Limerencia Inefable, dolor inmarcesible.

June 4, 2017 | Autor: Jorge Tovar | Categoría: Short story
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Descripción

Limerencia Inefable, dolor inmarcesible.
Jorge Tovar.



This one is for me, to remind me that I should never give up, that I have the power to overcome any obstacle that stands in my way.
Seguía sangrando, sus muñecas abiertas y sus fantasías rotas… Joanne siempre lo quiso así, una muerte lenta y algo dramática. Parecía justicia poética el dolor que sentía. ¿No es hermoso cuando el dolor físico por horrible y escalofriante que parezca afecta menos que el psicológico? Quizá el dolor que sentía en ese momento, en ese corto instante, compensaría una larga vida de decisiones erradas y emociones sin sentido.
Ya no había nada que pensar acerca de lo que pasaba, ya estaba hecho. Ella con su puño rompió el espejo del baño, tomó el trozo más grande y lo enterró en su muñeca, ahora su puño también sangraba pero no le impidió aplicar fuerza para jalar aquel vidrio por el resto del brazo… Ya estaba hecho.
Su vida había sido completamente promedio hasta estos últimos meses, tuvo que afrontar la repentinamente de su padre y la locura creciente de su madre y este otro problema.
Ahora su mente insiste en recordar aquel día, el día más perfecto que jamás había vivido, pensó que había enterrado ese recuerdo en lo más profundo del olvido, pero ahora era tan claro como el agua que goteaba sobre sus piernas en la esquina de aquella ducha.
Era una mañana de noviembre, de esas en que apenas empezaba a hacer frío pero cuando te da el sol calienta tus mejillas, era una de esas mañanas. Iba caminando a su universidad cuando tropezó con ese joven en una esquina, ella estaba bien pero sus lentes no tanto.
-Lo siento por tus lentes, no fue mi intención… Prometo que te compensaré.
Ella intentaba cerrar sus ojos para ver más claro al joven con el que había tropezado, era un poco tarde para las clases así que solo tuvieron tiempo para cambiar sus num…
Alguien abierto la puerta de la casa, Joanne ruega morir antes de que la descubran, sería mejor cortarse su otra muñeca pero algo en ella insiste en seguir recordando aquella historia... Al parecer es su madre.
Vuelve el recuerdo de aquél día, la clase de literatura fue un completo fiasco sin sus lentes, así que estaba de mal humor… Siempre que se sentía de esa manera iba a la biblioteca, era el único lugar en que no escuchaba a nadie. Ni a ella misma. Solo le gustaba… estar.
Tomó el primer libro que encontró en la canasta de libros por organizar; Cabo Trafalgar, una novela de Arturo Pérez-Reverte y en su inútil intento de adivinar las letras pequeñas sin sus lentes, cerró su libro y miró hacia adelante. Era una silueta de… sí, era un chico, y perfectamente pudo ver como la imagen borrosa de aquél chico volteó su cara para verla y se paró de la mesa para acercársele.
-Mi nombre es Robb, no sé si me recuerdas pero esta mañana arruiné tu día.
Joanne, odiaba que la interrumpieran mientras escapaba del mundo, así que solo fingió una sonrisa y cambió de mesa.
-Lo siento si estás enojada conmigo. Pero me tomé la molestia de faltar a la clase de esta mañana e ir a tu óptica para pedir los mismos lentes, así que te compré unos iguales, por cierto, también te compré otros con los cuales creo que lucirías muy bien. Es mi manera de decir lo siento.
Joanne se puso los lentes, los nuevos; los que no eran idénticos a sus anteriores. Eran de un marco café un poco más grandes pero veía perfecto. Vio claramente la cara de Robb, Tendría unos 2 años más que ella, era blanco, ojos verdes y cabello negro.
-No quiero sonar grosero pero eres muy linda y creo que romperte los lentes ha sido una de las mejores cosas que he hecho.
-Eso ha sido lo más estúpido que me han dicho –Pensó Joanne- mirando a Robb de una manera molesta.
-No te enojes, mira ¿Quieres ir por un café?
-Quizás, pero no hagamos más comentarios ridículos.
-Entonces, mejor no abriré mi boca mientras te invito el café.
-Sí, mejor –Dijo la mujer con una sonrisa fingida.
Joanne no recuerda una persona tan ridícula, era siempre intentando sacar humor de todo lo que veía, su simple presencia equivaldría a 30 payasos en un solo cuerpo. Aun así, había algo en él. Algo maravilloso; Un alma pura o quizá inocente, pero no se le notaba y quizá no tuviera un grado de maldad.
-Fue un día perfecto porque lo conocí –Pensó mientras daba su último aliento.
Estoy completamente segura que ese chico hubiera sido una gran persona, alguien importante y me siento completamente arrepentida de darme cuenta de lo valioso que era tarde…
Todos los días me veía con Robb y siempre tenía aquel buen humor, yo me acostumbré a su estúpida presencia y le empecé a tomar mucho cariño. Una noche en la casa de sus padres nos dimos nuestro primer beso. Fue algo espontaneo y me hizo pensar que mi relación con este idiota era más que real.
Siempre nos encontrábamos en la biblioteca, él amaba leer tanto como yo, recuerdo que insistía demasiado en la saga de Canción de Hielo y Fuego de George R.R. Martin. Nunca paró de hablar de Westeros y esas mierdas ficticias. Al final mis momentos de descanso, de escape del mundo eran junto al lado de este imbécil en la biblioteca. No me malinterpreten, yo jamás esperé enamorarme perdidamente de un payaso.
Aprendí a quererlo más de lo que esperaba cuando estuvo ahí, me refiero al momento en que mi padre falleció, estábamos en el jardín de mi casa y era la tercera vez que él iba, mi padre le tomó cariño de inmediato, hacían bromas sobre mi todo el tiempo sobre como igualábamos mi amargura con su jovialidad… Admito que a veces me reía internamente. Mi padre estaba mirando las plantas que él mismo sembró, se acercó a nosotros es una manera muy rígida y con sus ojos entrecerrados como haciendo una mueca, no sabía que pasaba hasta que articuló torpemente que no veía claro en su ojo derecho y su cabeza le dolía. Cayó al piso y falleció, al menos eso creo. Los médicos nos dijeron que fue un ataque cerebral isquémico, no entendí ni una puta palabra de lo que me explicaron pero lo seguro es que mi padre estaba muerto.
Insisto en recordar aquél triste acontecimiento ya que durante casi 10 días extrañe Robb, al menos al divertido Robb que conocía. Solo me abrazaba y fingía una sonrisa con ojos llenos de lágrimas cuando me veía, en ese momento descubrí que era el hombre que siempre lloraría por mí, que siempre me abrazaría cuando perdiera mi camino…
Quiero también recordar esa noche, la noche de la que quieren oír; Estaba sentada en aquel muro, aquel que todos conocen... Él estaba de píe junto a mí, me estaba hablando de que mis ojos eran de color excremento, pero era un tipo de excremento hermoso, profundo y diferente. Vaya idiota, cuanto lo odiaba… de repente vi una luz y sentí una fuerte vibración, lo último que recuerdo fue ver una cantidad de humo ridícula y la boca ensangrentada de aquella persona que pudo soportar mi introvertido e inmaduro comportamiento. Lo reconozco.
Estaba lleno de sangre, y miró mis piernas y luego me miró a mí, con lágrimas por sus mejillas, pero solo vi metal rojo sobre ellas… Yo vi cuando la luz se apagó de sus ojos, esos hermosos ojos verdes, quizá su premio a la imbecilidad, pero confieso que moría por ser lo primero que viera al despertar todos los días que me restaban de vida.
Los médicos no le dieron esperanzas, la verdad era más seguro que volviera a caminar a que él despertara, era bastante irritante saber que no podía hacer nada.
No quiero hablar del monstruo que arruinó nuestras vidas, solo espero que lo enciendan en vida con la misma cantidad de alcohol que llevaba en su sangre. Quiero ver como sufre, lo feliz que me haría ver como la luz se apaga de sus ojos como pasó con Robb, si estos no se desprendieran primero del calor infernal. Lo más probable es que se pudra en una cárcel…. Lástima.













EPÍLOGO:
Hablábamos todos los días, hiciera frío, calor, con lluvia o sol. Siempre encendía un cigarrillo y entonces contábamos algo, lo que fuera. En este momento evocó una de nuestras últimas conversaciones nocturnas; de toda la avalancha de historias, cuentos, risas fingidas y reales recuerdo una frase: "No todos los hijos se despiden de sus padres, a veces los padres son quienes despiden a sus hijos". No le tome importancia, sólo la mire mientras caminábamos y sonreí levemente sin contestar. 
Era una mujer hermosa, muy inteligente, y con buena presencia, pero se frivolizaba y no confiaba en sí misma. Quizá no lo confesaría nunca pero de alguna manera se dejó etiquetar por los malditos anuncios en la televisión, malditos productos reductores, por los malditos complejos. Ideales donde lo importante es tener un buen cuerpo, clavículas salidas, curva entre las piernas, o un abdomen marcado. A pesar de la mierda de personalidad podría tener, ella siempre me confesaba lo duro que se siente ser mujer y comparar su belleza con los estereotipos, que fui la primera persona que sabía su secreto. Que siempre ocultó entre libros, interés fingido y sarcasmo su vergüenza, por ser simplemente ella. Yo siempre le decía que era lo más hermoso para mí y la besaba.
Cuanto la extrañaré, su risa, su hermoso cabello rojo, sus hipnotizantes ojos color mierda que salían perfecto con los lentes que le regalé la primera vez que nos conocimos… Siempre que vea la enorme cicatriz de mi cadera la recordaré a ella, hace un mes decidió hacer lo impensable, su madre quién estaba todavía afectada por la muerte de su esposo la encontró bañada en sangre en el baño de su casa, para mí la noticia llegó hace tres días, cuando desperté de un coma de 5 meses. Solo dejó una carta para mí y para su madre, te prometo que haré grandes cosas y cuando lo consiga pensaré en ti.
Joanne, Sus marcas bajo los ojos no solo eran noches de insomnio; Eran lágrimas, pensamientos nocturnos y la lucha entre quien era y quien quería ser. Se esforzó por quitar el peso del mundo de sus hombros. Peleo diariamente con sus demonios. Demonios que no le pertenecían que hacen parte de esta sociedad. Ella se fue, y muchos quedan justo donde ella empezó.


Quienes la frecuentábamos nos faltó una palabra, una canción, un abrazo, una sonrisa, nos faltó verraquera. Y ella… ella tan solo decidió dejar de existir. Dar ese último aliento despidiendo esta vida cruel que a todos nos aterra, nos corrompe, y sobre todo, nos destruye.
Si tan solo no se hubiera rendido, la seguiría amando, aunque aún así creo jamás dejaré de amarla, por ahora solo esperaré el día en que llegue mi hora para verla de nuevo. Te amaré por siempre Joanne. Nunca dejé de hacerlo. Por cierto, tu madre ahora vive con mi familia y a pesar de las circunstancias parece feliz, aunque sé que jamás tendrá una felicidad completa… Yo le sigo diciendo mamá y al parecer mi padre tiene ganas de seguir adelante, ahora es más real… Sorpresas que da la vida.
Te ama más allá de la muerte; Robb.

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