Las Termas del Puerto de Carthago Nova: Contextos de amortización y abandono

June 24, 2017 | Autor: Marta Pavía Page | Categoría: Roman Baths (Archaeology)
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I Jornadas Doctorales de la Universidad de Murcia 

 

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LAS TERMAS DEL PUERTO DE CARTHAGO NOVA: CONTEXTOS DE AMORTIZACIÓN Y ABANDONO Marta Pavía Page1 1

Contratada predoctoralFPI-MINECO.Departamento de Prehistoria, Arqueología, Historia Antigua, Historia Medieval y CC y TT Historiográficas, Universidad de Murcia, [email protected]

Las termas del Puerto de Carthago Nova es un edificio de marcado carácter monumental, situado en el corazón de la ciudad romana de Cartagena a escasa distancia del puerto y del Foro, los dos grandes ejes vertebradores de la vida urbana del momento. La construcción del edificio de baños debe contextualizarse en el proceso de monumentalización de la Cartagena romana, tras la promoción jurídica de la ciudad, convertida a finales del periodo romano republicano en la Colonia Urbs Iulia Nova Carthago, distinción que marcará el inicio de la renovación de la ciudad, en la cual debemos incluir tanto edificios de culto, como administrativos, o espacios dedicados al ocio; como el teatro, el anfiteatro e incluso estas termasi. El edificio termal, de carácter público, ocupa una superficie construida de al menos 1200m2 en la mitad occidental de la denominada Insula I, situada en la ladera meridional del Cerro del Molinete. La articulación del edificio sigue el esquema denominado lineal simple y presenta un recorrido de tipo retrógrado, es decir, que dicha articulación se realiza en base a un eje axial principal, donde se suceden las estancias más importantes. Al ser retrógrado el circuito es el mismo para la entrada y la salidaii. El recorrido del baño se iniciaría en el denominado frigidarium- apodyterium¸ un ambiente frio que hace las veces de sala de recepción de usuarios y de vestuarioiii, el tepidarium o sala templada y el caldarium o sala cálida, tras la cual y abierta a una de las grandes calles principales de la colonia hemos podido documentar las estancias para el servicio y el mantenimiento, donde también se encontraba la zona de hornos, de los cuales se conserva el praefurnium de uno de ellos y el basamento de sustentación de un depósito de agua. Paralelo a este eje principal, discurría otro eje secundario con dos salas calefactadas de pequeñas dimensiones, en el que ha sido posible documentar un segundo tepidarium, y una posible sudatio o sauna de calor seco.iv El complejo termal contaba también con una gran entrada monumental a modo de gran sala porticada. Un ambiente de planta ligeramente trapezoidal, pendiente hacia el suroeste, porticado en sus cuatro lados, y con un espacio central al aire libre pavimentado con ladrillos dispuestos según la técnica del opus spicatum. El orden de las columnas de los pórticos Este, Oeste y Sur es jónico, en tanto que en el lado Norte se construyó un pórtico de doble nave, con columnas interiores quizá de orden jónico y columnas corintias en la fachada. En este espacio, que actuó de cabecera del peristilo, pudo alzarse la estatua de una divinidad o de un miembro de la casa imperial divinizado, de la que solo ha recuperado en los niveles de expolio un cuerno de la abundancia ricamente decorado con motivos del lenguaje artístico augusteo. En cuanto a la datación del edificio, hemos podido individualizar cuantro grandes etapas La primera de ella, corresponde a la fundación y construcción del edificio en las primeras décadas del siglo I d.C.v, tal y como suguiere el estudio de los elementos arquitectónicos

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asociados a este periodo. Posteriormente, el edificio sufrió una serie de cambios y reestructuraciones, entre los que destaca la marmorización de la sala fría, identificada como la fase II,fechada gracias a la decoración mural a mediados del siglo II d.C. Las dos útimas fases, III y IV, son punto focal del trabajo que aquí presentamos, corresponden en cambio a los últimos periodos de uso termal del complejo.

Figura I: Termas del Puerto de Carthago Nova. Fase I (dib. J. G. Gómez; edic. científica J. M. Noguera y M.ª J. Madrid)

En primer lugar, las dos etapas que nos ocupan deben ser puestas en relación con un proceso de receso generalizado, cuyas consecuecias más evidentes empiezan a hacerse patentes hacia finales del siglo II e inicios del siglo III d.C., siendo sin duda determinantes en este proceso; el cese de la actividad minera, el declive de la industria de salazones y en conjunto el descenso del tráfico comercialvi. Fase III Esta fase ha sido identificada como el último periodo del uso termal del complejo, individualizándose una serie de reformas,destinadas a reducir el espacio del baño eliminando algunas salas y transformando el recorrido del mismo. En primer lugar, se observa que la antigua Sudatiose desmonta, eliminando prácticamente todo el sistema de hipocausis y se transforma en un espacio donde se instala un praefurnium para el caldeo de las estancias adyacentes, como evidencian los depósitos de carbones, madera carbonizada y cenizas asociados a contextos cerámicos de este momento. Con este momento también debemos relacionar el posible incendio y posterior abandono de gran parte de la sala porticada o perístasis de la que hacíamos mención al principio, la cual debe colmatar en parte, funcionando quizás no como gran sala de recepción de usuarios sino como simple pasillo de entrada a los baños.

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La reforma, también se observa en la nueva organización del circuito, con la amortización del pediluvium del frigidarium, y la modificación del vano de acceso entre éste y el denominado tepidarium I, el cual pasaría a encontrarse en el otro lado de la sala donde anteriormente se encontraba la pequeña piscina de agua fría para el refresco de los pies que en este momento aparece cegada con grandes lastras marmóreas, fundamentalmente de Lumachella Carnina y mármol blanco posiblemente reutilizadas de otros edificios. Todas estas reformas han sido puestas en relación y datadas gracias a la cantidad de materiales cerámicos recuperados, fundamentalmente en las antiguas sudatio y perístasis, los cuales participan del mismo horizonte cronológico, representado fundamentalmente por sigillatas africanas C, como la Hayes 45 (200-300), la Hayes 48 (200- 250) y la Hayes 50 (230- 400)vii. Ánforas béticas como la Almagro 51C, cuya cronología arranca en el siglo III d.C.viii y ánforas africanas como las del tipo 1A, con una cronología que oscila entre el 180 y el 380 d.C.ix, varias ánforas africanas tipo II o Keay VI cuya cronología oscila entre mediados del III y mediados del IVx. Por último y como indicativo más preciso de esta reforma, en los niveles de colapso de la perístasis de columnas fueron documentadas dos monedas, más concretamente un Sestercio de Iulia Mamea (230) y otro de Gordiano (240244), ambos centrados a mediados del siglo III d.Cxi.

Figura II: Monedas recuperadas en las últimas fases de uso del edificio termal (Restauración, A.I. Botía, fotografía,J.F. González) Fase IV Finalmente, la última fase documentada en las termas es aquella relacionada con la amortización del edificio. Así lo acreditan la mayor parte de las estancias excavadas, donde se han constatado indicios claros de abandono y derrumbe, asociados a varios niveles de incendio y a los primeros niveles de búsqueda y expolio de material constructivo reutilizable, para los cuales se realizan grandes fosas o trincheras siguiendo los paramentos, con el objetivo de extraer grandes sillares o en el interior de las habitaciones con la intención de llegar al nivel del pavimento para así extraer las grandes losas marmóreas que lo componían. Los contextos cerámicos recuperados de este momento, muestran producciones toscas locales, especialmente formas relacionadas con la cocina, ollas, tapaderas y cazuelas, algunas sigillatas africanas D, fundamentalmente los tipos Hayes 59 y Hayes 67, con una cronología que oscila entre los años 350 y 450 d.C.xii, así como también una gran cantidad

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de ánforas de procedencia africana de cronología similar a las piezas anteriores, destacando los tipos Keay XXV y XXVII y algunas ánforas de procedencia oriental como la Keay XIIxiii.

Figura III: Contextos cerámicos asociados a la fases de mediados del siglo IV-inicios del V (dibs. S. Pérez-Cuadrado).

Estos datos, unidos a la reutilización y compartimentación temprana de parte de las estructuras del edificio, especialmente los muros medianeros, para la construcción de una serie de habitaciones tardoantiguas y bizantinas, sugieren que, con bastante seguridad ya desde mediados del siglo IV d.C. el edificio construido posiblemente en época augustea tardía no funcionaba como complejo termal, sino que se había convertido en un nuevo espacio para el hábitat residual, con la detección de varias células de habitación así como varios espacios destinados al trabajo industrial, como parece evidenciar la presencia de un pequeño horno, y varios elementos de desecho óseos, fundamentalmente bovinos, que podrían pertenecer a un taller donde se trabajaba el hueso. De la misma manera, entre los espacios ocupados se han documentado varias fosas de extracción de material, con los que se estaría configurando la nueva ciudad de los siglos V al VII d.C. Bibliografia García Vargas, E. y Bernal Casasola, D. 2008. “Ánforas de la Bética”, Cerámicas Hispanorromanas. Un estado de la Cuestión. Cádiz, pp. 661- 688. Hayes, J.W. 1972. Late Roman Pottery, British School at Rome.

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Ruiz, E. 2009. pp.56-57. Yegül, F. 1992. pp.3. iii Nielsen, 1994. p. 153. iv Madrid, Noguera y Velasco, 2009, pp. 90-91. v Noguera, J. M., Madrid, M.ª J. 2009: p. 181. vi Vizcaino Sánchez, J. 2002. p. 214. vii Hayes, J.W. 1972. pp.62- 67 y 69-73 respectivamente viii García Vargas, E. y Bernal Casasola, D. 2008. pp. 668. ix Keay, S.J. 1984. pp. 100-108. x Keay, S.J. 1984. pp. 184- 211. xi Noguera, J. M.; Madrid, M.ª J. (2009): p.284. xii Hayes, J.W. 1972. pp. 96- 100 y Ramallo, Berrocal y Ruíz,1996. p. 140. xiii Keay, S.J.1984. pp. 184- 211, 219- 224 y 136- 140, respectivamente. ii

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