\"Lejos del noise de Rafa Saavedra\" (2004 y 2005)

June 23, 2017 | Autor: Heriberto Yépez | Categoría: LITERATURA CONTEMPORANEA MEXICANA, Rafa Saavedra
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Descripción

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GOBIERNO DEL ESTADO DE BAJA CALIFORNIA Eugenio Elorduy Walther Gobernador del estado de Baja California José Gabriel Posada Gallego Secretario de Educación y Bienestar Social Maricela Jacobo Heredia Directora general del Instituto de Cultura de Baja California Francisco Javier Cabanillas García Director de Desarrollo Cultural del Instituto de Cultura de Baja California Instituto de Cultura de Baja California Av. Álvaro Obregón Nº 1209, col. Nueva, Mexicali, B.C., C.P. 21100

Primera edición: octubre de 2005 © Heriberto Yépez © Instituto de Cultura de Baja California ISBN: Coordinación editorial: Olga Angulo Angulo Edición, formación y diseño editorial: Gerardo Ávila Diseño de portada: ADN Diseño

Impreso en México

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Premio Estatal de Literatura 2004 Periodismo cultural

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Premio Estatal de Literatura 2004 Periodismo cultural otorgado por el Instituto de Cultura de Baja California

Jurado calificador: Héctor de Mauleón Víctor Ronquillo Agustín Sánchez González

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Índice

Adiós, happy hybrido: Variaciones hacia una definición estética de la frontera (más allá del mítico personaje mixto) ..... 11 Arte en Babel del norte The Tijuana Bibles: Génesis de la literatura y arte visual “fronterizos” (un cómic académico) .......................................... 39 La hibridación es un engaño. El significado real del arte fronterizo ......................................... 45 Allan Kaprow en Tijuana .......................................................... 59 Arte NAFTA ................................................................................ 65 Estéticas de los confines ............................................................ 71 En aquella esquina... ¡la escritura! Hágase un experto en literatura fronteriza en cuatro lecciones (¡y un test gratuito!) ................................... 77 El mito del escritor fronterizo .................................................... 85 Robert L. Jones. El primer gringocano y la tercera voz de la poesía ...................................................... 89 Lejos del noise de Rafa Saavedra .............................................. 95 Roberto Castillo: Carrilla y lenguaje de la cura ....................... 119 La desespacialización en La Genara, de Rosina Conde ........... 123 Ciencia-ficción, espantapájaros y chupacabras ........................ 129 Crónicas malsanas Muertos del bordo .................................................................. 137 Ley fuga: Un soldado llamado Juan. Una ciudad llamada 1938 ........................................................ 149 7

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Primeras o segundas versiones de los textos aquí incluidos fueron originalmente publicadas de manera íntegra, reeditada o parcial en La jornada semanal, Hoja por hoja, “El ángel” del Reforma y en las páginas electrónicas www.hyepez.com, www.tijuanologias.blogspot.com y www.hyepez.blogspot.com. 8

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[...] hay tablados rodantes con un escenario “mexicano” que arrastran burros blancos pintados a rayas negras: mexican burros (!). Los marinos suben y se acomodan entre los nopales de cartón, cambian el birrete blanco por un sombrero charro y sonríen al fotógrafo. Los burros no hacen ni un solo gesto, soportan todas las violencias; son los filósofos del carnaval. Fernando Jordán, El otro México

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Lejos del noise de Rafa Saavedra “Toma aérea del lado oscuro y un disfraz para todas las fiestas [...] 2 A.M apenas [...] Un estado general de entusiasmo ultra-complaciente [...] Podría saltar pero prefiero seguir en el Planeta Infierno” . A la vez una expresión de conformismo como la burla contra la inmovilidad. “Yo no conservo nada, la memoria siempre me falla. Lo único que sabía lo he regalado mientras caminaba a este sitio [...] Mi chica es toda lluvia dorada, prime choice”. R.S.

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a mayoría de sus lectores citan, reprueban e imitan los libros de Rafa Saavedra por su temática pop o su estilo aparentemente light o contracultural. A mí, sin embargo, lo que más me interesa de su escritura es la prosística. Tener una prosística significa conocer cómo se construye la prosa, desde la frase hasta el párrafo; la mecánica y flujo del enunciado; la truculencia de las partes. Saavedra es uno de esos pocos prosistas mexicanos jóvenes en que la mecánica de la prosa surge de determinados procedimientos, formas predilectas y procesos ocultos. Ha sido criticado por algunos escritores de su propia generación y críticos mayores. Lo confieso: fueron estas repetidas descalificaciones que escuché a final de los años noventa las que me llevaron a leerlo detenidamente y a contemplar lo paradójico de aquellos que lo señalaban como escritor fácil o poco serio, tratándose precisamente de un innovador de la 95

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prosa mexicana finisecular. Saavedra es un escritor raro. Quizá el clásico secreto de la literatura fronteriza contemporánea. Saavedra continúa a su propia manera lo que los estridentistas, Novo, Monsiváis, José Agustín o Torri hicieron antes: hacer un lenguaje híbrido, donde la cultura popular, la ironía y el habla han sido utilizadas por escritores mexicanos para hacer una prosa novedosa. Quizás a muchos este juego de nombres les parezca riesgoso, pero después de analizar cómo están estructurados los textos de Saavedra, estoy seguro de que el tiempo probará que no me equivoqué en mencionarlo entre los prosistas más destacados del México de principios del siglo XXI. Saavedra es un continuador de la escuela mexicana de la aparente-ligereza y el experimentalismo híbrido. La escritura de Saavedra se caracteriza por su “frivolidad”, carácter mediático, manierismo, ludismo lingüístico y, en particular, por su uso del inglés. Sus primeros comentaristas lo han comparado con los usuarios chicanos del espanglish. Creo que han olvidado que en México, Salvador Novo, por ejemplo, es el iniciador del uso sardónico, antropofágico o efectista del inglés y, en general, de los lenguajes de consumo. En “¡‘Cantinflas’, al set!” (1939), Novo escribía, entre discutiendo la mexicanidad, autobiografía y film: El productor, sin embargo, has a heart... Necesitábamos también a un indígena lúgubre y espantable, que hallamos en Max Langle. La muchacha del caso sería Elenita D’Orgaz, nuestra Carmen de Perjura. Pero no le hallábamos novio. Ya en la vida real ella lo tenía, y días después del wrap it up final de la película, se casaría con él [...] Alguien les había dicho que sus papeles en la película no eran propiamente estelares, y me abordaron con recelo. Yo les hice ver como mejor pude la inconveniencia de hacerlos cargar con el “romance” y las ventajas, para ellos y para la película, de conferirles en cambio el comedy relief de una historia fundamentalmente spooky [...] A medida que progresaba el film y veíamos rushes [...]

De esta apropiación mediática, alegremente artificiosa de Novo, a lo que algunas décadas después haría Saavedra –sin duda el escritor mexicano del siglo XX con más inglés y lenguaje mediático en su escritura– hay una lógica de apropiación evidente. Leamos un pasaje de “Trigger Happy Police”, incluido en Buten Smileys (1997) 96

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de Rafa Saavedra, donde, by the way, el inglés no es el único idioma de contrabando: Kaboom, they’re dead. Un sorpresivo cambio de mira e irónico pregunta: “¿Connais connais ton Diue?” a una pareja de ancianos con principios del mal de Parkinson. No escucha sus lágrimas, no ve sus lamentos. Kaboom, muito prazer. El siguiente target es una yuppie atrapada en la ocasión gracias a su debilidad por la junk food, ¡Oye woman, te voy a poner a brincar! Kaboom, sayonara. Todo bajo control. Allá atrás macho mexicano moja pantalón Levis 550. Kaboom, bye bye manteca [...] ¡Hey guys, no puedo continuar si no se callan! Allá, acá y aquí [...] ¡Opérate el alma, cabrón psicópata!, es la voz de la valiente suicida. Go to hell, bitch. Kaboom, kaboom, kaboom. Ropita de happy face ensangrentada [...].

Para dar con los antecedentes de Saavedra en la escritura en México, sin embargo, no hay que ir tan lejos. El vínculo con la música, con los lenguajes “jóvenes”, el desenfado antiliterario ya estaba en los escritores de la Onda (José Agustín et al.), además de que a nadie debe sorprender la concepción de la escritura como remix. Entender el puré como una epifanía. Damn the language. Entender. No inteligir: entender. Una sospecha de paraíso recobrable: No puede ser que estemos aquí para no poder ser. ¿Brisset? El hombre desciende de las ramas [...] Blind as a bat, drunk as a butterfly, foutu, royalement foutu devant les portes que peut-être [...] (Un pedazo de hielo en la nuca, irse a dormir. Problema: ¿Johnny Dodds o Albert Nicholas? Dodds, casi seguro. Nota: preguntarle a Ronald.

Aunque parece, el pasaje no es de Saavedra, sino de Cortázar, capítulo 18 de Rayuela. El inglés de Saavedra no desciende del spanglish chicano ni de su situación fronteriza fundamentalmente. Además es una reorganización de la escritura por parte de escritores latinoamericanos que producen su obra de cara a los procesos de una cultura cada vez más global. Ése es el primer contexto en que debe leerse la obra de Rafa Saavedra. El resto es eso: the rest. Rafadro (Bio No Autorizada) Rafa Saavedra nació en 1967. A comienzos de los años noventa su obra comenzó a hacerse paradigmática de Tijuana. Desde un prin97

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cipio, Saavedra –o “Rafa”, como en realidad se le conoce– dejó claro que su obra iba por la libre. Publicaba en fanzines, en un lenguaje que no era considerado culto o literariamente respetable, y es que los círculos literarios de Baja California deseaban, en muchos casos, ser aprobados por el interior del país, quitarse de encima la comparación con los chicanos o la acusación de ser escritores amateurs y autodidactos, pues un tipo escribiendo en inglés pop y en español mediático, simplemente, no ayudaba a la Causa Seria. Además se le desaprobó porque no provenía de los círculos tradicionales donde se formaba el escritor fronterizo de aquel período: ni salió de talleres de escritores afamados o locales, ni estudió literatura ni escribía usando referencias primordialmente literarias ni pidió premios o becas. Rafa, en los círculos literarios de escritores mayores, críticos y profesores universitarios de la frontera, así como en otros escritores literarios de su generación y la posterior –aquella nacida en los setenta y aún hoy en la de los ochenta–, puedo atestiguarlo yo, ha tenido primordialmente detractores, algunos de ellos bastante abrasivos. El círculo de lectores de Saavedra es otro: escritores jóvenes en busca de nuevos lenguajes, aquellos lectores y autorías mexicanas que han creído que es posible girar el rumbo solemne de la literatura mexicana hegemónica. Así describe Gabriel Trujillo el contexto de Rafa Saavedra, en el que sitúa junto a él a Ejival, Fran Illich, Mario de la Cruz, Javier Fernández, Mauricio Hernández y Alejandro Espinoza. Escribe Trujillo en “Natural Born Writers”, en Literatura bajacaliforniana. Siglo XX (1997): Hay en esta nueva generación de prosistas una disminución del afán contestatario y un aumento de la anomia, de la indiferencia ante el marasmo del mundo [...] Es necesario recalcar esta intrascendencia. Los novísimos son hijos del ciberpunk lo mismo que de las culturas alternativas –rock, multimedia, comic underground– que les ofrecen un cobijo ante el desamparo ideológico de los años noventa. No creen en nada. Pero a diferencia de sus hermanos mayores, no quieren proponer nada a cambio. Si el mundo es una mierda, no desean aportar la suya al basurero de las buenas intenciones y las creencias compartidas. Si no hay futuro, ¿quién dijo que el presente vale la pena vivirlo, describirlo, literaturizarlo? Hay una desconfianza in-

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nata en cualquier sentimentalismo. Como el propio Rafa Saavedra lo define, sólo hay sitio en esta literatura para emociones extremas: el ocio y el odio, la displicencia y la ira, la catatonia del trance hipnótico y la violencia desatada, sin causa ni motivo. Una literatura-slam: de cuerpos que se atropellan unos a otros, de ideas tóxicas y pensamientos venenosos, radiactivos.

Creo que la esquematización de Trujillo se debe, en el fondo, a una defensa de su propia generación, a la que supone más contestataria o socialmente consciente. Y en su afán de establecer la diferencia moral, simplifica. La ideología de los textos de Saavedra no se deben directamente a las canciones de Nirvana, como Trujillo argumenta, sino a un nihilismo que rebasa los años noventa. Es totalmente cierto que el nihilismo de esta generación ha sido influido por el ciberpunk pero, sobre todo, el influjo viene de la realidad mexicana: la devaluación del peso ante el dólar, la inflación de los precios de todos los artículos, la reducción del salario mínimo al absurdo, la miserable crisis general de los años ochenta. Además, la anomia, la indiferencia ideológica, el individualismo y el “No Future”, que se podría achacar al noventerismo de escritores como Saavedra, el filósofo Samuel Ramos, desde 1934 ya los atribuía al mexicano en su clásico El perfil del hombre y la cultura en México : La nota del carácter mexicano que más resalta a primera nota, es la desconfianza [...] No es una desconfianza de principios, porque el mexicano generalmente carece de principios [...] El mexicano considera que las ideas no tienen sentido [...] No tiene ninguna religión ni profesa ningún credo social o político. Es lo menos “idealista” posible. Niega todo sin razón alguna, porque él es la negación personificada [...] Cada hombre, en México, sólo se interesa por los fines inmediatos. Trabaja para hoy y mañana, pero nunca para después. El porvenir es una preocupación que ha abolido de su conciencia [...] Por lo tanto, ha suprimido de la vida una de sus dimensiones más importantes: el futuro [...] Es natural que sin disciplina ni organización, la sociedad mexicana sea un caos en el que los individuos gravitan al azar como átomos dispersos.

Es indudable que esta cruda descripción de Ramos corresponde a grandes sectores de la población, aquellas sólo fieles ya sea al valemadrismo, la depresión, el presentismo o el mero cinismo o 99

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desencanto. Si cito a Ramos es para ubicar la obra de Saavedra en su justa dimensión: ni literatura de los años noventa puramente ni diferencia radical con notas de lo que Ramos llama el “carácter mexicano” y es que entre más lo leo, más me percato de que su obra, aunque él lo niegue o no lo considera protagónico en su conciencia, continúa indagaciones atávicas de nuestra cultura. Rafadro (Bio No Autorizada), *Segunda versión* Saavedra ha publicado porque editoriales independientes se lo solicitan. Sus tres obras impresas, hasta la fecha, le han sido encargadas por sus editores y quizás sin esta insistencia no hubieran sido concebidas como libros, así que hay que agradecer a Espina Dorsal, Yoremito y Moho que hayan comenzado a difundir la obra que las editoriales estatales o comerciales se han negado a re/conocer debidamente. Al principio, Saavedra parecía interesado casi únicamente en escribir sobre música y pasear interminablemente en las discos, los bares y los conciertos. Se trataba de un escritor antiliterario y más bien atormentado. Sus textos aluden a personajes tránsfugas, depresivos, en plena carrera por la noche de la droga, el amor, la música, la vasta noche tijuanense, la noche más bien posmexicana, poseverything. Saavedra no es el escritor frívolo que inventa. Tal es su álter ego, el cual le gusta confirmar cada fin de semana o cada vez que se le ve por ahí, es decir, en todas partes, pues una de las características personales de Saavedra es que es un ser ubicuo. No asiste a parties. Saavedra es el party móvil. No es accidente que Acamonchi, el artista visual fronterizo, haya hecho de él una conocida obra visual. Saavedra ya tiene condición de mito. Si un día se quisiera hacer famosa una fiesta en Tijuana se le llamaría la Fiesta en que Rafa Saavedra NO Fue Invitado. Pero este álter ego interactúa con el escritor nihilista de sus libros. No sé si es Rafa o es Saavedra el auténtico; más bien creo que ambos se ríen de nuestras opiniones. De lo que sí estoy seguro es de que las búsquedas de significación han conducido a crisis a, por lo menos, uno de los dos. No es este aspecto, quizás sombrío, de su identi100

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dad como escritor lo que me parece más meritorio, sino el hecho de que Saavedra, desde sus inicios a la fecha, ha sido totalmente congruente con su postura de escritor alternativo, independiente y, en muchos sentidos, autosuficiente. Saavedra es el mejor escritor fronterizo de México no por ser el mejor autor de Tijuana sino porque en sus textos la escritura traspasa varios límites. Se destaca por sus técnicas para construir prosas electrónicas y su escritura allende los géneros narrativos convencionales. Lejos del noise (Moho, 2003) no está compuesto de relatos, viñetas o crónicas. Se trata de poscuentos que, para ir más allá de los artificios tradicionales del género, emplean otros artificios provenientes del ensayo, la reseña, la apropiación, el remix, las letras de canciones o la traducción bidireccional. Si el término escritura híbrida puede tener todavía un significado después de tanto uso mercadotécnico, tenemos que decir que Saavedra es un auténtico exponente de esta hibridación. En general, Saavedra es uno de los narradores experimentales más interesantes de México. Personalmente, su prosística me parece tan intrépida como la de Mario Bellatin. Pero si la experimentación de Bellatin depende de su sátira metadiscursiva sobre lo literario como proyecto acabado, Saavedra comienza su escritura precisamente en un punto de indiferencia hacia los valores de lo literario-continuante. Las influencias de Saavedra no son principalmente literarias sino mediáticas. Me atrevería a decir que Saavedra es uno de los primeros narradores mexicanos realmente posliterarios. No está errado: basta recordar que fue John Cage –otro escritormúsico electrónico– quien predijo que a partir de nuestra época el lenguaje escrito no se definiría en los libros sino en los medios. El proyecto posliterario de Saavedra no resulta tan difícil de contextualizar. Obviamente es el sujeto-real Saavedra quien elige ese proyecto de escritura debido a su erudición musical, su relación con discursos visuales de la frontera, su historia como DJ o “popnediscos”, locutor de radio, licenciado en informática y luego en comunicación, fundador de fanzines, coordinador de la blog culture local y una serie de actividades y rasgos personales que hacen de Rafa Saavedra un personaje memorable en sí mismo. Estoy seguro de que la cultura fronteriza lo convertirá en emblema 101

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de esta epocalidad, como en otro momento lo fueron Juan Martínez o Robert L. Jones. Si bien es el sujeto-real el que elige este proyecto de narrativa posliteraria –que se contextualiza por su publicación y difusión en algunos medios literarios alternativos, es decir, con aquella escritura algo más cercana a su propio proyecto–, sin embargo, es el campo de producción y recepción local de Saavedra el que hizo posible que su producción tomara un lugar preponderante en este contexto. Saavedra se ha desarrollado intelectualmente en una ciudad mexicana fronteriza lejana de la capital literaria del país –Tijuana, urbe que siempre ha representado una alternatividad: cultura chicana, rock en español, “americanización”, lenguaje norteño contestatario al Distrito Federal, etcétera– y, por lo tanto, escribir en Tijuana permite experimentar, pues la indiferencia del centro respecto de la producción fronteriza durante el último cuarto del siglo XX dejó en libertad a muchos creadores de la región, quienes, habiendo perdido el interés en agradar a la República de las Letras, no se vieron presionados a escribir de acuerdo con los moldes o referencias del resto del país, donde el “estilo”, el respeto por las reglas de cada género, la temática o la relación subjetiva con el idioma son aspectos rigurosamente cuidados. La lejanía del centro y su poética generalmente tradicionalista es lo que ha permitido el surgimiento de escrituras más desenfadadas, estructuralmente novedosas o experimentaciones en donde es la interrelación entre el público local y sus creadores lo que sanciona estas nuevas formas, y no tanto la voluntad vigilante de continuar la Literatura Mexicana, la “Tradición”. Esto también explica la narrativa heterodoxa de Luis Humberto Crosthwaite, otro productor literario tijuanense.24 24

Este ambiente “antiliterario” fue el que fomentó, en los noventa, el llamado boom de los fanzines, publicaciones independientes que permitieron la formación de públicos y nuevos escritores jóvenes en Tijuana. Ése fue el contexto de la cibercultura que autores como Fran Illich (Metro pop) desearon simbolizar. También fue el contexto tijuanense lo que fortaleció el estilo de la obra beyondeada del español tijuanizado Ruben Bonet (Sín título, sin nada). Aunque estos dos autores hayan salido de la región hace buen tiempo, su génesis escritural fue posible gracias al contexto cultural de la ciudad. Saavedra hubiera sido improbable en el Distrito Federal, hubiera sido marginado, mientras que en Tijuana siempre ha sido polémico

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Una buena parte del mundo intelectual de Tijuana observa la tradición literaria mexicana con espíritu satírico, la juzga solemne e indeseable, por lo que se ha formado un enclave alternativo. Esta formación, por supuesto, tiene vínculo directo con procesos sociales análogos, como la existencia de una cultura popular crítica de lo “chilango” (peyorativo del capitalino) y sardónico del “gringo” y el chicano. Aquellos que observan superficialmente la cultura fronteriza y sus rasgos distintivos del resto del país, se ven impelidos automáticamente a asumir que estas diferencias de la cultura norteña se deben a la influencia que recibe de Estados Unidos. Pero esto es erróneo. La literatura fronteriza no sólo tiene una tensión con el centro del país sino también con la cultura estadounidense. Constantemente los relatos de Luis Humberto Crosthwaite o Rafa Saavedra, por ejemplo, son parodias de personajes norteamericanos y su lifestyle acrítico. No es la influencia norteamericana la que construye la cultura fronteriza como distinta a la central o sureña, sino la tensión que mantiene ésta hacia ambas direcciones y su propio proyecto de identidad regional en relación primordial con el proyecto nacional y, sólo en segundo plano, con los procesos de globalización y la vecindad estadounidense. Asumir que lo fronterizo o la hibridación se ha construido principalmente en relación con Estados Unidos es un punto de vista casi imperialista, que concede la fuerza de transformación que el proyecto hegemónico de ese país sueña poseer. En el caso particular de la literatura fronteriza mexicana, ésta no se ha formado como alternativa “gracias” a la influencia de la cultura del norte, sino como distanciamiento crítico tanto de la ciudad de México como de Estados Unidos, dos hegemonías distintas contra las cuales desea rebelarse, para así tener su propia forma de mexicanidad, tan distinta de la del discurso norteamericano (incluido el chicano) como del discurso “chilango”. En su sentiprotagonista de la escena regional. En resumen, Tijuana, institucionalmente, está subdesarrollada. Ese subdesarrollo institucional ha permitido que las producciones artísticas locales –para bien y para mal– hayan diseñado su propio perfil y la creencia, fuertemente arraigada, de que la literatura fronteriza es autónoma al “tronco principal” de la “Literatura Nacional”.

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do más hondo, una gran parte de la literatura fronteriza se concibe como una península centrífuga. Saavedra Revisited Rafa Saavedra tiene como par distante a Guillermo Fadanelli. Aunque mientras éste ha ocupado un lugar cambiante en el underground defeño y ha pasado a representar al realismo sucio –y parece haber dejado atrás su concepto de la literatura basura–, Saavedra se ha mantenido más al margen. Sin embargo, no se afilia a términos como underground o literatura marginal. Me consta que su indiferencia ante la República de las Letras mexicanas es auténtica y no una mera pose o resentimiento. Saavedra es uno de esos autores enteramente despreocupados de la crítica o de su lugar en un determinado mundo literario. En ello también viene a ser un nuevo emblema de la postura política de cierta literatura fronteriza. Desde sus dos primeros libros –Esto no es una salida. Postcards de ocio y odio, 1995, y Buten Smileys, 1997–, Saavedra ha utilizado el registro del habla electrónica, su conocimiento de las culturas pop, callejera y mediática, así como sus saberes nocturnos, para hacerse lúdico portavoz de las conciencias infelices o la ironía irrestricta. Sus textos los construye como DJ, a ritmo de crystal y breakbeat, por lo que sus escritos resultan intensos, desbordados, auténticos viajes narcisistas, generacionales. Saavedra parece seguir aquel ideario de Oswald de Andrade en su “Manifiesto PauBrasil” de 1924: “La lengua sin arcaísmos, sin erudición. Natural y neológica. La contribución millonaria de todos los errores. Como hablamos. Como somos”. Lejos del noise es una travesía por la televisión y los clubes de la hiperactividad inalcanzable. Se trata de los textos pensados durante los viajes antes o después de un party, pues en ese antes y después, el sujeto permanece solo, construye la seguridad romántica o nihilista de la hipótesis de que la conciencia realmente puede estar sola. Algo que desafortunadamente es imposible, pero que, como recurso literario, Saavedra utiliza para explotar ese modelo de la conciencia solitaria, privatizada, a cada instante posible, como si se tratara de los disfraces psíquicos y sociales que juega la con104

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ciencia para hacerse, en un momento, una gran solitaria y, un momento despúes, una perpetua encadenada al mundo “externo”. Lejos del noise es un libro de afterthoughts y resacas. Como si después de tantas fiestas no quedara nada que celebrar. Ni siquiera The End –suspendido a última hora porque todo el staff amaneció crudo. El riesgo del lebenswelt, lifestyle o mundo de Lejos del Noise es que el nihilismo cool que (re)inventa parece disculpar o legitimar el golpe postsixties –el fin de las ingenuidades de la contracultura–, conservando de ésta solamente lo que tenía de mercadotécnica, punk, cool, neorromántica o decadentista. Muchos de sus personajes son incapaces para las utopías, son escépticos irrenunciables porque los mundos que habitan no los empujan al compromiso, no necesitan recuperar los valores, pues su sobrevivencia material está asegurada, así que pueden darse el lujo de vivir las crisis propias de la conciencia que se asume como posmoderna. Viven en los dilemas de la noche divertidamente vacía y gozan su frivolidad apenas un minuto antes de lamentarla hasta la depresión más alta. Sobresaturados de letras de canciones en dos idiomas, experimentamos todas las confusiones en una sola noche. Aunque el personaje autoral de Lejos del noise gusta de pasar como incondicional de la frivolidad, es fácilmente localizable su crítica y ambivalencia frente a estos procesos de construcción de las identidades y los significados de la cultura electrónica glocal. De hecho, la voz que dirige varios de los textos es un juez severo de su tiempo, que a pesar de no valorar ninguna nueva utopía, parece condenar a todo su mundo. El noise como técnica narrativa y visión-del-mundo El concepto de “Noise” (ruido) es parte central de la estructura de la prosística de Saavedra. Era otro fin de semana por quemar, el club full de chicos monos con quien ligar y esa sed de dejarse llevar y no controlar nada. Old stories, sustancias nuevas, beat crazy, arte y vida perdiendo la cordura. La música era lo de menos, las intenciones, el rozar a los cuerpos, el poder jugar ese game, la posibilidad de anotar. Era di-

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vertido apostar, lo de siempre, lo de hoy. La joroba del misterio, todos los otros, las miradas, el sí y el no que incita el flujo de miel. En Iketa la clave para disfrutar era conocer a alguien, sonreír, beber, coquetear, fingir o no interés. “¡Qué más da! It’s my libertad” gritaba Katerine a un Serge red eyes, recién llegado de otro bar sobre el fondo de “One way or another”. Es otra noche, una madrugada, otro weekend por quemar cuando todo se reduce a una oportunidad de anotar (“Pánico en Iketa”).

El “noise” está ligado al contacto con lo estadounidense; el origen idiomático mismo del vocablo lo manifiesta. Las expresiones en inglés (old stories, beat crazy, game, its my libertad, “One way or another”, red eyes, weekend) son el vocabulario del party time que el inglés representa y a la vez exporta a la frontera. Revísese el libro y se verá que lo que hay en él de inglés corresponde a la ideología frívola, mediática y adolescente con que en la frontera se identifica lo norteamericano. “Whatever”. El Noise es parte de este contexto de la percepción existente entre ambas culturas. Noise es la confusión y el ambiente, el fondo donde ocurre todo y, paradójicamente, el que consume las acciones. La técnica del noise consiste en hundir a los personajes en una serie de descripciones, metonimias, comentarios, enumeraciones, desviaciones y juicios en que sus acciones se diluyen o quedan poco claras. ¿Qué sucede en las narraciones de Saavedra? No mucho; es decir, la acción es mínima pues lo que cuenta es la acumulación de lenguaje, de vocabularios, de observaciones sobre el entorno, ironías, discursos que hacen que los personajes se fundan con su escenario verbal, con la densidad de su estilo, con la sobreabundancia de códigos. En el relato “Pánico en Iketa”, Katerine ingresa en un club y al salir la recibe un chico con el que ha tenido broncas. Veamos aquí cómo opera nuevamente el noise: [...] Siente un puñetazo en el rostro y luego otro y otro y otro más. Katerine pierde la cuenta. ÉL no: va contando los minutos, va contando los segundos. Los golpes ya no duelen, se estrellan como sueños diluidos en el rompeolas o como los intentos por recuperarse del fracaso. “Déjame cabrón”, alcanza a gemir Katerine, la chica de Iketa. Ahora se encara a ÉL. Lucha, araña, patalea. En el club, el CDJ –cansado de servilletas y gritos– complace a un William so drunkie poniendo por fin “It’s so hard”. Lejos del noise,

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Katerine comprueba que el sabor de las lágrimas no es tan salado y que saberlo poco importa ya. Lo único que queda es luchar. Sus uñas llevan carne, cabellos y sangre. Su boca intenta morder lo que sea. ÉL es más fuerte, su puño es más fuerte. Katerine siente cómo se le incrusta un anillo de graduación en su piel. El pasado ya no sirve y el miedo no logra nada. Lo único que queda es luchar, se repite. Lo único que queda es luchar.

¿Qué sucedió aquí? Katerine es golpeada. Pero el noise –la elaboración estilística que comenta la acción y el entorno en que se desarrolla– se prolonga tanto que a la vez que extiende la duración de la golpiza, la inhabilita como dolor experimentado. Hiperactividad e impasse. En el transcurso de la golpiza, Katerine se hunde en el contexto y su dolor emocional y físico queda simbólicamente anulado. Hundidos en su atmósfera (los clubes, los amigos, el lenguaje), se representa magistralmente su carácter de depresivo por ubicuos, su euforia que tiende a invisibilizarlos o desconectarlos. El noise como técnica no es exclusivo de Saavedra, pero no cabe duda de que este autor lo emplea de manera muy intrigante y congruente con la visión del mundo que quiere imprimir en sus textos. El noise se origina para comentar el presente y protegerse del pasado o no llegar pronto al futuro. El noise es lo que traga la acción y nos protege de ella, porque digrede sobre los significados del instante y es esta ferocidad del lenguaje sobre sí mismo lo que existencialmente impide que estos personajes electrónicos actúen o logren realmente escapar del noise que los circunda y en el que se regocijan. Esto es algo que el texto representa perfectamente gracias a la manera en que Saavedra emplea la técnica. Acciones que se dispersan o que se vuelven otras por la acidez del lenguaje. El noise es el nihilismo. ¿Quién dijo Rafa? Para analizar la literatura de Rafa Saavedra, lo primero que requerimos es comprender que todos estos procedimientos invalidan la identificación del autor con la voz del texto. La textualidad está compuesta de materiales ajenos, autobiografía adulterada, situaciones arquetípicas de la frontera, los centros nocturnos y el fun 107

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imaginado. Advierto esto porque una buena parte de la crítica oral o escrita que conozco sobre la obra de Saavedra tropieza aquí con sus propios prejuicios. Identifica el mundo social y mediático de sus textos con la personalidad pública del autor o con el mundo personal que lo rodea. Cometen este error para hacer una rápida lectura ideológica del texto y descalificarlo como literatura debido a su frivolidad pesimista –en donde se incluye su uso del inglés como segunda deslengua– o por su antiliteraturismo explícito. Otra forma del noise es que Saavedra utiliza las expresiones que imagina en este tipo de personajes, a veces dando la apariencia de que aprueba esa frivolidad incondicionalmente o es neutral ante ella. Pero, como ya insinuamos, al revisar el vocabulario anglosajón que cita o al leer cuidadosamente las ironías depositadas, es patente que aunque la intención de sus textos nunca es predicar ideologías, sí contiene una postura crítica, que ante el desastre de su generación juega a ser tan verídica como imaginaria. Lo que ha hecho Saavedra es apropiarse de un universo reconocible y que es identificado con sus libros o la filosofía vital que le es atribuida a él. Este universo se trata de idiosincrasia estilística, una serie de vocabularios, fraseologías, sintaxis, técnicas, referencias musicales o mediáticas, humor ácido, giros reconocibles, copyright de lo saavedriano. Saavedra consigue producir un mundo referencial, que se puede imitar, parodiar, sí –como lo ha hecho Gabriel Trujillo–, por supuesto, pero solamente porque él lo produjo antes, reinterpretando y redescribiendo un aspecto de su realidad circundante: la frontera. Éste es uno de sus grandes méritos: haber construido un mundo propio a través de su lenguaje. En el texto “Todos mis amigos”, uno de los más estructuralmente intrépidos del libro, no ocurre nada, salvo enumerar a sus amigos y hacer una elaboración noisística donde se narra el colapso de cada trío. Éste es el trío final: lili is dead, junior is dead, rafa is dead. Siempre fuimos buenas personas, autoestima de rascacielo, risa y euforia en los ojos, casos difíciles que conocíamos algunas cosas y otras no, en picada por afterhours interminables y tardes de karaoke, años perdidos entre sus mentiras y nuestra ironía >>> going down. Ya no hay sitio a dónde ir, la vida se convirtió en una enorme bodega

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vacía y ahora, tras acabarse la penúltima fiesta, todos nos sentimos víctimas una vez más. Sorry, my friends. We lost.

Saavedra juega con su autobiografía, personajes reales de la ciudad, su cultura específica, pero va más allá de any verismo. Su obra debe leerse no como un testimonio biográfico o un autorretrato generacional fidedigno, sino como una estructura que trasciende estos pequeños contextos. Para usar el ejemplo de este texto clave, aquí no se trata ni del recuento fiel de la vida de sus amigos reales ni de una serie de personajes enumerados y lanzados al vacío, sino de algo más relevante: la muerte del personaje en general debida al fracaso existencial de las culturas y las vidas personales. La posliteratura de Saavedra frecuentemente narra poco de sus personajes, los deja aparentemente sin trazo completo o los hunde en sus ambientes porque con ello refleja la crisis de la identidad cultural o singular de ese mundo transnacional o electrónico que reinventa. “Rafa” no está hablando de Tijuana, de su generación o de él mismo. Está escribiendo sobre el Ser posmoderno. Nihilismo Strikes Back Aunque Saavedra es uno de los escritores mexicanos más despegados de lo literario, lo que mantiene esta escritura ligada aún a la literatura es el nihilismo. El nihilismo es una serie de guiones sobre las imposibilidades de nuestro tiempo, una serie de predicados preestablecidos sobre el significado de nuestras acciones y aquello que conforma al sujeto. El nihilismo será lo único que abandonaremos o quizás nunca lo abandonaremos del todo. Esta idea, por cierto, es nihilista. ¿Qué hacer después del nihilismo? Ésta es la pregunta que algunos reconocemos como la pregunta más importante de nuestra generación. De distintas clases sociales o espacios-tiempos geográficos, los latinoamericanos que hemos llegado al siglo XXI recibimos el milenio después del fracaso de nuestras prácticas políticas. Hemos llegado completamente desencantados; cansados de los partidos políticos y los partys sabatinos, con la lengua de fuera, exhaustos de inanidad. 109

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Algún crítico hipotético de nuestro nihilismo –es decir, de nuestros últimos remanentes románticos– podría decirnos que en esto parecemos colonizados por los valores pesimistas occidentales. Creo que esto es parte del problema, pero la parte más seria es algo que probablemente aquellos que no viven el colapso latinoamericano no podrían comprender. Así, manifestaciones culturales nihilistas de Latinoamérica podrían parecer manifestaciones posmodernas o meramente cool, similares a las practicadas en Estados Unidos o España, por ejemplo. Sin embargo, su significado es completamente otro. Solamente alguien que haya vivido la miseria del continente, la corrupción de nuestro lenguaje público, la opresión renovada de la globalización, podría comprender por qué el nihilismo tiene aquí tierra fértil, y acusar a este nihilismo de ser mera expresión retrorromántica sería ingenuo, descontextualizante. Sin embargo, el distinto significado que tiene el nihilismo –incluido el nihilismo electrónico– en Latinoamérica respecto de otros desencantos –el de la Generación X de Estados Unidos, por ejemplo– no es una apología para mantenernos como cultura dentro de la incredulidad absoluta. Esa incredulidad sólo fomenta la continuación del imperialismo norteamericano, nuestro principal enemigo, únicamente después de la corrupción de nuestras sociedades y gobiernos. Me da risa cuando alguien menciona que la escritura de Saavedra es frívola, juvenil o poco seria –lugares comunes de una buena parte de la crítica que ha recibido hasta ahora–. Comenzando a escribir sobre sus textos, uno termina hablando de nuestro destino político. Poetry included En Lejos del Noise hay dos poemas en verso. La presencia de estos dos textos no sólo confirma la idea de que la obra se trata no de un libro narrativo sino de un libro posnarrativo –beyond the narrative–. También estos poemas en verso funcionan como elementos dialécticos, en los que habla el personaje central que se va trazando a través de los textos –cuyos temas no siguen la línea de algún protagonista pero hacen imaginar al lector un protagonista, una novela, el fantasma de lo novélico–. Este personaje fantasma, 110

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por sentido común, lo identificaríamos con el autor y, por lo tanto, no hay que hacerlo, pues se trata sencillamente de nuestros hábitos biografistas de leer. Este personaje fantasmal es una voz que en esos versos discute y sale del noise mayormente construido en los otros textos. Estos dos poemas o letras de canciones siguen la línea de discutir la relativización de los valores y las prácticas contemporáneas y no son menos pesimistas y satíricos que el resto del libro. En “Nada(s)” termina escribiendo: Y sólo queda, como último recurso, vivir el presente de bajo y batería Y te das cuenta que si no nadas, pierdes el control Y cuando lo pierdes, jodes todo Y eso es peor, así que nada(s)

Se traza lo que podríamos llamar la alternativa nihilista: o nadas –es decir, te dejas llevar por el ritmo impuesto por el resto de las entidades (nadar)– o escoges la inacción (la nada). Nadar, es cierto, es no perder el control del espacio-tiempo, buscar el propio rumbo, pero Saavedra aprovecha que “Nada” es una palabra equívoca que en español significa el vacío, pero también el imperativo de que nades. Nadar es natación pero también, irónicamente, nadificar. El final del poema conlleva esa ironía: si pierdes el control, jodes todo, y eso es peor, así que nada(s), pero al utilizar el paréntesis para sugerir el plural del signo “nada”, la alternativa nihilista aún se ensancha más. “Así que nada(s)” puede significar cuatro alternativas. En singular (“Nada”) significa una conclusión que indica que la voz ofrecía una solución y orden pero al final se autoironiza y dice “así que... nada”, “no tengo nada que decirte”, “no hay conclusión o moraleja”, renunciando cruelmente a dar el consejo, sufriendo una amnesia o dando un “jódete” más fuerte o una orden que te recomienda que ante el panorama de decadencia nades, pues ese remate es categórico: “nada antes de que todo se joda”. En plural, los dos significados que se agregan multiplican la complejidad. Primero podría significar que si pierdes todo, jodes todo y eso es peor, por lo tanto nadas. Pero ese nadar no significa forzosamente que nada sea positivo, porque podría tratarse de un nadar al que no le queda otra, un nadar por nadar, un nadar como huida. La cuarta posibilidad es la que da la totalidad de estos tres 111

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sentidos, pues sencillamente concluye que todo esto no es sino varias nadas. Así que: nadas. Lejos del noise es un libro sobre los significados concretos de Nada; un libro sobre las posibles nadas. El otro poema es igual de significativo y, de hecho, es el que da título al libro. En “Lejos del noise”, el final sugiere que la voz del libro tiene períodos en que pueda dejar de nadar y simplemente sale a tomar aire. “Estoy tan lejos, tan lejos del noise”, dice, como si después de tanto nadar hubiera llegado a un lugar tan lejano de donde comenzó a huir o a avanzar, que por fin ha encontrado el descanso o la felicidad. Sin embargo, la sospecha irónica siempre está ahí, pues todo el poema habla de las nadas, unas lúdicas, otras hirientes: Estoy viviendo una época de progreso; estoy a punto de marcharme a conquistar la suburbia de ensueño; estoy viendo mi cara en la tele; estoy abstraído por los comerciales populuxe; estoy casi en brama; estoy dispuesto a todo por conservar mis privilegios; estoy desmaterializando a un opositor con una descarga de ideas nuevas; estoy sonriendo como proto slackpie; estoy mandando un e-mail de rigor académico; estoy casi seguro que aún estaré vivo el día de mañana; estoy cuchiplanchando en un club pop de vacaciones imperfectas; estoy imaginándome un cómic de porno ficción; estoy tranquilo escuchando los grandes éxitos de los Ramones; estoy superdrunkie en una sesión de Amigos Agresivos; estoy peleándome con medio mundo por el remoto; estoy haciendo pesas para sacarme una foto desnudo bien cachas. Estoy buscando otras experiencias que me sorprendan un poco. La vida es bella, soy feliz. Estoy tan lejos, tan lejos del noise.

Los Beyondeados Ahí estaremos respetando por un instante nuestro presente, beyond(eados) en una situación construida, mandando subverfaxes and drinking vietnamitas como siempre. Date prisa, take a polaroid que momentos felices como éste no duran. [Click]. R.F.

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Hace un tiempo intenté una definición aproximada de las tendencias de una transgeneración escritural. Hablaba de una transgeneración norteada, queriendo decir que se trataba de un grupo cultural que abarcaba individuos y grupos de distintas generaciones –en una época en que precisamente el concepto de generación, debido a fenómenos como el retro y el consumo en general, ha expirado– que compartían su vínculo identitario con el norte de México y Norteamérica, inclinación geográfica o cultural que los hacía diferentes de otras mexicanidades. Aproveché también el término en el aspecto cómico o irónico de éste: “norteado” significa aquel que está desorientado, que no sabe para dónde va, lo cual es la percepción que se tiene del norteño mexicano: un ser que no está bien definido (casi un pocho), tambaleante entre el aquí y el allá. Por supuesto, la connotación (caló) la utilicé como manera de señalar los riesgos de nuestras hibridaciones al mismo tiempo que revertir el sentido peyorativo de este término callejero, para así contraconquistar la imagen que se tiene de este mexicano subalterno. En esta búsqueda de una terminología que refleje la cultura fronteriza, Saavedra ha inventado un término que le sirve tanto para denominar su tendencia escritural como su identidad general: beyondeado. El beyondeado es aquel que está más-allá-de-todo. Ha trascendido lo que éste considera las ataduras. En este momento en que Saavedra, aparente escéptico, revela su dimensión utópica, pues atribuye al beyondeado todas las fugas, todas las lejanías respecto al noise, la Historia y lo acerca a la alegría o la identidad urbana anhelada: Beyond(eados) And here we come, twist and flip. Beyond(eados) es una agrupación dinámica que tiene al sampler, el playgiarism, el desenfado y la mala leche como armas. Beyond(eados) es algo más que la suma de esfuerzos y deseos de escapar de la hegemonía sígnica. Beyond(eados) es una brigada de demolición, a kick in the ass de la burguesía enana que vive en el anacronismo de titulares y sueños de narrativa perfecta. Nuestro camino pasó de lo post everything a lo ex nothing. No somos el sabor del mes, nacimos en el día que Dios –¡pobrecito!– pidió asilo. Estamos en el centro, en los extremos, en la periferia de

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la vida cotidiana. Transitamos en deriva, viviendo la city, naufragando por lugares, emociones, sensaciones y pensamientos que pasan por filtros y efectos, cocinando sueños en bongs y laptops. [Blaxplotation, nueva ola francesa, club culture, realismo sucio, los fuckin’ Beats, el punk, la ironía, budismo zen, la pornografía, hip hop, narco-chic, electrónica, violencia, el revival, drogas, fanzines, internet, dogma 95, afterhours, la globalización, indie cinema, popart, cambio de actitud, surfing channels, maquila style, relativismo, anarquismo, confort, velocidad, el futuro, el alegre pesimismo, etcétera...] Conocer las reglas sólo es un paso para competir, para intentar la reforma o simplemente, pasar de ellas. No tenemos tiempo para preguntas ni respuestas, sabemos que lo único cierto en peleas como éstas es que no hay ganadores. Por eso, nos interesan otros discursos, otras posturas, otras estructuras. Tenemos un desagradable sentido de compromiso: ni acción afirmativa ni apología para turistas. Troubled decisión makers. Logofilicos, trabajamos con una marca registrada. La city como caldo de cultivo, como materia prima de experiencias y supervivencia, como espejo y reflejo, como euforia y denuncia. Die on style o espera el triste transcurrir de unas cervezas. Insertados en la parte gris del mainstream, todo puede pasar en este intento de culture jamming. Convertirse en la nueva ola de pop stars o regresar al underground (¡qué flojera!). Give us some hope. Selling points: Una invitación a hacer lo que se quería sin noción de intereses tercermundistas, una manera so funny de sobrevivir en la nada, un bálsamo de ascenso y descenso. Cosas así. One off event? Ya veremos… Beyond(eados) of the world, unite and take over.

En su cualidad de manifiesto, el beyondeo podría incluir manifestaciones culturales específicas de la frontera como Nortec –el colectivo que fusionó sonoramente el sonido electrónico con la música popular norteña– o el neograffiti de Acamonchi (Gerardo Yépiz), al mismo tiempo que sería representado por los escritores fronterizos que se adhirieran a este movimiento. Personalmente, el término me parece apropiado e incluso me identifico con él, aunque en un contexto distinto al planteado por el manifiesto. Como estrategia de estructuración escritural, sin embargo, me parere inmejorable: una escritura allende la literatura y allende los valores normativos latinoamericanos, allende el colonialismo norteamericano y sus categorías. 114

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Como parte neuronal de los beyondeados se tendría que citar un fenómeno que Saavedra alentó en Tijuana a partir de 2001, cuando usando los weblogs (la tecnología gratuita de Internet, doit-yourself, que sirve para que cualquiera posea una página personal fácil de administrar) provocó que se quintuplicara en unos pocos meses el número de jóvenes tijuanenses que se perfilaban como futuros escritores y, sobre todo, escritoras. Se formó el Tijuana Bloguita Front, que a los pocos meses ya tenía más de 200 links efectivos en Tijuana, el norte y el centro del país, principalmente, con lo que se formó la red de party animals, diaristas ocasionales, músicos-escritores (como Pedro Beas o Ejival, quien fue el que informó a Saavedra sobre la invención del weblog), artistas autopromocionales, escritores jóvenes y algunos autores consolidados –como Fadanelli, Pedro Ángel Palou o Cristina Rivera Garza– que comenzaron a emplear regularmente sus blogs como forma de interacción, linkeo, exhibicionismo o polémica. Quien popularizó el blog en Tijuana y buena parte de México fue Saavedra (www.rafadro. blogspot.com). Al poco tiempo, otros tomaron su invitación y consideraron su página como la central, donde se encontraban todos los links, los anuncios de fiestas, eventos, chismes, oportunidad de usar el tagboard para dejar recados de todo tipo y, por supuesto, leer las crónicas o textos que Saavedra ahí copy-pasteaba o componía directamente. Al hacerse protagonista del blogwriting y provocar todo un movimiento, tan notable o más que el que se había generado en los noventa con los fanzines, Saavedra nuevamente estaba más allá del intelectual mexicano promedio, renuente a la tecnología, al espíritu colectivo y la experimentación. Para los beyondeados, lo electrónico no se refiere únicamente a que escriban espacialmente en el Internet sino a que en su escritura (aunque ésta haya aparecido en cultura impresa o libros) son observables las estructuras perceptivas, ideológicas y arquitectónicas de la cultura electrónica. El blog, por cierto, sirvió a algunos para consolidar la “campaña” de resistencia contra el tipo de literatura del centro y su poética, así como agendas políticas y, claro, la semanal organización de fiestas, lecturas, desenfreno, tours por los bares de Tijuana. Fue la cultura bloguita, bloguera o bloguerística lo que puso al movimien115

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to beyondeado como algo más que un manifiesto literario, pues se trataba de una realidad cotidiana que redefinió el perfil escritural de Tijuana a principios del siglo XXI. Los beyondeados habían nacido y, desde su nacimiento mismo, ya estaban más allá de la literatura. Sin Rafa Saavedra esto no hubiera sido posible, sin la manera en que enlaza su autobiografía electrónica con la escena fronteriza y construye un nuevo rumbo de su obra, más allá incluso de los libros. Un escritor que representa la inquietud de aquello que viene: el beyond. Cito aquí un post de su blog: “Fin de la segunda parte” Ayer por primera vez en mucho tiempo me sentí cansado. Totalmente agotado. No sé si sea señal de que tengo que dedicarme a otra cosa o que lo que estoy haciendo ya no me está divirtiendo o que en realidad sí estoy agotado. Lo que hago me resulta predecible y, por lo mismo, aburrido. Siempre llevo a cuestas aquella frase que le aprendí a Servando Carballar (el mismísimo Aviador Dro): “El riesgo es divertido”. Lo malo que ya nada es riesgo, ahora todo es carnaval (La Mode dixit). Entonces, ¿qué nos queda ya por hacer? Ustedes dirán: “un chingo de cosas”. Y sí, les doy la razón pero, ese inevitable como cansino pero, ¿qué? Fui al Voodoo House y puse un set musical que se dividió en 5 (uno largo al inicio del concierto, tres cortos entre grupo y grupo, otro largo para finalizar la noche). Puse lo que quise: desde T-Rex hasta Family, desde versiones indietrónicas de los Smiths hasta recuerdos del Madchester late 80’s, desde electro de punta a spanish pop clásico). Sí. Generalmente eso me hace feliz. Ayer no. Estaba cansado. A pesar de las sonrisas de l@s amig@s, de las pláticas interesantes, de los abrazos y las botellas de agua gratuitas. Inquieto por lo que viene. Me cansa la espera. Y más esperar a gente que no se decide a dónde ir. Lo mío es fluir. Mientras otr@s no sabían si ir o no ir al Centro Bar o caer directo a La Estrella, me fui caminando al Centro Bar. Unas seis cuadras. A unos cuantos pasos iba una señora caminando por la mitad de la calle. Esta zona de la city siempre está a obscuras y es, pongámoslo así, algo peligrosa. Decidí tantear al destino y caminé por la acera. Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis cuadras. Nada ocurrió. Rebasé a la señora y le vi la cara de preocupación. Le sonrío, se me queda viendo y abraza la bolsa. El miedo, me dicen, nos hace precavidos. Llegué al Centro Bar justo cuando estaban sacando las cosas Bostich, Panóptica y Pepe Mogt (de Fussible). It’s over, me dijo DJ Tolo. Me

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saqué un par de fotos con ellos. Estos antes eran mis amigos, hoy me abruman sus pláticas, su modo de relacionarse conmigo, su postura ante la vida. La gente cambia. Lo que antes importaba ahora ya no (a veces el pasado debe ser sólo eso). De eso se trata el desencanto. Por fortuna, otra gente llegó al rescate diciendo: “La Estrella nos aguarda”. Veinte pesos y una cerveza clara como regalo de entrada. Full. La gente baila y se divierte con la música que toca DJ Travolta. Algunos sonríen sorprendidos con los gestos que la gente hace cuando baila. Yo no. Respect. Caen más amigos ( DJ Serch y DJ Ástor, de estereofonico.com, DJ Arkangel, el Alex de Tijuana NO). Ástor me abruma con sus rollos. No estaba de humor para escuchar elogios drunkies. Más fotos. Lo que queda es ser testigo y vivir lo que se tenga que reseñar. Laura y Karina (de la UABC) y Alsaya consiguen que baile ¿cumbias? ¿new latin music? Lo que sea, es puro escapismo. La felicidad, citando al grupo de chicas Nosotrash, es un alegre ritmo moderno. A las 4:30 am me late ir por unos munchies. El AMPM está abierto las 24 horas. La gente que llega viene con la pila puesta, los bares están cerrando y ésa es la única opción. Unas papas francesas, un hot-dog, una big Squirt. Todo mi presente viene a mí cuando le doy un trago al refresco. Algo me dice que los happy days are gone. Lo que viene es una cadena de responsabilidad y... I don’t know. Lo que sea, no importa. A las cinco am tomo una última fotografía. Es para recordar: “Así era yo”.

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