Las raíces biológicas de la interculturalidad. El mestizaje biológico y la interculturalidad.pdf

May 25, 2017 | Autor: Javier Gracia | Categoría: Evolutionary Biology, Neuroethics (Philosophy), Miscegenation, Interculturality
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LA INTERCULTURALIDAD EN DIÁLOGO: ESTUDIOS FILOSÓFICOS Sonia París Albert e Irene Comins Mingol (Eds.)

ESTUDIOS THÉMATA Sevilla • 2016

THÉMATA

Título: La interculturalidad en diálogo: estudios filosóficos Primera edición: Julio 2016 © Sonia París Albert e Irene Comins Mingol, 2016. © Editorial Thémata, 2016. Editorial Thémata C/ Antonio Susillo, 6. Valencina de la Concepción 41907 Sevilla, ESPAÑA TIf: (34) 955 720 289 E–mail: [email protected] E–mail: [email protected] Web: www.themata.net Imagen de cubierta: Miró, constelaciones. Diseño de cubierta: Editorial ThémataAJ Maquetación y corrección: Thémata MM y JCh ISBN: 978-84-945551-0-7

DL: SE 1228-2016

Imprime: Ulzama, Navarra Impreso en España • Printed in Spain Reservados todos los derechos exclusivos de edición para Editorial Thémata. El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que establece penas de prisión y/o multas, además de las correspondientes indemnizaciones por daños y perjuicios a cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación, total o parcial, de esta obra sin contar con la autorización escrita de los titulares del Copyright.

De la razón situacional a la razón intercultural. Una propuesta de diálogo. Stefano Santasilia ........................................................................................... 151 El embrión y su alma en los primeros neoplatónicos. José María Zamora Calvo ............................................................................. 159 De máquinas, células y personas. Jaime Vilarroig Martín y Juan M. Esteve Esteve ....................................... 171

II. Interculturalidad en las ciencias. Propuestas y nuevos desafíos. Las raíces biológicas de la interculturalidad. El mestizaje biológico y la interculturalidad. Javier Gracia Calandín .................................................................................. 183 Antropología, perspectivismo, reconocimiento y hermenéutica desde y más allá de Ortega y Gasset. Fundamentos para una ética intercultural. Julio Samuel Badenes Almenara .................................................................. 195

III. Arte, cine y literatura: miradas interculturales. Sombras y luces de la interculturalidad en el cine. Sobre la dificultad de afrontar el diálogo intercultural entre modelos cinematográficos. Enric Antoni Burgos Ramirez ...................................................................... 207 Máscaras, velos y mujeres bomba. Carmen Adriana Santander .......................................................................... 217 La antinomia del diálogo entre culturas. Reflexiones a partir de la trilogía oriente y occidente, de Andréi Biely. Antonio Castilla Cerezo ................................................................................ 227 La condición humana como mirada intercultural: Samuel Beckett y Albert Camus. Enrique Herreras ............................................................................................ 237 Ciudad, desorientación y modernidad en «El negro artificial» de Flannery O´Connor. David Sánchez Usanos .................................................................................. 251 Le désir d’Orient. Disonancias de una nómada en época colonial. Los textos de Isabelle Eberhardt. Johanna Caplliure .......................................................................................... 261

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LAS RAÍCES BIOLÓGICAS DE LA INTERCULTURALIDAD. EL MESTIZAJE BIOLÓGICO Y LA INTERCULTURALIDAD.1 Javier Gracia Calandín2. Universidad Valencia. Introducción La interculturalidad es uno de los temas con mayor presencia en la reflexión filosófica actual. Desde diversos enfoques se ha llamado la atención de la mezcla cultural que componen las sociedad humanas. Cuando se introduce desde la ética el concepto de interculturalidad en contraposición a multiculturalidad se pretende incidir en aspectos regulativos o prescriptivos (y no sólo descriptivos) acerca de la interacción y convivencia de las personas. Por otra parte, desde perspectivas evolucionistas se ha puesto de manifiesto la dimensión biológica del ser humana, incluso en aspectos referidos a la moralidad. Por ejemplo, Francisco Ayala se refiere a las “raíces biológicas de la moralidad” para aludir a las capacidades con las que la especie humana está dispuesta y que le permiten poder desarrollar un comportamiento moral. De este modo el comportamiento ético deviene el resultado del mayor desarrollo intelectual del homo erectus, producto del proceso evolutivo. Todo ello no quiere decir que el comportamiento ético esté biológicamente determinado, sino que el dicho comportamiento ético encuentra su correlato en aspectos biológicos del ser humano como especie singular. Si tenemos en cuenta ambos aspectos, podemos preguntarnos si la interculturalidad como ideal moral regulativo encuentra algún correlato en 1 Este trabajo se realiza en el marco del proyecto de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico FFI2013-47136-C2-1-P, financiado por el Ministerio de Economía y competitividad. 2 Javier Gracia Calandín ha publicado varios libros entre los que cabe destacar: Antropología Filosófica en Charles Taylor (EAE, 2011), Ética y política en Charles Taylor (EAE, 2011). Es también autor de numerosos artículos de investigación entre los que cabe destacar: “Posibilidad de un individualismo holista” (Isegoría 42, 2010), “Identidades complejas y dinámicas” (Revista Española de Ciencia Política 28, 2012), “La interculturalidad en el quicio de la hermenéutica filosófica” (Recerca 10, 2010). E-mail: [email protected]

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bases biológicas que nos caracterizan como especie. En este sentido vemos que el concepto de mestizaje no sólo se emplea en términos estrictamente biológicos sino también culturales. 1. Usos y acepciones del concepto de mestizaje. Proveniente del bajo latín mixticius, el término “mestizaje” es empleado en castellano de forma polisémica. En primer lugar se usa para referirse al “cruzamiento de razas diferentes” y al “conjunto de los individuos que resultan de este cruzamiento”.3 Para estas primeras acepciones nosotros hablaremos de mestizaje biológico. En segundo lugar, el término mestizaje se emplea también para aludir a la “mezcla de culturas distintas, que da origen a una nueva”. Para esta segunda acepción hablaremos de mestizaje cultural o interculturalidad. Por su parte el término “mestizo” se refiere al individuo resultante del mestizaje, aunque principalmente se emplea para referirse al caso especial de hombre blanco e india o de indio y mujer blanca. Ello nos sitúa en el caso particular pero paradigmático del proceso de mestizaje en Latinoamérica, que con la llegada de los primeros europeos desde finales del siglo XV ha ido desarrollando un proceso de mezcla hasta resultar una mezcla étnica expandida por gran parte del territorio. El caso latinoamericano es paradigmático, pero también son notables los casos de filipinas, Sudáfrica o Estados Unidos, cada uno con su propia historia e idiosincrasia. En este artículo vamos a emplearlo en su sentido genérico referido a la mezcla de seres humanos de diversas poblaciones o etnias.4 Lo cual aunque incluye en primer lugar a seres humanos de diferentes colores, no sólo se restringe a estos casos.5 Por eso, aunque es posible distinguir un mesti3 Estas son respectivamente las dos primeras acepciones que recoge el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academica Española (DRAE). Cf. Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española. Madrid: Espasa Calpe, 2001, p. 1495. 4 Cf. VELASCO, D.: “Mestizaje” en CONILL, J.: Glosario para una sociedad intercultural. Valencia: Bancaja, 2002, pp. 243-252. 5 Como argumentaré más abajo evito el término “raza” por su déficit de cientificidad y aunque estoy de acuerdo con que es la conciencia popular la que ha privilegiado los colores blanco, negro, amarillo ocobrizo, creo que existe mestizaje (también biológico) aunque el color de la piel no sea un factor diferenciador.

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zaje biológico o genético y un mestizaje cultural y ambos necesariamente no tienen por qué ir unidos, sin embargo, en el individuo mestizo difícilmente se puede hablar de uno sin tener en cuenta el otro. 2. Razones a favor y en contra del mestizaje en el ser humano. A menudo declaramos que todos somos iguales sin distinción de raza, color, sexo, religión.., la realidad, sin embargo, nos muestra que de forma generalizada sobre todo en las sociedades nordoccidentales (en comparación con las de América latina) sigue persistiendo cierto rechazo o miedo al mestizaje. Cabría hablar aquí de un imaginario que si bien no racista en un sentido fuerte, sí que contribuye a un discurso “mixtofóbico” más o menos explícito, a veces expresándose a través de gestos o actitudes (no siempre del todo conscientes), hasta el punto de que el mestizaje comporta un carácter peyorativo en nuestro imaginario social. Es a esto que Taguieffllamó“la obsesión del mestizaje”.6 Ante este hecho creo que lo primero es preguntarse cuál es el origen de dicha “mixtofobia” en el imaginario social y a continuación analizar las razones a favor y en contra del mestizaje en el ser humano, lo que a su vez nos llevará a cuestionar los presupuestos científicos del racismo. En primer lugar, parece razonable pensar que el tinte peyorativo que comporta el mestizaje en el imaginario social europeo viene determinado por cierta atribución de impureza, degradación o decadencia de una raza. Pero, ¿tienen algún fundamento estas atribuciones? Si analizamos más a fondo la cuestión veremos que en el fondo de dicha mixtofobia hay una mezcla de “psicología popular” (folk psychology) sin base científica y de un peculiar discurso identitario que ve peligrar la identidad de un pueblo o “raza” cuando tiene lugar la mezcla con personas de otras sociedades. Porque –según argumentan— el proceso de mestizaje terminaría por desencadenar cierta indiferencia o falta de cohesión identitaria entre los miembros de un grupo hasta caer en la anomia social o incluso la anemia identitaria. El mestizaje sería rechazado porque conduciría a un rebajamiento de la calidad humana (medida, claro está, en términos de pureza). 6

TAGUIEFF, P.A. Les fins de l’antiracisme. Paris: Michalon, 1994, p. 53.

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A la base del discurso mixtofóbico encontramos explicaciones de índole ideológica y que como vamos a ver difícilmente encuentran respaldo en el ámbito de la biología, aunque a mi juicio y lo veremos posteriormente ni tan siquiera en el plano de la forja de las identidades culturales. Es por lo tanto un discurso ilusorio alimentado por miedos que no tienen correlato en la realidad. Empecemos argumentando desde la biología que el mestizaje no sólo no es una degradación o rebajamiento de la calidad sino que precisamente a través de él en todo caso la especie sale fortalecida y, quepa decirlo, también mejorada. 2.1. La endogamia genética y el empeoramiento de la especie. Efectivamente es un hecho enormemente corroborado en genética los efectos negativos de la endogamia biológica. Por tal me refiero al cruzamiento entre individuos de una misma raza dentro de una población aislada, tanto geográfica como genéticamente, que da como resultado la reproducción de un acoplamiento de padres que están estrechamente relacionados genéticamente. El resultado es un aumento de la “homocigosis”, esto es, la existencia de células que posean alelos idénticos de un gen en relación con un determinado carácter, lo que puede incrementar las posibilidades de que la descendencia esté afectada por rasgos recesivos o deterioros genéticos.7 Todo ello conduce a lo que es conocido como “depresión endogámica”, es decir, una disminución de la aptitud de la población debida a la existencia de genes deletéreos (genes que provocan un acortamiento del ciclo biológico, un empeoramiento de la calidad de vida o algún daño en su organismo) causado por la endogamia.8 Por el contrario, la exogamia (el cruzamiento entre individuos de diferentes comunidades o poblaciones) es un proceso enormemente empleado en genética para el mejoramiento de las especies que da como resultado la “heterosis” dando pie a lo que se conoce como “vigor híbrido o ventaja del 7 Cf. NABULSI, MM., TAMIM, H., SABBAGH, M. OBEID, MY., YUNIS, KA. y BITAR, FF.: «Parental consanguinity and congenital heart malformations in a developing country» en American journal of medical genetics. Part A 116A (4), 2003, pp. 342–347. 8 Cf. JIMÉNEZ, JA., HUGHES, KA., ALAKS, G., GRAHAM, L. y LACY, RC., «An experimental study of inbreeding depression in a natural habitat» en Science 266 (5183), 1994, pp. 271–3; BERNSTEIN, H., BYERLY, HC., HOPF FA., MICHOD, RE., «Genetic damage, mutation, and the evolution of sex» en Science 229 (4719), 1985, pp. 1277–1281.

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heterocigoto” consistente en la mayor fortaleza de diferentes características en los mestizos (heterocigotos). No es que necesariamente la descendencia incorpore algún tipo de mejoramiento pero cabe dicha posibilidad en grado elevado, al igual que el deterioro tenga lugar en los organismos homocigóticos. Sin salir del plano estrictamente genético o biológico, el mestizaje no hace sino reforzar y revitalizar las posibilidades de mejoramiento de los individuos. En el plano de las sociedades humanas, es de sobra conocido y por ello no vamos a detenernos, la decisión de algunas sociedades primitivas de que los matrimonios estuvieran formados por individuos de la misma tribu e incluso dentro de esta de la misma casta, dando lugar a la afinidad de sangre entre marido y mujer, Si la casta ostentaba poder se imponía en ocasiones matrimonios entre primos, entre hermanos y en algunas culturas incluso entre padre e hija, con el fin de que el poder no saliese de la familia dominante (dinastía, literalmente, poder de la familia).9 Sin embargo, estas prácticas llevadas a cabo por parte de los faraones en las monarquías del Antiguo Egipto o de las familias reales europeas finalmente llevan a la degeneración biológica. Por el contrario las tribus abiertas que optaban por la exogamia supeditaban la unidad de la tribu o del clan a su continua revitalización gracias a las mezclas genéticas externas. Así, ¿no es una curiosa paradoja que aquellas “dinastías” que pretendieron conservar endogámicamente el poder, acabaron por perderlo? Esto que se evidencia en el plano genético encuentra de modo muy llamativo su correlato en las políticas de casamiento exogámicas de algunos reyes con vistas a incrementar su poder. 2.2. Deficiencias del racismo como teoría científica. Sin salirnos del plano biológico la cuestión aún se complica más si nos detenemos a analizar el concepto de “raza” aplicado al ser humano. Entre 9 El incesto sería una forma extrema de endogamia que, no obstante, algunos autores distingue y separa de aquella por ser un tema tabú en la mayoría de sociedades. Son célebres a este respecto los estudios de antropología del parentesco sobre la prohibición del incesto por parte de LEVI-STRAUSS, C.: Las estructuras elementales del parentesco. Buenos Aires: Paidós, 1981. Sin asumir su tesis de que existirían ciertas estructuras psíquicas subyacentes al lenguaje y comunes a todo tipo de sociedad, sin embargo, creo que es interesante estudiar la correlación o no separación entre el plano natural y el plano cultural.

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los que afirman que en el ser humano las razas existen aducen diferencias de tipo morfológico (rasgos fenotípicos notorios y heredados) debido a la zona en la que viven como es el claro ejemplo del color de la piel. Sin embargo, ellos mismos admiten que estas diferencias no comportan diferencias sustanciales en el código genético. Los que desde la biología admiten la existencia de razas se enfrentan a su vez a la dificultad de determinar el número de razas existentes. ¿Cómo trazar los límites entre unas y otras? Sin embargo esta no es la única dificultad con la que se las han de ver los proponentes del racismo ¿por qué atribuir a las condiciones genéticas el aspecto exterior e incluso el carácter o modo de ser de una persona? ¿No es esto un reduccionismo extremo que apenas deja espacio a factores socioculturales?10 Y un problema vinculado con el uso del concepto de raza empleado a veces de modo discriminatorio sería, ¿son los presuntos cuestionarios de identificación de capacidades raciales tales como el del coeficiente de inteligencia atribuibles a diferencias “raciales”, o dependen más bien de otros factores socioculturales entre los que la educación ocupa un lugar preeminente? Por su parte los que niegan la existencia de razas en el ser humano se basan en los análisis del código genético que demuestran que hay muy pocas diferencias entre el ADN de un negro, un caucásico, un mongoloide o cualquiera de las otras sedicentes razas humanas. ¿Cómo podría haber una diversidad genética alta tratándose de una especie, la del Homo sapiens, que lleva poco tiempo existiendo (apenas entre 300.000 y 200.000 años)? Por eso, los conceptos que usa la genética no son los de razas sino los de especies, para referirse a individuos que forman comunidad reproductiva aislada y el de población para referirse a aquellos miembros de una especie que forman una comunidad efectiva. Las cuestiones fenotípicas no son constituyentes de una nueva especie y sólo aquella población que permanezca largo tiempo aislada del resto y cuyas mutaciones genotípicas no se transmitan a otras poblaciones puede acabar constituyendo una nueva especie. En una especie como es la del ser humano con una extraordinaria 10 Esta es la crítica que Camilo José Cela Conde presenta a autores como M. G. Smith en su “Pluralism, race and ethnicity in selectedAfricancontries”. Aunque esta distinción racial en los términos de variantes del género Homo se remontaría al menos a la taxonomía de CarolusLinneus en su Sistema Naturae. Cf. CELA CONDE, C.: “Racismo” en CONILL, J.: Glosario para una sociedad intercultural. Valencia: Bancaja, 2002, pp. 295-296.

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capacidad de movimiento que conduce a flujos genéticos, ¿es posible o si quiera concebible que tengan lugar dichas condiciones de aislamiento para dar lugar a nuevas razas? ¿Realmente tiene sentido hablar de razas cuando “de la diversidad genética total de la humanidad, el 85% de ella está presente en cualquier población local, es decir, en cualquier pueblo o ciudad de cada continente (aunque los genes que contribuyen a ese 85% varíen de una población a otra)”?11 Desde un punto de vista biológico-evolutivo el mestizaje en la especie humana es un hecho irrefutable y eso convierte en un sueño imposible poder identificar una población con particularidades genéticas notorias. Más si cabe tratándose de una especie, la del Homo sapiens, que al contrario que otras como los chimpancés presenta una exigua variación genética entre sus miembros y sin embargo aglutina una amplísima diversidad fenotípica (en el caso del chimpancé hay una variedad genética más amplia, en la que se distinguen dos especies, la especie de chimpancé común y la especie bonobo, pero sus diferencias fenotípicas son mucho más limitadas). En este sentido podemos concluir que la distinción de razas en la especie humana carece de fundamento científico y que se debe a un uso (abuso) de un concepto ideológico que el investigador proyecta en su investigación haciéndolo pasar como categoría científica.12 Si como vemos desde el punto de vista genético y científico faltan razones para avalar el racismo y la mixtofobia puesto que finalmente llevan a la degeneración biológica, ¿por qué ha sido y es un patrón tan repetido en las sociedades humanas las costumbres endogámicas?, ¿qué mueve a aquellos que recelan del mestizaje y argumentan en contra de la exogamia? Si como vemos faltan razones en el plano biológico que avalen la endogamia, homogamia y de forma más general los casamientos homogéneos, ¿no será que los motivos se sitúan en el plano de lo ideológico?, ¿no será que en 11 Un 5-6 % adicional aparece cuando se comparan poblaciones locales del mismo continente, y un 10 % más cuando se comparan poblaciones de distintos continentes. Cf. CELA CONDE, C. y AYALA, F.: Senderos de la Evolución Humana. Madrid: Alianza, 2001. 12 Esta es precisamente la crítica de J.M. Fish en “WhatAnthropology Can Do forPsychology” (2000) a ciertas versiones de la sociobiología y la psicología conductual que defienden un racismo científico. Insigne ejemplo de este racismo científico sería Van den Berghe en su TheEthnicPhenomenon. Cf. CELA CONDE, C.: “Racismo” en CONILL, J.: Glosario para una sociedad intercultural. Valencia: Bancaja, 2002, pp. 298-300.

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este caso el miedo a lo diferente por considerarse extraño, la búsqueda de unidad grupal y quizá la conservación de la paz del grupo han sido poderosos motores de las comunidades humanes?, ¿Hay en esto argumentos en contra del mestizaje? 2.3. Ideologías sectáreas o más bien identidades complejas y dinámicas. Efectivamente, los principales motivos que han alimentado la mixtofobia provienen del plano estrictamente cultural que yo preferiría llamar “ideológico”. El individuo diferente supone una amenaza para el grupo homogéneamente constituido. Las diferencias que éste incorpora desafían la uniformidad del grupo y con ello la unidad y cohesión entre los miembros, así como los rasgos identitarios que lo conforman. Qué duda cabe que la unidad y la cohesión son necesarias para la configuración de cualquier colectividad. Y en el caso del ser humano, merced a la diversidad cultural, la cuestión se complica con creces. ¿Qué manera más eficaz de cohesionar un grupo que alimentando la xenofobia, mixtofobia y haciéndolo desde presupuestos racistas carentes de cientificidad? Yo creo que este modelo de eficacia deja de estar a la altura de lo exigible cuando reparamos en que el ser humano no es simplemente un miembro más de la colectividad y el grupo no es un fin en sí mismo sino que el individuo mismo constituye un absoluto como tal. Más hagamos la salvedad: un absoluto sí pero no un átomo. Un absoluto en el sentido kantiano de “lo incondicionado”, que no se deja instrumentalizar por la colectividad y que si bien no es un átomo aislado y relegado a un solipsismo insuperable, su identidad necesita de su propia individualidad. Quizá en sociedades hipercolectivizadas el fin último sea la unidad e integridad del grupo y la identidad individual quede completamente subordinada a la identidad grupal.13 Pero estas sociedades hipercolectivizadas están alimentadas por 13 Con la feliz metáfora de “abrazo claustrofóbico” el sociólogo norteamericano Richard Sennett ha denunciado el peligro de los totalitarismos. A este respecto creo que sigue siendo válida la crítica de IsaiahBerlin en su célebre ensayo “Dos conceptos de libertad” a los totalitarismos en los que pueden derivar ciertas políticas basadas en la autorrealización y sus argumentos a favor de una concepción de la libertad genuinamente liberal radicada en el individuo. Pero del lado de Taylor me faltan razones para avalar el atomismo. ¿Acaso no sería posible hablar de un “individualismo holista”? Cf. GRACIA, J.: “Posibilidad de un individualismo holista” en Isegoría 42, 2010. Pp. 199-213.

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una forma de ideología sectárea que, como voy a argumentar, no sólo no contribuyen a la forja de una identidad individual sino que terminan por debilitar y pervertir la dinámica propia de la forja de identidades (también grupales). Es completamente cierto que sin la cohesión de los propios miembros de un grupo difícilmente podría constituirse un grupo con una identidad definida. Y que el individuo aislado sin la pertenecía a un grupo queda al borde de la crisis identitaria. Pero, ¿es posible que esta identidad quede definida si no hay con qué delimitarla? En el modo de delimitar la identidad se juega lo más sustantivo de la forja de identidades. Vemos que los otros que no forman parte del grupo cultural son necesarios aun cuando solamente sea para poder llegar a establecer los límites y fines del propio grupo. Es la dinámica del contraste que siempre sitúa los horizontes en un ámbito real concreto y no como una abstracción. Sin embargo, al hablar de límites, ¿no estamos levantando muros que hacen vanas las pretensiones de la interculturalidad? Será así, sólo si se entienden de modo exclusivo y estático. Pero de hecho, en la realidad, las sociedades humanas se han caracterizado por la capacidad para de-finir y re-definir sus propios contornos culturales.14 Y me aventuro a afirmar que es esta dinamicidad interna o resistencia al ostracismo la que ha permitido que sobrevivieran transformándose, enriquciéndose, incorporando nuevos aspectos con los que responder a los desafíos presentes. De modo que determinadas culturas han dado paso a nuevas formas de mestizaje cultural, en las que perviven las viejas formas culturales, si bien transformadas. Perder de vista la perspectiva histórica de evolución y transformación intercultural es recluirse en ideologías sectáreas, es alimentar una forma de incultura, esto es, de ignorancia de los propios presupuestos interculturales de la propia identidad. ¿Por qué mantener a las culturas en el formol de ideologías sectáreas cuando lo que las ha alimentado y permitido avanzar ha sido precisamente el intercambio y la hibridación con otras sociedades culturales? ¿No hay suficientes evidencias en la historia de que sólo aquellas sociedades que han conseguido innovar y adaptarse han avanzado y sobrevivido?

14 Cf. GRACIA, J.: “Identidades complejas y dinámicas” en Revista Española de Ciencia Política 28, 2012, pp.11-30.

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Pero aún hay otro argumento en contra del sectarismo y a favor del mestizaje cultural y es el que enraíza en la forja de la identidad de cada individuo. Es la propia individualidad en la expresión de su libertad la que va actualizando la tradición, pero también dando cabida a la innovación. Considerar que las culturas son departamentos estancos es tanto como negarles a los propios individuos nuevos espacios desde los que explorar su propia individualidad. Precisamente el entramado de sociedades multiculturales da pábulo a individuos progresivamente más interculturales. Es cierto que el multiculturalismo no es asimilable a la interculturalidad, pero es a partir de la diversidad cultural, y más si cabe en un mundo tan interconectado como el actual, que se hace posible la interculturalidad, esto es, la existencia de personas realmente políglotas, mestizas e interculturales. 3. El mestizaje biológico y la interculturalidad: convergencia sí, con-fusión no. Ya para concluir quisiera plantear un interrogante que ha estado y está muy presente cuando se trabajan de manera conjunta el plano de la biología y el plano de la ética. En el caso de la interculturalidad que nos ocupa la cuestión sería la siguiente, ¿los argumentos provenientes de la biología a favor del mestizaje han de conducir a la prescripción moral de favorecer la interculturalidad y censurar el racismo? En el curso de la exposición he planteado de modo separado lo que considero argumentos a favor del mestizaje biológico y en contra del racismo científico, por un lado, y las razones a favor de la interculturalidad, por otro lado. Creo que son dos planos que no deben confundirse porque aunque puedan aducirse buenas razones en el orden de la biología a favor de la exogamia eso no conduce necesariamente a que sea lo deseable. Con ello estoy invocando el no solapamiento entre ser y deber ser; entre descripción y prescripción. Y creo que en esta confusión incurren todos aquellos que pretenden derivar las normas morales de las condiciones favorecidas por la evolución biológica. Al cometer esta con-fusión de planos se incurre en la famosa falacia naturalista tal y como hizo J.S. Huxley.15 Por 15 Efectivamente, el famoso sociobiólogo heredero y defensor del darwinismo, J.S. Huxley, consideró que existía un progreso evolutivo, atribuyendo un valor especial objetivo

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eso no está de más recordar los argumentos de Hume y Moore contra la falacia naturalista consistente en no confundir las categorías lógicas “ser” y “deber ser”, ¿por qué inferir del hecho de que la evolución ha sido así, que es deseable que así sea? Tal y como afirma Francisco J. Ayala la naturaleza biológica es moralmente neutra y la bondad o maldad moral de eventos evolutivos es resultado de introducir valores humanos. La prescripción de normas morales no viene determinada biológicamente. No bastan las razones de índole biológica para prescribir determinadas conductas. De modo que la moral no queda reducida a un capítulo de la biología, por ejemplo, en clave genética (gen-ética). De hecho hay algunas normas morales que no son consistentes con comportamientos favorecidos por la selección natural, tales como la monogamia. Más aún, ¿cómo explicar la diversidad de códigos éticos sin que ello comporte ningún cambio genético que explique la inversión del valor moral? Por ello, argumenta Ayala, asumir que estamos biológicamente predispuestos no significa aceptar el determinismo, pues las mismas capacidades pueden llevarnos a comportamientos contrarios.16 En el caso del mestizaje, creo que habría que tener muy en cuenta el no solapamiento ni confusión entre estos planos, el biológico y el culturalmoral. Pero eso no quiere decir que no exista cierta relación e incluso que deba darse cierta forma de consistencia, pues, ¿qué sistema moral podría sobrevivir por mucho tiempo si va totalmente en contra de nuestra biología? Esto implica que nuestras normas de la moralidad deben ser consistentes con nuestra naturaleza humana. Lo cual no es lo mismo que decir que las normas morales promuevan comportamientos que incrementen la adaptación biológica de aquellos que se comporten de acuerdo con ellas. En el mestizaje encontramos un claro ejemplo de ello. Pues si existiera una población reducida y absolutamente endogámica, ¿realmente sobreviviría? Y si sobreviviera, ¿no daría pábulo a la homocigosis hasta el punto de un deterioro considerable de la especie? a los organismos más complejos, pero ¿por qué ha de ser deseable un organismo más complejo, por ejemplo, los vertebrados respecto a las bacterias? Tampoco es menos cierto que la evolución ha dado lugar 16 Cf. AYALA, F. J.: “Las raíces biológicas de la moralidad”, La evolución de un evolucionista. Valencia: PublicacionsUniversitat de València, 2006.

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La interculturalidad como horizonte moral hunde sus raíces en el mestizaje biológico, pues aquella no sería posible sin éste. La interculturalidad se hace posible cuando en un entorno diverso las gentes se mezclan las unas con las otras, lo que se consuma con el nacimiento de individuos biológica y culturalmente mestizos. Con todo, en el ser humano, es posible aunque no muy probable que haya mestizaje biológico sin que tenga lugar una auténtica relación intercultural. Del mismo modo y quizá de modo mucho más frecuente la fusión de horizontes culturales no viene necesariamente precedida por el mestizaje biológico (me refiero fundamental en individuos de poblaciones muy diversas). Pero, qué duda cabe que la interculturalidad se ha alimentado, se alimenta y todo hace pensar que también en el futuro encontrará en el mestizaje biológico una fuente de riqueza incomparable. Conclusiones En el plano biológico encontramos al menos dos argumentos que refuerzan la idea de que el mestizaje biológico reporta sendas ganancias puesto que de él la especie sale fortalecida y mejorada. Por una parte, en términos genéticos se puede determinar que un organismo está más expuesto a deterioros genéticos si practica la endogamia. Por otra parte, el racismo resulta una teoría insostenible a la luz de los análisis científicos. Todo lo cual nos lleva a concluir que la naturaleza humana está marcada indeleblemente por el fenómeno del mestizaje. Yendo al plano cultural, tampoco el rechazo al mestizaje se sostiene. Pues los planteamientos sectáreos y/o hipercolectivizados terminan por desfigurar la propia identidad cultural, ya que ésta solo se puede definir a partir del intercambio con los otros diferentes que delimitan. Al intentar conjuntar el plano biológico con el plano cultural encontramos una fecunda interrelación. Pues si bien es cierto que no se pueden confundir ambos planos so pena de incurrir en la vieja falacia naturalista; no es menos cierto que entre ambos se establece una cierta convergencia.

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