Leonardo Padura y la rebelión del “hombre nuevo” en Cuba

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Descripción

ACTAS DEL II CONGRESO INTERNACIONAL “EL CARIBE EN SUS LITERATURAS Y CULTURAS”

8, 9 y 10 de abril de 2015 Córdoba Argentina

ÍNDICE

0. Introducción 1. Imágenes del Caribe  SELVA ILARDO “Aportes de Fernando Ortiz, Frantz Fanon y Stuart Hall a los estudios de la identidad”  BÁRBARA JELEN “Representaciones posibles del Caribe. Choques, coincidencias y divergencias”  LILIAM RAMOS DA SILVA “Voces negras en la novela histórica hispanoamericana. Un panorama por la región caribeña”  MARÍA ALEJANDRA OLIVARES “Relatos de opacidad: historias de caribeñidad”  MATEO PAGANINI “El espejo cóncavo, exploraciones por las escrituras autobiográficas de Servando Teresa de Mier y Reinaldo Arenas” 2. Exilio, diáspora y frontera en la cultura caribeña contemporánea  CÉSAR AGUSTÍN TISSOCO “De República Dominicana a Estados Unidos: la experiencia migrante en Down (1996) de Junot Díaz”  CRISTHIAN ANDRÉS TORRES HURTADO “En busca del hábitat originaria: desplazamientos del Caribe hacia Bogotá en la poesía del escritor colombiano Héctor Rojas Herazo (1921-2002)”  CRISTIAN CARDOSO “Exilio, viaje y traducción: notas acerca del encuentro Piñera-Gombrowicz en Buenos Aires”  LUIS FELIPE CANEO “La crisis emigratoria de Mariel y su impacto en las relaciones migratorias cubanasnorteamericanas bajo la perspectiva de la historia de las emociones.”  ANA EICHENBRONNER “Muecas para escribientes: Virgilio Piñera en la nueva narrativa cubana”  FLORENCIA PERDUCA “Rutas y raíces: diáspora, frontera e identidades dinámicas en la obra Judith Ortiz Cofer”  MARÍA JOSÉ BUTELER “Identidad y desarraigo en Nuestra casa en el fin del mundo. Una novela de Óscar Hijuelos”

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 MARÍA LUZ REVELLI “Exilio en el período del trujillato: representaciones de la mujer en el exilio en De cómo las muchachas García perdieron el acento y Cosecha de huesos”  ROXANA AZCURRA “Junot Díaz entre la globalización y la lucha por la identidad” 3. El Caribe a través de su dimensión histórica  MOISÉS CÁRDENAS “Análisis del libro La historia desde el capricho o los caprichos de la historia de Rubén Darío Jaimes”  SILVANA R. LÓPEZ “Héctor Libertella en el Caribe. El viaje y la lectura amotinada”  SANDRA MILENA CASTILLO BALMACEDA “Liberalismo burgués en Sab de Gertrudis Gómez de Avellaneda y Torquemada en la hoguera de Benito Pérez Galdós: intelectualidad y poder en el siglo xix”  BETINA SANDRA CAMPUZANO “Una escritura con resquicios: revelaciones y silencios en Autobiografía de un esclavo de Juan Francisco Manzano y Biografía de un cimarrón de Lucrecia Pachano”  ARMANDO CAMACHO, DANILO MERCADO MILLÁN Y LAURA SANCHEZ GUERRA “Literatura nacional colombiana 1854-1886: una mirada desde la prensa literaria de la Costa Caribe”  KATIA VIERA HERNANDEZ “El Caribe de Mayra Montero desde la historia y la ficción”  JOSINALDO OLIVEIRA DOS SANTOS, SEBASTIAO ALVES DE TEIXEIRA LOPES “A identidade crioula nos poemas Me gritaron negra de Victoria Santa Cruz e África grita de Lucrecia Panchano” 4. El Caribe francófono: enfoques, problemas, discusiones  EURÍDICE FIGUEIREDO “Historia y memoria de la esclavitud en el caribe francófono (Martinica y Guadalupe)”  BLANCA MARÍA DURAÑONA “Aimé Cesaire. Las armas milagrosas de la negritud”  PAMELA SWINDT “Fronteras, sexualidad y rituales en la diáspora de las protagonistas de Yo, Tituba, la bruja negra de Salem de Maryse Condé y Del rojo de su sombra de Mayra Montero. Un estudio comparativo”  MARTA CELI “Diálogo entre conceptos de Édouard Glissant y una nouvelle de Paradis Brisé “

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5. El Caribe anglófono: aproximaciones y debates  SILVIA TRIGO “Identidad y conflictos culturales en dos novelas de Andrea Levy”  ANDREA MONTANI “Midiendo fuerzas: memoria, verdades e historia”  EUGENIA MARRA “Rescate narrativo de historias silenciadas: resistencia de la mujer negra en Free entreprise de Michelle Cliff”  MARTHA R. NAVARRO Y MARIA FERNANDA GRACIA “Sargasso Sea: la adaptación como lugar de diálogo en torno a procesos de subjetivación”  AZUCENA GALETTINI “Caminar raíces y hablar palabras. Paisaje y escritura en i Is a Long-memoried Woman de Grace Nichols”  VALERIA ENGERT “El agua como lugar común en la narrativa de Toni Morrison, Michelle Cliff y Edwidge Danticat”  MARÍA GRISELDA RIOTTINI “El paisaje en la reapropiación de la mirada: Tiepolo’s Hound y Garcetas blancas de Derek Walcott”

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6. Itinerarios de lecturas de las tradiciones literarias del Caribe  MARÍA FERNANDA PAMPÍN “Entre imperios. Lecturas norteamericanas en el siglo XIX cubano”  AGUSTINA GIUGGIA “Paisajes distópicos en Plop de Rafael Pinedo y El Asalto de Reinaldo Arenas: vivir según las leyes que dicta la supervivencia (una lectura intertextual)”  CANDELARIA BARBEIRA “La Loma del Ángel de Reinaldo Arenas y Cecilia Valdés de Cirilo Villaverde: préstamos, reclamos y traiciones en la construcción de una figura 49autoral”  MARÍA PÍA BRUNO “El americanismo insular de Domingo del Monte”  EXEQUIEL SVETLIZA “El realismo maravilloso como estética de resistencia”  DIANA CAROLINA PEDRAZA POVEDA “Costumbres y violencias de una realidad literaria en Colombia”

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7. Territorialidades del Caribe  MARIANA LARDONE Y LUCIANA SATRE “Lecturas performáticas: voz acción y escritura en Retrato de A Hopper y su esposa de Carlos Aguilerra”  ALEJANDRA SÁNCHEZ KORNFELD “Representaciones del intelectual dentro y fuera de Haití en Brother I´m Dying de Edwidge Danticat”  NANCY CALOMARDE “Territorialidades del Caribe: una serie entre el Caribe y el Atlántico”  ANABELLA CASTRO AVELLEYRA “Del exilio a la emigración: la (re) construcción de la cubanidad en el cine a partir del período especial”  CALLEGARI, CYNTHIA “La ciudad, escenario contrautópico en Baile con serpientes de Horacio Castellanos Moya”  ERIKA ZULAY MORENO “Un caribe de agua dulce en la saga policial de Gonzalo España”  MARÍA FLORENCIA DONADI “Islarios del presente: (re) configuraciones"  IVAN SEGARRA-BÁEZ “El dolor en la literatura dominicana en el contexto de la generación de 1960”  LAURA M. FEBRES “Manifestaciones femeninas de los fenómenos migratorios escritas en el siglo XX y XXI”  LÓPEZ NORIEGA,LUIS FERNANDO “Territorio, conflicto, memoria histórica: el caso chambacú en el caribe colombiano”  LUZ RODRÍGUEZ CARRANZA “Tragedias contemporáneas”  NOELIA DIGNANI “El espacio imposible: reconstrucciones del espacio fragmentado a partir de las experiencias de migrancia, insularismo y exilio, en algunos textos de la narrativa cubana actual”  YOLANDA PARRA “Contextos pluriversos en el caribe colombiano análisis desde la matriz territoriocuerpomemoria”

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8. Literatura y revolución en América Latina  JOSÉ ARREOLA “Cuba, hombre nuevo y literatura”  DIANA MORO “La noción de “hombre nuevo” en “Charles atlas también muere” de Sergio Ramírez”  MARTHA CAMPOBELLO “La novela de mi vida de Leonardo Padura: recorridos del intelectual desencantado”  BIAANI SANDOVAL TOLEDO “La poesía contrarrevolucionaria de Reinaldo Arenas”

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369-373  RICARDO LOPEZ MUÑOS “Leonardo Padura y la rebelión del hombre nuevo en Cuba” 374-379  GUADALUPE SILVA “Post-origenismo en los noventa: apuntes sobre José Ponte” 380-385  LAURA MACCIONI “Subjetividad, materialismo y revolución: un repaso por la poesía de Antón Arrufat” 386-390  IGNACIO IRIARTE “ Imagen y revolución en José Lezama Lima” 391-397  JAVIER IGNACIO GORRAIS “Intelectuales y literatura: René Dupestre y la exigencia revolucionaria” 398-402  EMILIANO TAVERNINI “Entre la turbación y la acidez. La poesía de Sergio García” 403-406  MARIA CELESTE CABRAL “De hombre nuevos y deserciones. Reconfiguraciones del sujeto revolucionario en La caminata (1969) de Eduardo Heras León y La yegua (1968) de Norberto Fuentes”  AMOR ARELIZ HERNÁNDEZ PEÑALOSA “Un panorama de la novela de enclave colombiana” 407-411

Introducción

Un tajo. La sola imagen de un tajo o miles abriendo un espacio diseñado por corte e injerto: el Caribe. Tajos azules que diseminan el continente en un millar de islas irregulares, un archipiélago calado de mar. Tajos rojos, lavados en los mapas turísticos, pero que continúan sangrando y manchando las superficies blanqueadas por la fuerza. Profundos, tan hondos que se vuelven heridas imposibles de suturar, fosas que no se dejan sellar. Asimismo epidérmicos, tajos que desbordan la piel del Caribe exhibiendo esas rasgaduras indecibles por donde, gota a gota, se escapa el sentido. Desgarros sin cesura que cierre las marcas dibujadas por la historia, aberturas que en esa inviabilidad totalizante encuentran lo posible como el destino indescifrable de una tarea siempre por hacerse. Y ahí, en medio del espacio poroso e inquietante que abren, todo fluyendo, todo en un imprevisible con-tacto. Migrancias, choques y precipitadas caricias, cruces y contagios de cuerpos, de culturas, de lenguas, de cantos y gritos, de miradas, de memorias, de afectos. Proliferación indebida. Ahí donde se cortó buscando el mutismo de las tumbas, la extirpación de lo distinto, los injertos mezclados con los restos aún palpitantes desencadenaron la proliferación de aquello que Derek Walcott (1992) llamará una obstinada sobrevivencia. Más allá de la vida que impone el imperio, los cuerpos resisten. Destrozados, desnudos y fragmentados existen y, todavía, empujan y se agitan, reclaman de nuevo su creación: potente en su falta de origen o en la pluralidad indeterminada de ellos, en el anudamiento de fragmentos ajenos, en el advenimiento de un cuerpo propiamente impropio, criollizado (Edouart Gissantt) que presiona los límites de lo uno hasta el extremo. Resistencias, anudamientos y estiramientos que implican una coreografía festiva, ritmos y melodías ensayando el movimiento convulso de las olas en su itinerante roce con la tierra y las rocas. Tal vez, como apunta Eduardo Lalo, esta sobrevivencia del Caribe ha sido y es invisibilizada, relegada al lugar más oscuro de la negación, a la más opaca experiencia del turismo all inclusive y el consumo ciego. Tal vez, ya es apenas una sombra que se agita en la penumbra. Pero se agita. Desde el lugar más oscuro, en el intersticio de la penumbra vibra, se estremece, se infiltra. Filtra y chorrea por los tajos más abiertos que nunca. Chorrea e interrumpe el régimen de visibilidad dominante, chorrea y deja la huella de una apertura indómita que desequilibra las totalizaciones del poder global.

II Congreso Internacional del Caribe en sus Literaturas y Culturas. Empapada por estas infiltraciones, sobrecogida en su derrame, asoma la segunda edición del Congreso Internacional del Caribe en sus Literaturas y Culturas. Los interrogantes son múltiples, los tópicos y los temas tantos como las perspectivas desde las cuales se los contempla. Se despliega una textualidad profusa y el Caribe se dilata en cada una de las mesas: criollo, anglófono, francófono, multilingüe/multicultural. Las voces se mezclan, entretejen respuestas que fugan un poco más el sentido. Durante tres días todo circula, se mueve en medio de los cuerpos que transitan con sus libros, bolsos y apuntes que salpican notas de un trópico fugado de las fronteras previsibles.

Melania Estévez-Belisario Zalazar

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II Congreso Internacional del Caribe en sus Literaturas y Culturas. LEONARDO PADURA Y LA REBELIÓN DEL “HOMBRE NUEVO” EN CUBA Dr. Ricardo López Muñoz Universidad Alberto Hurtado, Santiago de Chile

Dentro de la obra de Leonardo Padura, su tetralogía Las cuatro estaciones, conformada por las novelas Pasado perfecto, Vientos de cuaresma, Máscaras, y Paisaje de otoño, ofrece una oportunidad casi inédita de observar y comprender la sociedad cubana en las décadas de los años setenta y ochenta del siglo XX. Localizadas en 1989, su principal personaje, el detective Mario Conde, sus amigos, y las circunstancias que uno y otros viven, reflejan un período de la historia de la isla marcada por las consecuencias económicas, sociales y culturales de una revolución que desde su inicio se quiso definitiva e infinitamente superior al capitalismo. No está demás recordar que el socialismo fue la nueva sociedad que fundaría la Revolución cubana a partir de 1961. En esos términos, constituía un proceso y un objetivo descolonizador, que debía abarcar todos los campos, objetivos y subjetivos, de la sociedad que comenzaba a enterrarse en ese momento. Los recursos para esta tarea eran variados: desde el pensamiento inapelable de Marx, Engels y Lenin; a los que se sumaban como referentes ideológicos y de conducta José Martí y todo el panteón de reconocidos patriotas cubanos, desde Atuey hasta el último combatiente caído en la guerra contra el dictador Fulgencio Batista; hasta el referente de la Unión Soviética. Sin embargo, para la titánica tarea de enterrar el capitalismo y construir la nueva sociedad era también fundamental la creación de una Vanguardia, que reuniera lo mejor y más granado de los individuos llamados a dirigir este doble desafío. Sin ellos no sería posible alcanzarlos. Cada uno de sus miembros debía ser, a decir del Che Guevara: (…) un individuo que ha alcanzado el suficiente desarrollo político como para poder interpretar las grandes directivas emanadas del poder central, hacerlas suyas y transmitirlas como orientación a la masa, (…) de disciplina ideológica y administrativa, (…) cuya fidelidad está probada y cuyo valor físico y moral se ha desarrollado al compás de su desarrollo ideológico, de tal manera que está dispuesto siempre a afrontar cualquier debate y a responder hasta con su vida de la buena marcha de la Revolución (Guevara 2004a 243). Esta Vanguardia era fundamental para el éxito de la Revolución. La sociedad convocada a construir el socialismo estaba permeada por el individualismo, el egoísmo y la evasión, propios del capitalismo. Por lo tanto, la construcción del socialismo requería no sólo de cambios económicos y estructurales, sino también de un cambio en la mentalidad de todos. No habría socialismo sin un efectivo “hombre nuevo”, pletórico de nuevos valores. Más aun, este hombre nuevo demandaba de una construcción permanente, a cargo, por supuesto, del “…grupo de vanguardia (…) ideológicamente más avanzado que la masa…”, dispuesto a “…ir al sacrificio en su función de avanzada…” Sus miembros serían los encargados de la “masa”, cuyos elementos deberían “…ser sometidos a estímulos y presiones de cierta intensidad (…) ejerciéndose no sólo sobre la clase derrotada, sino también individualmente, sobre la clase vencedora” (Guevara 2004b 418-419). ¿Qué significó en el largo tiempo para el común de los cubanos la idea e implementación de esta Vanguardia y la imposición del relato acerca del “hombre nuevo”? Allí es donde la tetralogía de Padura se transforma en un amplio testimonio de sus consecuencias, particularmente en una generación ya adulta, que casi han nacido con la Revolución, como parecen ser los personajes de las novelas y sobre todo su principal protagonista, Mario Conde. Éste actúa desde el poder (es policía), y aunque no pretende ser un hombre nuevo, su labor detectivesca está respaldada por una institucionalidad –la Central de Policía- cuya tarea es defender aquel orden social en donde finalmente impera este “hombre nuevo”. Sin embargo, los crímenes que debe 369

II Congreso Internacional del Caribe en sus Literaturas y Culturas. resolver trasuntan el resquebrajamiento de una propuesta cultural que parece condenada al fracaso desde su origen. En Pasado perfecto debe investigar el asesinato de un viceministro –Rafael Morín-, alguien que ha conocido en su adolescencia, como estudiante en el Preuniversitario. Desde entonces lo percibe sospechosamente intachable: dirigente oportuno, políticamente correcto, siempre en ascenso. A través de sus pesquisas el detective descubre que ya adulto, es apreciado por ser trabajador, generoso y autocrítico. Es aparentemente un “hombre nuevo”, que sin embargo es corrupto, y ante la inminencia de ser descubierto intenta escapar de Cuba en componendas con otro sujeto de su mismo estatus, quien finalmente lo asesina. A lo largo de su investigación, Mario Conde no olvida el lugar que ha ocupado en su pasado este “hombre nuevo”: ha sido el dirigente que reprime a los estudiantes del Preuniversitario que participan de la “escuela al campo”230, cuando se rebelan ante las exigencias del director; es el que va a censurar la libertad literaria de los jóvenes que se atreven a escribir en una revista estudiantil; y es el que hasta le arrebata la chica de la cual el futuro detective está enamorado. De alguna manera el joven Mario Conde ha sido una víctima de este hombre nuevo. El ha sido parte de la “masa” sometida “…a estímulos y presiones de cierta intensidad”, por el ahora asesinado. En la siguiente novela, Vientos de cuaresma, el detective debe resolver el asesinato de una “mujer nueva”: Lisette Núñez. Esta vez se trata de una joven profesora, nacida en la Revolución, que tiene un expediente tan intachable que Conde se pregunta: “¿Cómo es posible en diez años de vida no tener un solo olvido injustificable, no cometer un solo error, ni siquiera cagarse en la madre de nadie?” (Padura 2001 36) Sin embargo, la investigación de su muerte visibiliza fenómenos desconocidos en la vida del detective, y en los que está involucrada la asesinada: la droga entre los jóvenes, el soborno entre profesores y estudiantes, las mafias. También en este caso sus pesquisas lo remiten a su pasado. Lisette ha sido profesora de su antiguo Preuniversitario. Allí descubre que sus alumnos tienen conductas marcadas por una ética no muy distinta de la que practicó en su adolescencia: la lealtad entre los amigos, no ser “soplón”, y si es necesario engañar para obtener buenas notas. En definitiva constata que debajo de la máscara del hombre nuevo, al fin presente en las nuevas generaciones, siguen imperando aquellas formas conductuales que estaban llamadas a ser barridas por la nueva sociedad. La “masa” –los jóvenesy el “hombre nuevo” –la profesora asesinada- aparecen interactuando a través de la corrupción, la droga y la delincuencia. La saga de Mario Conde continúa en Máscaras, novela en la que debe investigar el asesinato de un travesti, hijo de un connotado dirigente de gobierno y uno de sus representantes a nivel internacional. Se trata de un indudable miembro de la Vanguardia, de otro “hombre nuevo”, que sin embargo no puede tolerar la opción sexual de su hijo, al que termina asesinándolo. La investigación del crimen conduce al detective a entrevistarse varias veces con un dramaturgo homosexual, Manuel Marques, a todas luces sujeto a censura durante el denominado “Quinquenio gris”231, quien le muestra las consecuencias de su condición: algo inaceptable dentro de la nueva sociedad. Por su intermedio descubre además un mundo que hasta entonces le ha sido vedado, invisibilizado, y por supuesto reprimido: el de los homosexuales. Al mismo tiempo, Mario Conde, alarmado, observa algo que ya se insinúa en la novela anterior: el derrumbe de la Central de Policía. Él y todos sus colegas están siendo investigados por corrupción. Incluso su jefe, a quien admira por su ética. De alguna manera, en la trama de la novela, todos están siendo partícipes del derrumbe de un mundo propuesto, donde solo algunos lo disfrutan mientras otros son sus víctimas, pero donde ninguno parece creer en él.

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A partir de 1966 en Cuba fue política la movilización masiva, sistemática y organizada de los estudiantes a realizar, por períodos de un mes, trabajos en áreas rurales. A esta movilización se le denominó “La escuela al campo”. Esta política estaba orientada –como no- a la formación del “hombre nuevo” entre los jóvenes. Al respecto ver a (Figueroa 1974). 231 El “Quinquenio gris” refiere a la etapa en que, -a partir de 1971 y hasta 1976- la creación artística cubana estuvo sujeta a una fuerte censura por parte de la institucionalidad cultural. El contenido de ciertas obras fue considerado poco expresivo del “momento histórico” que se vivía, o reflejo de una alienación propia del capitalismo. En el período también fue puesta en duda la “integración revolucionaria” de varios artistas y escritores. Entre los criterios para juzgarlos se consideró incompatible con la condición de revolucionario la homosexualidad. Para conocer mejor el período del “Quinquenio Gris” ver a (Fornet 2007 y del Valle 2009).

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II Congreso Internacional del Caribe en sus Literaturas y Culturas. Por último, en Paisaje de otoño, el detective debe investigar el asesinato de un individuo de confianza de la Vanguardia, que había desertado a los Estados Unidos y luego regresado a su país, para terminar asesinado. Alrededor de su muerte aparece una red de "hombres nuevos" corruptos, todos con privilegios, incluso aquellos que han sido defenestrados por las autoridades. Pero además el entorno que cobija institucionalmente a Mario Conde definitivamente se desploma. Sus colegas son detenidos, acusados de corrupción; su jefe -quizá su alter ego- es pasado a retiro, culpable de “no saber” lo que acontecía en la Central de Policía. Para el detective, lo que devela su investigación y lo que acontece en la Central de Policía constituye un colapso del cual trata de salvarse abandonando su oficio y refugiándose en la lealtad de sus amigos. Se tiene la impresión de que solo él y su entorno afectivo son los sobrevivientes de un descalabro donde la “masa” y el “hombre nuevo” finalmente carecen de sentido, porque ni uno ni otro resultan ser lo anhelado hace tantos años atrás. Sin embargo, su refugio final, siempre presente a lo largo de las cuatro novelas, es un espacio de soledad y frustración. Ninguno de sus amigos parece localizarse en una instancia de integración con la nueva sociedad en la que se desenvuelven. Al contrario, parecen todos vivir resignados a su realidad o urgidos por romper con ella. Su mejor amigo, el Flaco Carlos, está postrado en una silla de ruedas, inválido por una herida de bala recibida cuando fue convocado a combatir en Angola. Algo que para Conde carece de sentido: “Él, que nunca había pensado en guerras, (…) precisamente él había recibido aquella bala sin remitente, dirigida por un ser sin rostro, y disparada por un odio que él nunca había sentido ni compartido” (Padura 1998 158159). Candito el Rojo, que ha llevado una vida al borde de la delincuencia, sólo se distancia de ella acercándose a la fe: “¿No es mejor rezar y cantar un poco, eh, Conde, y pensar que hay alguien en alguna parte que solo te exige que tengas fe y que seas bueno?” (Padura 1998 88). Miki Cara de Jeva es un escritor mediocre, “Sin embargo, su carnet de la Unión de Escritores lo calificaba así: escritor. Y cada tarde Miki se refugiaba en el bar de la Unión a beber unos rones que, pensaba el Conde, en rigor no le pertenecían” (Padura 2012a 60). El Conejo, es un historiador que finalmente no hace historia, y que “todavía sigue pensando si no matan a Maceo o si los ingleses no se van de La Habana y esas tragedias históricas que él inventa” (Padura 2012b 42). Andrés, el médico que quizá ha alcanzado todo lo que se podía aspirar en la nueva sociedad, sin embargo se propone emigrar a los Estados Unidos porque ha descubierto “Esa sensación horrible de descubrir que no sabes cómo has llegado hasta donde estás, pero que estás en una parte que tú no querías” (Padura 1998 249). Y hasta su novia esquiva, Tamara, que ha vivido rodeada de privilegios, vive con miedo “A sentirme más vacía. (…) a no vivir mi vida, a creer que lo tengo todo porque me he acostumbrado a tenerlo todo y hay cosas sin las que creo que ya no puedo vivir” (Padura 2012b 143). El mundo en el que finalmente se refugia Mario Conde parece estar conformado por los sobrevivientes de una sociedad que no es lo que debería ser y que no obstante se proclama a los cuatro vientos que si es. Sus frustraciones son enfrentadas por ellos a través de la amistad más profunda, que sobre todo los sumerge en lo cotidiano: en la comida (para todos comer bien y mucho es muy importante), en búsqueda del amor (casi todos están ansiosos de amar y ser amados) y en acceder, en el límite de la legalidad –y en más de una ocasión fuera de ella-, a simples goces mundanos. Todos, en definitiva, escapan a la idea de formar parte del ideal del hombre nuevo. Empero, en la tetralogía de Padura estos personajes no son marginales a la perspectiva del detective de que este sujeto imaginado no existe. Al contrario, la complementan, aunque él sea el más conciente de las especificidades de la sociedad en que viven. En definitiva, en cada novela se constata que con el pasar del tiempo el discurso acerca del “hombre nuevo” se ha distribuido en la sociedad cubana como un poder que trasunta la ética de las personas. Éste ha sido proyectado sobre todos los individuos como la epístola de un nuevo orden. Sin embargo, conforme a las circunstancias y proyecciones valóricas de las personas, se ha constituido sobre todo en un recurso que les permite darle un soporte discursivo a sus mejores y peores ambiciones. Ciertamente, la idea del “hombre nuevo” no es sólo una prédica lanzada para ser tomada o dejada. Cuenta con una red de espacios sacro santos que reúnen a los sacerdotes de la nueva fe. En la tetralogía, la Central de Policía es uno de ellos, y es la que le permite a Mario Conde contar con una posición de privilegio para visibilizar y reprimir todo ejercicio de poder que involucre recurrir a este discurso. 371

II Congreso Internacional del Caribe en sus Literaturas y Culturas. De hecho, parece llevar una guerra personal contra sus manifestaciones. Sospecha de aquel que es ministro o que ejerce o ha ejercido un cargo importante dentro de la Vanguardia, más aún si uno u otro se encuentran involucrado en un delito. Estos individuos son presentados en las novelas concientes de su impunidad, incluso cuando han sido desplazados del poder que ostentaban. Un ex ministro que a inicios de la Revolución distribuye las casas abandonadas por los emigrados políticos en los mejores barrios de la Habana es interpelado por Mario Conde respecto a la que se auto asigna, y éste le responde con ironía: “Era nuestro turno, al fin y al cabo. Justicia histórica, recompensa por el sacrificio y la lucha, el momento de los desposeídos, ¿no?” (Padura 1998 64). Pero además el personaje tiene en su casa un cuadro de Matisse. Ambas cosas exasperan al detective, por lo que nuevamente lo interpela: “¿…no le parece realmente bochornoso tener en esa pared (...) un cuadro millonario, comprado con su cargo, mientras allá abajo hay gentes que se pasan la semana comiendo arroz y frijoles después de trabajar ocho o diez horas y a veces no tienen ni una pared para colgar un almanaque?”. La respuesta a la pregunta denota la impunidad de quien se percibe aún intocable: “No, claro que no me abochorno. Porque la vida es como dijo el viejo congo: al que le cocó le cocó… Y al que no le tocó, lástima, pero ése se jodió, ¿no?” (Padura 1998 65). En rigor, el detective duda de todos los que enarbolan al “hombre nuevo” como recurso de juicio, de evaluación, o de “parametrización” de las personas. Allí caben no sólo los miembros de la Vanguardia oficial, los miembros de la nomenclatura, sino todos los que proclaman estar integrados a la sociedad revolucionaria. En palabras de uno de los personajes alguna vez marginado por su homosexualidad: “…todos los policías por cuenta propia, los comisarios voluntarios, los perseguidores espontáneos, los delatores sin sueldo, los jueces por afición, todos esos que se creen dueños de la vida, del destino y hasta de la pureza moral, cultural y hasta histórica de un país…” (Padura 2012a 105)232. Ante un relato acerca del hombre nuevo que se ha desperdigado entre una comunidad que hace de su uso un abuso en función de expectativas y ambiciones individuales, Mario Conde responde con una suerte de contra poder basado en la ética, pero no la de la entrega y del sacrificio, o de la solidez ideológica, sino aquella que surge de la propia lucha contra la omnipresencia del relato acerca del “hombre nuevo”, aquella que comparte con sus amigos, y que le permite vivir como un individuo honesto consigo mismo en medio de la marea avasallante de pruebas y convocatorias al sacrificio en nombre de lo colectivo. Una expresión cubana recurrente de los años setenta decía que “tu no te perteneces a ti mismo, perteneces a la Revolución”. Mario Conde y su entorno afectivo han logrado pertenecerse a si mismos, sufriendo a veces las consecuencias de su opción, pero también conquistando y reconquistando su propia ética, como supervivientes de una sociedad que no es lo que alguna vez fue anunciado, pero que es incesantemente proclamada como el horizonte, el único horizonte posible. Su ética le permite atacar, denunciar, y llegado el caso avasallar a quienes, más allá de su posición, enarbolan al “hombre nuevo” para recrear nuevas formas de oportunismo, de privilegios, y de opresión. De cierta manera, Mario y cada uno de sus amigos han logrado descolonizarse, pero del “hombre nuevo”, y de aquella promesa que tan vehemente y autoritariamente se anunciara en la década de los sesenta. De cierta manera, constituyen un otro “hombre nuevo”, nacido desde el hombre y la mujer común. Por eso también la tetralogía termina con su principal personaje renunciando a ser policía, tal vez como una manera conservarse como lo que es, un individuo lleno de contradicciones, pero aferrado, en medio de todos sus problemas y los de otros, a su ética.

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El personaje es Alberto Marqués, que de alguna manera recuerda al dramaturgo Virgilio Piñera, marginado del medio cultural cubano en la década del setenta por su homosexualidad. Al respecto ver (Quezada 2014). También recomendamos leer el testimonio de Eduardo Heras León y su experiencia al ser sometido a crítica su libro de cuentos Los pasos en la hierba. Acusado de “contrarevolucionario”, fue separado de la revista El Caimán Barbudo donde trabajaba, expulsado de la Universidad de La Habana en donde era docente, y enviado a laborar en una fábrica. De sus protestas dirá “...No había nada que hacer. No había manera de defenderse. No había forma de acudir a ninguna instancia que, por lo menos, provocara un diálogo, una investigación, una polémica (…) me parecía estar reviviendo los conflictos de José K. en El Proceso”. Ver (Heras León 2007). La cita se encuentra en la página 11.

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II Congreso Internacional del Caribe en sus Literaturas y Culturas. Bibliografía Guevara, Ernesto (2004a). “El cuadro, columna vertebral de la revolución”. En Ernesto Guevara, Obras Escogidas, Santiago de Chile, Editado en Digital por Resma, p. 242-245. Guevara, Ernesto (2004b). “El socialismo y el hombre en Cuba”. En Ernesto Guevara, Obras Escogidas, Santiago de Chile, Editado en Digital por Resma, p. 413-425. Figueroa, Max; Prieto, Abel; Gutiérrez, Raúl (1974). La Escuela Secundaria Básica en el Campo: una innovación educativa en Cuba, París, Editorial de la UNESCO. Padura, Leonardo (2001). Vientos de cuaresma, Barcelona, Tusquets Editores. Fornet. Ambrosio (2007), “El quinquenio gris: revisitando el término”, Conferencia en Casa de Las

Américas,

La

Habana,

30

de

enero

de

2007,

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