, dado que, implica un conjunto de objetos, una serie de atributos, que, son propias de los objetos, y relaciones entre estos elementos que, son los que mantienen unido al sistema. Desde la perspectiva sistémica, los objetos de la comunicación serían las personas, los atributos serían sus conductas comunicacionales y la relación será la interacción de las personas, cuyas alteraciones modificaran las conductas de los demás.104 Debido a esta

103

Paladino, M.; Comunicación Empresarial Responsable. Las organizaciones: escuelas de la cultura, Temas Grupo Editorial, Buenos Aires, 2006, p. 190

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característica de interacción, que será la que pone en marcha el funcionamiento del sistema, es que define a la comunicación como un sistema abierto, en la medida que, existe una relación con el medio que lo rodea, y con el cuál, se influyen recíprocamente. Como sistema abierto, la comunicación posee una serie de propiedades formales, propuestas por la Escuela de Palo Alto. Una de ellas es la propiedad de totalidad, que implica que las partes del sistema se encuentran relacionadas de tal forma unas con otras que, un cambio en una de ellas, provocaría un cambio en las demás y en el sistema en su totalidad. Esto, quiere decir que, la comunicación no se compone de la suma de sus elementos, sino que se comporta como un compuesto de elementos inseparables y coherentes. Teniendo en cuenta que, toda conducta comunica, sería imposible separar la interacción en individualidades. Otra propiedad es la de la retroalimentación, que, sería la forma en que las partes del sistema se mantienen relacionadas: los comportamientos y conductas de los elementos del sistema generará en otros determinados efectos de aquellos que, surgirán otros comportamientos en los primeros. Por último, la propiedad de equifinalidad, por medio de la cual se da importancia a las convenciones y normas, es decir, a las formas como el sistema se organiza, dándole estabilidad. Así, los sistemas de interacción humana son descriptos como unos sistemas de comunicación complejos y abiertos, que forman parte de un sistema superior, que los engloba en un medio, donde interactúan permanentemente. De esta forma, las organizaciones sociales se configuran como subsistemas abiertos dentro de un sistema global –la sociedad – y el medio que, los contiene es el contexto en el cual se desarrollan. Como sistemas sociales, la interacción, tendrá un papel fundamental pues los modos de hacer de los miembros en particular surgirán en consecuencia de las formas que, la organización adopte. Por ello, es necesario que, las organizaciones del Tercer Sector puedan comprender la importancia de configurar

104

Watzlawick, P., Helmick Beavin, J., Jackson, D.; Teoría de la Comunicación Humana. Interacciones, patologías y paradojas. Editorial Herder, Barcelona, 1985, p. 117

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una estrategia de comunicación, de manera de poder transmitir su identidad, aquellos atributos asumidos como propios, que son los que le dan sentido a su accionar. De acuerdo al principal axioma de la comunicación, que, sostiene que no existe la no conducta, es imprescindible tener en cuenta que, la comunicación abarca todos aquellos comportamientos o mensajes que, se expresan voluntariamente, y esos que no son voluntarios, también. Es decir que, más allá de la intencionalidad con la que sean emitidos los mensajes, el entorno recibe información de la organización por medio de lo que aquella dice o hace. En este sentido, las formas de manifestación de la identidad de las organizaciones deja de ser únicamente aquellos mensajes elaborados por ella misma, pasando a contener otro elemento clave, que, es la propia conducta. Todo lo que el sujeto social hace, adopta una dimensión comunicativa, transmitiendo información sobre su propia identidad hacia los demás. De ésto se desprende que, aquello que los públicos piensen acerca de una organización –o persona, o cualquier entidad – será producto de la comunicación y de la experiencia de interacción. La imagen que, los públicos tengan de una organización o persona estará determinada por todo lo que ella haga y diga. De aquí, la importancia de la coherencia entre el decir y el hacer: la coherencia informativa resulta fundamental para lograr la credibilidad. En caso de existir incoherencias, los públicos mayormente se guiarán por los comportamientos – voluntarios e involuntarios –, pues, se considera que, la conducta tiene un grado mayor de naturalidad que la comunicación.105 La conducta que, los sujetos sociales adoptan, transmiten, esencialmente, los valores y principios que conforman la identidad. La conducta también genera comunicación mediante la experiencia y la interacción; actúa como un canal de

105

Capriotti, P.; Branding Corporativo. Fundamentos para la gestión estratégica de la Identidad Corporativa, Santiago de Chile, 2009, p. 28

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comunicación a través de la experiencia, mediante aspectos que evidencian las características del sujeto social. La comunicación propiamente dicha, entendida desde una visión holística e integrada, se define como una estructura compleja y específica de relaciones e interacción entre sujetos sociales. Desde la perspectiva de las organizaciones, la comunicación está ligada al hacer saber de sí misma, mediante la cual, la entidad elabora, de forma consciente y voluntaria, una serie de mensajes con el fin de darse a conocer. De esta forma, no sólo transfiere información sino que, además, opera como un canal vinculante con las personas que conforman sus públicos. Por lo tanto, toda la acción comunicativa puede ser entendida como forma de transmisión de los valores, principios y atributos de la propia identidad. Asimismo, la comunicación también operará como una acción generadora de expectativas en el entorno, señalando qué es lo que se puede esperar de sí.

Credibilidad y Legitimación En las organizaciones del Tercer Sector, particularmente las que ocupan a este trabajo final integrador, que, son aquellas orientadas al bien de la sociedad, podría decirse, como sostiene Peter Drucker, que, "aquellos que las gestionan tienden a estar convencidos que están haciendo lo correcto". En relación a éllo, muchas veces se observa que, la comunicación cumple solamente la función de informar e intervenir en el escenario social para contribuir en pos de los objetivos y misión de la organización. Pero, aún en este tipo de organizaciones, será

importante la

gestión adecuada de la comunicación, debido a que, además de permitir el cumplimiento de los objetivos sociales propuestos, será a través de ella que, se proyectará la identidad de la organización: sus motivaciones, valores, las razones que mueven a las personas a actuar en pos del bien ajeno. Esto, permitirá lograr vínculos basados en la confianza.

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Desde hace años, ha ido incrementándose el número existente de organizaciones del Tercer Sector, como también su impacto en la sociedad. A raíz de éllo, las instituciones fueron adquiriendo un rol más relevante en la sociedad, y se les ha reconocido por ser un influyente agente de la transformación social. Es debido a la importancia que, fueron adquiriendo en el plano social, donde se ha transitado desde un contexto en el cual las organizaciones del Tercer Sector eran legitimadas simplemente por su propia razón de ser y por la base ética de sus actuaciones altruístas, a un contexto donde, se exige cada vez más a estas organizaciones.106 Es difícil pensar en alianzas o cooperación entre personas que, no confían unas en otras. En las organizaciones de la sociedad civil, que, promueven el bien común bajo el estandarte de la solidaridad y el voluntariado, resulta fundamental establecer la confianza como el punto de partida, tanto, entre los actores involucrados en la acción social emprendida, como también generarla en los destinatarios de la misma. La confianza es un bien construíble, al igual que, el altruísmo, desde los valores, la honestidad y la calidad humana. Sin confianza no hay credibilidad, y ésta, resulta fundamental para la comunicación efectiva. La comunicación es una estrategia que, atraviesa transversalmente a todas las organizaciones del Tercer Sector, debe estar presente en toda acción social y, al interactuar, es imposible no pensar en comunicación. Es la comunicación que, abrirá las puertas del altruísmo, al mundo, poniendo en conocimiento de todos, aquellas acciones que, son posibles de realizar para lograr el cambio social desde el lugar que cada uno ocupa en la sociedad. Las organizaciones altruístas necesitan poner especial énfasis en la comunicación a través de los mensajes simbólicos emitidos como de la conducta de sus miembros, de manera que, exista siempre una coherencia entre ambos y se promuevan los valores altruístas en la sociedad.

106

Vidal, P.; La transparencia y la rendición de cuentas en el Tercer Sector: reflexiones y propuestas de acción, Observatorio del Tercer Sector, s/d, p. 3

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Para que el proceso de comunicación suceda, los actores sociales deben estar frente a frente desde determinadas actitudes que, favorezcan la apertura: "no hay comunicación cuando no es confiable el que comunica, así como tampoco hay comunicación cuando el que escucha no puede otorgar credibilidad al otro"107. La comunicación implica un compromiso entre los actuantes, cuya falta provocará que no exista una satisfacción comunicativa. Por ello, la acción comunicativa debe estar fundada en ciertas condiciones personales, condiciones morales, que permitan comprender en qué medida la identidad del comunicante está comprometida en dicha comunicación, pues de este compromiso dependerá su credibilidad. En otras palabras, es necesario poder establecer un terreno de confianza, valorando y reconociendo al otro como parte del proceso de comunicación. La credibilidad se erige como un efecto que, tiene la capacidad de crear un puente sobre la base del diálogo; de un lado del puente, quien inicia la comunicación, configura su mensaje en concordancia con sus conductas. Del otro lado, quien interactúa, escuchará porque las condiciones morales lo justifican y le brindan confianza en lo que respecta al contenido. La calidad moral de un sujeto social no es algo que, pueda afirmarse solo de manera extrínseca, sino que, depende de su conducta.108 En las organizaciones altruístas, la credibilidad depende en gran medida de la confianza social109 que, sean capaces de generar; a confianza social se alza como el motor de las instituciones, pues, les permite tener una estructura social comprometida –personas, recursos – que, otorgan legitimidad para realizar su trabajo. Las organizaciones tendrán un mayor alcance en la sociedad en la medida que, trabajen desde la comunicación, no sólo en lograr la confianza social, sino, además, en mantenerla y aumentarla: la credibilidad resulta muy difícil de ganar y

107

Paladino, M.; Comunicación Empresarial Responsable. Las organizaciones: escuelas de la cultura, Temas Grupo Editorial, Buenos Aires, 2006, p. 191 108 Ibíd., p. 193 109 Vidal, P.; La transparencia y la rendición de cuentas en el Tercer Sector: reflexiones y propuestas de acción, Observatorio del Tercer Sector, s/d, p. 3

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muy fácil de perder. Además, no surge de forma espontanea, sino que, es el reflejo de un trabajo hecho íntegramente, una historia, un impacto e implicación social y valores presentes en la actividad cotidiana que, para simplificar, resultan configurar el modo de hacer de la institución. Por otro lado, las instituciones del Tercer Sector, han ido ganando mayor reconocimiento por parte de la sociedad a la hora de paliar los sufrimientos de los más desfavorecidos. Este reconocimiento, o confianza depositada implica también un aumento en la responsabilidad asumida por las organizaciones en contribuir y trabajar en la construcción de una sociedad más solidaria y benevolente. De esta forma, para lograr la credibilidad, el sujeto comunicante debe ser reconocido por su integridad. Por integridad se entiende, en palabras de Marcelo Paladino, "a la característica interior del que actúa siguiendo con coherencia, en toda circunstancia y aún bajo presión, los mismos principios de conducta recta."110 Se trata de una permanente lucha por la concordancia entre eso que, se cree que es bueno hacer y eso que, realmente se hace. Esto, lleva a entender que, la integridad tiene un correlato en lo social, dado que, ello implica ser consciente de la existencia del otro e incluirlo en los fines de las acciones. La integridad resulta, de esta forma, una valiosa característica en la consecución del bien común, debido a que, las acciones comunican y emprenden el camino hacia la construcción de una identidad íntegra: se comunica desde la integridad, se aporta al bien común y, así, se construye la comunidad. En este sentido, sería posible afirmar que, la integridad se constituye como un rasgo fundamental de la identidad, que, debe ser comunicado a través del comportamiento de una institución, y resultará un fundamento esencial para lograr una imagen positiva. Será entonces, a partir de la decisión y la convicción de actuar con integridad, cuando, los procesos de comunicación se traduzcan en términos de confianza, como

110

Vidal, P.; La transparencia y la rendición de cuentas en el Tercer Sector: reflexiones y propuestas de acción, Observatorio del Tercer Sector, s/d, p. 194

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prueba del compromiso asumido por las instituciones altruístas en trabajar con objetivos de bien común. Como mencionara al inicio de este apartado, las organizaciones del Tercer Sector siempre fueron mayormente legitimadas por su razón de existir: procurar el bien común. No obstante, creo pertinente detenerme brevemente en este punto, para realizar una aproximación del concepto de legitimidad, pues, dicho concepto presenta, a mi entender, un carácter multifacético. Existen diferentes dimensiones del término de legitimidad, como son: la moral, lo legal, lo técnico, lo político o social.111 Si bien, en cualquier institución u organización coexisten y se encuentran interrelacionadas todas las dimensiones mencionadas, en las organizaciones del Tercer Sector, tendrá un valor fundamental la dimensión moral de legitimidad. Siendo el interés del presente trabajo final, el altruísmo en la sociedad y, consecuentemente, la mirada sobre las instituciones que, lo promueven, el componente moral adquiere una mayor relevancia al momento de abordar la legitimidad de aquellas instituciones cuyos fundamentos se sostienen en la construcción de una sociedad solidaria y más justa, procurando el bien ajeno. Pero la legitimidad no existe, si no existe un afuera que la otorgue. En el caso de las organizaciones de la sociedad civil, la legitimidad estará dada por la misma sociedad, donde, sus acciones tienen impacto. En este sentido, sería posible hablar de una serie de variables que, gestionadas desde la comunicación, pueden proveer legitimidad a una organización.112 Una de estas variables es la naturaleza moral de la misión de la organización: en el establecimiento de la misión, deben promoverse los valores y principios bajo los cuales la organización fue construída, como es el altruísmo a través de la solidaridad, el voluntariado, la justicia. La legitimación moral actuará de inmediato con estos valores, que, diferencian a las organizaciones

111

Vidal, P., Guixé I., Sureda, M.; ¿Cómo se genera legitimidad en las organizaciones no lucrativas?, Observatorio del Tercer Sector, Barcelona, 2005, p. 5 112 Ibíd., p. 8

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del Tercer Sector de las empresas, por perseguir estas últimas un beneficio económico. Otra variable puede ser la representatividad, tanto de los miembros de la organización que, llevan adelante las acciones como voluntarios, como también de los intereses sociales que promueven en la comunidad. Una tercera variable sería la efectividad y compromiso asumido, ésto es, lograr un impacto positivo en la sociedad a partir de acciones solidarias y voluntarias, asumiendo la responsabilidad de una continuidad en el tiempo para observar reales cambios sociales, y no medidas paliativas. Por último, podría mencionarse la transparencia y la rendición de cuentas en el accionar, con el objeto de mostrar los resultados de las acciones asumidas, que, se encuentran implícitas en las anteriores variables. La cultura de la transparencia resulta uno de los medios más efectivos a la hora de generar confianza, que, será necesaria para obtener la legitimación de la sociedad. En este sentido, la comunicación resulta un factor clave para las organizaciones del Tercer Sector. Se configura como un elemento necesario para la consecución de sus objetivos y la construcción de una sociedad más justa y solidaria. Como agentes de la transformación social, es necesario apoyarse en la comunicación para lograr la credibilidad de la sociedad. Como consecuencia, aquélla le brindará la legitimidad necesaria para influir en el cambio social.

Visibilidad y Responsabilidad Social El concepto de responsabilidad social ha estado, originalmente ligado al desarrollo de las empresas, desde la Revolución Industrial, pero – según investiguéadquiere una mayor relevancia a partir de mediados del siglo XX, planteándose desde entonces en los términos actuales. Se presenta en aquel momento, una discusión entre la ética privada y la pública, donde, se debatía en qué medida los

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empresarios actuaban conforme a su ética personal en el seno del ámbito empresarial. Dicho entorno, los obligaba, aparentemente, a hacer a un lado dichos valores en función de las reglas que, rigen los negocios. Este cuestionamiento dirigía su atención, no solo a la empresa como entidad, sino a los empresarios, que, comenzaban a consolidarse como nuevos actores sociales de relevancia. De esta forma, se otorgó una mayor importancia a las contribuciones sociales de los empresarios, esperando que, éstos, y sobre todo aquellos que, habían logrado una mayor expansión económica, colaborasen en acciones orientadas al bien social. 113 Sería a partir de 1960, cuando, como consecuencia de la preocupación de la sociedad en torno a las problemáticas y cambios sociales, se terminaría por extender la responsabilidad social a las organizaciones. Esta expansión surgiría como corolario del éxito de las empresas, proyectando en ellas la expectativa de solución a los problemas sociales, ante la falta de respuesta del estado y las entidades religiosas. Surge también, como una nueva concepción del accionar de las empresas, las cuáles, tendrían obligaciones, más allá de las relaciones comerciales; también deberían colaborar en la solución de problemas sociales como forma de retribución a la sociedad. "El concepto [de responsabilidad social] también significa que, las corporaciones se relacionan con la sociedad por medio de algo más que solo las transacciones dentro del mercado y sirven a una gama de valores más rica que los valores económicos tradicionales que predominan en el mercado (…). El concepto de responsabilidad social es, fundamentalmente, un concepto ético. Implica modificar ideas sobre el bienestar humano y destaca el interés en las dimensiones sociales de la actividad de negocios que se relacionan con el mejoramiento de la calidad de vida."114

113 114

Gilli, J. J.; Ética y Empresa, Editorial Granica, Argentina, 2011, p. 67. Buchholz, R. en Frederick, R.: La ética en los negocios, Oxford, Mexico, 2001, p. 367

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En otras palabras, el beneficio social máximo avanzaría únicamente si las empresas reconocieran sus obligaciones con la sociedad. El mercado capitalista es un sistema imperfecto, como toda creación humana, y ha tendido siempre, a la competencia, dejando como resultado de sus actividades una serie de conflictos sociales y económicos que, se tradujeron en desigualdad, pobreza, hambre. Si bien el Estado benefactor había tomado protagonismo en paliar dichas problemáticas, paulatinamente, fue cediendo espacio en el cumplimiento de sus funciones sociales básicas, como la justicia y la seguridad. A pesar de la oportunidad que, se presentaba a las empresas, para servir al interés social, logrando una retribución de la sociedad, que se podía traducir en beneficios económicos a largo plazo, las exigencias del mercado fueron más importantes. Las empresas, continuaron expandiéndose y compitiendo por mayores resultados, en términos económicos, ejerciendo la responsabilidad social como acciones reactivas a conflictos con el entorno, no atendiendo realmente a las necesidades sociales más allá del desarrollo de su actividad. Ante la falta de respuesta del Estado y las empresas, surgen las organizaciones del Tercer Sector, que, se iniciaron como movimientos voluntarios de particulares por atender las necesidades de aquellos que, se encontraban en desigualdad de condiciones.

De esta forma, los mismos individuos se organizaron para dar

respuesta a las problemáticas descuidadas por los otros dos sectores, y exigirles participación en la construcción de una sociedad más humanitaria. La complejidad de la realidad actual requiere que, cada agente social evolucione hacia modelos sociales más sostenibles; emerge así el concepto de responsabilidad social como forma de comprender a las organizaciones, encontrándose estrechamente ligado con los valores personales. Pero, la responsabilidad social, no se limita sólo a la intimidad de la organización, en cuyo caso, sería impensable hablar de una transformación social. La responsabilidad social se proyectará en

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acciones – comportamientos y actuaciones–, asumiendo las organizaciones compromisos coherentes con los valores y con el rol que, ejercen en la sociedad.115 Cuando se habla de la responsabilidad social de una organización, es necesario distinguir entre la responsabilidad “interna”, es decir, aquella que, la propia organización “siente” hacia sus integrantes y miembros de la sociedad, de aquella que, se le exige y por la cual, deberá rendir cuentas frente a la autoridad.116 Esta distinción, Schvarstein, la relaciona con aquella que, Michel Focault, propuso en 1984, entre lo moral y lo ético. Cuando una organización cumple con las normas obligatorias relacionadas con la responsabilidad social, como por ejemplo, la preservación del medio ambiente o la seguridad e higiene interna, se trataría de una conducta moral, en tanto remite a una ley que la regula y que penaría con una sanción cualquier acto que atente contra ella. Ahora bien, cuando las organizaciones actúan voluntariamente, más allá de lo exigible por ley, ésto, configuraría una conducta ética, en términos de Focault. Dado que, ello no es resultado de una coacción, sino que, representa la libertad de elección del actuante. Con lo antedicho, es posible decir que, una organización es socialmente responsable cuando, pone en práctica acciones obligatorias y voluntarias, con el objeto de promover la satisfacción de determinadas necesidades sociales, tanto de las personas que la conforman como de la sociedad, en su conjunto: "Una organización de estas características cumple con la normativa vigente porque está convencida de su valor y legitimidad, y es precisamente en virtud de tal convencimiento que opera más allá de la norma."117 En este sentido, la razón para la aplicación de la responsabilidad social en el caso de las organizaciones del Estado, obedece al orden teleológico, dado que, su

115

Vidal, P.: La responsabilidad social de las organizaciones no lucrativas, Observatorio del Tercer Sector, Barcelona, 2005, p. 6 116 Schvarstein, L.; La inteligencia social de las organizaciones. Desarrollando las competencias necesarias para el ejercicio efectivo de la responsabilidad social, Paidós, Buenos Aires, 2004, p. 49 117 Ibíd., p. 51

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finalidad primera es el bien de la sociedad. En el caso de las organizaciones privadas con fines de lucro –empresas – la responsabilidad social se configura, a priori, como una herramienta aplicada con el objetivo de beneficiar a la propia organización. Es decir, se tiene un orden, en principio, utilitario, cuyo fin es incidir sobre la imagen que, los públicos tienen sobre ella, fortaleciendo vínculos y fomentando la pertenencia entre los integrantes.118 No obstante, la empresa puede siempre elegir ir más allá de las normas legales y conducirse responsablemente hacia la sociedad por el propio sentido de la ética. Si bien se entiende que, la aplicación de la responsabilidad social es voluntaria para empresas privadas, esto, no parecería ser una opción para las organizaciones del Tercer Sector, debido a que, éstas, nacen y se construyen entorno a valores éticos que, las obligan a ser socialmente responsables. Es, precisamente, a partir de la promoción de esos valores que, dichas organizaciones se orientan hacia la responsabilidad social. La labor orientada al logro del bien común está dada en su origen, en sus genes, al igual que, en el caso de las organizaciones del Estado. No obstante, existiría una diferencia entre ambas: los miembros de las organizaciones del Tercer Sector se orientan voluntaria y solidariamente hacia la responsabilidad social, adquiriendo ésta, un carácter deontológico para dichas organizaciones.119 El acento estará dado en la medida en que, las actividades a llevarse a cabo, desde la organización, estén relacionadas con sus valores: se trata de que, el modo de hacer sea coherente con la razón de ser. De esta forma, sería necesario entender que la comunicación se erige como una responsabilidad de toda organización del Tercer Sector con la sociedad. Para lograr la coherencia requerida, a partir del ejercicio de las Relaciones Públicas, será necesario comunicar, siempre, responsablemente, dando a conocer el compromiso asumido de las organizaciones con la sociedad,

118

Schvarstein, L.; La inteligencia social de las organizaciones. Desarrollando las competencias necesarias para el ejercicio efectivo de la responsabilidad social, Paidós, Buenos Aires, 2004, p. 62 119 Ibíd., p. 59

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destacando aquellos atributos que, dan origen a su identidad y fomentando la participación de la sociedad, a través de los valores altruístas, para lograr el cambio. Como se mencionó anteriormente, una de las variables que, es posible trabajar desde la comunicación y que, contribuirá, no sólo a lograr la credibilidad deseada de la organización sino además, a establecer fuertes vínculos con distintos públicos, será la transparencia y la rendición de cuentas. Estos dos conceptos resultarán claves en el Tercer Sector, aportando a la coherencia con su razón de ser, contribuyendo a actuar desde la responsabilidad social asumida e incorporando la cultura de la transparencia para generar vínculos sólidos con la sociedad. En este sentido, la comunicación responsable, se erige también como una necesidad de visibilidad de la organización, es decir, cómo la organización se muestra hacia el entorno para incidir en él. De esta forma, la transparencia y la rendición de cuentas serán oportunidades para hacer visible la trayectoria de una organización, que, además pueden operar como motivadores para lograr un mayor involucramiento de los públicos. La rendición de cuentas, observará un concepto que, va mucho más allá del aspecto financiero; si bien lo incluye, pues, muchas organizaciones trabajan con fondos privados provenientes de donaciones, dicho concepto también estará íntimamente ligado al trabajo diario de una organización, a sus vínculos, a sus objetivos y proyectos, como también, a los resultados e impacto logrados.120 La cultura de la transparencia, entendida como la incorporación de la rendición de cuentas en la organización, puede darse a partir de distintos modos de hacer, como las publicaciones propias, boletines informativos, página web y redes sociales, y los espacios de participación y encuentro. Las organizaciones deberán ser capaces de comunicar a la sociedad cuál es el valor agregado que aportan, y esto, se logra a través de la transparencia de las acciones y la rendición de cuentas de sus acciones.

120

Instituto de Comunicación y Desarrollo; Transparencia, rendición de cuentas y legitimidad, Montevideo, 2013, p. 3

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Lograr la visibilidad no es tarea fácil. Ser notorio para los públicos implica existir, es decir, se entiende por notoriedad al “grado de conocimiento que tienen los públicos acerca de una organización” 121, pero ese existir no puede estar librado al azar. Dejar los comportamientos y mensajes librados al azar puede tener consecuencias negativas para la imagen de la organización. Por ello, será necesario aunar las acciones y esfuerzos comunicativos en pos de transmitir la identidad de la organización, de manera coherente, y lograr así, el fortalecimiento institucional.

Acciones posibilitadoras Existen distintas formas, donde una organización puede, al mismo tiempo, mostrar su compromiso con a sociedad, como también, fomentar acciones que permitan la consecución de sus objetivos. La responsabilidad social se constituye como una herramienta de comunicación de toda organización, generadora de vínculos con la sociedad. No obstante, ello no implicará que, no se trate de una decisión estratégica de toda organización. Dicha estrategia incluye acciones como la donación, el mecenazgo y el fundraising, entre otras, en la cual, las dos primeras se orientan a aumentar la visibilidad de la organización en su entorno posibilitando, luego, el éxito de la última. Los resultados positivos de ser socialmente responsable, deberían revertir en los sujetos receptores de las donaciones, compartiendo ambas partes los resultados positivos que, la buena comunicación aporta a la imagen. La tendencia en torno a la responsabilidad social ha ido cambiando en el mundo, vislumbrándose acciones cooperativas entre los tres sectores de la sociedad. Al margen de la permanente globalización a que, se orienta el mundo, el éxito global se alcanzará con el bienestar de la sociedad, la estabilidad económica y la educación; las

121

Capriotti, P.; Branding Corporativo. Fundamentos para la gestión estratégica de la Identidad Corporativa, Santiago de Chile, 2009, p. 186

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Escuela de Relaciones Públicas que,

así

lo

entiendan,

lograrán

ubicarse

como

agentes

transformadores de la sociedad. La responsabilidad social de toda organización deberá comenzar siempre puertas adentro, fomentando la solidaridad y el voluntariado como formas de expresión de los valores humanos, dando un mayor sentido al trabajo y al estilo de vida. De esta forma, la responsabilidad se extiende luego hacia afuera, colaborando con otras organizaciones o personas necesitadas de recursos122, haciendo del altruísmo un hecho colectivo. Como mencionara anteriormente, existen distintas acciones de responsabilidad social, en las cuáles, será fundamental el papel de un profesional de Relaciones Públicas al momento de establecer las estrategias y planificar las actuaciones, siendo que, estas acciones, mostrarán una forma como se comunica la organización con sus vínculos, mediante el establecimiento también, de relaciones y transmitiendo el compromiso con la sociedad. A continuación, pretenderé describir las acciones mencionadas en párrafos anteriores, para poder comprender cómo aquéllas, se constituyen técnicas para una estrategia planificada de responsabilidad social.

Donación La donación puede definirse – según mis estudios – como la "actuación premeditada que, una persona o una entidad realiza a favor de una causa de manera puntual."123 Se produce aquí, una relación productiva entre un donante de recursos y una persona u organización necesitada que, solicita dichos recursos, con

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Palencia-Lefler, M.; Donación, mecenazgo y patrocinio como técnicas de relaciones públicas al servicio de la responsabilidad social corporativa. Revista ANALISI, vol. 35. 2007, p. 154 123 Palencia-Lefler, M.; 90 técnicas de Relaciones Públicas. Manual de Comunicación corporativa, Bresca Editorial, Barcelona, 2008, p. 378

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los cuales, el receptor podrá implementar actuaciones que antes no podía. Con la donación, una pequeña parte del mundo cambia, y eso es positivo. En el marco de las organizaciones, y partiendo desde una estrategia planificada, se hará necesario aceptar que, tanto el proceso como los resultados finales de aplicar la técnica del donativo deben comunicarse a los públicos. Las técnicas informativas de Relaciones Públicas deberán estar al servicio de informar y comunicar adecuadamente la donación realizada, siempre, dentro de un marco ético y de legítima responsabilidad social, no por el mero hecho de salir en los medios de comunicación. Cuando se habla de donación, suele suceder que, lo primero que las personas piensan será en la donación de grandes sumas de dinero. Pero, resulta necesario comprender que, tanto las personas y organizaciones pueden realizar otro tipo de donativos que, van más allá del dinero en efectivo, como, por ejemplo, productos, servicios – alimentos, ropa, material de estudio o de trabajo, mobiliario, entre otros–, aportación de conocimientos – asesoramiento médico, técnico, jurídico –, ceder infraestructura, canales de distribución e información, e incluso espacios publicitarios para dar a conocer las iniciativas y poder contribuir, de esta forma, a comunicar para concientizar respecto de las necesidades surgidas. 124 Otra cuestión que, a mi entender, suele surgir espontáneamente en el pensamiento de las personas en general, cuándo, se habla de donación, será que, la misma se encuentra ligada, casi exclusivamente, a las organizaciones. Es decir, que la donación es una acción privativa de las empresas u organizaciones. Sin embargo, coincidiendo con el autor Palencia-Lefler, el individuo es el donante por excelencia, es la célula de las empresas u organizaciones. Se entiende que, una persona física es donante cuando, desde su más absoluta libertad y contando con bienes propios, actúan en el marco de una causa altruísta, contribuyendo al bienestar o mejora del

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Palencia-Lefler, M.; Donación, mecenazgo y patrocinio como técnicas de relaciones públicas al servicio de la responsabilidad social corporativa. Revista ANALISI, vol. 35. 2007, p. 156

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prójimo.125 De esta forma, el ser humano, se desprende de un bien que, le es propio o emprende acciones en favor de otros, siguiendo las consideraciones éticas o motivado por la finalidad de las causas en las que se involucra. Podría decirse que, existen distintas dinámicas de relación entre el donante y el receptor, entre las cuales, se podrían mencionar tres posibilidades distintas. Una de éllas, es la relación directa entre el donante –organización, empresa o individuo – y el receptor. El donativo proviene del propio patrimonio del donante, y éste, tendrá la libertad de elegir, sin intermediarios, el destino de su donación. Este tipo de relación es una de las más comunes, entre las dinámicas propias del Tercer Sector, la cuál, ha permitido al ser humano, a lo largo de la historia, a relacionarse con su prójimo, mediante actuaciones solidarias y voluntarias. Además, ha permitido y permitiría justificar el desarrollo del Tercer Sector, facilitando, posteriormente, al involucramiento de las empresas en la interacción con causas de bien común. Este tipo de relación, no sólo tendrá la característica de ser directa, sino que, además, sería espontánea.126 Otro tipo de dinámica posible, observará la relación indirecta entre donante y receptor. En esta dinámica, existirá la intermediación de una organización del Tercer Sector que, con funciones de coordinación de una iniciativa en beneficio de otros, se convierte en la voz del receptor, recibiendo recursos de los donantes para hacerlos llegar a los beneficiarios. Esta intermediación se dará por voluntad del donante, que, libremente, confía en la organización del Tercer Sector para la administración vehiculización de sus donativos. El donante, confiará en dicha organización, en sus valores y objetivos, y en las personas que la conforman. Este tipo de relación, ha permitido a las personas, y sobre todo a las empresas, a colaborar con causas que, no están a su alcance. Al mismo tiempo, y gracias a la función aglutinadora de las organizaciones de la sociedad civil, esta dinámica permitirá que, la aportación del donante tenga como destino, una serie de causas

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Palencia-Lefler, M; Fundraising. El arte de captar recursos. IFD, Barcelona, 2001, p. 44 Ibíd., p. 46

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benéficas con el mismo denominador común. Por otro lado, esta dinámica indirecta, muchas veces, nace de la información y/o motivación que, la organización que obra de intermediaria ofrece a la sociedad. Es decir, que en muchos casos, la voluntad del donante se verá motivada por la demanda concreta de las organizaciones del Tercer Sector, que, le hará reflexionar y decidir hacer un aporte. 127 La última dinámica de relación estará dada, de forma directa, entre las organizaciones del Tercer Sector y el destinatario del donativo. En este sentido, no existiría un donante "real", es decir, que, la donación, no proviene de un privado que la ejerce sino que, proviene de fondos públicos del Estado. Esto, excluye entonces, la participación de empresas o individuos en esta dinámica de relación. El papel de las organizaciones del Tercer Sector sería subsidiario al Estado, posibilitando a éste, un protagonismo en las acciones del sector no lucrativo. La base del éxito de esta dinámica, de manera que, no sea objeto de cuestionamientos, estará dado por el correcto planteamiento que, utilice la organización intermediaria en la demanda de recursos públicos. Las organizaciones del Tercer Sector deben mostrar sus aptitudes para ser merecedoras de tales recursos, para lo cuál, se destaca la transparencia en el actuar y la rendición de cuentas necesarias, de manera de lograr la credibilidad necesaria.128

Mecenazgo Hace más de dos mil años, la Roma clásica contó con un personaje crucial, Cayo Cilnio Mecenas –en latín, Gaius Cilnius Maecenas –, un hombre acaudalado, de origen etrusco. Nació en Roma en el año 70 A.C. y llegó a ser consejero del Emperador Octavio Augusto. Aprovechó entonces su relación con el Emperador, para beneficiar a las artes y a las letras brindando apoyo, entre otros, a Virgilio y Horacio, quienes, le dedicaron respectivamente las Geórgicas y las Odas. Brindó

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Palencia-Lefler, M; Fundraising. El arte de captar recursos. IFD, Barcelona, 2001, p. 47 Ibíd., p. 49

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también su apoyo en la puesta en marcha de las reformas propuestas por Julio César. Con su desinteresado apoyo a las artes y a la cultura de la época, Mecenas, dio nombre a la historia del altruísmo cultural. El mecenazgo es otra técnica dentro de la estrategia de responsabilidad social. Muchas veces, es considerada como la donación, pero ello, dificulta el análisis de otras situaciones complementarias. El mecenazgo – según observé – es "algo más que una simple acción de donar, ya que crea un compromiso en el tiempo y permite repetir la misma acción de manera continuada".129 El mecenazgo se ha ido apreciando, con el correr de los años, como aquel conjunto de actuaciones de interés social que, hace una empresa o una persona, sin una pretensión directa en la obtención de un beneficio propio en términos de imagen o de aceptación pública. De esta forma, podría considerarse al mecenazgo como una acción realizada por una persona, quien, actúa en el campo de la cultura, la caridad, la financiación privada de la investigación, con un interés particular, sin que ésta, sea su actividad principal. Es importante destacar que, el mecenazgo es una forma de expresión cívica, comunitaria, cultural, donde, el mecenas intenta fomentar el placer estético y a la vez, destacar socialmente al artista. 130 Existen muchas opiniones respecto del alcance del mecenazgo: hay quienes sostienen que el mecenazgo pertenece exclusivamente al ámbito cultural, mientras otros, manifiestan que es un concepto abarcativo de todas las acciones humanas, siempre teniendo en cuenta el compromiso en el tiempo, cuando, el objetivo de dichas acciones sea cultural, cívico o humanitario. A lo largo del tiempo, el concepto de mecenazgo cultural ha ido creciendo debido al aumento de la oferta y demanda de bienes culturales, tales como, libros, espectáculos, música, cine, teatro, como también de la conservación y mejora del patrimonio histórico monumental del país El incremento de la demanda cultural ha ido creciendo en los últimos años Palencia-Lefler, Manuel; “90 técnicas de Relaciones Públicas. Manual de Comunicación corporativa”, Bresca Editorial, Barcelona, 2008, p. 384 130 Ibíd., p. 385 129

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en nuestro país, como consecuencia de las dificultades presupuestarias del Estado y la creciente participación de las organizaciones a través de la responsabilidad social. Para las organizaciones, será importante poder dar a conocer las acciones de mecenazgo, como una forma de transparentar sus acciones y dar a conocer su identidad. Si bien se ha mencionado que, no existe, a priori, una búsqueda de beneficio propio para el mecenas, el apoyo de las organizaciones a la cultura merece ser conocido por la sociedad, como refuerzo del mensaje que, aquéllas, emiten, relacionado con el compromiso asumido hacia la sociedad de la que es parte. En este sentido, el mecenazgo podría encuadrarse como una actividad de carácter altruísta en beneficio de los bienes culturales.

Fundraising La palabra fundraising proviene de una expresión americana, que, fusiona los términos fund, significando fondos o recursos, con el término raising, conjugación del verbo to raise, que quiere decir recaudar, procurar, obtener. De esta forma, la acción de fundraising se presenta coloquialmente como una acción de "captación de fondos" para alguna causa benéfica. De acuerdo con Grunig, el fundraising es la gestión de interdependencias entre las organizaciones del Tercer Sector y sus públicos donantes.131 Ello implica, entonces, el establecimiento y mantenimiento de lazos, o vínculos, con determinados públicos, de manera que, al momento de tener que llevar adelante una campaña de obtención de fondos, sea posible y esperable lograr el objetivo. Al no ser empresas lucrativas, las organizaciones del Tercer Sector deben valerse de recursos provenientes de donantes. Por éllo, el fundraising no es un mero

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Grunig, J., Hunt, T.; Dirección de Relaciones Públicas, Ediciones Gestión 2000 S.A., Barcelona, 2000, p. 532

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proceso de pedir recursos, sino que, se trata de un proceso de transmitir la importancia de la iniciativa al donante. En este sentido, podría decirse que el fundraising es también, una importante técnica dentro de la estrategia de responsabilidad social de una organización, que, tendrá como objetivo tratar de involucrar a las personas en una causa que responde a necesidades humanas y que vale la pena apoyar.132 Inicialmente, una persona involucrada en una causa social, comienza por invitar a sumarse a ella a amigos, familia, vecinos. Ante el considerable aumento y preponderancia que toman las organizaciones del Tercer Sector en la sociedad, fue tomando importancia la organización administrativa de los recursos, de manera que fue, y es necesaria la incorporación de profesionales con experiencia en planificar, ejecutar y controlar este tipo de iniciativas. En este sentido, el profesional de relaciones públicas, se erige como idóneo para la tarea, en tanto que, se trata de establecer una comunicación eficaz con determinados públicos para el logro de los objetivos. Las organizaciones del Tercer Sector, en la búsqueda de provocar un mayor impacto en su trabajo, y hacerlo con criterios de eficacia y rentabilidad, han ido adoptando prácticas del mundo empresarial e incorporando profesionales provenientes de este mundo. Pero la presencia de profesionales de la empresa privada y la adopción de técnicas del mundo de la empresa obliga a tener en consideración algunos aspectos clave para el éxito, que, no viene garantizado por el hecho de realizar dichas incorporaciones técnicas. Pretenderé mencionar a continuación, algunos puntos que, a mi entender, y por mis estudios, son necesarios tener presente acerca de las acciones de fundraising, como técnica de la estrategia de responsabilidad social de toda organización. Las próximas líneas, pretenden humildemente reflexionar acerca de ciertos aspectos sobre la técnica aquí tratada, respondiendo a que, la misma ha sido, y a veces lo

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Palencia-Lefler, M; Fundraising. El arte de captar recursos. IFD, Barcelona, 2001, p. 152

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sigue siendo, víctima de la incomprensión de muchas personas, que, han considerado al fundraising como algo misterioso –como si se tratara de obtener dinero como por arte de magia – humillante, porque pareciera relacionarse groseramente con la limosna, e incluso de práctica dudosa o fraudulenta. Por un lado, la procuración de fondos debe estar absolutamente ligada y supeditada a la misión, visión y ética de la organización. La razón de ser de la organización es aquella que, debe indicar qué hacer y qué no hacer, y cómo hacerlo, y no la oportunidad de conseguir recursos de una determinada administración, empresa o particular. Es decir, es importante que, la captación de fondos, no responda a ningún favor de tipo político o empresarial, de manera que, no se vea perjudicada la credibilidad de la organización. Por otro lado, es importante que dicha acción esté dirigida tanto al sector público como al privado, de manera de hacer de ella, una opción estratégica, permitiendo generar vínculos con ambos sectores. Además, el fundraising, puede representar un medio canalizador de los deseos e impulsos de la sociedad a participar y solidarizarse con aquellas causas sociales, culturales, o de medio ambiente, entre otras, que sean de su interés y, por lo tanto, se le daría un significado más profundo. Como se mencionara anteriormente, a partir de las acciones de fundraising, se debe poder transmitir la relevancia de la iniciativa social para la cual se pretende recaudar fondos, es decir, se transmite parte de la identidad de la organización. Conseguir el apoyo social y el reconocimiento son aspectos clave que, van más allá de la recaudación de fondos: obtener el apoyo de la sociedad es obtener credibilidad y confianza en el trabajo desarrollado. Por consiguiente, el fundraising debe ser parte del plan estratégico de responsabilidad social de las organizaciones, como también, para el establecimiento de vínculos y alianzas con distintos sectores de la sociedad. Toda campaña de búsqueda de donantes y recursos, necesita estar enmarcada en un plan de comunicación de la organización, tratando de buscar la coherencia necesaria con la propia identidad, de manera de transmitirla eficazmente hacia los

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públicos. Desde esta perspectiva, las Relaciones Públicas, se erigen como una disciplina clave.

La importancia en la gestión de Vínculos y Públicos Por lo investigado y lo expuesto hasta aquí, en el presente capítulo, se desprende la necesidad estratégica de las organizaciones de mantener fuertes vínculos con sus públicos, basados en la confianza y la transparencia de actuación, pretendiendo lograr la credibilidad y legitimidad necesaria, que, darán lugar a una imagen positiva. Las organizaciones se vinculan con otros sistemas a través de sus actuaciones, ya sea que, éstas, tienen consecuencias para otros, como cuando otro sistema tiene consecuencias para la propia organización. Estos otros sistemas pueden comprender organizaciones, empresas, o públicos formal o informalmente organizados. Las personas, sobre las cuales la organización tiene mayores consecuencias es esa que, se encuentra vinculada a ella, y es a partir de las relaciones establecidas que pasarán a conformarse como parte de sus públicos. Para comprender mejor las vinculaciones que, se establecen con la organización, y resultará, entiendo, acorde al tema planteado en el presente trabajo final integrador, pretenderé describir brevemente la clasificación establecida por Milton Esman, quien establece cuatro tipos de vínculos necesarios para toda organización, a saber: 

Vínculos posibilitadores: se trata de relaciones establecidas con organizaciones y grupos sociales que, ejercen algún tipo de autoridad y controlan los recursos que hacen posible la existencia de la organización. Por un lado, encontramos entre estos vínculos al Estado y demás instancias gubernamentales. Por otro, están además los elementos

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directivos de las organizaciones, tales como el directorio, la junta de accionistas o cualquier otra forma donde resida el poder de decisión. 

Vínculos funcionales: se refiere a aquellos vínculos que proporcionan información a la organización, o bien, reciben los mensajes que ésta, emite. Pueden encontrarse aquí a empleados, sindicatos o proveedores, como también a cualquier otra organización o persona que, sea receptor de las acciones de la organización.



Vínculos normativos: se trata de vínculos estructurados con otras organizaciones que actúan o inciden en ámbitos similares, compartiendo problemas y valores semejantes. Existe, por éllo, distintas asociaciones organizativas, tales como asociaciones empresariales, organizaciones sindicales, coaliciones de movimientos sociales, entre otras.



Vínculos difusos: estos vínculos son aquellos que, describen las relaciones con elementos de la sociedad, no pudiendo ser claramente identificados, pues, no pertenecen a una organización formal.

Esta última clasificación se correspondería con la noción de públicos, que, surgen cuando la organización tiene consecuencias sobre individuos ajenos a ella.133 Estos públicos, a su vez, pueden poseer una relación episódica o circunstancial con una o varias instituciones. Y de acuerdo a determinadas situaciones mantendrá distintos roles, configurándose como un público distinto en cada una de ellas. Sin embargo, toda organización debe intentar establecer lo más claramente posible, esos tipos de públicos que pueden relacionarse con ella. Los públicos de las organizaciones componen su entorno, por lo tanto, la afectan y, al mismo tiempo, son afectados por ella. Por ello, considero que sería

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Grunig, J., Hunt, T.; Dirección de Relaciones Públicas, Ediciones Gestión 2000 S.A., Barcelona, 2000, p. 232

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importante y necesario poder precisar una definición de públicos, y cómo, éstos, se conforman. En este sentido, como una primera aproximación, considero interesante la distinción entre "público" y "públicos"134, dado que permite apreciar el cambio de concepto que, ello significa: de la idea de receptores, es decir, todas las personas capaces de recibir información, a la noción de destinatarios, como personas con características específicas. En este sentido, los públicos no son sólo receptores de información, sino que, tienen la capacidad de interpretar dichos mensajes, y de manera muy distinta unos de otros.135 Desde esta perspectiva, tomaré la definición de John Dewey, acerca de los públicos, estableciendo que se trata de unidades sociales activas, constituídas por todos aquellos que, se caracterizan por tener un problema común e intentan buscar soluciones comunes.136 Esto implicaría que, los públicos están conformados por individuos que, detectan los mismos problemas o situaciones y plantean conductas similares para tratarlos. Los públicos se conforman, entonces, como consecuencia de las actuaciones de la organización, a partir de la interacción, o de la vinculación de ella, con los individuos, y de estos, con la organización. De esta forma, por la influencia recíproca que tienen con la organización, las personas que se ven involucradas pasan a conformar sus públicos. Partiendo de estas condiciones, Grunig y Hunt, elaborarían la Teoría Situacional de los Públicos, mediante la cual, se establece que, las conductas comunicacionales de los públicos pueden comprenderse mejor de acuerdo a la forma cómo los miembros de los públicos, perciben las situaciones que los afectan, como resultado de la actuación de la organización. De esta forma – según mi observación –, y a partir de tres factores o variables independientes, se identificará a los públicos, en

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Capriotti, P.; Branding Corporativo. Fundamentos para la gestión estratégica de la Identidad Corporativa, Santiago de Chile, 2009, p. 69 135 Ibíd., p. 70 136 Cutlip, S., Center, A.; Relaciones Públicas Eficaces, Gestión 2000 S.A., Barcelona, 2001, p. 332

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públicos latentes y en públicos activos, conforme al grado en que, participan con una conducta activa para hacer algo respecto de la situación que los une. El primero de estos factores, indicará el reconocimiento del problema, representando la medida en qué, las personas son conscientes de la situación que los afecta. Este reconocimiento los lleva a buscar información, de forma activa o pasiva. El segundo factor será el reconocimiento de las restricciones, el cuál, refleja el grado, donde, las personas perciben sus limitaciones u obstáculos que restringen las posibilidades de actuación. El último factor, o variable, será el nivel de involucración, representando el grado en que, las personas se consideran afectados y comprometidos por la situación. Cuanto más comprometidos se vean, más probabilidades habrá que, ese compromiso se convierta en objeto de comunicación.137 Comprender los vínculos que se establecen entre las personas y las organizaciones será de gran importancia para identificar a los públicos de aquélla. De esto, derivará una serie de expectativas y obligaciones, implícitas o explicitas, que, de acuerdo a sus posibilidades, podrán dar lugar a la manifestación de las personas, como público activo, involucrándose – más aún – con la organización. Como se propuso al inicio del capítulo, las Relaciones Públicas cumplen un papel fundamental en el establecimiento de los vínculos de cualquier tipo de organización. En una realidad compleja como la actual, dichos vínculos, también, resultan complejos de establecer, y de mantener. Resultaría elemental procurar establecer, a partir de los vínculos con los públicos, una relación eficaz a través de la comunicación y la comprensión de los deseos y valores de ambas partes. La identidad de las organizaciones estará dada, también, por su afuera constitutivo, que son sus públicos y la vinculación permanente, prolongada y mantenida con ellos. A su vez, a través de la comunicación, los públicos serán aquellos que, otorguen la

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Grunig, J., Hunt, T.; Dirección de Relaciones Públicas, Ediciones Gestión 2000 S.A., Barcelona, 2000, pp. 242-246

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credibilidad y legitimidad a la organización, elemental para que ésta, pueda cumplir con los objetivos. Para el caso de las organizaciones que, promueven valores altruístas, como la solidaridad y el voluntariado, la comunicación, se erige como un elemento fundamental, desde y hacia ella, estableciéndose como una estrategia continuada, frecuente, significativa y transparente. Elaborar una estrategia de comunicación, manifiesta la intención de la organización de darse a conocer, tanto por medio de las herramientas de Relaciones Públicas, como mediante la realización de su propia labor. Para ello, es necesario que, entre la elaboración de los mensajes y las formas de conducta de la organización, exista una coherencia que, tenga relación con los valores que dan origen a la entidad, como también, con los valores de las personas que participan en ella voluntariamente, de manera que, aquellas se sientan realmente parte de una acción social transformadora, respaldados en una organización íntegra. En la construcción de una imagen positiva, que, como se ha mencionado, se interviene a partir de la propia identidad de la organización, de sus modos de ser y sus modos de hacer, existe una necesidad de darse a conocer y despertar el interés de la sociedad, ocupando un lugar preferencial en la mente de los públicos. Así, sería posible vincularse a partir de los mismos valores compartidos. Además, la correcta y permanente gestión de la comunicación, a partir del establecimiento de sólidos vínculos, como también, de la transparencia en el actuar, permitiendo demostrar la legítima inclinación altruísta de las organizaciones, dará mayores posibilidades de involucramiento de las personas, que, pueden traducirse en mayores recursos, más personas dispuestas a actuar bajo el solidario estandarte del voluntariado. De esta forma, como disciplina social, emergen las Relaciones Públicas con un papel protagónico a la hora de intervenir, no solo la imagen de una organización, sino además, en la sociedad, a partir de la promoción de valores éticos, en pos de una comunidad más justa y humanitaria.

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CAPITULO III Crecer y Avanzar Conclusiones y Recomendaciones al Trabajo Final Integrador

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CAPÍTULO III: Crecer y Avanzar

Conclusiones y Recomendaciones al Trabajo Final Integrador Conclusiones Cuando inicié mi investigación acerca del altruísmo en la sociedad, y las formas en que éste se manifiesta, creí que me encontraría con un concepto acabado y perfectamente definido. Además, sospechaba que me sería sencillo poder identificarlo, y trabajar con él, desde el plano empírico, con claros reflejos en la sociedad. Nada más alejado de esto: me encontré, mientras investigaba, con un concepto plagado de acepciones, tomado desde distintas disciplinas y perspectivas, y utilizado en mil y una circunstancias, a veces, correctamente y otras, a mi entender, no tanto. No obstante, aquello no me hizo bajar los brazos. Lo entendí como un desafío y me propuse embarcarme en éllo, desde una perspectiva social, intentando evidenciar si era posible observar algún tipo de inclinación altruísta en las personas. A partir de la selección de material realizada, para el desarrollo del presente trabajo final integrador, considero que he podido dar cuenta de las distintas formas de expresión altruísta en la sociedad. Además, he podido observar también, su intrínseca relación con conceptos como solidaridad y voluntariado, como he pretendido describir en el Capítulo I de este trabajo final. Dicha relación, resulta fundamental, a mi entender, para la comprensión de eso que realmente significa y pretende transmitirse a través del altruísmo: la ayuda desinteresada a otros. Este desinterés, según mi investigación, supone pasar a un segundo plano las

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necesidades propias para poder atender necesidades emergentes más profundas que afectan a otras personas. El altruísmo imagina un mundo mejor, y, como he podido investigar, constituye un valor fundamental para el enriquecimiento de la sociedad. Como tal, necesita ser transmitido en los procesos de socialización del hombre, es decir, en toda actividad humana, de manera que éste, lo internalice y pueda, luego, a partir de la acción, intervenir en la dialéctica social, modificando la realidad. Por ello, para la construcción de una sociedad más altruísta, se hace necesario un compromiso a largo plazo, y de acciones permanentes y duraderas, que permitan pensar en un cambio profundo. Lo anterior, se contrapone con muchas acepciones que he encontrado a lo largo de mi investigación, que relacionan, en la mayoría de los casos, al altruísmo con donaciones de carácter económico, que realizan las personas por única vez, a la luz de alguna situación de emergencia particular. Sin ánimo de desmerecer estas acciones que, en muchas ocasiones, representan una gran ayuda en tiempos difíciles, es necesario señalar que, si son llevadas a cabo de forma aislada, no es posible pensar en el compromiso anteriormente mencionado, permitiendo hacer del altruísmo un valor instaurado en la identidad colectiva, evidenciándose en el día a día. Sin embargo, a lo largo de la investigación llevada a cabo, pude observar que, muchas de las acciones consideradas altruístas, han nacido como respuesta a distintas situaciones de emergencia que ha sufrido – y sufre – la sociedad, debido a los diferentes conflictos sociales, políticos y económicos que, ha atravesado nuestro país a lo largo de su historia. Entiendo que esta situación, fue aquella que, ha dado un lugar central a las acciones emprendidas de forma reactiva, ante dichas urgidas necesidades. Éstas, han retrasado la posibilidad, tanto de las organizaciones altruístas como del propio Estado, de salir de la acción paliativa, para poder proponer formas proactivas de largo plazo, de manera de hacer frente a las adversidades sociales, a partir de la prevención o la erradicación. La necesidad,

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combinada con la urgencia, ante la falta de respuesta del Estado, en muchas ocasiones, ha hecho que, la respuesta reactiva sea una acción prácticamente inevitable. No obstante lo anterior, de la investigación realizada, se desprende también un visible y creciente interés de la sociedad por la ayuda a otros, en particular en los últimos años de nuestra historia. Tal es el caso, que, mi investigación me ha permitido conocer un nuevo concepto, definido académicamente como conducta prosocial. Esta noción, como he podido resumir en el primer Capítulo, encierra todas aquellas acciones o conductas sociales positivas. El altruísmo, como un valor social básico, actúa en ellas como una motivación, manifestándose en acciones de solidaridad y voluntariado, teniendo como fin último el bienestar ajeno. Tras el recorrido realizado, y al margen de las particularidades del mundo en el cual vivimos, me es posible advertir cierto grado de inclinación altruísta de nuestra sociedad, inclinación que ha ido tomando rumbo a lo largo de la historia. Desde el período colonial, a partir del trabajo de la Iglesia con los necesitados, oficiando como intermediario de las acciones benevolentes de la sociedad, pasando por el papel fundamental del Estado nacional, tras la independencia, con la creación de instituciones de beneficencia, administradas de forma privada. Hasta llegar a nuestros días, con la creciente ola solidaria a partir de la creación de ciertas organizaciones, formales e informales, del Tercer Sector, donde las personas privadas se organizan para hacer frente a las necesidades sociales de otros, intentando, de esta forma, lograr un cambio de raíz, que erradique dichas necesidades. Este recorrido histórico deja ver cómo la cultura social ha ido evolucionando, con el correr del tiempo: las personas hoy se organizan voluntariamente, no esperando ya una respuesta de parte de Estado, que, a veces tarda en llegar, y otras tantas nunca llega, como tampoco valiéndose de la asistencia religiosa. Como he podido mencionar anteriormente, una característica fundamental de la cultura es la evolución acumulativa, que, permite que las personas internalicemos, a partir del

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proceso de socialización, los hábitos, costumbres, valores y modos de hacer de las generaciones anteriores y las modifiquemos y complejicemos de acuerdo al contexto histórico y social, donde, esto suceda. Otra característica de la cultura humana, como he señalado, es la creación de instituciones sociales, como forma de organizar estos comportamientos, bajo normas socialmente compartidas, generando un compromiso a largo plazo entre quienes son parte de la sociedad. De esta forma, se crean espacios de pertenencia, a partir de la acción conjunta de las personas, movidas por valores básicos, como resulta ser, desde mi punto de vista, el altruísmo. En la actualidad, hay personas que han aprendido a combinar su vida personal con su vida de servicio a los demás, manteniendo un trabajo remunerado, para poder cubrir sus necesidades básicas, pero también trabajando otras tantas horas de su jornada, generalmente en cooperación con otras personas, con el objetivo de estar presente para quien lo necesite. Y sin pedir nada a cambio, sólo por el hecho de contribuir, desde su lugar, para hacer un mundo mejor. Esto evidencia, por un lado, la evolución acumulativa de nuestra cultura. Siendo que, las personas, han tomado como ejemplo las formas de ayuda, promovidas, inicialmente, por organizaciones religiosas y del Estado en el pasado, y hoy, ante la falta de respuestas eficaces, han desarrollado dichas formas en acciones promovidas desde el escenario civil, complejizándolas en función de las necesidades que, surgen día a día. Como consecuencia de lo anterior, a lo largo de los años, y conforme al contexto histórico, se ha dado lugar a nuevas formas de organizaciones, de carácter social, diferenciándose de las religiosas y estatales. Creando así espacios de pertenencia, donde, las personas con las mismas aspiraciones puedan identificarse, bajo el manto de una misma visión compartida, de un mundo mejor. Así, es posible ver cómo la ayuda desinteresada se ha ido incorporando, como un elemento constitutivo de la identidad social. Como he pretendido explicar en el Capítulo II de este trabajo, la identidad se construye a partir de las características

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compartidas por la sociedad, en un determinado contexto, en relación a los ideales o valores, como además a partir de la diferenciación con el otro. Este reconocimiento del otro como igual, pero, al mismo tiempo, en una situación de desigualdad, es lo que ha permitido a la sociedad dar cuenta que, hay una realidad que es necesario cambiar. Esta diferenciación con el otro, que, supone la identidad, no implica sencilla y simplemente diferenciarse y separase del resto, sino todo lo contrario: este reconocimiento del otro en desigualdad de condiciones, es justamente aquello que, debe permitirnos una toma de conciencia, e ir, consecuentemente, al encuentro con ese otro, para lograr la inclusión que el cambio social propone. Las personas, todos nosotros, somos testigo y parte de la sociedad, y como tales, somos, y debemos ser, capaces de pensar en un mundo mejor, construido con nuestras propias manos. En el mundo actual, donde parecen prevalecer las formas individuales de comportamiento, fomentando el egoísmo y el interés en lo propio en detrimento de lo colectivo, se presenta un escenario desalentador, donde la cuestión social no puede ser abordada en su totalidad mediante las formas institucionales tradicionales – el Estado y la Iglesia–. Surge así un nuevo desafío para la cuestión social: ¿cómo atender el bienestar social en el marco de una crisis global que ha dejado a las personas librado a su suerte, con un Estado que parece retraerse a la merced de la política, y con corporaciones aparentemente desprovistas de todo tipo de valores que, no sean los exclusivamente económicos? Una aproximación a este interrogante, desde mi punto de vista, es la de poder recuperar el balance entre lo político, lo económico y lo social. Es decir, entre el bienestar individual y el colectivo, mediante el trabajo conjunto de los tres sectores: el Estado, las empresas, y las crecientes y demandantes organizaciones del Tercer Sector. No es posible ya, pensar en el Estado como el único actor social capaz de lograr el cambio; tampoco es posible apartarlo de la cuestión social, dado que, su finalidad es la de garantizar el bien de la sociedad. De forma complementaria al Estado, las empresas y las organizaciones del Tercer Sector, emergen como instituciones involucradas en la cuestión social de forma directa, a partir de sus

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propósitos, sus recursos y las relaciones solidarias entre ellos y la sociedad. Así, entiendo, el desafío consiste en repensar cómo pueden estos tres sectores – Estado, Empresas y Tercer Sector – accionar de forma conjunta para atender las necesidades sociales. Lo anterior necesita del reconocimiento de dos dimensiones, a mí entender, indispensables: el ejercicio de la responsabilidad social de todos los agentes sociales, y la articulación de acciones conjuntas e interacciones entre organizaciones, en pos de un engranaje sinérgico que, permita reconstruir la sociedad desde los valores. De esta forma, el desafío que ofrece el escenario social actual se traduce en un cambio paradigmático, un cambio cultural, que erradique las formas individualistas de búsqueda del bienestar, para pasar a un panorama solidario y voluntario, tendiente al altruísmo social, donde el bienestar ajeno sea igualmente importante para todos los miembros de la sociedad. Así, será necesario convertir aquel panorama desalentador en una oportunidad, de promover valores y compromisos sociales, que, sean transformadores de la cultura. En este sentido, las organizaciones del Tercer Sector, orientadas naturalmente a la responsabilidad social, necesitan poder reparar en aquello que la realidad social les muestre, e interpretarlo, para poder así determinar la base sobre esa que, se sustentará su accionar. De esta forma, es posible brindar a aquellos que, se acerquen a ella, en busca de sumarse al cambio, brindando su tiempo y su compromiso, un espacio donde realmente las personas se identifiquen con los valores promovidos y así, se moldee una identidad colectiva altruísta. Las personas que, conforman las organizaciones del Tercer Sector, que se unen para promover una causa, son fieles transmisores de la identidad de dicha organización. Por ello, es necesario dar sentido a su acción, a partir de una red de significados compartidos, una estructura inmaterial, que sea la base sólida de dicha identidad, permitiendo acercar a las personas y generando así, vínculos fortalecidos que den lugar al compromiso a largo plazo.

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Dada la complejidad de la sociedad actual, donde conviven múltiples y diversos colectivos de personas en un mismo espacio, intercambiando su cultura y costumbres permanentemente en su interacción, surge la necesidad, para las organizaciones del Tercer Sector, de una mirada atenta y global de todos esos colectivos. Esto es necesario, tanto para poder identificar las necesidades emergentes, como además para poder, dentro de la pluralidad de la sociedad, transmitir una identidad colectiva en torno al altruísmo, que, pueda abarcar y contener las diferencias de los grupos sociales, y vincularlas, celebrando dicha pluralidad que, seguramente, enriquecerá su identidad. Es cierto que, nuestra sociedad, parece complejizarse cada día más, y que las formas de relacionarnos, cada día toman un nuevo giro, gracias a la globalización. Pero debemos ver en ésto, una oportunidad, donde es posible romper con las barreras sociales y culturales. La globalización, en términos culturales, rompe con las barreras de tiempo y espacio, y nos permite, a las distintas culturas, compartir aquellas diferencias que las hacen únicas. Esto, hace posible la redefinición de una identidad realmente colectiva e inclusiva, que permite pensar en el otro, no ya como alguien distinto y lejano, sino como un igual, más allá de sus costumbres, con las mismas posibilidades y derechos de toda la sociedad. Por ello, entiendo que las Relaciones Públicas, como disciplina totalizadora, surgen como una necesidad para las organizaciones altruístas del Tercer Sector, dado que brindan las capacidades y herramientas fundamentales para poder realizar una correcta lectura de la sociedad, analizar la mejor forma de establecer relaciones, e implementar acciones tendientes a fortalecer dichos vínculos en pos de sus objetivos. Es de gran importancia que, por tratarse de organizaciones en beneficio de otros, que dichos objetivos, transmitan los valores esenciales, donde se cimienta la organización; al mismo tiempo, para lograr el involucramiento voluntario de las personas, dichos objetivos, deben darse a conocer, en su estrecha relación con los mencionados valores, de manera de lograr la aceptación social. Toda organización

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es un sujeto social, y como tal, se vuelve visible para el entorno con el que interacciona. Por ello, es que, la comunicación, resultará elemental, como pretendí explicar en el Capítulo anterior a partir de la teoría de los sistemas. De esta forma, se entiende que las partes que interaccionan se encuentran interrelacionadas, eso que supone una retroalimentación: la organización, y cada una de las personas que la conforman, al actuar, directa o indirectamente, consciente o inconscientemente, envía mensajes a su entorno. Mensajes que no pueden dejarse librados al azar, si se pretende generar una identidad colectiva, basada en valores altruístas. Tanto los destinatarios de las organizaciones del Tercer Sector, como quienes emprenden acciones solidarias y voluntarias en ellas, para ayudar a otros, pueden y deben lograr comprender que cubrir estas necesidades es un derecho al que todos, como iguales, debemos llegar. Y precisamente, ante la notable cantidad de personas a quienes les resulta difícil, hoy en día, poder cubrir todas las necesidades básicas, que le permitan tener una vida digna, es que las organizaciones altruístas necesitan incorporar elaboradas estrategias de comunicación, que posibiliten situar los temas sociales tratados a la vista de todos. Por ello, es que entiendo que el altruísmo, la solidaridad y el voluntariado, necesitan y deben tener una estrategia. Y parte de dicha estrategia tiene que ver con una comunicación integral planificada, que permita que las organizaciones del Tercer Sector, se posicionen en un lugar diferenciado en la sociedad, a partir de los valores promovidos. Creo que es de esta forma, como será posible lograr una revolución cultural altruísta. En una aproximación a darle a la comunicación un papel importante en toda organización, mencioné en el Capítulo anterior, que, aquella se encuentra estrechamente ligada al hacer saber de un sujeto social. Es decir, la comunicación, permite a las organizaciones elaborar mensajes con el objeto de darse a conocer; esto no debe implicar una mera transferencia de información, sino que, se constituye como una forma de vincularse con sus públicos, generando en éstos, ciertas expectativas sobre la organización. Si la organización logra cumplir con dichas expectativas, proyectando su identidad en todo su accionar, podrá obtener

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como resultado la credibilidad y legitimidad de la sociedad. Estas dos características, entonces, no existen per sé en el seno de las organizaciones, sino que, únicamente es posible lograrlas a partir de la intervención consciente de la comunicación en todas sus dimensiones, tanto conductual como simbólica. En conclusión, tanto la credibilidad como la legitimación, son atributos dados por el afuera constitutivo de la organización, a partir de aquello que, ella hace saber de sí misma, relacionado, coherentemente, con la forma en la que se conduce en su conjunto, como cada una de las personas que la componen. Por éso, es necesario que las personas que se acercan a las organizaciones, movilizadas por la creciente ola solidaria, que a veces pareciera haberse convertido en una moda, encuentren en las organizaciones la identificación y el sentido para su accionar en la consecución del bien social. Surge así la responsabilidad de estas organizaciones, de comprender el espacio que han venido a ocupar en la sociedad, y puedan prepararse, no sólo para actuar en el campo de la prosocialidad, sino además, en el campo de la educación de sus miembros, promoviendo en éllos, y a través de ellos, los valores, convicciones y compromisos asumidos, en busca de un mundo mejor. Las organizaciones del Tercer Sector, como sujeto activo en la acción social, son creadoras de sentidos que se traducen en las prácticas sociales. Se conforman, entonces, como imaginarios colectivos de aquello que es deseable, dada la finalidad de su actuación. En una sociedad donde predomina lo visual, lo inmaterial o lo ideal, se vuelve difícil de advertir. La hipervisibilidad de las modas, y la creación de aparentes necesidades materiales, parecen ser las nuevas formas originales de llegar a las personas. Pero, así como el ruido entorpece a la comunicación, el exceso de imágenes enmascara la realidad, no permitiendo hacer una correcta interpretación de aquello que la realidad social demanda. Por ello, es que entiendo que la visibilidad debe ser gestionada en torno a los valores promovidos y a la finalidad perseguida por las organizaciones altruístas; de

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otra forma, entiendo, se corre el riesgo que las acciones emprendidas cobren un marcado protagonismo por sobre los objetivos que, con ellas se persiguen. El resultado negativo que, de ello, podría resultar, sería, a mi entender, la banalización de la labor altruísta, convirtiéndola en una moda o, como se intentara desarrollar en el primer Capítulo, en aquello que Luis Aranguren da a conocer como solidaridad como espectáculo. De esta forma, no serían los valores altruístas aquellos que, se estarían promoviendo, sino un altruísmo indoloro, que no implica sacrificio alguno realmente, donde el valor agregado no se encuentra en el bienestar ajeno, sino en realidad, en el status social que puede llegar a permitir la hipervisibilidad de las acciones aparentemente solidarias, en un lugar y momento dado. En este sentido, no existiría la posibilidad de establecer compromisos y acciones proactivas a largo plazo, orientadas hacia un futuro, si se quiere, utópico. A riesgo de pecar de soñadora e inocente, considero que, todos los ideales, a lo largo de la historia, han sido creados en torno a una referencia utópica. La utopía se constituye como el horizonte de la acción, definiendo a la realidad como un ámbito de posibilidades permanentes. Las utopías, como el altruísmo, definen ideales y aspiraciones, abriendo el juego luego a una discusión acerca de aquello que se entiende por realidad: qué es posible hacer, y cuál es el margen de acción. De esta forma, entiendo que, el concepto de utopía, pone a prueba la percepción que las personas tienen sobre la realidad social y política. Al margen de lo sobrevaloradas que, parecieran hoy estar las utopías, realizar un examen acerca de aquel ideal último que se debiera perseguir, nos permite evaluar nuestras limitaciones, nuestras posibilidades de acción, e imaginar un futuro donde sea posible ver proyectados nuestros valores y aspiraciones, de forma de no dar lugar a banalizaciones. Pensar en que un mundo mejor es posible, en igualdad de posibilidades y acceso, puede resultar, para muchos, una mirada utópica de la sociedad actual. No obstante, considero que, para lograr un cambio profundo, es necesario valernos de imaginarios de aquello que deseamos alcanzar. Las utopías sociales, están relacionadas con ese deseo de dar sentido a la vida, que se encuentra, o se persigue, a través de la búsqueda de un mundo mejor, más justo.

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Por ello es que me permito realizar esta conclusión, a modo de comparación, entre aquello que representa una utopía, y eso que pretende simbolizar el altruísmo en la sociedad. Aún cuando aquello parezca inalcanzable, es necesario creer que es posible, porque es esto lo que nos mantiene en constante movimiento, hacia la realización del ser humano. Como se ha mencionado en varias oportunidades, la identidad de las organizaciones del Tercer Sector, se conforma en base al entorno, al reconocimiento de la realidad donde se encuentran insertas. Y, por ende, posee ciertos atributos que las caracterizarán positivamente, como son la credibilidad y la legitimidad. Éstos, son otorgados por ese entorno, que las reconoce en base a cómo se desempeñen, en su interacción mutua. Por ello, la actuación en y con el entorno, resulta otro factor elemental en estas organizaciones, donde las Relaciones Públicas cobran una gran importancia, gracias a la función social que esta disciplina conlleva naturalmente. Su papel fundamental será el de trabajar en la generación de vínculos efectivos que permita, aún a la distancia, llevar a cabo la misión organizacional, para la consecución de los objetivos. Como mencionara en el Capítulo anterior, pueden identificarse distintos tipos de públicos en las organizaciones, con quienes, desde nuestra profesión, se pueden y se deben, establecer relaciones estratégicas en pos de lograr los objetivos organizacionales. En las organizaciones del Tercer Sector, puede identificarse un claro público activo, en todas aquellas personas que, mediante su involucramiento con la institución, demuestran reconocer la realidad social que los incluye y las limitaciones que, probablemente, tendrían si pretendieran actuar aisladamente ante esa realidad. Al mismo tiempo, legitiman la existencia y el espíritu de la organización, actuando voluntariamente a través de ella, para lograr el objetivo propuesto, que internalizan y hacen propio gracias a los valores compartidos.

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De acuerdo con la teoría planteada acerca de los vínculos y públicos, me resulta interesante llegar a la conclusión que, si bien las personas civiles resultan, como mencioné, un público activo en las organizaciones altruístas, muchas veces se observa que, desde dichas organizaciones se mantienen vínculos difusos con aquellas. A veces, quizá, por falta de conocimiento o especialización; otras, tal vez, porque en virtud de no perder de vista el objetivo último de la organización, se reduce el tiempo necesario para otras acciones estratégicas. Por ello, entiendo que la contribución del ejercicio de las Relaciones Públicas en el interior de las organizaciones altruístas, está dado en los esfuerzos para poder transformar esos vínculos difusos en vínculos funcionales. De esta forma, se pone especial atención en el público activo, y en la retroalimentación que, en su interacción con la organización surge, para poder comprender sus actitudes y valores y fortalecer, así, las relaciones vinculantes. Hasta aquí, considero que he podido concluir sobre aquellos aspectos a través de los cuales, a partir de mi investigación acerca del altruísmo, me ha sido posible vincularlo con las Relaciones Públicas, tomando la definición del Capítulo II de este trabajo final, que entendí era aquella que, mejor se ajustaba a los efectos de este trabajo final: “Las Relaciones Públicas ayudan a nuestra compleja y pluralista sociedad a alcanzar decisiones y a funcionar más eficazmente contribuyendo a la comprensión mutua entre grupos e instituciones. Sirven para armonizar las normas públicas y privadas. Las Relaciones Públicas sirven a una amplia variedad de instituciones en la sociedad, tales como empresas, sindicatos, ministerios del gobierno, asociaciones de voluntarios, fundaciones, hospitales, instituciones religiosas y de enseñanza. Para conseguir sus objetivos, estas instituciones deben desarrollar relaciones efectivas con muchas audiencias o públicos diferentes, tales como empleados, socios, clientes, comunidades locales, accionistas y otras instituciones y con la sociedad en general.

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Las direcciones de las instituciones necesitan comprender las actitudes y los valores de sus públicos para alcanzar los objetivos institucionales. Los mismos objetivos son formados por el entorno externo."138 Pero al hablar de un ideal humano, como lo es, a mi entender, el altruísmo, me resulta indispensable poder también, relacionarlo con la ética profesional. La correcta conducta implica actuar en concordancia con las normas establecidas social y culturalmente. El respeto hacia los valores éticos en la práctica profesional se entiende como la ética aplicada. La ética, en cualquier profesión, resulta ser la base esencial para el ejercicio de sus actividades. Aquella, refiere al sistema de valores que las personas poseen; éstos, determinan su acción, comprendiendo aquello que está bien y aquello que está mal, qué es justo y qué es injusto. Dado lo anterior, entiendo que los profesionales de Relaciones Públicas, se encuentran en la obligación en identificar y tener en claro, primero, sus propios estándares, que constituirán el principal atributo en la práctica de la profesión. Por ello, entiendo que, la conducta de todo profesional de Relaciones Públicas debe basarse en propósitos virtuosos, aplicados desde una correcta y honesta interpretación de la realidad del contexto. La actuación, en el ejercicio de nuestra profesión, debe estar destinada tanto al beneficio de la persona u organización a quién se represente, como también a la sociedad en general. De esto, se desprende, a mi entender, que los profesionales deben cumplir con las expectativas y obligaciones morales con la sociedad. En este sentido, se debe asumir, desde las Relaciones Públicas, la responsabilidad social que, esta profesión conlleva explícitamente, dado que se constituye como un dogma de la misma. Así, se exige a la profesión mucho más que los servicios de asesoría y conocimientos específicos,

Black, S.; “Las Relaciones Públicas, un factor clave de gestión”; Editorial Hispano Europea S.A., 199, p. 30 138

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sino también la responsabilidad de mejorar a las instituciones a través de dichos servicios. Considero estar en condiciones de afirmar que, los aspectos fundamentales de las Relaciones Públicas socialmente responsables, son los siguientes: 

Mejorar la conducta de las instituciones, trabajando de forma transparente para su legitimización.



Servir a la sociedad fragmentada, a través de la comunicación y la mediación, logrando la inclusión y las formas participativas de acción.



Asumir la responsabilidad social como un precepto necesario para contribuir al bienestar de la sociedad.

Encuentro en estos aspectos una característica distintiva de nuestra profesión, como actuantes dentro de organizaciones altruístas, y de cualquier tipo de organización, para emprender el camino del cambio cultural que las primeras proponen, en búsqueda de una sociedad orientada al bien común.

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Recomendaciones Tras las conclusiones arribadas, que pretendí desarrollar en los párrafos anteriores, intentaré, en este último apartado de mi trabajo final integrador, ofrecer algunas recomendaciones desde las Relaciones Públicas. Considero que, en las líneas anteriores, he dejado entrever alguno de los desafíos e interrogantes a resolver, desde mi perspectiva, para lograr arribar a una cultura social más altruísta. La creciente ola solidaria, como manifestación de inclinaciones altruístas de las personas, se nos presenta como una gran posibilidad de cambio, que no podemos dejar pasar. Como pretendí desarrollar, estos movimientos evidencian que existe una esperanza motivadora en este escenario social, que cada vez parece más y más desalentador. No obstante, y a la vez, debemos poder observar a las acciones altruístas, solidarias y voluntarias, como la encarnación de un sendero que, nos puede llevar a un ideal de sociedad. En primer lugar, será necesario que, todas las personas individuales, que formamos parte de esta sociedad, podamos deshacernos de ese prejuicio con el que miramos a quienes se embarcan en estos movimientos. No todo es un show, no toda realidad – y me atrevo a decir que muy poca – está dada por lo que vemos en la televisión, leemos en los diarios, o escuchamos en la radio. Por ello, considero que, aunque utópico, es necesario trabajar desde el ideal, aún cuando la labor se torne dos veces más compleja. Una de las recomendaciones que me atrevo a sugerir, tras la realización de este trabajo final integrador, surge del interrogante planteado, y parcialmente abordado, en mis conclusiones previas. Aquél, demanda el repensar la forma en que nuestra sociedad puede atender al bienestar social, en el marco de esta crisis entre la sociedad, el Estado y las corporaciones. En una primera aproximación, la conclusión inicial, es que es necesario un balance entre aquellos tres aspectos, que implicará, consecuentemente, un equilibrio político, económico y social. Para ello,

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será necesario el trabajo conjunto entre los tres sectores, debido a que no sería posible en pensar en una sociedad mejor, sin el respaldo de las políticas sociales, como tampoco sin el respaldo de las empresas, que, conforman el mercado económico. Por ello, es que, mi recomendación, en este sentido, será la de trabajar en el fortalecimiento institucional, a través del funcionamiento de un organismo estatal que ya existe, como núcleo de las organizaciones del Tercer Sector. El Centro Nacional de las Organizaciones de la Comunidad – CENOC –, promueve un ámbito de participación en la gestión de políticas públicas, para dichas organizaciones. No obstante, quedan fuera de este espacio las empresas, a las que se ha reconocido también como actores sociales. Por ello es que, parte de esta recomendación, será la creación de un comité intersectorial, en el marco del CENOC, donde podrían participar también las empresas socialmente responsables. De esta forma, se armonizarían acciones en conjunto, a partir de la interrelación entre los distintos sectores, que podrán gestar luego políticas públicas, respaldadas por el propio Estado. En esta interacción, las organizaciones del Tercer Sector, podrían volcar y dar a conocer su misión y los objetivos perseguidos: objetivos con real consecución del bienestar social. A partir de ellos, y de sus posibilidades de realización, las empresas podrían adaptarlos y aportar, desde su sector, los recursos e ingenio necesarios para llevar a cabo dichas acciones. Asimismo, las empresas, resultarían posibles donantes de mano de obra voluntaria, siendo que, aquellas que ejercen la responsabilidad social, se valen del trabajo voluntario de sus colaboradores.

En esta recomendación, el trabajo del profesional de Relaciones Púbicas, se evidenciará en aquel alcance de la profesión, que, hace referencia a la capacidad del graduado de interrelacionar las disciplinas que ayudan a comprender la dinámica

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organizacional con una visión integral.139 En esta recomendación propuesta, el profesional de Relaciones Públicas podrá, no sólo desplegar su competencia como organizador y moderador del programa del comité, sino, además aportar su visión totalizadora e interdisciplinaria a las cuestiones sociales planteadas. Además, para poder transmitir hacia la sociedad, una identidad altruísta, orientada a lo social, como un valor que merece ser destacado en nuestra sociedad, resultará un aporte la promoción de diversas técnicas, como las mencionadas en el Capítulo dos del presente trabajo final. También, y como forma de aplicar técnicas profesionales desde la institución propuesta, se recomendaría la creación de Premios oficiales, otorgados a la labor y contribución, tanto de las empresas como organizaciones, que promuevan una nueva forma de verlas, y les otorguen la visibilidad y credibilidad que su labor amerita. Desde las organizaciones del Tercer Sector, donde actualmente nace la mayor parte de la labor altruísta, a partir de las acciones solidarias y el trabajo voluntario, será mi recomendación la generación de una amplia estrategia comunicacional, que dará a conocer a la organización a partir de sus objetivos, relacionados directamente con los valores altruístas. Esta estrategia integral, abarcará desde la identificación de los atributos identitarios con los cuales, cada miembro de la organización, se reconozca a sí mismo. El sentido de pertenencia, resultará un factor fundamental para la comunicación de la identidad organizacional, donde se pretenderá contagiar a la identidad colectiva de la sociedad. Aquellos atributos que se pretendan transmitir, resultarían fundamentales para la construcción de una misión acorde que los contenga. Pasando también por las formas de dar a conocer dicha identidad, las Relaciones Públicas aportarán las estrategias necesarias para la elaboración de mensajes

139 Alcances del Título de Licenciado en Relaciones Públicas – Actividades para las que resulta competente el egresado en función del título respectivo: Recuperado del sitio web de la Universidad Kennedy, http://www.kennedy.edu.ar/Paginas/Educacion/Grado/Carrera.aspx?esc=12, consultado el 6 de noviembre de 2014.

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definidos, que fomenten los valores, y las distintas formas de participación altruísta en la realidad social, y permitan concientizar a la sociedad acerca de la necesidad de la participación de todos, para que el cambio esté cada vez, un poco más cerca. En este sentido, será posible observar, en la labor dentro de las organizaciones del Tercer Sector, los alcances del profesional de Relaciones Públicas, quien, será capaz de investigar, planificar, comunicar y evaluar la identidad personal, grupal y organizacional, como también de reconocer las herramientas de comunicación más adecuadas incluyendo las derivadas de las nuevas tecnologías, para satisfacer las necesidades comunicativas de la Organización.140 Además, y en relación a la primera recomendación planteada, la gestión integral de la comunicación en el Tercer Sector, ejecutada por profesionales de Relaciones Públicas, posibilitará la generación de vínculos estratégicos con actores del Estado y de las empresas, lo que permitirá redireccionar su misión hacia un horizonte más amplio, que enriquecerá a la organización, con personas interesadas a sumarse al cambio, nuevas ideas y recursos, y vínculos con posibles líderes de opinión que respalden su labor ante los públicos. Por último, pero no menos importante, tanto para el sector privado como para el Tercer Sector, mi recomendación sería la de incorporar modelos inclusivos de generación de ideas, que fomenten la participación de sus públicos. Una alternativa que se constituye actualmente como una tendencia mundial, es aquella desarrollada por la organización TED (Tecnología, Entretenimiento y Diseño) 141, denominadas Charlas TED – TED Talks – cuyo espíritu es el de promover ideas que, son dignas de ser difundidas.

Alcances del Título de Licenciado en Relaciones Públicas – Actividades para las que resulta competente el egresado en función del título respectivo: Recuperado del sitio web de la Universidad Kennedy, http://www.kennedy.edu.ar/Paginas/Educacion/Grado/Carrera.aspx?esc=12, el 6 de noviembre de 2014. 141 TED es una organización sin fines de lucro, dedicada a la difusión de las ideas, por lo general a través de charlas de tiempo reducido, pero de gran alcance. TED comenzó en 1984 como una conferencia en la que convergieron Tecnología, Entretenimiento y Diseño, y actualmente, abarca una pluralidad de temas, como ciencia, negocios, hasta problemas globales. Además, ejecutan una diversidad de eventos TED, que ayudan a compartir ideas en las comunidades de todo el mundo. 140

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De forma análoga, en el caso de las empresas, y dentro de los programas de Responsabilidad Social Empresaria, esta recomendación pretendería que se fomente la participación en la génesis de las actividades solidarias, teniendo en cuenta la apreciación de las personas que las conforman, que serán, además, quienes la lleven a cabo, fortaleciendo de esta manera, el vínculo con el público interno y el involucramiento de cada individuo con las causas sociales. Para el caso de las organizaciones del Tercer Sector, esta recomendación propondría el desafío de abrirse a la comunidad en su totalidad, generando espacios de encuentro para la sociedad, donde se traten distintas problemáticas sociales. Esto, permitirá una mirada más enriquecedora de la situación, proporcionando un feedback desde la sociedad hacia la organización; lo anterior, concederá a esta última, la posibilidad de evaluar la consonancia de su misión con los objetivos planteados. Sería interesante, para una real inclusión de la sociedad, promover en estos espacios de encuentro, la participación de personas que, se encuentren en situaciones de desventaja, es decir, los destinatarios de las acciones altruístas. Muchas veces, quienes emprenden acciones de ayuda, consideran tener en claro aquello que, el otro necesita, porque parece resultar evidente. Pero, para la construcción de una cultura social más altruísta, no se debería perder de vista a nuestros semejantes. Ellos, serán los primeros que podrían brindar información valiosa para la comprensión de la realidad, y para poder determinar, luego, cómo ayudar. En esta última recomendación, el aporte de las Relaciones Públicas, sería el de investigar, planificar, implementar y evaluar estrategias comunicacionales tendientes a optimizar las relaciones de la organización con todos sus públicos actuando como facilitador de las comunicaciones, al constituirse en enlace e intérprete entre la organización y sus colectivos, manteniendo la bidireccionalidad

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para facilitar el intercambio, eliminando barreras en las relaciones y manteniendo los canales de comunicación abiertos para optimizar el entendimiento.142 Dado lo anterior, considero que este tipo de actividades a puertas abiertas, permitirían mantener en marcha la continua labor de generación de vínculos y, más particularmente, dará la posibilidad de trabajar sobre los vínculos difusos, como se había mencionado al inicio de este capítulo, con el objeto de transformarlos en vínculos funcionales, a partir del trato directo desde el interior de la organización. De esta forma, a mi entender, las organizaciones podrán dar cuenta de su compromiso con la sociedad, como también de la importancia del reconocimiento del otro, y de la actuación como motor del cambio.

Para finalizar este último Capítulo de mi Trabajo Final Integrador, como futura profesional de Relaciones Públicas, considero que, a través de las recomendaciones planteadas, nuestra profesión puede expresarse desde su sentido ético y socialmente responsable. Como se propuso en el apartado anterior, y en un intento de enriquecer y elevar los estándares de las Relaciones Públicas, los aspectos de la profesión ejercida de forma responsable con y para la sociedad, permitirá maximizar las buenas conductas de las organizaciones, trabajando de forma transparente, concientizando a partir de la inclusión y promoviendo valores éticos en nuestra sociedad. Por ello, asumiendo la responsabilidad social, será mi anhelo poder ejercer esta profesión, que, a lo largo de mis años de estudio consolidé como mi verdadera vocación. Brindado, desde mi lugar, los conocimientos adquiridos durante mi formación, y persiguiendo el afán de contribuir en la construcción de una cultura social más altruísta. Considero firmemente que, será a través de las más elevadas

142 Alcances del Título de Licenciado en Relaciones Públicas – Actividades para las que resulta competente el egresado en función del título respectivo: Recuperado del sitio web de la Universidad Kennedy, http://www.kennedy.edu.ar/Paginas/Educacion/Grado/Carrera.aspx?esc=12, el 6 de noviembre de 2014.

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aspiraciones, sostenidas por fuertes valores, como podré mantenerme en constante movimiento, desempeñando mi función como ser social individual y mi futura profesión, que es mi pasión, orientada siempre en la búsqueda de la excelencia. Aunque hoy se presenten como un sueño, como un anhelo lejano, estoy convencida que es posible. "La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos más. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine nunca la voy a alcanzar. ¿Para qué sirve la utopía? Sirve para eso: para caminar."143

143

Este breve poema, cuyo autor es Eduardo Galeano, es una adaptación de una respuesta que diera el cineasta santafesino Fernando Birri, en una charla que ambos compartieron en Cartagena de Indias. La respuesta brindada por el cineasta, fue dada tras el desafío de uno de los estudiantes, quien le preguntara: ¿Para qué sirve la utopía? Esta anécdota fue relatada por Eduardo Galeano en una entrevista del programa Singulars, de Cataluña, que puede apreciarse en el siguiente link, recuperado el 30 de Octubre de 2014: https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=GaRpIBj5xho.

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Entrevista a Raúl "Racu" Sandoval – Red Solidaria – (Representante y Voluntario de Red Solidaria)

Florida Oeste, 24 de octubre de 2014 La primera vez que hablé con Raúl fue por mail, y gracias a Juan Carr. Porque quería reseñar el espíritu de esta organización desde las palabras de sus propios artífices, busqué la forma de ponerme en contacto con ellos. Primero, fue a través de la página web de la Red. Pasaron dos días, y como los tiempos del trabajo final integrador me ponían ansiosa más que nerviosa, pensé en escribirle al mismísimo Juan Carr, suponiendo que iba a tener que esperar otros tantos días más. Me contacté con él por twitter, porque no conocía otro medio. Enviar. Y ahora a esperar. A los dos minutos, mi teléfono suena: Juan Carr me había respondido el tweet, con una dirección de mail para que le escriba. Inmediatamente le remito el mail que, dos días antes, había enviado al mail de contacto de Red Solidaria. Aunque, asombrada con la rapidez en su respuesta, seguía creyendo que después de que viera mi mail, después de que viera que era una estudiante pidiéndole tiempo e información, iba a tener que esperar en los últimos puestos de una infinita lista de prioridades. Sin embargo, una vez más, esta persona me asombraba: me responde con mucho afecto y copiando a "Racu" Sandoval, para que me diera una mano. Y así, Raúl me pasó su celular y nos pusimos inmediatamente en contacto. Un día, él no podía, otro no podía yo. La reunión se pospuso varias veces, pero

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mantuvimos siempre el contacto, yo recordándole por qué quería hablar con él; él haciéndose un lugar en la agenda para recibirme. Hasta que finalmente coincidimos, un viernes a las 14:30, con una temperatura de casi 30° en octubre. Me abre la puerta de su casa con una sonrisa, al mismo tiempo que me pide disculpas por el desorden. Le dije que no había problema, que el desorden de mi casa era similar o peor. Me ofrece algo para tomar, y acepto. E inmediatamente nos adentramos en el tema. Raúl tiene 35 años, y desde el 2005 es voluntario en Red Solidaria, ocupándose del día a día de la organización, desde su casa o desde donde el trabajo que surja se lo demande. Por éso, la computadora está siempre prendida y cargando, y el celular sonando permanentemente.

1. ¿Cómo surge la idea de Red Solidaria? Es bastante conocida por muchos la historia, pero quizá también es más la figura de Juan (Carr) la que amplifica un poco todo. Básicamente la idea de Red Solidaria nace en febrero del año 1995, y está fundada por Juan Carr, Maria Aleman -que es su mujer - Juan Hait y su mujer, un amigo de ellos, Raúl "Rali" Flores, que es otro amigo de ellos, y Pablo Pavi, otro amigo más. Ellos pensaban en ese momento que la comunidad argentina iba a necesitar una red solidaria, a futuro, que pudiera ser un canal de conexión entre aquellos que necesitan algo con aquel que lo puede dar. Y también, ya se imaginaban en 1995, y me parece que es una de las cuestiones más significativas, hoy, mirando hacia atrás, que esa red solidaria iba a ser "informática", como le decían en ese momento. La primer nota que sale en el diario La Nación en el año '95, la presentan como " Red Solidaria Informática",

después quedó Red Solidaria. Pero es un detalle ésto, porque, ellos

(los fundadores) pensaban que, con un teléfono, que en ese momento se podía empezar a trasladar la línea telefónica, es decir, que el número de teléfono ya no quedaba sujeto a un lugar sino que se podía llevar el número a distintas casas,

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para ellos era revolucionario! Y además, empezaba internet a ser más popular, a estar más al alcance de todos, entonces pensaron "nosotros con un teléfono y una computadora podemos empezar a conectar lugares".

Esa fue, muy sencilla, la idea.

Pero también es lindo destacar que la red nace, no desde el dolor ni desde una urgencia, sino que, eran cinco familias de clase media que no tenían quizá ninguna falta ni ningún sufrimiento, pero tampoco les sobraba: hijos en colegios del estado, hijos en colegios privados, sí todos con alguna relación de fe con la iglesia, pero la Red Solidaria la decidieron laica.

2. ¿Cuáles fueron las motivaciones personales de quienes la conformaron? Nace como una idea de personas que no tenían problemas, sino que estaban bien y eran felices pero pensaron "¿cómo podemos ayudar a otros?". Y también, es importante eso, destacar que la Red Solidaria nace pensando en el otro, y no se imaginaba como esto que es hoy, sino que, todo el tiempo va cambiando. No fue motivada por una necesidad o tragedia personal de las familias que la conformaron, no fue con un espíritu cooperativo de quienes la conformaron, sino más bien siempre mirando hacia afuera. Y también, con el correr del tiempo, la Red empieza como nada, y hoy, 19 años después –en febrero de 2015 cumplimos 20 años – sigue siendo nada. Aunque sea conocida y tenga un nombre y apellido importante, ya ves, estamos acá en mi casa, no hay una oficina o sede central, sigue igual que cuando empezó: siendo un grupo de amigos, y también un montón de grupos de amigos que no conocemos personalmente, lo cual es muy lindo, que siguen pensando en el otro. La Red Solidaria no es una organización con personería jurídica –no es una organización, no es una ONG, no es una empresa, no existe –, sigue teniendo un teléfono, y ahora computadoras personales de muchos que, trabajamos por la Red, conectados virtualmente. En la actualidad, hay 73 redes solidarias en todo el país, de las cuales, yo debo conocer a ocho. Y después, hay otras personas con las

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cuales, cada tanto voy hablando, pero todas las redes copiaron ese modelo, y la idea era ésa, ¡que se copie! No que sea un copyright nuestro, sino que vaya mutando. Y hoy, ya se define así, como nos gusta decir, una "no organización", pero no por la negativa. Nos gusta hablar del "caos ordenado", y quizá, si fuéramos una organización formal tendríamos muchas más trabas burocráticas para hacer un montón de cosas que con esta libertad de ser un grupo de personas, ciudadanos comunes, que, tienen su trabajo y demás. Y sigue funcionando.

3. ¿Cuál o cuáles son los valores fundamentales sobre los que se sustenta la Red? Es difícil hablar de valores, ¿no? Porque, ¿qué son los valores? Pero lo que me imagino siempre es lo que te decía antes, es decir, pensar en el otro, actuar solidariamente y estar atentos a las necesidades, tal como se presentan. Y a lo largo de estos 19 años, si bien la Red empieza con esa idea de conectar, y estar pensando quién necesita, conectándolo con aquel que puede dar una mano, hasta el día de hoy fuimos conociendo un montón de temáticas. Porque uno puede empezar con una idea, pero después la realidad te va marcando lo que se necesita, no vos y lo que creíste que el otro va a necesitar.

4. ¿Consideran que hubo aspectos/comodidades de la vida personal a los que tuvieron que renunciar en pos de llevar adelante este proyecto? No, una premisa o una idea que tenemos siempre es que todo lo que hacemos sea con alegría, sino no lo haríamos. Yo creo que ni nos lo planteamos el hecho de sí hubo o no renuncias, es así. Es como una vocación. Cada una de las personas que vamos conociendo en la Red tiene como una cierta inclinación a ponerse a

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disposición del otro. Pero también lo lindo es que es súper eclíptico, porque, hay gente que es creyente, hay gente que no lo es, o gente con diferentes formas de pensar. Por ejemplo, en la temática de situación de calle, que es algo bastante fuerte, que fue creciendo, y que, hacía históricamente la Iglesia, la Red lo que hizo fue replicarla. Y esa traba que, resultaba la Iglesia para muchos, porque, quizá no irían a una iglesia por no ser creyentes – yo no soy católico, respeto muchísimo la religión, pero tengo otra relación con la fe –, cuando sale la Red se acercó un montón de gente que no sabía con quién, o a través de quién, emprender estas acciones, similar a lo que me pasaba a mi hace mucho. Y hoy en día, muchas de esas personas que se acercaron a la Red, para salir en el invierno a la calle, ¡fundaron sus propias organizaciones que recorren! Y después de cierto tiempo nos dimos cuenta que, nosotros no necesitamos salir más, ya lo están haciendo ellos, que era lo que queríamos, involucrar a la gente. Pero también después de cierto tiempo observamos una problemática que era que, se preocupaban más en cómo conseguir la sopa, el termo y los descartables, que, en el abrazo que estaban dando al principio. Entonces dijimos, de nuevo, vengan, nosotros – la Red – somos el paraguas para que a ustedes no les falte nada, y ustedes ocúpense solamente en abrazar a esa persona en situación de calle y tratar de lograr ese paso siguiente, que, es muy difícil que se salga de esa situación. Y así, nos volvimos a encontrar con estas personas y conectamos, por ejemplo, con Ayuda Urbana, que es de la iglesia Adventista, y otras pequeñas organizaciones laicas. Después, con la política, hablamos con todos. Sugerimos hacer una mesa de juventudes políticas que, ahora, estamos con el Pro, con la Juventud Radical, con el Partido Justicialista, con la Cámpora y el partido Socialista. Y ahí, tenemos cinco jóvenes que todos los meses se reúnen para pensar juntos un país donde ya no esté esa fricción permanente, sino que, haya una amistad entre ellos a partir de esta mesa que haga que, mañana podamos construir algo más en conjunto.

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5. ¿Con qué obstáculos se encontraron? ¿Cómo los sortearon? Desde que nace la Red hasta ahora, existió un crecimiento en torno al prestigio de lo solidario. Más personalmente, yo crecí en los '90, hice mi secundario, y era un momento de mucho egoísmo, mucho pensar en mí, logro personal por sobre el colectivo, de poca participación política en la juventud. Pero al mismo tiempo empezaban a emerger las organizaciones como algo del Tercer Sector en dónde, se veía una esperanza. Pero, por ejemplo, si en ese momento te involucrabas, eras un tarado, desde militar, hasta ir a una parroquia, o ir a ayudar a la abuela de tu cuadra para lo que fuera, la cosa era que, si lo hacías eras un tarado. Porque uno tenía que ser un tipo exitoso, que no está mal tampoco. Esto fue un gran obstáculo para llevar adelante el proyecto en aquel momento. Lo interesante de esa traba es que ahora, desde el 2000 al 2010, esto se dio vuelta a un prestigio, que es un gran cambio. Y del 2010 en adelante, lo que estamos viendo es que, ser parte de formas como la Red, ya peca o corre el riesgo de ser "cool", que, es cuando se termina de dar vuelta del todo, y que parece que lo haces, no tanto por ayudar sino por vos mismo. Pero ya hay ciertos botones que funcionan, como por ejemplo, saber que hubo una inundación en tal lugar, y no hay dudas que tenemos que estar, pero no la Red Solidaria, sino el país, la gente ya sabe que tiene que estar. Hubo un terremoto en Chile, no importa para quién, estamos. Eso nos pasó en el terremoto de 2009 de Chile y nos sorprendió. Parecía complicado o difícil y sin embargo fueron cien mil personas a colaborar, se mandaron cientos de camiones, hubo muy buena relación con las embajadas, estuvo increíble. Pero, falta que ese compromiso que ya está y se construyó a lo largo de 20 o 30 años de democracia, de solidaridad ante la tragedia, pase en el día a día porque, sino no se explica que todavía siga habiendo

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cuatro millones de pobres en la Argentina. Si hubiera un compromiso diario, no sólo de la política y de las empresas, sino de todas las personas, si en ese día a día, tuviéramos un compromiso la comunidad, las empresas y el estado, no habría cuatro millones de pobres.

6. ¿Consideran que es posible crear una cultura solidaria en Argentina? ¿Cuál creen que sería el mejor camino? La cultura solidaria ya está, en este momento. En su mejor momento, al menos desde la creación de la red. Es lo que te decía, ahora apretás un botón y están las personas ayudando. Para poder lograr el compromiso diario, y salir de esto, de la ayuda momentánea ante una tragedia o episodio particular, en principio es necesario decirlo. Las excusas nuestras son las campañas permanentes. Ahora, estamos tratando de lograr que un millón de personas baile. Puede parecer una pavada, y quizá sí lo es, pero no hay una causa. Lo que pensamos es que frente al fin de año, momento en el que todo es complicado, y los malestares diarios y demás, nosotros estamos pensando en que un millón de personas bailen al mismo tiempo. Después, vamos a ver, primero si juntamos ese millón… capaz no va a suceder, o sí, nunca se sabe! Pero luego vamos a ver si hacemos que, ese día, todo el mundo aprenda el RCP (reanimación cardiopulmonar), entonces, decimos que, si un millón de personas aprende a hacer primeros auxilios ese día, sabemos que, en los próximos dos años, media vida por día vamos a poder salvar. Porque, estas personas son multiplicadoras de una situación que puede suceder, y van a saber qué hacer. Pero en principio queremos que bailen porque sí, porque si un pueblo pueden hacer que un millón de personas bailen al mismo tiempo porque sí, algo bueno está pasando! De la misma forma se podrán recrear otras acciones.

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Un ejemplo fue el record absoluto de Helenita, que está pasando en este momento. Nosotros, al no ser una organización formal, no recibimos dinero de nadie, y todos somos voluntarios, pero sí ante ciertos casos accionamos para juntar fondos. Con Helenita era bastante concreto el panorama: si no tenía U$S 900.000 corría riesgo de vida, y estábamos en una carrera contrarreloj de tres meses. Veníamos de febrero de 2012 del caso de Sebastián, que también era un caso de una enfermedad muy rara, y para el logramos juntar U$S 600.000 en tres meses o cuatro con el aporte de la gente. Nosotros siempre lo bajamos a la participación mínima, de $10, que esté al alcance de todos, y lo comunicamos al país entero. Helenita necesitaba U$S 900.000 en abril de este año, entonces nos juntamos y vimos que teníamos tres meses, pero pensamos que quizá en 60 días llegábamos a juntarlos si empezábamos a comunicarlo incansablemente. Y fue en once días que juntamos el dinero para la primera operación, con el aporte de 500.000 personas en esos días, y con la ayuda de 2.200.000 que compartieron en las redes sociales la foto de Helenita. Y bueno ahora, como el primer trasplante salió mal, nos contactaron nuevamente y en 15 días volvimos a juntar para la segunda intervención. Por eso es que creo que, volviendo a la pregunta, estamos en un momento increíble. Las redes sociales son una gran herramienta, pero además, ante la crítica constante de lo mal que estamos, que la sociedad está desunida y demás… bueno éste es el mismo pueblo argentino, ¡es la misma gente la que ayuda y se mueve por estos casos!

7. Entonces, ¿es posible observar la ayuda desinteresada en la gente? Sí, claro que sí! Por lo anterior y otro ejemplo fue la inundación de La Plata el año pasado. En la ayuda a los inundados de La Plata participaron… no me acuerdo el número exacto ahora, pero me acuerdo que si hacíamos una fila imaginaria, esa fila llegaba desde la Plaza de Mayo, una persona atrás de otra, hasta la capital de Córdoba. Era increíble… casi 1.000 km de personas haciendo

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cola para ayudar desinteresadamente! Y después hay ayuda más desperdigada, en los 1200 comedores de todo el país que trabajan todos los días en pos de ayudar a otros, para darle de comer a la gente.

8. ¿Qué mensaje pretenden transmitir a la sociedad? Que en conjunto todo se logra. No hablamos de política nada más, sino en el trabajo de todos los argentinos por una sociedad mejor. La solidaridad lo que potencia es poder tener contacto con quienes padecen, poder tener contacto con el campo, por ejemplo, para mandar comida a gente que sufre hambre, con el gobierno lo mismo, o una empresa. Las acciones que uno emprende solidariamente las emprende porque es justo que sea así. Lo mejor que le podría pasar a la Red Solidaria es dejar de existir por no tener temáticas que abordar!

9. ¿Cuáles son sus objetivos o aspiraciones actuales? Un gran objetivo, ya más una obsesión, es el hambre. Estamos muy cerca, en los próximos dos años, de llegar al hambre cero en Argentina. Retomando palabras más de Juan (Carr), cuando él entra en la facultad de veterinaria, él estudia por su obsesión con el hambre, para crear una fórmula para terminar con el hambre en la Argentina. Y siempre cuenta que le decían sus profesores: " No seas iluso, nunca va a haber más comida que personas ".

Veinte o treinta años después, la

realidad es otra, y el tiempo le da la razón a un soñador, como es Juan, y se puede decir que hay más comida que gente en el mundo, solo que está mal distribuida. No estamos hablando de pobreza, son dos cosas distintas, la línea de pobreza sigue igual desde el '83 hasta acá. Pero no el hambre. Donde hubo chicos menores de 12 años con hambre, trabajamos para erradicarlo, y antes recibíamos información de distintos puntos del país periódicamente. Ahora no. El hambre extrema ahora está

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muy relacionada más que nada con las comunidades indígenas, donde el acceso al acceso es difícil, entonces es complicado poder determinar dónde están esos casos. Pero después en el resto del país está bastante controlado, y de hecho ya hay muchas ciudades donde detectamos hambre cero, y queremos empezar a declarar esas ciudades, pero obviamente hay un costo político ahí. Por eso, en estos momentos de rispidez política, quizá, cuando Juan declara "estamos muy cerca del hambre cero, pero aún hay 1.800.000 personas que sufren hambre y no los podemos ubicar", cero"

un diario publica "Estamos muy cerca del hambre

y otro publica "Todavía hay 1.800.000 personas que sufren hambre" (risas).

Estimamos que estas personas se encuentran más bien en el norte de la Argentina y la imposibilidad de encontrarla está en el acceso al acceso para hacer saber que están sufriendo hambre.

10. ¿Cuáles son iniciativas que impulsa la Red? ¿Cómo se gestan y comunican? Dentro de las temáticas, lo último con lo que estamos muy involucrados es con el autismo, con los padres de TEA144, que trabajan muy bien en la difusión de información. Y esto es lo último, pero al principio, del '95 al '98, el 50% de los llamados eran por chicos perdidos, entonces, de la Red Solidaria nace Missing Children145, en 1999. En el 2005 se pensó en que se estaba cubriendo esta temática, pero hasta los 18 años, ¿y qué pasa cuando son mayores y están

TGD – Padres TEA es una organización de padres que coinciden en la ardua travesía de acompañar a sus hijos o parientes con TGD/TEA: trastorno generalizado del desarrollo / trastornos del Espectro Autista. Fuente www.tgd-padres.com.ar, consultado el 24 de Octubre de 2014. 145 A fines del año 1999 se constituyó con un grupo de voluntarios de Red Solidaria, la Asociación Civil sin Fines de Lucro "Missing Children - Chicos Perdidos de Argentina", para ayudar a las familias a encontrar a sus chicos perdidos, a través de la creación de un sistema ágil, eficaz y eficiente para la búsqueda de menores perdidos, entendiéndose por tales a los menores de edad según la ley de su domicilio y a los incapaces judicialmente declarados tales. Fuente: www.missingchildren.org.ar, consultado el 24 de Octubre de 2014. 144

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perdidos? Entonces descubrimos que había más de 200 personas perdidas en la Argentina que eran mayores. Hay un muchos proyectos que nacieron desde la Red Solidaria que antes no existían porque quizá, sí habían organizaciones que trabajaban por esas temáticas, o no, pero que uno va descubriendo, porque es lo que la realidad te va marcando, y no es solo lo que vos pensás que se necesita. Todo fue un camino que se nos presentó. En verdad, al principio fue preguntarse quién necesita algo y a quién podemos conocer que pueda ayudar. Y después fuimos descubriendo mecanismos para comunicar eso; sin querer, se convirtió la Red Solidaria en un comunicador de un montón de temáticas. Por ejemplo, cuando hablamos de bosques, podemos conectar con Banco de Bosques, con Greenpeace, con Vida Silvestre. Cuando hablamos de celiaquía, podemos conectar con cuatro o cinco lugares; cuando hablamos de donación de órganos podemos conectar con el Incucai, Cucaiba… si se trata de Pueblos Originarios, nos relacionamos con Arte y Esperanza, con Silataj, con Artesanías Argentina, con el Proyecto Yungas, Fundación Gran Chaco. En cada temática que fuimos descubriendo, también descubrimos quiénes trabajan por esa temática, y ayudamos viendo qué necesitan, en qué están y ver cuándo y con qué podemos darles una mano y así, entre todos, darle fuerza a ese tema.

11. ¿Tienen idea con cuántos voluntarios cuentan hoy? Entiendo que suman voluntarios que prestan ayuda física como virtual, entonces entiendo que sería difícil cuantificarlos. Sí, es difícil. Cuando nos preguntan un número decimos que son 73 redes, y también decimos que aproximadamente hay 10 personas cercanas a cada red que ayudan en el día a día. Entonces aproximadamente hay unas 750 personas en todo el país que son voluntarias en Red Solidaria, pero no todos nos conocemos personalmente. Hace dos años hicimos un encuentro al que asistieron 11 redes de

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todo el país, y ahora se está haciendo otro encuentro en Chacabuco, con las redes de la zona, pero nos contactamos mucho por mail, por teléfono, redes sociales.

12. ¿Cómo se asumen los roles dentro de este "caos ordenado"? Marie, mi mujer, es la que está en el día a día con todas las redes. Le escriben directamente a ella desde todos los puntos del país, y ella, según la temática va derivando, o bien si alguien quiere formar un nuevo nodo de la Red en el país ella le explica cuál es la idea y ve también si hay un ida y vuelta del otro lado. Muchas veces pasa que la gente escribe muy ansiosa para hacer algo, pero después del segundo mail no obtenemos más respuesta. Si prospera ahí, si pasa a Marcelo Lopez Birra, y él ya si baja más como una formalidad de lo que es la informalidad de la organización: no hay personería, no hay dinero de por medio, y demás. Baja la estructura dentro de la no estructura de la Red. Esta bueno esto del caos ordenado, es como muy revolucionario, y en gran parte es por Juan que entendió muy rápido como podía funcionar mejor una red. Hoy nos preguntan todavía "pero cómo es que no tienen una oficina, un lugar, etc? "

Pero, uno está tan relacionado con

todos, que si, hoy, me dejás en Tigre, y yo me voy caminando hasta Avellaneda, no hay lugar donde no tenga una computadora a disposición a cinco cuadras de mí. Eso es una red. Y además, Juan siempre dice: para qué vamos a tener una estructura si ya está todo hecho? Si ya existen todas las estructuras. ¿Por qué voy a tener un depósito, si está el de River? Entonces si vos le decís a la gente "mandame las cosas al depósito de Red Solidaria",

le tenes que decir donde es, como llegar. En

cambio, le decis "mandame las cosas a River" y fuum! Listo. Ya existen todos los lugares, están hechos. Lo único que había que hacer era conectarlos. Que estén en el día a día somos un grupo de 15 personas, entre los que estamos Martin Cañola y yo. Juan es como un gran receptor de todo y de todos, y va derivando. También, está Belen Quellet que es una genia, es una gran referente que

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está en la Red desde el '97 aproximadamente y es la que se ocupa específicamente de personas perdidas. Tiene muy claro todo, al igual que Marcelo. Y después, también la Red es un montón más de gente, cuando emprendes distintas iniciativas, como los recitales para Chile, que aprendimos a hacerlos porque hubo una productora que se nos acercó y nos dio una mano, y ellos son después referentes para nosotros para hacer distintas cosas. Hay mucho ida y vuelta, no es bajar una línea sino es compartir y charlarlo. Entonces, referentes tenemos en todos lados. Y si pasa algo en otro lado, nuestro referente pasa a ser el que está en el lugar. Por ejemplo, cuando pasó lo de la ceniza en Villa La Angostura, nos pusimos en contacto con la gente de allá, y de Bariloche también, para proponer ideas, y ellos nos plantearon otras necesidades como prioritarias, como por ejemplo comida para las ovejas y animales, pues los campos estaban cubiertos de cenizas. Y si nosotros hubiéramos tomado decisiones, sin apoyarnos en ellos, hubiéramos hecho cualquier cosa!

13. ¿Cómo fueron incorporando las redes sociales? Como te decía al inicio, imaginate que, si nació como una Red Solidaria Informática, cómo estábamos esperando esto de las redes sociales, no? Hoy en día debe haber alrededor de 750.000 personas conectadas a todos los perfiles de las redes sociales de Red Solidaria: Pinterest, Instagram, Twitter, Facebook, Google+, web. Calculando los que se repiten, es decir, que nos siguen a través de más de una red, estimamos que hay 400.000 personas que todos los días están esperando que le digamos algo. Estamos muy atentos a todo esto y es una gran herramienta para comunicar. Lo estábamos esperando y veíamos que iba a ser por ese lado, a tal punto que, hacemos la semana del compromiso digital, con el cual no hace falta ir personalmente a algún lugar lejano, sino que nos ayuden con la difusión de alguna temática en algún momento del día, para que, quien mire y lo vea, al menos, se pregunté qué es. Está bueno, y sirve muchísimo!

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14. ¿Qué les genera ver la respuesta de la gente? Está buenísimo, nos sorprende día a día aún. Igual hay un idioma ahí, no es mecánico. Y también tratamos de organizarnos lo mejor posible, por ejemplo, el Facebook y el Twitter los maneja Juan, en realidad lo manejamos todos pero dejamos a él, principalmente, porque él es un gran lector de cómo llegarle a la gente, cómo hablarle. Y si ves, lo mismo de cómo funciona la Red, que empieza con una idea, pero va mutando porque la realidad te va mandando y la misma comunidad te va diciendo cómo hacer, y no vos a ella, lo mismo pasa cuando nosotros hacemos una campaña. La comunicación es clave: si decimos "necesitamos 25 kg de arroz para un comedor en San Fernando" no vamos a tener la misma respuesta que si posteamos, por ejemplo, que Fernanda de 25 años lo dirige y necesita una mano para poder alimentar a los chicos que se acercan. Hay veces que, la gente ve a la Red Solidaria como algo conocido y que funciona muy bien, y es así, es verdad. Pero también, no se ven las 50 iniciativas que nos salen mal. Hay un montón de fracasos previos para llegar a ese caso exitoso que, sale en una noticia. No somos geniales! Pero aprendemos de eso que nos sale mal. Y empezamos a descubrir que la gente quiere participar. Siempre quiere participar.

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BIBLIOGRAFIA

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Bibliografía

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