Las políticas migratorias en un contexto de globalización: Apuntes sobre su definición, actualidad y devenir en los próximos años.

July 25, 2017 | Autor: J. Rodríguez | Categoría: Globalización, Migración, POLÍTICAS MIGRATORIAS
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Descripción





Profesor de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica e Investigador del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de dicha universidad.
Las políticas migratorias en un contexto de globalización: Apuntes sobre su definición, actualidad y devenir en los próximos años.
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Lic. José Daniel Rodríguez Arrieta

RESUMEN
Este artículo pretende explicar que la globalización económica ha planteado escenarios inéditos en la interconexión mundial privilegiando los intercambios comerciales pero se ha presentado con recelo ante la liberalización de las fuerzas de trabajo. En este contexto, los países, de acuerdo a sus particularidades y características propias, formulan políticas migratorias en función de sus intereses y ello, hasta el momento, está marcando una tendencia que, de mantenerse las características actuales, se mantendrá en el tiempo.


PALABRAS CLAVE
Migración * políticas migratorias * políticas públicas * globalización

Introducción
El mundo se encuentra en tiempos de paradoja, en los cuales las tasas de migraciones internacionales han tocado sus cifras más altas de la historia, pero a la vez muchos actores políticos colectivos actúan reticentes o en contra de estos procesos como si fuese algo anormal, erróneo, temporal o de carácter reversible. Esto ha conllevado a que dicha temática sea parte importante de las agendas de estos y otros actores políticos y sociales y trastocando los puntos en común de lo local hasta lo internacional.

Lo anterior se debe invariablemente al impacto que el fenómeno migratorio tiene en las distintas arenas la forma en que ello reviste de constantes luchas de poder; así puede observarse su peso e importancia; de hecho, cual lo menciona Zapata-Barrero (2009:19), el proceso migratorio es el principal motor de cambio del mundo; la cantidad de personas que se movilizan aunado a la velocidad y la complejidad es una conjunción no vista antes en la historia pues, de acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), existen alrededor de 214 millones de personas migrantes alrededor del orbe (OIM, 2014), es decir, una de cada 32 personas en el mundo es migrante.

Actualmente, las migraciones internacionales convocan una alta complejidad y múltiples relaciones de causa-consecuencia, y sus efectos en las sociedades que trastoca, son igualmente determinantes; es decir que si bien las necesidades de subsistencia poseen un gran peso en la decisión de emigrar, no son las únicas como se concebía en las teorías clásicas, válidas inclusive hasta tiempos recientes. Puede constatarse una compleja relación de razones personales o colectivas, la influencia del entorno y elementos exógenos que se combinan como factores de expulsión y atracción que lo hace un proceso importante, multicultural e irreversible (Zapata-Barrero, 2009:19).

Anthony Giddens (citado por CEPAL, 2006:20), afirma que la globalización consiste en una "dinámica de movimiento y tránsito permanente de recursos materiales y simbólicos, en la cual la relación espacio-tiempo tiende a desaparecer"; esto es crucial para la presente reflexión por cuanto cabe reconocer que dicha dinámica y conjunción de movimientos –o la facilitación de éstos- se limita exclusivamente a los recursos, generalmente relacionados a los ámbitos económicos, financieros y de consumo, mas no así al de las personas. Es decir, las fronteras para las personas se mantienen permanentes, y cabe acotar que se han ido ampliando y consolidando, lo que se conoce como la paradoja de la globalización neoliberal en tanto que "mientras flujos de capitales, bienes y servicios se liberalizan y estimulan cada vez más por parte de los Estados, el flujo de trabajadores se restringe por esos mismos Estados con una decisión tanto o más intensa". (Thayer, 2012).

Así las cosas, debe reconocerse que el comportamiento de las migraciones internacionales es complejo. La segunda mitad del siglo XX se caracterizó, seguido por lo recorrido hasta ahora del siglo XXI, por un proceso veloz de cambios sociales, económicos y políticos que se han visto reflejados en una transformación de las dinámicas del fenómeno migratorio como una consecuencia y a la vez una causa de esas mismas transformaciones.

Sumado a esto, esa globalización económica se ha basado en el establecimiento de modelos político-económicos de liberalización y de reducción del papel del Estado que han tenido un efecto directo en las clases sociales más bajas, las mismas que, dicho sea de paso, son las que habitualmente se han visto más afectadas por estos cambios en los propósitos de las políticas económicas y, sobre todo, de sus consecuencias.

El proceso de multiculturalidad creciente que expone Zapata-Barrero resalta de sobremanera pues está ocurriendo a pesar de las barreras políticas, migratorias y físicas que se interponen entre los migrantes – los cuales son finalmente agentes modificadores y elementos de multiculturalidad- y los lugares de destino.

En este punto, la migración internacional deja de verse como un proceso residual o como una consecuencia "inevitable" de las dinámicas mundiales para convertirse en un actor principal para un desarrollo pleno y real, tanto del país de destino con el aporte de mano de obra, conocimiento o inversión, así como en el país de origen con la inyección de dinero por medio de las remesas o retornando con una mejor preparación, pero irónicamente es el migrante el factor que no ha sido realmente globalizado pues las barreras para el mismo son ampliamente selectivas en contextos claves.

Cabe entonces comprender que el hecho de que el proceso migratorio tome los tintes de preponderancia esbozados hasta aquí, tiene una influencia directa en la formulación de políticas públicas en países de origen y sobre todo en países de destino. Las políticas migratorias, como se desarrollará más adelante, se muestran como una compleja relación de factores de interés, coyunturales, políticos y económicos que desembocan en directrices específicas en función de un proyecto particular.

Así las cosas, la naturaleza supranacional y agresiva de la globalización, supondría el surgimiento de una creciente incertidumbre acerca de la injerencia efectiva del control de los Estados sobre el proceso migratorio dado sus complicados efectos. Es debido a esto que el proceso de globalización también tiene lo que podría considerarse un efecto inverso en muchos países que, en función de sus consecuencias, optan por políticas nacionalistas o proteccionistas.

Se planteará entonces en estas notas, por una lado, la relación existente entre el proceso de globalización como un contexto activo con influencia directa en el crecimiento del fenómeno migratorio y cómo ello tiene asimismo un resultado en la formulación de las políticas migratorias en la actualidad con una mira en los próximos años.

Migración y globalización, relación indisoluble
A lo largo del tiempo, las diversas teorías que se han avocado a descifrar la migración y ahondar en sus razones y consecuencias han variado de la misma forma que dicho fenómeno se va tornando más complejo. La concepción clásica de la migración como un mero resultado de la oferta y demanda laboral de un otrora naciente sistema capitalista se convirtió en un postulado insuficiente de la misma forma que otros acercamientos teóricos posteriores a éste, ello en franco ejemplo de la creciente complejidad en todos los aspectos que la migración internacional, así como los desplazamientos internos, llevan consigo.

Las razones que determinan la migración de las personas han variado con el tiempo tanto en su forma como en el fondo; dichas motivaciones, como se sugirió previamente, pueden ser tanto personales como estructurales o una combinación de ambas. Sobre esto, cabe recalcar que "la figura del inmigrante cada vez se vuelve más compleja y menos reconductible a las categorías que para ella escogen los países de destino" (Bascherini, 2008:95).

Las motivaciones para la emigración tienen relación con el país de origen, del de destino, de la región, de su situación personal, del tiempo y del sistema político inclusive y por supuesto de la relación de estos elementos con el contexto internacional; todo ello se conjuga al final en la decisión y los mecanismos que el emigrante considere para finalmente dejar temporal o definitivamente su país de origen en busca de una situación diferente, todo en función última de una mejora en sus condiciones de vida.

Entonces, la conjunción de estas particularidades así como las tendencias migratorias en general, llevan al surgimiento de diversos tipos de migrantes (económico, temporal, refugiado, permanente, entre otras muchas categorías), cada uno con necesidades y capacidades y diferentes y por ende con diversas formas de influir en la dinámica de un país, independientemente de la capacidad o el interés real de las autoridades para responder a esas influencias, así como provocar reacciones de diversas índoles a lo interno de la sociedad de acogida.

En la otra línea, Sygmunt Bauman (2001) explica que el término globalización es en sí tan complejo de definir como las raíces del proceso mismo; al unísono, Hans Hemmer (2002:9) coincide con Bauman en la complejidad del proceso y su determinación en la definición y añade que las posiciones alrededor del mismo oscilan entre la demonización y la exaltación.

Cabe agregar que esta oscilación que plantea Hemmer, tiene una importante relación con el lugar desde el cual se mira, se percibe y se vive el proceso migratorio y sus consecuencias. Retomando lo expuesto con el acercamiento planteado por Anthony Giddens, acerca de la globalización en tanto tendencia a la desaparición de la relación tiempo espacio para los recursos materiales, también puede tomarse en cuenta lo apuntado por Joseph Stiglitz (2002:11) por cuanto la globalización implica "la supresión de las barreras al libre comercio y la mayor integración de las economías nacionales". Y así, recuperando los puntos medulares de los acercamientos conceptuales propuestos, puede afirmarse que la presencia de los términos económicos y de intercambio en las definiciones esbozadas, simbolizan la preeminencia del factor financiero y económico global sobre el ser humano o al margen de éste.

Esta globalización eminentemente económica se plantea desde luego como el punto álgido de la consolidación de un sistema de liberación de los mercados y con una lógica de acumulación de capital, corolario de la legitimación del modelo neoliberal. Inclusive, tal cual lo sugiere Bauman (2013) el espacio global está asumiendo cada vez más el poder que otrora era exclusividad de los Estados-nación, pues, como ya se sugirió, es el neoliberalismo el que propugna una disminución paulatina del Estado y por ende de sus ámbitos de acción.

Este proceso globalizador tiene una consecuencia directa en las poblaciones vulnerables económicamente en una gran parte del planeta debido a que es, en todos sus resultados, un proceso excluyente; precisamente Bauman cita a Attali cuando expresa que,

En solo 22 países (en los cuales se acumula apenas el 14 por ciento de la población humana total) se concentra la mitad del comercio mundial y más de la mitad de las inversiones globales, mientras que los 49 países más pobres reciben en conjunto sólo el 0,5 por ciento de la producción global. (2013:14)

Es este conglomerado de personas que se ven excluidas las obligadas a buscar alternativas para enfrentar los desafíos que dicha exclusión plantea, siendo una de las más importantes y definitorias, la migración. Esta globalización, basada fuertemente en la lógica de neoliberalismo, potencia el individualismo de las sociedades en detrimento de la solidaridad y ayuda; en este contexto, justificado y patrocinado por un capitalismo salvaje, crea lo que Bauman llama con toda crudeza desperdicios humanos (2013:46) los cuales, desde el punto de vista del modelo, son "excedentes" como resultados esperados de los procesos de exclusión.

Sobre esta línea, la OIM (2013) expone que los modelos de desarrollo devenidos de estos procesos de globalización económica tienen un efecto en el crecimiento de las desigualdades de los equilibrios económicos, las condiciones sociales y la estabilidad política entre países industrializados y el resto del mundo y ello, por consecuencia, se convierte en un factor determinante para la búsqueda de mejores fuentes de trabajo, muchas veces alejado del país de origen.

Así, las personas que viven en las regiones menos desarrolladas se ven obligadas a encontrar nuevas formas para mejorar sus condiciones de vida, y esto normalmente significa una migración periferia-centro –sin desestimar la creciente migración periferia-periferia o sur-sur-, afectando las dinámicas sociales, culturales y otras del lugar de origen y del lugar de destino.

Al respecto de esto, Terán (2007) apunta de forma acertada:

Un aumento en el comercio de bienes y de la inversión extranjera directa no reducirá significativamente la propensión a migrar en la mayor parte de los países. Por el contrario, la naturaleza de los flujos migratorios se verá condicionada por una continua demanda de mano de obra extranjera tanto calificada como no calificada, así como por las grandes diferencias en las condiciones de vida.

Cabe entonces analizar, en este punto, la posición y el devenir de Estado moderno inmerso en este contexto de globalización cuando ejerce su soberanía con respecto a lo que migración e inmigración se refiere para poder inferir cuál será su comportamiento.

El papel del Estado
Saskia Sassen (2003) afirma que "el Estado es la institución estratégica para los cambios legislativos y las reformas necesarias para la globalización", por cuanto, entonces, se expresa técnicamente como el encargado de establecer normativamente el grado de influencia de las consecuencias de la globalización –esto en la medida de lo posible- al amparo de su soberanía y, para el caso que atañe, versa esto sobre su labor selectiva y de fiscalización sobre la migración y sus posibles efectos.

Ahora bien, después mucho tiempo, las agendas estatales empiezan a considerar a la migración –tanto inmigración como emigración- como un tema permanente de interés nacional por demás uno muy polémico y de debate público pues, por su naturaleza y características, influye en espacios sensibles para un Estado como lo es la economía o, más claro aun, su conformación social y demográfica. De allí que la migración es inclusive parte de las campañas electorales, muy especialmente en los países tradicionalmente receptores de inmigración y, como se constató en últimas dos o tres elecciones presidenciales de Estados Unidos, puede inclusive ser un tópico que tenga influencia decisiva en los resultados finales.

El debate y la inserción del tema en los asuntos electorales y gubernamentales oscila, de acuerdo con Zapata-Barrero (2009) entre un discurso pro-activo, el cual entiende la inmigración como un proceso estable y real y busca medios alternativos para su asimilación y un discurso re-activo, que se preocupa por las alteraciones negativas que supone el proceso de multiculturalidad en las todas las esferas de la vida.

Cabe reconocer que el Estado nación se encuentra en un proceso de definición frente a la vorágine del proceso globalizador. Tal cual lo explica Bauman (2001:75) en este contexto,

Algunos objetos se desplazan más velozmente que otros. La "economía" – el capital; o sea, dinero y otros recursos necesarios para hacer las cosas, para ganar más dinero y hacer aun más cosas- se desplaza rápidamente; lo suficiente para mantener un paso de ventaja sobre cualquier gobierno (territorial claro está) que intente limitar y encauzar sus movimientos.

Precisamente Buganza y Fernández (2006:104) aseguran que "si los límites al convertirse en fronteras marcaron en el pasado los dominios de la soberanía nacional, ahora la regionalización y la transnacionalización están transformando estas fronteras en límites"; es decir, la globalización está influyendo en la conformación del dominio y control real de los Estados sobre las situaciones que históricamente han estado bajo su soberanía y sumo imperio. Pero particularmente el control sobre el tema migratorio sí se ha vuelto un tema paradógico en este contexto pues la acción del Estado continua constante.

Así las cosas, como parte de las respuestas estatales hacia el fenómeno migratorio en general y con el fin de regular el ingreso y egreso al territorio basándose en intereses nacionales, los gobiernos formulan políticas migratorias en función de los objetivos que consideren como prioritarios. Las mismas también varían en un espectro que presenta características cruciales a tomar en cuenta a la hora de analizar qué rumbo pueden están tomando actualmente las políticas públicas migratorias en el mundo.

Políticas migratorias: ¿De qué hablamos?
Entiéndase que una política migratoria es ante todo una política pública, es decir, básicamente es una respuesta del Estado hacia una situación surgida de afectación variada. Es de acuerdo con Guerrero (1989) una forma de comportamiento gubernamental.

Así también para Pallares (1988) las políticas públicas se definen como "el conjunto de actividades de las instituciones de gobierno, actuando directamente o a través de agentes, y que van dirigidas a tener una influencia determinada sobre la vida de los ciudadanos".

Así también puede contemplarse la definición de Ozlack y O'Donnell (1984) por cuanto las políticas estatales o públicas son el conjunto de acciones u omisiones que manifiestan una determinada modalidad de intervención del Estado en relación a una cuestión dada, que despierta el interés, la atención y movilización de otros actores del tejido social. Sobre esta conceptualización los autores comprenden "cuestión" como un asunto que socialmente ha sido problematizado y que según su preponderancia, así exige necesidades y demandas, por ende una actuación positiva del aparato estatal.

Asimismo, como apunta Lahera (2004), las políticas públicas son soluciones específicas de cómo manejar asuntos públicos. Ahora bien, esto enmarcado en un juego constante de negociaciones e imposiciones de acuerdo a los gobernantes de turno y las posiciones sobre los distintos temas, lo que le da un matiz coyuntural a estas directrices.

Se determinan entonces tres aspectos básicos de la política pública: reconocimiento de una insatisfacción o problema en la totalidad o algún sector social; una actuación activa o pasiva del Estado sobre la cuestión y la construcción de acciones con base en un ciclo compuesto de varias fases.

Cabe señalar el carácter político de las políticas públicas pues de allí se pueden extraer las posiciones y el contexto en el cual un tema como la migración está inmerso, es decir, las políticas públicas migratorias, son una combinación entre las necesidades de un país con la percepción ideológica de quienes toman las decisiones. Para precisar, cual menciona Lahera (2004), las políticas públicas se pueden analizar como discusiones políticas, diferencias u oposiciones con intereses inmersos.

Así entonces una política migratoria es una política pública que está orientada a regular todo lo concerniente al ingreso y egreso de personas a un territorio determinado. Implica la conformación de directrices, reglamentos, mecanismos y entes dirigidos a controlar la inmigración y emigración de la manera más conveniente para el país según ideológicamente se conciba el fenómeno migratorio en función de intereses específicos como se mencionó previamente.

Para Lelio Mármora (citado por Jensen, 2008) las políticas migratorias son todas las propuestas institucionales (leyes, resoluciones, decretos, directrices, acciones u omisiones, etc) que determinado Estado desarrolla sobre la entrada, salida y/o permanencia de la población nativa y/o extranjera dentro de su territorio.

Por ende una política migratoria reconoce la relevancia de los migrantes en las dinámicas sociales y en los diversos ámbitos de organización. Pero esta percepción sobre la migración se complica en función del contexto, la posición económica del país y su ubicación como mayormente expulsor o atrayente de migrantes y hasta el momento de la misma formulación de la política; ante esto, Mármora apunta "las políticas de migración internacional se conforman en cada momento histórico, como resultado de distintas propuestas que canalizadas por los gobiernos intentan responder a situaciones coyunturales o bien proyectos de largo alcance".

Ha de saberse que las políticas públicas migratorias, al igual que cualquier política pública, son dinámicas, es decir, se reinventan basándose en las acciones gubernamentales y por eso dependen directamente de los funcionarios de turno y la visión que ellos tengan sobre el fenómeno migratorio y sus posibles consecuencias para la sociedad, sea de acogida o sea de origen y están entonces muy definidas por los procesos exógenos, precisamente tales como la globalización.

Las políticas migratorias en el contexto actual
El contexto globalizador, tal cual se ha sintetizado hasta este momento, tiene una influencia directa en la formulación e implementación de las políticas migratorias, originalmente domésticas.

Sobre esta línea, es importante recordar que las políticas públicas migratorias actualmente se ubican, de acuerdo con Mármora (2002) y otros, en una continuidad iniciando por políticas altamente restrictivas -caso usual de los países industrializados en los cuales el paradigma de seguridad es el que permea el concepto de la migración- hasta políticas de fronteras abiertas con claros puntos medios que implican una selectividad del ingreso de acuerdo con intereses específicos del país de destino, esto puede observarse en zonas con acuerdos multilaterales como la Eurozona o el SICA para el caso centroamericano.

Esta clasificación deja entrever asimismo cómo las políticas migratorias dependen, cual ya se sugirió, de momentos específicos y la conjunción de diversos factores, tanto domésticos como exógenos. El objetivo primordial de muchos Estados receptores es de mantener un cierto equilibrio entre los intereses propios y en un segundo plano el de los inmigrantes, así como los países de origen por lo general presentan las políticas migratorias más progresivas o de apertura para sus emigrantes y no tanto así para inmigrantes o son selectivos en ello.

Las políticas migratorias actuales responden muy bien a la paradoja de la globalización neoliberal; las perspectivas de los países para plantearlas tienen una relación estrecha con su situación en tanto receptor o expulsor de migrantes y esto suscribe un elemento clave para poder inferir una tendencia de las mismas en los próximos años, tomando en cuenta el devenir de la globalización y las aparentes tendencias de homogenización desprendidas de esa globalización.

Velasco (2010:586) explica que,

En las sociedades receptoras de inmigrantes, especialmente en las sociedades más ricas, se registran con frecuencia reacciones de resistencia por parte de sectores que, manejando no siempre datos contrastados, sienten amenazado su propio bienestar material.

Aquí se desarrolla una cuestión medular: en tanto el proceso global de homogenización lleva a una apertura en lo material, las sociedades receptoras se volverán más reacias a la inmigración debido a que sienten amenazada su percepción de sí mismos debido al "otro". Entonces, las políticas públicas migratorias tenderían a reflejar esta inquietud en su formulación e implementación. Esto solo derivaría en el incremento de la tensión en la cual el inmigrante aumentaría su situación de exclusión.

Enfocando el contexto actual, la explosión demográfica mundial, en conjunción con los procesos globalizadores, se ha convertido en un elemento importante en relación a la migración internacional; es patente la correlación inversa entre la una superpoblación y los recursos de subsistencia. Esto conlleva, desde luego, a plantearse la emigración como alternativa para subsistir. Sobre este aspecto, obsérvese el cuadro siguiente:

Cuadro 1 Crecimiento demográfico mundial por zonas y proyección
(en millones de habitantes)





Zona
1900
1950
1999
2050
 
 
 
 
 





TOTAL
1650
2521
5978
8909
África
133
221
767
1766
Asia
947
1402
3634
5268
Europa
408
547
729
628
América Latina y El Caribe
74
167
511
809
América del Norte
82
172
307
392
Oceanía
6
13
30
46





Fuente: PNUD. 2008. Citado por Galindo, José. 2008.



Cabe recordar el círculo vicioso que deviene de la migración por crecimiento demográfico en tanto el calentamiento global; el aumento del número de personas implica una mayor explosión de recursos mediante la producción de bienes, lo cual aumenta el calentamiento global y éste a su vez tiene un impacto en la escasez de recursos naturales en ciertas regiones, lo cual obliga a su vez a inmigrar.

Es importante resaltar que los procesos migratorios recientes han diversificado las calidades de los países de destino, lo cual evidentemente tendrá una injerencia en la formulación de las políticas migratorias de éstos. Sobre esta línea, se reconoce la existencia de un aumento en la migración "sur-sur" como un complemento o hasta alternativa de la típica migración "sur-norte".

Cristina Blanco (2000:48) apunta al respecto que los países en desarrollo "soportan mayor volumen de población inmigrante en buena medida debido al fuerte control y restricción de las afluencias migratorias que está desarrollando los países más poderosos de Occidente"; en esto Thayer (2012) coincide con Blanco pues explica que "en este sentido, un cierre de las vías de acceso a los países que son primera prioridad para los migrantes, tiene como consecuencia la reorientación de los proyectos migratorios hacia los países que hasta entonces eran segunda o tercera prioridad".

En síntesis, Cristina Blanco (2000:47) desarrolla tres dimensiones de las migraciones internacionales y que son a su vez una base importante para la identificación de tendencias en la elaboración de políticas públicas migratorias: un incremento sostenido en el stock de migrantes internacionales; por otra parte, la ampliación y el aumento de complejidad de las redes migratorias, y finalmente la diversificación de los tipos migratorios, es decir, una ampliación de la tipología del migrante en función de variables como razones, destinos, situaciones personales, entre otros.

Finalmente, en este contexto, ¿hacia dónde se dirigen las políticas migratorias?
De más está acotar que desde luego no existe una fórmula para determinar con precisión ni vaticinar los resultados o las repercusiones de procesos tan dinámicos e inéditos en la historia como los expuestos en estas notas; como es bien sabido entre la comunidad científica, el comportamiento de los seres sociales es por definición impredecible desde muchos punto de vista y no está sujeto a leyes como las de las ciencias exactas.

A pesar de lo anterior, sí es sumamente válido el reconocimiento de tendencias y generalizaciones que, aunado a una amplia gama de estudios y bibliografía, puede brindar una base para establecer algunas reflexiones sobre el devenir del complejo proceso migratorio y sobre todo de su repercusión en las políticas migratorias internacionales.

Sobre este aspecto, la clasificación de Mármora supra citada en relación al continuum de las políticas migratorias en tanto su grado de apertura, brindará una buena base conceptual e interpretativa del acontecer relativo a este punto.

Cabe afirmar inicialmente que existen interesantes tendencias teóricas y reflexivas em muchos sentidos sobre la influencia de la globalización en una modificación sustancial del Estado-nación actual; entre otros, Ohame (citado por Buganza y Fernández) asegura, al igual muchos teóricos neoliberales, que el Estado-nación desaparecerá tal cual se conoce en función de una integración de las sociedades mundiales. Pero si bien estas posiciones son sustentadas en premisas teóricas basadas en la evidencia de un proceso con pasos gigantes y que aparentemente arrasa las identidades para conformar un ciudadano cosmopolita –integrante de la nación cosmopolita sugerida por Giddens-, la práctica actual sugiere que un grande importante de proteccionismo se mantiene intacto y más bien contradice dichas afirmaciones.

Retómese aquí lo ya apuntalado al respecto de la creación de instituciones supranacionales (eminentemente económicas) como resultado de la homogenización que el proceso globalizador plantea; este fenómeno que Stiglitz (2002:29) llama "la promesa de las instituciones globales", ha demostrado con el paso del tiempo ser origen de polémica y mucha disconformidad por grandes sectores sociales de países con PIB bastante disímiles, es decir, no es una inconformidad exclusiva de los países que se ven más afectados por las políticas de estos entes. Stiglitz recuerda las cientos de protestas, hasta la actualidad, que surgen a raíz de las reuniones y los acuerdos de entes como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o la Organización Mundial del Comercio (OMC) lo que visibiliza un fuerte movimiento transnacional contra las imposiciones de estos organismos y por ende a la integración económica plena y homogenizada.

Asimismo otro punto a considerar deviene del auge de movimientos nacionalistas e independentistas o de exigencias autonómicas en muchas partes del globo. Casos como los de algunos países europeos que se oponen a la utilización exclusiva del euro, reafirmaciones independentistas como la del País Vasco, realizaciones de consultas populares independentistas como la de Escocia o tentativas como la Catalana y en general, posiciones de reafirmación de identidad nacional, son una irrefutable prueba de una realidad en la cual la presión de la globalización económica y su repercusión en ámbitos medulares como el cultural y el social están actuando contra su lógica.

Precisamente Savater (1996) apuntaba en El mito nacionalista que se está dando un incremento en la búsqueda de lo originario como una forma de legitimación propia, esto, en detrimento de lo no originario que es inmediatamente excluido; esto sucede de muchas formas y con muchos matices pero el factor común es una negación de lo homogeneizador.

Ahora véase esta cuestión en función de la formulación de las políticas migratorias. A pesar de estar inmersos en esa lógica de globalización desde hace muchas décadas, las pruebas evidencian que las políticas migratorias de los países del norte, históricamente receptores, se han sustentado en un paradigma de seguridad que, entre otras cosas, interpreta al inmigrante como un factor de riesgo para la estabilidad y la integridad de la sociedad, en otras palabras, la encarnación de todos los males y el origen de todos los miedos (Bauman, 2013). Y de hecho la migración (y no excluyente pero sí especialmente la migración irregular) se ve aumentada precisamente por el endurecimiento de estas políticas migratorias y de control, posición muy lejana a la de cualquier integración efectiva.

Sobre esta línea de interpretación, Cháves (2006) confirma que "la tendencia mundial muestra políticas y medidas migratorias restrictivas, basadas en la 'selección' de los inmigrantes internacionales (…) superponiendo una lógica de seguridad basada en los intereses estatales y de elites"; asimismo, Bascherini (2008:84) detalla sobre este punto cuando explica que,

En el terreno de las políticas migratorias, los años entre los siglos XX y XXI se caracterizan por una mayor acentuación de aquellas preocupaciones por la seguridad que se habían afirmado en los años precedentes; al mismo tiempo parece ponerse en boga una visión declaradamente utilitarista de los fenómenos migratorios que en cierto modo concluye la etapa del referido cierre a la entrada de nuevos trabajadores producida a mediados de los años setenta.

Finalmente, el Secretario General de la Asociación de Estados del Caribe, Rubén Silié, advertía que "el cambio hacia políticas migratorias cada vez más selectivas y restrictivas en los principales países de recepción es otro aspecto central en el panorama regional y mundial de las migraciones en el período de la postguerra fría" (2006).

Así entonces, si puede afirmarse que la migración internacional no deja de ser un proceso constante y que las condiciones de los países de rentas bajas se deterioran más (a falta de políticas multilaterales efectivas y que actúen más allá de formas paliativas) por efecto directo de la inequidad en los términos de intercambio que resulta de la ilusión globalizadora, entonces los países de rentas altas y altamente receptores tenderían a endurecer sus políticas migratorias –políticas restrictivas de acuerdo con la clasificación de Mármora- con aperturas selectivas de acuerdo a intereses muy específicos.

Bauman (2013) señala que actualmente, en lo que él denomina tiempos líquidos, el miedo ha sido una herramienta efectiva para el lucro y el mantenimiento del orden por parte de las élites hegemónicas; ese miedo recae fuertemente en una animadversión hacia el otro, lo extraño, y por ende el recelo hacia el inmigrante se vuelve más intenso, esto finalmente tiene un efecto en la formulación de las políticas migratorias por cuanto los proyectos hegemónicos necesitan, en momentos claves, encontrar "culpables" por un lado y satisfacer la ciudadanía para mantener el control y la estabilidad. Véase por ejemplo el muro construido en Texas, frontera de Estados Unidos con México y el reciente despliegue de la Guardia Nacional estadounidense en esa misma zona. (Milenio:2014); ambos casos responden a un claro endurecimiento de las políticas migratorias.

A pesar de muchos discursos unilaterales y multilaterales sobre la disposición para un manejo humano y búsqueda de soluciones en las diversas situaciones que presenta la migración (mayormente económica) la tendencia seguirá mostrando políticas migratorias restrictivas directamente proporcionales al aumento de las migraciones internacionales. Véase el caso francés, por cuanto, ante un aumento en la inmigración, el pasado gobierno de Nicolás Sarkozy llegó a manejar cuotas anuales mínimas de deportación (Alba, 2009). Política similar se había aprobado en España por cuanto el "Ministerio del Interior ordenó a las comisarías cumplir con un cupo mínimo de inmigrantes sin papeles, con los correspondientes premios para los policías diligentes" (Alba, 2009).

Precisamente Pajares afirma que,

El hecho es que el derecho a inmigrar, además de no estar reconocido en los textos, ha sufrido un fuerte retroceso en la visión social que domina en torno a este tema, lo que ha venido al carro de unas políticas de inmigración en las que evitar la entrada de inmigrantes se ha señalado cada vez más como su objetivo central. (2006).

Por otra parte, en tanto las exigencias globalizadoras acentúen la crisis de muchos de los países estancados en su desarrollo, la emigración seguirá siendo una importante válvula de escape para esas sociedades; la búsqueda de una mejor situación fuera de las fronteras aunado a los beneficios colaterales como lo son una "disminución" de personas en condiciones precarias así como la posible recepción de ventajas directas de esa emigración como lo son las remesas, son aspectos claves que influyen en la formulación de políticas públicas que continuarán estimulando la migración de los propios en contraposición de políticas que favorezcan la permanencia.

Apuntes finales
La globalización es finalmente un proceso excluyente que, a pesar de lo que aseguran sus propulsores y beneficiarios, ha acentuado las diferencias entre países así como la brecha social a lo interno de muchos de éstos. No es así la razón primera o principal, las marcadas diferencias sociales tienen distintos orígenes, más profundos y antiguos pero la globalización económica de carácter neoliberal no se planteó nunca como una opción para efectivamente disminuir dicha brecha.

Estas situaciones afectan fuertemente a poblaciones vulnerables que encuentran muchas veces en la migración la última oportunidad para poder sobrevivir y llevar inclusive el sustento a su familia. Ante esto, es importante recordar que la migración es consustancial al ser humano así como la búsqueda por satisfacer sus necesidades más básicas, aspecto que convierte a la migración como una de sus opciones reales.

Las acciones de los Estados, esto en la figura de las políticas públicas, particularmente las políticas migratorias, interpretan la migración de distintas formas en función de una gama variada de intereses tanto nacionales o particulares y de esta manera dichas políticas son formuladas e implementadas. Hay indicios claros de que el avance del proceso globalizador incrementa la migración y esto a su vez ha significado que los países más desarrollados formulen políticas públicas que, a pesar de muchos discursos y algunas concesiones, sistemáticamente han sido y serán restrictivas con resultados pendientes.

En el tanto no se discutan política migratorias globales y se tomen decisiones a largo plazo que mitiguen por un lado los efectos nocivos del capitalismo salvaje y se brinde asistencia para el desarrollo propio e independiente de los países del sur, las personas seguirán optando por su derecho a la migración para buscar una vida digna y un futuro mejor.

Fuentes utilizadas

Libros

Bauman, Sygmunt. (2001). La globalización. Consecuencias humanas. México: Fondo de Cultura Económica.

________________. (2013). Tiempos líquidos. México: Tusquets Editores.

Buganza, J. & Fernández, E. (2006). Reflexiones filosóficas sobre política, derecho y globalización. México DF: Editorial Torres Asociados.

Blanco, Cristina. (2000). Las migraciones contemporáneas. Madrid: Alianza Editorial.

Giddens, Anthony. (1991). The Consequences of Modernity. Cambridge: Polity Press.

Hemmer, Hans. (2002). Países en desarrollo: ¿Víctimas o beneficiarios de la globalización? Managua: Konrad Adenhauer.

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