\"Las naciones\" y \"Las provincias españolas\": un tema recurrente en el teatro breve de los siglos XVII y XVIII

June 14, 2017 | Autor: C. Roldán Fidalgo | Categoría: Intertextualidad, Sainete, Teatro breve, Entremeses
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JAM ASTURIAS

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Editado por: Sheila Martínez Díaz María García rodríguez Vera Fouter Fouter Mario Guada Guada Diana Díaz

Coordinación general de: Joven Asociación de Musicología de Asturias Edición: Junio 2015 ISBN: 978-84-608-4336-8

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“Las naciones” y “las provincias españolas”: un tema recurrente en el teatro breve de los siglos XVII y XVIII

“LAS NACIONES” Y “LAS PROVINCIAS ESPAÑOLAS”: UN TEMA RECURRENTE EN EL TEATRO BREVE DE LOS SIGLOS XVII Y XVIII Cristina Roldán Fidalgo Universidad Autónoma de Madrid

Resumen Existen determinados entremeses, sainetes y fines de fiesta de los siglos XVII, XVIII, e incluso XIX, que parecen responder a un mismo modelo de obra, pudiéndose observar, en algunos casos, claros ejemplos de intertextualidad. Los títulos de estas piezas hacen alusión a naciones, provincias o lenguas, y sus elencos los conforman personajes tipificados según su lugar de origen (pudiendo encontrar frecuentemente gallegos, vizcaínos, franceses, italianos, etc.). Estos personajes no solo se caracterizan por sus dialectos, a menudo parodiados, sino sobre todo, porque cantan y bailan de acuerdo a su tradición autóctona. La presente comunicación pretende analizar este repertorio y poner en evidencia cómo este modelo de obra pervive a lo largo de los siglos.

Palabras clave: teatro, naciones, provincias, siglo XVII, siglo XVIII 1. Consideraciones previas El empleo de varias lenguas en una obra literaria es un recurso conocido desde la antigüedad. Puede hallarse desde el siglo XVI en las ensaladas contenidas en diversos cancioneros. Juan Díaz Rengifo definía el género de la “ensalada” en el Arte poética española (1592) como: Ensalada es una composición de coplas redondillas entre las cuales se mezclan todas las diferencias de metros no sólo españoles, pero de otras lenguas, sin orden de unos a otros, al albedrío del poeta, y según la variedad de las letras, se va mudando la música. Y por eso se llama ensalada, por la mezcla de metros y sonadas que lleva, como algunos villancicos […]1.

1

Juan Díaz Rengifo: “De las ensaladas”, Arte poética española, con una fertilissima sylva de consonantes comunes,

proprios, esdruxulos, y reflexos, y un divino estimulo de el Amor de Dios, Barcelona, Imprenta de María Ángela Martí viuda, 1759, pp. 138-139.

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Asimismo, el poliglotismo está presente en la producción teatral del Siglo de Oro, como en algunas comedias de Torres Naharro, Gil Vicente o Lope de Vega2, entre otros, donde aparecen personajes de diversa procedencia que se expresan “chapurreando” sus lenguas maternas. Este recurso se emplea con una finalidad realista y cómica. La presencia de piezas cantadas en estas comedias del siglo XVII suele ser un fenómeno puntual y aislado, ligado a determinados personajes cuyas lenguas tradicionalmente han sido consideradas “musicales” como el portugués o el italiano. Sin embargo, dentro de la producción dramática del siglo XVII que recurre al poliglotismo, destacan algunas piezas de teatro breve por la variedad de personajes tipificados que integran en sus elencos. En realidad, sus argumentos sirven de excusa para caracterizar a estos personajes por medio de sus dialectos y, sobre todo, mediante la introducción de canciones típicas de su folclore. Nos referimos, en concreto, a cuatro obras cuyos libretos se conservan en la Biblioteca Nacional de España 3:

Véase al respecto Elvezio Canónica-de Rochemonteix: El poliglotismo en el teatro de Lope de Vega, Kassel, Edition Reichenberg, 1991. 3 Para el presente estudio, se ha optado por respetar las autorías y las fechas que se indican en el catálogo de la Biblioteca 2

Nacional de España y la Biblioteca Histórica de Madrid donde se encuentran custodiadas las fuentes. No obstante, cabe señalar que la problemática con respecto a la autoría de los diversos entremeses titulados Las lenguas ha sido estudiada por diversos autores como Catalina Buezo, Eva Rodríguez y Antonio Tordera o García de la Huerta, sin llegar a una resolución. Véase Catalina Buezo: La mojiganga dramática: de la fiesta al teatro I. Estudio, Kassel, Reichenberger, 1993, pp. 171-173 y Eva Rodríguez y Antonio Tordero: Calderón y la obra corta dramática del siglo XVII, Londres, Tamesis Books Limited, 1983, pág. 49. De modo similar, la atribución y datación de los entremeses conocidos como Las naciones del siglo XVII difiere entre las dos estudiosas de estas piezas: Gema Cienfuegos y Catalina Buezo. Véase Gema Cienfuegos: “Las naciones”, El teatro breve de Francisco de Avellaneda: Estudio y edición, Javier Huerta Calvo (dir.), Madrid, Fundación Universitaria Española, 2006, pp. 257- 258

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el Bayle entremesado de Naciones de Francisco de Avellaneda4 (Madrid, 1664); Las lenguas: mojiganga5(1670-1677) y Las lenguas: entremés para el auto de La Lepra de Constantino6, ambas atribuidas a Pedro Calderón de la Barca; y el Entremés de las lenguas7 (Madrid, 1691) y el Entremés de las naciones de Jerónimo de Cáncer 8 (Pamplona, 1691). Si bien en estas piezas la participación musical es significativa, más abundante resulta en otros sainetes y fines de fiesta de los siglos XVIII y XIX que adoptan títulos similares y presentan características comunes a las de sus predecesores, hasta el punto de que pueden establecerse diversos ejemplos de intertextualidad entre unos y otros. Se trata del Sainete de las naciones de Sebastián Quesada9, el fin de fiesta Las provincias españolas unidas por el placer de Ramón de la Cruz10 y la “pieza de música” El juego de las provincias de Julián de Parga11. A diferencia de las citadas obras del siglo XVII, se han conservado las partituras de estas piezas en la Biblioteca Histórica de Madrid: la música para el entremés Las naciones, de Francisco Hernández12; la música de Las provincias españolas, de Blas de Laserna13; y la partitura incompleta de El juego de las provincias, también atribuida a este último compositor14.

4

Francisco de Avellaneda: “Bayle entremesado de Naciones”, Rasgos del Ocio en diferentes bayles, entremeses y loas,

de diversos autores: Segunda Parte, Biblioteca Nacional de España, Sig. R/8270 5

Pedro Calderón de la Barca: “Las lenguas”, Obras teatrales de Calderón de la Barca y de otros autores, Biblioteca

Nacional de España, Sig. Mss/21815 6

Pedro Calderón de la Barca: Las lenguas: entremés para el auto de La lepra de Constantino, Biblioteca Nacional de

España, Sig. Mss/16768 7

Jerónimo de Cáncer: “Entremés Las lenguas”, Floresta de entremeses y rasgos del ocio, a diferentes assumptos, de

bayles y mojigangas, Biblioteca Nacional de España, Sig. T/11388 8

Jerónimo de Cáncer: “Entremés Las naciones”, Arcadia de entremeses escritos por los ingenios mas clasicos de España:

primera parte, Biblioteca Nacional de España, Sig. R.MICRO/28000 9

Sebastián de Quesada: Sainete de las naciones, Biblioteca Nacional de España, Sig. Mss/14516/60 y Mss/14516/47

10

Ramón de la Cruz: Las provincias españolas unidas por el placer. Fin de fiesta con que Madrid celebró la entrada del

señor Don Carlos IV en la Corte, con su esposa la señora Doña [María] Luisa de Borbón; y la jura del príncipe Don Fernando, Biblioteca Histórica de Madrid, Sig. Tea 1-184-11 11

Julián de Parga: El juego de las provincias. Representada en el Teatro de la Cruz al cumpleaños del señor Don Fer-

nando VII. Pieza de música en un acto, Biblioteca Nacional de España, Sig. R/60239(5) 12

Francisco Hernández: Música para el entremés de Las naciones, Biblioteca Histórica de Madrid, Sig. Mus 62-41

13

Blas de Laserna: Música en el fin de fiesta Las provincias españolas unidas por el placer, Biblioteca Histórica de

Madrid, Sig. Mus 189-3 14

Blas de Laserna: El juego de las provincias: fin de fiesta, Biblioteca Histórica de Madrid, Sig. Mus 644-4

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2. Concordancias entre las obras 2.1.Los libretos Algunas de estas obras presentan argumentos muy similares. Tal es el caso de los entremeses titulados Las lenguas que, tal y como apunta Catalina Buezo, son en realidad mojigangas 15. En el atribuido a Jerónimo de Cáncer, el personaje del alcalde busca en Madrid una danza nueva para una fiesta. Mientras que en la mojiganga homónima de Calderón, es Juan Rana quien busca en Sevilla una danza nueva, esta vez para el día del Corpus. Asimismo, en Las lenguas de Alberon, de nuevo un alcalde busca una danza nueva para una fiesta en Valladolid. Otra concordancia interesante radica en que los protagonistas de estas tres obras acabarán perdidos en Babilonia, donde se tropezarán con gentes de diferente procedencia que les hablarán en sus lenguas y, algunos de ellos, cantarán y bailarán de acuerdo a su folclore. Aunque son menores las semejanzas, no por ello se debe obviar que los dos entremeses del siglo XVII titulados Las naciones comienzan con versos similares. En el de Cáncer y en el de Quesada un personaje pregunta al alcalde: “Alcalde, amigo mío, ¿en qué consiste vuestra mucha tristeza?”, a lo que éste responde: “en estar triste”. De forma parecida, en Las naciones de Avellaneda a similar pregunta: “Alcalde, ¿de qué estás triste?”, éste responde: “de un pedazo de alegría”. Más notables aún son las semejanzas entre el citado entremés Las naciones de Jerónimo de Cáncer (impreso en 1691) y el sainete homónimo de Sebastián de Quesada (1769), pues sus libretos resultan idénticos exceptuando los últimos versos. Si bien Gema Cienfuegos considera a esta última pieza como una copia tardía de la de Cáncer16, no deja de resultar llamativo que en catálogos como el de Fernández Gómez17 no se ponga en duda la autoría de Quesada, además del hecho de que Francisco Hernández (ca. 1700-1780) compuso música para esta obra que se ha conservado en la Biblioteca Histórica de Madrid18 y fue representada en los coliseos madrileños con periodicidad desde el año 1769, como atestigua la Cartelera teatral madrileña del siglo XVIII19.

15

Catalina Buezo: La mojiganga dramática…, pp. 171-173.

16

Gema Cienfuegos Antelo: “Las naciones”, El teatro breve de Francisco de Avellaneda: Estudio y edición, Javier Huerta

Calvo dir., Madrid, Fundación Universitaria Española, 2006, pp. 257-258 17

Juan F. Fernández Gómez: Catálogo de entremeses y sainetes del siglo XVIII. Oviedo, Universidad de Oviedo, Instituto

Feijoo de Estudios del siglo XVIII, 1993, 455 18

Francisco Hernández: Música para el entremés…., Op. cit.

19

René Andioc y Mireille Coulon: Cartelera teatral madrileña del siglo XVIII, (1708 - 1808), Madrid, Fundación Uni-

versitaria Española, Vol. II, 2008, pág. 797

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A su vez, puede establecerse otro punto en común entre Las naciones de Francisco de Avellaneda (1664) y Las provincias españolas unidas por el placer de Ramón de la Cruz (1789). En ambas se hace referencia al árbol de “Garnica”, variante vulgar de “Guernica”, como emblema de los vizcaínos. Este vulgarismo también se halla en la escena primera del Acto I de La prudencia de la mujer, comedia de Tirso de Molina (1622). 2.2.Tipología de personajes No solo es posible establecer analogías entre los argumentos de algunas de estas piezas, sino que también se encuentran tipos de personajes comunes entre las obras del repertorio estudiado (Tabla 1). Tabla 1. Tipos de personajes más comunes en el repertorio estudiado20 Las len-

Las na-

Las len-

Las len-

Las na-

Las na-

Las pro-

El juego

guas de

ciones de

guas de

guas de

ciones

ciones

vincias

de las

J.C.

F.A.

C.B.

Alberon

de J.C.

de S. Q.

españo-

provin-

(1599?-

(1664)

(1670)

de C.B.

(impr.

(1769)

las de R.

cias

(1674)

1691)

C.

(1808)

1655)

(1789) Italianos

X

Franceses

X

X

X

X

X

X

X

X

“Negros”

X

X

X

Gallegos

X

X

X

Valencia-

“Moros” de Turquía

X

X

Galicia

X

X

Valencia

X

X

nos Vizcaínos

20

En la primera fila se indican los títulos de las piezas junto con las siglas de los literatos que las escribieron y las fechas

de composición. En las sucesivas filas se muestran los tipos de personajes encontrados cuya aparición en las distintas obras se señala con un aspa (“X”).

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Puede comprobarse, por ejemplo, cómo los franceses serán parodiados en Las lenguas de Cáncer, Las naciones de Francisco de Avellaneda, Las lenguas de Calderón y Las naciones de Jerónimo de Cáncer y de Sebastián de Quesada. Lo mismo sucede con los denominados “moros de Turquía” y los “negros” que se hallan en Las lenguas de Cáncer, el homónimo de Calderón y Las naciones de Cáncer y de Quesada. Más reiterativa es la presencia de los gallegos que figuran caracterizados en todas las obras excepto en Las naciones de Francisco de Avellaneda. Cabe detenerse en la última columna correspondiente a la “pieza de música” El juego de las provincias, pues probablemente habrá llamado la atención del lector por diferir de las anteriores. Esto se debe a que el elenco de esta pieza no está constituido por provincianos, sino directamente por las provincias y naciones personificadas. 2.3.La música del repertorio Como se ha mencionado, la participación musical en estos entremeses y sainetes es elevada. Generalmente se trata de canciones y bailes tradicionales que pueden hallarse en fuentes preexistentes. Al mismo tiempo, estas piezas musicales se repiten en varios ejemplares de nuestro repertorio, por lo que estamos ante más concordancias. En el entremés Las lenguas de Cáncer “sale una gallega con una escoba” cantando los versos: “Assenteme no formigueyro, do ademo el assentadeyro” y, de forma similar, en la mojiganga Las lenguas de Calderón “sale una mujer vestida a lo gallego, barriendo y cantando” interpretando: “¡Asenteime en lo formigueiro, docho a demo lo asentadeiro!”. Estos versos corresponden a una antigua muñeira que debió ser bastante conocida, pues también se pueden encontrar en el “Baile del Sotillo de Manzanares” inserto en la comedia El bastardo de Ceuta de Juan Grajales (1616): “Asentéme en un formigueiro, decho á demo lo asentadeiro”; y en la comedia Mari Hernández, la gallega de Tirso de Molina (1631): “Assenteime em hum formigueiro; docho á o demo lo assentadeiro”. También encontramos una muñeira, aunque distinta a las anteriores, en el sainete Las naciones, cuyo libreto es atribuido a Sebastián de Quesada y fue puesto en música por Francisco Hernández. Está en compás de 6/8 y 3/8, comienza con diez compases instrumentales destinados al baile, sigue con una parte cantada y vuelve de nuevo al baile. Hallamos, asimismo, otra muñeira en Las provincias españolas unidas por el placer de Blas de Laserna que fue solo bailada y ejecutada con gaita. Volviendo con las concordancias, en Las lenguas y Las naciones de Jerónimo de Cáncer, y Las naciones de Sebastián de Quesada se cantan los mismos versos. En el entremés de Cáncer son interpretados por un irlandés, mientras que en los dos ejemplares de Las naciones los canta un francés. 190

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Al igual que sucediera con el anterior caso de estudio, estos versos ya existían con anterioridad: proceden del lanturulú, un baile dramático del siglo XVII. Estos versos también los encontramos en uno de los villancicos recopilados en la publicación Villancicos del siglo XVII y XVIII de Carmen BravoVillasante21. En esta obra, la autora recoge, entre otros, todos los villancicos cantados en la Catedral de Huesca en 1661. Es interesante reparar en que este villancico emplea los mismos recursos que los utilizados en los entremeses del presente estudio, tal y como se declara en los versos: Atención, Pascual, veremos en el portal a tres sabias majestades, que hacen de tres voluntades una sola voluntad, y con cada majestad llegar infinitas gentes de provincias diferentes, sonoro tocando, suave cantando, y como fueren llegando, los iremos conociendo en el son, que fuere haciendo cada cual de su nación”22 Bajo este pretexto, presenta coplas en francés, en portugués, en vizcaíno, o en gallego, entre otras. Cabe destacar, asimismo, que los personajes “exóticos”, como los denominados “negros” o los “moros de Turquía”, de Las naciones de Francisco Hernández aparecen caracterizados cantando melodías muy sencillas. Los primeros interpretan una melodía en compás binario (2/4) por grados conjuntos, con figuraciones de negra, corchea y semicorchea, y un acompañamiento que se mueve por saltos de octava, con figuraciones rápidas. Los “moros de Turquía” cantan una canción en 3/8 con figuraciones únicamente de negras y corcheas, y frecuentemente en el acompañamiento aparecen escalas exóticas de tonos enteros. Un caso especial es el de la música en El juego de las provincias de Blas de Laserna. En esta pieza las canciones interpretadas no caracterizan a las naciones y provincias que las ejecutan, sino

21

Carmen Bravo-Villasante: Villancicos del siglo XVII y XVIII, Madrid, Editorial Magisterio Español, 1978, pág. 35.

22

Ibídem., pág. 34.

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que en sus textos se realiza una crítica a los franceses 23. Fue compuesta en ocasión del aniversario de Fernando VII, retenido por entonces por los franceses, y a menudo se alude a los hechos acaecidos en la Guerra de la Independencia, como el levantamiento del dos de mayo. En este contexto, Andalucía cantará un zorongo y Aragón una canción mofándose de José Bonaparte; Valencia y Galicia interpretarán una canción cada una contra los franceses, etc. 2.4.Una posible ordenación de las fuentes de acuerdo a las concordancias Basándonos exclusivamente en estas similitudes entre las fuentes, puede proponerse una posible ordenación de las mismas (Figura 1).

Figura 1. Ordenación de las fuentes según las concordancias encontradas. Los entremeses más antiguos serían Las lenguas y Las naciones, ambos de Jerónimo de Cáncer que, como se ha visto, compartían la presencia del baile del lanturulú. Posterior a Las lenguas de Cáncer, sería el homónimo de Calderón, donde el autor aprovecha buena parte del argumento de Cáncer. Más alejado de estos entremeses se hallaría aquel que acompañó al auto de La lepra de Constantino que, aunque toma como modelo a los anteriores, introduce muchas modificaciones. Con respecto a Las naciones, considerando que este entremés perteneciera a Cáncer, precedería al de Avellaneda y, al mismo tiempo, estaría vinculado con el de Sebastián de Quesada pues, tal y como se ha indicado, son idénticos exceptuando los últimos versos. Al mismo tiempo, la versión de

23

Rosalía Fernández Cabezón: “El teatro breve al servicio de la propaganda antifrancesa”, Cuadernos de Ilustración y

Romanticismo: Revista Digital del Grupo de Estudios del Siglo XVIII, 19, Madrid, 2013, pp. 141-162.

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Avellaneda podría asociarse con Las provincias españolas de Ramón de la Cruz, con el que comparte algunas concordancias como la mención al árbol de “Garnica”. 3. Evolución del repertorio Puede observarse una evolución en el repertorio. En los primeros ejemplares de Las lenguas y Las naciones del siglo XVII (y siglo XVIII si no se considera a la obra de Quesada como una copia tardía) se parodiaban de los dialectos y, cada personaje, cantaba y bailaba de acuerdo a su tradición (los gallegos bailaban una muñeira o un paloteado, los manchegos unas seguidillas, etc.). Ya en el siglo XVIII con Las provincias españolas de Ramón de la Cruz, la caracterización de estos personajes-tipo es mayor: no solo sus dialectos y sus bailes tradicionales los definen, sino que también, se introducen instrumentos típicos (gaitas zamoranas, sonajas de hierro, tambores, flautillas, gaitas gallegas, guitarras, bandurrias, dulzainas, etc.) e incluso trajes. Asimismo, se amplía el elenco de personajes y, por lo tanto, existe mayor variedad contemplándose distintas provincias: manchegos, castellanos “viejos”, vizcaínos, gallegos, asturianos, murcianos, aragoneses, valencianos, andaluces o extremeños. Tal y como se indica en la portada de esta pieza, fue representada con motivo de la entrada de Carlos IV en la corte y su mujer María Luisa de Borbón. Por esta razón, la alabanza a los reyes es un leitmotiv que se encuentra a lo largo de toda la obra. Por último, en El juego de las provincias, como ya se ha mencionado, el elenco está constituido no por personas, sino por personificaciones de naciones y provincias, como España, Inglaterra, Madrid, Valencia, Cataluña, Castilla, Mancha, Murcia, Andalucía, Navarra, Aragón, Asturias, Galicia, Extremadura, y Cuenca. Un total de quince personajes más una comparsa. No aparecen caracterizadas según sus dialectos, aunque sí van vestidas de acuerdo a sus trajes tradicionales a juzgar por las palabras de Inglaterra: “Desde aquí quisiera observar un rato y que me dijeras quién es cada una, pues como soy extranjera, no conozco bien los trajes”. Tampoco aparecen instrumentos típicos, como sucediera en la obra de Ramón de la Cruz. La caracterización se debe más a los parlamentos y al contexto histórico en que se enmarca. Como se ha tratado en un apartado anterior, los franceses, que conformaban el otro bando de esta guerra, son duramente criticados y burlados a lo largo de la obra. Por tanto, puede comprobarse una evolución en estas obras y cómo la música contribuye a la caracterización de los personajes. Ésta alcanza sus máximas consecuencias en el siglo XVIII con Las provincias españolas, donde se amplía la diversidad de personajes tipificados y se utilizan todos los recursos posibles: tanto musicales (con la introducción tanto de canciones y bailes tradicionales, como de instrumentos típicos), como lingüísticos (a través de la utilización de las lenguas vernáculas) y 193

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escénicos (mediante el uso de trajes típicos). En el siglo XIX con El juego de las provincias cambia la esencia del subgénero para ser utilizado como propaganda antifrancesa. En este fin, la participación musical adquiere una importancia fundamental, pues es en las canciones donde se encuentra el mayor contenido crítico de la pieza. Conclusiones Los análisis de este estudio son solo un ejemplo de cómo un modelo de obra, o incluso podría decirse que un subgénero, pervive a lo largo de los siglos manteniéndose igual (conservándose incluso el mismo texto en el caso de Las naciones de Sebastián de Quesada) o sufriendo distintas modificaciones (desde la evolución que presenta Las provincias españolas de Ramón de la Cruz, a la utilización crítica que se emplea en El juego de las provincias). Asimismo, puede comprobarse cómo la música en los géneros breves caracteriza situaciones y personajes de modo tan completo como el texto declamado. Por ello, se hace necesario en su estudio considerar tanto la labor del literato como la del compositor, dos caras de una misma realidad que frecuentemente se presentan disociadas o se ignoran mutuamente.

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