Las novias de Borges (reseña)

September 22, 2017 | Autor: Juan José Barrientos | Categoría: Jorge Luis Borges, Bioy Casares, María Kodama, Borges, Estela Canto, Marta Mosquera Eastman
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Descripción

Las novias de Borges

Juan José Barrientos

Mario Paoletti ya había publicado un artículo titulado “Las novias de Borges” en la Revista de Occidente núm. 301 (junio, 2006) y en este libro lo que hizo es reunirlo con otros textos suyos sobre Borges: “Borges al natural”, “Bioy Casares, el amigo de Borges”, “Borges y las ideologías”, “La valijita de Borges” y “Borges y Macedonio”. Se trata, en fin, de una serie de indagaciones en torno a Borges o más precisamente sobre sus amistades; el acercamiento es original, pero el resultado deja que desear. Hubiera sido mejor ampliar el artículo mencionado, pues las mujeres con que Borges se relacionó durante su vida merecen más atención de la que Paoletti les concede. Paoletti sólo amplió su artículo un poco, y de Estela Canto escribe, por ejemplo, que obtuvo el Premio Municipal de Literatura en 1945 por El muro de mármol , pero ni siquiera resume esa novela y no menciona otras obras suyas, como El retrato y la imagen (Losada, 1950) y El estanque (Goyanarte, 1956), aunque hay un artículo de María Rosa Lojo, “Estela Canto: sabotaje del «género» en una poética de la visión”, publicado en Anales de la Literatura Hispanoamericana 28, que se encuentra en la red. Tampoco menciona otras obras registradas por Volodia Teitelboim en Los dos Borges y en el artículo de la Wikipedia sobre ella. Paoletti sólo menciona a Estela Canto como “traductora de Proust”, pero hubiera bastado con buscar un poco en la red para encontrar más información. Por ejemplo, Herbert E. Craig, que escribió todo un libro sobre Marcel Proust and Spanish America, publicó un artículo sobre los traductores de Proust al español en La Nación el domingo 6 de noviembre de 2005 y ahí anota que 33

Estela Canto tradujo primero Del lado de Swann, luego Del lado de Guermantes y Sodoma y Gomorra, volúmenes publicados por Losada en 2000, 2003 y 2004. Además, tradujo los otros tomos, pero no sé si ya se publicaron. Hay otras notas acerca de estas traducciones en la red, pero Paoletti no le hace justicia a esta escritora, que Borges consideró la mujer más inteligente que había conocido. Repite que se casó con un sobreviviente de Auschwitz, pero no da más datos sobre ese matrimonio. Del mismo modo, trata Paoletti a otras mujeres, como Marta Mosquera Eastman, a quien Borges le dedicó “La casa de Asterión”, pues la despacha en un párrafo de unos quince renglones, en que resume una entrevista que todavía se puede ver en la red. El resumen es muy apresurado y omite algunos datos, pues asegura que Borges y ella: “Se frecuentaron en los últimos años de la década del cuarenta y luego [ella] emigró a Venezuela, donde permaneció 30 años”. En realidad, ella se trasladó primero a París, y Bioy Casares la menciona en sus Memorias, pues viajó con él, Silvina Ocampo y Johnny Wilcock a Italia en 1951. Paoletti escribe que “Según ella, también le sugirió a Julio Cortázar el argumento de uno de sus mejores cuentos”, con lo que expresa cierta duda al respecto, aunque el cronopio le dedicó ese cuento y varias veces reconoció que se basa en algo que ella le contó. Hay, por cierto, algunas diferencias interesantes entre el cuento y el relato en que se basó. En cuanto a Silvina Bullrich, Bioy Casares menciona en sus Memorias, que Borges entró a Emecé por recomendación de Silvina Bullrich, y ella misma escribe que cuando Borges perdió su puesto de bibliotecario, ella habló con Carlos Frías, de Emecé, “que le inventó para él una colección de cuentos 34

policiales” que dirigió con Bioy. Sin embargo, Paoletti omite este dato y tampoco menciona la manera afectuosa y reconocida, aunque no exenta de ironía, con que ella se refiere al escritor: “Venía todas las tardes a casa; solíamos ir a tomar el té a una confitería del Once o a su casa a conversar con doña Leonor, su madre. Borges me enseñó mucho, mucho más de lo que él cree haberme enseñado. Prefiere mencionar un comentario” burlón registrado por Bioy y con el que ella le dejó claro a Borges que una relación puramente intelectual no le bastaba. En sus memorias, Silvina Bullrich recuerda las reuniones en casa de los Bioy y comenta que no fue una invitada ocasional, y en cierto sentido transitoria, pero Borges vivió mínimo una década “rodeado de esa atmósfera de afecto, colaboración y amistad, que lo alejaba un poco de la excesiva interdependencia entre él y su madre, le permitía escribir entre carcajadas y sin esa soledad a la que debemos condenarnos todos los que pretendemos dar forma a nuestras ideas”. En cambio, Paoletti opina que: Bioy encontró en Borges una alternativa de lujo a su rutina embrutecida de mujeres, tenis y poco sueño, mientras que Borges halló en Bioy un anfitrión, un amigo fiel, un secretario de lujo y hasta un chofer. Los dos hicieron buen negocio.

Decir que Bioy fue el chofer de Borges es revelador de la manera en que Paoletti maneja la información y de su sentido del humor. Con frecuencia, Paoletti se limita a transcribir sus notas y no se toma la molestia de integrarlas en un ensayo, pero su reseña de Borges (y el artículo acerca de Macedonio) me parece atinada: 35

En general con humor y ternura, pero otras veces con irritación, Bioy apunta los inevitables despistes del ciego, desde las micciones sin puntería hasta los descuidos en la mesa. No deja de hacer constar, tampoco, que Borges no era un entusiasta de la higiene.

Según María Kodama, “Su libro revela que Bioy fue en realidad el Salieri de Borges y que nunca fue su amigo. Dice cosas como por ejemplo que Borges comía con las manos. He estado con Borges en cientos de comidas y hasta en un almuerzo con el marido de la reina de Inglaterra y nunca comió con las manos”. Paoletti observa, en cambio, que Bioy procede ahí como De Quincey, que al describir a otros literatos, “no vaciló en registrar sus pequeñas vanidades, sus flaquezas y aun el rasgo íntimo que puede parecer indiscreto o irrespetuoso”, pero que nos permite conocerlos “con mayor precisión y encanto” (134). Obras citadas Bullrich, Silvina, Mis memorias, Buenos Aires, Emecé, 1980. Kodama, María, “Adolfo Bioy Casares fue un cobarde” en http://www.eluniversal.com/arte-y-entretenimiento/ cultura/120730/maria-kodama-adolfo-bioy-casares-fue-uncobarde. Martínez Ubieda, Alejandro, “Marta Mosquera Eastman: La escritora” en http://prodavinci.com/2010/02/26/artes/ testimonios-inmigrantes/marta-mosquera-eastman-la-escritora. Paoletti, Mario, Las novias de Borges y otros misterios borgeanos, Buenos Aires, Planeta, 2011. 36

Este artículo se publicó en mi libro La gata revolcada (Xalapa: IVEC , 2009).

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