Las plantas conocidas y amadas por los pescadores Chinchorro. Inventario de un legado etnobotánico.

May 22, 2017 | Autor: Magdalena Garcia B. | Categoría: Paleoethnobotany, Arqueobotánica
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Descripción

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LA CULTURA CHINCHORRO: PASADO Y PRESENTE

© Universidad de Tarapacá, Arica, Chile N° de Registro de Propiedad Intelectual: 261.160 ISBN: 978-956-7021-58-1 Ninguna parte de este libro, incluido el diseño de la portada, puede ser reproducida, trasmitida o almacenada, sea por procedimientos mecánicos, ópticos, químicos o electrónicos, incluidas las fotocopias, sin permiso escrito de los autores. Obra evaluada por pares externos Se terminó de imprimir esta PRIMERA EDICIÓN De 1000 ejemplares En los talleres de Imprenta Emelnor Impresores S.A. Dirección: Av. Antonio Rendic N° 7002 Antofagasta EDITORES Bernardo Arriaza y Vivien Standen ASISTENTES DE EDICIÓN Nicolás Garrido y Octavio Lagos DISEÑO PORTADA Y DIAGRAMACIÓN Johnny Vásquez CORRECTOR DE ESTILO Luis Riveros

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LAS PLANTAS CONOCIDAS Y AMADAS POR LOS PESCADORES CHINCHORRO. INVENTARIO DE UN LEGADO ETNOBOTÁNICO Magdalena García B. y Eliana Belmonte Sch.

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Figura 1 Junquillo (Scirpus sp.): planta viva (arriba) y rizoma arqueológico (abajo).

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LAS PLANTAS CONOCIDAS Y AMADAS POR LOS PESCADORES CHINCHORRO. INVENTARIO DE UN LEGADO ETNOBOTÁNICO Magdalena García B. y Eliana Belmonte Sch.

a hiperaridez del desierto de Atacama permite una preservación asombrosa de los restos de plantas que formaron parte de la vida social de los pescadores Chinchorro. Es por ello que contar con este registro arqueobotánico y poder estudiarlo nos hace, sin duda, afortunados en relación con otras regiones andinas y del mundo. Si bien resulta difícil dar contenido detallado al vínculo que construyeron los Chinchorro con las plantas, el registro arqueobotánico nos permite inferir, en primer lugar, que las especies utilizadas fueron recolectadas en playas, humedales y serranías costeras, y en este sentido, planteamos que pescadores y plantas compartieron cotidianamente una misma espacialidad. Asimismo, si bien el repertorio botánico registrado es acotado, cada planta posee una enorme recurrencia en las distintas actividades cotidianas, tales como alimentación, salud, vestuario, construcción y ritos funerarios. La participación de las plantas en todas estas esferas refuerza entonces el vínculo estrecho ya planteado por la convivencia.

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Pero, ¿cuáles fueron estas plantas?, ¿cómo y para qué las usaron? Responderemos a estas preguntas por medio de siete plantas que las consideramos las más importantes en la vida social de los Chinchorro. JUNQUILLO (Scirpus sp., Familia Cyperaceae). El junquillo es una planta palustre que crece en suelos húmedos, incluso inundados. Puede alcanzar 40 cm de alto o más y llegar a cubrir grandes extensiones, sirviendo como refugio principalmente a aves e insectos. El tallo aéreo de la planta es de ámbito triangular; posee una inflorescencia que se desarrolla en el extremo superior y un tallo subterráneo o rizoma que crece paralelo a la superficie del suelo, donde almacena hidratos de carbono y otras moléculas energéticas (Figura 1). El junquillo tuvo un valor fundamental en la vida cotidiana de los pescadores Chinchorro. Por una parte, sus tallos fueron recolectados como materia prima para elaborar distintos tipos de cordelería y esteras, las que fueron utilizadas para múltiples propósitos, incluyendo

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ajuares funerarios y objetos de uso doméstico. Actualmente diversas especies de juncos son reconocidas por las sociedades andinas contemporáneas por su valor artesanal, quienes utilizan estos tallos como materia prima para la elaboración de esteras, tejidos y canastos (Villagrán y Castro 2003). Además, los rizomas de junquillo formaron parte de la dieta habitual de los pescadores, junto a los productos marinos. En efecto, hemos encontrado fragmentos de estos rizomas en los basurales domésticos, así como en contenidos intestinales y en fecas humanas preservadas hasta nuestros días. Un estudio realizado sobre estas últimas demuestra que los rizomas no solamente se consumieron frescos sino que también fueron procesados y molidos para elaborar una suerte de harina, la que debió servir de base para las masas u otras preparaciones que aún desconocemos (Reinhard et al. 2011). Aparentemente en la costa de Arica la práctica de comer estos rizomas fue abandonada con la incorporación de los productos cultivados hace alrededor de 4.000 años. No obstante, en otras regiones del mundo andino su consumo alimenticio fue observado hasta tiempos coloniales. El jesuita Bernabé Cobo señala que “sus raíces, que son blancas y tiernas, [sirven] de pan a los indios Collas; la cual raíz que ellos llaman ‘cauri´ y se venden en las plazas (…) como los demás mantenimientos” (Cobo 1964[1653]:175). Asimismo, en la Patagonia chileno-argentina los indígenas también le otorgaron un valor alimenticio a estos rizomas, los cuales se comían crudos o cocidos, y también asados, secados o molidos como harina (Pardo y Pizarro 2005).

TOTORA (Typha sp., Familia Typhaceae). Es una herbácea que alcanza hasta 2,5 m de alto que habita en suelos inundados o pantanosos. Siendo el oxígeno un elemento crítico, la planta desarrolla un tejido especializado para almacenar aire, llamado aerénquima, que le confiere un carácter esponjoso a las hojas. Estas miden hasta 5 cm de ancho, presentan bordes lisos y una inflorescencia prominente, oscura, cilíndrica, de unos 17-20 cm de largo (Figura 2). La totora también fue una planta de primera importancia en la vida cotidiana de los Chinchorro. Sus tallos planos y esponjosos fueron recolectados para elaborar esteras con las cuales cubrieron las momias, y probablemente sirvieron también en el ámbito doméstico, como mesas, alfombras o colchones. En las sociedades andinas contemporáneas la totora es utilizada en la confección de cestos, esteras y techumbres (Villagrán y Castro 2003). COLA DE CABALLO (Equisetum giganteum, Familia Equisetaceae). Como las plantas anteriores, la cola de caballo es una planta hidrófila que habita en los humedales y se reproduce por esporas. Posee un tallo aéreo articulado, erecto, monopodial y estriado longitudinalmente, que alcanza hasta 5 m de alto; presenta entrenudos huecos y nudos macizos donde nacen hojas que tienen la forma de pecíolos soldados que envainan el nudo. Son característicos sus tallos ásperos por la presencia de sílice y sus vigorosos tallos subterráneos o rizomas. Esta planta es considerada un fósil viviente, ya que se trata de una forma de vida que habría evolucionado en el Devónico de la era Paleo-

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Figura 2 Totora (Typha sp.): planta viva (arriba) y tallo arqueológico (abajo).

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zoica, hace alrededor de 400 millones de años (Figura 3). La cola de caballo también fue recolectada por los Chinchorro. En los sitios arqueológicos aparecen fragmentos de sus tallos principales y ramificaciones secundarias. Es posible que la cubierta silícea de la planta haya sido reconocida por los Chinchorro por su contribución a la absorción de líquidos y, en este sentido, ser óptima para el proceso de momificación artificial de los cuerpos. Las comunidades andinas con-

Figura 3 Cola de caballo (Equisetum giganteum): planta viva (izquierda) y tallo arqueológico (derecha).

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temporáneas la reconocen por su valor medicinal, específicamente como remedio para la vesícula, pulmonías y mal de orines (Villagrán y Castro 2003). MOLLE (Schinus molle, Familia Anacardiaceae). Es un árbol de hasta 15 m de alto, tronco grueso, resinoso, muy ramoso, siempre verde, ramas colgantes; sus hojas son compuestas, de 10 a 30 cm de largo con folíolos lanceolados. Posee inflorescencias terminales o axilares y

Figura 4 Molle (Schinus molle): planta viva (derecha) y fruto arqueológico (izquierda).

fruto globoso de 5-7 mm de diámetro, de color rosado a rojo brillante. Se trata de un árbol común en los valles de Arica. Junto con dar una sombra fresca y bella en medio del paisaje desértico, el molle debió ser valorado por la alta calidad de su madera así como por el potencial alimenticio, medicinal y aromático de sus frutos (Figura 4). En los sitios arqueológicos el molle aparece representado a partir de su madera, sus frutos y sus hojas, que sugieren un aprovechamiento

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Figura 5 Algodón (Gossypium sp.): turbante de hilos de algodón (arriba) y planta viva (abajo).

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integral del árbol. En efecto, su madera sirvió para los enmangues de diversos instrumentos de pesca y probablemente como combustible en los hogares. Sus hojas y frutos pudieron ser utilizados medicinalmente, como lo documentan las comunidades andinas contemporáneas, quienes utilizan las hojas en sahumerios e infusiones que sirven como remedio para el reumatismo, dolor de muelas y dolor de cabeza, dolor de estómago, cólicos, afecciones pulmonares, vesícula, enfriamientos, mareos y como purgante. Asimismo, los frutos poseen cualidades tintóreas y alimenticias, y sirven para preparar chicha (Villagrán y Castro 2003). ALGODÓN (Gossypium sp., Familia Malvaceae). Es una planta arbustiva perenne, que puede alcanzar hasta dos o más metros de alto. Presenta hojas simples lobuladas y flores amarillas y solitarias. Los pétalos cambian de color después de la fecundación, tomando color rosado a púrpura. El fruto es una cápsula con 3-5 lóculos que se abren en la madurez, exponiendo 6 a 10 semillas por lóculo. Las semillas son pardo-oscuras y están cubiertas por una masa de vellos o fibras de algodón, que nacen de la prolongación de las células epidérmicas de las semillas (Figura 5). Los Chinchorro utilizaron la fibra de algodón en sus utensilios de pesca especialmente en la elaboración de lienzas, que, a diferencia del pelo de animal, tiene la particularidad de ser impermeable. Se han encontrado ovillos de lienzas y fragmentos de hilos asociados a las momias, así como semillas y motas de algodón sin hilar en los basurales domésticos. La presencia de estos últimos es sugerente, puesto

que apoya la idea de que los arbustos de algodón pudieron estar creciendo de forma natural en los oasis de Arica y no ser una planta introducida desde más al norte, como se ha pensado tradicionalmente. Junto con las lienzas de pesca, en las épocas finales de Chinchorro (ca. 4.000 años a.p.) el algodón comenzó a utilizarse además para confeccionar turbantes que teñían de tonos rojos y ocres, así como bolsas de malla que utilizaban para la recolección de mariscos. COPAO (Eulychnia iquiquensis, Familia Cactaceae). El copao es un cactus arborescente, columnar, que puede alcanzar hasta los 10 m de alto. Se encuentra ramificado desde la base y los ejemplares adultos presentan un tronco sin espinas con doce a quince costillas, de corteza lisa. Habita en el acantilado costero del extremo norte de Chile gracias a la humedad que provee la camanchaca. Allí se generan los denominados oasis de niebla, que albergan además otras plantas, como diferentes especies de calanchuca o clavel del aire (Tillandsia sp.) y de hierbas bulbosas (Muñoz et al. 2001; Pinto 2005, 2007). En los sitios arqueológicos Chinchorro el copao está representado a partir de su madera, espinas y semillas. Aunque no existen análisis concluyentes, es probable que las espinas de cactáceas utilizadas para elaborar los anzuelos de pesca pertenezcan a esta especie. Asimismo, el hallazgo de las semillas atestigua la recolección de sus frutos, los cuales pueden ser consumidos como alimento y medicina (Figura 6).

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CEBOLLÍN (Zephyra elegans, Familia Tecophilaeaceae). Como el cactus copao, el cebollín también habita en las serranías costeras. Se trata de una planta herbácea, perenne y geófita, que presenta un tallo subterráneo denominado bulbo. Estos bulbos consisten en pequeñas cebollas donde la planta almacena agua y nutrientes, adaptados a vivir bajo tierra por largos periodos. De esta manera, cuando las condiciones de humedad son adversas, la parte aérea de la planta muere y el bulbo permanece bajo tierra, pudiendo volver a desarrollar un tallo aéreo cuando las condiciones se tornan favorables. Recientemente, restos de estos bulbos han sido encontrados en cantidades apreciables en los basurales domésticos de los pescadores Chinchorro, dando cuenta que estos ascendían de forma recurrente a la cordillera de la Costa. Al igual que los rizomas de junquillo, es importante destacar el aporte nutricional que debió tener esta especie como fuente de hidratos de carbono en una dieta que hasta ahora la hemos comprendido casi exclusivamente proteica (Figura 7). Comentarios Finales A través de este recorrido por las principales plantas que convivieron con los Chinchorro hemos hablado de alimentos, materias primas y medicinas, cuyos lugares de crecimiento configuran el territorio donde los pescadores llevaron a cabo su reproducción social. Estos

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usos reiteran el conocimiento profundo que tenían los pescadores sobre las propiedades específicas de las plantas y del ambiente que ambos compartieron. Este conocimiento acumulado por generaciones se constituyó en un legado etnobotánico para las comunidades de pescadores y agricultores que habitaron posteriormente el área, cuando se cristalizaron las transformaciones políticas, sociales y económicas que se venían gestando desde el periodo Arcaico. En este sentido, este legado etnobotánico requiere ser difundido en la sociedad contemporánea, ya que permitirá comprender que los Chinchorro no solo innovaron elaborando las momias más antiguas del mundo, sino que también lo hicieron en términos del conocimiento y experimentación con la flora nativa. Asimismo, este legado nos permitirá además valorar los espacios donde estas plantas crecen. En particular, consideramos que el rol que jugó el humedal de la desembocadura del río Lluta para los pescadores Chinchorro es un nuevo motivo para la preservación de este Santuario de la Naturaleza, que ya cuenta con tres disposiciones legales1 que lo protegen, las que, no obstante, no han logrado terminar con el analfabetismo ecológico que lo amenaza diariamente. 1 Decreto Municipal N° 4.232 (2008) lo declara Reserva Natural Municipal de la Desembocadura del río Lluta (RENAMU); Decreto N° 106 del Ministerio de Educación (2009) lo declara Santuario de la Naturaleza, y la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras o RHRAP (2010) lo declara Reserva Internacional de Aves Playeras.

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Figura 8 Humedal del río Lluta.

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Referencias Citadas Cobo, B. 1964[1653]. Obras del padre Bernabé Cobo de la Compañía de Jesús. Editado por P. Francisco Mateos. Col. BDAE. Ediciones Atlas, Madrid. Muñoz, M., R. Pinto, A. Mesa y A. Moreira 2001. “Oasis de niebla” en los cerros costeros del sur de Iquique, Región de Tarapacá, Chile, durante el evento El Niño 1997-1998. Revista Chilena de Historia Natural 74: 389-405. Pardo, O. y J. L. Pizarro 2005. Especies Botánicas Consumidas por los Chilenos Prehispánicos. Colección Chile Precolombino. Editorial Mare Nostrum, Santiago. Pinto, R. 2005. Tillandsia del Norte de Chile y del Extremo Sur del Perú. Editorial Gas Atacama, Iquique. Pinto, R. 2007. Estado de conservación de Eulychnia iquiquensis (Schumann) Britton et rose (Cactaceae) en el extremo norte de Chile. Gayana Botánica 64(1):98-109. Reinhard, K., S. LeRoy-Toren y B. Arriaza 2011. Where have all the plant foods gone? The search for refined dietary reconstruction from Chinchorro Mummies. En Yearbook of Mummy Studies, editado por H. Gill-Frerking, W. Rosendahl, A. Zink y D. Piombino-Mascalia , Vol. 1, pp. 139-151. Verlag, München. Villagrán, C. y V. Castro 2003. Ciencia Indígena de los Andes del Norte de Chile. Editorial Universitaria, Santiago.

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