LECCIONES ESCOGIDAS DE TORÁ: Un estudio de la Torá basado en la exégesis rabínica y en la tradición oral desde una perspectiva mesiánica

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Descripción

LECCIONES ESCOGIDAS DE TORÁ Un estudio de la Torá basado en la exégesis rabínica y en la tradición oral desde una perspectiva mesiánica Vol 1: LAS REVELACIONES A LOS PATRIARCAS Rav Dr. Williams Pitter Yeshivat Talmud Torá BESH Rosh Yeshíva [email protected] “Bienaventurado el varón …que en la Torá de Hashem está su delicia y en su Torá medita de día y de noche” Salmo 1:1,2

Estas LECCIONES ESCOGIDAS DE TORÁ es un comentario a la Torá que centra su atención en las revelaciones del Eterno concedidas a los patriarcas Abraham, Yitzjak y Yaacob, pues en esas revelaciones se va desplegando el plan de la salvación y la revelación de la persona y obra del Mesías. Me pareció importante que tal estudio viniese acompañado con asuntos prácticos para nuestras vidas, y en ese sentido hice un énfasis especial sobre las pruebas de la fe de los patriarcas a fin de que, por medio de las historias de sus vidas podamos aprender los secretos para vencer en las pruebas que el Eterno pone sobre nosotros. Lamentablemente, no pude terminar de comentar todas las revelaciones dadas a Yaacob, aunque espero que, con el favor del Eterno pueda retomar estos comentarios y terminarlos. En un segundo volumen tenía y tengo el interés de comentar las revelaciones del Eterno a Moshé y las diversas pruebas que experimentó el pueblo de Ysrael en su camino hacia la tierra prometida. Estos comentarios están diseñados en lecciones para un estudio sistemático de la Torá y para que también puede ser usado como un libro para enseñar Torá. Lección No. 1: Collares con las revelaciones a los Patriarcas Primer ciclo de Lecciones: Las revelaciones a Abraham Lección No. 2: Collar con las revelaciones a Abram Lección No. 3: ¿Cómo se nos aparece Hashem? Lección No. 4: Panim el Panim Lección No. 5: Mareh y Marah Lección No. 6: Hashem corta un pacto con Abram Lección No. 7: Conociendo la Torá Lección No. 8: La circuncisión como señal del Pacto cortado Lección No. 9: El significado mesiánico del Pacto cortado: Parte I: Las interpretaciones judías Lección No. 10: El significado mesiánico del Pacto cortado: Parte II: La interpretación de Rav Shaul Lección No. 11: La primera aparición del Ángel de Hashem Lección No. 12: La octava revelación a Abraham y el misterio del tercer ángel Lección No. 13: Hashem y el Ángel de Hashem Lección No. 14: Los visitantes celestiales y la bendición de la hospitalidad Lección No. 15: La concepción hebrea de las pruebas Lección No. 16: La prueba final de Abraham y el carácter del Dios de Abraham Lección No. 17: El concepto hebreo de la fe y la fe de Abraham Lección No. 18: La fe de Yitzjak y la revelación del Mesías Segundo Ciclo de Lecciones: Las revelaciones a Yitzjak y Yaacob Lección 19:La esposa de Yitzjak y la esposa del Cordero Lección 20:Las revelaciones y pruebas de Yitzjak Lección 21:Las bendiciones y revelaciones de Yaacob Lección 22:Las promesas del Eterno y el “síndrome de Yaacob” Lección 23:La segunda y tercera revelación a Yaacob Lección 24:La integridad y miedos de Yaacob Lección 25:La prueba de Yaacob y su oración al Eterno Lección 26:La quinta revelación a Yaacob: El Angel del Eterno bendice a Yaacob.

Maracaibo, Zulia; Venezuela. 2016

2 Lección No. 1: COLLARES CON LAS REVELACIONES A LOS PATRIARCAS Una de las primeras cosas que aprenderemos en estas Lecciones es situarnos en un contexto textual de estudio, que sería nuestro primero y principal collar que atraviesa toda la Torá, el cual distingue cuatro eslabones con el tema común de la revelación a los 3 Patriarcas (Abraham, Yitzjak y Yaacob) y a Moisés. Este collar va desde la primera revelación de a Abraham hasta la muerte de 1 Moisés, es decir, desde Bereshis 11 hasta la muerte de Moisés en Devarim 34 .

Revelación a Abraham

Revelación a Yitzjak

Desde Gn 11 hasta Gn 50

Revelación a Yaacob

Revelación a Moisés

Ex_hasta Dt

Este contexto textual o primer collar nos permite de inmediato presentar un segundo collar, un collar geográfico: 1. 2. 3. 4. 5. 6.

La revelación a Abraham en Ur de los Caldeos (Gn 11:27-32, Gn 12:1-3, Hch 7:2-4) La estancia de Abraham en Canaan (Gn 12:5-Gn 20) La estancia de la descendencia de Abraham en Egipto (Gn 21-Ex 12:40) Desde la salida de Egipto hasta el Monte Sinaí (Ex 12:40-Ex 19:1) La estancia de Israel en el Monte Sinaí (Ex 19-Nm 10:11-13) La estancia y peregrinación de Israel en el desierto, hasta las orillas del río Jordán frente a Jericó (Nm 10:11-3-Dt 34).

Desde el punto de vista temporal, el collar anterior también nos permite construir un collar de tiempo en cada una de esas estancias. Desde el llamado en Ur hasta la partida a Canaan pasaron 5 años, desde el pacto de Abraham (Gn 15) hasta la salida de Egipto (Ex. 12:40) pasaron 430 años, desde la salida de Egipto hasta la llegada a Sinaí pasaron un mes y quince días, la estancia en Sinaí fue de once meses y veinte días, y vagando por el desierto 39 años. 1. 2. 3. 4. 5. 6.

La revelación de Abraham en Ur de los Caldeos (Abraham tiene 70 años) La estancia de Abraham en Canaan (105 años) La estancia de la descendencia de Abraham en Egipto (430 años) Desde la salida de Egipto hasta el Monte Sinaí (Un mes y 15 días) La estancia de Israel en el Monte Sinaí (once meses y 20 días) La estancia y peregrinación de Israel en el desierto, hasta las orillas del río Jordán frente a Jericó (39 años).

A partir de estos collares encontraremos otros collares auxiliares con temas tales como circuncisión, pacto, el Angel del Eterno, etc., que nos serán útiles para captar a grandes rasgos la voz de Hashem que nos habla para guiarnos de vuelta a Él. Y, por supuesto, en cada pasuk o eslabón, cuando las exigencias textuales así lo requieran, pasaremos del nivel peshat al nivel derash, y en ocasiones pasaremos a nivel remez invocando las alegorías descubiertas para nosotros por Yeshua HaMahsiaj y Rav Shaul. 1

Hacia el año 2007 cuando dicté estas conferencias ya estaba usando la Tanaj hebreo-española pero la gente todavía dependía para entonces de la Reina-Valera de 1960. Así que tuve que adaptarme a esa circunstancia para que ellos pudieran seguir las lecciones con su versión pero cuando consideraba apropiado, les hacía las observaciones pertinentes.

3 Lección No. 2: COLLAR CON LAS REVELACIONES A ABRAHAM En esta Lección vamos hacer un collar con todas las revelaciones dadas a Abraham y, aparte de ello, vamos a considerar también otras revelaciones dadas a Hagar, sierva de Saray, porque contienen las primeras apariciones del Angel del Eterno. En las revelaciones dadas a Abraham están contenidas las berajot: promesas, profecías, y palabras de aliento e instrucción sobre la simiente y la tierra de Canaán. En las próximas lecciones consideramos en detalle todas esas berajot y, particularmente la revelación del Pacto cortado entre Hashem y Abraham y la circuncisión como señal del Pacto y, en ambas revelaciones nos detendremos a examinar sus contenidos salvíficos y mesiánicos. Veremos además, que en algunas de esas revelaciones se pone a prueba la fe de Abraham, y aprovecharemos para estudiar en esos contextos el concepto hebreo de la prueba y de la fe. En esta Lección daremos un vistazo general a cada una de esas revelaciones, tal como se presenta en la siguiente tabla, en donde hemos intentado hacer una clasificación práctica que nos permita ubicar: (1) los pesukim donde se encuentra la revelación, (2) tiempo y (3) lugar de la revelación, (4) el rasgo más sobresaliente de esa revelación y (5) el tipo de revelación. Esta última columna no ha sido llenada porque a lo largo de estas Lecciones de Torá iremos aprendiendo a identificar el tipo de revelación dada tales como sueños, escuchar la voz de Hashem, éxtasis (especie de “estado de trance”), apariciones de ángeles, etc.

No. Pasuk Gn 12:1-3, Gn 11:31, 1

Tiempo Lugar

Evento

70 años

Ur Casdim

Promesa

75 años

Siquem Cerca de Hebrón Hebrón (Mamre) Hebrón (Mamre) Hebrón (Mamre)

Promesa Promesa

Hebrón (Mamre) Hebrón (Mamre) Hebrón (Mamre) Hebrón (Mamre) Hebrón (Mamre)

Angel de Hashem y Agar Señal del Pacto: circunsición

Hebrón (Mamre) Hebrón (Mamre) Hebrón (Mamre) Beersheba Tierra de los filisteos Monte Moriah

2 ángeles llegan a Sodoma Hashem “visita” a Sara Orden de expulsar a Ismael Ismael y Agar Petición de Hashem

Tipo de Revelación

Hch 7:2,3

2 3

Gn 12:4-7, Gn 12:8,9 Gn 13:14-17 (18)

4

Gn 15:1-9

5

Gn 15:13-16

6

Gn 15:17-19 Gn 16:7-16

85 años

7

Gn 17:1-14

99 años

8

Gn 17:15-22

99 años

9a

Gn 18:1-15 (ver vs. 1)

99 años

9b

Gn 18:16-33

99 años

Gn 19:1-24

99 años

Gn 21:1,2

99 años

10

Gn 21:12,13

100 años 102 años

11

Gn 21:14-21 Gn 22:1,2

12

Gn 22:3-19

137

Promesa Profecía de los 400 años Pacto entre las partes del sacrificio

Promesa del nac. de Yitzjak Juicio sobre Sodoma

La Akeidah de Yitzjak

Aparición física de 3 varones en presencia de Hashem

hw")hy> ynEïp.li

Ángel de Hashem se revela a Abraham (11,12)

4

Lección No. 3: ¿Cómo se nos aparece Hashem? En esta lección vamos a hacer collares de la Torá con ciertas expresiones como: “se apareció (Dios) Hashem”. Y miraremos directamente al hebreo de la Torá para resolver algunos problemas de traducción por cuanto conocemos de otros pasajes de la Palabra que “nadie ha visto jamás a Dios” (1 Jn 4:12). Ver también Jn 1:18; 6:46. Comparar también dos pesukim contradictorios: Ex 33:11 con Ex 33:20.

Primera Parte: Vaiar

#r,a_B' '

~d'Þah' '

t[;îr' hB'r; yKiî hw"hë y>

en la tierra los hombres

mal

mucho que Hashem

#r,aÞh' '-ta, ~yhil{a/ la tierra a

Elokim

Vaiar

vio Y

ar.Y:Üw:

Hashen

Nota: Gen 34:2: “La vio Shejem…” (

vio Y

ar.Y:ïw: Ex 2:25

ha'êle ha'äWnf.-yKi( hw"hy> Lea

vio Y

ar.Y:ôw: Gn 6:12

Elokim

~yhi(la{ / [d;YEßw: lae_r'f.yI ynEåB.-ta, ~yhiÞla{ / Gen 29:31:

ar.Y:åw: Gn 6:5

vio Y

~k,óv. Ht'ao ar>Y:w: )

Segunda Parte: Las “apariciones” de Hashem

rm,aYO¨w: ~r'êb.a-; la, hw"hy> y dijo a Abraham

ar'ÛYEw: Gn 12:7

Hashem vio Y

yD;êv; lae-ä ynIa] wyl'ae rm,aYOÝw: ~r'ªb.a;-la, hw"hy> Shaday El Ani

are_m.m;

vaiomer Abraham a Hashem vio Y

ynEßla{ eB.

hw"ëhy> wyl'ae

en el encinar Gen 26:2:

ar'YEw: Gn17:1

ar'ÛYEw: Gn 18:1

Hashem

vio Y

rm,aYOàw: hw"ëhy> wyl'ae ar'ÛYEw: Y dijo

Gen 26:24:

Hashem

hl'y>L:åB; hw"hy> wyl'Ûae ar'’YEw: De noche

Hashem

vio Y

En el monte Moriah, Abraham en fe declaró (Gen 22:14):

ha,(ry' E hw"ßhy> rh:ïB. Ierah Verá Se revelará

Vaierá

vio Y

Hashem Hashem Hashem

behar en el monte en el monte

En todos estos pesukim aparece el verbo hebreo ver raá

har

5 Tercera parte: Apariciones a Moisés La Primera a Moisés Revelación en monte Horeb: Ex 3: 1-22; 4: 1-17.  Ángel de Hashem en medio de la zarza (

hA"hï y> %a; l.m; ar'YEw):

Esta revelación es similar a la de Jueces 6:12: Es una revelación (Vaierá) pero se ve a alguien, en este caso al Ángel de Hashem.

rm,aYOæw: hw"+hy>

%a:ål.m; wyl'Þae

(de) Hashem

ar'îYEw: Jueces 6:12

ángel

Y vio

Observe la distinción en los dos pesukim siguientes.

vae-Þ tB;l;B. wyl'ae hA"ïhy> %a; l.m; Hashem ángel Ver Ex 3:4:

ar'YEw:

Ex 3:2

Y vio

tAa+r>li rs"å yKiä hw"ßhy> ar.Y:ïw: (Aquí el Ángel mira [Vaiar] a Moisés)

 Note la declaración de Hashem en Ex 6:3:  En la RV-60: “Y aparecí a Abraham, a Yitzjak y a Yaacob” Una mejor traducción sería: “Yo me revelé a Abraham….”



En hebreo es:

~h'rb' .a;-la, ar'aew" Abraham

a

Y vi

Anuncio: R60 Lv 9:6 Entonces Moisés dijo: Esto es lo que mandó Hashem; hacedlo, y la gloria de Hashem se os aparecerá.

hw")hy>

dAbïK.

~k,Þylea]

ar'îyEw>

Hashem

gloria

Dios

Y verán

Cumplimiento: R60 Lv 9:23 Y entraron Moisés y Aarón en el tabernáculo de reunión, y salieron y bendijeron al pueblo; y la gloria de Hashem se apareció a todo el pueblo.

hw"ßhy>-dAbk.

ar'îYEw:

Hashem gloria de

Y vieron

(Revelación oculta en la nube)

Este pasuk es similar al de Nm 19:6; 17:7; 20:6. Veamos Dt 31:15: “Y se apareció Hashem en el tabernáculo, en la columna de nube; y la columna de nube se puso sobre la puerta del tabernáculo” (RV-60).

!n"+[' dWMå[;B. lh,aßoB' hw"hy> ar'óYEw: (Revelación oculta en la nube)  Los grandes Patriarcas vieron a Hashem. ¿Qué pasó con los judíos del tiempo del Mesías? No vieron al Mesías (Jn 5:37). El Mesías ha visto a Dios (Jn 6:46) ¿podemos verlo nosotros hoy? Si, pero antes tenemos que ver al Mesías (Jn 6:40). Examine Jn 1:18; 12:45; 14:7; 14:9.

6 Lección No. 4: PANIM EL PANIM En esta lección abordaremos el episodio en el cual Moisés mismo relata que hablaba con Hashem “cara a cara, como habla cualquiera a su compañero” (Ex 33:11, RV-60), pero el propio Moisés cita las palabras de Hashem: “No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre y vivirá” (Ex 33:20). Esto último contradice la declaración anterior de Moisés pero concuerda con otros pasajes de la Escritura de que nadie ha visto a Hashem (Jn 1:18 y 1 Jn 4:12), lo cual quedó claro en la Lección anterior. Apelando al fondo cultural hebreo y al lenguaje hebreo intentaremos resolver esta aparente contradicción de la Torá. En esta Lección aprenderemos sobre los niveles de revelación profética, la experiencia profetas de Moisés y del resto de los profetas. Y entenderemos de paso el porqué Yeshua afirmó que Juan el bautista era el más grande los profetas (Lc 7:28).

PRIMERA PARTE Procederemos a leer en primer lugar Ex 33 y Ex 34:1-10. Discusión sobre el pasuk: Moisés habló cara a cara con Hashem (Ex 33:11) El texto hebreo clave dice así:

~ynIëP-' la, ~ynIåP' hv,mo-la, hw"Ühy> rB,dIw> cara panim caras 

a el a

cara panim caras

Mosheh Mosheh Mosheh

a a a

Hashem Y hablaba (RV-60) Hashem bediver Hashem bediver (Traducción literal).

Tenemos un pasuk idéntico en Dt 34:10: “No se levantó un profeta en Israel como Moshé, a quien se hizo conocer el Eterno



~ynIëP'-la, ~ynIåP'”. (Edición de Katz).

Con respecto al pueblo, en Dt 5:4 Moisés declara que también han visto a Hashem “cara a cara”. El texto hebreo dice literalmente “cara con cara” (

~ynI©p'B. ~ynIåP' ).

Para entender estos 3 pesukim debemos ver algunos pesukim análogos (Nivel Derash):  En Ex 24:9-11 nos dice que Moisés, Aarón, Josué, Nadab, Abiú y 70 ancianos “vieron

Wa§r>YIw:

( ) al Dios de Israel, y había debajo de sus pies como un embaldosado de zafiro…Mas no extendió su mano sobre los príncipes de los hijos de Israel;

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y vieron ( :)) a Dios y comieron”  En Nm 14:14 la traducción de la RV-60 dice “…Hashem, estaba en medio de este pueblo, que cara a cara te aparecías tú…”. En el texto hebreo dice más bien “ojo a ojo te veían” (ha'är>nI !yI[;øB. !yI[). Pero esto es otra forma de decir “frente a frente”, lo que se deduce de Gn 24:13 (en frente de está relacionado con ojo en el texto hebreo !y[e-ä l[; ). Por tanto, este pasuk de Nm 14:14 también adquiere el sentido de “cara a cara”.  Pero en cuando recuenta la experiencia en el monte Sinaí, tanto la de todo el pueblo (Ex 20) como la de los príncipes de Israel (Ex 24:9-11), dice claramente: “y habló Hashem con vosotros de en medio del fuego; oísteis la voz de sus palabras, más a excepción de oír la voz, ninguna figura visteis” (Dt 4:12). Ver también Dt 4:15.

7 ¿Cómo entender todas estas “contradicciones” de la Torá?.  En primer lugar, note que si a Hashem “nadie le ha visto” entonces la expresión “debajo de sus pies” en Ex 24:10 necesita una explicación. La solución es entonces sencilla: Si como dice Moisés: “ninguna figura visteis” entonces es obvio que no vieron los pies de Hashem. Más bien se trata de una expresión para referirse a lo que se miraba justo encima del embaldosado de zafiro. Note que esta expresión es distinta a la que aparece en 2 Sm 22:10 (Salmo 18:10), la cual, al comparar con Is 66:1 nos damos cuenta que es una forma hebrea para referirse a Hashem, es decir es un antropomorfismo. Pesukim similares refiriéndose al “ojo de Hashem” o “diestra de Hashem” son expresiones hebreas para referirse a los atributos o acciones de Hashem.  En segundo lugar, note la expresión “no extendió su mano” sobre los príncipes de los hijos de Israel” (Ex 24:11) lo cual quiere decir que se les permitió ver la gloria de Hashem sin que sus sentidos fueran afectados, pero ellos, a causa de lo extraordinario de la revelación quedaron físicamente debilitados, tal vez por ello dice la Torá: “comieron y bebieron” (Ex 24:11). Similar experiencia vivieron el pueblo y los propios líderes de Israel cuando escucharon la voz de Hashem en el monte Sinaí: estaban aterrorizados (Ex 20:22-26). La tradición oral judía recogida en Hb 12:21 nos dice que la experiencia de Moisés fue similar: “estoy espantado y temblando”. Esto es otro nivel de revelación profética. Y un caso único que no se repetiría.  Ahora note el siguiente pasuk en Ez 8:1: “En el sexto año, en el mes sexto, a los cinco días del mes, aconteció que estaba yo sentado en mi casa, y los ancianos de Judá estaban sentados delante de mí, y allí se posó sobre la sobre mí la mano de Adonay Hashem”.

Note que, a partir de ese momento, Ezequiel se le mostró una visión (Ez 8:2ss), y entró en un nivel en cual sus sentidos fueron o quedaron suspendidos. Esto es lo que llamamos a veces, “estado de trance” o más modernamente, “estado alterado de conciencia”. ¿Por qué este tipo de experiencia profética? Para el pensamiento judío, esta experiencia, es la típica experiencia de los profetas y es uno de los niveles de revelación profética (Nebuá).  Finalmente, note que estas experiencias (la de Ezequiel, la de los ancianos que vieron la gloria de Hashem, y la de todo el pueblo que escuchó la voz de Hashem, es muy distinta a la experiencia que también tuvieron los israelitas en el desierto cuando Hashem “se aparecía” envuelto en una nube (ver Lv 9:23, Dt 31:15). Este es el nivel más bajo de revelación, en donde se contempló un espectáculo físico (la columna de nube) y no hubo mensaje alguno para ser comunicado (Ver Jn 5:37 en donde Yeshua toca los dos extremos de la revelación).

8 SEGUNDA PARTE: NIVELES DE REVELACIÓN PROFÉTICA Ahora bien, con la idea en mente de los niveles de revelación profética, vamos a estudiar entonces el significado de la expresión “panim el panim”. Notemos que es en el contexto de la revelación espectacular en el monte Sinaí que Moisés afirma: que el pueblo ha visto panim el panim a Hashem (Dt 5:4). Pero como ya se ha indicado a Hashem nadie lo ha visto, entonces la Torá nos está hablando con la expresión panim el panim de un modo de revelación profética. De hecho, como en breve veremos, es el más alto nivel de revelación profética, y era el tipo de revelación que fue único en Moisés. En

principio, la Torá dice que la revelación de Hashem a Moisés es diferente a la de los demás profetas. Veamos lo que dice Nm 12:1-9 en la edición de Katz: “1Hablaron Miryam y Aharón, sobre Moshé, por causa de la mujer kushit que había tomado; porque una mujer kushit había tomado. 2Y dijeron: ¿Acaso sólo con Moisés ha hablado el Eterno? ¿Acaso no hablado (el Eterno) también con nosotros? Y oyó el Eterno. 3Pero el hombre Moshé era muy humilde, (más) que toda persona que hay sobre la faz de la tierra. 4Dijo el Eterno repentinamente a Moisés, a Aharón y a Miryam, y salieron los tres. 5Y descendió el Eterno en una columna de nube, y se paró en la entrada de la Tienda, y llamó a Aharón y a Miryam, y salieron los dos. 6Y dijo: “Oigan Mis palabras: cuando hubiere

ha'rM>

profetas en ustedes, Yo el Eterno, en una visión ( = Marah) a él Me haré 7 conocer; en un sueño le hablaré. No así (con) mi siervo Moshé, en toda Mi casa

ha,rm> ;

él es fiel. 8Boca a boca (pé el pé) le hablaré, con una visión ( = Mareh), y no con enigmas y el aspecto del Eterno contemplará. Entonces, ¿porqué no tuvieron miedo de hablar de Mi siervo, de Moshé. 9Se enfureció el Eterno con ellos y se fue. 10Y la nube se apartó de sobre la Tienda, y he aquí que Miryam estaba mesoraát como la nieve. Se dio vuelta Aharón hacia Miriam, y he aquí estaba mesoraát. 11Dijo Aharón a Moshé: “Ruego, mi señor, que no, por favor, dejes sobre nosotros el pecado que hicimos neciamente, y así pecamos”… Tenemos que tratar el contexto a partir del cual surge la declaración de Hashem que Moisés tiene una

ha,rm> ;

revelación profética superior, es decir, “Boca a boca le hablaré, con una visión ( = Mareh)”. En este caso la expresión “boca a boca” es similar a la de “cara a cara”. Aquí debemos añadir que la expresión hebrea ( ) que la Edición de Katz traduce como “Boca a boca le hablaré, con una visión” también se puede traducir como “Boca a boca le hablaré y claramente”. Aquí Mareh se traduce como “claramente” y designa la usamos en el sentido de máxima revelación dada a Moisés como equivalente de “panim el panim” o “pe al pe”. Digo esto porque en otras partes de la Tanaj, la palabra Mareh designa visión pero en el sentido de Marah, como aparece varias veces en el libro de Daniel, por ejemplo.

ha,r>m;W ABª-rB,d;a] hP,ú-la, hP,

Aquí debemos considerar que considerar dos hechos claves que ignoraban Miriam (y también Aharón) y que constituyen la fuente del pecado de ellos contra Moisés. Primero, note que el reclamo proviene por el hecho de que había tomado “una mujer kushit o etíope”. Los pueblos semitas designan por kushit o etíope a una persona de alta estatura y de buen aspecto físico. Tal es el caso del rey Saúl a quien David lo llama “cusita” (Sal 7:1) por su aspecto físico: “…no había otro más hermoso que él, de hombros para arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo” (1 Sm 9:2). Así que no se trataba que Moisés haya tomado un esposa distinta de Séfora que era madianita (Ex 2:16), sino que siendo ella una mujer alta y hermosa Moisés, según Miryan, no atendía el deber conyugal.

9 Y este era el punto: Nosotros somos profetas igual que tu pero para consagrarnos al oficio de profeta no necesitamos abandonar a nuestros respectivos cónyuges, como tú Moisés lo has hecho con Séfora. Miryan y Aharón ignoraban los problemas internos del matrimonio de Moisés; no conocían el mal carácter de Séfora y la controversia que ella generó a causa de la circuncisión de uno de sus hijos (Ex 4:24-27), por ello, comprendiendo Moisés que ella sería un estorbo para su ministerio la despidió con sus hijos hasta que se volvieron a encontrar camino a Sinaí cuando Jitro se la trajo de vuelta (Ex 18:1-4), y aun así, se mantuvo separado de ella. Este fue el primer pecado de Miryam, sobre la base de esa ignorancia le hice un reclamo injusto. Es en ese contexto donde aparece la expresión que Moisés “era el hombre más humilde de la tierra”. Segundo, note que la distinción que hace Hashem entre Moisés y el resto de los profetas; le aclara a Miryam y Aharón que estaban equivocados en la apreciación que habían hecho de la clase de profeta que era Moisés. De hecho, Moisés no era un profeta como Miryam y Aharón ni su revelación profética era similar a la de ellos, como pretendían en su reclamo.

ha'r>M

Esta distinción es clara en el texto hebreo: A los profetas les habla en una visión ( = Marah) por medio de un sueño. Aquí hay dos detalles, la revelación se hace cuando el profeta no está usando sus sentidos, está en sueños, es decir, dormido o en un estado de trance. Como es el caso de todos los profetas desde Abraham. Ello queda claro además porque usa para definir visión la palabra Marah (

ha'rM> ), pero cuando se

ha,rm> ;

trata de Moisés usa otra palabra hebrea para visión: Mareh ( ). Esta distinción lingüística desea enfatizar el carácter de la revelación: La revelación de Moisés es una Mareh, una revelación superior porque se hace “cara a cara” o “boca a boca”, sin que Moisés esté dormido o en estado de trance. Es una revelación que se hace directamente en presencia de Hashem y Moisés en pleno uso de sus facultades, sin tener miedo ni desmayarse. Por ello dice la Escritura que hablaba “Hashem a Moisés, cara a cara, como habla cualquiera a su compañero”. En conclusión: Panim el Panim es el más alto grado de revelación profética dado a los hombres y sólo fue un privilegio de Moisés. Pero tenemos aquí dos hechos mesiánicos que no podemos pasar por alto: 1. La venida del Mesías sería el cumplimiento de la profecía de Dt 18:15: “Un profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Hashem, a él oiréis”. Y este profeta también tuvo el privilegio de hablar cara a cara con Dios y nos trajo una nueva Torá. 2. La única mediación entre Moisés y Hashem era la voz de Hashem, es decir, Palabra de Hashem. Sólo la Davar de Hashem era el único vínculo de comunicación entre Moisés y Hashem y de allí nació la Torá. Pero ahora esa Palabra se ha hecho carne y habitó entre nosotros y vimos su gloria (Jn 1:1-4), y ella se constituyó en la más completa y extraordinaria visión dada a los hombres de modo tal que cualquiera podía hablar con Yeshua cara a cara como un amigo y ser en verdad su amigo y nuestro Mesías y Salvador!. Baruj Hashem!

Notemos las experiencias de otros profetas y allí veremos que se trata de un nivel de profecía o revelación inferior al nivel de profecía dado a Moisés.

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1. La revelación de Abraham: en visión ( = Mahatzé) en Gn 15:1, que es similar al estado de trance que experimentó el profeta Balaam (Nm 24:4,16), conversación con ángeles y con el Angel de Hashem (Gn 18). También es similar la visión de Pedro de Hch 10:9-17). Similares también son las revelaciones de Elías, y las visiones de Juan en la isla de Patmos. 2. Isaías: Estremecimiento y miedo (Is 6:4,5)

10 3. Las experiencias de Daniel (a) “Visión de noche Sueños” (Dn 2:19) al igual que el rey Nabucodonosor una visión por medio de un sueño (Dn 2:28). Similar en Dn 7:1. (b) En Dn 8 es una visión en estado de vigilia, que incluye asombro, miedo y desmayo (15-18) ante un personaje extraordinario (Comparar 15 con 17 y note que hay 3 personajes). (c) Visión en estado de vigilia con aparición de un ángel (Dn 9:20-22) y recibe la revelación como la recibió Abraham en Gn 18. (d) Visión en estado de vigilia (Dn 10: 4-7) que incluye desfallecimiento ante un personaje extraordinario (5,6), “con los ojos puestos en tierra” pero un personaje con apariencia de hombre (16 comparar con Dn 8:15). En los casos (b), (c) y (d) es obvio que el estado de vigilia es seguido por un estado de trance, similar al que se narra en Ez 8:1. Sólo el más grande de todos los profetas, Moisés, y el más grande y primogénito de todos los pueblos recibieron el más alto nivel de todas las revelaciones proféticas: panim el panin, en pleno uso de sus facultades, pero el pueblo sólo por poco tiempo y estaba aterrorizado, pero Moisés, no hablaba todo el tiempo con Hashem, cara a cara como a un amigo. A pesar de ello, Yeshua, en su carácter de Mesías declara que Juan es el más grande de todos los profetas (Lc 7:28). ¿Porqué? Porque él pudo ver cara a cara al Mesías que todos los profetas vieron en visión.

11 Lección No. 5: MAREH Y MARAH

2

En la Lección anterior, intentando encontrar un significado para la expresión hebrea “panim el panim” o “cara a cara”, apelamos al nivel deráshisco para la lectura de la Torá. A partir de allí, descubrimos que, con la expresión “panim el panim” la Torá nos estaba informando acerca del más alto nivel de revelación profética dada a los hombres de la antigüedad en la persona de Moshé Rabeinu (Moisés nuestro Maestro). Además de ello, aprendimos de la lectura de Nm. 12:1-8 que Hashem había decretado que, a diferencia de Moisés, se revelaría a los demás profetas por medio de sueños y visiones. Esta comprensión de la manera como se revela Hashem nos permitió hablar de niveles de revelación profética. En esta Lección, vamos a profundizar un poco más en lo que ya hemos aprendido a fin de obtener una comprensión más elevada de estos niveles de profecías.

Antes de comenzar, me gustaría introducir una nota aclaratoria. En estas Lecciones de Torá el término profecía no se entiende a la manera occidental que lo reduce a la una predicción de un evento, y de allí, que el término profeta sea aplica sólo a aquellos que vaticinan el futuro. Si este fuera el caso, algunos personajes paganos como el Faraón en tiempos de Yosef y el rey Nabucodonosor, que tuvieron sueños anunciando eventos futuros deberían entonces calificar como profeta. La profecía (Nebuat = ta;Wbn) en el pensamiento bíblico hebreo se entiende más bien como una instrucción de Hashem, que dada de diversas maneras, puede incluir predicción, amonestación, consejo, enseñanza, consuelo, etc. Por ello, Rav Shaul nos dice que el mayor don es el de la profecía porque la profecía edifica a la comunidad de fe (1 Co. 14:15). Esta percepción nos ayuda también a esclarecer el carácter de un verdadero profeta (Navi = aybiän)" . Porque, para el pensamiento judío, un profeta no se distingue tanto por lo dice por sus labios, sino por su santidad y por su conocimiento de Torá. Requisitos que no cumplen hoy muchos que se autoproclaman como profetas. Con esto en mente, vamos intentar dar una clasificación de los profetas de acuerdo con el nivel de profecía concedido por Hashem. Haremos este estudio usando la técnica de collares con las palabras hebreas para visión y también haremos uso de la hermenéutica rabínica al comparar pesukim similares. En hebreo tenemos por lo menos 4 palabras que se pueden traducir como “visión”, vamos a usar dos de ellas que son las principales usadas en la Torá y con ella encontraremos el significado de las otras dos. De acuerdo con el relato de Nm 12:6-8, Hashem ha decretado una distinción en la forma como El se revela a los profetas. Es decir, el acceso a la revelación de Hashem y que El mismo concede, se da por medio de dos vías o visiones: Mareh y Marah. En estos dos casos hay una revelación directa de la Voz o de la Palabra de Hashem o una visión de su gloria. Vamos a leer de nuevo y con más detenimiento el pasuk de Nm 12:6-8: “6Y dijo: “Oigan Mis palabras: cuando hubiere profetas en ustedes, Yo el Eterno, en una visión

ha'r>M = Marah) a él Me haré conocer; en un sueño (Halon = ~Alßx) le hablaré. No así (con) mi siervo Moshé, en toda Mi casa él es fiel. Boca a boca (pé el pé) le hablaré, con una visión (ha,r>m; = 7

(

8

Mareh), y no con enigmas y el aspecto del Eterno contemplará…”

De esta lectura surge el siguiente esquema de los niveles de revelación profética: Mareh, es el más alto grado de revelación. Es una visión que se da “cara a cara” o “frente a frente”, es decir el profeta recibe una revelación en pleno uso de sus facultades, sin caer en 2

Esta lección debe ser considerada como un estudio en construcción y son parte de un libro que estoy haciendo sobre el concepto hebreo de la profecía y la revelación. Por otra parte, los términos que aquí uso como mareh y marah no son típico de la literatura judía, los uso más bien como un recurso para la enseñanza con el objeto de intentar aclarar los niveles de profecía que están en la Torá.

12 trance o desmayado y atemorizado. Como lo describe la propia Torá para hacerlo más claro, la Mareh es un revelación en la cual Hashem se dirige al profeta “como habla cualquiera a su compañero” (Dt 33:11). Este es el tipo de revelación concedida a Moisés y por ello se dice que es el más grande de todos los profetas. Marah es el siguiente grado de revelación profética. Este tipo de visión debe ser entendida en un doble sentido o que se da a su vez en dos niveles: (A) La visión que ocurre durante el sueño (Halon = ~Alßx), que es el caso para muchos profetas y a profetas reyes como Salomón (1 R 3:5) y también para revelaciones especiales a personas como Amalek (Gn 20:3-8) o Nabucodonosor (Dn 2 y 4). Y si tomamos en cuenta Nm 12:6 y lo comparamos con 1 R 3:5, es claro que algunas de las “apariciones” de Hashem a Abraham se dieron en sueños en los siguientes pesukim: Gn 12:1-3 (compare con Hch 7:2,3), Gn 12:7, Gn 15:12-16. En el caso de Yaacob por ejemplo citado en Gn 46:2 nos habla de “visiones de noche”, lo que naturalmente es una Marah es del tipo Halon. (B) El segundo tipo de Marah es cuando el receptor de la visión cae en estado de trance como resultado que la “mano de Hashem viene sobre él” como en el caso del profeta Ezequiel (Ez 8:1). El ejemplo más representativo de un profeta en estado de trance es del profeta Balaam. Si leemos en hebreo la experiencia de Balaam en Nm 24:4,16, encontraremos que los

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pesukim 4 y 16 la palabra que se tradujo para visión es Majetzah ( ;), y si entendemos que esta palabra designa precisamente una visión en estado de trance, y luego leemos en hebreo la visión dada Abraham en Gn 15:1-9 en donde también se usa la misma palabra Majetzah, entonces podemos concluir que esta particular visión dada a Abraham ocurrió en circunstancias similares; es decir, en estado de trance; una experiencia en la cual la “mano de Hashem” se posa sobre el profeta (ve Ez 8:1). Note que la palabra Mahetzah sólo aparece en la Torá en estos dos pesukim. También aparece en Ez 13.7. Por tanto, aquí tenemos un nivel de revelación profética al que podemos llamar Marah del tipo Majetzah. Esta información nos permite organizar las revelaciones de Hashem de la siguiente: 1. Mareh, revelación “panim el panim”. 2. Marah del tipo Halon (sueños) y Marah del tipo Majetzah (estado de trance) Si deseamos establecer niveles o grados de revelación, creo que podríamos ordenarlo de la siguiente manera: 1. Mareh, revelación “panim el panim”. La revelación superior. 2. Marah del tipo Majetzah (estado de trance). Revelación Marah superior. 3. Marah del tipo Halon (sueños). Revelación Marah inferior.

Con esta clasificación preliminar avancemos un poco más a fin de considerar otras revelaciones importantes. Notemos que, antes que se diera el decreto de Hashem para distinguir la revelación dada a Moisés del resto de los profetas, tenemos que tomar en cuenta que también Abraham, y quien es el primero en ser llamado profeta en la Torá (Gn 20:7), tuvo revelaciones en las que escuchó la voz de Hashem. Algunas de esas revelaciones fueron Marah del tipo Halon y por lo menos otra Marah del tipo Majetzah, como ya mencionamos. Si leemos atentamente el relato de la “aparición” de Hashem en Gn 17:1-22, notamos varios detalles que muestran lo siguiente. En primer lugar, en ese entero pesukim tenemos dos

13 revelaciones de Hashem: (1) Gn 17:1-14, profecía en la que se da la instrucción de la circuncisión y (2) Gn 17:15-22, profecía en la que reafirma la profecía de un hijo. Note que, en ambas revelaciones Abraham escucha la voz de Hashem postrado y atemorizado. En segundo lugar, si bien es cierto que Abraham estaba atemorizado y postrado también de Gn 17:17 es claro que, no estaba en estado de trance sino que estaba totalmente consciente ya que el pasuk nos dice: “Entonces Abraham se postró, y se rió, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara de noventa años ha de concebir?”. Este caso cae en un nivel intermedio entre los dos anteriores, porque Abraham aun cuando está consciente no está hablando “cara a cara” con Hashem “como habla cualquiera a su compañero” para ser un Mareh en sentido estricto, ni tampoco está dormido ni en estado de trance para ser una Marah. Siguiendo con la revelaciones de Hashem a Abraham tenemos otro caso excepcional en Gn 18, en donde, si se observa desde el pasuk 13 en adelante, especialmente también 16 al 33, se establece una conversación entre Hashem y Abraham. Pero del relato se puede ver que es uno de los personajes -de los tres que vinieron a visitar a Abraham (Gn 18:2)- a quien Moisés, el redactor de este episodio, al que le atribuye la conversación; los otros dos eran ángeles que se fueron a hacer juicio a Sodoma y Gomorra (Gn 19:1). En este episodio, es claro que este personaje habla en nombre de Hashem como si fuera Hashem. No es difícil ver que se trata del Angel de Hashem, ya que según se la revelación dada posteriormente a Moisés este Angel o Malaj lleva el Nombre de Hashem (Ex 23:20-22) y, por tanto, puede hablar en su Nombre como si fuera Hashem. Aun más, según se puede ver de la conversación que tuvo Abraham con su siervo Eliécer, cuando le daba instrucciones para buscar esposa para Yitzjak, Abraham tenía conocimiento acerca del carácter del Ángel de Hashem (Gn 24:7). En el contexto de lo que venimos hablando concluimos lo siguiente: En la revelación de Hashem a Abraham, puesto que en Gn 18:1 se nos dice claramente que Hashem apareció a Abraham, tenemos entonces otro nivel de revelación profética: Hashem habla por intermedio de un mensajero especial. Este tipo de revelación se hace cuando Abraham está en pleno uso de sus facultades, en estado de vigilia y, podríamos decir, que se trata efectivamente de una revelación profética del tipo Mareh inferior a la de Moisés. Pudiendo entonces hablar Hashem con Abraham, por intermedio del Ángel, se podría decir que Abraham habló con Hashem “panim el panim” como habla cualquiera a su amigo. Y por ello, la tradición judía llama a Abraham “amigo de Hashem”, tradición que quedó registrada en 2 Cr 20:7 en tiempos del rey Josafat, así lo confirma el propio Hashem en una revelación al profeta Isaías (Is 41:8), testimonio que también se encuentra en los tiempos apostólicos según lo escribe Santiago (St 2:23). Por último, la experiencia de Yaacob relatada en Gn 32:22-30, en donde Yaacob tiene una trifulca con el Ángel de Hashem, también es una revelación similar a la de Abraham. (Ver por favor la revelación adicional que hace Hashem de la experiencia de Yaacob en Oseas 12:4). Casos parecidos los encontramos en Ex 3:2-6; Josué 5:13-15, Jueces 13, etc. No tenemos tiempo, ni tampoco es el momento para hacer collares y examinar con detalle la figura y el rol del Ángel de Hashem, lo importante ahora es que, con toda esta información, el nuevo esquema de los niveles de revelación profética sería así:

14 1. 2. 3. 4. 5.

Mareh, nivel superior (Moisés) Mareh, nivel intermedio (Abraham postrado escuchando a Hashem (Gn 18:17)). Mareh, nivel inferior: Conversaciones con el Ángel de Hashem. Marah del tipo Majetzah. Nivel superior (estado de trance). Marah del tipo Halon. Nivel inferior (estado onírico, sueño).

 Aparte de estas formas de revelaciones, tenemos otra en la que el profeta recibe una visión (Marah) pero no hay una revelación directa de la Voz o de la Palabra de Hashem o una visión de su gloria, sino más bien la visión consiste de “enigmas” o apariciones de ángeles o ambas inclusive. Esta forma de visión sería una Marah de nivel inferior a la Marah en donde se revela Hashem. Ejemplo típico de esta Marah son algunas de las visiones del profeta Daniel.  Todavía tenemos otro tipo de revelación que se da en estado de vigilia y en este tipo de revelación aparecen ángeles que interaccionan con los seres humanos sin que estos se desmayen. En este caso, podemos decir, que los ángeles “velan su gloria” para no espantar a los mortales. Ejemplo: Abraham y Yaacob vieron ángeles (Gn 18 y Gn 32:1), también la virgen Miriam (Lc 6:26-37), el sacerdote Zacarías, padre de Juan el bautista, (Gn 1:8-22), Pedro (Hch 12:6-9). Note que Pedro pensaba que se trataba de una Marah o visión. Con toda esta información a la mano es válido hacer las siguientes preguntas: 1. ¿Dónde queda la Ruaj Ha-Kodesh en todo esto? 2. ¿Cómo entender la declaración de Rav Shaul respecto a su visión si fue en cuerpo o fuera del cuerpo? Estas preguntas las intentaremos contestar en la próxima Lección de Torá. Finalmente, a la luz de esta clasificación podemos entender las razones por las cuales los sabios judíos hablan de la Torá de Moisés como la percepción profética obtenida por medio de una lente clara, y, al resto de los profetas, se les llama profetas menores porque ellos perciben las visiones con una lente más oscura. Es decir, su revelación profética no es tan clara y precisa como fue la de Moisés. De allí que Rav Shaul afirmara: “Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos, mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará…Ahora vemos por medio de una lente, oscuramente, entonces veremos cara a cara (panim el panim)” (1 Co 13:9-12). Nota: La palabra hebrea Mareh aparece 29 veces en la Tanaj y en muchos de esos pesukim no significa visión como en los pesukim considerados en esta Lección. Algunos ejemplos pueden ayudar a ver que esta palabra se puede traducir como aspecto, vista, apariencia: Gn 12:11; 24:16; 29:17; 39:6; 1 Sm 17:42; 2 Sm 11:2; Is 53:2; Ez 1:28. En Ez 1:28 la palabra Mareh aparece 2 veces y en la RV-60 es traducida como “aspecto” en un caso y como “visión” en otro. Dos casos interesantes se muestran en Ex 25:9,40 en donde es Mareh es traducida como “mostrar” y “viste” respectivamente. Ello es similar a Ez 40:4.

!Azàx'

Hay otra palabra hebrea que también se traduce como “visión”: Jatzon ( ), aparece por primera vez en 1 Sm 3:1; en Is 1:1, Jr 14:14; 23:16; Lam 2:9; en el libro del profeta Daniel hasta el 8:15; y también en 8:26; 9:21,23,24. En Ez 12:22,23,24, etc. Y es un término genérico para designar una revelación de cualquier tipo.

15 Lección No. 6

HASHEM CORTA UN PACTO CON ABRAM; En esta Lección estudiaremos la manera como hace Pacto Hashem con Abraham y también su significado literal y alegórico. 1. La idea semítica de “cortar un pacto” La palabra cortar como una referencia a un sacrificio de sangre, pasando en medio de las partes “cortadas” y “pisoteando” la sangre de los sacrificios como señal del compromiso. Pactos cortados en otros pesukim (Jr 34:18,17) 2. El Pacto entre Hashem y Abraham La Torá nos dice en (Gn 15:7-21). “7Y le dijo: Yo soy el Eterno, que te saqué de Ur Kasdim, para darte esta tierra para heredarla. 8Y contestó (Abram): Mi Señor, el Eterno, ¿en qué sabré que la heredaré? 9Entonces (el Eterno) le dijo: Trae para mí tres becerras ( 10

hl'gä >[,), tres cabras (z[eî), tres carneros (lyIa), una tórtola (rto) y un palomino (lz")Ag).

Y (Abram) tomó para El todos éstos, los partió por el medio, y colocó cada pedazo enfrente del

correspondiente. Pero el ave (

rPoàci) no partió.

11

Entonces bajó el ave de rapiña sobre los cadáveres, pero las

12

ahuyentaba Abram. Y aconteció que a la puesta del sol, un sopor cayó sobre Abram. Y he aquí que un terror de una gran oscuridad se apoderó de él. 13Entonces dijo el Eterno a Abram: haz de saber que peregrina será tu descendencia en una tierra ajena; los esclavizarán y los harán sufrir (durante) cuatrocientos años. 14Pero también a la nación que los esclavizarán, Yo la juzgaré. Después de esto saldrán con una riqueza grande. 15 Mientras que tú, vendrás a tus padres en paz; serás enterrado en buena vejez. 16Y a la cuarta generación volverá aquí; porque no llegará a su colmo el pecado del amorí hasta entonces. 17Sucedió que cuando el sol se puso y hubo oscuridad, que he aquí un horno humeante y una antorcha de fuego pasaba entre los trozos aquellos. (

18

En aquel día concertó (

tr;óK)' el Eterno con Abram un pacto diciendo: A tu descendencia daré

yTit;’n") esta tierra, desde el río de Egipto, hasta el gran río Éufrates, 20

19

(la tierra de) de kení, el kenizí, y el

21

kadmoní; el jití, el perizí, y los refaim, el emorí, el kenaaní, el guirgashí y el yebusí” Notas: 

tv,L,êvmu .

El término meshuleshet ( ) significa “tres” (ver Ez 42:6). Los sacrificios aquí mencionados se refieren a los holocaustos de Lv. 1. Y la becerra es mencionada en Dt 21:3-6; 1 Sm 16:2. El término GOZEIL (

lz")Ag), es para referirse a un pichón (Dt 32:11). Para el judaísmo

los sacrificios son, en líneas generales HUKIM, aunque algunos rabinos en el Talmud enseñaron que podrían ser una alusión a los sufrimientos del Mesías.

 Sopor (hm'ÞDer>t); , un sueño profundo.  Cuarta generación: Judá, Peretz, Jetzro y Caleb.  Algunos principios de la Torá: (1) El castigo de Egipto (Ex 18:11), “porque hablaron

Wdßz"

orgullosamente ( ) contra ellos”. Por ello serán igualmente castigados los moradores de Canaan. (2) Hasta que el pecado de un pueblo no llegue a su clímax Hashem no los vomita de la tierra prometida (Lv 20:22,23). Así pasó con los sodomitas que sus pecados habían llegado al cielo (Gn 19:20,21), así pasó con Babilonia (Jr 51:9), y así pasó con el propio Israel, y así pasará con la Babilonia de los tiempos finales (Ap 18:5).

 Concertó o hizo es Karat (tr;óK'). Hashem entra en pacto con los hombres en los términos de la costumbre semítica para hacer pactos. La promesa es traducida como “daré” pero en el hebreo está en pasado: Dí o natati (

yTit;’n").

16 Lección No. 7 CONOCIENDO LA TORÁ Esta Lección es una breve introducción a las dos extraordinarias revelaciones contenidas en el capítulo 17 del libro de Génesis. Este estudio previo a esas revelaciones es importante porque contiene un conjunto de conceptos hebreos importantes que ayudan a definir el carácter esencialmente único de la Torá y del pensamiento judío que fue construido y modelado en base a ella, y por si fuera poco, nos ayuda a esclarecer el pensamiento judío-mesiánico del llamado Nuevo Testamento.

Vamos a leer enteramente el capítulo 17 de Génesis, y antes de comentarlo vamos a intentar aclarar algunos detalles interesantes que aparecen allí. 1. Afirmamos que se trata de dos revelaciones porque cada vez que se manifestó Hashem, Abram se postró con el rostro en tierra (Gn 17:3 y Gn 17:17) y en esa posición recibió promesas y profecía. 2. En Gn 17:22 aparece una expresión que vamos a colocar en varias versiones:  Reyna-Valera 60: “Acabó de hablar con él, y subió Dios de estar con Abraham”.  Nueva Versión Internacional: “Cuando Dios terminó de hablar con Abraham, se retiró de su presencia”  Edición Katz: “Acabó de hablar con él, y subió Dios de sobre Abraham”. La expresión literal “de sobre” viene del hebreo Meal (l[;Þme), y aunque no tenga mucho sentido en español en hebreo comunica la idea que Hashem había descendido y posado sobre Abraham para darle promesas y profecía y, al terminar de darlas Hashem sube de Abraham. Pero, ¿de qué manera debemos entender que Hashem baja o sube? Para el pensamiento judío esta expresión “y subió Dios de sobre Abraham” significa que la Ruaj Ha-Kodesh -o Espíritu de Dios- que se había posado sobre Abraham para una revelación especial ahora finaliza con la revelación. Haciendo collar con “reposar o descender el Espíritu” encontramos: Nm 11:25,26; 1 Sm 10:611; Is 11:2; Is 61:10. 3. En la primera revelación Hashem habla sobre sí mismo de la siguiente manera:  Reyna-Valera 60: “Yo soy el Dios Todopoderoso”.  Nueva Versión Internacional: “Yo soy el Dios Todopoderoso”.  Edición Katz: “Yo soy Dios, el Omnipotente”

yD;êv; laeä-ynIa

 Texto hebreo: Any El-Shaday ( ]) La expresión El-Shaday aparece también en Gn 28:3; 35:11; 43:14; 48:3; 49:25; Ex 6:3; Nm 24:4,16; y en otros lugares de la Torá. Para algunos sabios judíos como Rashi la expresión El-Shaday significa “el que es suficiente”; es decir, es decir, que Él posee la existencia y la vida por sí mismo, que es auto-suficiente. Otro sabio medieval, Rabbí Abraham Ibn Ezra, afirma que éste nombre hebreo proviene de la raíz shodeid, cuyo significado es: “el victorioso y vencedor sobre las huestes del cielo”. Para Ramban, el Najmánides, esta debe ser la interpretación correcta porque El-Shaday representa el atributo de poder a través del cual Hashem conduce a este mundo.

17 4. En ese mismo pasuk de Gn 17:1 dice: “encamínate delante Mí y sé íntegro”. Una traducción más literal del texto hebreo sería así: “encamínate hacia mi rostro y serás completo (perfecto, íntegro = ~ymi(t')”. La promesa aquí está en futuro imperfecto lo cual da una idea de crecimiento continuo, por tanto, la idea que este pasuk trasmite es la de progreso espiritual, ya que en la medida que avancemos en el camino o en los caminos de Hashem y hacia su rostro, nuestro carácter se perfeccionará, es decir, se hará cada vez más completo. El mismo principio está expresado en el Salmo 1:1, en donde la palabra hebrea Ashrei (yrev.(a;) expresa la idea de progreso hacia una meta. Todo esto queda muy recogido en el siguiente proverbio: “…la senda de los justos es como la luz de la aurora que va en aumento hasta que se establezca el día” (Pr 4:18). Es en este sentido de progreso espiritual debe entenderse la siguiente declaración: “Perfecto serás con el Eterno tu Dios” (Dt 18:13). Como hemos venido hablando, seguir el camino de Hashem conduce a nuestro crecimiento espiritual perfección del carácter. En Noé vemos vinculada la idea de camino con lo elevado de su carácter moral (Gn 6:9).

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Por otro lado, la idea de camino ( ,) es muy importante en la Torá y en el pensamiento judío en general. De la influencia espiritual de Abraham, Hashem dijo: “Porque yo sé que mandará y a su casa después de sí, que guarden el camino de Hashem, haciendo justicia y juicio…” (Gn 18:19). La idea de camino o caminos resume o contiene la idea de todas las instrucciones dadas por Hashem a los Patriarcas y especialmente a Moisés, es decir, Mitzvot, Mishpatim y Hukim. Por ello, cuando Israel cae en la apostasía idolátrica del becerro de oro en monte Sinai, Hashem declara: “Pronto se han apartado del camino que yo les mandé” (Ex 32:8) Hasta ahora hemos recurrido al nivel Derash para interpretar la Torá. Vamos ahora al nivel Remez. El pensamiento judío ha entendido que la Torá es y contiene las instrucciones a ser obedecidas, es decir, es el camino que nos conduce en santidad y crecimiento espiritual a Hashem. No obstante esta verdad, cuando apareció el Mesías en la persona de Yeshua, éste se declaró por encima de la Torá y se constituyó a sí mismo como el único y verdadero camino a Hashem, es decir, el Padre desde la perspectiva mesiánica. Así El declaró: “Yo soy el camino, la verdad y la vida y nadie viene al Padre sino por mi”. (Jn 14:6). Con esta declaración no está aniquilando la Torá, todo lo contrario, le está dando su recta interpretación. Ahora Yeshua Ha-Mashiaj es la Torá viviente, El es el Camino, quien por medio de su persona y obra nos abrió una esperanza de libertad hacia el Padre. Por esta razón a los discípulos de Yeshua se les llamaba la gente del Camino (Hch 9:2; 22:4; 24:14,22). De manera pues, que, al conocerle y andar en El, transitamos por una senda de crecimiento y perfección espiritual que nos lleva al Padre, y junto con ello, a la salvación y a la vida eterna. ¡Baruj Hashem! Si ya la Torá no es ya el camino al Padre, sino el Mesías y la interpretación que El hace de la Torá, la pregunta es: ¿Qué hacemos con la Torá?. Rav Shaul, a pesar de su perspectiva mesiánica, entiende que la Torá no ha sido aniquilada, ahora puede verse en una nueva luz, sin velo alguno, y, en esta nueva dimensión sigue teniendo un papel importante en el crecimiento espiritual del creyente, porque sencillamente de la Torá emana el testimonio del Mesías y su autoridad para engrandecerla (Dt 18:18,19, Is 42:21), y además, correctamente entendida y aplicada a la comunidad mesiánica contribuye notablemente al crecimiento espiritual de sus miembros. Así dice Rav Shaul: “14

Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; 15y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. 16Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 17a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Tm 3:14-17).

18 La otra pregunta importante a formularse es la siguiente: Si Yeshua es el camino al Padre, ¿cuál es el papel de la Ruaj Ha-Kodesh en todo esto? Con esto presentaré una breve discusión sobre la Ruaj Ha-Kodesh. Es a partir de la perspectiva judío-mesiánica abierta por Yeshua y continuada principalmente por Rav Shaul, se puede ver en los evangelios y en las cartas de Rav Shaul una comprensión y un desarrollo de lo que es o podría ser la Ruaj Ha-Kodesh o Espíritu de Dios y su rol en la comunidad de fe. Entre esos roles de la Ruaj Ha-Kodesh están los siguientes: convencer al mundo de juicio, justicia y pecado, dirigir la comunidad de fe, impartir dones a los hombres para su crecimiento espiritual y para la edificación de la comunidad de fe, etc. De hecho, en la Torá y en los profetas no es muy claro que es la Ruaj Ha-Kodesh o cuál es su rol. El peso de la evidencia textual recae sobre Dios, su poder y su misericordia, y secundariamente sobre el papel del Mesías, y temas relacionados con Israel y su redención final. Esta carencia, y el velo que el Judaísmo rabínico tiene al leer la Torá, ha conducido al Judaísmo rabínico a dos errores fundamentales: (1) Exagerar el rol de la Torá en la salvación de los hombres y (2) presentar un papel limitado a la obra de la Ruaj Hakodesh. Con respecto al segundo punto, para el Judaísmo rabínico el papel de la Ruaj Ha-Kodesh está limitado a la revelación profética. Y no sólo eso, sino que además tal revelación es considerada inferior a la revelación de Moisés dada “cara a cara”. Debido a ello, y no estando consciente del rol importantísimo de la Ruaj Ha-Kodesh en cuanto a convencernos de pecado, llevarnos al arrepentimiento, darnos un nuevo nacimiento, habilitarnos para vivir una vida nueva en crecimiento espiritual, etc., para el pensamiento rabínico la Torá ha venido a cumplir ese papel. Estos aspecto pueden verse en la discusión que tuvo Yeshua con Nicodemo; este sabio rabínico no tenía idea acerca del significado del nuevo nacimiento y del rol de la Ruaj Ha-Kodesh en este nuevo nacimiento (Jn 3:1-15). A ello se le suma, que el Judaísmo rabínico no ha desarrollado la idea de la naturaleza pecaminosa del hombre, es decir, que está permanentemente inclinado al mal. Todo ello ha contribuido a forjar dentro del Judaísmo, desde antes de los tiempos de Yeshua, una salvación por el esfuerzo humano. Es decir, el Judaísmo propone una santidad y una salvación por medio de la escrupulosa observancia de la Torá escrita y de la Torá oral (la tradición), lo que fue enfáticamente negada y refutada por Rav Shaul en su epístola a los Gálatas. Rav Shaul resume la concepción judía de la Torá cuando afirmó: “He aquí tú tienes sobrenombre de judío, y te apoyas en la Torá, y te glorías en Dios, y conoces su voluntad, e instruido por la Torá apruebas lo mejor, y confías en que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas, maestro de los niños, que tienes en la Torá la forma de la ciencia y la verdad” (Rm 2:17-20). Esta idea permanece hasta hoy. Pero el pensamiento rabínico ha exagerado ese rol importante de la Torá al punto que ella y el sostenido esfuerzo humano usurpan el papel que la Ruaj Ha-Kodesh tienen desde la perspectiva judío-mesiánica. Como ejemplo, note la declaración de Maimónides, el Rambam, un sabio medieval: “La Torá también ha tenido por fin dominar nuestras pasiones y nuestros apetitos, tornarnos amables, suaves y dóciles, inspirarnos costumbres puras y santas. La Torá recomienda la limpieza exterior, pero ésta ocupa el segundo lugar, después de la purificación de las ideas, de las costumbres y las acciones. Entre otros fines, la Torá también tuvo el de hacer reprimir y despreciar nuestros apetitos, restringirlos en todo lo posible, de manera de satisfacerlo sólo en lo que fuera necesario…” (Maimónides, Guía de los Perplejos, XXXIII).

19 5. Los últimos comentarios tienen que ver con los cambios de nombre. En Gn 17:5 se le cambia el nombre a Abram por el de Abraham. Abram, viene de una contracción de dos palabras hebreas: Ab, padre, y Aram, del pueblo arameo de donde provenía Abram. Así que su nombre original era Padre del pueblo arameo, y no Padre enaltecido como traducen erróneamente algunas versiones españolas. El nuevo nombre Abraham si significa Padre de multitudes. También se le cambió el nombre a Saray que significa “mi princesa” a “princesa”. Estos cambios de nombres no son casuales, dentro del pensamiento hebreo el nombre de un personaje importante bíblico tiene contenido profético.

En virtud de ello, sugiero hacer collares con: 1. Con los cambios de nombres y buscar significados en esos cambios 2. Con los nombres dados antes de nacer

20 Lección No. 8: LA CIRCUNSICIÓN COMO SEÑAL DEL PACTO CORTADO En esta Lección estudiaremos las dos revelaciones dadas a Abram en el capítulo 17 del libro de Génesis, pero enfocaremos nuestro interés principalmente en la primera revelación en donde Hashem le da Abram la circuncisión como señal de Pacto (Gn 17:1-14) que había cortado previamente (Gn 15:1-21) y completaremos este estudio con los detalles que se dan en la segunda revelación (Gn 17:15-22), la cual tiene que ver con bendiciones para la esposa de Abram, para el hijo que iban a tener, y para Ismael que era el hijo que ya tenía y, que para esa fecha tenía 13 años. Preliminares históricos: ¿Era la circuncisión un rito original del pueblo de Israel que tuvo su origen en experiencia de Abraham? No se tiene testimonio preciso del inicio y extensión de la circuncisión entre los pueblos del antiguo Oriente. Esta práctica es mencionada en algunos relieves de piedra de los monumentos de Egipto que han sido datados como realizados en el tercer milenio a.C. Según parece era un ritual practicado por los sacerdotes egipcios y también se encuentra en muchas tribus africanas como un ritual de iniciación al matrimonio. Según la Torá parece que todos los cananeos eran incircuncisos: por lo menos lo eran los filisteos (1 Sm 18:25-27, Jue 14:3), y también lo eran los hombres de Shejem, quienes fueron obligados a circuncidarse por causa del prometido matrimonio con Dina, la hija de Yaacob (Gn 34:13-24). Antes de empezar esta Lección es importante tener claro que estas dos revelaciones que aparecen en el capítulo 17 de Génesis forman una unidad o bloque profético con la promesa inicial de Hashem de dar la tierra de Canaán a Abraham y a su simiente (Gn 12:7). Y para entenderlas es necesario estudiarlas juntas, sólo así podemos estar en una mejor condición para extraer sus significados salvíficos y mesiánicos. Es decir, la tierra prometida fue dada –a Abraham y a su simiente- por medio de una declaración de la Palabra de Dios (Gn 12:7), luego, Hashem condesciende con Abraham y corta un Pacto con él a la usanza de los pactos antiguos semitas-ésta sería la segunda fase del Pacto- (Gn 15:1-21), y tercero, establece la circuncisión como señal del Pacto (Gn 17:1-22). Vamos a leer la Torá en el pasuk de Gn 17:2-14

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“2Y haré ( ) mi pacto (ytiÞyrIb.) entre Yo y tu... 4Yo, he aquí, mi pacto es contigo, y serás padre de multitud de naciones. 7Y levantaré mi pacto entre Yo y tu, y entre Yo y tu simiente después de ti, para tus generaciones, por pacto eterno; para ser para ti Elokim y para tu simiente después de ti… 9 Dijo Elokim a Abraham: Y tu a mi pacto guardarás (rm::v:), tú y tu simiente después de ti para sus generaciones… 10Este es mi pacto, que guardarán entre Yo y ustedes, entre Yo y tu simiente después de ti: que circunciden ustedes a todo varón. 11Circuncidarán la carne de vuestro prepucio, y será por señal (tAa) del pacto entre Yo y ustedes. 12De edad de ocho días será circuncidado entre ustedes todo varón, para sus generaciones; el nacido en casa y el comprado con plata, de todo hijo de extranjero que no es tu descendencia. 13Habrás de circuncidar al nacido de tu casa, y al comprado con tu plata. Será mi pacto en vuestra carne por pacto eterno (~l'(A[). 14Pero el incircunciso, un varón que no ha circuncidado la carne de su prepucio, se cortará esa vida de su pueblo, porque a mi pacto renegó”. Vamos a proceder a hacer la lectura de este pasuk a nivel peshat y, cuando fuere necesario acudiremos a nivel derash. El nivel o significado alegórico de la circuncisión lo estudiaremos en esta Lección de Torá.

21  Note en primer lugar, que no se trata de cortar un pacto sino más bien levantar, crear o establecer una señal del pacto previamente cortado en Gn 15:1-21.  Note que la expresión “he aquí, mi pacto es contigo” en Gn 17:4. ¿Qué quiere decirnos Hashem con la palabra “contigo”. Haciendo collar vemos que esa expresión es similar en significado a los siguientes pesukim: (1) “He aquí, yo estoy contigo” de Gn 28:15 en referencia a una promesa de protección para Yaacob, (2) “Y El dijo, ciertamente, yo estaré contigo” de Ex 3:12 en referencia a una promesa de guiar a Moisés, (3) “Mi presencia irá contigo” de Ex 33:14 en referencia a una promesa de seguir guiando a Israel después de la apostasía del becerro dorado (4) “Y Hashem va delante de ti, el estará contigo y no te dejará, ni desamparará, no temas ni te intimides” de Dt 31:8, cuando Moisés, nombrando como sucesor a Josué, le declara la compañía permanente de Hashem, (5) “Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, también estaré contigo; no te dejaré, ni desampararé… Hashem tu Elokim estará contigo donde quiera que vayas” de Js 1:5,9; promesa de Hashem a Josué, (6) Otros versos parecidos se encuentran en Jue 6:16; 1 Sm 20:13; Sal 139:18; Is 41:10-13; Is 43:2; Jr 15:20; Jr 30:11; (7) Y en el Nuevo Testamento encontramos en una promesa dada a Rav Shaul en la ciudad de Corinto: “… yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal..” (Hch 18:10). Que lección aprendemos con este collar: A nivel individual y personal aprendemos que Hashem nos guía, nos protege, nos ayuda, no nos va a dejar o a desamparar, que no hay que temer, nadie nos derrotará, ni nadie nos dañará. Pero a nivel grupal, como pueblo, también recibimos bendiciones similares: (1) En la oración del rey Salomón le pidió a Hashem: “Este con nosotros Hashem nuestro Elokim, como estuvo con nuestros padres, y no nos desampare ni nos deje. Incline nuestro corazón hacia él, para que andemos en todos sus caminos…, los cuales mandó a nuestros padres” (1 R 8:57,58). (2) En la bendición del Angel a Miriam que Yeshua sería Imanu-El que significa “Dios con nosotros” (lae( WnM'î[i) (Mt 1:21-23). (3) Bendición que fue ratificada Yeshua mismo: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt 28:20). (4) Por ello en fe declaramos: “Si Dios es con nosotros, ¿Quién contra nosotros?”

La señal del pacto y la Ruaj Hakodesh Para el pensamiento judío, aunque la circuncisión es entendida como el ritual por medio del cual el individuo se une al pueblo de Israel, lo cierto es, que en su esencia, la circuncisión –según Rashi explica -es el acto por medio del cual Dios se une a su pueblo. Pero es Moisés quien le atribuye a la circuncisión un significado a nivel remez: es símbolo de un corazón nuevo dispuesto a amar a Hashem: “Circuncidará el Eterno, tu Dios, a tu corazón y al corazón de tu descendencia, para que ames al Eterno, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma para que vivas” (Dt 30:6). También tenemos una expresión parecida en la que muestra que el pecador es visto como si tuviera un corazón incircunciso (Lv 26:41). A partir de allí en adelante la Torá y los profetas hablarían de los incircuncisos para referirse a los pecadores, ya sean paganos que no han entrado en Pacto (Gn 34:14) o a los propios hebreos que, aun circundados, estaban alejados de los caminos de Hashem (Ex 6:12; Jr 6:10; 9:25). Este uso a nivel Remez, como veremos en otra Lección, sería usado por Rav Shaul para hablar del nuevo nacimiento. Pero esta interpretación fue dada originalmente por Yeshua a Nicodemo (Jn 3:1-12). Rav Shaul interpreta el significado oculto de la circuncisión como una alegoría del nuevo nacimiento en Romanos 2: “28Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; 29sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios”

Esto significa que, la presencia de la Ruaj Hakodesh en los corazones de los creyentes es una señal de haber aceptado el pacto cortado, es decir, de haber nacido de nuevo por creer en el sacrificio de Yeshua para el perdón de los pecados.

22 Características del pato La revelación de (Gn 17:1-14) viene a completar la revelación del pacto cortado entre las parte en la revelación de Gn 15:1-21. Por tanto, el Pacto, globalmente entendido tiene dos partes: una promesa y una señal de la promesa dada. Es decir, se establece una promesa por medio de un pacto cortado y se da la circuncisión, en la carne humana, como señal que se ha hecho una promesa. ¿Podemos encontrar algo similar en la Torá? La respuesta es sí. En tiempos de Noé Hashem había establecido un pacto y una señal del pacto según se encuentra en Gn 9: 9-17: 1. El pacto era entre Hashem y todo ser viviente 2. No exterminar la vida con aguas de un diluvio 3. El arco en las nubes es la señal del pacto 4. Aunque vengan nubes se dejará ver su arco entonces Hashem se acordará de su pacto Sobre esta base y lo que expresa el pasuk que estamos considerando, las características que distinguen al Pacto son las siguientes: Primera característica: Es un Pacto entre Hashem y Abraham, y entre Hashem y su simiente o hijo de la promesa (Yitzjak): “Y levantaré mi pacto entre Yo y tu, y entre Yo y tu simiente después de ti” (Gn 12:7). Note dos cosas: La primera a nivel Peshat, al incluir en esta mención a la simiente prometida, Hashem dirige la atención a Abraham que en ese Pacto no está incluido Ishmael. De hecho, Abraham pensó que Ishmael estaba incluido (Gn 17:18), por esta causa Hashem en la segunda revelación le aclara que Ishmael no tiene nada que ver con el Pacto que ha cortado y le promete una bendición especial para este hijo que vino según la carne (Gn 17:20). El Pacto es con su simiente prometida como también lo recalcó en esa segunda revelación (Gn 17:19-21). Por ello, más adelante dice la Torá: “… porque en Itsjac será llamada para ti descendencia” (Gn 21:12). Por tanto, la primera característica del Pacto (y de la señal del Pacto) es que se celebra entre Hashem y Abraham y, que luego sería confirmada entre Hashem y la simiente de Abraham (Gn 17:19). La tradición judía rabínica limita este texto a una simple interpretación a nivel Peshat, y cree que esa lectura es correcta por dos razones: (1) Porque efectivamente esta promesa hecha a los Padres se cumplió cuando entraron a Canaán (Ex 32:13), (2) Dado la creencia en la resurrección de los muertos, la tierra de Israel va a ser posesión de Abraham en el Olam Habá o mundo venidero, por cuanto murió sin recibir la promesa (ver Gn 35:12). De hecho, toda la tierra será de la descendencia de Abraham y Yerushalaim será el centro de adoración del planeta tierra. Esta interpretación es correcta, porque a nivel Peshat, la estructura hebrea del tiempo futuro indica que es una promesa que se ha cumplir en el mundo venidero. Pero aquí también se puede hacer una lectura a nivel Remez, pues como veremos en la próxima Lección, la simiente de Abraham que habla la Torá es Yeshua Ha-Mashiaj, según la interpretación que ofrece Rav Shaul en Gál 3:16. La segunda característica del pacto es el establecimiento de una señal en el cuerpo, en este caso la circuncisión como señal distintiva del Pacto. Tenemos aquí dos aspectos que necesitamos discutir brevemente: (a) la señal y (b) la circuncisión. Con respecto a la señal, diremos que es una señal interior a diferencia de la Noé que era exterior y tampoco era en el cuerpo. Si hacemos collar con señal (tAa) para el pueblo hebreo encontramos otra señal y que es, en cierto sentido, una señal externa: la del shabbat (Ex 31:13) la cual es una señal de la santificación para Israel y, al igual que la circuncisión recae el transgresor sobre la pena de ser cortado por Hashem en algún tipo de juicio (Ex 31:14). Pero la pregunta de qué Pacto era el shabbat una señal, según parece era la señal del Pacto que Hashem celebró con Adán en el huerto del Edén. ¿De dónde sabemos que Hashem celebró un Pacto con Adán? Así lo declara Oseas: “más ellos, cual Adán, traspasaron mi pacto” (Os 6:7). También encontramos que la sangre del cordero sobre el interior de los dinteles de las puertas de las casas de los israelitas era un señal para Hashem para que no fueran muertos por el Angel Exterminador (Ex 12:13).

23 Con respecto a la circuncisión surge una pregunta: ¿por qué Hashem escoge el ritual de la circuncisión como señal distintiva de su Pacto? En el caso del pacto entre Hashem y Noé podemos encontrar una conexión lógica entre las aguas y el arco iris, y en el caso del pacto entre Hashem y Adán tenemos también al shabbat como un aspecto lógico, pero, ¿pero qué clase de conexión podemos encontrar entre el Pacto cortado y la circuncisión? La única conexión es la sangre que se derrama, no obstante ello no ofrece en sí misma una explicación, porque cualquier otra cortadura en alguna parte del cuerpo también hubiese producido sangre. Los rabinos han propuesto varias explicaciones para la circuncisión, pero no hay un acuerdo unánime y en este sentido la circuncisión es una instrucción del tipo hukim. La tercera característica del Pacto es que hay que guardarlo. La palabra hebrea que traducimos

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como “guardar” es Shamar ( :) y significa tener bajo custodia algo que no es de uno. Se trata aquí, en primer lugar, de hacer todo lo posible por preservar ese rito. La tradición judía, hasta el día de hoy lo ha preservado. La cuarta característica es que se hace al octavo día para los israelitas y a cualquier edad adulta para el prosélito que desee convertirse a la fe hebrea. Note que el Pacto si bien es exclusivo en la línea de la descendencia de Yitzjak, también incluye a los extranjeros. Es decir, a los paganos o goyim, también se le extiende la gracia y la cobertura del Pacto (ver Ex 12:43-49 compare con Is 56:17). Todos aquellos extranjeros que proclamen su fe en el Pacto cortado están obligados, de otro modo serán cortados. Además, la circuncisión es un requisito esencial para participar del ritual de Pesaj o Pascua (Ex 12:48), lo cual tiene profundas implicaciones salvíficas y mesiánicas. La quinta característica es que es eterno (~l'(A[) según Gn 17:13. Esto significa, en primer lugar que el Pacto cortado es eterno en el sentido que quedará como un testimonio de la manera como Hashem le entregó la tierra prometida a Abraham. Y el hecho que la Torá diga que sea eterno significa sin lugar a dudas que ha de hacerse siempre. Si ello es así, ¿por qué Rav Shaul enseña que ya no debemos circuncidarnos? ¿Contradice Rav Shaul a la Torá como pensaron los adversarios de su tiempo? ¿O será que la circuncisión llegó a su fin con la venida del Mesías como lo afirma la tradición cristiana? Si ello es así, ¿cómo entender la afirmación de Yeshua en Mt 5:17,18?. Por último, la Torá nos habla de las consecuencias de no circuncidarse: “Y el varón incircunciso, el

que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de su pueblo; ha violado mi pacto” (Gn 17:14). En primer lugar, este pasuk nos dice claramente que permanecer en estado de circuncisión es violar el pacto cortado entre el Eterno y Abraham. Es decir, es una rebeldía no aceptar el hecho que Hashem le ha prometido a Abraham y a su simiente la tierra de Canaán. En segundo lugar, la Torá anuncia un juicio contra la persona que se niega a circuncidarse: “será cortada”. La palabra karet, es usada en la Torá para anunciar un juicio divino e implica que la persona morirá bajo la acción directa del Eterno, y también que no participará del mundo venidero. Haciendo collar con karet En la Torá encontramos otras clases de juicios del tipo karet: (1) para personas que comen pan con levadura en Pesaj (Ex 12:15,19), (2) por violar el shabbat (Ex 31:14), (3) por comer los sacrificios de paz estando inmundo (Lv 7:20,21), (4) por no afligirse en Yom Kippur (Lv 23:29), etc.

24 Lección No. 9

EL SIGNIFICADO MESIÁNICO DEL PACTO CORTADO Parte I: Las interpretaciones judías En esta Lección abordaremos el pacto cortado entre Hashem y Abram (Gn 15:7-21) que ya estudiamos en las tres lecciones previas, pero ahora buscaremos arribar a su significado mesiánico desde las diferentes visiones que han surgido en el Judaísmo. En esta Lección examinaremos la conexión entre “la simiente de la mujer” de Gn 3:15 y la simiente de Abraham. Aquí veremos el conflicto de interpretación entre el Judaísmo rabínico y Judaísmo mesiánico expresado por el pensamiento de Rav Shaul. En la Lección mostraremos que en efecto la Biblia tiene un código, pero esto código sólo puede ser descubierto y descifrado con la ayuda de la hermenéutica rabínica y, por supuesto, con Ruaj Hakodesh. Este código fue descubierto y descifrado por Yeshua el Mesías, de allí en adelante, principalmente con Rav Shaul, ese código está a nuestra disposición para aprehender el misterio del reino de los cielos. En Gn 15:18-21 dice: “18En aquel día concertó ( (

tr;óK)' el Eterno con Abram un pacto diciendo: A tu simiente (^[]r.z:l) daré

yTitn; ") esta tierra, desde el río de Egipto, hasta el gran río Éufrates,

19

(la tierra de) de kení, el kenizí, y el

kadmoní; 20el jití, el perizí, y los refaim, 21el emorí, el kenaaní, el guirgashí y el yebusí”

De acuerdo con la literatura judía, la “simiente” de la cual habla aquí este pasuk es toda la descendencia de Yitzjak, es decir, los hijos de Israel. Esta interpretación estaba muy clara ya en el primer siglo de nuestra era y se revela en la disputa de algunos judíos con Yeshua cuando le dicen: “Nuestro padre es Abraham” (Jn 8:39). Por tanto, el pueblo de Israel y luego el Judaísmo rabínico entiende que, por medio de ese Pacto cortado entre Hashem y Abraham, la tierra de Canaán les será entregada a los hijos de Israel (Gn 15:18). Ya que se entiende a nivel peshah que la palabra hebrea “simiente”, Tzera ([r;z-ab'(c-. rf;). La palabra Sar que traducimos como Comandante también puede traducirse como jefe o general como en 2 Sm 2:8 (ab'Þc'-rf;). La palabra hebrea para “príncipe” es Nagid ( ) como en 2 Sm 7:8 cuando habla que David es Príncipe sobre la casa de Israel.

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La pegunta es: ¿a cuál ejército se refiere aquí? La palabra Seba o ejército, o su plural ejércitos, Sebaot, también traducida como hueste o huestes, puede referirse a (1) a las estrellas (Gn 2:1; Is 40:26), (2) a ejércitos humanos ya sean israelitas (Ex 6:26) o de las naciones (Gn 21:22); (3) a los ángeles (Sal 103:21; 148:2; comparar Dn 8:10 con Ap 12:4). De aquí podemos concluir que, el Ángel del Eterno es el comandante o jefe de los ángeles de Dios. Y si hacemos collar con Sar, es decir, Comandante, encontramos un pasuk bien interesante en Daniel 12:1 que nos dice: “En aquel tiempo se levantará Miguel el gran comandante (lAdG"h; rF:åh; laek'ymi) que está de parte de los hijos de tu pueblo..”.

46 Es decir, Miguel es El Sar Hagadol, El Gran Comandante. Este pasuk, muy similar al de Josué 5:13,14 nos lleva a concluir, que el Ángel del Eterno no sólo es el Comandante de los ángeles de Hashem, sino que además su nombre es Mija-El, que significa ¿quién como Dios? Es una revelación del Nombre sagrado en su atributo de misericordia. Ahora note lo siguiente: En la Septuaginta, griego tradujeron el pasaje de Daniel 12:1 de la manera siguiente: Miguel el mayor o más grande de los ángeles (a;ggeloj o` me,gaj), que también se puede traducir como arcángel, justo como lo hace Judas 9: “Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo por el cuerpo de Moisés”. Por tanto, arcángel en Judas 9 es la traducción de la expresión hebrea El Sar hagadol (lAdG"h; rF:åh;), con ello, se confirma una vez más que, efectivamente, que el Ángel del Eterno, Miguel, es el Arcángel, el Jefe Supremo, el Comandante de los ángeles de Hashem. Lo sorprendente, es que Rav Shaul nos dice acerca de la segunda venida de Yeshua: “Porque el Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel, y con shofar de Dios, descenderá del cielo…” (1 Ts 4:16). ¿Significa esto que Yeshua es el Ángel del Eterno que veló por Israel, lo sacó de Egipto con prodigios y maravillas, lo condujo por el espantoso desierto por cuarenta años y lo introdujo en la tierra prometida, y que además es el Jefe Supremo de todos los ángeles y su Nombre antes de hacerse hombre era Mija-El? Si es así, entonces podemos elevar nuestro nivel de comprensión de las palabras de Yeshua: “toda la Escritura da testimonio de mi”.

En conclusión, entonces tenemos los siguientes casos: (1) el Ángel del Eterno se aparece y el relato dice que habla Hashem, (2) El Ángel del Eterno aparece con los atributos de Hashem, (3) estas dos situaciones aparecen juntas en las dos pesukim de Gn 18:16-22 y Gn 18:23-33 en donde Moisés nos dice que Abraham está hablando con el Eterno, pero en realidad está hablando con el Ángel del Eterno, y habla como Hashem y con la autoridad de Hashem porque el Ángel de Hashem tiene el Nombre de Hashem (Ex 23:21). Y, si el Ángel del Eterno es Yeshua, no sería extraño porque Él también lleva el Nombre de Hashem y llamará su Nombre: Inmanu-El, “Dios con nosotros”. Baruj Hashem!!

______ Nota: Hashem de los ejércitos (1 Sm 1:3,11; 4:4; 15:2; 17:45; 2 Sm 5:10; 6:2;18; 7:26,27; Salmo 24:10; 46;7,12; Is 1:9,24; 6:3; 31:5; 47:4; 48:2; 51:15; 54:5;)

47 Lección No. 14: LOS VISITANTES CELESTIALES Y LA BENDICIÓN DE LA HOSPITALIDAD En las tres Lecciones anteriores realizamos una investigación detallada a lo largo de toda la Escritura con el objeto de identificar el tercer ángel que habla con Abraham como si fuera Hashem. Como resultado de recurrir al hebreo de la Tanaj y a la aplicación de las reglas rabínicas para interpretar la Torá, llegamos a la conclusión que ese misterioso tercer ángel es el Ángel del Eterno y, además que, ese Ángel del Eterno es Yeshua, nuestro amado Mesías, antes de llegar a participar de la naturaleza humana y de nacer como hombre entre nosotros. De allí es claro, que, efectivamente, toda la Escritura da testimonio de Yeshua (Juan 5:39). En esta Lección y en la siguiente nos vamos a avocar a estudiar las dos porciones de Gen 18 que dejamos pendiente. Es decir, Gn 18:1-15 que trata sobre la aparición de tres personajes celestiales y sobre el anuncio del nacimiento del nacimiento de un hijo para Saray, y Gn 18:16-33 que trata sobre la intercesión de Abraham quien intenta evitar la destrucción de Sodoma y Gomorra sobre la base de que pueden haber en esas ciudades personas justas que sufrirían por causa de los impíos. En ambos grupos de pesukim es el Ángel del Eterno el personaje con quien Abraham mantiene una conversación. Esta Lección estará concentrada solamente en los primeros quince pesukim de Gn 18. Leamos de nuevo Gn 18:1-15. Estos pesukim tienen dos partes bien diferenciadas: en la primera se muestra la generosa hospitalidad de Abraham a tres extraños personajes y en la segunda el Ángel del Eterno le anuncia a Abraham que tendrá un hijo. Esta revelación ocurrió en una arboleda llamada Mamre y, según la tradición judía era para el día 15 de Nissan, la fecha de marzo o abril, época para la cual se celebraría posteriormente Pesaj. Primera parte: La revelación de Hashem y la hospitalidad de Abraham. En Gn 18:1-8 se nos dice que “Hashem se le apareció a Abraham” y también se narra un episodio en la que vemos las acciones solícitas y generosas de Abraham a favor de unos desconocidos. Por lo que ya estudiamos, en cuanto a las revelaciones proféticas, aquí se trata de una revelación de Hashem por medio de ángeles y, en ese sentido la Torá dice que “Se le apareció a él el Eterno” (18:1). Es decir, nuestros sentidos no están habilitados para ver a los ángeles, sin embargo, en este caso, como en muchos otros, Abraham fue habilitado sobrenaturalmente para ver aquellos tres seres celestiales. Esto fue estudiado en la Lección No. 12 (Ver 1 Reyes 6:15-17 y Nm 22:31). Note que el pasuk no dice directamente que esos tres personajes vinieron a visitarle, aunque esto se desprende del relato de Moisés que nos dice que Hashem se le apareció a Abraham. Es decir, era la intención de estos tres personajes acercarse a la tienda donde moraba Abraham porque ellos eran portadores de una revelación muy especial. ¿Cuál es principio que se activa de aquí y que es una constante en los propósitos del Eterno? Es el siguiente: “Porque no hará nada Hashem el Señor, sin que revela su secreto a sus siervos los profetas” (Amós 3:7). La Torá dice que ellos se detuvieron a cierta distancia delante de Abraham y que Abraham cuando los vio corrió a buscarlos y los invitó a su casa. Pero note que en este episodio tenemos una prueba para Abraham: Estos ángeles con apariencia humana estaban parados a cierta distancia delante de Abraham y él estaba sentado tranquilamente en su tienda.

48 Muy bien, Abraham pudo haber sido indiferente ante aquellos varones, pero impulsado por su generosidad viendo que aquellos varones estaban recibiendo la insolación del mediodía y él estaba en la sombra bajo su tienda (Gn 18:1) en la arboleda de Mamre, tuvo misericordia de aquellos extraños caminantes, y por esta razón, cuando Abraham los ve, les invita a venir al lugar de los árboles en donde estaba situada su tienda, y en donde la temperatura de aquel mediodía era mucho menor. En ese instante Abraham no sabía que esos tres personajes eran ángeles del Eterno. De aquí podemos entender el pasuk de Hebreos 13:1,2 que nos dice: “Permanezca el amor fraternal, no os olvidéis de la hospitalidad porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles”. Igual pasó con Lot, sobrino de Abraham (Gn 19). La generosidad de Abraham no termina con invitarlos a la sombra de su tienda, les dice además: “Será tomado un poco de agua, se lavarán vuestros pies y descansarán debajo del árbol –que estaba cerca de su tienda- tomaré una hogaza de pan y reconfortarán vuestros corazones, después pasarán, ya que pasaron delante su siervo” (Gn 18:1-5). Luego le da instrucciones a Sara e Ishmael colaboró en la preparación de los alimentos (Gn 6-8). Pero note el siguiente detalle, Abraham simplemente ofrece a sus visitantes “una hogaza de pan” (Gn 18:5), pero si leemos con cuidado las instrucciones dadas a Sara nos damos cuenta que mandó a preparar pan y a sacrificar un ternero tierno, y además les ofreció mantequilla y leche (Gn 18:6-8). Los sabios judíos, al examinar estos pasajes y percibir el contraste entre lo que dijo Abraham y lo que realmente hizo llegan a la siguiente conclusión en cuanto a las buenos obras de los justos: “los justos hablan poco y hacen mucho” (Talmud Bava Metzía 87a). De la experiencia de Abraham y de los comentarios de nuestros sabios podemos extraer una lección importante que deberíamos aprender, no sólo por causa de la humildad, sino también para no quedar mal, porque podríamos prometer mucho y hacer muy poco. La tradición judía dice que estas acciones de Abraham le hacían digno de ser el padre espiritual de toda la humanidad. De hecho, si se le había prometido y profetizado a Abraham que él iba a ser una bendición para todas las naciones, entonces él pensó bendecir a estos extraños caminantes al menos con la berajah de la hospitalidad. Y el fruto que recogió de esa hospitalidad concedida fue la berajah de la promesa del tiempo de nacimiento de un hijo de Sara y el privilegio de interceder ante el Eterno por el destino de otros hombres justos. Igual experiencia de hospitalidad tenemos en el caso de Lot (Gn 19:1-3), quien insistió en alojar en su casa a dos visitantes extraños, no conociendo que eran ángeles del Eterno. Pero tenemos un ejemplo extraordinario sobre una experiencia de la hospitalidad judía que tuvo la bendición de recibir, no ángeles, sino al Mesías mismo. En Lc 24:13-35 se narra la aparición de Yeshua a dos discípulos en el camino de Emaús, si miramos los pesukim desde el 24:28 en adelante leemos: “28Llegaron a la aldea a donde iban, y él hizo como que iba más lejos. 29Mas ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos. 30Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. 31Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista. 32Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras? 33Y levantándose en la misma hora, volvieron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos, 34que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón. 35Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan”

49 La bendición de hospedar a un extraño trajo a su vez la bendición de que el Mesías llegara a un hogar que necesitaba consuelo y esperanza. Quisiera expandir un poco estas experiencias y buscar un significado más allá del nivel derash. En una de la visiones del libro de Apocalipsis se le muestra a Yeshua llamando a la puerta, como si fuese un extraño visitante: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, cenaré con él, y él conmigo” (Ap. 3:20). Sin entrar en detalles, a nivel remez, es muy claro el significado de esta declaración del Mesías. Si aceptamos que sea nuestro huésped, es decir, de recibirle como Mesías y Salvador, se nos dará la bendición de disfrutar con Él la cena de Pascua en el mundo venidero, tal cual se la prometió a sus discípulos cuando dijo: “!Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca! Porque os digo que no la comeré más hasta que se cumpla en el reino de Dios” (Lc 22:15,15). Ahora bien, sobre la base de la experiencia de Abraham y de los discípulos del camino de Emaús, y el consejo que se nos da en Hebreos 13:1,2 que debemos practicar la hospitalidad con desconocidos, no sólo por hacerles un bien sino porque podrían ser ángeles enviados a nosotros con revelación, entonces, ¿deberíamos practicar la hospitalidad con los desconocidos hoy día? Dada las condiciones actuales en la que se encuentra nuestro mundo tenemos serias dudas y tal vez una rotunda negativa a practicar la hospitalidad con extraños, lo cual nos puede crear un serio conflicto de conciencia entre el deber bíblico y la cruda realidad de la vida moderna. Sin embargo, Yeshua nos da una luz al respecto: Hablando de estos tiempos postreros nos dice: “y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mt 24:12). Es decir, la experiencia de la vida nos ha enseñado a refrenar nuestra buena voluntad de bendecir a otros con la hospitalidad, aun con aquellos que uno conoce. Por lo que tenemos una buena excusa en no dispensar esta bendición a extraños, con el pesar de que pudieran ser buenas personas o simplemente ángeles. Hashem sabrá perdonarnos. Segunda parte: La revelación del tiempo del nacimiento de Yitzjak En esta parte enfocaremos nuestra atención en Gn 18:9-15. Recordemos que poco antes Abraham recibió la confirmación de la promesa y profecía de tener un hijo con Sara y en esa ocasión Hashem le dio a este hijo el nombre de Yitzjak (Gn 17:19). Ahora, por medio del Ángel del Eterno se le promete el tiempo en el cual nacerá Yitzjak. Recordemos que la tradición judía nos dice que esta revelación ocurrió para el 15 de Nissan, fecha en la cual se celebraría posteriormente Pesaj. El Ángel del Eterno da la siguiente profecía que traduciendo literalmente diría: “He de volver a ti, como en ésta época con vida, por tanto he aquí un hijo tendrá Sara tu mujer” (Gn 18:10). De aquí, se infiere que Yitzjak nació en Pesaj, como mostraremos más adelante. Profecía, que le fue repetida a Abraham un poco más adelante cuando el Ángel del Eterno le revela a Abraham que Sara estaba escondida escuchando y riéndose incrédula de la revelación que iba a tener un hijo (Gn 19:10-14). Recuérdese que los tres visitantes celestiales estaban debajo de un árbol (Gn 18:4) que estaba cerca de la tienda donde Sara estaba escuchando, justo en la puerta de la tienda que estaba detrás del Ángel del Eterno como lo dice Gn 18:10.

50 Recordemos también que la risa incrédula de Sara no es el primer registro de la Torá acerca de la revelación del nacimiento de un hijo de parte de Sara. Ya Abraham se había reído antes cuando también le fue dada la misma profecía: “Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y se rió, y dijo en su corazón, ¿a hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa, ha de concebir?” (Gn 17:17).

Vemos pues, que tanto Abraham como Sara, después de haber pasado 24 años de haber sido dado la promesa de un hijo (Gn 12:7), dudaban que podrían tener un niño; ya que Abraham estaba muy viejo de 99 años y Sara aunque era estéril, tenía 89 años y no menstruaba como lo dice Gn 18:11,12. Por tanto, desde el punto de vista humano, era imposible un embarazo en semejantes condiciones. Sin embargo, el Ángel del Eterno declara: “¿Acaso hay algo imposible para el Eterno?” (Gn 18:14). Esto significaba que Sara recibiría fuerza no sólo para ovular de nuevo sino también para salir embarazada. Justo así dice la Torá en Gn 21:1,2: “Y el Eterno recordó (visitó) a Sara, como había dicho, e hizo el Eterno a Sara como había hablado. Se embarazó y dio a luz Sara para Abraham un hijo en su vejez en la fecha que le había hablado Dios (Elokim)”.

Esto concuerda con la revelación que estamos estudiando: “He de volver a ti, como en ésta época con vida, por tanto he aquí un hijo tendrá Sara tu mujer” (Gn 18:10). Cada vez que el verbo visitar aparece en tiempo pasado como pakad (dq:ïP', visitó) en relación con Hashem significa siempre una revelación del Eterno. Haciendo collar con esta idea encontramos varios pesukim, uno de ellos muy similar al de Gn 21:1,2, y se encuentra en 1 Samuel 2:21: “Y visitó Hashem a Ana, y ella concibió, y dio a luz tres hijos y dos hijas”. Hay otro muy interesante. Una vez que el pueblo de Israel escuchó el testimonio de Moisés acerca de que Hashem se le había revelado con la intención de liberarlos de la esclavitud egipcia, la Torá nos dice que “el pueblo creyó; y oyendo que Hashem había visitado a los hijos de Israel, y que había visto su aflicción, se inclinaron y adoraron” (Éxodo 4:31). Por tanto, cuando Hashem “visita” a Sara con el objeto de que ésta conciba, aunque no haya manifestación extraordinaria alguna, o sueño o visión, entendemos que se trata de una revelación. Este sería un nivel de revelación profética inferior y muy distinta a los que ya hemos estudiado antes, y en este nivel Hashem se manifiesta o se revela concediendo un milagro. Esto significa que, los milagros, como la ovulación y el embarazo de Sara, son una forma de revelación divina en la cual el Eterno interviene alterando el curso ordinario de la vida humana. Este nivel de revelación no hace a Sara una profetisa, simplemente la hace objeto de la misericordia de Hashem. Conclusión En estos pesukim considerados de Gn 18 que por cuatro Lecciones hemos estudiado, contienen poderosas revelaciones de lo divino y de lo humano. De lo divino, sobre la revelación de Hashem por medio de ángeles, y de manera especial la revelación del carácter y función del Ángel del Eterno en el plan de la salvación y su identificación con Yeshua, el Mesías. También nos habla de la consideración y cuidado del Eterno por un par de ancianos, Abraham y Sara, a quienes les concedió el privilegio de tener un hijo en condiciones imposibles y, no suficientemente con ello, los hizo depositarios de su Palabra, y de la promesa del Mesías, en quien serían benditas todas las naciones de la tierra. De lo humano, al ver la fragilidad de la fe Abraham y Sara, pero también su consideración por el otro, por brindar cálida hospitalidad al extraño y desamparado. Las nobles acciones de Abraham le permitieron a él ser reconocido como un Príncipe por los paganos y un anfitrión de ángeles. Por ello, todos los judíos le reconocemos como el Padre de la fe y le llamamos Abraham Avinu.

51 Tercera parte: La intercesión de Abraham por los justos de Sodoma y Gomorra En esta última me gustaría comentar algunos aspectos secundarios de la revelación dada Abraham pero que contienen datos interesantes que pueden contribuir a incrementar nuestro conocimiento de la Torá y de su lengua sagrada. Primer aspecto secundario, pero que nos puede informar acerca de la vitalidad de Abraham es el pasuk que dice que Abraham “corrió” al encuentro de esos personajes (18:2) y otro que dice que se “apresuró” o “fue de prisa” a buscar a Sara (18:6). En este caso, estamos hablando de un hombre de 99 años, quien, según el relato de la Torá lo muestra activo y con fuerza suficiente para realizar esas acciones, las cuales, ya no ejecuta un hombre moderno que ejecuta esa edad. Recuérdese que la vitalidad de Abraham era tan grande que le permitió vivir hasta los 175 años “en buena vejez” como dice la Torá (Gn 25:7,8), a cuya edad vio a Isacc de 75 años y a sus nietos Yaacob y Esaú de 15 años. Tiempo suficiente para transmitir oralmente a dos generaciones las promesas y profecías que le fueron dadas a Abraham. Como anécdota quiero decirles que el hombre de más edad que conozco personalmente es un rabino importante de Yerushalaim que tiene actualmente 98 años, y es rector de una Yeshivah. Sin embargo, necesita un poco de ayuda para levantarse y para sentarse, y cuando camina lo hace lentamente y con la ayuda de sus asistentes. Segundo aspecto secundario, en Gn 18:5 leemos que Abraham dijo a los ángeles: “Tomaré una hogaza de pan y reconfortarán vuestros corazones”. La expresión “sustentad o reconfortad vuestros corazón” es una típica expresión hebrea para referirse a la alimentación que trae alegría al hombre. Y en toda la Tanaj sólo encontramos dos pesukim similares al de Gn 18:5, ellos son: (1) Jueces 19:5: “conforta tu corazón con un bocado de pan” y (2) Salmo 104:15: “el pan que sustenta el corazón del hombre”. Pero la Reyna-Valera de 1960 traduce así: “traeré un bocado de pan, y sustentad vuestro corazón”. Aparece erróneamente en singular “vuestro corazón”. Pero hay algo más importante, la palabra hebrea para corazón es lev (ble), y así aparece en Jueces 19:5 y en el Salmo 104:15 cuando se refiere a los hombres. Sin embargo, cuando se refiere a los ángeles en Gn 18:5 el texto masorético hebreo contiene una letra vav extra en la palabra hebrea para corazón. ¿Qué aprendemos de esta distinción lingüística? Que los ángeles del Eterno son superiores a los seres humanos (Salmo 8:5). Una situación lingüística similar la encontramos en Lv 11:44: “…y seréis santos, porque yo soy santo”. La palabra hebrea kadosh, cuando se refiere al Eterno tiene una letra vav extra, que no tiene la misma palabra kadosh cuando se refiere a los hombres. ¿Qué aprendemos de esta distinción lingüística del texto hebreo? Que la santidad del Eterno es muy superior a la de los hombres, pero que nosotros podemos ser santos en nuestra esfera como Hashem lo es en la suya.

52 Tercer aspecto secundario, es necesario detenernos por un breve momento a comentar el pasuk de Gn 18:8 en donde dice que los ángeles allí presentes comieron los alimentos servidos. Conociendo de la Escritura que los ángeles son “espíritus” (Salmo 104:4) que viene de la palabra hebrea “ruaj”, y sea lo que sea el significado de la palabra “ruaj”, lo cierto es que la naturaleza de ellos no tiene nada que ver con la carne ni con lo material de este mundo. La división radical entre el mundo espiritual y nuestro mundo es planteada claramente por el propio Mesías cuando afirmó: “Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del espíritu, espíritu es” (Juan 3:6). Con esto en mente, formulamos la siguiente pregunta: ¿Comieron estos ángeles que son de naturaleza espiritual los alimentos materiales servidos por Abraham”. La Torá responde en Gn 18:8: “Y ellos comieron”. Tenemos un pasaje similar, justo en el capítulo siguiente, en la ocasión de la visita de los dos ángeles a Lot: “Él les hizo banquete, y panes ácimos horneó, y ellos comieron” (Gn 19:3). Rashi, comentando estos dos pesukim afirma que los ángeles no comieron realmente, ellos fingieron comer para respetar las costumbres de sus anfitriones. El Ramban, que en muchas ocasiones no está de acuerdo con las interpretaciones de Rashi también es de la misma opinión: los ángeles no comieron realmente, sólo fingieron comer. ¿Cómo podemos resolver este asunto nosotros? Y noten que estamos hablando de un detalle secundario en la revelación y nos está metiendo en dificultades de interpretación. Acudamos a una experiencia de Yeshua. Después de su resurrección, los discípulos estaban comentando la experiencia del camino a Emaús y, en ese preciso instante apareció Yeshua y les habló directamente. Lucas 24:41,42 nos dice que: “… como todavía ellos, de gozo no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? Entonces le dieron parte de un pez asado y un panal de miel. Y él lo tomó, y comió delante de ellos”.

A sabiendas que Yeshua, después de su resurrección tenía un cuerpo glorificado, ¿qué podemos decir aquí? ¿Tenía hambre Yeshua? Por supuesto que no. ¿Comió realmente o fingió comer para que los discípulos entraran en confianza? Sea cual sea la respuesta que demos, debemos estar conscientes que este es un asunto secundario que no afecta nuestra salvación y tampoco debe ser una fuente para la división y la controversia. Lo más importante, es considerar lo siguiente, que ya sea un asunto trivial o muy difícil, sabemos en fe que, cuando venga Mashiaj por segunda vez “nos aclarará todas las cosas” (Jn 4:25). ¡Baruj Hashem!

53 Lección No. 15: LA CONCEPCIÓN HEBREA DE LAS PRUEBAS En Génesis 22 encontramos las tres últimas revelaciones dadas por el Eterno a Abraham. En la primera revelación, se le pide a Abraham que ofrezca su hijo en holocausto, lo cual representó una prueba extraordinaria para su fe como creyente, lo que trajo, por supuesto, una profunda aflicción a nuestro Padre Abraham y, también, representó una prueba para su hijo Yitzjak, lo que es poco considerado en la tradición cristiana occidental. Así que no sólo debemos considerar la fe de Abraham sino también la de Yitzjak ante la palabra de su anciano padre. En la segunda revelación el Ángel del Eterno impide el sacrificio de Yitzjak. En la tercera revelación el Ángel del Eterno le reitera las promesas hechas ya por Hashem a Abraham. La lección de hoy la vamos a dividir en dos partes. En la primera parte estableceremos las ideas globales de la prueba de Abraham que nos darán las directrices a seguir para el estudio de la concepción hebrea de la prueba de la fe, y en la segunda parte, haremos una importante distinción entre prueba y tentación que nos ayudará a esclarecer el panorama bíblico. Primera parte: En esta lección y en las siguientes vamos a enfocar nuestra atención en Gn 22:1-14 que nos relata las dos primeras revelaciones y, en donde se nos muestra además la dramática aventura de fe de Abraham Avinu. Leamos entonces Gn 22:1-14, y voy a tomar la lectura desde la popular versión Reina-Valera de 1960 y después les diré porqué. En los dos primeros pesukim observamos dos asuntos importantes. El primero: que Dios prueba a Abraham y el segundo, y es el contenido de la prueba: Hashem le solicita a Abraham que ofrezca su hijo en holocausto. Con respecto al primer punto, y con el objeto de tener una mayor claridad de la experiencia de Abraham, es de suma importancia que nos avoquemos en primera instancia a estudiar el concepto hebreo de la prueba y de la fe con el objeto de conocer mejor por lo que estaba pasando Abraham y así esclarecer la insólita petición de Hashem. Con respecto al segundo punto, la increíble petición del Eterno a Abraham ha sido objeto de mucha controversia y malos entendidos dentro de la tradición cristiana occidental, al punto de que muchos han llegado a pensar que el Dios del Antiguo Testamento es duro y justiciero, muy distinto del Padre misericordioso que se presenta en el Nuevo Testamento. Ya esta ficticia división de las Escrituras hebreas en Antiguo y Nuevo Testamento prepara el camino para una falsa visión de muchos episodios enigmáticos de la Torá. Por lo que es necesario abordar también un breve estudio sobre el carácter del Eterno que, según parece en los pesukim de Gn 22 se pone en entredicho o, por lo menos crea un poco de desasosiego en los creyentes de la Torá como revelación del Eterno. No es difícil ver que la petición del Eterno parece una contradicción a su propia Palabra que condena los sacrificios humanos de los cultos idólatras, los cuales Abraham conocía muy bien. Peor aún, esa petición entraba también contradicción con la promesa del Eterno según la cual la simiente de Abraham, en este caso, Yitzjak, heredaría la tierra de Canaán. Por tanto, Abraham no sólo se enfrentaba a la prueba más dura de su vida: entregar a su hijo amado al holocausto, lo cual la teología occidental ha comentando ampliamente; se enfrentaba además ante el poderoso enigma de cómo las promesas del Eterno para con su hijo se harían realidad si justamente el hijo de la promesa había de morir. En esta prueba Abraham se encontraba en una encrucijada como padre y como creyente. Y he aquí la primera lección que podemos aprender: toda prueba de nuestra fe implica un

54 sufrimiento, la segunda lección es que toda prueba lleva al creyente a un encrucijada, en la que hay que tomar decisiones: seguir fiel a la Palabra del Eterno, confiar que Él puede sostenernos y darnos fuerzas para soportar la prueba y así poder mitigar el sufrimiento de la prueba, o tomar la vía según la carne, la cual también implica un sufrimiento por alejarnos de los caminos del Eterno. Al principio, puede ser sea sencillo evitar la prueba o escapar al sufrimiento que la prueba nos trae, pero tarde o temprano le fracaso ante la prueba también produce sufrimiento, conflictos de conciencia y a veces vergonzosas derrotas. Resumiendo entonces, la prueba de la fe de Abraham contenía tres aspectos importantes: (1) como padre: el sufrimiento que implicaba tener que ofrendar su hijo en holocausto; (2) este mismo sacrificio, contradecía las promesas dadas a Abraham y (3) contradecía su propia Palabra ya que los sacrificios humanos eran unas perversiones de los pueblos paganos. Aquí es pertinente que nos detengamos un momento para una breve reflexión: ¿La Palabra del Eterno se contradice a si misma? Es decir, podemos encontrar en la Torá y en el resto de las Escrituras un pasaje bíblico que contradiga a otro? La respuesta es sí: En primer lugar, si la traducción es correcta y es también parte del texto hebreo entonces tenemos que trabajar a nivel Derash, aplicar una regla de interpretación según la cual si pasuk se contradice con otro debemos buscar un tercer pasuk que los reconcilie y así se restaura la armonía y coherencia de la Palabra del Eterno. En segundo lugar, si no hay manera de resolver la contradicción bíblica es muy seguro que, en efecto, se trate de un enigma cuya revelación ha decretado no darla a conocer según Dt 29:29, o que ese enigma sea esclarecido por el Mesías. Justamente, el Mesías, en su papel como Maestro de la Torá, tenía la responsabilidad de explicar muchas dificultades o pasajes enigmáticos de la Biblia. La mujer samaritana, en conformidad con la tradición judía del Mesías como Maestro de la Torá declaró: “Yo sé que cuando el Mesías venga nos aclarará todas las cosas” (Jn 4:25). Este rol es claro ya desde la profecía de Isaías 42:21: “He aquí vengo a magnificar tu Torá y engrandecerla”. Y eso es precisamente lo que hizo Yeshua según lo podemos leer en Mt 5:17-18. En virtud de todo esto, esta Lección, y en las que siguen, estudiaremos el concepto hebreo de prueba, y una vez que tengamos claro este concepto y cómo está relacionado con el concepto hebreo de fe, estaremos en mejor posición de examinar la experiencia de Abraham y la de su hijo Yitzjak, también veremos como la experiencia de Yitzjak se constituyó en una revelación del Mesías que había de venir, también estudiaremos la extraña petición de Hashem y desde allí examinaremos la concepción hebrea del carácter del Eterno; y también la entrega de Abraham y la solución que encontró al enigma que planteaba la muerte del hijo de la promesa. Antes de comenzar, deseo puntualizar dos asuntos muy importantes que nos ayudarán a esclarecer la concepción hebrea de la prueba y de la fe. En primer lugar, deseo comenzar estableciendo un principio de interpretación rabínico, ya conocido por nosotros y redactado de manera explícita por Rav Shaul en 1 Co 10:11 cuando hablaba de la experiencia de Israel: Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. Es decir, en la Torá, tenemos un conjunto de experiencias: de Abraham, Yitzjak, Yaacob, Moisés y del pueblo de Israel en general, que nos pueden ser muy útiles para comprender los caminos y los propósitos del Eterno. Usando este principio de interpretación, podemos collares con la palabra hebrea para “prueba” y con situaciones de prueba que experimentaron nuestros padres –Abraham, Yitzjak y Yaacob- y también Moisés y el pueblo de Israel, y de allí sacar valiosas lecciones que nos pueden ayudar derivar principios y modelos, no sólo para interpretar la Palabra del Eterno, sino también podemos encontrar principios por los cuales vivir y ejemplos de fe y valor que sirvan de

55 inspiración para nuestras agitadas vidas del mundo moderno de hoy día, que muchas veces es muy hostil a la revelación del Eterno. Todo este está muy bien, pero antes de pasar a la segunda parte de la lección es importante que nos hagamos algunas preguntas que pueden surgir en cualquier momento de nuestras vidas y generalmente pueden ser formuladas por incrédulos o por personas interesadas en la Palabra del Eterno. La pregunta: ¿Por qué Hashem trae pruebas a nuestras vidas? ¿Es que acaso Hashem necesita someternos a prueba para saber si somos fieles o no su Palabra? Por experiencia sabemos que en los sistemas educativos se nos somete a prueba a fin de que nuestros maestros o profesores conozcan lo que hemos aprendido en clases, de manera pues y la evaluación determinará nuestras de nuestros progresos o destrezas, y así también se determina si somos promovidos. Igual pasa en los puestos de trabajo en la industria y en la administración pública: los empleados son promovidos según las habilidades mostradas en muchas pruebas de clasificación de personal. Pero el Eterno lo conoce todo, ¿para qué las pruebas entonces? ¿Cuál es el propósito del Eterno tras las pruebas? Especialmente cuando las pruebas, como ya sabemos, traen sufrimientos sobre nuestras vidas. ¿Es acaso no basta el sufrimiento de la vida misma para que Hashem nos someta a veces a duras pruebas? Estas preguntas, que arrojan sombras de dudas sobre el carácter compasivo del Eterno, necesitamos aclararlas a la luz de la Torá y de la revelación dada por Yeshua y los apóstoles. Segunda parte: La diferencia entre prueba y tentación Debemos establecer ante todo una distinción radical entre prueba y tentación. Para empezar, diremos que la palabra hebrea para prueba es massah, y que aparece en Gn 22:1, pero en muchas biblias españolas es traducida erróneamente como tentación. Por ejemplo, todas las veces que aparece la palabra “tentación” en la Tanaj en la versión Reina-Valera de 1960 viene de la palabra Nasah y en todos estos casos, está mal traducida. Por otro lado, Nasah nada tiene que ver con el concepto occidental según el cual los hombres, en el trabajo o en los sistemas educativos, son sometidos a prueba a fin de quien instruye o dirige pueda conocer sus habilidades en un área particular de la profesión o del nivel de estudio. Dios no ensaya prueba para conocernos, El lo conoce todo, por lo que es necesario e importante acudir al concepto hebreo de prueba a fin de comprender las acciones de Hashem, tanto en la experiencia de Abraham y la del pueblo de Israel y, como ella opera en el plan de la salvación. En el hebreo bíblico no tenemos una palabra exacta para traducirla como “tentación”, pero su concepto puede ser inferido de las experiencias de los personajes bíblicos. La diferencia entre ambas nociones la establece Santiago –o Yaacob, el hermano de Yeshua, Mt 13:55fundamentado en la experiencia de nuestros padres, también en la experiencia del pueblo de Israel y en la de sus líderes notables como el rey David. En Santiago 1:13-15 está escrito: Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios, porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie, sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado, y el pecado siendo consumado, da a luz la muerte. De aquí es claro, un principio: las tentaciones se generan en la mente humana en donde el pecado es concebido y acariciado –lo cual ya de entrada es pecado-, y tienen como resultado la consumación del pecado lo que produce eventualmente la muerte. En cambio, las pruebas son generadas en la mente del Eterno y son traídas al escenario humano con propósitos

56 santos, justos y buenos; los cuales vamos a examinar con algún detenimiento en esta Lección. La prueba y la tentación se generan en mentes distintas, y distintos también son sus frutos. Además, si Dios somete a prueba a los hombres no es por capricho, Él es santo, justo y bueno; ni tampoco porque está ensayando para conocer si el hombre le es fiel o no, ya que Él conoce todo desde el principio hasta el fin. Las pruebas tienen sus propósitos bien definidos en el plan del Eterno como veremos en las Lecciones siguientes. Por ejemplo, David, en una demostración extraordinaria de confianza en Hashem, venció al gigante Goliat –pasó esa prueba-; pero sucumbió ante la tentación que el mismo creó cuando deseó y sedujo a Betsabé. El pueblo de Israel habiendo sido testigo de las maravillas de Hashem en Egipto a su favor pasó la prueba de estar frente al mar de los juncos, y al vencer esta prueba, su fe quedó fortalecida cuando el Eterno partió el mar en dos para que Israel pasara triunfante. Sin embargo, mes y medio después, en el monte Sinai y ante la tardanza de Moisés, su propia impaciencia y su imaginación le ayudaron a crear un dios de metal el cual creyó e hizo pasar por el Eterno mismo. Prueba y fe en la Torá Por otro lado, en la perspectiva hebrea encontramos un principio importante: que la fe del creyente y las pruebas del Eterno están indisolublemente unidas en la experiencia religiosa. Es decir, cuando el creyente está siendo sometido a una prueba en el pensamiento hebreo se dice que lo que está siendo sometido a prueba es nuestra fe, es decir, nuestra confianza en Hashem. Además de ello, el pensamiento hebreo plantea y sugiere que, al margen de lo azaroso y lo difícil de la prueba, y de toda la tribulación que ella genera; debemos experimentar alegría y no ningún tipo de amargura o depresión. Por tanto, desde el enfoque hebreo, no tiene sentido que nuestros labios pregunten con un corazón lleno de amargura: “¿Porque a mí?, ¿porqué el Eterno ha permitido esto? Pero, la pregunta es: ¿cómo tener esa actitud de gozo cuando la prueba trae una aflicción o tribulación sobre nosotros? La Torá, como veremos en un rato, no niega en ningún momento que la prueba de nuestra fe no produzca aflicción sino que nos invita a mirar por encima de esa aflicción y contemplar en ella los propósitos el Eterno; algunos de los cuales no serán revelados en el mundo presente. Es decir, tendremos que esperar hasta las revelaciones que nos traerá el mundo venidero para entender los propósitos del Eterno que estaban detrás de las pruebas que experimentamos en este mundo. Lo cierto es que, esa actitud de gozo ante la prueba que plantea el pensamiento hebreo es debido a que el judío tiene Torá, es decir, versado por la experiencia de los padres, de Moshé y de Israel en la Torá (que mencionamos en 1 Co 10:11) mira a la prueba desde la perspectiva que el Eterno: como parte de un plan de Hashem para nuestras vidas. Estas ideas han quedado magistralmente resumidas por Yaacob, el hermano del Señor: Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Más tenga la paciencia su obra completa, para que seáis maduros y cabales, sin que os falte cosa alguna (Sant 1:2-4). ¿Cuál es el secreto y la clave de todo? No permitir que nuestras lágrimas o amarguras bloqueen la perspectiva sagrada con la que debemos mirar la vida. Nada sucede al azar, Hashem tiene un propósito, que a veces nos percibimos, no obstante, podemos percibir en fe que, cualquiera sea el propósito que el Eterno tenga, al final seremos beneficiados. Si tan sólo estuviéramos estamos conscientes de la perspectiva hebrea de la vida nos podríamos ahorrarnos mucho sufrimientos y hasta vergonzosas derrotas.

57 En estos pesukim de Yaacob encontramos otra enseñanza importante: la prueba de nuestra fe nos hacer crecer, es decir, nos hace madurar en la experiencia espiritual; nos dota de esa paciencia activa que espera en Hashem. Y esto constituyen uno de los propósitos que el Eterno tiene para nosotros, y este es el principio: crecemos espiritualmente en base a las pruebas a las que somos sometidos. Para el judío, pues, las pruebas son situaciones en la cuales el Eterno somete a sus hijos a fin de que ejerzan fe y confianza en Él, de que tenga paciencia, que Él puede brindar una salida oportuna ante una situación determinada en la que nuestras emociones se encuentran en tensión y, en muchas veces, las posibilidades de solución humanas son muy difíciles o imposibles. La prueba de nuestra fe tiene el propósito de fortalecer nuestra confianza en el Eterno y, en la medida que el hombre salga victorioso de ella el carácter del hombre creyente crece a nuevas alturas de fe. ¿Pero cómo nuestra fe en el Eterno se puede fortalecer en medio de las pruebas? Note que la victoria en la prueba de nuestra fe no sólo produce paciencia como afirma Yaacob, nos prepara para otra prueba. Esto lo que nos dice Rav Shaul en Romanos 5:3,4: cuando estemos en medio de la prueba que trae consigo una tribulación debemos estar gozosos -como ya vimos que Yaacob afirma- que, al salir victorioso de ella, produce en nosotros paciencia –como también afirma Yaacob- sino que además esa paciencia produce más prueba y esta a su vez esperanza: también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que las tribulación produce paciencia, y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza. Aquí tenemos que hacer una pregunta: Siendo realistas, ¿es posible experimentar gozo en medio de una prueba? ¿Tenemos ejemplos en la Biblia de ello? La respuesta es sí a ambas preguntas. En las Escrituras hebreas encontramos un buen ejemplo de gozo ante las pruebas muy conocida en la tradición cristiana. Rav Shaul y Silas fueron a Macedonia, siguiendo una visión que tuvo Rav Shaul (Hch 16:6-10), lo cual era un llamado para predicar el evangelio en esa región. Poco tiempo después, estos varones sufren una prueba muy dura: por entorpecer el negocio idolátrico de aquella zona fueron azotados y encarcelados con los pies atrapados por un cepo. No obstante, esa penosa situación, ¿Qué hacían Rav Shaul y Silas? ¿Pensaron que habían tenido un falso llamado y/o se amargaron por el sufrimiento que estaban experimentando? No. La Escritura dice que ellos, a plena medianoche cantaban himnos a Dios (Hch 16:25). Estos varones hebreos estaban conscientes que estaban en medio de una prueba y, educados como estaban en la cultura hebrea asumieron una actitud positiva y gozosa ante la prueba que sufrían. De esa manera, el gozo alivia el sufrimiento y lo hace más llevadero. Esta es una muestra del tipo de madurez y crecimiento espiritual que habla la Palabra del Eterno. En breve, volveré hablar sobre el crecimiento espiritual que la prueba produce en nosotros. Otro ejemplo lo tomamos del Mesías. ¿Qué motivación profunda tuvo Yeshua para asumir y experimentar todo el sufrimiento que narran las Escrituras? Esta es la respuesta: Los sufrimientos del Mesías estuvieron enraizados en el santo regocijo de que tales sufrimientos tendrían como fruto la redención de millones de seres humanos que creyeran en El. Así está escrito en un pasuk de clara alusión mesiánica: Con todo eso, Hashem quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Hashem será en su mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos (Isaías 53:10,11).

58 Por tanto, ya es hora de cambiar la perspectiva tradicional de un Cristo sufrido y cabizbajo colgado todo el tiempo en un crucifijo, por un Mesías judío que, si bien es cierto era un varón de dolores y experimentado en quebrantos, era un hombre lleno de Ruaj Hakodesh que se gozaba que el padecimiento de las pruebas que soportaban traerían el perdón de los pecados y vida eterna a los suyos. Ese gozo animaba su vida y le dio las fuerzas para llevar a cabo la obra de nuestra redención. ¡Baruj Hashem! Como ilustración del gozo que debemos sentir por las pruebas que tenemos, quiero compartir con Uds. una historia que escuché de labios de un rabino amigo mío de Israel. Además, Rav Shaul y Silas tenían enfrente de ellos una visión mesiánica de la vida con la cual el propio Rav Shaul aconsejó a los creyentes de Filipos: Porque a vosotros os he concedido no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él (Filp 4:20). En el pasuk anterior, es decir, en Filp 4:19, tenemos una perla que no pueda dejar de mencionar: el sufrimiento por causa del Eterno y de su Mesías es un signo de nuestra salvación, ¡Baruj Hashem!, más para aquellos que nos persiguen un signo de su perdición, Hashem tenga misericordia de ellos. Para el judío, como puede verse en los escritos de Rav Shaul, y como lo piensa el Judaísmo rabínico de todos los tiempos: no hay reposo en esta vida: una victoria en un área especial de nuestra vida, puede producir un alivio en nosotros, pero a la verdad, según el propósito de Dios para con nosotros, nos prepara para una prueba mayor. Si el hombre fracasa en la prueba, según el propósito del Eterno, es sometido a una prueba similar hasta que el hombre logre superar aquellas situaciones o tendencias que impiden su crecimiento espiritual. Ahora bien, ¿Cuándo por fin tendremos un reposo definitivo? En este mundo nunca, pero nos ha sido revelado que los sufren las tribulaciones y aflicciones de la prueba de la fe tendrán reposo definitivo y absoluto cuando Yeshua se manifieste desde el cielo con los ángeles de su poder (1 Ts 1:7). ¡Baruj Hashem!. En cualquier caso, salir victorioso tanto de la prueba –traída por Hashem a nuestras vidas- o de la tentación –traída por nosotros mismo cuando flaqueamos- tiene como resultado un crecimiento espiritual y, al final del drama de este mundo, la corona de la vida eterna. Esto es lo que nos dice Santiago 1:12, cuyas palabras preferimos tomarla de la Biblia textual: Bienaventurado que soporta la prueba porque cuando salga aprobado recibirá la corona de la vida que prometió a los que le aman. El crecimiento espiritual que encontramos en las Escrituras viene encapsulado en la palabra hebrea ashrei, que significa progreso hacia una meta; y es la que usa Yaacob en el pasuk anteriormente citado y que ha sido traducida erróneamente como “bienaventurado”. Esta misma palabra la usa Yeshua en el sermón del monte y que en occidente se conoce como “las bienaventuranzas”, pero en verdad, el discurso de Yeshua es una ampliación mesiánica y salvífica del Salmo 1, el salmo más importante en la cultura judía. La palabra ashrei, aplicada al caso de los creyentes, tiene que ver con la idea de crecimiento espiritual, en las Biblias españolas se usa la palabra perfección o madurez para hablar este tipo de crecimiento. Es decir, se trata del hecho que el creyente, que pasa y sale victorioso de las pruebas, se perfecciona, es decir, se hace cada vez más maduro; las duras experiencias de las pruebas de su fe le hacen crecer en muchos sentidos: se hace más paciente, más humilde, más considerado y respetuoso con el otro, aprecia mucho mejor los dones y privilegios que el Eterno le ha concedido, etc. Y en ese sentido, se aleja del mundo y de sus vicios.

59 Todo esto significa ashrei, y su concepto queda resumido e ilustrado en la bella metáfora de Pr 4:18: Más la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta el día es perfecto. ¿Y cuándo será el día perfecto? Según un midrash cuando venga el Mesías. ¡Baruj Hashem! El ya vino, y la claridad se hace cada vez mayor hasta el día que aparezca de nuevo con poder y gloria! Desafortunadamente, los traductores tradujeron ashrei al griego como makarios, lo cual significa y es traducido al español como “dichoso” o “bienaventurado”; despojando con ello al término hebreo de su significado original. A la verdad, la traducción de esta palabra ashrei es muy difícil porque, como sucede con una multitud de términos hebreos, no tenemos una palabra equivalentes en otras lenguas que comunique la idea esencial que se quiere transmitir. El resultado de todo esto es que a veces la traducción nos desorienta y nos dificulta escuchar la voz de Dios, en otros casos nos estafa y nos hace escuchar la voz de los hombres. Resumiendo, del estudio del vínculo entre fe y prueba –y las aflicciones que trae consigoencontramos en la Torá dos principios: El primer Principio que puede ser inferido es el siguiente: sólo los hijos del Eterno son sometidos a prueba a fin de perfeccionar o edificar un carácter santo, es decir, hacerlo un tsadik, un hombre justo. Este es el caso de todos aquellos que han nacido de nuevo. ¿Tenemos una prueba bíblica a nivel peshah de este principio derivado a nivel derash? Si, en el Salmo 11:5 está escrito: Hashem prueba al justo. Este principio, por causa de la enseñanza lo podemos llamar “Principio de crecimiento espiritual”. Este principio queda mejor ejemplificado por la vida del Mesías quien fue perfeccionado por medio de muchas aflicciones (Hb 2:10). Y de igual manera nosotros, por kal vahommer, ya por medio de muchas tribulaciones entraremos al reino de los cielos como lo dice Rav Shaul en Hechos 14:22. Y digo por kal vahommer dado que si el Mesías siendo santo, justo y bueno sufrió intensas pruebas de fe a fin de ser perfeccionado cuanto más nosotros que bebemos el pecado como agua. Por tanto, encontramos dos propósitos en las pruebas: (1) nos hace crecer espiritualmente en el mundo presente y (2) nos prepara y nos hace idóneos para el mundo venidero, en donde tendremos unidad los ángeles no caídos y con el Mesías, de quien recibiremos la corona de la vida eterna. Pero las pruebas tienen otro propósito que mencionaré un poco más adelante. Con respecto al Primer Principio todavía podemos añadir otra enseñanza extraída del pueblo de Israel. Esto lo vemos en la experiencia de Israel. Hashem declaró: “Israel es mi primogénito” (Ex 4:22), y cuando revisamos la historia de Israel en la Torá, vemos que desde la liberación de Egipto, pasando por los cuarenta años del desierto, hasta la entrada y permanencia en la tierra prometida, el Eterno sometió a Israel, vez tras vez, a todo tipo de pruebas. Y luego, el fracaso ante la prueba se producía la dolora disciplina. De aquí el principio establecido por el rey Salomón en Proverbios 3:12: Porque Hashem al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere. Por tanto, las pruebas y la disciplina surgen del amor de Hashem para con nosotros, y ambas tienen el mismo propósito: hacernos crecer en santidad. El segundo Principio puede ser formulado a partir del examen de la experiencia de aquellos que no son de la fe, quienes son sometidos a pruebas a fin de que crean; es decir, los hombres incrédulos son llevados a situaciones, algunas de ellas extremas, a fin de que puedan buscar refugio y solución en el Eterno. En este caso, la parábola del hijo pródigo de Lucas 15 ilustra este principio salvífico. Si algunos impíos, o algunas personas decentes pero inconversas no responden al llamado de Hashem en medio del sufrimiento, experimentarán una pérdida y un sufrimiento indecible cuando sean excluidos del mundo venidero.

60 Ya hemos hablado que toda prueba produce aflicción y también de la actitud positiva que debemos asumir ante la aflicción generada por la prueba. Pero según la Torá, tenemos dos tipos de aflicción a las que nos puedan llevar las pruebas: (1) La primera es la aflicción que la prueba misma produce, cuando oramos o lloramos al Eterno para que revele su poder y nos muestre una salida en la circunstancia en la que nos encontramos. Este es precisamente el caso que nos muestra la historia de Israel y de manera particular en la atadura de Yitzjak, en la que fe de Abraham experimentó una prueba terrible. (2) El segundo tipo de aflicción se genera cuando fracasamos ante la prueba, y tomamos una solución “según la carne”, lo cual puede tener consecuencias nefastas. Como ejemplo tenemos el caso de Abraham cuando, de forma egoísta, no sólo se arriesgó a perder a la mujer que amaba, sino además puso el peligro el propósito de Dios para con él, ya que Abraham y Sara tenían la promesa del Eterno. Esto lo hizo un par de veces, una ante el faraón de Egipto y otra ante Abimalek, un príncipe cananeo. Las pruebas también tienen otro propósito: revelarnos lo que hay en nuestro corazón. Esto lo aprendemos de la Torá. Moisés en la frontera de la tierra prometida resumiendo la experiencia de Israel les dice: Recordarás todo el camino por el cual te hizo andar el Eterno, tu Dios, estos cuarenta años, para afligirte a fin de ponerte a prueba para saber lo que hay en tu corazón, si cuidarías sus preceptos o no (Dt 8:2,3). Es decir, la prueba pone de manifiesto la fortaleza de nuestra fe, nos revela cuán débil o fuerte somos y en ese sentido nos advierte acerca de algunas áreas en nuestras vidas que necesitamos mejorar. Hashem es santo, justo y bueno, por lo que en la búsqueda de alcanzar Sus propósitos mediante las pruebas de nuestra fe no nos somete a una prueba que no podamos resistir. La Biblia textual, que tiene una mejor traducción del griego nos dice en 1 Co 10:13,14: No os ha sobrevenido ninguna prueba que no sea humana, pero fiel es Dios, quien no os dejará ser probados más de lo que podéis; antes bien, junto con la prueba proveerá también la salida, para que podáis soportar. Este pasuk es muy claro y muy hermoso. ¡No hay motivos para la queja en medio de la prueba! Hashem en su gracia, si nos pone una prueba es porque tenemos la capacidad para soportarla y punto. ¡Baruj Hashem! Y tenemos como bono que también nos dará una vía de escape! Un ejemplo de que con la prueba Hashem también provee una salida es el caso que nos ocupa. Tan pronto la fe de Abraham salió victoriosa y, liberado de la aflicción recibiendo de vuelta a su hijo, le fue mostrado el cordero para el sacrificio cuyos cuernos estaban enredados en un matorral. El no había visto esa salida, pero Hashem ya la tenía preparada. Finalmente, por medio de las aflicciones y tribulaciones que la prueba trae consigo al corazón del hombre el Eterno busca su bienestar; y eso es lo que nos dice la Torá cuando trae como ejemplo la experiencia de Israel en el desierto. Moisés le dice a Israel que el Eterno lo hizo vagar por el desierto grande y temido, de serpientes ponzoñosas, de alacranes y de sequedad, donde no había agua, que sacó para ti agua de la roca pedernal; que te dio a comer man en el desierto, que no (lo) habían conocido tus padres, para afligirte para probarte, para beneficiarte en tu final (Dt 8:15,16). En concordancia con ese pensamiento Rav Shaul nos dice en Rm 8:28: Y sabemos que a los que aman a Dios todas las cosas ayudan para bien, a los que son llamados conforme a su propósito.

61 Lección No. 16: LA PRUEBA FINAL DE ABRAHAM Y EL CARÁCTER DEL DIOS DE ABRAHAM En la Lección anterior tuvimos que estudiar la concepción hebrea de las pruebas debido a que en Gn 22:1, la Torá nos dice: “Fue después de estas cosas, que Dios probó a Abraham”. Y en esa Lección aprendimos a partir de la historia de Israel y de lo que se nos revela en los escritos de Rav Shaul, Santiago y Pedro que el Eterno tiene varios propósitos con las pruebas que Él coloca sobre nuestras vidas. Por tanto, sea cual sea el tipo de prueba que experimentemos y el sufrimiento que ésta conlleva sabemos que a los que aman a Dios todas las cosas ayudan para bien, a los que son llamados conforme a su propósito (Rm 8:28). Estas son las ideas centrales que debemos mantener en mente cuando en esta Lección examinemos la prueba extraordinaria a la que fue sometida la fe de Abraham ante la insólita petición del Eterno para que ofreciera en holocausto a su hijo Yitzjak. En ese contexto veremos la salida que la fe le mostró a Abraham para sacarlo de la angustia de la eventual muerte de su hijo. Además de ello, nos detendremos a examinar el carácter del Eterno, el cual parece quedar en entredicho, según lo presenta la tradición occidental, con la demanda de la muerte del hijo de Abraham. Veremos además la fe de Yitzjak al depositar confianza en la revelación dada a su padre; y también como esta experiencia de Abraham y su hijo se constituye en un modelo humano para que el Eterno revele la verdad divina del Mesías. Leamos entonces Gn 22:1-19. Este capítulo contiene tres revelaciones y algunas experiencias de Abraham y, lo podemos dividir en varias partes. 1. La primera revelación en Beer Sheva: Hashem le solicita a Abraham que ofrezca a su hijo Yitzjak en holocausto (1,2). 2. Los tres días de angustia de Abraham desde Beer Sheva al monte Moriah (3-5) 3. Abraham e Yitzjak van juntos al monte Moriah (6-8) 4. La fe y la atadura (akeidah) de Yitzjak y la segunda revelación a Abraham por medio del Ángel del Eterno (9-12) 5. El carnero sustituto en el monte de la revelación (13,14) 6. La tercera revelación por medio del Ángel del Eterno (15-19). Primera parte: Hashem prueba a Abraham La tradición oral judía nos cuenta que Abraham fue sometido a diez pruebas, pero la Torá sólo registra algunas de ellas. La primera prueba a la que fue sometida la fe de Abraham fue aquella cuando recibió el llamado de salir de su tierra y de su casa, lo que implicaba abandonar no sólo la tierra de su nacimiento sino también parte importante de su familia, incluso a Najor, uno de sus hermanos. Podemos recordar un par de pruebas que experimentó Abraham que nos muestran sus flaquezas y que nos ayudan a contextualizar la experiencia en el monte Moriah: (1). La fe de Abraham fue sometida a prueba en Egipto a causa de la belleza de Saray, pero recordemos que Abraham antes de entrar a Egipto había hecho un trato con Sará a fin de proteger su vida, es decir, que dijera que era su hermana. Esta astuta salida buscaba proteger egoístamente su vida; y si no hubiese sido por la poderosa intervención del Eterno Abraham hubiese perdido a su esposa y también perdido todas las berajot que el Eterno le otorgó, entre ellas, que por medio de él vendría la simiente prometida, es decir, el Mesías.

62 (2) Luego de esa experiencia terrible, Abraham tuvo revelaciones sorprendentes por medio del Ángel del Eterno, como las que hemos estudiamos en las Lecciones anteriores. Sin embargo, a pesar de ello, vemos que Abraham falla de nuevo cuando Hashem está punto de cumplir su promesa de darle un hijo a Sará, cuando por segunda vez miente respecto de su esposa y Sará es llevada al palacio de Abimelej, rey de Gurar (Gn 20). Y nuevamente el Eterno salva milagrosamente a Sará. Aquí podemos aprender algunas lecciones prácticas. ¿Cuántas veces no hemos comprometido nuestra familia, esposa o tal vez nuestra propia reputación para escapar de alguna responsabilidad que deberíamos haber asumido en fe y con valor? ¿Cuántas veces el Eterno nos salvado de situaciones embarazosas o difíciles en las cuales nos hemos metidos por nuestras flaquezas y falta de fe? Peor aún, ¿cuántas bendiciones habremos perdido por optar por una solución o por camino “según la carne”?. Debemos tener cuidado en no tomar el caso de Abraham como modelo para presumir que: “así como el Eterno salvó dos veces Abraham también a mi me puede salvar”, ya que el Eterno tenía un plan y un propósito específico con Abraham y también tiene uno específico con cada uno de nosotros. Por ello, la Escritura nos instruye a no usar nuestra libertad como una ocasión para la carne (1 P 2:16). Vemos, pues, que Abraham en la práctica parece más interesado en proteger su vida que arriesgarla por causa de esposa. El “Padre de la fe” que fue capaz de obedecer sin duda alguna el llamado de Dios para dejar su familia y su tierra para ir a una tierra extraña, fue totalmente incapaz de preservar la vida de su esposa; lo cual debería ser el don más precioso para un hombre, y especialmente para Abraham, que estando viejo y sin hijos, Sará era la única persona en la que él podía depositar todo su afecto. Estos fracasos de la fe de Abraham nos suministran el contexto apropiado para evaluar la nueva prueba de Abraham: ahora se le pide ofrecer su hijo amado en holocausto. ¿Qué va a hacer esta vez? Si antes no dudó –aunque con dolor- en entregar a su esposa a hombres extranjeros, ¿entregará a su hijo al Eterno o buscará una salida según la carne para evitar el sacrificio requerido? La Torá no nos habla de la profunda angustia que esta prueba causó a Abraham, ya que como padre su corazón estaba ligado a su hijo, especialmente por todas las circunstancias milagrosas que rodearon el nacimiento de Yitzjak, quien para la época tenía 17 años según cuenta la tradición oral judía. Tampoco la Torá nos habla del conflicto que debió haber tenido en la mente Abraham, puesto que, la petición de Hashem estaba en contradicción con dos asuntos de la más capital importancia: (1) que por medio de su hijo Yitzjak se le prometía una gran nación y que había de heredar la tierra prometida. De seguro Abraham se preguntó a sí mismo: ¿cómo el Eterno va cumplir su Palabra si me pide que ofrezca a Yitzjak en holocausto? Pues, vista así las cosas, el Eterno parece contradecirse. (2) La segunda contradicción es la siguiente: Abraham conoce que muchos de los pueblos de su propia tierra y también de Canaán, hundidos en la ignorancia de la idolatría, son capaces de pasar por encima de sus más entrañables afectos por sus hijos y sin duda alguna los ofrecen en sacrificios a sus dioses falsos. Así que, Abraham pudo hacerse otra pregunta: ¿cómo es posible que el Eterno demande un sacrificio similar al de los paganos? Porque se podría preguntar: ¿qué diferencia hay entonces entre el Dios que se me ha aparecido y los dioses de los pueblos idólatras? Porque si los pueblos idólatras se enteran del sacrificio de Yitzjak, ellos serían confirmados en sus abominables sacrificios y Abraham condenado como un falso maestro del Eterno.

63 En resumen, Abraham estaba enfrentando la prueba de su fe más terrible de su vida en áreas distintas: la primera como padre –lo cual ya es bastante serio y doloroso-, y las otras dos como creyente en la Palabra del Eterno, ya que la revelación recibida entraba en contradicción con las enseñanzas del Eterno mismo. Desde el punto de vista humano, podemos decir que Abraham tenía razones para dudar o simplemente no creer en la revelación dada y, de esa manera, escaparse de la petición de ofrecer a su hijo amado en holocausto. Es decir, Abraham pudo haber pensado que la revelación era en realidad una falsa impresión o que el enemigo estaba intentando engañarlo con el objeto de aniquilar a Yitzjak y así no se cumpliera los propósitos del Eterno, los cuales, desde el jardín del Edén, el enemigo viene interfiriendo. Aparte de ello, y por si fuera poco, estaba un drama familiar adicional derivado del hecho de tener que compartir con Sará la nueva y dolorosa revelación que tendrían que entregar al hijo a quien amaban en holocausto. Abraham también pudo pensar: “¿Cómo a reaccionaría Sará ante esta revelación del Eterno?, ¿me apoyaría como los hizo antes o se negaría a entregar a su hijo interfiriendo los propósitos del Eterno y apoyando las dudas razonables que yo tengo como creyente?”. La Torá no dice que Abraham compartió esta revelación con Sará, pero la tradición oral judía nos dice que, efectivamente Abraham no dijo nada a Sará sobre la misteriosa salida al monte Moriah a ofrecer “un holocausto”, pero luego si le relató todo después de la experiencia en ese monte. Y no olvidemos este hecho importante, como creyente, debió sentir vergüenza por sus dos fracasos anteriores: “ya le falle dos veces al Eterno y a mi esposa, ¿le voy a fallar de nuevo? Por tanto, Abraham como padre y como creyente estaba en una situación delicada. ¿Qué hubiera hecho Ud. ante una situación similar? Con todos estos elementos tenemos ya un panorama bastante completo para evaluar la prueba de la fe de Abraham y de los tres días de angustia profunda en la que sumida su corazón. Antes de seguir este drama y mirar su desenlace, dejémoslo en suspenso hasta la próxima Lección y examinemos brevemente el asunto del carácter del Eterno y las contradicciones en su Palabra. Segunda parte: Reivindicando del carácter de Hashem La increíble petición del Eterno a Abraham ha sido objeto de muchas controversias y malos entendidos dentro de la tradición cristiana occidental, al punto de que muchos han llegado a pensar que el Dios del Antiguo Testamento es duro, cruel y justiciero, muy distinto del Padre misericordioso que se presenta en el Nuevo Testamento. Este aparente conflicto de la Escritura debe ser resuelto a fin de reivindicar el carácter del Eterno, quien, tomando modelos humanos, se nos presenta como un padre amante e interesado en nuestro bienestar. En esta parte voy a mostrar que, la duda y hasta la imagen errónea que se puede formar cualquier hombre o mujer acerca del carácter del Eterno con respecto a la demanda del sacrificio de Yitzjak a su padre Abraham tiene su origen aquí, como en otros muchos pesukim, en que el texto hebreo no ha sido traducido apropiadamente a otros idiomas. En otras palabras, las traducciones han comunicado la idea de que Dios le ordenó a Abraham el sacrificio de su hijo y que, el patriarca simplemente obedeció en fe a la orden del Eterno. Voy a citar los dos primeros pesukim de Génesis 22 en varias versiones españolas con el objeto de señalar dos expresiones hebreas que se encuentran allí y que son claves para correcta lectura de la Torá.

64 Reyna-Valera 1960: “1Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. 2Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Yitzjak, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré” Reyna-Valera 1995: “1Aconteció después de estas cosas, que Dios probó a Abraham. Le dijo:—Abraham. Este respondió —Aquí estoy. 2Y Dios le dijo: —Toma ahora a tu hijo, tu único, Yitzjak, a quien amas, vete a tierra de Moriah y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré”. Note que estas dos versiones tienen en común dos expresiones: (1) toma ahora y (2) vete. Leamos otras versiones para ver como traducen estos pesukim y nos vamos a fijar las variantes de estas expresiones. Nueva Versión Internacional: “1Pasado cierto tiempo, Dios puso a prueba a Abraham y le dijo: ¡Abraham!. Aquí estoy –respondió. 2Y Dios le ordenó: Toma ahora a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria” Note que esta expresión es mucho más fuerte: sustituye la correcta traducción: Dios le dijo por la expresión Dios le ordenó. Si esta versión pretende ser una mejora de las de ReynaValera, lo cierto es que contribuye todavía más a desfigurar el carácter de Hashem. Ahora citemos una versión producida por eruditos católicos españoles que fue publicada por Ediciones Paulinas: Edición Paulinas: “1Y aconteció que después de esto quiso Dios probar a Abraham, y le llamó: “!Abraham! ¡Abraham! Este respondió: “Heme aquí”. 2Y Dios le dijo: Toma ahora a tu hijo, el único que tienes, al que tanto amas, Yitzjak, y ve a la región de Moriah…”. Ahora citaré la Torá hebrea-española de la Edición de Katz, traducida y revisada por rabinos y de inmediato veremos una diferencia notable: “1Fue después de estas cosas, que Dios probó a Abraham; y le dijo: “Abraham”. Y contestó (Abraham): “Heme aquí”. 2Y dijo (el Eterno): Toma por favor, a tu hijo, a tu único, que tú amas, a Itsjac, y anda para ti a la tierra de Hamoriyá…” Ya la diferencia salta a la vista y, por supuesto, cambia totalmente el panorama: Las traducciones correctas son: (1) Toma por favor; porque sencillamente comunica la idea de una petición o rogativa divina, la cual se puede declinar; en vez de toma ahora que comunica la idea de una orden divina a la que uno no se puede negar, so pena de castigo. (2) anda para ti que es justo es traducida de “lej lejá” o “vete para ti”, es decir, sal para tu beneficio como ya estudiamos antes y no “vete” que igualmente comunica la idea de orden o mandato divino. Esta fina traducción reivindica el carácter del Eterno por cuanto la solicitud del sacrificio de Yitzjak no es ya una orden a la que hay que obedecer sin excusas, sino más bien una rogativa amorosa de un Dios que conoce las fibras más intimas de los seres humanos que ha creado y de los hijos que ha llamado a la fe. Esta imagen benévola se complementa con la expresión hebrea “lej lejá” o “vete para ti”, la cual es una invitación que nos traerá berajot.

65 Como vemos, el contraste entre las traducciones de los eruditos occidentales y la de los sabios judíos nos brinda no sólo distintas imágenes sobre el carácter del Eterno, en donde la erudición teológica queda mal parada por cierto al brindar una falsa imagen de Hashem, sino que también anuncia el fracaso de toda la sabiduría de la teología moderna, la cual con todo y sus méritos, no ha sido capaz de captar el simple de significado de las expresiones ya comentadas. Este ejemplo es una muestra más y bien patética de los errores que la teología occidental ha caído no sólo por estar desconectada de las raíces hebreas, sino por el orgullo de creer que no necesita de la sabiduría de nuestros sabios rabinos. El punto es que, el Judaísmo rabínico, aunque permanezca en incredulidad a causa de Yeshua, esto no implica que se deba desechar sus escritos y sus consejos, porque no en vano nuestros sabios tienen 3.500 años reflexionando y comentando la Torá del Eterno. Retomando nuestro tema, recuerde que, cuando Abraham recibe el primer llamado para salir se le dice en lengua hebrea: “lej lejá” (Gn 12:1), que traducido es “vete para ti”, es decir, sal para tu beneficio para que recibas bendición. Con esta expresión hebrea Hashem no le estaba ordenando a Abraham, como a veces piensa la tradición occidental, más bien lo estaba invitando a salir de una tierra de idólatras para concederle el beneficio y el don de todas las berajot; y como toda invitación él podía haberse negado. Pero creyó en que el llamado a abandonar a su tierra y a su parentela sería para su beneficio. Es en esta promesa del “vete para ti” de la que se fía Abraham para tomar su decisión. Es decir, la fe hebrea no es un salto a ciegas, no está fundada ni en sentimientos ni en emociones pasajeras, está fundada en la Palabra del Eterno que vive y permanece para siempre. ¡Baruj Hashem! Y este es un punto clave que nos muestra el carácter misericordioso del Eterno que, cuando les hace un llamado particular a los hombres lo hace para beneficiarlos es decir, para bendecirlos. En otras palabras, el Eterno llama a los hombres a un terreno en el que sea propicio derramar sus bendiciones. Cuando el Eterno llama a los hombres a la conversión, podríamos decir, que les dice: “Vete para ti”, sal de mundo y sus vicios para que disfrutes de la bendición del perdón de los pecados y de la vida eterna. ¡Baruj Hashem! Menciono todo esto porque en la prueba de la fe Abraham nuevamente el Eterno usa la expresión “lej lejá”, lo cual implica que, la solicitud de sacrificar a su hijo por dura y difícil que sea, sería para su beneficio, es decir, le traería una bendición. La pregunta es: ¿cuál berajah trajo sobre Abraham? En principio, la paz y el gozo que viene de obedecer la Palabra del Eterno, también la de fortalecer su experiencia personal. Pero hay otra más que veremos más adelante. Ahora bien, en beneficio de la teología occidental es válido formular la siguiente e importante pregunta: ¿por qué se tradujo la palabra hebrea na (an") como ahora en vez de por favor? Otro ejemplo, en la que se debe traducir por favor pero que aparece la traducción ahora está en Genesis 13:8 en Reyna –Valera de 1960: “Entonces Abram dijo a Lot: No haya ahora altercado entre nosotros dos, entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos”. Ello es debido a que los diccionarios occidentales simplemente entienden la palabra hebrea na (an") como una orden o exhortación. Y es por ello, que famosos comentarios como el Comentario Bíblico Beacon intenta explicar el pasuk de Gn 12:1 como una orden o mandato divino. Y luego, comienzan a dar vueltas con argumentos humanos a fin de intentar disminuir la impresión negativa que presenta la traducción que han hecho. Pero el término hebreo na (an"), que aparece 334 en toda la Tanaj, tiene ambos significados, es decir, ahora, y debe entenderse como orden o petición y por favor, y debe entenderse

66 como una rogativa. Pero la propia gramática de la lengua hebrea contiene las reglas para cuando esa palabra debe traducirse bajo la forma ahora o por favor o te ruego; como bien lo explica el Ramban en su comentario a Génesis. Un pasuk interesante es el Salmo 118:3 en donde aparece la palabra na dos veces; este salmo es muy importante porque es invocado por la multitud que aclama la entrada triunfal de Yeshua en Jerusalén (Mateo 21:9). La Edición Stone hebrea-inglés realizada por rabinos ortodoxos traduce las dos veces que aparece na por la expresión por favor. Así dice este pasuk: “Por favor Hashem salva ahora por favor…”. La palabra ahora que allí aparece viene de otra palabra hebrea que nada tiene que ver con na. Es de allí de donde viene la famosa expresión Hosanna que se usa mucho en los ambientes cristianos, y en verdad no es Hosanna sino Hoshia na (aN"+ h['îyvi«Ah) que significa sálvanos por favor. La Biblia textual coloca en Mateo 19:21 como Hosanna, y para completar el error en una nota al pie de página dice: “vocablo mesiánico que significa salva ahora”. El error es doble porque, como ya dije, no significa “salva ahora” sino “salva por favor”; y además porque este Salmo jamás fue considerado como un pasuk mesiánico por los judíos porque para el Judaísmo de todos los tiempos el que salva es Hashem. Es por esta causa que un grupo de fariseos que escuchaban esta aclamación aplicada a Yeshua se molestaron por lo que consideraban una blasfemia y dijeron lo siguiente: “39Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. 40Él, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían” (Lc 19:39,40). Finalmente, en nuestro interés por reivindicar el carácter del Eterno como un Padre misericordioso debemos ahora enfocar nuestra atención en aquellas contradicciones que ya comentamos. Recordemos, la petición del Eterno parece una contradicción a su propia Palabra que condena los sacrificios humanos de los cultos idólatras. Peor aún, esa petición entraba también contradicción con la promesa del Eterno según la cual la simiente de Abraham, en este caso, Yitzjak, heredaría la tierra de Canaán. Por tanto, Abraham no sólo se enfrentaba al quebrantamiento insufrible de entregar a su hijo holocausto, lo cual la teología occidental ha comentando ampliamente; se enfrentaba además ante el poderoso enigma de cómo las promesas del Eterno para con su hijo se harían realidad si justamente el hijo de la promesa había de morir, y además que esta muerte sería de una manera similar a los sacrificios de los cultos idólatras. La pregunta que surge es la siguiente: ¿Es posible que el Eterno se contradiga a sí mismo? Es decir, podemos encontrar en un pasuk de la Torá una declaración del Eterno que en apariencia se contradiga en otro pasuk? Ya conocemos algunos ejemplos en los cuales aparecen en dos pesukim con ciertas incongruencias tales como el aparece en Exodo 33: Moisés hablaba cara a cara con Hashem como cualquiera que habla como un amigo (33:11) pero en 33:20 dice el mismo Moisés que Hashem le dijo: “no podrás ver mi rostro, porque no me verá hombre y vivirá” (33:20). Pero ya conocemos que este conflicto escritural puede ser resuelto a nivel derash. Pero, ¿qué podemos decir acerca de la petición contradictoria de un sacrificio humano en la persona de Yitzjak? Este es el tipo de enigmas o contradicciones bíblicas que no se pueden resolver a nivel derash. Un ejemplo análogo es el episodio de la serpiente de bronce que se encuentra narrado en Nm 21:4-9. Note que Hashem ha declarado su total repudio a toda forma de idolatría y, ahora, el mismo Hashem con el objeto de curar a los hijos de Israel instruye a Moisés a hacer una serpiente de bronce, colocarla sobre una asta y además le dio el mensaje que todo aquel que mirara la serpiente de bronce sería curado de la herida mortal

67 de las serpientes del desierto. Debió ser una enorme sorpresa para el pueblo saber que la única cura era una figura de bronce cuya forma de serpiente constituía en sí misma un símbolo del enemigo desde los tiempos de la tentación y la caída en el jardín del Edén. Tal vez si Moisés hubiese puesto la figura de un cordero hubiese sido más creíble el mensaje de salvación que se esparció por el campamento israelita. En este caso, al igual que Abraham, los hijos de Israel fueron probados por la contradicción, o mejor dicho por una revelación que contradecía revelaciones previas. Contradicción que ponía en duda el carácter de Hashem y el propio ministerio profético de Moisés. Lamentablemente, los que no creyeron en el mensaje murieron, pero los que creyeron, se salvaron pero el enigma quedó en sus mentes casi como un hukim, es decir, Hashem nos ha dado una instrucción enigmática para la cual no dio explicación alguna, simplemente por fe obedeceremos a Hashem confiados en que algún día Él, si así lo desea, nos lo explicará. Es decir, las reglas o middot que la propia Torá suministra no pueden aclarar algunos enigmas de la Torá…Así es el caso de la serpiente y así también pasa con los mensajes contradictorios que encontramos en la revelación de Gn 22 en la experiencia de Abraham. ¿Qué podemos hacer entonces? ¡Baruj Hashem! Nosotros sabemos, basados en la revelación de Isaías 42:21 que cuando el Mesías viniera nos aclararía todas las cosas (Jn 4:25,26). Por tanto, tenemos una clave importante para resolver el enigma que plantea las contradicciones en la revelación dada a Abraham en Gn 22. Esa clave, es la explicación del enigma de la serpiente de broce que le dio Yeshua a Nicodemo: Yeshua interpretó a nivel remez la serpiente de bronce como una alusión a la salvación que daría el Mesías, interpretó aquel episodio contradictorio como un símbolo de sí mismo, que sufriría bajo la maldición del pecado. Y en ese sentido, lo que era una contradicción que ponía en duda el carácter del Eterno, más bien sucede todo lo contrario, en la revelación mesiánica del enigma se muestra el infinito amor del Eterno para todos los hombres (Jn 3:14,15). Esta clave mesiánica nos permitirá abordar con mayor confianza no sólo las contradicciones reales que encontramos en la revelación dada a Abraham, sino también tener confianza que muchos de los enigmas, hukim, etc., que aparezcan en la Torá pueden ser aclarados por el Mesías en la revelación ya dada o en el mundo venidero. En cualquier caso, debemos confiar que a pesar de los propios enigmas y pruebas de la vida, tenemos un Padre que cuida de nosotros, que nos nutre y nos da vida. Por eso dice el Salmo 146:5: “Alabado aquel cuyo ayudador es el Dios de Yaacob, cuya esperanza está en Hashem su Dios”.

68 Lección No. 17: EL CONCEPTO HEBREO DE LA FE Y LA FE DE ABRAHAM

En las dos Lecciones de Torá anteriores aprendimos acerca de la concepción hebrea de las pruebas, también estudiamos la angustia terrible que experimentó Abraham como padre, al solicitársele que ofreciera su hijo en holocausto, y como creyente, porque tal petición contradecía abiertamente la propia Palabra del Eterno no sólo por causa de los sacrificios sino también que Yitzjak la simiente prometida, el heredero de todas las promesas sería ofrecido en holocausto. Estudiamos con cuidado el texto hebreo, y al hacerlo, reivindicamos la imagen del Eterno como un Padre lleno de bondad y misericordia; por cuanto la Torá, por medio de las expresiones “toma, por favor, a tu hijo” y “vete para ti”, es decir, para tu beneficio y bendición, nos revelan el carácter benévolo del Eterno que ruega al hombre y lo invita a seguirle con el objeto de bendecirlo. En esta Lección y en la siguiente vamos a examinar el contenido de las tres revelaciones dadas a Abraham, la fe de Abraham y salida que encontró que le permitió resolver la contradicción en la Palabra del Eterno. De igual modo estudiaremos la fe de Yitzjak y la revelación del Mesías. Pero esta Lección comentaremos sólo los primeros cinco pesukim de este capítulo 22, estudiaremos el concepto hebreo de las pruebas y sobre esa base examinaremos la fe Abraham Avinu. Leamos de nuevo Gn 22:1-19. Las pruebas y la promesa de la bendición de la prueba Estando Abraham en Beer Sheva, disfrutando de una buena vejez en compañía de su esposa y sus dos hijos, Ishmael e Yitzjak, quienes tenían para esa época 30 y 17 años respectivamente, Hashem le sorprende con una revelación inesperada: “Toma, por favor, a tu hijo, a tu único, que tú amas, y vete para ti a la tierra de Moriah, y ofrécelo en holocausto…”. Para empezar digamos que Moriah tiene varios significados: para Rashi significa enseñanza, para Rabbí Eliécer significa temor, para Onkelos significa mirra o incienso. El monte de Moriah, en donde fue atado Yitzjak para el sacrificio, sería el lugar donde se construiría el Templo de Salomón como lo dice 2 Crónicas 3:1. El Salmo 68:17 nos dice que Hashem deseó ese monte para habitar entre los hombres para que le adoraran y por tanto, es de importancia capital para la tradición judía. Pero ahora, por revelación mesiánica sabemos que ni en ese monte ni en cualquier otro monte debemos adorar como nos dice Yeshua en su conversación con la mujer samaritana (Juan 4:20-23). Por lo que no debemos esperar una recontrucción del Templo y sus servicios, como cree el Judaísmo rabínico y algunas corrientes religiosas contemporáneas. Sin embargo, Jerusalén y el monte Moriah tiene una importancia relevante en el estudio de las profecías y del plan de la salvación. Esta revelación es muy similar a la que recibió por primera vez en Ur de los caldeos. Insistiendo sobre lo que ya hemos estudiado previamente note la siguiente secuencia en la petición divina: (1) Hashem hace una rogativa a Abraham por medio de la expresión “por favor”, (2) por medio de la expresión “vete para ti” le anuncia y le promete que será para su beneficio; (3) entonces, hace la petición. En esta secuencia notamos que, sabiendo el Eterno lo duro de la prueba a la que va a someter la fe de Abraham, trata con él con palabras amables y benévolas, ya que la propia expresión “vete para ti” –como le fue dicha por primera vez en Ur de los caldeos- comunicaba la idea de una bendición, aunque ello implicase el hecho de tener que abandonar a su familia y a su tierra; la segunda vez, la de sacrificar a su hijo.

69 Aunque en esta última ocasión Abraham no discernía como tal prueba podría ser una bendición para él. En cualquier caso, en ambas ocasiones, con la expresión “vete para ti”, Hashem no sólo pretende aliviar el sufrimiento del Patriarca, lo cual ya es importante, sino que además esa expresión tiene una carga o contenido profético que sólo se hará claro cuando Abraham confíe en la Palabra que le ha sido revelada. En otras palabras, el Eterno con la prueba está también proveyendo una salida, la cual, aunque no sea clara al principio, lo cierto que es que al declarar que es para nuestro beneficio debemos entender que El vendrá en nuestro auxilio. El gran problema es que, en muchas ocasiones al concentrarnos y deprimirnos por lo duro de la prueba perdemos la perspectiva que el Eterno es justo y bueno y, pero Él no sólo nos dará las fuerzas para resistir la prueba sino que además nos proveerá el oportuno socorro. La Biblia textual, que tiene una mejor traducción del griego nos dice en 1 Co 10:13,14: No os ha sobrevenido ninguna prueba que no sea humana, pero fiel es Dios, quien no os dejará ser probados más de lo que podéis; antes bien, junto con la prueba proveerá también la salida, para que podáis soportar. Al leer la Torá, y muchos otros pesukim de las Escrituras, encontramos una constante: jamás Hashem le dijo a nuestros padres –Abraham, Yitzjak y Yaacob- al Israel del desierto, o David o algunos de los profetas: “Mira, prepárate, te voy a someter a una prueba”. Igual pasa en nuestra experiencia como creyente. Las pruebas simplemente aparecen o nos sorprenden en situaciones cotidianas o extraordinarias de la experiencia humana, pero el creyente guiado por la Torá puede aprender a reconocerlas, y así, puede encontrarse en un terreno ventajoso para ejercer su fe en el Eterno, de que Él mostrará una vía de escape. Ahora bien, ¿cómo entender la expresión de la Torá: “Toma por favor, a tu hijo, a tu único, que tu amas, Yitzjak” cuando conocemos que Abraham tenía dos hijos y los amaba a los dos? La tradición oral judía cuenta por medio del Midrash Bereshit Rabbah que, cuando el Eterno se dirige a Abraham tiene la siguiente conversación, cuya paráfrasis es como sigue: Hashem: toma por favor a tu hijo Abraham: ¿cuál de los dos? ¿A Isacc o a Ismael? Hashem: A tu hijo único Abraham: Yitzjak es hijo único de su madre Sará e Ismael hijo único de madre Agar, ¿a quién te refieres? Hashem: Al que amas Abraham: Pero si yo lo amo a los dos Hashem: Al único que nació por la promesa Este el mensaje para Abraham: el único hijo que estaba destinado para Abraham, según el propósito divino, era Yitzjak, porque sólo a través de Yitzjak será llamada descendencia para Abraham, y través de él serían benditas todas las naciones de la tierra. Ishmael, nacido según la carne, aunque amado por Abraham, luego del nacimiento de Isacc se convirtió junto con su madre egipcia en una fuente de problemas para la familia y para la fe de Abraham. Hasta hoy día, estamos sufriendo las consecuencias del error de Abraham. La historia no hubiese tomado el curso que hoy ya conocemos si Abraham hubiese esperado en el Eterno. Note que Abraham, a pesar de la dura petición del Eterno, no dudó en ningún momento en obedecerlo, ni pensó: “bueno, como el Eterno me ha pedido que ofrezca a mi hijo en holocausto, voy a disfrutar con él algunos días o meses y después me voy hacia la tierra de Moriah”.

70 Pero Abraham no hizo tal cosa, aunque de seguro pudo haber pasado aquella noche en angustia y en oración, al día siguiente, como nos dice la Torá en Gn 22:3: “Madrugó Abraham a la mañana, ensilló su asno, tomó a sus mozos con él, y a Itsjac su hijo, y partió la leña para el holocausto. Se levantó y fue al lugar que le había dicho Dios”. Esto es lo que se llama en hebreo “emunah”, es decir, fe obediente, una fe basada en la Palabra del Eterno, no en emociones humanas. Según la tradición oral judía, los dos mozos que acompañaban a Abraham eran Ishmael y el Eliécer. Según la Torá, Abraham se tomó tres días de camino desde Beer Sheva hasta la tierra de Moriah, así dice la Escritura en Gn 22:4: “En el día tercero, alzó Abraham sus ojos y vio el lugar de lejos”. Es decir, tres días, estuvo guardando el secreto más terrible de su vida, por tres días su corazón estuvo angustiado y meditando sobre la experiencia de su vida y, sobre la pronta pérdida de su hijo amado; lo cual hacía más enigmático la promesa contenida en “lej lejá”, “vete para ti”. Al divisar de lejos el monte Moriah, Abraham dejó en ese lugar a Ishmael y a Eliécer y siguió su camino sólo con su hijo Yitzjak. Así dice la Torá: “Entonces dijo Abraham a sus mozos: Permanezcan ustedes aquí, con el asno, yo y el joven nos iremos hasta allí, nos prosternaremos, y volveremos a ustedes” (Gn 22:5). Aquí podemos preguntarnos: ¿sabiendo Abraham que iba a ofrecer a su hijo en holocausto le mintió a Ishmael y a Eliécer cuando les dijo “volveremos a ustedes”? Porque, obviamente la expresión “volveremos a ustedes” es un plural, señalando con ello que tanto Yitzjak como Abraham iban a regresar. ¿Qué creen ustedes? ¿Estaba efectivamente Abraham mintiendo a Ishmael y a Eliécer a fin de no revelar su secreto y tranquilizarnos al mismo tiempo? ¿Creen ustedes que un hombre de fe, en el momento cumbre de la prueba de su fe debería mentir? Por supuesto que no. Debemos entonces aclarar esto. El concepto hebreo de la fe Pero si Abraham no estaba mintiendo, entonces ¿por qué razón les dijo Ishmael y a Eliécer “volveremos a ustedes”? Una respuesta muy propia de la tradición cristiana sería la siguiente: “Abraham dijo eso por fe”, es decir, como si él hubiera sentido “un gozo”, “una corazonada” o “un pálpito”, como a veces se dice, que iba a regresar con su hijo. En este caso, y debo tocar una nota de alarma, la fe estaría basada en las emociones humanas; las cuales no son confiables, porque un día estamos en pleno gozo y al día siguiente en la más profunda depresión. Sin embargo, la fe hebrea, la fe de la que habla la Biblia no está fundada en la experiencia de los sentimientos humanos. Aclaro, no estoy hablando de una fe exenta de emoción humana alguna, sino que, aunque haya efectivamente una emoción en la experiencia de la fe, la fe misma no puede basarse ni está basada en la emoción que sentimos, sino que debe y está fundada en la Palabra del Eterno, que vive y permanece para siempre. ¡Baruj Hashem! De hecho, en muchas ocasiones, y como veremos con la experiencia de Abraham, la emoción o el gozo que podamos sentir se encuentran en delicada tensión con la Palabra de Dios. Por tanto, de ninguna manera, el gozo o la paz que podamos sentir en medio de una prueba debe constituirse en un criterio para medir el favor de Dios, porque podemos salir chasqueados.

71 Es decir, aunque la fe tenga una parte subjetiva, por las emociones que tienen lugar en la experiencia humana, la raíz y fundamento de la fe es totalmente objetiva, está fuera de mi experiencia y es la declaración de la Palabra del Eterno. De este modo, lo que Hashem ha dicho, lo objetivo, ha de penetrar nuestro entendimiento, mover nuestras emociones y voluntad a fin de que creamos (lo subjetivo). En este sentido, la fe hebrea, no es algo que nosotros producimos sino que ella es engendrada por el Eterno en aquellos corazones que se abren a la Palabra divina. ¿Acaso no dice la Escritura que Él produce en nosotros “tanto como el querer como el hacer por su buena voluntad” (Filp 2:13)? Las pruebas de la fe, hacen crecer nuestra fe, y en esa medida nos edificamos espiritualmente y nos constituimos en una fuente de bendición para otros, especialmente para los de la familia de la fe. Con estas advertencias es pertinente que nos detengamos brevemente a examinar el concepto bíblico hebreo de la fe y, luego, a la luz de ese esclarecimiento enfocaremos nuevamente nuestra atención sobre la fe Abraham. No vamos a presentar un estudio exhaustivo, más bien intentaremos precisar algunos de los elementos distintivos de la fe que habla la Biblia y citaremos algunos ejemplos bíblicos para ilustrar tal concepto. Si queremos hacer de entrada una distinción importante. En el llamado Nuevo Testamento, la palabra “fe” tiene al menos tres connotaciones: (1) como confianza en la Palabra del Eterno, (2) como una palabra que resume todo lo que son las buenas nuevas en Yeshua, (3) como fidelidad, en este caso específico, la fidelidad de Yeshua en aquel pasuk de Romanos 3:26 que habla de la “fe de Yeshua”, el cual la exégesis del griego muestra que ha de traducirse como “fidelidad de Yeshua”. Aquí vamos a enfocar nuestra atención al entendimiento de la palabra “fe”, entendida, en principio, como confianza en la Palabra del Eterno. Según el libro de los Hebreos 11:1: “Es, pues, la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Este pasuk ha sido objeto de mucho estudio por parte de la teología occidental, y el ejemplo más representativo que se usa de lo que es esta “fe” se encuentra en la experiencia de Abraham que el propio libro de Hebreos cita un poco más adelante y que dice de la siguiente manera: “Por fe Abraham, siendo llamado obedeció para salir… y salió sin saber para donde iba” (Hb 11:8). Según he podido escuchar de algunos creyentes de la tradición cristiana, la fe, en el caso de Abraham, es una fe “ciega”, una confianza en Hashem, que obedece así sin más lo que Hashem ha revelado, y lo de “ciega” es “porque no ve”, justo como dice la definición de Hebreos 11:1, porque a Abraham no se le mostró la tierra donde iba. En este enfoque, todo parece tener sentido, pero puede ser peligroso. Los suicidios en masa de agrupaciones religiosas o ciertas aventuras insólitas de ciertos profetas modernos, que nos relata la televisión y la prensa, nos hablan de la fragilidad de una fe basada en emociones y visiones, o también en falsas interpretaciones bíblicas- y de sus nefastas consecuencias: lo que debería ser tomado en cuenta a la hora de evaluar nuestras propias experiencias de fe. No vaya a acontecer que, tomemos por “Palabra de Dios” lo que es simple emoción o especulación humana. Nuestros sentidos pueden engañarnos. La de fe Abraham no es una fe “ciega”, como ya he señalado, la fe de Abraham estaba fundada en la Palabra de un “lej lejá”, “vete para ti”, la cual, si bien es cierto no le decía específicamente hacia donde iba, le comunicaba la certeza de que sería para su beneficio espiritual y así lo entendió claramente Abraham. Por tanto, la certeza de lo que Abraham esperaba y la convicción de que no se veía estaban fundadas en la Palabra del Eterno que le había dicho “lej lejá”, “vete para ti”, lo cual fue más explícito en la triple berajah que leemos en Gn 12:1-3.

72 Antes de ese ejemplo de Abraham, el libro de los Hebreos nos presenta varios personajes bíblicos, cuya emunah, al igual que la de Abraham, estaba basada en la Palabra del Eterno. En todos esos ejemplos vemos desplegado el concepto hebreo de emunah, creencia obediente, es decir, que cree en la Palabra de Eterno y la pone en práctica. Note que si no la pone en práctica ya no es emunah, porque, muchos son como los ángeles caídos que creen y hasta tiemblan ante la Palabra del Eterno pero no la obedecen. Es decir, a la mentalidad hebrea, cuando el hombre cree genuinamente, su vida da testimonio de lo que cree; hay una coherencia entre los que se cree y lo se practica. Un grupo fariseos fue objeto de la crítica de Yeshua justamente por esa incoherencia entre creencia y práctica. Por eso recomendaba a sus discípulos: “Haced y guardad, pues, todo cuanto os digan, mas no hagáis conforme a sus obras, porque dice y no hacen” (Mateo 23:3). Veamos, pues, esos ejemplos de emunah, de coherencia entre la creencia en lo Dios ha dicho y su puesta en práctica. En la Biblia Textual, Yeshua, hablando de la fe nos dice; “cualquiera que me oye estas palabras y las practica, serán comparado a un varón prudente que edificó su casa sobre la roca” (Mateo 7:24). Por contraste, “y cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, será comparado a un varón insensato que edificó su casa sobre la arena” (Mateo 7:26). Veamos estos ejemplos del libro de los Hebreos: 1. “Por la fe Abel presentó a Dios una ofrenda mejor que la de Caín…”. Adán recibió instrucciones de parte de Hashem sobre los sacrificios de animales limpios y su significado, y así lo transmitió a sus hijos. Abel, creyendo en ello como una revelación divina ofreció un sacrificio en conformidad a la enseñanza recibida, sin embargo, Caín presentó una de su propia imaginación. En este caso, la fe de Abel significa que creyó en la Palabra y la puso en práctica. 2. En los casos de Enoc y Noé, como en los otros personajes mencionados en Hebreos, es muy claro que estos hombres actuaron en conformidad con sus creencias. Es decir, creyeron de todo corazón lo que Hashem les reveló y ello les impulsó a la acción. 3. Y refiriéndose a nosotros mismos el libro de los Hebreos nos dice: “Por fe entendemos haber sido constituido el universo por la Palabra de Dios…” (Hb 11:3). ¿Cuál es el fundamento de esa creencia? Justo lo que dice el libro de Bereshit: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Tenemos la certeza y la convicción que es así, porque así lo declara llanamente la Torá, que es la voz de Dios. Muy bien, hasta aquí hemos dado forma a un concepto de emunah en términos muy occidentales, es decir, como una coherencia entre creencia y práctica. Lo hice así, y lo expliqué así por causa de la enseñanza. Voy ahora a dirigirme a la base hebrea de la emunah a fin de poner al descubierto sus fundamentos para que tengamos un concepto claro de la emunah de la que habla la Biblia y así, comprender la experiencia de Abraham, que es el caso que nos ocupa. Cuando uno estudia en la Torá la experiencia de los grandes hombres de fe, tales como Abraham aparecen dos palabras claves: escuchar y guardar, y ambas son inseparables y constituyen la base del concepto hebreo de fe. Por ejemplo, Hashem dice de Abraham en Gn 26:5: “…escuchó Abraham mi voz y guardó mis mandamiento, mis preceptos, mis estatutos y mis leyes”. Note que el “escuchar” se refiere a la voz de Dios y el “guardar” se refiere al celo que debemos tener en preservar lo que Dios ha dicho y, por supuesto, ponerlo en práctica.

73 Aquí deseo introducir otra vez una breve advertencia dado que hay muchos hombres y mujeres que tiene experiencias espirituales. Intenten, en la medida que les sea posible evaluar o comparar lo que le ha sido revelado con la Palabra del Eterno, porque si la experiencia religiosa contradice la Palabra estamos en serios problemas. De esta clase de experiencia habló Rav Shaul a los gálatas: “Mas si aun nosotros, o ángel del cielo proclamara un evangelios contrario al que os proclamamos, sea anatema” (Gál 1:8). Lo que aquí Rav Shaul quiere asegurarse es que los creyentes se fundamenten sus creencias en la Palabra más bien que en la experiencia, por muy espiritual y fantástica que pueda parecer. De eso trata aquella historia de Rabbí Eliécer cuando disputaba con los rabinos, ya que invocó varias experiencias y maravillas, e incluso, la voz del cielo para probar que tenía razón; pero la sabia respuesta de los rabinos fue: “la Torá no está en el cielo”. Pero el “escuchar” del que habla la Torá es un concepto activo, es decir, “escuchando, escucharás”, y se refiere a la actitud de todos los creyentes convertidos y nacidos de nuevo que se dispone permanente a orientar su vida en los caminos de Hashem, desde el día en que nacieron de nuevo hasta el día de la muerte. De este modo podemos entender, que la fe viene “por el oír y el oír la Palabra de Dios” (Rom 10:17); esto es, “escuchando, escucharás”, la voz del Eterno que nos habla en la Torá y por medio del Mesías, que nos aclara el entendimiento y nos instruye. El “guardar” que le sigue y le acompaña al “escuchando, escucharás”, es el despliegue del entendimiento, sentimientos y voluntad en la dirección divina. La palabra hebrea shamar, guardar, significa tener bajo custodia algo que no es uno; en este sentido se nos ha confiado la Palabra y todas sus instrucciones, y está bajo nuestra custodia para enseñarlas a nuestros hijos, vecinos y amigos y para que también andemos en sus caminos. La Torá nos dice también respecto del pueblo de Israel cuando estaban en las faldas del monte Sinai: “Si escucharan mi voz y guardaren mi pacto entonces serán para Mí por tesoro de entre todos los pueblos” (Ex 19:5). Y en el discurso de despedida de Moisés se nos enseña que el “escuchar y el guardar” dependen de la conversión (Dt 30:10). Por tanto, fe, emunah, es escuchar y guardar en el sentido ya explicado, y sólo tienen fe, la fe genuina y que salva, los que hayan nacido de nuevo. Por otro lado, no debemos confundirnos, el hecho de que veamos a muchos que “guarden todas las cosas” no nos asegura que efectivamente “hayan escuchado”, la parábola del hijo pródigo en donde el hermano mayor hizo todo lo correcto, no es garantía alguna de que tenía la fe genuina; al igual que aquellos que rechazará Yeshua a pesar de que proclamen cosas maravillosas, ya Él le dirá “nunca os conocí” (Mt 7:23). Aparte de eso, la emunah o fe hebrea, tiene dos dimensiones o aspectos que tienen que ver con el tiempo. La expresión: “Es, pues, la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”, nos está hablando en realidad de un tiempo futuro en el cual, lo que Hashem ha prometido se ha de cumplir. Es decir, la fe hebrea se refiere también a una expectativa que se alza por encima de las circunstancias presentes, por desoladoras que parezcan, y penetra hacia el futuro -ya sea en este mundo o en el venidero- en donde se han de realizar las promesas y las bendiciones que Hashem nos ha prometido u otorgado. Es como contemplar las cosas que no son, como si ya fuesen. Un ejemplo bien dramático de la expectativa de un tiempo futuro positivo al margen de las condiciones humanas es la experiencia de Abraham. De ella Rav Shaul nos dice: “Te he puesto por padre de muchas gentes delante de Dios, de quien creyó que da vida a los muertos, y que llama las cosas que no son como si fueran. El cual, contra esperanza, creyó en esperanza, para llegar él a ser padre de muchas gentes” (Rm 4:17,18).

74 Esa expectativa de un futuro mejor fue parte también de la fe del Mesías, de quien Isaías habla. El profeta Isaías le fue mostrado que el siervo de Hashem sería alentado con la expectativa de que sus sufrimientos traerían redención a todos los que creyeran; por ello dice en su profecía: “Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho”. El profeta nos está diciendo que, el Mesías, nuestro Yeshua, elevado entre los cielos y la tierra, miró por fe hacia el mundo venidero en donde una hueste innumerable de redimidos disfrutarían los beneficios de todas sus aflicciones y en esa esperanza, exhaló su último aliento. Pero la fe hebrea tiene un aspecto que se refiere al pasado. Cuando el pueblo de Israel estaba a punto de entrar a la tierra prometida, se alarmaron por el reporte negativos de diez de los espías. Ante aquella prueba de la fe, Moisés le habló del futuro y del pasado. Cuando le habló del futuro les animó a tener confianza en el Eterno, que él vencería a aquellos gigantes cananeos, y cuando les habló del pasado, de manera paternal intentó hacerles ver que, desde la salida de Egipto y por toda la travesía del desierto Hashem los había cuidado como un padre a un hijo. Así dice Dt 1:29-31: “29…No tengan miedo ni teman de ellos. 30El Eterno, vuestro Dios, que va delante de ustedes, Él peleará por ustedes, tal como todo lo que ha hecho con ustedes en Egipto ante vuestros ojos. 31También en el desierto, donde has visto que te ha alzado el Eterno, tu Dios, tal como alza un hombre a su hijo, en todo camino que han ido, hasta que ustedes llegaron a este lugar”. La lección es, que el creyente que se encuentra en medio de una prueba debe mirar hacia el pasado, a fin de encontrar allí todas las evidencias y maravillas del Eterno a nuestro favor y, de cómo el Eterno le asistido; y sobre esa base, tomar aliento y proyectarse hacia futuro, creyendo confiadamente que el mismo Hashem que nos ayudado y librado de todas nuestras angustias pasadas también nos puede librar de las aflicciones presentes. Y, si Hashem no nos libra en este mundo presente de alguna aflicción, debemos tomar la actitud valerosa de aquellos tres varones hebreos ante el horno ardiente de Nabucodonosor, que aunque el Eterno no los librara aun así no se rendirían ante la idolatría (Dn 3:16-18). La fe y la solución de Abraham a su enigma como creyente Ahora bien, ya habiendo estudiado brevemente el concepto hebreo de la fe en esta Lección y de las pruebas en la Lección anterior, tenemos un panorama más claro para acercarnos a la experiencia de Abraham y a la solución que encontró al enigma que tenía como creyente; todo ello en el contexto de la angustia de llevar a su hijo amado al sacrificio. Aparte de ello, dejamos pendiente la inquietud del porqué le dijo a Eliécer y a Ishmael que ellos, él e Yitzjak, regresarían pronto con ellos. Abraham creyó, y le fue contado por justicia que tendría una descendencia numerosa (Gn 15:5,5). Más tarde, en una nueva revelación se le especificó que sería a través de Isacc el cumplimiento de esa promesa (Gn 17:19,21). Ahora ese hijo de la promesa, a petición del Eterno iba a ser sacrificado en holocausto, colocando así entredicho la propia promesa del Eterno y exponiéndose además a realizar un sacrificio humano al estilo de los pueblos idólatras. Sin embargo, Abraham confiando en el Dios que lo había sacado de Ur de los caldeos y lo había librado en dos ocasiones en dificultades que él mismo se había inventado, confió esta vez que sería librado; que esta prueba sería para su beneficio, y una fuente de bendición. Entonces Abraham, durante tres días meditó en las enseñanzas y promesas del Eterno, y se percató de un hecho importante: la resurrección de los muertos. Es decir, la única manera que Hashem cumpla con su promesa, porque Él es un Dios verdadero, es que Yitzjak una vez que sea ofrecido en holocausto, pueda resucitar de entre los muertos. Y así, con esa esperanza

75 en mente, fundada en la Palabra de Dios, resolvió parte del enigma que le atormentaba, y sobre la base de esta fe le dijo a Ishmael y a Eliécer “volveremos a ustedes”. Abraham no había mentido, ya estaba seguro que regresaría con su hijo, quien a su vez habría de regresar de entre los muertos. Así, cuando dejó a estos dos hombres, y se marchó al monte de Moriah, el único drama pendiente era contarlo todo a su hijo Yitzjak. Que Abraham pensó que por medio de la resurrección recuperaría a su hijo puede ser probado por la tradición oral judía, la cual quedó registrada en el libro de los Hebreos. Así está escrito: “17Por fe Abraham, habiendo sido probado, ofreció a Yitzjak; y el que recibió las promesas ofrecía a su unigénito, 18respecto del cual se había dicho: En Isacc te será llamada descendencia, 19pensando que Dios es poderoso para levantar de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también lo volvió a recibir” (Hb 11:17-19). Vemos pues, que, la fe, en este caso le de Abraham, estaba basada en la Palabra del Eterno: en la promesa de la resurrección, y en virtud de esa creencia tomó la decisión de llevar a su hijo al holocausto. Pero todavía hay un hecho importante digno de ser mencionado. En el libro de los Hebreos se nos dice que Abraham pensó, porque así está escrito en el pasuk 11:19: “pensando que Dios es poderoso para levantar de entre los muertos...”. Que la Escritura mencione que Abraham pensó significa dos cosas. Primero, que meditó en las enseñanzas y promesas que él ya conocía del Eterno, como ya he mencionado. Segundo, este mismo hecho de razonar en la experiencia de la fe confronta en sus mismas bases al concepto occidental de fe que presupone que la fe no tiene nada que ver con la razón, que es “puro espíritu o sentimiento”, de hecho, algunas tradiciones teológicas coloca como incompatibles a la fe y a la razón. Nada que ver, la fe no es ciega ni tampoco carece de razonamiento; la fe o confianza en Dios no significa en ningún momento que el creyente ponga a un lado su raciocinio y se deje guiar por las emociones o “por el espíritu”, como se dice ahora. Por supuesto, se trata de un razonamiento y un pensar en la Palabra y no en especulaciones o teorías humanas. Con las pruebas, Hashem no busca anular nuestra razón, más bien la insta y la motiva a que use todo el poder de la mente humana, por ello también nos invita en la Torá amarle con todo nuestro poder (Dt 6:5). Esto ayuda a completar el concepto hebreo de la emunah, creencia obediente que, guiada por la Palabra, razona por encima de las circunstancias mundanas reinantes con la esperanza de un futuro mejor ya sea en este vida o en el mundo venidero. Que sea difícil razonar en medio de la angustia de la prueba, puede ser cierto, sin embargo, Abraham demostró que no sólo era posible sino también saludable porque un razonamiento guiado por Ruaj Hakodesh puede ser de gran bendición. Pues le trajo como beneficio penetrar agudamente en las enseñanzas del Eterno y así pudo formular fundamentar una creencia sólida de que podía recuperar a su hijo de entre los muertos, de donde efectivamente lo recuperó en sentido figurado como nos dice Rav Shaul. Conclusión En la próxima Lección terminaremos de comentar la experiencia de Abraham y la fe de Yitzjak; también estudiaremos las dos revelaciones finales del Angel del Eterno a Abraham. Es mi parecer que hemos aprendido aquí muchas lecciones importantes, y tal vez la principal que la fe, y muy particularmente en el caso de la experiencia de Abraham, está fundada en la Palabra del Eterno y no en las emociones humanas, con lo cual Dios no quiere que cancelemos nuestra razón, todo lo contrario, sino que la usemos guiada por la Torá y la

76 revelación del Mesías a fin de encontrar un fuerte asidero para salir de la angustia y fundar sobre mejores bases la experiencia que nos traen las pruebas de nuestra fe. Desde una perspectiva humana, las pruebas de Dios nos asombran y nos asustan, sin embargo, desde una perspectiva divina tienen un propósito que a veces se nos escapa, sin embargo, como bien dice Rashi: “Dios asombra a los justos y luego [se] les revela… y todo esto para agrandar su retribución”. ¡Baruj Hashem! En cualquier caso, como bien dice Rav Shaul, mirando hacia el mundo venidero y por encima de las penosas circunstancias mundo presente: “Porque pienso que los sufrimientos del tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria venidera que va a ser revelada en nosotros” (Rm 8:18). Por favor, animemos unos a otros con estas palabras. ¡Baruj Hashem!

77 Lección No. 18: LA FE DE YITZJAK Y LA REVELACIÓN DEL MESÍAS

En las tres Lecciones anteriores nos hemos ocupado de varios asuntos: (1) de la concepción hebrea de las pruebas y de la concepción hebrea de la fe, (2) lo anterior nos ayudó a esclarecer el drama de la prueba de la fe que experimentó Abraham, tanto como padre como creyente, ante la rogativa de Hashem de que elevara a su hijo en holocausto. Vimos que Abraham llegó a comprender que salida de la prueba de su fe se encontraba en la promesa de la resurrección y, de esa manera, confiando en la Palabra del Eterno avanzó hacia la consumación del sacrificio de su hijo, creyendo que Hashem le resucitaría de los muertos. Por tanto, la fe genuina que no anula la razón humana sino que, más bien la insta a ser guiada por la Palabra del Eterno, constituye la pieza clave y esencial para soportar las aflicciones de las pruebas. Por ello, la revelación nos dice: “17Por fe Abraham, habiendo sido probado, ofreció a Yitzjak; y el que recibió las promesas ofrecía a su unigénito, 18respecto del cual se había dicho: En Isacc te será llamada descendencia, 19pensando que Dios es poderoso para levantar de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también lo volvió a recibir” (Hb 11:17-19). Ahora bien, hasta el presente sólo hemos llegado a comentar los primeros cinco pesukim del capítulo 22 de Génesis. Y justo nos hemos quedado en el episodio en cual, después de tres días de camino de Beersheva hasta la tierra de Moriah, Abraham ve a lo lejos el monte señalado por Hashem, deja a Eliécer y a Ishmael, y continúa sólo con su hijo Isacc, prometiendo en fe que tanto él como Yitzjak regresarían pronto. En esta Lección, estudiaremos la fe de Abraham y las dos revelaciones finales que le fueron dadas a Abraham. Vamos entonces a enfocar nuestra atención en Gn 22 del 6 al 19, pero vamos a leer este capítulo desde el principio para situarnos plenamente en su contexto. Primera Parte: La fe Yitzjak. Como ya les había comentado, generalmente cuando la teología occidental estudia este capítulo 22 de Bereshit le confiere todo el protagonismo a la fe de Abraham, pero subestiman o por lo menos no enfatizan apropiadamente la prueba a la que también fue sometida la fe de Yitzjak. La clave para la comprensión de la prueba de la fe de Yitzjak se encuentran en aquellos pesukim en los que se repite tres veces la expresión: Y fueron los dos juntos (Gn 22:6 y Gn 22:8 y Gn 22:19). Vamos a estudiar esa expresión en sus respectivos contextos. La primera de ellas aparece después de despedirse Abraham de Eliécer e Ishamel. Según la Torá, “Tomó Abraham los leños del holocausto, y los puso sobre Itsjac su hijo; y tomó en su mano el fuego y el cuchillo; y fueron los dos juntos” (Gn 22:6). ¿Porque la Torá dice que iban los dos juntos, ya que es obvio que, habiendo dejado atrás a sus acompañantes, iban, pues, los dos juntos? Parece una redundancia. Pero en la Torá, y en toda la Escritura no hay nada superfluo o redundante, todo tiene un significado específico, una lección de la que necesitamos aprender algo. Cuando aquí se nos dice que iban los dos juntos el pensamiento hebreo de la Torá nos quiere comunicar la idea que el padre y el hijo, es decir, Abraham e Yitzjak estaban en armonía, bajo el vínculo del amor que los unía y los hacía estar de acuerdo en intención, planes y propósitos. Es por ello, que tenemos que educarnos en el pensamiento hebreo y en su forma particular de expresar las ideas y conceptos que tienen que ver con la salvación y el con Mesías.

78 Ahora bien, ¿se puede probar esto con la Escritura? Si, en primer lugar, la palabra hebrea que traducimos como “juntos” viene de iajad la cual significa “unidad”, por lo que el pasuk podría ser traducido literalmente de la siguiente manera: y fueron los dos en unidad, o también como: y fueron los dos en armonía. Haciendo un corto collar con la palabra iajad daré dos ejemplos que nos transmiten la misma idea de unidad o armonía que venimos considerando. Citando la Edición de Katz, en Gn 13:6 aparece esa palabra dos veces: “pero no alcanzó a ellos la tierra, para habitar juntos, porque su riqueza era mucha, por eso no pudieron habitar juntos”. Es claro que ya no podían vivir en unidad porque el pasuk siguiente nos informa que ya había pleito entres los pastores de Abraham y los de Lot. En Ex 19:8, cuando el pueblo de Israel estaba en las faldas del monte Sinai dice la Torá: Contestó todo el pueblo junto, y dijeron: Todo lo que hablará el Eterno, haremos”. Ver también Dt 25:5,11; Jos 9:2; 11:5, etc. En segundo lugar, así está escrito en Amós 3:3: ¿Andarán dos juntos sino estuvieren de acuerdo? Expresión que resulta aun más clara por lo ya estudiado. Con este breve estudio, ya hemos aclarado un tanto la expresión “y fueron los juntos” de Gn 22:6. La segunda vez que la expresión “y fueron los juntos” aparece se encuentra como un comentario de Moisés al final de la conversación entre Abraham e Yitzjak, poco antes de llegar al monte Moriah. Así está escrito en la Torá: “7Entonces habló Itsjac a Abraham, su padre, y dijo: Mi padre. Y (éste) contestó: Heme aquí, hijo mío. Y dijo (Itsjac): He aquí que hay fuego y leños; pero, ¿dónde el animal para (ofrendar) el holocausto? 8Entonces dijo Abraham: Dios mostrará para Él el cordero para el holocausto. Y fueron los dos juntos”. Nota: no he colocado cordero como hacen todas las traducciones porque la palabra hebrea que es usa allí es seh (hF,)Þ y se refiere a crías tanto a ovejas como a cabras, animales del ganado menor que se usaban para los sacrificios y para la alimentación como lo dice Dt 14:4. Un cordero es un ovejo de un año (kebesh) , cuando tiene dos o años o más se le llama carnero (ail). Según la tradición oral judía, registrada en Bereshit Rabbah 56, 4, el relato bíblico se amplía y Abraham dijo lo siguiente: “Dios mostrará para Él el cordero para el holocausto, y si no es así, tú serás hijo mío la ofrenda para el holocausto”. Y a continuación Abraham le explicó a Yitzjak la revelación que Hashem le había dado tres días antes en Beer Sheva. En este episodio vemos, pues, que la fe de Yitzjak estaba siendo sometida a prueba, y pudo haber dudado de lo que Abraham le había revelado, suponiendo que su padre podría estar muy viejo y pudo haber recibido una falsa impresión y la había tomado como una voz del Eterno; y además, semejante revelación ponía en entredicho todas las promesas que estaban destinadas para él. Yitzjak no dudó en ningún momento, de hecho, confió plenamente en su padre y se entregó sumisamente a la voluntad de Abraham creyendo que Dios efectivamente le había hablado y requería ese sacrificio. En ese momento cumbre, posiblemente el padre y el hijo se abrazaron fuertemente ante el sombrío futuro inmediato que estaría por acontecer: la muerte, pero ambos se entregaron en fe en la Palabra del Eterno que prometía la resurrección para que así se cumpliera la promesa de que su simiente heredaría la tierra de Canaán. Una vez que ellos concertaron seguir fielmente la Palabra del Eterno, marcharon rumbo al monte Moriah; y por ello dice la Torá: Y fueron los dos juntos, es decir, en armonía, ligados indivisiblemente para cumplir con los propósitos del Eterno.

79 Una vez que Yitzjak se dispuso en fe obediente (emunah) a seguir la revelación del Eterno, la responsabilidad de la ocasión se hizo presente, de modo que en este preciso instante la angustiosa experiencia del propio Yitzjak nos insinúa (nivel remez) los sufrimientos del Mesías y con seguridad le podemos decir de Yitzjak lo siguiente: “Angustiado él, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero…” (Is 53:7) La expresión “Y fueron juntos” aparece por tercera vez, luego que, tanto Abraham como Yitzjak habían la pasado la prueba de sus respectivas fe y se dirigieron con Eliecer e Ishmael rumbo a casa, fortalecidos por una experiencia extraordinaria. Así dice la Torá en Gn 22:19: “Regresó Abraham a sus mozos, se levantaron y fueron juntos a Beer Sheba. Y habitó Abraham en Beer Sheba”. Resumiendo, Abraham e Yitzjak, como padre hijo, vivían en armonía. Estuvieron los dos juntos desde el nacimiento de Yitzjak, y también estuvieron los dos juntos en la experiencia cumbre en el monte Moriah, y también después de ella. De aquí podemos obtener poderosas lecciones. La primera, la relación y unidad entre Abraham e Yitzjak, basada en el afecto y respeto muto estaba centrada en la Palabra del Eterno y en sus promesas, la cual nos sirve de ejemplo y de modelo para esta generación, y particularmente para la familia de la fe en Yeshua. No es posible que aun en ambientes cristianos se hable de “brecha generacional” para referirse a la distancia o el divorcio entre padres e hijos. Esto puede ser cierto para familias incrédulas o inconversas, pero si ocurre en familia de creyentes, entonces es urgente que los padres, quienes tienen la responsabilidad de educar a sus hijos en la fe, revisen la manera o los principios con los cuales están levantado a sus hijos. En cualquier caso, los padres deben ser modelos de integridad y de piedad de modo que los hijos puedan tener no sólo el debido respeto sino también que las vidas de los padres sean un ejemplo que les inspire y los motive a vivir una vida de fe. En la cultura judía tenemos un enorme respeto por nuestros ancianos padres. De hecho, dentro la tradición judía se elige como líder al rabino más anciano, porque la sencilla razón de que al haber vivido más, también ha aconsejado por mayor tiempo a sus hijos, y tiene también mayor tiempo estudiando Torá. Parte del secreto de la supervivencia y fortaleza del pueblo judío, es que siempre nos reunimos en familia alrededor de nuestros ancianos padres para recibir enseñanzas de Torá, consejos y, por supuesto, las deseadas berajot. La segunda lección que podemos aprender es de carácter mesiánico y la veremos un poco más adelante. Pero anuncio, por la revelación que ya tenemos en los evangelios, que la experiencia Abraham e Yitzjak nos insinúan la experiencia del Padre, es decir, el Eterno, y el Hijo, es decir, Yeshua, nuestro Mesías. Volvamos a la Torá para seguir estudiando el drama de la salvación encapsulado en Gn 22. Ya Isacc, conociendo la revelación de Hashem se dirige en estrecha armonía con su padre al lugar de su sacrificio y allí es atado, El pasuk 9 dice: “Llegaron al lugar que le había dicho Dios, construyó allí Abraham un altar y dispuso los leños. Entonces ató a Itsjac su hijo, y lo colocó sobre el altar, por encima de los leños”. La pregunta que podemos hacernos es: si ya Yitzjak estaba de acuerdo con su padre en ser ofrecido como holocausto, ¿qué necesidad tenía de ser atado como menciona la Torá? La tradición oral judía nos ha transmitido por medio de Bereshit Rabbah 56, 8 que tal atadura fue una petición de Yitzjak: “Padre, yo soy un hombre joven y yo temo que mi cuerpo pueda sentir algún temblor por causa del cuchillo y el sacrificio no sea correctamente ofrecido y yo

80 te cause algún agravio, por tanto, átame muy firmemente”. Por esta razón la tradición judía conoce este episodio como la akeidah de Yitzjak o “atadura de Yitzjak”. Aquí se revela la fe de Yitzjak en una extraordinaria dimensión al tener cuidado por su padre mismo, quien debía realizar de manera correcta la shejitah, es decir, la puñalada del sacrificio, justo como se hacía con los animales. Luego, según nos cuenta la tradición oral, Abraham ató las manos de Yitzjak por detrás de su espalda y lo colocó en el altar. El escenario estaba servido para el sacrificio de su hijo amado. Segunda parte: Las dos revelaciones finales a Abraham La Torá nos dice entonces en el pasuk 10: “Extendió Abraham su mano, y tomó el cuchillo para degollar a su hijo”. La tradición oral judía nos dice lo siguiente de este episodio (Bereshit Rabbah 56, 8): “Abraham extendió su mano para tomar el cuchillo mientras las lágrimas caían de sus ojos, y esas lágrimas, derramadas por la compasión de un padre, cayeron en los ojos de Yitzjak. Pero a pesar de ello, su corazón se regocijó en obedecer la voluntad de su Creador”. Tan pronto Abraham se dispuso a realizar el sacrificio, de inmediato Hashem proporcionó una salida a su angustia al escuchar la voz del Ángel del Eterno, hasta allí había llegado la prueba de su fe. Así dice la Torá en los pesukim 11 y 12: “Entonces llamó a él el ángel del Eterno, del cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y (éste) contestó: Heme aquí. Y dijo (el ángel): No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada, porque ahora conozco que temeroso de Dios eres tú, ya que no me privaste a tu hijo, a tu único de Mí”. Según la tradición judía, la repetición del nombre de una persona es una forma de expresión amorosa por esa persona. Haciendo collar con repetición de nombres se puede encontrar dos ejemplos: (1) Cuando el Eterno llama a Samuel en el Templo (1 Sm 3:10) y (2) Cuando Yeshua llama a Pablo en el camino de Damasco (Hech 9:4). Por tanto, vemos aquí la tierna consideración del Eterno hacia Abraham en la prueba cumbre de su fe. Esta es una demostración adicional del carácter compasivo del Dios de Abraham, de Yitzjak y de Yaacob; el cual se muestra en su mayor esplendor en la revelación de Yeshua como Mashiaj. La expresión “porque ahora conozco que temeroso de Dios eres tú…”, no quiere decir que en ese instante el Ángel del Eterno se estaba enterando de cuan fiel era Abraham; significa más bien que en ese episodio se reconoce a Abraham como un hombre temeroso de Dios, al pasar la prueba de su fe. Es decir, con esas palabras el Eterno declara la fidelidad de Abraham. De esta manera, podemos aprender que un hombre temeroso de Dios es aquel que pasa las pruebas que el Eterno pone sobre él. En otras palabras, las pruebas, en la medida en que confiemos en Su Palabra y en Sus promesas, nos hace cada vez más temerosos de Dios, más confiados en su poder para sacarnos de la angustia. Tan pronto como Abraham escuchó las buenas nuevas de la revelación, abrazó y desató a su hijo amado, y después de esto, la Torá nos informa que “13… alzó Abraham sus ojos y vio, que he aquí un carnero estaba, atrás, asido en un ramaje por sus cuernos; y fue Abraham, tomó el carnero, y lo ofrendó por holocausto en el lugar de su hijo. 14Entonces Abraham llamó Abraham el nombre del lugar aquel: El Eterno se mostrará (Hashem ieré). Pues se dirá como hoy: en este monte el Eterno se mostrará”. Con la expresión Hashem ieré se expresa la idea que, cualquiera sea la circunstancias, por más oscura y difícil que pueda parecer la prueba, justo como en el caso de Abraham, el Eterno se revelará con poder y gloria para salvar a sus hijos de la angustia y la dificultad. Por eso el

81 monte de Moriah recibió un nombre nuevo: el monte de la revelación. Y en ese lugar, había de construirse el Bet Ha-Mikdash. La tradición judía dice que en tiempos antiguos esa región se llamaba Shalem, en donde gobernaba Melkisedek, rey de Shalem (Gn 14:18). Pero después de la experiencia de Abraham, se combinaron esos nombres ieré y shalem para dar lugar a un nombre nuevo en honor de esos dos grandes hombres, ese nombre es Yerushalaim, que significa Revelación y bendiciones. Después de ofrecer el sacrificio, el Ángel del Eterno le reitera las promesas reveladas en experiencias previas (Gn 22:15-18). Pero aquí hay dos detalles interesantes: (1) el Ángel del Eterno le dice en el pasuk 17: “bendiciéndote te bendeciré”, es decir, que las bendiciones que Hashem había prometido seguirían su curso de acción hasta los tiempos finales, cuando se cumpla definitivamente la promesa que en Abraham serían benditas todas las naciones de la tierra. (2) El Ángel del Eterno le hace además una extraña promesa: “y heredará tu simiente los portones de tus enemigos” (Gn 22:17). En tiempos de Abraham y como puede notarse en varios pesukim de la Tanaj (Gn 19:1; Rut 4:1-11), las antiguas ciudades estaban amuralladas y cerca de la puerta o de los protones de entrada, que era el lugar donde pasaba todo el mundo, se acostumbraban a situar las cortes de justicias u otras instancias gubernamentales. Por lo que la expresión “heredar el portón o las puertas de tus enemigos” significa tomar el control y gobierno de un lugar. Con esto se quiere decir, a nivel peshat, la simiente de Abraham había de tomar Canaán de la tierra de sus enemigos (como se lo había prometido en Gn 15:13-16). A nivel remez, la simiente, que es Yeshua el Mesías, había tomar el control de nuestro planeta del príncipe de este mundo y que gobierna a los hijos de incredulidad. De paso también entendemos la promesa que le fue dada a los fieles: “las puertas del hades no prevalecerán contra la [congregación]” (Mt 16:18). Es decir, el gobierno de las tinieblas no tendrá poder alguno sobre los que hemos edificado sobre la roca que es el Mesías. ¡Baruj Hashem! La revelación del Mesías Conocemos que el Mesías cuando comenta la experiencia de Abraham y la atadura (akeidah) de Yitzjak declara: “Abraham vuestro padre se gozó de que vería mi día, y lo vio y se regocijo” (Jn 8:56) (Biblia Textual). Esto contiene dos revelaciones importantes que marcan dos tiempos bien diferenciados. La primera es que Abraham “se gozó de que vería mi día”, es decir, por medio de la revelación de la simiente prometida, Abraham entendió que el Mesías – la simiente que aniquilaría la serpiente (Gn 3:15)- sería de su descendencia, y tal comprensión trajo alegría a su vida. La segunda, es que Abraham entendió que su experiencia en el monte Moriah era un anuncio de la persona y obra de una simiente suya –el Mesías- había de morir como sustituto del hombre, del cual el carnero que murió en lugar de Abraham era un símbolo. Es decir, Abraham comprendió que la salvación y la herencia prometida estaban supeditadas a la muerte y resurrección de Uno que descendería de él por medio de Yitzjak. Y allí también comprendió la manera a través de la cual serían benditas todas las naciones de la tierra. Por otro lado, es muy claro, de las enseñanzas de Yeshua su frecuente invocación al Eterno como Padre. Ningún otro judío, ni antes ni después de Él enfatizó ese aspecto del plan de la salvación; y, también ningún otro judío, ni antes ni después de Él se autoproclamó como hijo

82 del Eterno en estrecha unidad con él. Por ello, usando como modelo de los dos juntos, de Abraham e Yitzjak, la Torá desplegaba –a nivel remez- aspectos escondidos del plan de salvación y acerca de la unidad entre el Padre y el Hijo. Por esta causa, cuando oraba la Padre por sus discípulos declaró: “guárdalos en tu Nombre, para que sean uno, así como nosotros” (Jn 17:11). La tradición judía también nos dice que, debido a la experiencia de Abraham, se tomó los cuernos de carnero para hacer el shofar que se toca en Rosh Hashanah o Yom Teruah (Lv 23:23,24). También se usaron cuernos de carneros en la revelación de la Torá en el monte Sinai (Ex 19) y en Jericó (Jos 6). En la tradición judía el shofar o cuerno de carnero es un símbolo de redención (Lv 25:9); de hecho, en Zacarías 9:14 dice que Hashem tocará shofar el día de la redención (Bereshit Rabbah 56, 9). Y en ese sentido también es un símbolo del Mesías como claramente lo afirma Rav Shaul en 1 Ts 4:16. Un detalle final. La Torá nos dice que Abraham divisó el lugar del sacrificio al tercer día (Gn 22:4). Y si hacemos collar con la palabra “tercer día” encontraremos lo siguiente (Bereshit Rabbah 56, 1): Oseas 6:2: “Después de dos días Él nos revivirá, al tercer día El nos levantará y viviremos en su presencia” Gn 52:8: “Y Yosef le dijo a ellos el tercer día: haz esto y vivirás” Ex 19:18: “Aconteció que al tercer día, cuando vino la mañana…” Jos 2:16: “estad escondido tres días,…” Jonás 2:1: “Y Jonás estuvo escondido en el vientre del pez tres días y tres noches” De allí, la tradición rabínica entiende que, a causa de Abraham, la revelación tiene lugar al tercer día. Y con esta ayuda ahora podemos entender como Yeshua, hablando de sí mismo, anuncia –interpretando a nivel remez la experiencia de Jonás- que la revelación suprema de la Simiente prometida o Mesías será al tercer día de su muerte, es decir, Su resurrección, la esperanza de nuestra fe. ¡Baruj Hashem!

83 Lección No. 19: LA ESPOSA DE YITZJAK Y LA ESPOSA DEL CORDERO En las cuatro últimas Lecciones de Torá estuvimos estudiando la fe nuestro padre Abraham y también la fe de su hijo Yitzjak. Sin embargo, más allá de la extraordinaria experiencia en el monte Moriah encontramos otros episodios los cuales, si bien es cierto no fueron tan espectaculares como la ya comentada prueba en el monte Moriah, nos muestran que Abraham y su hijo, siguieron viviendo en armonía y llevando una vida de fe. Como ejemplo de esta fe, tanto del padre y del hijo, y como inicio al estudio de las revelaciones dadas a Yitzjak, vamos a estudiar a nivel peshat, el capítulo 24 de Bereshit en donde se narra la búsqueda y el encuentro de una esposa para Yitzjak. Luego, examinaremos estos pesukim a nivel remez y veremos en Rebeca, la esposa del Cordero, es decir, la esposa de Yeshua nuestro Mesías. Leamos entonces todo el capítulo 24 completo.

1. El amor de un padre y el respeto del hijo En la tradición judía se dice que un padre tiene cinco deberes para con su hijo: (1) lo circuncida, (2) paga el dinero del rescate –que fue añadida en tiempos de Moisés-, (3) le enseña Torá, (4) le enseña un oficio y (5) le busca una esposa. Esto se hace hoy día, y esta tradición comenzó desde los tiempos de Abraham, y constituyen parte del secreto de la unidad de la familia judía y de la cohesión y permanencia del pueblo judío a lo largo de los siglos. En el capítulo que hemos leído y estamos a punto de estudiar notamos que ya Abraham ha cumplido varios de estos deberes, ahora se preocupa por la búsqueda de una esposa para su único hijo. Esta preocupación no sólo nace de la natural preocupación de un padre por su hijo, sino que, Abraham debía asegurarse en elegir una esposa apropiada para Yitzjak dado que, su hijo había nacido por una promesa de Hashem y concebido de manera milagrosa por el poder de Hashem, y era, además, el depositario de todas las promesa dadas a Abraham; tal como lo decía la profecía: “… en Yitzjak será llamada para ti descendencia” (Gn 21: 12). Pero hay más todavía, según estudiamos antes, Yeshua nos informa que Abraham reconoció en la experiencia del monte Moriah que uno de su descendencia, es decir, la simiente anunciada desde Gn 3: 15, se constituiría en el aniquilador de la serpiente y libertador del mundo. Y como ya vimos, la simiente de la mujer, que luego llega a ser la simiente de Abraham llega a ser conocido después como el Mesías, quien es nuestro Yeshua. En virtud de estas razones, Abraham no considera conveniente tomar como esposa para Yitzjak a ninguna mujer idólatra cananea, y envía a su siervo Eliécer a buscar una mujer de su propia familia, en la tierra que él había nacido pero que había abandonado 75 años antes. La pregunta es, si Abraham conocía que la tierra de donde había salido era un tierra de idólatras como su propia familia, ¿por qué entonces envía hacia allá a Eliécer? Porque su familia era descendiente de Shem, hijo de Noé, y Noé había pronunciada sobre Shem una berajah (Gn 9: 26,27) con la cual lo constituía en superior a sus hermanos, siendo Kenaán, su siervo. Por lo que la descendencia de Shem estaba protegida por esa berajah, en la medida que renunciaran a la idolatría circundante. Por otro lado, su hermano Najor y el resto de su familia, conocieron de labios del propio Abraham las revelaciones que Hashem le había dado, durante cinco años que transcurrieron desde Ur de los caldeos hasta Jarán, de donde salió finalmente Abraham. Estos factores inspiraron a Abraham para buscar de allí una esposa para Yitzjak. La fe Abraham sale a relucir nuevamente, cuando al enviar a su siervo le instruye con dos cosas (Gn 24:7): (1) Yitzjak, no puede ir a buscar esposa allá, porque la esposa debe ser traída a la tierra prometida en donde serían consumadas todas las bendiciones dadas a Abraham, (2) que Hashem enviará a su Ángel de la ti. Este Angel ya lo había conocido como uno de los varones que aparecieron antes de la destrucción de Sodoma y Gomorra (Gn 18), y como el Ángel que lo había librado de sacrificar a su hijo.

84 Note por un momento que este Ángel jugó un papel muy importante en la vida de los patriarcas porque Yaacob, en ocasión de pronunciar sus berajot sobre Efraím y Manasés, dice de él: “El ángel que me libera de todo mal, bendecirá a los jóvenes, y llamará en ellos mi nombre y el nombre de mis padres” (Gn 48:16). Por otro parte, la Torá no menciona para nada a Yitzjak en todo esto. Aquí podemos inferir de nuevo la fe Yitzjak, quien nuevamente confía en la sabiduría de su padre. Tenía razones suficientes para hacerlo: si Yitzjak confió en Abraham en la revelación que le hizo de que debía ser sacrificado a solicitud de Hashem, ¡cuanto más no había de confiar ahora en su padre en la elección de una esposa! De igual manera debemos resaltar la fe del siervo Eliécer, quien, tanto en la oración que hizo junto al pozo de agua como la paciente espera de ver su oración contestada y en el agradecimiento que mostró al Eterno (Gn 24: 12-27), mostró que había sido educado por Abraham en la fe del único Dios verdadero. Rebeca era nieta de Najor, hermano de Abraham (15,24) y sobrina de Sara, ya que Sara era hermana de Milká quien se había casado con Najor. Recuerde que Abraham y Najor se casaron con las hijas de su hermano Aram (Gn 12: 29). Pero note el siguiente detalle importante: Al observar Eliécer el carácter virtuoso y compasivo de Rebeca al proveer agua para los animales, la colma de dones, lo cual se nota en el pasuk de Gn 24:30, y en el testimonio que ofrece el propio Eliécer en Gn 24:22. Luego, tanto pronto Eliécer se da cuenta que Rebeca es la de la familia de Abraham y al ver su oración contestada, pronuncia una berajah de agradecimiento a Hashem (27). Con estos dos ejemplos de fe, de Yitzjak y de Eliécer, la Torá nos quiere mostrar la poderosa y positiva influencia que puede ejercer un hombre consagrado al Eterno sobre la vida de su familia y amigos. 2. Rebeca decide ser la esposa de Yitzjak En los pesukim 28 al 49 se encuentra, como ya leímos, el testimonio de Eliécer acerca de su misión, de la maravilla de su oración contestada y de su solicitud de que la joven Ribcá (Rebeca) se le concediera partir con él a la tierra prometida. La respuesta de la familia de Rebeca revela la condición espiritual en la que se encontraban, es decir, en vez de apoyar el plan del Eterno, dijeron de modo ambiguo Labán y Betuel: “Del Eterno ha procedido la cosa. No podemos hablarte a ti mal o bien” (50). Al escuchar estas palabras, la Torá nos informa que Eliécer colma de dones por segunda vez a Rebeca (53). Aparte de decirle a Rebeca que aprobaban que fuera la esposa de Yitzjak (51), su hermano y su madre intentaron retenerla por un año o diez meses más con ellos (55). A este último se opuso Eliécer quien firmemente les dijo: “No me retrasen, ya que el Eterno hizo prosperar mi camino. Envíenme a mi señor” (56) Note que en la familia en estado de confusión, porque después de haber aprobado que se fuera sin consultarle a Rebeca, de hecho intentaron retrasar la partida que ya habían acordado también sin consultarle a ella, y ahora, ante la insistencia de Eliécer, deciden consultar, por fin con Rebeca y le dicen: “¿Acaso irías tú con este hombre? Y ella contestó, iré” (60). De aquí, la tradición judía toma como principio, que una mujer debe dar su consentimiento para casarse con un hombre elegido por su familia. Este principio es muy sano y legítimo, y preserva la dignidad de la mujer, la cual en otras culturas, la familia le impone por la fuerza de la cultura a la persona con quien debe contraer matrimonio.

85 Aquí vemos también la fe Rebeca, creyó en el testimonio que se le había ofrecido y decidió marcharse al encuentro de un desconocido, y cuya única referencia era que Isacc era su primo segundo. Ante la resolución de Rebeca, la familia no tuvo más remedio que pronunciar una hermosa berajah sobre ella (60). Luego, bajo la guía de Eliécer, Rebeca y sus doncellas atraviesan el desierto con destino a la tierra prometida (61). Sin embargo, durante la travesía Eliécer comenzó a hablarle de su señor Yitzjak, y así ella se va enamorando de un hombre de quien sólo había escuchado cosas maravillosas: (1) que había nacido milagrosamente, (2) que era fiel y obediente a su padre, y (3) de que era un héroe de la fe al entregarse al sacrificio a petición de su Dios en el monte Moriah. Note que ya esto casi habla a gritos a nivel remez de Yeshua nuestro Mesías. ¡Baruj Hashem!. Ahora bien, cuando ya estaban casi en la frontera de la tierra prometida, la Torá nos dice que Yitzjak fue en ese atardecer a orar (63). La palabra que algunas versiones traducen como “meditar” u “orar” comunican la idea de una oración en forma de queja o lamento (Sal 55:3; 64:2; 142:3, etc.). Tal vez en ese momento, Yitzjak estaba exponiendo ante el Eterno la soledad que sentía por la falta de una compañera y por la pérdida de su madre que había ocurrido tres años antes (comparar Gn 23:1 con Gn 25:20). Así, aquel hombre de cuarenta años oraba al Eterno por una esposa y no sabía que su oración había sido contestada casi un mes antes. Así está escrito en el profeta Isaías: “Y antes que clamen, responderé yo, mientras aun hablan yo responderé” (Is 65:24). Y esto ocurrió en el caso de Yitzjak, antes de que orara por una esposa, el Eterno ya se la había concedido, y mientras hablaba, he aquí que miró y se acercaba la mujer de su vida. Por eso dice, “mientras hablaban yo responderé”. De aquí aprendemos una hermosa lección: Hashem está atento a nuestras angustias y necesidades, y mucho antes de que clamemos por ello, ya Él ha puesto en marcha el universo entero para beneficiarse a sus hijos. ¡Baruj Hashem!. Aunque el relato final del desenlace feliz de esta historia de amor es muy escueto (64-67), en verdad, como atestigua la tradición judía, se realizó una fastuosa boda entre Yitzjak y Rebeca. 3. El Cordero y su esposa Esta historia ahora puede ser leída a nivel remez. Note que aquí en está establecido un conjunto de relaciones humanas que nos sirven de modelo para desplegar el plan de la salvación. Abraham es el “Padre”, el Eterno, Yitzjak es el “Hijo” o “Yeshua” o el “Cordero”, Rebeca por su parte es la “congregación de los fieles” o, si se prefiere, la “iglesia”, pero más 3 apropiadamente según aprendimos del midrash del árbol del olivo de Romanos 11 , Rebeca representa a Israel. ¿Y Eliécer? Como mostraremos en breve, es la Ruaj Hakodesh. De allí, entonces el panorama es claro, Hashem, el Padre ha enviado a la Ruaj Hakodesh a buscar a su y preparar su “iglesia”, es decir al Israel de Dios y, la Ruaj Hakodesh a la respuesta de sus santos los colma de dones, y les invita a seguir y a unirse con Yeshua, luego, los lleva a través del desierto de las pruebas y las aflicciones, pero todo el tiempo de su travesía por el desierto ella es sustentada y alentada hasta su llegada a la tierra prometida. En el entretanto, aprende amar a Yeshua en la medida que va comprendiendo todas las maravillas que Él ha hecho en nuestro favor. Es decir, (1) que nació milagrosamente, (2) que fue fiel y obediente al Padre y (3) que nos amó tanto que se encontró a la muerte por nosotros en el monte calvario, para darnos perdón de los pecados y vida eterna. 3

Esta es una conferencia que puede bajarse en mi canal de youtube

86 Lección No. 20: LAS REVELACIONES Y PRUEBAS DE YITZJAK En la Lección anterior estudiamos la manera como fue escogida Rebeca como esposa para Yitzjak, el heredero de todas las promesas y bendiciones dadas a Abraham. En esta oportunidad, vamos a considerar las pruebas, la fe de Yitzjak, y también las revelaciones que fueron dadas por Hashem. Nos vamos a detener a considerar brevemente algunos datos interesantes de la Torá que nos van a ayudar a comprender un poco más las revelaciones del Eterno. La muerte de los justos La Torá nos dice en Gn 25: 7,8 que Abraham a la edad de 175 años “expiró y murió en buena vejez, anciano y satisfecho en años y se reunió con su pueblo”. La tradición judía, y particularmente Ramban, dice que el tipo de fallecimiento de Abraham, una muerte pacífica y sin dolor, es un tributo que Hashem rinde a sus hijos justos y piadosos y, según enseñan los sabios rabinos en Bereshit Rabbah 63:2, ese tipo de muerte es también un indicio de que recibirán recompensa en el mundo venidero. Por otro lado, si hacemos collar con la expresión “y fue reunido con su pueblo” encontramos los siguientes personajes bíblicos, a los cuales la Torá les aplica esa expresión al momento de morir. Estos hombres de fe son los siguientes: (1) Abraham (Gn 25:8), (2) Yitzjak (Gn 35:17), (3) Yaacob (Gn 35:29), (4) Aarón (Nm 20:24) y (5) Moisés (Nm 27:13 y Nm 32:50). ¿Qué aprendemos de este collar? Aprendemos que estos cinco hombres, que son los pilares de la fe hebrea, murieron pacíficamente y en paz con Hashem, y además que resucitarán para recibir las promesas en el mundo venidero. Pero hay un sexto personaje que también la Torá le aplica la misma expresión, este es Ishmael, porque la Torá dice en Gn 25: 17 que Ishmael “expiró, falleció y se reunió con su pueblo”; expresión que es idéntica a la Abraham. De aquí aprendemos que Ismael se arrepintió de sus pecados y de su persecución inicial a su hermano Yitzjak y que murió pacíficamente, en paz con Hashem y tendrá parte también en el mundo venidero. La fe y la oración de Yitzjak Ahora bien, después de la muerte de Abraham nadie, según registra la Torá, vivió mucho más tiempo que él. Cuando Abraham muere, Isacc tenía 75 años y su medio hermano Ishmael tenía 88 años. Aparte de esto, la Torá nos dice lo siguiente en Gn 25:11: “Sucedió que después de haber fallecido Abraham, que bendijo Dios a Itsjac su hijo…”. Pero la Torá no cuenta como sucedió esta revelación ni tampoco el contenido de esa berajah. En cualquier caso, podríamos decir que esta es la primera revelación de Hashem a Yitzjak. Las otras dos revelaciones son más claras y la estudiaremos en breve. Según dice la Torá en Gn 25:20, Yitzjak era de 40 años cuando se casó con Rebeca, pero el pasuk siguiente (Gn 25:21) nos informa que Yitzjak oró al Eterno porque Rebeca era estéril y, mirando rápidamente el pasuk 26, nos damos cuenta que Yaacob y Esaú, los hijos morochos de Yitzjak, nacieron cuando su padre tenía 60 años. Esto significa que, por 20 veinte años Yitzjak experimentó una doble prueba, no sólo por su deseo como hombre de tener descendencias sino también para cumplir con todas la promesa dada Abraham de tener una prole tan grande en número como las estrellas del cielo (Gn 15:5). Vamos a examinar con algún detalle el ruego de Yitzjak por su esposa estéril. En Gn 25: 20,21 dice los siguientes: “Era Itsjac de cuarenta años cuando tomó a Ribcá, hija de Betuel el aramí….Y Y rogó Itsjac al Eterno, enfrente de su mujer, porque ella era estéril, e imploró. De el Eterno se embarazó Ribcá”. En esta parte deseo mencionar tres elementos que podemos extraer de la experiencia de Yitzjak. En primer lugar, se nos informa que Yitzjak se hizo oración por la dificultad que atravesaba el matrimonio a causa de la esterilidad de Rebeca. En segundo lugar, aquí tenemos que aprender una lección importante, especialmente para todos aquellos que tengan la dicha de vivir con un conyugue de la misma fe: que deben unirse en oración para rogar el Eterno por sus angustias y necesidades. De hecho, Santiago nos aconseja que si alguno

87 está afligido, que haga oración (Stg 5:13), y al igual Pedro aconseja a los creyentes: que echen “toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 P 5:7). Esta actitud, aparte de contribuir a la unidad y armonía de la pareja de creyentes y al crecimiento de la fe, posibilita, según el propósito de Hashem, como en el caso que estamos estudiando, que las oraciones sean contestadas. Y no sólo eso, que la presencia del Eterno descanse sobre el hogar. Esto último lo aprendemos de la revelación de Yeshua cuando declaró: “cuando estén dos o tres reunidos en mi Nombre, allí estoy en medio de ellos” (Mt 18:20). ¡Baruj Hashem! Aparte de eso la Escritura declara que para el Eterno “la oración de los justos es su gozo” (Pr 15:18). Esto coincide con lo que dice Pedro citando un Salmo: “Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones” (1 P 3:12). En otras palabras, la aflicción o dificultad que tengamos no tiene porque terminar en la depresión y/o en el abandono de la fe; incluso algunos, como Judas Iscariote, en vez de tomar el camino de la oración para la cura de su drama particular, toman la vía del suicidio. En verdad, todos estos pesukim de las Escrituras nos invitan a orar en tiempos de aflicción y además nos animan con la esperanza de que Hashem está atento al clamor y a la oración de sus hijos. En tercer lugar, la palabra que hemos traducido como “rogó”, según explica Rashi, proviene de una raíz cuyo significado es “insistencia” o “abundancia”, y de esas formas son traducidas en algunos pesukim tales como (Ez 8:2; 35:13; Pr 27:6). De aquí aprendemos, la oración de Yitzjak era insistente y abundante. Esta observación es importante no sólo porque el texto hebreo nos informa de la clase de hombre y de oración que hacía Yitzjak, sino que además nos plantea a nosotros una inquietud del por qué de la insistencia y abundancia de su oración. Esto lo vamos a considerar a continuación Muy bien, volviendo al caso que nos ocupa; el escueto relato bíblico parece dar la impresión que, después de pasar veinte años sin hijos, Yitzjak presenta su oración al Eterno, y de inmediato su oración fue contestada. No es así. Note lo siguiente. Primero, Yitzjak conocía ya, por las promesas y bendiciones concedidas a su padre, que él tendría una descendencia numerosa. Además, aunque su esposa era estéril, eso no sería tampoco un problema porque su propia madre siendo estéril y ya anciana de noventa años lo parió a él. Por tanto, Yitzjak tenía suficientes evidencias del poder del Eterno para sostener su fe de que tendría descendencia. Bueno, si era así, ¿por qué dice la Torá que Yitzjak rogó de manera “insistente y abundante” al Eterno para que le diera un hijo de su joven esposa estéril? ¿Qué es lo que motiva a Yitzjak a orar? Segundo, tanto la versión hebreo-española de la edición de Katz como la famosa Reyna-Valera traducen erróneamente el pasuk de Gn 25:21, el cual vamos a volver a leer con mayor detenimiento: “Y rogó Istjac al Eterno, enfrente de su mujer, porque era estéril”. Esta es la traducción literal del hebreo, pero necesitamos darle un sentido apropiado a la frase “enfrente de su mujer”. La palabra hebrea “lanojah” que se ha traducido como “enfrente de” aunque en otros pesukim significa literalmente que una cosa o persona está frente a la otra o delante de su vista (Gn 30:38; Pr 4: 25), no significa en modo alguno que Yitzjak oraba o hacía su oración enfrente o delante de su esposa. Esta palabra hebrea “lanojah” también admite un segundo significado como “en oposición a”, y con este significado adquiere sentido el texto de Gn 25:21 el cual debe ser traducido como: “Y rogó Istjac al Eterno, en oposición a su mujer, porque era estéril”. Con esta traducción, es legítimo entonces preguntar, el porqué de la oración insistente de Yitzjak, a la cual parecía oponerse Rebeca. Tercero, según nos informa la Torá, el matrimonio de Yitzjak y Rebeca ya habían transcurrido veinte años sin descendencia alguna y, conforme a la costumbre de la época, si al cabo de diez años una pareja no tenía hijos, el hombre podía tomar otra mujer para darle, de esa manera, hijos a su esposa. Costumbre, que por cierto, invoca Saray para justificar ante Abraham que podría tener descendencia de su sierva Hagar como ya vimos en Gn 16:3 que dice: “Tomó Saray, la mujer de Abraham, a Hagar, la sierva egipcia, al de diez años de habitar Abram en la tierra de Kenaan”.

88 Es en este contexto que tiene sentido el pasuk de Gn 25:21 que tradujimos “Y rogó Istjac al Eterno, en oposición a su mujer, porque era estéril”, ya que, habiendo pasado diez sin tener hijos, Rebeca, de acuerdo con la costumbre le ha sugerido a Yitzjak que tome otra mujer, justo como también hizo su padre Abraham. De aquí es claro que a partir de los diez años de vida marital sin hijos y dado la sugerencia de Rebeca, el matrimonio entró en crisis creada por la influencia de las costumbres de los pueblos de aquella época. Esto hace resaltar la falta de fe de Rebeca en las promesas dadas a Abraham, y por contraste, resalta la fe Yitzjak, quien durante diez años (de los 50 a los 60 años de edad) rogó con insistencia y abundante súplica para que el Eterno diera cumplimiento a su Palabra. Cuarto, la angustia de Yitzjak de orar de esa manera fue incrementada no tanto porque se oponía a la sugerencia de su mujer, sino que además, ya Yitzjak conocía por experiencia propia las consecuencias que trajo para el hogar de Saray y Abraham cuando Abraham tuvo a Ishmael de Hagar. Por lo que él no quería que su hogar se dividiera y experimentara el mismo tipo de dificultades que le tocó vivir en el hogar de sus padres. Por tanto, Yitzjak, confiado de la Palabra del Eterno que cumpliría sus promesas a pesar de la esterilidad de Rebeca y teniendo en cuenta la mala experiencia con su medio hermano y con Hagar, decide firmemente mantenerse en oración esperando por diez largos años que Hashem contestara su súplica insistente, más los otros diez que ya habían pasado, nos dan un total de 20 años de espera. Tiempo durante el cual la fe de Yitzjak fue puesta a prueba y también salió victoriosa. Luego, de acuerdo con el propósito del Eterno y, en el tiempo que Él consideró oportuno, contestó la oración de su fiel siervo y como dice la Torá: “…De el Eterno se embarazó Ribcá”, es decir, Hashem permitió que Rebeca saliera embarazada de Yitzjak (ver 2 Cr 33:13). En virtud de esta experiencia de fe de Yitzjak y de otros hombres fieles, Santiago declaró: “La oración eficaz del justo puede mucho”

(Stg 5:16). Posterior a este experiencia de fe, la Torá nos dice que Rebeca experimentó algunos movimiento extraños en su vientre y dice que “salió a inquirir al Eterno” (Gn 25:22). La palabra hebrea “lidrosh” (que es un infinitivo) que se ha traducido como “inquirir” también algunas versiones la traducen como “consultar”, pero el sentido más apropiado es “inquirir” o “investigar” y viene aquí viene la palabra “derash”, que se usa en el léxico rabínico como “investigar” para referirse a uno de los niveles de interpretación bíblica. A su búsqueda de respuesta, Hashem le da una revelación a Rebeca dándole a conocer que tiene dso niños en su vientre, Yaacob y Esaú, quienes serían distintos tanto físicamente como en sus respectivos destinos espirituales (Gn 25:23-27). Dos revelaciones a Yitzjak Pasemos ahora a considerar las dos grandes revelaciones que le fueron dadas a Yitzjak. La primera la encontramos en Gn 26:2-4, y la segunda en Gn 26:24. En medio de esas revelaciones ocurrió la primera falta de fe de Yitzjak, quien al igual que su padre pone en peligro su vida matrimonial para salvar su vida (Gn 26:6-17). La primera revelación se da en el contexto de una hambruna en Canaán, Yitzjak busca refugio en tierra de los filisteos, quienes para la época tenían mucho respeto por los hebreos, y según se puede inferir del texto bíblico parece que Yitzjak tenía intenciones de marchar a Egipto. Veamos lo que dice la Torá al respecto: “Y vio a (Yitzjak) el Eterno y dijo: No bajes a Egipto, habita en la tierra que Yo te diré. Peregrina en esta tierra, y estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu simiente daré todas estas tierras; y cumpliré la promesa que juré a Abraham tu padre. Aumentaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y entregaré a tu descendencia todas estas tierras, y se bendecirán por tu descendencia todas las naciones de la tierra, por causa que oyó Abraham mi voz, y guardó mis mishmeret (cercas), mis mitsvot, mis hukim y mis torot (enseñanzas)” (Gn 26:2-6).

89 Con esta revelación Hashem le dice a Yitzjak que a pesar de la hambruna, que Él va estar con Yitzjak y lo va bendecir en el sentido de darle protección y alimento para su familia. Aparte de ello, le reitera las promesas hecha a Abraham, aunque Yitzjak sabe que esas promesas no las va cumplir en sus días porque ya conoce de su padre Abraham la profecía que él y toda su descendencia estará en tierra ajena por 400 años (Gn 15:13). Por eso, la revelación del Eterno viene a darle ánimo en la tierra de su peregrinación. A nivel peshat ya sabemos que estos pesukim se refieren a Israel, pero a nivel remez constituyen una alusión al Mesías. Lo interesante de esta revelación es que todas esas bendiciones habrán de venir sobre Yitzjak y su descendencia como consecuencia de la fidelidad de Abraham al Eterno (Gn 26:5). La segunda revelación aconteció después de varias disputas entre Yitzjak y algunos filisteos sobre algunos pozos que había cavado Yitzjak. Y marchando de Guerar, Yitzjak sube a Beer Sheba y allí tiene la siguiente revelación: “Y vio (a Yitzjak) el Eterno en aquella noche y dijo: Yo soy el Dios de Abraham, tu padre. No temas porque yo estoy contigo; y te bendeciré y aumentaré tu descendencia, por causa de Abraham mi siervo. Entonces construyó (Itsjac) un altar e invocó el nombre del Eterno….”(Gn 26:24,25). Vemos que, antes como después de esta revelación (Ver Gn 26:26-28) había cierta enemistad entre los siervos de Yitzjak y los de Abimélej. Por esta causa, Hashem le dice, “No temas”. Y ya hemos aprendido que cada vez que el Eterno les dice eso a sus hijos es porque ellos temen a algunas circunstancias que le rodean. Igual pasó con Abraham luego de una guerra contra algunos reyes cananeos para recatar a su sobrino Lot (Gn 15:1). Pero, ¿qué quiere decir Hashem cuando se le presenta a Yitzjak como “el Dios de Abraham, tu padre”? ¿era para darse a conocer o simplemente para identificarse? Por la revelación que nos proporciona Yeshua en su controversia con los saduceos al decir que la declaración: “Yo soy el Dios de Abraham, Yitzjak y Yaacob” (Mr 12:26,27) se debe entender que el Eterno se está refiriendo o aludiendo a la resurrección de los muertos. Por tanto, con la declaración dada a Yitzjak que Él es “el Dios de Abraham, tu padre”, Hashem le da un mensaje de esperanza a Yitzjak con respecto a su padre fallecido: que Abraham ha de resucitar para recibir las promesas y bendiciones dadas durante los tiempos de su peregrinación. La resurrección es la esperanza y la enseñanza central de la fe hebrea, y por la resurrección espera todos aquellos justos que ahora duermen en el polvo de la tierra (1 Ts 4: 1316). La tercera revelación que tuvo Yitzjak aconteció cuando por la fe bendijo a sus hijos. Es una revelación porque fue una profecía para sus hijos (Gn 27:1-40). Lecciones finales

De la experiencia de Yitzjak entendemos del poder de la oración, aunque Hashem parezca tardar en responder, y también de la fortaleza de la fe de Yitzjak, que habiendo pasado la dura prueba en el monte Moriah ahora se empeña por 20 años en esperar el cumplimiento de la Palabra del Eterno. Además, su propio padre Abraham había esperado por 25 años para que él naciera. Vimos también que, a pesar de la enorme fortaleza de la fe de Yitzjak flaquea, igual que su padre, ante el temor de perder su vida por causa de la belleza de su esposa. Por eso dice la Escritura, “el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Co 10:12), ya que si los grandes patriarcas de fe poderosa tuvieron sus fracasos, cuanto no más nosotros. Esto no implica que los que estamos hoy en este Camino debemos fiarnos de esas experiencias para justificar nuestros errores, sino más bien para amonestarnos acerca de cualquier intento de orgullo espiritual que pueda surgir de “nuestros logros” o de “nuestra fidelidad”.

90 Por otra parte, las revelaciones dadas a Yitzjak, contienen tres clases de mensajes: (1) de ánimo ante la adversidad de las tribus hostiles de su tiempo, (2) de confirmación de las promesas dadas a su padre Abraham, (3) que si él y su descendencia van a recibir todas sus promesas, es por causa de la fidelidad de Abraham, quien creyó “en esperanza contra esperanza” y (4) que Abraham y toda su descendencia recibirán la herencia prometida en ocasión de la resurrección de los muertos. Con las revelaciones dadas a Abraham y a su simiente Yitzjak entendemos también, que en verdad, las promesas fueron hechas a Abraham y a su simiente, el cual es el Mesías, según lo explica Rav Shaul en Gál 3:16. Y así, como lo declara el propio Yeshua, “toda la Escritura da testimonio de él”.

91 Lección No. 21: LAS BENDICIONES Y REVELACIONES DE YAACOB En esta Lección abordaremos un estudio panorámico sobre las bendiciones concedidas a Yaacob como las que él impartió, así como también las revelaciones que le fueran dadas. Al examinar el aspecto de las bendiciones y de las revelaciones veremos la experiencia de la fe Yaacob y su transformación de un tramposo y astuto hombre hasta convertirse en Israel, el fundador del pueblo de Dios. Debemos notar que a Yaacob le fueron concedidas 9 revelaciones: algunas de ellas en forma de sueños, otras en forma de profecías cuando pronunció berajot o bendiciones sobre sus hijos. Esta lección la vamos a dividir en tres partes. En la primera, haremos un resumen sobre las bendiciones de Yaacob –tanto como las que él recibió como las que él dio-, y también de las revelaciones que obtuvo de parte Hashem. En la segunda parte, vamos a datar, es decir, a ubicar en el tiempo la época de muchos de los acontecimientos importantes en la vida de Yaacob. Y en la última parte, enfocaremos nuestra atención sobre las bendiciones de Yaacob, haremos un collar con ellas y aprenderemos algunas lecciones con significados salvíficos y mesiánicos. Resumen de las bendiciones y las revelaciones de Yaacob En esta parte vamos a presentar la secuencia cronológica de las bendiciones y revelaciones de Yaacob a fin de obtener una visión general de la vida de Yaacob. 1. Profecías sobre Yaacob y Esaú (Gn 25:23-26): El mayor (Esaú) serviría al menor (Yaacob) 2. Yaacob realiza acciones incorrectas: (1) compra la primogenitura a su hermano (Gn 25:2734), (2) más tarde con la cooperación de su madre Rebeca, obtiene de manera fraudulenta la bendición de Yitzjak (Gn 27:1-30) 3. Yitzjak bendice y aconseja a Yaacob antes de salir a Padan-Aram (Gn 28:1-3) Primera revelación a Yaacob: un sueño en Bet El (Gn 28:10-22). Parte de allí, y llega Padan Aram, en donde pasa 20 años en casa de su suegro Labán y luego regresa a Canaán (Gn 29-31). De los cuales, pasó 14 años sirviendo por sus dos mujeres y 6 sirviendo como pastor del ganado de Labán. Segunda revelación a Yaacob: En un sueño, y por medio del Ángel del Eterno, Hashem le manifiesta que está en conocimiento de los cambios de salarios de Labán, le instruye acerca de lo que tiene que hacer con los animales y le dice que regrese a Canaán (Gn 31:10-13). Esto explica el episodio de los colores de la piel del ganado (Gn 30:25-43). Luego acontece, el distanciamiento entre Labán y Yaacob (Gn 31:1,2). Después de este episodio Yaacob obtiene la tercera revelación. Tercera revelación a Yaacob: Hashem le dice a Yaacob que regrese a Canaán y le promete que va a estar con él (Gn 31:3,4). Cuarta revelación a Yaacob: ve ángeles en el camino (Gn 32:1,2). Note la hermosa oración de Yaacob en donde confiesa su temor, enraizado por supuesto, en el engaño cometido contra su hermano muchos años antes, ruega por su liberación y note además que invoca las promesas del Eterno (Gn 32:10-13) Quinta revelación a Yaacob: encuentro con el Ángel del Eterno (Gn 32:22-32). Se le cambia del nombre de Yaacob a Israel Sexta revelación a Yaacob en la vecindad de Siquem en donde Hashem le instruye que se dirija a Bet El y que more allí (Gn 35:1). Séptima revelación a Yaacob en Bet El (Gn35:6-15). Se le confirma el cambio de nombre de Yaacob a su nombre nuevo: Israel. Justo al llegar a Canaán, en Bet Lejem (Belén), entre Bet El y Efrata, muere Raquel al parir a su Benjamín (Gn 35:16-21 comparar con Gn 48:7). Luego, de habitar por un tiempo en Canaán muere Yitzjak a la edad de 180 años (Gn 35:27-29). Después de esta experiencia habitó Yaacob en Canaán y estando allí sucede todo lo relacionado con Yosef y sus hermanos (Gn 37-45). Note que Hashem guarda silencio acerca del destino de Yosef y no le revela nada a Israel. Yosef tiene 30 años cuando asume su cargo como segundo después de Faraón (Gn 41:46). Octava revelación en Beer Sheba (Gn 46:1-4). Hashem le confirma su partida a Egipto y sobre la vida de su hijo Yosef. Yaacob bendice al Faraón (Gn 47:7-10), primera bendición a un idólatra. Israel llega a Egipto a la edad de 135 años (Gn 47:9). Novena revelación: Yaacob bendice a Manasés y Efraim, hijos de Yosef (Gn 48:1-20). Profecía de Yaacob respecto al éxodo a la tierra de Canaán (Gn 48:21, comparar con Gn 15:13-16 y Gn 46:2-4).

92 Décima revelación: Bendiciones y profecías de Yaacob a sus hijos (Gn 49:1-28).

Antes de entrar en detalle con las bendiciones y revelaciones de Yaacob vamos a fechar los acontecimientos importantes de la vida de Yaacob apoyándonos en la Torá y en la tradición judía. Fechas de acontecimientos importantes en la vida de Yaacob 1. La Torá nos dice que Yitzjak se casó con Rebeca a los 40 años (25:20) y a los 60 años tuvo a Yaacob y a Esau, quienes tenían 15 años cuando murió Abraham (25:7). 2. Según la Torá, a los 40 años Esaú tomo dos esposas cananeas (26:34). En esa época, Yaacob también tenía 40 años e Yitzjak, 100 años. 3. Según la tradición judía estas mujeres por 23 años le amargaron la vida a Rebeca (27:46), y en esa misma época, Yaacob engaña a su padre (27:1-30) y luego, antes de salir con destino a casa de la familia de Rebeca en Jarán, Yaacob recibe bendiciones y consejos de su padre Yitzjak (28:1-4). Esto significa, que Yaacob tenía 63 años cuando huyó de su hogar 4. Según la Torá, tal como se cuenta en Gn 28:5 “envió Yitzjak a Yaacob, el cual fue a Padam-aram, a Labán hijo de Betuel arameo, hermano de Rebeca, madre de Yaacob y Esau”. Pero la tradición judía cuenta que Yaacob salió de 63 años de su casa, pero no fue directamente a la familia de Rebeca porque tuvo miedo de su hermano, porque como la Torá dice en Gn 28:6-9, Esaú tuvo información de que su hermano iba a la tierra de los arameos. Así que vivió escondido en Canaán por 14 años, al fin de los cuales marchó por fin a la casa de Labán. De modo que, Yaacob tiene 77 años cuando se encuentra con Raquel en el pozo donde abrevaban los animales (29:1-6). Esto implica que, el matrimonio con las hijas de Labán (29:16-30) ocurrió cuando Yaacob tenía la edad de 77 años. 5. Según la Torá, Gn 31:38-41, Yaacob pasó veinte años con la familia de Labán, de los cuales 14 sirvió por sus dos mujeres y 6 por el ganado de Labán. Durante ese período de tiempo de 20 años, es decir, de los 77 a los 97 años, Yaacob tuvo 12 hijos, 11 varones y una hembra en Jarán. Porque, según la Torá Benjamín nace en Belén, tierra de Canaán cuando ya Yaacob ha regresado (Gn 35:16-21). Note que en este episodio, en el tránsito hacia Canaán Raquel viene ya embarazada de Benjamín, quien nace cuando Yaacob tiene 97 años. Esto significa que Yaacob estuvo separado de su familia por 34 años. Ahora bien, ¿qué edad tenía Yosef cuando nace su hermano Benjamín? Más adelante sacaremos esa cuenta. 6. Si como dice la Torá Yaacob estuvo 20 años en casa de Labán y llegó a los 77, según la tradición judía, entonces Yaacob tenía 97 años cuando regresó de tierra de los arameos. 7. La Torá nos dice que, llegando a Canaán, Yaacob tuvo un encuentro con el Ángel del Eterno (Gn 32:22-30). Y según los cálculos que venimos haciendo, tal encuentro ocurrió cuando Yaacob tenía 97 años de edad. Es decir, a los 97 años de edad Yaacob tenía una fortaleza tal para atrapar con sus manos al Ángel de Eterno, quien para poder librarse de él tuvo que tocarlo en un punto de su cuerpo para debilitarlo. 8. Según la Torá, Yitzjak vivio 180 años (35:28) y si Yaacob ha regresó a Canaán a los 97 años entonces Yitzjak tenía 97+60 = 157 años, lo que implica que Yaacob compartió con su padre Yitzjak sus últimos 23 años de vida y tenía 120 años cuando murió Yitzjak. 9. Ahora bien, según la Torá, Gn 37:2, Yosef tenía 17 años cuando fue vendido por sus hermanos a Egipto. Y según la Torá, Gn 41:46, Yosef tenía 30 años en la época que asumió el cargo de segundo de Faraón en tierra de Egipto. La Torá también nos informa en Gn 45:6 que, cuando Yosef se da a conocer a sus hermanos, ya había pasado 7 años de buenas cosechas en Egipto y 2 años de hambre, lo cual nos da un total de 9 años, así que Yosef tiene 39 años cuando se encuentra de nuevo con sus hermanos. 10. A esa edad, la Torá nos dice que Yosef mandó a traer de Canaán a su padre Yaacob, quien al presentarse ante el Faraón le dice que tiene 130 años (47:9). Si Yaacob tiene 130 años esto significa que ya su padre Yitzjak tenía 10 años de muerto, cuando tiene noticias de que Yosef está vive y reina en Egipto. Ahora bien, si Yosef fue llevado a los 17 a Egipto (37:2) y ahora tiene 39, entonces Yaacob y Yosef estuvieron separados por 22 años. Esto implica que Yaacob, quien ahora tiene 130 y si se le restan los 22 años de la separación, tenemos entonces que Yaacob tenía 108 años cuando se separó de Yosef. Ahora, si como dice la Torá que Yaacob tenía 130 años (47:9) y Yosef 39 años, es fácil ver que Yosef nació cuando Yaacob tenía 91 años, y como vimos, Benjamín nació al

93 tener Yaacob 97 años, entonces Yosef le lleva 6 años a Benjamín, quien tenía para el tiempo de ese encuentro 33 años. 11. Según la Torá, Gn 47:28, Yaacob vive en Egipto 17 años y muere a la edad de 147 años, época para la cual Yosef tiene ya 56 años y vivió hasta los 110 (50:22). Y cuando Yaacob llega a Egipto a la edad de 130 años, ya han pasado 190 años de los 400 años de la profecía de Abraham registrada en Gn 15:13-16, restando 210 años de peregrinaje en tierra ajena. Collar con las bendiciones de Yaacob Si ponemos atención a las experiencias de las bendiciones de Yaacob vemos varios episodios descollantes que nos muestran la evolución de su crecimiento espiritual. Aquí observamos tres fases notables. En una primera fase: Vemos que la primera bendición la obtuvo de manera fraudulenta. Este robo de la bendición fue la consecuencia de haber obtenido la primogenitura, también de manera astuta. Aquí observamos las acciones de un hombre no convertido que desea “ayudar” al Eterno para que éste cumpla las bendiciones prometidas en la profecía de Gn 25:22-26 (Gn 27:1-30). Pero esto es un error grave, no sólo por el fraude cometido sino que por su falta de fe obtiene por fraude algo que ya era suyo por la revelación concedida a su madre Rebeca en cuanto que el mayor serviría al menor (Gn 25:22-26), es decir que la primogenitura le sería concedida a él aunque haya nacido de segundo. La obra de engaño que realizaron Rebeca y Yaacob contra Yitzjak se fundó en el temor de que, siendo Esaú el preferido de su padre, éste, a causa de tal preferencia, le concedería a Esaú las bendiciones que le fueron prometidas a Yaacob antes de nacer. Este engaño no hubiese sido perpetrado si tanto Yaacob como su madre Rebeca hubiesen tenido confianza en que la Palabra de profecía dada sobre Yaacob se cumpliría a su debido tiempo. Es decir, no tuvieron fe y quisieron ayudar al Eterno como una vez también lo hicieron Abraham y Saray cuando convinieron de que Abraham tuviera el hijo prometido de Hagar, la mujer egipcia. Viendo así las cosas, debemos hacer notar que esa falta de fe le llevó a Yaacob a cometer la insensatez de de robar lo que le pertenecía. Y así, a escondidas y humillado sale de su hogar con destino incierto. De modo que, en Yaacob se cumplió lo que dijo el Mesías: “Porque cualquiera que se enaltece, será humillado” (Lc 14:11) Luego, de su partida forzosa del hogar, de vivir escondido en Canaán por 14 años y de su amarga experiencia de 20 años de servicio, Yaacob decide retornar a Canaán y enfrentar su pasado, es decir, a su hermano Esaú a quien había engañado 34 años antes; durante ese viaje de regreso a Canaán Yaacob experimenta no sólo el remordimiento de sus malas acciones sino que en medio de sus sufrimientos, y de manera repentina obtiene una revelación del Eterno, y justo allí se da cuenta que ésta es una oportunidad dorada para un cambio en su vida a fin de tener paz y enfrentar sin miedo a su hermano Esaú, un fuerte guerrero. Allí, en esta segunda fase, vemos que Yaacob ruega para ser bendecido y en su intenso deseo le comunica al Ángel del Eterno que no le soltará hasta obtener la bendición de paz y seguridad. He aquí un cambio notable, Yaacob, de ladrón de bendiciones a un hombre humillado que ruega ser bendecido. Y debido a ello, obtiene un nombre nuevo: Israel, lo cual a su vez es un símbolo de su nueva experiencia de vida, es decir, es otro hombre. Note, que antes Yaacob venció con astucia a los hombres, en este caso, a su propio padre Yitzjak, y ahora humillado y rogando vence al Eterno y a los hombres por medio del poder de la oración (Gn 32:28,29). Con esta experiencia de Yaacob se cumplió lo que también dijo el Mesías: “y el que se humilla será enaltecido” (Lc 14:11). Por esta causa, debido a que el Mesías se humilló infinitamente más que ninguno de nosotros (Fil 2:8), será también infinitamente más exaltado y es “digno de tomar las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la gloria, la honra y la alabanza” (Ap 5:12). ¡Baruj Hashem!

94 En virtud de la experiencia de Yaacob, y por la que se nos ha revelado del Mesías, y, a fin de tener bajo control todo espíritu de soberbia humana, Pedro nos aconseja: “Humillaos bajo la poderosa manos de Dios, para que Él os exalte cuando fuere tiempo” (1 P 5:6). Y así como a Yaacob se le concedió un nuevo nombre, de igual manera, nosotros, según la profecía de Ap 2:17 nos será concedido en la eternidad un nuevo nombre, el cual resumirá nuestra experiencia individual como creyentes. Y también Yeshua, nuestro Mesías, recibirá un nuevo Nombre que será sobre todo otro nombre porque su experiencia de fe fue superior y perfecta a cualquier otra experiencia humana. Por eso dice la Escritura: “Por lo cual Dios le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre” (Fil 2:9). ¿Cuál será ese nombre nuevo de Yeshua? No nos ha sido revelado, pero lo único que sabemos es que, cuando la redención sea consumada lo veremos panim el panim y llevaremos su nombre en nuestras frentes (Ap 22:2) Ahora bien, una vez que Yaacob ha sido bendecido, de la manera correcta, obtiene la paz y la tranquilidad que no tuvo cuando, por medio del engaño, obtuvo una bendición que ya era suya. Renovado con esta experiencia, Yaacob se reconcilia con su hermano y entonces, y sólo entonces, quedó habilitado para bendecir a otros. Y esta es la tercera fase que observamos en la experiencia de fe de Yaacob, ahora ha quedado en una posición para que se cumplan todas las berajot concedidas a él desde antes de su nacimiento y, también ha quedado habilitado para bendecir y ser una fuente de bendición para todas las naciones. Y en virtud de esto, el primer hombre en recibir una bendición de Yaacob es un idólatra: el faraón de Egipto (Gn 47:10), luego lo vemos, que bajo la inspiración de la Ruaj Hakodesh profetiza una berajah sobre cada uno de sus nietos, y, poco antes de fallecer, nuevamente bajo la guía de la Ruaj Hakodesh da un conjunto de profecías sobre sus hijos (Gn 49), algunas de estas profecías están relacionadas con el Mesías (Gn 49:10,11). La experiencia de Yaacob contiene varias poderosas lecciones para nosotros. En primer lugar, Hashem tiene para nosotros un conjunto de bendiciones, aunque no nos hayan sido reveladas. En segundo lugar, esas bendiciones sólo llegarán a ser nuestras mientras permanezcamos humildes en la presencia del Eterno. En tercer lugar, que nadie que no ha sido bendecido previamente no está facultado para bendecir a otros, por lo que, en muchos casos, lo que acontece son puras “palabrerías humanas” y deseos de figurar y hacerse pasar como profeta o como una persona muy espiritual. Y dado que pronunciar una berajah es un asunto serio para la mentalidad hebrea, ya que se supone que la persona es usada por la Ruaj Hakodesh para bendecir, la cual generalmente va acompañada por imposición de manos, se requiere entonces que quien desee ser un instrumento del Eterno, él mismo haya tenido una profunda experiencia espiritual. Quiera el Eterno concedernos esa bendición. ¡Amén!

95 Lección No. 22: LAS PROMESAS DEL ETERNO Y EL “SÍNDROME DE YAACOB”

En esta lección vamos a considerar la primera de las 10 revelaciones concedidas a Yaacob, y consideraremos además el contextos personal en las que se dio esa revelación; es decir, precisaremos las circunstancias previas en las que se encontraba Yaacob antes de recibir la revelación en cuestión así como las circunstancias que le siguieron. Veremos además, que esa revelación, dada en forma de sueño, ocurre en Bet El, y allí Hashem le hace un conjunto de promesas a Yaacob (Gn 28:10-15). Luego de despertar del sueño, Yaacob entiende que el Eterno se le ha revelado, y allí, en Bet El, Yaacob le hace un voto al Eterno (Gn 28:16-22). En virtud de esto, dividiremos esta Lección en tres partes. En la primera parte, analizaremos algunos detalles significativos del sueño de Yaacob; en la segunda parte, estudiaremos todas las promesas y profecías contenidas en ese sueño, y en la tercera parte mostraremos, que Yaacob le hace un voto condicionado e innecesario a el Eterno. A este tipo de voto, lo llamaremos el “síndrome de Yaacob” porque constituye una manera errada de tratar con el Eterno en la cual incurren muchos creyentes. Leamos entonces Gn 28:12-22. Escaleras al cielo y los ángeles que subían y bajaban Recordemos que Yaacob se ve obligado a huir de su casa y de su familia porque se ha enterado que su hermano quiere matarlo a causa de haber engañado a su padre para obtener una bendición (Gn 27): y luego, con la bendición de Yitzjak y aceptando el consejo de sus padres se marcha hacia la tierra de Jarán (Gn 28:1-9), de donde había salido su abuelo Abraham 148 años antes. Y, como ya vimos en la Lección anterior Yaacob tiene 63 años cuando sale de su casa. Así, no es difícil ver que Yaacob sale de su hogar en medio de un gran aflicción: temiendo por su vida, consternado por el engaño cometido, y ahora se separa de sus amados padres, sin saber por cuanto tiempo, y si volvería a verlos con vida. Aparte de todo esto, marchaba a un lugar en donde, aun conociendo que tenía familiares cercanos, no sabía a ciencia cierta lo que le esperaba. De seguro, todos estos pensamientos estaban revoloteando permanentemente sobre la cabeza de Abraham, y es en medio de estas aflicciones en donde Hashem se revela para confortar a su hijo. Estando todavía en Canaán, en donde pasaría escondido 14 años, Yaacob, cerca de la ciudad de Luz, tuvo un sueño en donde se le mostró una visión impresionante. Dice la Torá: “10Salió Yaacob de Beer Sheba y fue a Jarán. 11Y se encontró con el lugar y pernoctó allí, porque se había puesto el sol. Tomó de las piedras del lugar, y las colocó a su cabecera; y se acostó en el lugar aquel. 12Soñó, y he aquí una escalera fijada a tierra, y su cabecera llegaba al cielo. 13Y he aquí ángeles de Elokim subían y bajaban. Y he aquí, Hashem estaba parado en lo alto (de la escalera), y dijo: Yo soy Hashem, Elokei de Abraham tu padre y Elokei de Yitzjak. La tierra en la que estás acostado sobre ella, a ti te la daré y a tu simiente. 14Será tu descendencia como el polvo de la tierra, te extenderás hacia el oeste, el este, el norte y el sur. Y se bendecirán por ti todas las familias de la tierra, y (también) por tu simiente. 15Y he aquí yo estaré contigo, te cuidaré en todo por donde vayas, y te devolveré a esta tierra, porque no te dejaré, hasta que haya hecho lo que he hablado contigo” (Gn 28:10-15). Este sueño tiene algunos aspectos interesantes. Digamos que el primer aspecto es el siguiente: a Yaacob se le muestre una escalera cuyos extremos están en la tierra y en el cielo y ángeles subiendo y bajando. La primera pregunta que uno debería hacerse es la siguiente: ¿acaso los ángeles necesita una especie de escalera para transitar entre los cielos y la tierra? Naturalmente que la respuesta es no.

96 Esto implica entonces que tal escalera es más bien de carácter simbólico, es una alusión a algo o alguien. Es decir, el significado de esta escalera debe ser buscado a nivel remez. Para los rabinos, en Bereshit Rabbah nos dicen que la escalera con los ángeles subiendo y bajando representan a los cuatro reinos de la profecía de Daniel 7 (Babilonia, Medo-Persia, Grecia y Roma). Ya que, dentro de la “teología rabínica” cada nación tiene un ángel que la dirige, por tanto, los ángeles subiendo y bajando es una alegoría al surgimiento y caída de esos cuatro reinos. A mi entender, esta interpretación de la escalera de Yaacob no es correcta porque está fundamentada en una especulación rabínica acerca de que cada nación tiene un ángel que la controla o dirige, y que Miguel es ángel protector de Israel. Como ya mostramos en una lección previa, Miguel no es el Ángel protector de Israel como los rabinos afirman, sino más bien el Ángel del Eterno. Aparte de ello, en la visión dada a Yaacob no se dice que habían “cuatro ángeles” (para hacer así la conexión con los cuatro reinos) sino “ángeles” en número indefinido. Por lo que la alegoría de la escalera y los ángeles no se refiere al surgimiento y caída de esos cuatro reinos. Si no aceptamos la interpretación rabínica, ¿cuál podría la interpretación de esta escalera y de los ángeles que subían y bajaban? Ya que el sueño presenta una única escales que vincula el cielo con la tierra, esta escalera es una alusión al Mesías, quién es el único puente o escalera entre el Eterno y los hombres, ya que, como toda escalera, se constituye en un “mediador” entre dos extremos; en este caso, entre los cielos y la tierra. De hecho, Yeshua hizo un midrash de la visión de Yaacob como una referencia a si mismo, cuando revela a sus primeros discípulos: “De aquí en adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Di_s que suben y descienden sobre el Hijo del hombre” (Juan 1:51). En este mismo sentido dice la Escritura: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro Nombre bajo el cielo dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hch 4:12). Así, por medio del Mesías, el cielo y la tierra quedaron eternamente unidos, de modo que su mediación los ángeles ministeriales son enviados para servir a aquellos “que serán herederos de la salvación” (Hb 1:14). No tenemos mucho tiempo para hablar del ministerio de los ángeles, lo más que podemos añadir por ahora es que el ministerio de los ángeles a nuestro favor es posible debido a la mediación y redención hecha posible por el Mesías. Además, si esta escalera es una alusión al Mesías, entonces, el hecho que un extremo toque el cielo y el otro, la tierra podría ser una alusión a la extraordinaria revelación mesiánica de su doble origen; es decir, que es hombre como nosotros (más sin naturaleza pecaminosa), y además es una referencia a su carácter divino. Con respecto a su origen divino, Rav Shaul nos dice: “el primer hombre es de la tierra, terrenal, el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo” (1 Co 15:47, ver también Flp 2:5-8). Aparte de eso, Rashi hace una observación muy interesante: En la visión se muestran “ángeles de Elokim[que] subían y bajaban”, cuando lo más natural debería ser “ángeles de Elokim [que]bajaban y subían”, porque los ángeles proceden del cielo y deben bajar a la tierra. La explicación que ofrece Rashi a este detalle de la visión cae dentro del terreno de la especulación de la angelología rabínica y no voy a mencionarla aquí. Yo no tengo una explicación satisfactoria al respecto, sin embargo, el hecho de que la visión muestre a los ángeles subiendo primeramente de la tierra al cielo, tal vez nos indique que ellos están presentes con nosotros desde que el hombre fue creado, y por ello, se les ve subiendo desde la tierra. El segundo aspecto interesante de esta visión es que muestra al Eterno “parado en lo alto (de la escalera)”. En la edición de Katz, no desea adaptarse a la literalidad del texto y prefiere traducir este pasuk 13: “Y he aquí el (honor del) Eterno estaba parado en lo alto (de la escalera)”, con la frase “el honor del Eterno” quieren decir a la “gloria del Eterno”, es decir, algún espectáculo de gloria maravillosa porque cuanto a Hashem ningún hombre le ha visto (Ex 33:20). Esto puede ser posible si se compara Ex 24:9,10 con Dt 4:15. Al terminar la visión, Yaacob quedó impresionado por ella y dijo e hizo lo siguiente: “Se despertó Yaacob de su sueño y dijo: Ciertamente está el Eterno en este lugar y yo no lo sabía. Entonces sintió temor y dijo: Que temible es este lugar. No es este (lugar) sino la casa del Eterno, y éste la puerta del cielo ( ). Madrugó Yaacob en la mañana, tomó la piedra que había puesto en su

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97 cabecera, la colocó como pilar (matsebah) y vertió aceite sobre su cúspide. Entonces llamó el nombre de aquel lugar Bet El. Sin embargo, Luz era el nombre de la ciudad al principio” (Gn 28:16-19). Hay muchas aggadot sobre estos pesukim, pero lo más importante destacar es los siguiente, que no debemos limitar el poder del Eterno a un lugar, como lo hizo la tradición judía antigua. Yeshua nos enseñó en su conversación con la mujer samaritana en Jn 4:20-24: “20Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. 21Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. 22Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. 23Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. 24Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren ”

Por tanto, el lugar donde tu adoras al Eterno es Bet El, Casa de Dios, y “puerta del cielo”, a través de la cual pasa nuestras oraciones y ascienden al cielo por la escalera de los méritos de la justicia de Yeshua. ¡Baruj Hashem! Quisiera mencionar un último detalle. La Torá nos dice que Yaacob tomó la piedra que le sirvió de cabecera y “la colocó como pilar (matsebah) y vertió aceite sobre su cúspide” (Gn 28:18). Note que Yaacob no hace un altar como Abraham (Gn 12:8). La pregunta es: ¿cuál es la diferencia entre un altar y un pilar? El Ramban nos informa, que la antigua tradición judía enseña que el altar se hace de varias piedras y se usa para ofrecer sacrificios, en cambio el pilar está hecho de una sola piedra y se usa par al libación de agua o de aceite. Las promesas del Eterno Vamos ahora el revisar el contenido del sueño, sus promesas y profecías. Resumamos todas las berajot concedidas: las 3 primeras berajot son profecías de largo alcance para él y su simiente, las 3 últimas berajot son promesas personales. 1. Primera Promesa: de darle la tierra de Canaán a él y a su simiente. Con esto se reitera la promesa dada a Abraham y a Yitzjak, y se la extiende hacia el futuro: a su simiente. Y esto último ha de interpretarse a dos niveles: a nivel peshat se refiere a toda su descendencia, es decir, al pueblo de Israel, y así lo ha entendido la tradición judía hasta el día de hoy. A nivel remez, y desde Rav Shaul en adelante, la simiente es una alusión al Mesías (Gál 3:16), a quien le será entregada la “tierra prometida”. 2. Segunda Promesa: de darle una descendencia numerosa y de extenderse hacia los cuatro puntos cardinales. Esta promesa, y la anterior debieron ser particularmente apreciadas por Yaacob ya que, a los 77 años se encontraba sólo y ni siquiera tenía esposa. Por tanto, estas dos promesas debían alentar a Yaacob acerca de un futuro con esperanza de una multitud de hijos, asunto que no le era o debería serle extraño ya que su padre y su abuelo tuvieron prole a edad avanzada. 3. Tercera Promesa: que Yaacob y su simiente serían una bendición a todas las familias de la tierra. Vemos que a nivel peshat, esto se cumplió en parte cuando por intermedio de uno de los hijos de Yaacob, Yosef, la nación egipcia llena de ídolos y de paganos fue protegida de la hambruna (Gn 41-50). Es decir, gracias a la fidelidad de Yosef, Hashem lo usó como instrumento para bendecir a todas las naciones que estaban bajo el poder de los faraones de Egipto. Además, como ya vimos, el faraón reinante en tiempos de Yosef fue recipiente de una de las bendiciones de Yaacob (Gn 47:10). Y por supuesto, la simiente de Yaacob, que es Yeshua el Mesías, ha llegado a ser una bendición para todas las naciones, aun cuando muchos no lo reconozcan como tal.

98 Ahora veamos las 3 berajot personales. 1. Primera promesa personal: “Yo estaré contigo y te cuidaré por donde vayas”. Esta es una promesa de cobertura espiritual, la cual, dadas la condición de aflicción –temiendo por su vida- y soledad en la que se encontraba Yaacob, debieron ser apreciadas grandemente y debieron además ser una fuente consuelo para animarlo a seguir en su tránsito hacia Jarán. 2. Segunda promesa personal: al prometerle que lo regresaría a la tierra de Canaán, le aseguraba que su partida no sería sin retorno, tal vez le inquietaría que tal regreso implicaría el encuentro con su hermano Esaú. Y por lo que vemos que sucedió después, Yaacob temía por ese reencuentro porque pensaba que lo único que había hecho con su fuga era postergar el momento de su muerte a manos de Esaú. 3. Tercera promesa personal: “no te dejaré, hasta que haya hecho lo que he hablado contigo” Con esta última promesa, se encerraban todas las demás promesas y se le aseguraba que ciertamente se habría se cumplir. Lo cual, a nivel peshat, se cumplieron todas: Yaacob regresó a Canaán con una numerosa familia e inmensamente rico, fue protegido de la astucia de su suegro Labán, del resentimiento del hermano, y de la hambruna cuando Hashem colocó a su hijo Yosef como gobernador de Egipto, y estando en esa tierra fue bendición, y murió en paz impartiendo profecías y berajot para hijos y nietos. Sin embargo, a pesar de tan espectaculares promesas, Yaacob no fue lo suficientemente impresionado por ellas, ya que como estudiaremos a continuación hizo un voto con Hashem que más bien parecía a un pacto con clausulas condicionantes como “si” y “entonces”, lo cual, en últimas, mostraba que Yaacob no había confiado con fe obediente (emunah) en la Palabra del Eterno, y esto es lo que he llamado el “síndrome de Yaacob”. El “síndrome de Yaacob”: cuando el hombre hace un pacto con el Eterno Vamos a concentrar ahora nuestra atención en el voto que hace Yaacob al Eterno: “Hizo Yaacob un voto (neder), diciendo: Si estuviere Dios conmigo, me cuidare en este camino que yo voy, me diere pan para comer y ropa para vestir, volviere en paz a la casa de mi padre, y fuere el Eterno para mí por Dios, entonces esta piedra que he puesto por pilar, será la casa de Dios; y de todo lo que dieres apartaré el diezmo para ti”. (Gn 28:20-22). Tenemos que mirar brevemente el concepto de voto en la Torá. El concepto hebreo de voto se puede extraer de los libros de Levítico y Números y tiene las siguientes características: (1) es un acto voluntario que se hace al Eterno –sin que el Eterno le haya pedido nada-. Este voto puede ser un sacrificio de paz o dedicarse enteramente a su servicio como los nazareos, (2) no establece condiciones al Eterno sobre promesas ya dadas, y cuando se establece es porque requiere del Eterno un favor. Esto último es el caso de Ana, la madre de Samuel (1 Sm 1:9-11), (3) puede ser revocado si quien lo hace, por jemplo, está bajo la cabeza de alguien: una hija o una mujer casada, (4) el voto no debe ser quebrantado Por otro lado, cuando uno estudia los pactos que se encuentran en la Torá, uno encuentra que hay dos tipos de pactos: (1) los que establecen los hombres entre sí y (2) los que establece el Eterno con el hombre. Con respecto a este último tipo de pacto, el cual es el único que admite el Eterno, debe notarse, que desde el primer pacto con Adán (ver Os 6:7 y comparar con Gn 2:15-17), pasando por el pacto con Noé (Gn 9:817), y el de Abraham (Gn 15 y 17), también con el pueblo de Israel tanto en el monte Sinaí (Ex 24:6-8) como en el monte Ebal (Dt 29) y aun el realizado por Yeshua en el día de la Pascua hebrea (Mt 26:17-29), todos estos pactos, absolutamente todos tienen estas características que no deben ser olvidadas: (1) es el Eterno quien toma la iniciativa de pactar con el hombre, (2) es el Eterno quien establece el tipo de pacto –ya sea absoluto en la que no se requiere decisión humana alguna como por ejemplo el pacto con toda criatura viviente de no destruir la tierra por medio de un diluvio; o como el que establece con Abraham, el cual estaba sujeto a la aceptación de Abraham, (3) es el Eterno quien establece las condiciones (“si”), cláusulas y promesas del mismo.

99 Cuando uno se percata que estos son los únicos tipos de pactos, entonces también uno comprende el asunto principal del pacto: del Eterno es la prerrogativa de establecer el pacto y todos sus aspectos relacionados. Ahora bien, con toda seguridad Yaacob fue muy sincero cuando formuló su voto y se comprometió a sí mismo a ser más fiel al Eterno. Todo eso es verdad; pero el voto como tal está mal planteado. Yaacob, debido a la condición de aflicción en la que hallaba y más especialmente porque aun se encontraba en un bajo nivel de comprensión de los caminos y pactos del Eterno, luego, de recibir todas esas promesas y profecías hace sinceramente un voto en el cual si Hashem hace para él determinadas cosas, entonces el Eterno será su Dios. Hashem le prometió, como ya vimos, protección, seguridad, descendencia numerosa, incluso que regresaría a su tierra, y no le pidió nada a cambio. Lo único que debía “hacer” Yaacob era creer a la Palabra del Eterno y punto. Para efectos de comparación y mostrar el genuino significado del voto, vamos a leer ahora el voto que Ana, la madre de Samuel, le hace al Eterno (1 Sm 1:9,110): “9Y se levantó Ana después que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo de Hashem, 10 ella con amargura de alma oró a Hashem, y lloró abundantemente. 11E hizo voto, diciendo: Hashem de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Hashem todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza”

El voto de Yaacob es diferente al de Ana, ya que el Eterno no le había prometido nada a Ana, más bien ella requiere ser bendecida con un hijo cuando a Yaacob ya se le habían concedido muchas berajot. En cualquier caso, lo que debería hecho Yaacob es simplemente hacer un voto de agradecimiento y prometerle, si así él quería, darle los diezmos, y hasta aquí. Pero ha debido llegar al extremo de prometerle que también lo haría su Dios, si cuidaba de él; pero ello es posible porque Yaacob, aún no había experimentado, “un nuevo nacimiento”, como decimos hoy. De las Escrituras puedo citar un mal ejemplo de voto al Eterno: el que hizo Jefté, cuando dijo: que si el Eterno lo favorecía en la guerra contra los amonitas el primero que salieres por las puertas a recibirlo lo ofrecería en holocausto, bueno, la primera en recibirlo fue su única hija, y ya se conocen el resto de la historia (Jue 11:30-40). Esta clase de votos, son inaceptables y son una insensatez ante el Eterno y no deben ser cumplidos. ¿A qué se parece el caso de Yaacob? Se parece a Pedro, quien espantado por lo que vio en el monte de la transfiguración de Yeshua dijo: “Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; hagamos tres enramadas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. Porque no sabía lo que hablaba porque estaban espantados” (Mr 9:5,5). Por muy sincero que haya sido Pedro, eso no justifica su propuesta de hacer enramada para aquellos insignes personajes. Igual Yaacob, quedó tan espantado con la visión que tuvo que hizo un voto sincero sin saber plenamente lo que estaba diciendo. De modo que, que el “síndrome de Yaacob” es un tipo de enfermedad espiritual que padecen algunos hombres creyentes, quienes habiendo ya recibido algunas promesas, en su ignorancia y/o aflicción por alguna circunstancia especial de la vida realizan un voto que es más bien un pacto con el Eterno a fin de asegurarse la bendición del Eterno, que justamente el Eterno ya le ha prometido. Pero en últimas, y es lo lamentable, el voto que hacen no es un voto y tampoco llega a nivel de pacto. Este síndrome es una manifestación de la naturaleza pecaminosa del hombre, quien cree que puede asegurarse el favor del Eterno por medio de obras de factura humana. La pregunta es: ¿cómo se cura el síndrome de Yaacob? Pueden darse dos casos. Puede ser un asunto de simple ignorancia acerca del significado hebreo de voto y de pacto, entonces se cura estudiando seriamente Torá. El otro caso puede ser como el de Yaacob, ignorancia y falta de conversión. Notemos que tan pronto como Yaacob comprendió que Hashem ya lo había bendecido en Peniel, no le hizo ningún voto como el que le hizo en Bet El. Desde su conversión en adelante aprendió a vivir por la fe, y por la fe, Yaacob, al morir bendijo a sus hijos (Heb 11:21).

100 Si tenemos una experiencia de conversión como la de Peniel y una visión espectacular como la de Bet El, sólo debemos andar por fe en la bendición revelada. Pero si no se nos ha dado una revelación como la de Bet El, y tenemos alguna necesidad particular entonces podríamos hacer un voto como el de Ana, y así, estaremos vacunados contra el “síndrome de Yaacob”, prometiéndole dinero y dones al Eterno, y aun tomarlo como Dios, cuando Él ya es nuestro Dios y ya nos ha concedido sus bendiciones, a tal punto que estamos sentado con el Señor en los lugares celestiales. Amén

101 Lección No. 23: LA SEGUNDA Y TERCERA REVELACIÓN A YAACOB: Bendiciones y milagros en la vida de Yaacob En esta Lección enfocaremos nuestra atención en la segunda y tercera revelación dadas a Yaacob en tierra de los arameos, en ellas veremos cómo Hashem cuida y dirige a Yaacob; también penetraremos en el secreto de la prosperidad de Yaacob, de donde extraeremos algunas lecciones y principios para nuestras vidas y para los ministerios de hoy día. Antes de eso, para ubicarnos de nuevo, presentaré un resumen, sobre las bendiciones y revelaciones de Yaacob, que ya vimos previamente. Primera parte: Resumen de las bendiciones y las revelaciones de Yaacob En esta parte vamos a presentar la secuencia cronológica de las bendiciones y revelaciones de Yaacob a fin de obtener una visión general de la vida de Yaacob. 1. Profecías sobre Yaacob y Esaú (Gn 25:23-26): El mayor (Esaú) serviría al menor (Yaacob) 2. Yaacob realiza acciones incorrectas: (1) compra la primogenitura a su hermano (Gn 25:2734), (2) más tarde con la cooperación de su madre Rebeca, obtiene de manera fraudulenta la bendición de Yitzjak (Gn 27:1-30) 3. Yitzjak bendice y aconseja a Yaacob antes de salir a Padan-Aram (Gn 28:1-3) Primera revelación a Yaacob: un sueño en Bet El (Gn 28:10-22). Parte de allí, y llega Padan Aram, en donde pasa 20 años en casa de su suegro Labán y luego regresa a Canaán (Gn 29-31). De los cuales, pasó 14 años sirviendo por sus dos mujeres y 6 sirviendo como pastor del ganado de Labán. Note que, la segunda revelación registrada en Gn 31:3, ocurre en el contexto de la crítica de la familia de Labán por el enriquecimiento de Yaacob y del distanciamiento de Labán (Gn 31:1,2), y en tal revelación, Hashem instruye a Yaacob que se vuelva a la tierra de sus padres; pero esta revelación ocurrió cronológicamente después de la que para aparece en la Torá (Gn 31:10-13), que es la tercera en el orden narrativo; ya que, como el propio Yaacob explica a sus esposas que Hashem le ha instruido ya antes acerca del cambio de vara para las ovejas preñadas (Gn 31:4-15), y entonces, todo el clan de Yaacob decide marchar con él a Canaán conforme a la visión que le ha sido dada recién (Gn 31:3). Aquí debo introducir una nota de advertencia: La Torá no narra de manera absoluta los eventos de una manera cronológica, a veces, como en este caso viene narrando una serie de eventos y luego vuelve hacia atrás para especificar algún evento o episodio, que algunas ocasiones puede ser particularmente difícil o misterioso. Segunda revelación a Yaacob: En un sueño, y por medio del Ángel del Eterno, Hashem le manifiesta que está en conocimiento de los cambios de salarios de Labán, le instruye acerca de lo que tiene que hacer con los animales y le dice que regrese a Canaán (Gn 31:10-13). Luego acontece, el distanciamiento entre Labán y Yaacob (Gn 31:1,2). Después de este episodio Yaacob obtiene la tercera revelación. Note que en esta revelación Yaacob cuenta que se le ha aparecido el Ángel del Eterno en sueños. Tercera revelación a Yaacob: Hashem le dice a Yaacob que regrese a Canaán y le promete que va a estar con él (Gn 31:3). Cuarta revelación a Yaacob: ve ángeles en el camino (Gn 32:1,2). Note la hermosa oración de Yaacob en donde confiesa su temor, enraizado por supuesto, en el engaño cometido contra su hermano muchos años antes, ruega por su liberación y note además que invoca las promesas del Eterno (Gn 32:10-13) Quinta revelación a Yaacob: encuentro con el Ángel del Eterno (Gn 32:22-32). Se le cambia del nombre de Yaacob a Israel Sexta revelación a Yaacob en la vecindad de Siquem en donde Hashem le instruye que se dirija a Bet El y que more allí (Gn 35:1). Séptima revelación a Yaacob en Bet El (Gn35:6-15). Se le confirma el cambio de nombre de Yaacob a su nombre nuevo: Israel. Justo al llegar a Canaán, en Bet Lejem (Belén), entre Bet El y Efrata, muere Raquel al parir a su Benjamín (Gn 35:16-21 comparar con Gn 48:7). Luego, de habitar por un tiempo en Canaán muere Yitzjak a la edad de 180 años (Gn 35:27-29). Después de esta experiencia habitó

102 Yaacob en Canaán y estando allí sucede todo lo relacionado con Yosef y sus hermanos (Gn 37-45). Note que Hashem guarda silencio acerca del destino de Yosef y no le revela nada a Israel. Yosef tiene 30 años cuando asume su cargo como segundo después de Faraón (Gn 41:46). Octava revelación en Beer Sheba (Gn 46:1-4). Hashem le confirma su partida a Egipto y sobre la vida de su hijo Yosef. Yaacob bendice al Faraón (Gn 47:7-10), primera bendición a un idólatra. Israel llega a Egipto a la edad de 135 años (Gn 47:9). Novena revelación: Yaacob bendice a Manasés y Efraim, hijos de Yosef (Gn 48:1-20). Profecía de Yaacob respecto al éxodo a la tierra de Canaán (Gn 48:21, comparar con Gn 15:13-16 y Gn 46:2-4). Décima revelación: Bendiciones y profecías de Yaacob a sus hijos (Gn 49:1-28). Si deseamos hacer una clasificación de las revelaciones concedidas a Yaacob encontramos 5 tipos de revelaciones: (1) en sueños, 6 revelaciones, (2) aparición de ángeles, 1 revelación; (3) aparición del Ángel del Eterno, 1 una revelación, (4) inspiración profética (nebiut), aquí tenemos dos episodios: cuando bendice a Efraín y Manasés (Gn 48:1-20) y en el episodio cuando bendice a sus hijos (Gn 49:1-27). Pero con respecto a la inspiración profética podemos contabilizar 13 revelaciones de este tipo: 2 a sus nietos y 11 a sus hijos. (5) La quinta revelación no parece un sueño, ya que dice la Torá en Gn 35:13 que “subió Elokim de hablar con él”, la cual es muy similar a la experiencia profética de Abraham en Gn 17:22: “Y terminó de hablar con él, y subió Elokim de hablar sobre Abraham”. Segunda parte: Hashem protege y guía a Yaacob Cuando se analiza la historia de Yaacob vemos que Hashem no sólo ha diseñado un plan para la vida de Yaacob cuando se le profetiza, aun antes de nacer que, aunque no era el primogénito alcanzaría una posición más prominente que la de su hermano mayor, al punto que éste le serviría (Gn 25:19-26). Y a pesar de la astucia de Yaacob al comprar de su hermano la primogenitura (Gn 25:27-34) y de engañar a su padre para obtener la berajah correspondiente a esa primogenitura (Gn 27:1-30), y de su huida vergonzosa de la casa de su familia, Hashem se le revela tres veces a Yaacob por sueños, en los cuales se muestra que Hashem para nada ha cambiado su plan para con él, todo lo contrario: le da promesas y le instruye en asuntos personales. La primera de esas revelaciones, ya la estudiamos, fue en Bet El (Gn 28:10-15) y ocurrió en uno de los momentos más críticos de la vida de Yaacob, solitario y acongojado; huyendo a causa de sus errores que le había ganado el odio de su hermano y la dolorosa separación de sus padres. ¿Qué lección podemos aprender aquí? La primera, es la más obvia, no debemos cometer errores semejantes. La segunda, es que aprendemos que Hashem extiende su gracia a todos sus hijos que se encuentran en aflicción a causa de sus pecados, lo que es un hecho o collar que atraviesa toda la Escritura, lo cual le ha permitido a Rabí Shaul establecer el siguiente principio: “…más cuando el pecado abundó sobreabundó la gracia” (Rm 5.20). Debemos hacer notar que este pasuk se encuentra en el contexto de la explicación que ofrece Rabí Shaul en cuanto a la introducción y propósito de la Torá en el pueblo de Israel. De hecho, la Torá se introdujo “para que el pecado abundase” (Rm 5:20), es decir, que la Torá por medio de todo el sistema de korbanot (sacrificios) y rituales de purificación, tenía el propósito de hacer consciente al hebreo del carácter grave y ofensivo del pecado y de la solución que Hashem ofrecía a todos aquellos que quisieran acogerse a su gracia salvífica. Y en justo en este mismo sentido sobreabundó la gracia, por cuanto el conjunto de instrucciones (hukim, mishpatim, mitzvot, etc.), hizo por una parte, más sabio al pueblo de Israel con relación a los demás pueblos del mundo, sino que además, los korbanot eran una alusión a los sufrimientos del Mesías como lo testifica el propio Talmud. Y así, del mismo modo como la Torá escrita, la Torá oral en las revelaciones dadas a Yaacob contenía promesas e instrucciones que revelaban, no sólo el amor de Hashem por Yaacob, a quien se le revela a pesar de sus errores, sino también que Hashem le va ayudar a llevar a cabo, los planes que ya trazado desde la revelación dada a su abuelo Abraham por medio de un instrumento tan débil como Yaacob. Como bien dice Rabí Shaul basado en la Torá: “15Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del

que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. 16Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia” (Rm 9:15,16). Y esto es debido a que sorprendentemente como lo revela Rav Shaul el poder del Eterno se perfecciona

103 en la debilidad humana (2 Co 12:9,10), en aquellos que reconocen con humildad su fragilidad y cuánto necesitan del Eterno para sobrevivir y salir airoso en la lucha contra el mundo, el demonio y la carne. La experiencia amarga de Yaacob y las revelaciones que le fueron concedidas nos debe llenar de gozo, y por otra parte también nos enseña a no poner nuestra confianza en la carne porque, ya que es la voluntad de Dios que se impone, por encima de las expectativas y miserias humanas, y lleva a cabo su plan a pesar de las fallas de sus hijos. Pero debo introducir una nota de advertencia, no vaya a ocurrir que tomemos estos episodios de la vida de Yaacob para fomentar una enseñanza según la cual, “no importa lo que hagamos, el Eterno va a llevar a cabo su plan con nosotros”. No es así. En primer lugar, la experiencia de Yaacob no debe ser tomada como un modelo para nuestras vidas ya que, el plan profético y sus alcances históricos que Hashem trazado para los patriarcas, y particularmente para Yaacob, es muy distinto del que tiene el Eterno para cada uno de nosotros. En segundo lugar, en muchísimos casos, no conocemos con precisión el plan de vida que Hashem tiene para con nosotros, y a veces Él, conforme a su propósito puede llevarlo a pesar de nuestros errores, como en el caso de Yaacob, pero en otras, de seguro, debido a nuestros errores podemos truncar y aun estropear el plan del Eterno para nuestras vidas. Un ejemplo bien dramático e importante de este último caso ocurrió con aquellos líderes de Israel que rechazaron a nuestro Mesías; la Escritura dice de ellos: “Más los fariseos y los intérpretes de la Torá desecharon los designios de Dios respectos de sí mismos, no siendo bautizados por Juan” (Lc 7:30). Este asunto de Lc 7:30 debe ser entendido en la perspectiva global que brinda las bendiciones y maldiciones que Hashem puso delante Israel en Lv 26 y Dt 28. Es decir, el Eterno condujo a su pueblo a una encrucijada profética, lo cual conducía a su vez dos cursos de la historia para este mundo: un plan de vida revelado por las bendiciones y otro plan de vida revelado por las maldiciones; de modo tal que el curso de las bendiciones dependería de la fidelidad de Israel, y el curso de las maldiciones dependería de su infidelidad. Ya conocemos lo que aconteció con Israel. Desde el punto de vista personal o de una comunidad de creyentes, igualmente Hashem nos lleva a una encrucijada profética, de tal manera que el curso de los acontecimientos depende de nuestra fidelidad. En este sentido, estamos hablando del carácter condicional de la profecía bíblica. Pero con respecto a los padres (Abraham, Yitzjak y Yaacob), según nos revela la Torá, el Eterno reveló una profecía de carácter incondicional, es decir, Hashem intervendría las veces que fuese necesario en la vida de los patriarcas para que la historia, que apuntaba y se dirigía al Mesías, alcance el cumplimiento que Él en su sabiduría había diseñado. Y por esta importantísima razón, la experiencia de Yaacob que nos ocupa no debe ser tomada como un modelo para levantar enseñanzas como las que ya mencionamos. El secreto de la prosperidad de Yaacob Ahora bien, la segunda y tercera revelación ocurrieron en tierra de los arameos. Para entender estas revelaciones tenemos que leer la Torá desde Gn 30:25-41 hasta Gn 31:1-16. Notemos que en Gn 30:25-41 aparece el extraño episodio de las tretas de Yaacob y Labán en relación al salario que había de recibir Yaacob. A simple vista parece que este episodio trata sobre una guerra de tramposos, Labán Vs. Yaacob, es como si dijéramos en esta esquina: Yaacob que engañó al padre y al hermano, y en la otra, Labán, que engañó a Yaacob el día de su boda. Pero yendo un poco más profundo al texto nos encontramos dos hechos interesantes. En primer lugar, la Torá nos dice que este episodio de cambios de salarios y nacimientos de ovejas de ciertos colores preferenciales ocurre en el tiempo del nacimiento de Yosef. Leamos Gn 30:25-31: “25

Aconteció cuando Raquel hubo dado a luz a Yosef, que Yaacob dijo a Labán: Envíame, e iré a mi lugar, y a mi tierra. 26Dame mis mujeres y mis hijos, por las cuales he servido contigo, y déjame ir; pues tú sabes los servicios que te he hecho. 27Y Labán le respondió: Halle yo ahora gracia en tus ojos, y quédate; he experimentado que Hashem me ha bendecido por tu causa. 28Y dijo: Señálame tu salario, y yo lo daré. 29Y él respondió: Tú sabes cómo te he servido, y cómo ha estado tu ganado conmigo. 30Porque poco tenías antes

104 de mi venida, y ha crecido en gran número, y Hashem te ha bendecido con mi llegada; y ahora, ¿cuándo trabajaré también por mi propia casa? ”

Notemos que, en una Lección anterior mostramos que cuando Yaacob llegó a la tierra de los arameos tenía 77 años y allí pasó veinte años. También mostramos que cuando Yaacob llegó a Egipto tenía 130 años y su hijo Yosef 39, de donde se deduce que, cuando nació Yosef, Yaacob tenía 91 años, y como llegó a los 77 esto significa lo siguiente: cuando nació Yosef, ya había pasado justo 14 años del servicio de Yaacob por sus dos mujeres, y por esta causa le solicita a Labán que lo deje ir, pues él ya cumplió con su parte. Por tanto, la revelación de irse de Aram fue al término de los catorce años del servicio de Yaacob y cuando éste tenía 91, justo cuando nació Yosef. Y la revelación registrada en Gn 31:11-13 fue dada en algún momento después cuando Labán, viendo que sólo nacían las ovejas que correspondían al salario de Yaacob, le cambia el salario. Pero Yaacob le solicita a Labán que lo deje libre para regresar a su tierra no por causa de que ha cumplido con el servicio pactado por sus esposas, sino porque desea regresar a su tierra. Note que simplemente él pudo solicitar la liberación del trabajo y quedarse en tierra de Aram porque todavía estaba temeroso del caso pendiente que tenía con su hermano; pero no, expresa más que el cese de una relación de trabajo: Hashem ya le había prometido en Bet El un regreso en paz a la tierra prometida, y por fe, sabiendo a lo que se iba a enfrentar, decide confiar en las promesas y decide abandonar aquellas tierras, pero queda comprometido por otros 6 años, a fin de forjar una riqueza para su familia. De hecho, a esas alturas, Yaacob no había recibido instrucción para salir de allí sino poco tiempo después que hace un contrato de trabajo con Yaacob (Gn 31:11-13). En segundo lugar, debemos notar que, después de haber culminado su servicio de 14 años, Yaacob expresa su legítima aspiración de trabajar y hacer fortuna para su propia familia. Aparte de esto, podemos apreciar otros dos aspectos importantes: (1) que el avaricioso de Labán reconoce que Hashem ha sido bendecido por causa de Yaacob, (2) también debemos apreciar algunos rasgos sobresalientes de la personalidad de Yaacob: fidelidad a su trabajo y honestidad. Todo esto lo podemos leer en Gn 30:27-34. “27

Y Labán le respondió: Halle yo ahora gracia en tus ojos, y quédate; he experimentado que Hashem me ha bendecido por tu causa (gelal). 28Y dijo: Señálame tu salario, y yo lo daré. 29Y él respondió: Tú sabes cómo te he servido, y cómo ha estado tu ganado conmigo. 30 Porque poco tenías antes de mi venida, y ha crecido en gran número, y Hashem te ha bendecido con mi llegada (regel = por mi pierna); y ahora, ¿cuándo trabajaré también por mi propia casa? 31Y él dijo: ¿Qué te daré? Y respondió Yaacob: No me des nada; si hicieres por mí esto, volveré a apacentar tus ovejas. 32Yo pasaré hoy por todo tu rebaño, poniendo aparte todas las ovejas manchadas y salpicadas de color, y todas las ovejas de color oscuro, y las manchadas y salpicadas de color entre las cabras; y esto será mi salario. 33 Así responderá por mí mi honradez mañana, cuando vengas a reconocer mi salario; toda la que no fuere pintada ni manchada en las cabras, y de color oscuro entre mis ovejas, se me ha de tener como de hurto. 34Dijo entonces Labán: Mira, sea como tú dices”

La prosperidad no depende del “nivel de la unción” como se dice ahora, sino de la fidelidad del creyente. En otras palabras, la prosperidad que da el Eterno es la justa y ampliada bendición y recompensa que da Hashem al trabajo fiel y honesto; como se ve también la vida de Yosef. Fidelidad a Hashem y honestidad en el trabajo (ya sea secular o en el ministerio) son las muestras visibles de la unción y no la exhibición de milagros o ministerios de alcance mundial o iglesias gigantescas, porque a veces ellos pueden ser el resultado del esfuerzo humano o de la operación de espíritus de las tinieblas (ver Mt 7:21). Un ejemplo más que conecta prosperidad que viene de Hashem con la fidelidad del creyente, lo encontramos en la promesa de Hashem a Israel para que guardar el reposo de la tierra cada seis años. En Lv 25:20-22: “20Y si dijereis: ¿Qué comeremos el séptimo año? He aquí no hemos de sembrar, ni hemos de recoger nuestros frutos; 21entonces yo os enviaré mi bendición el sexto año, y ella

105 hará que haya fruto por tres años. 22Y sembraréis el año octavo, y comeréis del fruto añejo; hasta el año noveno, hasta que venga su fruto, comeréis del añejo”

Vemos pues Hashem, triplica la bendición, dando mucho más lo que por naturaleza debería darse. Con este ejemplo, y el que nos proporciona Yeshua en cuanto que debemos buscar primero el reino de Dios y su justicia (Mt 6:23); aprendemos lo siguiente: (1) La prioridad no debe ser la búsqueda de la prosperidad en el ministerio sino el reino de Dios y su justicia; esta justicia es Yeshua como lo revela Rm 3:21-26, (2) que la prosperidad es la recompensa divina a la fidelidad humana, (3) que toda prosperidad, en tanto como recompensa divina, es sobrenatural, es decir, lo Hashem otorga al hombre o al pueblo fiel que concede a otros lo que a él le ha sido dado. Esto es, Hashem le dio el shabbat al hombre, y le pidió a éste que le diera el reposo de la tierra; y el resultado sería bendición triple para él. En el plano espiritual, Yeshua establece el mismo principio de retribución: “37No juzguéis, y no

seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados. 38Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir” (Lc 6:37,38). En otras palabras, es la experiencia de conversión y quebrantamiento personal lo que hará que la unción de la Ruaj Hakodesh descanse y permanezca sobre nosotros. En resumen, cuando uno hace collar con la palabra hebrea tsalah (que significa empujar hacia adelante), que traducimos frecuentemente como “prosperidad”, la enseñanza que nos brinda la Torá es ésta: Que la prosperidad es una recompensa divina a la fidelidad, de donde se deduce que es completamente falso que la prosperidad depende de la “unción” como hoy se dice. Por otro lado, la Torá distingue entre la prosperidad espiritual y la prosperidad material (externa y visible) –por ejemplo, las riquezas de Abraham, de la cual muchos hablan- y, pero ellas eran más bien un signo externo de la verdadera prosperidad: la espiritual. De hecho, algunos hombres paganos reconocía el carácter de esta clase de prosperidad –en la cual pocos de fijan hoy día- cuando decían de Abraham: “tú eres un príncipe (nasí) de Elokim entre nosotros” (Gn 23:6). Es decir, un carácter noble y compasivo, que es el signo distintivo de nuestra realeza y conversión, modelado conforme al carácter de nuestro Mesías. Esta es la prosperidad de la que habla el Salmo 1, y la cual todos debemos buscar. Por ello, Laban reconoce que a causa del carácter de verdadero creyente de Yaacob él ha sido bendecido. Esto implica además que nuestra prosperidad espiritual puede, y de hecho lo hace, bendecir a otros con prosperidad material, la cual Labán disfrutó, y con prosperidad espiritual, la cual Labán ni siquiera estuvo pendiente. El había invertido el orden de las prioridades divinas, y busco primero y siempre lo de abajo. Teniendo presentes estos hechos, es importante que nos avoquemos a otro principio en la prosperidad en el ministerio, al cual debemos estar atentos para no caer presa de la desesperación por no ver de inmediato la prosperidad deseada. ¿Recuerdan todos Uds. La visión del varón macedónico de Hechos 16:6-10? Pues bien, poco tiempo después de haber atendido el llamado del Eterno, Rabí Shaul y su asistente Silas fueron azotados y encarcelados en una cárcel en Filipos, y por si fuera poco, sus pies fueron sujetados a un cepo (Hch 16:11-24). De igual manera sucedió con Juan el bautista, tuvo un ministerio espectacular, pero al poco tiempo fue ejecutado. ¿Qué podemos aprender de aquí? Que no debemos centrar nuestra atención en la prosperidad material del dinero que ingresa al ministerio, ni tampoco en el número impresionante de miembros de la congregación, o el alcance nacional o internacional del ministerio; porque si ninguna de estas cosas ocurre, en virtud del paradigma establecido por el llamado “evangelio de la prosperidad” o por la “palabra profética” dada, muchos hombres y mujeres pudieran ser conducidos al desasosiego o peor a aun, al abandono de la obra porque se le considera un fracaso. No sabemos con precisión los planes del Eterno con nuestra vida o con nuestro ministerio, posiblemente en esta vida veremos con nuestros ojos carnales que nuestros ministerios no tienen el renombre de otros que ya conocemos o vemos por la televisión. No se nos llama a imitar a los hombres y fijarse en el hombre, sino que se nos invita más allá de lo terrenal y visible y a fin de percibir lo invisible e inmortal. El profeta Isaías nos revela que el Mesías fue estimulado a sufrir el quebrantamiento y la muerte con la revelación que le fue dada, ya que por medio de su aflicción

106 llevaría muchos hombres a la salvación: “Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho” (Is 53:11). La prosperidad del ministerio de Yeshua progresaría a lo largo de los siglos, en la medida en la que muchos vayan colocando su fe en Él. Algunos pueden tener esa experiencia, y ser animados a llevar un ministerio humilde. Otros, como Juan el bautista, les tocará morir en fe, y en la resurrección percibirán en toda su plenitud todo el impacto y prosperidad espiritual que trajo su aparente fracasado ministerio. Antes de pasar al siguiente tema, debo introducir una nota de advertencia con respecto a la fidelidad, ya que podemos confundirnos como el hermano mayor de la parábola del hijo pródigo de Lucas 15. Allí notamos que el hijo mayor era absolutamente fiel en todo los deberes, sin embargo, el retorno al hogar del hijo pródigo mostró que no había sido fiel al amor por su hermano, que a pesar de su error era todavía su hermano. En esta experiencia Yeshua nos muestra la verdadera esencia del carácter de aquellos: que su escrupulosa fidelidad externa estaba fundada en la recompensa a recibir ciertos dones y privilegios más que un amor genuino al Padre. Es decir, su la prosperidad que experimentaba y la que iba a recibir posteriormente no era resultado de una genuina fidelidad, como muchos podrían haber pensado, era sencillamente el resultado de un trabajo humano más bien que una recompensa y bendición divina. Esta parábola nos advierte ante cualquier actitud farisea negativa de esperar ser bendecidos y prosperados por “nuestras fuerzas” en ausencia de conversión y quebrantamiento, o en términos más hebreos: sin tefilah (oración) y sin teshuvah (arrepentimiento). En tercer lugar, una vez que se ha fijado el salario de Yaacob en términos de las crías de ovejas y cabras que nazcan oscuras o con manchas (Gn 30:31,32); los sucesos que se narran en la Torá (Gn 30:35-43) con respecto al nacimiento de las ovejas plantea una objeción científica: las ovejas nacen según las leyes de la herencia y no según el capricho de un hombre como Yaacob que coloca cierto tipos de varas para que las ovejas den crían con diversos colores de pelaje, para alterar el cambio de salario que ordenaba su suegro y patrón Labán. Este episodio ha sido objetado por algunos científicos que no saben leer Torá, pero ¿cómo lo explicamos nosotros?. Bueno, hay un proverbio entre los sabios judíos que dice: “cuando hereje toma un pasuk para objetar la Torá o levantar una falsa enseñanza, el siguiente pasuk demuestra el error del hereje”. En efecto, en la revelación que está registrada precisamente más adelante, Yaacob cuenta a sus esposas que tuvo un sueño en el cual Hashem, en vista de la aflicción de Yaacob ocasionado por los cambios de salarios de Labán, intervino milagrosamente para que las ovejas parieran crías que favorecieran a Yaacob en contra de las intenciones de Labán (Gn 31:4-16). Aquí aprendemos otra lección, cada vez que alguien intente dañarnos, Hashem obra milagros y maravillas para protegernos según el santo y justo designio de su voluntad. Conclusiones: En esta Lección hemos visto brevemente las revelaciones, bendiciones y milagros que experimentó Yaacob durante su estancia de 20 años en tierra de los arameos. De la experiencia de Yaacob, aprendimos que como un hombre tramposo se convirtió en un hombre fiel al Eterno y honesto con los hombres, vimos además como Hashem le muestra su favor no sólo con revelaciones, sino prosperando su trabajo y produciendo milagros. También aprendimos que la verdadera prosperidad es la espiritual, la de un cambio y progreso de carácter semejante a la de nuestro Mesías y Salvador; que el secreto de la prosperidad no descansa en “nuestra unción”, sino en los propósitos del Eterno, porque según su voluntad en este mundo podemos experimentar la prosperidad como recompensa a nuestra fidelidad, o tal vez, nunca la lleguemos a ver, pero en el mundo venidero, se nos mostrará en detalle toda bendición y prosperidad que trajimos a muchos hombres y mujeres. ¡Quiera el Eterno concedernos cualquiera de esas dichas! Sobre todo, la dicha de ver al Mesías pronto y en nuestros días.

107 Lección No. 24: LA INTEGRIDAD Y LOS MIEDOS DE YAACOB Hasta el presente, hemos estudiado tres de las revelaciones dadas a Yaacob; la primera fue dada en Bet El, camino a la tierra de los arameos. La segunda y tercera revelación, que estudiamos en la Lección previa, nos mostró el cuidado y el consejo oportuno que tuvo Hashem para con Yaacob. Además de ello, pusimos al descubierto un gran principio de la Torá: que la prosperidad, tanto material como espiritual, es una bendición que viene de Hashem como un resultado de nuestra obediencia a la Palabra del Eterno. También vimos que Labán experimentó también una prosperidad en virtud de la bendición que Hashem le concede a Yaacob por causa de la dedicación y honestidad en su trabajo. Esto significa que nuestra obediencia no sólo puede traer prosperidad a nuestra casa, sino que también puede beneficiar a aquellos que nos rodean. Particularmente, muchos pueden ser bendecidos con la salvación en el Mesías si damos un testimonio fiel ante el mundo. Vimos además, que el Eterno obró milagros a favor de Yaacob a fin de guardarlo de la avaricia de su suegro y patrón. Estos milagros enriquecieron a Yaacob de una manera sorprendente. Con esto aprendemos una lección importante: que el Eterno interviene, según el propósito de su voluntad, para efectuar milagros a favor de sus hijos. La historia de Israel, desde los prodigios y maravillas en Egipto, el sustento maravilloso del man que caía del cielo, la preservación de los vestidos y calzados, la derrota de reinos física y militarmente superiores a Israel, etc, etc, testifican de la intervención milagrosa de Hashem a favor de sus hijos. Con todas estas cosas en mente, vamos ahora a dirigirnos en esta ocasión a considerar el testimonio de la integridad de Yaacob, su aflicción, sus miedos, y su posterior huida de la casa de su suegro, lo cual es necesario para apreciar en su verdadera dimensión la cuarta y la quinta revelación que le fueron dadas a Yaacob; en la cuarta revelación ve ángeles en el camino y, en la quinta, tiene un encuentro muy particular con el Ángel del Eterno. En medio de esas revelaciones encontramos una hermosísima oración que Yaacob hace cuando conoce que es inminente el encuentro con su hermano Easú, a quien había engañado muchos años atrás. Yaacob sabía que iba al encuentro de su pasado, tenía miedo y ahora había llegado el momento en que tenía que enfrentar al error cometido. En esta Lección, vamos a estudiar la integridad y los miedos de Yaacob. Yaacob el honesto, huye del tramposo Labán Ya en lecciones previas vimos como Yaacob huyó de la casa de sus padres a causa del enojo de su hermano Esaú, a quien con astucia le compró la primogenitura y luego, con engaño, le robó la bendición de la primogenitura. Notamos que fue un acto insensato de parte de Yaacob robar lo que era suyo, ya que por la profecía dada antes de nacer le había sido concedido una posición más elevada que la de su hermano Esaú, aunque éste era el primogénito (Gn 25:19-26). La impaciencia de Yaacob, por no esperar en fe lo que se le había prometido, le llevó a cometer ese error de “intentar ayudar al Eterno”. La impaciencia es, tal vez uno de los grandes defectos de los creyentes, y ejemplos de este defecto abundan en la Escritura: lo encontramos en Abraham y Sarai cuando se ponen de acuerdo para tener un hijo de Hagar, en muchas ocasiones el pueblo de Israel se impacientó y protestó contra el Eterno ya sea por falta de agua o de alimentos o por el asedio de enemigos. La primera vez que Israel mostró su falta de paciencia y confianza en el Eterno fue cuando se encontró ante las aguas del mar rojo, pero la serena respuesta de Moisés, que debió constituirse en un principio de fe para ellos fue la siguiente: Hashem peleará por ustedes y ustedes estarán en silencio (Ex 14:14). En esta parte me parece oportuno recordar una porción profética en la que se anuncia que la paciencia será una de las virtudes del Israel del Eterno cuando le toque enfrentar las tribulaciones venideras: Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Yeshua (Ap 14:12). Ahora bien, esa impaciencia de Yaacob le condujo al error y, luego, a una huida vergonzosa de la casa de sus padres. Esa experiencia amarga, la soledad y la revelación del sueño en Bet El, impulsan a Yaacob a un mayor compromiso de fe. Ya en casa de sus parientes, se compromete en matrimonio con Raquel, y como ya sabemos, su suegro le engaña, bajo la excusa cultural de que no puede dar en matrimonio a la menor en casamiento antes que la mayor. En ese momento Yaacob toma de su propia medicina y comprende resignado el chasco que implica ser engañado. Allí queda por segunda vez entrampado para servir a su suegro por 14 años.

108 Pasado estos 14 años, Yaacob solicita trabajar y un salario justo para él y su familia, en este contexto Yaacob el tramposo hace dos declaraciones sorprendentes acerca de su honestidad: la primera, que a causa de su trabajo fiel y honesto, Labán se ha enriquecido; así dice la Torá: Tú has sabido como he trabajado para ti, y cómo tu ganado porque lo poco que había para ti antes de mi, se aumentó mucho; y te bendijo el Eterno a mi llegada (Gn 30:29,30). La segunda declaración de honestidad de parte de Yaacob surge en el contexto del acuerdo del salario, allí Yaacob le dice que Labán puede pasar a supervisar los rebaños para que verifique que él está tomando la parte de los rebaños acordado y por ello afirma: ..así responderás por mi honradez mañana, cuando vengas a reconocer mi salario (Gn 30:33). Como ya conocemos, la avaricia de Labán propicia diez veces un cambio de salario, lo cual no sólo implica un cuestionamiento a la integridad de Yaacob, pero el Eterno lo reivindica vez tras vez con un milagro a su favor (30:33-43). Asi registra la Torá la aflicción de Yaacob: “6Vosotras sabéis que con todas mis fuerzas he servido a vuestro padre; 7y vuestro padre me ha engañado, y me ha cambiado el salario diez veces; pero Dios no le ha permitido que me hiciese mal. 8Si él decía así: Los pintados serán tu salario, entonces todas las ovejas parían pintados; y si decía así: Los listados serán tu salario; entonces todas las ovejas parían listados. 9Así quitó Dios el ganado de vuestro padre, y me lo dio a mi” (Gn 31:6-9).

Esto muestra un aspecto importante en la vida de Yaacob: que ya no era un tramposo, se había convertido en un hombre íntegro, que sólo tomaba para sí lo que en justicia le correspondía; y que ahora experimentaba aflicción a causa de la falta de honestidad de su pariente, suegro y patrón. Un testimonio adicional de la integridad de Yaacob lo encontramos en la conversación que él tiene con Labán después que huye de la tierra de los arameos. En primer lugar, note la hipocresía de Labán cuando le reclama a Yaacob que le ha engañado y también la arrogancia de tener poder para hacerle daño: “26

Y dijo Labán a Yaacob: ¿Qué has hecho, que me engañaste, y has traído a mis hijas como prisioneras de guerra? 27¿Por qué te escondiste para huir, y me engañaste, y no me lo hiciste saber para que yo te despidiera con alegría y con cantares, con tamborín y arpa? 28Pues ni aun me dejaste besar a mis hijos y mis hijas. Ahora, neciamente has hecho. 29Tengo poder en mi mano para hacerles mal; pero el Dios de tu padre me habló diciendo: cuídate para ti de hablar a Yaacob bien o mal” (Gn 31:26-29).

Notemos que Labán no hizo mucho caso al sueño del Eterno, lo acusó dos veces de engaño y por si fuera poco le llamó necio. En segundo lugar, luego de toda esta andanadas de mentiras y soberbia, Labán acusa a Yaacob que le ha robado sus ídolos (Gn 31:30). En tercer lugar, en la respuesta dada por Yaacob a todos estos cuestionamientos, encontramos el testimonio de la integridad de Yaacob que queremos citar y del favor del Eterno para con él. No encontrando Labán sus dioses, la Torá nos dice: “36

Entonces Yaacob se enojó, y riñó con Labán; y respondió Yaacob y dijo a Labán: ¿Qué transgresión es la mía? ¿Cuál es mi pecado, para que con tanto ardor hayas venido en mi persecución? 37Pues que has buscado en todas mis cosas, ¿qué has hallado de todos los enseres de tu casa? Ponlo aquí delante de mis hermanos y de los tuyos, y juzguen entre nosotros. 38Estos veinte años he estado contigo; tus ovejas y tus cabras nunca abortaron, ni yo comí carnero de tus ovejas. 39Nunca te traje lo arrebatado por las fieras: yo pagaba el daño; lo hurtado así de día como de noche, a mí me lo cobrabas. 40 De día me consumía el calor, y de noche la helada, y el sueño huía de mis ojos. 41Así he estado veinte años en tu casa; catorce años te serví por tus dos hijas, y seis años por tu ganado, y has cambiado mi salario diez veces. 42Si el Dios de mi padre, Dios de Abraham y temor de Yitzjak, no estuviera conmigo, de cierto me enviarías ahora con las manos vacías; pero Dios vio mi aflicción y el trabajo de mis manos, y te reprendió anoche” (Gn 31:36-41).

Este testimonio de la integridad de Yaacob es muy importante, no sólo porque nos permite darnos cuenta que ha ocurrido un cambio notable en su vida; ahora es un hombre íntegro, que sufre a causa de su integridad, sino que ello le prepara el camino para las poderosas revelaciones que tendrán lugar en su vida. Aquí debemos pararnos para tomar una lección de la vida de Yaacob: la integridad y fidelidad al Eterno, revela el concepto de la fe hebrea: emunah, fe obediente, y esta obediencia traerá a nuestras

109 vidas bendiciones, es decir, prosperidad y revelaciones, justo como sucedieron en la historia de vida de Yaacob. Antes de entrar a considerar la cuarta revelación, debemos hacer resaltar todavía una flaqueza en el carácter y en la fe de Yaacob. En el episodio que estamos estudiando del capítulo 31 de Bereshit, Yaacob le hace una confesión a Labán en donde le da razones por su huida repentina: “…porque tuve miedo; pues me dije: quizás me despojes tus hijas de mi” (Gn 31:31). Note que aquí regresa a sus primeros temores: huye de su hermano porque tiene miedo que le quite la vida, ahora huye de su suegro porque tiene miedo de que le quite a su familia. Con respecto al miedo a Easú, ¿acaso se le olvidó a Yaacob la promesa que “el mayor serviría al menor”? ¿No debía haberse quedado en silencio en su casa esperando la salvación de Dios y así escapar de la mano de su hermano? Este miedo por las intenciones homicidas de su hermano le llevó innecesariamente a tierra extranjera y alejarse de sus padres por más de treinta años. Si bien es cierto, Yaacob, ya en tierra de los arameos, era un hombre que había experimentado grandes cambios en su carácter que lo habían hecho un hombre honesto y de una mayor fe, sin embargo, sus temores revelaban todavía algunas grietas de su fe que debilitaban su confianza en que el Eterno cuidaría como había prometió en la revelación de Bet El (Gn 28:10-16) cuando le dijo: “…he aquí estoy contigo y te guardaré dondequiera que fueres…”. Los miedos de Yaacob, que no son sino una falta de fe en el cuidado del Eterno, eran pues un obstáculo que impedían un mayor crecimiento de la fe y, como hemos aprendido en Lecciones previas, la fe se incrementa y se fortalece por medio de las pruebas que el Eterno envía a nuestras vidas. Note que Hashem le había dado instrucciones a Yaacob que marchara a tierra, no de que huyera de la manera como sus miedos le impulsaron. Aquí Yaacob no había hecho la tarea completa, se había ido de la manera incorrecta, tal como lo hizo alrededor de treinta años antes. Así también le sucedió a Israel, sus miedos le hicieron creer que el faraón le aniquilaría en frente del mar rojo, también sus miedos le hicieron creer que iban a morir de hambre o de sed en el desierto, y justo en las fronteras de la tierra prometida, una enorme multitud, persuadida a su vez por el miedo de los diez espías, temieron que los gigantes amorreos los aplastarían como langostas. Note el siguiente detalle, a pesar de las maravillas del Eterno en Egipto, temieron que serían muertos por manos del faraón, 40 años después, muchos israelitas no había superados esos miedos a perder la vida, no habían crecido en fe lo suficiente para darse cuenta que el Dios que los había liberado de Egipto, y que los alimentó y protegió por 40 años, era el mismo Dios que podía librarlos de aquellos gigantes cananeos. Note además este otro: todos y cada uno de esos temores de Israel le impulsaron a pecar contra el Eterno. Así también pasó con Yaacob. Por último quiero citar aquí una experiencia que tuvieron los dirigentes de Israel cuando se vieron confrontados por el testimonio de Yeshua como el Mesías. Luego de la resurrección de Lázaro, el sanedrín judío se reunió y algunos de los que allí estaban expresaron su miedo de que si todo Israel creyera en Yeshua como el Mesías, los romanos destruirían el Templo y la ciudad: “….¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchas señales. Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación” (Jn 11:47,48).

Este miedo, fundado en un falso celo religioso, generó las condiciones para un pecado mortal: planear una conspiración para dar muerte a Yeshua, conspiración que fue encabezada por Caifás quien dio en ese momento una falsa profecía (Jn 11:49-53). Lo irónico, triste y lamentable del caso, es que el Templo y la ciudad de Jerusalén fueron destruidas justamente por las razones opuestas a la que aquellos temerosos dirigentes religiosos expresaron: incredulidad en el testimonio del Mesías. Detengámonos un momento aquí para reflexionar sobre esta experiencia de Yaacob y del pueblo de Israel. Nuestros miedos son en sí mismos una prueba de nuestra falta de fe en que el Eterno nos va ayudar en una situación particular de nuestra vida, y, esos temores nos impiden el progreso de nuestra fe, y además de ello, crean una ansiedad y un afán indebido, sobre los cuales nos advirtió Yeshua (Mt 6:25-34). Estas condiciones psicológicas de ansiedad hoy llamadas “estress” no es más que un síntoma de una emunah inmadura que nos impulsan al pecado y al desastre espiritual, por lo que la Escritura

110 por medio de Pedro nos aconseja: “… echad toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros” (1 P 5:17). Considerando, pues, la experiencia de Yaacob y de Israel, y algunas de nuestra propia cosecha, entonces es muy importante y oportuno que también nos examinémonos a nosotros mismos con el objeto de identificar cuáles son nuestros miedos. La pregunta es: ¿cuáles son tus miedos? O, más particularmente, ¿cuáles son mis miedos? Tal vez el miedo de algunos creyentes es la de quedarse solteros, y algunos de ellos se atreven a tomar decisiones que traen toda suerte de pecados y vergüenzas: relaciones indebidas, o madres solteras, con hijos cuyos padres no se conocen o no velan por ellos. Para otros, sus miedos se crean por la falta de trabajo estable, lo que a veces trae frustración y desasosiego, particularmente si se ven obligados a depender de familiares. Debido a la inseguridad reinante en estos tiempos, para algunos creyentes sus miedos tienen que ver con la pérdida de propiedades o la vida. Desde una perspectiva más espiritual, muchos creyentes, tal cual Caín o Judas, llegan a creer que sus pecados son tan graves que no tienen o no son dignos del perdón del Eternos, y ese miedo infundado, los induce a apartarse de la comunidad de creyentes o de sus iglesias, y se hunden en la depresión y el pecado, algunos, tal cual Judas, no comprendiendo la gracia de Dios, se suicidan. Considerando, pues, los peligros que nuestros miedos pueden traer a nuestra vida, continuemos examinando la experiencia de Yaacob. Muy bien, luego del encuentro con su suegro, Yaacob prosigue su camino rumbo a Canaán, sabe que tiene encontrarse frente a frente con su hermano, y el miedo que tuvo hace más de treinta años al salir de su casa, aun lo tiene, peor aún, se ve incrementado por el hecho de que tiene una numerosa familia y teme que su hermano, en venganza, arremeta contra todos. Yaacob teme a su pasado La Torá nos dice lo siguiente en Gn 32:1-8: “1

Yaacob siguió su camino, y le encontraron ángeles de Dios. 2Y dijo Yaacob cuando los vio: Campamento de Dios es este; y llamó el nombre de aquel lugar Majanaim. 3Y envió Yaacob mensajeros delante de sí a Esaú su hermano, a la tierra de Seir, campo de Edom. 4Y les mandó diciendo: Así diréis a mi señor Esaú: Así dice tu siervo Yaacob: Con Labán he morado, y me he detenido hasta ahora; 5y tengo vacas, asnos, ovejas, y siervos y siervas; y envío a decirlo a mi señor, para hallar gracia en tus ojos. 6Y los mensajeros volvieron a Yaacob, diciendo: Vinimos a tu hermano Esaú, y él también viene a recibirte, y cuatrocientos hombres con él. 7Entonces Yaacob tuvo gran temor, y se angustió; y distribuyó el pueblo que tenía consigo, y las ovejas y las vacas y los camellos, en dos campamentos. 8Y dijo: Si viene Esaú contra un campamento y lo ataca, el otro campamento escapará”.

En esta porción de la Torá debemos resaltar algunos elementos importantes. Primero, el hecho de que Yaacob haya visto ángeles, implica como ya estudiamos en Lecciones previas, que él fue habilitado sobrenaturalmente para ver a estos ángeles. Segundo, el término hebreo “majanaim” significa “campamentos”, lo cual implica que Yaacob vio por lo menos dos grupos de ángeles. Tercero, Yaacob le envía presentes a su hermano, no con la intención de comprarlo, sino más bien para mostrarle su afecto, es como si dijera: “querido hermano, se que te he faltado, recibe estos dones como prueba de mi afecto por ti hasta que llegue y yo te pida perdón por lo que te hice”. De esta manera esperaba “hallar gracia” ante su hermano. Aquí tenemos que aprender una lección, cuando se ha creado una enemistad por nuestra causa, debemos ir haciendo los arreglos que preparen un escenario de encuentro en un atmósfera fraternal. Si hiciéramos esto, de seguro podríamos tener un mejor ambiente en nuestras congregaciones y en nuestras relaciones personales. Quizás este sea el lugar propicio para invocar un consejo de rabí Shaul: Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres (Rm 12:18). Cuyo contexto completo me gustaría citar: “14

Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. 15Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran. 16Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. 17No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. 18Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. 19No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré,

111 dice el Señor. 20Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. 21No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” (Rm 12:14-21).

Cuarto, poco tiempo después le fue informado a Yaacob que Esaú venía a su encuentro con 400 hombres, y la Torá nos dice que “Yaacob tuvo gran temor, y se angustió”. ¿Había razón para tener miedo?. Parece que sí, considerando el resentimiento acumulado de Esaú por más de treinta años más el reporte de que venían 400 hombres armados en camino creaban un escenario de pocas esperanzas. Sin embargo, Yaacob había recibido un informe mucho más positivo. Note que Yaacob vio ángeles del Eterno tanto antes de salir de Canaán como a su regreso de ella. Por tanto, esta revelación de los campamentos de ángeles debía ser interpretada como una señal de favor divino, y especialmente debía animarle a tener confianza en Hashem, ¿Por qué? Bueno, porque la visión recién recibida le estaba informando a Yaacob que estaba respaldado con dos o más grupos de ángeles muchos más poderosos que aquellos 400 guerreros humanos, pero la Torá dice que Yaacob tuvo miedo. Yaacob estaba experimentando un miedo similar al del siervo de Eliseo cuando, en las murallas de Jerusalén se vieron rodeados del ejército sirio; y, ¿cuál fue la reacción del profeta Eliseo: “No tengas miedo, porque, más son los que están con nosotros que los que están con ellos” (2 R 6:16). Es decir, el Eterno le estaba enviando a Yaacob un mensaje: “Estos poderosos ángeles te son enviados para protegerte de todo peligro para que tengas confianza cuando te prometí que regresarías con bien a la casa de tus padres”. Por esta razón, la Escritura nos dice de los ángeles del Eterno en el libro de Hebreos 9:14: “¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de que serán herederos de la salvación”. Como vemos pues, Yaacob tenía evidencias suficientes divinas para sostenerse en fe ante el peligro inminente: (1) las promesa dada en Bet El que regresaría en paz a su tierra y que por su medio serían benditas todas las naciones de la tierra, aparte de ello, Yaacob ya había recibido una berajah profética de labios de su padre (2) la guía y la protección que le fueron dadas durante 20 años en casa de Labán, (3) cuando Hashem le instruye para que regrese a Canaán le promete: “vuélvete a tu tierra y a tu parentela, yo te haré bien” (compare 31:13 con 32:9), (4) por la tradición oral recibida por su abuelo Abraham y por su padre Yitzjak, Yaacob conocía que los ángeles del Eterno tenían la misión de protegerlo de todo mal. A pesar de todo esto, Yaacob escogió tener miedo y, por su supuesto, se angustió. Nuevamente, experimentó un fracaso en la prueba de su fe; y este miedo le llevó a diseñar una estrategia humana, que no era justa para su familia: “… distribuyó el pueblo que tenía consigo, y las ovejas y las vacas y los camellos, en dos campamentos. 8Y dijo: Si viene Esaú contra un campamento y lo ataca, el otro campamento escapará”.

Este plan, aparte de injusto para una parte de su familia, desde un punto de vista humano, no tenía esperanza alguna de éxito. Especialmente, si Yaacob hubiera pensado lo que le pasó cuando huyó de Labán. Si Labán lo alcanzó en el camino, cuanto más un ejército entrenado de 400 hombres. A veces el miedo no nos permite pensar con claridad y mucho menos confiar en el socorro que viene de lo alto. Con estos elementos, el escenario ha quedado preparado para que Yaacob busque la única y la mejor salida que tenía a su alcance: el poder de la oración y, en medio de esta oración fervorosa, según nos relata la Torá, Yaacob tendría el encuentro más grande de su vida, y uno de los más espectaculares y enigmáticos de toda la Escritura: El encuentro con el Ángel del Eterno, es decir, con Yeshua, quien siempre viene a asistir a sus hijos cuando estos se encuentran en aflicción y en angustia, y nos dice, como lo declara por medio del profeta Isaías: “10

No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. 11He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada y perecerán los que contienden contigo. 12Buscarás a los que tienen contienda contigo, y no los hallarás; serán como nada, y como cosa que no es, aquellos que te hacen la guerra. 13Porque yo Hashem soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo” (Is 41:10-13).

¡Baruj Hashem!

112 Lección No. 25: LA PRUEBA DE YAACOB Y SU ORACIÓN AL ETERNO Seguimos en esta estudiando el collar de las revelaciones que le fueron dadas a Yaacob. Como recordarán, en la Lección anterior estudiamos la integridad y los miedos de Yaacob, en donde destacamos los aspectos positivos y negativos de su experiencia de fe. Notamos que, instruido por una revelación divina Yaacob decide retornar a casa de sus padres, pero no sólo había recibido una revelación para que retornara, junto a esa revelación se le dio una promesa de protección para su vida, así dice la Torá: “vuélvete a tu tierra y a tu parentela, yo te haré bien” (compare 31:13 con 32:9). Sin embargo, Yaacob, no centró su fe en esa promesa y en vez de reposar en silencio en la salvación que obraría el Eterno a su favor (compárese con Ex 14:14); centró su preocupación en el problema que tenía pendiente con su hermano Esaú, a quien había engañado muchos años antes. Vamos a estudiar con un poco mas de detalle esta experiencia y la solución que Yaacob encontró a su angustia y a sus miedos. Yaacob es sometido a prueba y falla Como ya estamos informados por la Torá, la preocupación de Yaacob alcanzó niveles críticos de angustia y miedo cuando, en pleno regreso a Canaán, Yaacob se entera que Esaú viene a su encuentro con 400 hombres armados. Así dice la Torá: “6Y los mensajeros volvieron a Yaacob, diciendo: Vinimos a tu hermano Esaú, y él también viene a recibirte, y cuatrocientos hombres con él. 7Entonces Yaacob tuvo gran temor (iaré), y se angustió (tsarar)…” (Gn 32:6,7).

Como ya vimos en la Lección anterior, que la angustia y el miedo de Yaacob que experimentó Yaacob no sólo estaban fundados en el asunto pendiente con su hermano, quien de paso era un poderoso guerrero y él un simple pastor de ovejas y cabras, sino también porque ahora poseía una numerosa familia y se angustió sobremanera que la venganza y la furia de su hermano se extendiera a sus esposas e hijos. Aun más, Rashi comenta que Yaacob también se angustió con la posibilidad de tener que matar a otros, incluso a su hermano, para defender a su familia. Y como también estudiamos antes, todos estos miedos y angustias de Yaacob estaban enraizados en un pecado que había cometido contra su hermano, y ahora, iba al encuentro con su pasado. Aquí es importante que nos detengamos un momento a reflexionar. Los pecados no confesados tienen un poder mortífero para enfermar a los hombres, particularmente a los hombres de fe; ellos, los pecados no confesados, y los problemas que dejamos pendientes por negligencia o irresponsabilidad se constituyen en una fuente permanente de angustia y miedos. Un ejemplo similar al de Yaacob lo podemos encontrar en la experiencia de David, luego de su acto malvado de asesinar a Urías para quedarse con su esposa a quien ya había seducido, fue sumido en una angustia terrible. El propio David relata la profunda angustia del hombre sensible cuyo pecado no ha confesado ni tampoco resuelto el problema que éste engendra pero que es reprendido por la Ruaj Hakodesh, quien nos hace consciente de la gravedad de nuestras faltas: “Mientras callé, se envejecieron mis huesos, en mi gemir todo el día, porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano, se volvió mi verdor en sequedades de verano” (Sal 32:3,4). Los inconversos, ya sean impíos o “personas decentes y educadas” no conocen de estas angustias que el creyente siente a causa de sus pecados, por lo que tampoco pueden comprender la alegría que experimentamos al ser liberados de ellos. Pero Yaacob, había recibido poderosas promesas y berajot para eliminar sus miedos, o al menos para mitigarlos, y también para vivir por encima de las dificultades; y en base a ello, y a pesar de la falta cometida Yaacob debía confiar que el Eterno mostraría un salida a su dificultad. ¿Se le olvidó acaso a Yaacob que Hashem le había dicho “vuélvete a tu tierra y a tu parentela, yo te haré bien”? Parece que sí. De hecho, en vez de recordar las palabras del Eterno: “yo te haré bien”, prefirió pensar: “Esaú me va a hacer mal”. Aparte de eso, Yaacob también olvidó la profecía que le fue dada a su madre antes de él nacer: “el mayor servirá al menor” (Gn 25:23). Aquí podemos aprender otra lección: Nuestros miedos tienen esa facultad: la de hacernos olvidar las promesas del Eterno; lo cual nos convierte en presa fácil del mundo, del demonio y la carne. ¡El cielo lo prohíba!

113 Pero aquí no podemos pasar por alto otra lección que está contenida en las revelaciones dadas a Yaacob: Las palabras proféticas que nos son dadas, si vienen del Eterno, no sólo tienen la intención de bendecirnos con la promesa revelada, sino que además nos añaden una bendición extra: nos son dadas para que aprendamos a vivir por encima de las circunstancias que nos rodean, las cuales por muy negativas que pudieran ser, el Eterno las eliminará y hará cumplir su propósito en nosotros. Este es justo parte importante del núcleo del concepto hebreo de fe, emunah, la fe obediente que sigue al Eterno está por encima de las circunstancias humanas. Esta emunah quedó ejemplificada de un modo dramático en la experiencia de Abraham, de la cual comenta Rabí Shaul en Rm 4:18-25: “18

El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. 19Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. 20Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, 21plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido; 22por lo cual también su fe le fue contada por justicia. 23 Y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada, 24sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Yeshua, Señor nuestro, 25el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación”. “Baruj Hashem!

Por tanto, debemos obedecer y seguir al Eterno, que Él, en su gracia, “junto con la prueba nos dará también la salida”. En otras palabras, el Eterno con la prueba está también proveyendo una

salida, la cual, aunque no sea clara al principio, lo cierto que es que al declarar que es para nuestro beneficio debemos entender que El vendrá en nuestro auxilio. El gran problema es que, en muchas ocasiones al deprimirnos y sentir miedo por lo duro de la prueba que experimentamos perdemos la perspectiva que el Eterno es justo y bueno y, pero Él no sólo nos dará las fuerzas para resistir la prueba sino que además nos proveerá el oportuno socorro. Creo que es oportuno recordar lo nos dice Rabí Shaul en 1 Co 10:13,14: No os ha sobrevenido ninguna prueba que no sea humana, pero fiel es Dios, quien no os dejará ser probados más de lo que podéis; antes bien, junto con la prueba proveerá también la salida, para que podáis soportar”. Pues, bien, Yaacob fue llevado a una encrucijada de fe, y falló. No pasó la prueba, y diseñó una estrategia humana para escapar de ella, distribuyendo su familia en dos grupos. Y esto siempre pasa, cuando no avanzamos por fe, entonces retrocedemos con planes humanos, los cuales nos hacemos creer a nosotros mismos que son para avanzar. Es decir, nos auto engañamos creyendo que nuestro plan tiene la aprobación del Eterno, así le pasó a nuestro padre Abraham cuando tomó por mujer a Hagar para tener un hijo de ella, y así dar cumplimiento a la promesa que le había hecho el Eterno. Con respecto a Yaacob, escuchemos lo que dice la Torá acerca de su plan: 7

Entonces Yaacob tuvo gran temor, y se angustió; y distribuyó el pueblo que tenía consigo, y las ovejas y las vacas y los camellos, en dos campamentos. 8Y dijo: Si viene Esaú contra un campamento y lo ataca, el otro campamento escapará”.

Aquí el viejo Yaacob, famoso por sus tretas, vuelve a la vida. Intenta engañar otra vez a su hermano, haciéndole creer que al aniquilar uno de los campamentos, estaría eliminando a toda la casa de Yaacob. Tampoco era correcto este plan ni la intención engañosa detrás de ella. Pero el plan de Yaacob, tenía otro grave defecto: mostraba un favoritismo hacia una parte de su familia; con lo cual exponía a una parte de ella al peligro esperando que la parte favorita de su familia escapase. Esto lo notamos cuando leemos Gn 32:23; divide los campamentos y se queda con su dos mujeres (Raquel y Lea) y sus respectivas doncellas (Bilha y Zilpa), y sus once hijos; lo cual implica que en el otro campamento, el cual Esaú encontraría primero estaba su hija Dina, todos sus nietos, y el resto de sus siervos. Posiblemente hubo alguna agitación en el seno de la familia de Yaacob con esta división, y si Yaacob hizo conocer a ellos la razón por la cual los dividía debió causar toda clase de sentimientos de angustia, miedo y hasta resentimiento contra Yaacob entre aquellos que serían menos

114 favorecidos. En cualquier caso, exponer al peligro a una parte de la familia, para proteger a sus favoritos, no es una sabia decisión. De hecho, es detestable. Podemos encontrar pruebas en la Torá en cuanto al hecho de que Yaacob mostró su favoritismo a uno de sus hijos, lo que fue causa envidia y problemas entre sus hijos. Citemos rápidamente este episodio de la vida de Yaacob en Gn 37:3,4 y luego continuamos con nuestro estudio: “3

Y amaba Israel a Yosef más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores. 4Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente”.

Yaacob necesitaba subir a nivel más alto en la experiencia de fe a fin de que el Eterno pudiera cumplir su propósito en él. Me detengo una vez más para que aprendamos una nueva lección para nuestras vidas: Para que Hashem pueda cumplir su propósito en ti, debes dejarte conducir por Él a fin de que tengas una experiencia madura que te permita apreciar y disfrutar tus dones y puedas ser de bendición para otros. Voy a recurrir a una explicación aggádica con el objeto de ilustrar este punto. ¿A qué se parece esto? El reino de los cielos se parece a un rey quien le prometió a su hijo de 4 años que le iba a regalar un caballo a fin de hacerle el mejor jinete de su imperio. Pero no le dio de inmediato el caballo, por la sencilla razón que no estaba preparado para montarlo con destreza ni tampoco podía apreciar las bondades de montar un poderoso alazán, sino que lo fue ejercitando poco a poco a través de los años, de seguro hubo algunas caídas, unas más dolorosas que otras, pero cuando llegó el momento apropiado, aquel joven ya diestro por el entrenamiento exhibió ante el reino el regalo de su padre y también su habilidad para conducir aquel noble animal. Con Yaacob pasó algo similar. Aquella triste noche, cuando toma la decisión de dividir su familia en grupos, con la esperanza humana de que al menos uno de los campamentos pueda escapar, queda confrontado con su impotencia. Sin embargo, y a pesar de esta estrategia humana, Yaacob tenía para ya ese entonces una experiencia de fe, lo cual le conduce a recurrir en oración al Eterno, la única y mejor salida para su pecado y para su angustia. Aun cuando recurre a la oración, Yaacob no abandona su estrategia humana, pues lo vemos enviando presente a Esaú con la intención de apaciguar la ira de su hermano y así lograr su perdón (Gn 32:22). Si Yaacob pretendía “ablandar” a Esaú con regalitos, estaba actuando mal. Así que con Yaacob estaba pasando como decimos por acá: A Dios orando pero con el mazo dando. No obstante, a favor de Yaacob debemos añadir que era una costumbre de los pueblos de aquella época enviar presentes a sus superiores antes de comparecer ante ellos, como una manera de mostrar respeto a la jerarquía en cuestión. La oración de Yaacob Ya tenemos el escenario listo para detenernos a estudiar la experiencia de fe de Yaacob que se encuentra en Gn 32:9-32. Ante todo, quisiera hacer notar que en estos pesukim tenemos registradas dos oraciones que hace Yaacob, una más poderosa que la otra. La primera oración la tenemos en Gn 32:9-13, y ocurre de noche, antes de dormirse. La segunda oración la tenemos en Gn 32:22-30, y se da en el contexto del encuentro de Yaacob con un ser de origen celestial. En esta oportunidad sólo nos vamos a ocupar de la primera oración que hace Yaacob, y de la segunda y su encuentro con el Ángel del Eterno la estudiaremos en la próxima Lección. Leamos la primera y hermosa oración de Yaacob y el contexto en el cual ocurre (Gn 32:9-13): “9

Y dijo Yaacob: Elokim de mi padre Abraham, y Elokim de mi padre Yitzjak, Hashem, que me dijo: Vuélvete a tu tierra y a tu parentela, y yo te haré bien; 10menor soy que toda la misericordia (jesed) y que toda la verdad (emet) que has hecho con tu siervo; pues con mi cayado pasé este Jordán, y ahora tengo dos campamentos. 11Líbrame por favor de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque le temo; por si viene a exterminarme una madre con sus hijos. 12Pero tú has dicho: Yo te haré bien, y tu descendencia será como la arena del mar, que no se puede contar por tanta. 13Y durmió allí aquella noche…”.

115 Examinemos brevemente el contenido doctrinal de la oración de Yaacob: 1. Invoca al Dios de su abuelo y de su padre, quien había realizado milagros a favor de ellos. Por ello le invoca esperando también un milagro. Note que menciona primero a Abraham antes que a su padre Yitzjak, con esto muestra la primacía espiritual de Abraham sobre Yitzjak. La declaración de Yaacob en la dice: Elokim de mi padre Abraham, y Elokim de mi padre Yitzjak, está inspirada y tomada de una revelación previa dada en Bet El cuando el Eterno se le revela en sueños y le dice: “Yo soy, el Eterno, Elokim de Abraham y Elokim de Yitzjak” (Gn 28:13). Pero ya para la época de la revelación dada en Bet El Abraham estaba ya muerto, ¿como podía decir Hashem que Él era el Elokim de Abraham si no estaba vivo? Pues gracias a la revelación de Yeshua, la expresión divina “Yo el Elokim de Abraham, el Elokim de Yitzjak y el Elokim de Yaacob” debe interpretarse con una declaración de la resurrección de los muertos, ya que “Dios no es Dios de muertos sino de vivos” (Mr 12:26,27). De allí aprendemos que Yaacob estaba consciente de la resurrección de su abuelo Abraham. 2. Aquí encontramos por primera vez unidos dos conceptos hebreos importantes: jesed y emet, es decir, misericordia y verdad, los cuales no tenemos tiempo de discutir aquí ahora, sólo quiero mencionar de paso que estos conceptos vuelven a aparecer unidos en el Salmo 85:10. En su conjunto la oración de Yaacob tiene los siguientes rasgos: invoca al Dios de sus padres, luego recuerda las promesas que el Eterno le ha hecho, declara con humildad su insignificancia ante el Eterno, pues al compararse con su padre y su abuelo, Yaacob sabe que no ha tenido una vida de fe como la de ellos, también confiesa la situación penosa en la que se encuentra que para intentar salvar a una parte de su familia ha tenido que dividirla con mucho dolor en dos grupos. Una vez que le ha expresado sus problemas, pide al Eterno que lo libre ya que tiene miedo de su hermano. La palabra hebrea na, que traducimos como “por favor” también puede traducirse como “te lo ruego”, lo cual nos indica la intensidad de la oración de Yaacob. Vemos aquí que Yaacob no sólo confiesa que está en problemas, también confiesa sus temores ante el Eterno. Y en su oración termina recordando al Eterno otra de sus promesas en cuanto a una descendencia numerosa. Esta última parte de la oración notamos que ahora es cuando Yaacob aprecia tener una numerosa familia como una bendición del Eterno ya que su hermano, según intuye el miedo de Yaacob, viene a exterminarla. Note aquí la estructura de la oración de Yaacob: En primer lugar, invoca al Eterno, luego, la confesión de sus problemas y la petición de ayuda queda englobada entre las promesas del Eterno. Es decir, cuando nos veamos rodeados de problemas debemos rodearlos a ellos con las promesas del Eterno, sólo así podemos vencerlos. Es oportuno resaltar aquí la concepción hebrea de la Tefilah u oración. Toda tefilah, como la aquí expresa Yaacob y también David en el Salmo 32, está enraizada en la teshuvah, es decir, en el quebrantamiento que produce el genuino arrepentimiento. Un ejemplo de ello lo encontramos en la parábola del fariseo y el publicano que nos dio Yeshua que nos muestra cuál debe ser nuestra actitud en la oración. Pues Yaacob sabía que la angustia que ahora enfrentaba y el miedo de perder a su familia tenían su origen en el pecado que había cometido contra su hermano; y por ello estaba quebrantado y humillado delante del Eterno. Si tan sólo hubiese esperado el tiempo del Eterno, se hubiese ahorrado tantas amarguras, particularmente la de someter a su familia a la tensión que en aquellos momentos se encontraban. ¿Cuántas veces nos ha tocado vivir una situación similar como la que vivió Yaacob? Meternos en problemas nosotros y también a nuestras familias por nuestros errores. Y he aquí un principio que encontramos en la Torá y que ya he mencionado antes: que los relatos de la Torá no son asuntos que tienen que ver con la vida particular del algún patriarca o del pueblo de Israel, están escritas para que veamos cómo se va desplegando en forma coherente el plan de la salvación y para que de ella tomemos lecciones para el crecimiento espiritual de nuestras vidas. Por esta causa, Rav Shaul afirmó en 1 Co 10:11: “11Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. 12Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga”.

116 Finalmente, vemos que a pesar de los temores que Yaacob experimentó y de las soluciones humanos que diseñó para salvar a su familia, Yaacob tuvo la suficiente claridad espiritual para buscar al Eterno en oración, y allí, en privado, derramó su alma ante Él, recordando y reclamando sus promesas, a pesar de que reconocía que no era digno ni de su misericordia ni de su verdad. De su misericordia, porque no tenía méritos para ser librado del mal, y mucho menos para recibir la verdad que le había concedido en las revelaciones. Pero hay un detalle muy significativo que no podemos pasar por alto. La Torá nos dice dos veces que Yaacob se durmió después de aquella oración. Y cuando la Torá menciona dos veces una misma cosa en un mismo contexto es porque nos quiere llamar la atención acerca de un hecho importante. Lo primero que debemos preguntarnos es: ¿cómo es posible que Yaacob durmiera cuando estaba envuelto en la más grande crisis de su vida? Por experiencia sabemos que las tensiones de la vida no nos dejan conciliar un buen sueño, cuanto más si nuestra vida y la de nuestra familia está en peligro. Pero la Torá dice dos veces que Yaacob durmió, y lo dice porque Yaacob por la oración fervorosa y humilde que hizo encontró consuelo de parte del Eterno y así pudo dormir en paz, confiando que el Eterno cumpliría sus promesas. Además, ya había salvado a su padre en el monte Moriah, y no le resultaría difícil salvarlo a él ahora. Vemos entonces como Yaacob, antes de enfrentar a Esaú, decide enfrentar sus problemas a solas con el Eterno, esa fue la única vía para vencer su miedo, que no sólo lo capacitaría para enfrentar con paz a su hermano sino también que hizo crecer su fe para una revelación superior: la revelación personal con el Ángel del Eterno. Una experiencia de victoria lo preparó para una victoria mayor. En esta experiencia de victoria vamos a encontrar un principio práctico y poderoso para vencer nuestros miedos y la angustia a causa de nuestros pecados: que los problemas, y los miedos que estos engendran, sea cuales sean, se han de enfrentar primero en oración en privado y a solas con el Eterno, esta es nuestra única posibilidad de victoria cierta contra el mundo, el demonio y la carne. Teshuvah y tefilah, es el secreto para la victoria ¡Baruj Hashem!

117 Lección No. 26: LA QUINTA REVELACIÓN A YAACOB: El Ángel del Eterno bendice a Yaacob En la Lección anterior vimos todos los preparativos que Yaacob realizó para preservar al menos una parte de su familia de la eventual venganza de su hermano Esaú, y también de la fervorosa oración que hizo en ese tiempo particular de angustia y necesidad, en donde se destacó su quebrantamiento, su ruego al Eterno por liberación del peligro inminente y reclamando con humildad las promesas que le habían hecho: Citemos de nuevo parte de esa oración: 11

Líbrame por favor de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque le temo; por si viene a exterminarme una madre con sus hijos. 12Pero tú has dicho: Yo te haré bien, y tu descendencia será como la arena del mar, que no se puede contar por tanta. 13Y durmió allí aquella noche…” (Gn 32:11,12).

Note el siguiente detalle: de todas las promesas que Hashem le había a Yaacob, sólo reclama aquella que tiene ver con una “descendencia que será como la arena del mar”. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que Yaacob ya no pensaba de manera egoísta, no estaba ya interesado en tener un lugar importante, asunto que le llevó a aprovecharse del hambre de su hermano para comprarle su primogenitura y con astucia engañar también a su padre Yitzjak. Yaacob insiste en recordarle al Eterno su promesa de una descendencia numerosa porque está interesado en preservar la vida de sus esposas e hijos; y eso ahora es lo más importante y prioritario para él. No tiene ya interés en tener renombre o tal vez, como piensan algunos ministros del “evangelio de la prosperidad”: que su ministerio tenga alcance mundial y tener una mega-iglesia, etc. No cuestiono de ninguna que algún ministerio pueda crecer hasta esas dimensiones, lo que deseo resaltar es que si el ministro o líder religioso tiene en vista esas metas, lo mejor que puede pasarle es que ello sea el resultado de la bendición del Eterno y no un producto de la ambición y los esfuerzos por gloria humana. A la verdad, los intereses y las ambiciones gloria de Yaacob han quedado hechas trizas por una vida de sufrimientos y humillaciones, agraviado por la dolorosa separación de sus padres y por la vergüenza enorme que siente por haber engañado de manera tan miserable a su hermano. Recuerde que Yaacob tiene 97 años cuando se encuentra con el Ángel del Eterno, tiempo suficiente para que hayan ocurrido grandes cambios en la vida de este patriarca. Yaacob, pues, se ha humillado a sí mismo, y este le prepara para la más extraordinaria elevación espiritual de su vida en su encuentro con el Ángel del Eterno. Ahora bien, en esta Lección enfocaremos nuestra atención al episodio del encuentro espectacular y enigmático entre Yaacob y el Ángel del Eterno a fin de aprender un poco del despliegue divino de la revelación y, a partir de allí extraer algunos principios bíblicos y lecciones para nuestras vidas relacionados con las berajot y el poder de la oración. Leamos Gn 32:22-32: “22Y se levantó aquella noche, y tomó sus dos mujeres, y sus dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Jaboc. 23Los tomó, pues, e hizo pasar el arroyo a ellos y a todo lo que tenía. 24Así se quedó Yaacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. 25Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Yaacob mientras con él luchaba. 26Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Yaacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. 27Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Yaacob. 28Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Yaacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. 29Entonces Yaacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. 30Y llamó Yaacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara (Elokim panim el panim), y fue librada mi alma. 31Y cuando había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su cadera. 32Por esto no comen los hijos de Israel, hasta hoy día, del tendón que se contrajo, el cual está en el encaje del muslo; porque tocó a Yaacob este sitio de su muslo en el tendón que se contrajo.”

118 El concepto hebreo de las berajot y su importancia para el judío Considerando como ruega aquí Yaacob para ser bendecido y el interés que puso en obtener por engaño la berajah de su padre Yitzjak, y previo a entrar en detalles en esta Lección, deseo resaltar brevemente el concepto hebreo de berajah y también dos clases de contrastes de experiencias de fe relacionadas con la obtención de berajot que encontramos en el contexto de la vida de Yaacob y que este episodio que acabamos de leer nos ayuda a identificar. La experiencia de Esaú, la de Yaacob con el Ángel, y luego las berajot que Yaacob dio a sus hijos, revelan la enorme importancia que tiene para los hebreos el recibir una berajah. Desde la triple berajah dada Abraham (Gn 12:1-3), la conciencia hebrea se percató que el destino de Israel está vinculado de manera absoluta con las promesas dadas Abraham, y cada posterior berajah dada a Yitzjak y a Yaacob, más que confirmar la Palabra dada, añadía nuevos y reveladores contenidos proféticos acerca de la tierra prometida y del Mesías. Aparte de ello, las berajot también estaban referidas a la prosperidad espiritual y material de Israel, pero la palabra profética de prosperidad, tales como las que encontramos en Lv 26 y dt 28, dependían de la obediencia de Israel, eran profecías condicionales; a diferencia de las berajot dadas a los patriarcas cuyas profecías eran decretos que no podían ser alterados porque con ellas el Eterno trazó el curso y destino profético de este mundo Tal vez una lección que el mundo occidental podría aprender de los judíos, ya sean rabínicos o mesiánicos, tiene que ver con el elevado concepto que tenemos de las berajot, particularmente porque tienen contenido profético, muchas de ellas, en los tiempos bíblicos, estaban relacionados con el advenimiento del Mesías y la prosperidad de Israel. Hasta el día de hoy el judío, no sólo se desea una berajah del Eterno sino que también se desea ser bendecido por hombres que se han destacado en la comunidad por su piedad y sabiduría. Cada cena del shabbat en la noche bendecimos a nuestros hijos, y todas las mañanas del shabbat escuchamos la bendición de los cohanim de Nm 6:22-27: “22

Hashem habló a Moisés, diciendo: 23Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles: 24Hashem te bendiga, y te guarde; 25Hashem haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia. 26Hashem alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz. 27Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré”

En general, una berajah puede referirse a palabra profética de prosperidad en algún asunto particular de la vida personal, o una palabra profética de mayor alcance como aquellas dadas o recibidas por nuestros padres Abraham, Yitzjak, y Yaacob. También tenemos berajot que son profecías condicionales como las dadas a Israel en Lv 26 y Dt 28; en donde podemos encontrar el curso de la historia que ha seguido Israel y el mundo de hoy día. También una berajah se refiere a un agradecimiento al Eterno por los alimentos dados (Dt 8:10) o por los dones recibidos, o por la grandeza de su majestad (Gn 14:19,20). Cada ocasión de la vida es una oportunidad para bendecir al Eterno, y no debemos desaprovechar la oportunidad de hacerlo, porque en este sentido la berajah proclama una alabanza al Eterno. Con respecto a los contrastes que hablamos podemos decir lo siguiente. El primer contraste lo encontramos en la propia vida de Yaacob. Recordemos: la primera berajah la obtiene el astuto Yaacob engañando a su padre (Gn 27), la última berajah la obtiene humillándose ante el Ángel del Eterno. Este cambio dramático sucede porque también Yaacob ha cambiado. Y desde ya podemos aprender una lección importante; ninguna estrategia humana para ser bendecidos – o para mostrar que somos bendecidos- sirve a los propósitos del Eterno, puede funcionar por un tiempo, pero al final resulta en humillación y angustia como el caso de Yaacob. Lo otro, que la única vía de ser bendecido es por medio del arrepentimiento genuino, la obediencia y la entrega total al Eterno. No hay otra vía para la prosperidad espiritual, la cual es mucha más elevada e importante que la prosperidad material, la cual suelen aspirar, fijarse y deslumbrarse fácilmente los hombres. El segundo contraste en la obtención de una berajah lo quiero plantear de la siguiente manera. Pudiera preguntar: ¿conoce Ud. a dos personajes bíblicos que hayan llorado para obtener una berajah?

119 La respuesta es sencilla. El primer personaje es Esaú, leamos acerca de su experiencia en Gn 27:30-38: “30

Y aconteció, luego que Yitzjak acabó de bendecir a Yaacob, y apenas había salido Yaacob de delante de Yitzjak su padre, que Esaú su hermano volvió de cazar. 31E hizo él también guisados, y trajo a su padre, y le dijo: Levántese mi padre, y coma de la caza de su hijo, para que me bendiga. 32Entonces Yitzjak su padre le dijo: ¿Quién eres tú? Y él le dijo: Yo soy tu hijo, tu primogénito, Esaú. 33Y se estremeció Yitzjak grandemente, y dijo: ¿Quién es el que vino aquí, que trajo caza, y me dio, y comí de todo antes que tú vinieses? Yo le bendije, y será bendito. 34Cuando Esaú oyó las palabras de su padre, clamó con una muy grande y muy amarga exclamación, y le dijo: Bendíceme también a mí, padre mío. 35Y él dijo: Vino tu hermano con engaño, y tomó tu bendición. 36Y Esaú respondió: Bien llamaron su nombre Yaacob, pues procedió con astucia dos veces: se apoderó de mi primogenitura, y he aquí ahora ha tomado mi bendición. Y dijo: ¿No has guardado bendición para mí? 37 Yitzjak respondió y dijo a Esaú: He aquí yo le he puesto por señor tuyo, y le he dado por siervos a todos sus hermanos; de trigo y de vino le he provisto; ¿qué, pues, te haré a ti ahora, hijo mío? 38Y Esaú respondió a su padre: ¿No tienes más que una sola bendición, padre mío? Bendíceme también a mí, padre mío. Y alzó Esaú su voz, y lloró”.

Con respecto a Esaú, es necesario añadir que él en su momento, como muchos hoy día, desprecian las bendiciones del Eterno, porque consideran lo temporal e inmediato mucho más rico y placentero. Pero muchos comprenderán, tardíamente también como Esaú, que aunque clamen y lloren no lograrán recuperar las bendiciones que perdieron; particularmente la de la vida eterna. Un ejemplo patético de los Esaú de los tiempos finales lo encontramos en Mt 7:21. Por esta causa no nos debemos dejar de impresionar por los grandes ministerios ni tampoco por sus milagros y prodigios, porque como les dijo Yeshua a sus discípulos, quienes le contaron con alegría y asombro las maravillas que hicieron en su nombre: Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos (Lc 10:20). Ahora bien, el segundo personaje que lloró para obtener una berajah es Yaacob. Sin embargo, si leemos con calma los pesukim de Gn 32:22-32 nos percataremos que la Torá no dice explícitamente que Yaacob lloró, de hecho, lo dice es simplemente: “No te dejaré, si no me bendices”, y nada comenta Moisés que Yaacob lloró. Pero a nivel deráshico si podemos probarlo. Es más, también voy a probar que no sólo rogó por una bendición sino que también en el encuentro con ese personaje enigmático Yaacob esa berajah la pidió llorando. De paso, probaré también con la Escritura que ese personaje celestial era el Ángel del Eterno. Para probar esto, necesitamos identificar antes y plenamente el personaje que se encuentra y lucha con Yaacob. El misterio del varón que se encuentra con Yaacob La Escritura dice que se encontró con un “varón”. ¿de dónde yo saco la idea de que Yaacob se encontró con el Ángel del Eterno? Veamos esto: la palabra “varón” aparece 5 veces en el relato que acabamos de leer. La pregunta es ahora: ¿al utilizar el texto bíblico la palabra “ish”, que es el término hebreo que usa la Torá para referirse a Adam como un hombre o varón en la primera mención que se hace del término (Gn 2:23,24; Gn 4:1, etc ), implica eso entonces de que ese varón era un personaje humano? Si es así, no hay problema entonces, porque más adelante ese varón –aunque no revela su nombre- proclama una berajah especial sobre Yaacob; facultad que tiene también los hombres, porque ya vimos un ejemplo en donde Melkisedek bendice a Abraham (Gn 14:17-20). Y si era un personaje humano, ¿Quién era este hombre? Sin embargo, cuando Yaacob comenta sobre su experiencia la Torá dice “Y llamó Yaacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a a Dios cara a cara (Elokim panim el panim), y fue librada mi alma” (Gn 32:30). ¿Por qué Yaacob atribuye a su revelación a un nivel que parece que va más allá del encuentro con un personaje importante humano? Para resolver este misterio, acudamos al nivel derash, es decir, investiguemos en la Torá y más ella, a fin de encontrar alguna luz al respecto.

120 En primer lugar, el término ish, es el término hebreo que se usa para designar un hombre o varón y que se distingue de isha, que designa a una mujer, lo cual es muy claro del psauk de Gn 4:23: “Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada mujer, porque del hombre fue tomada”. Sin embargo, el término ish también se aplica a los ángeles o mensajeros celestiales como lo podemos leer en la experiencia de Abraham en Gn 18:2: “Y alzó sus ojos y miró, y he aquí tres varones que estaban junto a él; y cuando los vio, salió corriendo de la puerta de su tienda a recibirlos, y se postró en tierra”. Aquí la palabra “varones” viene del término hebreo anashim, que es el plural de ish. Ahora bien, que estos anashim sean malajim, es decir, ángeles o mensajeros celestiales, no sólo queda evidente por la conversación con Abraham sino también queda confirmada porque la Torá misma lo declara en Gn 19:2, cuando dos de ellos van a la ciudad de Sodoma sino por las acciones maravillosas que ejecutan en la casa de Lot. En segundo lugar, habiendo probado que el término ish que aparece en Gn 32 también se aplica a los ángeles necesitamos probar ahora que efectivamente fue un malaj o mensajero del Eterno el personaje que lucha con Yaacob. ¿Dónde está ese pasuk que nos aclare este pasaje oscuro?. Aquí estamos aplicando la regla de la analogía o haciendo collar con una idea similar. El pasuk lo encontramos en el libro del profeta Oseas 12:2-6: “2

Pleito tiene Hashem con Judá para castigar a Yaacob conforme a sus caminos; le pagará conforme a sus obras. 3En el seno materno tomó por el calcañar a su hermano, y con su poder venció al ángel. 4Venció al ángel, y prevaleció; lloró, y le rogó; en Bet-El le halló, y allí habló con nosotros. 5Mas Hashem es Dios de los ejércitos; Hashem es su nombre. 6Tú, pues, vuélvete a tu Dios; guarda misericordia y juicio, y en tu Dios confía siempre”.

Aquí resolvemos juntos dos problemas: (1) que en verdad Yaacob lloró en esa experiencia cumbre de su vida, y (2) que el ángel de quien se habla allí es claramente el Ángel del Eterno. La revelación del Ángel del Eterno Una vez que hemos aclarado estos asuntos, vamos a reconsiderar el encuentro de Yaacob con el Ángel del Eterno que ya leímos en Gn 32. Si le seguimos la pista al Ángel del Eterno, quien es Yeshua, lo vemos que Él aparece en situaciones dramáticas para dar auxilio a aquellos que están en necesidad, lo cual es coherente con su carácter compasivo. La primera revelación del Ángel del Eterno es Hagar, quien estaba huyendo de la casa de Abraham y se encontraba sola y embarazada (Gn 16), la segunda revelación del Ángel del Eterno es de nuevo a Hagar, quien había sido echada de casa de Abraham y se encontraba desamparada con su pequeño hijo (Gn 21:8-21). En ambas ocasiones, ofrece orientación, protección y promesas. La tercera vez es el monte Moriah, de Gn 24, que ya todos conocemos. La cuarta aparición del Ángel del Eterno en momentos de necesidad le ocurre al mismo Yaacob, cuando estaba huyendo de Esaú, y se le apareció en sueños en Bet El y le prometió su protección y que regresaría a su tierra en paz y cuando de nuevo se le aparece en sueños en tierras de los arameos y le da instrucciones para así liberarlo de la explotación y sufrimiento que lo había sometido su suegro y patrón Labán (Compare Gn 28:10-16 con Gn 31:11-13). Este collar nos revela que el Ángel del Eterno aparece para disolver las angustias de los hijos del Eterno y darles esperanzas y berajot. Igualmente sucede aquí en la experiencia de Yaacob que estamos considerando. Y esta es justo la obra de Yeshua, salvar a sus hermanos de la angustia y del pecado. Por esta razón la Escritura declara en el Salmo 34:7,8: “El ángel de Hashem acampa alrededor de

los que le temen, Y los defiende. 8Gustad, y ved que es bueno Jehová; crece el hombre que confía en él”. Y esto es lo dice Yeshua de sí mismo: He aquí Yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo. ¡Baruj Hashem! Por otra parte, la tradición judía en Bereshit Rabbah dice que Yaacob, luego de llevar a su familia más allá del riachuelo de Jaboc, se devolvió a buscar algunas cosas, y mientras buscaba en sus enseres se encontró de repente con un extraño varón sobre quien se abalanzó pensando que era un enemigo. El texto hebreo indica que hubo un contacto físico como si fuese un forcejeo ( ).

qbeîa'YwE :

121 Aparte de ello, la tradición judía no identifica este personaje con el ángel del Eterno, pero afirma que era un ángel del Eterno, y superior en poder, y viendo que Yaacob lo sostenía con fuerza decidió tocarlo en su muslo a nivel del nervio siático para producirle dolor y así lograr liberarse del amarre que aquel hombre desesperado le estaba haciendo. En medio de ese forcejeo, Yaacob reconoce el origen celestial de quien tiene tomado y aun llorando por el dolor causado y por la angustia que estaba pasando no desaprovechó la oportunidad para rogar por una berajah que diera paz a su alma atribulada. Así dice la Torá: “Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Yaacob mientras con él luchaba” (Gn 32:25) Ese es el contexto en el cual Yaacob ruega y llora por una berajah: “Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Yaacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices”. Y allí obtuvo la bendición. Sin embargo, la Torá no revela el contenido de la berajah, pero en Bereshit Rabbah la tradición de los sabios judíos dice que aquel personaje la ratificó la berajah que su padre le había concedido, con lo cual quedaba legitimada su lugar prominente por encima de Esaú, y le daba paz al corazón de Yaacob que la bendición que él había robado ahora era suya por autoridad del cielo. Vemos en esta experiencia la clase de oración quebrantada que logra la victoria, y a ella se refiere Hashem cuando a Oseas le fue revelado “y con su poder venció al ángel. 4Venció al ángel, y prevaleció; lloró, y le rogó” (Os 12:3,4). Es decir, el poder de Yaacob al cual hace referencia el

profeta es el poder de la tefilah. El único poder que se nos ha concedido, y es tan así que Santiago después diría: La oración eficaz del justo puede mucho (Stg 4:16). “27

el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Yaacob. 28Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Yaacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has prevalecido. 29Entonces Yaacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. 30Y llamó Yaacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara (Elokim panim el panim), y fue librada mi alma”.

El cambio de nombre, es una señal del cambio en la experiencia de fe. Así fue en el caso de Abram a Abraham y lo será también para nosotros cuando se nos dé un nombre nuevo de acuerdo con la profecía (Ap 2:17). Igualmente, Yeshua en honor a su fe tendrá un nuevo Nombre que será sobre todo nombre, porque por sobre todos y grande también fue experiencia. Rashi comenta que ya no se le dirá Yaacob porque con astucia robó una bendición, esto es una clara alusión a lo que ya había expresado Esaúen Gn 27:36: “Y Esaú respondió: Bien llamaron su nombre Yaacob, pues procedió con astucia dos veces: se apoderó de mi primogenitura, y he aquí ahora ha tomado mi bendición”. Ya que su nombre antiguo Yaacob, tomar por el talón, vino a ser una metáfora del actuar

astutamente, como la serpiente que ataca de manera sigilosa al talón del hombre. El nombre nuevo sería; Yisrael, ahora era un símbolo y una metáfora de la manera como se obtienen las bendiciones: con la autoridad de la tefilah perseverante enraizada en la teshuvah.

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El nombre Yishrael es una combinación de tres palabras: ish, que significa hombre, sarah ( ) que significa primariamente perseverar, y el nombre del Eterno bajo el atributo de misericordia. Por eso el Ángel del Eterno dice literalmente hablando del significado de Israel: porque perseveraste con Dios ( ), en referencia a la insistencia de su oración. Este el poder que habla Oseas como ya mencionamos.

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De allí el consejo de rav Shaul en 1 Ts 5:17: oren sin cesar, el cual muestra la concepción hebrea de la oración perseverante. Lo cual fue ejemplificado en la parábola de Yeshua sobre la viuda y el juez injusto (Lc 18:1-8). Es más, Lucas antes de relatar esta parábola hace el siguiente comentario que refleja la idea hebrea de la oración que venimos hablando: “También les refirió Yeshua una parábola sobre la necesidad de orar siempre y no desmayar” (Lc 18:1).

122 Una vez que Yaacob obtuvo la bendición la lucha cesó, entonces Yaacob sollozando y rengueando, busca a su familia y en paz con el Eterno, ya no tiene miedo y va al encuentro de su hermano. Los miedos y la angustia que el pecado y la falta de fe engendran pueden ser vencidos con la oración. Por ello recomienda Santiago: ¿está alguno entre ustedes afligido? Haga oración (Stg 5:13). Así que la oración es el antídoto más poderoso contra la aflicción y angustia humana, pero no cualquier oración mística, farisea o pagana, sino la oración que recomienda la Escritura: con un espíritu quebrantado y dirigiendo en humildad nuestras solicitudes al Eterno en el nombre de Yeshua, y así todos seremos llamados Yisrael. En este preciso instante es justo recordar dos principios bíblicos que se cumplieron en los dos experiencias extremas de la vida de Yaacob: “Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido” (Lc 18:14). Yaacob, cuando trató de enaltecerse –al tomar de modo indebido un bendición- fue humillado completamente-, luego, al humillarse a sí mismo –con teshuvah y tefilah- el Eterno lo exaltó dándole una poderosa revelación y confirmando Su bendición.

Mirando al futuro Pero la angustia de Yaacob tiene implicaciones proféticas para el pueblo de Israel de los postreros tiempos. Es decir, la angustia que experimentó Yaacob a causa de sus pecados y la liberación que le fue otorgada por el Eterno puede ser interpretada a nivel como una angustia que experimentará el Israel de Dios en tiempos de la tribulación final de este mundo. Estamos autorizados para hacer esta lectura remez de la experiencia de Yaacob porque ya el profeta Jeremías, por Ruaj Hakodesh, nos las interpretó para nosotros: Leamos Jr 30:1-7: “1

Palabra de Hashem que vino a Jeremías, diciendo: 2Así habló Hashem Dios de Israel, diciendo: Escríbete en un libro todas las palabras que te he hablado. 3Porque he aquí que vienen días, dice Hashem, en que haré volver a los cautivos de mi pueblo Israel y Judá, ha dicho Hashem, y los traeré a la tierra que di a sus padres, y la disfrutarán. 4Estas, pues, son las palabras que habló Hashem acerca de Israel y de Judá. 5Porque así ha dicho Hashem: Hemos oído voz de temblor; de espanto, y no de paz. 6Inquirid ahora, y mirad si el varón da a luz; porque he visto que todo hombre tenía las manos sobre sus lomos, como mujer que está de parto, y se han vuelto pálidos todos los rostros. 7¡Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Yaacob; pero de ella será librado”.

Esto significa que vienen tiempos difíciles para nosotros los judíos que llevamos la circuncisión en el corazón, pero ¡Baruj Hashem!, también está profetizado que también seremos liberados. No tenemos tiempo para ampliar los aspectos proféticos de la revelación de Jeremías, pero una cosa es cierta: La angustia del pecado del pecado del patriarca Yaacob y del Yaacob escatológico, es decir, nosotros el Israel del Eterno, muestran que la liberación se encuentra en tefilah perseverante y así el camino queda abierto para ver la gloria y la liberación del Eterno.

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