Lenguaje y presencia El estatuto del lenguaje en la fenomenología richiriana

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[De próxima publicación en un volumen sobre Antropología fenomenológica (ed. Marcela Venebra, México)] Lenguaje y presencia El estatuto del lenguaje en la fenomenología richiriana AUTOR : SACHA CARLSON, compositor y filosofo (Association pour la Promotion de la Phénoménologie, Beauvais ; CEPCAP / Centre d’études de la philosophie classique allemande et sa postérité, Paris-Sorbonne). Traducción por Pablo Posada Varela (Université Paris-Sorbonne, Bergische Universität Wuppertal). Resumen : Este texto está dedicado a la descripción del lenguaje en la fenomenología de Marc Richir. Trataremos, en primer lugar, de comprender en qué sentido puede el lenguaje atestarse como fenómeno (distinto del sistema de la lengua). Se examinarán varias hipótesis (el sueño, la animalidad, la experiencia del lactante) para acceder, al cabo, a la descripción fenomenológica de la “palabra operante”. Mostraremos entonces cómo lo que está en juego en el habla no procede ni de la semiótica ni de la semántica, sino de una fenomenalización en lenguaje como temporalización de un fenómeno de mundo fuera-de-lenguaje. Así, se pondrá de manifiesto que la temporalización propia del lenguaje no es ni la propia de un flujo continuo (Husserl), ni la del ser-en-el-mundo de un Dasein, sino, antes bien, una temporalización en presencia sin presente asignable inherente a un fenómeno de mundo fuerade-lenguaje. Palabras clave : Richir, fenomenología, temporalidad, “palabra operante”. §1. – Introducción : el lenguaje como fenómeno y su atestación Como sabemos, la fenomenología richiriana del lenguaje propuesta desde las Méditations phénoménologiques se despliega alrededor de tres ejes arquitectónicos distintos: la lengua (como sistema lingüístico simbólicamente instituido), el lenguaje mismo (como fenómeno de

lenguaje) y lo fuera de lenguaje (como fenómenos-de-mundo, como referente fenomenológico del lenguaje)1. Ahora bien, una vez sentadas estas distinciones arquitectónicas, la primera de las cuestiones que nos asalta de modo natural es la de comprender qué sea, dentro de este entramado arquitectónico, del lenguaje por sí mismo, y cuál es su concreta atestación: ¿de qué hablamos exactamente al designar al lenguaje como un fenómeno?2 ¿Dónde y cómo podemos verlo concretamente y por así decirlo manos a la obra? La pregunta es delicada puesto que Richir no deja de insistir en la irreductibilidad del lenguaje a la lengua, y que desde el momento en que intervienen los signos de una lengua instituida, no estamos ya en el lenguaje "en estado puro". La primera pregunta que habremos de plantearnos es pues la siguiente: ¿hay lenguaje sin lengua? y, de ser así, ¿qué experiencia insigne puede dar testimonio de ello? Para responder a esta pregunta, consideraré, breve y sucesivamente, tres ejemplos que – cabría pensar – nos procurarían tan preciado testimonio: el sueño, la vida animal, y el modo de existencia del lactante [nourrisson]. Veremos que dichos ejemplos, por instructivos que sean en punto a la cuestión del lenguaje, no pueden, sin embargo, servir, en sentido estricto, de punto de partida para un análisis fenomenológico del lenguaje. 1. Podemos partir de la archiconocida tesis que defiende Freud en La interpretación de los sueños, y según la cual, en el sueño, el "proceso secundario", que está vinculado a la lógica del lenguaje consciente, queda, espontáneamente, fuera de juego. Sin embargo, y esto es lo interesante, el sueño sí alberga, para Freud, un sentido, ya que hay un "pensar" o "pensamiento" del sueño, al igual que hay un "trabajo del sueño" en el cual reconocemos la actividad del "proceso primario", y que hay que considerar como una modalidad de las leyes elementares de la asociación, a saber, la que rige los movimientos de "condensación" y de "desplazamiento". ¿Acaso permite la tesis freudiana sostener la hipótesis que estamos aquí poniendo a prueba, y según la cual el sueño sería una suerte de fenómeno de lenguaje puro, al margen de la lengua? Es cuando menos posible pensar dicha hipótesis con la ayuda de una reinterpretación fenomenológica de los análisis freudianos3. En todo caso, el problema de la

1 Me he explicado sobre el particular en dos artículos: "Aproximaciones richirianas a la fenomenología del lenguaje", tr. española por Alejandro Arozamena, in Eikasia. Revista de Filosofia n°47 (www.revistadefilosofia.com), 2013, pp. 363-389 ; "Hipérbole y lenguaje. El "resultado" de la epojé hiperbólica", tr. española por Pablo Posada Varela, in Eikasia. Revista de Filosofia n° 47 (www.revistadefilosofia.com), 2013, pp. 339-349. 2 Haré aquí abstracción de la cuestión, difícil, de lo fuera de lenguaje, a la cual, de hecho, dedicaré un artículo (de próxima publicación) titulado “Lenguaje y afectividad”. 3 Tarea que Richir emprende en varios textos. Entre otros : Phantasia, imagination, affectivité, Jérôme, Millon, Grenoble, 2004 (en adelante citado "PIA"), pp. 341 sqq ; y en Phénoménologie en esquisses, Jérôme Millon, Grenoble, 2000 (en adelante citado "PE"), pp. 306 sqq.

concepción de Freud reside en que el sueño, presumiblemente, "trabaja" con lo que él llama "pensamientos del sueño", pero que, de hecho, son "identidades de percepción" idénticas a los pensamientos en vigilia; se trata pues, en los términos de Richir, lisa y llanamente de "apercepciones de lengua", toda vez que sólo la lengua es capaz de recortar "entes" claramente identificados. Así pues, para Freud, los seres extraños y casi siempre proteiformes y estrafalarios que habitan los sueños no son lo que son sino en virtud del hecho de estar vinculados o desgajados, al hilo del proceso primario4, de las "identidades de percepción". Es eso mismo lo que Richir vuelve a poner en solfa en la concepción freudiana, apoyándose en otra afirmación de Freud, según la cual un sueño guarda siempre algo inexplicable e ininterpretable, a saber, el "ombligo" del sueño5. Así, en la estela de esta idea freudiana, se permitirá Richir interpretar el trabajo del sueño como un verdadero trabajo de pensamiento6 en el sentido fenomenológico, es decir, como lenguaje (fenomenológico): El que sueña, como hemos visto, siente, ve, oye, toca, pero no percibe, o, mejor dicho, no apercibe de manera perceptiva: la temporalidad del sueño es la de la presencia en la que el soñador se ve prendido por entero, y no es la de un presente de Abschattungen perceptivas (de los mismos objetos) en decurso constante. Ya que existe dicha temporalización en presencia, y que ésta no puede ser sino la de uno (o varios) sentidos haciéndose, hay un "pensar" del sueño, y no le faltaba razón a Freud al subrayar, en este punto, que, dicho pensamiento no es, como tal, esencialmente distinto del "pensar" de la vigilia. Puede ser tanto fugaz e inasible, como tenaz, lacerante, y guardar, asimismo, su enigma – cuyo desvelamiento, con un poco de suerte y de entrenamiento, se limitará a desprenderse de la vigilia, aunque a costa del olvido de muchos matices, y de lo que no es ya sino recuerdo del sueño, y más aún, recuerdo que puede, eventualmente (e incluso a menudo) quedar reducido al recuerdo de una u otra de sus apercepciones de phantasia7.

El sueño puede considerarse como un fenómeno de lenguaje, y el trabajo del sueño es pues del orden de un pensar libre y creativo, al albur de lo que llamará Richir “síntesis pasivas de 4 Cf. PE, p. 311. 5 Cf. PE, p. 319. 6 Richir se inscribe pues en falso en el discurso freudiano ya que, según este último, el trabajo del sueño no piensa. 7 PE, p. 311. Hay, en este texto, una ambivalencia en punto al término "pensamiento". Por un lado, Richir nos ha explicado que los "pensamientos" del sueño se reducen, para Freud, a "identidades de percepción", y éstas han de ser pues tomadas como apercepciones de lengua. Por otro lado, Richir sostiene aquí que sí que hay pensamiento del sueño, como alega Freud, pero toma el término pensamiento no ya en sentido freudiano, sino en el sentido fenomenológico (richiriano), es decir, como fenómeno de lenguaje.

segundo grado” : he ahí el sentido de la interpretación fenomenológica del sueño por Richir. Pero ¿se reduce el sueño a eso solo? ¿Puede desplegarse el lenguaje simple y llanamente sin lengua? Los textos de Richir dedicados a dicha cuestión no siempre me parecen, a decir verdad, claramente decantados; así y todo, me atrevería a sugerir que han de ser interpretados como sigue: si el sueño pone en juego el lenguaje bajo la forma de entre-apercepciones de lenguaje, también pone en juego la lengua que opera a través de la "intriga simbólica" de la cual está preso el sujeto que sueña8; dimensión, esta última, que ha sido fundamentalmente esclarecida por el psicoanálisis, primero con Freud, y luego con Lacan. En otras palabras, y por utilizar el vocabulario de Richir, si bien el sueño pone en juego síntesis pasivas de segundo grado en las que se elabora una variación eidética o un "simbolismo" de lenguaje (no de lengua)9, también pone en juego lo que Richir llamará síntesis pasivas de primer grado, que inscriben estas entre-apercepciones fenomenológicas de lenguaje en el orden simbólico, en el cual la lengua siempre interviene de una manera o de otra, aun cuando sea a distancia. A este respecto, podríamos avanzar que uno de los caracteres insignes del sueño está en que presenta un ejercicio conjugado de la lengua y del lenguaje, pero según una relación distinta de la que es constitutiva del ejercicio en vigilia de la palabra: una relación en la que lengua y lenguaje resuenan uno en otro pero a distancia, y donde, por lo tanto, puede que la lengua no tenga ya influencia directa sobre el lenguaje mediante apercepciones de lengua10. Sea como fuere, este esbozo de una fenomenología del sueño manifiesta que éste, lejos de ser un despliegue puro del lenguaje, ha de tomarse como una articulación compleja de lengua, 8 Cf. PE, p. 315. 9 Habremos de mostrar, en otros trabajos, cómo esas síntesis pasivas de segundo grado ponen en juego, a la vez, tanto al lenguaje como a lo fuera de lenguaje – constituyen su doble "vertiente" – pero a no la lengua. Por otro lado, el término de "simbolismo" ha de comprenderse, aquí, en un sentido enteramente distinto al orden simbólico que está en juego en la institución simbólica. 10 ¿Hay apercepciones de lengua en el sueño? Veamos, por ejemplo, el texto de Richir en el que, a propósito del sueño, se hace cuestión del "orden fenomenológico en virtud del cual las apercepciones de phantasia se anudan y se entrecruzan más o menos, al hilo de lo que ya resulta ser síntesis pasiva, todo ello en la temporalización en presencia sin presente asignable, y donde las apercepciones de phantasia surgen de modo discontinuo e intermitente, con vistas al sentido (el "pensamiento" del sueño) y que se fragua, oscuramente, su vía, y que lo hace, Freud no se equivocó en este punto, fuera de la lengua (lo cual no quiere decir – he aquí la paradoja que hemos de comprender – que ello ocurra en exención de toda apercepción de lengua) [...] » (PE, p. 312 : el subrayado es mío). Este texto parece sugerir que, efectivamente, hay apercepciones de lengua en el sueño. Así y todo, hay otro texto que nos encontramos algunas páginas más adelante, en la misma obra, y donde trata Richir de la cuestión de la intriga simbólica, también en juego en el sueño: "el sentido de la intriga simbólica del sujeto implosionado en lo implícito de la Stiftung, en sí misma inconsciente, es una suerte de 'prematuración' o 'aborto' de sentido, un complejo de hábitos y de sentidos sedimentados que ni han sido jamás, ni son tampoco mentados por sí mismos y que no son sentidos intencionales de objetos" (PE, p. 316). Aquí, la puesta en juego del orden simbólico no parece desembocar en apercepciones de lengua si es que éstas se entienden por ser apercepciones de una cosa re-conocible. Sin lugar a dudas, la distinción que practico aquí entre lengua y lenguaje resulta, todavía, demasiado masiva como para poder ofrecernos una respuesta clara a esta pregunta. En todo caso, parece que se impone pasar a las distinciones entre apariciones de phantasia, entre-apercepciones de phantasia y apercepciones de phantasia; distinciones practicadas por Richir a partir de Phénoménologie en esquisses (2000).

lenguaje y fuera de lenguaje; otro tanto sucede en actitud de vigilia, aunque de modo distinto. Además, como observaba Richir en el texto citado más arriba, el análisis del sueño tan sólo puede hacerse sobre la base del recuerdo que de él guardamos, así como de la narración que del sueño elaboramos. Ambos elementos hacen que si bien el sueño puede ser un material valiosísimo para el análisis fenomenológico, jamás constituirá más que una atestación indirecta del lenguaje. La atestación directa, de existir, ha de ser buscada en otros lugares. […][De próxima publicación en un volumen sobre Antropología fenomenológica, (ed. Marcela Venebra, México]

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