Las mujeres de la HOAC/F. De la movilización social a la represión durante la dictadura de Franco.

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RESUMEN El presente trabajo aborda la trayectoria de la Hermandad Obrera de Acción Católica Femenina –HOACF– desde el comienzo de su movilización en barrios, fábricas y sindicatos hasta la represión que algunas de sus militantes sufrieron en el marco de la dictadura franquista. La investigación explica el contexto de control social en el que vieron la luz las ramas de especialización de la Acción Católica y se centra en analizar cuáles fueron los compromisos temporales de las hoacistas, compromisos que, por otro lado, condujeron a estas mujeres al camino de la lucha y de su posterior represión. Palabras clave HOACF, HOAC, Acción Católica Especializada, huelgas franquismo, represión franquismo.

ABSTRACT The present project addresses the history of the Hermandad Obrera de Acción Católica Femenina –HOACF– from its beginnings in social action in neighbourhoods, factories and Trade Unions to the repression that women from the HOACF suffered during the Franco Dictatorship. The research explains the context of social control where these specialised branches of Acción Católica arose and also analyzes the temporary commitments that led these women on the path of struggle and their following repression. Key words HOACF, HOAC, Acción Católica Especializada, Franco`s Dictatorship strikes, Franco`s Dictatorship repression.

V Encuentro de Jóvenes Investigadores en Historia Contemporánea

Las mujeres de la HOAC/F. De la movilización social a la represión durante la dictadura de Franco.

Sara Martín Gutiérrez Universidad Complutense de Madrid

Al término de la Guerra Civil, la instauración del régimen franquista trajo consigo una inmediata represión que sufrieron no sólo aquellos que apoyaron la defensa de la República sino también aquellos vinculados –por lazos familiares– a antiguos sindicalistas, militantes políticos o simpatizantes republicanos. El 8 de febrero de 1939 veía la luz la Ley de Responsabilidades Políticas, la cual favoreció la persecución sistemática de cualquier manifestación contraria a la nueva doctrina del régimen de Franco. En este sentido, la represión ejercida sobre las mujeres fue un arma más del régimen para acabar con todo resquicio de oposición. Ellas sufrieron por partida doble la derrota de la Guerra Civil y la consolidación del estado franquista, un régimen conformado en torno a tres pilares: ejército, Iglesia y Falange. Muy pronto, el estado consideró a las mujeres una

herramienta necesaria para legitimar y consolidar la

dictadura de Franco. Así pues, en la España de la posguerra se consolidó la represión contra todo manifiesto de oposición al régimen y a sus pilares fundamentales, instalándose un miedo generalizado en la sociedad española, un miedo que se posó de manera más intensa sobre la clase obrera que tradicionalmente había estado ligada a ideologías más revolucionarias: “Podemos constatar un parentesco espantoso entre miedo político y miedo religioso, entre represión política y represión religiosa, ambos van a la par, ambos acechan y oprimen al hombre y a la mujer hasta en los rincones de su intimidad. Religión y dictadura, casados, producían un miedo que, una vez interiorizado, ya no soltaba a su presa” 1.

1

MURCIA, Antonio. Obreros y obispos en el franquismo, Madrid, ediciones HOAC, 1995, p. 101.

Cabe señalar que Estado e Iglesia actuaron de manera conjunta con el mismo objetivo: el de devolver a las mujeres su papel de madre y esposa, la vía transmisora de la ideología del nuevo estado2. Por lo tanto, la religión católica jugó un papel relevante en la conformación de un nuevo estatus femenino a través del apostolado seglar y de las labores de asistencialismo impulsadas por religiosos, religiosas y por las propias mujeres de las organizaciones católicas. Por otro lado, la Iglesia venía experimentando desde décadas anteriores un especial interés por acercarse al mundo obrero, “envenenado por doctrinas sectarias, adormecido por la indiferencia religiosa, muerto a toda inquietud espiritual por una ignorancia de nuestra santa fe […]”3. Para ello se sirvió de una organización que había nacido en la segunda década del siglo XX y cuya influencia se había ido incrementando progresivamente en los años veinte: la Acción Católica Española4. Se pusieron en marcha entonces algunos centros obreros en los que hombres y mujeres recibieron cursillos de alfabetización, cultura, religión y espiritualidad. Sin embargo, ya en la década de los años cuarenta, la labor de estos centros obreros –supeditada a las Secretarías obreras controladas por las ramas de Mujeres de la AC y Hombres de la AC– fueron insuficientes. Las autoridades eclesiales decidieron entonces crear grupos específicamente obreros a cuyo frente se situasen los propios militantes, siempre apoyados por los sacerdotes y consiliarios en las reuniones y la formación. De esta manera nacieron en 1947 la HOFAC –Hermandad Obrera Femenina de Acción Católica–, la HOMAC –Hermandad Obrera Masculina de Acción Católica– y las dos ramas juveniles de la misma, la JOFAC –Juventud Obrera Femenina de Acción

2

CABRERO BLANCO, Claudia. Mujeres contra el Franquismo. Asturias (1937-1952), ediciones KRK,

Oviedo, 2006, p. 66. 3

Ponencia para el Secretariado de Obreras elaborada por Aurea Alfonsea para la diócesis de Granada en

el año 1944. Archivo de Federación de Movimientos de Acción Católica. Archivador 8, serie 1, carpeta 1. 4

Con anterioridad a la década de los años cuarenta, el Papa León XIII en la Rerum Novarum de 1891, o

el Papa Pío XI en la Carta de Ex Officiosis Litteris en 1933, ya habían propuesto a los dirigentes eclesiales prestar atención a la clase obrera. Más tarde, también el Papa Pío XII animó personalmente al primado de España Pla y Deniel durante su visita a Roma en 1946, a preservar los intereses de la Iglesia a través del impulso de las bases obreras.

Católica– y la JOMAC –Juventud Obrera Masculina de Acción Católica–, según los nombres impuestos por Monseñor de Vizcarra5. La jerarquía encomendó a Guillermo Rovirosa –un antiguo dirigente sindical reconvertido al catolicismo– el impulso de las ramas adultas de la especialización obrera. Para Rovirosa, al igual que para el que fuera consiliario de ambas ramas, Tomás Malagón, su primera preocupación fue la formación de los obreros y obreras. Para cumplir este objetivo, ambos elaboraron una serie de planes y metodologías que acabarían convirtiéndose en el estandarte y compromiso de estas organizaciones obreras: la metodología del ver, juzgar y actuar, así como el Plan Cíclico. Dichos planes de estudio ayudarían a los militantes, y de manera especial a las mujeres a tomar conciencia de clase y a reivindicar derechos sindicales y laborales en el mundo del trabajo. Poco a poco la HOACF se fue extendiendo en las diferentes diócesis gracias a la labor de algunas dirigentes obreras, un grupo de consiliarios6 comprometidos con la clase obrera y el apoyo en algunos casos de las Mujeres de la Acción Católica y de los grupos de hombres de la HOAC. En ese sentido, si bien la HOAC y la HOACF se constituyeron como ramas independientes, entre ellas existió una estrecha colaboración desde los primeros años hasta mediados de los años sesenta, cuando muchas mujeres de la HOACF se unieron a la HOAC bajo la premisa de que el movimiento obrero católico debía caminar unido. Este hecho supuso un debilitamiento claro para la HOACF, cuyas relaciones con la HOAC comenzaron entonces a resquebrajarse. A pesar de ello, y de la existencia a partir de entonces de dos líneas de militancia –en la HOAC o en la HOACF–, cabe destacar la paulatina independencia de las mujeres obreras católicas. Ellas, a medida que fueron consolidando su militancia, reivindicaron su autonomía frente a las ramas generales de Acción Católica y frente a la HOAC, primero masculina, y luego mixta.7.

5

Zacarías de Vizcarra Arana (1880-1963) fue nombrado Consiliario Nacional de Acción Católica,

participando en 1946 en el Patronato de Honor del XIX Congreso Mundial de Pax Romana. 6

Los consiliarios eran los sacerdotes encargados de dirigir y orientar los grupos de apostolado seglar,

actuando como delegados de la propia jerarquía eclesiástica. 7

La colaboración con los hombres de la HOAC se refleja en la participación conjunta en campañas,

asambleas y actividades hasta finales de los años sesenta. Por su parte, el cambio que experimentaron las

De la reivindicación a la represión Las mujeres obreras que militaron en algún momento de sus vidas en la HOACF recibieron una verdadera formación integral por parte de la organización. De esta manera muchas mujeres estudiaron por primera vez normativas legales y leyes sindicales. También comenzaron a leer periódicos y boletines gracias a los cuales fueron comentando la actualidad nacional e internacional y tomando conciencia de la situación de sus compañeros y compañeras de la clase obrera. Gracias a la metodología hoacista del ver, juzgar, actuar y a los debates en torno a la vida cotidiana de los obreros que se generaban en las reuniones, las mujeres tomaron conciencia de sus propias carencias aprendiendo a formular sus propias reivindicaciones no desde el victimismo sino desde el voluntarismo, contribuyendo así a la mejora de su entorno, los barrios, y buscando situarse del lado de las personas más humildes8. Este objetivo se encontraba ya en los cursos de formación de los años cincuenta, los cuales sirvieron de alguna manera para sembrar la semilla de la toma de conciencia de las hoacistas. Desde la organización católica se trabajó en torno a dos ejes que debían superar las mujeres de la organización. Por un lado, la creación de una conciencia vinculada a la promoción de la mujer y, por el otro, la afirmación de su responsabilidad social, política, sindical, cultural, etc., “con una formación que le quite el complejo de inferioridad que siente ante el hombre y la sociedad”9.

Mujeres de la Acción Católica no se entiende sin el contacto de los planes de formación y de las misas que realizaban las mujeres de la HOACF, con cuyas dirigentes se relacionaban cada día, y a través de las cuales descubrieron una metodología diferente. Para este asunto ver SALAS, Mary. “Las mujeres de Acción Católica en el franquismo”, XX Siglos, nº49, 2001, pp. 78-89; y MORENO SECO, Mónica. “De la caridad al compromiso: las Mujeres de Acción Católica (1958-1968)”, Historia Contemporánea, nº 26, 2003, pp. 239-265. 8 9

Entrevista a María Rubio, 27 de julio de 2013. Cuestionario elaborado por las diócesis de Soria, Ferrol del Caudillo, Elche, Burgos, Santiago de

Compostela, Plasencia, Tudela, Lérida, Huesca, Astorga, Vitoria, Albacete, Valencia y Logroño en 1965 con motivo de la reunión de los Movimientos Obreros Católicos en Lungern (Suiza). AGHOAC, caja 150, carpeta 3.

Efectivamente, el cambio que experimentaron estas mujeres gracias a la formación recibida se refleja en los testimonios de las militantes hoacistas. Todas ellas experimentaron una evolución y una toma de conciencia a distintos niveles, propiciada por las lecturas y los debates promovidos en los círculos de estudio y en las reuniones semanales de la HOACF. Pilar Espuña recuerda que “podria dir que vaig passar de fer catequesi a la parròquia a tirar octavetes pel carrer. El que em va atreure de seguida de la GOAC10 va ser el fet que hi havia molta gent pobra, gent senzilla que lluitava”11. En este sentido, la propia HOACF animó a sus militantes no solo a participar de manera activa en las reuniones y actividades religiosas, sino también a comprometerse en otros ámbitos: “Alguien dijo que la mujer española solamente tenía dos clases de instituciones en las que intervenir: las benéficas y las de apostolado […] tenemos, entre ellas, las que hemos encontrado ya al nacer, sin intervención nuestra: la familia, el estado, el municipio. En cambio, hay otra clase de instituciones en las que nosotras podemos pertenecer o no, según nuestra voluntad: un club cultural o deportivo, un partido político, una cofradía, una sociedad benéfica, una organización social, apostólica”12.

De esta manera se articuló a las mujeres en la necesidad de iniciar una mayor acción temporal fuera de su hogar, implicándose desde una actividad colectiva y solidaria en las necesidades de su entorno más cercano, su barrio o municipio13. Así, muchas de las Asociaciones de Cabezas de Familia, asociaciones culturales y de vecinos que nacieron bajo la Ley de Asociaciones de 1964 lo hicieron bajo el impulso de los militantes de la HOAC/F. Por ejemplo, la militante de Bilbao Begoña Linaza impulsó la primera Asociación de Cabezas de Familia en el barrio de Rekalde. Por su parte, María Moreno, hoacista de la localidad de Lora del Río, jugó también un papel relevante en las asambleas vecinales durante los años setenta: “Formamos una comisión de vecinos y

10

Se refiere a la HOAC en su nomenclatura catalana.

11

LLIGADAS VENDRELL, Josep. “Pilar Espuña amb les dones preses”, en Cristians de cada dia. Vint

entrevistes, Barcelona, Emaús 76, 2007, p. 61. 12

Cursillo apostólico de la HOACF de 1964. Archivo personal de Josefina Torres y Manolo Sarrión.

13

Plan de Actuación de la HOACF de 1961 “Promoción colectiva de la clase obrera”. AGHOAC, caja 23,

carpeta 1.

empezamos a ir al Ayuntamiento y logramos que nos pusieran la luz y el agua corriente”14. Desde la barriada soriana de Juan Yagüe, Eugenia Esteras, presidenta de la HOAC soriana desde 1967 presidió la asociación de vecinos, comprometida con las diferentes problemáticas del barrio en cuanto a educación, higiene e infraestructuras básicas como el alumbrado y las viviendas15. Otra militante comprometida con las asociaciones de vecinos fue Gaudiosa Suárez, obrera de la diócesis de León: Aquí en el barrio [La Pinilla] hubo una fuerza...la Asociación de vecinos: terrible. Y estábamos los militantes de la HOAC llevando aquello un poco [...] Yo hacía el nº 6 de la asociación aquellos años. Se hacían reivindicaciones de todo tipo. Este barrio, cuando surgió la Comisión de Vecinos, las calles estaban de tierra, no había luces en las calles […] entonces esa Asociación de Vecinos empezó a funcionar, empezó a trabajar, empezó a dar guerra […]”16.

Por otro lado, la Iglesia y el movimiento obrero intensificaron sus lazos a partir de los años sesenta. Gracias a la cobertura legal y la situación privilegiada en la que se amparaban las organizaciones católicas, entre ellas la HOAC/F; los locales diocesanos, e incluso las parroquias, sirvieron como espacio de encuentro y reunión no solo para los católicos sino también para militantes de organizaciones y sindicatos clandestinos como por ejemplo el PCE o las CCOO. Según una militante, “la HOAC hizo de plataforma para que los sindicatos salieran adelante”17. En esta línea, algunas militantes se prepararon con la vista puesta en el sindicato, especialmente aquellas que trabajaban fuera de casa. Algunas obreras de la industria de la conserva militantes de la HOAC/F se enrolaron en CCOO, UGT y, después, en USO, según el testimonio de una militante18. Otras militantes prefirieron los sindicatos de ámbito autonómico, como Amparo Calvo19, que se enroló en el sindicato vasco ELA 14

HURTADO SÁNCHEZ, José. La Iglesia y el movimiento obrero de Sevilla (1940-1977). Antropología

política de los cristianos de izquierda. Sevilla, Fundación el monte, 2006, p. 458. 15

BERZAL DE LA ROSA, Enrique. Sotanas rebeldes. Contribución cristiana a la transición a la

democracia. Valladolid, Diputación Provincial, 2007, p. 29. 16

Se refiere a la Asociación de Vecinos La Pinilla, que nació en 1970 impulsada por militantes de la

HOAC. Entrevista a Gaudiosa Suárez realizada por Enrique Berzal de la Rosa. León, 22 de mayo de 1998. 17

Entrevistas a Amparo Calvo, 30 de octubre de 2013 y 14 de noviembre de 2013.

18

Entrevista a Consuelo Ruiz Gómez, 27 de julio de 2013.

19

Entrevistas a Amparo Calvo, 30 de octubre de 2013 y 14 de noviembre de 2013

cuando se incorporó al mundo laboral20. Esta militancia en sindicatos, primeramente en el Sindicato Vertical donde se practicó el entrismo y con posterioridad en los clandestinos, discurrió amplia en el tiempo, por lo que hay que situar su inicio en los últimos años de la década de los sesenta y hasta los primeros años de la democracia. Como mujeres y obreras, las militantes protestaron por la discriminación, en salario y otras cuestiones que sufría la mujer trabajadora, denunciando situaciones en las que los patronos prefirieron anteponer la contratación de mujeres a la de varones debido al menor sueldo que éstas percibían21. Asimismo, también denunciaron de manera recurrente en boletines y otras circulares internas que las mujeres percibieran menor salario que el varón, algo que consideraron injusto: “la mujer es siempre más explotada y se le paga menos que al hombre, haciendo el mismo trabajo22. Las militantes hoacistas fueron conscientes de las desigualdades que sufrían los obreros y obreras en las fábricas. Durante sus reuniones elaboraron informes sobre el transcurso de huelgas y otras protestas con el objetivo de mantener informados a los militantes de la organización en un contexto histórico en el que las informaciones que salían a la luz, estaban fuertemente controladas por la censura oficial. En este sentido, Amparo Calvo, militante de la HOAC mixta recuerda cómo se organizaban en el local de la comisión diocesana de Bilbao desde finales de los años sesenta, “con aquella multicopista anda que no hicimos, para una cosa, para otra, estuvimos presentes, la HOAC/F estuvo

20

El sindicato ELA-STV, Eusko Langille Alkartasuna-Solidaridad de Trabajadores Vascos era un

sindicato obrero cristiano con una trayectoria anterior a la Guerra Civil que había sufrido una represión en la inmediata posguerra. Guardaba cierta vinculación con el Partido Nacionalista Vasco (PNV). En 1961 se une a UGT y CNT en la Alianza Sindical de Euskadi, y ese mismo año se produce una escisión de la que nace la ELA Berri. 21 22

Carta de Paquita Gallardo, militante cordobesa. Sara, nº31, 1960. (AGHOAC, caja 345, carpeta 1). Cuestionario elaborado por las diócesis de Soria, Ferrol del Caudillo, Elche, Burgos, Santiago de

Compostela, Plasencia, Tudela, Lérida, Huesca, Astorga, Vitoria, Albacete, Valencia y Logroño en 1965 con motivo de la reunión de los Movimientos Obreros Católicos en Lungern (Suiza). (AGHOAC, caja 150, carpeta 3). Otras referencias a la cuestión pueden encontrarse en otros documentos como las Ponencias de la Semana Nacional de Valladolid de 1960. (AGHOAC, caja 155, carpeta 1). En la publicación informativa Sara, nº31, 1960. (AGHOAC, caja 345, carpeta 1).Y también en los Boletines de la HOACF de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional: nº57, de junio de 1966; nº81 de julio de 1968; nº87 de diciembre de 1968, nº88, de enero de 1969; nº104-105 de mayo y junio de 1970; nº117 de junio de 1971; nº137-138 de marzo y abril de 1973; nº151- 152 de junio y julio de 1974; entre otros.

presente en huelgas, en todo”23. Por su parte, la militante murciana María Rubio también concuerda con esta idea “cuando había algún movimiento, allí estábamos”24. Las parroquias también fueron lugares de reunión para las mujeres, ya que eran espacios mucho más seguros y donde la vigilancia era menor que en otros espacios públicos, tal y cómo apuntan dos militantes de la HOAC de Basauri: “En aquél momento, ¿a dónde ibas sino a las parroquias? Yo pertenecí a la HOACF, […] Desde la comisión de las mujeres, hacíamos lo que se podía hacer en aquella época: organizábamos charlas sobre el movimiento obrero y participábamos en todo lo que podíamos 25. “En aquella época no había otro lugar de reunión, y a nosotras en aquel momento nos sirvió de mucho, porque al reunirte en la Iglesia, un sitio católico, se pasaba la censura. Si nos hubiéramos juntado en otros sitios, y más siendo mujeres, no nos habrían dejado […] Algunas parroquias de aquella época fueron importantes porque nos cedían los locales y hacíamos reuniones que no estaban permitidas. Incluso en el colegio de las monjas también solíamos

tener algunas

reuniones no permitidas, y nosotras estábamos agachadas y con la luz apagada para que no se viera que a esas horas había movimiento”26.

Beatriz Iribarne, militante de la HOAC en Almería explica que el párroco, “Don Marino”, que trabajaba en los barrios de Pescadería y de La Chanca puso a disposición de los vecinos el salón de la Iglesia, que utilizaron como reuniones de “una asociación de antiguos alumnos”. “Teníamos siempre un par de secretas que tomaban acta de la asamblea. Nosotros nos dedicábamos a hablar de temas pedagógicos hasta que el otro ya se aburría tomaba nota de la reunión y se largaba. Nada más que largarse, nosotros no teníamos ningún problema en estar allí hasta la una de la mañana preparando la manifestación del día siguiente y repartiendo la propaganda clandestina que habíamos recibido, o valorando toda la situación política actual y recibiendo información de cómo estaba ese tema” 27.

23

Se refiere a la Huelga de Bandas (1966-1967), entre otras. Entrevistas a Amparo Calvo, 30 de octubre

de 2013 y 14 de noviembre de 2013. 24 25

Entrevista a María Rubio, 27 de julio de 2013. Testimonio de una militante de la HOAC de Basauri en FERNÁNDEZ, Zaida. Mapa de las huellas de

las mujeres en Basauri, Ayuntamiento de Basauri, 2011, p. 42. 26

27

Testimonio de una militante de la HOAC, responsable diocesana de Basauri. Ibídem…, p.42. Testimonio de Beatriz Iribarne Sánchez, en RODRÍGUEZ López, Sofía. “El surgimiento del

movimiento feminista y de oposición al franquismo en Almería”, Universidad de Almería, p.4.

En esta línea, la Iglesia actuó como plataforma bajo la cual, vecinos, simpatizantes y miembros de la HOAC/F podían reunirse para hablar cuestiones relativas al sindicato y al régimen, evitando posibles detenciones. Este aspecto y la implicación de la HOAC/F en las demandas del movimiento obrero propició que a partir de los años sesenta se practicase una represión más continuada sobre las ramas obreras de la Acción Católica, más allá del primer control social que éstas habían experimentado. Las ramas de especialización católicas se habían convertido en una amenaza para la estabilidad política y religiosa, comenzando así una persecución más exacerbada en algunas diócesis: “[…] Como la HOAC después del 68 se amplía cada vez más, el Obispo de Badajoz nos hace ilegales, ya que para ellos todos éramos comunistas. Había mucha represión, nos teníamos que 28

reunir en la sacristía de cualquier iglesia o en el campo” .

Bajo el “ala protectora” que le otorgó de alguna manera la Acción Católica, las obreras se movilizaron no solo dando muestras de solidaridad con los compañeros detenidos o desterrados –como sucedió en las huelgas mineras de Asturias de 1962– sino que también secundaron las protestas y colaboraron activamente en las tareas de logística de las mismas, siendo víctimas en numerosos casos de detenciones y condenas judiciales. La militante Manuela García Carrascón, trabajadora de Siemens, recuerda la tensión que se vivía durante las huelgas o protestas: “Nos reuníamos allí, en la puerta de SIEMENS, […] Había policía por la Miranda, incluso con caballos y todo, y toda la gente que pasaba preguntaban: "¿Dónde va usted? ¿Dónde va usted?", porque sabían que en SIEMENS estábamos en huelga y no trabajábamos, y querían impedir que nos reuniéramos allí.”29

Estas persecuciones se trasladaron también a la festividad de San José Obrero, el aniversario del 1º de Mayo que cada año reunía a los hoacistas y jocistas de distintas diócesis. La HOAC/F preparaba para esta festividad una concentración y una Eucaristía que finalizaba con unas ponencias que impartían los militantes a los congregados en torno al 1º de Mayo. También se solía organizar una convivencia o excursión al campo, 28

Entrevista a Piedad Mesías. ROMEU, Fernanda. El silencio roto: mujeres contra el franquismo.

Barcelona, Editorial El Viejo Topo, 2002, pp. 164-165. 29

Testimonio de Manuela García Carrascón citado en FERNÁNDEZ, SEGURA, José. Participación de

los católicos en el movimiento obrero en Barcelona (1946-1978), Universitat de Barcelona, 2005, pp. 949-950.

una ocasión que aprovechaban para reorganizar el movimiento obrero y las acciones que iban a llevar a cabo dentro de las empresas, fábricas y barrios. Estas celebraciones trajeron consigo la oposición del régimen, y, en algunos casos, la desautorización del obispo de la diócesis correspondiente. Asimismo, las fuerzas policiales no dudaron en intervenir en la disolución de las concentraciones que tenían lugar cada año. De este modo, con motivo del Primero de Mayo de 1968 celebrado en Santander, al término de la jornada habían quedado detenidos Obdulia Cuesta y su marido Ramón Peredo, José A. García Solana, Aniano Francisco Jiménez, María Asunción Blanco, Alejandro Álvarez, Marisol Oreña, María Jesús Cuesta, Ángel Cuesta y Juan Fernández. Con excepción de Ángel Cuesta, todos eran miembros de la HOAC/F30. Con posterioridad a su detención y ante la versión oficial del acontecimiento, en la que se justificaba la orden de prisión de María Jesús Cuesta por haber golpeado supuestamente a un policía, los militantes redactaron un escrito en el que denunciaron los hechos, la falsedad de la acusación y la represión policial sufrida de manera especial por las cuatro militantes de HOAC/F y por la extrema violencia con la que fue tratada María Jesús Cuesta. “María Jesús fue golpeada puesta contra la pared. Intentó impedirlo su hermana Obdulia y fue golpeada también. María Jesús Cuesta es acusada por “agresión” a la fuerza pública sin que hasta ahora se pueda demostrar que es cierto. El comisario Solá, que es quien la acusó de haberle agredido pretende con este motivo justificar la

intervención violenta que tuvo contra los

manifestantes ya que fue él mismo quien llevaba el arma de gas. Por la noche intentaron hacer que las mujeres fregaran los retretes sin que pudieran conseguirlo”31.

En 1971, también serán detenidos y condenados con multas económicas por el TOP la comisión diocesana de Santander formada por María Jesús Ortiz, Marta Peredo, María del Carmen Ruiz, Jesús Briz y Alfredo Sainz. El TOP les juzgó como responsables de la hoja informativa que elaboró la HOAC y distribuyó entre su círculo cercano con motivo del Primero de Mayo celebrado ese año. Esta participación de los militantes de la HOAC/F dentro de las movilizaciones del movimiento obrero trajo consigo también una toma de conciencia respecto a la falta de libertades y derechos humanos básicos que llevó a los hoacistas a denunciar al régimen 30

Informe sobre los hechos ocurridos en Santander con motivo de la celebración del 1º de Mayo de 1968.

AGJOC, caja 202, carpeta 1-1-1. 31

Ibídem.

de Franco de manera continuada, a través de escritos, manifiestos y rebeldías cotidianas. En este sentido, el matrimonio formado por los militantes Valeriano Gómez y Merche Rodeño recuerda que “había una dictadura férrea y había que luchar contra ella”32. Por su parte, Consuelo Ruiz recuerda que “el periodo de transición a la democracia se vivió con bastante miedo. La HOAC estaba en el punto de mira, pues estábamos en los frentes de trabajo […] nos seguían, no podías juntarte más de cinco”33. Por otro lado, Amparo Calvo recuerda que en el País Vasco “había mucha represión”34. Otra militante hoacista, trabajadora en la empresa Siemens, Manuela García Carrascón recuerda el miedo a la represión que sufrían los militantes: Yo recuerdo que pasaba mucho miedo. Yo realmente, estaba militando y estaba en todos los sitios que tenía que estar porque tenía una exigencia que tenía que estar. […] yo recuerdo que cuando estaba trabajando y decían: “Bueno, de aquí a dos días hay una Manifestación”. Y yo, cuando me enteraba de esto, pues ya estaba dos o tres días, pues que apenas si podía ni dormir […] Yo pensaba, también para justificarme: “Yo no es que tenga miedo a que me cojan, sino del hecho de no poder ser suficientemente valiente para aguantar para lo que me puedan hacer y hablar, o sea, dar nombres de personas que les pueda perjudicar. […] De todas maneras, recuerdo de pasar unos años muy difíciles. Por un lado, haciendo aquello, porque creía que tenía que hacerlo, pero por el otro mucho miedo. No sé si otra gente lo hacía con más tranquilidad que yo o más serenos, pero yo lo pasé muy mal” 35.

En este sentido, la militante Antoñita Berges, recordaba que “El centro que teníamos de la HOAC en la calle [Francisco] Silvela de Madrid estaba siempre abierto, para que la gente de izquierdas pudiera reunirse y hablar. Constantemente hemos tenido en la puerta a la policía”36. Esta represión continuada de los espacios públicos que poco a poco había vuelto a conquistar el movimiento obrero se trasladó pronto al ámbito privado. En este sentido, no fueron pocos los militantes que sufrieron registros en sus domicilios y parroquias. 32

MURCIA, Antonio. Obreros y obispos…, p. 53.

33

Entrevista a Consuelo Ruiz Gómez, 27 de julio de 2013.

34

Entrevistas a Amparo Calvo, 30 de octubre de 2013 y 14 de noviembre de 2013.

35

Testimonio de Manuela García Carrascón citado en FERNÁNDEZ, SEGURA, José. Participación de

los católicos…, p. 659. 36

Se refiere al local de la comisión diocesana de la HOAC madrileña, donde se celebraban las reuniones

de la organización. Testimonio de Antoñita Berges, recogido en ROMEU, Fernanda. El silencio roto…, p. 131.

Teresa Lorenzo, Eugenia Esteras y Lucía García fueron algunas de las mujeres hoacistas que vivieron varios registros policiales en sus domicilios. Lucía García, encargada de guardar la multicopista del grupo en su casa, fue detenida en varias ocasiones por la policía. Otra militante que conoció de cerca la represión del régimen fue la militante María Moreno “Pasionaria” de Lora del Río, quien afirmaba que “he tenido mi puerta sembrada de guardias civiles y no me ha dado miedo. He estado dos veces en la cárcel”37. Por su parte, Victòria Làzaro, militante de Mataró y trabajadora de la industria textil, fue también detenida por participar en reuniones de CCOO a finales de los años sesenta y condenada a dos años y tres meses de prisión por el TOP38. Finalmente, la militante de Valladolid María Jesús Labrador recuerda también estos registros policiales: “Una noche llamó Mata39 para decirnos que lo quemáramos todo porque habían cogido a Benigno y estábamos en una libreta de él. Toda la noche quemando, menos lo que metimos en un armario de la parroquia de S. Ildefonso, donde estaba Velicia”40. Conclusiones La fundación de las ramas obreras de Acción Católica obedeció en un primer momento a las intenciones eclesiales de cristianizar a una clase obrera tradicionalmente alejada de la Iglesia. Esta primera intención de control social sobre el mundo obrero se promovió de manera efectiva a través del apostolado seglar, nuevo instrumento de evangelización de la Iglesia. Paulatinamente, las obreras fueron accediendo a cursos y conferencias en las cuales participaron de manera activa dentro de las ramas de especialización para mujeres y emancipándose de ese inicial control de la AC.

37

Entrevista a María Moreno realizada por José Hurtado Sánchez en 1998. Datos recogidos en

HURTADO SÁNCHEZ, José. La Iglesia y el movimiento obrero de Sevilla…, p. 438. 38

FERRANDO, Emili. “Església i repressió: el franquisme contra l` HOAC, en PAGÈS i BLANCH,

Pelai (dir.) Franquisme i repressió: la repressió franquista als Paisos Catalans. (1939-1975), Barcelona, PUB, 2004, pp.208-211. 39

Se refiere a Máximo Mata, militante de la HOAC de Burgos desde finales de los años cincuenta. Uno

de los más destacados dirigentes de la organización masculina y también miembro de la editorial ZYX. 40

Testimonio de María Jesús Labrador y su marido Antonio Romón, recogido por RODRÍGUEZ

MARTÍN, Eugenio A. Guillermo Rovirosa Albet (1897-1964): Espiritualidad y ética del pensamiento social cristiano, Madrid, Movimiento Cultural Cristiano, 2005, p. 713.

El compromiso temporal que las mujeres hoacistas adquirieron a través de la formación integral recibida en la organización llevó a muchas de ellas a construir su participación pública en torno al eje metodológico del “actuar”. De esta manera comenzaron a participar en la organización de huelgas, conflictos laborales y manifestaciones, dentro del marco de luchas del movimiento obrero y de las asociaciones de vecinos. Este hecho trajo consigo en muchas ocasiones la represión del régimen franquista, la cual se materializó en detenciones, interrogatorios y registros de domicilios y locales diocesanos. Asimismo, esta represión también fue ejercida en algunos casos por la jerarquía de la Iglesia católica, que en algunas diócesis impidió sucesivamente la celebración del Primero de Mayo y otros actos y campañas de la HOAC/F y de la JOC/F para evitar una confrontación directa con el régimen. Bibliografía CABRERO BLANCO, Claudia. Mujeres contra el Franquismo. Asturias (1937-1952), ediciones KRK, Oviedo, 2006. --- “Asturias: las mujeres y las huelgas”, en BABIANO, José (ed.) Del hogar a la huelga: trabajo, género y movimiento obrero durante el franquismo, Madrid, Fundación 1º de Mayo, 2007.

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