Las \"representaciones difusas\" de los documentos dominicanos y su estudio lingüístico-variacional

June 15, 2017 | Autor: M. Gutiérrez Maté | Categoría: Historia del Caribe, Varietätenlinguistik, Español Caribeño, Historia del español de América
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TEMAS, PROBLEMAS Y MÉTODOS PARA LA EDICIÓN Y EL ESTUDIO DE DOCUMENTOS HISPÁNICOS ANTIGUOS

JUAN PEDRO SÁNCHEZ MÉNDEZ MARIELA DE LA TORRE VIORICA CODITA (eds.)

Valencia, 2015

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© JUAN PEDRO SÁNCHEZ MÉNDEZ MARIELA DE LA TORRE VIORICA CODITA (EDS.)

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Las “representaciones difusas” de los documentos dominicanos y su estudio lingüístico-variacional Miguel Gutiérrez Maté

Universidad de Erlangen-Núremberg

1. INTRODUCCIÓN La variedad lingüística de la República Dominicana cuenta con una tradición importante de estudios descriptivos y explicativos: de un lado, se ha destacado el mantenimiento de soluciones del español clásico (“Santo Domingo, país característicamente arcaico en su hablar”, sentenciaba Henríquez Ureña 1939: 2101); de otro lado, sobre todo desde los años 70, se destacan sus innovaciones estructurales (Jiménez Sabater 1978), divergencias del español dominicano, a menudo bastante restringidas en la diatopía del español, que han merecido especial atención desde diversos paradigmas lingüísticos o lingüístico-teóricos2 (en otro orden de cosas, estos rasgos más vernáculos son, conforme a lo esperado, condenados por los dominicanos preocupados por la pureza del idioma3).

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El insigne filólogo dominicano se refiere ya en trabajos anteriores a este arcaísmo en dos sentidos: por una parte, carácter conservador de las clases altas: “el matiz culto y la tendencia conservadora, en la clase dirigente, deben mucho a la actividad de las universidades y a la vida literaria de los siglos XVI, XVII y XVIII” (1978[1936]: 227-228); por otra, carácter conservador en las variedades de gentes campesinas, a veces de ascendencia africana: “en Santo Domingo, el hombre de raza africana está ya tan lejos de sus orígenes, que los habitantes de la capital lo pintan generalmente, si procede de los campos, no pronunciando necesariamente peor que el hombre de ciudad, sino empleando palabras arcaicas: Dende que lo vide hasta agora…” (1979[1919]: 343). No me pronunciaré aquí sobre las virtudes y problemas de estos enfoques: puede pensarse en la discusión de Toribio, desde la Gramática Generativa, acerca una doble parametrización en el español dominicano (Toribio 2000, 2002) o en los trabajos de Green, desde la Criollística, sobre el semicriollo dominicano de Cambita (Green 2002). Como anécdota ilustrativa podemos observar el conflicto de la escritora Lourdes Camilo de Cuello (1988) —buen ejemplo de lo que en alemán se denominaría Sprachkritiker (Kabatek 2008: 197-209)— al escuchar una conferencia de Manuel Alvar:

La tensión entre el (mal llamado) arcaísmo y la innovación es, en realidad, un hecho esencial (y por ello nada sorprendente) en la variación lingüística. Es fácil aceptar que las distintas variedades de una lengua histórica son conservadoras en unos aspectos e innovadoras en otros y que lo son solo con respecto a otra variedad, pudiendo estas tendencias invertirse al establecer la comparación con otro punto del dominio variacional. No parece, pues, un criterio suficiente para llevar a cabo clasificaciones de ningún tipo, igual que tampoco parece un paso metodológicamente aceptable analizar el funcionamiento (por definición, en sincronía) de un dominio variacional, incluyendo la variación diatópica, conforme a criterios de cambio lingüístico (cambio realizado o frustrado, más o menos rápido o acelerado, etc.). A lo largo de las páginas que siguen mi objetivo es el de llevar a cabo una serie de consideraciones teóricas y metodológicas sobre el estudio de la historia del español dominicano, que en otros trabajos podrán tenerse en cuenta, previa o simultáneamente, para la explicación de los rasgos aparentemente más innovadores de esta variedad o conjunto de variedades. Me situaré, para ejemplificar este marco de estudio, en un periodo cronológico al que me he dedicado de manera fundamental en mi andadura investigadora, relativamente amplio, pero también lo suficientemente restringido como para poder hacer lingüística variacional: se trata del periodo entre, aproximadamente, 1650 y 1750, un siglo entre dos siglos de la historia del español donde —quepa al menos tomarlo como hipótesis de partida— se estarían empezando a consolidar los rasgos característicos de cada región americana (Fontanella 1992) y que es testigo del final de la llamada por

La semana pasada, con mucho apresuramiento, nos dirigimos […] a escuchar la conferencia que ofrecería el erudito lingüista Dr. Manuel Alvar, de la Real Academia Española de la Lengua. […] Alcanzamos a escuchar una última parte. El habla de los pueblos evoluciona de tal manera que nuestras preocupaciones presentes serán letra muerta en un futuro cercano. Si en una región la s ha desaparecido en el nombre o en el artículo, si hoy decimos fiebruses, cadenuses, encueruses, manguses, nada nos debe preocupar […] ¡Somos verdaderos precursores! Si nos atenemos a la evolución podríamos decir que inevitablemente la sociedad se transformará, el sol se irá apagando, un día seremos civilizados y llegará, también, el juicio final. Pero, mientras tanto ¿qué debemos hacer? ¿no es acaso la lengua la horma de comunicación más completa y acabada? ¿por qué no ajustarnos a ciertas normas que la hagan más receptiva a los que nos escuchan y leen?

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historiadores y lingüistas Temprana Edad Moderna4. Además, coincide grosso modo, en el ámbito de la historia lingüística dominicana, con el periodo comprendido entre dos crónicas de relativa popularidad entre lingüistas: la crónica de Luis Gerónimo de Alcocer (1650) (Carrera de la Red 1993, 1996, 1998) y la Historia de Luis José Peguero (1762) (Román Fernández 1994, Granda 1994: 154-171). El corpus, cuya presentación persigue también este trabajo, está constituido íntegramente por documentos, aún inéditos (hasta donde me consta)5, que busqué en el AGI de Sevilla y a cuya transcripción y análisis lingüístico me he dedicado en los últimos años. En total, alcanza apenas las 200.000 palabras6 pero creo que el proceso de selección de los textos bien puede compensar lo (relativamente) reducido de su extensión.

2. NOTAS METODOLÓGICAS SOBRE LA HISTORIA DEL ESPAÑOL (DE AMÉRICA) A nadie escapa que la dimensión del cambio lingüístico debe considerarse aparte, por definición, de la dimensión variacional de una lengua histórica, concepto tomado de la lingüística variacional alemana, que Oesterreicher, ya desde su tesis doctoral (1979), reelabora a partir de Coseriu, y que ayuda a comprender que la dimensión del cambio lingüístico no da cuenta de la distribución, ni en el eje variacional, por una parte, ni en el eje estructural de la diversidad lingüística, por otra, de las variantes implicadas en dicho cambio (1a). En esta línea no deja de ser interesante la crítica, con todo, muy sutil, 4

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Uno de los muchos ámbitos donde tuvo lugar el trasvase (y adaptación) de este concepto desde la Historia a otras disciplinas científicas, incluida la Filología Románica es el macroproyecto (Sonderforschungsbereich) de la Universidad de Múnich Pluralisierung und Autorität in der Frühen Neuzeit, en el que se integró el proyecto, coordinado por Wulf Oesterreicher, Neue und Alte Welt -Wissenstraditionen in der Christianisierung Amerikas. Una selección de estos textos se incorporó, juntos con una cantidad mayor de documentos colombianos en el anexo de mi tesis doctoral (Gutiérrez Maté 2013). Una cantidad de documentos algo mayor, correspondientes al mismo período cronológico, he hallado también en Sevilla (y en el AGN de Bogotá, en su sección en línea sobre Negros y Esclavos) para la otra área caribeña con la que contrasto a menudo la variedad dominicana (tomada como representativa del Caribe antillano): la costa atlántica colombiana (que representaría, a su vez, el llamado Circuncaribe). Por tanto, estos documentos podrían añadirse en futuras investigaciones a los ya editados para las zonas de Santo Domingo y Colombia en los volúmenes 1 y 2, respectivamente, de los Documentos para la historia lingüística de Hispanoamérica (Fontanella 1993, Rojas 2000).

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de Oesterreicher (2011: 320-321) a la idea del paradigma dinámico de Croft. Las perspectivas de la variación lingüística (Sprachvariation) y de la diversidad lingüística (Sprachverschiedenheit), esto es, de la constatación de las diferencias estructurales entre lenguas y variedades, perspectivas que hay que tener en cuenta en el estudio de los textos históricos antes de atender a cualquier cambio de largo recorrido, han sido caracterizadas por Oesterreicher (2006: 71-72) del siguiente modo (1b): (1) a) Sprachwandel – cambio lingüístico Sprachvariation – variación lingüística Sprachverschiedenheit – diversidad lingüística b) Entscheidend ist aber nun der an sich leicht nachvollziehbare Gedanke, dass die auf der Ebene der historischen sprachlichen Techniken, also der Sprachregeln und Sprachnormen sich manifestierende synchronische Sprachvariation letztlich in allen ihren Erscheinungsformen allein durch pragmatische, kommunikativ-konzeptionelle Zusammenhänge begründet ist, also letztlich durch das sogenannte konzeptionelle Nähe-Distanz-Kontinuum konstituiert wird. Der Sprachvariation liegt mithin notwendig eine kommunikativ relevante sprachliche Differenzerfahrung zugrunde, die auf Sprecher, Sprechergruppen und deren alltägliches Sprachbewusstsein, ihre sprachliche Kompetenz und ihre konkrete Sprachproduktion in Diskursen zurückbezogen werden können muss. Es ist evident, dass sich bestimmte Aspekte dieser Problematik mit den Kloss’chen Ausbaukonzept verbinden lassen. Die Fakten der Sprachverschiedenheit, die selbstverständlich auch wahrgenommen werden können und durchaus etwas mit dem Kloss’chen Abstandskriterium zu tun haben, sind demgegenüber jedoch in einem ganz bestimmten Sinne “neutral”; die Verschiedenheit ist hier per definitionem von pragmatischkommunikativen Zwecken der Sprecher und Sprechergruppen abgelöst, und wenn sie “gewusst” wird, dann wird sie gewissermaßen von außen betrachtet. (Oesterreicher 2006: 71-72)

Atender a la variación lingüística, por tanto, supone considerar en primer lugar la variación pragmática y discursivo-tradicional, sin olvidar (añadiríamos, en la medida en que pueda documentarse) la conciencia lingüística de la época donde se desarrolla esta variación. Asimismo, a la cita de Oesterreicher habría que añadir que otra tarea fundamental de la lingüística variacional es la debida contextualización del texto o, en palabras del autor, su recontextualización en el marco de una semiótica social (Oesterreicher 2011). Surge así la necesidad de conocer la sociohistoria que envuelve los textos. Un acercamiento a la sociohistoria que responde, por 180

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tanto, a una motivación muy diferente de la que recorre otro paradigma científico muy presente hasta ahora: el de aquella historia del español de América que recurre frecuentemente a argumentos sociohistóricos no para explicar la variación sino el cambio lingüístico (atribuyendo este entonces a cambios en las tendencias estandarizadoras, contactos lingüísticos, cambios en las políticas lingüísticas, movimientos poblacionales, etc.). Estos planteamientos han pasado a ser un lugar común en parte de la bibliografía, sobre todo en aquella que no enfrenta directamente los textos, para ofrecer una primera respuesta a la génesis de diversos fenómenos: por poner solo un ejemplo, Amparo Morales al final de un trabajo —por otra parte verdaderamente esclarecedor— sobre los pronombres sujetos obligatorios del español del Caribe (1999: 77-98) encuentra una posible causa en los factores demográficos e históricos: la tantas veces mencionada marginalidad de las Antillas podría, por una parte, “haber contribuido a dejar más libres las tendencias de cambio de la lengua” (1999: 72), dada la ausencia de presión normalizadora y la consiguiente radicalización de las tendencias connaturales de cambio —ahora según la expresión de Granda (1994: 78), al que bien podríamos considerar ideólogo de esta línea de argumentación— y, por otra, “podría haber favorecido direcciones especiales en esos cambios”, ya que las áreas marginales son más permeables a la entrada de rasgos de las lenguas (africanas o afrocriollas) con las que el español entraba en contacto (sobre todo, en casos de convergencia lingüística: vid. Granda 1994: 134-138; Lorenzino 1993). Aunque no es la perspectiva que adopto, cabe al menos estar de acuerdo con la idea básica de esta línea de trabajos sociohistóricos: que la situación de La Española (pasada la primera centuria, cuando Santo Domingo acogió la primera audiencia y la primera universidad de América) fue en cierto sentido marginal en América en cuanto a las relaciones con la metrópoli. Diría que, en efecto, en varios aspectos esta marginalidad se deja ver en los documentos y que parece válido, como exponente de tantas cosas, lo que en uno de estos textos un personaje le replica a otro: “amigo, el rey está muy lejos”7.

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Carta del mulato Francisco Carrasco al rey (1717), f. 3v. AGI, Santo Domingo 295.

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3. UNA NOTA SOCIOHISTÓRICA SOBRE EL ESPAÑOL DOMINICANO Con respecto a esta historia social, que no solo envuelve los documentos sino que conocemos también gracias a los documentos, como veremos, cabe referirse con más detalle al componente africano y afrohispánico, que, no obstante, jugaba un papel muy distinto al que tenía, por ejemplo, en la gobernación de Cartagena (Gutiérrez Maté 2012), donde la incorporación de negros esclavos y las circunstancias derivadas de los fenómenos de cimarronaje y apalancamiento eran una realidad cotidiana. En La Española, en cambio, más de las tres cuartas partes de la población afrohispánica (dejando el área fronteriza con Saint Domingue) había conseguido ya la libertad a fines del siglo XVII (Lipski 2004, Lorenzino 1993) y no entraron negros esclavos desde mediados de esta centuria hasta finales del XVIII8. Prueba de todo ello son una carta del gobernador en 1700 (2) —en la que se menciona también otro tema de gran relevancia para la historia dominicana como es la inmigración canaria— o los datos que presenta Lipski (2004: 537) en el gráfico sobre la actividad negrera (3). (2) y le parece a mi lealtad y celo es uno de los puntos más importantes al alibio de estas miserias el que tengo representado a Vuestra Magestad sobre la dispensazión de los negros para el cultibo de los campos, que es el nerbio en que estriva el aumento de los frutos y los diesmos y premisias de ellos, junto con la continuazión de las familias de islas de Canaria para la repoblazión de esta ciudad e isla, que es suma mente nesesaria, mayormente creziendo tanto las colonias franzesas combezinas con tantos alibios y fomentos9.

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Es en las últimas décadas del XVIII cuando volvemos a encontrar expedientes judiciales sobre la reducción de los palenques (el más conocido en el Santo Domingo de la época, el palenque de Maniel), un tipo de documentación que había sido un siglo antes muy habitual en la gobernación de Cartagena (donde se hablaba, con todo lo que ello conlleva, más de debelación que de reducción o pacificación). Carta al rey del presidente de la audiencia don Severino de Manzaneda (1700), f. 1v. AGI, Santo Domingo, 68, ramo 1, núm. 9/ 1.

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(3) Esclavos desembarcados en Santo Domingo en los siglos XVII-XVIII (Lipski 2004: 537).

Durante el período 1650-1750 jugaron un papel preponderante en Santo Domingo los descendientes de africanos, especialmente mulatos, que quizá constituyeron el componente poblacional mayoritario, lo que era una de las grandes preocupaciones de las autoridades: así lo manifiesta el teniente coronel José Félix de Robles en 172010 en una carta que precede a los autos contra “un mulato esclavo de otro mulato”11: (4) lo hice de buen grado por parecerme ser muy de justicia y ber si con un castigo ejemplar se atemoriçavan todos los que son de su esfera, porque como esclavos y libres de este jaez [‘mulatos’] y los negros, que son la mayor parte de los moradores de esta ysla, están tan avilantados que no tienen respecto a la Real Justicia a quien se debe temer y reberenciar según de donde procede.

La otra gran preocupación de este personaje, aunque en relación estrecha con la primera, son las importantes transformaciones que vivía la sociedad indiana, que hacen que “se vayan acabando los nobles”:

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AGI, Santo Domingo 295, f. 1r. Tampoco falta en varios documentos escritos por mulatos la denuncia de un trato injusto.

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(5) para que esto se reestablezca en algo a su antiguo ser ilustre era menester que viniese de esos reinos un número considerable de familias blancas, por que de no, en poco tiempo se extinguirán las pocas que ay de esta calidad porque con la sunma pobreça, no quieren hacer casamientos y assí se ban acabando los nobles; y los de menor esfera con aber tantos tiempos que no viene infantería de esos reinos ba subzediendo lo mismo porque solían casar con los soldados algunas mujeres, aunque pobres blancas, lo qual no puede conseguirse de otra manera, y el que el presidio tubiese hombres que se pareciesen a los que avía cuando entré en él.

De hecho, tanto el incremento del número de mulatos como su ascenso social no eran, desde luego, temores infundados de este teniente coronel, ya que medio siglo después, en 1764, el viajero francés Daniel Lescallier se expresará en estos términos: (6) Esta ciudad está habitada por negros libres, mulatos, caribes y por una mezcla de todas estas especies; hay allí muy pocas familias enteramente blancas. Varias hasta de las que ocupan el primero rango […] (Rodríguez Demorizi 1970: 127).

4. DIFUSAS REPRESENTACIONES Otro objeto de estudio de la lingüística variacional, que —según la cita de (1b)— sitúa esta disciplina en una perspectiva interna del estudio de la diferencia lingüística, ha de ser la conciencia sobre la propia variación o diversidad lingüísticas. La realidad sociohistórica a la que me he referido explica que no exista en Santo Domingo una conciencia sobre las variedades lingüísticas de negros bozales y ladinos, como sí existía en Cartagena (Gutiérrez Maté 2012). Más difícil aún es encontrar en los documentos noticias sobre las distintas variedades dentro de una lengua; fuera de los documentos se hallan algunas noticias más —incluso en esta misma época y a propósito de otra variedad caribeña— como el célebre testimonio de Lucas Fernández de Piedrahita, obispo de Santafé y él mismo bogotano, en cuya Historia general de las conquistas del Nuevo Reyno de Granada (Amberes, 1688) señala que los habitantes de Cartagena estaban “mal disciplinados en la pureza del idioma español, lo pronuncian generalmente con aquellos resabios que siempre participan de la gente de las costas de Andalucía” (Catalán 1960: 319). Así, no esperamos, en principio, juicios metalingüísticos en los documentos sobre las distintas variedades hispanófonas. Sin embargo, no puedo dejar de hacerme eco de la valoración que por parte del Consejo de Indias reciben dos documentos remitidos desde La Española (originalmente, desde regiones periféricas, pero pasan por la audiencia de Santo Domingo, donde se escribe 184

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la sobrecarta, para ser remitidos a la metrópoli): se trata del concepto de representaciones difusas o representar difusamente. (7) Santo Domingo, a S.M. a 20 de Abril de 1707 Hace una difusa representación sobre las injurias que ha padecido causadas de lo que don Pedro Morel y don Juan del Barranco protegen a un pardo llamado Antonio Cid, que es quien les ha maltratado y así mismo a un hijo suyo de obra y palabra. (8) Santo Domingo 23 de Abril de 1756 Los Vecinos de la Villa de Asua representan difusamente los trabajos que por averlos abandonado su párroco padecen a causa de los grandes terremotos acaecidos en el año de 1751 y de averle seguido algunos de sus vecinos y piden entre otras cosas que Su Magestad se digne de nombrar por teniente de Justicia y Guerra a Gonzalo Fragoso y por cura vicario a don Manuel Franco de Medina o al Padre don Antonio Ortiz.

Es cierto que esta denominación, hasta donde he podido seguir su rastro, puede encontrarse ocasionalmente en otros momentos de la historia del diálogo institucional dentro de la Corona española y en algunos casos parece oponerse a la denominación de representación testimoniada (o satisfecha con documentos u otras similares) —como, por ejemplo, en una cédula real de 1775 (ej. 9)—, pero considero que no debe entenderse solo en un sentido jurídico, sino también, de manera más general, con respecto a la composición del documento, a la claridad expositivo-argumentativa, quizá también al tipo de letra o incluso a la variedad lingüística. No debe atribuirse a mera casualidad que los dos documentos que merecen esta designación tengan en común el estar escritos por autores de fuera de la capital (se trata de un vecino de Santiago de los Caballeros12 y de los vecinos de Azua13), que solo generosamente consideraríamos semicultos, emplean un tipo de letra muy alejado de los cánones del XVIII y escriben de manera confusa tanto en la narración de los hechos como en la argumentación de la petición; naturalmente, se cuentan también entre los textos más interesantes para el estudio lingüístico. (9) Cédula real al cabildo catedralicio de Durango EL REY = Reverendo en Cristo Dº Obispo de la Santa Iglesia Catedral de Durango de mi Consejo, y Venerable Dean y Cabildo de ella, Don José Faini, Gobernador de esta Provincia me dio cuenta en carta de diez de Abril de mil setecientos setenta de que habiéndole comisionado el Virrey Marqués de Croix para la ejecución de una Real Cédula de once de Octubre de mil setecientos sesenta y cinco, en el

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AGI, Santo Domingo 294. AGI, Santo Domingo 297.

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particular de finalizar las cuentas de fábrica de esa Iglesia con reintegro de su legítimo haver; se dedicó desde su ingreso a su gobierno con la actividad y celo debido respectivo a los fondos propios, y rentas de fábrica, desde el año de 1765 hasta el de 1768, y parte del siguiente […] nombró dos sujetos Seculares de los más honrados, y de la primera representación en esa Ciudad, para que haciendo de revisores y Fiscales en la materia, representasen los Derechos todos de la Fabrica como lo hicieron aprobando la cuenta debajo de ciertas condiciones y limitaciones, de que dado traslado a ese Cabildo satisfacísteis con Documentos, en cuya vista los mismos revisores pidieron la aprobación en los términos que constaba de la representación que remitió testimoniada, con lo demás de los autos para mi Real inteligencia, refiriendo la cautela con que procedió para el reintegro de los descubiertos del Ramo expresado, por haber sido este punto el principal de los Reclamos del Reverendo Obispo D. Pedro Tamarón, bien que antes le había hecho el mismo Cabildo una difusa representación pidiéndoles la aprobación de las cuentas, y desvaneciendo con Documentos que venían también Testimoniados las objeciones que contra la conducta de los Capitulares había opuesto el referido Prelado en sus informes para cuya comprobación mandó recibir varias declaraciones, i igualmente con el contador de esa Iglesia y un antecesor suyo absolviesen con arreglo a un interrogatorio particularmente formado, las dudas que se versaban acerca de la arca de comunes […] (Saravia 1993: 336; realce M.G.M.).

Es relativamente habitual encontrar cartas oficiales que, como es bien sabido, añaden la petición a la parte de narración (Carrera de la Red 2006b), y que no por no venir acompañadas de testimonios ni de autos reciben la consideración de difusas (quizá fuera una condición, pero a buen seguro haría falta algo más). Además, el primero de los textos, la carta de Francisco Jiménez al rey, solicita que el Consejo ordene traer unos autos que obran en poder la Audiencia de Santo Domingo y los revise, por lo que ni siquiera entraría de la misma manera que el otro texto en la categoría de no testimoniado. En este documento hallamos muchos fenómenos lingüísticos de interés14, pero prefiero presentar, a modo de ejemplo, algunos fenómenos grafo-fonéticos y morfofonológicos presentes en el segundo documento (ejs. 10a), que bien podían, desde luego, dificultar la intelección del contenido, y reproducir un fragmento del mismo

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El desarrollo argumentativo del texto, la acumulación de datos sin claridad expositiva, sería el tono predominante en el texto, pero este llama también la atención en lo grafofonético (uso constante de mp en casos como vmpardo ‘un pardo’, empuerto pe ‘en Puerto Pé’, etc.) o en lo sintáctico (ya en el uso del verbo ser, no tan distantes de los usos actuales ‘focalizadores’ del español caribeño y de otras zonas de América, en la frase que abre el texto: “Señor, no tenemos más alivio los que havitamos en esta América que es dar quenta a Vuestra Magestad de los agravios que resevimos de los que se intitulan poderosos en ella”).

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texto que destaca por el uso especial del relativo lo cual (10b), que, si bien en principio debiera corresponder a un alto grado de integración sintáctica, como es propio en los textos elaborados de la distancia comunicativa, se utiliza aquí con inhabilidad como un mero conector aditivo15: (10) a) irla (isla), rasos (razón), mudadad (mudadas), guelido (olido), diendo (yendo), el helegido (el ejido), recursoso (recursos) b) con la mudada hai mui po{10}co ferbor a las cosas de Dios por que {11} todo el gentio se a desbaratado unos {12} se an hido a la siudad otros a el balle {13} de bani hotros a el balle de San Juan {14} hotros a el balle de neiba hotros {15} a el pueblo de banica y asi estan {16} las cofradias mui caidas lo qual en {17} la higlesia habia siete cofradias {18} las quales nombrare la cofradia del {19} santisimo la cofradia del espiritu S {f 4r} {1} hespiritu Santo San lorenso la con{2}sepision el rosario la candelaria y los san{3}tos relles lo qual por hda mudada es{4}tan caidas hdas fiestas solo esta en ser {5} la de la candelaria todas estas fiestas {6} tienen sus pasos […] lo qual todas {17} estas fiestas estan ya caidas y no {18} caidas solo desmolidas porque no {19} se asen las fiestas solo es un dia {20} y no sale ya prosesion por la fal[interlineado ta] {f 4v} {1} de la gente lo qual por dha mudada {2} se a desperdigado tanta gente y aber{3}se lebantado dos pueblos los quales son {4} los que nombramos.

No considero, en definitiva, que se quisieran destacar diferencias dialectales, diatópicas, pero sí considero probable que con representación difusa se hiciera referencia a un aspecto de elaboración intensiva (intensiver Ausbau: Koch/Oesterreicher 2011[1990]) de estos textos, producto, por tanto, de unos autores nada entrenados en los hábitos de la escritura que se ven obligados en circunstancias especiales a escribir una carta oficial.

5. VARIACIÓN DIACONCEPCIONAL 5.1. La distancia comunicativa. La lengua de los documentos, hoy El objeto central de análisis de la lingüística variacional poscoseriana de las tres últimas décadas ha sido el continuum que tiene como extremos

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Mantengo en este ejemplo los criterios de la Transcripción Paleográfica según las normas CHARTA, para tener un acceso más directo al texto original. Los demás ejemplos están presentados, para mayor claridad expositiva, en una presentación crítica.

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la inmediatez y la distancia comunicativas, esto es, el plano de la variación concepcional, sobre el que se configuran los distintos tipos de textos (Koch/ Oesterreicher 2011[1990]) que surgen a su vez de un equilibrio entre los dos tipos de reglas del nivel histórico-idiomático del lenguaje (Koch 1997): el de las reglas idiomáticas de una lengua particular (sus estructuras) y el de las reglas discursivas (la adecuación pragmática de las estructuras, las convenciones textuales, etc.). No es, desde luego, el azar el que a veces ha focalizado el interés de la lingüística variacional histórica en la búsqueda de la impronta oral de los textos escritos, pero hay que advertir que desde esta perspectiva todos los tipos de textos merecen en principio la misma atención. Así, por ejemplo, también los textos que configuran el denominado discurso diplomático indiano (Carrera de la Red 2006a), ligado al ámbito jurídico-administrativo y al diálogo entre instituciones, resultan de gran valor para la historia del español de América, y no solo por el valor intrínseco del estudio de estos registros, sino porque pudieron constituir, en parte al menos, la norma lingüística de las elites indianas y tal vez, desde esta, extender sus modelos a otras variedades lingüísticas. Así, con respecto a Colombia, se ha presentado para la discusión la idea de un vínculo entre la lengua de los documentos y la de los periódicos de fines del período colonial (Carrera de la Red 2012) o la de que la lengua de los documentos pudo contribuir en parte al prestigio lingüístico del que Colombia ha gozado desde el siglo XIX, incluso como modelo del español más puro hablado de América: (11) Colombia es un país conocido en el dominio hispanohablante como foco de irradiación de una norma lingüística del español muy cuidada y culta. Sería interesante comprobar si esta norma tan cuidada del español colombiano es, en parte, resultado de la evolución del llamado “discurso diplomático”, es decir, el lenguaje administrativo empleado por parte de las instituciones hispánicas durante los siglos de la etapa colonial. Este lenguaje se plasma en la multitud de textos o documentos que salieron de las escribanías de las ciudades y villas colombianas16.

Sea como fuere, da la impresión, ya intuitivamente, de que, bien por medio de procesos de idiomatización (en el sentido de Koch 1997, 2008), bien por medio de su mantenimiento en tradiciones discursivas de la distancia, la lengua

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La cita está tomada de una memoria que con el tiempo daría lugar al proyecto de investigación Hacia el estudio de la variación multidimensional: un nuevo corpus para el estudio histórico del español de Colombia (CORDECOL) (Referencia FFI2008-02105/FILO, MICINNEspaña), coordinado por la Prof.ª Carrera de la Red.

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de los documentos sobrevive de forma más efectiva en el español americano de hoy que en el español peninsular. Por poner un ejemplo, no se me ocurre verbo más característico del discurso diplomático que servirse/ser servido en contextos como suplico a VS se sirva de concederme la merced…; pues bien, el CREA no recoge ocurrencias de sírvete/sírvase en España que presenten el uso, ligado a la petición de un favor, que sí sigue presente en América17: (12) a) Señor, sírvete echarle un vistazo a mi hijo. ¿Lo ves? Debería ponerte una demanda, pero sólo te ruego que me lo hagas tantito menos feo, menos tarugo, menos desgarbado… Madre al fin, soltóse llorando [México, 1985. CREA: Tomás Mojarro, Yo, el valedor (y el Jerásimo)]. b) Se abre la sesión. Señor Secretario, sírvase dar cuenta con los asuntos en cartera (México, 1998. CREA: Sesión pública ordinaria de la Honorable Cámara de Senadores). c) Gracias, Suboficial, sírvase dejarme a solas con el procesado (Argentina, 1976. CREA: Manuel Puig, El beso de la mujer araña). d) Señor González, sírvase hacernos un relato lo más completo posible de cuanto le consta sobre los hechos que aquí se reconstruyen (Colombia, 1986. CREA: Grupo Teatro La Candelaria: Guadalupe años sin cuenta). e) Para más información y solicitudes, sírvase consultar las vacantes para determinar si sus calificaciones corresponden a las necesidades del Grupo Riba Smith (Panamá, 2004. CREA: 04206036. Página web 2004).

5.2. Lo oral en lo escrito Hechas estas precisiones, cabe referirse, ahora sí, a los dos tipos de textos que, ya por sus propias características discursivo-tradicionales (diskurstraditionelle Merkmale) probablemente ejemplifican mejor la concepción oral. Ambos tienen en común el que pueden aparecer en el interior de autos, denominación que, como es sabido, se refiere a los textos dispositivos breves sobre los que se articula el proceso judicial y que se toma metonímicamente para la totalidad del expediente.

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Solo un ejemplo en España, de 1977 y con un cierto valor irónico o incluso polifónico: “Censor de novelas con González Bravo (uno de sus amigos entregaría a la posteridad el dato de que Bécquer le confiaba el sello de censura para que él mismo, sírvase, autorizara sus escritos)” (España, 1977. CREA: El País, 28/09/1977: Una biografía interior de Bécquer).

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En primer lugar, hallamos ocasionalmente copias de cartas sobre diversas materias, producidas a veces en condiciones de inmediatez comunicativa, desde cartas de amor a cartas de asuntos políticos no menos secretos, que constituyeron pruebas durante el proceso judicial. En unos autos de 166118 encontramos al final de algunas cartas expresiones como “y adiós y romper papeles” (f. 7r), “en leyendo, romper éste luego” (f. 8v), o “en leyendo, rompa luego estos papeles no sea el diablo que por descuido cojan alguno aí y se congratulen” (f. 11r). Egoístamente, los lingüistas quedamos agradecidos de que, en lo que fuera un acto imprudente para él, el destinatario no siguiera la encomienda del autor de la carta. En segundo lugar, hay que destacar las declaraciones de los testigos que se presentan en estilo directo e indirecto, ambos de gran interés, y advertir que estas formas de discurso reproducido se pueden dar incluso en las certificaciones o notificaciones de los escribanos, quienes a menudo acompañaban a los alguaciles cuando correspondía, por ejemplo, detener al acusado o llevar a cabo el decomiso de sus pertenencias y pueden llegar a ofrecer pasajes narrativos de gran interés lingüístico. Incluso será posible, en algunas ocasiones, hallar ejemplos de una misma conversación que se encuentra repetida, con algunas variantes de gran relevancia para estudios lingüísticos, por testigos diferentes durante sus declaraciones (Gutiérrez Maté 2012a).

6. ALGUNOS EJEMPLOS En línea con lo expuesto en 4.2., corresponde, al menos, enunciar algunos fenómenos lingüísticos que se dejan ver en estos textos intrínsecamente más orales. No desearía que esta última parte, tan necesaria como en cierto sentido convencional, desplazara las consideraciones metodológicas anteriores. Reconozco, además, presentar una selección de fenómenos que solo de forma arbitraria he considerado especialmente interesantes y que su exposición, quizá también difusa, no responde a ningún orden determinado y no puede en pocas líneas contener una explicación satisfactoria; no obstante, espero que los ejemplos hablen por sí solos.

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AGI, Escribanía 7B. Se trata de unos autos contra el ex alcalde de Santiago de los Caballeros Luis de Vargas Machuca, que aún desde la cárcel mantenía correspondencia secreta con el antiguo oidor Andrés Martínez de Amileta. Pese a que algunas de estas debieron destruirse, buena parte de la correspondencia simplemente se guardó y finalmente fue descubierta por las autoridades.

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Ya en un trabajo anterior sobre la distribución de vuestra merced y usted en documentos colombianos (Gutiérrez Maté 2012a) hice una pequeña cala en el español dominicano y presenté la siguiente carta privada (en los mismos autos, citados arriba, de 1661) de la mulata Francisca del Castillo al reo Luis de Vargas: (13) [margen 12°] Señor, espantada estoy de que teniendo usted tanta capazidad y, si ase lo que hiso, conociendo a la negrita y sabiendo que de ella no se pude fiar nada. Ayer estubo aquí Gerónimo de Quesada y un ayudante y dos soldados, con el papel que usted havía embiado a el oidor y se llebaron toda su ropa y papeles de usted y la caja y me metieron tanto miedo que no me atrebí a embiar onde usted; no embargante que é estado con gran moxina y lo estoy, ayba la cena y vm bea qué modo á de aber para que a mí no me suceda algo. La carta que usted me imbió la llebó a la audienzia el padre fray Agustín de Luyando. Si a vm le preguntaren cómo la dio, diga que el dia que fue allá a decir missa. Sus bienes los tiene en depóssito Juan de Aguilera; el bestido de tafetán doble no fue porque le havía bendido como usted lo mandó, y sepa usted que a la fuerza de Araya lo embían desterrado. Dele dios pacienzia para llebar tantos trabajos. Suya como siempre [Santo Domingo 1661, fs 12v-13r].

En otras de estas cartas aparece también usted, en competencia con la forma vm (como discutí en aquella ocasión: ¿quizá solo un problema de graficación?). Si estas son probablemente las primeras documentaciones del nuevo pronombre en América19, no debe extrañar que este aparezca en varios textos a partir de entonces, como en otros autos de 166220, que recogen las declaraciones de soldados sospechosos de querer iniciar un motín. En esta ocasión, será en el estilo directo donde aparezca la forma no abreviada osté: (14) váyase osté hacia el matadero, que allá están juntos todos.

Sin embargo, en este texto, cuando los soldados hablan entre sí, generalmente se vosean, también en el uso de los clíticos (os) y las formas verbales (monoptongadas y no monoptongadas: fuistis, mirad, andais…); se trata de un voseo que podemos caracterizar en lo pragmático por un valor sociológico de camaradería, complicidad o identidad de grupo. Lo que sorprende en este estado de cosas (o, en realidad, anticipa el fenómeno morfosintáctico panamericano más importante) es que los mismos soldados utilicen entre sí ustedes cuando el destinatario es plural:

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Vid. el trabajo de la Prof.ª García Godoy en este mismo volumen. El fiscal con Salvador Márquez y Pedro Velázquez, soldados del presidio de Santo Domingo, sobre la participación de éstos en un tumulto. AGI, Escribanía 7B.

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(15)que lo que hacían todos era, en encontrándosse, desirse los unos a los otros “a tal parte bamos” y que, yendo para la dicha cuesta este declarante, encontró con dos soldados a quien dixo “¿dónde ban ustedes, no dicen que bamos a esto?” a lo que le respondieron que bolverían, que ya benían de allá.

Por otra parte, estos mismos autos pueden distinguirse por otra primera documentación, en este caso, de un fenómeno léxico-semántico que está hoy presente, sobre todo, en algunas variedades centroamericanas. Así, encuentro tres ocurrencias del elemento léxico pendejo con valor de insulto (sinónimo aproximado de ‘cobarde’, tal como se halla recogido ya en Autoridades), tan característico del español de México actual (aunque la documentación en los documentos novohispanos no tendrá lugar hasta 1808: Company Company 2007: 27), pero que debió ser mucho más general en el dominio hispánico: (16)dixo que bolvió a cassa de su labandera y que oyó ruido y que estubo hablando con ellos y le llamaban y que no quiso y que le dijeron que era un pendejo.

Añadiré aún, para terminar, un fenómeno lingüístico que podemos rastrear en los textos y que resulta de gran trascendencia para la lingüística caribista: el uso explícito del pronombre sujeto. Este abunda en los fragmentos en estilo directo y en algunas cartas, pero también en otras formas discursivas, como en la siguiente notificación del escribano contenida en unos autos de 170021: (17) […] y aviéndole dado un recaudo a dicho señor pressidente del señor provisor con toda cortesía sobre el irle a notificar dicho auto a dicho don Francisco dijo dicho señor pressidentei – que éli no se metía en esso – y que éli no era portero para tenerle presso a dicho don Francisco, a que yo el presente notario repliqué que si el señor provisor le avía mandado a Su Señoría el Recaudo, era en atención a que Su Señoría se lo avía mandado a dicho señor Prouisor, en orden a que tendría a dicho don Francisco en su cassa por presso, a que respondió Su Señoríai – que éli no avía imbiado tal recaudo, y, diciéndole el ayudante Diego Fernández lo avía llevado de parte de Su Señoría, mandó entonces llamar a dicho ayudante y le dijo [Su Señoría/el señor presidentei] – que si éli avía dado tal recaudo y le satisfiço dicho ayudantei diciendo

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Testimonio de los autos criminales fulminados contra Don Francisco de Manzaneda. AGI, Santo Domingo, 68, ramo 1, núm. 20/ 2.

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– que éli lo avía dado de oficio por la orden que tenía de Su Señoría, a que se enojó el señor pressidentei y mandó a dicho ayudantej fuesse a cassa de dicho señor prouisor para que Øj reconociesse – que éli no avía mandado dicho recaudo […]

No solo el uso explícito del pronombre resulta especialmente llamativo, sino también el que este aparezca frecuentemente en oraciones subordinadas estableciendo una relación de correferencia con respecto al sujeto de las oraciones principales (para mayor claridad he añadido subíndices y separado en párrafo aparte las subordinadas), aspecto que, en el marco de la gramática generativa reciente, se considera decisivo para comprender la diferente parametrización de la propiedad del sujeto nulo (vid. Holmberg et al. 2009). En un trabajo anterior (Gutiérrez Maté 2013a) especulé, al lado de otras explicaciones en relación con la estructura informativa oracional y el papel de los focos débiles, con la posibilidad de que simplemente se estuviera respetando el yo del estilo directo, que tiene un índice muy elevado de aparición en estos textos, en su proceso de transformación a estilo indirecto (las oraciones donde aparece él explícito dependen en su mayoría de verbos de dicción). Independientemente de la explicación del fenómeno, lo que me interesa aquí es destacar, como ya planteé más arriba, que también los pasajes en estilo indirecto y también aquellos textos dentro de los autos que aparentemente son menos interesantes dejan entrever rasgos que, con un alto grado de probabilidad, podemos caracterizar como pertenecientes a la oralidad de este período histórico del español dominicano.

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