Las mujeres en Al-Ándalus: un estado de la cuestión

July 21, 2017 | Autor: D. Merino Del Valle | Categoría: Gender Studies, Women's History, Historiography, Al Andalus (Islamic History), Historical Sources, Middle Ages
Share Embed


Descripción

                                       

La mujeres en al-Ándalus: Un estado de la cuestión

 

Diego Merino del Valle

Grado de Historia Facultad de Filosofía y Letras

4º Curso / 2014

 

Resumen: En este trabajo se va a llevar a cabo un estudio acerca del conocimiento que tenemos en la actualidad de las mujeres que vivieron en Al-Ándalus. Para ello se ha realizado una recapitulación historiográfica en la que se encuentran los principales autores y obras existentes sobre este tema. Por último, también se ha incluido un apartado con todas aquellas fuentes disponibles en la actualidad, que han servido de base para los estudios históricos sobre las mujeres andalusíes.

Palabras clave: Mujeres, Edad Media, Al-Ándalus, género, fuentes, historiografía.

Abstract: In this work we are going to bring to pass a study about the knowledge that we have at present concerning women who lived in Al-Andalus. For this we have done a historiographical recapitulation where the main authors and publications are included. Finally, there is also a section with all the available sources today, which have served as a base for the historical studies about the Andalusian women.

Key words: Women, Middle Age, Al-Andalus, gender, sources, historiography.

Diego Merino del Valle

2

 

Índice: • Portada…………………………………………………..………………………………..1 • Resumen / Palabras clave.………………………………………………………………..2 • Índice……………………………………………………………………………………..3 • Introducción………………………………………………………..……………………..4 • Las mujeres en la sociedad andalusí……….………………….………………………….7 • Historiografía para un al-Ándalus en femenino...…………………………………...….17 • Las fuentes para su estudio……………………………………………………………...23 • Conclusiones…………..………………………………………………………………...32 • Bibliografía…………………………………………………………………………...…35

Diego Merino del Valle

3

 

Introducción: Durante los ocho siglos que distan desde la invasión a comienzos del siglo

VIII

hasta la

capitulación de su último reino a finales del XV, los musulmanes que poblaron la Península Ibérica dejaron una significativa huella en la historia de estas tierras, tanto en modos de vida como en avances en el conocimiento, que todavía hoy pueden ser percibidos por quien sepa mirar. Fueron ochocientos años de esplendor y crisis, de acuerdos y enfrentamientos, y de progreso e inmovilismo durante los que la antigua Hispania rompió lazos con una Europa herida y fraccionada, y se unió a la entonces rica cultura islámica que emanaba desde Damasco, Bagdad, La Meca o El Cairo. El estudio de este período histórico, ya de por sí complejo por las importantes lagunas de información que ha producido la carestía de fuentes, se dificulta aún más por una serie de condicionantes externos que siempre le han rodeado, como los prejuicios y las interpretaciones interesadas que eminentes historiadores han vertido sobre él durante siglos. Al-Ándalus parece haber sido adorado por unos y detestado por otros, sin que hubiera un término medio. Pese al evidente progreso de la sociedad y la cultura andalusí, durante largo tiempo la historiografía española consideró esta etapa como una de las más deshonrosas de nuestra historia, llena de decadencia y libertinaje, y por la que preferían pasar de puntillas en los manuales de Historia General. Los historiadores más tradicionalistas no tuvieron reparo alguno a la hora de mostrar su menosprecio atávico hacia lo musulmán, y muchos llegaron a definir al-Ándalus como “la pérdida de España a manos del infiel”1, que si bien podría entenderse en un contexto ideológico y literario concreto, es inasumible en la actualidad. Pero, afortunadamente, los gustos historiográficos cambiaron y la tardía vigencia del Romanticismo en España junto con la Batalla de Tetuán suscitaron un renovado interés por el exótico Oriente en la segunda mitad del siglo

XIX,

que llevó a

numerosas revistas a publicar artículos con temas arábicos 2 . Expertos y aficionados accedieron entonces a un mundo totalmente nuevo que había formado parte de la historia de                                                                                                                 1

SIMONET, F. J.: ‘La mujer arábigo-hispana’, en Memoria del IX Congreso Internacional de Orientalistas. Londres,1891; pp. 13 – 32. 2  LÓPEZ GARCÍA, B.: ‘Origen, gestión y divulgación de la “Historia de los Mozárabes” de Francisco Javier Simonet’, en Awraq, nº. XXII, 2005; pp. 185 y 186.   Diego Merino del Valle

4

  su país. Así inició su andadura el arabismo español y el prolífico análisis de las realidades andalusíes. No obstante, hasta fechas muy recientes la historia de las mujeres no ha tenido cabida en este tipo de estudios. En un primer momento, gran número de historiadores consideraba que no era necesario prestarles una atención especial, ya que ellas estaban integradas dentro del aparato de historia de la humanidad. Pero, para otros muchos, el papel histórico de las mujeres siempre había sido secundario y subordinado al del varón, por lo que hacía imprescindible que tomaran de una vez su merecido rol protagonista en la Historia. En los manuales sobre al-Ándalus apenas se las mencionaba, y cuando se hacía era solamente para incluirlas dentro de la unidad familiar, en su cometido de madres, esposas o hermanas. Las únicas figuras femeninas que podían acaparar párrafos completos en estas obras eran las que estaban relacionadas con los círculos de poder, las llamadas “heroínas de la Historia”3, cuya situación y actividades difícilmente podían extrapolarse al resto de la sociedad. Esto es debido a que en un principio la reconstrucción de la historia andalusí se hizo mayoritariamente a partir de las crónicas árabes, que se limitaban a narrar las acciones de gobernantes y aristócratas, sin detenerse en otras que reflejarían personajes, situaciones o fenómenos de un mundo más cotidiano. Este escenario, sin embargo, se transformó a partir de la década de los 60 y, sobre todo, de los 70 del siglo

XX. Fue

entonces cuando la historia de las mujeres irrumpió como género

histórico, coincidiendo con el desarrollo del Feminismo. Desde los Estados Unidos se importará a nuestro continente esta corriente político-filosófica que luchará para igualar los derechos de las mujeres a los de los hombres, tanto en el presente como en la interpretación del pasado4. Para ello se generará toda una teoría y una metodología feministas basadas en la interdisciplinaridad, cuyos planteamientos no serán aceptados por todos y acarrearán fuertes críticas, principalmente del lado masculino. Habría que esperar a los años 80 para que el interés por las mujeres en la Historia se generalizase y acabara cristalizando como un género más a comienzos de los 90. En los últimos años todo tipo de investigadores                                                                                                                 3

MARÍN NIÑO, M.: ‘Nombres sin voz: La mujer y la cultura en Al-Ándalus’, en DUBY, G. y PERROT, M. (dir.): Historia de las mujeres en Occidente. Madrid: Taurus, 1992; p. 553. 4 THÉBAUD, F.: Escribir la historia de las mujeres y del género. Oviedo: KRK, 2013; p. 65.   Diego Merino del Valle

5

  relacionados con las humanidades han sido conscientes del amplio espacio aún por trabajar que suponen los estudios de las mujeres y han proliferado gran número de trabajos sobre el tema, aunque no siempre acompañados de rigor científico. Con estos presupuestos, en el presente trabajo nos proponemos realizar un breve análisis acerca de los estudios que se han ido realizando hasta nuestros días sobre las mujeres andalusíes. Para ello repasaremos las principales obras y autores que se han ocupado de su historia, qué fuentes han utilizado o en qué aspectos de la vida femenina se han detenido más y en cuáles menos. Nuestro objetivo no es otro que exponer y examinar, en poco más de treinta páginas, ideas y trabajos gestados durante los últimos ciento treinta años, y comprobar si se ha producido un significativo avance en el conocimiento de este sujeto histórico: las mujeres en al-Ándalus.

Diego Merino del Valle

6

 

Las mujeres en la sociedad andalusí: 1. Los integrantes de la sociedad: Al comenzar a estudiar la masa social que formaba al-Ándalus lo primero que ha llamado la atención a los expertos es la gran disparidad de etnias, lenguas, religiones y culturas que existieron en el territorio durante su dilatada existencia. Sería ingenuo pensar que las proporciones de unos u otros grupos se mantuvieron estables durante ochocientos años, pues es cierto que hubo importantes variaciones y desequilibrios poblacionales que hicieron que su historia siguiera unos derroteros concretos. El sustrato próximo-oriental y norteafricano hizo que la Península Ibérica fuese un caso excepcional en la Europa medieval, cuyo análisis es indispensable para llegar a conocer de una manera más detallada las conexiones e intercambios sociales entre la civilización de tradición latina y la árabe en esta época. Un estudio detallado sobre los componentes de la sociedad andalusí puede encontrarse en La civilización árabe en España de Évariste Lévi-Provençal5 y España musulmana de Rachel Arié6. Los habitantes de al-Ándalus podían dividirse según su procedencia en autóctonos y alógenos. En el siglo VIII, y varias centurias después, la población nativa era mayoritaria en la Península Ibérica y estaba formada por cristianos de cultura romano-visigótica autóctona y estructura social feudalizante, y también judíos 7 ; mientras que los clanes árabes y beréberes musulmanes, y grupos limitados de eslavos y negros que llegaron con ellos, formaban el conjunto foráneo8. Esta heterogeneidad social estaba destinada a enfrentarse, y no existieron largos períodos de coexistencia pacífica como los que nos presenta el conocido estereotipo de “la España de las tres culturas”9.                                                                                                                 5

LÉVI-PROVENÇAL, É.: La civilización árabe en España. Madrid: Espasa-Calpe, 1977. ARIÉ, R.: ‘La España musulmana’, en Tuñón de Lara, M.: Historia de España, vol. III. Barcelona: Labor, 1984. El apartado referente a la sociedad andalusí se encuentra en el cap. IV, pp. 169 – 206. 7 VIGUERA MOLINS, M. J.: ‘Andalucía islámica (siglos VIII – XV): Territorio, población y comunicaciones’, en Actas del II Congreso de Historia de Andalucía, vol. I. Córdoba: Junta de Andalucía/Obra Social Caja Sur, 1994; p. 20. 8 Ibídem. 9 PÁRAMO DE VEGA, L.: ‘La España de las tres culturas: la convivencia entre judíos, musulmanes y cristianos en la Edad Media’, en Alcalibe, nº. XI, 2011; pp. 157 – 188. 6

Diego Merino del Valle

7

 

Al-Ándalus fue un Estado islámico en cuanto a la religión, y árabe en cuanto a la cultura, desde su establecimiento hasta su desaparición; no obstante, un amplio estrato de su población siguió conservando sus costumbres y creencias anteriores a la conquista: los ʿaŷam (extranjeros). Los gobernantes defendieron en un primer momento que el islam no debía imponerse a las “gentes del Libro” y que estos podían vivir como dimmíes (súbditos protegidos que pagaban sus correspondientes tributos 10 . Los cristianos en tierras musulmanas, llamados naṣārà por los árabes, pudieron mantener su religión y muchas de sus iglesias, sus propiedades y su organización social, supeditada en todo momento a la jerarquía islámica11. Gran parte de ellos se fue arabizando de manera progresiva y ya en el siglo XI el número de mustarib (mozárabes) había aumentado apreciablemente. Los judíos, por otro lado, siguieron residiendo en sus núcleos urbanos afines tras la llegada de los musulmanes y la jurisdicción de la aljama fue reconocida por las autoridades árabes para arbitrar los asuntos hebreos12. 2. La situación de las mujeres: Aunque tradicionalmente a los varones se les haya colocado en una posición superior y sus actividades hayan sido más estudiadas hasta el momento, no hay que olvidar que las mujeres conformarían, al menos, el cincuenta por ciento de la población andalusí, si no más. Al-Ándalus era sociedad patriarcal y marcadamente agnaticia, y en muy pocos casos se han documentado parentescos por rama femenina. Su unidad social básica era la familia nuclear. Los hombres regían la vida conyugal y el derecho islámico contemplaba la posibilidad de que pudieran contraer matrimonio con hasta cuatro mujeres y disponer, además, de número indefinido de concubinas13. Esto hacía que las familias contaran,

                                                                                                                10

VIGUERA MOLINS, M. J.: ob. cit., 1994; pp. 41 – 43. ARIÉ, R.: ob. cit.; p. 186. 12 Ibídem; p. 199. 13 MARÍN NIÑO, M.: ‘Las mujeres de las clases sociales superiores: Al-Andalus, desde la conquista a finales del califato de Córdoba’, en VIGUERA MOLINS, M. J.: La mujer en al-Andalus: Reflejos históricos de su actividad y categorías sociales. Madrid/Sevilla: Universidad Autónoma/Ediciones Andaluzas Unidas, 1989; p. 118. 11

Diego Merino del Valle

8

  irremediablemente, con muchos hijos. En cuanto a la poliandria, la ley la prohibía tajantemente14. Observando a las mujeres que componían la esfera familiar podemos distinguir tres grupos. En un primer lugar se encontraban las mujeres libres, que habitualmente eran las esposas legales, y cuyo principal objetivo era el de dar a luz a hijos y encargarse de su cuidado15. Su condición libre no impedía que tuvieran que prestar una total obediencia y sumisión a su marido. Entre ellas existía una clara jerarquía doméstica, liderada normalmente por la esposa más antigua o la favorita. A continuación estarían las ŷawārī (concubinas), instaladas en una situación de relativa esclavitud, que habían sido educadas para satisfacer a sus señores en todos los sentidos. Aunque parezca contradictorio, estas mujeres mantenían un mayor contacto con el exterior que las mujeres legales, pues se juzgaba que no ponían en juego el honor familiar. Los hijos que tenían con sus dueños eran considerados tan legítimos como el resto16. En un tercer grupo ubicaríamos a las jādim (servidoras), de las que, desgraciadamente, no conocemos demasiado. Solo se encontraban en las familias de elevada condición social y estaban obligadas de realizar los trabajos domésticos. Algunos textos las mencionan como encargadas del vestuario o como amas de llaves17. Queda patente con estos datos que la sociedad patriarcal andalusí condicionó sobremanera la situación femenina y restringió su protagonismo en prácticamente todos los terrenos. Una mujer era, antes que nada, una productora de hijos, una fuente de placer o una sirvienta18. Es cierto que a veces podían llevar una vida privilegiada, pero siempre quedaban a merced de los caprichos de su dueño19. El varón era quien gobernaba tanto dentro como fuera del hogar, y a él estaba limitada la dirección de la política, la religión, la economía o la cultura. Pese a todo, no se va a conseguir una exclusión total de las mujeres en la vida pública y, algunas de ellas van a lograr destacar en ciertas actividades fuera del ámbito familiar.                                                                                                                 14

 GONZALVO, Luis: ‘La mujer musulmana en España’, en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. Madrid, 1906; p. 7. 15 PÉREZ ÁLVAREZ, M. Á. y REBOLLO ÁVALOS, M. J.: ‘El islam en la vida de la mujer a través de los tiempos’, Caurensia, nº. IV, 2009; p. 233. 16 MARÍN NIÑO, M.: ob. cit., 1989; pp. 119 y 120. 17 Ibídem; p. 123. 18 VIGUERA MOLINS, M. J.: ob. cit., 1998; p. 51. 19  MARÍN NIÑO, M.: ob. cit., 1989; p. 125.   Diego Merino del Valle

9

  2. La percepción sobre las mujeres: La imagen y la concepción que los propios hispanomusulmanes tenían de sus madres, esposas e hijas queda de manifiesto en numerosos escritos de la época, tanto literarios como documentales. Sin embargo, al valorarlos en la actualidad debemos ser cuidadosos, pues podrían tratarse más bien de descripciones idealizadas que no correspondieran con el físico o el comportamiento real de estas mujeres. La ausencia de representaciones humanas en el arte medieval islámico, tanto en pintura como escultura, impide que las descripciones literarias se puedan comparar, como sí sucede en el mundo cristiano20. Usando únicamente los textos, podemos decir que el tipo de mujer que predominaba en Al-Ándalus era morena, de ojos negros, piel blanca, cintura estrecha, pechos abundantes, caderas anchas y piernas gruesas 21 (lo cual parece más un prototipo idealizado que una descripción real). Dos interesantes artículos de María Dolores Serrano Niza 22 y Pedro Tena Tena 23 pueden resolver muchas dudas sobre la apariencia física, el vestido y el adorno de las féminas andalusíes. Ante todo tenemos que tener claro que las mujeres andalusíes constituyeron un elemento indispensable para el mantenimiento del sistema de parentesco endogámico hispanoárabe. Durante los primeros siglos de Al-Ándalus ellas fueron quienes sirvieron de nexos de unión familiar y de transmisión genealógica24. Por tanto, no sorprende que se considerara el matrimonio como el estado ideal de toda buena musulmana. El estudioso granadino Ibn Habid definió en el siglo IX25 a la esposa perfecta mediante parámetros relacionados con su virtud, honestidad, obediencia y sumisión a su marido. Con ello, lo que se pretendía no era otra cosa que lograr el control de la sexualidad femenina y garantizar la continuidad del

                                                                                                                20

DEL MORAL MOLINA, C.: ob. cit., 1998; p. 107. Ibídem; pp. 105 y 106.   22 SERRANO NIZA, M. D.: ‘El adorno femenino en Al-Ándalus: fuentes lexicográficas para su estudio’, en Boletín de la Asociación Española de Orientalistas, nº. XXX, 1994; pp. 229 – 238. 23 TENA TENA, P: ‘Mujer y cuerpo en Al-Ándalus’, en Studia Historica: Historia Medieval, nº. XXVI, 2008; pp. 45 – 61. 24 MARÍN NIÑO, M.: ob. cit., 2005; p. 377. 25 Ibídem; pp. 372 y 373. 21

Diego Merino del Valle

10

  linaje patrilineal26. Toda mujer que no atendiese al modelo impuesto por el patriarcado era descalificada y despreciada. 3. Espacios y actividades femeninos:

El espacio vital de las mujeres andalusíes estuvo definido por su condición social, que fue la que determinó las funciones que realizarían tanto dentro de la familia como de la sociedad27. En el terreno privado y en el público vamos a ver cómo su situación de libertad o esclavitud, o su pertenencia a un estrato social u otro va acondicionar sus acciones y movimientos. 3.1. En el terreno privado: La ciencia arqueológica ha permitido en los últimos años mostrar un terreno desconocido durante mucho tiempo a los historiadores: el interior de las casas andalusíes. Las excavaciones en las diferentes estancias y los impresionantes hallazgos de utensilios y estructuras han servido para complementar notablemente los datos extraídos de las fuentes escritas y redactar nuevas hipótesis, que de otra forma hubiera sido imposible. De esta manera podemos introducirnos dentro de los muros de las viviendas y tratar de reconstruir la vida cotidiana femenina. El hogar: En el medio urbano las mujeres andalusíes únicamente van a poder moverse con relativa soltura en el interior del hogar, restricción que no parece igual de tajante en las zonas rurales. Sin embargo, incluso dentro de estas viviendas las actitudes y disposiciones masculinas van a condicionar las actividades de ellas, ya que el hombre es el señor de la casa y también dirige algunas de las tareas domésticas28. Seguir el rastro del día a día de estas mujeres resulta muy complicado porque son muy pocos los aspectos internos que han                                                                                                                 26

DEL MORAL MOLINA, C.: ob. cit., 1998; pp. 101 y 102. BUENO SÁNCHEZ, M.: ob. cit.; p. 206. 28 VV. AA.: ob. cit., 1983; p. 186. 27

Diego Merino del Valle

11

  trascendido de las paredes del hogar. Sí se sabe que existía toda una jerarquía hogareña, en la que una mujer se imponía a las otras, ya por ser la madre del marido o la esposa más antigua29. La estructura de la casa andalusí sigue el esquema típicamente mediterráneo: se divide en patio y estancias, y está cerrada al exterior. Su estructura es originaria de un medio seco y caluroso. La vivienda, además, servía para aislar a las mujeres y, por lo tanto, proteger el supuesto honor familiar30. Las habitaciones donde ellas se encontraban solían situarse en el piso superior y con una entrada propia. Allí eran donde pasaban los días al cuidado de los niños, que era su tarea principal. El único contacto que tenían con la calle se hacía a través de los ajimeces (voladizos cerrado por celosía de madera), que, a la vez que proporcionaban ventilación, permitían ver sin ser vistas 31. El acceso al hogar solo se permitía a otras mujeres y niños, a ancianos y personas respetables, y a hombres de escaso atractivo físico32, y solían producirse al atardecer, cuando los padres o maridos regresaban. Las tareas domésticas: La realización de las tareas domésticas hacía necesario que el ámbito de movimiento femenino se extendiera en ocasiones más allá del espacio privado. Para preparar la comida era necesario acudir al huerto o al pozo; para lavar la ropa se dirigían a los ríos; para comprar ropa o utensilios frecuentaban ciertos zocos; y para cumplir con los rituales funerarios acudían a los cementerios33. Todo esto, por supuesto, dependía del grado de permisividad de los varones de la casa. Es bien conocido que los baños públicos tuvieron una gran importancia en las sociedades islámicas debido a las exigencias de su purificación ritual, y las mujeres también pudieron habitualmente hacer uso de ellos. No está claro que utilizaran salas separadas de los                                                                                                                 29

VV. AA.: ob. cit., 1983; p. 187. Ibídem. 31 TORRES BALBÁS, L.: Ciudades hispano-musulmanas. Madrid: Instituto Hispano-Árabe de Cultura, 1971; p. 404 32 IBN HAZM: ob. cit.; p. 145. 33 VV. AA.: ob. cit., 1983; p. 187. 30

Diego Merino del Valle

12

  varones, sino más bien el mismo espacio una vez que ellos se iban34. Los baños servirían a veces a las mujeres para tener contacto con otras féminas, sobre todo con aquellas a las que unían vínculos de parentesco o amistad. Lo que parece claro es que las mujeres de familia humilde tenían mucha más libertad de movimiento que las de elevada condición social35. Las campesinas, de las que tan poco se sabe por ahora, debieron de tener un horizonte espacial mucho más abierto que las mujeres urbanas. Es posible que en campo colaboraran activamente en los trabajos relacionados con la agricultura y ganadería36. En las ciudades, en cambio, solo las sirvientas o esclavas podrían circular por los espacios públicos, mientras que sus señoras permanecían tras los muros del domicilio guardando su honra. 3.2. En el terreno público: En este caso, las fuentes escritas nos van a ser mucho más útiles. A partir de ellas vamos a poder rastrear las huellas de algunas mujeres cuyas acciones trascendieron el ámbito doméstico y llevaron a cabo actividades que supuestamente no les eran propias por su condición femenina. Se trata de esos personajes excepcionales, cuyo paso por la Historia ha quedado reflejada en los libros37. Política y guerra: En una sociedad medieval de corte patriarcal como la andalusí, la opinión pública mayoritaria desaprobaba cualquier tipo de intervención femenina dentro de las actividades políticas y, por tanto, bélicas 38 . Sin embargo, aunque el gobierno y la guerra se consideraban campos reservados exclusivamente a los varones, en más de una ocasión                                                                                                                 34

AGUILAR SEBASTIÁN, V. y MARÍN NIÑO, M.: ob. cit.; pp. 42 y 43. MENÉNDEZ PIDAL, R.: Historia de España, vol. IV. Madrid: Espasa-Calpe, 2000; p. 257. 36 AGUILAR SEBASTIÁN, V. y MARÍN NIÑO, M.: ob. cit.; p. 40. 37 THÉBAUD, F.: ob. cit.; p. 65. 38 MARÍN NIÑO, M.: ‘Las mujeres de las clases sociales superiores: Al-Ándalus, desde la conquista a finales del califato de Córdoba’, en VIGUERA MOLINS, M. J.: La mujer en al-Ándalus: Reflejos históricos de su actividad y categorías sociales. Madrid/Sevilla: Universidad Autónoma/Ediciones Andaluzas Unidas, 1989; p. 83. 35

Diego Merino del Valle

13

  algunas mujeres tuvieron la oportunidad de intervenir en asuntos públicos. Los cronistas definen a estas excepcionales féminas como personas astutas y con grandes dotes intelectuales39. Para ellos eran mujeres que asumían roles masculinos. Algunos autores reconocen que eran fuerzas con las que irremediablemente había que contar en de las luchas por el poder dentro del alcázar. Pero, por lo general, ellas solían llevar a cabo este tipo de actividades a través de los hombres, sobre los que influían para lograr sus fines. Otra forma en que las mujeres andalusíes quedaron vinculadas a la vida política fue como prenda de alianza o como botín de guerra. Aquí de nuevo aparecen como nexo de unión entre familias, con una finalidad política y estratégica clara. Los atacantes solían tratar de forma clemente a las mujeres y las hijas de sus enemigos, e incluso se casaban con ellas para legitimar su acción y su estatus40. Este tipo de matrimonios sirvieron para la unión de los clanes árabes con la élite hispanovisigótica tras la conquista. Actividad intelectual: Las mujeres andalusíes sobre las que más datos se conservan en las fuentes escritas pertenecen a grupos variados relacionados con las actividades culturales. Entre ellas destacan principalmente poetisas, maestras, calígrafas o secretarias. Las crónicas históricas y, sobre todo, los diccionarios biográficos nos cuentan que podían tanto formar parte de familias de gobernantes o funcionarios, como ser meras esclavas; además de tener una ascendencia árabe, bereber o conversa41. El medio en el que van a aflorar más estudiosas y literatas es en las grandes ciudades, y concretamente en los estratos sociales acomodados. El hecho de que su padre o su marido sean personas letradas va a influir en ellas de forma decisiva. La historiadora Manuela Marín Niño observa una dicotomía entre dos tipos de culturas (a veces solapadas) en las que se advierte una mayor participación femenina42. Unas mujeres                                                                                                                 39

MARÍN NIÑO, M.: ob. cit., 1989; pp. 114 y 115. Ibídem; pp. 109 y 110. 41 MARÍN NIÑO, M.: ob. cit., 1992; p. 551. 42 Ibídem; pp. 554 y 555.   40

Diego Merino del Valle

14

  se dedican a lo que se llama “cultura profana”, como puede ser la poesía, la música o el canto; mientras que otras lo hacen a la “cultura sagrada”, en la se tratan temas propiamente islámicos, como el Corán, el Derecho o la tradición profética. A caballo entre estos dos grupos, se situarían la lengua y la gramática árabes, fundamentales para ambas culturas, en las que también encontramos nombres femeninos. Para llevar a cabo estas actividades se hacía necesario recibir una educación esmerada, y es de sobra conocido el caso de mujeres que acudían a formarse a las casas aristocráticas o al alcázar. Algunas de ellas alcanzaron cierto renombre, destacando especialmente en el terreno poético43. Esta vía era una de las pocas que les quedaba para alcanzar un nivel de expresión semejante al masculino44. Actividad religiosa: Otro ámbito público considerado tradicionalmente proclive para el desarrollo de las mujeres musulmanas es el de la religiosidad. El retiro y el ayuno fueron algunas de las prácticas religiosas más utilizadas por las andalusíes, aunque también se encuentran manifestaciones más exaltadas, como la experiencia mística45. Los registros recogen un número muy limitado de féminas dedicadas a la vida espiritual en Al-Ándalus, si se comparan con las norteafricanas. No obstante, entre los pocos datos existentes, los estudios de Onomástica permiten afirmar que la mayoría de ellas eran musulmanas libres, pertenecientes a familias ulemas (sabios) o cortesanas y, por tanto, miembros de la élite intelectual46. Los padres, maridos o hermanos encargados de custodiarlas serían los que permitirían y financiarían su dedicación al estudio de los textos sagrados y la meditación. El término más utilizado para calificarlas sería el de salihat, que viene a significar “virtuosa” o “pía”, lo cual les convertía en modelos de comportamiento para otras mujeres47.

                                                                                                                43

MARÍN NIÑO, M.: ob. cit., 1989; pp. 121 y 122. VIGUERA MOLINS, M. J.: ‘Reflexiones históricas sobre la mujer en Al-Andalus’, en ALFARO BECH, V. y TAIFELLER DE HAYA, L. (eds.): Nueva lectura de la mujer: Crítica histórica. Málaga: Universidad de Málaga, 1995; p. 71. 45 MARÍN NIÑO, M.: ‘Retiro y ayuno: algunas prácticas religiosas de las mujeres andalusíes’, en Al-Cantara, nº. XXI, 2000; p. 471. 46 Ibídem; p. 474. 47 Ibídem.   44

Diego Merino del Valle

15

  Mecenazgo constructivo: Son conocidos los casos en que mujeres andalusíes de alta posición social, como esposas o concubinas de los emires y califas, mandaron construir mezquitas, cementerios, hospitales e incluso fuentes públicas 48 . La promoción de estas fundaciones pías formaba parte habitualmente la política de exhibición del poder estatal y de la magnanimidad de los gobernantes a través de sus consortes, cosa que solía ocurrir durante los largos períodos de bonanza. En otras ocasiones se tienen noticias de que fueron las propias mujeres quien promovieron estas construcciones, demostrando así su nivel de riqueza y la posibilidad de administrar su patrimonio49. Otras actividades públicas: Para los historiadores contemporáneos está claro que las mujeres andalusíes debieron de realizar ciertas actividades laborales que trascendieran de las paredes de su hogar, pese a las limitaciones impuestas por los varones de su familia. En las ciudades, las hijas de familias más o menos pudientes se ocuparían del tejido o el hilado antes de ser dadas en matrimonio, mientras que las campesinas ayudarían en las tareas de siembra y recogida de la cosecha, y en el cuidado del ganado a sus parientes. Ibn Rushd (Averroes) decía que sociedades como la suya desconocían las habilidades de las mujeres, porque solo las utilizaban para servir a sus maridos, procrear y criar a sus hijos50. Es decir, como a la mayoría de ellas no se le preparaba para realizar actividades productivas, al final acababan siendo una carga para los hombres, alentando la pobreza en sus comunidades51.

                                                                                                                48

PÉREZ ÁLVAREZ, M. Á. y REBOLLO ÁVALOS, M. J.: ob. cit.; p. 237. MARÍN NIÑO, M.: ob. cit., 1989; p. 112. 50 AVERROES: Exposición de la “República” de Platón. Madrid: Tecnos, 2011. 51 VIGUERA MOLINS, M. J.: ob. cit., 1995; p. 79. 49

  Diego Merino del Valle

16

 

Historiografía para un Al-Ándalus en femenino: Todos los contenidos estudiados hasta aquí, únicamente son una somera recapitulación del conjunto de hipótesis que los expertos han establecido a día de hoy con respecto a las mujeres andalusíes y su mundo. No obstante, para llegar a semejante nivel de conocimiento ha hecho falta que muchos interesados en la materia se pusieran a investigar concienzudamente durante décadas, e incluso siglos, a pesar de la sequía de información de la que hemos hablado. En este apartado dedicado a la historiografía nos proponemos realizar un sintético repaso de esa evolución en el saber andalusí a partir de los trabajos de distinguidos historiadores. El punto de partida se puede situar en la segunda mitad del siglo XIX. Durante su viaje por España, el hispanista alemán Adolf Friedrich von Schack quedó totalmente enamorado de Andalucía y su historia. Como él mismo confesaba, ese amor despertó en él un inusitado deseo por conocer más acerca del pasado hispanomusulmán52. Fiel seguidor del trabajo de Reinhart Dozy, afirmaba que la oscuridad y el olvido había caído sobre la civilización andalusí, pese a haber dominado gran parte de la Península Ibérica durante ocho siglos, y haber sido uno de los motores de la Europa medieval53. En 1865 publicó la obra Poesía y arte de los árabes en España y Sicilia, que sería traducida al castellano por Juan Valera y Alcalá-Galiano. En ella defendía una teoría que tendría una enorme vigencia en la historiografía posterior: la idea de que la situación de las mujeres musulmanas de AlÁndalus era más libre que entre otros lugares más orientales donde también regía el islam. A partir del estudio de inéditos poemas hispanoárabes, llegó a decir que los musulmanes sentían una gran veneración por las mujeres, que no se parecía en nada a la que los cristianos le profesaban en el norte peninsular. Estas afirmaciones no tardarían en reportarle duras críticas y desaprobaciones por parte de sus compañeros. Pocos años después, y ya desde suelo español, emergió la figura del arabista Francisco Javier Simonet. Sus trabajos deben ser encuadrarlos dentro la propia ideología                                                                                                                 52

VON SCHACK, A. F.: Poesía y arte de los árabes en España y Sicilia (trad. J. VALERA Y ALCALÁ-GALIANO), 1865. 53 Ibídem. Diego Merino del Valle

17

  decimonónica, caracterizada por un patriotismo y un catolicismo exacerbados, que habían surgido como respuesta al Liberalismo. Uno de los rasgos más característicos de este autor fue su marcado menosprecio hacia la civilización árabe 54 . Simonet estaba obsesionado por demostrar que todas las virtudes de la cultura andalusí se debieron al substrato hispanorromano que quedaba latente en las minorías mozárabes y al influjo de su cultura clandestina55. Estaba de acuerdo en que las mujeres hispanomusulmanas habían gozado de mayor libertad que las orientales y africanas, basando su afirmación en el gran número de poetisas, literatas o princesas famosas en una sociedad pagana como la andalusí. Sin embargo, discrepaba con Von Schack en lo que respectaba a la veneración de los árabes hacia sus mujeres, pues considera que una civilización surgida del Corán solo podía oprimirlas y degradarlas. En su artículo La mujer arábigo-hispana56, que reproduce una conferencia pronunciada en Londres en 1891, abundan las suposiciones arbitrarias y, en ocasiones, falta a la verdad al afirmar sin datos que la mayoría de mujeres que destacaron en Al-Ándalus fueron hijas de cristianos, mozárabes o libres, educadas en el cristianismo. Siguiendo esta línea, dice que las cristianas fueron las introductorias de la civilización entre los musulmanes, que si bien conquistaron política y militarmente la Península Ibérica, fueron hechizados por las mujeres autóctonas. Simonet fue uno de los primeros en hablar de “la pérdida de España” a partir del 711. Entrado ya el siglo XX aparecen nuevas visiones con respecto a Al-Ándalus y a sus mujeres. A partir de Luis Gonzalvo los estudios de la mujer andalusí van a empezar a interesar a mayor número de eruditos. A diferencia de Simonet, Gonzalvo llevó a cabo una investigación más minuciosa con las fuentes de las que disponía para tratar de formar un juicio imparcial57. El trabajo La mujer musulmana en España, que publicó en Madrid en 1906, tenía como objetivo alejar algunas de las falsas creencias que existían sobre AlÁndalus y que no dejaban de estar vigentes. Este autor va a estudiar los aspectos de la legislación musulmana relativos a las mujeres, como la poligamia, el matrimonio, el derecho de propiedad o el velo, e incluso algunos relacionados con sus ocupaciones y                                                                                                                 54

LÓPEZ GARCÍA, B.: ob. cit.; p. 190. Ibídem. 56 SIMONET, F. J.: ob. cit. 57 GONZALVO, L.: La mujer musulmana en España. Madrid, 1906.   55

Diego Merino del Valle

18

  actividades cotidianas, cosas que hasta entonces habían sido injustamente olvidadas por los arabistas españoles. Para Gonzalvo, la teoría de Simonet sobre la superioridad cristiana era absurda, pues consideraba que había otros muchos elementos que influían en el desarrollo de una sociedad aparte de la religión. Hubo que esperar a 1937 para que apareciera la primera gran monografía sobre Al-Ándalus, que fue escrita por un profesor de Lengua y Literatura Árabe, Henri Pérès. La obra, llamada en su lengua original La Poésie en arabe classique au XIe siècle, se tradujo al castellano cuarenta y seis años después con el rimbombante título de El esplendor de AlÁndalus58. Lo que hizo Pérès fue utilizar el enorme legado poético árabe como fuente documental para dar a conocer la sociedad andalusí, y demostró, ante el asombro de sus lectores, que unos poemas fragmentarios podían aportar gran cantidad de información hasta entonces desconocida sobre la vida social, artística y económica de Al-Ándalus. Este libro, aunque aún es considerado por la mayoría de historiadores como una obra de obligada consulta, necesita que algunos de sus planteamientos sean reconsiderados59. Pérès, en línea con Simonet, defendía la idea de que las mujeres andalusíes disfrutaron de una libertad poco habitual en el resto de sociedades islámicas. Para defender su tesis no dudó en apoyarse en las fuentes literarias que tan bien conocía: mujeres que pueden pasear libremente por las calles, conversaciones con hombres, incluso la famosa poetisa Wallada tenía un salón literario. Sin embargo, los arabistas contemporáneos le reprochan la facilidad para reconstruir aquella sociedad solo a través de testimonios tan poco objetivos como los versos de un poema60. Un quinto nombre que debe ser incluido en esta lista es el de Julián Ribera y Tarragó. Este historiador valenciano destacó curiosamente por tratar de hispanizar Al-Ándalus, conformando toda una hipótesis según la cual la dinastía omeya se había occidentalizado a través de los sucesivos matrimonios de los emires y califas con esclavas cristianas del norte peninsular61. Así, se les concedía a las féminas un importante papel en el proceso de                                                                                                                 58

PÉRÈS, H.: ob. cit. MARÍN NIÑO, M.: ob. cit., 1992; pp. 551 y 552. 60 Ibídem. 61 MARÍN NIÑO, M.: ob. cit., 1989; pp. 106 y 107.   59

Diego Merino del Valle

19

  transmisión cultural y en el desarrollo de la civilización. La supuesta “españolidad” de AlÁndalus habría hecho que las mujeres tuvieran una mayor libertad de actuación y los hombres cierta permisividad a la hora de consumir vino62. Esta idea queda inserta dentro de la conocida polémica entre Américo Castro y Claudio Sánchez Albornoz a mediados del siglo

XX

en torno al “ser de España”63. Castro defendía que la identidad española surgió

como mezcla de influencias de judíos, musulmanes y cristianos, que contrastaba con la opinión de Sánchez Albornoz, para quien la españolidad se basaba en la herencia romana y visigoda.   Al-Ándalus: Estructura antropológica de una sociedad islámica en Occidente publicada en Barcelona en 1976 es la versión española de Structures sociales orientales et occidentales dans l’Espagne musulmane. Su autor, el hispanista francés Pierre Guichard, cuenta con el privilegio de ser el primero en escribir una historia general de Al-Ándalus en la que tenían cabida las mujeres, ya que hasta entonces no se les había prestado demasiada atención fuera de los círculos especializados. El historiador era consciente de las dificultades para estudiar ciertos aspectos de la sociedad andalusí, pero criticaba que se utilizara como argumento la escasez de noticias en las fuentes escritas para excusar el tradicional abandono del mundo femenino, pues ese mismo motivo no había impedido que se estudiasen otros temas64. Guichard reexaminó desde un punto de vista sociológico los planteamientos relativos a la libertad de las mujeres y también otros que probaban el supuesto occidentalismo de la sociedad andalusí, para darse cuenta de que, en realidad, en al-Ándalus habían pervivido estructuras sociales de corte oriental65. Entre 1991 y 1992 George Duby y Michelle Perrot escribieron una de las obras considerabas clave para los estudios históricos femeninos: La historia de las mujeres en Occidente66. En el volumen II, dedicado a la Edad Media, se trataban temas como: la moda                                                                                                                 62

MANZANO MORENO, E.: ‘Repensar Al-Ándalus: Presencias y ausencias tras 1.300 años’, en Awraq, nº. III, 2011; p. 7. 63 BELLÓN AGUILERA, J. L.: ‘Narrativas sobre la identidad nacional y la reescritura de la Edad Media: Américo Castro’, en Laberinto, nº. XXVIII, 2008; p. 66. 64 MARÍN NIÑO, M.: ob. cit., 1992; p. 553. 65 GUICHARD, P.: Al-Andalus: Estructura antropológica de una sociedad islámica en Occidente. Barcelona: Barral Editores, 1976; p. 25. 66 DUBY, G. y PERROT, M. (dir.): Historia de las mujeres en Occidente. Madrid: Taurus, 1992. Diego Merino del Valle

20

  femenina, los trabajos en el mundo rural, el cuerpo de la mujer o el comportamiento de una buena esposa, entre muchos otros. Su publicación supuso una revolución en esta disciplina histórica, porque se tocaban aspectos que habían sido obviados por la historiografía tradicional hasta entonces. Sin embargo, las noticias que aportaban estaban únicamente circunscritas al ámbito cristiano, y solo en ediciones posteriores se incorporaron dos importantes capítulos dedicados a las mujeres andalusíes, uno en el citado volumen, escrito por Manuela Marín Niño67, y otro inserto en el volumen III, firmado por Bernard Vicent68.   En la actualidad, el tema de las mujeres en Al-Ándalus suscita un incuestionable interés entre los investigadores, como prueba el enorme incremento de monografías y artículos publicados en los últimos años tanto dentro como fuera de España. La mayoría de estas obras se centran en aspectos muy generales del mundo femenino andalusí, como son sus modos de vida, su posición social, sus actividades laborales, su mayor o menor presencia en las fuentes escritas árabes o sus rasgos físicos69. Entre otros trabajos, cabe destacar el de la profesora María Jesús Viguera Molins, que editó la publicación colectiva La mujer en AlÁndalus: Reflejos históricos de su actividad y categorías sociales70. La prolífica Manuela Marín Niño, por su parte, ha realizado importantísimas aportaciones sobre la vida cotidiana de las mujeres andalusíes, que han sido imprescindibles para la redacción de este trabajo. Asimismo, no se puede olvidar la colaboración de Celia del Moral Molina en la ingente publicación Árabes, judías y cristianas: Mujeres en la Europa Medieval, editado por la Universidad de Granada. Y, frente a estos trabajos de temática general, existen también otros que limitan su campo de estudio a períodos o regiones más concretos, como los de José María Fórneas Besteiro, Rafael Valencia Rodríguez o Gabriel Martínez-Gross71; o bien a personajes femeninos concretos, como el dedicado a la figura de Subḥ, la                                                                                                                 67

MARÍN NIÑO, M.: ob. cit., 1992. VICENT, B.: ‘Las mujeres moriscas’, en DUBY, G. y PERROT, M. (dir.): Historia de las mujeres en Occidente. Madrid: Taurus, 1992; pp. 585 – 596. 69 BOLOIX GALLARDO, B.: Las sultanas de la Alhambra: Las grandes desconocidas del reino nazarí de Granada (siglos XIII-XV). Granada: Editorial Comares, 2013; p. 14. 70 DEL MORAL MOLINA, C. (ed.): Árabes, judías y cristianas: Mujeres en la Europa Medieval. Granada: Universidad de Granada, 1993. 71 BOLOIX GALLARDO, B.: ob. cit.; p. 16. 68

Diego Merino del Valle

21

  concubina del califa al- Ḥakam II72. Sería imposible incluir aquí la lista de completa de hispanistas, arabistas y arqueólogos que han contribuido a los estudios de las mujeres hispanomusulmanas. Entre las figuras con una mayor actividad productiva podemos mencionar a Rachel Arié, María Jesús Rubiera Mata, Teresa Garulo Muñoz, Ángel González Palencia, Luis Suárez Fernández, María Isabel Fierro Bello, María Dolores Serrano Niza o Pedro Tena Tena. Tal variedad de estudios han sido posibles gracias al análisis pormenorizado las fuentes disponibles en la actualidad, que analizaremos en el siguiente apartado.

                                                                                                                72

MARÍN NIÑO, M.: ‘Una vida de mujer: Subḥ’, en ÁVILA NAVARRO, M. L. y MARÍN NIÑO, M.: (coords.): Biografías y género biográfico en el Occidente islámico. Madrid: CSIC, 1997; pp. 425 – 445. Diego Merino del Valle

22

 

Las fuentes para su estudio: Son muchas las fuentes a las que pueden acudir los historiadores para conocer las realidades andalusíes. Bien es cierto que estas aportan una información sesgada y desigual, pues puede ser cuantiosa en unos momentos determinados y prácticamente nula en otros. Las figuras femeninas suelen aparecer con mayor incidencia en ellas durante los períodos de mayor esplendor político, mientras que su presencia se va aminorando conforme estos se extinguen. La inmensa mayoría de los estudios publicados hasta a la fecha sobre las mujeres hispanomusulmanas se han basado, principalmente, en fuentes escritas árabes, que son editadas con arreglo a criterios científicos y posteriormente interpretadas. Si bien, desde hace unos años también se están incluyendo los trabajos arqueológicos promovidos desde distintas instituciones, que están aportando datos adicionales muy interesantes para la reconstrucción de su mundo. 1. Las fuentes escritas: Examinando concienzudamente las fuentes escritas podemos hallar bastante información sobre las mujeres, aunque estas aparezcan de manera muy anecdótica. Hay veces que solo se suministra el nombre de la madre o esposa de tal o cual califa o noble, y quizá su etnia, pero nada más. Como diría Manuela Marín Niño, “son nombres sin voz”73. Para llegar a ellas, por tanto, no es suficiente con prospectar la superficie, sino comenzar a excavar meticulosamente para sacar a la luz todo lo que ocultan los documentos. En todos estos textos son los hombres quienes hacen de portavoces, y no se ha conservado ningún documento en el que podamos escucharlas a ellas directamente, salvo en la poesía. 1.1. Fuentes literarias: Teniendo siempre en cuenta sus evidentes limitaciones en cuanto a la subjetividad y ficción, la Literatura constituye una fuente de primer orden para la Historia, pues no cabe duda de que las obras literarias son casi siempre el reflejo de la sociedad y del pensamiento                                                                                                                 73

MARÍN NIÑO, M.: ob. cit., 1992; pp. 551.

Diego Merino del Valle

23

  del momento en que son escritas74. Obviamente, existen diferentes grados de subjetividad, porque el estilo de un poema no puede compararse con el de una novela o una crónica, aunque los tres puedan aportar nuevos datos. La crítica literaria feminista ha venido ocupándose desde hace unas décadas del papel de las mujeres en la Literatura, tanto desde el punto de vista del sujeto (la autoría femenina), como del objeto (la temática femenina), conformando una teoría literaria que ha influido notablemente en los estudios históricos75. Acudiendo a la Literatura fue como los primeros investigadores sobre al-Ándalus intentaron restaurar de manera más o menos acertada la vida de estas mujeres. La prosa hispanoárabe posee géneros muy peculiares que aportan gran cantidad de datos para el estudio de las mujeres. Aunque destacan principalmente las crónicas históricas y, sobre todo, los repertorios bibliográficos, se pueden rastrear detalles y referencias muy útiles en el resto. Las maqāmas, risālas y obras de adab conforman el corpus literario culto76. Las maqamas o literatura picaresca ofrecen pocos personajes femeninos, y la mayoría suelen ser esclavas obligadas a engañar a los hombres para conseguir favores. Las risalas son el género epistolar por excelencia, y en ellas se localizan datos relacionados con los usos y costumbres árabes. La obra escrita en forma de risala más conocida es El collar de la Paloma del cordobés Ibn Ḥazm, una de las joyas de la literatura califal77. Por último, las obras de adab engloban un amplio abanico de géneros: novelas de aventuras, de amor o de guerra que no es conveniente pasar por alto para conocer el mundo femenino. En un ámbito menos elitista se situarían los amṭāl. Se trata de recopilaciones de refranes que contienen una fuente inagotable de sabiduría popular, transmitida de generación en generación a través de sentencias orales. La información sobre las mujeres en estos refraneros va desde las relaciones conyugales o extraconyugales, la virtud u honestidad femeninas, prostitución, maternidad, esclavitud, color de la piel, juventud o vejez; es decir, las cosas que preocupaban al pueblo llano y no a los poetas cortesanos. Los refranes se                                                                                                                 74

DEL MORAL MOLINA, C.: ‘Contribución a la Historia de la mujer a través de las fuentes literarias andalusíes’, en IZQUIERDO BENITO, R. y SÁENZ-BADILLOS PÉREZ, Á. (coord.): La sociedad medieval a través de la literatura hispanojudía. Cuenca: Universidad de Castilla–La Mancha, 1998; p. 102. 75 DEL MORAL MOLINA, C.: ‘Poesía de mujer, poesía de hombre: La diferencia de género en la lírica andalusí’, en DEL MORAL MOLINA, C. (ed.): Árabes, judías y cristianas: Mujeres en la Europa Medieval. Granada: Universidad de Granada, 1993; p. 173. 76 DEL MORAL MOLINA, C.: ob. cit., 1998; p. 116. 77 IBN ḤAZM DE CÓRDOBA: El collar de la paloma. Madrid: Alianza Editorial, 2012. Diego Merino del Valle

24

  refieren sobre todo a las mujeres libres de clases humildes y en la mayoría de ellos se advierte una importante actitud misógina78. · Las crónicas históricas, por su lado, han servido para recoger la mayor parte de los datos para elaborar la historiografía andalusí actual. Son muy abundantes a partir del período califal, pero se fragmentan en los períodos taifas. Estas historias, sin embargo, solo son narraciones oficiales, generadas por los círculos de poder para legitimarse ante sus súbditos y ante la Historia. En ellas, las figuras femeninas aparecen únicamente de manera marginal, como madres o esposas de los emires y califas79. Las crónicas nos informan de nacimientos, matrimonios y muertes, pero poco cuentan de la vida doméstica del alcázar, salvo cuando hay una lucha interna por asegurar las sucesión al trono. Así, las mujeres no son mostradas como seres autónomos, sino insertadas dentro del ámbito familiar80. El cronista, a menudo, las menciona solo de manera obligada, para explicar algún suceso o situación concretos. Salvo contadas excepciones bien conocidas, siempre es al hombre al que se presenta como verdadero protagonista de los asuntos políticos 81 . Por todo ello, las crónicas deben considerarse útiles, pero solo si hablamos de mujeres ilustres, que tuvieron una vida excepcional, pues esta información nunca puede generalizarse al resto de la población femenina. · Los repertorios biográficos son un género literario típicamente árabe, que tuvo una enorme difusión en al-Ándalus, y que por tanto resulta de mucha utilidad para los historiadores contemporáneos. En ellos se encuentran descritas las vidas de miles de ulemas e incluyen algunos fragmentos de sus tratados y composiciones más importantes. No todas las biografías tienen la misma extensión, y mientras que unas entradas muestran una información francamente reducida, otras aportan interesantísimos datos sobre los maestros, discípulos, familia, habilidades, estatus jurídico y social, lugares que visitaron, cargos que

                                                                                                                78

DEL MORAL MOLINA, C.: ob. cit., 1998; p. 118. MARÍN NIÑO, M.: ‘Las mujeres en al-Ándalus: Fuentes e historiografía’, en DEL MORAL MOLINA, C. (ed.): Árabes, judías y cristianas: Mujeres en la Europa Medieval. Granada: Universidad de Granada, 1993; p. 40. 80 MARÍN NIÑO, M.: ‘Mujeres y vida familiar en al-Andalus’, en MORANT DEUSA, I. (dir.): Historia de las mujeres en España y América Latina, vol. I. Madrid: Cátedra, 2005; p. 372. 81 MARÍN NIÑO, M.: ob. cit., 1993; p. 45. 79

Diego Merino del Valle

25

  ocuparon o edad alcanzada por los biografiados82. Y, de entre todos los descritos, ciento dieciséis son mujeres. Este número puede parecer escaso si se compara con el de figuras masculinas; no obstante, los expertos aconsejan utilizar un criterio más cualitativo que cuantitativo para el estudio de las mujeres andalusíes83. María Isabel Fierro Bello realizó un detallado estudio sobre tres repertorios biográficos (el de Yadwa, Sila y Bugya)84 para ejemplificar las posibilidades existentes a la hora de analizar este prolífico género. En estas obras, que abarcan parte de los siglos

X

y

XI,

encontró hasta veinte biografías de mujeres. Para la autora, el mero hecho de que quede constancia del paso por la Historia de estas veinte figuras ya es digno de ser señalado, y defiende que a partir de ellas es posible reconstruir la participación femenina en el ámbito cultural. Las mujeres retratadas, sin embargo, son personajes excepcionales, que accedieron a terrenos destinados únicamente a los hombres, y por ellos sus nombres quedaron recogidos en los repertorios. · Y, en último lugar, se encuentra la lírica árabe, que es tanto o más rica que la prosa. En el género poético existen dos tipologías donde se encuentran una mayor abundancia de información sobre las mujeres que en el resto, y son: el dazal (poesía erótico-amorosa) y la jamriyya (poesía báquica)85. Hay que ser cuidadoso al analizar sus versos, porque tanto la una como la otra no tienen por qué estar dedicadas obligatoriamente a figuras femeninas86. A través de estas poesías podemos saber cómo era el aspecto físico de las mujeres (o al menos el ideal de belleza de la época), qué tipo de prendas vestían, o cómo eran sus peinados o sus adornos. Henri Pérès ya utilizó muchos de estos datos en el capítulo dedicado a ‘La mujer y el amor’ de su Esplendor de Al-Ándalus 87. Los poetas eran generosos en las descripciones físicas y, además, la lengua árabe posee muchos términos                                                                                                                 82

DEL MORAL MOLINA, C.: ob. cit., 1998; p. 122. MARÍN NIÑO, M.: ob. cit., 1992; p. 554. 84 FIERRO BELLO, M. I: ‘Mujeres hispano-árabes en tres repertorios biográficos: Yadwa, Sila y Bugya’, en Actas de las II Jornadas de Investigación Interdisciplinaria: Las mujeres medievales en su ámbito jurídico. Madrid: Universidad Autónoma, 1983; pp. 177 – 182. 85 DEL MORAL MOLINA, C.: ob. cit.; p. 104. 86 Ibídem. 87 PÉRÈS, H.: Esplendor de al-Ándalus. Madrid: Hiperión, 1983. El cap. ‘La mujer y el amor’ se localiza entre las pp. 399 – 432. 83

Diego Merino del Valle

26

  con los que detallar las características femeninas88. La sensualidad es la esencia de la poesía andalusí y su estilo influyó notablemente en el ideal poético hispano-hebreo89. Algunos aspectos que habitualmente se relacionan con las mujeres los encontramos repetidamente en la poesía masculina: la relaciones sexuales, la castidad, los lugares de encuentro, el estatus social, las actividades laborales o las costumbres. No obstante, los varones no solían tratar otros temas también muy importantes para la vida femenina: la maternidad, la esterilidad, la soltería, el casamiento, la viudedad o la vejez 90 . Esto demuestra que los hombres dedicaban más versos a narrar experiencias imaginadas con concubinas, que a los intereses de las mujeres de su familia. Para saber más sobre el tema es imprescindible acudir al artículo ‘Poesía de mujer, poesía de hombre’ publicado por Celia del Moral en Árabes, judías y cristianas91. La obra de las poetisas andalusíes ha sido estudiada hasta la saciedad en el último siglo. Esto es debido a que sus poemas son la única vía que nos queda para poder contactar directamente con estas mujeres. Tenemos constancia de que algunas de ellas dominaban la Gramática, la Filosofía, la Historia o la Medicina, e incluso escribieron tratados y comentarios de otras obras; si bien, no hay evidencias de que ninguno de ellos se haya conservado, quizá porque los antólogos y los copistas no las consideraron trascendentes92. En cuanto a las poetisas, es evidente que debieron tener una alta educación intelectual y literaria que les permitiera dominar este género. Sabemos incluso que muchas esclavas cortesanas (qiyan) tenían una formación específica en música, danza y lírica para entretener a sus señores93.

                                                                                                                88

VV. AA.: ‘La mujer andalusí: Elementos para su Historia’, en Actas de las II Jornadas de Investigación Interdisciplinaria: Las mujeres medievales en su ámbito jurídico. Madrid: Universidad Autónoma, 1983; p. 188. 89 DEL MORAL MOLINA, C.: ob. cit.; p. 104. 90 Ibídem; pp. 115 y 116. 91 DEL MORAL MOLINA, C.: ob. cit., 1993. 92 Ibídem; p. 174. 93 DEL MORAL MOLINA, C.: ob. cit., 1998; p. 111. Diego Merino del Valle

27

  Gracias a la labor de investigadoras como Teresa Garulo Muñoz94 y María Jesús Rubiera Mata95 ya es posible leer en castellano parte de esa poesía femenina. De algunas de ellas solo conocemos unos cuantos poemas cortos, y de otras, unos versos sueltos. Es curioso que no existiese en la época ninguna antología que reuniera las más destacadas poesías de mujeres, como sí ocurrió con los varones. En cuanto a las composiciones conservadas, resulta hartamente complicado determinar si se trata de una obra auténtica o no, debido a que muchas de ellas estaban pensadas para ser recitadas en fiestas y reuniones, y solo posteriormente se plasmaban por escrito96. Además, es probable que algunos versos fueran improvisados en un momento determinado, por lo que difícilmente serían reproducidos en papel en ese instante. · Como anexo, quizá se podría incluir un género lírico que escapa de los circuitos tradicionales de transmisión: las jarchas. Son composiciones breves y de autoría anónima que aparecieron entre los siglos

IX

y

X

y tratan temas como los celos, el abandono, la

enfermedad o el cuerpo de una mujer. Al contrario de lo que dice la tradición, algunos investigadores llevan defendiendo desde hace unas décadas que sus autoras podrían ser esclavas cantoras originarias del norte peninsular97. A través de estas coplillas las esclavas tendrían la oportunidad de trasmitir de forma oral sus anhelos y preocupaciones y mantener viva su propia cultura. 1.2.Fuentes documentales: La documentación generada por la administración civil y religiosa resulta imprescindible para nuestro estudio. En este sentido, el legado andalusí es extraordinario, tanto en cantidad como en calidad98. A partir de estos manuscritos públicos, podemos conocer muchos aspectos de la vida social, económica y cultural del momento. Sin embargo, la mayoría de ellos fueron escrito por hombres de unas capas sociales e ideologías concretas, por lo que                                                                                                                 94

GARULO MUÑOZ, T.: Diwan de las poetisas de Al-Ándalus. Madrid: Hiperión, 1986. RUBIERA MATA, M. J.: Poesía femenina hispanoárabe. Madrid: Castalia, 1990. 96 DEL MORAL MOLINA, C.: ob. cit., 1993; p. 173. 97 MARÍN NIÑO, M.: ob. cit., 1992; pp. 561 y 562. 98 MARÍN NIÑO, M.: ob. cit., 2005; p. 372. 95

Diego Merino del Valle

28

  las mujeres y, entre ellas, las campesinas, se encuentran prácticamente ausentes99. Quizá los contratos matrimoniales son los documentos que más datos femeninos nos pueden aportar, debido a que en ellos quedan recogidas las disipaciones específicas regirán la vida matrimonial. Algunas disposiciones legales, además, nos informan del uso de ciertos espacios por parte de las féminas o del comportamiento que estas deben tener en determinadas situaciones100. 1.3. Tratados de eruditos: Existen unos textos más específicos, como pueden ser los tratados filosóficos que pueden ayudarnos a contestar muchas preguntas sobre el modo de proceder de las mujeres en este período histórico. Los sabios árabes teorizaron profusamente sobre la normativa y moral que debía regir la vida de las musulmanas. Estos tratados suelen tener un carácter marcadamente misógino y se dedican a demostrar la maldad de las mujeres, su afán de riqueza y el uso astuto de su belleza para engañar a los hombres101. Dichas obras fueron concebidas por sus autores como un medio para lograr que el comportamiento de las mujeres se mantuviera en todo momento en consonancia con las leyes de Dios. Por otro lado se encontraban las obras de hisbah (comercio), que permiten conocer muchos aspectos de la vida cotidiana. Las referencias a las féminas ser casi siempre suelen ser críticas, marcándoles la conducta ideal a seguir en diferentes terrenos102. Este tipo de fuentes, que pueden pasar desapercibidas en un primer momento, es necesario que sigan siendo explotadas para lograr un conocimiento completo de la historia de la mujer, ya que se tratan temas que nunca aparecerían en los textos literarios.

                                                                                                                99

MARÍN NIÑO, M.: ob. cit., 2005; p. 373. BUENO SÁNCHEZ, M.: ob. cit.; p. 208 101 DEL MORAL MOLINA, C.: ob. cit., 1998; p. 112. 102 LÓPEZ DE LA PLAZA, G.: Al-Ándalus: mujeres, sociedad y religión. Málaga: Universidad de Málaga, 1992; p. 100

26.

  Diego Merino del Valle

29

  2. Las fuentes arqueológicas: Los trabajos arqueológicos de los últimos años están permitiendo ahondar en el conocimiento de los asentamientos, estructuras de habitación y espacios domésticos medievales, que anteriormente solo se conocían de manera limitada a través de los textos 103. Importantes excavaciones en ciudades como Toledo, Madrid, Guadalajara o Medinaceli, han redescubierto el extraordinario legado andalusí de la Marca Media, que fue casi olvidado durante la etapa cristiana 104 . La generalización de estos trabajos está provocando que se lleve a cabo una relectura del pasado, y en especial, en aquellos aspectos relacionados con la vida cotidiana y rural. Aunque la mayor parte de las excavaciones arqueológicos se han focalizado en Andalucía, es hora de que generalicen por el resto del territorio peninsular. Para el estudio de las mujeres andalusíes desde el punto de vista arqueológico hemos de centrar la atención en dos lugares principalmente: las necrópolis y los espacios habitacionales. Las tumbas contienen un ajuar funerario utilísimo para conocer toda la gama de objetos que estuvieron en contacto con estas féminas. Asimismo, es importante detenerse en la tipología de la tumba (si se trata de un enterramiento individual o familiar, o si las mujeres son enterradas con niños pequeños). Los estudios antropológicos, por su parte, nos informan sobre la edad aproximada en que murieron estas personas, su altura, su dieta, si padecieron alguna enfermedad o si su muerte fue natural o violenta105. Mientas, en los espacios domésticos, tanto urbanos como rurales, podemos seguir las pistas de la vida cotidiana femenina y sus actividades habituales106. En el mundo urbano resulta mucho más complicado realizar un estudio completo, ya que suele haber una mayor superposición                                                                                                                 103

AGUILAR SEBASTIÁN, V. Y MARÍN NIÑO, M.: ‘Las mujeres en el espacio urbano de Al-Ándalus’, en NAVARRO PALAZÓN, J. (ed.): Casas y palacios de Al-Ándalus (siglos XII y XII). Barcelona: Lunwerg Editores, 1995; p. 39. 104 BUENO SÁNCHEZ, M.: ‘Espacios femeninos en Al-Ándalus: Aportaciones desde la arqueología urbana en la Marca Media’, en VV. AA.: Impulsando la Historia desde la historia de las mujeres. Huelva: Universidad de Huelva, 2012; p. 212. 105 MOTOS GUIRAO, E.: ‘Aproximación a la mujer medieval a través de la arqueología’, en DEL MORAL MOLINA, C. (ed.): Árabes, judías y cristianas: Mujeres en la Europa Medieval. Granada: Universidad de Granada, 1993; p. 92. 106 DÍAZ ANDREU, M.: ‘Género y arqueología: una nueva síntesis’, en SÁNCHEZ ROMERO, M. (ed.): Arqueología y género. Granada: Universidad de Granada, 2005; p. 13. Diego Merino del Valle

30

  estratigráfica que en un entorno rural. La atención de los arqueólogos ahora ya no está centrada en las grandes construcciones públicas, sino en la vida doméstica y en los lugares donde esta se desarrollaba. En Arqueología tradicionalmente se hablaba de espacios masculinos y espacios femeninos, estableciendo una dicotomía entre el ámbito privado, destinado a las mujeres, y el público, destinado a los varones. No obstante, algunos investigadores han puesto de manifiesto recientemente que el uso de estos lugares es mucho más elástico de los que se pensaba107, y que podían ser usados por ambos sexos dependiendo de la hora o del día. Lo mismo sucede con los ajuares domésticos, que no tienen por qué ser femeninos ni masculinos per se, aunque algunos de ellos, como los utensilios de cocina o de hilado, se asocien sobre todo con las actividades femeninas108. Así, la ciencia arqueológica está replanteando ahora muchos principios que antes se creían definitivos. A pesar de todo, es un campo prácticamente virgen, en el que aún queda una ardua tarea por realizar.

                                                                                                                107 108

BUENO SÁNCHEZ, M.: ob. cit.; pp. 207 y 208. Ibídem; p. 218.  

Diego Merino del Valle

31

 

Conclusiones: Cuando me plantear llevar a cabo este trabajo, mi primer objetivo fue discernir si aquello que había oído sobre las mujeres andalusíes se correspondía con la realidad. Tras leer los primeros artículos, me di cuenta de que mis ideas estaban muy equivocadas. Al igual que yo, cualquier otra persona no especializada en la historia de Al-Ándalus cuando piensa en las mujeres que componían esta sociedad, lo primero que se le viene a la mente suele ser una interpretación irreal e idealizada que se ha ido formando en el imaginario colectivo. Desde el siglo XVIII en adelante se fueron publicando diferentes obras literarias y artísticas que fomentaron la creencia de que en el mundo islámico todas las féminas eran sexualmente sumisas, tenían una vida monótona y se dedicaban exclusivamente al recreo de sus dueños, que las mantenía recluidas en el harén109. Los cuentos de la Alhambra de Washington Irving o las pinturas orientalistas son una clara muestra ello. Además, que los musulmanes puedan ser legalmente polígamos siempre ha sido causa de admiración y repulsa a partes iguales en Occidente, que ha hecho correr ríos de tinta tanto entre sus defensores como detractores. Esta mezcla de ideas ha dado lugar con el paso del tiempo a un falso estereotipo que puede resultar muy difícil de eliminar de la mentalidad colectiva. Para concienciar a la población de que la mayor parte de lo que conocen sobre las mujeres andalusíes forma parte de un mito, es necesario consolidar cuanto antes los estudios históricos femeninos tanto en la educación básica como en la superior. Es un hecho que la mayor parte de las universidades españolas están integrando en sus planes de estudio asignaturas sobre las relaciones entre sexos en las diferentes disciplinas desde hace algunas décadas, pero aún queda mucho trabajo por hacer en los colegios e institutos donde los niños comienzan a formar sus creencias110. El ingente trabajo de ciertos historiadores por sacar a la luz a las mujeres del pasado debe ser recompensado con una mayor atención y difusión por parte de las instituciones y organismos públicos.

                                                                                                                109

MARÍN NIÑO, M.: ob. cit., 2000; pp. 80 y 81. DE LA ROSA CUBO, C. (coord.): Nuevos enfoques para la enseñanza de la Historia: Mujer y género ante el Espacio Europeo de Educación Superior. Madrid: Asociación Cultural Al-Madayna, 2007. 110

Diego Merino del Valle

32

  El avance del conocimiento sobre las mujeres andalusíes puede ser fácilmente comprobado al revisar numerosos trabajos de eminentes historiadores de todo el mundo. Sin embargo, es necesario que este conocimiento trascienda del ámbito meramente académico y se integre en el conjunto de la sociedad y en el saber popular. Sin ir más lejos, en los últimos años se siguen publicando obras y manuales sobre Al-Ándalus en los que aún no se ha incorporado a las mujeres de una manera natural en el aparato narrativo, como puede ser Al-Ándalus: de la invasión al califato de Córdoba de Vicente Salvatierra y Alberto Canto111. Otro ejemplo lo encontramos en el Traslado de Aula: Al-Ándalus, donde se les dice a los niños de 3º Primaria que “Las mujeres estaban sometidas por completo a la autoridad del hombre” o “vivían en la casa en unas habitaciones reservadas para ellas: el harem”112, y no se las menciona en los apartado sobre la Historia, las ciudades, la religión… Habiendo hecho estas críticas generales, nos gustaría terminar el trabajo realizando unas consideraciones finales sobre el presente y el futuro en el estudio de las mujeres andalusíes. Por un lado, la mayor parte de las fuentes escritas árabes de las que se nutren las investigaciones históricas ya han sido editadas por los arabistas en los últimos cuarenta años. No obstante, todavía se puede extraer mucha más información de ellas, siempre que sean reestudiadas de una manera adecuada y utilizando una nueva metodología que no pudo ser utilizada en el pasado. Es posible que algunas fuentes, como la poesía femenina, hayan sido estudiadas de manera excesiva, pero, como hemos visto, otros documentos y manuscritos todavía no han recibido la suficiente atención. Se hace necesario que una nueva hornada de arabistas se pongan manos a la obra y revisen muchos de los trabajos y conclusiones anteriores, por muy prestigiosos que sean los historiadores que los realizaron. Pues bien es cierto que, igual que ocurrió con el mito literario y artístico de las mujeres andalusíes, los expertos crearon otro mito académico que también es necesario suprimir. En muchas universidades y centros de investigación del mundo se están llevando a cabo hoy en día numerosos trabajos sobre los estudios históricos femeninos. Los historiadores se                                                                                                                 111 SALVATIERRA CUENCA, V. y CANTO GARCÍA, A.: Al-Ándalus: de la invasión al califato de Córdoba. Madrid: Síntesis, 2008. 112 SANTOS MURILLO, M. y PEÑA PÉREZ, A.: Traslado de Aula: Al-Ándalus. Madrid : Cooperativa de Enseñanza José Ramón Otero, 2014. Diego Merino del Valle

33

  han dado cuenta de la enorme veta sobre el pasado de las mujeres que hay aún por descubrir, y concretamente sobre las mujeres de la Edad Media. La fusión del trabajo de archivo con el arqueológico será el que dé las nuevas claves conocer muchas cosas más sobre estas mujeres que vivieron en Al-Ándalus.

Diego Merino del Valle

34

 

Bibliografía: • AGUILAR SEBASTIÁN, V. y MARÍN NIÑO, M.: ‘Las mujeres en el espacio urbano de Al-Ándalus’, en NAVARRO PALAZÓN, J. (ed.): Casas y palacios de Al-Ándalus (siglos

XII

y

XII).

Barcelona: Lunwerg

Editores, 1995. • ARIÉ, R.: ‘La España musulmana’, en TUÑÓN

DE

LARA, M.: Historia de España, vol.

III.

Barcelona:

Labor, 1984. • AVERROES: Exposición de la “República” de Platón. Madrid: Tecnos, 2011. • BELLÓN AGUILERA, J. L.: ‘Narrativas sobre la identidad nacional y la reescritura de la Edad Media: Américo Castro’, en Laberinto, nº. XXVIII, 2008; pp. 65 – 76. • BOLOIX GALLARDO, B.: Las sultanas de la Alhambra: Las grandes desconocidas del reino nazarí de Granada (siglos XIII-XV). Granada: Editorial Comares, 2013. • BUENO SÁNCHEZ, M.: ‘Espacios femeninos en Al-Ándalus: Aportaciones desde la arqueología urbana en la Marca Media’, en VV. AA.: Impulsando la Historia desde la historia de las mujeres. Huelva: Universidad de Huelva, 2012; pp. 205 – 221. • DE LA ROSA CUBO, C. (coord.): Nuevos enfoques para la enseñanza de la Historia: Mujer y género ante el Espacio Europeo de Educación Superior. Madrid: Asociación Cultural Al-Madayna, 2007. • DEL MORAL MOLINA, C.: ‘Contribución a la Historia de la mujer a través de las fuentes literarias andalusíes’, en IZQUIERDO BENITO, R. y SÁENZ-BADILLOS PÉREZ, Á. (coord.): La sociedad medieval a través de la literatura hispanojudía. Cuenca: Universidad de Castilla–La Mancha, 1998; pp. 101 – 122. • DEL MORAL MOLINA, C.: ‘Poesía de mujer, poesía de hombre: La diferencia de género en la lírica andalusí’, en DEL MORAL MOLINA, C. (ed.): Árabes, judías y cristianas: Mujeres en la Europa Medieval. Granada: Universidad de Granada, 1993; pp. 173 – 193. • DÍAZ ANDREU, M.: ‘Género y arqueología: una nueva síntesis’, en SÁNCHEZ ROMERO, M. (ed.): Arqueología y género. Granada: Universidad de Granada, 2005; pp. 13 – 51. • DUBY, G. y PERROT, M. (dir.): Historia de las mujeres en Occidente. Madrid: Taurus, 1992. • FIERRO BELLO, M. I: ‘Mujeres hispano-árabes en tres repertorios biográficos: Yadwa, Sila y Bugya’, en Actas de las

II

Jornadas de Investigación Interdisciplinaria: Las mujeres medievales en su ámbito

jurídico. Madrid: Universidad Autónoma, 1983; pp. 177 – 182 • GARULO MUÑOZ, T.: Diwan de las poetisas de Al-Ándalus. Madrid: Hiperión, 1986.

Diego Merino del Valle

35

  • GONZALVO, L.: ‘La mujer musulmana en España’, en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. Madrid, 1906; pp. 5 – 45.   • GUICHARD, P.: Al-Ándalus: Estructura antropológica de una sociedad islámica en Occidente. Barcelona: Barral Editores, 1976. • IBN ḤAZM DE CÓRDOBA: El collar de la paloma. Madrid: Alianza Editorial, 2012. • LÉVI-PROVENÇAL, É.: La civilización árabe en España. Madrid: Espasa-Calpe, 1977. • LÓPEZ

DE LA

PLAZA, G.: Al-Ándalus: mujeres, sociedad y religión. Málaga: Universidad de Málaga,

1992. • LÓPEZ GARCÍA, B.: ‘Origen, gestión y divulgación de la “Historia de los Mozárabes” de Francisco Javier Simonet’, en Awraq, nº. XXII, 2005; pp. 183 – 212. • MANZANO MORENO, E.: ‘Repensar Al-Ándalus: Presencias y ausencias tras 1.300 años’, en Awraq, nº. III, 2011. • MARÍN NIÑO, M.: ‘Dos caras de un mito: Las mujeres andalusíes’, en Revista de Occidente, nº. 224, 2000; pp. 79 – 93. • MARÍN NIÑO, M.: ‘Las mujeres de las clases sociales superiores: Al-Ándalus, desde la conquista a finales del califato de Córdoba’, en VIGUERA MOLINS, M. J.: La mujer en Al-Ándalus: Reflejos históricos de su actividad y categorías sociales. Madrid/Sevilla: Universidad Autónoma/Ediciones Andaluzas Unidas, 1989; pp. 105 – 125. • MARÍN NIÑO, M.: ‘Las mujeres en al-Ándalus: Fuentes e historiografía’, en DEL MORAL MOLINA, C. (ed.): Árabes, judías y cristianas: Mujeres en la Europa Medieval. Granada: Universidad de Granada, 1993; pp. 35 – 52. • MARÍN NIÑO, M.: ‘Mujeres y vida familiar en al-Ándalus’, en MORANT DEUSA, I. (dir.): Historia de las mujeres en España y América Latina, vol. I. Madrid: Cátedra, 2005; pp. 371 – 398. • MARÍN NIÑO, M.: ‘Nombres sin voz: La mujer y la cultura en al-Ándalus’, en DUBY, G. y PERROT, M. (dir.): Historia de las mujeres en Occidente. Madrid: Taurus, 1992; pp. 551 – 563. • MARÍN NIÑO, M.: ‘Retiro y ayuno: algunas prácticas religiosas de las mujeres andalusíes’, en AlCantara, nº. XXI, 2000; pp. 471 – 480. • MARÍN NIÑO, M.: ‘Una vida de mujer: Subḥ’, en ÁVILA NAVARRO, M. L. y MARÍN NIÑO, M.: (coords.): Biografías y género biográfico en el Occidente islámico. Madrid: CSIC, 1997; pp. 425 – 445. • MENÉNDEZ PIDAL, R.: Historia de España, vol. IV. Madrid: Espasa-Calpe, 2000.

Diego Merino del Valle

36

  • MOTOS GUIRAO, E.: ‘Aproximación a la mujer medieval a través de la arqueología’, en DEL MORAL MOLINA, C. (ed.): Árabes, judías y cristianas: Mujeres en la Europa Medieval. Granada: Universidad de Granada, 1993; pp. 91 – 102. • PÁRAMO

DE

VEGA, L.: ‘La España de las tres culturas: la convivencia entre judíos, musulmanes y

cristianos en la Edad Media’, en Alcalibe, nº. XI, 2011; pp. 157 – 188. • PÉRÈS, H.: Esplendor de al-Ándalus. Madrid: Hiperión, 1983. • PÉREZ ÁLVAREZ, M. Á. y REBOLLO ÁVALOS, M. J.: ‘El islam en la vida de la mujer a través de los tiempos’, Caurensia, nº. IV, 2009; pp. 227 – 247. • RUBIERA MATA, M. J.: Poesía femenina hispanoárabe. Madrid: Castalia, 1990. • SERRANO NIZA, M. D.: ‘El adorno femenino en Al-Ándalus: fuentes lexicográficas para su estudio’, en Boletín de la Asociación Española de Orientalistas, nº. 30, 1994; pp. 229 – 238. • SIMONET, F. J.: ‘La mujer arábigo-hispana’, en Memoria del

IX

Congreso Internacional de

Orientalistas. Londres,1891; pp. 13 – 32. • TENA TENA, P.: ‘Mujer y cuerpo en Al-Ándalus’, en Studia Historica: Historia Medieval, nº. 26, 2008; pp. 45 – 61. • THÉBAUD, F.: Escribir la historia de las mujeres y del género. Oviedo: KRK, 2013. • TORRES BALBÁS, L.: Ciudades hispano-musulmanas. Madrid: Instituto Hispano-Árabe de Cultura, 1971. • VICENT, B.: ‘Las mujeres moriscas’, en DUBY, G. y PERROT, M. (dir.): Historia de las mujeres en Occidente. Madrid: Taurus, 1992; pp. 585 – 596. • VIGUERA MOLINS, M. J.: ‘Andalucía islámica (siglos comunicaciones’, en Actas del

II

VIII



XV):

Territorio, población y

Congreso de Historia de Andalucía, vol. I. Córdoba: Junta de

Andalucía/Obra Social Caja Sur, 1994; pp. 11 – 29. • VIGUERA MOLINS, M. J.: ‘La sociedad musulmana en Al-Ándalus: Su reflejo en los textos’, en IZQUIERDO BENITO, R. y SÁENZ-BADILLOS PÉREZ, Á. (coord.): La sociedad medieval a través de la literatura hispanojudía. Cuenca: Universidad de Castilla–La Mancha, 1998; pp. 29 – 51. • VIGUERA MOLINS, M. J.: ‘Reflexiones históricas sobre la mujer en Al-Andalus’, en ALFARO BECH, V. y TAIFELLER

DE

HAYA, L. (eds.): Nueva lectura de la mujer: Crítica histórica. Málaga: Universidad de

Málaga, 1995; pp. 63-84. • VON SCHACK, A. F.: Poesía y arte de los árabes en España y Sicilia (trad. Juan VALERA), 1867.

Diego Merino del Valle

37

  • VV. AA.: ‘La mujer andalusí: Elementos para su Historia’, en Actas de las II Jornadas de Investigación Interdisciplinaria: Las mujeres medievales en su ámbito jurídico. Madrid: Universidad Autónoma, 1983; pp. 183 – 189.

Diego Merino del Valle

38

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.