Las voces del campo. Una visión desde la Etnoagronomía del agrosistema tradicional del Noreste del Valle de La Orotava (Tenerife).

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Descripción

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Apreciación de don José Pons por don Víctor

LAS VOCES DEL CAMPO

LAS VOCES DEL CAMPO “Una visión desde la etnoagronomía del agrosistema tradicional del Noreste del Valle de La Orotava (Tenerife)”

Mª Delia Escobar Luis Antonio C. Perdomo Molina 2

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LAS VOCES DEL CAMPO

No venga a tasarme el campo con ojos de forastero porque no es como aparenta sino como yo lo siento.

© AUTORES:

Mª Delia Escobar Luis Antonio C. Perdomo Molina

© EDITAN:

(Osiris Rodríguez Castillo, 1962)

Asociación Cultural “Pinolere. Proyecto Cultural”

Excelentísimo Ayuntamiento de la Villa de La Orotava

© PRÓLOGO:

Rafael C. Gómez León

© FOTOGRAFÍAS:

Samuel García Acosta (portada)



Club de Mayores de La Orotava, Fedac, Colectivo Cultural La Escalera, Susana Trujillo González y Evocaciones Florideras (interiores)

DISEÑO, MAQUETACIÓN E IMPRESIÓN:

Tipografía García, S.L. - La Perdoma - La Orotava - Tenerife E-mail: [email protected]

ISBN: 978-84-697-2190-2 DEPÓSITO LEGAL: TF xxx - 2014

Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de esta publicación pueden reproducirse, registrarse o transmitirse, por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea electrónico, mecánico, fotoquímico, magnético, electroóptico o informático, por fotocopia, grabación o cualquier otro, sin permiso previo por escrito de los autores.

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Agradecimientos Sabemos que esta es la parte más personal de cualquier estudio, donde nos vienen a la mente numerosos recuerdos de momentos, la mayor parte de ellos buenos, que se han vivido a lo largo de este viaje a la memoria de tantas personas. Por ello, nos resulta muy complicado sintetizar todo ese proceso que ha calado bien hondo en nosotros en estas breves palabras. No obstante, nos gustaría pedir disculpas de antemano, por la posible torpeza, de poder pasar por alto a quién mereciéndolo no aparezca reflejado en estas líneas, reiteramos nuestras disculpas por ello. En primer lugar nos gustaría hacer una especial mención a todas las personas entrevistadas, fieles precursores de toda la información recogida en este trabajo, sin ellas, este libro no estaría en tus manos. Aunque algunas no se encuentren ya entre nosotros, a modo de homenaje rendimos nuestro más sincero agradecimiento, gracias a: ­— D. Vicente Luis Hernández ­— Dña. Cipriana Hernández ­— Dña. Elvira Pacheco Hernández ­— Dña. María Dolores Machado ­— D. Eladio Trujillo González ­— D. Tomás González Brito ­— Dña. Ana María Hernández Hernández ­— D. Norberto Luis Perdigón ­— D. Francisco Luis Perdigón ­— D. Balbino Pacheco Fariña ­— Dña. Irene Hernández Pérez ­— D. Felipe Hernández Hernández Y por supuesto a todos los que nos encontramos por el camino, aportando algún consejo que no ha quedado reflejado explícitamente, sin su sabiduría no tendríamos nada por lo que escribir, gracias de nuevo, por el conocimiento aportado, por el buen recibimiento, por el cariño y por hacernos sentir un familiar más. Como no podía ser menos, a todos los agricultores y ganaderos, ellos y ellas son los que hacen historia, los que mantienen vivo nuestro legado cultural, nuestra biodiversidad y nuestras señas de identidad, ellos sí que son los grandes maestros y autores de este trabajo. 6

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Agradecer también a el Ayuntamiento de La Orotava que ha creído y apostado por la publicación de este trabajo para que pueda ser difundido pues de nada serviría tenerlo guardado en una estantería, gracias. A la Asociación Cultural Pinolere y en especial a Yaiza González y a Jesús T. García Rodríguez, por creer y trabajar día a día de la mano de todo este sector a veces olvidado, por seguir recorriendo e indagando en la memoria de nuestros mayores, y por la ayuda prestada, gracias. A Samuel García Acosta por ceder desinteresadamente parte de su tiempo y profesionalidad, favoreciendo la compresión de este libro aportando imágenes que recrean estampas etnográficas de antaño, gracias. Y a Viviana Adonaylo por el tratamiento digital de nuestras fotos.

ÍNDICE Prólogo ............................................................................................

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Una visión desde la Etnoagronomía del agrosistema tradicional del Noreste del Valle de La Orotava (Tenerife) .......................................................... 15 ¿Cómo hicimos este estudio? ...............................................................

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La agricultura tradicional, pasado y ¿presente? ........................................

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Contexto del presente estudio: ¿Qué territorio estudiamos? ........................

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Los pisos agrícolas .............................................................................

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Movimientos espaciales tradicionales de los productos agrícolas ..................

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Ciclos de cultivo y rotaciones ...............................................................

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Calendario agrícola tradicional ..............................................................

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Asociaciones de cultivos ......................................................................

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Laboreo y abonado tradicional .............................................................

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El cultivo de la papa ...........................................................................

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El cultivo de la platanera .....................................................................

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Nos viene a la mente muchas personas que han recorrido junto a nosotros algún momento de nuestra vida, algunos más y otros menos, a todos y todas gracias por los momentos vividos y a los que están en el camino que aún nos queda por recorrer, de antemano gracias.

El cultivo de los cereales .....................................................................

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Las leguminosas y su cultivo ................................................................

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Los frutales .......................................................................................

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Otros cultivos ....................................................................................

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“Demos gracias a los hombres y a las mujeres que nos hacen felices, ellos son los encantadores jardineros que hacen florecer a nuestros espíritus”.

Plantas medicinales ............................................................................ 106



Índice de Frecuencia de Cita de Cultivar (IFCC) ....................................... 108

Al Centro de Mayores de La Orotava, por abrirnos las puertas sin dudar y cedernos una parte del fondo fotográfico, trabajando pasito a pasito como las hormigas pero obteniendo grandes resultados, de nuevo gracias. No nos gustaría finalizar este apartado sin nombrar a todas esas personas que nos han acompañado a nivel personal a lo largo de todos estos años, y en especial a nuestras familias, por formar parte de nosotros, por los buenos momentos vividos, por estar ahí siempre, gracias. Por último, agradecer a todos los que nos han acompañado en estos años, por los ratos vividos, por aguantar ilusiones y quejas, por estar ahí a lo largo de todos este tiempo, haciéndonos sentir que no navegábamos solos, gracias por ser unos excelentes compañeros de viaje, gracias de verdad.

(Will Rogers

Hagamos algunos números ................................................................. 107 Índice de Frecuencia de Cita de una Especie (IFCE) ................................. 111 Índice de Importancia por Especie (IIE) .................................................. 112 Índice de Uso de Nombres Vernaculares (IUNV) ....................................... 114 A modo de conclusión ........................................................................ 115 Bibliografía ........................................................................................ 116

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Prólogo

“El agrosistema tradicional del Noreste del Valle de La Orotava (Tenerife). Una visión desde la Etnoagronomía”.

Prólogo La otra MEMORIA HISTÓRICA “Entre Catana y Andrés, los trigos sembraré” dicho popular que, nos sirve de obertura para este prólogo, ha permanecido en la memoria de nuestros mayores con múltiples variantes; refleja algo más que un decir de nuestra gente. Encierra unos modos de vida, de usos y costumbres heredados de sus ancestros, de rutinas y tareas de nuestro ciclo agrario estacional, de tiempos de labranza y sementera, de subsistencia… De esto y de lo que los maestros y maestras de la tierra nos transmiten, de lo que nos cuentan con nostalgia aferrándose a ella y del valor cultural que representa esta transmisión oral para las futuras generaciones y para los estudiosos en diferentes áreas del saber; trata el libro que hoy llega a mis manos, a sus manos: LAS VOCES DEL CAMPO “Una visión desde la etnoagronomía del agrosistema tradicional del Noreste del Valle de La Orotava (Tenerife)”. La presente obra en nuestra opinión, altamente importante, conjuga dos elementos que conforman un maridaje esencial: el incardinar e incorporar a la metodología de trabajo no solo los patrones técnicos propios de la agronomía sino que además vincula, como un elemento más de la fuente documental o de información, a los protagonistas de esa agricultura tradicional objeto del estudio que inicia Mª Delia Escobar Luis como proyecto de fin de carrera para la obtención del título de Ingeniero Técnico Agrícola y que culmina, tiempo más tarde con la aparición de este libro acompañada por otro estudioso y experto en estas lides, uno de los maestros de la Etnoagronomía en Canarias, Antonio Perdomo Molina. La Etnografía, que ha tenido un desarrollo de más largo recorrido en otros campos como la Etnoarqueología, Etnohistoria; Etnoastronomía; Etnomatemáticas; Etnobotánica, Etnomedicina, Etnoecología; Etnozoología; Etnofarmacología…; es hoy, protagonista de este tratado vinculada a un espacio físico conocido profundamente por la autora y con el que mantiene un compromiso más allá del meramente profesional. Espacio donde la agricultura, del Noreste del Valle de La Orotava, sirvió de sostén económico y subsistencia junto a otros sectores económicos y en el que se percibe ese trasiego e intercambio de bienes entre las diferentes zonas del valle produciéndose una reciprocidad cooperativa y/o de trueque entre ellas: de mar a cumbre o viceversa. Una serie de estrategias del campesinado tradicional para el aprovechamiento de los diferentes ecosistemas del Noreste del Valle. Aprovechamiento que desde la época 10

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Prólogo

de los antiguos Canarios, los Guanches, provocaba una acusada trashumancia ligada a la búsqueda del forraje que iba de costa a cumbre, ascendiendo por significativas y transitadas vías agropecuarias como los de Caminos de Chasna, Benijos o La Florida, zona oriental del Valle este último, ligado íntimamente a los sistemas agrarios presentes en este tratado. Resulta esperanzador cómo una buena parte de las futuras generaciones se encuentra fuertemente comprometida con su tierra, con su país, con su gente y que este libro es un fiel reflejo de ello. Compromiso y preocupación que ya manifestaba, tiempo atrás, el ilustre D. José de Viera y Clavijo inquieto por la necesidad de vincular a las futuras generaciones con su entorno natural y su afán divulgativo que desarrolló de la botánica, la astronomía, historia de Canarias… publicando entre otros, durante su época de director de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, un interesante trabajo que bajo el título de “El librito de la doctrina rural: para que se aficionen los jóvenes al estudio de la agricultura propio del hombre” que con un objetivo didáctico intentaba “contaminar” a los más jóvenes en la necesidad de conocer, valorar y comprometerse con el medio rural.

El Noreste del Valle de La Orotava, en Tenerife, que crece entre barrancos, formación orográfica que le imprime un marcado carácter cerrado, generó en su seno una serie de actividades tradicionales que autoabastecieron las demandas de la vecindad y que muchas han coexistido con los “tiempos modernos”. La mayoría de sus moradores compartieron, las tareas agrícolas con faenas temporales ligadas al “monte”: la recogida de pinocho, cisco, leña, “tea”, la elaboración de “hoyas” de carbón, la cestería rajada de madera de castañero, o el pequeño comercio, la herrería, el trabajo de arriero…, para poder subsistir. Labores que hacían de correa de transmisión entre el campesinado de norte a sur o viceversa, procurando bienes de consumo entre ellos. La importancia que tuvo el “monte” y los productos que de él se proveían la mayoría de vecinos motivó en décadas posteriores a la Guerra Civil española, y debido a las sucesivas prohibiciones de acceder a este para obtener los productos demandados en la zona de la costa y la Villa, la aparición entre el pueblo del dicho: “Si Franco no da trabajo, todo el mundo baja pa’bajo” que refleja el importante componente económico que tenía este para la paupérrima economía familiar.

Pero, el futuro se nos echa encima a pasos agigantados y sin apenas tiempo para reaccionar. Están despareciendo las formas y modos de vida tradicionales que articularon durante siglos la sociedad agrícola en Canarias y, en definitiva, podemos afirmar que la crisis del sistema agrario es la crisis de los oficios tradicionales y de numerosas manifestaciones de nuestra cultura popular en nuestro archipiélago. Las personas que fueron protagonistas en el tiempo pertenecían o pertenecen a una sociedad que se ha desmembrado y cuyo contexto socio-cultural ha ido desapareciendo e incorporando nuevos valores y patrones que en nada responden a las necesidades y demandas de antaño.

Hoy en día, las personas vinculadas a diferentes manifestaciones tradicionales están aisladas unas de otras. Sin embargo, cuando estas se desarrollaban dentro del engranaje socioeconómico, la interdependencia era notable. En el caso de los oficios tradicionales cada uno dependía de diferentes labores artesanas para poder llevar adelante el suyo propio. El tapador de pajares por ejemplo, dependía del agricultor que cultivaba el centeno para el “tapumen” o cubierta vegetal del pajar o de los cesteros que le proveía las “latas” y los palos para construir la cumbre; el albardero necesitaba de la paja que le suministraban los agricultores de Mamio (Aguamansa) y la piel que le proveían los cabreros de “los altos”. Estos últimos, necesitaban alimentos para su rebaño que le aportaban las diferentes zonas del Valle o la paja o grano que demandaban a los agricultores; las balayeras de otras zonas del Valle dependían de la misma manera de estos. Los agricultores de Aguamansa necesitaban de los de Barroso o Benijos para intercambiar las semillas de los cereales para mantener la calidad del producto y que las cosechas mantuviesen su producción y calidad. Los productores de cereales debían a su vez satisfacer las necesidades y demandas de grano de los molineros de la Villa para elaborar el gofio… Todos ellos desde espacios geográficos y profesionales diferentes, se conocían. Podían ir a sus proveedores y hablar sobre lo que querían exactamente. Ahora estos hombres y mujeres están aislados. Algunos hasta se ganan bien la vida gracias al renovado interés en artículos hechos a mano, pero viven aislados. En este breve, pero significativo ejemplo vemos como ese intercambio vertical y el que se genera entre los diferentes ecosistemas del Noreste del Valle de La Orotava es más que evidente.

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Hoy con esta obra, LAS VOCES DEL CAMPO “Una visión desde la etnoagronomía del agrosistema tradicional del Noreste del Valle de La Orotava (Tenerife)”, sus autores no solo pretenden devolver a sus auténticos protagonistas una buena parte de “la otra memoria histórica” sino que sirva además de punto de partida a futuras investigaciones y puesta en marcha de acciones que corroboren una buena parte de los resultados de este estudio, producto del contacto directo con los maestros y las maestras de la tierra que con su sabiduría popular han mantenido vivas de generación en generación numerosos usos y costumbres asociados a una gran cantidad de lo que denominamos “micro culturas agrarias” y que años más tarde, los técnicos tras la observación, estudio y sistematización de datos podrán dar o no la razón a muchas de las afirmaciones o labores ejercidas por nuestro campesinado: cultivo de la papa, de la platanera, los cereales, leguminosas, los frutales, viña, otros cultivos de menor importancia…

LAS VOCES DEL CAMPO

Una visión desde la Etnoagronomía del agrosistema tradicional del Noreste del Valle de La Orotava (Tenerife)

Pero el conocimiento del legado cultural de los ancestros no está presente en la formación de nuestro pueblo, y cuando se tiene o se convive con él no se asume como un elemento relevante en la identidad personal ni colectiva. Por ello numerosas manifestaciones de nuestra cultura tradicional se entienden como elementos de tiempos pasados condenados a desaparecer o fruto del “tipismo folclorista”. Precisamente es esta cualidad la que hace que un sector de la sociedad consuma, por ejemplo, productos artesanos, en su afán de poseer una reliquia o ir “al campo” a participar de una labor determinada. Tan solo una mínima parte del público integra los modos tradicionales de producción en su filosofía de vida como elemento cotidiano. El consumo de alimentos tradicionales, el uso doméstico de enseres artesanos o el uso de los puntos tradicionales de venta dejan paso a los bienes producidos industrialmente y comercializados en grandes superficies. A modo de conclusión destacar el importante trabajo desarrollado por los autores; Mª Delia Escobar Luis y Antonio Perdomo Molina y felicitar la colaboración de las diferentes instituciones que han hecho posible la publicación de este trabajo: Ayuntamiento de la Villa de La Orotava y la Asociación Cultural Pinolere; todos y cada uno de ellos hacen posible que esa sabiduría popular, transmitida mayoritariamente a través de la tradición oral, requería del compromiso serio de unas personas que a través de un estudio etnoagronómico como este elevasen a categoría de cultura escrita el acontecer de la agricultura tradicional del Noreste del Valle de La Orotava y la recuperación entre otros del calendario y labores agrícolas tradicionales, asociaciones y técnicas de cultivo, glosario de términos frecuentes en las labores de los diferentes cultivares, especies frecuentes en los diferentes pisos de vegetación…; quedando retratada para la posteridad parte de esa historia anónima de nuestro campesinado, “la otra MEMORIA HISTÓRICA”. Rafael C. Gómez León

Maestro. Director de la revista “EL PAJAR. Cuaderno de Etnografía Canaria”

Una visión desde la Etnoagronomía del agrosistema tradicional del Noreste del Valle de La Orotava (Tenerife) Apostamos por abordar el presente estudio de un agrosistema tradicional desde una disciplina que, paradójicamente, podemos considerar como nueva: la Etnoagronomía. Y decimos que paradójicamente puesto que la novedad en relación con un sistema de cultivo que lleva cientos de años desarrollándose sobre un determinado territorio no puede más que producir una cierta extrañeza: ¿Cómo es posible que conocer la relación del conocimiento campesino tradicional con la agricultura, que lleva más de 10.000 años realizándose por los seres humanos en el planeta, tenga algo de novedoso? ¿Cómo puede ser que mientras otras disciplinas como la Etnobotánica, Etnomedicina, Etnomatemática; Etnoecología; Etnozoología; Etnofarmacología…, descubrieron hace mucho las potencialidades del conocimiento campesino para el desarrollo de sus ciencias, no haya sucedido lo mismo con la agricultura? Tristemente, esta es la realidad: la Agronomía ha estado ausente en todo este proceso. Llama poderosamente la atención que hasta el momento el término Etnoagronomía no haya sido prácticamente utilizado. Hubo que esperar hasta 2011 para tener una primera definición de la Etnoagronomía, la cual recogía la idea de que esta era: “La disciplina que estudia los sistemas de conocimiento, prácticas, estrategias, creencias y principios agroecológicos que los diferentes grupos humanos han empleado en el desarrollo de los agroecosistemas, y que han sido trasmitidos oralmente de generación en generación” (Perdomo, 2011). Sin embargo, han sido muchos los agrónomos que han sabido encontrar en la agricultura tradicional una fuente de conocimiento. Incluso nos atreveríamos a decir que prácticamente todos los ingenieros e ingenieras hemos descubierto rápidamente cuanta sabiduría escondía el conocimiento campesino a poco que anidásemos por los campos de nuestra tierra. Aunque haya estado presente en los “discursos”, el conocimiento campesino ha sido olvidado por la Academia, cuando no directamente despreciado, por arcaico, obsoleto y ampliamente superado por el desarrollo de la agricultura industrial ¿Cuál puede ser la causa de que la Agronomía no haya reconocido la existencia de esos “saberes” tradicionales? Es obvio que la Revolución Verde tuvo bastante que ver con esta visión. Se trataba de incorporar la agricultura y las áreas rurales a la economía de mercado y al sistema industrial, por lo cual había que transformarlo, había que provocar un cambio “revolucionario”, y por lo tanto total, para hacer frente a la Revolución Roja que estaba en ebullición en otras regiones. Las cuatro grandes líneas de “modernización”: mecanización, abonado de síntesis, fitosanitarios y semillas

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¿Cómo hicimos este estudio?

híbridas, desplazaron en los agrosistemas a las prácticas tradicionales, aunque quizás sea más correcto decir que las “aplastaron”. Un desprecio que en buena medida fue adoptado, con escasas resistencias, por la fascinación que producen la nuevas tecnologías y los incrementos productivos obtenidos en el corto y medio plazo, cuando se aplicaba la totalidad del paquete tecnológico en condiciones óptimas de cultivo. Los sistemas tradicionales, que habían demostrado su sostenibilidad, fueron considerados ineficientes y primitivos, basados en mitos y no en criterios científicos, y por lo tanto no merecedores de ningún reconocimiento ni estudio. Básicamente no coinciden con los intereses de la agroindustria por lo que fueron marginados y denigrados. Por otro lado, una de las características intrínsecas de los saberes tradicionales jugaba también en contra de su consideración: la oralidad. La trasmisión viene del pasado, entre el individuo y sus progenitores y abuelos; y se proyecta hacia el futuro, hacia sus hijos y nietos, y esta transmisión básicamente es oral. Sin lugar a dudas ha sido la tradición oral la que ha permitido la conservación de los conocimientos campesinos, ya que estos se han desarrollado en un ambiente básicamente ágrafo. No solo por tratarse de un estrato con altos niveles de analfabetismo, sino porque el campesinado tampoco ha tenido la necesidad, ni el tiempo, de poner por escrito sus saberes. El desafecto por lo “no escrito” no ha sido privativo de las ciencias experimentales, también las ciencias sociales han mostrado ciertas resistencias a considerar “científico” el conocimiento que no había dejado huella en forma de palabras escritas, al entender que estaba sesgado. Esta cuestión es sin duda cierta, pero en absoluto privativo de las fuentes orales, ya que el hecho de trasladar la palabra a un escrito no evita la existencia de sesgos, que igualmente deben de ser considerados y soslayados por un investigador competente. Por último, a quienes nos hemos formado en el ámbito de las ciencias basamos el conocimiento en leyes universales obtenidas a partir del método científico y, sin embargo, la búsqueda de la universalidad no encaja con un conocimiento tradicional que es fundamentalmente local. Es necesario aproximarse desde una distinta manera de mirar el mundo, una manera compleja que internaliza las múltiples interrelaciones, una cosmovisión integral del mundo que no olvida el mundo mágico y los mitos. La necesidad de medir, de utilizar índices y fórmulas para lograr mayor precisión, tan usual en las ingenierías, tampoco se ajusta bien con la manera de abordar las preguntas por parte del conocimiento campesino, lo cual no quiere decir que no se usen en el conocimiento tradicional, también criterios de clasificación (etnotaxonomías, siguiendo con el abuso del prefijo etno).

Esta disciplina incorpora la idea de que los sistemas tradicionales no tienen nada que envidiar a los “modernos”, y que es evidente que las soluciones que plantea la agricultura tradicional han permitido el mantenimiento en producción de los sistemas agrarios campesinos durante 10.000 años. Es decir, nos pueden aportar soluciones y estrategias complejas válidas para la agricultura actual. A medida que la Agroecología profundizaba en las características de las agriculturas tradicionales, en la forma que tienen de adaptar variables universales a las condiciones locales o regionales, más se convencían los agroecólogos de que en el diseño y puesta en práctica de estos sistemas se aplican criterios agroecológicos que, entre otras cosas, han permitido la sustentabilidad en el tiempo y la disminución de los riesgos, factor este último especialmente importante cuando estamos hablando de poner en juego la propia subsistencia. Los sistemas tradicionales se preocupan por el uso de los recursos para la subsistencia no centrándose en exclusiva dentro del campo de cultivo, sino manejando las interacciones dentro del propio cultivo, y entre el cultivo y el medio circundante. A partir del análisis de los sistemas indígenas y tradicionales, la Agroecología dispuso de herramientas conceptuales y prácticas, que le permitieron proponer alternativas a la agricultura convencional. La Etnoagronomía se convierte por tanto en una disciplina enormemente útil dentro de la Agroecología, una disciplina nueva, que tiene que desarrollar, discutir y consolidar su corpus metodológico, y su praxis. Corre prisa, no podemos esperar a la consolidación de la ciencia para desarrollarla, por el contrario debemos desarrollarla a la vez que investigamos los agrosistemas tradicionales, so pena de que lleguemos tarde, no vaya a ser que cuando hayamos concebido el método haya desaparecido el objeto de estudio. Es este el marco en que se inscribe este estudio. Los trabajos de base sirvieron para obtener el título de Ingeniero Técnico Agrícola por Delia Escobar Luis; y nos permitieron acercarnos a uno de los territorios de las Islas Canarias con mayor tradición agraria, uno de los primeros en ser cultivados a la llegada de los europeos a las Islas debido a sus inmejorables condiciones para producir alimentos. Han pasado más de 500 años de agricultura en este espacio, es hora de que nos paremos y por una vez no nos acerquemos con la idea que desde la Universidad les podemos “enseñar”, sino que aprendamos algo de lo que los agricultores y agricultoras han venido poniendo en práctica por siglos en este territorio. ¿Cómo hicimos este estudio?

Hemos tenido que esperar a la consolidación de la Agroecología, para que en su seno se empiece a considerar el pensamiento salvaje que definió Levi-Strauss (2002).

Si como indicábamos en la introducción, los saberes campesinos no se encuentran escritos sino en la memoria de las gentes, era ineludible sondear en ella, y para hacerlo con rigor, era necesario hacerlo con un cierto método, no de

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¿Cómo hicimos este estudio?

cualquier modo sino utilizando una metodología que nos permitiese evitar sesgos e interpretaciones incorrectas de la realidad. “La memoria es la dueña del tiempo” señala un viejo refrán. Los pueblos se han valido a lo largo del tiempo de la tradición oral para transmitir su historia, sus cuentos y leyendas, es decir, para preservar su cultura a lo largo de los siglos, nuestro intento por tanto era el de rescatar esta tradición. La investigación basada en las fuentes orales, a pesar de que hasta fechas no muy lejanas no era considerada como una fuente de información precisa y certera, nos brinda la oportunidad de acceder a un mejor entendimiento y apreciación de nuestro entorno geográfico, cultural y social. La recuperación del testimonio directo de la gente corriente, constituye una de las claves para el conocimiento de la personalidad de un pueblo, la evolución cultural y social a lo largo del tiempo, las maneras de vivir y sus adaptaciones a situaciones complejas que provocaron cambios en la forma de ser y vivir de su gente. A la hora de estudiar el funcionamiento de un agrosistema en un territorio concreto, como es este caso, debemos buscar fuentes de información que hayan vivido de primera mano las relaciones de las personas con su entorno y para ello debemos de rescatar de la memoria de nuestros mayores, todos sus recuerdos y vivencias, que de no ser recuperados corren el riesgo de perderse para siempre con el paso de los años. Como bien decía Pilar Folguera (1994), “la historia oral debe servir para acercar nuestro pasado más reciente a las nuevas generaciones que a menudo contemplan con distanciamiento la realidad histórica más cercana, realidad que en muchos casos ayuda a entender el presente”. La herramienta básica para acometer este objetivo es la entrevista, y dentro de los diferentes tipos de entrevista que existen decidimos utilizar la entrevista semiestructurada de final abierto. Lo primero que hicimos fue buscar la mayor cantidad posible de información escrita sobre los temas que íbamos a tratar. Una vez recopilada toda la información elaboramos un guión de la entrevista con todos los temas que queríamos abordar. Cabe destacar que ese esquema fue utilizado exclusivamente como guión, dando cabida a cambios en el mismo según fue la evolución de la entrevista, y acabando la misma en el momento que estimamos oportuno, de ahí el calificativo de “final abierto”.

entrevista en el periodo que nos interesa investigar, y no atribuir informaciones más actuales al agrosistema tradicional. El siguiente bloque se centraba en la agricultura en general: especies cultivadas (sin olvidar los frutales), el cómo, dónde y cuándo se sembraban, la obtención y almacenamiento de las semillas, labores de cultivo, recolección, riegos, plagas y enfermedades, asociación de cultivos, rotaciones, etc. A continuación aparecían los apartados relacionados con la ganadería, tales como, la obtención de abonos, pastoreo, utilización del ganado para las distintas labores, etc. Por último, se dejó un bloque abierto para aquellos temas colaterales, por ejemplo, la distribución de tareas por géneros, intercambios con otras zonas de la comarca o incluso con otros lugares de la isla, compra de productos, artesanía, etc. La pieza fundamental de una entrevista es el informante, él y solo él es el poseedor de la información. Por tanto un buen informante puede transformarse en una buena información, aunque un buen informante puede ser literalmente “quemado” por un mal investigador. Hablamos de un entramado donde se deben dar varias circunstancias y requisitos básicos: por un lado la existencia de un buen investigador que sea capaz de obtener toda la información, para lo cual se requieren algunas características como son poseer un interés y respeto por la persona entrevistada, capacidad de demostrar comprensión y simpatía hacia sus puntos de vista y, sobre todo, predisposición a sentarse y escuchar. Por otro lado, un buen informante no es solo quien posea la información sino que además tiene que haber vivido de primera mano el funcionamiento del agrosistema, tiene que ser capaz de exponerla y también ha de querer hacerlo. Para seleccionar al informador dividimos el municipio de La Orotava en distintas zonas, aprovechando la división por barrios periféricos. Establecimos unas edades de referencia que nos permitiesen situarnos en el momento en que el agrosistema tradicional aún conservaba cierta coherencia, seleccionando solo aquellas personas con edades comprendidas entre los 70 y los 90 años. Bien pronto nos cercioramos de que el número de informadores debía variar según las zonas en virtud de la mayor o menor tradición agraria, destacando entre otros los núcleos de las medianías del Valle (La Florida, Pinolere, Aguamansa…).

En este guión partíamos de lo que se ha denominado como “historia de vida”, es decir, recoger previamente los antecedentes del informador como son: nombre y apellidos, fecha y lugar de nacimiento, trabajos realizados a lo largo de su vida, si trabaja o trabajó en la agricultura y dónde. Así mismo, se incluye en este apartado indagar si los terrenos eran de propiedad o bien era jornalero, medianero, lugar de residencia, etc. Esta “historia de vida” nos permite resituar al informante durante la

Con respecto a la elección de los informantes por géneros, se tuvo especial cuidado en establecer una representación que fuese equitativa. Los trabajos que se desempeñaban dentro del agrosistema estaban divididos por géneros, haciendo cada uno de ellos labores diferentes, por tanto la información que pudiera aportar un hombre frente a una mujer eran también distintos, pues cada uno poseía una percepción distinta del funcionamiento del agrosistema.

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LAS VOCES DEL CAMPO

¿Cómo hicimos este estudio?

Nº ENTREVISTADOS

ZONA

HOMBRES

MUJERES

TOTAL

Pino Alto

2

1

3

La Florida

2

2

4

Pinolere

1

-

1

Aguamansa

1

2

3

Tabla 1. Informantes por núcleo de población y género.

A la hora de buscar al informador en cada una de las zonas establecidas, se procedió, en primer lugar, a desplazarnos a los lugares de estudio y una vez allí, a preguntar a la gente del lugar sobre la existencia de posibles personas que nos pudieran ayudar en nuestro trabajo. No obstante, tras varios intentos y una vez realizadas varias entrevistas se comprobó que los mejores informadores eran aquellos que habían sido recomendados de antemano por personas conocedoras o bien iniciadas en estudios relacionados con los sistemas agrícolas. Añadir que, en muchos de los casos, los primeros informadores nos ayudaron a buscar a otros, lo que se conoce como el tradicional método de “la bola de nieve”. Tras esta observación inicial nos pusimos en contacto con grupos ya existentes en la comarca, por ejemplo, los clubes de mayores, las asociaciones de vecinos y con la Asociación Cultural Pinolere, la cual había tenido un dilatado trabajo previo basado en las fuentes orales. Una vez establecido el contacto con estos colectivos procedimos a realizar una primera visita a los informantes, generalmente en la vivienda familiar, ya que es en estos lugares donde el agricultor se encuentra más cómodo, se siente, nunca mejor dicho, “como en su casa”. En la mayor parte de los casos, la entrevista propiamente dicha se llevó a cabo en una segunda visita, pues muchos de ellos aún continúan trabajando la tierra y en el primer contacto se encontraban realizando labores relacionadas con ella, limitando el tiempo de la entrevista con lo que reducía las posibilidades de extraer toda la información posible.

de épocas vividas duras, donde afloraban sentimientos guardados durante muchos años. Estos paréntesis fueron obviados en la transcripción, y nos obligaron a usar la “mano izquierda” para no cortar tajantemente las disquisiciones, sino reconducir suavemente la entrevista hacia nuestros intereses. Para realizar las entrevistas nos desplazábamos al lugar acordado con un equipo básico que nos acompañó en cada una de las visitas. Este equipo estaba formado por una cámara fotográfica, una grabadora de voz, cuaderno de campo y bolígrafo. La cámara fotográfica nos permitió capturar imágenes de las zonas cultivadas, los cultivos y alguna que otra vez nos llevamos el recuerdo de los buenos momentos vividos con cada uno de los informantes. Por otro lado, la grabadora fue de gran ayuda ya que realizar una entrevista solo con un cuaderno y bolígrafo impide que se pueda recoger la totalidad de la información generada. Por ello, a través de las grabaciones pudimos almacenar toda la información hablada sin dejarnos nada en el tintero. En cuanto a la elección del lugar donde realizar la entrevista buscamos un sitio apropiado, lejos de zonas frecuentadas por muchas personas y con ruidos de fondo que nos hicieran perder la atención o bien que no nos permitan obtener una buena grabación. El hecho de transcribir una entrevista presenta las suficientes dificultades por sí misma como para añadirle la mezcla de sonidos externos. Por ello, como indicamos, la mayor parte de las entrevistas realizadas se llevaron a cabo en la vivienda de los informadores, ya que solían ser zonas tranquilas, donde los entrevistados se encontraban cómodos y, como decíamos anteriormente, se rompía la barrera de la incertidumbre y desconfianza inicial que supone el que llegue una persona desconocida a preguntarnos determinadas cuestiones. Tan solo unas pocas entrevistas se realizaron en asociaciones culturales y clubes de mayores por no disponer de otra alternativa. Además, debemos sumar las pequeñas conversaciones mantenidas a pie de calle o mentideros, sin grabadora, en la que se extrajo también material e información de gran interés.

Otro factor a tener en cuenta, usual en cualquier entrevista, es que la conversación se aleja en algunos momentos de los temas que pretendemos abordar, deslizándose hacia anécdotas familiares no relacionadas con la Agroecología o bien hacia recuerdos

Tras haber localizado a los informantes y realizar la entrevista solo nos queda comenzar con la transcripción, que en el fondo es la labor de recolectar el fruto tan cuidadosamente cultivado. Para transcribir la entrevista se intentó reproducir lo más fielmente posible la grabación, transcribiendo palabra por palabra lo recogido en la grabadora para poder introducir lo máximo posible al lector en la situación real. Cabe destacar, que a la hora de realizar la transcripción se presentaron algunos problemas, como por ejemplo, los sonidos de fondo (coches, niños, teléfono…) que no permiten escuchar lo hablado por el informante o bien la interrupción de familiares provocando que se perdiera el hilo de la entrevista y que la transcripción se hiciera más engorrosa.

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Hemos de insistir en que en el desarrollo de la entrevista el guión sirve a modo estructura para no dejar ningún tema sin tratar, pero si dejamos fluir la conversación al final cada uno de los temas propuestos en el guión se van tocando progresivamente por sí solos.

LAS VOCES DEL CAMPO

La agricultura tradicional, pasado y ¿presente?

A lo que hay que añadir que a la hora de transcribir nos encontramos con otra dificultad, pues se trataba de recoger lo dicho por personas mayores que emplean en su vocabulario un gran número de palabras que han dejado de usarse en el habla actual, algunas incluso no estaban recogidas en publicaciones o diccionarios de habla canaria, no sabiendo cómo se escribían correctamente. En esos casos decidimos recoger los términos tal cual los interpretábamos. Es importante destacar que para los agricultores el funcionamiento del agrosistema es algo cotidiano, forma parte de su día a día y por lo tanto no considera como valiosos aspectos que para el investigador si resultan primordiales. Es común observar como el informante se sorprende porque lo abordemos con intención de hablar de estos temas para él comunes. Es por tanto tarea del investigador en primer lugar poner en valor los conocimientos tradicionales y en segundo lugar tener la pericia suficiente para que no queden como cuestiones sobreentendidas aquellas que sin embargo son primordiales. Esperamos haber podido acertar en esta tarea. Como hemos visto es imprescindible usar la entrevista para recuperar una información que solo se conserva en la memoria de los informantes, y esto hay que hacerlo con cierto método. A poco que lo pensemos resulta obvio que debía ser así, la Etnoagronomía no tiene por objeto de estudio los cultivos o las variedades locales, sino el de los seres humanos que han desarrollado diversas estrategias de explotación, las primeras no son más que piezas del engranaje. Dicho de otra manera, en la Etnoagronomía la aprehensión de los datos cualitativos son más importantes que los cuantitativos. No nos sirven los números y debemos alejarnos de buscar la precisión del dato matemático si nos acercamos a la interpretación de un agrosistema: la memoria no es una buena herramienta para la precisión. Como nos indica Mesa-Jiménez (1996) para la Etnobotánica, la Etnoagronomía debe ser una disciplina más de síntesis que de análisis. Sin embargo, dicho esto, y al igual que en la Etnobotánica con la que se comparte el uso del método etnográfico, es necesario que, sin sobrevalorarlos y siempre de manera complementaria al análisis cualitativo, prestemos también atención a los datos cuantificables. Por ello en este trabajo hemos utilizado una serie de índices novedosos que nos permitan saber cuál es la importancia de unas especies o variedades respecto a otras; y comparar esto mismo entre diferentes territorios o su modificación a lo largo del tiempo. Se trata de una serie de índices (Índice de Frecuencia de Cita de un Cultivar o de una Especie, Índice de Importancia por Especie, e Índice de Uso de Nombres Vernaculares) de reciente propuesta (Perdomo, 2013) a los que haremos referencia en un apartado final. Tan sólo destacaremos los aspectos más sobresalientes de su aplicación, con el ánimo de hacer menos “pesada” la lectura de este texto, sin entrar, ni en su cálculo, ni en un completo y complejo desarrollo 22

de los resultados obtenidos, emplazando a aquellas personas más interesadas en profundizar en los índices en el artículo publicado en la revista Agroecología. Si nos gustaría volver a incidir en este apartado metodológico, que la mayoría de estos índices tienen su fundamento en la Etnobotánica, disciplina que al tener mayor tradición ha desarrollado un corpus teórico y metodológico relativamente potente, que convenientemente adaptado a nuestros intereses puede resultarnos especialmente útil en trabajos de este tipo. La agricultura tradicional, pasado y ¿presente? Tan solo hace cincuenta años, desde jóvenes se aprendía a cuidar la tierra y a cultivarla a la par que se recibían otros conocimientos básicos para el ser humano. Tan solo hasta hace cincuenta años, la mayor parte de los habitantes de las Islas sabían cultivar la tierra y hacían de ello, no solo una fuente de ingreso económico, sino un modo de vida y supervivencia. Sorprende analizar que no hace mucho tiempo, cuando las condiciones de trabajo y los medios materiales no eran los actuales, evidentemente, siendo más precarios y primitivos, se cultivaba la tierra con mayor ahínco. Este hecho no solo afectaba al campesinado y a su forma de vida o a su relación con el entorno, sino que también contribuía a crear un paisaje de gran belleza y singularidad. Tan solo han pasado cincuenta años para que la agricultura tradicional de las Islas haya quedado reducida a la memoria de nuestros mayores y, para los más jóvenes, tan solo en las fotografías del pasado o bien, en imaginar lo que nos cuentan nuestros abuelos y abuelas. Sin embargo, no creemos que debamos ser alarmistas pues, siendo lo anterior cierto, aún se conservan en nuestras Islas rincones donde algunos “bohemios”1 han conservado este legado cultural. Se trata de personas que no han perdido el contacto con la naturaleza, comprendiendo el gran valor que supone para la humanidad y el paisaje, haciéndonos ver y valorar todo ese “tesoro” cedido por nuestros antepasados. A través de este estudio pretendemos rescatar toda la información y sabiduría popular almacenada en las memorias y el corazón de estos pocos “bohemios”, y hacer que el sabio conocimiento popular, transmitido de generación en generación, no sea un lujo de unos pocos, sino una necesidad para poder sobrevivir, rescatando valores tan importantes, ya perdidos para muchos, como el entender, respetar y apreciar la naturaleza. En resumen, recoger las voces del campo.

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Bohemio: (RAE): def. referido a una persona que lleva una vida sin ajustarse a las convenciones sociales.

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Contexto del presente estudio: ¿Qué territorio estudiamos? / Los pisos agrícolas

A lo largo de la historia se ha venido repitiendo aquello de “Hermano, permanece fiel a la tierra, puesto que es el único patrimonio seguro con el que puedes contar tanto en la prosperidad como en la indeseada adversidad” (Refrán popular, Díaz R., 2009). Ahora, tras muchos años de prosperidad, nos ha tocado vivir un periodo de adversidad, una situación insostenible para muchos canarios. Ahora nos hemos dado cuenta, como dice el refrán, que no hemos sido fieles a la tierra, que hemos perdido un patrimonio seguro, no solo desde el punto de vista territorial sino también toda la cultura ligada a ella. Ahora nos toca recuperar todo aquello que hace cincuenta años quedó olvidado, y nuestra pregunta es ¿será demasiado tarde? Contexto del presente estudio: ¿Qué territorio estudiamos? Desde el punto de vista del análisis del presente estudio, consideramos de gran importancia tener en cuenta el contexto temporal de toda la información aportada por nuestros informantes. Por ello, se ha establecido una selección, tomando como referencia a todas aquellas personas con edades comprendidas entre los 70 y los 90 años, como ya adelantábamos en apartados anteriores, es decir, los nacidos en torno a los años 1920-1940. Esta caracterización de la edad se debe a que son personas que nos pueden aportar un testimonio, lo más certero posible, de las vivencias transcurridas a lo largo de su vida, sin basarse en los recuerdos de sus antepasados. Con todo esto, deducimos que toda la información recogida en este trabajo se sitúa en torno a la década del 40 en adelante. No obstante, no debemos descartar la realización de las prácticas tradicionales descritas por dichos informantes en fechas anteriores. El municipio de La Orotava, que ocupa la franja centro-oriental del Valle que lleva el mismo nombre, comprende un territorio donde podemos encontrar todos los pisos agrícolas representados en la Isla. Nuestro estudio se centrará en la zona Noreste del Valle, en el término municipal de La Orotava, incluyendo varios núcleos vecinales que van de costa a cumbre, entre los que encontramos, según la altitud, El Rincón (0-200 m.), Los Gómez, La Florida y Pino Alto (200-500 m.), Los Frontones (450 m.), Barroso (600 m.), Pinolere (700800 m.), Colombo (800 m.) y Aguamansa (1.000-1.200 m.). Todos ellos localizados junto a la ladera de Santa Úrsula, catalogada como Parque Natural La Resbala.

Como se puede ver reflejado en los datos anteriores existen dos zonas bien diferenciadas. Por un lado, la zona costera ocupada por el Rincón y, por otro lado, la zona de medianías abarcando el resto de grupos poblacionales. Se trata, por tanto, de pisos agrícolas diversos en los que las tierras cultivadas son diferentes y, por tanto, los cultivos variarán, como detallaremos más adelante; la zona baja dedicada a los cultivos de regadío, principalmente plataneras para exportación; mientras que las zonas de medianías se destinó a los cultivos de secano, básicamente de autoconsumo o bien para el mercado local. En cuanto a la distribución de la población destacar que las zonas costeras y el casco histórico de la Villa eran habitadas por grandes familias adineradas y de renombre, poseedoras de las tierras destinadas al cultivo de exportación. Por otro lado, en las zonas de medianías moraban pequeñas familias con escaso poder adquisitivo que trabajaban en las tierras de propiedad o bien en régimen de medias. Solían ser viviendas aisladas, sin tener núcleos de población bien diferenciados. La mayor parte de las familias vivían rodeadas de las tierras de trabajo. Además los miembros más jóvenes, principalmente el género femenino, solían desplazarse hasta la costa del Valle o bien hasta el casco histórico de La Orotava, donde residían las familias adineradas, para trabajar en el servicio del hogar, algunas incluso residían durante toda la semana en el lugar de trabajo. Todo este entramado va a marcar el paisaje del Valle y la distribución de la población, así como los movimientos de los productos agrícolas a lo largo de toda esta franja, como veremos con más detalle en el apartado siguiente. Los pisos agrícolas En la zona objeto de análisis del presente estudio podemos encontrar, como ya adelantábamos, los distintos pisos agrícolas: La Costa, Las Medianías y la zona más baja de El Monte o La Cumbre. A continuación expondremos cada uno de ellos por separado. •

La Costa

La elección de esta zona del Valle se debe por un lado a la falta de estudios realizados hasta la fecha, a lo que debemos añadir que se trata de una zona muy representativa que abarca todos los pisos agrícolas que podemos encontrar en dicha franja.

En un principio la zona costera del Noreste se distribuía en grandes fincas como, por ejemplo, la Finca de Los Tres Estanques, propiedad de familias con alto poder adquisitivo, con las viviendas situadas muy próxima a las explotaciones. Se trataba de familias, muchas incluso de procedencia extranjera como ocurría con la familia de los Yeoward, que destinaron sus tierras a distintos cultivos de exportación. En dicha franja se cultivaron por ejemplo, la caña de azúcar, vid, cochinilla y tabaco, pero

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LAS VOCES DEL CAMPO

Los pisos agrícolas

todo con escasa repercusión temporal, ya que o no se producían las condiciones necesarias o bien se producía una decadencia en los mercados que propiciaba su desaparición. Por último, a principios del siglo XX se implanta el cultivo que permanece hasta nuestros días, la platanera, destinada básicamente a la exportación. La llegada de este cultivo a la zona costera obligó a un mayor desarrollo en las conducciones de riego procedentes de la zona alta para poder disponer de mayores caudales que cubrieran las necesidades hídricas del nuevo cultivo. La implantación de la platanera en la zona Noreste del Valle no solo afectó a la zona costera sino también a las cotas más altas. Muchos de los habitantes de las medianías comenzaron a trabajar en la platanera en régimen de peones o jornaleros, viendo en este nuevo sector un gran desahogo para la economía familiar, se trataba pues de un trabajo buscado por muchos al que solo podían acceder unos pocos. A todo ello, debemos sumar la mano de obra destinada a trabajar en la preparación de las parcelas, creando los bancales o en las galerías de agua para obtener toda la que se requería para el cultivo. “Ese trabajo [la platanera] era de él [de su padre], y después de él fallecer, la empresa, los representantes que tenían aquí me dieron el trabajo de él. Que cuando yo tuve ese trabajo, fíjate ganaba 2,50 diarios, y cuando me dieron el trabajo era como si yo me hubiera sacado un gran boleto, todos lo decían (…). La platanera era el banco que mejor había…” Tomás González Brito. Pinolere, 15-03-2010. En síntesis, podemos afirmar que la implantación definitiva de la platanera en la zona costera del Noreste del Valle, no solo supuso un cambio para el paisaje del Valle sino que además también produjo una entrada de dinero extra tanto para los propietarios de las grandes fincas como para los peones que trabajaban en ella, lo que supuso un cambio en la economía de la región. No obstante, debemos destacar que el pago a los trabajadores de la platanera, generalmente se hacía semanal, y no era igual en todas las explotaciones. Existían zonas diferenciadas, por categorías, regidas por la calidad. Así los trabajadores de la primera categoría (generalmente la zona más próxima a la costa, hasta los 100 m. de altitud) cobraban más dinero por jornada, mientras que los de la tercera categoría (por encima de los 200 m.) eran los menos que cobraban. Además, recibían lo que ellos denominaban como retornos, unas pagas extras abonadas en función de la venta de la fruta.

Foto 1. Echeyde Pérez Pérez

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“Yo, cuando tenía 16 años me pagaban los retornos como un hombre, me acuerdo que eran 2.000 pesetas, y ahí se cobraba semanal y había que firmar un libro ¿no? Que al uno recoger el sobre primero tenía que firmar para saber que me lo daban (…). Y cuando fui la primera vez no pude ni firmar, en pensar lo que iba a cobrar (…). ¡Oh! 2.000 pesetas era una locura para un trabajador”. Tomás González Brito. Pinolere, 15-03-2010. 27

LAS VOCES DEL CAMPO

Los pisos agrícolas

La platanera requería de grandes cantidades de pinocho y cisco de monte, ya que se empleaba como abono en forma de estiércol o bien como acolchado para el suelo. Este pinocho o el cisco de monte se recogía y transportaba por los agricultores de la zona alta en sacos o cestos cargados en bestias hasta las fincas de la costa. •

Las Medianías

Las Medianías del Noreste de La Orotava la podemos dividir a su vez en dos subzonas bien diferenciadas, por un lado, lo que denominaremos Medianías Bajas de cotas inferiores y, por otro lado, las Medianías Altas o también conocido como Los Altos de La Orotava donde se mezclaban las parcelas de cultivo con las zonas más bajas del monteverde y del pinar. En cuanto a las Medianías Bajas, constituía un piso de transición entre la zona costera y la zona alta. En él se podían encontrar fincas destinadas al cultivo de platanera intercalada con otras parcelas destinadas principalmente al cultivo de la papa y al cereal, con lo que podíamos encontrar parcelas cultivadas tanto de secano como de regadío. Sin embargo, lo que denominamos Medianías Altas, se caracterizaba por ser una zona de gran extensión territorial, con parcelas de pequeñas dimensiones muy fértiles con escaso desarrollo poblacional. Contaba con pequeñas viviendas entre las que podíamos encontrar los pajares o pajales (viviendas y almacenes de cubierta vegetal), Foto 2. Pajar en La Orotava. Fuente: Fedac. donde habitaba toda la familia. Junto a ellos podíamos encontrar las gañanías y almacenes de herramientas y algunos productos recolectados. Se desarrollaba por tanto en la zona una agricultura de subsistencia, cultivándose sobre todo la papa, millo y cereales, alimentos básicos en la dieta del campesinado de esta zona. 28

Foto 3. Cestero del barrio de La Florida trabajando en un cesto de estiércol. Foto: Ángel Díaz Alegría.

A todo esto debemos añadir la presencia de la ganadería, bien como fuente de alimento o bien como herramienta de carga o trabajo. Este se localizaba en las gañanías principalmente, a excepción del ganado caprino, muy presente en las cotas más altas debido al pastoreo estival. Por último, hemos de recoger para esta zona la existencia de una importante industria artesana, basada en la cestería de madera rajada de castaño. Su labor principal consistía en dotar al campesinado de los útiles de trabajo tales como los cestos, canastras o banastras, raposas y demás recipientes, imprescindibles para la recolección de papas y otros productos. La presencia de cestos elaborados con madera rajada permanece en las medianías del Valle de La Orotava hasta nuestros días gracias al saber hacer de algunos artesanos. 29

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Movimientos espaciales tradicionales de los productos agrícolas

El Monte

El monte abarcaba toda la zona superior a los 1.000-1.200 metros de altitud, se trata de una zona formada por el monteverde en sus cotas más bajas y, por encima de ella, encontramos el pinar. De la zona de Monteverde se extraían las jaras o juagarsos (Cistus monpeliensis), las torviscas (Daphne gnidium) y los helechos (Pteridium aquilinum), que eran empleados para elaborar el estiércol, conservar los productos recolectados que habían sido almacenados, o bien para alimentar al ganado. “Y después las forrábamos [las papas] con sacos encima, y después encima de los sacos le poníamos helechos o troviscas, porque nosotros lo que queríamos era que el helecho se secara y se despeluzara encima de ellas porque se pegaban y se podrían”. Dña. María Dolores Machado. La Florida, 03/04/2010. Respecto a la franja que abarca el pinar, destacar la gran importancia que tuvo dicho piso de vegetación para la población orotavense desde el punto de vista de la obtención de recursos, así como la posibilidad de obtener un beneficio económico de ella. De El Monte se extraía la leña para cocinar. Algunos incluso llegaron a venderla a panaderías y otros comercios o la empleaban para preparar las herramientas de trabajo (cabos de las azadas, podonas, etc.). El cisco o pinocha se recolectaba en este territorio por los campesinos para emplearla como cama para el ganado y así obtener posteriormente el estiércol, o bien para ser vendida a las grandes fincas de platanera como fertilizante. Gran parte de las fincas tenían ganado para obtener su propio estiércol, por lo que compraban el cisco a los campesinos de la parte alta para sus explotaciones. La forma de comercializarlo era depositándolo en unos salones llamados “recibos” donde se pesaba el cisco o pinocha recolectado y era acopiado. Luego el dueño del recibo revendía el producto a las fincas. “Y yo dejé de ir al monte, yo estaba yendo y todavía me acuerdo, y un día me trancó un guardia, en la esquina donde dicen El Pozo aquí, venía yo y dice ese cisco lo llevas pal recibo. Me quedo mirando pa´ él y le digo, ¿Qué lo lleve pal recibo? Tengo los animales que no tengo nada pa´ llevarles y lo voy a llevar pal recibo, se lo llevo allí lo peso, después tengo que pagarle a él pa´ volvérmelo a llevar. Y sale por debajo la guardia civil y dicen, ¡Joder se están llevando sin pagar del monte! Ños, me dejó pálido. (…) Llegué a casa y dije este que está aquí no vuelve más pal monte, ni hablar”. Vicente Luis Hernández. Los Gómez, 20/03/2009. Destacar también la actividad de los carboneros en este espacio, el fruto de su trabajo constituyó una de las principales fuentes de ingreso para los vecinos de las medianías de La Orotava. De ella vivían muchas familias sobre todo de Pinolere y Aguamansa. Esta labor era realizada tanto por hombres como mujeres, se trataba 30

de obtener y vender el carbón vegetal, producto muy apreciado en la época, pues se usaba como combustible para cocinar o simplemente para combatir el frío.

Movimientos espaciales tradicionales de los productos agrícolas La Orotava conformaba un agrosistema totalmente abierto, bien entre zonas del propio municipio como con otros municipios de la Isla. Por tanto, como cualquier otro agrosistema, por ejemplo el agrosistema de Ycode (Afonso, V., 2005) o algunas zonas del sur de la Isla, se producían intercambios de productos entre vecinos, entre barrios cercanos, o incluso, entre un municipios y otros, conformando un entramado circulatorio de productos continúo en la que todas las zonas se beneficiaban. Para poder hacer más comprensible este apartado, vamos a dividir los movimientos de productos por zonas, aunque debemos entender que ninguno de ellos es excluyente, por lo que un agricultor podía participar, a la vez, en varios de ellos. •

De La Cumbre a La Costa

Las características y usos de los materiales y recursos que se producían en nuestros montes eran muy conocidos por el campesinado, con lo que la expresión “ir al monte a buscar…” formó parte del vocabulario diario de todo este sector de la población. Del monte se recolectaba la leña, que era utilizada para hacer la comida o para venderla a comercios de alimentación tales como panaderías, etc. Igualmente se extraía alguna leña, bien seleccionada, para elaborar herramientas agrícolas, tales como los cabos de las azadas, varas para hacer los cujes para el tabaco, horquetas para entutorar la viña o los tomates, etc. En el caso de La Orotava encontramos el desplazamiento de los cabreros hacia las cotas más altas del Valle, sobre todo en los meses de verano, en busca de pasto para el ganado, no coincidiendo exactamente con el caso de La Guancha (Afonso V., 2005), donde constituyó una de las actividades ganaderas principales, mientras que en La Orotava se desarrolló como una actividad secundaria. Por otro lado, en Ycode el desplazamiento se producía con cabras, vacas y otras bestias, mientas que en el Noreste del Valle solo se conoce el movimiento de cabras de cotas bajas hacia cotas más altas en busca de alimento. Para el resto del ganado eran los campesinos del Noreste de La Orotava quienes se desplazaban hasta el monte en busca del pasto para sus animales. Si bien lo anteriormente expuesto era algo cotidiano para toda la vecindad, no debemos dejar de nombrar, aunque ya lo hemos reseñado, que el principal motor de 31

LAS VOCES DEL CAMPO

Movimientos espaciales tradicionales de los productos agrícolas

subsistencia para las clases menos favorecidas fue la obtención de cisco o pinocha de nuestros montes. Esta práctica, que consistía en transportar el cisco y pinocha desde la cumbre hasta las fincas de platanera en cotas más bajas ha sido también recogido para otras zonas. Por último, como una particularidad de La Orotava y, sobre todo, de la zona Noreste del Valle, destacar la subida de muchos artesanos cesteros, tanto de La Florida como de Pinolere, a las grandes bolsas de castañeros de la parte alta de Pinolere para obtener las varas de castaño. Estas varas se extraían de lo que se conoce como “chuqueros”, troncos de castañeros que han sido cortados exclusivamente para obtener los chupones, siendo varas de gran longitud que crecen en la base del tronco y que no producen castañas. Como ya hemos expuesto, se trata de una práctica conocida solo en ciertos sectores del Valle, como eran La Florida y Pinolere. Salvo algún caso similar en Icod el Alto, San Juan de la Rambla o Los Realejos, esta práctica no aparece recogida hasta la fecha para otras zonas de la Isla. •

los dejábamos abajo donde está la casa vieja allí y después en bestias. Hasta aquí que tenía las gañanías”. Vicente Luis Hernández. Los Gómez, 26/11/2010. A continuación se muestra una ilustración donde se reflejan los movimientos de los productos agrícolas producidos en el Noreste del Valle de La Orotava, comprendiendo un entramado que constituye un ciclo cerrado de materia, en el que todos se veían beneficiados de los recursos que poseía esta franja territorial, lo que ha venido a denominarse como aprovechamiento vertical y múltiple del territorio (Aguilera Klink, 2002).

Zona baja con la zona alta

Otro de los movimientos de productos agrícolas originados en el Noreste del Valle de La Orotava era el intercambio de semillas de unas zonas con otras. Sobre todo, el intercambio de papas entre las zonas más bajas de esta franja con las zonas altas, como Aguamansa y Pinolere e incluso Benijos. Generalmente el intercambio se producía con las semillas de papas, judías y millo. En el caso de las papas, principal producto de intercambio, se realizaba el trueque con las de consumo de la parte baja del Valle por papas de semilla de la parte alta, ya que la climatología de esta última hacía que las semillas se conservaran mejor, llegando incluso, en algunas ocasiones a tener algunos agricultores de la parte baja, pajares en Los Altos donde llevaban las semillas de papas para almacenarlas hasta la siembra del siguiente año. Especial atención merecen los movimientos relacionados con las papas bonitas, pues al ser la parte alta donde se obtenía mejor cosecha y producción, se producían cambios con esta zona para que las semillas no se “degeneraran” y mantener la simiente. Los trueques siempre se producían con las mismas personas, por ser familia o tener algún parentesco o amistad. Con respecto a las fincas de La Costa, se aprovechaban los rolos de plataneras, que eran recolectados por los peones y subidos en bestias o camiones hasta la zona de medianías, allí eran troceados sirviendo de alimento para el ganado. “Apenas no cargué yo pa´las reses (…) Pa’l ganado. Traíamos camiones, montones por debajo de la iglesia, por encima de San Diego (…). Con camiones,

Figura 1. Estrategia campesina tradicional de aprovechamiento vertical y múltiple de los ecosistemas en el Noreste del Valle de La Orotava.

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Ciclos de cultivo y rotaciones

Con otras zonas de la Isla

Generalmente el intercambio se realizaba de igual forma que lo reseñado respecto a las semillas de papas. Los cambios se establecían con algunas zonas del Norte de la Isla, como Tacoronte y La Victoria, y con la zona sur (papa Moruna). Debemos destacar que la zona sur de la isla, sobre todo Fasnia y Arico eran la principal fuente de intercambio de semilla, no solo del Valle de La Orotava sino también de otras regiones del Norte, como aparece reflejado en diversos estudios (Afonso, V., 2005, Sabate, F., 2011). Muchos informantes recuerdan llevar las bestias cargadas con papas de consumo para cambiarlas por papas de semilla. Había quien aprovechaba el viaje para llevar sacos con algunos productos que no se encontraban en el Sur, como las castañas, que cambiaban por otros que no se obtenían en el Norte, como por ejemplo, los higos pasados. En menor medida se producía un movimiento horizontal de las semillas de millo que eran traídas desde Tacoronte hasta el Valle, al ser muy apreciada la semilla de millo de esta zona, debido a su gran calidad y producción. También existieron movimientos de productos de la zona hacia el Puerto de la Cruz. Las pescadoras subían caminando desde la costa hasta los barrios altos con las barcas de pescado (cesto no muy alto destinado a este menester) en la cabeza, y hacían el trueque de cambiar el pescado que llevaban por productos agrícolas de temporada, como fruta, papas, coles, etc. Esta práctica era usual en todas las poblaciones de pescadores de la Isla (Brito, M., 2010).

Ciclos de cultivo y rotaciones Las Islas Canarias presentan una serie de particularidades que la diferencian de otros territorios. Su orografía y su clima han condicionado la agricultura desde los primeros tiempos. Al tratarse de islas nos encontramos con un problema espacial, es decir, nuestro territorio es limitado, por tanto debe ser planificado y aprovechado teniendo en cuenta los numerosos factores y recursos que intervienen en la producción agraria. Esta escasez de territorio ha provocado que nuestros agricultores y agricultoras hayan sabido aprovechar el suelo cultivable de nuestras Islas elaborando una serie de rotaciones de cultivos, para así poder obtener el mayor rendimiento sin provocar un excesivo “cansancio” de los suelos.

espacio, pues, como sabemos, para muchos era el único medio de subsistencia. Obtener una alta rentabilidad en la producción era una prioridad, todo ello, sin degradar excesivamente el suelo, ya que los rendimientos debían sostenerse año tras año para mantener la economía y alimentación familiar lo más estable posible. Por lo general, las rotaciones de cultivo en el Noreste del Valle de La Orotava se desarrollan sobre todo en la zona de medianías, dado que en la costa el principal cultivo era la platanera que se mantenía año tras año y al que se le asociaban otros productos como por ejemplo, las papas o el millo, no realizándose dichas rotaciones. En cuanto a Las Medianías se establecía un sistema más complejo, la agricultura de esta zona era de subsistencia, por lo que se cultivaban gran variedad de especies que rotaban en las huertas para no fatigar el suelo. “Tampoco las podías plantar [las papas] en el mismo sitio que plantaste el año pasado, teníamos que cambiar la huerta (…) Veces sitios donde sembrábamos las bonitas este año, sembrábamos otra cosa, chochos, sembrábamos cebada también (…)” María Dolores Machado. La Florida, 03/04/2010. El principal cultivo era la papa y el resto de las especies cultivadas se regían en torno a sus necesidades. Sistema de rotaciones similar al estudiado aparecen en Tegueste (Hernández et al., 1994) donde se combinaban, al igual que en las medianías de La Orotava, la mitad de los terrenos para el cultivo del trigo y la otra mitad al policultivo de papa, millo, judías. En Las Medianías de La Orotava, el cultivo de la papa comenzaba con el inicio del año, de mediados de diciembre a finales de enero, y se prolongaba hasta junio o julio, en función de la época de la siembra. Durante ese periodo se sembraban otras especies asociadas como las judías o el millo. Para el caso del millo, normalmente la siembra coincidía con la de la papa o bien en el momento de arrendarlas. La recolección se realizaba por el mes de junio-julio, en algunos casos incluso en agosto. En cuanto a la judía, la siembra se hacía un poco más tarde que las papas y el millo, sobre el mes de febrero y la recolección antes, pues su ciclo era menor que las anteriores, en mayo.

El Noreste de La Orotava no estaba al margen de estos inconvenientes espaciales comunes a otras regiones de Canarias, por lo que en esta comarca también han utilizado estrategias destinadas al mejor aprovechamiento agrícola del territorio. Los campesinos han seleccionado los cultivos según las condiciones climáticas y la altitud de los terrenos, intentando obtener la mayor producción posible en un reducido

En muchas ocasiones, una vez recolectadas las papas, el millo y las judías, no se volvían a sembrar papas hasta pasado dos años, para así poder “descansar” la tierra y obtener una buena producción y rendimiento. Para llevar a cabo el “descanso” del terreno, se sustituía el cultivo por otro totalmente diferente, y que no correspondiera a la misa familia botánica, evitando la aparición de plagas o enfermedades y facilitando el manejo y la producción. Se usaba trigo o leguminosas, siendo estas últimas fijadoras del nitrógeno atmosférico, con lo que al finalizar el ciclo se tenía de nuevo un suelo rico en nutrientes. La siembra del trigo se realizaba a mediados de diciembre o principio de enero y se recolectaba por el mes de julio-agosto. Para el caso de las

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LAS VOCES DEL CAMPO

Calendario agrícola tradicional

leguminosas, como los chochos o los chícharos, el ciclo era similar, se sembraba en enero y se recolectaba en agosto. Al llegar el mes de enero se volvía a sembrar las papas y así sucesivamente año tras año. Existían otros cultivos como el tabaco, que solo se sembraron algunos años puntuales y en el que no nos extendemos en su desarrollo, ya que su repercusión en el agrosistema del Valle no fue transcendental, tan solo nos limitamos a mencionarlo.

Enero

-Siembra -Siembra -Siembra -Siembra -Siembra

Febrero

-Siembra de papas Autodate. -Arrienda y adición de guano a las papas. -Siembra de millo entre la platanera y abonar con estiércol. -Siembra de judías en asociación con papas y millo. -Poda y amarre de la viña y otros frutales. -Trasplante de coles de semillero a la huerta.

Marzo

-Sacha de papas. -Recolección de papas Bonitas (sembradas en agosto). -Recolección de millo a chorro para animales. -Mes de mayor corte de piñas de plátano. -Abonar la platanera con estiércol y guano. -Recolección de arvejas.

Abril

-Recolección de papas Rosadas y Blancas. -Corte de piñas de plátano.

Mayo

-Recolección de judías asociadas a las papas. -Siembra de tabaco (solo se realizó pocos años).

Junio

-Recolección de papas Bonitas. -Recolección de las piñas de millo sembradas junto con las papas (finales de junio).

Julio

-Recolección de papas Bonitas. -Siembra de papas Rosadas, Quineguas y Blancas asociadas a la platanera. -Recolección del millo dentro de la platanera. -Abonar la platanera con guano. -Recolección de trigo (finales de julio).

Agosto

-Siembra de papas Bonitas (para consumir en Semana Santa). -Siembra de papas Rosadas, Quineguas y Blancas junto con la platanera. -Siembra del millo a chorro para alimento de ganado. -Recolección de trigo. -Recolección de coles, chochos y juncos.

Septiembre

-Siembra de papas Rosadas junto con la viña. -Adición de nitro a la platanera. -Vendimia.

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CALENDARIO AGRÍCOLA TRADICIONAL

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Figura 2. Ciclos de cultivo y rotaciones de las medianías del Valle.

Calendario agrícola tradicional Todas las labores agrícolas desarrolladas por los agricultores y agricultoras se realizaban en torno a un calendario que se repetía de forma cíclica año tras año, cumpliéndose escrupulosamente para cada cultivo. Este calendario era fijado según los tipos de cultivos y sus necesidades hídricas. Si eran cultivos que precisaban grandes cantidades de agua se buscaba que su ciclo coincidiera con los meses más lluviosos, o bien al contrario, los cultivos menos exigentes eran cultivados en los meses de verano, al tener también mayores necesidades térmicas. A continuación exponemos una tabla que recoge las actividades agrícolas tradicionales desarrolladas en función de los meses del año. 36

de de de de de

papas Bonitas, Quineguas, Rosadas y Blancas. millo junto con las papas. millo en las huertas de platanera. trigo. chochos y otras leguminosas.

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LAS VOCES DEL CAMPO

Asociaciones de cultivos

Octubre

-Recolección de las papas sembradas dentro de la platanera. -Recolección de la caña seca del millo para los animales. -Recolección de la cosecha de tabaco.

Noviembre

-Siembra del trigo (entre Santa Catalina y San Andrés). -Adición de guano a la platanera. -Cavar y abonar la viña.

Diciembre

-Recolección de papas Rosadas dentro de la viña. -Siembra de papas Bonitas, Rosadas, Quineguas y Blancas (segunda quincena de diciembre). -Siembra de trigo (primera quincena). -Siembra de semilleros de col. -Siembra de arvejas.

Tabla 2. Calendario agrícola tradicional en el agrosistema del Noreste del Valle de La Orotava.

las paredes o barranqueras próximas para sembrar especies de enredar tales como chayotas, judías, pantanas, etc. Destacar que desconocemos la existencia de huertas dedicadas a un solo cultivo, pues como muchas de las personas entrevistadas nos comentaban, el tener un sistema de policultivo permitía que en caso de producirse un accidente o error en uno de los cultivos se pudiera subsanar con los otros. Es decir, era una manera no solo de aprovechar el territorio, sino además de poder asegurar la alimentación de la familia. Finalmente, debemos mencionar que si bien es verdad que el desarrollo del agrosistema de La Orotava ha variado con la introducción de nuevas tecnologías, aún se siguen cultivando parcelas con el sistema de asociaciones que a continuación exponemos más detalladamente. Veamos por separado cuáles eran las principales asociaciones presentes en el agrosistema.

Asociaciones de cultivos



Como ya indicábamos en el capítulo de las rotaciones de cultivo, en Canarias y, por consiguiente, en el Valle de La Orotava, la orografía y la escasez de territorio han provocado que el agricultor haya utilizado todo su ingenio tras años de ensayos, unos con éxito y otros fallidos, para poder obtener la máxima producción posible en un espacio limitado.

Las asociaciones de cultivos en La Costa son mucho más simples que en Las Medianías del Valle. Como ya hemos mencionado con anterioridad, el principal cultivo en las cotas más bajas era platanera que se mantenía durante todo el año. Muchas de las fincas, para aprovechar mejor el suelo, sembraban otros cultivos en los espacios libres de la huerta sin perjudicar las labores del cultivo principal, la platanera. Estos cultivos asociados eran las papas y el millo principalmente (figura 3).

Este ingenio ha logrado que en el Valle se desarrollara un sistema de policultivo, es decir, que en una misma parcela y a la vez se presenten varias especies simultáneamente, obteniendo de un mismo terreno varios productos diferentes, lo que es fundamental en una agricultura de subsistencia.

Asociaciones de platanera, papas y millo

“Sí, pues por los lados [de la platanera] se sembraban las papas (…). Y el millo por las orillas. El millo en vez de ir por el centro, por las orillas (…). Tomás González Brito. Pinolere, 15/03/2010.

Una característica de los agrosistemas tradicionales es el uso de una amplia biodiversidad cultivada, como nos indica Altieri (1992), la simplificación de la biodiversidad (en general, no solo la cultivada) en un agrosistema da como resultado un ecosistema artificial que requiere la intervención continua. La pérdida de diversidad supone un proceso irreversible que implica, por una parte pérdida de estabilidad y un incremento de la vulnerabilidad o el riesgo, es por esto que la moderna producción agroecológica mantiene una amplia biodiversidad silvestre y cultivada en orden a favorecer la estabilidad del sistema.

Lo que se solía hacer era sembrar varios surcos de papas, normalmente Quineguas, Rosadas o Blancas, entre las hileras de la platanera. Esta siembra se realizaba por el mes de julio y agosto, recolectándose las papas en los meses de octubre y noviembre. Además en la misma huerta podíamos encontrar el millo sembrado alrededor de la parcela o bien debajo de las paredes de piedra en el mes de enero, siendo recolectado en julio. Este millo sembrado en la platanera se destinaba al mercado local mientras que las papas que se sembraban eran para los propios peones de la platanera, que se las repartían a partes iguales.

Generalmente las huertas presentaban frutales en sus bordes, quedando el centro del terreno libre para el cultivo de las especies de temporada, asociadas unas con otras, como era el caso de las papas junto con el millo y las judías, o bien de la asociación de la platanera con las papas. En otras ocasiones, se aprovechaban

Algunos años, cuando escaseaban las cosechas por tratarse de una mala temporada, también solían sembrar judías en la huerta junto con la platanera, el millo y las papas. Las judías eran sembradas en medio de las papas, en el mismo surco, entre pie y pie de papas o también en los sitios que quedaran libres en la parcela.

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LAS VOCES DEL CAMPO

Asociaciones de cultivos

se sembraba la judía (…). Claro aquí hay que aprovecharlo como sea. Y además que uno le sirve a otro porque la judía con el millo va bien, que se crecen”. Vicente Luis Hernández. Los Gómez, 20/03/2009. Además, esta combinación se realizaba con el criterio de que el abono aplicado a las papas permitiera el abonado del millo, ocurriendo lo mismo con la canalización del agua de la lluvia. A su vez, en la época de la arrienda de las papas (al mes de sembrarlas, es decir, en febrero-marzo) se aporcaba el pie de millo con tierra, al mismo tiempo que se arrendaban las papas, para que así quedara la base del tallo sujeta y evitar el tumbado. Como se puede comprobar la labor de un cultivo servía para el otro. A todo esto debemos añadir las judías, sembradas un mes más tarde que las papas y el millo, concretamente en el momento de arrendar las papas. La siembra de las judías se realizaba con estaca, al igual que el millo y se plantaba muy próximo al pie de este para que así la judía se pudiera enredar en el tronco (figura 4).



Figura 3. Asociación de platanera-papas-millo.

Asociación de papas, millo y judías

La relación de especies cultivadas más común en la zona de medianías era la de la papa junto con el millo y las judías. Esto no sucedía exclusivamente en el Valle, sino que, como recoge Virginia Afonso (2005) en su estudio en Ycode, también en otras zonas existía este tipo de asociación con las mismas tres especies. No obstante a pesar de que se tratara de una asociación propia de La Costa, para el caso del Noreste del Valle era más frecuente en Las Medianías, siendo casi inexistente en La Costa. Normalmente el cultivo comenzaba a principios de año, en enero, con la siembra de las papas de tardío. En Fasnia, sin embargo, la asociación de papas, millo y judías se producía con las papas tempranas (Marrero, M.C., 1994).

A la hora de la recolección, el primer cultivo en ser cosechado eran las judías por el mes de mayo o junio, más tarde, entre junio y julio se recolectaban las papas y el millo. Debemos destacar que la recolección de millo se hacía solo de la piña, dejando la caña hasta el mes de octubre, para que se secara en el terreno y luego aprovecharla como alimento para el ganado. Por último, en muchas huertas, se podían aprovechar los bordes y las “madres” (surcos para la conducción del agua de escorrentía) dejadas en la huerta de papas para sembrar las coles y batatas, muy común en el Valle de La Orotava y práctica que podemos ver hasta nuestros días.

En la siembra de las papas, generalmente se aprovechaba el mismo día para sembrar el millo con la estaca, se ponía en el camellón del mismo surco y entre los pies de papas, dejando un espacio entre plantas de 50-60 cm. aproximadamente. También hemos recogido que, al igual que lo explica Gil González (1997), la siembra del millo se realizaba en el momento de arrendar las papas. Esta práctica agrícola era llevada a cabo con las papas que se sembraban de marzo en adelante. “El millo casi siempre se siembra en las papas, en enero (…). Nosotros sembrábamos casi siempre en la planta, al plantar las papas sembrábamos el millo también”. Norberto Luis Perdigón. La Florida, 22/09/2010. “Millo y papa. Sembrábamos las papas y después el millo y después cuando se arrendaban las papas se sembraba el pie de millo. El millo estaba aquí y luego 40



Figura 4. Asociación papas-millo-judías.

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LAS VOCES DEL CAMPO



Asociaciones de cultivos

Asociación de viña, papas, habas o arvejas

Otra de las asociaciones de cultivos mencionadas por los informantes fue la de la viña asociada con papas, habas o arvejas. Esta asociación de especies era propia de terrenos o fincas de poca extensión o escasas parcelas cultivables y, sobre todo, de la zona de medianías. Muchas de las personas informantes nos decían que recuerdan ver sembrado en las huertas de viña, papas y arvejas, pero no en las suyas, sino las de vecinos y vecinas que no tenían donde sembrar y tenían que aprovechar hasta las huertas donde cultivaban las viñas. Existe probablemente un cierto pudor en reconocer esta asociación, ya que se identifica con grandes necesidades por parte de la familia campesina. Como sabemos, la viña es un cultivo permanente que requiere de unas labores de mantenimiento tales como la poda y el amarre (enero-febrero), deshijar, despuntar o cavar las pocetas alrededor de los troncos (labor que ya no se hace), y el abonado en noviembre. Por tanto, eran muchos los meses en los que prácticamente no se hacía labor alguna en esas parcelas, salvo la de sulfatar y azufrar cada 15 ó 20 días. Este espacio, tanto temporal como territorial, fue aprovechado por los vecinos de Las Medianías del Valle que vieron la oportunidad de sacar más rentabilidad al terreno. Por ello, sembraron en la misma huerta papas, pero solo en los espacios que quedaban libres de los cordones de viña o junto a los troncos de las cepas, pero muy raramente debajo de esta. Las papas que se sembraban en la misma huerta que la viña eran de las variedades Pelucas, Rosadas y Blancas principalmente. Solían sembrarse en el mes de diciembre-enero, siendo la recolección en junio, como el cultivo ordinario de dicha especie. En algunos casos, nos comentaron que en años malos se sembraron papas Rosadas en las huertas de viña, una vez terminada la vendimia. Debemos destacar que el momento de aplicación de productos fitosanitarios en la viña es más bien tardía, a partir de junio, utilizándose solo el azufre conocido como de las tres medallas y el sulfato de cobre, con lo que la aplicación de productos a la viña no afectaba a las papas, y estas no impedían realizar esta labor con comodidad, puesto que cuando se comenzaba con los tratamientos ya las papas habían sido recolectadas. En cuanto a las habas o las arvejas, según el caso, se sembraban al igual que las papas en los espacios libres de la huerta o próximas a los troncos de la viña, pero nunca debajo de ella. La siembra se realizaba a principio de año para aprovechar el agua de la lluvia, sobre todo en la parte alta, ya que eran cultivos de secano, sembrándose a voleo en los huecos libres que dejaba la viña. Una vez que crecían, si había alguna rama que se saliera por encima o que molestara para el trabajo del cultivo principal, se cortaba y era aprovechada como alimento para el ganado. 42

“Cuando se cavaba la viña echábamos también arvejas dentro. Después íbamos con un cesto; íbamos a cogerlas pa’guardarlas pa’los días de Semana Santa. (…). La que estaba molestando [las ramas], eso se quitaba, no se dejaba sino donde están los troncos, donde no había viña, en los claros esos que no hay viña”. María Dolores Machado. La Florida, 03/04/2010. •

Asociación de hortalizas y frutales en los bordes de las huertas

Otro tipo de asociación que podemos encontrar presente sobre todo en Las Medianías, era la disposición en las huertas de los cultivos ordinarios en el centro de la parcela, siendo las orillas de las parcelas ocupadas por numerosos frutales, sin que estos siguieran ningún tipo de planificación en cuanto a su marco de plantación. Existían numerosas especies y variedades de frutales con diferentes características, pues el objetivo era principalmente obtener la fruta para la familia, y muy raramente la comercialización, salvo que se tratase de un año donde hubiera un excedente en fruta. Lo que sí se producía en algunos casos era el intercambio de fruta por otro alimento, como sucedía con el pescado. Con todo esto queremos exponer que lo que realmente interesaba era tener un gran número de frutales diferentes para así tener mayor variedad en la dieta. Algunas veces se agrupaban por especies y otras aparecían aislados. En cuanto a los frutales que podíamos encontrar, destacar que en las zonas más bajas predominaban las tuneras (Opuntia sp.), higueras (Ficus sp.), morales (Morus nigra.), etc. Mientras que en las cotas más altas eran frecuentes los naranjeros (Citrus sp.), manzaneros (Malus sp.), perales (Pyrus sp.), morales (Morus nigra), almendreros (Prunus sp.), limoneros (Citrus limon), castañeros (Castanea sativa Mill.), nispereros (Eryobotria japonica), etc. La disposición de los frutales en los bordes de las huertas proporcionaba numerosas ventajas, como puede ser una mejor estructuración de las capas del suelo, la fijación del terreno en áreas con pendiente, servir de reservorio para la fauna útil, o bien, en el caso del castañero, actuar como una auténtica “bomba de nutrientes”, extrayendo los nutrientes de las capas más profundas llevándolos hasta la superficie, poniéndolo a disposición de otros cultivos como las papas o el millo de crecimiento radicular más superficial. Otra de las ventajas que proporcionaban los frutales, como ya hemos mencionado, aparte de dar fruta, era la función de “dar sombra” para los cultivos, es decir, actuar como cortaviento ante este factor tan limitante para los cultivos de Canarias. Este efecto que variaba según el porte del cortaviento, favorecía las condiciones agronómicas tras el seto, disminuyendo la evaporación, suavizando las temperaturas y modificando favorablemente la humedad. 43

LAS VOCES DEL CAMPO

Asociaciones de cultivos

Nos gustaría también mencionar que ante la escasez de recursos, en muchas ocasiones, los frutales constituían una barrera física que permitía diferenciar un espacio de otro, e incluso impidiendo el acceso de animales y personas ajenas, lo que era especialmente claro cuando el seto se componía de plantas con espinas como los pencones (Opuntia maxima). •

Asociación de otras especies en la orilla de las huertas

También se usó profusamente, y se usa en la actualidad, otras especies alrededor de las huertas diferentes a los frutales, por ejemplo las coles, presentes en mayor medida en Las Medianías Altas del Valle, servían como alimento para la casa formando parte del puchero o el potaje o bien se empleaban como alimento del ganado. Las podíamos encontrar rodeando las huertas, tanto las sembradas de papas como las de viña, o bien sembradas en las “madres” de las papas. En las huertas de viña, era usual encontrar lo que se conocía por una “testada”, un camellón hecho junto a los troncos de la viña, en el que luego se sembrarían las coles.

Especies asociadas

Otra de las especies citadas en Las Medianías Altas eran los tagasastes en los bordes de las huertas ejerciendo función de cortavientos y de freno de la erosión, así como forraje para el ganado o de reservorio de fauna últil. Otro beneficio que se le atribuye a este arbusto es el de aportar nitrógeno al suelo, al tratarse de una leguminosa. A continuación se presenta un cuadro resumen en el que se muestran las asociaciones anteriormente expuestas en el Noreste del Valle de La Orotava, reflejándose las especies asociadas, la relación espacial entre ellas y los beneficios que se obtienen del cultivo asociado.

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Beneficios

Las papas eran sembradas entre hileras de platanera, quedando una fila de papas y otra de platanera. El millo era sembrado alrededor de la huerta o debajo de las paredes de piedra.

Las papas y el millo quedan protegidos de las inclemencias del tiempo por las hojas de la platanera. Además se ven beneficiados del riego y los nutrientes que se aportan al cultivo principal.

Papas, millo y judías

Se combina una fila de papas con una fila de millo y judías, plantadas a golpe en el surco de papas –un pie de millo, un pie de judías–.

Los pies de millo protegen del viento y captan la humedad, beneficiando a las plantas que crecen en su base (Gil González, 2005). Además, el millo y las judías se benefician de los abonos aplicados a las papas. La judía a su vez nitrifica el suelo, fertilizándolo. Además el millo sirve de tutor a las judías de enredar.

Viña, papas, habas y arvejas

Se sembraba la viña en filas o cordones, en los espacios libres se sembraban las papas, generalmente en el centro de la huerta, al igual que las habas y las arvejas, aunque estas se sembraban también debajo de la viña.

Las habas y las arvejas nitrifican el suelo, fertilizándolo en beneficio de las papas y la viña. Esta última, además actúa como barrera de cortaviento, protegiendo a las papas.

Platanera, papas y millo

“(…) Después sembrábamos coles que le decían la testada, que era la orilla toda la viña, y eso era todo de coles y después la que se gastaba se gastaba y la demás pa´l animal (…) La testada le decíamos nosotros, acabábamos la viña y después dejábamos la testada. La testada había que dejarla derechita”. Vicente Luis Hernández. Los Gómez, 20/03/2009. Normalmente las coles no se arrancaban sino que se cortaban para que así pudiera brotar al siguiente año, permaneciendo el cultivo a lo largo de varios años en el terreno.

Tipo de Asociación

Los frutales actúan como cortavientos, incluso algunos como los castañeros, permiten Frutales y otras bombear los nutrientes de las especies en las capas profundas del suelo orillas de la huerta hacia las más superficiales. Son reservorios de fauna útil, captadores de humedad y freno de la erosión. Tabla 3. Asociación de especies en el agrosistema tradicional del Noreste del Valle de La Orotava. Se siembran los cultivos ordinarios en el centro del terreno, y en los bordes de la huerta se sembraban los frutales o bien las coles. En algunas ocasiones se podían encontrar coles en el centro de la parcela, en las madres de las papas.

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LAS VOCES DEL CAMPO

Laboreo y abonado tradicional

Laboreo y abonado tradicional El laboreo del terreno, así como el aporte de materia orgánica al mismo, eran trabajos fundamentales en las prácticas agrícolas tradicionales. No se entendía la siembra de una especie sin la preparación del terreno o la adición de materia orgánica. Todo cultivo comenzaba su andadura con una preparación previa del suelo, esta consistía en realizar una serie de labores que son prácticamente comunes a todos los cultivos y que exponemos con mayor detalle a continuación. •

Arar y surquear el terreno

La primera labor en el terrero era la labranza de la tierra. Una vez eliminados los restos de cultivos anteriores que pudieran quedar en el terreno, pues en los agrosistemas tradicionales se realizaban rotaciones y en escasas ocasiones se dejaba descansar la tierra. La eliminación de hierbas se hacía con una podona cuando la hierba era alta o bien con el arado cuando no estaba muy crecida. Tras la eliminación de la hierba y los restos de cultivo se procedía a arar el suelo.

familiares los que desinteresadamente cedían sus yuntas. Como decíamos, con un arado tirado por yuntas se procedía a arar el terreno, es decir, a remover la tierra desde las capas más profundas hasta las más superficiales rompiendo los terrones y enterrando algún resto de cultivo que pudieran quedar en la parcela. Normalmente esta labor se realizaba unos días antes de sembrar las papas, por diciembre y enero, según la variedad de papa que se quisiese cultivar. Una vez arada la parcela se procedía a asurcar, trabajo realizado algunos días antes de la siembra y en la mayor parte de los casos el mismo día que se araba la tierra. Esta labor consistía en formar los surcos donde posteriormente se sembrarían las papas. Proceso que se realizaba a conciencia, intentando que los surcos quedaran a favor de la corriente de agua, para así cuando lloviera poder canalizar el agua de lluvia. Por último, una vez asurcada la tierra, con una azada se retocaba los extremos de los surcos y se hacían unas “madres” (línea perpendicular a las hileras de siembra) cada cinco u ocho metros dependiendo de la parcela. Al realizar lo que denominan como “madres” favorecían la canalización del agua de la lluvia y evitaban que, en momentos de lluvia muy fuerte la escorrentía pudiera llevarse el cultivo. •

El estiércol

En el ciclo de la materia orgánica, fundamental en la agricultura, el agrosistema del Valle de La Orotava basaba su sustentabilidad en el uso del estiércol. Para poder alcanzar buenos rendimientos en la cosecha era preciso llevar a cabo altos aportes de materia orgánica al suelo. Esta circunstancia queda bien reflejada en el título del artículo que Cubas y Rodríguez publican en 2004 y que recoge la tradición oral sobre el uso del estiércol en el Valle: “Sin estiércol no hay papas”.

Esta labor se realizaba con los medios disponibles, es decir, con yuntas y en algún caso con mulos, que generalmente eran de propiedad o bien de medias con el dueño de la finca. En caso de no disponer de animales, eran vecinos y vecinas o

En la década de los 50-60 se necesitaba conseguir materia orgánica de lo que se tuviera al alcance del medio y del bolsillo, lo que provocó que se agudizara el ingenio. Para obtener el abono indispensable para un buen crecimiento del cultivo, se acudía al medio y a los recursos que ofrecía, en este caso al monte y a los animales que muchas familias criaban en las gañanías. Su elaboración no era muy compleja, bastaba con buscar cisco al monte para aquellas parcelas de cotas más bajas, o de recolectar especies próximas a ellas en las cotas más altas. Es decir, aquellas huertas que estuvieran cerca de la zona de monte, recolectaban helechos, torviscas o jaras; estas especies eran troceadas y colocadas como cama, debajo del ganado en la gañanía. Sin embargo, las tierras más alejadas del monte, los propietarios compraban el cisco, o bien los medianeros iban a la cumbre en busca de cisco o pinocha que bajaban en mulos hasta sus parcelas. En La Costa las grandes propiedades disponían

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Foto 4. Arando con burros. Fuente: Centro de Mayores La Orotava.

LAS VOCES DEL CAMPO

Laboreo y abonado tradicional

de gañanías con gran número de cabezas de ganado para elaborar el estiércol. Los restos vegetales, junto con los excrementos y orines de los animales, formaban el estiércol que se iba sacando poco a poco de la gañanía y amontonado fuera de ella. Muchos nos cuentan que a este montón de estiércol también se le echaba los restos de ceniza del fuego para preparar la comida o los orines de las escupideras de las viviendas. Una vez transcurridos los meses, cuando el estiércol dejaba de desprender humo, generalmente un mes o dos meses de sacado de la gañanía, se empleaba como abono en el terreno. Con esto podemos concluir, que la determinación para establecer la utilización del estiércol se basaba en la observación de las emisiones de gases que desprendía. “O le echábamos helechos se cogían, y se le echaba debajo y en la parte de nosotros, donde madre, cogíamos en La Araña jaras, trovisqueras, helechos y todo eso se cogía, se segaba, llevabas gentes, hablabas con gentes pa´segar todos esos estropajos pa´ traerlos y hacer el estiércol (…). Le pagábamos y hasta le dábamos la comida el día que iban a hacer ese trabajo y lo traían en las bestias pa´ hacer el montón de estropajos y pa´ ir a ponerlo debajo de las vacas pa´ hacer el estiércol, y le echábamos los orines, las cenizas del fuego y todo eso se echaba al estiércol”. Elvira Pacheco Hernández. La Florida, 22/03/2009.

La aplicación era directamente con las manos y el día de la siembra, consistía en echar un puñado encima de las semillas para el caso de la papa, el resto de cultivos como el millo o las judías no se abonaban ya que la tierra había recibido el abono de las papas. Con respecto a la cantidad de estiércol a aplicar, dependía de la disponibilidad que hubiera, pues muchos nos han comentado, cuánto más abono se aplicara mejor. Sucedió incluso que algunos agricultores y agricultoras disponían de un gran número de reses, con lo que obtenían gran cantidad de estiércol, llegando incluso a venderlo, aunque esta práctica no era la usual. Por otro lado según el animal que se tuviera se producía más o menos estiércol, así por ejemplo la vaca produce menos estiércol que el toro, por tanto al macho tenían que ponerle mucho más cama debajo que a la vaca. Además, añadir que se elaboraban los tipos de estiércol según los animales que se dispusieran, no obstante, el estiércol que se producía se iba amontonando todo y mezclado en un rincón. “Se iba guardando el estiércol, a poner se iba sacando de la gañanía como es el nombre, se ponía en un montón. Vamos a hablar como es, el macho el orine es de la barriga pa’ l suelo, se mojaba todo el piso. La hembra no, la hembra mea pa´ atrás y entonces el sitio donde ella va a echarse está siempre seco. En las vacas es así, la vaca hace en un sentido menos estiércol y al macho hay que echarle más cama debajo y donde el estiércol está pesado siempre se echaba cisco de jara, de haya, eso había antes porción de jaras. Todo eso se mesturaba y eso era el mejor cisco que había. Antes nos pegábamos semanas bajando y entonces mesturábamos todo ese estiércol pesado, lo mesturábamos y entonces eso se calentaba, las humaceras y cuando ya tenía un mes o unos meses ya se utilizaba”. Eladio Trujillo González. La Florida, 10/04/2009. •

El Guano

El guano era empleado por los agricultores como un abono extra y nunca para sustituir al estiércol, es más la aplicación de guano al terrero no era una práctica usual para todos los agricultores. Quienes tenían mayor poder adquisitivo y podían permitirse aplicar guano lo compraban en los almacenes o bien en las tiendas que surtían de productos agrícolas, como la tienda de D. Casiano, en El Calvario o bien la conocida como de “El Burrito”, en La Cruz del Teide, ambas en La Orotava.

Foto 5. Huerta con montones de estiércol, preparados para la siembra.

A la hora de comprar el guano, este se adquiría por separado, es decir, se compraba el amoníaco (sulfato amónico), la cal (superfosfato de cal), la potasa (sulfato de potasio) y los pocos que podían permitírselo compraban capa rosa (sulfato de hierro), y ellos mismos, sabiendo las proporciones, hacían la mezcla. La mayor

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LAS VOCES DEL CAMPO

El cultivo de la papa

parte de los agricultores de estas zonas empleaban únicamente la cal y el amoníaco a partes iguales, 50% de cal y 50% de amoníaco. Aquellos que además mezclaban el hierro y la potasa lo hacían a porcentajes iguales, todo en la misma cantidad. Sorprende las respuestas de las personas informantes cuando se les preguntaba para qué se utilizaba cada uno de los nutrientes. Lo tenían bien claro, en el caso del “…amoníaco para alimento de la planta, la cal para aguantar y no críen ácido, capa rosa para la fruta verde darle color y la potasa para aumentar el peso…” es decir, conocían perfectamente por sus efectos el papel de los diferentes nutrientes en los cultivos (Tomás González Brito). “Sí, el guano se compraba. Se hacía, se compraba amoníaco, cal, potasa y capa rosa, que capa rosa es una cosa que le llaman hierro, es una cosa verde, es verde (…). Según la potencia, eso se iba echando, se iba amontonando y después se le daba vuelta con la azada, se iba revolviendo, se hacía una tonga y después se hacía y se llenaban los sacos”. Tomás González Brito. Pinolere, 15/03/2010. La aplicación del guano se hacía siempre en el momento de la siembra de los cultivos, salvo aquellos que estuvieran asociados a otros, donde la aplicación del guano se hacía progresivamente con la primera especie sembrada. Generalmente se echaba un puñado de guano cerca del pie sembrado pero nunca encima, sino próximo a él para que la planta pudiera absorberlo. Para el caso de la papa también se le aplicaba una pequeña cantidad de guano en el momento de la arrienda, se cogía un puñado y se le echaba en medio de los surcos, un puñado daba para varios pies de papas. •

Por otro lado, la zona de medianías del Valle, destinada como dijimos al cultivo de secano carecía de depósitos de almacén de agua. Se utilizaba el agua de la lluvia para regar los cultivos, de ahí lo importante en el momento de asurcar el terrero, de dejar las canalizaciones y así poder aprovechar lo máximo posible el agua de lluvia, así como elegir la época de la siembra para poder apurar los meses de mayor precipitación. Otras zonas, sobre todo en las medianías bajas, compraban agua a las galerías. Tenían unas horas de agua al mes, como no poseían depósitos para almacenarla tenían que regar en el momento que el canalero le desviaba el agua, tanto de noche como de día. En cuanto a Las Medianías Altas Aguamansa y Pinolere solo mantenían sus cultivos con el agua de la lluvia. Recuerdan cómo pasaron inviernos donde no llovía y llegaron incluso a perder toda la cosecha por falta de riego. Otros nos contaban que para evitar la pérdida completa de la cosecha iban a los barrancos con cubos a buscar el agua que quedaba en los charcos formados en el cauce del barranco, para poder regar las papas. “Ahí no había más agua sino con lo que llovía (…). Nosotros llegamos a sembrar papas y no llegar una gota de agua. Una vez las sembramos en una finca, le decían la finca de D. Máximo y había un barranco y cuando llovía se hacían unos charcos grandes de agua, y el agua hasta últimamente se ponía verde, llena de musgo y todo y llegamos a cargar muchos cacharritos de agua pa´ echarle uno a cada pie de papa”. Ana María Hernández Hernández. Aguamansa, 09/07/2010.

El cultivo de la papa

El riego

La zona del Noreste del Valle de La Orotava y más concretamente, las cotas más altas presentaban una gran abundancia de manantiales y galerías que permitían la extracción de agua para el riego de los cultivos de las cotas más bajas, sobre todo para la platanera. Fueron los cultivos de costa los destinados al regadío mientras que los de la zona de medianías eran cultivos en régimen de secano. Para poder regar con comodidad se instalaron varios estanques en las zonas bajas, incluso algunos dieron nombre a fincas de grandes extensiones, como la “Finca de los Tres Estanques”, en Los Rechazos. El agua provenía de la zona alta del Valle y era conducida mediante canales o tarjeas a las fincas de la costa, donde era almacenada en estanques y así poder aprovecharla para regar los cultivos. La compra del agua se hacía mediante acciones de los propietarios de las fincas a las galerías o a las comunidades de agua o bien se compraba el agua por horas mensuales, el reparto de la misma se conocía como la dula. 50

Tras la introducción de este tubérculo procedente de América a las Islas, se convierte con el paso de los años en lo que muchos han denominado como “el cultivo social por excelencia”. No solo pasa a implantarse como el cultivo representativo de las producciones del campo isleño, sino que también se convirtió en la base de la dieta alimentaria de los canarios, llegando incluso a ser de importancia vital en algunas áreas de medianías. A todo esto, debemos añadir que el consumo de papas por habitante en Canarias supera con creces la media nacional. Sin embargo, existiendo tan elevado nivel de demanda los datos muestran un descenso en la superficie de cultivo, y por tanto en la producción, siendo más acusada a medida que transcurren los años. Así, Canarias ha pasado de ser una importante exportadora de papa (40.000 toneladas exportadas anualmente), principalmente al Reino Unido en los años setenta a una importadora de más de 100.000 t, en la actualidad (Redondo Zaera, 2009). La pregunta que 51

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El cultivo de la papa

queda en el aire es la siguiente: ¿Algo ha cambiado en estos años para dejar de ser exportadores y convertirnos en importadores netos? A continuación exponemos las prácticas de cultivo llevadas a cabo en la época en la que en el Valle podíamos encontrar numerosos almacenes exportadores de este tubérculo tan preciado para los isleños. •

Distribución de cultivo

La papa en nuestra área de estudio era el cultivo por excelencia, el resto de cultivos dependían del ciclo agronómico de esta. Las huertas destinadas al tubérculo las podíamos encontrar en todos los pisos agrícolas, sin embargo, tanto su distribución como el volumen de producción, no eran homogéneos en todos ellos. En cuanto a La Costa, en sus cotas más bajas, se desconoce la existencia de huertas destinadas exclusivamente a este cultivo. Lo que sí se producía era la existencia de asociaciones de papa con platanera, es decir, el principal cultivo, como ya hemos dicho, era la platanera, y para aprovechar los sitios libres de los terrenos se sembraban las papas, o bien surcos en medio de las hileras de las plataneras. Con todo esto deducimos que en estas cotas más bajas, la papa era un cultivo secundario que no se solía sembrar solo en una huerta, sino como complemento de otro. Lo que hacía que las producciones de este tubérculo no fueran relevantes. Ascendiendo por esta franja Noreste, nos encontramos aún en el área de costa pero en una subzona superior que abarca desde los 200 a los 600 m. de altitud. En esta área sí existían terrenos destinados única y exclusivamente a este cultivo, pudiendo llevar asociados otros como el millo o las judías, pero siendo la papa el cultivo principal. Destacar que en esta cota se siembran todas las variedades de papas, a excepción de las Bonitas, pues las condiciones agroclimáticas de esta zona no favorecían el cultivo de esta variedad. Por encima de esta cota, nos encontramos con Las Medianías del Valle, donde al igual que en la zona costera superior sigue siendo la papa el principal cultivo en extensión y producción. Debemos mencionar que en las zonas de medianías encontrábamos sembradas todas las variedades de papas, desde las Bonitas a las Quineguas, Rosadas, etc. Ya en la zona baja de Las Medianías, el cultivo de la papa Bonita se produce solo en aquellos terrenos donde las condiciones edáficas fueran las apropiadas, lo que se conoce como “las tierras de barro”. La mayor producción de papas Bonitas se circunscribía a las zonas altas como Aguamansa o Pinolere. Era en estas donde el rendimiento y conservación era mayor. En La Florida y la zona de Pino Alto, se podían encontrar papas Bonitas, pero la producción era básicamente de autoconsumo y de manera muy puntual. 52



La “semilla”

Las “semillas” de las papas eran guardadas por los agricultores de un año para otro. Algunas veces, para evitar que se “degenerara” se intercambiaba con otros vecinos de la misma zona o bien con otras áreas, pero siempre de cotas superiores, ya que las semillas de la zona alta del Valle eran las de mayor calidad y se conservaban mejor. Algunos vecinos de La Florida y Pino Alto llegaron a llevar la semilla de sus papas a los pajares de Aguamansa para almacenarlas, pues existía una menor incidencia de plagas y enfermedades (Gil González, 1997). También se solía intercambiar con algún vecino o vecina que un año tuviera mucha cosecha. Para el caso de las papas Bonitas, la mayoría del campesinado de La Florida y Pino Alto, las traían todos los años de Aguamansa o Pinolere, cambiando las papas de consumo por papas de semilla. También comentaban que la semilla, sobre todo de la papa Blanca, era siempre traída de la zona sur de la Isla, más concretamente de Fasnia, pues eran los agricultores de la vertiente sur los que compraban las papas directamente a los ingleses (Gil González, 1997). Respecto a la selección de la semilla, se llevaba a cabo en el terreno en el momento de la recogida del tubérculo. A medida que iban recolectándolas las iban separando por tamaños: pequeñas, medianas y grandes. Las papas consideradas como medianas eran las que separaban para el siguiente año, cuidando no solo el tamaño sino también el número de ojos (a mayor número de ojos mejor, pues tenía más sitios por donde brotar), y la forma de la papa (que fuera con forma regular), pues formas en barrilete o de pera eran indicativos de virosis en el tubérculo (Ríos Mesa, D., 2007). Una vez seleccionado en el terreno las papas destinadas para la semilla se almacenaban en los conocidos como “cuartos de las papas”. Éstos cuartos solían ser los más frescos de la casa y bien ventilados, pues una buena humedad y aireación son fundamentales para una buena conservación. En algunos casos, cuando se disponía de ellos, se almacenaban también en los pajares, muy presentes en toda esta franja del Valle. Tras varios días después de ser recolectadas se procedía a realizar una revisión de las mismas, por si en el montón hubiera alguna papa con “bicho” o bien “picada”, que pudiera dañar al resto. Tras realizar dicha tarea, se tapaban con sacos viejos, torviscas verdes o helechos, para una mejor conservación. Además al secarse el helecho o las torviscas, los trozos secos caían entre las papas guardadas en montones y así impedían que se pegaran unas a otras. Normalmente no se le aplicaba ningún producto para la conservación, aunque nos comentaron que llegaron a aplicar “fósforo”, que compraban en la tienda de D. Casiano, en el centro de La Orotava. 53

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El cultivo de la papa

La siembra

El trabajo de sembrar las papas comenzaba unas semanas antes de poner la “semilla” en el terreno con una serie de labores realizadas en diciembre y enero. En primer lugar se cortaba la hierba con unas podonas varios días antes, 8 ó 10 días. A los pocos días se llevaban las yuntas al terreno con el arado para arar la tierra, y si quedaba alguna hierba o rastrojo se enterraba. Tras arar la parcela se procedía a preparar los surcos donde se colocaba la “semilla”. Esta labor era realizada con una yunta de ganado vacuno o mediante bestias (ganado equino), según el caso, tirado de un arado romano. Los extremos de las huertas eran “encabezados”, es decir, trabajados manualmente con las azadas. Todo este proceso se denomina como “asurcar”, requería gran precisión, pues antes de comenzar se debe estudiar la pendiente del terreno para que las papas al crecer puedan recibir la mayor cantidad posible de luz y de agua de lluvia. Así mismo, para mejorar la canalización del agua de la lluvia se hacían en la parcela las mencionadas “madres”, surcos perpendiculares a la siembra u oblicuos según la pendiente, que se hacían cada cierta distancia, dependiendo de la extensión de la huerta, para que el agua circulara y no arrastrara las papas a su paso.

Respecto al estiércol, se conocen otras formas de añadirlo a la hora de sembrar las papas, como es el caso de Tegueste (Hernández et al., 1994), donde el aporte del estiércol se realizaba en el momento de arar el terreno, varios días antes de colocar la “semilla” en el surco. Hasta el momento no se conoce que se empleara esta práctica en el Noreste del Valle de La Orotava, pero no descartamos la posibilidad de que se llevara a cabo eventualmente. La papa se sembraba entera o partida, según la variedad y el tamaño. Normalmente, papa Bonita se sembraba entera, mientras que las Pelucas o la Blanca Redonda si eran muy grandes, se solían partir a la mitad, dejando ojos por ambos trozos para que la papa pudiera germinar. Cuando se partía, para evitar el ataque de plagas o la deshidratación, se mojaba con azufre o cemento. Para aquellas papas que se partían, se solía hacer el mismo día de la siembra o el día anterior, sin embargo, si se pretendía aplicar azufre o cemento, podía hacerse el partido varios días antes. Hemos recogido además testimonios que relatan la práctica del desculado en las papas Autodates para que la papa aflojara y reventara mejor, coincidiendo también con otros estudios realizados en la Isla (Gil González, 1997).

“Se araba que la tierra quedara llanita. Y después se hacían unos surcos, pero había que buscar que los surcos tuvieran corriente. Había que saber (…). Había que buscar el punto que el agua cuando lloviera, el agua fuera (…). Al centro hacías [unas madres] pa´ que cuando el surco estuviera lleno el agua saliera. Pero siempre había que buscar la corriente”. María Dolores Machado. La Florida, 03/04/2010.

“Si se va a sembrar como a poner mañana, pues las partíamos hoy (…). Nosotros acostumbramos siempre a mojar toda la papa partida en azufre porque el corte de la papa te lo seca. Muchos lo mojaban hasta con cemento”. Eladio Trujillo González. La Florida, 10/04/2010.

Una vez preparado el terreno se procedía a realizar la siembra propiamente dicha, generalmente a los pocos días después de haber asurcado el terreno pues, si no se sembraba inmediatamente, la tierra con el paso de los días podía “calentarse”, es decir, desecarse, siendo conveniente entonces que se “refrescara” nuevamente (Gil González, 1997). Esta labor presentaba una división por géneros, las mujeres eran las encargadas de ir colocando la semilla, previamente “esgrelada”, es decir, habiendo eliminado los brotes que hubieran podido desarrollarse en el periodo de almacenamiento. Se colocaban dentro de los surcos a la distancia de un pie (30-35 cm. aproximadamente), colocando la parte cortada, si se había dividido hacia abajo, quedando los ojos hacia arriba. Los hombres solían ir detrás añadiendo el estiércol en montones encima de las papas (los surcos casi llenos hasta arriba) y luego el guano (un puñado para varios pies de papas). En cuanto a la adición de guano destacar que se le añadía la mitad de la cantidad que precisan las papas al momento de sembrar y el resto, es decir la otra mitad, se añadía en la arrienda. A continuación eran los hombres también los que con la azada iban tapando los surcos con las papas, el estiércol y el guano.



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Labores durante el cultivo

Para el caso de la papa, las labores de mantenimiento del cultivo se basaban en arrendar y sachar, pues existían muy pocas fincas que tuviesen agua de riego. Este fue uno de los factores primordiales que determinaron la elección de las épocas de siembra ya que siempre interesaba aprovechar los meses más lluviosos. Tras realizar la plantación, cuando ya estas han brotado y comienzan a emerger los brotes con hojas, se procede a arrendarlas. Generalmente esta labor se suele realizar a las tres o cuatro semanas de la siembra, aunque depende de varios factores como son las condiciones climáticas, variedad, etc. La arrienda consiste en aporcar tierra por ambos lados de la planta para eliminar las malas hierbas que hubiese podido nacer y aflojar la tierra en torno a las plantas en caso que hubiera llovido; se busca ante todo evitar la más mínima pérdida de humedad del suelo (Gil González, 1997). Se solía realizar con la azada o el sacho y, cuando el terreno era muy grande, se hacía con mulas u otras bestias. También debemos destacar, que antes de arrendar las papas se añadía el resto del guano, la 55

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El cultivo de la papa

otra mitad de la dosis total como ya adelantábamos con anterioridad (un puñado para 4 ó 5 pies de papas). Al mes o mes y medio de arrendar, se procede a la sacha, esta labor se basa en volver a aporcar tierra a ambos lados de la planta, con ella se pretende que la rama quede abrigada del viento y la tierra limpia de hierbas, conformándose un camellón capaz de aprovechar el mayor número de estolones para la formación de tubérculos, albergando así una cosecha generosa, y canalizando adecuadamente las lluvias venideras. De no realizarse esta labor, o hacerse de forma defectuosa, los tubérculos que se desarrollan próximos de la superficie abrirán la tierra, quedarán expuestos a los rayos solares y enverdecerán, volviéndose dañinos por la presencia del alcaloide llamado solanina. Asimismo se encontrarían más expuestos a ser atacados por el “bicho”, es decir la polilla de la papa (Phtorimaea operculella) o, en la actualidad por la más agresiva polilla guatemalteca (Tecia solanivora). “La papa si está a punto de reventar, que nosotros le decíamos que se le ve el ojo, que está a punto de reventar, esos se están un mes. Y la otra que está reventadita ya, que tú vas sembrando y ya le ves soltando el grelito, esas a los veinte días ya están pa´ arrendar. Y después la sacha no hay que dejarla que crezcan mucho, este tamaño así es el bueno [10-15 cm.]. Porque entonces adelanta uno sachando y no las camba, no las deja rebostilladas pa´un lado y pa´otro”. Eladio Trujillo González. La Florida, 10/04/2009. En cuanto al uso de fitosanitarios cuando aparecía alguna plaga o enfermedad en el cultivo como las roscas por ejemplo, se le aplicaba a la rama polvos de ZZ. Por otro lado, respecto a la lucha contra los hongos, apareció más tarde el sulfato de cobre en piedra; este se trituraba con una botella y se mezclaba con agua y cal. Para poder conocer si el caldo era correcto se compraban en la farmacia unos indicadores de papel. Nos cuentan que si el papel salía de color blanco las proporciones eran las correctas. Si el papel se ponía de color rojo es que tenía poco sulfato o si se ponía de color azul estaba muy fuerte, tenía que añadir agua y cal. La aplicación del sulfato de cobre se hacía cada 12-15 días. Con este sencillo sistema se controlaba que el caldo tuviese el pH correcto. •

Desyerbado



Cavado y recolección

La papa sembrada en diciembre-enero era recolectada en junio o julio, salvo la Quinegua que era vendida para los almacenes, se cosechaban a los dos o tres meses ya que se exportaba para Inglaterra principalmente y tenía que cogerse antes para que llegaran en buen estado de madurez al mercado inglés. Para las papas sembradas en el mes de agosto, sobre todo la Peluca y la Autodate se recolectaba a los tres o tres meses y medio, es decir, en noviembre o diciembre y las Bonitas sembradas en agosto, se recolectaban en marzo, para consumir en Semana Santa. La fecha exacta del cavado se hacía bajo criterios de observación, generalmente se cavaba un pie de papas y se observaba si la piel de las papas se desprendía o no con facilidad. Si la piel se raspaba con facilidad (pelonas o rasponas) se debía esperar más tiempo para la recolección de la cosecha. “Yo esa papa [la Quinegua de exportación], cuando llegaba los dos meses y medio de sembrada ya había que cavarlas, tenían que estar pelonas y si estaban curadas no te las recibían. Después se llenaban en cajas, se ponía en turba y llegaban las papas allá como acabante de cogerlas”. Vicente Luis Hernández. Los Gómez, 20/03/2009. Antes de cavar las papas, ocho o diez días antes, se cortaba la rama con una podona, toda la rama cortada se dejaba sobre el terreno para que se cure, se endurezca la piel y no salgan “rasponas”, o sea arañadas o raspadas, pues ello facilita el ataque de hongos y la deshidratación de los tubérculos, lo que disminuye su periodo de conservación una vez almacenadas (Hernández et al., 1994). A los ocho o diez días se cavaban y se juntaban. El cavado propiamente dicho de las papas es una labor desempañada exclusivamente por hombres, siendo las mujeres las encargadas de juntarlas (apañarlas). Primero los hombres iban cavando manualmente con una azada y tras ellos las mujeres comenzaban a recolectarlas, separando a la vez que se apañaban por tamaños, la menuda, la grande y la de semilla. A medida que se iban juntando con los cestos de mano, una vez llenos, del cesto de mano (8-9 kg.) se pasan las papas a las canastras, y de las canastras a la raposa (un cesto de 70 kilos aproximadamente), de la raposa se metía en el saco. Este modus operandi servía para contabilizar la producción. De la huerta se cargaba y transportaba con los animales que se disponían hasta el almacén o pajar.

El desyerbado era una labor que se solía realizar manualmente, llevada a cabo tanto por hombres como por mujeres. La hierba era cogida a mano o bien cortada con podonas amontonándose en los bordes de las huertas o bien se sacaba y se utilizaba como forraje para el ganado. La frecuencia de la realización de esta labor se regía exclusivamente por el momento en que se percibía la presencia de hierba en el terreno.

“Claro, que se cogía la rama y se dejaban ocho o diez días con la rama segada para que las papas se sazonen y no estén rasponas, porque esas papas se cogían pa´ encerrar donde teníamos los pajares y hacíamos los montones de papas. Se descogían las grandes, las semillas y las menudas, pero en la tierra se descogía la grande pa´ comer y la semilla” (…). Elvira Pacheco Hernández. La Florida, 22/03/2009.

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El cultivo de la papa

Foto 7. Familia y vecinos reunidos después de coger las papas. Fuente: Centro de Mayores de La Orotava. Foto 6. Cavando papas en La Orotava. Fuente: Centro de Mayores de La Orotava.





Las papas separadas como pequeñas o menudas, si eran muy pequeñas y no servían para comer se echaban a los animales.

Respecto a los cultivares de papas sembradas por la comunidad orotavense hemos querido contemplarlo en la siguiente tabla para que quede expuesto de un modo más claro y conciso. No obstante, solo reflejamos en ella los nombrados por nuestros informantes, con lo que no descartamos la presencia de más cultivares puesto que, como sabemos, la información recogida representa la expuesta por las personas entrevistadas con lo que jugamos con dos frentes de incertidumbre, por un lado, la memoria de nuestros informantes y por otro lado, no haber podido entrevistar a una representación completa de todos ellos.

Para el caso de las papas Quineguas, que eran para exportar, se separaban los sacos y tras la recolección los transportaban a los recibidores de cada zona, para que allí viniera el camión una vez por semana a buscarlas y llevarlas al empaquetado. Por último, destacar que la recolección de las papas constituía el punto y final de un trabajo llevado a cabo con esfuerzo y esmero. Por tanto, suponía un motivo de fiesta. Tal era el caso que para llevar a cabo la recolección, en muchas ocasiones y dependiendo de las dimensiones de la parcela, se acudía a pedir ayuda a familiares y personas vecinas, todos ellos trabajaban a cambio de la comida para ese día y si la cosecha era buena, de una pequeña cantidad de papas.

Cultivares

Mencionar, al igual que en otras zonas de la Isla (Afonso V., 2005), la presencia de rebuscadores, normalmente mujeres que por la gran necesidad de alimento que pasaban sus familias pedían permiso a los dueños de la finca para entrar en la huerta tras la recogida de papas para buscar restos de cosecha. Solía suceder sobre todo en la zona alta del Valle. 58

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NOMBRE

El cultivo de la papa

CARACTERÍSTICAS

DISTRIBUCIÓN

Malas para comer y de producción. Por fuera de aspecto similar a la Quinegua pero con más manchas. Apareció los últimos años de la Guerra Civil (1936-1939). Papa importada. “Dieron el clavazo”. De ahí su nombre.

Se cultivó en toda la zona Noreste del Valle, pero pocos años debido a su mala calidad gustativa. (2 ó 3 años).

Papa cultivada con semilla de importación (Inglaterra). Principalmente destinada a la exportación. Se recolectaba a los tres meses, para poder llegar a los mercados ingleses en buen estado. De buena calidad gustativa.

Se sembraba por toda la franja Noreste.

Autodate (Up to date)

Color blanco. Se sembraba más tarde que el resto de las papas (febrero), de ahí su nombre. Buena producción y buena calidad gustativa.

Cultivada desde La Costa hasta las cotas más altas del Valle.

Blanca redonda (Arran Banner)

Papa con forma redondeada casi perfecta. De color blanco, con muchos ojos. Muy parecida a la Rosada, pero blanca. Muy productiva.

Cultivada en Las Medianías tanto las bajas como los Altos de La Orotava.

Peluca

Buenas para los diabéticos. De color blanco y oscuro la piel.

Cultivada en Las Medianías tanto las bajas como los Altos de La Orotava.

Rosadas (Kerr´s Pink)

Forma redondeada, con muchos ojos. Muy buena para comer, sobre todo para guisar.

Se sembraba por toda la franja Noreste.

Rosada de Baga

Muy buena para comer, sobre todo cuando ha pasado tiempo de cogida y ya empieza a despuntar el grelo. Recién cogida es “engañosa”. Probablemente se trate de la llamada en otras zonas Colorada de Baga.

Medianías del Valle (no presente en La Costa).

El Clavo

Quineguas (King Edward)

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Negra Yema Huevo

De buenas cualidades gustativas, la más valorada de todas ellas. Su cultivo no era de grandes producciones, cultivándose para ocasiones especiales.

Medianías del Valle (no presente en las cotas más bajas).

Torrenta

Corazón bien marcado en su interior y de piel dura.

Medianías bajas y altas.

Ojo Perdiz

Muy buena calidad y producción. Con forma redondeada, de color rosada y con manchas.

Medianías del Valle (no presente en La Costa).

Bonita Blanca

Se sembró un poco más tarde, es una papa más reciente. Con forma redondeada y de color claro.

Sembrada en la zona Alta del Valle.

Bonita Negra

Muy buena para comer, de las mejores. Buena productividad.

Medianías del Valle (no presente en las cotas más bajas).

Bonita Moruna

La semilla solía proceder de la zona sur de la Isla (Fasnia y Arico). De color morado con manchas rojas y corazón ahuecado en su interior. No era de mucha calidad, pero sí de gran producción.

Cultivada en Las Medianías tanto las bajas como Los Altos.

Tabla 4. Variedades de papas del agrosistema tradicional del Noreste del Valle de La Orotava.



Conservación y almacenaje

Generalmente este tubérculo era conservado en el cuarto más fresco de la casa, donde hubiera una buena ventilación y, sobre todo en la zona alta del Valle. El almacén de las papas se encontraba dentro de los pajares por las buenas condiciones de humedad y ventilación, llegando incluso algunas familias de Las Medianías bajas a llevar las papas de semilla a los pajares de la zona alta para que se conservaran mejor. Destacar la presencia en otras zonas de la isla, como Las Mercedes, donde se conoce la práctica de dejar las papas, sobre todo de semillas, bajo los árboles más frescos como las higueras o nogales. Esta práctica era realizada para acelerar el proceso de “grelado” de la papa (Hernández et al., 1994). En nuestro estudio establecido en el Noreste del Valle, hasta el momento se desconoce la realización de esta práctica, no obstante, no descartamos que se realizara de forma aislada. 61

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El cultivo de la platanera

Las papas se almacenaban en montones sobre el mismo suelo, separadas por tamaños: las pequeñas, grandes y las de semilla. Tras la recolección, y pasados algunos días, se revisaban los montones para evitar que alguna papa con bicho o podrida pudiera estropear al resto. Para el caso de las papas de “semilla”, cada ciertos meses se volvía a revisar, para el resto solo se removía el montón un poco, sin embargo, el cuidado no era tan exhaustivo. “Esas papas se cogían pa´ encerrar donde teníamos los pajares y hacíamos los montones de papas. Se descogían las grandes, las semillas y la menuda (…). La semilla la poníamos en los pajares, los montones eran grandísimos, y esa papa, la grande en un lado y la semilla en otro”. Elvira Pacheco Hernández. La Florida, 22/03/2009. Para favorecer una buena conservación y evitar que se pusieran verdes por acción de la luz (papas alunadas), se tapaban los montones con helechos o torviscas y sacos viejos. En algunas ocasiones se le echaban polvos de ZZ a los montones para evitar la aparición de plagas, pero en la mayoría de los casos no se solía aplicar ningún producto, pues muchos nos decían que los polvos aceleraban el ciclo vital, haciendo que saliera el grelo antes de tiempo. •

Plagas y enfermedades

En cuanto a las plagas y las enfermedades debemos afirmar que no se ha recabado información sobre un gran número de plagas, a lo que debemos sumar que la mayoría de los informantes no distinguían unas de otras, generalizando todas con el nombre de enfermedades, sin hacer distinciones entre ellas. Destaca la conocida popularmente como lagarta, una rosca que atacaba a las hojas y otra del suelo que atacaba a las papas y tallos (probablemente Agrotis sp.), aparecía con más frecuencia en tiempo caluroso y era controlada con cal antes de la siembra, se echaba la cal en el terreno o bien con polvos de ZZ sobre las ramas de las papas. Toda aquella papa que hubiera sido atacada por la lagarta era separada como alimento del ganado. Se recuerda también la enfermedad conocida como chamusca o escarcha (Mildiu, Phytophtora infestans), también conocida por los informantes como la enfermedad del sereno o escarcha, pues aparece cuando tras una noche de alta concentración de humedad le llega a la planta el calor de los rayos del sol. No se recuerda ningún producto o remedio para combatirla en un principio, posteriormente se llegó a aplicar azufre conocido como las tres medallas o bien el sulfato de cobre en piedra (se trituraba con una botella) mezclado con agua. 62

“En piedra [sulfato de cobre]. Majarlo y molerlo con una botella porque venían piedras grandes (…). Entonces lo majábamos un poco y después con una botella lo íbamos moliendo en una tabla y se quedaban las piedras chiquititas y después eso se desleía y pa´ saber si estaba fuerte o estaba flojo se vendía en las farmacias un papel, entonces había que echarle cal (…). Y después le íbamos echando el sulfato. No, echábamos el sulfato primero, si estaba muy fuerte, claro tenía que estar fuerte, le íbamos echando cal y después metíamos el papelito, lo trabábamos debajo, es decir, metíamos el papel y si el papel salía pintadito blanco y rojo, estaba bien, ahora si salía rojo solo estaba flojo”. Eladio Trujillo González. La Florida, 10/04/2010. Por último, resaltar la aparición de plagas de cigarrones o la langosta varios años, que afectó profundamente a este cultivo, para combatirla se hacían hogueras en las huertas con los rastrojos o con lo que hubiera que produjera humo, o incluso haciendo ruido, tocando los calderos con palos para ahuyentarlas.

El cultivo de la platanera Como hemos indicado, la platanera estuvo presente principalmente en la zona costera aunque se podían encontrar algunos plantones en cotas más altas, siempre ocupando una menor superficie con respecto a La Costa. La implantación del cultivo originó una serie de cambios tanto del paisaje como a nivel poblacional de gran relevancia. Un claro ejemplo de ello, lo constituyó el gran desarrollo de las galerías y sus canalizaciones (González Lemus, N., 1995). Como sabemos, la platanera es un cultivo con unas elevadas exigencias hídricas y por tanto para su implantación fue necesario cubrir con sistemas de riego toda la superficie de cultivo. A todo ello, debemos sumar dos consecuencias relevantes, la creación de un paisaje singular, así como el desahogo económico que supuso para muchas familias, sobre todo de las medianías, que vieron en la platanera una fuente de ingresos que les permitió mejorar su calidad de vida considerablemente. Es por todo ello por lo que, aunque podamos pensar que la platanera al ser un cultivo relativamente nuevo no tiene cabida entre los cultivos tradicionales, en el Valle merece una especial atención. A continuación exponemos, a groso modo, algunos de los datos recogidos por quienes nos han informado, muchos de ellos, trabajadores de la platanera. •

Distribución del cultivo

Como ya exponíamos en el apartado anterior, la platanera constituyó uno de los cultivos predominantes en el Valle de La Orotava, tras su implantación a finales 63

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El cultivo de la platanera

del siglo XIX principios del XX, pero su distribución geográfica no fue por igual en todos los pisos agrícolas. Las condiciones climatológicas costeras, una alta humedad, con temperaturas moderadas y con gran luminosidad, favorecieron el desarrollo de este cultivo que se prolongó por toda la franja costera hasta las cotas más bajas de lo que hemos denominado como medianías. Su principal zona de desarrollo fue El Rincón, donde se establecieron grandes fincas destinadas a este monocultivo destinado a la exportación. En cotas de mayor altitud, nos referimos a la zona de Los Gómez y La Florida, se llegó a cultivar la platanera pero ocupando una escasa superficie. Algunas familias llegaron a sembrar los plantones en algunas parcelas pero no tuvo gran repercusión, habitualmente las piñas de plátanos eran destinadas al consumo de la casa y en alguna ocasión eran vendidas al sindicato para su posterior exportación. Hasta el momento desconocemos la presencia de plataneras en otras zonas superiores a La Florida, las referencias de mayor altitud recogida en el presente estudio la sitúan hasta la cota de los 400-500 metros. •

Plantación

En primer lugar, y a modo aclaratorio, debemos especificar que la evolución del cultivo del plátano en Canarias ha sufrido grandes cambios con respecto a varias décadas atrás. Empezando por el tipo de plátano en producción hasta las técnicas de cultivo. Respecto a la variedad de plátano cultivada en Canarias, y más concretamente en la zona objeto de estudio, fue la que denominan como “La Canaria” también conocida como “Pequeña Enana”. A la hora de realizar la plantación se debía tener en cuenta la época escogida, aprovechando aquellas donde las temperaturas permitiesen un intenso movimiento de la savia, pues las nuevas plantas deben enraizar en el terreno. Generalmente la fecha escogida para tal fin solía ser los meses de mayo, junio, julio y agosto e incluso la primera quincena de septiembre, no obstante, a medida que subamos la cota el periodo más adecuado para la plantación se va adelantando huyendo de los fríos del invierno.



Labores de cultivo

La platanera es un cultivo que requiere unos cuidados específicos a lo largo de todo el año. Por tanto, precisaba de trabajadores, mujeres y hombres especializados en su cultivo. Cada uno de ellos realizaba unas labores concretas, que se establecían como peones o jornales, con horarios o bien con trabajos de ajuste, que pudieran responder a las necesidades que se precisaban. A continuación, exponemos brevemente cada una de las labores de cultivo llevadas a cabo. •

Deshijado, parición, embosado, desflorillado y horconado

El trabajo de deshijar de vital importancia para conseguir una buena producción era llevado a cabo por hombres principalmente, consistía en eliminar todos los hijos que emite la planta a lo largo del año, dejando uno que será el que nos dará la piña para la siguiente temporada, teniendo en cuenta las características del hijo (porte, esbeltez, fuerza, etc.) sin perder nunca la alineación. Como ya mencionábamos con anterioridad esta labor se conoce con el nombre de deshijado y se realizaba con una barra de hierro larga de metro o metro y medio, con una pala en uno de sus extremos aplastada en forma de cuchilla, lo que denominan como “barreta”. “Sí, eso es quitarle el plantón, este plantón a suponer, diez hijos uno por aquí, otro por aquí… entonces hay una cosa que le dicen la barreta, de una altura como la que tienen los brazos, tiene una pala (…). Como una barra, un poco más que una barra, metro y medio más o menos y tiene una pala delante con forma de cuchilla ¿no? En la punta con forma de cuchilla (…)”. Tomás González Brito. Pinolere, 15/03/2010. Tras realizar el deshijado la planta comienza a crecer hasta que a los nueve meses o al año (según la altitud) pare, es decir, emite el racimo de flores que dará origen a la piña. El momento de parir era de vital importancia sobre todo para aquellas producciones destinadas a la exportación, ya que el precio de la fruta dependía de las demandas del mercado, intentando siempre que la parición fuera en los meses de julio, agosto y septiembre, para así realizar las recolecciones de noviembre hasta mayo y alcanzar un mayor rendimiento económico.

Las matas de platanera también llamados “ñames” o “cabezas”, se sembraban en hileras estableciendo un marco de plantación de 2-2,5 m. entre plantas y entre filas. Una vez llevada a cabo la siembra la primera parición se producía a los dos años de haber sido sembrada (agosto, septiembre, octubre, noviembre), tras la primera parición la producción permanecía constante, siendo de una piña por año aproximadamente.

Una vez deshijado, la siguiente labor excluyendo los abonados y el riego que detallaremos en el apartado siguiente, era el “embosado” o también denominado “desembuchado”. Dicho trabajo consistía en eliminar las posibles hojas que pudieran entorpecer la salida de la piña o bien colocar la piña en posición normal para un desarrollo más adecuado. Este trabajo realizado por hombres se hacía manualmente, sin ayuda de herramientas, salvo algún podón que facilitara el corte de la hoja. Cuando ya la piña paría, y adquiría un tamaño considerable se realizaba el “desflorillado o

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quitarle la gomilla”, normalmente a los quince días de haber nacido, es decir, cuando la flor terminal de los dedos de los plátanos comienza a tomar un color oscuro. El desflorillado se basa en hacer un corte con un cuchillo, o bien con los dedos si la florilla está seca, cada cierto tiempo, para eliminar toda la flor presente en la piña de plátanos. Si no eliminamos la flor se pudre el extremo del fruto, enfermedad conocida como “ahongado o punta de cigarro” producida por el hongo Verticillium. Destacar que esta labor era realizada preferentemente por mujeres. “Las mujeres limpiaban el hongo a las piñas, le quitaban la farulla (…). Cortarle lo seco que tiene el plantón en redondo, todo eso hacían las mujeres”. Vicente Luis Hernández. Los Gómez, 20/03/2009. Por último, eran frecuentes los trabajos de atado y entutorado más popularmente conocido como “horconado”. Esta práctica se basaba en colocar hierros, en las fincas más pudientes, u horquetas de madera cruzadas desde la tierra, así como amarrar los plantones con vergas para que no se cayeran por el viento o por el peso de la piña. Esta labor la realizaban los hombres, salvo la recolección de las vergas que era llevado a cabo por las mujeres. •

Abonado y riegos

Antes de la irrupción de los abonos químicos, las grandes explotaciones plataneras han dado gran importancia al aporte de materia orgánica como base fundamental para la obtención de una buena cosecha y como labor indispensable para mantener la fertilidad del suelo. Como hablamos de una época en la que la presencia de los abonos químicos era muy escasa se precisaba de obtener un abono que estuviera al alcance de todos y que fuera extraído del mismo entorno, a ser posible. No existía para tal caso un abono tan idóneo como el realizado por los propios ganaderos de la zona. La obtención del estiércol se establecía mediante un acuerdo verbal entre los propietarios de las fincas y el ganadero. De tal manera que el dueño de la finca alcanzaba la seguridad de disponer de abono durante todo el año mientras que el ganadero tenía asegurado el año con la venta del mismo, a lo que debemos sumar la disposición de los rolos de la platanera y otros sobrantes como alimento para el ganado (Martín et al., 1991). No obstante, debemos destacar que conocemos casos, como la “Finca de los Yeoward”, en la que ellos mismos poseían gañanías donde tenían las cabezas de ganado de las que obtenían su propio abono, sin necesidad de comprarlo a otros ganaderos. Para este último caso, lo único que se compraba era el cisco, recolectado por vecinos y vecinas de la zona alta del Valle, para ponerlo como cama para el ganado. Este proceso solía ser muy frecuente en la zona de El Rincón y Las Cuevas. 66

La adición del estiércol se realizaba por plantones, primero hacían una poceta alrededor de cada plantón y luego se le añadía el estiércol en una dosis de un cesto grande para cada dos matas. Tras añadir el estiércol, se tapaba la poceta y a continuación se regaba. La frecuencia del aporte de estiércol dependía de la solvencia de cada explotación, aquellas fincas que se lo podían permitir aplicaban dos veces al año mientras que las menos pudientes lo hacían tan solo una vez, por los meses de febrero y marzo, cuando la platanera estaba emitiendo la raíz. Respecto al guano, era preparado por los propios trabajadores, comprando cada uno de los nutrientes por separado y directamente a los representantes de las casas comerciales que visitaban las fincas. Los peones ya conocían las dosis y hacían las mezclas con amoniaco (“servía de alimento”), cal (“para aguantar y que no críen ácido”), potasa (“para coger mayor peso la fruta”) y el hierro (“para darle color”). La frecuencia de aplicación del guano era de tres veces al año, generalmente por noviembre o diciembre, en marzo y, por último, en julio. En cuanto al riego, este se realizaba por cada mata y cada quince días a través de tarjeas que procedían de estanques donde se almacenaba el agua. La mayor parte de los propietarios de las fincas de platanera eran accionistas de las comunidades de aguas, como por ejemplo, la Comunidad de Aguas del Norte, para así tener asegurado el suministro de agua a lo largo de todo el año. “Esa agua era a chorro. Eso estaba todo en tarjeas, se regaba del chorro, no es como hoy que ponen goteros y todo eso. El gotero vino después” Vicente Luis Hernández. Los Gómez, 20/03/2009. •

Raspas

Después de cada riego y cuando la tierra está aún en tempero se le suele hacer lo que denominan como raspa o cavado superficial al terreno con una azada con el objetivo de romper la costra dura y evitar así la evaporación del agua. Con esta misma labor se aprovecha para eliminar las malas hierbas ya que no se usaron los herbicidas hasta hace pocas décadas. •

Corte de piñas y empaquetados

El corte de las piñas de plátanos era una labor realizada exclusivamente por hombres, para ello se precisaba de dos trabajadores, uno para realizar el corte de la piña y otro para cargarla hasta los camiones, debiendo extremarse todos los cuidados para que la piña no sufriera ningún daño. La época de corte dependía de los mercados, pues siempre interesaba que la fruta saliera cuando su precio era más elevado, intentando producir los meses de noviembre hasta mayo. 67

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Existía una previa selección de los plátanos que se empaquetaban, desechando aquellos que empezaran a tomar un color amarillo y aquél plátano que sobresaliera de la manilla (para que no rompiera el papel que lo envolvía), toda esa fruta que se desechaba era guardada y los mismos trabajadores o trabajadoras al terminar el turno de trabajo se la llevaban para sus casas. •

Plagas y enfermedades

Respecto a las plagas y enfermedades que nos han descrito quienes nos informan, debemos destacar la existencia de un mayor control para este cultivo que, por ejemplo, para la papa anteriormente citada. Es por ello, por lo que suponemos que las exigencias de los mercados europeos en cuanto a calidad del producto obligaban a los trabajadores y propietarios de las explotaciones a desarrollar un mayor control en la materia.

Foto 8. Empaquetado de plátanos. Fuente: Fedac.

Una vez transportada la piña de plátanos a los camiones, se desplazaban hasta las cooperativas (La zona de El Rincón y Las Cuevas enviaba la fruta a la cooperativa de la FAST en Las Arenas) donde se procedía al pesado, eliminación del pezón y empaquetado. La forma de empaquetar las piñas que se destinaban para la exportación era utilizando los recursos que ofrecía el medio, el pinocho y papel y así abaratar costes. Para proteger la piña de los posibles golpes que pudiera sufrir durante el transporte, se hacían unos paquetes de pinocho forrados con papel, que ellos denominaban calzos y eran introducidos en los huecos entre las manillas. Tras reforzar todas las manillas se envolvía la piña completa con una capa de pinocho y papel amarrado con un cordón por fuera, dicha labor era realizada tanto por hombres como por mujeres. “Le cortaban los pezones y la pesaban en la báscula [la piña]. La llevábamos cargada delante, en la barriga (…) y la llevábamos a la mesa a empaquetarlas (…). Si tenía un plátano sobresaliente se cortaba pa´que no rompiera el papel, iban todos igual porque habían algunas que echaban un plátano más grande y otro más chico (…) y estábamos en la mesa a proponer, esta era la mesa ibas tú por aquí y un hombre por allá pa´ enrollar las piñas entre los dos”. Elvira Pacheco Hernández. La Florida, 22/03/2009. 68

Entre las plagas citadas por todos ellos, destacar la cochinilla blanca (Dysmicoccus grassii), era de las plagas más frecuentes produciendo daños en las piñas, no haciéndolas viables para la exportación. El tratamiento aplicado se basaba en lo que denominaban como fosferno, desaparecido ya hace muchos años del mercado de fitosanitarios debido a su gran peligrosidad, llegando incluso a generar graves problemas entre los trabajadores que lo aplicaban. “Eso era una bomba [el fosferno], eso era pa´ la cochinilla blanca porque en el plantón se apoderaba una cochinilla, la cochinilla blanca que eso era un bichito, pero grandito (…). Pero eso era criminal. Eso era tan fuerte, como se regaba y las gotas caían sobre los charquitos y muchos pájaros morían”. Tomás Luis Brito. Pinolere, 15/03/2010. Para la hormiga, muy presente en estos cultivos, y relacionada con la cochinilla, se empleaban polvos de zeta zeta o bien una mezcla, realizada por ellos mismos con azúcar, agua y un producto denominado Cima. Era aplicado sobre las hojas de la platanera, sirviendo el azúcar como atrayente para las hormigas. Otra de las plagas citadas era la araña roja que producía graves daños, picando los plátanos y dejándolos con marcas sin perder el sabor, pero sí la apariencia de la fruta y devaluando su valor comercial. Por último, destacar la presencia de la enfermedad conocida como Mal del Panamá o Veta Amarilla originada por el hongo Fusarium oxysporum f. cúbense. Produciendo graves daños en la planta como el amarilleo de las hojas y muerte de los plantones, su método de combate era añadir cal. Respecto al daño producido por la Veta Amarilla, mencionar que supuso un grave problema para la platanera del Valle de La Orotava, teniéndose las primeras referencias de su aparición por el año 1925, 69

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llegando tal efecto incluso a obligar a la Estación Central de Fitopatología Agrícola de Madrid a publicar en 1933 una hoja divulgadora “La enfermedad de la platanera en el Valle de La Orotava”, en donde se identificaba y describía el patógeno y se daban normas de cultivo para poder contrarrestar la citada enfermedad (Álvarez, F., 1977).

El cultivo de los cereales Los cereales en Canarias y, más concretamente en el Noreste del Valle de La Orotava, constituyeron uno de los principales cultivos en toda esta región, centrándose su producción a cotas de medianías, siendo casi inexistente, salvo el caso del millo, en la costa. La elección de los cereales como el trigo y el millo como principales cultivos se debe a que el gofio, junto con las papas, constituía un sustento de primer orden en los hogares canarios. No exageraba Jesús Hernández Martín cuando citaba en su libro Evocaciones Florideras el dicho popular: “Si tengo la lata llena de gofio, tengo llena la casa”, en el que se refleja la importancia de dicho alimento para toda la población canaria. A continuación exponemos los principales cultivos de cereales recogidos a lo largo del presente estudio, haciendo mayor hincapié en el trigo, millo, cebada y centeno por ser las que mayores referencias se han tomado, sin descartar la posible existencia de otros cereales en la zona como la avena. •

Trigo (Triticum spp.)

El trigo, como describimos con anterioridad, formó parte del agrosistema orotavense, ocupando un lugar relevante en el mismo. Su principal destino era el autoconsumo para la elaboración de gofio y, en menor medida, para convertirlo en pan. Veamos de manera ordenada cada una de las características de su cultivo. •

Distribución del cultivo



Siembra

La época de siembra del trigo era siempre la misma, tras producirse la recolección de las papas, se dejaba el terreno sin sembrar hasta que se araba la tierra junto con los rastrojos que quedaran, para comenzar con la plantación en el mes de noviembre o diciembre (“Entre Santa Catalina y San Andrés, buena siembra es”, Vicente Luis Hernández), al igual que Los Rodeos donde el dicho popular decía “Por la Concepción [8 de diciembre] con sazón o sin sazón” (García Luis, C., 2005). La siembra puede extenderse en el Valle hasta enero o febrero, al igual que otras zonas de la isla, como por ejemplo, Tegueste (Hernández et al., 1994) o Icod el Alto. Destacar que los agricultores de la zona conocían distintas “clases” de trigos y sus particularidades como, por ejemplo, la duración de los ciclos, haciendo incluso algunas plantaciones escalonadas para poder hacer la recolección en las mismas fechas. Ocurría esto para el caso del trigo conocido como El Pelón, con un ciclo más largo, con lo que la siembra se realizaba antes que el resto de variedades de trigo, o bien El Marroquí, de ciclo más corto, que se solía sembrar más tarde que el resto. La siembra se realizaba con semilla siempre propia. Guardada con esmero de un año para otro en la parte alta del granero para evitar que se lo comieran los roedores. En el momento de la recolección se debía tener especial atención al grano que se guardaba como semilla, buscando la espiga mejor formada y con el grano más entero. Casi siempre se realizaba la siembra en una huerta limpia y como cultivo principal, en rotación con las papas, para descansar el terreno y nunca repitiendo dos años seguidos en la misma parcela. Por otro lado, desconocemos la asociación de trigo con otras especies, al contrario que para el caso de Ycode, donde se recoge la presencia de trigo en las huertas de papas de temprano (Afonso, V., 2005). Se ha recogido algún testimonio aislado de asociación con arvejas, pero estas solo localizadas en los bordes de las huertas ya sembradas de trigo. La primera labor a realizar era la preparación del terreno, para esta tarea se utilizaba el arado tirado por yuntas, dejando según las dimensiones de la parcela unas madres para poder canalizar el agua. Una vez preparado el terreno con un saco al hombro se iba sembrando la semilla a voleo sobre la tierra, luego se pasaba el arado nuevamente para enterrar el grano.

El cultivo del trigo se distribuía principalmente en las zonas de medianías del Valle, es decir, desconocemos la existencia de trigo en la zona costera, pues como veremos más adelante era sembrado, sin asociar con cultivos, salvo algún caso aislado. Por tanto, siendo la zona costera donde se encontraban las grandes explotaciones dedicadas a la producción de plátano, era inviable el cultivo del trigo por razones de espacio más que climatológicas o agronómicas.

“Igual que el trigo, la cebada, centeno, todo eso lo sembrábamos también pero no sembrábamos lo mismo en la huerta, como teníamos varias huertas no repetías lo mismo en el mismo terreno dos años seguidos lo mismo, sino un año una cosa otro año otra cosa y así se le echaba el abono (…). El trigo se araba el terreno y hacían unas madres y se ponían un saco al hombro con el trigo, iban tirándolo”. Elvira Pacheco Hernández. La Florida, 22/03/2009.

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El cultivo de los cereales

Cultivares



Las variedades de trigo que se han recogido en las entrevistas realizadas son las siguientes, cada una de ellas con sus características y peculiaridades bien conocidas por los trabajadores y trabajadoras del campo. Nombre

Descripción

Marroquí

Ciclo de cultivo más corto, con plagana. De gran producción y buena calidad.

Pelón

Trigo de gran tamaño, sin plagana. Ciclo de cultivo más largo.

Trigo del país

Echaba mucha rama y poca espiga, muy delicado, se tumbaba con facilidad (tendencia al encamado).

Negro

Con la espiga de gran tamaño y de color negro. Buena producción.

Plagas

Con respecto a las plagas, se producían ataques de plagas, sobre todo de gorgojos (Tribolium casteneum) en el periodo de almacenaje y de hongos durante el cultivo. No se realizaba ninguna labor para prevenirlas o combatirlas. Solo se tomaba la precaución de escoger la semilla sana para que la siembra del siguiente año no se viera afectada. Tampoco se conoce la aplicación de productos. •

Siega

La recolección del trigo constituía en muchas ocasiones un trabajo que se prolongaba desde primeras horas de la mañana hasta el ocaso. Como muchos otros trabajos, la siega del trigo requería la colaboración vecinal donde raramente se pagaba jornal, trabajándose solo a cambio del almuerzo de ese día.

“(…) Al trigo tampoco se le hacía nada, si acaso salía hierba quitarle la hierba y, a veces si llovía se caía el trigo y lo teníamos que levantar haciéndolos en moñitos pa´ ver si se aguantaba pa´ secarse pa´ después que se secara lo segabas y le hacían moños o una rollera como digo yo y después se traía pa´ la era pa´ trillarlo”. Elvira Pacheco Hernández. La Florida, 22/03/2009.

Para la recolección del trigo se requería de la presencia tanto de hombres como mujeres, siendo los trabajos desempeñados por cada sexo diferente. La época en la que se recolectaba el trigo era por el mes de julio y agosto. Existen en La Orotava, y no siendo citada en las otras zonas de la Isla hasta ahora estudiadas, dos formas distintas de recolectar el trigo. Por un lado, el trigo destinado para consumo propio, como gofio o bien para los animales, donde los hombres eran los encargados de segar el trigo con las “joces” (hoces o guadañas) mientras que las mujeres se disponían a hacer los haces o también denominados “mollos”, amarrándolos con el mismo trigo. Tras tener todo el trigo amarrado en “mollos” se comenzaba con el enrrollado formando las “rolleras”, cada rollera constaba de diez o doce “mollos” (Gracía, C., 2005), se hacían para que los haces de trigos quedaran más protegidos en caso de lluvia. Después de realizar las rolleras, se llevaba el trigo a la era, normalmente al día siguiente de la siega para que el trigo quedara bien seco, listo para Foto 9. Haciendo “mollos” de trigo. trillarlo.

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Tabla 5. Variedades de trigo cultivadas en el Noreste del Valle de La Orotava.



Labores durante el cultivo

Las labores de cultivo no eran muchas, por un lado no se aplicaba abonos, pues se nutría con los restos de lo aportado en los cultivos que le precedían en la rotación. Tampoco se regaba, tomando única y exclusivamente el agua de la lluvia. Por tanto, las labores a lo largo del ciclo de vida se basaban en la eliminación manual de la hierba que pudiera salir y que entorpeciera el crecimiento de las espigas y, más destacada, la labor de levantar el trigo que consistía en recuperar el trigo que pudiera haberse caído tras las lluvias invernales. Era una labor bastante tediosa pues se tenía que ir cogiendo el trigo por manadas pequeñas, levantándolo y haciendo moños, amarrarlos con otras espigas de trigo, era un trabajo tan costoso que muchos preferían incluso recolectar el trigo antes de la época para evitar las lluvias y que cayera al suelo, pues si se caía al suelo y no era levantado se perdía la cosecha.

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Por otro lado, si el trigo cultivado quería destinarse para hacer los techos de los pajares se precisaba de otra forma de recolección totalmente diferente a la anteriormente expuesta. Para este caso, era segado lo más alto posible, dejando un tallo largo en el suelo que posteriormente era arrancado de raíz. Se hacían unos manojos con la espiga de trigo y otra persona iba detrás del que lo arrancaba, cogiendo los manojos (sin espiga) y golpeándolos contra una piedra previamente seleccionada (intentando que tuviera una cara plana) por la parte de la raíz para quitarle la tierra adherida. Luego se hacían los manojos igual que en el caso anterior. Por tanto existían dos tipos de siega, por un lado los que cortaban la espiga y la paja y eran llevados a la era y, por otro lado, los que se arrancaban de raíz, y eran recolectados para el techado de los pajares. Veremos que esto mismo sucedía con el centeno.

cernidera y se barría la era, para finalizar introducían el grano en sacas de pita para ser transportados a los graneros o pajares. En años más recientes, la instalación de una trilladora en Icod el Alto propició el desuso de las eras, los agricultores del Noreste del Valle comenzaron a llevar el trigo en camiones y allí era trillado, traído luego de vuelta el grano en sacos y la paja en pacas. Este hecho provocó la desaparición en cuanto uso y conservación de la mayor parte de las eras en la zona. “Era raro la casa que no… como hubiera fincas, había una pa´trillar (…). Según el animal tardabas más o menos días, si fuera más lenta o más rápida (…)”. Eladio Trujillo González. La Florida, 10/04/2009. •



Trillar y aventar

La trilla se realizaba pocos días después de la recolección, es decir, por los meses de julio y agosto. Era una labor llevada a cabo en la era, se trataba de una superficie empedrada plana y circular rodeada por un muro de piedra de pocos centímetros de altura, presente en la mayor parte de las casas de la zona Noreste del Valle. La propiedad era privada pero muchas veces compartida por varios vecinos y vecinas. Normalmente el día elegido para la trilla tenía que ser, a ser posible, caluroso, pues decían que el calor facilitaba la ruptura de la paja, y ventoso, para permitir aventar el grano.

Conservación y almacenaje

Del trigo se aprovechaba todo, como ya hemos visto con otros cultivos, las necesidades de la época obligaban a aprovechar todos los recursos que ofrecía el medio. El grano de trigo se guardaba una parte para semilla del siguiente año, teniendo cuidado de que este no estuviera dañado por alguna plaga, y el resto era guardado en sacos en la parte alta de los pajares o graneros, para llevarlo al molino de gofio en la Villa o bien para hacer pan. En cuanto a la paja, servía como alimento para el ganado en la época en la que escaseaban las hierbas.

La primera tarea a realizar era la de colocar todos los “mollos” homogéneamente por toda la superficie de la era y sueltos, dejándolos aplanados y listos para el pase de las yuntas o mulas. La trilla es una labor de gran arraigo que consiste en separar el trigo de la espiga que lo contiene, convirtiendo su caña en paja. Esta tarea era realizada por una yunta generalmente mular manejada por el trillador y por el “trillo”, un ancho tablón que llevaba incrustadas piedras volcánicas en una de sus caras que van desmenuzando la paja. Una vez finalizada la tarea de trillar, se comenzaba a aventar la paja, es decir, separar el grano de la paja. Era una labor realizada tanto por hombres como por mujeres y que para su perfecta ejecución se precisaba de los “belgos” (gancho de madera) y de la presencia del viento, por ello, se procuraba aventar a primeras horas de la mañana que era cuando más incidencia de viento había, utilizando un indicador al borde de la era formado por un palo y un paño en la punta denominado “bicha”. Tras lograr la separación, tanto el trigo como la paja, se hacía pasar el grano por la 74

Foto 10. Recogida tras un día en la era con la cernidera y el belgo. Fuente: Evocaciones Florideras.

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Millo (Zea mays L.)



Distribución del cultivo

A diferencia del trigo, que solo era sembrado en la zona de medianías del Noreste del Valle, el millo se podía cultivar en todas las cotas, desde La Costa hasta Los Altos. La forma más común de hacerlo era asociado a otras especies, principalmente con papas y judías, siendo para el caso de La Costa

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más común encontrarlo asociado a la platanera. Por tanto, no se trataba de un cultivo principal, siendo muy raro encontrar una huerta solo cultivada de millo, a excepción como nos han contado los agricultores del “millo a chorro”, sembrado para alimento del ganado en los meses de verano, al igual que ocurría en otras zonas como La Guancha donde se denominaba “maroja o maloja” (Afonso, V., 2005). •

Semilla

La semilla del millo era cuidadosamente guardada de un año para otro. En algunos casos, era intercambiada con algún vecino o vecina que hubiera tenido una buena producción en calidad y cantidad. El criterio a seguir para seleccionar la semilla se basaba en escoger las piñas con los granos más grandes y mejor formados escogiendo solo aquellos granos del centro, pues eran los mejores que germinaban, siendo todos los demás calificados como “malechón”. “El millo hay mucha gente que llega cuando vamos a apartar el millo pa´ dejar la semilla, pues dejamos aquella piña mejor, pero en el tronco de la piña, según sale la piña, toda esta hilada de millo alrededor es malechón y el de la punta también es malechón”. Eladio Trujillo González. La Florida, 10/04/2009.



En cuanto a las variedades cultivadas en el Valle, los criterios en base a los cuales se distinguían las distintas clases de millo se basaban en la apariencia física, mayormente el color y la forma, en algunos casos nos han indicado la existencia de cruzamientos entre las distintas variedades, recolectando millo de color claro y al fajinar aparecer el “caroso” de color rojo. De todo ello podemos deducir que se trata de “variedades población”, donde los cruzamientos libres son muy comunes y su heterogeneidad muy alta, ya que los diferentes tipos no se sembraban separados. Las referencias que hemos encontrado son del millo Morado (grano de color rojo), Amarillo (grano de color amarillo) y Blanco (grano de color amarillo claro, casi blanco). Existían piñas con formaciones gruesas llamadas Trompa Cochino según la formación de la punta o con granos más finos que eran denominados como Diente Perro. “Había millos que le decíamos el Trompa Cochino porque eso hacía una morreta adelante que eso daba medio kilo de millo cada piña de esa (…). Y el millo le decíamos Diente Perro porque era más finito que el otro, parece un diente decíamos ¡Ños, una trompa cochino de diente perro! Pero de ese pa´ semilla a lo mejor no servía (…)”. Eladio Trujillo González. La Florida, 10/04/2009. •



Siembra

Como se ha descrito, existían dos clases de millo según el destino final. Primero el denominado “a chorro” destinado al consumo de los animales, sembrado en los meses de verano a diferencia de otras zonas como La Guancha donde era sembrado en los meses de enero y febrero (Afonso V., 2005). La siembra se realizaba en unos surcos previamente hechos con el arado y las yuntas, y con un saco lleno de millo se sembraba a chorro sobre el surco. Por otro lado el millo destinado para el consumo de la casa, era sembrabo asociado a otras especies, generalmente papas, judías y en la costa platanera. A lo largo del estudio, hemos recogido dos testimonios en cuanto a la época de siembra, algunos comentaban que solían sembrar el mismo día que las papas, es decir por el mes de enero, prolongándose en la costa hasta febrero, mientras que otras personas nos afirmaban que era sembrado al mes de hacerlo con las papas, aprovechando la labor de arrendar.

Variedades cultivadas

Labores culturales

Las labores culturales no eran excesivas a lo largo de su ciclo de cultivo. Al igual que el trigo, no se abonaba expresamente al millo sino que este se veía favorecido por la adición del estiércol y el guano aportado a las papas. Otras de las labores realizadas era aporcar tierra en el tronco de la planta dado que el millo presenta un débil enraizamiento, haciéndolo frágil ante el viento. Para solventar este inconveniente se hacía el aporcado de tierra al tronco, para que así las raíces adventicias pudieran anclarse a la tierra. Esta labor cultural se realizaba el mismo día que la arrienda o sachado de las papas y solo cuando era sembrado para consumo humano. En la parte concerniente al riego, como ocurría con las papas, la mayor parte de los terrenos carecían de estanques, por tanto solo recibían el agua de la lluvia. Para el sembrado en La Costa, junto con la platanera, este sí se regaba a la vez que se regaban las plataneras.

Para realizar la siembra se precisaba de una herramienta básica y fundamental, la estaca. Con ella, las mujeres iban sembrando a golpes, en los surcos, en medio de las papas, depositando tres o cuatro granos en cada uno y dejando una separación entre plantas de 50-60 cm. aproximadamente.

Hemos recogido algún testimonio sobre la labor de entutorar, pues nos comentaban que poseía una variedad que crecía a gran altura, siendo más sensible a las inclemencias del tiempo. Para entutorarlo utilizaban cañas que clavaban al suelo justo al lado del pie, que luego ataban por el tronco.

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Cosecha

La cosecha se realizaba en el mes de junio y julio, para el millo asociado a las papas o la platanera, y en marzo para el sembrado a chorro. La forma de recolectarlo era manualmente, separando la piña de la planta. Toda la piña recogida era metida en sacos para transportarla hasta la casa o el pajar. Una vez allí, las piñas sin desgranar eran amarradas de dos en dos, haciendo un nudo entre ambas con la propia fajina para luego ponerlas a secar en las azoteas. Tras varias semanas secándose, cuando la fajina ya ha tomado un color cremoso, indicador de que estaban secas y la barba de millo un tono marrón, se procedía al desgranado. Se han recogido dos formas distintas de realizar el desgranado, todas ellas realizadas por mujeres, algunas nos comentaban que metían todas las piñas fajinadas en un saco y con un palo lo majaban para separar el grano del caroso, otros sin embargo con un caroso en la mano frotaban la piña con fuerza, haciendo que se separara el grano.

Posteriormente, con la llegada de las desgranadoras manuales, máquinas de mejor rendimiento y menos requerimiento físico, las labores tradicionales de desgranar manualmente quedaron en desuso. Por último, para completar la faena se procedía al cernido, operación que consiste en separar del millo los cuerpos extraños más pequeños utilizando una zaranda antes de preceder a la tuesta o almacenaje (García, C., 2005). •

Aprovechamiento y conservación

Del millo, de la misma manera que la mayor parte de los cultivos se aprovechaba todo. Del grano se sacaba la semilla para el siguiente año, dejándolo almacenado en sacos en la parte alta de los graneros o pajares mientras que el sobrante era guardado en sacos, siendo tostado y llevado poco a poco al molino para hacer el gofio. También se solía coger algunas piñas enteras y tiernas para comer en potajes o compuestos. De la fajina, se separaba y se guardaba en sacos siendo aprovechada para rellenar los colchones o almohadas o bien como cama para el ganado. Y la caña, dejada en el terreno tras la recolección de las piñas, para que se secara, era también utilizada como alimento para el ganado. Al referirnos a la expresión aprovecharlo todo, no nos alejamos de la realidad porque hasta la “barba” de millo (estigmas secos) era aprovechada por los agricultores y agricultoras como remedio medicinal, para combatir problemas urinarios o como estimulante. Recogemos el caso relatado por Jesús Hernández Martín, en La Florida, en el que nombra cómo un vecino destacaba las propiedades afrodisíacas del grano de millo para el ganado caprino, recogiendo la práctica realizada por dicho ganadero de alimentar al macho semental con el grano en la época de celo de la cabra.

Cebada (Hordeum vulgare L.) y Centeno (Secale cereale L.)



Distribución de cultivo

Foto 11. Millo secándose. Fuente: Centro de Mayores de La Orotava.

Como mismo se ha descrito para el trigo, la cebada y el centeno se distribuía en todos los pisos agrícolas del Noreste de La Orotava, a excepción de La Costa por razones de producción y espacio. Normalmente se localizaba solo en las huertas, como cultivo principal, a excepción de algún caso aislado en el que se ha recogido la asociación de cebada con arvejas. Eran sembrados como medio para descansar el suelo de las papas, por lo que nunca se sembraban dos años seguidos ambos cereales en la misma huerta.

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El cultivo de los cereales

Al igual que Barrios Rodríguez y Barrios Domínguez (1988) nos atrevemos a afirmar que no se trataba de cultivos muy extendidos en la zona. •

Siembra

La siembra de la cebada y el centeno era muy similar a la descrita para el caso del trigo. Como ya dijimos, al igual que el trigo, las semillas eran guardadas por los agricultores de un año para otro, conservándolas en el lugar más fresco y bien ventilado de la casa o bien en lo alto de los graneros o pajares. Se ha recogido algún caso donde se menciona la compra de semillas de cebada en las tiendas agrícolas de La Orotava, más concretamente la conocida como tienda de D. Casiano. La fecha de realizar la siembra era en el mes de diciembre-enero para la cebada, llegando a prolongarse incluso hasta febrero para el centeno. Varios días antes, debía prepararse el terreno, para ello, se daba un pase con el arado para así enterrar los rastrojos y romper los terrones del suelo, dejando algunas madres para canalizar el agua de lluvia. Una vez concluido con las labores previas se procedía a realizar la siembra, al igual que el trigo, se sembraba con un saco al hombro y a voleo, pudiéndose dar un pase con el arado al final para enterrar la semilla. No se aplicaban aportes nutritivos al suelo ya que se mantenía abonado del cultivo anterior (la papa). •

Cultivares

Para este caso, y coincidiendo con otras zonas como La Guancha (Afonso, A., 2005), no se han mencionado varias clases de cebada y de centeno, según los informantes solo existía una variedad en ambos casos. Aunque los ensayos de Yaiza González (2008) han comprobado la existencia de diversas variedades de centeno. • Labores de cultivo Similar al caso del trigo las labores durante el cultivo eran prácticamente insignificantes. No se abonaba, como ya dijimos, y tampoco se regaba, solo aprovechándose el agua de la lluvia. Lo único recogido por los agricultores era la eliminación manual de hierba cuando esta abundaba en la huerta.

los “mollos” o “rolleras”. Cuando ya se tenía todo el cereal segado y amarrado se llevaba en algunos casos a la era para ser trillado, con el mismo procedimiento que el descrito para el trigo, o también se llevaban para las azoteas de las casas, donde era majado con un palo para desprender el grano de la espiga. Resaltar que para el caso del centeno destinado para hacer los techos de los pajares, este precisaba de otra forma de recolección totalmente diferente a la anteriormente expuesta y ya descrita para el caso del trigo. Como ya mencionamos, el centeno en esta ocasión era segado lo más alto posible dejando un tronco largo en el suelo donde posteriormente era arrancado de raíz. Se hacían unos manojos con la espiga y otra persona iba detrás, cogiendo los manojos (sin espiga) y golpeándolos contra una piedra para quitarle la tierra adherida a las raíces. Luego se hacían los manojos igual que el segado para el ganado. Guardando cada manojo, según fuera para el ganado o para los pajares, en zonas independientes. A diferencia del trigo o la cebada, el centeno producía una paja de mayor tamaño, por tanto, en cuanto a la paja el rendimiento era mayor que el de otros cereales. Muchas veces, el centeno era recolectado aún en verde para utilizarlo como alimento para el ganado. “El centeno también era más frío, el centeno lo sembraba casi… lo sembraba pa´ los pajales y pa´ sacar grano pa´ después sembrar pa´ cogerlo verde pa´ los animales, porque el centeno crecía más que el trigo, se violentaba más rápido, y rendía más porque como era mayor”. Norberto Luis Perdigón. La Florida, 22/09/2010. •

Conservación y almacenaje

Una vez separado el grano de la espiga, se guardaba en sacos de tela en lo alto de los graneros o pajares o en el lugar más fresco de la casa, para poco a poco ir llevándolo al molino para hacer el gofio, allí era mezclado con el trigo, e incluso con garbanzos. Sin embargo coincidimos con las informaciones recogidas por Marrero (1994) y Gil González (2005), donde se apunta que el gofio de cebada no era de muy buena calidad, consumiéndose solo en los casos de mayor necesidad. La paja era guardada porque servía de alimento para el ganado, valorada incluso para muchos como mejor alimento que el trigo, especialmente la de cebada.

La recolección de ambos cereales se realizaba por el mes de julio y agosto, de la misma manera que el trigo. Para la recolección se precisaba de las “joces”, con ellas los hombres eran los que iban segando el campo y tras ellos las mujeres haciendo

“La cebada la plantaba mi padre porque resulta que dicen que pa´ las bestias la cebada es mejor, en la rama de la cebada era mejor, y pa´ las cabras, que la de trigo y entonces plantaba siempre un pedazo o dos pa´ tener la comida de las bestias y si se ofrecía pa´ coger la comida de las cabras en invierno, le cogía cebada”. Norberto Luis Perdigón. La Florida, 22/09/2010.

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Recolección

LAS VOCES DEL CAMPO

Las leguminosas y su cultivo

Las leguminosas y su cultivo A pesar de que hasta este momento se ha dado mayor importancia a cultivos como la papa o la platanera, lo cierto es que no debemos restar protagonismo a otros cultivos como las leguminosas. Aunque nunca supusieron grandes producciones, jugaron un importante papel en los agrosistemas del Noreste, no solo desde el punto de vista de la supervivencia, sirviendo de alimento tanto para las personas como para el ganado, sino también, y desde un punto de vista más agronómico, como fijadoras de nitrógeno en el suelo a través de sus nódulos bacterianos. De ahí, que la mayor parte de ellas se cultivaran asociadas a otras especies como descanso de otros cultivos. El número de leguminosas presentes en este agrosistema es bastante representativo, pues no podemos olvidar que la variedad en la alimentación campesina dependía de las especies cultivadas en las huertas. Es por ello, que encontramos gran variedad de leguminosas destinadas básicamente al autoconsumo, salvo los años en los que la producción fuera muy buena, que se vendía a la comunidad vecinal o se intercambiaba por otros productos.

Veamos a continuación cada uno de ellos por separado con sus particularidades.



Las judías (Phaseolus spp.)



Distribución de cultivo

Las judías estaban presentes en todos los pisos agrícolas del Noreste de La Orotava, abarcando desde La Costa en asociación con la platanera hasta la zona de Medianías. Se encontraban solas en las huertas de descanso y también asociadas con las papas y el millo, siendo de todas ellas la asociación más común la de las judías y el millo, pues como explicamos el millo aporta muchas ventajas a la judía: ataja el viento, sus tallos soportan las plantas si estas tienen aptitud para enredarse, y sus hojas captan la humedad del ambiente que por su propia estructura llevan hasta el pie de las plantas (González, J., 2005). •

Siembra

La siembra dependía de la clase de judías, siempre se realizaba con semilla conservada de un año para otro. Para las judías de enredar, que eran cultivadas en asociación con las papas y el millo, solían sembrarse a la vez que se arrendaban las papas, el mismo día, siendo recolectadas en el mes de julio-agosto junto con el millo. En este caso, se hacía con una estaca poniendo tres o cuatro granos de judías junto al pie de millo, para aprovechar el tronco de este y poder trepar por él. 82

Para el caso de las judías que iban solas en la huerta, generalmente de mata baja, la siembra se realizaba durante los meses de verano y en una huerta previamente arada, haciéndole unas madres para canalizar el agua. La colocación de la semilla se hacía a voleo sobre toda la parcela. “Habían unas, esas le decían… las que plantábamos al lado del millo son unas judías chiquitas que le dicen del País, esas se enredaban por el pie del millo. Entonces ellas con el millo se enredaban, pero después habían unas que las llegamos a plantar solas (…). Y cuando cogíamos las papas cuando ya el terreno si no había judías, cuando el terreno se quedaba vacío, entonces se hacían los surcos y se plantaban las judías”. María Dolores Machado. La Florida, 03/03/2010. •

Labores durante el cultivo

Las labores a realizar durante el cultivo de las judías eran prácticamente inexistentes. No se abonaba el suelo ya que cuando se encontraba asociado a otros cultivos recibía el abono aplicado a las papas, no obstante, cuando iban solas, eran en rotación con otro cultivo ya abonado. La única labor recogida en el presente estudio era la eliminación de hierba cuando esta era muy abundante en la huerta, impidiendo el crecimiento correcto de la planta. •

Cultivares

En relación a los cultivares de judías, hemos rescatado una diferenciación bien clara por parte de los agricultores. Por un lado, hacían una taxonomía respecto al porte que toma la planta, existiendo las de enredar y las de mata baja. Y por otro lado, en función de su aspecto exterior, tamaño, forma y coloración. A continuación exponemos en la tabla los cultivares recogidos. Nombre

Descripción

Del País o Pardas

Pequeñas, de color gris-marrón con manchas negras.

Mantecas

De color amarillo claro, con forma redondeada.

Pintadas o Rojas

De color rojo oscuro.

Tabla 6. Variedades de judías del agrosistema tradicional del Noreste del Valle de La Orotava.

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Las leguminosas y su cultivo

Recolección



La recolección se realizaba arrancando las vainas de las judías cuando estaban secas y luego eran llevadas a las casas, colocándolas en el suelo con una tela debajo y majándolas con un palo para desprender la vaina del grano. Tras majarlas, las ramas se aprovechaban como alimento del ganado. El grano, una vez separada una parte para semilla del siguiente año, quedaba para consumo de la casa. Se han recogido algunos testimonios explicando la recolección de las judías en verde, para comer directamente sin cocinar, y la rama como alimento del ganado. •

Plagas y enfermedades

No se ha obtenido información de plagas o enfermedades, salvo la aparición de algún daño causado por los gorgojos, Foto 12. Zaranda con judías. Foto: Samuel García. pero en la fase de almacenamiento y no en el cultivo de la planta, para lo cual no nos hablaron de la aplicación de ningún producto fitosanitario.

Chochos (Lupinus albus L.)



Distribución de cultivo

Siembra

La siembra de los chochos se realizaba siempre a final de año, abarcando los meses de diciembre y enero. Para realizarla se requería de unas labores previas al terreno, primero se eliminaba todo rastro de cultivo que pudiera quedar presente y, a continuación, con un arado se daba un pase a la parcela, para eliminar los terrones y enterrar las hierbas, haciendo unas madres para mejorar la canalización del agua de lluvia. Tras realizar todas estas labores, se procedía a la siembra propiamente dicha. Normalmente se realizaba a voleo, lanzando el grano guardado de un año para otro por toda la huerta. Tras colocar la semilla se daba un pase con el arado para enterrar la que pudiera haber quedado descubierta. •

Labores durante el cultivo

Las labores a realizar durante el cultivo eran prácticamente inexistentes. Solo se ha recogido la eliminación de hierba manualmente cuando esta era abundante. •

Cultivares

No se han recogido variedades de chochos, siendo para los agricultores del Noreste del Valle la presencia de una única variedad que ellos denominan como chocho, simplemente. •

Plagas y enfermedades

De la misma manera que para las otras leguminosas no se describen presencia de plagas o enfermedades durante el cultivo.

Podemos afirmar que de todas las leguminosas presentes en el Noreste del Valle los chochos junto con las judías fueron las de mayor importancia agronómica y productiva. Su distribución espacial comprendía desde las zonas más altas, llegando incluso hasta las medianías bajas, no recogiéndose referencias de esta especie en La Costa. Su cultivo se desarrollaba asociado a otras especies como la viña, o como principal en muchas parcelas, rotando con el ciclo de la papa, lo que permitía descansar la tierra y, como buena leguminosa, fijar nitrógeno al suelo. El grano era aprovechado para consumo humano y animal, y su rama como cama para el ganado. Debido a su gran versatilidad, y por la multitud de usos que se podían derivar de su cultivo, los chochos desempeñaron un papel importante en el agrosistema del Valle. 84



Recolección

La época de recolección solía ser los meses finales del verano, principalmente en septiembre y octubre. Generalmente se procedía a realizarlo cuando la rama ya estaba seca, debido al amargor que presentaba la planta en verde, no pudiéndose aprovechar como pasto para el ganado. Una vez arrancada manualmente la rama de todas las plantas, se llevaban hasta las casas donde era majado con un palo, separando así el grano de la planta. “Los chochos los dejábamos, se secaban en la tierra, después se arrancaban y se majaban con un palo, después había que limpiar los chochitos limpios pa´ volver a sembrar”. Ana María Hernández Hernández. Aguamansa, 09/07/2010. 85

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Las leguminosas y su cultivo

Garbanzos (Cicer arietinum L.), Arvejas (Pisum sativus L.), Habas (Vicia faba L.), Lentejas (Lens culinaris Medik.), Chícharos (Lathyrus sativus L. y Lathyrus cicera L.) •

Distribución de cultivo

El cultivo de todas estas leguminosas se realizaba siempre asociado a otras especies, principalmente con las papas, viña e incluso las arvejas con el trigo. En el caso de los garbanzos se sustituía la semilla de judías por la de garbanzos en la parcela, quedando en las huertas papas, millo y garbanzos todos a la vez. No obstante, debemos destacar que este grupo de leguminosas no formó una parte primordial de los cultivos desarrollados en este agrosistema. “En las orillas nada más. Eso se enredaba por el trigo pa´ arriba y las veías tu tiernitas las vainas colgadas en el trigo, eso después se cogía tiernas y se componían y eso eran riquísimas”. Vicente Luis Hernández. Los Gómez, 20/03/2009.

Foto 13. Majando chochos en la era. Foto: Samuel García.



Aprovechamiento y almacenaje

Su distribución geográfica se desarrolló en prácticamente todos los pisos agrícolas a excepción de La Costa donde no se ha recogido referencias al respecto. Coincidimos con González Gil (2005) en que se trataban de cultivos destinados básicamente como alimento para el ganado o de consumo para los agricultores, sin embargo, a medida que los animales fueron desapareciendo de los campos, el cultivo de todas estas especies fue decayendo hasta casi desaparecer en nuestros días. •

Como ya mencionábamos con anterioridad para el caso del millo, de la planta del chocho también se aprovechaba todo: la rama cuando se segaba en seco era aprovechada como alimento para el ganado, como abono verde enterrándolo cuando se encontraba en floración, e incluso como leña. Respecto al grano, era utilizado como consumo humano o para los animales. En ambos casos, se precisaba de realizar la labor previa para quitarle el sabor amargo, que denominan como endulzado, consiste en guisar el grano con agua y sal y luego, durante varios días mantenerlo en agua, cambiándola varias veces por día. Sin embargo cuando el grano era destinado a alimento para los animales, el chocho era tostado y guardado. Esta práctica era semejante a la realizada en el agrosistema de Los Rodeos (Perdomo, 1998). La conservación de la semilla de los chochos se hacía en los pajares o en los cuartos más frescos y con mejor ventilación de la casa. El grano era guardado en botes hasta el año siguiente, pues no convenía guardarla más de un año al perder su poder germinativo rápidamente. 86

Siembra

En la mayor parte de los casos, y como era un cultivo asociado a otras especies, la plantación se realizaba dependiendo del cultivo que llevara asociado. Normalmente se sembraba en los meses de invierno, sobre todo enero y febrero, pudiendo adelantar la siembra para las arvejas a los meses de noviembre o diciembre, o retrasarse para el caso de los garbanzos a los meses de febrero o marzo, aprovechando la arrienda de las papas. La siembra no requería de labores previas salvo la eliminación de algún resto que pudiera quedar de cultivos anteriores. Ahora bien, se podía realizar a voleo, esparciendo la semilla por toda la parcela, o a golpes (garbanzos y arvejas) con una estaca, colocando tres o cuatro granos por golpe, y siempre junto al pie del millo, en el mismo surco, lo que dificultaba la labor de recolección de las papas. Las semillas eran conservadas de un año para otro por los propios agricultores. A diferencia de otras zonas como La Guancha (Afonso V., 2005) no se han recogido datos de siembra de garbanzos en huertas dedicadas exclusivamente a esta leguminosa. 87

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Los frutales

“Y veces iban los garbanzos también, se plantaban las papas, millo y garbanzos, en vez de judías ponían garbanzos. Que malo eran los garbanzos cuando íbamos a cavar las papas, cuando hacía calor el garbanzo suelta una agüita en las ramas y eso ardía los brazos”. Norberto Luis Perdigón. La Florida, 22/09/2010. •

Labores culturales

Al tratarse de un cultivo asociado o bien en rotación, no precisaba añadir ningún fertilizante pues ya tomaba los nutrientes aportados para el cultivo principal que lo precedía, podemos concluir que este grupo de leguminosas no requería de labores durante su ciclo salvo la eliminación manual de malas hierbas que pudieran afectar al crecimiento de la planta. •

Cultivares

A través de todas las entrevistas realizadas no se recogieron informaciones sobre la existencia de distintas “clases” de estas leguminosas, nos hablaban de las lentejas “de siempre” o garbanzos Blancos o simplemente de habas, sin ningún nombre vernacular en particular. En cuanto a las arvejas, solo se menciona una clase que ellos denominaban Menudita o Menuda, con el grano redondito y pequeño. Por último y referido a los chícharos los agricultores del Noreste del Valle de La Orotava, hablaban que eran los “de siempre”, sin distinción de variedades, no obstante hemos recogido algunas descripciones coincidiendo todas ellas con el color de piel, marrón o rojizo. •

Recolección

La recolección de las arvejas solía coincidir con la Semana Santa, es decir, en marzo o abril. Las plantas eran recogidas enteras, luego se separaba el grano tierno para consumo de las viviendas y la rama como forraje para los animales, al igual que el grano ya seco que servía como alimento para el ganado.



Aprovechamiento y conservación

Como ya adelantábamos en el apartado anterior, una vez obtenido el grano propiamente dicho se guardaba en botes de cristal en los pajares o bien en la habitación más fresca de la casa. Los granos se separaban, dejando una parte para semilla del siguiente año y otra para el Foto 14. Abriendo las vainas para recoger el grano. Foto: Samuel García. consumo de la casa pudiendo emplearse para componer en potajes o tostado. Muchas veces, los granos de garbanzos eran tostados y llevados al molino para hacer gofio mezclado con otros granos como el millo o el trigo. “(…) se sembraban, y después se cogía pa´ la comida de los animales, como siempre se criaban las bestias y las vacas y todo”. Elvira Pacheco Hernández. La Florida, 22/03/2009.

Los frutales En un agrosistema tan equilibrado como el que nos ocupa no podían faltar los frutales. Se trataba de especies muy valoradas por sus frutos que servían de complemento alimenticio de la dieta del campesinado, además de proporcionar una agradable sombra en momentos de trabajo e incluso como cerramiento, delimitando los terrenos de cultivo o bien como reservorio de la fauna útil. A todo ello hay que sumar una serie de beneficios a los suelos, mejorando la estructuración, sirviendo de anclaje en terrenos inestables, e incluso, como el caso del castañero, como hemos dicho, actuando como una auténtica “bomba” que extrae los nutrientes desde las capas más profundas.

Por otro lado, la recolección de las plantas de los garbanzos, lentejas, habas y chícharos se realizaba arrancando la planta cuando estaba seca y luego se llevaban a las casas, colocándolas en el suelo con una tela debajo y majándolas con un palo para desprender la vaina del grano. Tras majarlas, las ramas eran aprovechadas como alimento del ganado (chícharos y habas) y el grano se separaba una parte que se destinaba a semilla del siguiente año y el resto para consumo de la casa.

Los frutales en esta zona del Valle, como ya adelantábamos, no jugaron un papel primordial en el agrosistema pero tampoco pasaban inadvertidos. Todas las personas entrevistadas tenían frutales sembrados, nunca como cultivo principal, siempre sembrados alrededor de las huertas, en asociación con otras especies. Normalmente, en una misma propiedad era normal encontrar una mezcla de especies frutales, ya que su producción se destinaba al autoconsumo, salvo algún año en que la fruta fuera excesiva, que se vendía. Por todo ello, interesaba tener una representación variada en las huertas para tener no solo fruta lo más variada posible, sino también producción durante gran parte del año.

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LAS VOCES DEL CAMPO



Los frutales

Distribución geográfica



Enlazando lo comentado en el apartado de los pisos agrícolas, la franja Noreste de La Orotava se encontraba divida en dos grandes sectores, por un lado La Costa, destinada a los cultivos de exportación, y por otro lado, las zonas de medianías. Los frutales podían cultivarse en ambas zonas encontrándose mayor representación en las Medianías Bajas y Altas ya que en La Costa interesaba tener mayor terreno para el cultivo principal. Existieron algunos frutales característicos de ciertas zonas, como por ejemplo las tuneras, presentes en la zona de costa y las Medianías Bajas, no teniéndose referencias de su cultivo en zonas altas como Aguamansa y Colombo. Otro caso eran los manzaneros y perales presentes en las zonas de medianías y ausentes en La Costa, en ambos casos por los requerimientos climáticos diferentes de estas especies.

Especies y cultivares

Existían un gran número de especies sembradas, para aclarar la información veamos cada frutal de manera independiente. •

Ciruelos (Prunus domestica)



Se han recogido tres tipos de ciruelas, que se refleja en la siguiente tabla.

NOMBRE

En este apartado queremos destacar, por su importancia y gran número de ejemplares, las bolsas de castañeros presentes en Las Medianías del Valle, más concretamente en la parte baja de la ladera, en la zona de La Hondura, La Araña y Pinolere.

DESCRIPCIÓN

Japonesas

Ciruelas grandes, del tamaño de un puño y de color clarito, casi blanco. De gran producción.

Moradas

De color rojizo y grandes.

Del País

Con forma redondeada y pequeñas, de color amarillo.

Tabla 7. Variedades de ciruelo del agrosistema tradicional del Noreste del Valle de La Orotava.



Duraznos (Prunus pérsica)

Los duraznos no fue un frutal tan extendido como las ciruelas, pero se llegó a cultivar en muchas zonas del Valle. En cuanto a las variedades se han recogido tres clases distintas.

NOMBRE

DESCRIPCIÓN

Blanco

Carne de color blanca.

Amarillo

Piel amarilla y grande.

Mollado

De color amarillo y carne de color rosado. Muy buena para comer.

Foto 15. Árboles frutales asociados a otros cultivos, en este caso millo a chorro.

Tabla 8. Variedades de durazno del agrosistema tradicional del Noreste del Valle de La Orotava.

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LAS VOCES DEL CAMPO



Los frutales

Perales (Pyrus sp.)



De todos los frutales nombrados por los agricultores de la zona, el peral es la especie de la que se describen más variedades, llegando a un total de ocho “clases” de peras, veamos cada una de ellas.

NOMBRE

Manzaneros (Malus domestica)

Tras los perales, los manzaneros también recogen una gran cantidad de nombres vernaculares de variedades.

NOMBRE

DESCRIPCIÓN

DESCRIPCIÓN

Piernamonja

Con forma redondeada y una mancha roja característica en la piel.

Reineta o Raneta

Con forma aplastada, de color verde-amarillo. Muy apreciada por su calidad gustativa. Grandes.

Sanjuanera

De tamaño intermedio, de producción temprana (mayo). En maduro piel de color amarillo.

Pana

Similar en forma a la reineta pero con menor sabor.

Pajarita

Pequeña, con piel de color amarillo, medias coloradas.

Finas

Manzana de color rojo, pequeñas y con mucho olor, más común en las medianías altas.

Blanca

Engajosa

Morciña

Pera de tamaño medio y de producción temprana, con forma simétrica. Piel con manchas marrones. No muy buenas para comer. Se pelaba la piel con facilidad. Pequeñas pero muy buenas para comer. Pera temprana (mayo). Piel en madurez de color amarillo.

Calabazate

Pera grande y verde, de producción tardía (agosto) y con forma de calabaza y con un gollete en la punta.

Peras de Palo

Muy malas para comer, se solían consumir en potajes. Se recogían en diciembre. Muy duras.

Peras de Agua

Peras grandes, de color verde. Con mucho jugo en su pulpa. Cultivada en las cotas más altas del Valle.

Tabla 9. Variedades de peras del agrosistema tradicional del Noreste del Valle de La Orotava.

Tabla 10. Variedades de manzanas del agrosistema tradicional del Noreste del Valle de La Orotava.



Naranjeros (Citrus sinensis)

En cuanto a los naranjeros, se trata de una especie muy cosmopolita, la mayor parte de las propiedades tenían al menos algún ejemplar, recogiéndose al menos dos nombres vernaculares.

NOMBRE

DESCRIPCIÓN

Del País

Naranjas muy ácidas de sabor y con muchas pipas. De tamaño intermedio.

De Ombligo

Muy grandes, de buen sabor. Con una cicatriz en uno de sus extremos parecida a un ombligo.

Tabla 11. Variedades de naranjeros del agrosistema tradicional del Noreste del Valle de La Orotava.

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LAS VOCES DEL CAMPO



Los frutales

Otros frutales



Estuvieron también presentes otros frutales que hasta ahora no hemos mencionado y que los agrupamos en este apartado no por su menor importancia, sino porque se desconoce hasta el momento que se usaran distintos nombres vernaculares. Es el caso por ejemplo de las higueras (Ficus carica); limoneros (Citrus limon); nispereros (Eriobotrya japonica) del que algún agricultor nos mencionó la presencia de varias “clases” pero no recordaba los nombres de las mismas. También se cultivaban aguacateros (Persea americana); nogales (Juglans regia); morales (Morus nigra) muy apreciados por sus cualidades curativas, tuneras (Opuntia máxima) distinguiendo los higos Blancos y Colorados; y almendreros (Prunus dulcis.) de gran abundancia.

Labores durante el cultivo

Los árboles frutales no requerían de grandes atenciones. Normalmente no se abonaban salvo que un año el árbol no diera mucha fruta, entonces se le echaba guano para reforzarlo para el siguiente año, pero esta práctica se empleaba a modo de remedio cuando la floración no era abundante. Respecto a la poda, algunos agricultores nos contaban que nunca podaron los frutales, o bien nos decían que la poda la hacían para darle forma al árbol o cuando había una rama que molestara, haciendo por tanto poda de saneamiento y formación, generalmente en el mes de febrero. Quienes eran más “curiosos” buscaban la luna en menguante. “Todo eso se hacía [la poda], todos esos árboles se podaban como ahora. Lo que pasa que la gente no hacía mucho caso a ellos. Yo misma tenía cuatro cirueleros que el tronco era gordo, gordo y por arriba se cerraban que podías caminar sobre ellos”. María Dolores Machado. La Florida, 03/04/2010. “Fíjate tú la ignorancia de uno cuando eso, no se podaba un árbol, pegaba por crecer pa´ rriba y nosotros veíamos que los gajitos de abajo pegaban a cargar más y los de arriba echaban flor, pero no se guarecía, pero no nos daba por podar (…). Eso se dejaba solo como mato salvaje”. Eladio Trujillo González. La Florida, 10/04/2009. Al igual que otros cultivos no se regaban, manteniéndose solo con el agua de la lluvia. Aquellas familias que tenían acceso al agua, principalmente las de la zona de medianías bajas regaban los árboles, pero de manera aislada, dado que había otras prioridades en la utilización de este bien. Por último, destacar una práctica realizada solo en las higueras y recogida por uno de nuestros informantes, consistía en hacer unos cortes en el tronco de las higueras antes de la floración para que así fructificara mejor y diera mayor producción, práctica conocida en otros lugares de la Isla, como asustar al árbol.

Foto 16. Recogiendo higos con la tarasca. Foto: Samuel García.

Finalmente, destacar la presencia de los castañeros (Castanea sativa) con una gran variedad de castañas; y la chirimoya (Annona cherimola) también llamada nonero, de la cual hacen una clara diferenciación por sexos, siendo la planta femenina más productiva, pero más pequeña, mientras que el masculino producía menos, aunque el fruto era de mayor tamaño. 94

“Higueras si teníamos. Estaban en las huertas frondosas que daban miedo y entonces le dieron el remedio a mi padre porque se le morían los higos. Y le dijeron, tú llevas una podona y pegas a cortarle el tronco o al palo delante. Tú ves que eso echa la leche, y eso quema que da gusto. Y entonces se lo hicimos aflojó la higuera, se le aflojaron las ramas y entonces pegaba a cargar higos”. Eladio Trujillo González. La Florida, 10/04/2009. •

Recolección y aprovechamientos

La recolección de la fruta era muy similar en todas las especies. La mayor parte de los casos, la fruta se destinaba al autoconsumo a excepción de algún año que se 95

LAS VOCES DEL CAMPO

Los frutales

recogiera una cosecha abundante, entonces esta era vendida, a vecinos y familiares o bien en intercambio cuando subían las pescadoras del Puerto de la Cruz, cargando las cestas de pescados llamadas barcas. Habían ciertas especies de las que se aprovechaba algo más que la simple fruta fresca, dándole otros usos, es el caso por ejemplo de las llamadas peras de Palo que, debido a su mal gusto como fruta, era preparada en confituras o potajes. Otro caso similar son los morales, con cuyo fruto fermentado se elaboraba un vino, que servía como remedio medicinal para curar golpes. O las palas de las tuneras se recolectaban en época de escasez de pasto, para suministrarla para el ganado debiendo previamente eliminar todos los picos. “Sí, nosotros cogíamos [las moras] y hacíamos vino. Cuando alguien se daba un golpe, en el pecho o por dentro, tomaban eso, eso era un remedio buenísimo pa´ los golpes. Curaba los golpes”. Vicente Luis Hernández. Los Gómez, 20/03/2009. Viña (Vitis vinífera L.) •

En cuanto a La Orotava es necesario destacar una particularidad que la diferencia de otras zonas, nos referimos al sistema de conducción denominado cordón múltiple. Consiste en guiar a la viña horizontalmente a una altura de 50 cm. aproximadamente del suelo, trenzando las varas y formando un cordón. •

Cultivares

Existían las parras de uva Blanca y uva Negra, además distinguían otras variedades de uva: Pedro Jiménez (uva blanca), Tintilla, Negra del País, uva de los Novios (muy pequeñas), Negramoll, Moscatel, etc. •

Labores durante el cultivo

La primera de todas las tareas comenzaba en noviembre con el cavado de la viña, trabajo que hoy día no se realiza. Consistía en hacer una poceta alrededor del tronco para canalizar el agua de la lluvia, aquellos agricultores que se lo podían permitir añadían guano a cada pie. En muchas ocasiones se aprovechaba este mismo día para sembrar las leguminosas y hortalizas que iban asociadas tales como arvejas, coles, etc.

Distribución de cultivo

El cultivo de la viña en el Noreste del Valle de La Orotava ha estado presente y recogido en diversos libros y publicaciones desde hace siglos. Su introducción, al igual que en otras zonas de las islas, se produce tras la conquista, y es desde esa fecha hasta nuestros días un cultivo que ha perdurado al paso del tiempo por su buena producción en esta franja del Valle. Podemos encontrar la viña desde las cotas más bajas, en menor medida, hasta la zona de medianías bajas, encontrándose en cotas más altas solo de manera aislada. En la mayor parte de los casos, se cultivaba asociada con otras especies como las coles, las habas, arvejas, papas, etc. •

“Siembra” o plantación

“La viña ha estado de toda la vida, no se sembraba” nos decía Elvira Pacheco Hernández, es decir, el cultivo de la viña ha estado presente “desde siempre”. No se sembraba viña salvo que una parra muriera, en este caso, se cogían sarmientos de otras y se sembraban en el hueco que había dejado la parra muerta, aprovechando el mes de febrero o principios de marzo, coincidiendo con la poda para obtener los sarmientos y reponer las marras.

Foto 18. Amarrando la viña con badana. Fuente: Centro de Mayores de La Orotava.

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Otros cultivos

Luego en el mes de enero y febrero, preferiblemente cuando la luna estaba menguando se podaba la viña, siendo un trabajo realizado por hombres, mientras que las mujeres eran las encargadas de amarrar las varas podadas con badana (fibra vegetal extraída de la platanera) o bien con torviscas e incluso juncos (Scirpus holoschoenus). Una vez amarrada la viña por el mes de febrero o marzo se comenzaba a despampanar, despuntar y deshijar y por último remangar para luego vendimiar (septiembre u octubre). •

Recolección

La vendimia suponía todo un evento social, convertido en fiesta a lo largo de la jornada. Para poder recolectar la uva se contaba con la ayuda del vecindario y los familiares. Una vez cortada toda la uva se transportaba hasta los lagares, en los que los niños y niñas pisaban la uva guiados por los mayores. A la hora de vendimiar, en la mayor parte de los casos se mezclaba la uva blanca con la negra, haciendo un único vino. “Y cuando se vendimiaba la Blanca echarla con la Negra. Porque el mosto de la uva Blanca es más fuerte que el Negro y sí, todo el mundo por aquí tenían viña Blanca y viña Negra, veces que la Blanca era de buena calidad y cargaba mucho entonces era mucha uva Blanca. Sí porque la Negra salía con poco color”. Eladio Trujillo González. La Florida, 10/04/2009.

Otros cultivos En este apartado hemos pretendido representar a todos aquellos cultivos que por su escasa producción o repercusión en el agrosistema no tenían tanto peso. Muchos de ellos, solo fueron cultivados algunos años, como el tabaco, mientras que otros constituían un elemento puntual para extraer útiles o material de trabajo, por ejemplo los juncos. A continuación exponemos brevemente la información recabada a lo largo de este trabajo.



Siembra

Las semillas de los tomates procedían del mismo empaquetado al que se vendía luego la producción, de forma habitual el propio empaquetado las facilitaba a quienes querían sembrar. Primero se hacían los semilleros y cuando ya la planta tomaba un crecimiento determinado era trasplantada al terreno definitivo ya limpio de hierbas y restos de cultivos anteriores, sembrándolas en hileras. •

Labores de cultivo

El tomate precisaba de numerosas labores durante su ciclo, de ahí la expresión muchas veces repetida de “El tomate da más trabajo de lo que lo pagan…”. El primer trabajo era realizar los semilleros para luego trasplantarlo al terreno definitivo. Cuando ya las plantas tenían cierto tamaño se sachaban para reforzar el tronco y se entutoraban con horquetas o cañas, amarrando con badanas extraídas de la platanera, a la vez que se iba deshijando poco a poco. Cuando ya llegaban a una determinada altura, a la tercera caña, se despuntaba para favorecer el crecimiento y maduración de los frutos. “El tomate, la esencia del tomate es cogerlo, sacharlo y después de sacharlo se pone la madera, dejarle dos enganchadas a cada mata y después irlo deshijando todo, no dejarle los hijos”. Vicente Luis Hernández. Los Gómez, 20/03/2009. •

Tomate (Licopersicon esculentum)

Cultivares

Para los agricultores no existían distintas variedades de tomates haciendo tan solo diferencias entre ellos por la forma, tamaño y maduración.



El cultivo de esta hortaliza se extendía sobre todo en las Medianías Bajas, pues no se han recogido referencias en otras cotas superiores, como por ejemplo en Aguamansa. Pudiendo tener mayor presencia en La Costa, pero reiteramos, no se trataba de un cultivo principal.

Distribución geográfica

A diferencia de otras zonas de la Isla como el Sur, en el Noreste del Valle de La Orotava el cultivo del tomate no tuvo gran repercusión, si bien es cierto que fueron muchos los agricultores que lo sembraron. Su destino principal en épocas determinadas fue la exportación. 98



Recolección

La mayor parte del tomate recolectado iba destinado a la exportación. Existían varios recibidores en los que los propios agricultores trasladaban su producción. 99

LAS VOCES DEL CAMPO

Otros cultivos

Luego un camión recogía todos los tomates y los llevaba hasta el empaquetado situado en El Calvario.

con los cestos de tomates y los descogíamos y después los empaquetábamos allí (…).

Como ya hemos dicho, el tomate era un cultivo de exportación, por tanto la recolección debía realizarse antes de la maduración, cogiéndose los frutos en verde para que llegaran en buenas condiciones a los mercados de destino.

Se ponían por kilos porque teníamos la mesa y una al centro iban metiendo por una vitola todos los tamaños de tomates, los tamaños más grandes, más pequeños (…). Pa que no se estropearan le poníamos una rafia blanca y le poníamos una camada de eso y después poníamos los tomates en, como la servilleta esa blanca que tenemos pa´ poner la mesa, venía eso y lo enrollábamos en la servilleta esa (…)”. Elvira Pacheco Hernández. La Florida, 22/03/2009.

La primera selección se hacía en el recibidor, descartándose todo el tomate que estuviera en mal estado o con manchas de plagas y enfermedades. Ya en el empaquetado eran clasificados con una vitola por tamaños: G (grande), M (mediano), P (pequeño). Luego cada tomate era envuelto con un papel de seda, colocando finalmente los tomates en cajas de madera por capas. Cuando la caja estaba llena se tapaba con tablas de madera y tachas. El último paso era colocar el cuño en la caja indicando el peso y la categoría.



Tabaco (Nicotiana tabacum L.)



Distribución geográfica

El tabaco tan solo se sembraba en las Medianías Bajas, más concretamente hemos recogido algunas referencias en la zona de La Florida, Pino Alto y alguna parcela aislada en Pinolere. Su cultivo perduró pocos años, de los que muchos recuerdan haber obtenido una buena producción. Nunca iba asociado a otras especies pero sí en rotación, sobre todo con papas. •

Siembra

Usualmente la primera semilla la facilitaba algún vecino, luego cada uno guardaba la semilla para la siguiente campaña. Se sembrama en el mes de mayo y no requería de labores previas en el terreno, salvo la eliminación de restos de cosechas anteriores y de malas hierbas. Nunca se sembraba dos años seguidos en la misma huerta. •

Foto 17. Empaquetado de tomates. Fuente: Fedac.

“(…) Llegaron a poner un recibimiento de tomate hasta donde vivía madre en paz descanse (…). Y venían con un camión de D. Ricardo a llevarlos en unos tableros y los llevaban pa´ abajo. Ponían un recibidor en la Villa de Arriba, otro en Santa Úrsula (…). Íbamos nosotras hasta esos sitios a descoger los tomates y después los llevaban allí al Calvario pa´ empaquetarlos allí, la gente las iba a llevar allí el que tenía bestias, las llevaba en los cestos en las bestias al Calvario 100

Labores durante el cultivo

Nos comentaban que una labor fundamental era la de regar con frecuencia, cada diez días aproximadamente, pues del riego dependía la calidad de la cosecha. Otra labor que no debemos olvidar mencionar era el deshijado hasta la recolección de las hojas. Creemos que la gran demanda de agua que requería y la poca disponibilidad hizo que no fuera un cultivo muy extendido en la franja Noreste del Valle. •

Recolección

La recolección de las hojas de tabaco se realizaba por el mes de octubre. Se deshojaba la planta picando el resto en el terreno lo que servía de fertilizante 101

LAS VOCES DEL CAMPO

Otros cultivos

para el cultivo siguiente. Luego las hojas recolectadas se transportaban en “los cujes” (horquetas largas) hasta las viviendas donde eran enhebradas de dos en dos con un hilo y colgadas debajo de los árboles o bien en los secaderos previamente preparados. Los secaderos eran simplemente habitaciones con todos sus lados abiertos, es decir, sin paredes para que entrara el aire y secara las hojas y cubiertos por un techo para impedir que se mojaran.

Foto 19. Secadero de tabaco en La Orotava. Fuente: Susana Trujillo González.

Cuando las hojas estaban secas se colocaban en montones y eran guardadas en el cuarto más seco de la casa para que no se humedecieran, hasta que llegara el camión que las transportaba hacia el almacén donde se confeccionaban los puros y tabacos, en La Laguna.

“Después de cogido, deshojarlo ¡Ay mi madre, eso sí! Te dejaba peor que un encerado por la pelusa que te dejaba eso en la ropa. Y después enhebrarlo, se traía en cujes y luego enhebrarlo (…). Poníamos un palo pa´ arriba y otro pa´ aquí y después pegaban mis hermanas a enhebrarlo (…). Se deshojaban y después se enhebraban la hoja con un hilo (…). Se ponía una hoja pa´ un lado y otra pa´ otro. Después lo cogíamos uno por una punta y yo por otra, mi hermano por una punta y yo por otra y lo subíamos a un secadero que teníamos, por lo menos a cinco metros de altura (…). Después cuando estaba seco, lo cogíamos en manojos y después cuando estuviera marroncito pegábamos a apretarlo, lo apretábamos, lo poníamos en una tonga, donde no se moje, yo tenía un cuarto ahí. Que esté seco porque el tabaco no puede tener humedad, desde que tenga humedad se echa a perder. Y después lo teníamos allí pa´ cuando vinieran a comprarlo (…)”. Vicente Luis Hernández. Los Gómez, 20/03/2009. 102



Coles (Brassica oleracea L.)



Distribución geográfica

Las coles estuvieron presentes en Las Medianías de la franja Noreste del Valle, sobre todo en las zonas altas, siendo prácticamente inexistentes en La Costa. Se trataba de un cultivo asociado a otras especies, sobre todo papas y viña, cultivándose en los bordes de las huertas. •

Siembra

La semilla de las coles se guardaba de un año para otro, extrayéndola de las cápsulas que emitía la planta. La siembra de col se realizaba a final de diciembre o principio de enero. Para ello se debían hacer los semilleros en una huerta y luego se trasplantaban al terreno definitivo, que denominaban “testada” (un camellón que servía de guía para sembrar las coles). Siempre se sembraban en los bordes de las huertas o en las “madres” cuando la huerta estaba sembrada de papas. “(…) Y después sembrábamos coles que le decían la testada, que era la orilla toda de la viña, y eso era todo de coles y después la que se gastaba se gastaba y la demás p´al animal (…). La testada le decíamos nosotros la testada, cavábamos la viña y después dejábamos la testada. La testada había que dejarla derechita”. Vicente Luis Hernández. Los Gómez, 20/03/2009. •

Cultivares

Para los agricultores de esta zona, existían dos clases de coles, la col Cerrada, destinada para el consumo de la casa, y la col de Hojarasca, para alimento del ganado. •

Labores durante el cultivo

No se describen labores específicas para las coles. Al estar asociado a otras especies, las labores que se realizaban para las papas o la viña, como el abonado o laboreo de la tierra que también servían para las coles. •

Recolección

Las coles espigaban en noviembre o diciembre y la recolección se hacía en agosto, las hojas eran troceadas y servían de alimento para el ganado, mientras que las coles 103

LAS VOCES DEL CAMPO

Otros cultivos

cerradas eran consumidas en potajes. Algunos agricultores de la zona, nos cuentan que algunos años llegaron a recolectar lo pimpollos para venderlos en La Laguna. •

Juncos (Scirpus holoschoenus L.) Distribución geográfica

La presencia del junco se produjo sobre todo en la zona de medianías bajas de la franja Noreste, estando presente también en las zonas altas como Aguamansa o Barroso. Pero debemos destacar la presencia de este cultivo en la zona de La Florida, Pino Alto y las cotas bajas de Pinolere, siendo necesario remitir al lector que quiera profundizar sobre este producto a los estudios de su cultivo publicados, que abordan en profundidad el proceso de preparación y obtención de esta fibra (Perera, L., 1989; Cubas y Perdomo, 2002). “Eso se daba en los bordes de la finca, lo segábamos en el verano, se segaba. Después hacíamos los nudos y lo majábamos a mano”. Vicente Luis Hernández. Los Gómez, 20/03/2009. •

Siembra

Los juncos han existido desde hace décadas, nuestros informantes los recuerdan desde siempre. Solían cultivarse asociados a otras especies como las papas o la viña. Los podíamos encontrar en las huertas, pero siempre en zonas húmedas, debajo de las paredes. No solía sembrarse todos los años, la junquera perduraba en el mismo lugar cada año, lo que se hacía era segar toda la planta con una podona a matarrasa para que brotara al año siguiente. •

Labores durante el cultivo

La labor de majado requería de un proceso específico, para ello se buscaba un día caluroso de julio o agosto. El primer paso era hacer los manojos, separando los juncos por tamaños: pequeño, medianos y grandes. Los más pequeños que no iban a ser majados eran aprovechados como alimento para el ganado. Cuando el manojo estuviera separado se ataba con otro junco, quedando listo para el majado. Esta labor era desempeñada principalmente por hombres, con una maza de madera, de castaño, barbusano, naranjo o peral (Perera L., 1989) y una piedra de barranco. El junco era golpeado con la maza con gran fuerza y precisión. Una vez majado todo se procedía al secado, colocando las manadas de junco en un lugar seco donde no se mojaran, Foto 20. Vicente Luis Hernández majando juncos. cuando ya estaban secas podían ser Fuente: Evocaciones Florideras. utilizadas sobre todo para amarrar la viña o bien para confeccionar cestos. Algunos llegaron incluso a vender juncos a otras zonas del Valle.

Batatas (Ipomoea batatas (L.) Lam.)



Distribución geográfica

La junquera no requería de cuidados durante su ciclo, no se regaba, tan solo se beneficiaba del agua de la lluvia y tampoco se abonaba.

El cultivo de la batata podía encontrarse tanto en la zona de medianías bajas como en las altas de la franja Noreste. Generalmente no solían cultivarse en asociación con otros cultivos sino en rotación con las papas.





Recolección

Siembra

Como ya adelantábamos en el apartado anterior, la primera labor consistía en segar la junquera, se cuidaba que coincidiera con la luna menguante. Una vez segada, se trasladaban los juncos hasta las casas o azoteas para ser majado en los días siguientes, teniendo cuidado de que no se mojaran para no perder la calidad de la fibra.

Solía sembrarse la rama de batata que procedía de cultivos anteriores y siempre en terreno limpio, sin tener otras especies compartiendo la misma parcela. La distancia de plantación era de poco más de un pie (más distancia que las papas), se enterraba la rama de la batata enroscada formando un círculo. La época de siembra solía ser en torno al mes de febrero.

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LAS VOCES DEL CAMPO



Plantas medicinales / Hagamos algunos números

Cultivares

Se han recogido tres “clases” de batatas diferentes que recogemos en el siguiente cuadro. NOMBRE

DESCRIPCIÓN

Roja

Piel de color roja, de tamaño medio, pero muy apreciada por su buen sabor.

Boniato Blanco

Piel de color claro y de tamaño intermedio.

Pata Gallina

Piel de color clara, parecida a la blanca, pero crecía mucho más. Era la de mayor producción.

Tabla 12. Variedades de batatas del agrosistema tradicional del Noreste del Valle de La Orotava.



Labores durante el cultivo

Las batatas no requerían de grandes cuidados durante su ciclo de cultivo, tan solo se abonaban en el momento de la siembra y se regaban. Luego, a los pocos meses de sembradas, se sachaban. •

Recolección

La recolección consistía en desenterrar el tubérculo, era una labor realizada por los hombres principalmente ya que requería de un gran esfuerzo físico. Normalmente se solían recoger a los ocho ó nueve meses de su siembra, pero dependía de la variedad, la Roja se recolectaba antes, mientras que la Pata Gallina podía estar hasta nueve meses en el terreno. •

Plagas y enfermedades

No se han recogido testimonios sobre la presencia de plagas y enfermedades en las batatas.

que desempeñaron en el agrosistema, colaborando al mantenimiento de la buena salud de los campesinos. Seguro que todos al recordar a nuestros abuelos y abuelas nos viene a la mente los patios llenos de plantas medicinales que servían para curar todos los males. Las plantas medicinales, y muchas aromáticas como orégano (Origanum vulgare), perejil (Pretoselinum crispum), tomillo (Thymus vulgaris) o romero (Rosmarinus officinalis), eran cultivadas en macetas, latas o en cualquier recipiente que pudiera destinarse a este uso. Ya sean en contenedores o en los jardines de las casas lo importante era que estuvieran a mano en caso de necesidad; otro buen número de ellas crecían silvestres en los campos, linderos y montes y formaban parte también del botiquín de cualquier casa. Podemos enumerar un gran número de ellas: hierba luisa (Aloysia triphylla), toronjil (Melissa officinalis), tomillo (Thymus vulgaris), rompepiedras (Lepidium latifolium), salvia (Salvia officinalis), llantén (Plantago lanceolata), sábila (Aloe barbadensis), etc. Cada una de ellas destinadas a curar diferentes males o dolencias. Hablar de sus propiedades es un mundo apasionante que requiere otra investigación, la Etnofarmacología canaria ya se ha aproximado a la misma, desde el trabajo del tempranamente malogrado José Jaén Otero (1984), hasta la tesis doctoral de Arnoldo Álvarez Escobar (2011), aún así es mucha la información que queda por recoger.

Hagamos algunos números Hasta aquí hemos intentado desentrañar las principales claves del funcionamiento de este agrosistema. Esperamos haber logrado dibujar, aunque sea a grandes rasgos, una imagen de cómo era La Orotava a mediados del siglo XX, este era nuestro objetivo principal. Ahora queremos aplicar una serie de índices que nos permitan comparar el uso de las variedades tradicionales este espacio con otros, unas especies y variedades con otras, o analizar las variaciones en el tiempo, cuando dispongamos de varios estudios de un mismo territorio en diversas fechas. Ya indicábamos en el apartado metodológico que renunciábamos a incluir las fórmulas para el cálculo y remitíamos al lector interesado a la publicación del año 2013 aparecida en la revista Agroecología (Perdomo, 2013), sin embargo, queremos reflejar sucintamente que miden o valoran estos índices que hemos empleado:

No podemos dar por concluido este estudio, sin nombrar las plantas medicinales cultivadas en todos los patios y azoteas de las casas, por la gran cantidad de funciones

El Índice de Frecuencia de Cita de un Cultivar viene a indicarnos cuál es el cultivar más recordado por los informantes. No entra en valoración alguna de su importancia. Varía entre 0 y 1, siendo el valor cero el obtenido por los cultivares ausentes del agrosistema, y 1 el cultivar que recordarían todas las personas que han participado en la investigación. Podemos separar la tabla especie por especie, lo cual

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Plantas medicinales

LAS VOCES DEL CAMPO

Índice de Frecuencia de Cita de Cultivar (IFCC)

nos da una visión intraespecífica que resulta también esclarecedora. Si usamos el mismo procedimiento en vez de con las variedades con las especies presentes en el agrosistema obtenemos el Índice de Frecuencia de Cita de una Especie. El Índice de Importancia por Especie, nos permite matizar el hecho de que aunque una especie pueda ser muy citada no sea la más importante en el agrosistema, puede ocurrir que simplemente está muy presente en la mente de las personas, por cualquier razón, aunque en realidad tenga un menor peso en el conjunto. Introduce en su cálculo el número de cultivares de cada especie, y por tanto matiza los resultados obtenidos por el anterior índice. Por último, el Índice de Uso de Nombres Vernaculares nos compara los nombres vernaculares utilizados en nuestra zona de estudio, con los empleados en una comarca más amplia, en nuestro caso la isla de Tenerife. Los resultados vendrían a ser un porcentaje, reflejando simplemente en qué medida se usan los nombres de cultivares de determinada especie, respecto a los conocidos para la totalidad de Tenerife. Obviamente para aplicar este índice es necesario contar con un inventario completo con quien comparar, cuestión que no siempre es posible. En nuestro caso empleamos la base de datos del Centro de Conservación de la Biodiversidad Agrícola de Tenerife (CCBAT), que dispone de esta información accesible en su página web. Como ya dijimos, no caigamos en la “tentación ingenieril” de darle más valor a los datos numéricos del que realmente tienen, los agrosistemas son creaciones humanas, y como con tantas cuestiones donde el ser humano es el protagonista, el querer simplificar y analizar con una fórmula es una tentación, pero también una entelequia. La percepción cualitativa del funcionamiento de estos espacios agrarios en el pasado es más valiosa que los datos cuantitativos, ya lo indica Mesa-Jiménez (1996), la Etnoagronomía, en su caso la Etnobotánica, debe ser una disciplina más de síntesis que de análisis.

Índice de Frecuencia de Cita de Cultivar (IFCC) Cuando hemos aplicado este índice a nuestro espacio de análisis, nos hemos encontrado con que los valores obtenidos son los recogidos en la siguiente tabla:

CULTIVAR

IFCC

CULTIVAR

IFCC

CULTIVAR

Viña Listán Negro

0.875

Papa El Clavo

0.25

Trigo del País

0.125

Papa Bonita

0.75

Millo Rojo

0.25

Viña Tintilla

0.125

Papa Rosada de Baga

0.75

Judías Rojas

0.25

Viña Negramoll

0.125

Papa Bonita Negra

0.75

Trigo Negro

0.25

Viña de los Novios

0.125

Judía Parda del País

0.75

Trigo Marroquí

0.25

Viña del País

0.125

Col de Hojarasca

0.75

Trigo Pelón

0.25

Viña Moscatel

0.125

Viña Listán Blanco

0.75

Viña Pedro Jiménez

0.25

Habichuela Comemetodo

0.125

Ciruela Japonesa

0.75

Durazno Blanco

0.25

Ciruelos Morados

0.125

Papa Quinegua

0.625

Pera Sanjuanera

0.25

Ciruelas Cagonas

0.125

Papa Blanca Redonda

0.625

Pera Piernamonja

0.25

Durazno Amarillo

0.125

Papa Moruna

0.5

Pera Calabazate

0.25

Durazno Mollado

0.125

Judías de Manteca

0.5

Pera Blanca

0.25

Peras de Palo

0.125

Manzana Reineta

0.5

Pera Morciña

0.25

Peras de Agua

0.125

Papa Rosada

0.375

Papa Torrenta

0.125

Manzanas Rojas

0.125

Papa Autodate

0.375

Papa Roster

0.125

Manzanas Panas

0.125

Papa Peluca

0.375

Papa Azucena

0.125

Manzanas Finas

0.125

Platanera Canaria

0.375

Millo Amarillo

0.125

Cebollas Rojas

0.125

Ciruela del País

0.375

Millo Blanco

0.125

Cebollas Blancas

0.125

Pera Engajosa

0.375

Millo Dienteperro

0.125

Batata Roja

0.125

Manzana Pajarita

0.375

Millo Trompacochino

0.125

Boniato Blanco

0.125

Papa Ojo Perdiz

0.25

Col Cerrada

0.125

Batata Pata de Gallina

0.125

Tabla 13. Índice de Frecuencia de Cita de Cultivar.

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IFCC

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LAS VOCES DEL CAMPO

Índice de Frecuencia de Cita de una Especie (IFCE)

Como no podía ser de otro modo los cuatro primeros lugares los ocupan la viña y las papas. Dentro de las viñas destaca la viña Listán Negro, y dentro de las papas, la variedad Bonita. Los resultados son bastante concordantes con la apreciación que podemos tener, sin lugar a dudas se trata de dos especies, viña y papa, muy importantes en el agrosistema tradicional, en este y casi en cualquier agrosistema canario. Listán Negro es la variedad más preponderante, incluso hoy en día, en todo el Norte de Tenerife. No es citada por todos los informantes, ya que no alcanza el valor 1, pero es la más presente en la memoria de los mismos.

Índice de Frecuencia de Cita de una Especie (IFCE) Al aplicar este índice (Tabla 14) obtenemos una visión más matizada respecto al anterior. Como podemos ver, la viña deja de ocupar un lugar tan destacado, mientras que las papas siguen guardando un lugar de honor. Por el contrario ascienden de ESPECIE

IFCE

ESPECIE

IFCE

Papas

1

Avena

0,25

Trigo

1

Arvejas

0,25

Ciruelos

1

Habichuelas

0,25

Millo

1

Tomates

0,25

Col

0,875

Bubangos

0,25

Viña

0,875

Nogal

0,25

Platanera

0,75

Habas

0,25

Respecto a la papa Bonita, debemos decir que sin lugar a dudas el Valle de La Orotava es el “reino” de esta exquisita variedad local. Los resultados confirman los obtenidos por otros investigadores en la vertiente Oeste del Valle (Quintero, 2012) donde también se aplicaron estos índices.

Judías

0,75

Batatas

0,25

Manzaneros

0,75

Chícharos

0,25

Chochos

0,625

Almendros

0,125

Siendo las Bonitas las papas más destacadas, ocupa también un lugar importante Rosada de Baga (probablemente se trate de la que es llamada en otras comarcas como Colorada de Baga). Es decir, que en el Este del Valle las tres variedades más recordadas por las personas entrevistadas son Papas Antiguas, colocándose por encima de la primera variedad de “papa Blanca” que aparece, la Quinegua, que siendo una papa europea ha sido tan integrada en nuestro conocimiento vernáculo como para haberle modificado el nombre desde el original King Edward. Esto nos da idea de la importancia de las Papas Antiguas en el agrosistema tradicional, cuando la obtención de la propia “semilla” era una necesidad imperiosa por la falta de dinero para adquirir semilla importada.

Castañeros

0,625

Nectarinas

0,125

Perales

0,625

Verza

0,125

Garbanzos

0,5

Cebollas

0,125

Cebada

0,5

Calabaza

0,125

Tabaco

0,5

Zanahoria

0,125

Centeno

0,375

Chirimoya

0,125

Acabemos este resumido análisis de resultados dirigiendo nuestra atención a una fruta, la pera, que por el número de variedades recordadas (ocho) merece ser destacada. La más recordada es la pera Engajosa, aunque no se sitúa a mucha distancia del resto de cultivares, donde aparecen algunas de nombres sonoros, ya recogidos por Viera y Clavijo, como Piernamonja o Calabazate. Quizás el carácter que refleja el nombre de la variedad, como difícil de tragar, sea la causa de que aún permanezca muy viva en la memoria de los informantes, probablemente no se trataba de una pera consumida como fruta fresca sino en potajes o en conserva.

Duraznos

0,375

Rábano

0,125

Nísperos

0,375

Guayabos

0,125

Moral

0,375

Guindas

0,125

Limonero

0,375

Lentejas

0,125

Higueras

0,375

Juncos

0,125

Junto a la Listán Negro, y de manera destacada, aparece también la otra Listán, la Blanca. Sin duda estas dos variedades son las más comunes en toda la Isla y el resultado viene a confirmar la impresión general que tiene cualquiera que conozca el viñedo en Tenerife. Este mismo resultado es el obtenido por Lorena Quintero (2012), para el municipio de Los Realejos. A mucha distancia de estas aparecen otras viñas, algunas de nombres tan sonoros como: De los Novios. Llama la atención que otro cultivar relativamente común en la Isla, la Negramoll, tenga igual índice que estas variedades “menores”.

110

Tabla 14. Índice de Frecuencia de Citas por Especie.

111

LAS VOCES DEL CAMPO

Índice de Importancia por Especie (IIE)

lugar dos cereales, el trigo y el millo, directamente relacionados con el alimento básico de esas décadas, el gofio. Se coloca además en un lugar destacado la ciruela, por encima de la platanera, lo que nos da idea del carácter más cosmopolita de esta fruta, frente a la platanera que se circunscribía a la franja de costa.

ESPECIE

IIE

ESPECIE

IIE

Papas

6

Batatas

0,375

Viña

2,5

Higueras

0,375

Perales

1,875

Pencas

0,375

Judías

1,5

Arvejas

0,25

Cirueleros

1,375

Avena

0,25

Manzaneros

1,25

Chícharos

0,25

Trigo

0,875

Tomate

0,25

Col

0,875

Bubangos

0,25

Millo

0,75

Naranjas

0,25

Castañeros

0,675

Cebollas

0,25

Chochos

0,675

Nogal

0,25

Cebada

0,5

Nectarinas

0,125

Garbanzos

0,5

Verza

0,125

Tabaco

0,5

Calabaza

0,125

Habas

0,5

Zanahorias

0,125

Índice de Importancia por Especie (IIE)

Duraznos

0,5

Chirimoya

0,125

Papas y viñas, esta pareja de cultivos es la que ocupa los lugares preponderantes cuando matizamos los datos anteriores introduciendo otras variables.

Platanera

0,375

Guayabos

0,125

Centeno

0,375

Juncos

0,125

Nisperero

0,375

Lentejas

0,125

Moral

0,375

Guindas

0,125

Limonero

0,375

Rábanos

0,125

Si separamos las especies de la tabla a partir del valor 0,5, que nos sitúa el punto medio, observamos que frente a especies de presencia anecdótica, como la chirimoya o las zanahorias, en las especies recordadas por más de la mitad de los informantes, se agrupan los principales cultivos de la comarca. Por grandes grupos observamos que dentro de las leguminosas la más citada es la judía, y dentro de las hortalizas de hoja la col. Lo cual concuerda con la idea que tenemos de la alimentación base de la población en la primera mitad del siglo XX. El conjunto de papas, gofio, junto a las judías y col en potajes, acompañado por vino, es lo que en terminología popular hemos conocido por el “conduto”, y que el geógrafo Antonio Álvarez describía acertadamente en el año 1976 para la comarca de Daute: “(…) Esta (leche en el desayuno, potaje del día anterior en el almuerzo, papas, pescado salado y gofio para yantar, papas frías a media tarde y potaje –papas col, judías [subrayado nuestro] y grasa animal– con gofio y carne de cerdo en la cena) constituye el objetivo final del campesino; a ella se añade vino [subrayado nuestro], indispensable en todas las comidas”.

Ciertamente papas y viña han sido una pareja destacada en las medianías del Norte de Tenerife, a nadie puede extrañar su posición en esta tabla. Comparten territorio y muchas veces hasta la misma parcela de cultivo. Si la viña se incorpora al elenco de productos canarios desde la llegada de los europeos, la papa lo hace con verdaderos bríos tras su llegada desde América. Sorpresa inicial puede causar el observar cómo las judías y los perales aparecen ahora en puestos destacados. Perales, cirueleros y manzaneros, una trilogía de fruta propia también de las medianías. Judías, la leguminosa por excelencia con vocación de alimentación humana. Muy productiva y adaptada a las asociaciones que ya hemos ido desgranando a lo largo de este trabajo.

Tabla 15. Índice de Importancia de Especie.

Podríamos aventurarnos a decir que son las especies de Las Medianías las más importantes para nuestros informantes, no las de La Costa, la de los cultivos de

exportación. El agrosistema tradicional toma su versión más nítida en las cotas medias y altas. La Costa permite el acceso a trabajos remunerados, pero su inserción en el agrosistema tradicional no deja de ser forzada. La platanera convive con papas y con millo, como hemos visto, en la medida que los agricultores y agricultoras han buscado el máximo rendimiento de la tierra, pero su importancia en la memoria de los informantes es limitada.

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Índice de Uso de Nombres Vernaculares (IUNV) / A modo de conclusión

Índice de Uso de Nombres Vernaculares (IUNV) Cuando comparamos mediante este índice el número de nombres de variedades usados en la comarca frente a los usados en la Isla (Tabla 16), vemos que los valores son máximos cuando se trata de especies con escaso uso de nombres vernaculares a nivel insular, esto sucede con las coles de las que solo existen 4 nombres diferentes. Semejante aspecto podemos aplicar al millo puesto que no son muchos los nombres vernaculares utilizados. Es decir, el obtener valores muy altos no implica que haya una gran riqueza en la comarca, sino que los nombres usados para estas especies apenas diferencian las variedades. ESPECIE

IUNV

Col

50

Millo

27,77

Papas

25,92

Viña

24,24

Ciruelos

22,22

Cebollas

14,28

Duraznos

12,5

Manzaneros

11,62

Perales

10,81

Judías

9,37

Trigo

9,3

Lentejas

4,05 Tabla 16. Índice de nombres vernaculares para la Isla de Tenerife.

Podríamos destacar, en el caso de la frutas, que aunque la manzana es una de las frutas más presentes en el agrosistema, el uso de nombres vernaculares en esta comarca no alcanza más que el 10 por ciento del total insular, lo que nos lleva a pensar que aunque muy importante en las Medianías Altas del Valle, la manzana está “dominada” por relativamente pocas variedades, entre las que destaca la Pajarita y la Reineta.

A modo de conclusión Tras varios meses de trabajo y de investigación, hemos podido comprobar la importancia del uso de las fuentes orales como método de obtención de información certera y eficaz. Acentuando su importancia en el grave riesgo que puede suponer la pérdida de todo este saber que solo se encuentra almacenado en la memoria de nuestros mayores y que día tras día corre el riesgo de desaparecer. Este estudio es una breve aproximación a lo que fue un agrosistema de subsistencia y exportación, basado en una reutilización de materiales, un aprovechamiento vertical y múltiple del sistema, fruto de numerosos años de trabajo y dedicación de todos esos agricultores y agricultoras, manteniendo ese legado cultural, la biodiversidad y el paisaje que define a Canarias. Todos los resultados que presentamos en este estudio son el fruto de numerosos encuentros de sabiduría compartida, sin embargo a día de hoy queda mucho camino que recorrer y muchas memorias que sondear antes de que la pérdida sea irreparable. Muchos son los territorios pendientes de estudiar y muchas las investigaciones que desarrollar, no solo desentrañar el funcionamiento de los diversos agrosistemas locales, sino también encontrar las claves agroecológicas en las que se sustentan, conocer el uso de la biodiversidad silvestre y cultivada; y desvelar las estrategias que ponen en práctica para mantener la sustentabilidad del agrosistema con un mínimo, o nulo, aporte de energía procedente de fuera del mismo, tarea esta última, que cada vez se hace más acuciante. Por todo ello, no queremos concluir con un punto y final, sino con un punto y coma, para dejar la puerta abierta a nuevas líneas de investigación, que nos aporten más información sobre la agricultura tradicional, no solo en La Orotava, sino también en las Islas en general.

No sucede lo mismo con las papas o la viña, especies para las cuales la cantidad de nombres existentes en la Isla es muy alta: 54 nombres en el caso de la papa y 48 nombres para la viña. Prueba de la riqueza de la biodiversidad cultivada en el Valle es que para estas especies, podemos encontrar la cuarta parte de los nombres utilizados en la Isla. 114

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