Libertad acotada: Discriminación por Orientación Sexual

September 19, 2017 | Autor: Gabriel Zaldívar | Categoría: Discrimination, Homophobia
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Descripción

Libertad acotada: Discriminación por orientación sexual Gabriel Zaldívar

“…porque todos somos independientes y todos somos libres de hacer lo que queramos” (Hombres y mujeres de Campeche).

La cantidad de estímulos recibidos por las personas, concretados en objetos y sensaciones, nos demanda discriminar entre aquello de nuestro interés y lo que no nos interesa. Eso que capta nuestra atención lo hace porque guarda características cercanas, familiares, y otras razones que nos involucran o provocan disonancia; tal vez lo disonante, debiera pasar respetado sin ser tocado, sólo generando conciencia de su presencia. Así, comprenderíamos la existencia y necesidad de acciones discriminatorias entre objetos, mas no cuando se trata de personas pues aquí el fenómeno adquiere complejidad al agredir la dignidad de individuos hasta afectar su sano desarrollo. Más alarmante es cuando el afán discriminatorio se convierte en deseo de exterminio, al pasar del discernimiento a violentar a las y los sujetos. Las personas pertenecientes a las Comunidades de la Diversidad Sexual (CDS): homosexuales, lesbianas, transgénero, travestis, bisexuales, entre las más visibles; son de las minorías más discriminadas, violentadas, según reflejan los estudios realizados por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED). A partir de las encuestas del CONAPRED, se realizaron una serie de grupos focales que ampliaron, cualitativamente, la información producida. Los datos obtenidos en estos grupos fueron clasificados en áreas que atienden a los grupos discriminados, en el orden que lo hizo la encuesta del CONAPRED. La correspondiente a Discriminación por Orientación Sexual se

descompuso en párrafos y oraciones que nos permitieron identificar conceptos clave que, en voz de las y los jóvenes estudiados, explicaran ideas, construcciones, imaginarios, entre otras circunstancias de cómo se ve y se vive esta tipología discriminatoria. Iniciamos la reflexión con un comparativo de las cifras producidas por el CONAPRED en 2005 y 2010 para la Discriminación por Orientación Sexual, posteriormente retomamos las experiencias de las y los jóvenes de los grupos focales y, finalmente, generamos algunas ideas producto de la comprensión de estadísticas y vivencias.

a) 2005 – 2010: voz del CONAPRED El acto de conciencia demanda el conocimiento del estado de las cosas. ¿Cómo está la Discriminación por Orientación Sexual en México? En malas condiciones, si no es que alarmantes. El CONAPRED, organismo dependiente del Gobierno Federal, ha realizado dos mediciones al respecto. La primera en el año 2005 y la segunda un quinquenio después. En su encuesta realizada en el 2005, denominada Primera Encuesta Nacional sobre Discriminación en México (2005), para el 68.4% de la muestra discriminar significa tratar diferente o negativamente a las personas. En aquella fecha, el estudio carece de distinciones explicativas entre “diferente” y “negativamente”. Un trato diferenciado no es forzosamente un trato negativo, el primero no obliga a pensar en actos discriminatorios, el segundo sí. El ejercicio aclara que 48.4% no estaría dispuesta a que en su casa vivieran personas homosexuales, mientras el grupo homosexual se percibe -con un 94.7% de la muestracomo el más discriminado y en un 40.1% como el más discriminado en el trabajo. El 71% de los homosexuales, en el 2005, piensa que el mayor sufrimiento de una persona homosexual es la discriminación y 43% de los homosexuales da cuenta de un acto de discriminación en el último año. Un 54.5% dice sentirse rechazado por la sociedad, 46%

aclara que el trato que recibe de la gente es irrespetuoso y 41% de los homosexuales dice que el trato que recibe de la gente es descortés. Este primer ejercicio, sobre los lugares donde se lleva a cabo la mayor discriminación para personas con orientación sexual no heterosexual, destaca el trabajo, la escuela, los hospitales públicos y la familia como las esferas posibles de acciones negativas. La célula básica de la sociedad, la familia, intenta obligar a las y los homosexuales a desistir de su preferencia sexual en un 44.1%, a ocultar su preferencia sexual en un 43.5%, da trato preferente a los hijos no homosexuales en un 35.3% y no le permite estudiar en un 10.9%. La ubicación del principal enemigo de los homosexuales, está, dicen ellas y ellos, en la sociedad (57.8%), en las personas no homosexuales (23%), en el gobierno (7.5%) y en los propios homosexuales (5.3%). Finalmente, a pregunta expresa de si la discriminación contra los homosexuales aumentó o disminuyó en México en los últimos 5 años (o sea entre 2000 y 2005), 35.6% cree que aumentó, 33% piensa que permanece igual y 31.4% apunta que disminuyó. En el 2010 el mismo organismo realiza un ejercicio de actualización sobre el estado de la Discriminación por Orientación Sexual afinando tanto sus instrumentos de investigación como las poblaciones entre las cuales trabajaría las percepciones de la discriminación así como ofreciendo datos más específicos como variaciones regionales, de género y segmento económico, entre otras. Denominada Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS 2010), ésta arroja resultados que ponen a discusión avances o retrocesos afirmados o negados por otras acciones

reconocidas

en

ministerios

públicos

o

mediante

organizaciones

no

gubernamentales ocupadas en el conteo, seguimiento y acción de actos discriminatorios referentes al tema. Más allá de las políticas públicas generadas en lo local y nacional para

afirmar la presencia de las CDS, éstas siguen siendo, al igual que en el 2005, uno de los grupos más discriminados en México. En el ejercicio de 2010 se inquiere a la muestra sobre la división que las preferencias sexuales provocan para tener que 24.3% piensa que nada, 32.2% poco y 40% mucho. Los porcentajes anotados se generalizan en todos los grupos de edad cubiertos por la encuesta pero se marcan más en ciudades como Puebla, Tlaxcala, Toluca, Torreón y León. La ENADIS 2010 incluye en su cuestionario un tema de alto impacto mediático-social en torno a las CDS, el de la adopción luego de la aprobación de los matrimonios entre personas del mismo sexo. Para la variable adopción hay un desacuerdo del 66.4% y un muy en desacuerdo del 81.5% en todos los niveles de edad de la muestra. El CONAPRED repite la pregunta sobre si el encuestado estaría de acuerdo en que en su casa viviera un homosexual, con la diferencia de aportar un desagregado entre homosexuales y lesbianas, para dar cuenta de que el 41.8% no y el 44.1% sí estaría dispuesto vivir con una lesbiana, mientras que 43.7% no y 42.5% sí estaría de acuerdo en vivir con un homosexual. 2005 y 2010 muestran una variación de entre 4 y 6 puntos porcentuales respectivamente, un avance producto de cinco años de labor del organismo. El rechazo se acentúa en los polos de los grupos de edad, es decir, los mayores de 60 y los de 12 a 17 años. Vemos también, por nivel socioeconómico, que tanto mayor es éste más es la aceptación del homosexual o la lesbiana en la casa mientras que a menor nivel socioeconómico mayor el rechazo. Ocurre igual en la variable nivel de escolaridad: mayor nivel de escolaridad mayor aceptación, menor nivel de escolaridad mayor rechazo. Estos 4 y 6 puntos porcentuales registrados para la aceptación del homosexual en casa se perciben contradictorios ante las respuestas a la pregunta de ¿con cuál de las siguientes

frases está usted más de acuerdo? a) Respetar sus preferencias, b) Ocultar sus preferencias, c) Cambiar sus preferencias. La mayor parte de las/los respondientes, por edad y región, opta por Respetar sus preferencias en rangos de 70% o más, respetar aquello que se quiere lejos. La ENADIS 2010 brinda de nuevo un apartado de percepciones de grupos vulnerables, es decir, contestadas por personas integrantes de las CDS. Un 52% afirma, mayoría de nuevo, que el principal problema para los homosexuales es la discriminación mientras que el 26.2% la falta de aceptación y, al final de la lista se coloca con un 6.2% las críticas y burlas y 6.1% respeto. Al cuestionamiento de ¿le ha comunicado usted su orientación sexual a…? las respuestas posibles son: A todos, donde se ubica una mayoría, la segunda mayoría se da en A su Madre, y en los siguientes niveles se ubica A su padre, A la gente con quien trabaja o estudia y, en porcentajes lejanos, A su congregación religiosa. Destacamos que las y los respondientes no registran diferencias significativas en la comunicación de su preferencia sexual al padre o a la madre. Las CDS eligen hacer pública su orientación sexual en un 70% y 80%, tanto hombres como mujeres, y el indicador nivel socioeconómico influye en la asunción pública de la orientación sexual, siendo mayor esta asunción en quien tiene el más alto nivel y menor entre la gente de menos recursos económicos y de formación escolar. Finalmente, se busca el acuerdo o desacuerdo de la muestra con la siguiente idea: En México no se respetan los derechos de los homosexuales y bisexuales. Un 27.2% se manifiesta totalmente de acuerdo, 45.5% dice estar de acuerdo en parte, y el resto distribuye sus respuestas entre el punto medio, el desacuerdo y el total desacuerdo. Quienes

menos respetan estos derechos, en voz del grupo encuestado, es la policía, lo cual se refleja en el retrato mediático de las CDS: “Es en el tratamiento de las noticias policiales, sin embargo, donde en la actualidad más se discrimina a gays y lesbianas, pues siempre se resalta la orientación sexual de esos sectores en la narración de los delitos, como si la identidad fuera causa natural de las violaciones, robos o asesinatos” (Gómez, 2002). Estas derivaciones generan, hasta ahora, sólo un folleto para aminorar la discriminación a las y los integrantes de las CDS. El panfleto, disponible en el sitio electrónico del organismo, precisa que de 1995 a 2004 se reportaron 332 ejecuciones contra personas homosexuales, de los cuales 317 eran varones y 15 mujeres, datos que se pueden conocer con mayor precisión en el estudio de Collado (2007). Especifica el opúsculo que “en la actualidad se reportan tres crímenes mensuales por homofobia”. Siendo que, recuerda, el Artículo 1º. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos prohíbe todo tipo de discriminación: “La discriminación es toda distinción exclusión o restricción, basada en el origen étnico o nacional, sexo, edad, discapacidad, condición social o económica, condiciones de salud, embarazo, lengua, religión, opiniones, preferencias sexuales, estado civil o cualquiera otra, que impida o anule el reconocimiento del ejercicio de los derechos y la igualdad real de oportunidades de las personas” (2010).

b) 2012: voz de la juventud

En la investigación realizada por este grupo de trabajo, en lo tocante a la Discriminación por Orientación Sexual, confirmamos entre chicas y chicos el desprecio por lo otro, en donde lo otro es lo femenino, que no es femenino. Los sujetos, hombres, de las CDS que se feminizan son atacados al no permitirse en el grupo lo indefinido, la negación de lo masculino: “Le decían el tibio por ser gay… Es vieja… Es el loco… Le dicen mariposa”. La dulzura es algo femenino, por tanto negativo en un hombre, y por eso es gay. Estar frente al disidente sexual genera conflicto: “No es malo pero sí se nos hace raro porque es diferente” (Hombres y mujeres de Tlaxcala). Las y los jóvenes cuestionados piensan que la mayor discriminación que hay en México es por orientación sexual, es la primera situación respondida cuando se les pregunta cuál ubican como un grupo de personas altamente discriminado, menciones posteriores reciben otras minorías. Reconocen a la discriminación como un mal social, común en un país conservador: “aunque tal vez digamos que no nos importa mucho, sí lo vemos extraño, lo vemos raro” (Hombres y mujeres de Campeche). En sus explicaciones a esta discriminación tiene un lugar preponderante la tipificación de la sociedad mexicana como conservadora: “Vivimos en una sociedad con una mente cerrada y aunque estas personas pueden hacer lo que quieran con su vida no estoy a favor y creo que en los derechos universales está establecido que cada uno puede hacer con nuestro cuerpo y persona lo que queramos y creo que ese puede ser uno de los problemas más importantes de discriminación en México, la homosexualidad” (Hombres y mujeres de Xalapa).

Ellas y ellos son testigos de agresiones físicas contra los homosexuales y nadie los defiende, dicen victimizando al gay, y reconocen que quienes mayormente atacan son los hombres: “la gente siempre discrimina, no siempre pero sí, entonces tiene que haber alguien que no discrimine… golpeaban a un chavo que porque era gay, entonces hay gente que es egoísta… entonces por eso van contra la persona que tiene un gusto diferente de sexualidad… entonces muchas veces por eso pasa que oye mataron a fulanito que porque era así y asá” (Mujeres de Cadereyta). Ellos prefieren excluir al homosexual: “a nosotros que somos hombres, si hubiera un gay en nuestro salón no nos juntaríamos con él, lo haríamos a un lado, lo trataríamos mal, pero pues no hay en mi salón” (Hombres de Cadereyta), ¡por suerte! pues llegan a confesar su “asco” ante un hombre homosexual. La exclusión, vituperio y agresión, se dan horizontal y verticalmente. De los grupos de mujeres entrevistadas, alguna reconoce que cuando un profesor es gay lo discriminan. Los mismos docentes tienen actos discriminatorios contra alumnos y alumnas pertenecientes a grupos de la diversidad sexual, enviándolos a atención psicológica: “Yo he visto a los profes que de los homosexuales dicen ¡No mendigo joto, yo no sé ni para que esta aquí!” (Hombres de Zacatecas). Lo cual reproducen los alumnos: “sí, hay uno en primer semestre que se llama Michael, cada vez que pasa pues todos empiezan a decir tonterías, de niña y que no sé qué…” (Hombres de Campeche). Se muestran preocupados por los matrimonios entre personas del mismo sexo, sobre todo en lo tocante a procesos de adopción, desaprobándolo: “yo digo que la adopción está mal porque va a crecer el niño y va a crecer como qué onda, cuál es mi mamá y cuál es mi papá, ¿no?” (Hombres y mujeres de Tlaxcala).

La situación se agrava y suaviza. Lo primero por el discurso de la religión y lo segundo por el de los medios masivos de información. Por la religión, creen mayormente, se intensifican los actos discriminatorios que ejercen los grupos sociales: “La religión se puso en contra de la boda de los gays, en vez de ayudarlos los perjudicó un poco más” (Mujeres de Cadereyta); “la iglesia es la más responsable pues porque por ejemplo critica igual los embarazos, eso del aborto, sobre el homosexualismo y diversas cosas” (Hombres de Campeche). Esta religión impacta directamente en los comportamientos de las familias, según reconocen las entrevistadas y los entrevistados: “yo tengo una compañera que tiene preferencias sexuales diferentes, entonces sus papás la sacaron de su casa porque sus papás son muy católicos” (Hombres y mujeres de Campeche). “La necesidad de pertenencia, fundamental para toda persona, se vuelve más importante, porque muchos han sido rechazados por su familia, o se han alejado de ella” (Castañeda, 2001, p. 85). Consideran a la sexualidad alternativa como “pecado”. Narraciones sobre lo que ocurre en la familia muestran a una célula de la sociedad como productora y reproductora de conductas discriminatorias, sobre todo en el papá quien dicen, es el que más discrimina mientras que la mamá es la que más ayuda, lo cual genera conflictos entre la pareja pues mientras él agrede ella apoya, “tengo un primo que es homosexual pero él no lo quiere expresar, no le quiere decir a su papá porque su papá es machista y quiere tener nietos y que su hijo se realice y su esposa, a mi primo le da temor decirle a su papá que es homosexual y esa es una forma de discriminación” (Hombres y mujeres de Xalapa).

Reconocen que la solución está en los padres pues ellos pueden educar y evitar la discriminación dentro de la familia hacia parientes homosexuales y evitar frases como “tengo una familia homofóbica”. Respecto a los medios masivos de información se dividen las opiniones. Mientras algunos adjudican a éstos la culpa de la discriminación, mayormente reconocen la exhibición de figuras públicas (Ricky Martin y Cristian Chávez) como un impulso para la aceptación de lo gay. Destacamos el uso indistinto que los grupos entrevistados hacen de los términos gay y homosexual. Mientras el término gay “se utiliza como sinónimo de una persona alegre, divertida, jovial, algo alocada. La palabra gay sale del argot homosexual anglosajón para convertirse en una reivindicación política” (Guasch, 1991, p. 84), el concepto homosexual registra variaciones que van de lo médico a lo que permanece oculto. Finalmente, observamos repetidamente la creencia de que la gente “se vuelve” homosexual y constatamos los imaginarios del homosexual como un ente “libertino y perverso” al que se puede “soportar” su diferencia sexual siempre y cuando sea discreto, así como la asociación de VIH-SIDA y homosexualidad.

c) Reflexiones finales Tanto los estudios aplicados por el CONAPRED como la investigación de campo del grupo de trabajo, confirman las ideas vertidas por heterosexuales y homosexuales: la homosexualidad como algo contagioso, el rechazo social, la creencia de que se puede “curar”, la petición de discreción al disidente sexual, el sufrimiento real o imaginario del homosexual, la violencia institucionalizada y el conflicto de la sexualidad como algo público o privado; situaciones que, entre muchas, componen el escenario.

Con la complementariedad de números y opiniones damos cuenta de una masculinidad tradicional cuestionada ante este hombre femenino, “mariposa, tibio”, que incita a la violencia de los jóvenes hombres del estudio, es pues un mecanismo de defensa psíquica, una estrategia destinada a evitar el reconocimiento de una parte inaceptable de sí mismos. Dirigir la agresividad contra los homosexuales es una manera de exteriorizar el conflicto y hacerlo soportable (Badinter, 1993, p. 146). Lo otro, lo femenino, no puede ser parte de un hombre. Las conductas afeminadas de hombres homosexuales son castigadas por quienes ejercen su masculinidad dominante y ajustada a los modelos de violencia y rudeza. Lo femenino en el hombre, según narran los entrevistados, es penado con actos de lenguaje que denostan hasta acciones de violencia y bullying homofóbico: en los centros educativos se reproducen conductas que se dan en la sociedad, los niños que no sigan la heteronormatividad en las aulas son percibidos por los demás alumnos como diferentes y señalados, como merecedores de mofas, insultos y, en ocasiones, agresiones físicas (Plaza, 2008: p. 52). Con diferentes grados de violencia, tanto hombres como mujeres castigan en sus escuelas la transgresión del género y la sexualidad. Cantor (2007) realizó para Colombia una encuesta que revela los índices de Homofobia en las escuelas, de cuyos resultados destacan: 6 de cada 10 estudiantes de colegios de Bogotá se burlan de sus compañeros con tendencias homosexuales y 3 llegan a insultarlos; cuestionados sobre lo que deberían hacer los estudiantes homosexuales o lesbianas, las respuestas fueron: ocultar su identidad e irse del colegio. El investigador puntualizó que “la homofobia en la escuela no es absoluta y

también existe reconocimiento social hacia estos jóvenes, a pesar de que no hay procesos de educación que incluyan la diversidad sexual”. El acto discriminatorio como proceso de separación y/o catalogación se complejiza cuando pensamos en personas cuyas agresiones van de la afectación verbal, física o hasta ideas de exterminio sobre un sujeto cuya identidad está marcada por un imaginario construido históricamente, por transmisión de aprendizajes producidos y reproducidos en estructuras de control social como la familia. Por percibirse como enfermos mentales, como transgresores de lo que se piensa “natural”, por cuestionar a la heterosexualidad con sus acciones, las y los integrantes de las CDS reconocen y hacen evidente un sufrimiento, localizado a veces en sus grupos de pertenencia, como lo muestran las y los participantes de este estudio al creer a la homosexualidad como algo que se contagia y, peor aún, como algo que debe ocultarse. En el México contemporáneo la sociedad parece estar dispuesta a tolerar; de buena o mala gana, la existencia de gays y lesbianas, siempre y cuando no tenga que presenciar ni su visibilidad social ni su felicidad interpretada con frecuencia como un acto de proselitismo o de reclutamiento (Hinojosa, 2001, p. 213). Los candados colocados al espacio público para la expresión de la sexualidad diversa o la aceptación condicionada a un “mientras conmigo no se meta”, ponen de manifiesto la contradicción entre un respeto que reconoce los derechos del otro y un respeto que ignora la existencia del otro, favoreciendo la marginalización y dañando la construcción identitaria del sujeto. La Discriminación por Orientación Sexual afecta el trato equitativo de las personas: “una diferenciación es discriminatoria si carece de justificación objetiva y razonable, es decir si

no persigue un fin legítimo o si carece de una relación razonable de proporcionalidad entre los medios empleados y el fin perseguido” (Flores, 2004).

d) Referencias Badinter, E. (1993). XY La identidad masculina. Madrid: Alianza. Cantor, E. (2007). Una encuesta revela altos niveles de homofobia en algunos colegios. Nota publicada el 26 de marzo de 2007. Centro Virtual de Noticias (CVN). Recuperada el 20 de abril de 2009. Disponible en www.mineducacion.gov.co/cvn Castañeda, M. (2001). La experiencia homosexual: para comprender la homosexualidad desde dentro y desde fuera. México: Paidós. Collado, F. (2007) Homofobia. Odio, crimen y justicia, 1995-2005. México: Tusquets Editores. Encuesta Nacional sobre Discriminación en México. ENADIS 2010. Resultados sobre Diversidad Sexual. (2011). México: Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación. Flores, C. V. Vega (2004) Discriminación por orientación Sexual. Tesis para obtener el grado de Licenciado en Ciencias Jurídicas. Chile: Universidad de Chile Gómez, Ramón. (2002). Homosexualidad y medios. Viejos y nuevos elementos discriminatorios II Encuentro de Facultades de Comunicación del Cono Sur. [en línea]. Disponible en http://www.encuentroconosur.uchile.cl/ponencias/2/2c_ramongomez.html [2005, Mayo 30]. Guasch, O. (1991). La Sociedad Rosa. Barcelona: Anagrama.

Hinojosa, C. (2001). La batalla cultural contra la impunidad: la necesidad de trascender la noción de la tolerancia hacia las minorías sexuales. Memoria del Seminario Internacional sobre Tolerancia. Comisión Nacional de Derechos Humanos. México: CNDH. La Homosexualidad no es un Problema la Homofobia, sí. (2012). México: Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación. Plaza, J. A. (2008). Homofobia en las aulas. Revista La Clave, sección Educación. 25 de enero de 2008. Pp. 51-53. Primera Encuesta Nacional sobre Discriminación en México (2005). México: Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación.

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