Las tierras reales del inca como economía noble: viviendas y obras de Cheqoq (Maras, Cuzco).

August 23, 2017 | Autor: Kylie Quave | Categoría: Andes, Pre-Columbian, Inca, Andes, Peru, South America, Archaeology, Anthropology
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LAS TIERRAS REALES DEL INCA COMO ECONOMÍA NOBLE: VIVIENDAS Y OBRAS DE CHEQOQ (MARAS, CUZCO)

LAS TIERRAS REALES DEL INCA COMO ECONOMÍA NOBLE: VIVIENDAS Y OBRAS DE CHEQOQ (MARAS, CUZCO) Kylie E. Quave**, René Pilco Vargas††, y Stephanie Pierce Terry‡‡ Resumen Las investigaciones arqueológicas en la área nuclear del imperio inca han revelado mucho sobre la organización económica que permitió el desarrollo imperial hasta las provincias lejanas a partir del siglo XV. Hemos avanzado mucho en el conocimiento de la vida inca a través de las crónicas españoles y las excavaciones y restauraciones de sitios monumentales. Sin embargo, tenemos pocos datos sobre las vidas de la gente común y sobre los migrantes que fueron re-asentados en la región del Cuzco. Estudios recientes han hecho posible un estudio de las yanakuna que vivían en las áreas rurales del Cuzco. Este capítulo nos alcanza un resumen de su vida cuotidiana, sus actividades de producción y su acceso a productos suntuarios para entender el papel que jugaba esa gente en la economía del Cuzco y las tierras reales de la nobleza. Este caso se trata de la panaqa de Wayna Qhapaq y un sitio satelital en Maras llamado Cheqoq. El sitio fue asociado con el complejo del palacio, andenes de maíz y otros recursos perteneciendo a su panaqa. Pretendemos entender la organización económica al nivel del sitio para poder estudiar la organización regional y estatal en el futuro. A través de ese conocimiento también podemos enfrentar la cuestión de las implicaciones sociales y políticas en las tierras reales del Cuzco. Introducción El imperio inca desarrolló una economía estatal en paralelo con una economía noble en su área nuclear del Cuzco. Este elemento de la vida cuzqueña ha sido sujeto de la investigación de palacios en especial, particularmente Machu Picchu, Chinchero, Pisaq y otros. Sin embargo, la investigación arqueológica todavía no ha llegado a las partes periféricas de las tierras reales de los incas. Para apoyar a sus recursos, terrenos y esfuerzos de la panaqa (el ayllu real o la familia del sapa inca), la nobleza inca asentaba grupos de obreros y sus administradores en sitios fuera del complejo del palacio. Estas poblaciones de mitmaqkuna, incluyendo yanakuna (obreros permanentes llevados desde las provincias) y kamayuqkuna (especialistas en ciertos tipos de producción como la cerámica), contribuyeron a la riqueza de sus patrocinadores reales y recibieron un alto estatus por sus vínculos a la clase alta (Rowe 1982). En el valle de Yucay, incluyendo la Pampa de Maras, la etnohistoria es una base desde donde se puede reconstruir el carácter de los asentamientos fuera del palacio del Inca Wayna Qhapaq. Son asentamientos que apoyaban a la panaqa económicamente a través de sus obras. Pretendemos reconstruir la vida doméstica de esa gente – las yanakuna del Wayna Qhapaq quienes cuidaban a sus depósitos y producían sus vasijas finas. En reconstruir la vida doméstica también podemos investigar la conexión entre la economía del sitio, la economía de las tierras reales y la economía de la área nuclear del Tawantinsuyu en la región de Cuzco. Este capítulo presenta un resumen de las excavaciones de un centro de almacenaje, pastoreo y producción alfarera llamado Cheqoq, ubicado en Maras, Cuzco, en el valle de Yucay. **

Beloit College, Wisconsin, EEUU Cuzco, Peru ‡‡ Lima, Peru ††

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INVESTIGACIONES EN LOS ANDES SUD-CENTRALES

La región de Cuzco es especialmente apropiada para este tipo de investigación debido a las últimas décadas de trabajos etnohistóricos y arqueológicos. En tiempos recientes los investigadores han juntado mucha documentación archivística que describe el carácter de las tierras reales y sus habitantes (Covey y Amado 2008, Covey e Elson 2007, Rostworowski 1990, Rowe 1997, Villanueva 1970). A la misma vez las prospecciones sistemáticas han llegado a incluir toda la historia de patrones de asentamientos incas y pre-incas en la macro-región de Cuzco (Bauer 1992, 2008; Bauer y Covey 2002; Covey 2006; Covey y Yépez 2004; Covey et al. 2008; Kosiba 2010). Las prospecciones sistemáticas e intensivas han incluido una área de más de 2500 km2 y han identificado al menos 1700 sitios incas. Otra parte clave de la base de datos son las excavaciones de los palacios de las tierras reales (ej., Alcina 1970; Alcina Franch et al. 1976; Condori 2004; Farrington y Zapata 2003; Valencia Z. 1982, 2004; Valencia y Gibaja 1992). Proyectos de investigación y restauración de complejos de depósitos asociados con las tierras reales también demuestran el papel económico que jugaban sitios como Cheqoq y son importantes para contextualizar nuestra investigación (ej., Guevara 2003, 2004; Menacho 2009; Qhawana 2010; Soto 2002; Valencia S. 2004). Excavamos en el sitio de Cheqoq, ubicado en el distrito moderno de Maras (fig. 1), provincia de Urubamba, departamento de Cuzco. La Pampa de Maras es a 30 km al noroeste de Cuzco, ubicado entre Cuzco, la Pampa de Anta y el valle de Urubamba o Yucay, con una diferencia de altitud de 400 m entre el valle y la pampa. La Pampa de Maras es en la zona de producción kichwa. El sitio se sienta encima de un cerro (un cerro grande llamado Ayhuayro y una loma llamada Cheqoq) justo en el lado sureño de la comunidad de Maras Ayllu. Aunque hay restos de asentamiento entre el periodo formativo y el periodo hispánico, el sitio inca mide 22 hectáreas (fig. 2). El sector de depósitos mide 8 hectáreas en la falda de la loma, mientras el sector doméstico se coloca encima de una serie de terrazas irregulares subiendo a la cima de Cerro Cheqoq y el medio de Cerro Ayhuayro. El sector de producción de cerámica ocupa solo una chacra detrás de las terrazas domésticas, al oeste. Las excavaciones de nuestros Proyectos de Investigación Arqueológica Cheqoq-Maras o PACH 2009 y 2010 (Pierce 2010, Pilco 2009) mostraron áreas de un depósito, unas viviendas y un taller de producción de cerámica. El sitio también presenta una cantera de rocas útiles para arquitectura por todo el Cerro Cheqoq (riolíto, como parte de la Formación Rumicolca [Carlotto et al. 1996]) y corrales de camélidos atrás del taller. El complejo de depósitos es solo uno de varios en la región pero tiene la mejor preservación de contextos domésticos y goza más documentación archivística asociada. Cheqoq es el sitio ideal para examinar la economía del imperio y su nobleza.

Figura 1. Mapa de la ubicación del pueblo de Maras y sitio de Cheqoq (Base: Alan Covey).

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Figura 2. Plano del sitio de Cheqoq y nuestras unidades de excavación de 2009 y 2010. Datos etnohistóricos En los siglos XV y XVI, los incas desarrollaron tierras reales para el beneficio de las panaqas en Cuzco. Elaboraron las tierras con palacios, andenes con irrigación, complejos de almacenaje, rebaños de camelidos y obreros llevados a Cuzco de las provincias (Niles 1987-89, 2004). El desarrollo de estos terrenos cambió la región y su contexto político, económico, y social. Mientras la economía estatal funcionaba por la mayor parte del imperio, en la área nuclear de Cuzco se desarrollaba una economía privada de las panaqas. Mayormente hemos podido reconstruir la economía y la organización del sistema de tierras reales por los narrativos de las

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cronistas y los documentos archivísticos que se tratan de la función de los recursos y administradores de las tierras reales (Covey y Amado 2008; Toledo 1940[1571]a, b; Villanueva 1970). Según las fuentes, las tierras reales no consistían siempre de terrenos contiguos sino un mosaico de recursos; a veces tenían más que un palacio en las regiones rurales (como el Inca Pachakutiq con Ollantaytambo, Pisaq y posiblemente Machu Picchu). Los recursos y complejos fueron construidos y laborados por tributarios. Betanzos cuenta como los mitmaqkuna canalizaron el río Urubamba y después los yanakuna trabajaban en las chacras resultantes (1996[1557]:170). Más allá de entender que había recursos reclamados por las panaqas, la tarea de determinar a quién pertenecía cuál parcela es más complicada. Los descendientes del Thupa Inka Yupanqui (Rostworowski 1962; Rowe 1997:282, 1985:203) y el Wayna Qhapaq (Niles 1999:133, Toledo 1940[1571]b:108, Villanueva 1970:3) llamaron a partes de Maras como suyas. A veces las concesiones son las mismas, creando confusión; otras veces, no hay suficientes datos sobe la toponimia para determinar de cuál panaqa pertenece cuál recurso. No solamente refieren a los terrenos pero también a la posesión de las personas viviendo en Maras. Por ejemplo, la visita del virrey Toledo tuvo como testigo un administrador de sal de Maras trabajando para Wayna Qhapaq (Toledo 1940b[1571]:108), dándonos una idea de las relaciones entre los Mareños y la panaqa. Para vincular los residentes de Maras a la panaqa de Cheqoq, vemos que el Ayllu Checoc fue reducido al pueblo de San Francisco de Maras en 1571. Veintiuno de las yanakuna asociadas con el repartimiento de Beatriz Clara Coya y su marido Martín García de Loyola como los herederos de las tierras reales de Wayna Qhapaq y Sayri Thupa (Lamana 1999:47) vivieron en San Francisco de Maras en 1572 (Covey y Amado 2008). Además Ayllu Checoc es asociado específicamente con el Marquesado de Oropesa y Ayllu Loyolas; los dos resultan de la herencia de Beatriz Clara Coya. Un dato más que vincule Cheqoq y Maras con Wayna Qhapaq y sus tierras reales es la mención de parcelas llamadas Cachibamba y Collabamba que fueron trabajadas por sus yanakuna de Wayna Qhapaq en Maras por residentes de Maras (Villanueva 1970:51-2). El sitio de Cheqoq se ubica en un lugar ideal para el almacenaje de productos agrícolas, siendo justo encima del valle sagrado, en las laderas donde hay buena ventilación y donde pasen varios caminos reales. En el reparto de tierras del año 1595 de los ayllus de San Francisco de Maras, hay referencias a mojones pertenecientes a Ayllu Checoc que colinden con los caminos reales de Yucay, Maras y Cuzco (ADC Urubamba 1594: f.11v-12v).1 Ese reparto refiere a los depósitos de quincha como parte de Ayllu Checoc, los mismos depósitos que hoy día se ve en el mismo sitio. Cheqoq sirvía una función esencial para las tierras reales de Wayna Qhapaq en ese sentido. En el valle de Yucay donde se ubica su palacio de Quispiwanka (Condori 2004, Farrington 1995, Valencia 1982) había chacras de varios tipos de cultivos (Villanueva 1970) pero pocos depósitos; la ubicación estratégica y el clima de Maras proporcionaban un ámbito para las docenas de depósitos que guardaban algunos de los productos del valle. Aparte de la construcción de infraestructura en el Cuzco, la nobleza creyó categorías sociales nuevas, consolidando el imperio culturalmente mientras apoyar la producción de bienes. Las yanakuna, un tipo de mitmaq, fueron obreros permanentemente vinculados a un individuo inca, un templo u una panaqa. Según Rowe, las yanakuna especialmente fueron elevados socialmente por conformidad con el sistema de migración y obras y recibieron honores incluyendo posiciones como administradores hereditarios (1982). 2 Sin embargo, había otra dimensión del estatus de la yana, quienes fueron separados de sus comunidades tradicionales y

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re-asentados en las tierras reales, separándose de sus vidas provinciales. Las yanakuna viviendo en Maras todavía en 1571, según Pedro Gutiérrez Flores, incluyó personas de los grupos Quichua, Qolla, Chanka, Xaquixaguana, Yauyo y Cañari (Covey y Amado 2008:294-6). Sin embargo, los proyectos arqueológicos no han podido identificar asentamientos de yanakuna o mitmaqkuna aunque la historia indique su presencia (D’Altroy 2005:280, Gyarmati y Varga 1999). Una excepción fue la prospección de 2007 de la región Calca-Yanahuara que parece haber reconocido indicaciones de sitios domésticos adyacentes a las chacras trabajadas por las yanakuna (Covey et al. 2008).3 Antecedentes arqueológicos Los trabajos anteriores de los palacios rurales asociados con las tierras reales proporcionan una base de datos para identificar un conjunto de material arqueológico de una residencia élite. Pero la contextualización de Cheqoq y su rol en la región vienen a través de los trabajos de prospección especialmente. En el Periodo Intermedio Tardío Maras tenía asentamientos con un patrón jerárquico en un radio de 5 kilómetros de un sitio central de 20 hectáreas (el sitio de Yunkaray al norte del pueblo actual de Maras). El Periodo Inca [Horizonte Tardio] representa un cambio grande de este patrón; casi todos los asentamientos cambiaron entre el Intermedio Tardío y el Horizonte Tardío. La región cambió de un centro de un grupo integrado – los Ayarmakas -- a una zona de terrenos de las panaqas (Covey 2006, Covey y Yépez 2004, Covey et al. 2008). La evidencia sobre la existencia de un grupo sociopolítico complejo en la pampa de Maras antes de la incorporación incaica es complementada por evidencias históricas sobre un grupo étnico en Maras con orígenes en el mito del origen de los incas. Los Ayarmakas son descrito como un grupo político con un sinchi llamado Tocay Capac (Sarmiento 2007[1572]: cap. 20). Con las evidencias de prospección y unas referencias toponímicas en las historias, parece que Maras fue la base de los Ayarmakas y el sitio de Yunkaray su centro político (Covey 2006). Después de pelear con los incas sobre su participación en la consolidación incaica de la región de Cuzco, los Ayarmaka fueron trasladados desde la Pampa de Maras hacia los pueblos de Pucyura, Chinchero (actualmente llamado “Ayarmaka”) y dos partes del valle de Cuzco – Santa Ana y San Sebastián (Rostworowski 1970b:75). Resulta que los incas invirtieron en la transformación de Maras, proveyendo recursos y asentamientos para las panaqas y otros usos (por ejemplo Moray, que no forma parte de las tierras reales según estudios actuales [Earls y Silverblatt 1978]). Parte de esa transformación fue el cambio de un centro poblado en Yunkaray debido a la introducción de una población provincial de obreros en el sitio de Cheqoq. Cheqoq tuvo una extensión de 4 hectáreas en el Intermedio Tardío. Según los patrones de asentamiento, Cheqoq se hizo el sitio más grande y dejo de ocupar a Yunkaray. Es posible que algunos de los depósitos de Cheqoq ya existieran en el tiempo de los Ayarmaka, como excavaciones revelan cerámicas Incas con cerámicas del Intermedio Tardío en el mismo piso. Ese punto requiere más excavación estratigráfica para determinar la extensión y carácter de Cheqoq en el Intermedio Tardío. Las excavaciones de Cheqoq bajo el Proyecto Qhapaq Ñan reconstruyeron diecinueve depósitos en los años 2002 a 2004 (Guevara 2003, 2004; Soto 2002). Todas las estructuras son del tipo de depósito Inca “2” (Protzen 1993:115-9): largo y cuadrangular con ductos de ventilación y plataformas con taq’es para conservar los productos (fig. 3). Aparte de la presencia de fragmentaría de cerámicas Incas y intermedia tardías recuperaron restos carbonizados de maíz y chuño, indicando su función (Guevara 2004).

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Figura 3. Depósitos restaurados y taq’es restaurados de otro depósito en Cheqoq. Añadiendo a la base de datos sobre el sector de almacenes empezado por el Proyecto Qhapaq Ñan, excavamos una sección de 12 m 2 de un depósito al sureste de las excavaciones anteriores. Las muestras analizadas por PACH de la excavación de un depósito en 2009 revelaron maíz, quinoa o kiwicha, verbena, posible frejol y muña carbonizados (Bertone 2010). Así concluimos que entre los cultivos guardados en Cheqoq durante el Periodo Inca fueron maíz, tubérculos y quinoa o kiwicha, al menos, con la muña sirviendo para preservar. La mayoría del maíz especialmente habrá sido cosechada del valle de Yucay donde había muchos andenes irrigados para producir maíz en grandes cantidades. Sin embargo, antes de nuestras investigaciones, Cheqoq formó parte de una prospección regional de Maras, Anta, Chinchero y Qoricocha. El Proyecto de Reconocimiento Intensivo de Xaquixaguana (PRIX, 2004-2006) recolectó el material de la superficie de Cheqoq de veintinueve unidades de 50 m2, proporcionando una idea de la organización y carácter del sitio antes de nuestras excavaciones horizontales en las áreas fuera de los depósitos (Covey y Yépez 2004). En estas 29 unidades encontraron 2702 tiestos de cerámica, con 670 tiestos diagnósticos. De los 670, 431 fueron del estilo inca polícromo (o Cuzco-Inca). La proporción de 64% del estilo imperial es notable; normalmente no hay tanto material decorado, ni siquiera en los contextos de residencias de elites en los centros administrativos Incas (D’Altroy 2003:307-309). Entonces, concluimos que había mucha actividad asociada con la nobleza o el estado en el sitio. Juntando los datos etnohistóricos y la información llevada de la prospección arqueológica, parece que en Cheqoq vivían personas vinculadas a la nobleza y con un estatus elevado aunque no élite. Excavaciones de un taller alfarero Inca La organización de producción en Cheqoq es importante para entender su papel en la economía de la nobleza. Arriba vemos que los de Cheqoq fueron responsables por el almacenaje de productos como papas, maíz y quinoa, pero también producían vasijas decoradas en el estilo imperial para uso fuera del sitio de Cheqoq. En esta sección describimos la excavación del primer taller de cerámica Inca polícroma identificado en la región de Cuzco. Discutimos las implicaciones para la tecnología de la producción alfarera y la subsecuente distribución de los productos a Cheqoq mismo y mayormente a sitios fuera de Cheqoq. Los datos de ubicación y

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organización indican un taller de especialistas o kamayuqkuna bajo la supervisión de la nobleza realizada por el administrador o los administradores de Cheqoq. Parece que los pobladores de Cheqoq no recibieron la mayoría de la gran cantidad de cerámica producida justo en el estilo imperial asociado con la identidad Inca sino que el material fue llevado a las residencias de la nobleza. No hemos identificado muchos contextos arqueológicos donde los Incas producían objetos élites (Covey 2009). Al contrario, la mayoría de las investigaciones se han concentrado en el análisis de materiales sencillos (ej., Bray 2003, D’Altroy y Bishop 1990). Asesorar la estandarización, control sobre materias primas, inversión en labor, nivel de destreza y tipo de especialización requiere el estudio de objetos pero también del contexto primario de producción. Hasta la fecha hay solo un taller de cerámica Inca excavado y publicado. Ese trabajo en el valle Leche por Hayashida indicó que el estado Inca administraba un taller de ollas del estilo Inca pero dejaban que los olleros de la costa norte seguían usando sus técnicas y tecnologías locales (1994). Hayashida observó que los olleros de Leche usaron las mismas técnicas como sus antepasados pero solo podía suponer que no fueron técnicas Incas. Ahora con la excavación del taller de Cheqoq sabemos que la tecnología en el área nuclear del Tawantinsuyu es otra. Tratando de reconstruir la organización de la producción alfarera, Rowe y Bauer han sugerido que había un taller en la comunidad de San Sebastián (Bauer 1999:29, Rowe 1946:243-44). Todos suponen que el estado producía todo en el valle de Cuzco; ahora podemos decir que había varios talleres (o al menos uno) en la área rural también. Investigaciones en el futuro van a dirigirse a la problemática regionalmente para determinar dónde fueron producidos los objetos para el uso político del estado y dónde fueron producidos los objetos para uso en los palacios durante actividades de la panaqa. Identificamos el contexto del taller después de identificar una densidad de cerámica Inca decorada mucha más densa en la superficie de Área U (20 veces más densa). La excavación horizontal confirmó su uso como área de producción con la identificación de un área de cocción de cerámica, materias primas, herramientas para trabajo alfarero y restos de producción en gran cantidad dentro de un espacio bien organizado y delineado. Para confirmar condiciones de producción de cerámicas hay que encontrar al menos uno de tres tipos de evidencias: 1) materias primas, 2) instalaciones de fábrica y herramientas o 3) restos o basura de producción (Hayashida 1999:341). Área U presenta los tres tipos en varios formas. La ubicación del taller es una chacra entre los andenes domésticos (las viviendas) y los corrales de camélidos. La chacra es restringida, con muros por tres lados y se siente encima del cerro Cheqoq justo donde puede pasar el aire necesario para coccionar las vasijas (fig. 4). Además, estando detrás de las viviendas no debería contaminar el espacio doméstico con su humo y ceniza resultando de la cocción y su ubicación cerca a los corrales permite acceso al guano que hubiera sido útil como combustible. En el medio del taller hay un muro estilo Inca con dos caras con 80 cm de ancho. Parece haber servido como división entre el área de cocción y un área de preparación de vasijas, según los conjuntos de artefactos de cada lado del muro (norte para preparación y sur para cocción).

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Figura 4. Foto de las excavaciones de 2010 en el taller alfarero. A través de la excavación estratigráfica de 31 m 2 en el taller determinamos que el espacio consistía de 48 m2 total en el periodo Inca (una muestra de 64.6% del espacio horizontal). En el norte, el piso se sitúa más bajo que el piso en el sur donde se ubica el área de cocción y un basural de ceniza. Empezando con el lado sur del muro, donde aparecen evidencias de la cocción de cerámica en un hoyo semi-redondo, presentamos los restos relevantes de cada sección del taller. El hoyo colinda por el lado este con un muro de contención separando el taller de las terrazas domésticas y por el lado norte con el muro de división del taller. Mide 1.3 m x 3.3 m, delineado en los lados sur y oeste por piedras semi-canteadas de riolíto. El interior está lleno de un palimpsesto de lentes de ceniza compactados. La base del hoyo es compuesto de tierra roja como si fuera quemada. Las piedras formando el exterior del hoyo tienen manchas negras que parecen a ceniza. Justo afuera del hoyo hay un basural al oeste lleno de tiras de la ceniza; otras excavaciones de áreas de cocción han identificado este mismo fenómeno (Tschauner et al. 1994). Aparte de los lentes de ceniza adentro y afuera del hoyo, la matriz de sedimentos estaba llena de arcilla quemada y arcilla vitrificada; la cantidad de arcilla vitrificada recuperada pesa 13.65 kg, una cantidad considerable. Adicionalmente estaba lleno de fragmentos de cerámica polícroma del estilo Cuzco-Inca (Bauer 1999; Julien 1987-89; Pardo 1939; Rowe 1944; Valcárcel 1934, 1935), algunos sobre-coccionados visualmente (fig. 5). En la área del hoyo el análisis de flotación de muestras de sedimento revela la presencia de combustible de arboles, incluyendo aliso (Alnus acuminata), queñual (Polylepis spp.) y muña (Minthostachys spp.) (Bertone 2011). Al sur del hoyo, encontramos un alijo de arcilla cruda con piedras para pulir, un plato de ollero (para formar la base de una vasija; fig. 6) y semillas carbonizadas de coca (Erythroxylum coca). La coca posiblemente llegó como parte de una ofrenda al hoyo. Adentro del hoyo también encontramos un lado de mejillón (Aulacomya ater), un fragmento de espondylus (Spondylus spp.) y un colgante decorativo de esquisto verde.

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Figura 5. Ejemplos de tiestos sobre-coccionados.

Figura 6. “Plato de ollero” con base con ranuras para formar la base de una vasija. .

Figura 7. Molde para formar cuello de 17 cm de diámetro.

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Figura 8. Piedras para pulir y alisar (n=28) encontrados en el lado norte.

Figura 9. Raspadores, alisadores y pulidores fueron hechos de tiestos de cerámica (n=169). El lado norte del muro divisorio contiene mayormente restos asociados con la preparación de vasijas antes de coccionar y restos asociados con el acabado de vasijas después de coccionar. Recuperamos una herramienta hecha de cerámica para formar cuellos de ollas y jarras con un diámetro de cuello de 17 cm (fig. 7). No hay otros moldes de ningún tipo. También habían piedras de pulir y alisar (fig. 8), jiwaya para machacar pigmentos (con restos de pigmentos rojos en un lado de su superficie), tiestos alfareros (fig. 9) y huesos para raspar Considerando los restos del taller, vemos que al menos el proceso de producción en Cheqoq incluía los siguientes pasos: formación de la vasija; preparación de las pinturas; alisar y pintar la vasija; cocción de la vasija; y pulir y acabar la vasija después de la cocción. Aunque encontramos arcilla cruda, no hemos excavado restos de un tanque de levigación que podría servir para terminar de preparar la arcilla de su estado hallado. Como mencionan los documentos coloniales, las especialistas recibieron sus materias primas – lana para los tejedores y mineral para los plateros – directo del estado para que los conviertan en productos finos (Espinoza 1973:244, Garcilaso 1966[1609]: libro V, cap. 14). Tal vez las tierras reales del Wayna Qhapaq funcionaran así, con la panaqa proporcionando la pasta de cerámica con la receta correcta para producir las vasijas finas.

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Por ambos lados de Área U encontramos mucha cerámica. Los fragmentos diagnósticos en el taller incluyeron 253 kg o 17,031 tiestos. La mayoría fueron del estilo Cuzco-Inca: 90% (89% si excluimos los no decorados) del ensamblaje (fig. 10). Todos fueron hechos de una receta clásica de ese tipo de cerámica: una arcilla anaranjada o color salmón, con cuerpo limpio y inclusiones no plásticas de mica, basalto-andesita y rocas graníticas (D’Altroy y Bishop 1990, Ixer y Lunt 1991). La proporción de tiestos con evidencias de ser sobre-coccionados es 4% (n=623). Seguramente más porcentaje del material alfarero encontrado en el taller resultó de errores de producción pero no todos tienen los errores visibles como estos ejemplos obvios por estar sujetos al fuego alto y/o largo.

Figura 10. Tipos de tiestos en el taller versus las viviendas. En su síntesis de la distribución y morfología de vasijas Inca imperial en todo el imperio, Bray descubrió que las jarras con boca angosta (frecuentemente llamadas áríbalos [Bonavia 2008]) constituían la mitad del ensamblaje Inca, pero con solo 40% del ensamblaje en la área nuclear (2004). En total, las jarras con boca angosta forman 59% de Cheqoq, con 68% (n=702) en el taller y solo 40% (n=176) en las viviendas. El porcentaje en las viviendas es semejante a lo normal según Bray pero es una proporción alta en el taller. 4 Bray propone que el porcentaje alto de esas jarras se debe a la importancia del servicio de chicha en las provincias para poder expandir y consolidar el Tawantinsuyu. Esas jarras también son útiles para almacenar productos en depósitos y para preparar chicha, dependiendo del contexto y el tamaño de la vasija (Miller 1987-1989, Morris y Thompson 1985). En Cheqoq, encontramos más porcentaje de jarras en el taller que en las viviendas, indicando que el destino de las vasijas producidas no fue Cheqoq mismo, sino las vasijas tenían otro propósito (cuadro 1). Viendo que no recuperamos ninguna jarra con boca angosta en el depósito excavado en Cheqoq y los proyectos del Qhapaq Ñan también excavaron pocas en relación a otras morfologías (Guevara 2004), se evidencia que las jarras producidas en Cheqoq no tuvieron el propósito de estar utilizadas allí mismo. Al contrario, las jarras fueron enviadas al valle donde Wayna Qhapaq festejaba con la nobleza en su palacio del Quispiwanka, sirviendo chicha. Examinando la distribución de los tiestos en las viviendas en comparación con el taller, se nota que el ensamblaje varia, y solo algunos productos llegaron a las viviendas.5 La mayoría de las cerámicas decoradas en el estilo imperial tuvieron el papel de servir las élites en Yucay en su vida ceremonial y política.

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Viviendas Depositos Taller Total

Jarras 176 7 702 878

Ollas 67 4 80 134

Platos/Cuencos 177 12 262 440

Tazas 18 4 8 26

Total 438 1 1052 1491

Cuadro 1. Cantidades de tipos de vasijas por contexto, incluyendo nuestras excavaciones y las de Guevara (2004). Las diferencias entre las cantidades son significativos (χ2=116.445, df=6, p=0.00). Tipo de restos

Lado norte (formacion y preparacion)

Lado sur (coccion y basural)

Materia prima

Pigmento rojo; jiwaya y hematita con evidencias de moler pigmento; morteros pequenos para preparar pigmento

Arcilla junto a un muro

Herramientas de formacion

Rasquetas, alisadores y pulidores de hueso, piedra y tiesto de ceramica; herramienta para formar cuellos de jarra

Plato de ollero para formar bases

Restos de formacion

Pedazos de rollos de arcilla Piedras alineando un hoyo para coccion; combustibles locales

Herramientas de coccion

Restos de coccion

Menor concentracion de arcilla vitrificada al lado del muro este; ceramicas sobre coccionadas

Ceniza; arcilla quemada y vitrificada; tiestos de ceramicas sobre coccionadas Horno (area de coccion); patio empedrado (posiblemente para secar vasijas antes de coccionar)

Instalaciones de produccion

Cuadro 2. Evidencias de producción en el taller. Considerando la ubicación del taller – con acceso restringido en un sitio de obreros bajo el control de la nobleza – y la organización de producción y distribución, concluimos que la producción alfarera en Cheqoq es especializada (sensu Costin 1991, 2001a) y adjuntada (sensu Brumfiel y Earle 1987) a la panaqa que sirve como patrocinador a los de Cheqoq. No todos los de Cheqoq trabajaban en este taller; hay evidencias de otros tipos de producción en el sitio, como administración de los depósitos, pastoreo de camélidos y cuidado a chacras. Sin embargo, los que trabajaban en alfarería de estilo imperial lo hicieron en una manera estandarizada, con alto habilidad, probablemente después de un proceso de aprendizaje. Los olleros habrán sido de la

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clase de especialista descrita en las fuentes coloniales como sañukamayuq (ej., González Holguín 1989[1608]: 324). En el taller también aparecen evidencias de una vida ritual en el proceso de producción que complementa estos nuevos datos sobre la tecnología de la producción de cerámica en el estilo imperial: las cerámicas fueron formadas mayormente por mano (pero a veces con un molde para perfeccionar el cuello y boca; coccionaban las cerámicas en hoyos no muy profundos, con combustibles locales; y acabaron los objetos con una variedad de herramientas formales e informales de hueso, cerámica y piedra (cuadro 2). Excavaciones de las viviendas Ahora que entendemos como producían la cerámica del estilo imperial pretendemos ver cómo vivían los productores y sus vecinos. En otras sociedades complejas, como los mayas, los productores de bienes finos y restringidos tuvieron estatus elevado por su participación en la producción (Inomata 2001, Kovacevich 2006). Mientras no sea posible todavía determinar cuáles viviendas pertenecen a los sañukamayuqkuna, se puede caracterizar la economía doméstica de los habitantes para esclarecer el efecto de las políticas de la nobleza y su campaña de re-asentar las poblaciones provinciales. Como visto por las evidencias etnohistóricas, la población de Cheqoq tenía un carácter multi-étnica, con gente de varias provincias. Llegaron en la región del Cuzco con una gama de costumbres, especialmente en términos de sus vidas privadas. El estudio de contextos domésticos es la mejor manera de determinar etnicidad antropológicamente. Mientras no pretendemos hacer eso todavía, hay algunas diferencias y semejanzas entre viviendas que tienen implicaciones para el estatus y la identidad: la organización del espacio doméstico y el uso de objetos suntuarios como cerámica fina, metal, concha marina y otros productos exóticos y suntuarios. Hay una correlación fuerte entre las posesiones en viviendas y el estatus relativo en sociedades complejas como los Incas (Smith 1987). En particular, análisis de cerámicas utilizadas para servir en contextos públicos (platos, cuencos y keros) es útil para ver estatus (1987:312). Además, la exposición de riqueza es una manera de ganar control político; así posiblemente se puede identificar la diferencia entre obreros y administradores o kurakas en Cheqoq. En esta sección presentamos los resultados de las excavaciones en seis terrazas domésticas. Consideramos que una terraza es igual a un grupo no definido o una familia. Aunque hay más que una estructura en cada terraza, agrupamos las estructuras por terraza para separar el sector doméstico a sus elementos básicos económicos. 6 En otras palabras, aunque no sabemos cuántas personas vivían en cada terraza ni como se relacionaban, usamos la presunción de que son de una unidad doméstica y entonces una unidad económica. Solo incluimos seis terrazas domésticas donde excavamos un espacio horizontal significativo, entre 16 m 2 y 41 m2 en cada caso (área total excavada en las viviendas = 152 m 2). Hay diferencias en la organización de espacio en las terrazas pero ningún andén fue excavado completamente y la mayoría de los rasgos arquitectónicos son subterráneos. Todos menos uno tuvieron estructuras cuadrangulares. Área H es una anomalía, con una casa semiredonda hecha de piedras canteadas y semi-canteadas (fig. 11). En esa área también encontramos un patio con evidencias de una cocina y un entierro de una mujer flexionada justo en el piso del patio (fig. 12). Aunque la casa redonda estaba llena de cerámicas Cuzco-Incas, el entierro solo fue acompañado por un solo cuenco de estilo decorado no Inca. Las demás viviendas fueron compuestas al menos de una estructura rectangular de muros de doble cara de piedras semicanteadas. Área Q claramente estaba organizada en una configuración de “grupo de patio” en

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que hay cuatro estructuras rectangulares situadas cara a cara con un patio común en el medio. Las excavaciones en las otras áreas fueron bastante limitadas horizontalmente para hacer incertidumbre sobre la organización general de cada terraza. Por eso, parece que Área H, con su organización de espacio, entierro indudablemente no Inca y su ubicación en el límite sur del sitio, es una vivienda con identidad “no Inca.” Sin embargo, los restos de bienes suntuarios no indican la misma relación clara ni una relación entre no Inca y no élite.

Figura 11. Casa semi-redonda de Área H.

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Figura 12. Entierro en el patio de Área H con un fragmento de un cuenco de estilo desconocido. El uso de ciertos tipos de objetos fue restringido bajo los Incas (Murra 1962), con el imperio usando la distribución de objetos de metal, textil, cerámica y otros como herramientas de poder económico, político y social (Costin y Earle 1989, DeMarrais et al. 1996). Mientras excavaciones en algunos sitios Incas revelan objetos de oro y plata (ej., Reinhard 1985, Salazar y Burger 2004), Cheqoq solo presenta objetos suntuarios de un nivel intermedio, o sea no hay materiales preciosos con pocas excepciones. Los metales de Cheqoq incluyen mayormente fragmentos y unos objetos rotos, todos de cobre, bronce o plomo. Solo encontramos diez piezas de objetos en las viviendas, incluyendo dos tupus, cinco fragmentos desconocidos, dos objetos no identificados y un pedazo de escoria. Esta escasez de material metalúrgico parece ser normal: en Cusichaca Kendall solo encontró 38 objetos durante nueve temporadas de excavación, todos de bronce (1994). En Cheqoq, Área G no cedió ningún objeto de metal, mientras Áreas H y N tuvieron tupus de cobre o bronce. Las otras terrazas tuvieron al menos un objeto o fragmento, todos pareciendo ser de cosas utilitarias. Solo los tupus de H y N serán para exponer identidad o estatus, pero uno tiene solo un disco sencillo y el lado decorativo del otro es perdido. Los restos de concha marina no tuvieron evidencias de tallar. En su vez, parece que las conchas marinas mismas sirvieron como objetos de poder y estatus como vinieron desde muy lejos y de otra zona ecológica. Todas las especies identificadas son nativas a las costas entre Ecuador y Chile (Zuñiga 2002). Encontramos 15 artefactos de concha marina en los contextos domésticos, incluyendo diez fragmentos pequeños de espondylus en una ofrenda debajo del piso de Área Q y un fragmento en el piso de Área G. Las otras conchas salieron de las excavaciones en Área H (n=2) y Área M (n=2). Área H cedió un fragmento quemado de Semimytilus algosus

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(mejillón) que pareció ser para comida por la condición quemada, tamaño grande y ubicación en una cocina sospechada. Dentro del entierro de Área H también había un fragmento de una concha marina no identificada. Área M reveló dos lados de un Gari solida (almeja). La presencia de espondylus es especialmente notable, como las fuentes históricas y las investigaciones arqueológicas han mostrado la significancia del espondylus en usos rituales y la exposición de estatus con vínculos a fertilidad, agua y la femenina (Acosta 1962[1590]:247, Blower 2001, Murúa 1986[ca. 1590]:422). Estos objetos son relativamente cuotidianos en comparación con los hallazgos de conchas marinas en otros contextos Incas. El hallazgo de varios fragmentos pequeños de espondylus en una ofrenda debajo del piso en Área Q fue acompañado con restos macro-botánicos carbonizados de semilla de coca, quinoa o kiwicha, maíz y Fabaceae (posiblemente frejol) (Bertone 2011). También había huesitos quemados, fragmentos de cuarzo y una jarra con boca angosta entera con un largo de 33 cm sin decoración. Llena de tierra quemada, la ofrenda parece a los mismos tipos de ofrendas descritas en las fuentes coloniales (Betanzos 1996[1557]: parte 1, cap. XI) y encontradas en casas en otras partes del Cuzco (Kendall 1994:47). Sin embargo, mientras esta ofrenda fue enterrada justo a metros de un taller de cerámica polícroma Inca, la jarra incluida tenía un acabado incompleto, sin pintura y fue fabricada informalmente (fig. 13). Sus asas fueron chuecas y sus detalles fueron añadidos después de que se secó el cuerpo de la vasija. El tamaño de la vasija es de la clase de jarra para servir chicha (Miller 1987-89); entonces, mientras tenía esa significancia en la ofrenda, no es una vasija élite. La ausencia de decoración por la superficie de este objeto es más pronunciado por el hecho de que Área Q y sus vecinos tenían bastante cantidad de cerámica polícroma Inca.

Figura 13. Jarra con boca angosta no decorada encontrada en la ofrenda de Área Q. Aparte de los objetos especiales de metal y concha, encontramos una sola cuenta de turquesa en Área R en el piso de una estructura pequeña. Como no hay evidencias de producción lapidaria en Cheqoq, el objeto completo probablemente llegó a Cheqoq desde las provincias del norte de Chile donde ocurre la turquesa (y el cobre) naturalmente. Ese colgante y el colgante de esquisto ofrecido al hoyo del taller son los únicos objetos lapidarios para adorno personal. Con los dos tupus la escasez de este tipo de artefacto en Cheqoq es evidente. El último tipo de objeto suntuario en las viviendas para resumir es la cerámica. Como mencionado previamente, vasijas para servir comida y bebida son particularmente útiles para asesorar estatus y riqueza de una vivienda entera (Smith 1987) y la cerámica en general es

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representativa según varios estudios (ej., Arnold 1984, Bowser 2000, Janusek 1999). La comparación de cantidades de Cuzco-Inca versus no Inca y la comparación de vasijas para servir y vasijas para preparar comida son dos maneras de cuantificarlo. La presencia de más cerámicas estilo Cuzco-Inca indica un estatus elevado, pero tenemos el problema del origen cercano del material. Como los residentes seguramente tenían acceso a las cerámicas del taller hay que determinar si es una cantidad significativa que indicaría que lo recibían no por su rol, estatus o título sino por su proximidad al locus de producción. Solo 1.4% de los tiestos Cuzco-Inca tienen evidencias de ser sobre-coccionados en las viviendas, mientras 4% del ensamblaje del taller es definitivamente sobre-coccionado. Entonces la adquisición ilícita no puede explicar toda la presencia de las cerámicas élites en viviendas comunes. La nobleza les habrá dado una cantidad de esas vasijas en cambio por su participación en el proyecto económico de las tierras reales. Basado en las otras evidencias arriba, los residentes de Cheqoq no tuvieron simplemente la identidad de “Cuzco-Inca,” como no encontramos otros materiales tradicionalmente asociados con la vida Inca del capital. Sin embargo, la proporción de cerámica Inca es más alta en Cheqoq que en viviendas provinciales de la clase media (D’Altroy 2001, DeMarrais et al. 1996). En las excavaciones de viviendas en Xauxa, determinaron que los élites tuvieron tres veces más cerámica Inca que sus vecinos comunes (Costin 2001b:236-37), significando que es una buena medida de estatus relativo.

Figura 14. Ejemplos de tiestos estilo Cuzco-Inca. En comparar las frecuencias de la cerámica Inca con la cerámica decorada no Inca se ve que hay diferencias estadísticamente significativas entre las viviendas (χ2=353.769, df=10, p=0.00), con algunos formando un grupo hecho de más material no Inca (G, H, M, R) y otro grupo con más material Inca (N, Q) (cuadro 2). Vemos diferencias entre las áreas con más material utilitario o Cuzco-Inca decorado también (χ2=503.551, df=10, p=0.00); en este caso las áreas con más cerámica utilitaria son las mismas que tienen más cerámica decorada no Inca. Los andenes con más material alfarero Cuzco-Inca estadísticamente son Áreas N y Q. Considerando la totalidad de su ensamblaje de artefactos, Área Q parece ser la habitación de un administrador. Hay un punto más que apoye ese idea: Área Q tiene más cantidad de vasijas de servir en comparación con vasijas de preparar que las demás áreas (Quave 2012: cap. 7). Área N tiene el mismo carácter, pero en Área N excavamos más porcentaje de espacio exterior o patio en relación a la excavación de espacio interior que en los demás áreas. Área Q en general y el patio de Área N fueron sitios de más consumo público y más uso de cerámicas Cuzco-Incas. Aparte de los problemas del muestreo de espacios interiores versus exteriores, los datos también sufren de una diferencia entre la extensión del espacio horizontal excavado. Con

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temporadas futuras de excavación podemos empezar a enfrentar este desafío, adicionalmente añadiendo datos de más andenes domésticos una vez que estén excavados en extensión. Por ahora, vemos que hay diferencias entre las casas en términos de las manifestaciones materiales del estatus (ej., adornos de metal y lapidaria; conchas exóticas; cerámica Cuzco-Inca; vasijas para servir en público) y la identidad (ej., cerámica no Inca; materiales en entierros y ofrendas). Al menos empezamos a ver las dinámicas entre las casas en Cheqoq y vemos que recibían algunos materiales como resultado de su relación con la panaqa de Wayna Qhapaq (cuadro 3).

Area

no inca decorado

Cuzco-inca decorado

inca-relacionado decorado

Total

G

48

28.9%

94

56.6%

24

14.5%

166

H

81

6.3%

992

77.1%

214

16.6%

1287

M

28

4.0%

502

72.1%

166

23.9%

696

N

10

1.3%

703

93.5%

39

5.2%

752

Q

127

9.9%

1070

83.7%

81

6.3%

1278

R Total

12 318

7.7%

107 3468

69.0%

36 560

23.2%

155 4346

Cuadro 2. Frecuencias de tipos de cerámicas por vivienda.

Cuadro 3. Resumen de los hallazgos discutidos por vivienda.

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LAS TIERRAS REALES DEL INCA COMO ECONOMÍA NOBLE: VIVIENDAS Y OBRAS DE CHEQOQ (MARAS, CUZCO)

La vida del obrero y administrador en las tierras reales Cuadro 3 demuestra que la determinación de élite versus no élite en las instalaciones como Cheqoq no es fácil. En las provincias, hay más diferencias del forma de la vivienda y sus contenidos para estudiar sistemáticamente y comparativamente, pero también tienen muestras más extensivas (ej., D’Altroy y Hastorf 2001). Sin embargo, el contexto político, social y económico especial de las tierras reales hace que las viviendas tienen marcas no claras de su estatus y etnicidad. Primero, identidad étnica es difícil de determinar porque los Incas trataron de incorporar las yanakuna a su cultura para consolidar su participación (Rowe 1982). Segundo, el estatus no es totalmente claro porque fue comunicado a través de una variedad de medios materiales. Área Q parece tener un carácter más élite que las otras viviendas pero es difícil diferenciar entre los demás porque tienen señales de estatus distintos entre ellos. Combinando los datos sobre el consumo y la producción (del almacenaje de cultivos en los depósitos y de la producción de cerámica Cuzco-Inca) nos permite ver la vida de los obreros de las tierras reales. Vemos las diferencias y semejanzas entre lo producido y lo consumido. Aunque algunas casas deben ser de olleros mientras otros deben ser de administradores de depósitos, todavía no tenemos la capacidad de determinar el tipo de trabajo de cada vivienda ni de cada individuo. La reconstrucción de producción contextualizada con distribución de bienes es una manera de entender la organización de la economía de Cuzco durante el desarrollo del proyecto imperial. En ese proyecto, el estado y la nobleza se dedicaban al desarrollo de los recursos en la región del Cuzco para avanzar sus intereses políticos y económicos. Con la continuación de las investigaciones en Cheqoq y el establecimiento de excavaciones horizontales en otras partes de la región podemos esclarecer la problemática clave: si las tierras reales y sus bienes estaban integrados con los recursos estatales y si las panaqas le quitaban los recursos del Tawantinsuyu a través de su búsqueda para riquezas (Conrad y Demarest 1984). Sabemos que las panaqas producían cerámicas para su uso y no tenían que conseguirlas necesariamente de los talleres de la ciudad del Cuzco, pero no sabemos si las panaqas intercambiaban el material entre ellos o si los productos cruzaban las esferas económicas entre el privado (las tierras reales) y el público (el estado). Una implicación importante de este estudio es la determinación de la relación entre el privado y el estatal. Si las tierras reales funcionaban como centros administrativos solo con el nombre de la panaqa, veremos el compartimiento de materias primas y productos entre las dos instituciones. Así desarrollamos modelos y teorías para explicar el proceso de crecimiento y consolidación del Tawantinsuyu, incluyendo las actividades de la nobleza y sus intereses y los efectos del factionalismo o sectarismo (sensu Brumfiel y Fox 1994). Agradecimientos Les agradecemos a las instituciones que nos apoyaban en estos proyectos en Cheqoq: National Science Foundation de los EEUU, National Geographic Society, la Comisión Fulbright de los EEUU y el Perú, la Municipalidad de Maras, Southern Methodist University y la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cuzco. Gracias al Instituto Nacional de Cultura y Ministerio de Cultura en Cuzco por el permiso de realizar las investigaciones. Muchas personas nos ayudaban en el campo y el gabinete y les agradecemos, especialmente los asistentes y voluntarios y los obreros de la comunidad. Gracias a los organizadores del volumen por invitarnos a compartir nuestros resultados.

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Notas 1. Gracias a Donato Amado y Alan Covey por alcanzar la transcripción de este documento. 2. A veces fueron llamados “advenedizos” (Villanueva 1970) y las cronistas insisten que no fueron esclavos (Betanzos 1996[1557]:104). 3. Hay muchas evidencias que la misma política afectó a las poblaciones en la región de Andahuaylas, en comunidades como Ocobamba y Ongoy con sus ayllus extranjeros (véase Bauer et al. 2010). 4. Los datos de Bray y de Cheqoq sobre estas vasijas solo incluyen las jarras del estilo CuzcoInca. 5. La presencia de tiestos sobre coccionados (1.4% de los tiestos estilo Cuzco-Inca) en las viviendas indica que algunas vasijas del estilo imperial llegaron allí porque los olleros llevaron sus vasijas erróneas a sus casas en vez de tirarlas. 6. Un desafío en la investigación de Cheqoq fue que hay muy poca arquitectura existente en la superficie. Todas las excavaciones del sector doméstico (y también del taller alfarero) fueron hechas en chacras sin arquitectura superficial. Hicimos trincheras para ubicar muros y otros rasgos y seguimos las excavaciones así. Entonces no sabemos precisamente cuantos ni que tipos de estructuras hay en cada terraza. Bibliografia Archivo Departamental Del Cuzco (Adc) 1594-1595 Urubamba. Legajo 1. Repartición De Tierras, Valle De Urubamba – Pichingoto Y San Francisco De Maras. Acosta, J. 1962[1590]. Historia Natural Y Moral De Las Indias (E O'gorman), México, Fondo De Cultura Económica. Alcina Franch, J.1970. “Excavaciones En Chinchero (Cuzco): Temporadas 1968 Y 1969”. Revista Española De Antropología Americana 5:99-121. Alcina Franch, J., Et Al. 1976. Arqueología De Chinchero 2: Cerámica Y Otros Materiales. Madrid, Ministerio De Asuntos Exteriores. Arnold, DE. 1984. “Social Interaction And Ceramic Design: Community-Wide Correlations In Quinua, Peru”. En: Pots And Potters: Current Approaches In Ceramic Archaeology (PM Rice), Págs. 133-161. Los Angeles, Institute Of Archaeology, University Of California. Bauer, BS. 2008. Cuzco Antiguo. Cuzco, Centro De Estudios Regionales Andinos Bartolomé De Las Casas. -- 1999. Las Antiguas Tradiciones Alfareras De La Región Del Cuzco. Cuzco, Centro De Estudios Regionales Andinos Bartolomé De Las Casas. -- 1992. The Development Of The Inca State. Austin, University Of Texas Press. Bauer, BS y RA Covey. 2002. “Processes Of State Formation In The Inca Heartland (Cuzco, Peru)”. American Anthropologist 104(3):846-864. Bauer, BS, LC Kellett, y M Aráoz Silva. 2010. The Chanka: Archaeological Research In Andahuaylas (Apurimac), Peru. Los Angeles, Cotsen Institute Of Archaeology. Bertone Pietrapertosa, G. 2011. Investigación Arqueobotánica Del P.I.A. Cheqoq-Maras 2010. Informe No Publicado. Lima, Laboratorio De Investigaciones Arqueobotánicas Del Perú. -- 2010. Investigación Arqueobotánica Del P.I.A. Cheqoq-Maras 2009. Informe No Publicado. Lima, Laboratorio De Investigaciones Arqueobotánicas Del Perú. Betanzos, J. 1996 [1557]. Narrative Of The Incas (R Hamilton y D Buchanan, Transl). Austin, University Of Texas Press. Blower, J. 2001. “The Many Facets Of Mullu: More Than Just A Spondylus Shell”. Andean Past 6:209-228. Bonavia, D. 2008. “El Término "Aríbalo" En La Arqueología Andina”. Revista Andina 46 (Primer Semestre):115127. Bowser, BJ. 2000. “From Pottery To Politics: An Ethnoarchaeological Study Of Political Factionalism, Ethnicity, And Domestic Pottery Style In The Ecuadorian Amazon”. Journal Of Anthropological Method And Theory 7(3):219-248.

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