Las medallas religiosas: una forma de promoción de las devociones

August 28, 2017 | Autor: G. Sánchez Reyes | Categoría: Material culture of religion, Religious Medals, Plateria
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ata FORJANDO

MÉXICO

U

. . . . GOBIERNO DEL ESTADO DE MÉXICO

ll!I

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0

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IMPRESO EN MÉXICO

Q!!eda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, sin la autorización previa del Gobierno del Estado de México, a través del Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal.

PRESENTACIÓN

13

169

f T DA T,TT T"\ ~ T A T"\ /""\'T' F EN LA CIUDAD DE ZACATECAS (SIGLOS XVII-XVIII)

INTRODUCCIÓN

25

Alicia Bazarte Martíne z Gloria del Carmen Trujillo Molina

LA MTJ"lfDÍ A 1"'Ql\10 F 1 E '\RTfCUT '\'J'")R

33 203

DEL CAMINO INTERCONTINENTAL:

EN LA VIDA PRIVADA

UN ANALISIS HISTÓRICO

Inés Herrera Canales

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Carla Aymes

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231

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-o~NTIDAD:

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NOVOHISPANA

Carmen Heredia Moreno

Letizia Arbeteta Mira

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285

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UNA FORMA DE PROMOCIÓN DE

ENTRE EL VIEJO Y EL NUEVO MUNDO PLATERÍA INDIANA EN LAS ISLAS AFORTUNADAS

LAS DEVOCIONES

Jesús Pérez Morera

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EL REINADO DE CARLO II (1665-1700)

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UNA REFLEXION SOBRE LA JOYERIA

EN LAS FLOTAS DE NUEVA ESPAÑA DURANTE

APUNTF" 'PAD'\ - · ---c"T'f"\DTA

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Gabriela Sánchez Reyes

139

325

LA PLATA COMO MANIFESTACIÓN

DE LA PLATERÍA EN SAN LUIS POTOSÍ

Juan Carlos Ochoa Celestino Ricardo Cruzaley Herrera

EN LOS RECINTOS RELIGIOSOS

N uria Salazar Simarro

.................__________________________

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MÚSICA Y MECENAZGO EN LOS

357

521

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LA INFLUENCIA DE ABRAHAM GOTTLOB WERNER EN EL REAL SEMINARIO DE MINERÍA DE MÉXICO

EL ÓRGANO EN LAS POBLACIONES MINERAS

Francisco Ornar Escamilla González

DE LA NUEVA ESPAÑA

Luis Lledías

559

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Alma Montero

REALISTA EN GUANAJUATO

Alma Parra 600

ESCULTOR Y ACUÑADOR

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1810-1829

Juan Fernando Matamala

LA INFLUENCIA DE LA PT t.TFRÍA .. 'OVC'l IT)FANA EN LA NUEVA GRANADA

Jesús Paniagua Pérez

' . Y LA FUNDACION DEL REAL SEMINARIO DE MINERÍA

176s-1783

Edurne Uriarte Jorge Bartolucci

459

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"'IÓN:

' EN LA ACTUALIDAD LA PLATERIA

389

LA VIDA EFÍMERA DE UNA CASA DE MONEDA

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CRÉDITOS

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Las medallas religiosas

286

LAS MEDALLAS RELIGIOSAS TAMBIÉN

reciben el nombre de

medallas de devoción o de piedad; se trata de piezas de metal acuñadas con alguna figura en bajorrelieve que puede estar acompañada de una inscripción y que han sido diseñadas para ser usadas principalmente colgadas al cuello. La Iglesia católica las considera como sacramentales· aprobados y bendecidos a través de los cuales se pueden obtener innumerables favores espirituales y temporales. Generalmente éstas son pequeñas, delgadas, de forma oval y retratan la hagiografía católica. De igual forma, pueden representar lugares como santuarios, eventos como alguna declaratoria, un milagro, alguna devoción local en determinada época, o si perteneció a alguna cofradía o asociación religiosa. 2 Uno de los valores que tienen las medallas es que son, en sí mismas, documentos de tipo históricoreligioso y social. El uso de este tipo de objetos se puede encontrar desde la antigüedad, cuando se usaban amuletos o filacterias a los cuales se les atribuyeron poderes sobrenaturales para conjurar maleficios, como defensa durante las enfermedades para aliviar de todo mal, y en general, para proteger ante las adversidades. Entre los egipcios se usaron las representaciones de escarabajos acompañados con jeroglíficos y caracteres misteriosos; entre los griegos se usaron pequeñas placas metálicas con fórmulas mágicas aderezadas con piedras raras con motivos o inscripciones enigmáticas; y entre los romanos las ampollas, las coronas de perlas, los collares de conchas y las monedas horadadas. Durante los primeros siglos, los cristianos no fueron ajenos a esta tradición, ya que la Iglesia lo permitió al cristianizar esta práctica reglamentando su uso y eliminando las supersticiones paganas. Estos nuevos amuletos se transformaron en objetos piadosos como las cruces, los medallones, las monedas con efigies de

1

287

santos, los relicarios, las placas o láminas de metal con piedras y las invocaciones. En la época bizantina se llamó encolpio o enkolpio (gr. Egkolpion), que quiere decir "en el pecho", a una cruz relicario, de doble faz donde se guardaban fragmentos de ropa mojados con sangre de los mártires o pequeños pedazos con textos de las Sagradas Escrituras, por lo que puede considerarse como el primer objeto devocional cristiano.1 A partir de los siglos 1v y v comenzó el uso de la representación de un pez, (Ichrys en griego), como símbolo de Cristo, el cual fue reproducido como amuleto cristiano en materiales como cristal de roca, vidrio, plata o bronce, para lo cual se utilizó la inscripción COAIC que significa "Jesús -Cristo- Hijo de Dios, sálvanos". Los primeros cristianos comenzaron a usar medallas colgadas al cuello que pueden considerarse como auténticos prototipos de las medallas devocionales actuales, las cuales fueron utilizadas como recuerdo piadoso o testimonios de su fe. Los medallones se elaboraron en oro, plata, plomo, latón, cobre o bronce y plasmaron el monograma de Cristo alfa CA) y omega (0 ).

A este respecto, se han conservado monedas bizantinas usadas como

medallas de devoción, ya sea con forma de cruz o con la figura de Cristo. Durante la Edad Media los peregrinos adquirían en los santuarios o las tumbas de san tos, como la de san Pedro y san Pablo, unas insignias o plaquitas, normalmente en forma cuadrangular o pentagonal de una sola faz con imágenes de los santos o advocaciones del templo visitado que solían coser a su ropa o sombrero, gracias a unas pequeñas protuberancias que salían de sus vértices y que favorecían la promoción de las devociones. En este sentido, el 15 de febrero de 1198, el papa lnocencio 111 (1198-1216) pidió a sus canónigos no sólo el derecho de emitirlas sino de beneficiarse de su venta, para ello defendió, so pena de excomunión que se hicieran sin contar con una autorización formal.'

Esta práctica en algún m omento estuvo asociada con la veneración que se le tributó al rey Luis IX también conocido como san Luis rey (1214-1270), después de su muerte acaecida en 1270. Ocurrió que la gente comenzó a usar las medallas con su efigie a manera de reliquias, en razón de haberles atribuido milagros. Esta práctica se difundió en toda Francia y los países vecinos, especialmente en Flandes. Durante algún tiempo los objetos de devoción fueron denominados como si9num, insi9nium, o imagen y se hicieron en cobre, plata, en plomo y estaño. La diferencia con las medallas religiosas es que éstas constan de dos caras, eran pequeñas y con mejor diseño, en cuanto a la forma podían ser redondas, cuadradas, ovaladas, octogonales o en forma de corazón y tenían un asa para ser colgadas o sujetadas a la ropa. La medalla, en general, se ha llegado a considerar como la "expresión del Renacimiento", ya que desde su aparición en el siglo XIV, en Italia, representó el espíritu individualista de la época al crear el retrato de personajes. Uno de los artistas más reconocidos es Antonio Pisano, más famoso por el sobrenombre de Pisanello (1397-1455), cuya obra medallística destaca por la calidad de los bajorrelieves en los retratos y por haberles suprimido todo vestigio de influencia antigua. Las medallas se hicieron fundidas en molde, de bronce o plomo," aunque se trataba de una medalla sin asa de su spensión. A finales del siglo xvI, desaparecen las insignias de peregrino para dar paso a unas

medallas de forma oval, a las cuales se les añadió un asa de suspensión perpendicular al campo. Estas podían manufacturarse, por acuñación, con troquel o por fundición. Ya durante el siglo xvn aparecen nuevas formas: octogonal u ochavada, acorazonada y, en menor medida, las circulares. En el siglo xvm las de mayor difusión son las de morfología casi circular, junto a las anteriores. En el siglo XIX perviven las de forma ovalada, las circulares y surgen otras, como las

1 .is medallas religiosas

polilobuladas. Para el siglo XVII y

XVIII

la medallas de devoción eran usadas por

los hombres, unidas al sombrero con un cordón cuando se trataba de un recuerdo de una peregrinación, o como objetos de devoción particular. Mientras que las mujeres y los niños los usaban colgados al cuello o en el pecho. Los fieles, en general, las portaban en bolsas, o bien, como ornato a manera de recordatorio para promover la oración. También fue común que se colocaran en la cimentación de los edificios para pedir protección divina; para ornar las cruces que formaban parte de los rosarios o, incluso, como exvotos. Una de las características de este tipo de medalla religiosa es que se les atribuyeron efectos prodigiosos o protectores al estar asociados con los santos, que eran conocidos por ser taumaturgos. Tal es el caso de san Sebastián, que era invocado contra la peste, san Anastasia para la epilepsia y para alejar al demonio, o a san Antonio contra la muerte súbita, por sólo citar algunos ejemplos. En otros casos, las medallas han dejado constancia de alguna promulgación de la Iglesia como la canonización de los santos, la coronación de imágenes de santuarios, celebraciones jubilares, etcétera, pero, sin duda, el uso más extendido es el divulgar devociones. Otra cualidad es que muestran características artísticas locales. Para ello hay que observar el exergo, en numismática se conoce con ese nombre a la parte de una moneda o medalla donde se indica el nombre de la ceca o la Casa de Moneda donde se manufacturó, generalmente se coloca debajo de alguna figura. En caso de que la medalla fuera romana, figura la palabra Roma, indicando con ello que tanto las imágenes como las inscripciones habrían sido aceptadas por el maestro del Sacro Palazzo y que, por lo tanto, contaba con licencia para ser elaborada en dicha ciudad. La temática de la medalla religiosa gira en torno a las verdades doctrinales y de ah í lo derivado de los decretos tridentinos relativos a la virgen María, como fue

el tema inmaculista. En segundo término estarán aquellas dedicadas a las canonizaciones de nuevos santos, ya sea con su imaginería individual o en relación con una orden religiosa y, por último, a las coronaciones de imágenes marianas, así como dedicadas a conmemorar un j ubileo. 9 El siglo xvm puede con siderarse el "siglo de oro" de la medalla devocional, ya que se incorporaron nuevas escenas devocionales como el de la Sagrada Familia. La producción de la medalla romana tendrá como ejes temáticos a los ángeles y arcángeles, las distintas advocaciones marianas, las nuevas canonizaciones de santos, así como las asociadas a las órdenes religiosas. El auge de las medallas originó la creación de dos tipologías. La primera es redonda como una moneda de cambio p ero con asa y con relieves de efigies sagradas; la segunda corresponde a las denominadas de tipo ventana o caladas. En el mundo hispánico este tipo de joyería alcanzó su apogeo en el primer tercio del siglo xvrr y es posible que tenga origen andaluz. El tipo de medalla que h a sido más estudiado es aquella con marco calado de oro, en cuyo centro se ha dispuesto una imagen de bulto esmaltada. A continuación se analizará la presencia de las medallas devocionales manufacturadas en plata tanto en la modalidad troqueladas como moldeadas, lo cual revelará algunas de las devociones locales que acompañaron los rezos de la sociedad durante el virreinato h asta entrado el siglo

XIX.

MEDALLAS RELIGIOSAS EN MÉXICO

En el caso de México el tema de las medallas religiosas ha sido poco estudiado. En cuanto al acervo de medallas conservadas se aprecia que son principalmente ejemplares del siglo

XIX.

Una manera de aproximarse al

tema es a través de los documentos h istóricos y algunas crónicas religiosas que dan una idea general en torno a su elaboración o sus patrocinadores.

Las medallas religiosas

Ahora bien, quizá sólo sea posible conocer sobre las medallas producidas por los principales santuarios de la época, ya que debido a su importancia hubo registro en crónicas, o porque se generó documentación principalmente por el importe de su manufactura. Sobre la circulación de medallas es poco lo que se puede saber, puesto que se trata de objetos de uso personal. En algunos documentos ha quedado constancia que éstas eran importadas, al igual que muchos objetos devocionales como las ceras de

Agnus Dei, los relicarios, las imágenes, los crucifijos, las estampas, así como las medallas devocionales con indulgencias. Este tipo de obras forman parte de un tipo de "intercambio de regalos devocionales" que no sólo se dio entre embajadores y nobles como parte de regalos diplomáticos, sino que también fue una práctica entre los religiosos o particulares que viajaban a ultramar y que eran traídos a la Nueva España. En el caso de los jesuitas se han identificado una serie de "rutas alternativas" de comercio oficial no registrado por la Casa de Contratación de Sevilla, -institución encargada de regular el comercio- que consistió en la importación de objetos europeos. Al respecto, se puede citar lo ocurrido en la Compañía de Jesús. Este tipo de operación era una de las tantas tareas que realizaban los procuradores generales de las provincias que eran elegidos cada tres años para asistir a las congregaciones generales en Roma, quienes, además de las cuestiones administrativas asociadas con su provincia, se encargaron de la adquisición de productos para sus misiones. Éstos respondían a una lista específica realizada por amigos de la orden en la Nueva España, entre quienes se encontraban algunos patrocinadores, obispos, oidores de la ciudad de México, religiosos de distintas órdenes, monjas de diferentes conventos e, incluso, algún cirujano o sastre.

Entre los objetos encomendados se encontraban productos artísticos o comestibles, ropa y "cosas de devoción'', como fueron las medallas, las cruces de Caravaca o cruces tocadas a ésta, las coronas, las ceras de Aynus Dei, los rosarios, los crucifijos, algunos anillos tocados al brazo de san Javier, libros, esculturas, relicarios, frascos con aceite de las lámparas de la Casa de Loreto, envoltorios con tierra de sus paredes, entre muchos otros. En algunos casos fueron adquiridos por varias docenas como las medallas de las que incluso se llegaron a registrar 32 ooo, más otro lote de 75 ooo; las cruces en número de 8 ooo; 4 250 relicarios de distintos tipos ó 1

200

ceras de Aynus Dei. Como se puede ver, los jesuitas

promovieron en buena medida el uso de determinadas medallas de devoción, en especial aquellas asociadas a la orden, como en el caso de las medallas de san Francisco Javier. De acuerdo con los libros de cuentas de los procuradores es posible advertir diferentes tipos de medallas a las que catalogan como: grandes, de torcho, pequeñas, torcho de todos géneros; ordinarias; de segunda suerte; de la cuarta suerte o, simplemente, las denominan medallas de todos géneros. Respecto a la iconografía, no se precisa, pero bien pudo haberse tratado de devociones marianas, como del santoral universal o bien, de santos jesuitas. En cuanto a su manufactura no se han localizado referencias documentales sobre el tema, sin embargo puede tomarse como referencia las elaboradas en dos santuari~s españoles. En el caso del santuario de Nuestra Señora de Montserrat en 1421 se registró que éstas se hicieron de estaño o plomo, por ser materiales más dúctiles para fundir. Antes del siglo xvn, las medallas eran importadas de Florencia y Milán ante la falta de grabadores locales. En el caso del Real Monasterio de Guadalupe de España, para las medallas del santuario durante los

d.i 11.1

rcl1g10 as

siglos

XVII

y xvm se recurrió a la técnica de fundición, es decir, con un

molde. Para el siglo

XVII

se tiene documentada la fabricación de

medallas en su propio taller de platería, que les permitía tener control de la venta exclusiva de la imagen tanto en efigie como en estampa. En este periodo los plateros se encargaron de realizar un tipo de medallas de factura calada, también llamadas de "ventana", es decir, con la figura de las imágenes religiosas que podían ser advocaciones de la virgen, de Cristo y de diversos santos. Al parecer, la producción de medallas troqueladas en México está en estrecha relación con la llegada a México del grabador Jerónimo Antonio Gil en 1779 para fundar la Academia de san Carlos, ya que a partir de esta fecha se encuentran documentos de particulares que encargan los troqueles para las medallas de distintos santuarios locales, evitándose así la espera y costos de la importación tanto de medallas como de los troqueles europeos. Los grabadores en hueco, es decir, aquellos que realizan bajorrelieves para monedas y m edallas, fueron quienes seguramente diseñaron las medallas religiosas. Por los ejemplares que se han conservado en México, se aprecia que las medallas podían ser modeladas, troqueladas o fundidas. El desarrollo de la medalla religiosa en México puede asociarse con una de las devociones marianas más importantes. En el caso de la virgen de Guadalupe, se sabe que a partir de la segunda mitad del siglo XVII ~e encargaron a Roma unas medallas religiosas con la imagen milagrosa. En 1655 el jesuita Diego Monroy, aprovechando que había viajado a Roma como procurador de la orden, sacó "esta Santa Imagen la primera vez, en una primorosa medalla de torcho", es decir, con un troquel. El cronista de la orden Francisco de Florencia señaló a este respecto que "En Roma se han abierto moldes, se han fundido medallas de tantos géneros,

1 as medallas relic11osas

de las ordinarias y de las de torcho, grandes y pequeñas, en tanto número, que causan admiración". El jesuita, quizá con un deseo de exaltar la imagen indiana, agregó que esta devoción incluso no sólo "en Roma cabeza del mundo, en Alemania, en Flandes, en España y en Francia, es conocida y venerada en los moldes de los torchos, de las estampas y de las imprentas", es decir, para la difusión de la devoción fue fundamental el uso de la imagen grabada para estampas, ya fuera en papel o en metal con las medallas troqueladas. Poco se sabe de lo ocurrido con los troqueles guadalupanos que se trajeron de Roma; acaso se siguieron utilizando, pero, sin duda, la declaración de María de Guadalupe, como patrona de Nueva España en 1747, fomentó la producción de las medallas. Incluso, en 1787 lograron la concesión de indulgencias a las medallas benditas del santuario. Por referencias documentales es posible saber que el santuario guadalupano continuó fabricándolas, obteniendo el privilegio de realizarlas en exclusividad, así como obtener la totalidad del beneficio de las ventas, características que serían imitadas por otros santuarios. Una vez erigida la Colegiata de Guadalupe en 1750, se contó con un administrador del ramo de medallas que era designado por el cabildo de la Colegiata. Por ejemplo, de 1787 hasta 1792' el responsable fue el doctor Juan Joaquín de Sopela y Laherrán, 0 quien, a su vez, suplió en el cargo por fallecimiento a Luis Beltrán. Su tarea era invertir el dinero tanto en la compra de oro, plata, manufactura, vaciado y demás costos de las medallas. Sobre la cantidad de plata necesaria para el obraje de las medallas se puede tomar como ejemplo algunos de los registros conservados. El 16 de enero de 1778 se entregaron 50 marcos de plata para hacer las medallas y fue presentada de la siguiente forma:

En 2 tejos grandes y uno mediano 19 marcos 73/4 granos

-------

En una piña

4 marcos 6

l

En milagritos 13 marcos 4 5/8 Con tornillos y clavos 11 ....._o _m_ar _c_o_s _4 _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ En dos tequitos pequeños de plata de fuego 1 como la de arriba 1 marco 1 grano

Como se puede ver, la producción de medallas estaba considerada como una actividad primordial para el sustento del santuario y, sin duda, mucho más rentable que la conservación de los exvotos de plata o milagritos entregados por los fieles, puesto que éstos se fundiéron y se transformaron en medallas. Para tener una idea de la gran producción de medallas del santuario, el 20 de abril de i789 al 24 de marzo de i791 se labraron 3 355 medallas chicas de plata con un costo de 12 reales cada una, sumando un total de 5 032 pesos 4 reales. En esta fabricación estaba incluido a la inversión de la hechura y las composturas de los troqueles de oro y plata, lo que tuvo un costo de 5 843 pesos. En el caso de la manufactura de unas medallas, en i791 se llamó al platero José María Rodallega. El 14 de abril se le pagaron 6 976 reales por 4 marcos 6 onzas de oro para medallas. Días después, el 23 del mismo mes se le encargaron 35 medallas de plata chicas y se le pagaron en la Casa de Moneda 220 pesos por otras 350 medallas. En i809, de acuerdo con el registro de cuentas del grabador Bernardo . Gil, el artífice designado para confeccionarlas fue Juan José de Nieves, acuñador de la Casa de Moneda . La popularidad que tuvieron estas medallas fue registrada tiempo después en un sermón de i894 por el jesuita Laureano Veres Acevedo, quien agregó que entre los habitantes de México era "muy común traer consigo alguna medalla de esta celestial Señora, como poderoso escudo contra todo género de peligros".

L.1s medallas r"l111ios.1s

En otros casos, ciertas cofradías lograron la autorización de la acuñación de medallas para sus miembros. Tal fue el caso de los cofrades del santuario de la Virgen de los Remedios, quienes hacia i769, a través de don Juan Eugenio de Santelices Pablo, mayordomo tesorero de ésta, solicitó a un religioso que se dirigiría a la ciudad de Roma' que grabara una "porción de medallas de cobre con las imágenes de Nuestra Señora [de los Remedios] y san Felipe de Jesús''. Sin embargo, como España estaba inmersa en el conflicto con Inglaterra, el cajón estuvo detenido en el puerto de Cádiz cinco o seis años; hasta que "después de serenado los Mares, por medio de la paz", arribara un cajón con diez mil medallas benditas en i775 por el pontífice Pío VI (177s-1799); en dicho cajón se incluyó un documento con indulgencias plenarias y parciales otorgadas por el papa. Esta prerrogativa era frecuente que se otorgara a determinadas medallas para promover las devociones. Años después Ignacio Carrillo y Pérez, empleado de la Real Casa de Moneda en i798, al escribir la historia de la portentosa imagen de la virgen de los Remedios, relataría el asunto de las medallas y la importancia que tuvieron al promover esta devoción mariana. En primer lugar recordó la participación de Santelices, quien: puso en práctica se acuñasen medallas con la Sagrada Imagen de los Remedios, de oro, plata y cobre, según se acuñaban ya con la imagen de la aparecida Guadalupe; y ciertamente que es el mejor arbitrio, no sólo para que se aumenten las limosnas, como se verifica en aquel santuario de la Egregia Guadalupana en cuatro mil pesos, o algo más cada año, sino para extender el conocimiento y devoción de las Santas Imágenes aún a Reinos muy remotos, pues las medallas por su fácil cómoda conducción y permanencia, se portan sin romperse, como se rompen las estampas, y sin el embarazo que para

Las medallas religiosas 300

largas caminatas y navegaciones causan las láminas, cuadros o lienzos, aún enrolados, pues esos no pueden ni las estampas acomodarse al cuello en un Cordón o en el Rosario."9 Entre los documentos que se conservan de la cofradía de los Remedios se encuentran las relaciones de gastos para celebrar novenarios en la Catedral de México. Tómese como ejemplo lo registrado en 1788, cuando el tesorero Santelices registró la venta de 484 pesos por la compra de 18 medallas de oro a 16 pesos cada una, en tanto que por las medallas de plata se vendieron 148 medallas a un peso cada pieza. Una vez que contaron con el troquel romano, al parecer se diversificaron las opciones para los fieles, ya que en 1807 cuentan con varios materiales y costos: Medallas de oro con un costo de 16 pesos Medallas de plata a 1 peso Medallas romanas [de cobre] a 2 reales Medallas romanas de latón a 1 real.

ª

Esta manera de recaudar dinero para beneficio del santuario fue muy eficiente y fue imitado por otros. Al parecer, las primeras en tomar esta iniciativa fueron las monjas carmelitas del convento de santa Teresa la Antigua, quienes el 6 de diciembre de 1797, mediante la presidenta superiora y clavería del convento, presentaron una petición para acuñar medallas debido a que durante la epidemia de viruela ocurrida ese mismo año la devoción a la imagen conocida como "El Santísimo Cristo" 5 había aumentado en especial después del novenario, de ahí que la población solicitara medallas del Cristo siempre y cuando "las utilidades que dejen sirvan de ayuda de los gastos de su capilla y nicho y que el beneficio de la construcción de las medallas y su

301

expendio fuera únicamente para el convento a través de su mayordomo a nombre de la comunidad". 53 Pocos días después, el 14 de diciembre se concedió por decreto, "para que se extienda la debida veneración de esta soberana imagen, cuyas medallas sólo se fabriquen y expendan por el mayordomo del mismo convento". Una vez obtenido el permiso, las religiosas se dirigieron con el grabador y director de la Academia de san Carlos, Jerónimo Antonio Gil, para que se hiciera cargo de la acuñación de las medallas de oro, plata y cobre, las cuales tuvieron además el privilegio de contar con indulgencia por cada credo que se rezara. Los albores del siglo

XIX

serían testigos de la creación de otros troqueles para

promover devociones a través de las medallas religiosas. En el año de i8oo el bachiller don Diego Álvarez, cura de la parroquia de san José, solicitó un permiso para tener la medalla de san José, en razón de que el bienhechor de la parroquia, Bernardo Gil, - deseaba propagar la devoción del santo patriarca para lo cual ofreció abrir "graciosamente un troquel de medallas de plata y otros metales para que se expendan en la propia conformidad y con el mismo privilegio exclusivo que las del santo Cristo de santa Teresa, las de Nuestra Señora de Guadalupe, de los Remedios y de san Felipe de Jesús". La petición fue aprobada el 14 de enero de i801, haciéndose énfasis en que la parroquia tuviera la exclusividad de la venta de las medallas. La misma situación se repetiría en el caso del Santuario de Chalma, Estado de México. El 9 de marzo de i803 fray José Montes de Oca, religioso de san Agustín, procurador mayor del real santuario, con la idea de "aumentar las limosnas que se colectan para aquel santuario y alimentos, precios de los religiosos que en él subsisten, tengo dispuesto que en la Real Casa de Moneda se acuñen medallas

L

Las medallas religiosas

302

de diferentes metales con el piadoso objeto indicado." En la solicitud, el religioso enfatizó la petición de que el santuario poseyera "con privilegio de que ninguna otra persona pueda hacerlas ni expenderla a imitación". ' Finalmente, se le concedió el permiso el 18 de mayo de 1803 para difundir la devoción del Cristo de Chalma, así como la recolección de limosnas.

El deseo de promover una devoción también podía ser una iniciativa de algún particular. Tal fue el caso de María Josefa de las Casas y Parra, viuda de José Centeno, regidor perpetuo y alcalde de la ciudad de Q_uerétaro, quien el 15 de julio de 1805 solicitó permiso para acuñar "a su costa" una medalla de la virgen del Pueblito, que aún se ven era en el convento franciscano. 61 Como parte de su argumentación aclaró que:

nunca las ha habido para promover por este piadoso medio, cada día más su culto y devoción, proporcionar a sus devotos el objeto de sus deseos con la acuñación de dichas medallas emprendida hasta aquí por nadie y últimamente para contribuir a los justos y piadosos gastos del santuario que no puede sufragar por sí enteramente por ser muy pobre, con la cesión voluntaria qu e hace el santuario de las dichas medallas cuyo producto de limofoas deja en su beneficio. •

Finalmente, se le con cedió el permiso el 30 de junio de 1805 para que, tanto ella con su hija Mariana Felipa Centeno y e l síndico del convento, tuvieran el beneficio de la venta de las medallas.•·

Por último, cabe mencionar el caso del San tuario del Sacromonte de Amecameca,, que entre los años de 1855 y 1857 mandaron hacer medallas d e diferentes tipos. Se trató de u n ciento de medallas grandes de plata, 800

303

grandes de calamina, hay registro de

1 200

100

chicas de plata y 500 chicas de calamina."4 En 1855

grandes de cobre o

148

chicas "de lo mismo'', llama la

atención que se redujo el número de las de oro a diez medallitas. Este tipo de objeto devocional formaba parte de las llamadas "reliquias" del santuario, como eran las estampas de diferentes tamaños, los rosarios, las crucecitas, novenas, las medidas y los escapularios de raso.

LAS DEVOCIONES LOCALES Y LAS MEDALLAS RELIGIOSAS Las medallas religiosas, quizá por ser objetos piadosos, no han sido valoradas en su totalidad, de ahí que las colecciones que se conservan sean de sumo valor para su estudio, pues son testigos de las devociones locales durante el siglo

XVIII

y

XIX

en México. En cuanto al culto mariano se puede decir que

predominan las dedicadas a la virgen de Guadalupe; algunas de ellas están fechadas en

1777,

1793, ' 1797,

FECIT TALITER OMNI NATIONI"

en el reverso se inscribió la leyenda "NoN

en tanto que en otra de

1805.f 1

Se colocó en el

reverso la imagen de san José. Cabe mencionar que la de 1777 está firmada por el grabador de apellido Benavides. De las pocas medallas firmadas predomina la rúbrica del grabador español Francisco Gordillo. La primera de ellas está fechada con el año de 1802. En cuanto a las devociones, en una de ellas, en el anverso~ se encuentra la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles, y en el reverso la advocación de "san José refugio de los agonizantes". Una segunda tiene en el anverso a Nuestra Señora de los Ángeles de México y al reverso a la Inmaculada Concepción, también fechada en 1802.

Se puede pensar que la venta de estas medallas sirvió para concluir la obra

material del templo en 1808 el cual comenzó a reconstruirse en 1745 gracias a la 1

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305

J

Las medallas religíosas

306

participación de varios benefactores. Por último, se cuenta con una pieza fechada

1 l

en 1815, en cuyo anverso está la advocación de Nuestra Señora de la Merced y en el reverso a san Ramón Nonato,'• religioso mercedario conocido por ser el santo patrono en los partos y de las mujeres embarazadas. En cuanto a las devociones marianas, hay una medalla de 1815 con la imagen de Nuestra Señora de los Milagros que se venera en Tlaltenango,75 en Cuernavaca, Morelos, que recuerda el culto que se remonta a 1720 y que actualmente es considerada como la patrona de la ciudad de Cuernavaca; en el reverso tiene la imagen de san José de Gracia. Otro ejemplar fech ado en 1855 tiene la imagen de Nuestra Señora de Celaya, '• a quien, por un decreto de fundación, se le encomendó la ciudad en 1570. De esta última, llama la atención el reverso, pues se lee la inscripción: "los labradores de Celaya", lo que sugiere que fueron ellos quienes pagaron el troquel para que protegiera sus cosechas. También se conservó otra pieza que representa uno de los cultos marianos aparicionistas en la Nueva España; se trata de la imagen de Nuestra Señora de Ocotlán, que recuerda la aparición de la virgen al indígena Juan Diego Cuauhtlatoatzin en 1514. Otra medalla está fechada en 1805 de Nuestra Señora del Patrocinio de la Bufa, 7& devoción que tiene su origen en 1548 cuando se edificó la primera capilla mariana en el cerro de la Bufa en Mazatecas. Años después, en 1656, fue nombrada como virgen del Patrocinio del pueblo de Zacatecas. De igual forma hay una de Nuestra Señora d« la Luz, en cuyo reverso está el arcángel san Rafael. ' 9 Hay otra con la devoción de la virgen María Santísima de Guanajuato de 1845 y en el reverso la imagen de san Ignacio de Loyola. 80 En el caso de la devoción a la virgen del Rosario, se troquelaron dos variantes, una patrocinada por el convento de los dominicos de Puebla 81 y la otra por el de

México. ~ 2

1

307

También h ay medallas con la imagen de Nuestra Señora de los Remedios, de san Juan de los Lagos, de Guanajuato, Zapopan o de Acapulco. En cuanto a las advocaciones de Cristo, se tiene registrada la del señor del Sacro Monte d e Amecameca en el Estado de México, obra fechada en l.827; otra, del señor del pueblo de Cuautla, se refiere al santuario del Señor del Pueblo d e Xochitepec, Morelos. 1 Asimismo, existen medallas sobre el Señor de Chalma, cuyo santuario fue fundado en el

XVII

por los padres agustinos;

del Cristo de san ta Teresa fechada en l.829; o el señor de Mexicaltzingo en el Estado de México. De igual forma, se conservan medallas que reflejan el santoral que protegen diferentes aspectos de la vida, como es el caso de san Avelino, que auxilia en caso de muertes repentinas; san Roque, contra las epidemias , o santos de órdenes religiosas como el jesuita san Francisco Javier o san Ignacio de Loyola. Afortunadamen te, se conservaron un par d edicadas a san Felipe d e Jesús, religioso criollo de la orden franciscana que fue beatificado el l.4 de septiembre de l.627; una fechada en l.788 y l.798. Otro tipo de medallas son las del tipo ventana; éstas fueron moldeadas y son de forma ovalada o, incluso, en forma de urna. El cerco se distingue por tener distintos motivos ornamentales que en marcan la imagen central. La representación se caracteriza por tener rasgos muy generales, es decir, no se trata de los detalles que proporcionan una imagen grabada y troquelada. Sin embargo, es posible identificar, gracias a sus atributos e iconografía, las advocaciones de distintos santos como san Antonio Abad, san Cristóbal, santa Lucía

o san Roque.

En cuanto a las devociones marianas se han

conservado ejemplos de la Inmaculada Concepción,

la virgen de la Piedad,

Las medallas religiosas

308

la virgen del Carmen, 1º4 la Dolorosa, ios la virgen de la Luz 1º6 o la guadalupana. 107 En el caso de la imaginería de Cristo, predomina la representación de Jesús Nazareno, 108 Cristo en la cruz 109 y, en algún caso, la urna de un Santo Entierro. 110 La medalla religiosa, al pertenecer el mundo de la numismática, nos enseña algunas características que deberían apreciarse. Al tomar entre las manos una habrá que ver su aspecto material: el anverso, el reverso, el canto o grosor; el peso, el tipo de aleación, la impronta o leyendas, las figuras, el estilo, la firma de grabador, etcétera. Después, habrá que revisar el aspecto puramente devocional, es decir, de qué devoción se trata, analizar en qué casos es una imagen local o de un culto más extendido. Sin importar la calidad del grabado o de la imagen en general, lo más importante es que tiene una finalidad evocativa, puesto que recuerda y hace presente a la imagen divina como si fuera la representación auténtica. Las medallas son en sí mismas pruebas genuinas de la fe y testimonios de hechos históricos que recrean quizá una aparición milagrosa, recuerdan la protección ante alguna epidemia pero también son documentos históricos de las devociones y del grabado numismático en México.

,'

@

1

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Las medallas r e ligio sas 310

NOTAS

1

Los sacramentales son signos sagrados que santifican diversas circunstancias de

la vida como las bendiciones ; la consagración de personas o lugares y el exorcismo I:

2

Paola Gallimani, "La medaglia devozionale cristian: secoli

XVII.

Part

Secolo xvrr", Meda9lia, núm. 24, 1989, p. 35. Agradezco a Teresa Aymami su generosidad

por compartir la bibliografía especializada sobre el tema de medallas y sus observaciones

3

4

Ibid., p. 36

Ibid., p. 20

'5

Ignacio Asenjo Fernández, La

plástica en las medallas de Pisanello, Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Bellas Artes, Departamento de Escultura, España, tesis doctoral, 1995· pp. 72 y 75

6

Louis Dancoisne, Les médailles reli9ieuses du Pas-de-Calais, impr. de Rohard-

7

Courtin (Arras), 1880, 1, P. 42

Empleado en el palacio pontificio, a cuyo cargo está

el examen de los libros que se han de publicar 44-47

9

Ibid., parte 2, p. 52

de Andalucía, 1, pp.132

11

10

8

Paola Gallimani, pp.

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