Lectura y crítica de El Pinciano a los \"furores divinos\" de Platón (Phaed. 243e9-245c5).
Descripción
Lectura y crítica del Fedro platónico por un crítico aristotélico del siglo XVI: el Pinciano contra los “divinos furores” ( Phaed. 243e9245c5) Introducción El nombre de Alonso López Pinciano (1547¿?) no es muy familiar fuera del ámbito de las teorías literarias del siglo de Oro, sin embargo es reconocido como el preceptista español más importante del siglo XVI. Por ello, conviene aclarar que la palabra “preceptiva” se refiere a un género propio de la crítica literaria renacentista que toma como modelo la Poética de Aristóteles (aparecida en traducción al latín en 1489 y en el original griego en 1548) y se ocupa de discutir de un modo teórico qué es poética, o, en nuestras palabras, qué es literatura. Hay que aclarar que estas obras, particularmente en España, se dedicaban a la más discusión de las obras antiguas y solo muy marginalmente se referían a la boyante literatura de su tiempo. A este grupo pertenece la Philosophia Antigua Poética del Pinciano, que aparece en 1598 como “el más amplio estudio de la teoría literaria aristotélica hecho en España durante el siglo de Oro” (Shephard). El texto está escrito a modo de diálogo (lo que ya lo sitúa en la tradición platónica) y se propone discutir de modo general la poética, siguiendo eminentemente la interpretación de corte aristotélico y horaciano que ya había sido formulada a lo largo del siglo XVI por teóricos italianos como Robortelli, Daniello, Muzio, Minturno y Escalígero, por mencionar los más conocidos. La obra del Pinciano se destaca, dentro de esta serie, por sus interesantes aportes sobre el estudio por “causas naturales” de la literatura. Se divide la obra en 13 epístolas dirigidas a un amigo imaginario del Pinciano, don Gabriel. Los interlocutores son tres: Pinciano y sus vecinos Fadrique y Ugo. a) Presentación de la Epístola Tercera y los “divinos furores” La tercera de estas epístolas, titulada “de la essencia y causas de la poética” desarrolla una teoría de las causas de la creación literaria, su naturaleza y fines. En ella, la discusión parte de la duda de Pinciano (personaje) si Platón es poeta o no, pues además de los ajenos, no halla en sus obras ningún verso propio (curioso es señalar que declara
haberlo leído todo “hoja por hoja” (109). Esta duda da origen a una discusión sobre la naturaleza de la poesía, que es definida tanto como la cosa creada (poema) como la “arte que se enseña” (sic). Otro personaje, Ugo (que cumple una función de partera de conocimientos similar a la de Sócrates en los diálogos de Platón), afirma que “poesía no es otra cosa que arte que enseña a imitar con la lengua y poema es imitación hecha con la dicha lengua o lenguaje” (110). La imitación, siguiendo a Aristóteles, es por tanto lo “propio de toda arte”, pero puede ser tanto imitación de la naturaleza o de otros poetas (1112). El lenguaje es el material de la poesía, lo que la diferencia de las demás artes, que además ha de enseñar y deleitar. Los personajes coinciden, entonces, en que Platón sí es poeta puesto que imitó a Naturaleza, lo que pudo ser y no fue (113): “la obra de Platón tiene la diffinición del poema: género y diferencia, materia y forma, y aun las causas finales de que la poética dijistes; porque imitó con la lengua para enseñar con deleite, que, si escribiera sin imitación no fuera tan deleitoso como es”. A partir de esto, les es posible a los personajes del diálogo trazar la principal diferencia entre Aristóteles y Platón: “éste deleitó más que aquél, por ser poeta y imitante; por ser imitante poeta, enseñó mucho menos”. Es decir, la doctrina de Aristóteles, podríamos decir que es más académica, pues se ocupa en sí de la filosofía en su propio lenguaje, mientras que la de Platón es más accesible o deleitosa, pero en menoscabo de su rigor doctrinal. Es curiosa esta afirmación, puesto que el propio Pinciano, al escribir su tratado en forma de diálogo, se acerca más a la línea platónica que aristotélica. Luego de establecer que no es la prosa o el metro los determinantes del carácter poético de un texto, sino que ésta imita y la historia no (recordando el célebre pasaje de Aristóteles), se llega a la discusión del fin de la poesía: ¿es el deleite el medio y la enseñanza el fin, o viceversa? Esta cuestión se deja abierta, y pasa a discutirse el objeto de la poética, que es definido, siguiendo la interpretación renacentista del Estagirita, como lo verosímil. y su causa eficiente el ingenio y la natural el trabajo. Debido a la distinción entre causa eficiente y natural de la poética (el ingenio y el trabajo, respectivamente), se debate la naturaleza del ingenio poético, sobre lo que acota Ugo:
Platón, en el Phedón o De Pulchro , dice que furor es una alienación en la cual el entendimiento se aparta de la carrera ordinaria […] porque Platón pone cuatro especies de furor divino y sobrenatural; y sobre ellos, pone el poético. Así que hay furores terrenos; y éstos son locuras y desvaríos, mas de los divinos ¿quién tal dirá? ¿quién imaginará que el de los prophetas y sibilas era furor malo y loco?
Esta formulación platónica, sin embargo, aparece en realidad en Phaedrus 243e9245c5. Ya es incorrectamente citado en la primera edición de la Philosophía Antigua Poética como Phedón ; el lapsus en la citación es evidente pues el subtítulo de Pulchro es aplicado por Marsilio Ficino a su traducción del Phaedrus, no del Fedón , en su monumental Omnia Divini Platonis Opera de 1484 que debió de ser la usada por el Piniciano ( Phaedrus vel de Pulchro a Marsilio Ficino traductus ). b) Phaed. 243e9245c5 Conviene recordar, en este punto, cuál es la formulación de Platón sobre lo que Pinciano llama “cuatro furores”. En el Fedro, la discusión de las tres formas de locura (244ª8245ª8)1 es la primera parte de la Palinodia, el intrincado discurso de Sócrates que constituye un punto de viraje en el diálogo, entre la discusión de los discursos de Lisias y la cuestión erótica, y la segunda parte, dedicada a la retórica. El cuarto tipo de locura, la erótica, es planteado en la segunda parte de la introducción de la Palinodia, llamada por los comentaristas la apodeixis (exposición o prueba) (245c5257b6). La discusión parte como el intento de Sócrates de demostrar que es falso que se deban “dar los favores” al no amante más que al amante, como planteó Lisias en el primer discurso leído en el diálogo. Sócrates afirma que la visión de éste sólo se sostendrá si se demuestra cierto tanto que (a) el amante es loco, mientras que el no amante es sophron y (b) que la locura es siempre un mal (244ª38) Socrates acepta a), pero rechaza b). Por lo tanto, en la primera sección de la Palinodia, que nos ocupa, intenta rehabilitar la idea de locura ( mania y su verbo cognato mainetai) , al mostrar que al menos en tres casos la manía
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Téngase presente la traducción de los pasajes más relevantes por Ficino: “nunc autem máxima bonorum nobis fiunt per furorem divino quodam munere concessum, nam et quae in Delphis futura praedicit vates, et quae in Dodona sacerdotes, furentes quidem multa ac magna commoda privatim et publice Graecis hominibus attulerunt […] quod si referamus Sibyllam […] quae multa praedicentes in futurum profuerint […] Tertia vero a Musis occupatio et furor suscipiens teneram intactamque anima, suscitat illam atque afflat […] qui autem absque furore Musaru poeticas ad fores accedit, confidens arte quadam poetam se bonum evasuru inanis ipse quidem atque eius poesis prae illa quae ex furore procedit [...]” (451452) .
enviada por los dioses (o furor divino, para el Pinciano) es buena. Esto no demuestra, por lo demás, que haya un tipo de manía divina que beneficie a amante y amado, pero esto se discutirá en la apodeixis. Antes de mencionar la manía erótica, sin embargo, Sócrates deberá discutir la naturaleza del alma en detalle, ciertamente el tema central de la Palinodia, pero que nos desvía de nuestro punto. Los tres tipos de locura positiva, diríamos, que Sócrates menciona son enviados por los dioses. La primera, que recibe la explicación más detallada, es la “manía profética”, propia de las profetisas de Delfos, la sacerdotisa de Dodona y la Sibila. Esta locura es benéfica, pues ayuda a predecir el provenir. El segundo tipo (llamada por un juego de falsas etimologías manía mánica), se refiere a un tipo de locura más medicinal o curativa, que opera a través de ritos. El tercer tipo es la locura de los poetas, el rapto creativo cuya fuente son las Musas. Es benéfica pues los poetas enseñan a las futuras generaciones historias inventadas ( kosmousai ) acerca de los antiguos. Esta es la que tiene que ver con el estatuto de la poesía para el Pinciano. Todas estas formas de manía, sin embargo, son inferiores al cuarto tipo, la locura erótica, que se discute en la apodeixis, pero que ya no interesa seguir para nesta intervención. c) La refutación del Pinciano: naturalismo renacentista Volviendo al Pinciano, veámonos cómo entiende la exposición de Platón, y por qué la rechaza. Para ello En el diálogo, según Ugo, Platón pone el furor poético sobre los demás, no como en realidad ocurre en el texto platónico, en donde el furor erótico es el principal. Este desdén por el aspecto erótico, que seríamos propensos a atribuir a la moral del siglo xvi, es manifiesto cuando más adelante Fadique señala “pues al (furor) venéreo, ¿quién le dirá divino?, llámole yo maligno”. Es decir, la sexualidad es situada dentro del ámbito de lo pecaminoso, desvirtuando totalmente el texto de Platón. El tema central de la discusión, sin embargo, y que trae a cuento el ejemplo de los furores platónicos es la discusión sobre el ingenio. Pinciano no acepta la propuesta de furores sobrenaturales o divinos por considerarlos fuera del orden causal explicable. Como
veremos, esto se inserta en una incipiente teoría naturalista y sensualista del conocimiento que compartía el Pinciano. Siguiendo el diálogo, menciona Fadrique: “Toda mi vida fui amigo de no ir a mendigar al cielo las causas de las cosas que puedo haber más acá abajo […] el [furor] poético se pudiera reducir a la divinidad, pero ni tal quiero confesar, porque, si hallamos causas naturales y evidentes, ¿para qué hemos de ir a las sobrenaturales?” Como vemos, la crítica principal a Platón es de tipo epistemológica: las explicaciones de Platón son para el Pinciano muy “sobrenaturales”, no reducibles a la razón y “las causas naturales”. Esta postura, que la razón es la forma debida para alcanzar el conocimiento, hace parte de una tendencia de la ciencia del siglo XVI español, no tan estudiada como se debiera, y que llega a procurar explicaciones racionales para los milagros de la Biblia , y, según críticos como Shephard, incluso se anticipa en algunas ideas sensualistas al empirismo de Locke. Debido a cuestiones de tiempo, sólo puedo referirme a que el Pinciano, en su Philosophía antigua poética sigue muy de cerca la obra de Juan Huarte de San Juan Examen de Ingenios , publicada en 1575. La doctrina de Juan Huarte busca causas naturales, algunas verdaderamente ingeniosas, para todos los efectos terrenos. Un pasaje particular de esta obra, como veremos, es la fuente manifiesta de la crítica que formula el Pinciano a los furores platónicos, pues precisamente hablando del mismo tema, dice Huarte: “no le está bien a un filósofo tan grande como Platón ocurrir [i.e., acudir] a las causas universales, sin buscar primero las particulares con mucha diligencia y cuidado. Mejor lo hizo Aristóteles […]”. Según vemos, a través de la oposición del método de Platón y Aristóteles se plantea un imperativo para la investigación: no buscar las causas universales, es decir grandes explicaciones cosmológicas o metafísicas, sino fijarse en las causas particulares, o en los casos concretos elucidables por la razón.
Huarte San Juan en la obra mencionada propone explicaciones fisiológicas, relativas al estado de los humores u otros órganos, para distintos fenómenos corporales o mentales. También en esto el Pinciano lo sigue, pues, volviendo a la discusión sobre el ingenio, propone la siguiente explicación por boca de Fadrique: “ingenio furioso es el del poeta, que
es decir, un natural inventivo y machinador, causado de alguna destemplaza caliente del cerebro. Tiene la cabeza del poeta mucho del elemento del fuego, y así obra acciones inventivas y poéticas […]” Como vemos, por sorprendente que nos resulte, la explicación para el ingenio literario que propone el Pinciano es relativa a la temperatura de ciertos elementos en la cabeza del poeta, es decir de tipo fisiológico. Hemos de reconocer el gesto de reducir a una explicación natural un proceso mental, antes de recurrir a explicaciones sobrenaturales. Para concluir, recapitulemos que los elementos teóricos que alimentan la obra de el Pinciano, si bien de corte eminentemente aristotélico y horaciano en lo referente a las definiciones y preceptiva de la poética (lo vimos relativo a la imitación, la verosimilitud, el deber de deleitar y enseñar, entre otros aspectos), también da cabida a una corriente de explicación de “causas naturales” de corte fuertemente fisiológico. Esta tipo de explicación, que se identifica con el método Aristotélico, se opone a las aspiraciones de Platón de encontrar explicaciones sobrenaturales. d) Conclusiones Por extraña y ahistórica que nos resulte esta aproximación al texto platónico, debemos recordar, por último, que la epístola que he presentado inicia con la pregunta si Platón fue poeta, a la que se responde afirmativamente. Si Platón es poeta, y con ello ha ganado deleite inmarcesible para sus lectores (aun en detrimento de la claridad de sus exposiciones), es notorio que el propio Pinciano haya escogido la forma dialógica de tipo platónico para exponer sus propias ideas, y con ello, a la vez que cumplir el objetivo de deleitar y enseñar, logra constituir una obra literaria a la vez que teórica. Con ello nos demuestra que aun rechazando la explicación sobre el origen divino del ingenio poético, el Pinciano ha aceptado a Platón a través del potencial expositivo de la forma literaria del diálogo.
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