LITERATURA INFANTIL Y EDUCACIÓN EMOCIONAL. UN ESTUDIO PSICOLITERARIO DE CLÁSICOS LATINOAMERICANOS

July 22, 2017 | Autor: Yaritza Ferreira | Categoría: Literatura Latinoamericana, Literatura infantil y juvenil, Educación Emocional
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Descripción



LITERATURA INFANTIL Y EDUCACIÓN EMOCIONAL. UN ESTUDIO PSICOLITERARIO DE CLÁSICOS LATINOAMERICANOS

Autores:

Yaritza María Elba Ferreira Rincón
Jorge Miguel Piña Figuera

Institución: Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda
Correo Electrónico: [email protected] y [email protected]
Área Temática: Literatura infantil y Educación del niño

RESUMEN

El propósito de este artículo es estudiar desde una perspectiva psicoliteraria los clásicos latinoamericanos de literatura infantil de María Elena Walsh y Alfonso Cuesta y Cuesta como recursos para la Educación Emocional del niño en edad preescolar y escolar, respectivamente. El estudio se justifica en el plano psicopedagógico como un aporte en la formación de competencias emocionales en los niños atendiendo a los estadios propuestos por Piaget y en el plano científico y literario como un sustento crítico reflexivo en los estudios psicoliterarios. De este modo, la cotidianidad de la segunda infancia reflejada en la prolija poesía de Walsh invita al preescolar a encontrarse y darle significado a sus sentimientos interindividuales, morales y motivacionales. En tanto que la prosa de Cuesta y Cuesta ofrece un escenario de evocación de la evolución cognitiva, afectiva y moral que ha tenido el niño que se encuentra en la tercera infancia. En definitiva, se confirma que nunca se produce una acción totalmente intelectual, ni tampoco actos puramente afectivos y siendo la literatura infantil una ineludible experiencia en la escolarización y la Educación no formal, se constituye en un recurso no solo para favorecer el desarrollo cognitivo sino también la Educación de las emociones.

Palabras clave: Literatura Infantil, Educación Emocional, Psicoliteratura.

CHILDREN'S LITERATURE AND EMOTIONAL EDUCATION. A PSYCHO-LITERARY STUDY OF LATIN AMERICAN CLASSIC

ABSTRACT

The purpose of this paper is to study from a psycho-literary perspective, the Latin American Classic of Children´s Literature María Elena Walsh and Alfonso Cuesta and Cuesta as resources for Emotional Education of preschool and school age respectively. The study is justified by the psycho-pedagogical level as a contribution in the formation of emotional competencies in children attending the stages proposed by Piaget and the scientific and literary level as a critical reflective support in the psycho-literary studies. In this way, the everyday second childhood reflected in the poetry of Walsh invites preschool to meet and give meaning to their relational, moral and motivational feelings. While, the prose Cuesta and Cuesta provides a setting evocative of cognitive, affective and morae child, who is the third childhood, has had. In short, it is confirmed that a fully intellectual action never occurs and never a purely emotional event occurs and how children's literature is a must experience in schooling and non-formal education, it is a resource not only to promote cognitive development but also the Education of emotions.

Keywords: Children's Literature, Emotional Education, Psycho-literature.


INTRODUCCIÓN Y DESCRIPCIÓN DE LA SITUACIÓN

La psicoliteratura se inscribe en un género que agrupa producciones literarias cuyo fin es la transmisión de valores y hábitos de conducta dirigidos al público infantil y juvenil, en los cuales, el autor marca normas morales partiendo desde la denuncia o desde la experiencia negativa que viven los personajes que no las siguen. De manera que la psicoliteratura se inscribe en una ideología determinada que sigue un discurso adherido a la ideología políticamente correcta, los valores, la educación para la salud, los derechos humanos, la paz, la convivencia, la igualdad de géneros, la educación para la sexualidad y el respeto al ambiente y la multiculturalidad, (Lluch, 2004).

Asimismo, la psicoliteratura desde un punto de vista más pragmático, es considerada por algunos estudiosos como una disciplina de análisis literario y psicológico que aborda una reflexión crítica de las obras infantiles y juveniles en cuanto a los temas que interesan y ocupan a los jóvenes y niños en su desarrollo psicomotriz, cognitivo, emocional, hormonal y social. Desde esta perspectiva, la psicoliteratura se consolida como una dimensión didáctica de la literatura materializada en producciones apropiadas para contexto escolares y educación en valores, lo que supone un recetario de comportamientos sociales y emocionales idóneos, así como modelos a seguir por niños y jóvenes, (Liern, 2009).
De allí que el tema de Educación Emocional sea un punto de interés constante en las obras literarias infantiles y juveniles, precisamente, porque, en lo que respecta al desarrollo integral de la persona, no es posible desvincular lo cognitivo, emocional y social, (Piaget, 1991). Sin embargo, la Educación Emocional fue considerada hasta hace poco tiempo la cenicienta del sistema educativo y la educación en el hogar, llegando a ser desatendida por docentes y padres, pero nunca por los escritores literarios, quienes desde los más clásicos hasta los más modernos, han resaltado el papel de las emociones en cada una de las experiencias de vida del infante.

La Educación Emocional es un proceso educativo, continuo y constante que busca potenciar las competencias emocionales como un fundamento básico del desarrollo integral del ser humano, con el objetivo de prepararlo para la vida y para el bienestar personal y social, (Bizquerra, 2003). En estos términos, se considera a la Educación Emocional como un proceso que perdura durante toda la vida de la persona y se complementa con otros ámbitos del individuo, lo que implica la consolidación de competencias como un conjunto de conocimientos, capacidades y actitudes para comprender, expresar y manejar las emociones.

Justamente, tanto las producciones literarias como los estudios literarios vinculados con la psicología y la educación, generados en la última década han resaltado la importancia de contribuir con el desarrollo social y emocional adecuado durante la edad preescolar y escolar, (Riquelme y Munita, 2011). De este modo, se ha ido construyendo un nuevo contexto educacional en la segunda y tercera infancia que destaca el papel de la emoción, llegándose a hablar incluso, de la importancia de implementar estrategias y actividades para desarrollar la inteligencia emocional, reconociendo que existe un mundo afectivo estrechamente asociado con el ámbito cognitivo y social de los seres humanos.

Ahora bien, al hacer referencia al tema de la Educación Emocional necesariamente, se debe aludir al desarrollo emocional de la persona, el cual va de la mano con el desarrollo social, cognitivo, moral y físico. Sobre este particular, el niño atraviesa tres etapas de desarrollo: 1) El estadio sensorio-motor, que comprende la edad de cero a dos años aproximadamente y se conoce como la primera infancia; 2) El estadio pre-operacional, que inicia a los dos años y se extiende hasta los siete años, siendo ésta la llamada segunda infancia y 3) El estadio de las operaciones concretas que se desarrolla desde los siete hasta los once años, aproximadamente e implica la tercera infancia, (Piaget, 1991).

El desarrollo emocional corresponde a la evolución y expresión de los sentimientos del individuo con respecto a él mismo y los demás. Su importancia estriba en la función adaptativa de las emociones para asegurar la supervivencia, ser un medio de comunicación, potenciar las relaciones sociales, motivar los distintos comportamientos y cumplir un destacado papel como fuente de placer o dolor en el desarrollo moral, (Rice, 1997). En función a esto, el niño de acuerdo a su proceso de maduración y desarrollo integral va a reaccionar corporal y somáticamente con una determinada emoción ante un estímulo y esto a su vez, va potenciando sus competencias emocionales.

En este contexto, una estrategia para fomentar la Educación Emocional del niño, que puede ser utilizada tanto por padres como por docentes, es la literatura infantil, en la cual, el infante se sumerge en una experiencia ficticia cargada de emocionalidad en la que es posible aprender una lección práctica de cómo se producen y manejan las emociones en una situación cotidiana. De hecho, muchos textos literarios son utilizados con fines pedagógicos en la escuela y en casa, sin hacer detenimientos reflexivos acerca de lo que aportan al desarrollo emocional del niño y aunque se tiene conocimiento de su potente utilidad para desarrollar el ámbito cognitivo y moral; muy poco se conoce sobre su contribución al fortalecimiento de las competencias emocionales.

Por ejemplo, obras de los grandes clásicos y no tan clásicos de la literatura infantil latinoamericana como Sor Juana Inés, José Asunción Silva, Javier Villafañe, Rafael Pombo, Carmen Lyra, Gabriela Mistral, José Martí, Julio Garmendia, Nicolas Guillen, Mirta Aguirre, Esther María Osses, Teresa de la Parra y aún muchos escritores, que aunque su fuente de inspiración no fue siempre la infancia, cuentan en su legado literario con afamadas obras representativas de la literatura infantil. Tal es el caso de Rubén Dario con su célebre "A Margarita Debayle", Miguel Angel Asturias con "Leyendas del Sombrerón", César Vallejo con "La Araña" y muchos otras más, en los que sin duda, se destacan situaciones ficticias sumergidas en la emocionalidad de los personales en un plano didáctico y moralizante.

Dentro de este amplio repertorio, destacan la argentina María Elena Walsh y Alfonso Cuesta y Cuesta. La primera ofrece una pluma caracterizada por la emocionalidad de los personajes en conmovedoras ficciones muy apropiadas para niños de tres a siete años. En tanto que el escritor ecuatoriano-venezolano Alfonso Cuesta y Cuesta se destaca por su amplia expresión tanto del alma popular como la infantil, en la que sumerge al lector en un mundo de emociones encontradas en el que es posible alcanzar la madurez emocional y una importante lección de vida, sobre todo, para los niños entre siete y once años.

En atención a lo anteriormente expuesto, este ensayo crítico-reflexivo tiene como objetivo general estudiar desde una perspectiva psicoliteraria los clásicos latinoamericanos de literatura infantil de María Elena Walsh y Alfonso Cuesta y Cuesta como recursos para la Educación Emocional del niño en edad preescolar y escolar, respectivamente. Esto supone la consideración de los siguientes objetivos específicos:
Reflexionar en torno a la poesía infantil de María Elena Walsh como recurso para la Educación Emocional del niño en edad preescolar.
Analizar la prosa de Alfonso Cuesta y Cuesta como recurso para la Educación Emocional del niño en Edad escolar.

Todo ello se justifica en un plano científico y literario como un antecedente crítico que contribuye a la generación de productos intelectuales enmarcados en la implementación de propuestas innovadoras en el ámbito educativo y literario, lo que conlleva al incremento de investigaciones en psicoliteratura, emocionalidad y psicología infantil. Además, se constituye en un importante avance en el contexto de la comunidad científica y literaria para aceptación de la psicoliteratura como una disciplina y un género literario que aporta obras y estudios vinculados con la didáctica y la Educación en Valores. Asimismo, se constituye en un estudio que revaloriza a los clásicos de la literatura infantil como obras merecedoras de análisis y de méritos por parte de los más versados críticos literarios, haciendo énfasis en los escritores latinoamericanos como baluartes de la cultura autóctona.

En el plano psicopedagógico y social, este estudio representa un aporte significativo para la comprensión de la literatura infantil como un medio para potenciar las competencias socioemocionales, fomentando el interés de padres y docentes sobre la importancia de educar las emociones en los niños y por ende contribuir al mejoramiento de las relaciones sociales en las escuelas y hogares. Asimismo, propone un sustento teórico para la creación de estrategias didácticas innovadoras en el contexto de la enseñanza de la literatura, los valores, la cultura latinoamericana y el desarrollo de la inteligencia emocional.




LA EMOCIONALIDAD INFANTIL EN LOS CLÁSICOS LITERARIOS

María Elena Walsh nació el 1 de febrero de 1930, en la provincia de Buenos Aires, Argentina. Junto con Leda Valadares se ha dedicado a difundir el folclore argentino. Desde 1947 ha escrito guiones para TV, obras de teatro, poesía y canciones, así como ha publicado libros y discos dedicados a los niños. Dentro de su producción literaria se encuentran: "Otoño Imperdonable" (1947), "Apenas viaje" (1948), "Baladas con Angel" (1951), "Casi Milagro" (1958), "Hecho a mano" (1965). Sin embargo, su obra más prolífera se encuentra en la literatura infantil, representada por: "Tutú Marambá" (1960), "El Reino al revés" (1964), "Zoo Loco" (1964), "Dailan Kifki" (1966), "Cuentos de Gulubú" (1988) y otros tantos más como "Versos Tradicionales para Cebollitas", "Un Chimpancé", "Cancionero contra el mal de ojo", "Chaucha y Palito" y "Manuelita". Esta escritora es considerada una de las más ingeniosas autoras y cantautoras en el género dedicado a los niños. Canciones como "Doña disparate" y "Bambuco" son cantadas por millares de niños en Argentina, quienes participan en el mundo de la fantasía que les propone Walsh, (Bosch, 2000). Lamentable el mundo de las letras infantiles se queda sin su presencia cuando muere el 10 de enero de 2011, en Buenos Aires.

Alfonso Cuesta y Cuesta nació en Ecuador en el año de 1912, pero desde 1949 vivió en Venezuela, ejerciendo la docencia en la Universidad Central de Venezuela hasta 1955. Con Mariano Picón Salas fue cofundador de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad de Los Andes, en la ciudad de Mérida, donde residió hasta su muerte en 1991. Dentro de su legado literario se cuenta con "Los Hijos" (1962) y "La Habana (1962), en el género de la novela, mientras que dentro de su fructífera producción cuentística se tiene: "La Medalla" (1931), "Miedo" (1934), "El vidrio roto" (1934), "Cantera" (1935), "Pero el sol no se detuvo" (1947), "Nadie" (1950), "El Hombre" (1951), "El Caballero" (1953). Debido a su extensa obra recibió importantes premios como el de Casa de las Américas, los Cuentos del Nacional, entre otros.

En las siguientes líneas se analizarán los principios del desarrollo emocional del niño de la segunda y tercera infancia a la luz de las propuestas literarias de María Elena Walsh y Alfonso Cuesta y Cuesta. En este sentido, vale decir que el desarrollo cognitivo, emocional y social del niño atraviesa por una serie de etapas que se reconocen como la primera infancia, que va desde el nacimiento hasta los dos años de edad; la segunda infancia, que se desarrolla desde los dos años hasta los siete años y la tercera infancia, que se extiende desde los siete hasta los doce años de edad, (Papalia, Wendkos y Duskin, 2009).

Uno de los factores más significativos de la segunda infancia es la apreciación del autoconcepto, que se corresponde con la delineación más clara de una imagen de sí mismo, en cuanto a sus capacidades y rasgos distintivos. Esto se debe al desarrollo cognitivo que ha tenido el niño en esa etapa y que también se refleja en la autodescripción, la cual, va evolucionando junto con su crecimiento, pasando de meras descripciones físicas de su mismo, hasta rasgos más sistematizados, como ser inteligente, tímido o presumido. Sin embargo, esto ocurre hacia el final del periodo de la segunda infancia, lo que revela el surgimiento de una nueva etapa.

En líneas generales, en la segunda infancia se tiene una definición de sí mismo de manera unidimensional con un positivismo irreal, reflejando características individuales inconexas y en términos absolutos. Esto es lo que se conoce como representaciones individuales, mientras que en el período de la tercera infancia, la autodefinición se concibe como mapeos representacionales, a través de los cuales el niños en una edad más avanzada, entre los seis y siete años de edad; comienza a establecer relaciones lógicas entre un aspecto y otro de sí mismo, manifestando de forma absoluta estas características, es decir, en una concepción de todo o nada, (Papalia, Wendkos y Duskin, 2009).

Al respecto, se puede apreciar en el cuento "Angelito" de María Elena Walsh, una clara alusión al autoconcepto y autodefinición que suele tener un niño en la segunda infancia: "Un angelito canta y vuela, no hace mandados ni va a la escuela, nadie lo reta, nadie le pega, anda descalzo, juega que juega", (Walsh, 2011a). Se observa en estas líneas una imagen de sí mismo, en cuanto a sus capacidades y rasgos distintivos individuales y absolutos, con un positivismo irreal: "canta y vuela, no hace mandados ni va a la escuela"; reflejando que esto es algo que desearía hacer todo niño. Asimismo, se revela el conocimiento de la psicología infantil por parte de la escritora, que se deja en evidencia en la autodefinición del angelito a través de capacidades y características aparentemente inconexas, pero con gran significación para el infante: cantar y volar (tanto en el sentido literal como en el de la libertad), el desgano por el cumplimiento de normas en la casa y la escuela, la experiencia desagradable a la que se enfrenta con otros niños que lo desafían, el placer por estar descalzo y por el juego.

Un aspecto importante a considerar en las nociones de autodefinición y autoconcepto en la tercera infancia es la capacidad de autocrítica, de distinguir las capacidades y debilidades de forma más realista, como lo revela Alfonso Cuesta y Cuesta en su cuento "Pero el sol no se detuvo": "Como eras niña feliz tenías quinta, lejos de la ciudad y cuando los exámenes se acercaban, continuamente pensabas en tus cosas lejanas: la casa…", (Cuesta y Cuesta, 2000). Una autodefinición redactada en segunda persona que evidencia un mapeo representacional de una niña que trasciende a la descripción física para reflejar un rasgo general de autodescripción, como el "ser feliz" y la sensación de ansiedad que le causaba el período de exámenes escolares que le hacía añorar su estancia en el hogar.

Otro concepto del desarrollo emocional infantil que se destaca con especial maestría en la obra literaria de Walsh es el de la autoestima, que se deriva del autoconcepto y la autodefinición del niño. La autoestima refleja la valía que hace el ser humano de sí mismo y en el caso de los infantes menores de ochos años, esta evaluación suele basarse en los juicios que los adultos hacen del niño, los cuales tienden a ser poco críticos y muy positivos, lo que conlleva a que el infante se sobreestime, (Feldman, 2005).

En el cuento "La Plapla", María Elena Walsh plantea de manera magistral una tierna historia de un decidido niño, llamado Felipito que está aprendiendo a leer y a escribir, en el cual se destaca la autoestima del personaje que tuvo la valentía reflejada en su autoestima de demostrar la existencia de otra letra en el abecedario, sin importar que lo pudieran tildar de "loco", sin miedo a la crítica ni al fracaso: "Volvió a abrir el cuaderno valientemente y se puso otro par de anteojos y ya van tres. Pegando la nariz al papel preguntó: –¿Quién es usted señorita?... La maestra creyó que Felipito se había vuelto loco. Pero no. Abrió el cuaderno, y allí estaba la Plapla bailando y patinando por la página y jugando a la rayuela con los renglones"

En cuanto a este punto es importante considerar lo que se conoce como el patrón de impotencia en el marco de la autoestima contingente, la cual se caracteriza por la sensación que presentan entre una tercera parte y la mitad de todos los niños en la segunda y tercera infancia de sentirse avergonzados o darse por vencidos ante un reto, por temor al fracaso o la crítica, lo que les genera impotencia y prefieren no hacer el intento. En el caso de los niños más pequeños tienden a interpretar el desempeño deficiente como señal de que son "malos", mientras que los niños mayores que fallan en algo, concluyen que son "tontos". (Papalia, Wendkos y Duskin, 2009).

Con una imagen literaria conmovedora, Cuesta y Cuesta nos plantea este tema de la autoestima en la tercera infancia, en su cuento "La Medalla": "A la puerta del Instituto, grupos de padres de familia esperan el turno para presentar a sus hijos al Hermano Director. Uno de ellos ya no puede con su niño primerizo, como de siete años, que patalea y chilla, debatiéndose entre sus brazos. Cada hermano que pasa le asusta como un oso… y grita más. A su lado, otro niño siente los mismos miedos, pero no puede demostrarlos escandalosamente; para él no habría consuelos sino golpes: es el sirviente, indiecito arrancado de su choza en vacaciones. No grita, más un hilo de lágrimas resbala en sus mejillas, y cuando ve un Hermano, involuntariamente aferra su manecita al vestido del patrón. Este ni lo mira".

Finalmente en este breve ensayo es oportuno destacar otro concepto dentro del desarrollo emocional del infante, que es de singular importancia porque refiere a una dimensión de la competencias emocionales, como lo es la comprensión y regulación de las emociones, siendo un tema clave la capacidad para comprender y controlar los propios sentimientos que va adquiriendo el niño en la segunda infancia. De manera que, los niños en esta etapa, los infantes son capaces de conversar sobre lo que sienten y frecuentemente logran comprender los sentimientos de los demás. Asimismo, vinculan sus emociones con experiencias y deseos, llegando a discernir que si alguien consigue lo que quiere podrá ser feliz, mientras que el que no obtiene lo anhelado estará triste, (Perinat, 2007).

María Elena Walsh que conoce y resalta el tema de la emocionalidad destaca este punto de las competencias emocionales en uno de sus célebres poemas: "En una cajita de fósforos se pueden guardar muchas cosas. Un rayo de sol, por ejemplo, (pero hay que encerrarlo muy rápido, si no, se lo come la sombra). Un poco de copo de nieve, quizá una moneda de luna, botones del traje del viento, y mucho, muchísimo más. Les voy a contar un secreto. En una cajita de fósforos yo tengo guardada una lágrima, y nadie, por suerte la ve. Es claro que ya no me sirve. Es cierto que está muy gastada.
Lo sé, pero qué voy a hacer, tirarla me da mucha lástima". Esa lágrima refleja la existencia de sentimientos, la competencia de decidir qué hacer con ellos, de comprender lo que significan para la vida del infante y de cómo logra controlarlos, con el juego simbólico que caracteriza a la segunda infancia.

"Y te llegaste, inquieta, a la mesa. Nada. Pero algo había sombrío, en el ambiente, pese a ti, pese al sol de esa hora, esa sombra, como fruta arrancada de la rama. No se habló en ningún idioma. De cuando en cuando tu padre espantaba a una abeja, con saña… Y de repente… ¿Pero qué le pasó? Y el castigo te pareció tan injusto que te erguiste indignada. Todos te miraron". Con esta prosa se puede apreciar en el cuento "Pero el Sol no se detuvo" de Alfonso Cuesta y Cuesta, la emotiva historia de una niña colegiala que en su tercera etapa de la infancia demuestra la solidaridad al ser empática con su hermano, frente a una situación de castigo en que él se encuentra sumergido por desobedecer una orden paterna. Esto revela un nivel más avanzado en el plano de las competencias emocionales, al no solo comprender y manejar las propias emociones, sino también al ponerse en el lugar de otros para entender lo que sienten y manifestar ayuda y compasión. (Papalia, Wendkos y Duskin, 2009).

Como puede verse, el tema de la emocionalidad en la vida infantil ofrece una abanico inagotable de temáticas a estudiar y si este análisis se hace a la luz de la literatura infantil, se genera un prisma de interpretaciones que se ajustan a las necesidades e intereses en las que se sumerge el pequeño lector. En tal sentido, este breve esbozo solo abordó lo referente al desarrollo emocional desde los conceptos de autoconcepto y autodefinición, autoestima y las competencias emocionales vinculadas con la comprensión y manejo de las propias emociones, así como la empatía que se desarrolla de forma progresiva hacia la etapa de la tercera infancia.





CONSIDERACIONES FINALES

En atención al breve análisis psicoliterario desarrollado en torno a la emocionalidad infantil expresada en las obras de Maria Elena Walsh y Alfonso Cuesta y Cuesta, se pueden destacar las siguientes consideraciones:
La cotidianidad de la segunda infancia queda plasmada en la prolija poesía de Walsh, invitando al niño entre dos y siete años a encontrarse y darle significado a sus sentimientos interindividuales, morales y motivacionales.
La prosa de Cuesta y Cuesta ofrece un escenario de evocación de la evolución cognitiva, afectiva y moral que ha tenido el niño que se encuentra en la tercera infancia.
Los atribuciones emocionales del autoconcepto y la autodescripción comienzan a evidenciarse en los niños entre dos y siete años de edad y se profundizan y delinean en los niños mayores, lo cual, se refleja en las obras estudiadas de Maria Elena Walsh y Alfonso Cuesta y Cuesta.
La autoestima es un concepto que usualmente se asocia con la persona a partir de la adolescencia, sin embargo tiene su simiente en la segunda infancia, por lo cual, es un tema recurrente en los textos de los escritores latinoamericanos estudiados.
La vía más idónea para determinar el desarrollo emocional que presenta un infante es a través de la manifestación de las competencias emocionales, las cuales van surgiendo en la segunda infancia y se van consolidando en los niños mayores de siete años. En las mismas, se devela la comprensión y manejo de las emociones propias y las del prójimo, lo cual, queda indiscutiblemente plasmado en las conmovedoras producciones literarias de Walsh y Cuesta y Cuesta.
El análisis psicoliterario permitió confirmar que nunca se produce una acción totalmente intelectual, ni tampoco actos puramente afectivos y siendo la literatura infantil una ineludible experiencia en la escolarización y la Educación no formal, se constituye en un recurso no solo para favorecer el desarrollo cognitivo sino también la Educación de las emociones.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Bizquerra A., R. (2003). "Educación Emocional y Competencias Básicas para la Vida". Revista de Investigación Educativa, vol. 21, núm 1: 7-43.
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Cuesta y Cuesta, A. (2000) "Pero el Sol no se detuvo". En Bosch, V. (2000). Clásicos de la Literatura Infantil-Juvenil de América Latina y el Caribe. Editorial Fundación Ayacucho, Caracas, Venezuela.
Feldman, J. R. (2005). Autoestima ¿Cómo desarrollarla? Editorial Narcea, Madrid, España.
Liern, V. S. (2009). "Virtualidades Educativas del Análisis Textual". Lenguaje y Textos, núm. 30: 19-33.
Lluch, G. (2004). Cómo Analizamos Relatos Infantiles y Juveniles. Editorial Norma, Bogotá, Colombia.
Piaget, J. (1991). Seis Estudios de Psicología. Editorial Labor, Barcelona, España.
Papalia, D. E., Wendkos O., S. y Duskin F., R. (2009). Psicología del Desarrollo. 11ma ed. Editorial McGraw Hill, Ciudad de México, México.
Perinat, A. (2007) Psicología del Desarrollo. Un Enfoque Sistémico. 3ra ed. Editorial UOC, Barcelona, España.
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Riquelme, E. y Munita, F. (2011). "La Lectura Mediada de Literatura Infantil como Herramienta para la Alfabetización Emocional". Estudios Pedagógicos, vol. 37, núm. 1: 269-277.
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