LAS ÓRDENES MILITARES Y LA DEFENSA DE LA MONARQUÍA HISPÁNICA, UN PROYECTO DE ORGANIZACIÓN NAVAL ATLÁNTICA: EL MEMORIAL DE RAMÓN EZQUERRA (1596)

September 22, 2017 | Autor: A. Jiménez Moreno | Categoría: Elites, Spanish Monarchy, Nobleza, Spanish Royal Navy, ÓRdenes Militares, Arbitrismo, Política Naval, Arbitrismo, Política Naval
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LAS ÓRDENES MILITARES Y LA DEFENSA DE LA MONARQUÍA HISPÁNICA, UN PROYECTO DE ORGANIZACIÓN NAVAL ATLÁNTICA: EL MEMORIAL DE RAMÓN EZQUERRA (1596). AGUSTÍN JIMÉNEZ MORENO. UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID.

CONSIDERACIONES INICIALES. El objeto de esta comunicación es dar a conocer un memorial, escrito a finales del siglo XVI, cuyo propósito era involucrar a las Órdenes Militares en la defensa de la Monarquía Hispánica, más concretamente en su dimensión naval, y dentro de ella, en el Atlántico. El proyecto se inscribe dentro de la corriente conocida como arbitrismo1, en un triple nivel: militar (más concretamente naval), social y económico. En primer lugar, en contra de la opinión generalmente aceptada, el carácter militar de estas corporaciones continuó vigente, aunque no podemos negar un relajamiento, aspecto contrastado por los testimonios de la época. Como segundo aspecto destacable, derivado del primero, en las propuestas que aluden a estas cuestiones (empiezan a aparecer incluso desde época bajo medieval) hay dos aspectos que repiten se repiten insistentemente: 

Comunicación enviada al Congreso Internacional de Historia Militar "Guerra y Sociedad en la Monarquía Hispánica: Política, Estrategia y Cultura en la Europa Moderna (1500-1700)", celebrado en Madrid entre los días 9 y 12 de marzo de 2005. Publicada en GARCÍA HERNÁN, E. y MAFFI, D.: Guerra y Sociedad en la Monarquía Hispánica. Política, estrategia y cultura en la Europa Moderna (1500-1700). Vol. II. Ejército, economía, sociedad y cultura. Madrid, Ediciones del Laberinto-Fundación Mapfre-CSIC, 2006. pp. 691-708. La realización de esta comunicación ha sido posible, en gran medida, gracias a una Beca Doctoral, concedida por la Fundación CajaMadrid, al proyecto titulado “Nobleza, guerra y servicio a la Corona. Los caballeros de hábito en el siglo XVII”. 1 Al hablar de arbitrismo, hacemos referencia a la concepción positiva del término, es decir la de aquellos autores que detectan problemas y plantean soluciones (que entran dentro de lo razonable). Sobre estos aspectos resulta imprescindible: Juan Ignacio GUTIÉRREZ NIETO, El pensamiento económico y social de los arbitristas, en: “Historia de España de Ramón Menéndez Pidal”. Tomo XXVI, vol. I: Religión, Filosofía y Ciencia. Madrid, 1986, pp. 234-351. Una visión opuesta, que profundiza en la visión negativa que de ellos tenían sus coetáneos, en: Jean VILAR, Literatura y economía. La figura satírica del arbitrista en el siglo de Oro, Madrid, 1973, sobre todo pp. 247-265.

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- la necesidad de revitalizar su vertiente militar asociándola a las necesidades bélicas de la Monarquía Hispánica, a la vez que se denuncia su abandono de manera colectiva (aunque individualmente son numerosos los casos de caballeros hábito que combaten en los ejércitos y armadas del Rey Católico). - la utilización de sus cuantiosas rentas como medio para reducir los gastos militares y mejorar la situación de la Real Hacienda.

INTRODUCCIÓN. Sin embargo, no debemos pensar que los proyectos destinados a vincular a las Órdenes Militares con el mar, surgen de la nada en el siglo XVI. Esta relación tiene unos precedentes mucho anteriores, que datan de la Edad Media2, en los cuales tuvo un papel protagonista el rey Alfonso X, con la fundación de la Orden de Santa María de España3. A pesar de estas buenas intenciones, no tenemos testimonio de la actuación de sus freires en ninguna acción naval, y si llegaron a participar en el cerco de Algeciras de 1279, como cabría suponer, desde luego sería la última de sus intervenciones, pues un año después, la orden de Santa María acabó disuelta en la de Santiago4. No arraigaría tampoco el proyecto que, más de un siglo después, diseñaría Juan I en relación con una nueva orden militar, con sede en Tarifa, y bajo la advocación de San Bartolomé, cuyo objetivo sería la defensa del litoral. No sabemos si en el designio del rey figuraban labores de vigilancia marítima mediante el flete de naves al efecto, pero, en cualquier

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Uno de los primeros de que tenemos constancia, tiene su origen en la época de época de Alfonso X, que en 1253, llegó a un acuerdo con el maestre de la orden de Santiago. En el se convenía la entrega a la orden de una galera aparejada, a cambio de que mantuvieran en ella 200 hombres para servir al rey durante tres meses al año. Se especificaba, además, que el beneficio obtenido a partir de las acciones marítimas realizadas se repartirían al 50% entre el rey y la orden, y que ésta se comprometería a repararla cada siete años. Carlos MARTÍNEZ-VALVERDE, Las Órdenes Militares en la mar. La orden de Sancta María de Espanna, en “Lux Hispaniarum. Estudios Sobre las Órdenes Militares”. Madrid, 1999. pp. 169-173. 3 Esta fue la primera orden militar específicamente naval, a cuyo frente se situó su hijo, el infante don Sancho con los títulos de alférez y almirante. Su convento principal se ubicaba en Cartagena y habría de tener cuatro casas dependientes localizadas en distintos puntos del litoral castellano. Juan TORRES FONTES, La Orden de Santa María de España, en “Miscelánea Medieval Murciana” nº3 (1997), pp. 8088. También véase: Manuel Alejandro RODRÍGUEZ DE LA PEÑA, La orden de Santa María de España y la Orden Teutónica. Apuntes en torno a un modelo de relación entre las Órdenes Militares y las monarquías europeas en el siglo XIII, en “Mélanges de la Casa de Velázquez”, Tomo XXXII (1996), pp. 238-40. 4 Carlos MARTÍNEZ-VALVERDE, Las Órdenes Militares en la mar. La orden de Sancta María de Espanna, en “Lux Hispaniarum. Estudios Sobre las Órdenes Militares”. Madrid, 1999, p. 173.

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caso, la orden, pese a ser formalmente aprobada en enero de 1388 por el Papa Clemente VII, nunca llegó a ver la luz5. El fin de la guerra de Granada y la expulsión de los musulmanes de la península ibérica, abre un nuevo periodo en la historia de las Órdenes Militares, ya que la función para la cual fueron instituidas, la lucha contra el infiel, había finalizado. De este modo, se abre un periodo de incertidumbre para estas corporaciones, en busca de una nueva razón de ser. No obstante, las Órdenes Militares fueron capaces de superar este momento de una manera admirable ya que, a pesar de estar condenadas a la desaparición, fueron vinculadas con los valores más apreciados por la Castilla de finales del siglo XV y principios del siglo XVI: “fervor religioso, honor, hechos de armas en la guerra, apoyo a la idea de nación estado, culto paralelo a la hidalguía y a la pureza de sangre, etc.”6. Además, junto a esta acción ideológica, destinada a demostrar la utilidad de las Órdenes Militares, se plantearon iniciativas con el objetivo de mantener su carácter de corporación militarizada. Estos intentos se vieron reflejados en el Capítulo General de la Orden de Santiago, celebrado en Valladolid en 1509. En él, a instancias del Rey Católico, se propuso que esta milicia continuara la lucha contra el infiel, no ya en la península, sino en las costas norteafricanas, es decir llevar combatir con los musulmanes en su propio terreno, tal y como se hizo en las Cruzadas. De esta manera, en el mencionado Capítulo del año 1509, se dispuso la fundación de un convento de la Orden de Santiago en Orán, a donde, sin admitir ninguna excusa, debían acudir los caballeros para recibir su hábito7. Esta disposición fue confirmada por una bula otorgada por el Papa León X, en 1513, y en ella, entre otras cosas, se manda “no sea recibido al hábito el que no fuere idóneo para la guerra, y de buena vida y costumbres, y que haya estado en Orán o en la parte que por la orden fuere establecido y ordenado un año de aprobación”8. Se buscaba que las Órdenes Militares no abandonaran su razón de ser y colaboraran, asumiendo la defensa de una zona tan estratégica como ésta, en los proyectos de la Corona. Muy posiblemente, los éxitos obtenidos en el norte de África 5

Carlos AYALA MARTÍNEZ, Las Órdenes Militares hispánicas en las Edad Media (siglos XII-XV), pp. 536-37. 6 L.P. WRIGHT, Las Órdenes Militares en la sociedad española de los siglos XVI y XVII. La encarnación institucional de una tradición histórica, en “Poder y Sociedad en la España de los Austrias”, Madrid, 1982, p. 21. 7 Jerónimo DE ZURITA, Anales de la Corona de Aragón, Zaragoza, 1652, Fols. 207-208. 8 Diego DE LA MOTA, Tratado sobre un problema en el que se advierte como se ha de pretender el hábito de las órdenes militares y los padres encaminar a sus hijos, Valladolid, 1603, Fol. 18r.

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tuvieron mucho que ver en la génesis del proyecto anteriormente mencionado. Este designio debió de estar muy avanzado, ya que el Papa Julio II emitió una bula en mayo de 1509, en la que da su visto bueno. De igual manera, se concibió la participación de las otras dos Órdenes Militares, ya que, al año siguiente, el Rey Católico dispuso que la orden de Calatrava erigiera un convento similar en Bujía, y que la orden de Alcántara hiciera lo mismo en Trípoli, para que las tres Órdenes Militares lucharan juntas y cooperasen entre sí. A pesar de todo, no se llegó a ponerse en marcha, ya que las guerras italianas en las que se vio envuelto Fernando el Católico, motivaron que el proyecto fuera cancelado indefinidamente. En el desarrollo de esta activa política contra el Islam, no hay que destacar únicamente al Rey Católico sino que, en el desarrollo de la misma, jugó un importante papel el cardenal Cisneros. Esta revitalización de la lucha contra el Islam, se tradujo en la toma de Mazalquivir (1505), el Peñón de Vélez de la Gomera (1508), y, sobre todo, Orán (1509), a lo que siguió la toma de Bujía y de Trípoli, y la sumisión de Argel (1510-11)9. Con la llegada del Emperador Carlos V al trono de la Monarquía Hispánica, no se abandonaron los proyectos destinados a vincular a las Órdenes Militares con su defensa. Era consciente del compromiso que tenían con la salvaguardia de la fe católica, y fue capaz de utilizarlo en sus numerosos compromisos bélicos, ya que fueron convocadas varias ocasiones durante su reinado, y no solo para luchar contra los musulmanes. Tras la derrota de los húngaros en Mohacs (1526), Carlos V convocó a los caballeros de Calatrava para que estuvieran listos para entrar en combate, y se presentasen en Valladolid en febrero de 152710; también fueron prevenidas con motivo de la amenaza de un desembarco turco en la península, en 1532. Pero también tuvieron una participación señalada en la defensa de las fronteras peninsulares con motivo del ataque francés sobre Perpiñán y Navarra, y en los momentos iniciales de la conquista de

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Uno de los testimonios más completos de la política norteafricana principios del siglo XVI, la encontramos en Fray Prudencio DE SANDOVAL, Historia de la vida y hechos del Emperador Carlos V (Biblioteca de Autores Españoles, Tomo LXXX, edición de Carlos Seco Serrano), Madrid, 1955. Sobre todo pp. 26-46. 10 Ese año, Carlos V, en concordancia con la línea anteriormente apuntada, estableció que : “los que hubieren de hacer profesión, estén un año en convento (Orán) para su aprobación, y hacese mención que ningún caballero pudiese ser, ni fuese recibido, ni admitido al dicho hábito sin que primeramente estuviese en el convento un año de aprobación”. Diego DE LA MOTA, Tratado sobre un problema en el que se advierte como se ha de pretender el hábito de las órdenes militares y los padres encaminar a sus hijos, Valladolid, 1603, Fol. 20r.

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América11, a pesar de todo no conviene sacar conclusiones excesivamente optimistas, pues según los testimonios de la época esto parece ser la excepción. Finalmente, durante el reinado de Felipe II se las convocó en dos ocasiones: en 1569, con motivo de la rebelión de los moriscos granadinos y, en 1597, ante un hipotético ataque de los turcos12. En relación con los antecedentes del memorial de Ramón Ezquerra, se encuentran aquellas aportaciones, cuyo objetivo era revitalizar la obligación, de prestar servicio militar en las galeras, que tenían los caballeros de hábito. Parece que esta obligación, según De la Mota, quedó codificada a mediados del siglo XVI, cuando el futuro Felipe II (siendo príncipe), mandó celebrar Capítulo General de la Orden de Santiago, en 1551, cuyos acuerdos aparecen en los establecimientos del año 1565. En ellos se determina la obligación que los caballeros de la orden de Santiago tienen de “estar diestros y expertos en la orden de pelear contra los enemigos de nuestra santa fe católica”, para lo cual se ordena que los aspirantes al hábito de dicha orden “han de estar un verano y hacer en las dichas galeras profesión, sin dispensación alguna, que en otra parte la pueda hacer, y entendemos que el verano sea hasta que las galeras paren y, por causa del invierno, dejen de navegar”13. Tenemos constancia de que estas galeras estuvieron presentes en la toma del Peñón de Vélez de la Gomera (1564)14, pero poco después, cesaron su actividad. Estos mismos argumentos se repiten en el Capítulo que dicha orden celebró en Madrid en el año 1600, por lo que parece que su grado de cumplimiento dejó mucho que desear.15

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Sobre la presencia de las Órdenes Militares en el Nuevo Mundo: Marion REDER GRADOW, Las Órdenes Militares en América, en “Lux Hispaniarum. Estudios Sobre las Órdenes Militares”. Madrid, 1999, pp. 399-423. 12 Francisco FERNÁNDEZ IZQUIERDO, La Orden de Calatrava en el siglo XVI. Infraestructura institucional. Sociología y prosopografía de sus caballeros. Madrid, 1992, pp. 117-119. 13 Diego DE LA MOTA, Tratado sobre un problema en el que se advierte como se ha de pretender el hábito de las órdenes militares y los padres encaminar a sus hijos, Valladolid, 1603, Fol. 21r. 14 Jaime SALVÁ RIVERA, La Orden de Malta y las acciones navales españolas contra turcos y berberiscos en los siglos XVI-XVII, Madrid, 1944, pp. 202-13. Respecto a la situación existente en el Mediterráneo en esos momentos, véase: Emilio SOLA y José Francisco DE LA PEÑA, Cervantes y la Berbería (Cervantes, mundo berberisco y servicios secretos en la época de Felipe II), Madrid, 1996. sobre todo pp. 13-50. 15 Diego DE LA MOTA, Tratado sobre un problema en el que se advierte como se ha de pretender el hábito de las órdenes militares y los padres encaminar a sus hijos, Valladolid, 1603, Fols. 22r-23r.

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Rades y Andrada apunta en la misma dirección y recoge como: “los caballeros novicios, antes que hagan profesión, le han de servir en las galeras por tiempo de seis meses, y traer testimonio de ello”16. En este sentido nos cuesta no pensar que aquellos designios no tuvieran ninguna inspiración en las actuaciones de la Orden de Malta17. En su origen, se la conocía como Orden de San Juan de Jerusalén, aunque posteriormente pasó a llamarse Orden de Malta, por hacer de esa isla su base de operaciones. Su origen se remonta a 1522, cuando el sultán Solimán el Magnífico, tras conquistar la isla de Rodas, ejecutó a todos los caballeros hospitalarios de San Juan de Jerusalén, que la defendían18. A pesar de esta derrota, Carlos V consideraba que podían desempeñar una importante labor de contención del Islam en el Mediterráneo, y los estableció en 1530 en la isla de Malta19. Era una orden militar compuesta por nobles, que habían hecho votos de celibato y caridad, y que dedicaban varios años de su juventud a servir en las galeras de la orden. La orden conservó Malta como un estado soberano e independiente, bajo la jurisdicción espiritual del Papa. No obstante, a pesar de que más de la mitad de sus caballeros fueran franceses, Malta era un satélite de España en el Mediterráneo. A parte de ser responsables de la defensa de la isla20, también tenían asignada la custodia del puerto de Trípoli, que conservaron hasta 155121. Con la pérdida de esta base, la costa sur de Sicilia quedó expuesta a los ataques berberiscos. Malta, entonces, se convirtió en

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Francisco DE RADES Y ANDRADA, Catálogo de las obligaciones que los comendadores, cavalleros, priores y otros religiosos de la orden y cavallería de Calatrava tienen en función de su hábito, Madrid, 1571, Fol. 52v. 17 Sobre esta orden destacamos las siguientes obras: M. OZCARIZ, Epítome de los Grandes Maestros de la Sagrada Religión de San Juan de Jerusalén, que ahora llaman de Malta, Pamplona, 1766. Pedro DE LA SOTA, Reseña de los hechos más notables de la Ilustre Orden de Malta de San Juan de Jerusalén, Madrid, 1850. Angel LASSO DE LA VEGA, Las galeras de la Religión de San Juan o de Malta, Madrid, 1893. Agustín COY COTONAT, Historia de la ínclita y soberana Orden Militar de San Juan de Jerusalén o de Malta, Madrid, 1913. 18 A este respecto, véase: H.J.A SIRE, The Knights of Malta, Londres, 1996, sobre todo pp. 37-84. 19 Vicente DE CADENAS Y VICENT, Documentos para la historia de la Orden de Malta. Cesión de la isla en feudo por el Emperador Carlos V, en “Hidalguía” nº26 (1958), pp. 749-760. 20 La acción más sobresaliente que llevó a cabo la Orden en el siglo XVI, y la más famosa a lo largo de su historia, fue la defensa de Malta, el año de 1565 ante las huestes turcas. Sobre este tema, ante la ingente cantidad de obras, destacamos: Francisco BALBI DE CORREGGIO, La verdadera relación de todo lo que el anno de MDLXV ha sucedido en la isla de Malta, de antes que llegasse la armada sobre ella de Solimán Gran Turco. Hasta que llegó el socorro posterior del Rey Católico nuestro señor don Phelipe Segundo, Barcelona, 1568. Agustín ANDRÉS Y SOVIÑAS, Malta invadida por Solimán II. Madrid, 1761. José María CALDERÓN DE LA BARCA, Gloriosa defensa de Malta, Madrid, 1796. 21 Jaime SALVÁ RIVERA, La Orden de Malta y las acciones navales españolas contra turcos y berberiscos en los siglos XVI-XVII, Madrid, 1944, pp. 181-87.

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base de operaciones y puesto avanzado, estratégicamente situado para interceptar las comunicaciones entre los turcos y la costa de Berbería22. La principal ocupación de los caballeros era patrullar y realizar expediciones de castigo. Su actividad en el Mediterráneo, fue constante, año tras año, durante más de dos siglos, a pesar de que eran expediciones no exentas de graves riesgos personales 23. No obstante, el poder vivir una vida de aventura bajo un estandarte religioso, significó un gran atractivo24 para los nobles católicos de finales del siglo XVI y principios del XVII. El carácter nobiliario de la orden se manifiesta en el hecho de que los reclutas procedieran, exclusivamente, de casas nobiliarias. Una muestra de su rigurosidad era que en Italia, únicamente los nobles urbanos, donde ejercían el poder local, tenían la posibilidad de ingresar. En la década de los 90 del siglo XVI, se endurecieron los requisitos de entrada, mediante la exclusión de aquellos candidatos cuyas familias practicaban actividades viles, mecánicas o comerciales (al igual que aconteció, más o menos a la vez, con las Órdenes Militares castellanas). Una vez admitido, el joven tenía que estar cinco años en la isla y completar cuatro temporadas, de seis meses cada una, de servicio activo en las galeras. Normalmente, había 20-25 caballeros por galera, y 30 en el buque insignia, junto con algunos soldados y marineros25 (lo que guarda ciertas similitudes con el memorial motivo de este estudio).

EL MEMORIAL DE RAMÓN EZQUERRA (1596)26.

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Gregory HANLON The twilight of a military tradition. Italian aristocrats and European conflicts, 1560-1800, Londres, 1998, pp. 30-33. 23 La orden de Malta era, con diferencia, la más dura y estricta de todas las Órdenes Militares, así como la más peligrosa para la integridad física de los caballeros. El grado de rigurosidad era tal, que los caballeros podían llegar a perder el hábito si no cumplían eficazmente sus obligaciones militares, las causas que acarreaban dicha situación eran: “quien huyere a los infieles, y aquel que haya dejado y abandonado el estandarte y bandera cuando está desplegado en la guerra contra infieles, quien en el pelear dejara los hermanos, quien diera castillo u otro lugar a los infieles, (..............) quien dé castillo puesto en los confines de infieles”. Regla de los caballeros de la Milicia del Hospital de San Juan Bautista de Jerusalén. Biblioteca Nacional (desde ahora B.N.), Manuscritos (desde ahora Mss). 5729. Fol. 15. 24 Del mismo modo, era la única Orden Militar que podía llamarse así, pues sus caballeros debían realizar un adiestramiento militar equiparable al de los mejores ejércitos de la época. Además del acicate de luchar en defensa del catolicismo, había instituidos una serie de incentivos: “Porque nuestros frailes, con más voluntad y alegría, se ejerciten en las armas, mandamos que cada dos meses, se pongan dos joyas o premios, es a saber el un mes una de ellas para el que tira mejor ballesta, y la otra, otro mes, para el que mejor tira arcabuz, y así de mano en mano cada dos meses”. Regla de los caballeros de la Milicia del Hospital de San Juan Bautista de Jerusalén. B.N. Mss. 5729. Fol.10r. 25 Gregory HANLON The twilight of a military tradition. Italian aristocrats and European conflicts, 1560-1800, Londres, 1998, pp. 35-36. 26 Recuerdo dado a S.M. de Ramón Ezquerra, sobre las tres órdenes militares de Santiago, Calatrava y Alcántara, y ejercitar la nobleza de España. 28 de noviembre de 1596. B.N. Mss. 904. Fols. 169r-172v. Este memorial fue utilizado en la realización de mi Trabajo de Investigación de Doctorado. Agustín

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A lo largo de las páginas precedentes hemos tenido la oportunidad de comprobar cómo, durante del siglo XVI, se recogen algunos testimonios que, a la vez que inciden en la declinación de los valores militares de estas instituciones y el relajamiento de su belicosidad, esbozan ambiciosos planes para que vuelvan a recuperar el esplendor de antaño, a través de la lucha contra los enemigos de la Fe Católica. Pero incluso van más allá, y tales proyectos hacen alusión a la debilidad marítima de la Monarquía, y la manera en que las Órdenes Militares podrían ayudar, en cierta medida, a atenuarla. Una de estas manifestaciones la encontramos en un memorial escrito por Ramón Ezquerra en noviembre de 159627; en él, se plantea, por primera vez, que nosotros sepamos, la posibilidad de que las Órdenes Militares se utilicen en la defensa del Atlántico. durante El principal estimulo que le mueve a la hora de realizar este escrito, es la degeneración que han sufrido los auténticos valores nobiliarios 28, es decir, los relacionados con la guerra, debido a su ausencia en el territorio peninsular (no del todo cierto, pues a pesar de haber disminuido en intensidad, en comparación con el siglo XV, hubo ocasiones en las que pudieron haber demostrado su valía). Como consecuencia, se ha producido una desvinculación entre milicia y Órdenes Militares, ya que la gran mayoría de los caballeros de hábito no tienen conocimientos militares, pues se dedican al ocio y a actividades improductivas:

(..........) habiendo faltado en las órdenes militares el ejercicio del duro Marte, ha faltado un seminario de soldados, como lo fueron antiguamente tantos maestres, comendadores mayores, comendadores y caballeros, y aun para las burlas ha faltado también en la

JIMÉNEZ MORENO, Los caballeros de hábito ante la crisis de 1640. (Dirigido por el Dr. Adolfo Carrasco Martínez, defendido en el Departamento de Historia Moderna de la UCM, en mayo de 2004). 27 Respecto a los datos biográficos del autor, únicamente hemos podido averiguar que pertenecía al ámbito administrativo, desempeñando el empleo de secretario de estado en el ducado de Milán desde hacía más de 10 años (por lo que empezaría a servir allí en la década de los 80, probablemente durante el gobierno de D. Carlos de Aragón, duque de Terranova, 1583-1592, y lo continuaría en los dos primeros mandatos de D. Juan Fernández de Velasco, condestable de Castilla y duque de Frías, 1592-1595, y 15951600). Sobre el gobierno del ducado de Milán véase: Antonio ÁLVAREZ-OSSORIO ALVARIÑO, Milán y el legado de Felipe II. Gobernadores y corte provincial en la Lombardía de los Austrias. Madrid, 2001, sobre todo pp. 36-39 y 67-75. 28 Los testimonios de la época, referentes a esta cuestión son numerosísimos, únicamente, como ejemplo: Jerónimo JIMÉNEZ DE URREA, Diálogo de la verdadera honra militar. Madrid, 1992, pp. 127-130. (1ª edición: 1575) Marcos DE ISABA: Cuerpo enfermo de la milicia española. (edición de Enrique Martínez Ruiz) Madrid, 1991 (1ª edición: 1594). pp. 223-34.

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nobleza el corazón, porque no se precian de justar, ni tornear, a pie ni a caballo, no de armas, no de caballos, ni otros manejos tan propios de la caballería e hidalguía

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De modo que podemos ver una clara vinculación entre las Órdenes Militares, la nobleza y la guerra. Lo que ofrece su memorial, básicamente, es una oportunidad para que los dos colectivos estrechen lazos, y vuelvan a retomar la actividad que justifica su preeminencia en la sociedad. En este sentido, critica la pasividad de estas corporaciones ya que, ante los numerosos enemigos que amenazan la primacía del catolicismo, han ignorado este desafío y permanecen a la expectativa. Asimismo, respecto a los potenciales receptores de la acción bélica de estas corporaciones, sus postulados coinciden con lo apuntado por Rades y Andrada dos décadas antes, ya que alude a “hacer guerra continua a moros, herejes e infieles”30.

¿ERA LEGÍTIMO EMPLEAR A LAS ÓRDENES MILITARES, CONTRA ENEMIGOS NO MUSULMANES, PARA COMBATIR FUERA DE LA PENÍNSULA?

Tal y como hemos tenido ocasión de comprobar, los musulmanes parecen ser los enemigos sobre los que las Órdenes Militares deben descargar su potencia militar. Sin embargo parece que, conforme avanza el siglo XVI, esta apreciación empieza a diluirse. Según Postigo Castellanos, invocar la expulsión de los musulmanes de la península como razón de ser de las órdenes, no es sino hacer una lectura restrictiva de su verdadera misión. En realidad, la función para la que fueron instituidas era luchar contra “los enemigos de la Fe Católica” (no exclusivamente los musulmanes), bajo la autoridad del Papado; de modo que, ni su papel termina con la expulsión del secular enemigo, ni su ámbito de acción se reduce a la península ibérica, sino que es toda la Cristiandad31. Paralelamente, tuvo lugar una encendida polémica respecto a la obligación de las Órdenes Militares a luchar contra otros enemigos que no fueran los musulmanes, o si debían combatir fuera de la península ibérica (controversia que se ve reflejada en el 29

Recuerdo dado a S.M. de Ramón Ezquerra, sobre las tres órdenes militares de Santiago, Calatrava y Alcántara, y ejercitar la nobleza de España. 28 de noviembre de 1596. B.N Mss. 904. Fol. 170r. 30 Recuerdo dado a S.M. de Ramón Ezquerra, sobre las tres órdenes militares de Santiago, Calatrava y Alcántara, y ejercitar la nobleza de España. 28 de noviembre de 1596. B.N Mss. 904. Fol. 169r. 31 Elena POSTIGO CASTELLANOS, Caballeros del Rey Católico. Diseño de una nobleza confesional, en: “Hispania” LV/1, nº189 (1995). pp. 175-176.

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memorial de 1596). La importancia de esta disputa no es trivial, ya que de ella dependía la posibilidad de justificar la intervención de estas corporaciones contra otro tipo de enemigos, y en otros teatros de operaciones, distintos a los inicialmente concebidos. Debemos tener en cuenta el impacto que supuso la reforma protestante en Europa, y la amenaza que esto suponía para la hegemonía de la Iglesia Católica; que presenciaba la aparición de un nuevo enemigo, susceptible de ser combatido32, aunque a mediados del siglo XVI, con todo, no existía una idea clara al respecto. Según una obra aparecida a mediados de siglo, los caballeros tienen obligación de defender la fe católica (concepto muy amplio y ambiguo), sin especificar ninguna otra cosa. Sin embargo, el servicio militar que deben prestar se circunscribe a necesidades concretas y puntuales: la guerra contra los infieles, preferentemente en territorio peninsular, ya que la posesión del hábito les obliga a acudir en cumplimiento de sus deberes, sobre todo si gozan de rentas procedentes de las Órdenes Militares, que deben ser utilizadas para hacer frente a una hipotética invasión del reino. En palabras del autor:

la primera intención de todos los freiles sea la defensa de la fe de Jesucristo. En lo cual no quiero yo obligar a que un caballero este siempre con esta intención, pero a lo menos pareceme que los caballeros deben tener por presupuesto que, siendo necesario para guerra contra infieles, su profesión les obliga ir a ella no sólo siendo forzados y llamados, pero aun de suyo se han de comedir y mover a ello. Y entre ellos, muy más principalmente los que son comendadores y tienen hacienda para este efecto, especialmente si viesen peligrar la Cristiandad, o padecer molestia de los infieles, mayormente si fuese en sus reinos. Y no creo yo que un comendador tenga obligación de ir a buscar los infieles para hacerles guerra, pero ofreciéndole tendríale yo por obligado a gastar su hacienda en el tal ejercicio

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En ese sentido, Martín de Ayala, tampoco toma partido claramente por la participación de las Órdenes Militares en empresas extrapeninsulares, aunque si el Reino es atacado por enemigos no musulmanes, estarían obligados a prestar sus servicios para defenderle. Del mismo modo, coincidiendo lo apuntado por el testimonio

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A este respecto, destacamos un interesante testimonio de un religioso de la orden de Santiago. En él, diserta sobre la herejía y su naturaleza, así como las situaciones en las que se incurre en ella, todas aplicables a los nuevos enemigos de la fe. Aunque el autor no hace ninguna alusión a un hipotético castigo, podrían justificar ulteriores acciones contra los herejes, en defensa de la Fe Católica. Diego DE CABRANES, Hábito y armadura espiritual, Mérida, 1547, Fol. 73. 33 Regla de la Orden y caballería de Santiago. Madrid, 1547. Fols. 42v-43r.

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anterior, queda claro es que tienen unas obligaciones militares, ineludibles por otra parte, basadas en los privilegios de los que gozan gracias a la posesión del hábito: (............) deben ejercitarse los caballeros en defensión de la cristiana religión y de su propia tierra, pues por esto se le han concedido tan gruesas rentas y tan amplios réditos de bienes decimales, teniendo más cuenta de la que tienen con lo demás que son obligados, y no para ser todo en solo las ceremonias y en tomar este hábito para no más de tener de comer y honrarse con él mundanamente.

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Para Rades y Andrada, los comendadores y caballeros de las Órdenes Militares están obligados a defender la Monarquía ante un ataque de los musulmanes, ya que este es el fin para el que fueron creadas, y que justifica sus privilegios, exenciones, honores y preeminencias. No obstante este es el primer autor, del que nosotros tengamos constancia, que manifiesta claramente la posibilidad de que los caballeros de hábito puedan combatir a otros enemigos que no sean musulmanes. Sin embargo, esta obligación no se extiende más allá de las fronteras peninsulares, ya que su objetivo es, de manera exclusiva, la defensa del reino. Lo que supone un freno a las intenciones de la Corona de utilizarlas, como grupo, en los campos de batalla europeos:

(...........) Si de nuevo fuese necesario pelear contra los moros para la defensa de estos reinos de España, en tal caso los comendadores y caballeros de la orden están obligados a pelear contra ellos, y hacer para este efecto lo que S.M., como prelado suyo, les fuese mandado. Y por esta obligación que tienen, con intención de obedecer y cumplirla, gozan de las encomiendas, mantenimientos, exenciones, prerrogativas, honores, y otras preeminencias de esta orden, que son muchas y muy grandes. Y lo mismo se entiende en caso de que, por nuestros pecados fuese necesario para la defensa de España, hacer guerra a otros cualesquier infieles o herejes, porque en la primera y segunda regla de vivir, se hizo estatuto de pelear contra los enemigos de la fe, sin limitación alguna, por la cual se haya de entender solo de moros, puesto que las bulas de aprobación no haga mención sino de los moros (..............) Hablando de la obligación nacida solamente de que el fin de esta orden es defender a España de los infieles, no se extiende a que los comendadores y caballeros sean obligados a ir a pelear contra los infieles fuera de estos reinos, no siendo necesario para la defensa de ellos. La razón es, porque el intento de los fundadores de esta orden fue, que las

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Martín DE AYALA, Compendio y declaración de lo que son obligados a guardar los caballeros de la Orden de Santiago, así por los votos, fin de su orden y disposición de su regla, como por los estatutos y loables usos y costumbres de ella, Trento, 1552, Introducción sin foliar.

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personas de ella peleasen contra los infieles en defensa y utilidad de estos reinos, donde la 35

orden tienen sus fortalezas, villas y rentas .

Sin embargo, en el Capítulo General de la Orden de Santiago, celebrado en Madrid en 1573, no hay ninguna alusión a otros enemigos que no sean los musulmanes; siendo su objetivo la defensa de la Iglesia y de sus fieles. Por otra parte, la guerra emprendida contra ellos no puede tener motivaciones económicas ni de saqueo, es una guerra exclusivamente religiosa, ya que:

La intención especial de todos los freiles ha de ser esta sola, conviene saber, para defender con todas sus fuerzas la iglesia de Dios y poner sus ánimas por el ensalzamiento del nombre de cristo, y contradecir continuamente a la crueldad de los moros, con tal que no lo hagan por causa de derramar sangre humana, ni por loor mundano, ni por codicia o rapiña o crueldad, ni roben su tierra con esta intención, mas todo o que contra ellos hicieron lo hagan por ensalzamiento del nombre de Cristo y por defender a los cristianos de sus manos, o porque los puedan atraer al conocimiento de la fe cristiana. Mandamos, por estrecho mandamiento, que todo aquello que los freiles, con ayuda de Dios, ganaren de los moros por sus personas, lo den con gran caridad para sacar cautivos de poder de los moros

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.

De estos testimonios, se puede inferir que las Órdenes Militares tenían unas obligaciones bélicas ineludibles, en función del hábito, de las cuantiosas rentas de que gozan, y de los privilegios que disfrutan; pero, al mismo tiempo, dichos compromisos se circunscribían al ámbito peninsular pues, conforme a los testimonios aportados no aparece ninguna evidencia que aluda a una hipotética intervención fuera de dichas fronteras (aunque se plantea la posibilidad de luchar contra otros enemigos que no sean musulmanes), y el argumento de acudir en defensa de la fe católica, es lo suficientemente vago e impreciso, que podría justificar, por sí sólo, una intervención extrapeninsular.

EL PROYECTO.

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Francisco DE RADES Y ANDRADA, Catálogo de las obligaciones que los comendadores, cavalleros, priores y otros religiosos de la orden y cavallería de Calatrava tienen en función de su hábito, Madrid, 1571, Fols. 16v-17r. 36 Establecimientos de la orden de Santiago (según el capítulo celebrado en Madrid en 1573). Madrid, 1577. Fol. 39.

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El título de la comunicación es muy esclarecedor sobre la naturaleza del proyecto: la constitución de una armada en el Atlántico, mediante el uso de los recursos, tanto humanos como económicos, de las Órdenes Militares. La armada estaría compuesta por 21 galeones, repartidos de la siguiente forma: la orden de Santiago (la más rica y con mayor número de caballeros), se haría cargo de 10, mientras que la de Calatrava y la de Alcántara (con un potencial mucho menor que la de Santiago), contribuirían con 6 y 5 galeones respectivamente37. El mando supremo de esta fuerza naval lo ostentaría el comendador mayor de Castilla. Por debajo de él, estarían los comendadores mayores de cada una de las tres órdenes (representación simbólica de los maestres). En cada uno de los galeones, iría un comendador (que desempeñaría las funciones de capitán), y doce caballeros de hábito (como oficiales del mismo); junto a ellos se enrolarían los aspirantes a vestir el hábito, los marineros y artilleros necesarios para el servicio, y uno o dos religiosos (de la misma orden que el galeón) para atender a las necesidades espirituales de los caballeros38. Además, en cada escuadra habría una serie de oficiales administrativos, en este caso: un tesorero, un veedor y un contador, subordinados a los comendadores mayores de cada orden39. Respecto a su despliegue, ya hemos incidido en la vocación atlántica del mismo, pues el autor considera que en el Mediterráneo hay suficientes recursos navales para detener la amenaza musulmana (impresión que puede ser calificada, a todas luces, de excesivamente optimista40). Su juicio, es cuando menos sospechoso, y nos lleva a plantearnos algunos interrogantes: ¿en que se basa para dar primacía al Atlántico frente al Mediterráneo?, ¿por qué surge esta propuesta precisamente en ese momento?, ¿tiene alguna relación con el esfuerzo naval llevado a cabo por la Monarquía Hispánica, a 37

Recuerdo dado a S.M. de Ramón Ezquerra, sobre las tres órdenes militares de Santiago, Calatrava y Alcántara, y ejercitar la nobleza de España. 28 de noviembre de 1596. B.N Mss. 904. Fol. 169r. 38 Recuerdo dado a S.M. de Ramón Ezquerra, sobre las tres órdenes militares de Santiago, Calatrava y Alcántara, y ejercitar la nobleza de España. 28 de noviembre de 1596. B.N Mss. 904. Fol. 169v. 39 Recuerdo dado a S.M. de Ramón Ezquerra, sobre las tres órdenes militares de Santiago, Calatrava y Alcántara, y ejercitar la nobleza de España. 28 de noviembre de 1596. B.N Mss. 904. Fol. 171r. 40 Aunque el proyecto está centrado en el Atlántico, el autor plantea, al final del memorial, la opción de que se puedan establecer escuadras de 20-25 galeras, también a costa de las Órdenes Militares. Las bases se situarían en Cádiz o Cartagena, y su objetivo sería la defensa de la costa contra los corsarios berberiscos, de modo que sus apreciaciones parecen, a primera vista, contradictorias. Por otra parte, aunque no lo menciona, no sería descabellado pensar que, tras el ataque inglés contra Cádiz de ese mismo año, se planteara la posibilidad de establecer algún tipo de fuerza naval permanente en esa zona. Recuerdo dado a S.M. de Ramón Ezquerra, sobre las tres órdenes militares de Santiago, Calatrava y Alcántara, y ejercitar la nobleza de España. 28 de noviembre de 1596. B.N Mss. 904. Fol. 172v.

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finales del siglo XVI, para resarcirse del fracaso de la Empresa de Inglaterra, y recuperar la supremacía naval? Un primer aspecto que llama la atención es los hipotéticos destinatarios de las acciones de esta armada, son las naciones con las cuales se encuentra en guerra la Monarquía Hispánica en ese momento: Francia, Inglaterra y las Provincias Unidas del Norte41 (ninguno de ellos es musulmán). Sin embargo, el argumento de la lucha religiosa puede ser utilizado contra estos enemigos, cuyas prácticas religiosas cuestionaban la primacía del catolicismo y de su brazo armado, el rey de España (en el caso de Francia, que a pesar de ser un reino católico, los enemigos eran los calvinistas franceses, conocidos como hugonotes, que buscaban poner en el trono de Francia a Enrique IV de Borbón), y por lo tanto, objeto de la acción bélica de las Órdenes Militares, en tanto en cuanto enemigos del catolicismo. En relación con estas cuestiones, compartimos la tesis de que vincula la orientación de la política exterior filipina, con la voluntad contrarreformista de lucha contra el protestantismo42. Junto a esto, el compromiso ideológico y religioso de la sociedad castellana representa un instrumento de primer orden en manos de un soberano cuyos enemigos son los enemigos de la verdadera fe. Entrelazando la religión y la política, concurren a suscitar el espíritu guerrero y la aversión hacia un enemigo que, en los casos anteriormente citados, merece ser castigado como hereje o como rebelde43. Vinculadas a las consideraciones ideológicas se encuentran las de tipo estratégico. No debemos olvidar que a partir de la década de los 80, con la incorporación de Portugal44 y, sobre todo, a partir del fracaso de la expedición de 1588 contra Inglaterra, el Atlántico fue el objetivo preferente de la política exterior de Felipe II45. Además de la guerra contra los neerlandeses, la amenaza de la piratería inglesa

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Recuerdo dado a S.M. de Ramón Ezquerra, sobre las tres órdenes militares de Santiago, Calatrava y Alcántara, y ejercitar la nobleza de España. 28 de noviembre de 1596. B.N Mss. 904. Fol. 172r. 42 Pedro SÁINZ RODRÍGUEZ, Evolución de las ideas sobre la decadencia española, Madrid, 1962, pp. 96-98. (1ª edición: Madrid, 1924). 43 Raffaele PUDDU, El soldado gentilhombre, Barcelona, 1984, pp. 250-51. (1ª edición en italiano: Bolonia, 1982). 44 Geoffrey PARKER, El éxito nunca es definitivo: imperialismo, guerra y fe en la Europa Moderna, Madrid, 2001, pp. 42-45. 45 Según Stradling, los ataques contra la costa cantábrica, fueron el factor determinante que movió al Rey Prudente a constituir una escuadra en el Atlántico para la defensa de la fachada atlántica peninsular, futuro embrión de la Armada del Mar Océano. R.A. STRADLING, La Armada de Flandes: política naval española y guerra europea (1568-1688). Madrid, 1992. pp. 32-33. (1ª edición inglesa: Cambridge, 1990). Goodman considera que la implantación del servicio de millones en 1590, mayoritariamente destinado a crear una poderosa armada para el Atlántico, demuestra que Felipe II no tenía intención de claudicar ante los ingleses, y que estaba más decidido que nunca a lograr la supremacía en el Océano.

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(contra la península ibérica, las posesiones americanas y las rutas que conectaban a la metrópoli con las colonias), se unió, a lo largo de la década de los 90, la intervención en la guerra civil francesa a favor de los católicos y el apoyo a la rebelión del duque de Mercoeur46 en Bretaña, y la del conde Tyrone en Irlanda47. De este modo consideramos que, ante la existencia de un teatro de operaciones que se hallaba en su punto culminante, donde la movilización de todos los recursos disponibles se hacía fundamental, no pudo ser casual la presentación de éste memorial, máxime cuando las bases para esta hipotética armada, se establecerían en La Coruña y El Ferrol48. Esta elección responde, principalmente, a tres motivos: defensa de la costa cantábrica y atlántica, proximidad a los enemigos anteriormente referidos y, finalmente, cercanía a Vizcaya49 y, aunque el autor del memorial no lo mencione, a las Cuatro Villas de la costa del mar (la actual Cantabria), donde en esos momentos se vivía una actividad frenética50. Además allí, se podrían reclutar los marineros necesarios para el servicio en los galeones, debido a que había abundancia de ellos (afirmación que también consideramos demasiado optimista, pues los testimonios indican que no era tan fácil encontrar las tripulaciones necesarias para los navíos). Además, la presencia de una armada, al servicio de la Corona, en la que sirvieran los caballeros de las Órdenes Militares, podría paliar una de sus deficiencias crónicas: el recurso constante a los asentistas y contratistas privados. Esta fuerza naval, estaría llamada a constituir la David GOODMAN, El dominio del mar y las armadas de la Monarquía, en “Las sociedades ibéricas y el mar”. Tomo II. La Monarquía. Recursos, organización y estrategias, Madrid, 1998, pp. 380-81. 46 Sobre la intervención española en Bretaña, en apoyo de los católicos franceses, la relación más completa de la misma se puede encontrar en: Cesáreo FERNÁNDEZ DURO.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Vol. III, Madrid, 1972, pp. 67-92. (1ª edición: Madrid, 1895-1903). 47 En relación con esta revuelta, y otras anteriores, véase: Enrique GARCÍA HERNÁN, Irlanda y el Rey Prudente, Madrid, 2000, sobre todo pp. 217-234. 48 Saavedra Vázquez ha puesto de manifiesto que Galicia, en la década de los 90, se convirtió en zona estratégica en la política de la Monarquía Hispánica, iniciándose un programa de fortificación de la costa gallega que, casualmente, únicamente tuvo éxito en La Coruña y El Ferrol, donde además se crearon dos escuelas de artillería al mando de artilleros italianos. Asimismo, y en relación con lo apuntado anteriormente, desde estos puertos partieron varias expediciones que transportaban tropas españolas para combatir en Bretaña en apoyo de los católicos franceses. María del Carmen SAAVEDRA VÁZQUEZ, Galicia en el Camino de Flandes, La Coruña, 1996, pp. 89-100. 49 Recuerdo dado a S.M. de Ramón Ezquerra, sobre las tres órdenes militares de Santiago, Calatrava y Alcántara, y ejercitar la nobleza de España. 28 de noviembre de 1596. B.N Mss. 904. Fol. 172v. 50 Según Thompson, entre 1590 y 1599 se construyeron, sólo en la costa cantábrica, 55 buques de diferente tamaño. I.A.A. THOMPSON, Guerra y decadencia. Gobierno y administración en la España de los Austrias, Barcelona, 1981. (1ª edición inglesa: Londres, 1976). Cuadro K. p. 374. También dan fe de ello: David GOODMAN, Poder y penuria. Gobierno, tecnología y ciencia en la España de Felipe II, Madrid, 1990, pp. 127-131. (1ª edición inglesa: Cambridge, 1988); y José Luis CASADO SOTO, Los barcos españoles del siglo XVI y la Gran Armada de 1588, Madrid, 1998. pp. 115-135; también: José Luis CASADO SOTO, Flota atlántica y tecnología naval en tiempos de Felipe II, en “Las sociedades ibéricas y el mar”. Tomo II. La Monarquía. Recursos, organización y estrategias. Madrid, 1998, pp. 35256.

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columna vertebral sobre la que asentar un posible despliegue naval de la Monarquía, permanente, en el Atlántico, susceptible de ser utilizada, en caso de necesidad, en otros lugares51.

FINANCIACIÓN.

Al contrario que otros memoriales, que obvian esta materia, y únicamente se centran en la puesta en marcha del designio, el autor hace un balance de los costes y las fuentes de financiación del proyecto. De acuerdo con sus estimaciones, su puesta en marcha se cifraría entre 200.000-300.000 escudos (180.000-270.000 ducados)52, presupuesto en el que se incluyen los gastos de fabricación y equipamiento (artillería, bastimentos, víveres) y gastos del personal, de modo que cada galeón supondría un montante de entre 8.500-12.850 ducados. Sobre la viabilidad del proyecto, a pesar de que no contamos con datos que nos permitan contrastar su testimonio, pueden servirnos de ayuda las apreciaciones de Thompson. Según este autor, los gastos totales de la Armada del Mar Océano, entre diciembre de 1596 y agosto de 1597 (9 meses), ascendieron a casi 2 millones de ducados53. Asimismo, dicha armada, el año de 1597, constaba de 84 buques (cuyo total era de 25.900 toneladas54). De los datos aportados por Thompson, podemos deducir que, de unos gastos totales para el año 1597 de 2’6 millones de ducados, el coste por navío ascendería a unos 30.000 ducados (incluidos sueldos), por lo que parece, a primera vista, que los cálculos de Ezquerra se han quedado bastante cortos. Sin embargo, lo más importante en este aspecto, es que el coste para la Real Hacienda sería prácticamente cero, ya que los fondos necesarios procederían de las rentas de las encomiendas vacantes (esto es, aquellas que no tienen titular en ese momento, hasta que se conceden nuevamente), para lo cual se debe pedir autorización a la Santa Sede55.

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Recuerdo dado a S.M. de Ramón Ezquerra, sobre las tres órdenes militares de Santiago, Calatrava y Alcántara, y ejercitar la nobleza de España. 28 de noviembre de 1596. B.N Mss. 904. Fol. 170v. 52 Recuerdo dado a S.M. de Ramón Ezquerra, sobre las tres órdenes militares de Santiago, Calatrava y Alcántara, y ejercitar la nobleza de España. 28 de noviembre de 1596. B.N Mss. 904. Fols. 169v-170r. 53 I.A.A. THOMPSON, Guerra y decadencia. Gobierno y administración en la España de los Austrias, Barcelona, 1981. (1ª edición inglesa: Londres, 1976), Cuadro E. p. 362. 54 I.A.A. THOMPSON, Guerra y decadencia. Gobierno y administración en la España de los Austrias, Barcelona, 1981. (1ª edición inglesa: Londres, 1976), Cuadro J. p. 373. 55 Recuerdo dado a S.M. de Ramón Ezquerra, sobre las tres órdenes militares de Santiago, Calatrava y Alcántara, y ejercitar la nobleza de España. 28 de noviembre de 1596. B.N Mss. 904. Fols. 169v.170r.

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Pero si estas consignaciones no bastaran, se recomienda al rey que no deseche este proyecto, y que proporcione la cantidad que falte de las rentas de los maestrazgos o, en el peor de los casos, y como último remedio, de la Real Hacienda. No obstante, para reducir costes, contempla la posibilidad de que la plana mayor de esta armada, (el comendador mayor de Castilla, los comendadores de cada una de las tres escuadras, y los comendadores al mando de cada uno de los galeones), no reciba sueldo alguno; mientras que los caballeros de hábito asignados a los navíos, y los pretendientes al hábito, recibirían únicamente un sueldo simbólico: “los comendadores mayores y menores no han menester sueldo, y los caballeros de hábito, bien poco, y los que sirvieren por alcanzarle (el hábito), lo mismo; y en esto se podría observar y guardar lo que entre los caballeros de Malta”56. En relación con estas cuestiones, el autor es un perfecto conocedor de la realidad de su época, ya que pone el ejemplo de la orden de Malta como paradigma de una orden militar que puede cumplir con su deber, sin suponer un desembolso considerable para la Real Hacienda, e incluso, llegar a autofinanciarse y producir beneficios con las presas tomadas al enemigo. Las actuaciones a seguir, una vez que los galeones estén prestos y operativos, también están previstas en su memorial. Para su mantenimiento, propone que se pida autorización al Papa, nuevamente, para que las encomiendas que vacasen, hasta que se disponga nuevo titular, reviertan en beneficio de la Corona, y estén gestionados por un tesorero. Por otra parte, todo caballero que reciba una encomienda, tendría que estar obligado a pagar la media anata el primer año, consignándose estos ingresos al mismo funcionario, para que los administre. Sería el encargado de recibir las cantidades asignadas a este concepto y, al mismo tiempo, asistir a los gastos generados del mantenimiento de los galeones. De modo que la utilización de los fondos de las encomiendas vacantes, es la piedra angular, desde el punto de vista financiero, sobre la que descansa este proyecto57. En relación con lo cual, no podemos olvidar la situación económica existente en esos momentos, ese mismo año (1596) Felipe II se había declarado en bancarrota. Ante esa situación, el proyecto de aprestar una armada con un coste nulo o, en el peor de los casos, moderado, debió de estar presente en los pensamientos del autor.

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Recuerdo dado a S.M. de Ramón Ezquerra, sobre las tres órdenes militares de Santiago, Calatrava y Alcántara, y ejercitar la nobleza de España. 28 de noviembre de 1596. B.N Mss. 904. Fol. 170v. 57 Recuerdo dado a S.M. de Ramón Ezquerra, sobre las tres órdenes militares de Santiago, Calatrava y Alcántara, y ejercitar la nobleza de España. 28 de noviembre de 1596. B.N Mss. 904. Fol. 170r.

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LA PROBLEMÁTICA SERVICIO-RECOMPENSA.

Junto a las motivaciones de carácter estratégico y económico, no podemos olvidar que el memorial busca recuperar la vocación militar, como colectivo, de los caballeros de hábito. Su inquietud es muestra de una polémica existente en la sociedad del momento sobre el binomio servicios prestados-mercedes obtenidas. La importancia de esta cuestión permaneció vigente durante la centuria siguiente, y estuvo detrás de todos los designios encaminados a lograr una nobleza de servicio frente a la de sangre58, aspecto en el cual los hábitos y encomiendas podían jugar un destacado papel, sobre todo por el atractivo que representaba su posesión59. Respecto a su concesión, el autor recomienda que únicamente se concedan hábitos a quienes acrediten tres años de servicio, en los galeones de su orden 60.Esta propuesta, no obstante, que nace con vocación de utilizar hábitos y encomiendas para remunerar exclusivamente servicios militares, presenta una contradicción en si misma. Pues el autor deja la puerta abierta a que se utilicen para la gratificación de otros servicios, concretamente los de ministros (miembros de los consejos, juntas, tribunales, etc., que es el ámbito del que procede el autor), y aquellos que sirven en la Casa Real; por lo que equipara los servicios en la administración y en los empleos palatinos, con el servicio militar en las galeras. De manera que éste no parece un buen camino para revitalizar el vínculo entre nobleza, Órdenes Militares y guerra, ya que se puede disfrutar de los beneficios de estas corporaciones mediante caminos mucho menos arduos y sin riesgo personal61. Por otra parte, su proyecto no tiene en cuenta otro tipo de 58

Sobre estas cuestiones ha profundizado Carrasco Martínez en algunas de sus obras. A este respecto véase: Adolfo CARRASCO MARTÍNEZ, Herencia y virtud. Interpretaciones e imágenes de lo nobiliario en la segunda mitad del siglo XVI, en: “Las sociedades ibéricas y el mar a finales del siglo XVI”. Tomo IV: La Corona de Castilla, Madrid, 1998, pp. 231-271. También: Adolfo CARRASCO MARTÍNEZ, Sangre, honor y privilegio: La nobleza española bajo los Austrias, Madrid, 2000. Sobre todo pp. 25-41. 59 Fernández Izquierdo considera que esto se debía dos factores: a que la tradición asociaba estas corporaciones con los principios morales y religiosos apreciados por la sociedad, lo que hacía de sus caballeros la representación del espíritu de cruzada, y a su vinculo con uno de los antiguos órdenes medievales, los milites. De este modo, el caballero de hábito hacía suyo un vinculo entre nobleza y defensa de la fe, a lo que había que sumar el prestigio social que ello acarreaba, y la posibilidad de acceder a las cuantiosas rentas de estas corporaciones. Finalmente, cuando se exigió la hidalguía a sus miembros, se unió un nuevo acicate para su posesión, la de la limpieza de sangre. Francisco FERNÁNDEZ IZQUIERDO, ¿Qué era ser caballero de una Orden Militar en los siglos XVI y XVII?, en “Torre de los Lujanes” nº 49 (enero 2003), pp. 142-45. 60 Recuerdo dado a S.M. de Ramón Ezquerra, sobre las tres órdenes militares de Santiago, Calatrava y Alcántara, y ejercitar la nobleza de España. 28 de noviembre de 1596. B.N Mss. 904. Fol. 170r. 61 Para Domínguez Ortiz, puede fijarse la fecha de 1588 como tope de la vocación guerrera de la nobleza; en adelante, su participación espontánea, sin desaparecer del todo, es cada vez menos frecuente. Según su criterio, como explicación, se aducía la falta de premios que había en la milicia, mientras que las letras

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servicios militares, como los prestados en el ejército, que son igualmente válidos, si lo que se quiere es buscar una nobleza comprometida con el servicio militar. Al contrario, estos planteamientos, abren una peligrosa vía al intrusismo; pero que, por otra parte, puede ser explicada como un deseo de remunerar servicios sin cargar la Real Hacienda62, con lo cual la principal intención del memorial (el uso de los hábitos para “incitar el valor militar y las grandes hazañas”), se desvanece. ¿En realidad, a quien se buscaba conceder los hábitos? A una nobleza de servicio militar, de servicio en general o, finalmente, eran un medio para ahorrar numerario a la Corona. Esto nos lleva a otra pregunta, ¿si los hábitos habían sido instituidos para recompensar grandes hechos de armas, por qué no crear una orden, o corporación, para gratificar otros servicios? En nuestra opinión, aquí se encuentra una de las claves de la sociedad española durante el reinado de los Habsburgo, pues lo que se buscaba con su posesión era la certeza (de cara a los demás) de que su titular era “cristiano viejo” y, sobre todo, que podía acreditar limpieza de sangre. Análogamente, estamos de acuerdo con la tesis que sostiene Postigo Castellanos a este respecto. Según ha demostrado, desde finales del siglo XVI, empiezan a vislumbrarse dos intentos de definición de nobleza encontrados y duramente mantenidos, de una parte, por el consejo de Órdenes y la Corona, por otro. De esta forma, mientras que los criterios del consejo respondían a la idea tradicional de calificar los individuos por su pertenencia a un grupo de prestigio y mantener en ellos, por lo menos teóricamente, la función militar que dio lugar a su privilegio; la monarquía pretende modificarlos, y las faltas las suple con determinados valores personales que se materializaban en servicios prestados a la Corona, aunque esforzándose en hacerlos compatibles con los fines para los cuales las órdenes fueron creadas. Así, los hábitos de las Órdenes Militares, al ser una de las mercedes más codiciadas, se convirtieron en

ofrecían, en abundancia, cargos y provechos. Pero considera que esto, por sí sólo no explica este fenómeno, por lo que afirma que, además, había causas de orden psicológico. Dicha actitud respondería al propósito de acaparar los puestos en la administración para continuar imponiendo su hegemonía, ahora como élite política, dejando al margen los lazos estamentales y las relacionadas con su función militar. Antonio DOMÍNGUEZ ORTIZ, Las clases privilegiadas del Antiguo Régimen, Madrid, 1973, pp. 14344. También: Carmen María CREMADES GRIÑÁN, La pujanza de las letras frente a las armas en la nobleza de la España de los Austrias, en “Miscelánea Medieval Murciana”. Vol. XIX-XX (1995-96), pp. 55-66. 62 Recuerdo dado a S.M. de Ramón Ezquerra, sobre las tres órdenes militares de Santiago, Calatrava y Alcántara, y ejercitar la nobleza de España. 28 de noviembre de 1596. B.N Mss. 904.Fol. 170r.

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prebendas, frecuentemente utilizadas por la Monarquía, para quitar peso a una hacienda agotada, y al mismo tiempo, incrementar el servicio al estado63. Respecto a la concesión de encomiendas, se manifiesta en términos bastante parecidos salvo que, para obtener una, el pretendiente debe haber servido seis años seguidos en las galeras. Pero a diferencia de los hábitos, admite otros servicios militares para obtenerla64. Ezquerra recomienda al rey que use “los premios de las Órdenes Militares” para recompensar servicios, pero no exclusivamente militares, realizados por la nobleza de España65 (un nuevo ejemplo de la vinculación entre nobleza y Órdenes Militares). Con ello se conseguiría la formación de una nobleza útil para el estado, que preste los servicios requeridos a su posición privilegiada, conforme a lo que se espera de ellos; y que vuelvan a encontrar atractiva la profesión militar (al mismo tiempo que sirven de ejemplo al resto de la sociedad, a la hora de atraerlos a esta actividad). De acuerdo con sus apreciaciones, parece que el sistema de remuneración de servicios no debía de ser demasiado bueno, una constante que se repetirá a lo largo del siglo XVII66. Esta situación podría cambiar si se pone en marcha su proyecto, ya que la nobleza volvería a sentir interés por la guerra, debido a la existencia de unas recompensas acordes a los méritos realizados. De esta manera, si se conceden hábitos y encomiendas a aquellos que hayan prestado servicio en los galones, el rey habrá dado un gran paso a la hora de instituir un 63

Elena POSTIGO CASTELLANOS, Honor y privilegio en la Corona de Castilla. El Consejo de las Órdenes y los caballeros de hábito en el siglo XVII, Valladolid, 1998, pp. 111-13. 64 Recuerdo dado a S.M. de Ramón Ezquerra, sobre las tres órdenes militares de Santiago, Calatrava y Alcántara, y ejercitar la nobleza de España. 28 de noviembre de 1596. B.N Mss. 904. Fol. 170r. 65 La cuestión del abandono de las armas por parte de la nobleza, es un tema que en la actualidad se está revisando, y según las nuevas interpretaciones, más que un abandono, lo que se produce es una adaptación. No podemos olvidar que el arte de la guerra sufrió importantísimas novedades, que supusieron el fin de la caballería como táctica de combate y el surgimiento de una guerra más especializada, que hacía necesaria la presencia de militares especializados. Sobre estas cuestiones, véase: Geoffrey PARKER, La revolución militar moderna. Innovación militar y apogeo de Occidente, Madrid, 2002 (1ª edición inglesa: Cambridge, 1988), pp. 43-46. Según Maravall, cuando el combatiente se hace un profesional, pierde su figura de “guerrero” y la ideología combativa de los milites acaba, así como su función tradicional. Pero todo ello no se puede entender, únicamente, por razones internas, ya que en ese proceso se asiste al desuso del combate individual, razón de ser de la nobleza medieval europea. José Antonio MARAVALL, Poder, honor y élites en el siglo XVII, Madrid, 1979, pp. 202-204. 66 Las quejas sobre las deficiencias del sistema de remuneración de los servicios prestados, son incesantes. Las protestas más airadas vienen por parte de militares profesionales que han servido largos años en el ejército y ven que aquellos honores que consideran reservados para su oficio (no sólo los hábitos militares, sino también los empleos más importantes y los “entretenimientos”), se conceden a individuos que no han acreditado ningún mérito, únicamente el favor de algún gran señor, por lo que sujetos con vocación, no se sienten atraídos al servicio militar. A este respecto: Relación de algunas cosas cumplideras al servicio de S.M., Felipe II, acerca de la gente de guerra, por un vasallo de S.M., que ha residió 21 años en sus ejércitos. B.N. Mss. 12615, sobre todo Fols. 160r-165r.

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sistema eficaz de gratificación de los servicios prestados, ya que únicamente podrán optar a ellos quienes acrediten auténticos méritos (insistimos nuevamente, no sólo militares). Mientras que quedarían al margen de los honores aquellos que no sean útiles para el estado. Al mismo tiempo, incidiendo en este carácter de nobleza de servicio, este designio estaba concebido como una escuela práctica donde, bajo la promesa de importantes recompensas en forma de hábitos y encomiendas, se buscaba atraer a la nobleza al servicio naval y, al mismo tiempo, formar individuos competentes para la armada. Según se desprende de sus palabras, en esos momentos, los hábitos no se piden como recompensa a actos militares, sino por pura vanidad, para situarse por encima de aquellos que no han sido agraciados con esta merced, por lo que un hábito representa en la sociedad de la España de los Austrias67. De modo que, de acuerdo con este testimonio, se ha producido una degeneración de lo que representan los hábitos y, sobretodo, de aquello para lo que se instituyeron; en concordancia con lo cual, la gran mayoría de los caballeros de hábito no merece tal honor.68

CONCLUSIONES. 1. A pesar de que la historiografía tradicional ha considerado que, durante la Edad Moderna, las Órdenes Militares habían perdido completamente su vocación bélica, en los últimos años se ha cuestionado esta interpretación. No obstante, aunque es cierto que su grado de militarización era mucho menor que el existente en los momentos finales de la Reconquista, hemos podido comprobar cómo sus valores militares (en esta cuestión el modelo a seguir era el de la Orden de Malta) y, sobre todo, el gran atractivo que tenían para la sociedad de la época los hábitos y encomiendas, todavía podían ser útiles para subsanar las necesidades bélicas de la Monarquía Hispánica. 2. A partir de mediados del siglo XVI, se empieza a ampliar, tanto el horizonte de los potenciales destinatarios de la acción militar de estas corporaciones, como el ámbito geográfico de su actuación. En el desarrollo de estas cuestiones destacan, sobre 67

Maravall considera que la dimensión militar de las Órdenes Militares no se había relajado, sino que se negaban, en general, a cumplir con la obligación de defender las costas peninsulares y a luchar contra los musulmanes. Al mismo tiempo, se produce un endurecimiento de los requisitos de acceso en estas corporaciones, que han quedado únicamente para demostrar la superioridad de sus miembros, a pesar de que la mayor parte de ellos no consigue el hábito por servicios militares, y muy pocos tienen intención de servir con las armas. José Antonio MARAVALL, Poder, honor y élites en el siglo XVII, Madrid, 1979, pp. 99-101. 68 Recuerdo dado a S.M. de Ramón Ezquerra, sobre las tres órdenes militares de Santiago, Calatrava y Alcántara, y ejercitar la nobleza de España. 28 de noviembre de 1596. B.N Mss. 904. Fol. 171v.

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todo, dos factores: uno, la aparición de nuevos enemigos, no musulmanes, susceptibles de ser atacados en su condición de “enemigos de la Fe Católica”; y dos, la propia dinámica de la Monarquía Hispánica, cuya política tuvo como consecuencia la ampliación de los teatros de operaciones a un nivel prácticamente mundial, superando el ámbito peninsular (o mediterráneo a lo sumo) que caracterizó los siglos anteriores. 3. La presentación de este proyecto no surge de manera aislada. Consideramos que esta propuesta surge en un momento muy concreto, en respuesta a unas necesidades muy específicas: el deseo de imponer la hegemonía en el Atlántico, un teatro de operaciones, con varios frentes abiertos, que centra todos los esfuerzos de la Monarquía Hispánica a finales del reinado de Felipe II. Asimismo, el proyecto tiene una doble dimensión, ofensiva y defensiva, pues el año de la redacción del memorial, los ingleses habían saqueado Cádiz, de modo que se hacía necesario acometer la defensa de la costa. 4. Al margen de cuestiones de carácter económico, la propuesta presenta una contradicción: se trata de hacer atractiva a la nobleza la profesión militar, mediante la concesión de hábitos por el servicio prestado en los galeones, pero al mismo tiempo se plantean otros medios para conseguirle. De la misma manera, la presentación del memorial alude a un aspecto que se repite incesantemente en todos los escritores militares del momento: la existencia de un sistema de remuneración de los servicios prestados ineficaz, donde el favor y las relaciones personales tienen más valor que los méritos del candidato, aspecto que repercute negativamente en el servicio al Estado.

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