Lecturas sobre el Eros y el Tánatos en El cielo protector de Bowles y Bertolucci
Descripción
Lecturas sobre el Eros y el Tánatos en El cielo protector de Bowles y Bertolucci I. Té en el Sáhara: un triángulo amoroso siempre será una trama inmortal En el año 1949 fue publicada la primera novela del escritor estadounidense Paul Bowles, bajo el nombre de El cielo protector;; cuarenta años después Bernardo Bertolucci la adaptaría al cine, respetando su título original en inglés The Sheltering Sky. El argumento del libro se basa en el drama existencial que vive el matrimonio Moresby, conformado por una pareja de jóvenes intelectuales neoyorkinos, quienes viajan a Marruecos en un intento desesperado por encontrar la reconciliación del amor, dañado a causa de la frialdad mental de Port y la incapacidad comunicativa de su esposa Kit. Un tercer personaje, Tunner, les acompañará en este periplo, para conformar un triángulo sentimental, donde él representa el desenfado y la ingenuidad masculina propias del dandy;; carácter que aportará la frivolidad necesaria para equilibrar una relación lastimada por la excesiva gravedad. La inmortalidad de esta trama fascinó a Bertolucci, el cual reinterpretó las tensiones eróticas que se articulan en la novela desde una mirada muy personal. La huida de Port, interpretado por John Malkovich, de la asedia y el esnobismo de la clase media intelectual norteamericana, arrastra a su pareja afectiva, Kit, encarnada por Debra Winger, una mujer insegura e intuitiva, que no está convencida de dejar atrás las comodidades de la vida moderna y que, sin embargo, acepta todas las precariedades materiales y empáticas, que le impondrá el viaje. Tunner, caracterizado por Campbell Scott, también se implicará en esta odisea, de la que no podrá volver siendo el mismo: madurará de golpe, enfrentado a sucesivas pérdidas y desencantos. La internación de estas tres subjetividades, desde la ciudad de Tánger hacia el Sáhara profundo, puede leerse como una peregrinación simbólica de exploración erótica y espiritual. En efecto, cada uno de ellos experimentará algún tipo de iniciación sexual, que desafía los estrechos límites de la moralidad burguesa, reafirmada a raíz de la alienación y la incertidumbre que desató la Segunda Guerra Mundial. Como un eco autobiográfico, Bowles sitúa el erotismo disidente de estos viajeros en el contexto del norte de África1, siguiendo la tradición orientalista de trasladar hacia las sociedades “periféricas” todas las ansias, represiones y fantasías sexuales de la cultura occidental.2 La primera de estas 1
Debe tomarse en cuenta que Paul Bowles (1910-1999) se trasladó en 1947 a Tánger, en Marruecos, con su esposa Jane Auer (1917-1973), donde fijaría su residencia por el resto de su vida. Asimismo, se ha sugerido que Port y Kit son los alter ego de la pareja, lo cual fuera refutado por el escritor. 2 Se está consciente del trasfondo colonialista que subyace tanto en la novela como en la película, sin embargo, su análisis trasciende los propósitos de este ensayo. Para profundizar en este tema consúltese: “In the Land of Oz: Orientalist Discourse in My Michael” en Yosefa Loshitzky, Identity Politics on the Israeli Screen, Austin, University of Texas Press, 2001, pp. 90-111.
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experiencias transgresoras, cargada de fascinación por lo desconocido, la protagoniza Port, en su encuentro arreglado con la bailarina bereber Marhnia. En la novela se trata de un momento misterioso y premonitorio, en tanto el relato de la joven sobre el Té en el Sahara –que la deslinda de una prostituta y la acerca más a una sibila–, preconiza la muerte de Port. A diferencia del carácter evocador de este pasaje, donde se insinúa y apenas se revela, Bertolucci apostó por una representación más sensualista, en la que explota la desnudez de Amina Annabi, en el papel de Marhnia. A propósito de esta situación, el lector podrá comprobar las complejidades emocionales de Port cuando leemos que “En seguida se descubrió imaginando que Kit observaba en silencio. La fantasía lo estimuló […]”3 II. Conquistas ilusorias en un tren rumbo a la nada La meta que persigue Tunner, en este viaje sin retorno, es conseguir el afecto y el reconocimiento de Kit, sublimados en el deseo de la posesión –que podría alcanzar también a Port– en una especie de obsesión por participar de la “libido intelectual” de los Moresby. Por un momento conseguirá lo que que aparentemente busca, en uno de los capítulos más surrealistas de la novela –que el filme descarta–;; para luego verificar su imposibilidad y su carácter ilusorio. Se trata de un dilema que nos enfrenta a la pregunta sobre los límites físicos y mentales de la infidelidad. 3
Paul Bowles, Bajo el cielo protector, p. 17, diponible en: https://es.scribd.com/document/207332169/Bowles- Paul-El-Cielo-Protector
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III. Amarse bajo el terror y el abrazo del cielo The Sheltering Sky podría resumirse como el mayor distanciamiento erótico de una pareja y su máxima cercanía en el momento en que la muerte se cierne sobre uno de ellos. A lo largo de la novela, Port y Kit despliegan una sensualidad para los otros, en la medida que se separan, de manera irremediable, de sí mismos. En este sentido, uno de los grandes aciertos de la adaptación de Bertolucci ha sido tomarse la libertad de concebir el encuentro amoroso de los Moresby –sin rastros en el relato original–, en el contexto más desgarrador y existencial de la película. Se hace alusión al ya mítico paseo en bicicleta, a través del paisaje rocoso y desértico, donde se fija, tanto en la novela como en el filme, la metáfora de esta obra maestra: la protección del cielo en medio de la desolación. En este punto dirá Port “[…] el cielo aquí es muy extraño. A veces, cuando lo miro, tengo la sensación de que es algo sólido, allá arriba, que nos protege de lo que hay detrás.”4 4
Ibid., p. 46.
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IV. La incertidumbre de la resurrección emocional a través del deseo La muerte de Port abre una nueva dirección en la diégesis, en la que Kit adquiere el protagonismo y que se centra en el descubrimiento de otra realidad erótica, a través del contacto, violento y placentero a la vez, con la “otredad”;; que hasta ahora sólo había figurado como trasfondo excitante. Perdida en el desierto, Kit se unirá a una caravana de tuaregs, donde será violada y amada. A partir de aquí la historia se centra en la paradoja del placer en medio del desgarramiento. La satisfacción que le prodiga Belqassim sólo puede ser física: compensación irónica del abismo carnal que se abrió entre ella y Port. El final de esta obra imprescindible, tanto de la narrativa estadounidense de la primera mitad del siglo XX, como de la carrera cinematográfica del gran director italiano, nos arroja a la incertidumbre de si existe la posibilidad de la resurrección emocional, a partir de la reactivación del deseo. Este viaje que se ha descrito hacia el fervor, la muerte y la sobrevida, nos devuelve a dos artistas conscientes y obsesionados por la compresión de las pasiones humanas, desde del paradigma freudiano de las pulsiones creativas y aniquiladoras, inherentes al Eros y al Tánatos.
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