Llegar del campo: la instalación de la migración granadina en la ciudad de Barcelona en la posguerra

July 23, 2017 | Autor: E. Tudela Vázquez | Categoría: Urban History, Oral history, Labor Migration, Social History
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Descripción

Llegar del campo: la instalación de la migración granadina en la ciudad de Barcelona en la posguerra* Enrique Tudela Vázquez Universitat de Barcelona Resumen: Las décadas de 1940 y 1950 fueron determinantes para el desarrollo urbano de la ciudad de Barcelona. En esos años la ciudad vio como su población comenzaba a crecer a consecuencia de la progresiva llegada de emigrantes, procedentes en su mayoría de las zonas rurales empobrecidas del sur del Estado español. Estos nuevos habitantes de la ciudad y su área metropolitana fueron encontrando trabajo principalmente en los sectores de la construcción, industria y servicio doméstico, dando lugar a una reconfiguración de la clase obrera local a partir de su adaptación al nuevo escenario donde se desarrollarían sus vidas en los años del primer franquismo. El desarrollo urbano de Barcelona en aquellas décadas estuvo determinado por la incapacidad institucional para hacer frente al problema que ocasionaba la falta de vivienda, lo que llevó a la aparición de nuevos enclaves barraquistas, que con el tiempo fueron configurando nuevos barrios, en parte a raíz de las políticas municipales desarrolladas con motivo del Congreso Eucarístico Internacional de 1952. Esta comunicación pretende abordar el fenómeno de la migración a la ciudad de Barcelona, particularmente la procedente del medio rural granadino, y su impacto en la dinámica urbana barcelonesa. Palabras clave: Migración-Barraquismo-Trabajo-Urbanismo-Conflictos Abstract The 1940s and 1950s decades were crucial to the urban development of the city of Barcelona. In those years the city saw how its population began to grow as a result of the gradual arrival of migrants, mostly from impoverished rural areas of southern Spain. These new inhabitants of the city and its metropolitan area, found jobs mainly in the sectors of construction, industry and domestic service, leading to a reconfiguration of the local working class. In this process was crucial its adaptation to the new scenario in which they would develop their lives at the first years of Franco's dictature. The urban development of Barcelona in those decades was determined by the institutional inability to address the problem that caused homelessness, which led to the emergence of new shanty *

El autor de esta comunicación pertenece al TIG (Treballs, Institucions i Génere), grupo de investigación vinculado a la Universitat de Barcelona. Actualmente realiza su tesis doctoral en dicha universidad con el título “Migraciones granadinas a Barcelona, 1940-1960”, bajo la tutela de la Dra. Cristina Borderías Mondejar y co-dirigida por la Dra. Teresa María Ortega López, de la Universidad de Granada. Esta comunicación se inserta en el proyecto del Ministerio de Ciencia e Innovación, Crisis y reconstrucción de los mercados de trabajo en Cataluña (1769-1960) HAR2014-57187-P.

enclaves, which over time were setting new neighborhoods, in part because of municipal policies developed for the International Eucharistic Congress in 1952. This paper aims to address the phenomenon of migration from the southern province of Granada to the city of Barcelona, particularly from the rural areas, and its impact on the Barcelona urban dynamics. Key words: Migración-Barraquismo-Trabajo-Urbanismo-Conflictos La amplia emigración procedente de diversas zonas rurales del Estado español, que llegó tanto a la ciudad de Barcelona como a su área metropolitana a partir de la década de 1940 y fijó en ella su residencia de manera definitiva, es un hecho de una importancia incontestable. Los mecanismos de llegada y asentamiento de esta nueva población en el contexto urbano catalán de posguerra, han recibido cierta atención por parte de investigadores e instituciones en los últimos años. Destaca en este sentido el esfuerzo divulgativo que se ha venido realizando para dar a conocer una realidad compleja y que a menudo choca con la imagen que actualmente tienen muchos barceloneses de su ciudad.1 No obstante, si atendemos al plano de la investigación sobre este fenómeno, las dificultades para su cuantificación han sido destacadas por autores que han tratado de reconstruir la magnitud de una situación con frecuencia oculta por las fuentes oficiales, como censos y padrones.2 El fenómeno del subregistro en aquellos años fue tan extendido y está tan asumido, que con frecuencia lleva a afirmar que lo documentado es tan solo la “punta del iceberg” de la realidad de una época, en la cual muchas personas trataron de pasar desapercibidas al llegar a la gran ciudad procedentes del medio rural. En este sentido, resulta de indudable interés remitirse a aquellas fuentes que puedan proporcionarnos información para cubrir los vacíos historiográficos. En el caso de las fuentes orales, contamos todavía con la posibilidad de entrevistar a personas que vivieron la experiencia de la emigración y el asentamiento en la Barcelona de la posguerra. A través de sus relatos, las experiencias del viaje, la llegada, el asentamiento y la búsqueda de empleo en la ciudad, adquieren dimensiones narrativas que ayudan a profundizar en el conocimiento de esta experiencia histórica. La década de los cuarenta se caracterizó por una coyuntura en la cual los movimientos de población eran mal recibidos por un régimen que basaba su poder en el control de la población. En un articulo donde abordaba la relación entre la dictadura franquista y la inmigración interior, en relación con el caso de la ciudad de Sabadell, Martí Marín hace referencia a una serie de 1

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Destacamos entre otros la existencia de un Museu d'Historia de la Immigració a Catalunya en la localidad de Sant Adriá del Besòs, lindante con Barcelona e inaugurado en 2004. También la exposición Barraques, la ciutat informal que fue organizada por el Museu d'Historia de la Ciutat de Barcelona en 2008, o la emisión del documental Barraques. La ciutat oblidada de TV3, que fue muy bien acogida por el público tras su emisión en 2010. En su tesis doctoral Joaquin Recaño afirmaba que no hay posibilidad de seguimiento censal hasta 1970 y por tanto se desconoce la dinámica de los 30 años anteriores, en Joaquín RECAÑO VALVERDE: La Emigración andaluza, 1900-1992: cronología, aspectos demográficos, distribución espacial y componentes socio-económicos de la emigración andaluza en España. Tesis doctoral. Universitat de Barcelona. 1998.

circunstancias, fruto de la coyuntura de la década de los cuarenta, que habrían dificultado durante los primeros años de la dictadura lo que él denomina “el derecho de fuga” de la población rural hacia las zonas industriales, pero que en ningún caso llegaron a impedirla. 3 Tales factores fueron el proceso de repatriación forzada de los refugiados de guerra en 1939, para que, llegado el caso, pudieran ser depurados o juzgados en su lugar de residencia anterior. Hay que tomar en cuenta que mientras duró esta actividad clasificadora y punitiva, sobre todo entre 1939 y 1944, se procuró que ésta población no se desplazara, del mismo modo que entre 1945 y 1948 la actividad de las guerrillas rurales y urbanas de oposición al régimen desaconsejaron mantener elevados contingentes de población flotante. Por último, y como ha sido bien documentado por otros investigadores, los efectos inmediatos de la llegada de migrantes a la areas urbanas catalanas, con sus consecuencias de suburbialización y miseria, llevaron a desarrollar una política por parte de las instituciones barcelonesas de detención y repatriación de estos inmigrantes. 4 Sin embargo, aquellos años, fundamentalmente la segunda mitad de la década de 1940 y toda la década de 1950, fueron una época en la cual las migraciones interiores volvieron a activarse, dando lugar a unos movimientos de población de indudable magnitud, que sentaron las bases de las grandes oleadas migratorias del periodo 1960-1975. De hecho, desde el ámbito de la demografía hace tiempo que se ha afirmado que cronológicamente hay que reivindicar un mayor protagonismo de la década de 1950 como iniciadora de los procesos de emigración andaluza, dado que “en dichos años se halla la clave de la comprensión del éxodo rural andaluz y su distribución espacial en regiones de acogida como Catalunya.”5 En el caso de Barcelona, en tanto que lugar de atracción hacía el cual se dirigieron una gran parte de estas corrientes migratorias, la durísima situación social de la posguerra fue el escenario de un movimiento de población que tuvo características diferentes a las del periodo de entreguerras. Según señalan algunos estudios, la novedad más grande de este periodo fue la llegada de grandes oleadas migratorias a la ciudad de Barcelona, procedentes de regiones que apenas habían comenzado a señalarse como tales en los años anteriores a la guerra civil. Ese es el caso destacado de la provincia de Granada, cuya población en la ciudad de Barcelona tan solo había estado representada anteriormente por las personas oriundas de poblaciones de la costa granadina (Motril, Albuñol, la Rábita, etc...), aquellas que durante el primer tercio del siglo XX venían emigrando junto con los almerienses y asentándose fundamentalmente en el barrio de la Barceloneta. Los años cuarenta vieron en cambio como esta tradición migratoria andaluza con destino a Catalunya, poco relevante en comparación con las migraciones de personas oriundas de Murcia, Aragón o Valencia 3 Martí MARIN I CORBERA: “Franquismo e inmigración interior: el caso de Sabadell (1939-1960)”, Historia Social, nº 56, (2006), pp. 131-152. 4 Inma BOJ LABIÓS y Jaume VALLÉS AROCA: “El pavelló de les missions: la repressió de la immigració", L' Avenç, 298, (2005), pp 38-44. 5 Joaquín RECAÑO VALVERDE: La población andaluza... pp 701.

por esas mismas fechas, perdía peso. Otras zonas de Granada pasaban, en cambio, a ocupar la primera posición, junto a varias provincias andaluzas, destacando el predominio de las personas procedentes de las comarcas del interior de la provincia granadina. A las alturas de 1950, el 40% de los habitantes de las barracas de la Barceloneta eran andaluces, de los cuales el 28% eran granadinos, el 20% jienenses, el 22% almerienses y el 14% cordobeses.6 Las características socio laborales de esta emigración andaluza de posguerra, se corresponden en términos generales con las de un temprano éxodo rural, que a partir de los años sesenta iba a quedar dibujado de la siguiente manera: “Los que emigran son, en primer lugar, los trabajadores sin tierra y sin empleo fijo, ocupados sólo estacionalmente por la agricultura o en trabajos de peonaje (obras públicas, repoblación forestal, etc) Emigran también los pequeños propietarios y los pequeños arrendatarios con explotaciones insuficientes para asegurar la subsistencia familiar. El límite entre ambas categorías, trabajadores sin tierras y empresarios minúsculos, es difícil de precisar. A estas dos categorías fundamentales se añaden los trabajadores no directamente agrícolas, pastores y artesanos rurales a los que el progreso técnico ha dejado sin trabajo, y los comerciantes arrastrados por la decadencia de la población en que residen”. 7 El caso granadino puede servirnos por tanto como muestra de un fenómeno más amplio que tuvo lugar en aquellos años en la ciudad de Barcelona y que nos da claves para comprender como se produjo la llegada e instalación de la población campesina, tanto andaluza como de otras regiones, en la ciudad de Barcelona en la posguerra.

Los nuevos habitantes de la gran ciudad Hasta las últimas aldeas llegan las sugestiones de la ciudad, convidando a los labradores a desertar del terruño, con promesas de fáciles riquezas. Recibiendo de la urbe tentaciones, sin preparación para resistirlas y conducirlas, estos campesinos que han perdido el campo y no han ganado la muy difícil civilización, son árboles sin raíces, astillas de suburbio que la vida destroza y corrompe. Esto constituye el más doloroso problema de nuestro tiempo. Esto no es símbolo, pero sí un caso, por desgracia, demasiado frecuente en la vida actual.8 Así se expresaba la retórica del régimen franquista a comienzos de la década de 1950, respecto a la creciente migración rural rumbo a las grandes ciudades españolas, que quedó reflejada en una película emblemática de aquellos años, Surcos, dirigida en 1951 por José Antonio Nieves Conde, sobre una idea del escritor falangista Eugenio Montes que fue adaptada al guión 6 7 8

José Luís OYÓN y Borja IGLESIAS: “Les barraques i l'infrahabitatge en la construcció de Barcelona, 1914-1950”, Mercé Tatjer y Cristina Larrea (eds), Barraques. La Barcelona informal del segle XX. Ajuntament de Barcelona. Barcelona. 2010, p 33 Emma MARTÍN DIAZ: La emigración andaluza a Cataluña. Identidad cultural y papel político. Fundación Blas Infante. Sevilla. 1992, p. 21 Eugenio Montes, Surcos, 1951.

cinematográfico por Gonzalo Torrente Ballester. En dicha película se relataban las vicisitudes de una familia campesina castellana llegada al Madrid popular de la posguerra, haciendo hincapié en el efecto nocivo que la gran ciudad tenía para esta nueva generación de madrileños de origen rural. En el caso de Barcelona, estas “astillas de suburbio” a las que hace referencia la cita con la cual comenzaba la mencionada película, debían hacer frente a dificultades que ya se habían dibujado nítidamente en las décadas de entreguerras y entre las cuales predominaba la de encontrar vivienda. El problema de la vivienda es uno de los más destacados cuando se analiza la historia urbana de Barcelona. La llegada masiva de emigrantes que tuvo lugar durante las décadas de entreguerras, produjo como resultado una densificación del centro histórico, que en algunos de sus barrios como la Barceloneta, Santa Mónica y Sant Pere-Santa Caterina llegó a alcanzar unas elevadas cotas de 1000 habitantes por hectárea. Esto provocó un intenso fenómeno de construcción suburbana, que acabó por engullir los antiguos municipios del Llano barcelonés (Gracia, Sants, Sant Martí de Provençals, Sant Andreu de Palomar...), transformando definitivamente la fisonomía de la ciudad. Esa corona periférica tenía en 1930 una población que rondaría los 400.000 habitantes, englobando cerca del 40% de la población del municipio. Era la sede de la mayor parte de las fábricas y talleres de la ciudad y el lugar de residencia del grueso de los obreros barceloneses. 9 Iniciativas como el Patronato de la Vivienda o el Fomento de la Vivienda Popular, trataron de paliar la escasez de viviendas asequibles mediante la creación de cuatro grupos de Casas Baratas durante la dictadura de Primo de Rivera, para tratar de alojar en ellas a los trabajadores que se desplazaron a Barcelona a trabajar en las obras de la Exposición Universal de 1929 y en las primeras obras de las lineas de ferrocarriles metropolitanos. De todas maneras la incidencia de estos proyectos de vivienda social fue mínima ante la magnitud de la demanda, lo cual explica las dimensiones que por esas fechas empezaron a alcanzar los enclaves barraquistas en lugares como Montjuich y las playas de Somorrostro. La construcción de barracas era, por tanto, la solución inmediata, flexible y económicamente asequible para muchos de los que llegaban a la ciudad en la precariedad más absoluta. En muchos casos, permitía conseguir un espacio adaptado a las necesidades de cada momento, con más luz y ventilación que en las habituales condiciones de hacinamiento en los pisos degradados de las periferias urbanas de entonces, a pesar de que a menudo no contaran con agua o electricidad y tuvieran unas condiciones sanitarias muy deficientes.10 Una década más tarde, la nueva oleada de emigrantes en las décadas de 1940-1950 y la persistente falta de reacción por parte de las autoridades, dispararían el número de barracas. Entre los muchos casos que se dieron en la ciudad, 11 mencionaremos el de la Barceloneta, que durante el 9

Jose Luis OYÓN: La quiebra de la ciudad popular. Espacio urbano, inmigración y anarquismo en la Barcelona de entreguerras, 1914-1936. Ediciones del Serbal, Barcelona, 2008, pp 43-44 10 Amador Ferrer: “Barraques i polígons d'habitatges en la Barcelona del segle XX”, Barraques, la ciutat informal..., p 61. 11 Un mapa editado por el Ayuntamiento de Barcelona en 1945, señalaba 138 grupos de barracas y cuevas, de las

periodo 1936-1939 sufrió de forma acusada los bombardeos que afectaron a los tradicionales núcleos barraquistas del barrio. Éstos habían sido originados por los pescadores desde finales del siglo XIX y ampliados durante los años de entreguerras por parte de la emigración más humilde de aquellos años, como el de Somorrostro y las barracas del Gas, situadas entre la fábrica de Catalana de Gas y la playa de Bogatell.12 En la posguerra estos núcleos de barracas se habían multiplicado y crecido considerablemente. Sin embargo, no todo ese crecimiento era resultado de la inmigración, dado que también acogían a parte de la población pescadora y portuaria con menos recursos del barrio. Investigadoras como Mercè Tatjer citan testimonios de inquilinos que necesitaron avales de buena conducta para poder volver a ser admitidos en los hogares que ocupaban antes y durante la guerra civil y que por tanto tuvieron que recurrir al barraquismo para poder alojarse tras la guerra.13 De cualquier manera, las vinculaciones entre migración y barraquismo son evidentes, dado que las personas recién llegadas a Barcelona, con pocos medios económicos, apenas disponían de otra alternativa que no fuera alojarse en una barracas o bien en algún tipo de infravivienda. De hecho, la experiencia mayoritaria en aquellos años no fue la del barraquismo, sino la de la cohabitación, que encubría numerosas prácticas de hospedaje y realquilado de viviendas. El estudio de los padrones de 1940 y 1950 por parte de algunos investigadores, permite observar que los hogares de viudas, que habían crecido tras la guerra, concentraban en 1950 porcentajes de huéspedes o realquilados declarados que representaban un 36% de todos los hogares presididos por mujeres.14 Se trataría del caso de las “mastressas”, un fenómeno bastante extendido en la Barcelona de la posguerra, donde lo más común hacia 1950 era compartir casa y, en cambio, era excepcional vivir en una familia nuclear. Muchos hombres solteros recién llegados a la ciudad, encontraron en estas casas de “mastressa” un lugar donde alojarse y comenzar a integrarse en la vida laboral de la ciudad. Pero sin duda, la situación se complicaba extraordinariamente para las familias que emigraban juntas.

Venir para quedarse Llegaban en trenes abarrotados a los andenes de la estación de Francia (…) Como siempre la ciudad no tenía capacidad para absorber este aluvión. Los inmigrantes se alojaban en chamizos, por falta de cuales 82 se situaban en terrenos particulares y 56 eran de propiedad municipal o de diferentes instituciones. 123 grupos eran de barracas, 10 estaban formados por cuevas y 5 tenían barracas y cuevas. Dossier Memòria del barraquisme. Revista Carrer, nº 106, maig 2008, p 16 12 La Barceloneta fue una de los barrios más castigados por los bombardeos durante la guerra civil, lo que provocó un abandono del barrio por muchos de sus habitantes durante la contienda. Durante los días 16, 17 y 18 de marzo de 1938 los bombardeos de la aviación fascista italiana afectaron a la plaza Francesc Magrinyá, hoy plaza del Poeta Boscá, centro neurálgico del barrio donde se encontraba el mercado, ocasionando 34 muertos y más de cien heridos. Marga VIDAL: Barceloneta, records d'un barri, Ajuntament de Barcelona, Barcelona, 2013, p 26. 13 Mercè TATJER: “Barraques i projectes de remodelació urbana a Barcelona, de l'Eixample al litoral (1922-1966)” en Barraques, la Barcelona informal..., p 47. 14 Jose Luís OYÓN y Borja IGLESIAS: “Les barraques .... “ p 34.

casa. A estos chamizos se les llamó “barracas”. Los barrios de barracas brotaban de la noche a la mañana en las afueras de la ciudad, en las laderas de Montjuich, en la ribera del Besós, barrios infames llamados “La Mina”, el “Campo de la Bota” y “Pekín”. Lo inquietante de este fenómeno, lo peor del barraquismo, era su carácter de permanencia: de sobra se veía la voluntad de permanencia de los barraquistas, su sedentariedad.15 Testimonios de familias emigrantes llegadas a Barcelona a finales de la década de 1940, transmiten la imagen de un movimiento de población que para nada resultaba marginal, sino que implicaba a miles de personas, que iban llegando continuamente a la ciudad y que lo hacían acompañadas por sus familias. Custodia Moreno, que llegó con sus padres siendo una niña procedente de la ciudad de Granada a Barcelona y acabaron instalados durante décadas en las barracas del Carmelo, recuerda así el viaje que realizaron con su familia en noviembre de 1947: Estuvimos tres días de viaje y me acuerdo del tren abarrotado de paquetes, de bultos, de gente. Nosotros todavía teníamos asiento, porque si hacías la reserva, con el billete de la Renfe los que podían, si hacías un esfuercillo podías sacarte ya la reserva y tener asiento. Y si no pues a lo libre. Nosotros veníamos con asiento y a pesar de venir con asiento no nos podíamos mover del asiento, porque los paquetes estaban hasta en el water. Es que no podías ni ir al lavabo (…) La gente intentaba traerse de su tierra... primero porque veníamos aquí y... ¿a ver a qué? Y hasta los cacharros de la cocina. La gente se traía hasta los colchones, todo. Y como el único medio de transporte para la mayoría de gente pues era el tren, pues los trenes iban que ya te digo. Había personas y había no sé cuantos paquetes por persona.16 Esta maniobra de instalación en la ciudad de muchos campesinos y trabajadores granadinos, implicaba abandonar definitivamente sus lugares de origen, en los que habían vivido en muchos casos durante generaciones y a los cuales la mayoría no pensaba regresar. Explica también la tensión entre la decisión de emigrar y el deseo de seguridad, de reducir al mínimo los riesgos inherentes a la movilidad.17 Ese es el caso de Emilia Trujillo, quien se subió al tren en Granada un 18 de septiembre de 1948 con el objetivo de instalarse en Barcelona junto su madre y su hermano pequeño. La madre de Emilia, jornalera y viuda de un jornalero republicano que pasó tres años en la cárcel tras la guerra y murió tiempo después de tuberculosis, apostó por una ruptura total con el territorio que dejaban atrás, dado que esta era una condición necesaria para sufragar los gastos del viaje: Mi madre vendió la casa de la abuela y con ese dinero se compró el billete y nos vinimos pa'ca. Cogimos el tren de Granada hasta Murcia, luego de Murcia a Valencia y después de Valencia aquí a Barcelona. Y cuando llegamos a Barcelona pues no teníamos donde meternos, no me da vergüenza decirlo.18 Emilia, su madre y su hermano llegaron a la ciudad con 400 pesetas “que eran lo que le había sobrado a mi madre de los billetes de tren”. Vinieron con familia, todos procedentes de 15 16 17 18

Eduardo MENDOZA: La ciudad de los prodigios, RBA, Barcelona, 1986, pp 371-372 Entrevista a Custodia Moreno. Nacida en Granada en 1943. Realizada en Barcelona el 30/10/2014. Victor PEREZ DIAZ: Emigración y cambio social, Ariel, Barcelona, 1971 p.71 Entrevista a Emilia Trujillo. Nacida en Guajar-Faragüit en 1934. Realizada en Barcelona el 18/06/2013.

Guajar-Faragüit, un pequeño pueblo cercano a la costa granadina. Ya en el tren les hablaron de las barracas del Gas, donde una mujer que iba a encontrarse con su marido que vivía allí les ofreció alojamiento, pero al llegar no les dieron cobijo por falta de espacio, por lo que otra paisana les acabó acogiendo en otra barraca. El 1 de octubre, pocas semanas más tarde, llegó una hermana de su madre del pueblo que traía dinero y así pudo comprar una barraca en el Somorrostro. Al describir la barraca de su tía Pura y el grado de hacinamiento que en ella se daba, Emilia muestra los mecanismos de solidaridad familiar y comunitaria que en aquellos años iban permitiendo una progresiva reagrupación en Barcelona de las familias que abandonaban los pueblos granadinos: “(La barraca) Tenía un trozo de patio. Tenía una habitación que dormíamos catorce y luego tenía un pasillo para salir afuera, a la entrada y allí tenía otra cama puesta para un primo mio que también se vino”. Tiempo más tarde otra prima de su madre que llegó del pueblo, se compró una barraca y allí marchó una parte de la familia, con lo que se vació la barraca y pudieron disponer de más espacio, hasta que la situación económica les permitió comprar su propia barraca. Las fuentes orales también nos transmiten la imagen de una ciudad donde la llegada masiva de emigrantes procedentes del campo, con frecuencia poco acostumbrados a desenvolverse en espacios urbanos y a enfrentar los retos que requiere la búsqueda de alojamiento en un contexto de escasez de este recurso, hacía que fueran víctimas de abusos y engaños. Las barracas se convertían de esa manera en el refugio de algunas personas que habían pasado por malas experiencias al desembarcar en “La ciudad de los prodigios”. Este es el caso de Maruja Ruiz, que llegó a Barcelona en 1949 procedente de Guadix, acompañando a su madre y a su hermano, fruto de otra unión de su madre, dado que el padre de Maruja se hallaba prófuga tras haberse fugado de la prisión donde estaba cumpliendo condena por haber militado en la CNT y luchado en el bando republicano. Traían el contacto de una familia que vivía en las barracas de Capitán Arenas, en la Diagonal, pero su intención era instalarse por su cuenta, ya que contaban con medios para ello. Sin embargo, la sensación de desorientación y desamparo que tuvieron al bajar del tren en Barcelona, propició que fueran estafados por una persona que se ofreció a ayudarles a encontrar vivienda: Cuando llegamos aquí a la Estación de Francia, se acercó un espabilado “¿Qué está buscando piso?” “Si, si, si” Y (mi madre) tenía ocho mil pesetas y a la pobre se las quitaron. Le dijeron: “Dámelas que yo te busco un piso” y nos llevaron a la calle de la Cera y entonces ese hombre no apareció nunca más. Y entonces, sin dinero y sin nada, recurrimos a la familia esta.19 De ese modo, acabaron viviendo con la familia cuyo contacto traían y que les recogió en las barracas de Capitán Arenas, de donde pocos años más tarde, hacía 1952, fueron expulsados: Cuando vino el Congreso Eucarístico nos sacaron, porque pasaban por ahí y no nos podían ver.

19 Entrevista a Maruja Ruiz. Nacida en Guadix en 1936. Realizada en Barcelona el 04/06/2014

¡Que se cierre la inmigración! Una política de vivienda insuficiente, dentro de un contexto de política económica fracasada, como fue la autarquía del primer franquismo, condujo en Barcelona a una situación extremadamente critica, mucho mayor que la de las barracas y los realquilados de los años veinte. La creación del Instituto Municipal de la Vivienda en 1944 se caracterizó por ceder a la iniciativa privada la labor social que debían realizar las instituciones y, como mucho, construir en los espacios que todavía quedaban libres en los cuatro grupos de viviendas baratas heredadas del antiguo Patronato de la Vivienda. Se trataba de unos llamados albergues - viviendas ultra económicas, que constituían unas infra-viviendas que no respetaban normativa alguna y “tenían el dubtós merit d'entaforar una cuina-menjador, dos dormitoris i una cambra de bany en 20 m2.” 20 Como muestra de la falta de reacción institucional ante la magnitud del problema, cabe señalar que la labor realizada para paliar este problema por parte de los organismos estatales, desde el final de la guerra hasta 1953, fue menor que lo que se construyó tan solo en 1958, una vez creado el Ministerio de la Vivienda en 1957. La memoria del Instituto Municipal de Vivienda de Barcelona, reconocía a las alturas de 1948 que las cifras de viviendas construidas resultaban irrelevantes, frente al grave problema de vivienda económica, que seguía tan acuciante como lo estaba recién acabada la guerra.21 Esta situación llevó a que en una parte de la opinión pública barcelonesa se fuera creando un sentimiento de rechazo ante la emigración. Un autor anónimo firmaba en el Diario de Barcelona del 23 de octubre de 1949 un artículo titulado ¡Que se cierre la inmigración!, que comenzaba así: “Una de las causas fundamentales del problema que representa la escasez de viviendas, la traen a Barcelona de su mano los que a ella llegan procedentes de otras regiones españolas.” Esta vinculación entre migración y desarrollo incontrolado de la trama urbana, hundía sus raíces en la incompetencia y falta de voluntad del ayuntamiento para hacerse cargo del problema. No obstante, atendiendo a las voces que pedían una política represiva al respecto, tres años mas tarde el gobernador civil de Barcelona, el militar Felipe Acedo Colunga, nombrado para ejercer el cargo tras la huelga de tranvías de 1951, hizo publicar una circular en el Boletín Oficial de la Provincia. En ella instaba a las instituciones, en particular los ayuntamientos, a incrementar el control sobre la migración ilegal. Fueron los famosos años del Palacio de las Misiones, una de las épocas más oscuras de la historia contemporánea de Barcelona. Esta política tenía como antecedentes la promulgación de un bando del Ayuntamiento en 1949 y la creación del Servicio de Erradicación del 20 Trad: “Tenían el dudoso mérito de encajar una cocina-comedor, dos dormitorios y una cuarto de baño en 20 m2” en Ferran SEGARRA: De les cases barates als grans polígons. El Patronat Municipal de l'Habitatge de Barcelona entre 1929 i 1979. Ajuntament de Barcelona. Barcelona. 2003, p 29. 21 Amador FERRER I AIXALÀ: Els polígons de Barcelona, Edicions UPC, Barcelona, 1996, p.59.

Barraquismo en ese mismo año, así como al decreto del gobernador civil en 1952. Se calcula que entre 1952 y 1957, unas quince mil personas llegadas a la ciudad de Barcelona sin vivienda fija ni contrato de trabajo fueron internadas en el Palacio de las Misiones, un antiguo edificio que había sido construido como uno de los pabellones de la Exposición Universal de 1929, y posteriormente deportadas en tren a sus lugares de origen.22 Las dificultades para las reagrupaciones familiares ocasionadas por estas políticas no tardaron en ser sorteadas, a medida que la gente fue encontrando estrategias para burlar los controles de acceso a la ciudad. Destaca por tanto la existencia de mecanismos de aviso entre las personas ya instaladas en Barcelona y las que pretendían emigrar a ella, que permitían sortear el obstáculo y a cuyo conocimiento nos acercan las fuentes orales. Una de estas estrategias consistía en bajarse del tren antes de llegar a la temida estación de Francia, parada final de los trenes que venían cargados de emigrantes, en su mayoría procedentes del sur, y donde se realizaban la mayoría de los controles. Maruja Ruiz recuerda como consiguieron que sus tías llegaran a la ciudad, tras haber pasado una vez por la experiencia de la deportación: A mis tías las trajimos en la época en que las cogieron y las llevaron a Misiones, allí a Montjuich, y luego las llevaron otra vez al pueblo, a Guadix. Fueron deportadas, entonces la próxima fuimos a buscarlas a un pueblo y entramos de noche andando.23 Un caso semejante es el de Salvador Peinado, que como joven llegó a Barcelona en 1953 procedente de Santa Fé, importante municipio de la vega de Granada. Salvador llegó atraído por las oportunidades laborales que esperaba encontrar en la gran ciudad, pero también marcado por la dura experiencia de ser el único hijo del último alcalde socialista de su pueblo, quien fue fusilado en 1936, y también el haber perdido a su madre pocos años más tarde. En su primer viaje a Barcelona tuvo la suerte de ser aconsejado por un emigrante veterano, lo que le permitió evitar los controles policiales, que probablemente hubieran conducido a su detención y posterior deportación. Pero ese no fue el caso de su cuñado, que siguió sus pasos pocos meses más tarde y fue detenido al llegar: “Me vine con uno que se iba a Francia, pero que conocía esto. Y me bajó en Sitges porque me dijo “Si vas a Barcelona con la maleta esta y la cara de payés que llevas, en el momento vas a estar en Misiones” (…) Te bajas en Sitges. En Sitges coges otro tren de cercanías y te bajas en Gavá y en Gavá coges un autobús que te llevará, ahí ya lo preguntas, que te llevará a Cornellá. Y en Cornellá preguntas.” (…) “Se vino mi cuñado, no nos dijo nada, y lo cogieron, una vez que llega a la estación de Francia, que era al final, lo cogieron (…) Ni te preguntaban nada, ni donde ibas “¡Tu venga!” y... ¡Quien le decía nada a la policía! Lo cogían se lo llevaban a Montjuich. Y a Montjuich estaría por lo menos una semana porque nosotros recibimos una carta de él. Entonces no había teléfonos ni nada de eso. Y yo lo ví en Montjuich desde donde está el estadio, que está más alto y había un patio grande. Y ya cuando tuvieron gente suficiente para mandarlos ponían una pareja de guardias civiles y los volvían a Granada (…) Cuando llegaron a Albacete, hizo amistad con los civiles y le dijeron “Bájate a buscar agua y no vuelvas, ya te apañaras pa volver” y no llegó a 22 Martí MARIN: D'immigrants a ciutadans. La immigració a Catalunya del franquisme a la recuperació de la democràcia. Ajuntament de Sant adriá del Besós, Barcelona, 2004. p 48 23 Entrevista a Maruja Ruiz. Nacida en Guadix en 1936. Realizada en Barcelona el 04/06/2014

Granada, pero de Albacete pa'ca se tuvo que volver otra vez.” 24 Ambos testimonios muestran la particularidad de una situación en la cual se trataba, por una parte, de ejercer un control sobre la movilidad de la población, que continuamente era burlado por la persistencia de unas personas decididas a instalarse en Barcelona y por la porosidad que provocaba el hecho de tratarse de migraciones interiores, en las cuales no mediaba ningún tipo de frontera entre los territorios del Estado español. Por otra parte, muestra hasta que punto las autoridades sabían que era imposible detener esa incesante marea humana, formada por personas que no veían futuro de ningún tipo en sus lugares de origen y que estaban decididas a emprender el camino de la emigración. Al fin y al cabo sabían que, de alguna manera, la Barcelona que aparentemente les rechazaba, también necesitaba de sus brazos para trabajar.

Conclusiones: venir a trabajar a Barcelona. El proceso que condujo a la emigración granadina que llegó a la ciudad de Barcelona en las décadas posteriores a la guerra civil, estuvo determinado por varias causas, pero en líneas generales todas confluyen en un hecho: la gente vino a Barcelona en busca de mejores perspectivas laborales que las que tenía en Granada. No en vano, los años cuarenta fueron en tierras granadinas escenario de la articulación de toda una maquinaria legislativa construida a medida de los propietarios agrícolas y destinada a extirpar, no solo la memoria de las transformaciones revolucionarias del periodo de la guerra, sino también toda la experiencia reformista de la II República. En el medio rural granadino, la institucionalización de los abusos patronales culminaría con la aprobación de los Reglamentos de Trabajo Agrícola de 1947, con los cuales el nuevo régimen, a través de su legislación laboral, se encargaba de aniquilar décadas de conquistas laborales y de someter “a una mano de obra a la que se le recordaba, un día si y otro también, su derrota en la guerra y su completa exclusión de la regulación de las relaciones laborales” 25. Aquel mismo año, miles de granadinos montaban en los trenes y tomaban el camino de la emigración. La situación en muchos aspectos no se presentaba mejor en Barcelona, teniendo en cuenta las dificultades de todo tipo que tuvieron que enfrentar para su instalación en la ciudad. De alguna manera, no obstante, su empeño nos remite a ciertas nociones de movilidad social, en el sentido de que el desplazamiento de ocupación y de residencia podía implicar para ellos un cambio de posición en la escala social, pero también movilidad cultural, en tanto que cambiar el mundo rural por el urbano venía a ser de alguna manera una forma de realizar ciertos cambios en sus propias biografías 24 Testimonio de Salvador Peinado. Nacido en Santa Fe en 1935. Realizada en Sant Boi el 23/10/2104. 25 Teresa María ORTEGA LÓPEZ: “Las “miserias” del fascismo rural. La relaciones laborales en la agricultura española, 1936-1948”. Historia Agraria, nº 43. Diciembre 2007, p. 564.

que, de otra manera, era impensable poder percibir en el espacio social de donde partían las migraciones: la Granada de posguerra. La construcción, el servicio doméstico, la pequeña industria manufacturera, etc. fueron todos ámbitos laborales en los que la emigración granadina pudo ubicarse al llegar a la ciudad y en los cuales participó desde su lugar de residencia, en muchos casos los enclaves barraquistas. Para ello estas personas tuvieron que vencer también las dificultades evidentes de conciliar la vida de las barracas con una normalidad laboral. Fue en este espacio, el del suburbio barraquista, donde con mayor fuerza se produjo esta primera identificación con la ciudad donde iba a desenvolverse su vida a partir de entonces. En esta expresión del libre uso del espacio que significaban los enclaves barraquistas, este “hacer ciudad” en el sentido más básico de urbanizar terrenos hasta entonces inutilizados, como eran playas, montañas y solares, los nuevos habitantes de Barcelona, los emigrantes, sentaron las bases de una nueva sociedad barcelonesa que, con el tiempo, llegaría en muchos casos a protagonizar poderosos movimientos vecinales en las décadas de 1960-1970. Estos movimientos surgieron para reivindicar mejoras, fundamentalmente en los nuevos polígonos de viviendas a los que fueron trasladados a medida que se fue erradicando el barraquismo de la ciudad. Los emigrantes granadinos fueron en ese sentido una notable aportación al paisaje humano de la Barcelona de la segunda mitad del siglo XX, tanto por su número, como por la capacidad que tuvieron de sumarse al esfuerzo colectivo de crearse unas condiciones dignas de vida, habiendo dejado el campo atrás.

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