Lenguas dominadas y el uso del concepto de ideología en lingüística

June 7, 2017 | Autor: J. Alvarez Vandep... | Categoría: Language and Ideology, Análisis Crítico Del Discurso, Violencia Simbólica
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Universidad de Chile

Universidad de chile

Departamento de Lingüística

LENGUAS DOMINADAS Y EL USO DEL CONCEPTO DE IDEOLOGÍA EN LINGÜÍSTICA LA SITUACIÓN DEL MAPUDUNGUN A LA LUZ DE LAS TEORÍAS DE VIOLENCIA LINGÜÍSTICA , IDEOLOGÍAS LINGÜÍSTICAS Y ANÁLISIS CRÍTICO DEL DISCURSO

JAVIER ALVAREZ VANDEPUTTE

Documento realizado en el marco del Fondecyt Iniciación 11110362 “Caracterización etnolingüística de producción y reproducción de la lengua mapuche rural en comunidades pehuenches de Pitril y Caillaqui, Alto Bío-Bío”.

Profesor Cristián Lagos

Santiago de Chile, 2014

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Índice

1.Introducción .......................................................................................................................... 3 2.

Violencia lingüística ........................................................................................................... 5 a.

Ideas y prácticas culturales de los grupos dominados ................................................... 5

c.

Unificación del mercado lingüístico ............................................................................... 7

d.

Violencia lingüística del castellano sobre el mapudungun ............................................ 10

3.

Actitudes lingüísticas ....................................................................................................... 12 a.

Antecedentes .............................................................................................................. 12

b.

Estudio de las actitudes lingüísticas ............................................................................. 12

c.

Contenido de las actitudes lingüísticas......................................................................... 13

4.

Ideologías lingüísticas ...................................................................................................... 15 a.

antecedentes .............................................................................................................. 15

b.

Creencias y representaciones en las ideologías lingüísticas .......................................... 17

c.

Ideologías lingüísticas en chile ..................................................................................... 17

5.

Análisis crítico del discurso .............................................................................................. 19 a.

Antecedentes .............................................................................................................. 19

b.

Estructura del discurso según ACD............................................................................... 19

c.

Ideología según ACD .................................................................................................... 20

d.

Estructuras y estrategias del discurso ideológico ......................................................... 21

e.

Discusión sumaria........................................................................................................ 23

6.

7.

Ideologías lingüísticas contra-hegemónicas ..................................................................... 24 b.

Construcción de una Ideología contra hegemónica o de una contra-ideología ............ 24

c.

Ideología contra-hegemónica y violencia simbólica ..................................................... 26

d.

Ideología lingüística contra-hegemónica ...................................................................... 27

e.

Ideología lingüística contra-hegemónica y violencia lingüística. .................................. 28 Discusión: Revelar el arbitrario ........................................................................................ 30

Bibliografía ............................................................................................................................. 32

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1. Introducción

Los situaciones de contacto linguistico prolongado afectan interna y externamente a las lenguas en contacto. En el ámbito interno, se modifica la estructura morfológica y gramática, la interferencia lingüística es un ejemplo de ello. Externamente, la interacción entre lenguas distintas produce fenómenos como el cambio de código, prestamos lingüísticos etc. Finalmente las significaciones asociadas al uso de las lenguas se transforman. La lógica de estas transformaciones es un hecho problemático para la lingüística, difícil de integrar al análisis. Esto es así porque el axioma objetivista1 impide visibilizar las relaciones de fuerza social que están detrás de esos cambios. Toda situación de contacto, incluidas aquellas que se dan naturalmente en las fronteras, es asimétrica. El bilingüismo que producen los procesos de colonización y migración constituyen casos en que la asimetría existente entre las lenguas en contacto direcciona el conjunto de las transformaciones. El abordaje de esta problemática ha exigido de parte de la lingüística un trabajo multidisciplinario con las humanidades y las ciencias sociales. Se han creado conceptos como el de lenguas dominadas/dominantes, lenguas hegemónicas, lenguas marginales, lenguas minorizada, lenguas ilegitimas, lenguas estigmatizadas, variedades lingüísticas de bajo prestigio, etc. También se han diseñado indicadores para medir este fenómeno: desplazamiento funcional de la lengua y vitalidad lingüística. Lo que sugieren estos conceptos, pero cuyas consecuencias no se integran adecuadamente al análisis linguistico, es que los hablantes de lenguas dominadas son sujetos de múltiples relaciones de dominación: políticas, económicas y culturales. En consecuencia, se plantea el problema de la contribución/función del dominio linguistico respecto de las estructuras globales de dominación. Para abordar el problema de la dominación lingüística se propone al lector un camino teórico y una ruta empírica. Se revisan distintas teóricas que han examinado el problema teniendo como eje de esa revisión el concepto de ideología. La lógica es revisar los mecanismos, simbólicos, ideológicos y discursivos que operan en la dominación linguistica. Para probar los conceptos y categorías que proponen esas teorías se utiliza evidencia sobre la situación del mapudungun en chile. La idea es reconstruir las bases epistemológicas de esos sistemas teóricos y ver su adecuación a la realidad del mapudungun. Algunas advertencias al lector. Mi formación en ciencias sociales nunca está ausente en mi acercamiento al problema de las lenguas dominadas. Tampoco las adscripciones teóricas dentro de esa disciplina. Esto último reflejado en la reintroducción, a lo largo del texto, de la crítica de la teórica de la violencia simbólica al concepto de ideología2. Dicha teoría es 1

Y para llegar al axioma de la lengua es pura variación tuvo que dejar atrás varios prejuicios que vía ideológica se habían introducido en la disciplina. La circulación de lenguas y variaciones al interior de un cuerpo social siempre perturbo a los gramáticos. Y es que el contexto societal que produce ese fenómeno, las migraciones, procesos de colonización dista de ser un asunto lingistico, es un asunto político y económico que cristaliza distintos interes sociales. Así, la interacción lingüística entre grupos que tienen prácticas linguisticas diferenciadas no puede ser enfocado desde en inmanentismo gramático. 2 Ver capítulo Posestructuralismo en “sistematización concepto de ideología en ciencias sociales”. Pierre Burdieu, teoría del habitus y la violencia simbólica (Alvarez, 2014)

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presentada en el primer capítulo de este texto. Finalmente, el apartado de ideologías lingüísticas se divide en dos capítulos: en el primero se revisa la teoría y desarrollos clásicos (cap.4). En el segundo (cap.6) se desarrolla una propuesta teórica relativa a las operaciones ideológico lingüísticas de los grupos dominados.

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2. Violencia lingüística a. Ideas y prácticas culturales de los grupos dominados ¿Cómo caracterizar las prácticas lingüísticas de un grupo social dominado? El fenómeno de la dominación, proceso por el cual uno o varios grupos devienen subalternos, alcanza, en la situación colonial, todas o casi todas las dimensiones de la vida social: política, económica, cultural, lingüística, etcétera. Las ideas de los grupos dominantes, sus operaciones ideológicas, cumplen una función capital en la legitimación de la dominación. No obstante, la extensión subjetiva de ese proceso no se agota en el plano de las ideas y las ideologías3. Las teorías que examinan los procesos de simbolización de la vida social han demostrado que esas construcciones solo son parcialmente conscientes; que tienen naturaleza colectiva y que no emergen de sistemas de conocimiento elaborado. De hecho, se trataría de procesos inconscientes o e infra-consientes. Nuestros gestos, actitudes, hábitos, en los que rara vez se repara, no pueden ser explicados al margen del colectivo que las pone a circular. Tampoco nuestra percepción y apreciación del gusto, la belleza, el orden, etc. El conjunto de esas prácticas culturales (simbólicas), que van desde hábitos hasta elaboraciones complejas como la religión y el lenguaje, no contienen su realidad última en el pensamiento de algún individuo. Se producen y reproducen colectivamente y se anidan en el sentido práctico de las personas, se encarnan y corporizan. Y es justamente ese el ámbito donde se encuentra el último eslabón del proceso de dominación. Se debe, en consecuencia, diferenciar entre estos dos ámbitos de dominación: las ideas -vía ideologías-; las prácticas culturales -vía violencia simbólica-. Respecto del lenguaje. Teóricamente las ideologías lingüísticas constituyen un momento dentro de ese complejo que es la relegación social de una lengua o una variante a la marginalidad. Momento que tiene que ver con la articulación de creencias y representaciones anidadas en la conciencia de los hablantes y su circulación en el espacio social. Más allá de las ideologías, en lo profundo de la subjetividad de los hablantes que se despliega en las interacciones lingüísticas está el ámbito de la violencia simbólica: categorías con que percibimos, apreciamos y jerarquizamos nuestra propia lengua4. ¿Qué papel juega el lenguaje -práctica cultural elemental- en los procesos de dominación? ¿De qué manera se ejerce dominación por intermedio de las prácticas lingüísticas? Las preguntas planteadas señalan una dirección: existe un correlato de la violencia simbólica, en el lenguaje; La violencia lingüística. Bourdieu propone una estructura general en la que se desarrollan las prácticas lingüísticas cuya caracterización permite distinguir en qué orden se aplica la violencia lingüística. Propone el siguiente modelo: toda práctica lingüística es el resultado de la interacción entre un habitus lingüístico y un mercado lingüístico. Habitus lingüístico + mercado lingüístico = expresión lingüística, discurso (Bourdieu, 2002). A continuación se irán desarrollando los elementos del modelo para entender el planteamiento.

b.

Práctica lingüística, capital lingüístico y habitus lingüístico

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Ver capítulo Posestructuralismo en “sistematización concepto de ideología en ciencias sociales”(Alvarez, 2014) 4 Bourdieu señala que los sistemas simbólicos son estructuras estructuradas (por el entorno) que funcionan como estructuras estructurantes (para percibir el entorno)

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Para acercarse al fenómeno de la violencia lingüística hay que tomar la senda teórica que insiste en analizar el lenguaje más allá de su función comunicativa. Salir del análisis inmanentista, entender que de tal o cual sistema gramático no se derivan las pautas de elección entre una lengua marginal y otra dominante; tampoco de la gramática se deriva la opinión que los hablantes tienen de la lengua (suya y la de otros). 5 No están ahí todas las pistas acerca de esa práctica lingüística tan terrible como callar, condenarse al silencio porque no se sabe “hablar correctamente”; o porque la propia lengua o variante es construida como un marcador de estigma social. Bourdieu quiere insistir en este tipo de prácticas lingüísticas características de las situaciones de contacto asimétricas y que no han sido completamente conceptualizadas desde el la lingüística. Tradicionalmente la lingüística ha integrado al análisis el condicionamiento social de los hablantes por medio de dos conceptos: situación y contexto. Señala Bourdieu que la “situación” introduce un contexto reducido que no alcanza a reflejar lo social en las prácticas lingüísticas. Aquello a que apunta la situación en lingüística, una interacción social específica como una conversación, no da cuenta de la posición social de los hablantes, de toda la carga simbólica que esas prácticas lingüísticas pueden estar reflejando. “Las relaciones lingüísticas de fuerza transcienden la situación, son irreductibles a las relaciones de interacción tal y como se pueden captar en la situación” (Bourdieu, 2002). Tampoco la pragmática de Austin y su definición de “contexto” en ámbitos como el de los enunciados performativos logran concluir satisfactoriamente el análisis en los límites de la lingüística. Así, Bourdieu señala que la performatividad mágica de un enunciado en un contexto litúrgico es inseparable de la existencia de una institución social que define el contexto y los roles, por medio del cual las palabras adquieren eficacia simbólica. La pragmática pone entre paréntesis “la situación” para aislar las prácticas lingüística y así determinar cómo aquellas influyen en la realidad. Ese procedimiento falla en tanto abstrae el intercambio lingüístico del contexto social en que se desarrolla. Para Bourdieu una interacción lingüística, desarrollada en un contexto, es también un intercambio económico (más adelante se explicara a que se refiere con económico) que se lleva a cabo en una cierta relación simbólica de fuerzas entre un productor, provisto un cierto capital lingüístico, y un consumidor al interior de un “mercado”, apto para procurar un cierto beneficio material o simbólico. “Dicho con otras palabras, los discursos no son únicamente (cuando son sólo excepcionalmente) signos destinados a ser comprendidos, descifrados; son también signos de riqueza destinado a ser valorados, apreciados y signos de autoridad destinado a ser creídos y obedecidos” (Bourdieu, 2001). La práctica lingüística informa sobre la manera diferencial de comunicar, es decir, sobre el estilo reflexivo que percibimos apreciado en referencia al universo de los estilos de vida aparentemente competitivos, con gran valor social y eficacia simbólica. Ese “estilo de comunicar” es expresión del habitus lingüístico que a su vez es una dimensión particular del habitus6. Simbolización de la posición social: Sentido práctico, encarnado, opera 5

Opinión que tiene efectos importantísimos toda vez determina la enculturación (decisión de educar a las nuevas generaciones en la cultura –y lengua- nativa o bien estimularlos a la que la abandonen y asuman como propia la cultura y lengua dominante). 6 Ver capítulo Posestructuralismo en “sistematización concepto de ideología en ciencias sociales”. Concepto de habitus (Alvarez, 2014)

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como sistema de esquemas generadores de prácticas y de percepción de esas prácticas, “competencia inseparablemente técnica y social (a la vez capacidad de hablar y hacerlo de una determinada manera, socialmente marcada)” (Bourdieu, 1982). El habitus se estructura multidimensionalmente en los diferenciales de capital (económico, cultural, social, político y lingüístico) que definen las coordenadas de posición social en el espacio social7. El habitus lingüístico pone en marcha esquemas de apreciación y percepción de la lengua que son objetivas a la posición de cada grupo social. Se adquiere en los intercambios familiares, en la vida al interior de un barrio y la escuela; son modelos y sanciones acerca de la lengua que aprenden los miembros jóvenes del grupo por mimesis práctica, pre-reflexiva, por una suerte de encarnación. En consecuencia, el habitus lingüístico expresa la concentración de capital simbólico (lingüístico) desigualmente8 distribuido en el espacio social. Soporte de lo que en lingüística se llama “competencia” (talento para escribir, leer, hablar, escuchar, entender el contexto plurilingüe y pluricultural). El capital lingüístico corresponde entonces a la posesión de competencias más o menos alejadas del uso legítimo de la lengua. c.

Unificación del mercado lingüístico

Permita al lector ir presentando la teoría del habitus lingüístico interrogándonos respecto de la situación del mapudungun en las comunidades mapuche ¿Cuál es la característica del habitus mapuche y más específicamente de su habitus lingüístico? La característica de ese habitus lingüístico es su adecuación objetiva a la posición social que lo genera; posición económica, política y culturalmente dominada. En consecuencia, la primera particularidad del habitus lingüístico mapuche, el repertorio de competencias lingüística que despliega, es la distancia respecto del habitus lingüístico dominante poseedor del castellano estándar y de las competencias gramaticales, escriturales y discursivas que se reconocen como la norma linguistica. La posesión de esas competencias es la posesión de un capital simbólico-lingüístico. El capital lingüístico es el poder sobre la formación de precios lingüísticos respecto de los productos lingüísticos circulantes. En contraste, el habitus lingüístico producido en la comunidad mapuche no constituye ni se transforma en capital lingüístico redituable. ¿Por qué el habitus lingüístico mapuche no puede transformarse en capital lingüístico? El mapuche, su lengua y su variante del castellano poseen escaso valor real en el mercado lingüístico chileno.

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Quienes ocupan una posición dominante en el espacio social se caracterizan por la acumulación de capital: político económico y cultural. tienden también a concentrar otros tipos de capital simbólico (tasa de convertibilidad del capital) 8 Bourdieu advierte no hacer una lectura mecanicista del habitus: El habitus es histórico, genera disposiciones durables pero no perpetúas. La función del habitus es la adaptación, procesa la contingencia de cada nueva situación, en consecuencia experimenta transformaciones significativas. No obstante, mientras la posición social de cada grupo, en términos de concentración de capital, no se transforme, el habitus históricamente construido seguirá aportando los esquemas de percepción y apreciación idóneos a esa posición. Así sin transformación social los adaptaciones del habitus no pasan ciertos límites. “La situación es la condición que permite la realización objetiva del habitus. Aun así, los ajustes que impone la necesidad de adaptarse a situaciones nuevas e imprevistas pueden determinar transformaciones duraderas en el habitus, pero éstas no rebasaran un cierto límite, entre otras razones, porque el habitus define la percepción de la situación que lo determina” (Bourdieu, El mercado lingüistico, 2002).

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Tiene escasa legitimidad lingüística. Subsiste en mercados delimitados (espacio rural, ritual, académico). Es un islote arrebatado a las leyes del mercado. Dado que los distintos habitus lingüísticos tienen un valor simbólico diferencial en relación a la posición social donde se generan, Bourdieu considera adecuada la idea de “mercado lingüístico9”. Con ella el autor quiere reconstruir la lógica global de la interacción lingüística en una sociedad enfatizando las desigualdades de capital lingüístico en su interior. ¿Por qué hablar de mercado? Un mercado siempre es una relación de fuerzas. El campo económico, de prácticas propiamente económicas, es un espacio de lucha por la apropiación de bienes económicos y la acumulación de capital económico. Así, la idea de mercado nos permite entender la circulación y valoración de los productos lingüísticos como sistema de relaciones de fuerza lingüísticas fundada en la desigualdad de distribución capital lingüístico. En ese mercado lingüístico se valorizan las diferentes competencias lingüísticas ancladas a cada habitus lingüístico. “Todas las interacciones lingüísticas son tipos de micro mercados que están siempre dominados por las estructuras globales” (Bourdieu, 2002). Respecto de la situación colonial, propia de las comunidades mapuches, la idea de mercado simbólico y mercado lingüístico resulta especialmente de adecuada. Bourdieu al igual que Polanyi10, sostiene que un mercado (de prácticas económicas) capitalista es siempre una realidad construida por la acción de un Estado nacional moderno. La imposición de un mercado es un proceso de dominación política. El mercado capitalista se impuso en territorio mapuche mediante la acción colonial chilena. Se buscaba la incorporación de ese territorio y la mano de obra a los esquemas productivos nacionales11. Resulta de esa anexión colonial del territorio y su población la unificación del mercado económico y su apertura los mecanismos de formación de precios en la economía. Se introducen los criterios dominantes del valor económico: fijación neutral de los precios y conductas instrumentales mercantiles asumidas como universales. Contrario a lo que sostienen muchos de los modelos utilizados por economistas, la unificación del mercado económico dista de ser un arreglo o ajuste entre individuos y mercado. En realidad, la intervención del Estado crea y asegura mercados para los capitalistas nacionales. Colocados en esa situación, los bienes económicos mapuches, por ejemplo su producción agraria y ganadera es inmediatamente devaluada por la unificación del mercado económico. Además de la usurpación, expoliación y destrucción de sus medios de producción, la fuerza de trabajo mapuche incorporada al mercado del trabajo12 se posiciona

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Habla de mercado lingüísticos y no utiliza la noción de campo por varios motivos: la idea de campo lingüístico puede generar confusiones respecto del campo académico del cuerpo de lingüistas. La idea de campo en Bourdieu siempre expresa una situación de mercado en tanto refiere a procesos de circulación, distribución, acumulación y concentración de bienes. Los campos son espacios de lucha por la acumulación de capital simbólico. 10 Ver “la gran transformación” Karl Polanyi 11 Cronológicamente primero se impuso un tipo de capitalismo agrario, con elementos de economía hacendal. Desde los últimos decenios del siglo XX se produce progresiva capitalización y modernización vía inversión nacional y extranjera en la figura de la industria forestal. 12 Este ámbito es más complejo. El trabajo mapuche estará afectado por estructuras económicas que afectan a todo el agro nacional. La estructura de propiedad de la tierra, complejo latifundio-minifundio, inquilinaje, mediería, etc.

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estructuralmente devaluada, condenada a circular como mercancía barata 13. Toda la producción agrícola y ganadera mapuche reducida a economía de subsistencia. El proceso anterior tiene un correlato en el ajuste de los sistemas simbólicos a la situación colonial. Los productos culturales (incluida la lengua) de los grupos sometidos, como el mapuche, corren la misma suerte. El sometimiento político y económico implica al mismo tiempo la unificación del mercado de bienes simbólicos14. Así, la producción y circulación de bienes culturales mapuche (religión, arte, valores, creencias, lengua), antes dirigida a su propio mercado, son forzados a una apertura al mercado cultural chileno y llevados a su rápida devaluación. Ese mercado impone y generaliza sistemas de valoración cultural ajenos a la cultural mapuche, reforzada por defunción de la ideóloga política y económica dominante en el sistema educacional, el ejército y los medios de comulación. Legitimación del mecanismo formador de precios de bienes simbólicos; mecanismo que valoriza los productos culturales de los grupos dominantes y en consecuencia, les asigna un valor cuya acumulación deviene en capital simbólico. La unificación del mercado de bienes simbólicos afecta al mapuche afecta en tanto le impone un modo de apreciar y valorar sus propios bienes culturales respecto de los que la sociedad chilena impone. Es en la práctica, la condena progresiva a la obsolescencia del habitus mapuche, sus prácticas económicas y culturales junto con sus productos económico y culturales (lógicas de trabajo y acumulación, estrategias de intercambio matrimonial, organización religiosa, arte, etc.) En síntesis: en el mercado unificado de bienes simbólicos se ejercen formas de dominación complementaria a la dominación económica y política, proceso que se despliega con especial fuerza en la situación colonial. Las prácticas lingüísticas no son ajenas a este proceso. Al contrario, su circulación y reconocimiento en la sociedad constituyen un mercado específico al interior del mercado simbólico. El sometimiento político, económico y cultural del territorio mapuche implica, en esta lógica, la unificación del mercado lingüístico, y la imposición de unas relaciones de fuerza lingüística en su interior. Cada interacción lingüística expresa, desde este punto de vista, una posición en un sistema de relación de fuerzas lingüística. Una de las consecuencias de la anexión del territorio mapuche fue la anexión lingüística de población. Control sobre los medios de producción y reproducción lingüística por parte de la oligarquía blanca hispanohablante. El resultado es el desplazamiento funcional del mapudungun en tanto no participa de los mercados linguisticos regulados por el estado; la escuela, las institituciones estatales, fuerzas policiales, etc. En eso descansan las condiciones de dominación lingüística del castellano sobre el mapudungun. La legitimación de esa situación vía ideologías que naturalizan (ambito de las ideologías linguisticas), la relación castellano(origen europeo)nación chilena. La acción ideológica de la escuela es fundamental en tanto Impone el reconocimiento universal del castellano. Ahí se cautela el aprendisaje y uso de la lengua correcta mediante el somentimiento univeral al examen y sanción lingüística. Más importante, el sistema escolar chileno logra legitimar la distribución desigual del conociendo del castellano estándar y al mismo tiempo legitimar la distribución mucho más homogénea 13

Esta devaluación estructural de la economía mapuche es el origen de la acumulación originaria de la clase colonialista y terrateniente que se instaló en el territorio mapuche, 14 Ver capítulo Posestructuralismo en “sistematización concepto de ideología en ciencias sociales”. Cardoso de Oliveira concepto de cultura de contacto. (Alvarez, 2014)

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del reconocimiento de la legitimidad esa lengua. En dicha función la escuela contribuye a la legitimación del habitus lingüístico dominante mostrando que las competencias que domina, pronunciación, léxico, construcciones gramaticales constituyen norma lingüística estándar. Que su acumulación constituye capital lingüístico. ¿Cómo afecta la posesión de ese capital lingüístico en la interacción lingüística, especialmente donde hay diferenciales significativos de capital linguistico? Opera beneficiando al capitalista lingüístico toda vez que el hablante poseedor de capital lingüístico, de las competencias del castellano estándar, tiene un poder simbólico (eficacia) sobre la interacción lingüística; introduce el reconocimiento de su modo de comunicar y con ello refuerza el mensaje de su comunicación. Poder estructurante sobre las relaciones de fuerza lingüísticas. En el paroxismo de esta relación, en una interacción lingüística en un contexto oficial y formal (en una transacción económica o en presencia de un agente del Estado) más sometido está el habitus lingüístico mapuche a la ley de determinación de los precios lingüísticos. “la situación en que se ejercen situaciones de dominación lingüística, es decir, las situaciones oficiales (formales) son situaciones en las cuales las relaciones que se establecen realmente, las interacciones, son conformes a leyes objetivas del mercado” (Bourdieu, 2002) d. Violencia lingüística del castellano sobre el mapudungun La violencia simbólica es aquella que se ejerce sobre una persona predispuesta (en su habitus) a sufrirla. Implica una forma de complicidad que no es coerción física ni sumisión pasiva. Esta última es la figura que piensa la teoría de la ideología para describir la dominación. En cambio, la teoría de la violencia lingüística se origina en el proceso de simbolización (en la figura de habitus lingüístico) de las relaciones de fuerza lingüística donde se inserta. No se trata solo de un desajuste de la conciencia (creencias y representaciones) respecto de la propia lengua en relación a la estándar. La violencia lingüística se produce en tanto el habitus lingüístico dominado, que se traduce en prácticas lingüísticas deslegitimadas, se predispone a aceptar y legitimar es posición y la del dominante toda vez que se coloca en interacciones lingüísticas con interlocutores poseedores de capital lingüístico. Así, aunque se valoré sinceramente el mapudungun y opere efectivamente en micro mercados lingüísticos de la comunidad mapuche, la práctica lingüística más frecuente del hablante del mapudungun o del bilingue es la autocensura de sus expresiones15. El habitus lingüístico mapuche produce esquemas de cálculo espontaneo, categorías de percepción y apreciación de la lengua que origina prácticas lingüísticas que son anticipaciones respecto de las interacciones lingüísticas donde debe concurrir. El mapuche no puede pensar su propia lengua sin aplicar los instrumentos que el castellano pone en circulación para legitimarse. Por lo tanto ocurre con su complicidad, es una predisposición de su habitus, sentido práctico que emerge de la participación en el mercado lingüístico chileno en posesión de escaso o nulo capital lingüístico. Entonces, atendiendo a esta relación simbólica del mapudungun respecto del castellano ¿Qué expresa la perdida de vitalidad del mapudungun en las comunidades mapuche? ¿Qué expresa su desplazamiento funcional, su restricción a un puñado de micro-mercado (familiar, coloquial, ritual productivo)? Se expresa ahí la progresiva desintegración cultural y social a la que ha sido 15

El silencio es una práctica lingüística que difícilmente puede ser captada por los instrumentos que aplica la sociolingüística (encuesta y análisis de datos) y que sin embargo tiene una relevancia fundamental para esa comunidad de hablantes.

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arrojada la sociedad mapuche como consecuencia de la situación colonial impuesta. “Tratándose una producción simbólica, la conexión que el mercado ejerce mediante la anticipación de las posibilidades de beneficio remiten naturalmente la forma de una censura anticipada, de la autocensura, que no sólo determina la manera de hablar, la elección del lenguaje, como es el caso del cambio de código en situaciones bilingües. En cada interacción se revela quién es el poseedor de la norma lingüística. Las situaciones de bilingüismo permiten observar en forma casi experimental las variaciones de la lengua empleada en función de la relación entre los interlocutores y de su instrumento de expresión, en la estructura de la distribución del capital propiamente lingüístico y otros tipos de capital. (Bourdieu, 2001) Preguntarse por los modos de violencia lingüística que ha experimenta el mapuche y su lengua implica examinar la historicidad de su habitus lingüístico. Respecto de las trayectorias lingüistas que se inician con la pacificación de la Araucanía. En menos de cien años se pasó de una situación mayoritariamente monolingüe vernácula a la práctica extinción de esa realidad lingüística. Bilingüismo tolerado pero desincentivado por la escuela, instituciones y medios de comunicación. Bilingüismo pasivo. Interrupción de la enculturación del mapudungun; práctica de desencintado del uso de la lengua por parte de las nuevas generaciones, en favor del aprendizaje del castellano (el mapudungun como estigma). El habitus mapuche contemporáneo se funda en distintas realidades, Bilingüismo en retroceso (el porcentaje de L1 en mapudungun corresponde al segmento de adultos mayores de algunas zonas). Situación generalizada de un castellano mapuchizado muy alejado del estándar y en consecuencia detentora de escaso capital lingüístico (salvo para los lingüistas y aun entre ellos esa característica puede ser entendida como desviación). Así, sin poder hacer otra cosa que subvalorar (por la interacción con la demanda de sus productos lingüísticos antes que por la idea que él tiene de su propia lengua) su lengua vernácula, el mapudungun, y sus competencias en castellano. Se traduce en una práctica lingüística que desliza y anticipaciones a las sanciones del mercado lingüístico: dónde, cómo, cuándo y con quién hablar. Susceptibilidad a las correcciones gramaticales. Ortográficas, retóricas etc. Censura y autocensura. Desvalorización se sus formas expresivas y sobrevalorización del estándar. El mapuche en cada interacción lingüística se esfuerza por maximizar el beneficio simbólico que pueden conseguir con sus prácticas lingüística: fijación de un óptimo entre funciones de comunicación y a la valoración. Perdida de su función comunicativa en tanto sufre la sanción del castellano hegemónico.

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3. Actitudes lingüísticas

a. Antecedentes En la teoría de las actitudes lingüísticas se origina el estudio sobre las valoraciones diferenciales de lenguas y variantes en contacto. La línea que estudia el análisis de las actitudes lingüísticas es la sociolingüística. Es decir, lejos del inmanentismo y la gramática y cerca de la idea de codeterminación de las variables internas y externas del lenguaje. El ámbito de análisis de las actitudes lingüística es la interacción lenguaje/sociedad16. Esa intersección tiene un correlato en el trabajo interdisciplinario entre lingüística y psicología social. Toma la definición actitud desarrollada por la psicología social: tendencia psicológica que se expresa mediante la evaluación de una entidad particular con algún grado de aprobación o desaprobación. El manual de psicología social de Klinemberg (1986) define “la actitud como estado propicio para ciertos tipos de reacción. Puede adoptarse, ya hecha, imitando a otros, o puede ser el resultado de experiencia personal de muchas clases. Se expresa frecuentemente la forma de estereotipo, o de ‘imagen en nuestra cabeza’, que suele hacerse notable influencia en la percepción y la conducta; Estos estereotipos aplícanse a individuos o grupos”. El concepto de actitud busca explicar el paso de la mente a la acción. Para que suceda se tienen que dar tres condiciones: emociones (componente afectivo), creencias (componente cognitivo) y una predisponían efectiva (componente conductual). “One knows or believes something, has some emotional reaction to it, and then does something about it” (Edwars, 2009). Para la sociolingüística, una actitud lingüística se define como: acervo individual y colectivo que contiene sentimientos, evaluaciones, creencias y predisposiciones acerca de la lengua propia y la diferente17. Respecto del mapudungun un estudio relevante es el de Olate y Henríquez (2010), quienes estudian las actitudes lingüísticas de profesores en colegios interculturales bilingües evidenciando una actitud positiva hacia esa lengua. b. Estudio de las actitudes lingüísticas Tradicionalmente la sociolingüística ha diseño sus estudios acerca de las actitudes lingüísticas mediante el siguiente programa: a) actitudes hacia la lengua en general B) actitudes hacia el aprendizaje de L1 y L2 C) actitudes sobre el estatus de la lengua o variante, en relación al estatus de los hablantes d) actitudes respecto al cambio de código, dentro de una comunidad en general e) actitud de lealtad respecto de la lengua o variante propia y F) las actitudes de un grupo minoritario respecto de su propia lengua o dialecto no estándar. La utilización de este programa de estudios desde hace larga data y en múltiples realidades lingüísticas, el desarrollo de la sociolingüística comparada, han vuelto robusto, teórica y empíricamente al concepto de actitud lingüística. En consecuencia, lo que sabemos hoy de 16

Antes de que aplicara ese enfoque, en la década de 1960, este tipo de problemas carecía de importancia en un campo lingüístico al que subyacía una base epistemológica conductista (behaviorist approach). 17 Esta definición conlleva una metodología: se trata de una variable operativa para la medición vía instrumento-encuestas y el análisis de datos estadísticos.

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las actitudes lingüísticas es resultado de años de investigación. Las evidencias, hoy incuestionables, señalan que las actitudes lingüísticas constituyen racionalizaciones acerca de la estructura y los usos de la lengua que arrastran creencias y concepciones múltiples construidas a partir de la experiencia sociocultural del hablante. Expresan lo que en otra tradición ha sido denominado como lingüística popular18. Sentido común lingüístico que opera desde un etnocentrismo lingüístico. Una actitud lingüística es típicamente una referencia a la propia lengua y en segundo lugar a otras lenguas o variantes Se construye de la experiencia de contacto por una lógica de contrastante -nuestra lengua o variante/otras lenguas o variantescómo sintaxis binomial que reescribe en cada dimensión de la lengua o variante la idea desfavorable/desfavorable. Por ejemplo, una actitud típica es asumir que una lengua es estéticamente superior a otra como resultado de sus características internas, gramáticas, fonéticas, etc. Así, una actitud lingüística de un grupo social y culturalmente posicionado acerca de una práctica lingüística, propia o externa, se ubicará en la gradiente que va de los favorable o desfavorable. La evidencia sociolingüística ha mostrado el carácter interesado, etnocéntrico y sociocéntrico de las actitudes lingüísticas. Construidas a partir de la posición sociocultural del hablante, muchas veces tienen un fundamento interesado y egoísta. Así, la creencia en las diferencias internas entre lenguas o variantes no tiene fundamento empírico. La utilización de lenguas, variantes y dialectos minoritarios no implica que están sean mejores o peores instrumentos de comunicación. Las actitudes lingüísticas son efecto del lugar de los hablantes en la estructura social; los roles y estatus desigualmente distribuidos en las relaciones de clase, género, etnia y edad. Si c. Contenido de las actitudes lingüísticas Las actitudes lingüísticas articulan juicios y prejuicios respecto de las lenguas y variedades que circulan en una sociedad. Tienden a concebirse en términos de diferencias intrínsecas y diferencias estéticas. La primera, propia de los hablantes de lenguas dominantes, apunta a que la lengua propia es gramaticalmente superior a las demás. La segunda apunta a que son estéticamente superiores a otras, que son más “musicales”, etcétera. Ambos juicios no tienen fundamento empírico. A pesar de ser falsas, la evidencia muestra que incluso los hablantes de lenguas, dialectos y variantes minoritarias pueden asumir como propias esas actitudes, aceptar esos juicios y considerar que sus prácticas lingüísticas son extrañas y deficientes “Given the strength and pervasiveness of language attitudes, there are strong tendencies for speakers of nonstandard varieties to accept, themselves, the evaluations of others” (Lambert en Edwars, 2009). La difusión de esa actitudes sería función de instituciones sociales como la escuela, el ejército, los medios de comunicación, el gobierno; instituciones que son controladas por grupos dirigentes. Sin embargo las actitudes lingüísticas producidas por las elites económicas y políticas no siempre son asumidas por los hablantes de lenguas minoritarias. Al respecto se ha recolectado evidencia en el estudio de porqué subsisten las lenguas o variedades minoritarias. Se ha señalado que existe una función de solidaridad del lenguaje. A pesar del bajo prestigio que 18

la lingüística popular refiere a las racionalizaciones que los hablantes realizan sobre su propia lengua o variante y aquellas que circulan en términos de diferencias internas. Se nutre de lo que lingüísticas y gramáticos habían venido diciendo acerca de la lengua y su funcionamiento inmanente.

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tengan, su consideración general desfavorable, las lenguas y variedades minoritarias operan para reforzar la identidad grupal. El estudio de actitudes lingüísticas respecto del mapudungun debe medirlas tanto en los hablantes como en las distintas fracciones sociales chilenas. Teóricamente debieran haber variaciones en la favorabilidad/des favorabilidad frente a esa lengua en cada posición y aun dentro de la sociedad mapuche.

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4. Ideologías lingüísticas

a. antecedentes La teoría de las ideologías lingüísticas (IL), entronca con el trabajo de la sociolingüística y el estudio de las actitudes lingüísticas. Hereda la preocupación respecto de las valoraciones que los hablantes tienen sobre sus prácticas lingüísticas y las que circulan en la sociedad. A diferencia de las AL no solo busca establecer correlaciones entre variación de la actitud (favorable/desfavorable) y variables sociodemográficas; busca determinar la función social de esas valoraciones a partir de los intereses de los grupos de las producen y difunden. Atiende fundamentalmente a los procesos de marginalización y estigmatización de lenguas, dialectos y variantes, y su relación con la legitimación de otras. Adicionalmente, las IL toman los desarrollos de la etnolingüística con el objeto de ampliar los contextos que afectan a las prácticas lingüística. De ambas tradiciones se hereda una base epistemológica enraizada en las teorías del conocimiento y el enfoque cognitivo. Kroskrity (2010) señala que el primer impulso de la teoría de las IL tiene esta matriz –que llama análisis ideológico neutral- focalizado en las creencias y prácticas lingüísticas en su anclaje al contexto sociocultural en que operan. En la actualidad, algunas de las definiciones de ideología lingüística utilizadas contienen directamente esta idea. De los Heros (2007) dice que las ideologías lingüísticas son las creencias sociales compartidas que se refieren al uso y al valor de las lenguas. Hirsh et al (2006) señalan acerca de las Ideologías lingüísticas. “el lenguaje y la significación son inseparables de la materialidad y la acción”. En un segundo momento, según kroskrity, se incorpora elementos de la lingüística crítica y con ella la teoría marxista. Se analiza la función de las ideologías lingüísticas para la construcción de hegemonías lingüísticas en el marco de relaciones de clases en una sociedad. Ambas lienas análisis ideológico neutral/análisis crítico de las ideologías- son validadas y están presentes en las operacionalizaciones que hoy se hacen del concepto de IL. Señala que no hay una diferencia irreductible entre esos dos polos sino una gradiente que se manifiesta en el objeto de análisis y las distinciones que introduce el analista respecto del fenómeno (Kroskrity, 2010). Se trata de un concepto multidimensional en el que se superponen cuatro capas de significación que lo dotan de poder explicativo y rendimiento analítico. 1. Las ideologías lingüísticas representan valoraciones acerca del lenguaje y los discursos construidos en función del interés de un grupo social específico. Aquí el significado de IL empalma con la idea de Actitudes Lingüísticas. Aquello que es “verdadero", "moralmente bueno", o "estéticamente agradable” acerca del lenguaje y los discursos. Va más allá de las AL, en tanto las vincula directamente a la posición social de los grupos que las producen y difunden. En tanto los grupos sociales y culturales se oponen entre ellos según su posición de clase social, género, etnia, cultura, lengua; sus representaciones y actitudes respecto de las lenguas no pueden desinteresarse de esa o-posición. Las ideologías lingüísticas dominantes: estándar, monoglósica, monolingüe son producidas por elites políticas y económicas en diferentes partes del mundo. El poder de esos grupos aumenta la capacidad de difusión ideológica, haciéndolas hegemónicas. La sanción institucional favorable a una lengua estándar, por ejemplo, es el resultado un trabajo de mitificación de las prácticas lingüísticas del grupo dominante conseguido mediante el control institucional, 15

educacional y mediático. La función ideológica de esas instituciones es difundir y legitimar reconocimiento y valoración del lenguaje estándar junto a otros aspectos de la cultura dominante, al mismo tiempo devaluar las expresiones culturales lingüísticas divergentes. En esta dimensión la teoría de las ideologías lingüísticas se acerca al marxismo en su interrogación respecto de la relación entre capitalismo, estado e ideología. 2. Las ideologías lingüísticas son siempre múltiples, en tanto múltiples son las formas de estructuración social (clase, género, etnia, generación, religión, etcétera) en las sociedades capitalistas. Al interior de un grupo sociocultural existe el potencial de producir ideologías lingüísticas divergentes. No hay introyección insalvable e inmediata de las ideologías lingüísticas dominantes en los dominados. Existe dentro de los hablantes una amplia variedad de ideologías lingüísticas como facciones y subgrupos ahí entre ellos. Tampoco los dominados están condenados a la falsa conciencia, a la legitimación del orden que los domina mediante la operación ideológica urdida por las mentes del poder. Recupera esta acepción de IL la definición original de ideología acuñada por la sociología del conocimiento: todos los grupos producen ideologías, que es conocimiento existencialmente arraigado por medio del cual traducen sus intereses en contextos de interacción social con otros grupos. 3. Los miembros de un grupo sociocultural pueden presentar diferentes grados de asimilación de la ideología lingüística. Si bien la ideología lingüística tiene la pretensión de hacerse universal/natural en todo el cuerpo social, su efecto es más fuerte en el entorno social inmediato donde es producía. Esta capa significativa del concepto apunta a un modelo de transmisión de discursos ideológicos mediante su difusión en instituciones y medios. La efectividad del mensaje tiene que ver con la exposición en la radio, la escuela, la iglesia, el ejército, etc. Lógicamente, los primeros consumidores de esos discursos son los mismos grupos que la producen. Orgánicamente vinculados a esa ideología lingüística, la naturalizan en mayor grado. Su efectividad siempre será menor donde se encuentra en abierta contradicción con la realidad. 4. La ideología lingüística es producida y reproducida en contribución del cuerpo de científicos lingüísticas y su influencia sobre el sistema educativo. En el campo académico de la lingüística se introducen ideologías políticas que contienen creencias y representaciones acerca de las otras clases, etnias y culturas que se reinsertan en sus análisis acerca de las otras lenguas y variantes lingüísticas del territorio nacional. Este punto remite a la función de los lingüísticas en el proceso de estandarización “codificación y aceptación, dentro de una comunidad de hablantes, de un conjunto de normas que definen los usos correctos: ortografía, gramática y diccionario” (Moreno Fernández 1998). El sistema educativo contribuye a la perpetuación de esta ideología lingüística estándar. Así, en sus usos lingüísticos los distintos grupos sociales adhieren a la norma lingüística definida por el cuerpo de lingüísticas que reproducen ideologías políticas dominantes.

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b. Creencias y representaciones en las ideologías lingüísticas El cuerpo de lingüísticas reproduce ideologías políticas, por ejemplo la de la unidad nacional en la afirmación de que respecto del lenguaje, la diversidad y variación son una perjuicio comunicativo. En la base de ese raciocinio científico esta la ideología racista que sostiene que las manifestaciones culturales, sociales y lingüísticas de un pueblo no pueden ser heterogéneas ni diversas sino que necesitan orden invariabilidad y uniformidad (Milroy, 2001). La lingüística sería una tecnología social que cumple una función en la producción de las ideologías lingüísticas dominantes. La estandarización, legitimización ideológica de la hegemonía lingüística, es parte de un proceso sociopolítico más general, externo al lenguaje. “El proceso que media entre la estandarización y la construcción de una lengua hegemónica es ideológico” (Siegel, 2006). De hecho, la ideología de la lengua estándar y la Ideología del monolingüismo tienen una base no-democrática y parecen relacionarse con aquellas ideologías nacionalistas del siglo XVIII y XIX que proponen que el uso de una sola lengua se debe promover como arma de unidad nacional. (de los Heros, 2007 y 2008). Formula biopolítica de control del cuerpo para asegurar la soberanía nacional sobre sus territorios: estado = nación = raza = lengua. La ideología de la lengua estándar moviliza la creencia de que la variante estándar es más lógica e integra que los dialectos o variedades marginales. Moviiza representaciones acerca de la prosperidad económica y el éxito social facilitados en la utilización del estandar. “Hablar el estándar es así como marcador de una educación apropiada, de un mayor nivel de empleo y de acceso a ocasiones formales. Las variedades marginales sólo son apropiadas para conversaciones casuales, bromas y ocasiones informales. Representa a la variedad estándar como una forma más sofisticada y superior de habla que por lo tanto debe ser promocionada para ciertos usos y contextos, sobre todo los formales y académicos (Siegel, 2006) En algunos países la crítica a los procesos de colonización y de minotarización de lenguas ha llevado a la producción de ideologías que si bien no son construidas por los propios hablantes subalternos, relajan el control lingüístico. Deben, por su origen, ser examinadas también como modos de gestión política de sociedades multilingüísticas “La ideología del pluralismo igualitario, y la ideología de la igualdad de la oportunidad. Las dos ideologías son muy similares, pero enfatizan elementos diversos. Mientras que la del pluralismo igualitario enfatiza la igualdad de las lenguas, y el estándar como un recurso de escala social, la de la igualdad de oportunidades destaca el rol de la escuela y la adquisición del estándar para poder hacer que la sociedad sea más justa dando a sus miembros igualdad de oportunidades para triunfar en la vida” (de los Heros, 2007 y 2008).

c. Ideologías lingüísticas en chile En Chile la construcción de una variedad lingüística hegemónica se ha vehiculizado en la difusión de dos ideologías lingüísticas: ideología del castellano monolingüe e ideología del castellano estándar. Las representaciones y creencias ancladas en ambas remiten a las prácticas lingüísticas de las elites blancas, descendientes de españoles y europeos que construyeron el Estado chileno y monopolizan el poder económico y cultural. Elites cuyo influjo ideológico será contrarrestado recién con la propagación de ideologías contrahegemónicas entrado el siglo XX. 17

El monolingüismo se enarboló disfrazado de los principios epistemológicos racionalistas de la ideología liberal que promulgan las élites: el castellano sería un instrumento de comunicación sin el cual no se puede participar en la vida social, cultural y política del país. Los grupos indígenas, especialmente los mapuches, debían abandonar su lengua si pensaban entrar en alguna clase de debate político. El sistema educativo debía impedir la formación de dialectos, cumpliendo una función especialmente biopolítica: Los dialectos suponen una peligrosa forma de expresión: mirados como satélites en relación a la lengua hegemónica, comportan instrumentos de expresión de las grupos subalternos. El control político sobre el territorio nacional y la población impone la lógica del control lingüístico en los estados. La ideología del castellano estándar constituye una fetichización de las prácticas linguisticas las elites dominantes chilenas, y que ha variado (poco) conforme se han producido transformación en el poder. Es esencialmente la reproducción de prejuicios respecto de las variedades populares del castellano, urbanas y campesinas así como de las formas de castellano indigena. La variedad culto-formal chilena es una naturalización de las competencias lingüísticas que la elite posee en virtud de su capital cultural y habitus lingüístico. La sanción respecto de su uso en situaciones oficiales y formales es una legitimación de su monopolio sobre esos contextos institucionales. En lingüística se describe este proceso con dos conceptos: Convergencia, tendencia a homogeneizar la variedad interna y focalización, volver deseable esa homogenización.

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5. Análisis crítico del discurso

a. Antecedentes El análisis crítico del discurso (ACD) es una teoría tributaria del análisis del discurso (AD). El AD es una corriente que nace al interior del campo de la lingüística, que se interesa por los usos del lenguaje y la interacción social. Constituyó un esfuerzo interdisciplinario, vinculado a la psicología social, para estudiar la comunicación abarcando todos los aspectos: estructura verbal, fonética, actos de habla, gramática, retórica y producción de esquemas. Todos estos aspectos son entendidos como función del discurso. Así, para el AD, los discursos se pueden describir en términos de las acciones sociales que llevan a cabo los usuarios del lenguaje cuando se comunican entre sí en situaciones sociales dentro de la sociedad y la cultura. La relación prolífica entre lingüística y psicología social está presente aquí en la relevancia atribuida a los procesos de cognición. Para el AD los discursos presentan una gradiente entre cognición individual/subjetiva y una cognición colectiva/sociocultural. Gradiente entre procesos mentales y contexto. Lo relevante para el AD es cómo se producen y comprenden los discursos. Para responder esto lo fundamental será como integrar el contexto, la “situación social” en el análisis de la producción y recepción del discurso. Extrapolando esa preocupación, aparece el análisis social del discurso (ASD). El énfasis estaba en dar cuenta del discurso como acción social, dentro de un marco de comprensión, comunicación e interacción que a su vez forma parte de la estructura de procesos socioculturales más amplios. ACD se plantea ir más allá del ASD. Al igual que el AD hace del discurso su objeto de análisis y observación. Su programa de estudio enfatiza el trabajo multidisciplinario. Junto a los aportes del análisis del discurso, toman elementos de la “lingüística crítica” de Roger Fowler, Gunther Kress o David Hodge, que se había focalizado en la relación entre lenguaje y control social (Fernández Rodríguez, 2004). Además integran el análisis sociológico, antropología del conocimiento, filosofía, y de la psicología crítica con el objetivo de hacer del discurso un ámbito autónomo estudio. El ACD comienza señalando que todo discurso es una práctica social. Norman Fairclough, uno de los mayores exponentes de esta corriente, señala que el discurso en tanto práctica social involucra los siguientes elementos: actividad productiva, medios de producción, relaciones sociales, valores culturales, conciencia y semiosis, dialécticamente relacionados entre sí (Fernández Rodríguez, 2004). b.

Estructura del discurso según ACD

Van Dijk plantea un modelo de comprensión del discurso de base socio cognitiva. El problema se plantea en los mismos términos que el AD y el ASD ¿cuál es el papel que juega el conocimiento en la producción y comprensión del discurso? el discurso, en tanto práctica social, remite a tres ámbitos. Estructura lingüística (Estructura verbal, orden y forma), comunicación de creencias (cognición) e interacción en situaciones sociales (contexto). A cada uno corresponde un objeto de estudio específico: La conversación (lo hablado), el texto (lo escrito) y el contexto. En términos disciplinarios corresponda a la superposición entre lingüística, psicología y ciencias sociales.

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¿Por qué Van Dijk quiere perseverar, expandiendo, el análisis cognitivo? En la observación de que para producción y comprensión de los discursos se requiere una gran cantidad de conocimientos alojados en la mente de quienes participan de esa interacción comunicativa. Así, el primer desafío del ACD es generar una caracterización de los tipos de conocimiento que hay en el mundo social. Propone la siguiente metodología: a) una tipología adecuada de los tipos de conocimiento; b) detallar las estructuras de las representaciones mentales del conocimiento y otras creencias, y la manera en que éstas se utilizan en el uso del lenguaje, la interacción y la comunicación discursiva; c) dar cuenta de cómo se adquieren los distintos tipos de conocimiento, cómo se relacionan con los que ya se tienen y cómo se integran en el sistema de conocimiento; y d) explicar cuáles son las condiciones, estructuras, procesos sociales, culturales y políticos que intervienen en la reproducción del conocimiento en los distintos grupos y culturas; y que permiten que tenga injerencia en el procesamiento del discurso (Van Dijk, 2002) La pregunta por los tipos de conocimiento busca allanar su papel en la producción y comprensión del discurso. La primera distinción relevante es entre conocimiento alojados tanto en lo subjetivo y otros en lo colectivo. Hay conocimientos de carácter individual desplegados en interacciones sociales acotadas y conocimientos de base sociocultural implicados en la producción y desciframiento de discursos universalistas, como el de la política. Los objetos del conocimiento individual y colectivo serían distintos (pero complementarios) los primeros, específicos a la cognición de eventos acotados como una conversación intima, los segundos, relativos a eventos históricos, a la estructura social y política global. La articulación de ambos tipos de conocimiento se representa en modelos mentales que permiten el procesamiento de los discursos. La propuesta del ACD, se vuelve en este nivel cada vez más abstracta y compleja. Los modelos mentales se posicionan en la gradiente que va desde la cognición individual/subjetiva (basada en la experiencia individual) a la colectiva/cultural. Esta operación permite que podamos inferir contenidos en los discursos. A nivel individual (tanto en la producción y compresión del discurso) los modelos mentales operan en la comprensión de las palabras, la construcción de proposiciones, establecimiento de coherencia global y local. El conocimiento social y cultural implica niveles de abstracción mayor, irreductiblees a la cognición individual. El conocimiento personal y social se traslapan en la ejecución de los procesos de producción y comprensión del discurso: Situación, contexto, conocimiento contextual, modelos de evento, producción de significado y expresión/formulación. (Van Dijk, 2002) El análisis de Van Dijk va denotando la preeminencia del contexto, del conocimiento cultural compartido en el procesamiento los discursos. La cognición subjetiva aparece así como un momento en el la producción y desciframiento de los evento discursivo. Se afirma que el conocimiento cultural o “terreno común”, es la base de toda la cognición social. Es en este terreno común donde se produce la interfaz discurso-ideología que será el objeto de sus investigaciones más importantes. c. Ideología según ACD El problema es entonces dilucidar la relación entre conocimiento, discurso e ideología. Cómo, en el proceso de producción y comprensión del discurso se cuelan las ideologías políticas. Van Dijk propone una definición de ideología de base sociocognitiva: “sistema de creencias 20

compartidas que forman la base de las representaciones sociales de un grupo y condiciona las prácticas sociales, entre ellas el uso del lenguaje del discurso.” (Fernández Rodríguez, 2004). Se trata de una definición acotada y operativa. En ella se hace transparente la epistemológica de la teoría del conocimiento: sociología del conocimiento, la antropología del conocimiento y psicología social19. Es decir, no aparecen, en su formulación general, elementos propios de la teoría marxista de la ideología. No está la automática vinculación entre representaciones sociales y dominación. La dominación se reintroduce al análisis en la pregunta del origen y función de las creencias y representaciones sociales que circulan en la sociedad. Para van Dijk todos los grupos sociales, especialmente aquellos que están en posiciones de poder económico y político, recurren a la codificación ideológica del conocimiento como resultado natural de la interacción social con otros grupos. En virtud de eso, el discurso aparece como instrumento de la ideología o discurso ideológico. La fuerza de las ideologías de los grupos dominantes, su capacidad de circulación, permite su reintroducción en un gran número de géneros discursivos, cada uno con sus propias características contextuales. Van Dijk propone un análisis exhaustivo de los contextos del discurso ideológico a fin de comprender por qué y cómo los grupos dominantes propagan determinados conocimientos, creencias y representaciones. No solo medios de comunicación, el sistema educacional (que es el principal transmisor ideológico) y discurso público; también el arte, la ciencia y religión. El discurso reproduce conocimiento ideológico contribuyendo así a la legitimación del orden social. En este ámbito el ACD dice asumir la crítica teórica, señalando, un tanto ingenuamente, querer combatir esa codificación ideológica del conocimiento que legitima un orden de dominadores y dominados. d. Estructuras y estrategias del discurso ideológico Van DIjk sostiene que el discurso ideológico puede ser descompuesto en estructuras ideológicas. Los elementos de estas estructuras ideológicas son los significados, estructuras proporcionales y la gramática. A nivel micro, el discurso ideológico se representa como una estrategia gramatical que busca la auto presentación positiva y la presentación negativa del otro (Van Dijk, Ideología y análisis del discurso, 2005) Produce modelos prejuiciados de identidad/alteridad; sintaxis binomial de identidades (nosotros bien/usted mal -que se reescribe infinitas veces- nosotros trabajadores/ustedes flojos, nosotros civilización/ustedes barbarie) La organización semántica del discurso ideológico opera en la selección de contenidos negativos sobre los otros -la delincuencia, la violencia, su pereza o retraso-en contraste a la selección de contenidos positivos sobre nosotros –modernos, avanzados, democráticos, tolerantes, hospitalarios-por otro lado ignorar los contenidos negativos sobre nosotros ignorar los contenidos positivos o atributos de los otros. Esta lógica relacional define todas las estructuras del discurso (Van Dijk, 2007). También aplica el análisis retórico de los discursos: ambigüedad, falacias, posición de los actores. Algunas de las estrategias del discurso ideológico son las siguientes: 

Énfasis en los temas negativos sobre “Ellos” en titulares y primeras planas.

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Ver capítulo sociología del conocimiento en “sistematización concepto de ideología en ciencias sociales”. Karl mannheim y Cliford-geertz, concepto de ideología. (Alvarez, 2014)

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       

Repetición de temas negativos en historias cotidianas. Expresión de estereotipos en la descripción de miembros de otros grupos. Selección de términos (“agricultores prosperos”, vs. “ mapuches terroristas”). Uso de pronombres y demostrativos que implican distancia (“esa etnia”). Metáforas negativas (“invasión”, “olas” de inmigrantes). Énfasis hiperbólico en sus propiedades negativas: parásitos, etc. Eufemismos de nuestra ideología (p.e racismo): “descontento popular”. Falacias en la argumentación para demostrar sus propiedades negativas.

Algunos de los discursos ideológicos analizados por Van dijk, Fairclough, Wodak y el resto del grupo ACD son el racismo en Europa y américa latina y el lenguaje del nuevo capitalismo neoliberal en Europa y USA. Los autores sostienen que la mayor parte de los grupos dominantes aprenden el racismo, lo integran a sus categorías de conocimientos del mundo, como modelos mentales a partir de una amplia variedad de usos comunicativos que ellos producen y dirigen. Se plantea así una dialéctica general de la ideología en el hecho de que el discurso de los grupos dominantes, toman sus representaciones y creencias, las ponen a circular en procesos discursivos mediatizados, perpetuando así su producción y reproducción constante. El discurso participa en la formación y reproducción de las ideologías. La fuerza de los discursos ideológicos de los grupos dominantes se explica por qué los difunden por una amplia variedad de medios, orales y escritos. Los líderes de esos grupos dominantes definen las estrategias, líneas editoriales, elaboran los programas, discursos públicos y textos escolares; fijan las prioridades de la investigación académica. Mediante el control social, político y económico sobre los medios de comunicación, el sistema escolar, la investigación científica, la industria cultural, y medios de comunicación los discursos ideológicos de los grupos dominantes se legitiman y vuelven hegemónicos. (Van Dijk, 2007). En chile se han realizado algunos estudios utilizando la propuesta del ACD. La circulación de discursos ideológicos en los medios de comunicación chilenos respecto del conflicto ha sido analizada por Amolef (2004). El estudio analiza los contenidos en el diario El mercurio desde 1997 hasta el 2004, acerca del “conflicto mapuche”. El discurso característico del mercurio muestra variedad de estrategias ideológicas (énfasis y repetición de temas negativos, uso de estereotipos, selección de términos) para caracterizar al mapuche como un “extraño” que socava la unidad nacional. Un actor que no reconoce la fórmula de desarrollo económico adoptado por chile y que disfraza sus acciones criminales y violentistas bajo un discurso étnico y político. El Mercurio proyecta la idea del enemigo interno, un ser que busca conspirar contra la unidad de la nación y la seguridad del país. Así, se construye un territorio caracterizado por el déficit de orden y seguridad. Se legitima de esa manera el uso de la fuerza como garante de la unidad territorial y de la seguridad de las inversiones que promueven el desarrollo del país. “Las crónicas que publica este periódico sobre el “conflicto mapuche” es sólo un ejemplo, de la orientación que ha recibido este tema y sus principales actores: los mapuches. Un discurso racista y etnocéntrico que representa la visión del “grupo interno” en palabras de van Dijk, sobre el “grupo externo”, en este caso, los indígenas. El Mercurio no sólo se haya limitado a establecer nexos con grupos violentistas, sino que también los ha criminalizado y 22

estigmatizado, a través de sus continuas informaciones - elaboradas con mayor o menor profundidad-, utilizando para ello refinados recursos lingüísticos” (Amolef, 2012). e. Discusión sumaria Una de las cualidades del ACD es la construcción de una definición operativa del concepto de ideología. Hay una clara vinculación entre la construcción de conocimientos, creencias y representaciones sociales y su codificación ideológica en discursos. Van DIjk y compañía diferencian discurso de ideología, para plantear su interrelación histórica, como instrumento de los grupos dominantes. Este enfoque integra la posibilidad de operaciones ideológicas construidas por grupos que ocupan una posición dominada que, en determinadas circunstancias y condiciones, desarrollan para defender sus intereses. Hay un esfuerzo para caracterizar los discursos ideológicos que se traducen en una metodología compleja que integra factores múltiples que inciden en el proceso de dominación social. Con algo de promiscuidad epistemológica se podría plantear que las ideologías lingüísticas, , pueden ser analizados a partir del análisis crítico del discurso. La idea de este planteamiento es nada más subrayar algunos encuentros y desencuentros de ambas teorías. Y subrayar que ambos desconocen los mecanismos de dominación lingüística (simbólica). De hecho parece difícil enfrentar el ACD y la teoría de las ideologías lingüísticas en tanto ambas comportan una epistemología cognitivista20. El problema de ambas es que dejan sin definir a la dominación, por lo que el análisis de las ideologías dominantes queda cojo. Faltan en sus modelos la integración de una teoría general de la dominación. Lo anterior no invalida al ACD pero avisa sobre la necesidad de avanzar en lo señalado. Puesto de esta manera: El ACD explica muy bien cómo la ideología dominante se produce, y difunde con éxito entre los grupos dominantes. Respecto de los dominados, de su conciencia, hay un silencio respecto de su efecto. De hecho, recurre a modelos tremendamente ingenuos para explicar la introyección de las ideologías dominantes en las mentes de los dominados. Habla de modelos mentales distorsionados, de control de la mente pública. Así a ratos para ser una teoría de la programación mental. Por ejemplo, el análisis de los discursos racistas presentes en américa latina respecto de los grupos indígenas se explica como una programación que va de arriba hacia abajo: la ideología racista blanca se instala mediante el trabajo de periodistas (blancos) dentro de un contexto complejo de producción y programación de noticias en las principales instituciones del país (medios, industria, academia, etc.), que a su vez son dirigidos por personas blancas. Los discursos contenidos en la prensa rara vez están inclinados a favor de la población negra o indígena. Contribuyen a la representación discursiva del racismo en la sociedad (Van Dijk, 2007). Respecto de la introyección de esos contenidos en los grupos dominados, se limita a afirmar que si bien los discursos no tienen un efecto inmediato sobre los receptores, y que muchos pueden resistirse a las interpretaciones sugeridas del discurso racista, en condiciones especiales su influjo será pertinaz. 20

En el plano epistemológico, se puede achacar al ACD la crítica de Follis a la antropología cognitiva de Ward Goodenough (Folis, 1997). El enfoque cognitivista, en este caso cultura como organización cognitiva de los fenómenos materiales y sociales, no da cuenta de la emergencia y operación de lo colectivo. Contiene una trampa teórica: no logra empalmar el sistema nervioso (sus estados ni los principios organizacionales lógicos) respecto de los constreñimientos objetivos que actúan sobre el individuo. Si el modelo no integra esa hipótesis cómo básica, toda la teorización sobre lo colectivo, la cultura, la ideología y el lenguaje hace cortocircuito.

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6. Ideologías lingüísticas contra-hegemónicas

a. Antecedentes El siguiente apartado tiene por objeto introducir una propuesta teórica. Reflexionar sobre un objeto que ha sido escasamente estudiado por la teoría de las ideologías lingüísticas y en general por el análisis de los procesos de dominación a través del lenguaje. Nos referimos a la puesta en marcha de operaciones ideológico-lingüísticas, por parte un grupo cuya lengua se encuentra dominada, para la defensa de sus intereses y prácticas lingüísticas. Si bien la teoría de las ideologías lingüísticas, dado su vínculo teórico a las teorías del conocimiento, no ha caído en el automatismo de la dominación de la teoría ideología marxista - que las ideologías son siempre movimientos de arriba hacia abajo -, no ha explorado, salvo contadas excepciones, las ideas, creencias y representaciones generadas por los grupos subalternos para defender y promover su lengua. La sociolingüistica laboviana usó la noción de prestigio encubierto (covert prestige) para explicar porque algunas formas no estandar persisten en el tiempo a pesar de los esfuerzos por estigmatizarlas y erradicarlas (Schiffman, 1997). Ese prestigio encubierto sería robusto al punto que para ciertos grupos el cambio a una variedad estándar es una traición a la identidad grupal. Edward(2009) habla de función de solidaridad del lenguaje: Lengua como marcador de la identidad un grupo; como símbolo de los lazos, valores y solidaridad interna. Kroskrity (2010) se limita a señalar que el fenómeno del activismo linguistico -language renewal- corresponde a una confrontación que se da en el orden ideológico en tanto ese es el marco que envuelve toda interacción entre el Estado y por ejemplo los grupos indígenas. El ACD ha sido más explícito en sostener que operan, y por lo tanto se deben analizar, construcciones ideológicas en todas las coordenadas del espacio social, incluidas construcciones ideológicas cuyo objeto es combatir a las ideologías dominantes. A pesar de ellos, su programa de estudio se ha enfocado en ideologías dominantes como el racismo y el lenguaje del capitalismo contemporáneo. Es probable que ese sesgo, también para la teoría delas ideologías lingüísticas, tenga que ver con que la fuerza de esas ideologías sea escazo dado la ausencia de control sobre los medios de comunicación e instituciones del Estado. b. Construcción de una Ideología contra hegemónica o de una contra-ideología Como se ha señalado en este trabajo y en el anterior, todos los grupos sociales producen creencias, representaciones, opiniones derivadas de su posición social a partir de la cual se fundamentan sus actitudes respecto de los otros grupos sociales. Ésa construcción, anidada en la conciencia de los sujetos, es una construcción ideológica. La fuerza de las ideologías depende del control sobre los medios de producción ideológica; medios de comunicación, escuela, funciones religiosas etcétera. Una ideología contra hegemónica se define entonces como aquella que debe contrarrestar la función propagandística que los dominantes utilizan para difundir sus ideologías. Debe, por lo tanto, asegurar las creencias, representaciones y opiniones que circulan en ese grupo correspondan objetivamente (respecto de los intereses) a

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su posición social. Exponer que la ideología dominante sirve a los interés de los grupos dominantes. La noción de contra-hegemonía proviene de la reflexión neo gramsciana de autores como Sizek, Laclau, Tony Neri y Michael Hart. Es una idea que extiende las premisas maquiavélicas sobre la política utilizadas por Antonio Gramsci: nomenclatura de “guerra de posición” para entender construcciones ideológicas y la efectividad de estas en la construcción de hegemonía. La contra-hegemonia es el movimiento que busca desanclar las construcciones ideológicas que legitiman una situación hegemónica. Busca dar cuenta de las condiciones de posibilidad para la construcción de una conciencia política autónoma de los sectores subalternos. Desnaturalizar los conceptos, creencias y representaciones que ha erigido la ideología dominante para así multiplicar los escenarios de disputa. Articulación orgánica entre las prácticas culturales y los intereses específicos al interior de las capas subalternas, dispersos y contradictorios, en un cuerpo ideológico consistente con capacidad real de disputar la conciencia de los sujetos a la ideología dominante. Es pasar de las operaciones ideológicas, connaturales a cualquier posición social a una construcción ideológica articulada; así, la construcción de una ideología contra hegemónica permitiría, según esta teoría, la fractura de las condiciones de entre quienes la experimentan.

Respecto de la situación mapuche, el análisis debe apuntar a la idea de construcción de ideologías étnicas21. Se ha propuesto que en aquellos sistemas interétnicos estructurados a partir de una situación colonial -contextos de ficción étnica- la gramática general de identidades (mecanismo de construcción de identidad por contraste a una otredad) yuxtapone los marcadores culturales de la diferencia étnica junto con marcadores la posición social en la que los grupos han quedado como consecuencia incorporación a la estructura social capitalista del grupo colonialista. Es decir, la superposición de las identidades de etnia y de clase22. Así, la sintaxis binomial de identidades nosotros/ustedes superpone marcadores culturales -nosotros esta lengua/ustedes esa, jerarquizados en función de la estructura de relaciones de fuerza étnica –nosotros indios/ustedes occidentales y de posición de clase nosotros campesinos-trabajadores/ustedes empresarios- políticos. Dice Cardoso de Oliveira(2007) que las representaciones a partir de las cuales se construye la identidad étnica integran valoraciones sobre la diferencia étnica; de hecho opera un etnocentrismo natural en tanto definimos al otro a partir de nuestras características puestas en una situación de interacción. En contextos de ficción étnica, donde la identidad deviene ideología, esas pautas de valoración se traducen en representaciones interesadas fundamentadas en la defensa de la posición de clase en la estructura social. Para el autor, los grupos oprimidos, como los indígenas amerindios, siempre arriesgan la posibilidad de desarrollar una ideología étnica alienada en tanto su control sobre la cultura de contacto es reducida, por lo cual tienden a

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Ver capítulo Posestructuralismo en “sistematización concepto de ideología en ciencias sociales”. Cardoso de Oliveira concepto de etnificación e ideología étnica. (Alvarez, 2014) 22 Recordar que las identidades son múltiples y siempre refieren a una situación de contacto que impone la necesidad de identificarse, identificar al otro y ser identificado por el otro. Ver capítulo Posestructuralismo en “sistematización concepto de ideología en ciencias sociales”. Barth concepto de identidad étnica. (Alvarez, 2014)

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incorporar las representaciones de la sintaxis binomial producidas por la otredad dominante: el grupo colonizador. Pues bien, el caso inverso, la construcción de una ideología étnica contra-hegemónica supone una relajación en el control sobre la cultura de contacto por parte del grupo dominante. Esto pasa por la diferenciación funcional que experimentan dichas instituciones como consecuencia del desarrollo del capitalismo. Es decir que las instituciones educativas y académicas, los medios de comunicación así como los movimientos políticos urbanos cuestionan el modo de relacionamiento con el indio y ponen a circular nuevos conceptos y representaciones de esa relación. Ese circulante llega a los dirigentes indígenas que acceden a dichas instituciones. Ahí está la condición inicial para el cuestionamiento de la identificación del dominante ha difundido sobre sobre ellos. Eso libera al indio, lo pone en una predispoción distinta a sus características culturales. La construcción etnoideológica se nutre de ese excedente de significado que caracteriza a la mayoría de las culturas indígena. Las creencias religiosas, ritos, lengua, arte, historia, prácticas económicas, etc., Ese material simbólico flotante es rescatado y subjetivamente escogido como significante de la identidad étnica. El pasado guerrero (weichafe) constituye un ejemplo en la construcción ideológica mapuche (cuya versión más elaborada es la ideología del control territorial). En síntesis, la construcción de una ideología étnica contra hegemónica es posibilitada por el despliegue de conceptos, representaciones, ideas y creencias de la cultura urbana y de grupos subalternas urbanas (reformistas y revolucionarias). Las características socioculturales son resignificadas para el proceso de construcción de identidad. Sin embargo, toda posibilidad de construcción de una ideología étnica de resistencia descansa en un hecho más fundamental: La puesta en marcha de un proceso de movilización política para la defensa de los derechos sociales y económicos de los grupos indígenas. Esa es la rueda transportadora para una construcción ideológica, la puesta en marcha de una etnopolítica. c. Ideología contra-hegemónica y violencia simbólica ¿Cuál es la efectividad de una construcción etnoideológica? El caso mapuche y la ideología del control territorial han legitimado para decenas de comunidades (preferentemente en las que operó la CAM) la defensa del territorio y las acciones de ocupación de territorio en manos de forestales y terratenientes. Efectivamente, muchas tienen hoy en día más tierra y recursos producto de esa lucha. Otros casos de construcción de ideologías étnicas es el zapatismo entre los indígenas mayas del sur de México; los moviminetos quechuas y aimaras en Bolivia, quichuas en Ecuador, etc. A pesar de lo anterior el indígena no ha mejorado sustancialmente sus condiciones de vida. Sigue en una posición económica, social, política y cultural dominada. Muchas son las causas en la persistencia de esa situación. Y la inexistencia de movilización masiva del cuerpo indígena lejos de ser una causa es un efecto de la persistencia de las relaciones de dominación. Desde la teoría de la violencia simbólica sabemos que una ideología contra hegemonía como vía de concientización del indígena reproduce una concepción laxa e incompleta del fenómeno de la dominación. Aun cuando determinados grupos indígenas sean exitosos en la construcción de una doctrina político ideológica, y en cierto sentido la conciencia de ellos se libere, la 26

simbolización de sus relaciones vitales sigue estando atada a su posición social dominada; su habitus seguirá reproduciendo esquemas de percepción, apreciación y jerarquización, un sentido práctico objetivo a las relaciones de fuerza donde se insertan. Un sistema interétnico estructurado en una situación colonial, de ficción étnica, implica unas relaciones de fuerza asimétricas. La interacción del indigena en las diversas esferas/campos de la sociedad que integra no pueden sino revelar la inadecuación de su habitus (escaso de capital simbólico) para desempeñarse con éxito. Y al mismo tiempo, por su participación en esos campos, en cada juego, legitimar simbólicamente a quienes detentan el capital simbólico suficiente para ser exitosos, a los dominantes. Aquella es la violencia simbólica estructural que la acción ideológica de resistencia puede revelar pero difícilmente por si misma logra revertir. Así el mapuche, a pesar de suy ideología del control territorial, sigue estando condenado al fracaso en todos los ámbitos de la sociedad chilena donde por obligación debe desenvolverse. La fuerza de su ideología no logra traspasar o influir en esas relaciones de fuerza. Sólo la completa subversión del orden imperante, de la distribución del capital en la sociedad, permitiría la liberación simbólica de su habitus dominado. Y aún esto, como muchas veces ha observado la historia, no está garantizado. d. Ideología lingüística contra-hegemónica Una ideología lingüística contra-hegemónica aparecerá en el contexto de la movilización política de un grupo social que porta una lengua dominada. Es decir, como uno, de entre varios escenarios de disputa con los grupos dirigentes. Sin que se cumpla esa condición parece poco probable que ésta pueda manifestarse. Así, una operación ideológico-lingüística es una especificación en el plano de la lengua de una construcción ideológica contra-hegemónica general. En esa disputa se enfrenta a las ideologías lingüísticas dominantes que a su vez son parte de construcciones ideológicas mayores. Por supuesto, en ambos polos de la confrontación no se hará explícito que se trata de “ideologías”. La observación de una operación ideológica es el resultado de una distinción hecha por el analista. ¿En qué consiste una operación ideológico-lingüística contra-hegemónica? Refiere a la articulación de un conjunto de creencias, representaciones y conocimientos acerca de la propia lengua para contrarrestar la ideología lingüística dominante que legítima la lengua estándar y el abandono de la lengua o variante dominada. Opera como un repertorio de consignas para la defensa de la lengua. Nuevamente permita al lector exponer esta operación tomando como ejemplo el caso mapuche. Dijimos más arriba que las comunidades mapuches han experimentado procesos de construcción de una ideología étnica contra hegemónica. Y que el material de esa construcción es el conocimiento tradicional resignificado a partir de conocimientos importados desde los centros urbanos. La defensa del mapudungun mediante una operación ideológica se nutre primeramente del modelo romántico de lenguas que circula en la mayoría de las sociedades occidentales. Es decir, reclamó a favor de la lengua en tanto comporta un medio de expresión fundamental para la identidad un grupo. La imposición de la lengua estándar es entendida como vía de exclusión social esa identidad. Sabemos que esta idea romántica de la lengua tiene un origen académico, vinculado al trabajo del cuerpo académico de lingüistas y gramáticos. Es una idea esencialista y folkloristante que se ajusta muy bien a la demanda por la defensa de la lengua. El romanticismo lingüístico permite la re significación de las creencias y 27

representaciones vernáculas acerca de la lengua mapuche. Permite la reelaboración de la del conocimiento tradicional sobre la lengua mapuche, que es muy rica y diversa. En investigación de tesis es recolectado evidencia en torno a que la idea del mapudungun como “lengua de la tierra” o “lengua del territorio” posee un amplio potencial ideológico. En una bisagra entre la tierra, el individuo mapuche, y su lengua. Otros estudios (Course, 2012) han mostrado el excedente de potencial semitoico de la ontología lingüística mapuche. Existiría una relación intrínseca entre la palabra ‘dungu’ y la fuerza vital ‘newen’ que se expresaría por ejemplo en la revelación en el sueño ‘peuma’ y en la eficacia simbólica del ritual ‘ngillatun’. Estas representaciones, muy poco probablemente sean compartidas por todos los mapuches en las diferentes comunidades. Como se mencionó arriba la situación colonial impone una fuerza de desintegración sociocultural que limita la posibilidad de la integración funcional de todos los mapuches en un mismo sistema simbólico. Son más bien representaciones y creencias acerca de la lengua cuyos portadores son normalmente los mayores, fuguras religiosas o sabios (quimches). Lo importante, desde el punto de vista de la operación ideológica, es que estas constituyen un excedente de significados precisa para una codificación etnoideológico lingüístico contra hegemónico. Hay otro punto relevante de una etnolingüística de resistencia. Se ha observado que en la construcción de una ideología étnica se recurre a la lengua como marcador de identidad privilegiado. La lengua es una característica cultural relevante que es seleccionada para ser mostrada como fundamento de la diferencia étnica. Ahí hay un impulso para la constitución de esta ideología lingüística contra-hegemónica en tanto la lengua pasa a tener una importancia política central en contextos multiculturales/multilingüísticos e. Ideología lingüística contra-hegemónica y violencia lingüística. ¿Cuál es la capacidad de una ideología lingüística de resistencia para contrarrestar las ideologías lingüísticas dominantes? La historia reciente conoce procesos exitosos de revitalización lingüística. Casos como los del País Vasco y Cataluña constituyen verdaderos laboratorios al respecto. No obstante desvincular dichos procesos a la política nacionalista que han impulsado sus comunidades sería una ingenuidad. En esos casos el desplazamiento funcional de su lengua se ha revertido reconstruyendo sus espacio institucional. Es en ese marco que el trabajo de lingüistas y las comunidades de hablantes han permitido revertir aquello que la política estatal franquista y la ideología mono lingüista española habían conseguido en los territorios ocupado. Respecto de los pueblos indígenas en América Latina, y del mapuche en particular, los avances son mucho menores. Si bien parece haberse constituido una tendencia ideológico lingüística de resistencia al interior de muchas comunidades, que cuenta con amplio apoyo y que es incluso reconocida por el Estado de Chile no parece revertirse significativamente la pérdida de vitalidad del mapudungun. Eso responde en primer lugar a la persistencia de la estructura de dominio político y económico sobre las comunidades mapuche. A la ausencia de una movilización generalizada de las comunidades. Pero también responde, y este es el punto que interesa destacar acá, a las limitaciones de una construcción ideológica para revertir por sí misma una situación de dominio lingüístico. La defensa y promoción del mapudungun al interior de las comunidades ya no cuenta con la oposición generalizada, corriente hace un par de generaciones, de un grupo importante de comuneros que veía en ella un estigma social y 28

que por lo tanto desincentivaba su aprendizaje a las nuevas generaciones. Aquello es un indicador de éxito en la difusión de la ideología lingüística mapuche. Sin embargo, como acabamos de señalar, no hay en ese cambio de actitud una correlación con la pérdida de vitalidad del mapudungun. Este cambio de actitud no logra detener ese proceso. ¿Por qué persiste dicha tendencia? El habitus lingüístico mapuche sigue desenvolviéndose en un mercado lingüístico que concede escaso valor al mapudungun. La estructura de relaciones de fuerza lingüística sigue actuando de modo que las prácticas lingüísticas desarrolladas al interior de las comunidades se adapten a la utilización generalizada del castellano. La violencia lingüística contra el mapudungun se sigue ejerciendo toda vez que introduce en el habitus lingüístico del mapuche la predisposición a dejar de hablarlo, relegarlo a contextos específicos, micro mercado lingüístico. Más aún, la puesta en marcha de una ideología lingüística para la resistencia del mapudungun parece replicar los mecanismos de violencia lingüística que aseguran su dominación. Para muchos intelectuales y lingüistas del mundo mapuche la preocupación fundamental es atraer capital lingüístico a su lengua. Reproducir toda la lógica del mercado lingüístico del que quiere escapar. Y para lograrlo se busca desmantelarla de los contextos donde aún subsiste. Preocupación patológica por construir grafemarios, estandarizarla y terminar con su condición ágrafa. Aquello demuestra la incapacidad de pensar la propia lengua a partir del castellano. Se reproduce la idea de que es una lengua atrasada, incompleta; que constituye un instrumento de comunicación imperfecto. Finalmente decir que las ideologías lingüísticas de resistencia comportan otro riesgo. Éstas pueden, o más bien operan, como instrumentos de legitimación interno. Recordar que siempre la dominación es múltiple. La ideología lingüística de resistencia concede estatus y valoración a quienes son hablantes; por lo tanto se legitima su adscripción a posiciones dirigenciales. Por ejemplo, entre los Tapaties (Hirsch, González, & Ciccone, 2006) la revalorización de la lengua ha conducido a un enfrentamiento entre los miembros adultos y jóvenes de la etnia. La defensa e incentivo de la lengua ha conducido a que se establezcan estatutos donde quienes no la hablan quedan excluidos de la participación y de la toma de decisiones políticas. Así, una operación ideológico lingüística puede deslizarse por toda la estructura social y política de una comunidad indígena y replantear los vínculos de relación en su interior: etario, género, status, religioso, etcétera.

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7. Discusión: Revelar el arbitrario

La lingüística no debe ignorar que la dominación lingüística, la construcción de lenguas dominadas/estigmatizadas/minoritarias es parte de un contexto general de dominación. No puede, por ejemplo, analizar el bilingüismo impuesto por una situación colonial sin introducir una perspectiva de como ese proceso, político, económico y cultural afecta la subjetividad y las prácticas culturales del grupo colonizado. La dominación lingüística es una realidad terrible. Ocurre cuando los dominantes imponen al dominado la disolución de sus expresiones. La difuminación de su palabra, de sus formas de comunicar y nombrar al mundo. Cuando se lo condena al silencio. Es decir, cuando el control social es tan profundo que busca formatear la identidad del dominado. Control profundo de las instituciones de enseñanza donde el mapuche es obligado a concurrir y que, cumpliendo una función ideológica (difundiendo la ideología del castellano estándar) opera en la realidad, desde el punto de vista de la posición del indígena, como un aparato ideológico. Bourdieu criticaba la idea de aparatos ideológicos del estado de althusser porque desconocia la autonomía de los campos en sociedades funcionalmente diferenciadas. La idea de aparatos ignora la lógica propia y las relaciones de fuerza constitutivas de cada campo que nunca son el mero reflejo de las relaciones de cuerza económica en una sociedad. Sin embargo, y a proposito de la dominación lingüística, el autor señala que hay un contexto en que el campo deviene en aparato: la situación colonial. Tal es su efecto avasallador sobre el sujeto colonizado, la violencia con que se lo piensa y se lo trata que se anula cualquier espacio de negociación en su favor. Ahí, la escuela opera como un aparato ideológico para el dominado “Un campo se convierte en un aparato cuando los dominantes tienen los medios para anular la resistencia y las reacciones de los dominados. […] no tienen más remedio que sufrir la dominación; dominación cuando todos los movimientos van de arriba hacia abajo y son tales los efectos de dominación que cesan la lucha y la dialéctica que son constitutivos del campo”. (Bourdieu, 2002) La escuela funcionó para el mapuche como un aparato ideológico del estado hasta finales del siglo XX. Los espacios de movilidad social y su incorporación a la carrera docente han modificado en algo esa situación. Recientemente, con los programas de educación intercultural bilingüe, la política de transformar al mapuche en chileno parece haberse relajado. Sim embargo, gran parte de la vida mapuche contemporánea se explica por la prolongación de las relaciones coloniales para con este pueblo. Aquello justifica y hace necesario el estudio de las ideologías lingüísticas incluida la que hay detrás de la educación intercultural bilingüe. Esta última, definida desde el Estado, muy probablemente contenga una ideología de gestión participativa de la realidad multilingüístico chilena. No constituye por sí misma, lo que acá se ha propuesto como una ideología lingüística contra-hegemónica. Por el contario, producida desde arriba, en el ministerio de educación, debe ser leída como una ideología lingüística dominante. De ahí la importancia de rastrear las codificaciones/operaciones ideológicas desplegadas para contrarrestar las ideologías lingüistas dominantes. Reintroducción en el ámbito de la lengua, de la ideología étnica mapuche que se construye, con distintos matices, por todo su territorio. 30

¿qué tan efectivos resulta ese despliegue ideológico para contrarrestar la violencia lingüística del castellano sobre el mapudungun? Probablemente muy poco. La ideología lingüística de resistencia probablemente genera grietas en el imaginario que el mapuche tiene sobre su propia lengua. Pero la violencia lingüística que ejerce el castellano hegemónico sobre todas las interacciones lingüísticas responde a la situación estructural en que se encuentran sus hablantes. Los procesos de simbolización de la vida social, naturales a la vida humana, no pueden dejar de referir a esa matriz. El punto es que la ideología no asegura que el habitus linguistico mapuche deje de conducirlo al silencio. Solo la movilización política por la defensa de la lengua, escoltada por una movilización general para conseguir la autonomía política y recuperar la tierra; es decir en la transformación de las relaciones sociales, políticas y económicas entre chilenos y mapuche cambian las relaciones de fuerza simbólica y el poder simbólico que los primeros ejercen sobre los segundos . Ese proceso, significado en construcciones ideológicas que le den fuerza y capacidad de difusión pueden hacer frente a cien años de colonización. Y aun logrado eso, muy probablemente se mantengan y deslicen modos de sometimiento social y cultural. Es decir, muy difícilmente se puede abandonar el pesimismo. Parece que la oportunidad de sobrevivir en su identidad y lengua exige del mapuche alianzas con sectores subalternos de la sociedad chilena. Tal y como sucedió durante la unidad popular donde cientos de mapuche recuperar tierra codo a codo con los movimientos campesinos. Hoy se requiere alianzas amplias y generosas no solo con las clases populares, sino con sectores medios y empresariales (aquellos que se benefician del etnoturismo por ejemplo). Muy especialmente con el cuerpo de académicos críticos, sociólogos antropólogos y lingüistas. Estos últimos son los llamados a incorporar los efectos de dominación en sus análisis y desde ahí, proponer estrategias de resistencia lingüística que sean históricamente viables.

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