Lectura TransAmericana del \"Protestantismo y Democracia en A.L.\" - Reacción a Tomás Gutiérrez Sánchez

May 19, 2017 | Autor: Oscar Garcia-Johnson | Categoría: Protestantism, Pensamiento decolonial, Teologia politica
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Fraternidad Teológica Latinoamericana – Consulta Norte América. Panamá 1916: Implicaciones y desafíos para la misión en el contexto Wheaton College, Chicago del 30 de junio al 2 de julio 2016

PROTESTANTISMO Y DEMOCRACIA EN AMÉRICA LATINA Incidencia del Congreso de Panamá en las sociedades latinoamericanas 1916-1920 Tomás Gutiérrez Sánchez __________ REACCIÓN POR OSCAR GARCÍA-JOHNSON LECTURA CRITICA DESDE LA TRANS-AMERICANIDAD

A mi juicio, desde la pos-independencia política en las Américas, compiten dos visiones y agendas continentales mano a mano: el panamericanismo y el latinoamericanismo. Ambas visiones encuentras sus orígenes en pensadores latinoamericanos que han anhelado objetivos similares: la emancipación de un continente soslayado por las heridas existenciales de la conquista europea y su lógica colonial deicida, genocida, etnocida y ecocida. El panamericanismo, entendido desde las bases de las Américas, se puede ubicar en el esfuerzo de Simón Bolívar y su famosa carta de Jamaica en 1815, donde Bolívar acude — no sin preocupaciones políticas —a la “buena voluntad democrática” de poderes europeos del norte en contraposición a los antiguos poderes coloniales del sur de Europa (España y Portugal) que mantuvieron al continente americano bajo subyugación colonial. Es con este tipo de precedentes que una visión panamericana más concreta expansivamente, más agresiva logísticamente y ahora sí endosada por los poderes europeos del norte se abrió paso en América pero desde los Estados Unidos (no desde el sur) y bajo la administración del presidente estadounidense James Monroe y sus sucesores y no del libertador Simón Bolívar. Siete décadas más tarde, en vísperas de la independencia del caribe, surge otro tipo de visión continental que subsume y busca trascender a la bolivariana de forma que sus principales aliados no sean los poderes extranjeros y su principal capital emancipador no sea la política democrática eurocentrada sino aquella política emancipadora que nace desde  

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el seno de nuestra propia americanidad, de universidades y recursos intelectuales forjados en nuestra propia tierra. Cito a continuación un breve extracto de este pensamiento: ¿Cómo han de salir de las universidades los gobernantes, si no hay universidades en [Latino]América donde se enseñe lo rudimentario del arte del gobierno, que es el análisis de los elementos peculiares de los pueblos de [Latino]América?... El buen gobernante en América no es el que sabe cómo gobierna el alemán o el francés, sino el que sabe con qué elementos está hecho su país …1 Me refiero, obviamente, al apóstol de la revolución cubana José Martí y su insuperable ensayo “Nuestra América” escrito desde Nueva York en 1891. Estas dos vías de emancipación van a constituir dos visiones y dos maneras de búsqueda de la libertad, igualdad, unidad y desarrollo cultural, económico y político latinoamericano. ¿Y qué es esto sino la oferta de una democracia liberal que surge en Europa occidental y se exhibe a Latinoamérica como proyecto afinado, pragmático y glorificado desde los Estados Unidos de América? Este es el marco critico dentro del cual estoy reaccionando a la presentación de nuestro colega Tomás Gutiérrez Sánchez.

                                                                                                                          José Martí, "Nuestra América," Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), accedido el 18 Junio del 2014, http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/osal/osal27/14Marti.pdf. 1

 

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2. La virtud socio-histórica del escrito Protestantismo y Democracia en AL. En el mes de febrero presenté un ensayo acerca del mismo tema que nos hoy reúne, en nuestra conferencia magistral anual del Centro Latino en el Seminario Fuller. Una de las secciones que desarrollé fue titulada “Congreso Protestante de Panamá 1916: el deseo de un protestantismo latinoamericano por medio de un panamericanismo estadounidense”. El trabajo de Tomás substancia la tesis que yo propuse, que el panamericanismo estadounidense fue utilizado como plataforma de dos proyectos: la protestantinización y la democratización de América Latina. Lo que yo no pude detectar ni asegurar en mi ensayo fue qué tanta agencia latinoamericana protestante había para promover tales proyectos (y con ello no me refiero a la facción política o empresarial de las élites en poder en los países latinoamericanos). Tomás nos ha brindado un panorama concreto que recoge datos e identifica instrumentos protestestantizantes y democratizantes vinculados al Congreso de Panamá y sus consecuencias político-económicas en el continente. El escrito de Tomás documenta una serie de conjeturas con las cuales concuerdo: (1) El Congreso constituyó (en palabras de Miguez Bonino) un momento significativo de autoconciencia protestante en el continente. (2) Así mismo, como lo muestra Tomas (y también Nelson y Kiessler) el congreso produjo el primer cuadro claro y exhaustivo de la extensión y problemática de la obra protestante en América Latina. (3) El Congreso detonó una serie de congresos que le sucedieron, contribuyendo con ello a asentar más localmente la conciencia protestante latinoamericana —aunque ésta conciencia e identidad protestante nunca ha sido consumada— aunque si, argumento yo, ha sufrido varias transformaciones. Esto constituiría otra conversación en sí mismo.  

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Protestante: institucionalmente dependiente, transplantador



Evangélico: serie de resistencias culturales tales como libertad de adoración, predicación, evangelización y liderazgo.



Pentecostal: autonomía vocacional, expresión litúrgica autóctona, pasión evangelística global pero con dependencias epistémicas que redundan en reducciones eclesiológicas, políticas, económicas y éticosociales.

(4) El congreso de Panamá promovió la implantación de una “cultura democrática” liberal en las sociedades latinoamericanas bajo la presuposición que tal democracia es función del protestantismo y la modernidad euroestadounidense. (5) Finalmente, la propuesta política del Congreso de Panamá es el panamericanismo estadounidense (monroísta) que se abre paso a través de las filas protestantes como panamericanismo religioso o eclesiástico. Cito a Tomás al respecto: “teniendo en el cristianismo evangélico la punta de la lanza para abrir las puertas de los latinoamericanos a esta política internacional”. Obviamente, la doctrina panamericanista (monroísta) no tuvo aceptación por los intelectuales latinoamericanos dado que la conducta expansionista e intervencionista estadounidense se hicieron evidentes. Sin embargo, el panamericanismo como visión y agenda estadounidense continental ya habiendo penetrado por “las venas abiertas de América Latina” nunca se ha podido erradicar.

 

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3. El Asunto Punzante: Protestantismo y Democracia en América Latina Aquí me muevo del escrito de Tomás a una pregunta que naturalmente surge “antes de y más allá” del escrito de Tomás, y que busca un panorama continental mucho más amplio que el tratado en el escrito pero que está muy dentro del título su la presentación “protestantismo y democracia en América Latina”. Con todo lo que se ha documentado referente al Congreso de Panamá (1916) y los procesos iniciales de protestantización y democratización del continente; considerando además toda la evolución del fenómeno religioso protestante en las Américas y su creciente penetración y crecimiento en las sociedades y culturas latinas americanas, pregunto, ¿hasta qué punto y de qué manera ha sido el fenómeno protestante un factor democratizante y emancipador a favor de América Latina (y no de los Estados Unidos)?¿Cómo se comparan estos procesos dialecticos de protestantización y democratización sociopolítica cuando los analizamos en el telón de fondo de América Latina versus Europa del Norte y Estados Unidos? Hay un creciente consenso entre los pensadores críticos latinoamericanos que afirma que estamos hoy ante un momento de involución democrática en América Latina pero que tal involución es de corte global e incluye importantísimos países desarrollados como Estados Unidos y Gran Bretaña, siendo el fenómeno fascista Trump y el evento Brexit sintomáticos. ¿De qué manera se está dando esta involución democrática en las Américas? A través de tres negaciones, asegura, Boaventura de Souza Santos el epistemólogoeconomista y teórico político-social de la Universidad de Coimbra y Wisconsin. Y voy parafraseando estas negaciones de Boaventura. Estas negaciones están desdibujando la democracia formal que se han venido construyendo desde la pos-independencia y se está manifestando en despotismos y fascismos aún en  

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los países desarrollados. Unido a esto está la predominancia del estado de excepción que tiene el poder de suspender los derechos constitucionales de la ciudadanía por razón de vigilancia y seguridad nacional. No obstante que el estado de excepción se ha convertido excepcionalmente en una condición permanente en donde los derechos del ciudadano se mantienen, aunque pueden suspenderse por el estado en cualquier momento. La involución democrática aparece dibujada por medio de tres negaciones: 1. La negación de la democracia por medio de un estado social que es vencido por un estado capitalista. Un capitalismo antisocial. La democracia liberal que se propone en América Latina para instrumentalizar la concesión de derechos del ciudadano ante el sector privado capitalista ahora cae en manos del neoliberalismo cuya visión económica determina y subyuga la función social. 2. La negación de la democracia como negación del ciudadano; el abandono de un estado de seguridad del ciudadano hacia la vigilancia del mismo a favor de la seguridad del estado. Aquí, el ciudadano hoy se propone como un sujeto bajo sospecha del estado quien vigila constante al ciudadano. Hoy en AL el ciudadano no cree más en las estructuras gubernamentales, judiciales y ejecutivas. Ni tampoco tales estructuras creen en el derecho ciudadano. Las estructuras no se perciben como instrumentos sociopolíticos o cívicos que existen para servir a la ciudadanía sino para regularla y someterla a los procesos de capitalización del sector público y privado (izquierdas y derechas). 3. La negación de la democracia a través de gobiernos con democracia política, pero con fascismo social (trivialización de la democracia haciéndola innecesaria)  

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“El fascismo social es un régimen caracterizado por relaciones sociales y experiencias de vida bajo relaciones de poder e intercambios extremadamente desiguales, que se dirigen a formas de exclusión particularmente severas y potencialmente irreversibles. Se genera así un nuevo espacio-tiempo hegemónico que atraviesa todas las relaciones sociales, económicas, políticas y culturales y que es, por tanto, común a la acción estatal y no estatal”2 ¿Qué se propone como la solución? Hay que llegar a descolonizar “y democratizar la democracia” ¿Cuál podría ser la tarea del evangélico latino de las Américas en este nuevo imaginario democrático transamericano? 1 La apropiación de un nuevo lenguaje teológico, misiológico y éticosocial que parta de la eurotranscendencia epistémica (transoccidentalización). Aquí resuenan las palabras de Vancencelos: “nos revelamos con las armas pero se nos olvidó revelarnos con las conciencias”. Este giro epistémico transoccidental nos ayuda a reposicionar la identidad del sujeto-mundo en un horizonte americano multicultural, descolonial y de fe orgánica (una fe que cree en el Dios que opera en las Américas autónomamente sin la mano invisible euro-norteamericana y que cree en la otra América, la que puede ser construida a partir de una pluriversidad (culturas) y transmodernidad (políticas) (Enrique Dussel)                                                                                                                           Cf. Carlos Braverman, "Boaventura de Sousa Santos, el fascismo social y la coyuntura israelí." Blog de Carlos Braverman, 16, de Agosto, 2010, accecido el 4 de Junio del 2016, http://blogdecarlosbraverman.blogspot.com/2010/08/boaventura-de-sousa-santos-el2

fascismo_16.html)

 

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2 Una integralidad crítica por medio de la creación de una cultura evangélica descolonizadora, liberadora y reformadora del sistemademocrático americano. Y esto va más allá de los proyectos panamericanistas y aún latinoamericanistas. Por ello el concepto en cuestión aquí es la trans-americanidad que se resume como la perenne búsqueda de libertad de espíritu expresada como vida propia y ciencia propia (Vasconcelos). Esto presupone la superación de la herida colonial de 5 siglos impuesta en los habitantes de las Américas por la lógica colonial y la retórica de la modernidad occidental. Como programa emancipador se propone la recuperación y reconstrucción de nuestra propia historia, recursos, capacidades y futuros posibles. Para ello, el pueblo, nuestros intelectuales y líderes seculares y religiosos deben verse en la necesidad de acudir a alianzas, de buscar similitudes, de aprender a debatir sin abatir y de saber creer en el otro a favor de algo mayor que sus agendas particulares.

 

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