Las voces de la locura. María Elisa Mitre. Emecé. Buenos Aires. 1998.

Las voces de la locura. María Elisa Mitre. Emecé. Buenos Aires, 1998, 200 páginas, Reseña por Patricio Olivos Aragón. Todavía más que la muerte causa horror la locura, y debe por tanto ser negada. Negar su presencia en los espacios públicos, excluyendo, a veces recluyendo, a quienes la manifiestan. Negar, cuando aparece, su ominosa presencia en la familia, mientras se pueda, por el temor de ser como familia también excluídos. También para los especialistas en este tema la enfermedad mental grave se presenta como algo incomprensible e inabordable; y así la consideró el propio Freud. Sin embargo la psiquiatría y el psicoanálisis han persistido en sus intentos de alcanzar una comprensión que permita un tratamiento no sólo farmacológico, sino también psicoterapéutico. Los esfuerzos de Eugen Bleuler, M. Klein, Searles, Bion, Winnicott, Frances Tustin, André Green y muchos otros, a través de un trabajo arduo y dedicado con estos pacientes, han permitido ir avanzando en esta comprensión. En esta línea María Elisa Mitre, psicóloga y psicoanalista que durante años formó parte del equipo de profesionales de la clínica psiquiátrica de orientación psicoanalítica dirigida por el doctor Jorge García Badaracco, en Buenos Aires, ha publicado recientemente "Las voces de la locura", libro escrito no sólo para especialistas, sino con la intención de llegar también al lector no especializado, y al que teme o sufre en sí mismo o en un familiar este padecimiento. Para ello recurre a su propia experiencia como terapeuta de pacientes cuyas historias presenta en forma vívida, consiguiendo que el lector participe vivencialmente en la experiencia de ayudar a estos pacientes, rescatándolos en muchos casos de las voces de la locura instaladas en su aparato psíquico, producto de identificaciones patógenas con su familia interna, y que impedían que su propia voz pudiera ser expresada y escuchada. María Elisa los acompaña privilegiando inicialmente lo no verbal sobre lo verbal, muchas veces dejando de lado el encuadre analítico y las interpretaciones, hasta lograr que vuelvan a confiar lo suficiente como para que su verdadero ser, agazapado, silencioso, asome timidamente su cabeza con la esperanza de ser aceptado y rescatado. Se llega entonces a un instante crucial, en que el paciente quizá se atreva a ir abandonando sus identificaciones enloquecedoras, y los delirios y los personajes que ha creado en su defensa. El vacío entonces es inmenso, y la verdad del paciente atruena como algo insoportable para su familia y para quienes

lo han tratado inadecuadamente, y es muchas veces el momento en que lo retiran o cambian de tratamiento. Pero si esa verdad se tolera, y el paciente es escuchado, puede llegar a sentir que es un ser real y válido, y reiniciar su desarrollo, como podemos ver a través de este valioso libro.