Lecturas de viaje de Carlos V, María de Hungría y Felipe II entre los Países Bajos y España (1517-1559)

August 30, 2017 | Autor: J. Gonzalo Sánche... | Categoría: Felipe II 23, Philip II of Spain, Libros Antiguos
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Descripción

JOSÉ LUIS GONZALO SÂNCHEZ-MOLERO

Universidad Complutense - Madrid en colaboraciôn con HANNO WIJSMAN IRHT-CNRS

LECTURAS DE VIAJE DE CARLOS V, MARIA DE HUNGRIA Y FELIPE II ENTRE LOS PAISES BAJOS Y ESPANA (1517-1559)

Algunas consideraciones sobre los libros de viaje cortesanos Al estudiar contenidos de las lecturas de viaje de los miembros de la dinastîa de Borgona-Austria durante la primera mitad del siglo XVI se aprecia algo mâs que la calidad y el género de sus lectores (para lo cual bastaria con analizar sus bibliotecas "inmôviles"), sino, y sobre todo, los cambios en las peripecias vitales de sus duenos, y cômo estos, al albur de los variables contextos culturales y poh'ticos, se expresaban en unas lecturas de viaje, sino mâs intimas, si reflejo de los gustos personales. Esto ûltimo puede aplicarse tanto al peregrino que acudia a Roma, cuyo bagaje lector se limitaba habitualmente a una guia xilogrâfica de la ciudad y un librete de oraciones (que portaria mâs como amuleto que como otra cosa), o al fraile que llevaba consigo un breviario o un libro de Horas, de acuerdo con lo que su Régla preceptuara. Sin embargo, debe advertirse que el alto rango de los lectores seleccionados para esta aportacion, miembros de la Dinastîa de los Austrias, introducia cambios notables en los contenidos de los libros de viaje portados. No cabe duda, de que el grupo social determina en gran medida las opciones de lectura, y esta perspectiva résulta déterminante para nuestro estudio. En primer lugar, en el caso de las personas de la realeza hispano-borgonona que abordamos, sus libros de viaje se liberaban en gran parte del problema de su portabilidad. No era necesario que seleccionaran volûmenes de pequeno formato o libros de cinto. Sus viajes no los hacian a pie, o sobre una mula, sino acompanados de un amplio séquito cortesano y de un nutrido bagaje logfstico de carros y azémilas. Para Carlos V o para Maria de Hungria, el mâs voluminoso

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de sus côdices iluminados podia ser perfectamente un "libro de viaje", guardado en un cofre o arcôn, junto con otros muchos. Solo tenîa que pedirle a su mozo de câmara que se lo entregara. En segundo lugar, su mentalidad al seleccionar estos libros (que les acompanaban en sus periplos), era diferente a la nuestra. Para nosotros, una obra de este tipo (o con tal uso), ofrece un perfil esporâdico y temporal. El libro se escoge para un determinado trayecto (en avion, en tren) o para un perîodo de tiempo largo (vacacional por ejemplo), y después se puede sustituir por otro. Pero ésta no era la intencionalidad que los ilustres lectores del siglo XVI tenîan. Primero, porque sus viajes no eran cortos, y segundo, porque sus gustos literarios eran menos "consumistas" que los nuestros. En Carlos V o en Margarita de Austria, la tradiciôn predominaba sobre la novedad: leer una y otra vez, o escuchar las lecturas de los mismos libros, era una prâctica plenamente asentada. La preceptiva de la época al respecto era clara, recomendando leer de manera continuada las buenas obras. Y en tercer lugar, no debe olvidarse que (en combinacion con la anterior), las cortes regias de los siglos XV y XVI tuvieron una gran movilidad. Esto obligé a que las bibliotecas fueran portâtiles, desplazândose éstas con sus duenos junto con el resto de sus bienes personales. De aquî que los ya citados arcones fueran el receptâculo mâs habituai de los libros. Esto ûltimo es especialmente importante. Durante este perîodo, la distinciôn entre una librerîa portâtil y una biblioteca de viaje résulta confusa. En los palacios hasbûrgicos, la idea de una biblioteca permanente, con estantes, pupitres o escritorios (propia de monasterios y universidades), no se consolida hasta los anos 20 del siglo XVI, y lo harâ de la mano de Margarita de Austria1. Asimismo, el concepto de "viaje", aplicado a cada uno de los miembros de la dinastia austriaca durante este perîodo es cambiante. Los duques de Borgona, durante los siglos XIV y XV, no emprendieron largos viajes, limitândose a moverse en el estrecho âmbito geogrâfico de sus territorios a lo largo de la cuenca del Rhin. Felipe el Hermoso rompiô con esta tendencia tradicional, pero unicamente a causa de que su esposa, infanta de Castilla, heredero inesperadamente a sus progenitores, los Reyes Catôlicos. Aun asî, la reina Juana solo emprendiô cuatro viajes "internacionales", entre 1496 y 1505, de ida y vuelta entre Flandes y Castilla.2 Maria de Hungri'a, tras enviudar en 1526, prâcticamente no abandonô los Paîses

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Como révéla el inventario de los bienes que estaban en la librerîa de la archiduquesa en 1520. La esmerada selecciôn de piezas (vidrios, cerâmicas, alabastros, escudos herâldicos, piezas de naturalia y pinturas) que decoraban esta estancia de la librerîa, permite calificarla como studiolo. Este inventario sido trascrito de manera compléta en F. CHECA CREMADES (dir.), J . L . GONZALEZ GARCIA (éd.), A . GIL ARIAS (Coord.), Los inventarios de Carlos V y la familia impérial/ The inventories of Charles Vand the impérialfamily, Madrid, 2010, vol. III, p. 2401-2403. Ver H . WIJSMAN, Philippe le Beau et les livres : rencontre entre une époque et une personnalité, en ID. (éd.), Books in Transition al the Time of Philip the Fair. Manuscripts and Printed Books in the Late Fifteenth and Early Sixteenth Century Low Countries (Burgundica, xv), Turnhout, 2010, p. 17-91.

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Bajos hasta 1551, en que viajô a Augsburgo, y 1556, en que navegô junto con sus hermanos hasta su retira en Espana. Felipe II, siendo principe, recorriô varias veces Castilla y Aragon, pero solo realizô grandes periplos europeos entre 1548 y 1551 y 1554-1559. Su padre, en cambio, tuvo una existencia muy viajera, a la que dedicaria un memorable recuerdo en su discurso de abdicaciôn en Bruselas: "Nueve veces fui a Alemania la Alta, seis he pasado en Espana, siete en Italia, diez he venido aquî a Flandes, cuatro en tiempos de paz y de guerra he entrado en Francia, dos en Inglaterra, otras dos fui contra Africa, las cuales son todas cuarenta, sin otros caminos de menos cuenta, que por visitar mis tierras tengo hechos. Y para esto he navegado ocho veces el mar Mediterrâneo y très el océano de Espana, y agora sera la cuarta que volveré a pasarlo para sepultarme; por manera que doce veces he padecido las molestias y trabajos de la mar". Se comprende asi que, unicamente Carlos V concibiera de manera mâs clara la idea de una biblioteca portâtil, adaptada a las necesidades especificas de ocio y de trabajo que sus continuos viajes conllevaban. Sus contenidos cambiaron a lo largo de su vida, pero fue el unico miembro de su familia que ordenô colecciones de libros concebidos expresamente para viajar con su dueno. En el emperador los espacios privados de lectura no dejan, en gran manera, de ser a su vez, unos espacios viajeros. Este contexto no puede aplicarse al resto de los miembros de su familia, cuyos periplos por Europa fueron de menor entidad. Solo su hijo Felipe emulô estos viajes, pero (como veremos) su mentalidad lectora fue muy diferente. Carlos V: las lecturas de un monarca viajero Las peculiaridades lectoras del hijo de Juan la Loca y Felipe el Hermoso han sido senaladas en varias ocasiones. El no fue un rey bibliôfilo, como su hijo Felipe II, ni un emperador humanista, como su abuelo Maximiliano I. Tuvo libros, pero no demasiados, y ademâs su torpe uso del latin le vedaba el acceso a las grandes obras del Humanismo, impresas en su época. A su relaciôn con la lectura no ayudô el marcado carâcter itinérante de su Corte. Cuando se viajaba continuamente es difïcil disfrutar y cuidar del enriquecimiento de una gran biblioteca. En este sentido, Carlos prefiriô disfrutar solo de una pequena libreria personal, portâtil, constituida por obras de entretenimiento, histôricas, cientificas, piadosas y liturgicas. Unas lecturas que, en gran parte, estuvieron determinadas por las necesidades de su viajero reinado. Como ya hemos indicado, unicamente el emperador concibiô de una manera clara la idea de una biblioteca portâtil, adaptada a las necesidades especificas de ocio y de trabajo que sus continuos periplos conllevaban. Sus contenidos cambiaron, como es lôgico, a lo largo de su vida, pero fue el unico miembro de su familia que ordenô colecciones de libros concebidos expresamente para viajar con su dueno. A través de los inventarios de sus bienes que conocemos y de otros documentos es posible définir la existencia de varias librerias portâtiles carolinas. La primera fue empleada por el monarca entre 1517 y 1520, durante su primer viaje a Espana, y contenta fundamentalmente libros de caballerias y crônicas;

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la segunda, utilizada entre 1520 y 1536, fue concebida como la biblioteca de un nuevo emperador cristiano, en cuyos contenidos predominaban los que podemos denominar como "libros-simbolo", reflejos de la dignidad impérial de su dueno, acompanados de variadas lecturas privadas de carâcter polîtico y militar. Entre 1532 y 1542 Carlos V se desprenderîa de gran parte de estos libros, depositândolos en el palacio real de Bruselas y en el castillo de Simancas. Entre el ultimo ano citado y 1552 se observa un espîritu muy diferente en la biblioteca portâtil del César, el predominio de obras de contenido histôrico permite reconstruir parte de los materiales empleados para la redacciôn de una Vita del soberano, y, al mismo tiempo, se descubre la pervivencia de viejas lecturas, como de L'arbre des batailles de Honoré de Bovet. A partir de 1553 Carlos V abandona el proyecto de su magna biografîa y selecciona las lecturas para su ultimo viaje, el que le llevaria hasta Yuste y al sepulcro. Con respecto a la primera de estas bibliotecas-portâtiles, su contenido es accesible a través del primer inventario, conocido, de sus bienes, que se realizô, al parecer, en 1517, si bien las referencias al respecto son confusas y (con buen criterio) no lo incluye Checa Cremades en su monumental y reciente obra Los inventarios de Carlos V y la familia imperiaP. Foronda lo presentô como una descripciôn de los bienes que trajo consigo en su primer viaje a Espaiïa, pero pudiera tratarse de una interpretaciôn realizada a través de otros inventarios posteriores, como el de 1532. Segûn esta interpretaciôn, el nuevo rey de Castilla gustaba (en su primer gran viaje) de leer libros de historia, como Las Décodas de Tito Livio, y la Crônica de Francia, de Monstrelet, asi como libros de caballerîas, entre los que aparecen el Giron le Courtois, las Crônicas de Jerusalén, manuscritas, o el Olivier de Castilla y el Huon de Burdeos. También tenîa algunos libros de devociôn, como dos Pasiones, y el Tratado de las ûltimas cosas4 Aun sin evidencia documentai, este perfil lector se ajusta con bastante exactitud a lo que cabria esperar. Es mâs, como Hanno Wijsman ha senalado, no fueron muy diferentes los libros que Felipe el Hermoso llevô consigo, incluso puede afirmarse que algunos de estos volumenes fueron los mismos que su hijo seleccionô en 1517 para entretener sus ratos de ocio en Castilla5. Teniendo en cuenta las prâcticas palatinas de la época, no puede descartarse la posibilidad de que al organizar la "biblioteca" de viaje del joven Carlos, su camarero optara por seleccionar unas obras que el ejemplo paterno habîa convertido en un modelo a seguir. La tradiciôn pesaba mucho en la étiqueta cortesana, y los libros no escapaban a esta situaciôn. En los inventarios, meros documentos administratives dedicados al control de las propiedades reaies, el papel que los libros tenîan en palacio no se explicita. Pero sus lectores, y sus

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(dir.), Los inventarios de Carlos Vy la familia impérial, Madrid, 2 0 1 0 . "Los mayordomos de casa y boca de Carlos V", discurso leido ante la Real Academia de la Historia en la recepciôn pûblica de... Manuel de Foronda y Aguilera.... Madrid, 1 9 1 6 , p. 2 0 . Citado por A . ALVAR EZQUERRA, El César Carlos. De Gante a Yuste, Madrid, 1998, p. 41. H. WIJSMAN, Philippe le Beau et les livres, op. cit., p. 6 8 - 9 2 . C . CREMADES

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"cuidadores", eran conscientes de como, dônde y para qué se lei'an. Un ejemplo: cuando en 1525 Carlos V ordenô que se tomara una parte de los bienes de Juana la Loca para servir como ajuar y recâmara de la infanta Catalina, prometida al rey de Portugal Juan III, los criados reaies seleccionaron varios libros. Curiosamente, y no creemos que fuera por casualidad, en su mayor parte se trato de los mismos volûmenes que en 1496 Isabel la Catôlica habia escogido para su hija dona Juana en su viaje a Flandes6. Con una mentalidad semejante debieron organizarse los contenidos de la câmara del todavia Carlos I en su viaje a Espana en 1517. No ha de sorprender la importante presencia de romans caballerescos, pues esta literatura fue, en la Europa de la Baja Edad Media, una lectura casi exclusiva de los clrculos nobiliarios y cortesanos. Para comprender la gran aceptaciôn que estas obras tenian en la época, y especialmente entre la nobleza flamenca, basta con enumerar alguno de los titulos que Engelberto y Enrique de Nassau tenîan en su biblioteca a principios del siglo XVI: Le roman de Giron le Courtois, la Histoire du chevalier Tristan de Léonis, la Histoire du Saint Graal et de la table ronde, etc. 7 . La coincidencia con los libros que ténia don Carlos en esta época es total. Sin duda, la lectura de aquellas obras nutrfa los gustos literarios del momento. Es mâs, desde fines del siglo XV, la imprenta propiciô su difusiôn a otros âmbitos lectores mâs populares. Finalmente, también los estamentos nobiliarios adquirieron también los libros impresos, quedando los antiguos y ricos côdices relegados a piezas de colecciôn bibliôfila. Esto proceso se observa en el propio Carlos V, pero también en su esposa Isabel de Portugal y en su hijo Felipe. La lectura de libros de caballerias como entretenimiento en los viajes era consecuente con su enorme popularidad. Si bien sus formatas, normalmente en folio, no se ajustaban al concepto de libro portâtil, sus contenidos hacian de ellos piezas de innegable atractivo. Y no olvidemos que a lo largo del siglo XVI las fiestas caballerescas fueron utilizadas como un elemento primordial de la propaganda politica8. En este aprecio por los libros de caballerias, los miembros de la familia impérial no se diferenciaban demasiado de los gustos de otros "caballeros" mâs humildes, como, por ejemplo, de los conquistadores espanoles y portugueses, que soli'an portar en su magro equipaje algûn libro de caballerias9.

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J . L . GONZALO SÂNCHEZ-MOLERO, Regia Bibliotheca. El libro en la corte espanola de Carlos V, Mérida, 2005, vol. I, p. 81-83. Ver A . D . RENTING y J.T.C. RENTING-KUIJPERS, The Seventeenth-Century Orange-Nassau Library: The Catalogue Compiled by Anthoine Smets in 1686, the 1749 Auction Catalogue, and Other Contemporary Sources, Utrecht 1993. Sobre la dimensiôn literaria de estasfiestas, vid. P.M, CÂTEDRA GARCIA, Fiesta caballeresca: ideologiay literatura en tiempos de Carlos V., en J.L. CASTELLANO CASTELLANO y F. SÂNCHEZMONTES GONZALEZ (coords.), Carlos V. Europeismo y Universalidad. Actas del congreso internacional, Granada mayo 2000, Madrid, 2001, vol. I, p. 81-104. Vid. los ejemplos que a este respecta reune y analiza 1. A . LÉONARD, en Los libros del conquistador, Mexico, 1979.

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No se trataba de unas lecturas medievalizantes. Ya fuera de manera individual y colectiva, la tarea de leer libros caballerias era no menos entretenida como a la vez pedagôgica, pues servia para alentar en el joven heredero una mentalidad belicosa y cruzada, tan acepta en la simbologia tradicional de Borgona. De igual manera, y a pesar de estas iniciales diferencias politicas, y de la disparidad entre los âmbitos geogrâficos y culturales en que ambos hermanos se educaron 10 , a Fernando de Austria se le proporcionaron lecturas muy semejantes en Espana. Su maestro, el dominico Âlvaro Osorio, en una biografïa manuscrita de su alumno, nos dice que desde nino "holgava de oyr coronicas e cuentas e de todo se acordava"", un testimonio que es corroborado por Gonzalo Fernândez de Oviedo, quien recuerda en su Cathalogo real de Castilla, al tratar de determinar cuântos anos reinô Fernando IV el Emplazado, que: "lo que yo mâs creo es lo que vi en vna crônica que yo leî en Madrid, a la magestad del rey de los romanos, seyendo infante don Fernando, hermano de la Cesârea Magestad, que agora es rey de Vngria e de Bohemja, al ano de 1516. La quai crônica dezia que el ano deçimo sexto del reynado del rey don Fernando Quarto....'" 2 . El extraordinario interés que el infante mostraba hacia la historia médiéval espafiola desembocô en la dedicatoria de La Crônica delfamoso e invencible cavallero CidRuy Diez Campeador (Burgos, 1512). Su editor literario, el abad de Cardena fray Juan Lôpez de Belorado, destacaba en el prôlogo que habia sido el joven Fernando quien habia encarecido la impresiôn de esta Crônica. De igual manera, y gracias al supuesto primer inventario realizados en 1517, sabemos de la existencia de numerosos libros de historia, o crônicas, que acompanaron a Carlos V en su primer viaje a Espana, como las Chroniques de Iherusalem abrégées, Las Décodas de Tito Livio y la Crônica de Francia, de Monstrelet. Estas lecturas teni'an un évidente valor formativo para un monarca, mas debe advertirse que en esta época la distinciôn entre el cantar de gesta, como obra de ficciôn, y la crônica, como narrativa veraz, era muy ténue. No es extrano que se conservara la tradiciôn médiéval de identificar la narrativa de ficciôn con la crônica. Ya en el Cantar de Rolddn, cuando el héroe protagonista queda solo agonizando en el campo de batalla, el autor anônimo hace asistir a San Gilles como testigo que da fe de lo narrado. Un ejemplo de este tipo de lecturas (y de la combinaciôn de géneros literarios e historiogrâficos) es la presencia de un ejemplar del Theuerdank entre los libros que compartieron periplos con el César. No sabemos desde cuândo lo ténia, si le fue entregado en 1520, tras la muerte de su abuelo, o en 1526, cuando se repartieron los ûltimos ejemplares. No obstante, es de suponerque fuera en 1517, fechade su impresiôn. Maximiliano I, su abuelo, habia

10 L. SUÀREZ FERNÂNDEZ, Anâlisis del Testamento de Isabel la Catôlica, en Cuadernos de Historia Moderna, 13 (1992), p. 83. F. EDELMAYER, El hermano expulsado: don Fernando, en Torre de los Lujanes, 39 (1999), p. 147-161. 11 A. OSSORIO DE Moscoso, Historia del Principe don Fernando que después fue emperador por renuncia de Carlos Vsu hermano: Madrid, BNE, ms. 6020, f. 163v-164r. 12 E . A . ROMANO DE THUESEN, Transcripciôny ediciôn de! "Catâlogo real de Castilla ", autôgrafo inédito de Gonzalo Fernândez de Oviedo y Valdés, ANN Arbor, 1994, p. 505.

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concebido esta obra como una especie de testamento personal y polîtico dirigido a su nieto. No parece lôgico que en 1517 le sustrajera la oportunidad de leerlo. Sea como fuere, en 1542 Carlos V seleccionô este libro para su depôsito en Simancas. Al retornar en 1520 al centro de Europa para ser coronado en Aquisgrân como sacro emperador, Carlos modificô los contenidos de sus lecturas de viaje. De igual modo que, entre 1505 y 1515, podemos adivinar en sus lecturas la influyente décision de Margarita de Austria, Guillermo de Croy o Adriano de Utrech; entre 1520 y 1530 fue el canciller Mercurio Gattinara quien supervisé buena parte de las lecturas de su soberano. A este jurisconsulto, formado en la corte de Maximiliano I, se debe la direction de la politica impérial durante los anos veinte del siglo XVI, dominada por un nuevo discurso mesiânico y providencialista, que se percibe de manera muy nitida en los libros que Carlos V ténia en su chambre bruselense hacia 1532. Gattinara potenciô la imagen impérial de su senor, y entre sus primeras decisiones al respecto (en el campo librario) debe destacarse que encargara la composiciôn del Liber trium officiorum Salomonis, un bellisimo côdice litûrgico ofrecido a Carlos V con ocasiôn de su triunfal entrada en Gante (1520), que contenia los officia habituales -maitines, vi'speras y complétas- en latin, pero que se concibiô como un libro litûrgico para viajar. En la dedicatoria Keyser elogia la figura del nuevo emperador y le explica la utilidad y el contenido de los Oficios que habia compuesto, por su adecuaciôn con la navegaciôn que habîa emprendido desde la Coruna, rumbo a los Paises Bajos para ser coronado en Aquisgrân como emperador. Carlos V conservé este Liber Salomonis hasta 1542, cuando decidié depositarlo, como otras joyas de su biblioteca, en el castillo de Simancas. Hasta entonces le acompanô en todos sus viajes 13 . En 1532 Carlos V decidié desprenderse de una parte importante de sus libros, depositândolos en su câmara del palacio de Bruselas. Puede afirmarse que tras las muertes del Mercurio Gattinara (1530) y de Margarita de Austria (1531), el emperador no sôlo decidié prescindir de validos culturales, sino que modificô sus propios patrones de lectura. Antes de abandonar Bruselas, en el bufete de su despacho quedaron colocados los ultimos volumenes que el César leyé u hojeô antes de su partida. Algunos eran libros muy recientes, impresos entre 1529 y 1530, y regalados al monarca por figuras tan relevantes de su Corte como Juan Luis Vives, Johann Eck y Luis Lobera de Âvila, pero no fueron seleccionados por aquel para acompanarle en su nuevo viaje a Alemania. Al contrario, todos estos

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Sobre este côdice, vid. J. VAN DEN GHEYN, Un manuscrit de l'imprimeur gantois Robert de Keyser à la bibliothèque de l'Escurial, Gante, 1 9 0 7 ; A . DOMINGUEZ RODRIGUEZ, El Officium Salomonis de Carlos Ven el Monasterio de ElEscorial. AlfonsoXyelplaneta Sol Absolutismo monârquicoy hermetismo,en Reaies Sitios, X X I I ( 1 9 8 5 ) , n ° 8 3 , p. 1 1 - 2 8 . Un renovado estudio de este côdice por F. CHECA CREMADES, Carlos V. La imagen del poder en el Renacimiento, Madrid, 1999. Se ha publicado una reciente ediciôn facsimil, Libro de Horas del Viaje de Carlos Vpara ser coronado emperador. Liber Trium Officiorum ex Salomone secundum usum Caroli Quinti Imperatoris (Ms. Escurialensis, Vitr. 13), Madrid, 2 0 0 0 .

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volûmenes permaneceri'an en sus pupitres y encima de un bufete y de un banco hasta 1556, cuando se procediô a revisar el antiguo inventario. ^Qué otros libros le acompanaron desde entonces en sus viajes? No se conocen inventarios de sus bienes "portâtiles", por lo que la tarea résulta diflcil, pero puesto que en 1542 depositô en Simancas una parte importante de sus libros, cabe suponer que (si no estaban en Bruselas diez anos atrâs), en parte fueron los que seleccionô para llevar consigo, o los que le entregaron durante los diez anos siguientes. Y es aqui donde las lecturas de carâcter personal afloran con mayor claridad. En primer lugar, destaca la presencia de los très manuscritos originales de las obras de fray Antonio de Guevara: el Marco Aurelio, el Relox y las Vidas de Césares, donde este autor plasmaba una amplia reflexiôn sobre las caracteristicas del gobierno, la educaciôn de principes y el origen del poder impérial. Estas obras no entraron en la câmara impérial al mismo tiempo, siendo entregadas por el autor al monarca entre 1522 y 1538, y ya estaban reunidas en 1542, cuando se guardaron en el castillo de Simancas. De los très manuscritos guevarianos arriba citados, dos se conservan en la Laurentina, el Marco Aurelio™ y las Vidas] 5 , el Relox se ha perdido. No obstante, debe advertirse que, durante este periodo, uno de los elementos donde mejor se percibe la madurez en las lecturas de Carlos V no es tanto en el trato dispensado por éste a las obras de Guevara, sino en el extraordinario interés que manifesté por la lectura de libros que hoy denominari'amos de carâcter cientifico o técnico, como la astronomia y la geografla. Desconocemos cômo se gestô en el emperador este interés por las disciplinas matemâticas, la geografla y la astronomia, pero es posible que se debiera a la combinaciôn de los pasmosos descubrimientos geogrâficos de laépoca con los continuados viajes del monarca por mar y por tierra desde 1517. En los anos siguientes el famoso amanuense Livinus Panagathus, o Lievin Aelgoet, le habia copiado cartas y mapas (incluso en 1530 dibujô para el embajador polaco Juan Dantisco una carta marina). Al ano siguiente Maria de Hungria, tras una recomendaciôn de Erasmo, le acogiô a su servicio como secretario y maestro de los pajes. Después de varias vicisitudes y una estancia en Espana, en 1545 - segun confiesa al citado Dantisco - , todavia "el Emperador se sirve de mi trabajo de cuando en cuando para recopilar asuntos geogrâficos y cartas a las cuales es aficionadisimo"16. No obstante, en 1537 Carlos V acudiô a un cosmôgrafo mâs experimentado para poder comprender los fundamentos de la astronomia y la cosmografïa, Alonso de Santa Cruz, a quién ademâs encomendô en 1539 la elaboraciôn de una larga serie de mapas, instrumentas matemâticos

14 Antonio DE GUEVARA, El libro llamado Aureo: el quai habia de los tiempos de Marco Aurelio decimo Septimo Emperador de Roma. Côdice en papel, 167 hs., foliadas a tinta roja con numeraciôn romana y a lâpiz. Escorial, RBME, g-11-14. Encuadernaciôn escurialense. 15 Antonio DE GUEVARA, Las vidas de Gueuara. .. Côdice en papel. Escorial, RBME, g - I I - 1 8 . Encuadernaciôn mudéjar. 16 Livinus Panagathus a Juan Dantisco (Worms, 6 - m a y - 1 5 4 5 ) . J. AXER y A . FONTÂN (eds.), Espanoles y polacos en la Corte de Carlos V. Carias del Embajador Juan Dantisco, Madrid, 1 9 9 4 , p. 2 6 9 - 2 7 0 .

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y la rédaction de una Geografla del Mundo y de Espana, germen de su futura fslario General. Se conserva uno de estos mapas de Santa Cruz. Se trata de un mapamundi, y se conserva en la National Library of Sweden 17 . Casi al mismo tiempo, en 1540, Pedro Apianus dedicô a Carlos V y a su hermano Fernando el Astronomicum Caesareum. Esta obra contiene la description de multitud de instrumentos, entre ellos el de su famoso astrolabio. Como es sabido, no solo es un libro extremadamente bello, con grabados xilogrâficos y figuras môviles coloreadas a mano, sino que también funciona como un instrumenta de précision, capaz de establecer las posiciones del Sol, la Luna y los planetas dentro del grado de los valores ptolomeicos. No fue el unico de sus libros que Apiano ofreciô al emperador: en el castillo de Simancas éste depositô en 1542 otros volumenes. Quizâs por su complejidad, Carlos V prefiriô que aquellos libros e instrumentos de astronomia quedaran en Simancas, como un extraordinario simbolo de su aficiôn por estas materias cienti'ficas, pero résulta signifïcativo que al mismo tiempo no quisiera desprenderse de su ejemplar del Astronomicum. Al contrario, lo mantuvo en su câmara hasta el final de su vida en Yuste, donde se cita un magm'fico ejemplar de la obra de Apiano, cubierto de terciopelo negro y con cinco chapas de plata doradas en las tapas. Este volumen estaba acompanado en el monasterio extremeno de un manuscrito en castellano ("Otro libro de mano que hizo santacruz sobre el astronomico çesareo cubierto de cuero leonado"). Esta era, sin duda, la primera traduction que el astrônomo real Alonso de Santa Cruz hizo sobre el texto de Apiano, con el propôsito de ayudar a su senor en su nianejo. Carlos V le habia encargado esta traduction de regreso a Espana en 1541 18 . Junto con estas obras astronômicas, en Simancas Carlos V depositô un rico conjunto de libros, sobre cuyos contenidos ya hemos tratado en otras ocasiones 19 , de manera que solo vamos a destacar algunos de los que el monarca se desprendiô por una unica razôn: no eran libros simbôlicos, sino volumenes que habîan tenido para

Sobre este mapamundi, vid. E . W . DAHLGREN, Map of the World by Alonso de Santa Cruz, 1542, Estoeolmo, 1 8 9 2 ; L . MARTIN-MERAS, La Cartograjîa Marltima Hispana. La imagen de América, Madrid, 1993, p. 101. Ha sido reproducido en el catâlogo de la exposiciôn Carlos V. la Naùtica y la Navegaciôn. 28 septembre -17 diciembre 2000. Museo de Pontevedra "Edificio Sarmiento", Barcelona, 2 0 0 0 , p. 2 4 2 (n° 2 7 ) . 18 M. ESTEBAN PINEIRO, I. VICENTE MAROTO y F. GÔMEZ CRESPO, La recuperaciôn del gran tratado cientifico de Alonso de Santa Cruz: El Astronomico Real, en Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, XLIV (1992), p. 7. Original en Alonso DE SANTA CRUZ, Astronomico Real. Salamanca, Biblioteca Universitaria, ms. 2622, f. lr-3r. 19 J. L . GONZALO SANCHEZ-MOLERO, La biblioteca postrimera de Carlos V en Espana: las lecturas del Emperador, en Hispania. Revista Espafiola de Historia, 206 (2000), p. 911-944; Regia Bibliotheca. El libro en la corte espafiola de Carlos V, Mérida, 2005, vol. I, p. 311-337; ID., El caballero, la muerte y el libro. Las lecturas del emperador en Yuste, en Carlos V en Yuste. Muerte y gloria eterna, catâlogo de exposiciôn, Madrid, 2008, p. 145-178; ID., El César y los libros. Un viaje a través de las lecturas del emperador desde Gante a Yuste, Cuacos de Yuste, 2008, p. 303-364. 17

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el monarca un significado intimo y personal. Es especialmente significativo uno. Se trata de un ejemplar del Arbre des batailles, de Honoré de Bovet (Paris, 1527) 20 . Esta obra contenia una serie de historias de hechos de armas extraidos de los autores clâsicos en materia militar. Encuadernado en cuero con hierros dorados, los folios todavia conservan las marcas de desgaste propios de una lectura prolongada. No résulta diflcil imaginar al César releyendo una y otra vez este librito, ya en sus viajes, ya en palacio, o como lectura en campana, frente a escenas bélicas como la que ilustra una xilografia al principio del mismo. Esto le otorgaba un escaso valor crematistico, pero le conferia una gran consideraciôn simbôlica, depositândose en Simancas en 1542. Ahora bien, Carlos V no quiso desprenderse totalmente de su compania, pues en el inventario posterior de sus bienes, en 1545, encontramos de nuevo esta referencia: "Item, bng autre liure, jmprime en papier, jntitule: «Larbre des batailles», couuert de cuyr bleu". La unica explication plausible es que el César mandara adquirir otro ejemplar impreso, mientras en antiguo "companero de viaje" quedaba en la fortaleza castellana. Tras depositar en Simancas parte de sus libros, el inventario posterior de 1545, publicado recientemente por Checa Cremades, aporta una vision de la nueva biblioteca portâtil impérial. Una primera evidencia es que desde 1543 el César tuvo un escaso numéro de libros. Aunque el capitulo de Hures del citado inventario de 1545 destaca la presencia de dos libros de Horas, una de las cuales habia pertenecido a Carlos el Temerario 21 , lo que verdaderamente prédomina es la presencia de libros impresos, cuyos contenidos giraban en torno a la exaltaciôn de la imagen impérial. Hay obras de Vesalio (su De humani corporis fabrica), Federico Nausea, Pierre Craber, Eurialo d'Ascoli, Jean Maillart, pero también piezas de carâcter historiogrâfico, como "Item, vng petit liure couuert de velours verd auec les lyens de rruban berd, escript a la main en papier, commenchant: «Paulus F be parthenopeus», traictant d'aucunes cronicques de sa mages te"; o "Item, bng autre petit plat liure couuert de velours noir contenant seullement quatre feidletz de pappier escript a la main en vielle lettre, jntitule: «les dessolures du rroyaulme de France et de l'empire»". Este conjunto de libros creemos que debe ponerse en relaciôn con la redacciôn de una Vita carolina, concebida hacia 1543 como un elemento clave en la propaganda politica de Carlos V. De igual manera que Maximiliano I encomendô a Mennel y a otros eruditos la recopilaciôn de materiales historiogrâficos con los que glosar el Theuerdank y el IVeisskuning, el nuevo emperador confié esta tarea historiogrâfica en Luis de Âvila y en los cronistas Sepulveda, Busto, Santa Cruz y Mexia. En combinaciôn con estas iniciativas, en 1550 Carlos V decidiô dictar a su ayuda de câmara, el humanista Guillaume van Maie, sus Memorias, mientras navegaba por el Rhin

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Honoré DE BOVET, L'Arbre des batailles etfleur de cheualerie selon Vegece. auecquesplusieurs hystoires eftj vtilles remo[n]stra[n]ces du fait de guerre par luy ex traictes d[e] Frontin, Valere e[t] de plusieurs aultres aucteurs, co[m]me ponrrez veoir cy après. Paris, Philippe le Noir, 1 5 2 7 , 8° Escorial, RBME, 1 0 0 - I V - 2 4 . CHECA, Los inventarios de Carlos V, op. cit., I, p. 2 1 5 .

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rumbo a Augsburgo, unos apuntes que no pasaban de constituir un boceto, sobre el que posteriormente van Maie, y otros personajes cercanos al César, construirîan un "edificio" que sirviera de justo monumento literario a la vida y obra de éste. El fracaso de esta Vita vino de la mano de los propios acontecimientos de la época. En 1552 Mauricio de Sajonia traicionaba al emperador, quien se vio obligado a huir de Innsbruck. Un ano después, la incapacidad de Carlos V para recuperar la ciudad de Metz, confirmé la derrota de sus proyectos polfticos en Alemania. La gran biografTa de exaltation de su gobierno ya no ténia sentido, y ademâs la mayor parte de los libros que habian conformado su biblioteca portâtil desde 1542 se habian perdido en la huida de Innsbruck. Esta es una hipôtesis que planteamos en Regia Bibliotheca, y que la publication del inventario fechado en Bruselas a 3 de diciembre de 1545, confirma. Una nota al margen, incompleta, nos proporciona esta preciosa information acerca de la posterior pérdida del Misai de Carlos V en 1552: "...Le dict de Voiliers at... ffirme ce liure auoir ... au clercq de la ....appelle dudit feu seigneur... empereur qu'y l'uy a dit... auoir perdu a la fuyte ou retraite d'Ysbrourg. Ergo transeat"22. Mauricio de Sajonia se apoderô de buena parte de la câmara impérial, abandonada en la ciudad, y solo unos anos mâs tarde se avino a entregar gran parte de lo saqueado al rey Fernando. Y aunque en 1554 llegô a Bruselas un carruaje "en que ha venido la rrecamara de Insprug" 23 , una parte de los libros quedô en poder de Fernando de Austria. Esta es la razôn de que en la Ùsterreichisch Nationalbibliothek, de Viena se conserven ejemplares que pertenecieron al monarca, como su Breviario infantil (1516), o que obras a él dedicadas, llegaran hasta Austria por esta via. En este contexto, Carlos V se vio obligado a crear una nueva biblioteca Personal. Retirado en Bruselas, ténia acceso a la magnifica biblioteca reunida alli por Margarita de Austria y a sus apreciados côdices juveniles. Mas su lectura ya no le resultaba de interés. Entre 1553 y 1556 su propôsito fue el de seleccionar los libros para preparar el "ûltimo" de sus viajes, el que le conduciria hasta Yuste para enfrentarse con la Muerte, con "Atropos". Llama la atenciôn la escasa cantidad (e incluso calidad) de los libros que Carlos V tuvo en su retira extremeno. Pero si en el monasterio jerônimo tuvo pocos libros fue unicamente porque él asi lo decidiô. Sus lecturas estuvieron enfocadas en Yuste hacia un objetivo principal: la méditation espiritual, y con este propôsito fue seleccionada la mayor parte de los ejemplares que se inventariaron en 1558 a su muerte. Es en estos libros donde se refiejan de manera mâs nitida las preocupaciones intimas del monarca durante los anos finales de su vida, dedicados a la préparation para la muerte, la liturgia diaria y el cultivo de très de sus mâs acendradas aficiones de gabinete: la astronomia, los relojes y la botânica. No sorprende, por tanto, que la lista de los libros que

22 Ibidem, I, p. 168. 23 Simancas, AGS, Direcciôn General del Tesoro, Inv. 24, leg. 561, 1" parte, s/f. Libranza a 19-mar-1554.

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ténia el emperador en el monasterio se iniciara con dos ejemplares del Caballero determinado de Olivier de la Marché, uno en francés, y el otro en castellano, o que la lista se complété con très Boecios, su De consolatione, uno manuscrito en francés y los otros dos impresos en italiano y castellano, que se conservan en la Laurentina; asi como dos "libros en francés de molde la meditaçion", de Robert Ciboule, las doctrinas cristianas del doctor Constantino Ponce de la Fuente y de Pedro de Soto, y, por ultimo, las meditaciones de fray Luis de Granada y las apôcrifas de san Agustin. Estos tratados nos ilustran sobre la preparaciôn para la muerte que escogiô para si, lo que se denominaba en los ars moriendi de la época, la "méditation de las postrimerias". Pero, como es bien sabido, el retira de Carlos V a Yuste no fue tan funebre, sino que al contrario, gustaba de distraerse en multiples actividades lûdicas, gastronômicas e intelectuales. Aqui nos interesan estas ultimas. La aficiôn del César por la relojeria se trasladaba a los instrumentes astronômicos, cuadrantes, astrolabios, y cartas de marear que poblaban su câmara con insolencia, recordando a su dueno sus multiples viajes. La colecciôn impérial de estos objetos debia ser importante a su regreso a Espana. La aficiôn del César por las matemâticas se extendia a lafilosofïa natural, en particular por la botânica, y se refleja en los très libros que ténia, pintados en ellos, "diferentes arboles e yeruas, hombres e otras cosas de las yndias". No vamos a detenernos en la explication pormemorizada de los contenidos y de las vicisitudes de estos libros, pero si queremos destacar un aspecto de algunos de ellos, en especial por su formate como libros portables. Y es que en otro cofre se cita la presencia de: "Dos breuiarios, el vno de san geronimo y el otro del rromano nu 0 y vn ofiçiolo de la semana sançta cubierto de cuero azul dorado, dentro los dichos libros de vn saco de sayeta negra. Vn misai pequeno antiguo con cubiertas de cuero y maneçilla de oro, con su saco de sayeta Vnas oras de pergamino de mano, luminadas lasfiguras, cubiertas de cuero, con las manillas de oro. Vn librito de las meditaçiones de san augustin cubierto de cuero, con las manyllas de plata. Dos libritos pequenos son salterios con las maneçillas de plata, el vno y el otro de hierro. Otro librito yntitulado precaçiones bibliçe santorum ynpreso en leon ano de XLV con cubiertas de cuero y sus manillas. Otro librito de memorias con sus manillas y pluma de escreuir de oro". Guardados en otra estancia de Yuste, los libros anteriores parece que desempenaron una lectura mâs cotidiana por parte del César, mientras que este segundo conjunto de libros, por sus pequenos formates, bien pueden considerarse como libros concebidos para su uso y lectura durante los viajes del monarca. A este respecto, debemos citar la existencia del llamado Credo de Carlos V, un precioso

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libro joya a modo de colgante que se conserva en el Museo de Artes Decorativas (Madrid), y que no mide mâs de 40 milimetros de alto. Tras su adquisiciôn en una subasta de Sotheby's por el Estado, fue identificado con el "librillo de oro, con très quadrantes, dos de oro y uno de plata", que se citaba entre los libros que Carlos V tuvo Yuste, pero no creemos que se trate de la misma pieza. Su description parece senalar no a un libro de devociones, como lo es el Credo, sino a un estuche en forma de libro, dorado, y que contenian très cuadrantes, dos de oro y uno de plata, instrumentes matemâticos. Parece évidente que este librillo de memoria iba acompanado de una larga serie de compases, cuadrantes y silbatos, inventariados a continuation en Yuste, lo que atestigua su uso cartogrâfico, y no devocional. Los estudios de Arbeteta Mira advierten que el estilo de la orfebreria empleada, de tipo zaragozano, debe datarse entre fines del siglo XVI y el siglo XVII 24 . Maria de Hungrîa: los libros de sus viajes a Hungrîa y a Espana En la hermana de Carlos V el concepto de libro de viaje tuvo otras aplicaciones. Recordemos que desde que enviudô en 1526, tras la muerte de su marido en la batalla de Mohaczs, residiô casi de manera permanente en los Paises Bajos, estados de los que fue nombrada gobernadora desde 1532 hasta 1556. Su unico gran viaje, y el postrero, fue el que la llevô a Espana para acompanar a sus hermanos Carlos y Leonor en su retiro. Este "sedentarismo" se percibe en la évolution de su bibliofilia, en la que pueden distinguirse varias etapas. En la primera, Maria, educada por su tia Margarita, se mostrô como una digna heredera de la rica bibliofilia que ésta habia desarrollado. A la muerte de la archiduquesa, Maria recibiô en usufructo su magnifica biblioteca, lo que acentuô la continuidad entre las colecciones de ambas princesas. En una segunda etapa, entre 1531 y 1554, la hermana de Carlos V, como gobernadora de los Paises Bajos, se convirtiô en la protectora de un vigoroso humanismo âulico, lo que la relacionarâ de manera muy temprana con las ideas de Erasmo, pero que incidirâ también en el desarrollo de unas tendencias personales de lectura muy marcadas (poesia, historia natural y teologia). No olvidarâ, sin embargo, Maria, continuar con la linea de adquisiciones que su tia habia iniciado décadas atrâs, para engrandecer los fondos de la Biblioteca de Borgona, acudiendo con presteza a almonedas de nobles flamencos para comprar côdices e impresos antiguos. En estas dos etapas, sus lecturas giraron en torno a la citada gran biblioteca ducal establecida en el palacio de Bruselas. Maria, en este sentido, fue

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L . ARBETETA MIRA, Fuentes decorativas de la platerta y joyeria espanolas en la época de Carlos V, en El arte de la plata y de las joyas en la Espana de Carlos V, Madrid, 2000, p. 21-39, y suficha en el catàlogo referente al Credo de Carlos V, p. 267 (n° 124).

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la continuadora del enriquecimiento de esta rica biblioteca, obviamente de carâcter estable 25 . Es sôlo a partir de 1555, cuando se inicia unatercera etapaen la bibliofilia de la reina viuda y ya podemos hablar de libros de viaje. Ahora bien, Su concepto rebasa completamente la idea de una libreria portâtil. Mientras Carlos V, mâs habituado al uso de estas pequenas colecciones de libros, llevô a Yuste los volumenes ya citados, Maria de Hungria, acostumbrada a otro tipo de prâcticas lectoras, ligadas al disfrute de una biblioteca estable, ordenô comprar una importante colecciôn de impresos franceses. Los apreciados libros y côdices borgonones heredados de Margarita de Austria quedaron en los Paises Bajos, como un bien dinâstico que no debia salir del pais, y para sustituirlos Maria decidiô viajar a su retiro en Espana con una nueva biblioteca que entretuviera sus horas de ocio y lectura. Denominar a este conjunto de mâs de trescientos volumenes como "biblioteca portâtil o de viaje" résulta, a todas luces, una acciôn excesiva. El propôsito de la soberana era reproducir en Castilla la misma idea de biblioteca estable que habia disfrutado en los Paises Bajos. Si se convirtieron en unos libros viajeros fue unicamente porque en Castilla no se dispuso para la reina y su hermana Leonor una residencia definitiva (estuvieron en Valladolid, Guadalajara, Badajoz, Yuste y Cigales). Tal fue el "trasiego" de ambas soberanas por los caminos castellanos que, a la muerte de Maria en Cigales (1558), sus libros habia sido empaquetados, ya fuera para viajar hasta Almonacid de Zorita, ya fuera para retornar a Bruselas, desde donde Felipe II presionaba a su tia para que retomara el gobierno de los estados neerlandeses. En este contexto, son pocos los libros de Maria de Hungria que especificamente podemos considerar como "de viaje". El primero, sin embargo, es uno de los mâs bellos, y fue compuesto para el viaje nupcial de Maria al reino de Hungria. Se trata del denominado como de Libro de Horas deI Colegio del Patriarca, uno de los tesoros del Museo del Patriarca, en Valencia, pero que bien podria llamarse Horas de Maria de Hungria. Como ya defendimos en Regia Bibliotheca, este côdice iluminado en un taller flamenco de la escuela Gante-Brujas hacia los anos 15051510, fue realizado a instancias de Margarita de Austria para su sobrina. La hipôtesis viene determinada tanto porque aparece en el frontispicio una fecha (1505), que puede reproducir alguna anotaciôn anterior hoy desaparecida, o referirse mâs

25 Sobre la biblioteca de Maria de Hungria, vid. C. LEMAIRE. De librije van Maria van Hongarije, en B . VAN DEN BOOGERT y J. KERKHOFF, Maria van Hongarije tussen keizers en kunslenaars van Hongarije 1505-1558, Zwolle, 1993, p. 179-188 ; ID. La bibliothèque des imprimés de la reine Marie de Hongrie régente des Pays-Bas, 1505-1558, en Bibliothèque d'Humanisme et Renaissance. Travaux et Documents, 58 (1996), p. 119-139; J. L . GONZALO SÀNCHEZ-MOLERO, Regia Bibliotheca, op. cit., I, p. 339-446; ID., La biblioteca de Maria de Hungria y la bibliofilia de Felipe II, en B . FEDERINOV y G . DOCQUIER (eds.), Marie de Hongrie. Politique et culture sous la Renaissance aux Pays-Bas, Mariemont, 2009, p. 156-173.

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apropiadamente al ano de nacimiento de Maria, como por la iluminaciôn de una escena en la que aparecen juntos san Luis de Toulouse y san Luis, rey de Francia (fol. 147 v.). Esta ultima miniatura vuelve a relacionarnos el côdice con Maria de Hungria. Si mantenemos la hipôtesis de que fue su tia y tutora, Margarita de Austria, quien encargô la iluminaciôn de estas Horas, es factible pensar que su obsequio estuviera relacionado con su triste despedida en 1514, cuando Maria se vio obligada a abandonar Malinas camino de Austria, reclamada por su abuelo Maximiliano para contraer matrimonio. Debemos recordar que el esposo que la esperaba era Luis II Jagellon, rey de Bohemia y Hungria. La miniatura con los dos "sanluises", por tanto, estaria relacionada con sus cercanas nupcias. Las bodas fueron celebradasen Innsbruckel 19 de diciembre de 1520, yen 1523 Maria partiô hacia Praga y Buda para reunirse con su joven marido, ya coronado como Luis II, rey de Hungria y Bohemia. El matrimonio fue breve, pues en 1526 el rey moria en la batalla de Mohazcs, derrotado por los turcos, junto con 25.000 de sus hombres y casi toda su nobleza. El reino fue invadido y Maria tuvo que huir hacia Alemania primera, residendo en Presbourg y en Innsbruck, y en 1531 marché a Flandes. Terminé asi el primer periplo de la soberana, instalândose en el palacio de Coudenberghe de Bruselas, donde estableciô e instalô su pequena biblioteca. A ésta se unié la magnifica colecciôn libraria, atesorada por su tia Margarita de Austria, de quien Maria la recibiô en usufructo el 19 de marzo del mismo ano, de manos de Pierre de Courteville, guardajoyas de Carlos V, junto con los "bagues, joyaulx, vasselles et autre meubles" de la difunta archiduquesa 26 . Hoy podemos ver estos libros como joyas artisticas de la miniatura, pero también lo son de la literatura en lengua francesa. Y la razôn de que Carlos V cediera su usufructo a Maria no fue otra que la idea de que formaban parte de un espacio lector femenino. Las damas de la nobleza palatina gustaban de reunirse en sus largos ratos de ocio, en los palacios de Malinas y de Bruselas, para leer de manera colectiva aquellas historias amorosas, caballerescas, poéticas, mitolôgicas e histôricas que formaban parte de la biblioteca de su senora. Carlos V lo sabia, y, en consecuencia no vio en aquellos côdices un legado patrimonial, sino un conjunto de lecturas femeninas, que cediô a su hermana. El tipo de lecturas que Maria de Hungria seleccionô entre 1555 y 1556 para el segundo de sus viajes y su estancia en Espana fue algo distinto. Cuando a finales de 1555 Carlos V abdicô los estados neerlandeses en Felipe II, Maria de Hungria renunciô también al gobierno de los mismos y expresô su deseo de acompanar a su hermano hasta Espana, donde también ténia intenciôn de retirarse. Casi al mismo tiempo la reina tomô una décision sorprendente: ordenô adquirir una selecta biblioteca de impresos franceses, con los que suplir los côdices que quedaba en Flandes y entretener su retira castellano. Es muy probable que dudara de que

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A . GARCIA SANZ y K . FRIEDRICH RUDOLF, Mujeres coleccionistas del siglo XVI, en La mujer en el arte espanol, Madrid. 1997, p. 147.

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fuera posible adquirir libros en su lengua materna en Espana, y no se equivocaba. Como ya hemos dicho, antes de partir la soberana habia depositado en el castillo de Turnhout la rica biblioteca que habia reunido Margarita de Austria. Ella y sus damas, continuando con los modelos tradicionales de lectura colectiva femenina, habian utilizado con asiduidad estos volumenes. En consecuencia, la reina no habia necesitado comprar nuevos libros de literatura, poesi'a o de amor cortés, pues ya ténia en sus manos una de las mejores y mâs ricas colecciones existentes. Pero al abandonarlos en Turnhout, Maria se vio obligada suplir la pérdida de la lectura de aquellos côdices medievales. El retira de "Madama" Maria en Castilla se presentaba largo, y para entretener su ocio y el de sus damas la lectura se constituyô como la principal opciôn. Si las prâcticas de lectura colectiva habian formado parte su vida cotidiana en las décadas anteriores, ahora, con la perspectiva de un retira ocioso, estos entretenimientos adquirfan todavfa mayor importancia. Esta biblioteca, compuesta por unos doscientos titulos e integrada casi en exclusividad por obras impresas en lengua francesa, fue adquirida principalmente en el mercado parisino y encuadernada en la misma ciudad, en un estilo sobrio, de acuerdo con la rapidez con que ambas operaciones, compra y encuadernaciôn de los ejemplares, fueron realizadas. Las obras adquiridas eran en su mayor parte novedades éditoriales, ya que casi todas fueron impresas entre 1550 y 1556. Un numéro importante de estos libros comparten un mismo pie de imprenta: "On les vend à Paris au Palais, en la gallerie par ou on va à la Chancellerie, par Iehan Longis", circunstancia que nos hace suponer que esta librerfa fue una de las visitadas por los criados de la reina (quizâs su médico Daniel van Vlierden) en la capital francesa. Otra remesa fue adquirida en Bruselas poco antes de que Carlos V y sus hermanas zarparan hacia Espana, pues en agosto de 1556 la reina compro algunos libros al librero e impresor bruselense Nicolas de Torçi 27 . Los contenidos de esta biblioteca eran muy amplios. En ella figuraban obras de teologia, espiritualidad, historia, filosofia moral, filosofïa natural, poesia y musica. El concepto de lectura palaciega que ofrecen es muy diferente al que Carlos V escogiô para su retiro en Yuste, menos ascético y mâs mundano, y a su ubicaciôn Maria de Hungria presto especial atenciôn. Una vez desembalados de sus arcas, el ordenamiento de la biblioteca fue prioritario para la reina. Ni ella ni su hermana buscaron un convento donde alojarse, sino palacios donde poder désarroi lar una vida cortesana, como dos notables viudas al estilo de Flandes. Casi de inmediato, tras llegar a Espana, Maria empezô a comprar nuevos objetos, y no ha de sorprender que muchas de estas nuevas compras estuvieran relacionadas con su studiolo, como monedas y estatuas antiguas. En todo caso, los libros, las medallas y las esculturas, elementos propios de cualquier

27 "A Nicolas de Torçi librero doze libras e catorze sueldos que ouo de auer por çiertos libros que del conpro su mag., por su çedula fecha a xxix de agosto del dicho afio". Simancas, AGS, CMC, 1" época, leg. 1017, f. 52.

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studiolo renacentista que se preciara de tal nombre, eran materia muerta si no se acompanaban de una actividad lectora. Una carta del noble espanol Juan Hurtado de Mendoza nos demuestra que la biblioteca de la reina constituia un espacio social, con cierto uso colectivo, pues una de las pocas amenidades que hallaba el noble en Cigales era acercarse a los libros de la reina, si bien, para su desgracia, los leia mal y entendia peor. Sin duda Hurtado se refiere a los libros en francés, que previsoramente se habian comprado antes de viajar la reina a Castilla.: "... la [vida] de por aqui es muy trabajosa y ordinaria, la mas el campo y vn rato de palacio y por buen respecto algun libro mal leydo y entendido peor, y con esto y sin ello paso bien ruynmente de que doy gracias a nuestro senor, el quai guarde y acresciente la muy illustre y rma. persona de v. s, con la dignidad y estado que deseo"28. Muy distinta fue la sensation que de esta biblioteca tuvo otro espanol, Juan Arce de Otâlora, oidor de la Chancilleria de Valladolid29, quien no solo alcanzô un permiso de la reina para consultar su biblioteca, sino que también logrô el préstamo de algunos ejemplares. Cuando en 1562 el tesorero Rogier Pathie fue consultado acerca de la desapariciôn de un pequeno grupo de libros, respondiô que sospechaba que (al menos de algunos) se los podfa haber quedado el licenciado Arzeo: "Vn libro de espejo de consolaçion, otro de motes glosados en françes, otro viatorio de los caminos de françia, sey s pliegos de musica de capilla, otro yntitulado historia de serbatoris, çinco cuadernos de musica, dos libros de architectura, otro del discurso del naçimiento de christo que assimismo se perdieron, o que podria ser que el senor licenciado arzeo se quedase con algunos dellos" 30 . Entre las lectoras de los mismos ejemplares de la biblioteca "de viaje" de la soberana debemos incluir también a la brillante eruditay humanista castellana Luisa Sigea de Velasco (1522-1560), quien tras servir como dama en las cortes portuguesas de la reina Catalina de Austria y de la infanta Maria de Aviz, fue admitida en 1556 al servicio de Maria de Hungria. Durante estos anos Luisa Sigea desempenô un importante papel en la vida cultural de la corte castellana, tratando de ejercer una cierta influencia en la princesa Juana y en la reina Maria, asi como en la éducation del principe don Carlos. En sus conversaciones con Madama debiô salir muy a menudo la cuestion de la vida retirada. La propia Luisa Sigea habia compuesto hacia 1552, un CoUoquium de vita aulica etprivata, sobre el famoso debate entre la vida cortesana y la aldeana. No fue, sin embargo, un tipo de vida campestre la primera option que la Reina barajô para su estancia en Espana. Como ya hemos senalado, ni ella ni su hermana buscaron al llegar un convento donde alojarse, sino palacios donde poder desarrollar una

28 Juan de Mendoza a Antonio Perrenot de Granvela, obispo de Arras (Cigales, 4-may-1558). Madrid, Biblioteca de Palacio, ms. 11-2290, f. 21r. 29 C. DOMINGUEZ RODRIGUEZ, Los oidores de las salas de lo civil de la Chancilleria de Valladolid, Valladolid, 1997. 30 Simancas, AGS, CMC, l a época, leg. 1017, f. 248. La misma lista en Simancas, AGS, CMC, l a época, leg. 1017, s/f.

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vida cortesana, como dos notables viudas al estilo de Flandes. En este contexto, libros, tapices, esculturas y medallas proporcionaron unas formas de ocio cultural apropiadas. Es probable que, debido a la edad de Maria, fueran sus damas quienes le leyeran los libros en francés adquiridos recientemente, una costumbre que, por otra parte, estaba muy extendida en las prâcticas cortesanas de la lectura. Mas, ^eran estos libros de viaje? La respuesta ha de ser negativa. Simplemente, esta biblioteca fue transportada hasta Espana para que la reina pudiera reconstruirse allf los espacio de vida palatina que habia disfrutado en los Paises Bajos. Son libros que, sin duda, viajaron, pero no fueron leidos durante el periplo. Felipe II: el mundo lector de un principe viajero En el caso de las lecturas del futuro Felipe II, los libros de viaje adquieren otra dimension y uso. A diferencia de sus parientes, no podia existir confusion entre los conceptos de biblioteca personal, estable, y portâtil. Sus libros escolares y los volûmenes de su juvenil "Libreria rica" constituyeron casi desde el inicio una biblioteca de carâcter permanente. Y su espectacular incremento entre 1545 y 1547 obligô incluso a habilitar un torreôn en el Alcâzar real de Madrid para su depôsito. De igual manera, Felipe II no ejerciô una forma itinérante de gobierno, como hiciera su progenitor, y, en consecuencia, no creyô necesario "disenar" librerias portâtiles, limitândose a llevar consigo unos pocos libros. Aun asi, son estos los que aqui nos interesan. Y por ultimo, a diferencia de su ti'a Maria de Hungria, Felipe II no llevô consigo una biblioteca compléta para entretener su ocio en Milân, Londres o en Bruselas. Lo que si comparte con ésta ûltima, su tia, es el perfil de monarca bibliôfilo. Desde muy joven sus maestros, especialmente el humanista Juan Cristôbal Calvete de Estrella, le inculcô un profundo amor por los libros. Fue éste quien seleccionô y adquiriô para su principesco pupilo los mâs de mil doscientos titulos de su "Libreria rica" entre 1541 y 1547, la biblioteca mâs importante jamâs reunida por un miembro de la Casa de Austria hasta entonces. Como podemos comprobar, Felipe II fue un rey bibliôfilo, y la principal manera con la que se relacionô con los libros fue a través de la creaciôn de bibliotecas estables. Ademâs, su propio sedentarismo le "impedia" concebir librerias portâtiles como hiciera su padre, el emperador. Ambos factores se conjugan como dificultades objetivas para conocer cuâles fueron sus lecturas o libros de viaje, ya que éstos semejan ser resbaladizos a la hora de localizarlos dentro de una biblioteca estable. Sin embargo, espigando en los inventarios de bienes del monarca y analizando materialmente los libros de su propiedad que han llegado hasta nosotros, es posible distinguir très tipos de libros que no podian faltar en su equipaje siendo principe: liturgicos, lecturas de ocio de temâtica caballerescay libros-simbolo. Con respecto a los primeros, los datos son muy escasos. A pesar de la gran cantidad y calidad de la documentation existente sobre la vida del Rey Prudente, desconocemos cuâles eran los libros liturgicos que portaba consigo. Recordemos a este respecto que el magnifico Breviario iluminado que lleva su nombre fue concebido para ser utilizado en las ceremonias sacras de El Escorial. Siendo nino,

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sin embargo, no pudo sustraerse a la influencia de la gran aficiôn femenina por los libros portâtiles. De ellos hemos hecho menciôn al principio. Los primeros libros que poseyô fueron très côdices liturgicos de este formata, entregados en 1535 por la Emperatriz a su hijo, y descritos de este modo en el inventario de su câmara: "Mas vn librillo pequeno de oro, todas las tablas hecho en triangulo, de la vna parte de fuera vna medalla de vn rrostro de hombre y en la otra tabla vn rrostro de muger, esmaltadas las dichas tablas de azul y rrosicler y verde y blanco el çerco de las medallas, y el arriaz esmaltado de negro, tiene vna maneçica y faltale otra, es de pergamino escrito de mano los quatro euangelios y otras deuociones, que pesaron pergamino y todo [en blanco]. Mas otro librico muy pequeno escrito de mano en pergamino que comiença con el euangelio de sant juan, cubiertas las tablas de terçiopelo negro, que tiene una maneçica de oro esmaltada de negro y dos asideros por donde se cuelga con vna çinta. Mas vnas oras pequenas de nuestra senora escriptas en pergamino, con tablas cubiertas con cuero negro y los cantones y maneçillas de oro con vnas peçeçicas en medio todo de oro. Las maneçicas hechas de vnas colunas esmaltadas de blanco"31. Su pequeno tamano nos desvela que estos libritos eran concebidos como verdaderos amuletos, que el principe podia llevar colgados de su cinto. Un ejemplo de este tipo de libritos que ha llegado hasta nosotros es el del ya citado Credo de Carlos V. Puede afirmarse que la emperatriz fue especialmente aficionada hacia estos libritos-joyas, o dijes, de los que encontramos una abundante colecciôn en su câmara cuando falleciô. Sus lujosas encuadernaciones e oro, esmaltes y piedras preciosas van siempre acompanadas del término "libro pequeno", "librico", o de especificaciones como "asas" o "argollicas", que indican que se trataba de preciosos libros dijes para llevar colgados de la cintura 32 . Estas curiosas "encuadernaciones de cintura" surgieron en la edad Media, pero el Renacimiento las potenciarâ, al igual que otras manifestaciones artisticas relacionadas, como fueron los libros de memoria, o retablicos, cajas, relojes y tinteros labrados en forma de libros. La emperatriz poseia algunas de estas piezas, como "vna caxa de tintero fecha a manera de libro con dos manezilas de plata", que aparece en el inventario de 1530, y "vn libro de memoria con las tablas de plata y vna manezica con vn punçon con que se çierra", o "vna caxa como libro con dos manezicas de plata". Son signos de una cultura que asociaba cada vez mâs la lectura con el lujo. Su carâcter portatil no implicaba necesariamente que fueran utilizados durante los viajes, podian colgarse en los cabeceros de las camas y al cuello de los ninos, funcionando como amuletos en palacio, pero también tenian la misma utilidad si la corte se desplazaba. De todos estos librillos de carâcter devoto o liturgico solo parece haber llegado uno hasta nosotros. Se trata del denominado como Beatty Rosarium o Rosarium de

31 Simancas, AGS, CSR, leg. 36, Fol. 7°, f. 3r. GONZALO, Regia Bibliotheca, op. cit., 1, p. 2 1 9 - 2 2 1 .

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Felipe II. Su tamano es de sôlo 124 x 84 mm., y aunque la iluminacion se atribuye a Simon Benning, la letra es obra de un cali'grafo espanol. Comienza con las oraciones que celebran la santidad de Maria, y siguen la vida de la Virgen y la vida y la Pasiôn de Cristo, con repeticiones de ciertas oraciones al estilo del Rosario. La encuadernaciôn actual no es la original, pero en el Inventario de la Emperatriz (5-may-1539) se describe como "Vn librito de oro pequeno esmaltado de negro que del vn cabo tiene a nuestra senora del rrosario e del otro a la madalena con sus aldabillas". (AGS. CSR. Leg. 67. Fol. 3°, fol. 64r). Esta description de la cubierta recuerda a las tipicas encuadernaciones flamencas de plaça. Probablemente los cuadernillos fueron caligrafiados en Espana, enviados aFlandes para su iluminacion y encuadernados alli antes de ser devueltos (ya como libro) a la emperatriz Isabel, quien dispuso que fuera entregado a su hijo. Este lo conservé hasta el final de su vida. Mâs tarde fue regalado al diplomâtico y politico danés Corfits Ulfeldt (16101664) por el rey Felipe IV 3 3 . Las lecturas de entretenimiento del principe no fueron menos tradicionales, ya que estuvieron constituidas en gran manera por crônicas y libros de caballerias. El carâcter ludico de estas lecturas explica la escasa huella documentai que han dejado. A pesar de los testimonios arriba citados, son pocos los libros de caballerias (impresos) que aparecen citados en los inventarios de la familia impérial. La razôn es que eran adquiridos, o alquilados, por los mozos de câmara, y muchas veces el gasto, al tratarse de cosas que "cumplian a la voluntad" de sus senores, no era necesario justificarlo. En el caso de Felipe II a esto se une la circunstancia de que sus preceptores desaconsejaban la lectura de novelas caballerescas. No ha de sorprender, por tanto, que no fuera Calvete de Estrella quien las adquiriera, sino (como veremos) Gil Sânchez de Bazân, guardajoyas del principe. Esto resalta su uso como pieza de ocio, y no como libros con una funciôn escolar. La primera de las obras de este tipo que hallamos en las manos del joven principe es un ejemplar de la Crônica del sancto rey don Fernando, impreso en Sevilla por Jacobo Cromberger en 1526. Y no es una frase hecha la expresiôn "en las manos", pues el volumen se encuentra profusamente anotado y dibujado por Felipe 34 . Es ademâs, el unico de sus libros en que aparece el exlibris : EST. : PRINCJPIS:', marca de propiedad que convive al final del mismo volumen con el signo de la almohadilla, marca de su lectura en la escuela palatina. Probablemente este ex libris fue necesario por una razôn: se trataba de un libro que el principe gustaba de llevar consigo y, en consecuencia, era necesaria su distinciôn, para que le fuera devuelto en caso de pérdida. ^Lo llevaba en sus viajes por Castilla? Desconocemos

33 Rosarium. Dublin, Chester Beatty Library, ms. Western 99. Vid. J. A. TESTA, The Beatty Rosarium Reconstructed. A Manuscript with Excised Miniatures by Simon Bening, en Oud Hotland, 98 (1984), p. 189-236. 34 Cronica del sancto rey don Fernando tercero deste nombre que gano a Seuillay a Cordouay a Jaen e a toda el andaluzia. Cuyo cuerpo esta en la sancta iglesia de Seuilla. Sevilla, Jacobo Cromberger, 20 de agosto de 1526, f. 42ff. Escorial, RBME, 29-V-7.

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cuando se adquiriô para el principe, pero si que fue encuadernado en 1542 35 . No es un libro de caballerias, sino una crônica, y parte de las marcas de lectura muestran una lectura guiada por el maestro, pero la evidencia de que el principe pintara en él, implica que no lo leia unicamente acompanado por su preceptor, sino también en otros momentos de ocio, en que estaba solo (o con sus pajes), pudiendo entonces asi "perpetrar" sus marginalia. No se han conservado otros libros del principe tan ampliamente "garabateados". No tenemos evidencia de que fuera un "libro de viaje", aunque si fuera un volumen de uso cotidiano. Sôlo cuando el principe initia sus primeras grandes viajes hallamos la evidencia de libros adquiridos par servir con tal cometido especifico. En 1547 su guardajoyas Gil Sânchez de Bazân comprô varios libros de caballerias, los cuatro del Amadis de Gaula, Reinaldos, Esplandiân y Don Florisel de Niquea, como lecturas de entretenimiento para su joven sefior: "Mâs pagô ocho libros, siete en rromançe que son, rreinaldos, splandian, otro de los quatro del amadis, donflorisel de niquea, del preste juan de las indias en portugues, y el otro es en latin de la genelogia (sic) de los rreys de aragon"36. La fecha de su compra, el 10 de mayo, indica que los libros fueron adquiridos para su lectura durante el viaje a Aragon, que Felipe emprendiô para presidir a las cortes de la Corona de Aragon en Monzôn. No résulta posible identificar las ediciones de los libros de caballerias a los que se refiere la fuente documentai, mas los otros dos libros en portugués y en latin eran, sin duda, las obras de Francisco Alvarez y Lucio Marineo Siculo 37 . La mezcla entre crônicas y novelas caballerescas nos recuerda a las lecturas que Felipe el Hermoso y Carlos I seleccionaron para sus respectivos viajes a Espana en 1505 y 1517. La reiteraciôn en el uso de este tipo de libros, compartida ademâs (como hemos visto) por los conquistadores espanoles que zarpaban hacia América, permite confirmar que los libros de caballerias eran propiamente concebidos por sus lectores como unas obras de entrenamiento, especialmente aptas para viajar con ellas. No obstante, estos libros no tuvieron unicamente una funciôn de entretenimiento. Por un lado, el lenguaje literario de los libros de caballerias y las hazanas en ellos referidas formaban parte de los usos sociales de la Corte, de una manera especial durante las fiestas, y por otro lado, las crônicas compradas por Sânchez de Bazân en 1547 revelan algunas de las preocupaciones lectoras del principe durante su viaje a Aragon. Résulta évidente que la adquisiciôn de la historia genealôgica de los reyes aragoneses, publicada

35 Simancas, AGS, CSR. Leg. 36, Fol. 8°, [f. 204r]. 36 Simancas, AGS, CSR., leg. 36, Fol. 1°, f. 267v. Libranza a Sânchez de Bazân (Madrid, 10-may-1547). 3 7 Francisco ALVAREZ, Verdadera informaçam das terras do Prete Joam, segundo vio e escreueo ho padre Francisco Aluarez capellan del Rey nosso senhor.... Lisboa, Luis Rodriguez, 1540; Marineo SICULO, Lucio, Pandit Aragoniae veterum primordia regum, hoc opus: etfortipraelia gesta manu. Zaragoza, Jorge Coci Alemân, 1509.

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por Marineo, permitirîa a don Felipe, criado en Castilla, familiarizarse con sus antepasados regios, evitando errores que podrian desacreditarle ante sus futuros sûbditos. Yel libro sobreEtiopiay el mitico Preste Juan pareceque puede vincularse con la presencia por entonces en su Corte de un clérigo griego, procedente de Dalmacia, al que el heredero acogiô entre 1547 y 15 4 83 8 , y de un hermano del rey del Congo 39 . Sôlo un ano después, Sânchez de Bazân comprô una nueva colecciôn de libros para su senor 40 , que comprendia el Espejo de cauallerias que trata del conde don Roldân4], la Crônica de la lamentable destruyçion de Troycâ2, la Crônica de Espana por Diego de Varela 43 , Los hechos en armas de don Silves de la Selva44 y un libro sobre Jerusalén, sin identificar. Creemos que en este segundo caso la adquisiciôn de estos volumenes debe ponerse en estrecha relation con el hecho de que en 1548 Carlos V decidiera que su hijo emprendiera un viaje por el norte de Italia, Alemania y los Paises Bajos, el denominado luego como "Felitisimo viaje". El objeto de este viaje era el de presentarle ante sus futuros sûbditos, y forzar su elecciôn como sucesor en la corona del Imperio, un titulo con évidentes reminiscencias caballerescas (tan espléndidamente encarnadas por el propio César Carlos), si bien la lectura de estos libros iba dirigida con mâs tino hacia el propôsito de que Felipe se "entrenara" en el lenguaje y modos social caballerescos que predominaban en los festejos y en la vida cortesana de los Paises Bajos. No parece casualidad que Bazân mezclara en la selecciôn de estos libros obras de fiction caballeresca con crônicas medievales, igualmente plagadas de episodios guerreros y amorosos.

38 Libranza a Gil Sânchez de Bazân (c. ene-1548), por dos camisas que comprô para un clérigo griego, por orden del Principe. (Simancas, AGS, CSR, leg. 36, Fol. 1°, f. 268v), y otras ropas para el mismo clérigo dâlmata (ibidem, f. 367r). 39 Segùn recoge Vandenesse en su Journal, M. GACHARD, Collection des Voyages des Souverains des Pays-Bas, Bruselas, 1874, p. 244. Cuatro aflos mâs tarde, en enero de 1548, entre las personas vestidas por su altezafigura cierto «barrendero del infante negro», probablemente el mismo principe congoleflo, Simancas, AGS. CSR. Leg. 36, Fol. 1°, f. 336r. 40 Titulos de libros en un billete con cuentas, roto, sin datar. Se encuentra entre cuentas de 1541, pero algunas de las obras en él citadas fueron compradas en 1547 por Bazân. (Simancas, AGS, CSR, Leg. 36. Fol. 8°, [apudf. 201r]. Utilizado como sefial. 41 Pero LÔPEZ DE SANTA CATALINA, Espejo de cavalierias en el quai se veran los grandes fechos y espantosas aventuras que el conde don Roldan por amores de Angelica la bella,... Sevilla, Juan Cromberger, 1533. Gôt. Reed. en Sevilla, 1545. 42 Guido DE COLONNA, La crônica troyana: en que se conliene la total y lamentable destruyçion de la nombrada Troya, Sevilla, Juan Cromberger, 1533. 4 3 Diego DE VALERA, La crônica de Espana, abreuiada por mandado de la catholica e muy poderosa Seriora dofia Isabel Reyna de Castilla ecetera. Por mossen Diego de Valera, Sevilla, Juan de Valera de Salamanca, 1527. 44 Pedro DE LUJÂN, Comienza la dozena parte del invencible cavaUero Amadis de Gaula que trata de los grandes hechos en armas del esforçado cauallero Don Silves de la Selva..., Sevilla, Domenico de Robertis, 1546. Ded. a don Luis Ponce de Leôn, duque de Arcos.

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Ahora bien, viajar a Monzôn en 1547 no era lo mismo que el gran periplo europeo que supuso el Felicisimo viaje". Sus etapas fueron cuidadosamente planificadas, y en los preparativos no se olvidô el papel que podian tener determinados librossimbolo. Al igual que en 1520 Gattinara concibiô para el lucimiento politico del nuevo emperador eleeto Carlos V la confection de ricos côdices, como el Liber trium officiorum Salomonis, Felipe (al que se recibia como el futuro emperador Felipe II), también recibiô y exhibiô libros semejantes durante su viaje. El mâs importante fue la magna colecciôn de très côdices de sobre la Historia del mundo y de la Casa de Austria, que el cardenal Otto Truchsess von Waldburg (c. 15141573) le ofreciô en el palacio episcopal de Augsburgo. Aunque inicialmente su composiciôn se habia pensado para ofrecer los libros a Carlos V, la noticia del viaje del heredero a Alemania trocô el nombre del destinatario final de estos côdices, elaborados entre 1546 y 1548 en el taller de Hans Tirol y Jôrg Breu el Joven. Su entrega al principe Felipe tuvo lugar en el palacio episcopal de Augsburgo, el 24 de febrero de 1549, una fecha escogida de manera muy meditada, pues este dia, festividad de san Matias, era el cumpleanos de Carlos V. Para este efecto, el prelado dispuso que los très libros se colocaran sobre una mesa de piedra, en la que se habia grabado al âcido una genealogia de la casa de Austria, con multiples inscripciones 45 . Tras ser presentados al principe, los côdices fueron guardados en un cofre exquisitamente guarnecido, pero no dejaron de ser exhibidos no sôlo a lo largo de todo el viaje, sino que parece que también fueron llevados por el principe a Londres en 1554, como un simbolo de su poder. Esta funciôn pûblica no la perdieron en las décadas siguientes, pues Esteban de Garibay en el Discurso de mi vida, escrito hacia 1598-1599, recuerda cômo pudo ver en palacio los magnificos côdices iluminados de la Historia originis et successionis regnorum et imperiorum46. Esta exhibition publica, en los viajes del principe Felipe, y posteriormente en palacio durante su reinado, pone de manifiesto el valor propagandistico de los libros, y cômo su utilizaciôn en los viajes no desmerecia al de otros objetos muebles, como tapices, armaduras o vajillas. A lo largo de sus viajes por Europa (1548-1551 y 1554-1559) Felipe II ampliô su biblioteca, gracias al obsequio de otros libros. Sin embargo, se desconoce cuâles fueron sus lecturas privadas, aquellas que él mismo seleccionô para su ocio o para instruirse sobre los paises que visitaba. Autores italianos, neerlandeses e italianos le proporcionaron a este respecto una amplia selecciôn de sus trabajos literarios y politicos, pero su lectura (de haberse producido), no habria partido de la propia iniciativa del futuro Rey Prudente. Cabe suponer que siguiô utilizando los libros de caballerias y las crônicas adquiridas entre 1547 y 1548, pero las fuentes guardan un malicioso silencio. Tenemos la sospecha de que esto se debiô a que Felipe (antes de 1559), llevaba consigo obras de carâcter espiritual que se condenaron como heréticas

Citado en E . SCHEICHER, Un obsequio para el rey Felipe II, en ID., Historia herâldicay origen de la nobleza de los Austrias, Valencia, 1996, p. 7. 46 E . DE GARIBAY Y ZAMALLOA, Discurso de mi vida, ed. J. MOYA, Bilbao, 1 9 9 9 , p. 48.

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entonces. Un ejemplo, ^cômo es posible que habiendo designado a Constantino Ponce de la Fuente su predicador en 1548, el hijo de Carlos V no tuviera (segun los inventarios) un ejemplar de su Doctrina chnstkuuP. No parece posible, y mâs cuando se comprueba que, en cambio, su progenitor si viajô hasta Yuste con uno de ellos, râpidamente requisado por el Santo Oficio a su muerte en 1558. En nuestra opinion, la unica explication es que los criados reaies hicieran desaparecer el rastro de los libros prohibidos que el nuevo rey portaba. Se trataria de obras de carâcter erasmizante o evangélico, debidas a las plumas del citado doctor Constantino, de fray Luis de Granada, de Francisco de Borja, de fray Bartolomé de Carranza, etc., ampliamente difundidas en los diez anos anteriores, y que el pânico producido en Espana entre 1557 y 1558, al descubrirse la existencia de grupos de protestantes, condenô. Requisitas y prohibidas, se comprende que su presencia en la câmara principesca fuera ocultada. Concluia asi un periplo lector entre los miembros de la Casa de Austria, y se iniciaba una nueva época.

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