Las masacres de la guerra civil española y su tratamiento historiográfico

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Descripción

Las masacres de la guerra civil española y su tratamiento historiográfico Juan Lorenzo Lacruz Universidad de Zaragoza Resumen: Esta investigación historiográfica analiza el hecho histórico de las masacres cometidas durante la guerra civil española analizando varios de sus elementos fundamentales. Se pone en relación el devenir sufrido por la historiografía centrada en la guerra civil con el debate generado actualmente por la Memoria Histórica. El estudio refleja a su vez las motivaciones de ambos bandos para recurrir a la violencia y la metodología que pusieron en práctica. Posteriormente se analizan las masacres cometidas por ambos bandos en determinadas regiones españolas para finalmente analizar algunos de los problemas a los que se enfrenta el historiador ante tan delicado tema. Palabras clave: Masacres

Historiografía

Historia de España

Memoria histórica

Violencia política Abstract: This research analyses the historical events of the commited massacres during the Spanish Civil War focusing on various fundamental topics. The ongoing debate generated around the Historical Memory is related to the evolution of the specialized historiography. The study also reflects the motivations of both factions for appealing violence and the methods they applied. Subsequently the massacres commited in particular Spanish regions were analysed to show, finally, the problems faced by the historian discussing such a delicate subject. Key words: Massacres

Historiography

History of Spain

Historical Memory

Political Violence

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ÍNDICE INTRODUCCIÓN 1. SIGNIFICADO DE LAS MASACRES EN LOS DOS BANDOS ENFRENTADOS 2. LAS MASACRES EN LA ESPAÑA FRANQUISTA 2.1. Andalucía a) Sevilla b) Málaga c) Córdoba d) Granada 2.2. Cataluña a) Lérida 2.3 Norte y Aragón a) Asturias b) Aragón 3. MASACRES REPUBLICANAS 3.1. Madrid, Barcelona y Valencia a) Madrid b) Barcelona c) Valencia 3.2 Un caso paradigmático: el POUM y Andreu Nin 4. INTERPRETACIÓN CONTROVERTIDA DE LOS HECHOS 4.1 La constante controversia entre las cifras e interpretaciones 4.2. Dos casos significativos: Paracuellos del Jarama y Badajoz 4.2.1 Paracuellos del Jarama y Torrejón de Ardoz a) Los hechos y su mitificación b) Una interpretación de referencia: Ian Gibson c) Un debate historiográfico 4.2.2. Badajoz a) Los hechos y su mitificación b) Una interpretación de referencia: Mario Neves c) Un debate historiográfico

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5. INTERPRETACIÓN HISTORIOGRÁFICA DE LAS MASACRES EN EL CONTEXTO DE LA GUERRA CIVIL Y EL FRANQUISMO 5.1. Primera historiografía a) Cuestiones de guerra b) Los cronistas de la “Cruzada” c) Historiografía republicana en el exilio 5.2 Aportaciones del mundo anglosajón y renovación académica en las décadas de los 50 y 60 5.3. Tendencias interpretativas en el tardofranquismo 6. HISTORIOGRAFÍA DE LAS MASACRES Y DE LA GUERRA CIVIL EN EL POST-FRANQUISMO Y LA ACTUALIDAD 6.1 . El boom del cincuentenario 6.2 El decenio de los 90 6.3 Proyección de la controversia en el siglo XXI 7. HACIA UNA SÍNTESIS DE LAS INTERPRETACIONES HISTORIOGRÁFICAS 7.1 A propósito de las Memorias de Manuel Azaña 7.2. La hegemonía de Ricardo de la Cierva en la historiografía franquista 7.3. La influencia de los Hispanistas británicos y franceses a) Gerald Brenan y los hispanistas británicos b) Bartolomé Bennassar y los hispanistas franceses 7.4. El debate historiográfico en España 7.4.1. Historiografía franquista y revisionista 7.4.2. Historiografía crítica y antirrevisionista a) Precedentes b) Representantes Alberto Reig Tapia Julián Casanova 8. LA CONTROVERSIA HISTORIOGRÁFICA EN EL CONTEXTO DE LA RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA 8.1. Los silencios de la Transición 8.2. La repercusión de la Memoria Histórica 8.3. El debate actual entre revisionistas y antirrevisionistas historiográficos 9. BIBLIOGRAFÍA 3

INTRODUCCIÓN La Guerra Civil española ha constituido el episodio más sangriento acaecido durante el siglo XX español. Sus consecuencias han supuesto un duro lastre para la memoria histórica de la colectividad del país. Dicho lastre se denota especialmente en aquellos aspectos escasamente tratados, malinterpretados y en el peor de los casos, manipulados interesadamente. El ejemplo más claro al respecto es el tema de las masacres de la Guerra Civil, cuya trascendencia es evidente al suponer la más flagrante prueba de la violencia fraticida practicada en España. Las masacres constituyeron el cenit del odio caínita que explotó en los años 30, en un país que arrastraba tras de si un importante bagaje de subversiones, rebeliones y represión. Tras un siglo XIX marcado por la revolución liberal (caracterizada por la alianza entre antigua nobleza y nueva oligarquía burguesa), por las guerras civiles carlistas y por un extenso número de insurrecciones y golpes de estado, se inició un siglo XX marcado por dicho currículo y por los nuevos acontecimientos a que dio lugar. Así pues, la Guerra Civil sería la culminación de un proceso histórico claramente caracterizado por el continuo recurso a la violencia. Algunos autores, como el profesor Santos Juliá, consideran la Guerra Civil y las masacres como el final necesario de la trayectoria secular hispana. Otros autores recurren a explicaciones deterministas que vienen a certificar que la formación de la España contemporánea se fundamentó sobre la base de la violencia lo que le llevaría hacia un devenir histórico divergente con respecto al resto de Europa occidental. Dicha evolución estaría plasmada en la constitución gradual de un antagonismo entre aquellos que quedaron anclados en la tradición y aquellos que pugnaban por el progreso nacional. De este modo, se llega a la conclusión de que la escisión del país en “dos Españas” era inevitable. Otros autores, como Ramón Menéndez Pidal, achacan la guerra fraticida a la etnosicología fundamentada en el carácter del pueblo español dotado de una fuerte tendencia hacia la escisión y el exclusivismo. No obstante estas interpretaciones se remontan a una historia ancestral tremendamente idealizada, anacrónica y que se presta a múltiples matizaciones. Es por ello, que el origen de la violencia que se cebó sobre los españoles debe buscarse como mucho en el siglo XIX, aunque muchos especialistas no se remontan más allá del inicio del siglo XX e incluso hasta el mismo momento en que se produce la insurrección militar del 18 de julio de 4

1936. La especificidad de la guerra de España, como fue calificada entonces, dista mucho de poder ser comparada con otros conflictos anteriores y mucho menos la violencia, la represión y la aniquilación del contrario puestas en práctica. Así pues, es a través del análisis de las masacres llevadas a cabo por ambos bandos de donde se pueden extraer las principales conclusiones que demuestran la singularidad de la guerra así como su crueldad. Además, la Guerra Civil, y sus detestables ejemplos de violencia, han producido una vasta historiografía que lejos de facilitar su estudio y reflexión la presentan aun más difícil. El desarrollo historiográfico sobre la guerra española ha estado muy influenciado por las connotaciones políticas resultantes del conflicto, pues buena parte de la centuria estuvo dominada por las opiniones de los llamados “cronista de la Cruzada” y por historiadores próximos a régimen. La censura y el exilio no permitieron sacar a la luz la verdad de lo sucedido en el país. Ello queda evidenciado por el peso que tuvieron los estudios promovidos por hispanistas extranjeros, principalmente anglosajones, que aun distanciados políticamente de la temática, no clarificaban mucho los aspectos más oscuros de la guerra. El fin de la dictadura y la llegada de la democracia favorecieron un verdadero impulso historiográfico en el que por primera vez el bando derrotado pudo dar su versión de los hechos. No obstante, si bien las crónicas generales sobre la guerra fueron realizadas, no sucedió lo mismo con el tratamiento de los elementos más delicados, entre los que destacan sin duda, por su peso y trascendencia, las masacres. Realmente, hasta las últimas décadas no se han dado verdaderos estudios que se internen en profundidad en el sujeto de las victimas represaliadas y en los crímenes de la guerra. Muchos autores afirman, que como para el caso de la ocupación-colaboración de Francia con el régimen nazi, hacen falta cerca de tres décadas para que el tema pueda ser analizado desde la objetividad y bajo un correcto rigor histórico. Así pues, en los últimos años se han emprendido los necesarios estudios sobre la temática, principalmente abanderados por los herederos de aquellos que sufrieron en primera persona los horrores de la guerra y el odio visceral del fascismo hispano. La llamada generación de los “nietos” es la que ha tomado el relevo a la historiografía foránea en lo concerniente al tratamiento y el estudio de las masacres. Cabe decir, que la historiografía siempre ha mantenido un vasto lastre ideológico difícil de mitigar incluso en los estudios más serios y objetivos. Este lastre se trasluce a través 5

de las críticas más o menos veladas que los nuevos autores exponen contra los actos de la dictadura franquista; gracias a la democracia se ha podido condenar realmente las atrocidades cometidas aunque el llamado “consenso” de la transición instara a no ahondar en las viejas heridas, muchas de ellas todavía sin cerrar. No obstante, la disparidad de opiniones actual vienen a ser el reflejo del abanico ideológico y social que caracterizó en su tiempo a la guerra, pues no es difícil encontrar autores que defiendan los actos de los militares sublevados o bien nieguen muchas de las verdades históricas tanto tiempo manipuladas. Este grupo de “historiadores” son los denominados revisionistas, que al abrigo de los grupos conservadores y del gobierno derechista del Partido Popular pudieron proclamar en numerosas ocasiones la legitimidad de la sublevación y de los crímenes realizados. Frente a ellos se encuentran un número mayor de autores de signo contrario que vienen a defender la legalidad republicana y a denunciar, con mayor o menor intensidad, los crímenes cometidos, tanto en uno como en otro bando. Esta disparidad de opiniones, muchas veces enconadas y polémicas, vienen a certificar como el abismo de silencio abierto por la Guerra Civil no ha sido todavía rellenado con el suficiente sustrato de verdad histórica. Además, las huellas de la guerra y la dictadura a la que dio lugar son todavía más que latentes, así como el peso y fuerza de los sectores conservadores y reaccionarios, los cuales siguen muy presentes en todos los niveles de la sociedad española. Muchos de los integrantes o afectos al régimen siguen contando con prestigiosos puestos desde el estamento militar hasta el poder judicial pasando por la vida pública y por el “cursus honorum” político. La transición, por no ocasionar un nuevo enfrentamiento entre compatriotas, vino a sancionar los desmanes cometidos años atrás legitimando el poder de la derecha española, la cual al igual que la iglesia católica, nunca ha reconocido sus errores y culpabilidad. Frente a ello, la izquierda española, crónicamente dividida en un amplio espectro ideológico, no ha podido superar el silencio, el miedo y el olvido hasta hace muy poco tiempo. Además, solo actualmente esta decidida a recuperar la memoria y la dignidad de sus muertos, pues durante la transición democrática sus principales dirigentes abogaron por olvidar lo ocurrido y no reavivar viejas disputas. Esta nueva actitud de la historiografía hispana se ha visto favorecida por la multiplicación de los estudios locales y regionales que han aportado luz al asunto y un gran número de nuevos datos e informaciones. A ello se suma la labor de nuevas asociaciones entre las que destaca la Asociación para la 6

Recuperación de la Memoria Histórica. Estos estudios, que parten de zonas concretas de la geografía española, sirven para comprobar actuaciones que se dieron en la totalidad del territorio español y su análisis permite establecer conclusiones que hasta la fecha no podían haber sido contempladas. Sin embargo, la escasez de fuentes respecto al tema de las masacres sigue siendo más que acusada, pues su propia idiosincrasia viene marcada por la ocultación, la censura y la manipulación. La dificultad de aprehender unas fuentes fidedignas al respecto se agudiza por culpa de las resistencias, oficiales o no, que todavía hoy existen al respecto. Como apunta el prestigioso historiador británico Paul Preston, el régimen franquista siempre estuvo deseoso de mantener la cruel división entre vencedores y vencidos, entre una España auténtica y una anti-España. Este mismo historiador destaca el supurante mantenimiento de la cuestión de la guerra, que aunque atenuado perdura hasta nuestros días. Las masacres de la Guerra Civil no se limitaron a un exterminio físico del enemigo, sino a una aniquilación de su memoria, historia y dignidad en parte heredadas por los descendientes de los derrotados. En el estado español existe a día de hoy un gran silencio y un miedo velado ante una dictadura ya extinta pero todavía presente al ser la democracia actual el resultado directo de una evolución del régimen. Hasta el año 2000 el congreso de los diputados del país no condenó la dictadura franquista, que aunque con un eficiente lavado de cara, mantenía viva su legitimidad y su peso social. Ese fue el resultado del llamado “pacto del olvido” propio de la transición posterior a la muerte del general Franco. Este pacto certificó el deseo de la izquierda de no reclamar venganza pero tampoco la necesaria reparación político-legal de las victimas. Esta defección de la izquierda ha dado lugar a que la derecha española vea su posición reforzada para poder defender el fascismo, de manera muchas veces directa, con el apoyo de los medios de comunicación afines y con la eterna complicidad de la mayoría del clero español. Con estos presupuestos debe entenderse que el estudio profundo de las masacres cometidas durante la guerra española cuenta con más obstáculos que el tratamiento de cualquier otro aspecto de la misma. Si un estudio general y objetivo sobre el conflicto como tal cuenta con importantes barreras para acceder al rigor histórico, las dificultades son aun mayores cuando se quiere adentrar en el estudio de un tema todavía tabú para muchos ciudadanos españoles. Mientras los muertos del mal llamado bando “nacional” 7

reciben, como ya lo hicieron en la dura posguerra, múltiples honores y conmemoraciones, los muertos del bando republicano no pueden todavía ser enterrados dignamente incluso ni ser localizados e identificados. El injusto tratamiento de las victimas de la Guerra Civil viene a ser la prueba del desagravio histórico que arrastra la frágil democracia española desde 1978. Todo ciudadano, y más aun los historiadores actuales, tienen la tarea democrática de superar dicha injusticia a través del reconocimiento de lo ocurrido gracias a un estudio severo y profundo de las masacres y la represión provocadas por la guerra. No obstante, hasta que todos los sectores de la sociedad española no acepten su responsabilidad y culpa no será posible superar los problemas que lastra la memoria colectiva del país. Por tanto, el primer paso para conseguir dicho proceso de asimilación del pasado es superar el olvido y dignificar a todos aquellos que lucharon por la primera democracia que vivió el país, destruyendo las falacias y tergiversaciones vertidas sobre los mismos y todavía hoy defendidas por buenas parte de los herederos del franquismo. Afortunadamente, las nuevas generaciones de ciudadanos e historiadores contemplan con mayor claridad la necesidad de cerrar óptimamente las heridas del pasado pues de lo contrario el futuro del país seguirá pecando de los errores cometidos años atrás. Actualmente la Guerra Civil y las masacres cometidas suscitan si cabe más interés debido a la reactivación de distintas polémicas al respecto de las responsabilidades de cada bando. Los últimos estudios han proporcionado datos e informaciones hasta hace poco tiempo no accesibles al público, como por ejemplo los guardados en archivos militares y de distintas instancias carcelarias y de orden público. Estos nuevos documentos y datos han permitido completar el escueto marco histórico que hasta ahora tenía el tema de la represión en España. El fin de la dictadura y de la censura no trajeron de inmediato la apertura de archivos, sino que su aparición pública hubo de pasar por muchos trámites y querellas. Además la profundización de los estudios locales y la promoción de la búsqueda y apertura de fosas comunes ha podido unirse a testimonios y opiniones de personas que vivieron la guerra y que bajo la dictadura mantuvieron en secreto toda información acerca de la posible localización de dichas fosas. La localización de estos lugares supone en la actualidad uno de los objetos principales del debate referente a la memoria histórica. El mismo concepto de memoria histórica ha reactivado el tradicional debate sobre la Guerra Civil aportando un nuevo aspecto de gran importancia a la historiografía especializada. 8

Varias fueron las actuaciones que precedieron la actual legislación acerca de la memoria histórica. Estas leyes y decretos se promulgaron una vez concluida la dictadura dentro del marco de consenso orientado a reconciliar las dos Españas quebradas por la guerra. Los principales ejemplos al respecto son la ley del 5 de marzo de 1976 a través de la cual se regulaban las pensiones de los españoles mutilados durante la guerra. La ley del 15 de octubre de 1977 constituyó la amnistía general para los reprimidos por la dictadura, cabe decir que esta amnistía ha sido criticada por muchos por sus limitaciones y fisuras legales. El 18 de septiembre de 1979 se fijó el reconocimiento de pensiones y la asistencia social para las viudas y familiares de muertos durante la contienda. En los años 80 se promulgarían distintas leyes que regulaban pensiones para excombatientes, mutilados y el reconocimiento de derechos y servicios prestados para los militares y fuerzas del orden leales al orden republicano. Estas leyes fueron ampliadas por varias Comunidades Autónomas hasta que el 28 de octubre de 2007 el congreso de los Diputados aprobó la llamada “Ley para la Memoria Histórica” a través de la cual se reconocen y amplían los derechos a favor de los que sufrieron la represión durante la guerra y la dictadura. Cabe decir que el 20 de noviembre de 2002 (fecha trascendental por coincidir con la muerte del dictador) el Congreso de los Diputados condenó por unanimidad el franquismo y reconoció moralmente a las victimas del mismo. La polémica también se avivó con el debate generado por la retirada de la estatura ecuestre de Franco situada frente a Nuevos Ministerios. Esta polémica fue el ejemplo más claro de las resistencias todavía existentes a día de hoy a la hora de retirar placas conmemorativas del franquismo y sus lugares de culto como el Valle de los Caídos. Cabe decir que en este lugar hasta hace un año las manifestaciones y rememoraciones franquista eran totalmente legales. A la aprobación de la Ley para la para la Memoria Histórica siguió la ceración, por parte de Emilio Silva y Santiago Macías, de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica orientada a la localización y excavación de fosas comunes y a la divulgación de toda información referente a las mismas. En 2007 también se avivó la polémica por la desestimación de las denuncias presentadas por los familiares de victimas expuestas antes la Ausencia Nacional, que terminó con la nulidad del proceso tras una esperanzadora pero efímera actuación del juez Baltasar Garzón (encargado 9

también del proceso emprendido contra el dictador chileno Augusto Pinochet). Por último, pues sobre todos estos aspectos profundizaré más tarde, se llegó al cenit de la polémica con el debate suscitado por la devolución de los llamados “Papeles de Salamanca” o documentos que fueron confiscados por el ejercito sublevado tras la ocupación de Cataluña y que sirvieron para la “Causa General contra la Masonería y el Comunismo”, que no fue sino la redacción por escrito de la legitimación del alzamiento y la persecución de todo aquel susceptible de pertenecer al bando legal republicano. Así pues, son muchos y complejos los aspectos a tratar y a clarificar pues el debate sobre las masacres, la memoria histórica y los documentos de la Guerra Civil sigue más vivo que nunca. Es por ello que a través de esta memoria trataré de sintetizar lo más pormenorizadamente posible el hecho histórico de las masacres aportando las opiniones de distinto signo vertidas al respecto; para poder más tarde exponer un análisis sobre el tratamiento sufrido por éstas tras la transición y la democracia al calor de la polémica sobre la memoria histórica y el reconocimiento legal de las victimas de la guerra y la culpabilidad de sus verdugos. El tema de las masacres de la Guerra Civil se perfila como una de los más oscuros, trágicos y en consecuencia menos tratados por la historiografía tanto española como extranjera. El carácter de las masacres y las huellas morales dejadas en muchos familiares nunca ha sido abordado hasta la actualidad. Después del 70 aniversario de la guerra y tras 40 años de dictadura muchas de las masacres fueron silenciadas y manipuladas incluso por los mismos familiares y parientes de las víctimas, pues el miedo y la represión de la dictadura impidieron todo intento de honrar a los muertos republicanos. Mientras éstos eran considerados como monstruos integrantes de la antiEspaña, los caídos del bando contrario eran honrados con conmemoraciones y considerados mártires del nuevo régimen. Las familias de unos no pudieron ni llorar a sus muertos, mientras las de los otros pudieron llorarles, honrarles y beneficiarse de las prebendas del régimen que ayudaron a instaurar. Las dificultades por encontrar las fosas comunes aumentan sobretodo en las provocadas por el bando franquista, ya que muchos de las y los asesinadas no fueron registrados en los archivos civiles de defunciones y en muchos casos en los que si fueron registrados la causa de su muerte se halla manipulada. Además, tras la victoria del bando “nacional” muchos de estos registros fueron destruidos como así pasó tras la muerte del dictador. 10

Es por ello que los obstáculos y dificultades aumentan a la hora de poder tratar históricamente un tema tan delicado como éste, teniendo que recurrir en muchas ocasiones a testimonios de testigos o a indagar someramente en los archivos todavía conservados. Antes de tratar en profundidad la historiografía generada por al guerra, la represión y las masacres es preciso elaborar un pequeño marco descriptivo sobre las masacres, destacando las más importantes, llevadas a cabo por ambos bandos, con metodologías y motivaciones distintas. No obstante existe una gran dificultad a la hora de proponer distintas visiones sobre las masacres, ya que su tratamiento historiográfico ha sido, al menos hasta la actualidad, deficiente y manipulado. No obstante, se cuenta en la actualidad con varios estudios serios y bastante objetivos que permiten al menos un conocimiento suficiente al respecto. Para este análisis de las principales masacres utilizaré dos de las fuentes más rigurosas y contrastadas, como son la obra de Santos Julía1 y de los fundadores de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, Emilio Silva y Santiago Macías2. A través de ambas obras, completadas con la obra de Cesar Alcalá3 y la de Agustín de Foxá4, se puede establecer una visión completa sobre lo que fue la represión de ambos bandos materializada a través del cruel acto de los fusilamientos y las masacres.

1.

SIGNIFICADO

DE

LAS

MASACRES

EN

LOS

DOS

BANDOS

ENFRENTADOS En primer lugar es necesario establecer las motivaciones de ambos grupos y su metodología para poder comprender como se llegó a la espiral de violencia política que llevó al país a escindirse en dos mundos irreconciliables. El estudio de Santos Juliá sobre las masacres nos ayuda a entender estos aspectos y las causas por las que se multiplicaron las masacres por todo el territorio español, incluso por aquellas zonas alejadas del frente y sin una previa implicación política. En primer lugar, Juliá alude a la delicada situación producida por el golpe de Estado, la cual se caracterizó por un estado 1

JULIÁ, Santos (coord.), Victimas de la guerra civil, Editorial Temas de Hoy, Madrid, 1999. SILVA, Emilio et MACÍAS, Santiago, Las fosas de Franco, los republicanos que el dictador dejó en las cunetas, Editorial Temas de Hoy, Madrid, 2003. 3 ALCALA, Cesar, Checas de Barcelona: el terror y la represión estalinista en Cataluña al descubierto, Editions Belacqua, Barcelona, 2005. 4 DE FOXÁ, Agustín, Madrid de Corte a checa, Madrid, Ciudadela de Libros, 2006. 2

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de rebelión y de revolución en torno a una República atacada por todos los frentes, incluso y desgraciadamente desde su propio terreno. Quedó claro que las urnas no resolverían las problemáticas que sufría España desde tiempo atrás, todo ello quedó evidenciado a través de los denominados “levantamientos plebiscitarios” 5. Dichos levantamientos fueron secundados por fuerzas de izquierda como de derechas y anunciaban la futura violencia que, en defensa de la sociedad futura o pasada, se extendería por España. El golpe militar quedó frustrado al no contar con la totalidad del ejército y las fuerzas del orden para su causa, es por ello que la liquidación de los militares leales será la primera misión de los sublevados. Además se dio lugar a que grupos de civiles muy movilizados tomaran las armas y las calles para plantar cara a los militares insurrectos. Por tanto, se dio una situación de rebelión no triunfante y de revolución multiforme que daría lugar a una guerra con distintos apelativos, desde guerra de clases, guerra de religión, guerra de nacionalismos, guerra entre dictadura y democracia o entre fascismo y comunismo. Santos Juliá, gran especialista en la materia, considera a la Guerra Civil como un enfrentamiento situado como si de una bisagra se tratara entre dos tiempos, entre un siglo XIX de sublevaciones y un siglo XX de guerra total. En definitiva, se trata una guerra con carácter tradicional pero que a su vez cuenta con un carácter moderno y destructivo, precedente inmediato de la Segunda Guerra Mundial. La indeterminación tanto de la rebelión como de la respuesta revolucionaria darían lugar a un distinto devenir histórico bien diferenciado dependiendo de las distintas zonas geográficas españolas, como se verá posteriormente. Como apunta Juliá, los militares no buscaron en principio ninguna legitimación, les bastaba con ver que el gobierno republicano estaba controlado por organizaciones obreras revolucionarias, así como sectas y sindicatos de inspiración foránea. Fue la propia jerarquía eclesiástica quien legitimó el golpe, considerándolo una lucha justa contra ideologías ajenas a España, como el liberalismo venido de Francia o el comunismo traído desde Rusia. Se trató, paradójicamente, de una “guerra contra el invasor” en la que no existía ninguna posibilidad de pacificación. Dicha guerra contra el invasor fue también considerada por el bando republicano, en primer lugar por ser los lideres de la rebelión del ejército africanista y por contar con el apoyo del fascismo europeo. El recurso a políticas de 5

UCELAY-DA CAL, Enric, Buscando el levantamiento plebiscitario: insurreccionalismo y elecciones, Barcelona, Revista Ayer, 1995.

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exterminio estaba claro para ambos bandos6, en el bando insurgente la represión y la muerte estaban unidos a la construcción de un nuevo poder, por el contrario, en el bando leal, la represión y la muerte estaban ligadas al hundimiento de todo poder. Metodológicamente

las

masacres

cometidas

por

el

bando

franquista

respondieron a decisiones fríamente tomadas por los mandos militares y los grupos civiles que les apoyaron. La muerte del rival era un fin en si mismo y objetivo primordial para crear el nuevo estado fascista o nacional-católico. Para el bando republicano las masacres fueron la prueba de la inexistencia temporal del estado y por el odio y la violencia espontánea. En el bando franquista las masacres se orientaban a la creación de un estado fuerte y autoritario, y en le bando republicano dieron lugar a una atomización de poderes que no logró sustituir al poder legítimo. Los militares, y sus más fieles aliados del clero y del fascismo, se impregnaron de una violencia vengativa y con carácter purificador que no concluirá hasta los años 40 coincidiendo con el final de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo en el bando republicano las masacres remitieron a medida que el gobierno se reconstruía 7. Además la propia revolución contaba con un fuerte carácter redentor e incluso milenarista. De ahí que la violencia por la religión o en contra de esta requiera una posterior mención aparte (Manuel delgado). En definitiva, la metodología y motivaciones del bando sublevado partían de crear a través del derramamiento de sangre un nuevo estado, y las del bando republicano, partían del miedo, la ansiedad y los ataques del adversario. En estas circunstancias fue imposible el perdón y la negación clamada tanto desde el propio país como desde el extranjero. 6

“En este trance de la guerra yo ya he decidido la guerra sin cuartel. A los militares que no se hayan sumado a nuestro Movimiento, echarlos y quitarles la paga. A los que han hecho armas contra nosotros, contra el ejército, fusilarlos. Yo veo a mi padre en las filas contrarias y lo fusilo. Cualquiera que sea abierta o secretamente defensor del Frente Popular debe ser fusilado. Hay que sembrar el terror, dejar sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros”, General Mola. “Ya conocerán mi sistema: por cada uno de orden que caiga, yo mataré a diez extremistas por lo menos, y a los dirigentes que huyan, no crean que se librarán con ello; les sacaré de debajo de la tierra si hace falta, y si están muerto los volveré a matar”, General Quipo del Llano. “No hay redención sin sangre, y bendita mil veces la sangre que nos ha traído nuestra redención”, General Franco. “Existen sólo dos caminos, victoria para la clase trabajadora, libertad, o victoria para los fascistas lo cual significa tiranía. Ambos combatientes saben lo que le espera al perdedor. Nosotros estamos listos para dar fin al fascismo de una vez por todas, incluso a pesar del gobierno Republicano”, Buenaventura Durruti. 7 “Levanto mi voz para oponerme al sistema y afirmar que se han acabado los “paseos”. Hubo días en que el Gobierno no fue dueño de los resortes del poder. Se encontraba impotente para oponerse a los desmanes sociales. Aquellos momentos han sido superados. Es preciso que el ejemplo de la brutalidad monstruosa del enemigo no sea exhibido como el lenitivo a los crímenes repugnantes cometidos en casa”, Manuel de Irujo, ministro de Justicia republicano.

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Tras el golpe militar, que triunfó en buena parte del país, los militares se dedicaron a regar con sangre las calles y barrios de ciudades y pueblos para cortar de raíz todas las posibles resistencias. Mientras, según Julián Casanova colaborador en la obra de Juliá, fue muy costoso y sangriento abortar la sublevación en Madrid y Barcelona, principales ciudades del país y desde entonces símbolos de la resistencia antifascistas. Las resistencias, tanto en uno u otro bando, serían respondidas con el exterminio. El carácter de guerra larga que se consolidó tras la victoria parcial de los militares, supuso la implantación de un clima de terror en la zona franquista, mientras en la zona republicana donde perdieron los insurgentes se produjo la toma de armas por parte de los grupos sindicales y el inicio de un proceso revolucionario también vengativo. Fue, según Casanova, ese golpe contrarrevolucionario que intentaba frenar la revolución el que la acabó por desencadenar. Con todo ello, el profesor Casanova, afirma que dentro de esa Guerra Civil hubo varias guerras. Los sublevados usaron una terrorífica máquina del terror que logró destruir la capacidad de resistencia de las organizaciones obreras, intimidando a los adversarios menos activos y exterminando a sus más destacados enemigos. Se trataba de un nuevo triunfo del militarismo frente a la política civil, como ya había pasado en 1923 con la dictadura de Miguel Primo de Rivera. Pusieron en práctica un “terror caliente” que acabó con los políticos y sindicales más significados. La ley fue sustituida por el marcialismo militarista, que despreciaba los derechos humanos y rendía culto a la violencia y la muerte. Entre las motivaciones de los militares y sus partidarios se unían el patriotismo exaltado, la exacerbada religiosidad, los odios políticos y personales. Las bandas de asesinos protegidos por militares y terratenientes se multiplicaron así como una crueldad sin freno alguno. Así el verano sangriento de 1936 comprende más del 50 por ciento de las masacres de toda la guerra. Fue en las zonas de mayor arraigo izquierdista donde se puso en marcha un exterminio “quirúrgico de urgencia” como en Navarra, Zaragoza, Andalucía o Extremadura. La delación o incautación de nombres de frentepopulistas era suficiente motivo como para “pasear” a una determinada persona. La muerte se daba tras una detención previa en edificios habilitados como cárceles. Allí llegaban los acusados tras haber sido separados de sus familias sin más razón que la obligación de presentarse en el ayuntamiento o las dependencias judiciales al efecto. Tras la detención se producía la “saca” y el “paseo” generalmente a través de batallones 14

de castigo y al alba. En las primeras matanzas no solía haber autoridades judiciales que levantaran los cadáveres, solo un sacerdote para confesar por última vez a los detenidos. Cuando los muertos no cabía en los cementerios se recurría a grandes fosas comunes, donde los asesinados eran enterrados sin ningún tipo de procedimiento o anotación. Solo la condición de militar podía ayudar a salvar a una persona de la sanguinaria venganza fascista. Por su parte la respuesta en el bando republicano no se hizo esperar contra todos aquellos sospechosos de apoyar el golpe de estado que trajo la guerra a España. Los primeros en ser fusilados fueron los que apoyaron la sublevación del 18 de julio en Barcelona, ajusticiados en 11 de agosto en el castillo de Montjuïc. Poco después les seguirían los militares sublevados de Madrid y más tarde las guarniciones sublevadas de aquellas ciudades donde no triunfó el golpe. Muchas ciudades se llenaron de la sangre derramada por derechistas asesinados por milicianos impacientes ante la lucha contra el fascismo. El ambiente de impunidad de los primeros momentos propició un aumento de las victimas, principalmente en la capital del país que pasaría a ser conocida por la historiografía franquista como la gran checa de España. La limpieza del enemigo fue utilizada por ambos bandos y la única diferencia era su objetivo y la zona bajo distinto poder en el que se encontraba. Como en el bando contrario, se promocionaba mediante la propaganda la muerte del enemigo, en este caso la “caza de fascistas”. No obstante los “actos de terrorismo individual” y las represalias decrecerían al comienzo de 1937, a diferencia de lo que ocurrió en el bando franquista. Los asesinatos se producían de manera muy similar a los del otro bando salvo que el objetivo era bien distinto. Muchos consideraron que para consolidar la revolución era necesario eliminar a los “parásitos” del pueblo. Nada ni nadie pudieron impedir dichas matanzas durante los primeros meses de la guerra. Se trató en definitiva de la lucha de unos por salvar a toda costa y con todo rigor a la nación de la anarquía o el marxismo, bajo la bendición de la Iglesia; y para los otros de una lucha por la revolución en la que debía eliminarse todo tipo de poder y opresión.

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2. LAS MASACRES EN LA ESPAÑA FRANQUISTA Una vez establecidos estos puntos sobre como se produjeron las matazas es el momento de citar las más importantes y desgraciadamente más conocidas. Los libros anteriormente citados sirven como fuente principal a la hora de perfilar cuales fueron las principales matanzas cometidas por ambos bandos. 2.1. Andalucía El primer lugar donde se desencadenaron las masacres franquistas con toda su crudeza fue Andalucía, región de grandes contrastes donde convivían inmensos latifundios pertenecientes a las tradicionales familias terratenientes junto con una gran masa jornalera con significada inspiración obrera y esencialmente anarquista. a) Sevilla: La capital de Andalucía, Sevilla, cayó muy pronto en manos del bando sublevado, dirigido el ejército del sur por el sanguinario Quipo del Llano, al cual se acabaría conociendo con el triste apelativo de “carnicero de Sevilla”. Utilizó propagandísticamente Radio Sevilla para infundir miedo entre la población mientras su artillería atacaba el Ayuntamiento y el edificio del Gobierno Civil de la ciudad. Su terror indiscriminado puede perfilarse a través de Antonio Bahamonde8, agregado del general, el cual apunta a la violencia practicada por el general con la ayuda de falangistas y carlistas9. Del Llano utilizó a los tercios africanistas y las tropas mercenarias moras para acabar con toda resistencia obrera en Sevilla. La mínima excusa sirvió para conducir a los prisioneros a las murallas del barrio de la Macarena. La limpieza política del general y sus subordinados se unió a una legitimación a través del monopolio de los medios de comunicación de la ciudad a través de los cuales se extendía la falsa acusación de traidores vertida contra los que se mantuvieron fieles al orden republicano. La represión en Sevilla es difícil de investigar ya que se dictaminó no inscribir los asesinatos en el Registro Civil para evitar dejar cualquier rastro de la matanza cometida. Las cifras arrojadas por el terror en Sevilla ascienden, según las estimaciones de los estudios

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BAHAMONDE, Antonio, Un año con Quipo del Llano (Memorias de un nacionalistas), Sevilla, Espuela de Plata, 2005. 9 “(…) dejaban tantos cadáveres en el suelo que tenían que amontonarlos contra las paredes de las casas para que pudieran pasar los automóviles que, provistos de ametralladoras, circulaban por toda la ciudad”.

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provinciales más recientes y completos dirigidos por F. Espinosa, Juan Ortiz y N. Salas10, a unos 8000 fusilamientos de los cuales 3028 corresponden a la capital hasta enero de 1937. Por último es destacable la acusación de Ian Gibson contra el general Quipo del Llano al que acusa como máximo responsable del asesinato de García Lorca al emitir desde Sevilla las ordenes para fusilar a destacados intelectuales andaluces. b) Málaga Málaga fue la primera ciudad de la que salió un diputado del Partido Comunista de España. El auge del obrerismo (socialista, anarquista y comunista) llevó a denominar a la ciudad durante la época como Málaga la Roja. No obstante existía un elevado número de conservadores y ultraconservadores. Al estallar la guerra la provincia quedó aislada del resto del territorio republicano y en febrero de 1937 fue atacada por el ejército fascista, con gran apoyo de italianos, hasta su ocupación el 7 del mismo mes. La ciudad sufrió uno de los mayores castigos dados en todo el territorio español. Varios son los episodios que marcan la trágica caída de la ciudad en manos franquistas. El libro de Santiago Macías y Emilio Silva nos narra el hundimiento del submarino C 3 apostado en el puerto de Málaga, donde se acantonaron varios oficiales leales a la república y que fue hundido por orden de Quipo del Llano, matando a 37 de ellos sin haber sido todavía recuperados sus cuerpos ni reflotado el submarino de la costa malagueña 11. Otro de los sangrientos episodios se trata de la llamada “caravana de la muerte”, debido a la matanza ocasionada por las tropas franquistas en la carretera que unía Málaga con la ciudad vecina de Almería12. En dicha carretera encontraron la muerte entre 3000 y 5000 del total de personas que huían de la capital malagueña tras ser tomada por los franquistas. El total de fusilados por el terror franquista en la provincia de Málaga, enterrados en fosas comunes principalmente en el cementerio de San Rafael, ronda los 7000 según los estudios de A. Nadal Sánchez, que calcula unos 2537 en la capital entre mediados de febrero de 1937 hasta 1940. Otros estudios, no tan detalladamente completos como el de Nadal, trasladan la cifra hacia las 20000 víctimas de las cuales se conocen el nombre de 4100 enterrados en el citado cementerio. Por el contrario se cifra en 2607 las víctimas de la represión republicana. 10

Recogidas en: JULIÁ, Santos (coord.), Victimas de la guerra civil, Editorial Temas de Hoy, Madrid, 1999. 11 SILVA, Emilio et MACÍAS, (2003) pp. 135-150. 12 BARRANQUEIRO TEXEIRA, Encarnación y PRIETO BORREGO, Lucía, Población y guerra civil en Málaga: Caída, éxodo y refugio, Málaga, Diputación de Málaga, 2007.

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c) Córdoba La provincia de Córdoba sufrió también unas importantes represalias por parte del ejército franquista, incrementadas por se momentáneamente un importante frente de batalla ante la intención de reconquistar la ciudad por parte de las tropas republicanas comandadas por el general Miaja. Uno de los mejores conocedores de las matanzas cometidas en la capital cordobesa y su provincia es el historiador Francisco Moreno Gómez, autor de importantes libros al respecto13. Este autor valora el odio vertido en la ciudad por el fascismo el cual cifra, a través de su seria y contrastada investigación, en 9579 por parte del bando franquista y 2060 la represión republicana. La ciudad sufrió por tanto el doble terror de los adversarios de la guerra, dicho terror fue también estudiado por Gabriel Jackson. El principal artífice de esta masacre, caracterizada por Moreno como una actuación similar a la Solución Final nazi, fue el enviado de Queipo del Llano, el teniente coronel Bruno Ibáñez. Todos los asesinados fueron abandonados en los cementerios de la ciudad, tras su paso por la cárcel de Córdoba o por el Alcázar de los Reyes Cristianos, la gran mayoría sin identificación ni registro alguno. El historiador Moreno apunta a que tras el triunfo de la sublevación de la ciudad se dio un genocidio premeditado cuya proporción nunca podrá ser concebida completamente al haberse utilizado todo tipo de medidas de ocultación y desaparición de pruebas. Desde las personalidades del Frente Popular la violencia se extendió a la gran masa de ciudadanos cordobesa, haciéndose tristemente famosos lugares como el cortijo de El Telégrafo y los asesinatos de intelectuales como el poeta José María Alvariño. Por último es destacable también la actuación de la agrupación guerrillera antifascista denominada “Niños de la Noche”14 que actuó a través de asaltos y sabotajes en los alrededores de la ciudad. d) Granada La represión emprendida en Granada cobró también una gran magnitud, unida a su vez al simbolismo provocado por el asesinato del genial poeta Federico García Lorca. La represión en la provincia y capital granadinas puede ser estudiada a través de la importante obra de Rafael Gil Bracero 15, especialista en la materia, y también sin duda 13

MORENO GÓMEZ, Francisco, El genocidio franquista en Córdoba, Barcelona, Crítica 2008. MORENO GÓMEZ, Francisco, La guerra civil en Córdoba, 1936-1939, Madrid, Ed. Alpuerto, 1985. 14 JULIÁ, Santos (1999), Victimas de la guerra civil, pp. 199-201 15 GIL BRACERO, Rafael, Conspiración y sublevación en Granada (dentro de la obra de GÓMEZ OLIVER, Miguel Carlos y RUÍZ-MANJÓN Octavio, Los nuevos historiadores ante la guerra civil española), Granada, Diputación Provincial de Granada, 1990.

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alguna, mediante el análisis emprendido por el historiador Ian Gibson referente a la muerte del poeta16. Ambos autores, el primero desde el plano más rigurosamente histórico, y el segundo a través de la vida, obra y muerte del poeta granadino, nos permiten adentrarnos en las violentas jornadas vividas por la ciudad de Granada, antes, durante y después del golpe de estado. En primer lugar hay que decir que la represión granadina se unió a las dadas en las otras capitales andaluzas, caracterizada por un odio exacerbado que alcanzó con seguridad las 5048 victimas según Gil Bracero, cuyas estimaciones, que no puede asegurar con totalidad ante las dificultades existentes, se calculan en torno a las 12354 víctimas17. Cabe decir, antes de anotar ciertos datos sobre la muerte de Lorca estudiada por Gibson, que Granada sufrió un fraude electoral por parte de las derechas solo repetido en la ciudad de Cuenca y algunas poblaciones gallegas. Dicho fraude dio lugar a una rápida sucesión de gobernadores civiles y a un aumento de la conflictividad social. Todo ello estallaría una vez lanzada la sublevación, narrada con especial brillantez por Gibson. El autor no se centra solo en la figura del poeta, sino que a través del relato de su muerte indaga en la situación sufrida por la ciudad tras el golpe de estado. Gibson relata como el 19 de agosto de 1936, un día antes según Manuel Titos Martínez, fue asesinado por un grupo de Falangistas (en su última obra Gibson atribuye el asesinato a Ramón Ruiz Alonso, líder local de la CEDA). Gibson alude al odio adquirido contra Lorca por los terratenientes locales al tratarse el poeta de un cacique progresista, pero en ningún caso un intelectual cercano a las tendencias revolucionarias que le ha achacado la historiografía franquista desde su muerte. Por otro lado, según Jean Louis Schomberg18, la muerte del poeta se debió a un ajuste de cuentas entre homosexuales granadinos, teoría rebatida por Gibson. En definitiva, pues el libro de Gibson y la muerte del poeta necesitarían un estudio más detenido, hay que decir que el poeta fue asesinado por socialista, humanista y homosexual, motivos suficientes para que el odio político, la envidia y los prejuicios machistas de los sublevados acabaran con él en el GIL BRACERO, Rafael, El ejército nacional en la provincia de Granada. Guerra civil en Andalucía Oriental, 1936-1939, Granada, IDEAL, 1986 16 GIBSON, Ian, La represión nacionalista en Granada en 1936 y la muerte de Federico García Lorca, Ruedo Ibérico, París, 1971. GIBSON, Ian, Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca, Madrid, Debolsillo, 2006. 17 Según los registros civiles del cementerio de Granda constan entre los años 1936 y 1939 los nombres de 2137 fusilados, no obstante la fiabilidad de estas cifras ha sido criticada por Gil Bracero y otros especialistas a causa de la manipulación existente en el Anuario Estadístico de España de 1943 y la Reseña Estadística de la provincia de Granda de 1956. 18 SCHOMBERG, Jean-Louis, Federico García Lorca, l´homme – l’ouvre, Paris, Plon-Parution, 1956.

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barranco de Viznar, donde cerca de 70 años después siguen en paradero desconocido sus restos. 2.2. Cataluña a) Lérida La guerra en Cataluña tomó para los republicanos un carácter especial, al tratarse de la zona más industrial y principal foco de fabricación del tan necesitado armamento pesado. El apoyo al republicanismo era casi incondicional en Cataluña, comunidad que además contaba con un reconocimiento de su autogobierno a través de la Generalitat. Cataluña, la zona más poblada e industrial del estado, era el único punto de contacto de la República con Europa. Aquí la conquista se realizó a través de una gran dureza, debido al sentimiento anticatalanista promulgado por los sublevados africanistas. Los episodios más importantes fueron la crucial batalla del Ebro y los llamados “lunares de Lérida”. La toma de dicha ciudad, situada en el oeste catalán y cercano al frente de Aragón, se caracterizó por un ensañamiento exagerado incluso para algunos profranquistas ilerdenses. La conquista de la ciudad estuvo precedida de importantes bombardeos por parte de las fuerzas aéreas nacionales sin ninguna resistencia que se les opusiera. Este bombardeo, que pudo cobrarse unas 400 víctimas civiles, se pone en relación al ocurrido en Guernica un año atrás. Los franquistas hicieron también aquí todo lo posible por borrar de la historia dicha agresión. Un hecho importante es la ejecución del importante político catalanista Manuel Carrasco i Formiguera, suceso que trajo tiranteces entre el gobierno franquista de Burgos y el Vaticano. La nota característica de la ocupación de Cataluña era su deber de ser “españolizada”19. Con la penetración sublevada en Cataluña el territorio republicano quedó escindido en dos partes, mientras tantos se daban un sinfín de ataques físicos y económicos contra Cataluña. La principal fosa de Lérida la constituyó su cementerio 20 en el cual serían enterrados tanto las víctimas de los bombardeos como de las posteriores represalias hasta alcanzar una cifra cercana a los 450 asesinados, más unos 19

Palabras del falangista Maximiano García Venero: “podía oírse con frecuencia en ciertos medios la afirmación de que Cataluña debería ser sembrada de sal. Se llega a unos niveles tan altos de xenofobia que ha de ser el propio general Franco quien emita una orden para atajar el genocidio que se estaba cometiendo (…)” 20 SILVA, Emilio et MACÍAS, Santiago (2003), pp. 231-238.

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300 fusilados más que añaden a dicho computo Solé y Villaroya. Por último hay que destacar el episodio de la invasión del Vall d’Aran iniciada por milicianos antifascistas desde la frontera francesa en 1944. 2.3 Norte y Aragón a) Asturias La toma de Asturias, zona minera y socialista por excelencia, por parte del ejército franquista en octubre de 1937 supuso un punto de inflexión en el desarrollo de la guerra. Muchos historiadores opinan que la guerra ya estaba decantada por entonces a favor de los sublevados pero que fue deseo de Franco prolongarla durante una año y medio más21. Se habla de la crueldad del ejército moro en tierras asturianas y las matanzas ocurridas en las principales ciudades, principalmente Gijón y la capital, Oviedo. Tanto en el medio rural como urbano aparecieron a cientos cadáveres sin identificar, actualmente, son muchas las fosas clandestinas diseminadas por Asturias. En las llamadas cuencas mineras, núcleo principal izquierdista donde se fraguó la revolución de 1934, la represión alcanzó sus mayores proporciones. A la represión se unió el poder caciquil de la zona, las rencillas de antaño y el problema de los huidos. Asturias fue uno de los escenarios donde más abundaron los campos de concentración, habilitados apresuradamente para dar cabida al gran número de presos que llenaron las prisiones. Los mineros, de tradición mayoritariamente revolucionaria, fueron los más castigados, constituyendo cerca del 75 por ciento de los asesinados. Como apuntan Solé i Sabaté y Villaroya22, en su colaboración en la obra de Juliá, el conocimiento y alcance de la represión cuenta con muchos silencios todavía debido a la ocultación de los “paseos” y a los fusilamientos producidos fuera del territorio asturiano. No obstante la cifra arrojada por los estudios de J.R. Muñoz, Mª E. Ortega y la Asociación de Viudas, cifra el número de víctimas en unos 5952 asesinados. b) Aragón Aragón se convirtió durante la guerra en una de las regiones más devastadas por la guerra y uno de los territorios donde mayor implicación hubo para ambos bandos 21

JULIÁ, Santos (1999.), pp. 208-217. SOLÉ y SABATÉ, Joseph y VILLAROYA, Joan, Capítulo Segundo: Avance franquista y represión. La campaña del Norte y la ofensiva de Aragón (dentro de la obra de JULIÁ, Santos, Victimas de la guerra civil). 22

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beligerantes. Los hitos más importantes durante la guerra en Aragón fueron el triunfo de la sublevación en la capital Zaragoza, debido a la tardanza, promovida por el temor, de las autoridades civiles de dotar de armas al pueblo para hacer frente a la importante guarnición militar sublevada. También es importante la batalla de Teruel, una de las más duras vividas durante la guerra y que tras varias ocupaciones acabaría en manos de los franquistas. Destaca también la formación del llamado Consejo de Aragón con sede en la localidad de Caspe y creado por las milicias anarcosindicalistas y trotskistas del POUM durante los dos primeros años de la contienda a causa de las colectivizaciones dadas en la frontera de Aragón con Cataluña. Por último es destacable la destrucción de la localidad de Belchite, que quedó prácticamente en ruinas y se mantuvo de tal manera, según muchos historiadores, con la intención de infundir miedo a los derrotados. Así pues, debido al peso del obrerismo en la región, se llevaron a la práctica un gran número de represalias que acabarían con la revolución social iniciada y que dejarían un gran número de bajas en las principales ciudades (Zaragoza, Huesca, Teruel, Barbastro, Albarracín…) según las estimaciones y estudios de varios especialistas 23. En total se calculan unas 6029 víctimas de la represión franquista y unas 742 de la republicana, no obstante los continuos cambios en la línea del frente dificultan en sobremanera una correcta y completa estimación al respecto. Como caso excepcional y totalmente estudiado resalta la matanza cometida en los llamados pozos de Caudé 24, en relación con la represión posterior a la batalla de Teruel, donde se arrojaron a dichos pozos a más de mil personas tras ser ejecutadas.

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Julia Cifuentes y Pilar Maluenda para Zaragoza, María Pilar Salomón para Huesca y Ángela Cenarro para Teruel. A estos estudios se unen los del profesor Julián Casanova. 24 SILVA, Emilio et MACÍAS, Santiago, Las fosas de Franco, los republicanos que el dictador dejó en las cunetas, pp. 151-167.

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3. MASACRES REPUBLICANAS Para el estudio concreto de las matanzas republicanas se pueden usar las obras de Santos Julía25, que aun prerrepublicano cuenta con gran objetivismo, y de César Alcalá, de tendencia conservadora. 3.1. Madrid, Barcelona y Valencia a) Madrid La capital de la república hasta el otoño de 1937 fue testigo de un gran número de depuraciones políticas y fusilamientos, debido a ser el principal centro político del país, sede del gobierno y principal ciudad del territorio español. Tras la derrota de la sublevación con la toma, por parte de las fuerzas leales auxiliadas por las milicias, de la guarnición del Cuartel de la Montaña y de Carabanchel, se comenzó una represión muchas veces indiscriminada orientada a los sublevados o los sospechosos de apoyarlos. En Madrid se multiplicaron las checas, centros de detención e interrogación, de donde saldrían muchos detenidos ser fusilados en las cercanías de la villa. Las fuerzas republicanas fueron desbordadas en los primeros meses de la guerra por las “policías paralelas” impuestas por los principales sindicatos y partidos políticos. Muchos historiadores, como Agustín de Foxá2627, coinciden al afirmar que el caos revolucionario unido al miedo ante el avance franquista, promovieron una eliminación indiscriminada de empresarios, burgueses, terratenientes y un gran número de eclesiásticos 28. Otros historiadores apuntan a que además de ello hay que sumar la reacción popular ante las noticias referentes a las matanzas franquistas en el sur así como el temor ante las actividades de la “quinta columna” en la retaguardia. Este fenómeno, según Javier Cervera, fue especial en la capital del país, pues además de desafectos o derrotistas contrarios a la República, existía una red unida al espionaje internacional que utilizaba embajadas o pisos francos protegidos diplomáticamente para promover su actividad. Su detección era difícil y su actividad muy peligrosa y destructiva como se pudo observar 25

SOLÉ y SABATÉ, Joseph y VILLAROYA, Joan, Capítulo Cuarto: La represión en zona republicana (dentro de la obra de JULIÁ, Santos, Victimas de la guerra civil), pp. 241-267. 26 DE FOXÁ, Agustín, Madrid de Corte a Checa, Madrid, Ediciones Jerarquía, 1938. 27 VIDAL, César, Checas de Madrid: las cárceles republicanas al descubierto, Barcelona, Best Sellers Debolsillo, 2004. 28 CARO BAROJA, Julio, Introducción a una historia contemporánea del anticlericalismo español, Madrid, Istmo, 1980

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en muchos episodios tráficos de la guerra. José María Carretero, cercano al régimen, considera como mártires de los quintacolumnistas destacando el sacrificio realizado así como los distintos medios a través de los cuales minaron la vida cotidiana y la moral de los republicanos así como las ayudas que ofrecieron a los cercanos al franquismo29. En la obra de Santos Juliá encontramos una acertada síntesis de lo que fue la quintacolumna madrileña, que desde la clandestinidad promovía su actividad con apoyo logístico de la OVRA italiana y la Gestapo alemana. Por último, se debe mencionar, aunque todavía no entrar en detalle, las “sacas” producidas en las cárceles madrileñas (principalmente la Modelo aunque también existían las de Las Ventas, Porlier y San Antón) y que llevarían a los sucesos de Paracuellos de Jarama y de Torrejón de Ardoz que serán tratados con posterioridad debido a las polémicas historiográficas suscitadas. La represión desencadena en Madrid sería controlada, como trataré de exponer a lo largo de la memoria, a partir de la primavera de 1937 con la llegada al poder de Juan Negrín unido a la recomposición del poder estatal. Madrid sufrirá el constante acoso de unas fuerzas franquistas cada vez más cercanas así como continuos bombardeos aéreos (los primeros contra una capital de país) apoyados por Alemania e Italia. Madrid se convirtió, aun contra todo pronóstico, en un emblema del antifascismo que a pesar de todo no pudo librarse de las luchas intestinas, del caos del final del conflicto y de las consecuencias unidas al golpe del general Casado. Tras su toma por los franquistas comenzará una dura represión dispuesta a cobrarse una cruel revancha contra lo ocurrido meses antes30. Las cifras para la represión republicana en Madrid se sitúan, según los estudios de R. Casa de la Vega, en torno a 8815 victimas, mientras que la represión franquista, nunca estudiada por completo, alcanzó solo para el cementerio del Este de la capital una 2663 víctimas entre 1939 y 1944. b) Barcelona La capital catalana representa, junto con Madrid, otro de los símbolos de la Guerra Civil debido a la multitud de sucesos que se dieron, tanto en el plano político como en el social a lo largo de la guerra. Cabe destacar a priori, el peso del obrerismo y del nacionalismo, y en general, el gran desarrollo político y social de la ciudad, máxima 29

ABELLA, Rafael, La vida cotidiana durante la guerra civil. La España republicana, Barcelona, 2006, Planeta DeAgostini 30 El diario del ministro de asuntos Exteriores de la Italia de Mussolini, Galeazzo Ciano, da buena muestra de cómo se desató la intensa represión franquista tras la definitiva toma de la capital.

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expresión del anarquismo dentro del estado español. Se pueden apuntar varios testimonios y obras que permiten acercarse a la situación que vivía la ciudad tras la derrota de la sublevación, la cual fue difícil pero sofocada gracias a la colaboración de las principales fuerzas políticas y sindicales con las fuerzas del gobierno. Las fuentes para dicho estudio son por ejemplo el testimonio de George Orwell 31, la obra de Cesar Alcalá32 y la de Pierre Vilar, uno de los mayores especialistas en la historia de Cataluña durante la Guerra Civil33. El caso de Orwell es paradigmático, pues el autor vivió los sucesos dados en Barcelona durante esos años de primera mano, sirviendo posteriormente para adaptar su novela al mundo cinematográfico de la mano de Ken Loach (Tierra y Libertad, 1994). La obra de Orwell, militante del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista de carácter antiestalinista) sirve para comprender como se desarrollaron las luchas intestinas de la izquierda en la ciudad de Barcelona. Los sucesos de mayo de 1937 en los que se enfrentaron fuerzas gubernamentales de la Generalitat (Guardia Civil) con apoyo del PSUC (Partido Comunista de Cataluña) y el POUM junto a una parte de la CNT, la FAI (Federación Anarquista Ibérica) y FIJL (Federación Ibérica de Juventudes Libertarias), en una pugna por el retorno a la legalidad republicana o el mantenimiento de la revolución. Este elemento se dio en aquello meses en los que el poder del estado se derrumbo y los grupos obreros más izquierdistas llevaron a cabo la revolución social a través de comités revolucionarios obreros con confiscaciones de industrias, tierras y comercias para su posterior colectivización. Orwell muestra en su relato su proximidad al POUM y su simpatía por la CNT, pues ambos grupos, aun con sus diferencias, se unieron para realizar la revolución que más tarde sería aplastada por el estalinismo que se adueño de la ciudad tras dichos sucesos de mayo de 1937, y la ilegalización y persecución del POUM que será tratada posteriormente. Así pues, se trasluce del libro de Orwell una situación de dualidad de poderes durante 1936 y buena parte de 1937, por un lado el gobierno de la Generalitat y por otro el de las milicias populares y del Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña. Dicha dualidad acabaría con la represión estalinista contra el POUM y la CNT-FAI. Dicha sovietización 31

ORWELL, George, Homenaje a Cataluña, Barcelona, Ediciones Destino, 2003 (primera edición en 1938) 32 ALCALA, Cesar, Checas de Barcelona: el terror y la represión estalinista en Cataluña al descubierto, Editions Belacqua, Barcelona, 2005. Historia de Cataluña, Barcelona 33 VILAR, Pierre (dir.), Historia de Cataluña, Barcelona, Ediciones 62, 1987.

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estalinista de la Generalitat ha sido también tratada por Vilar, el cual considera que la Generalitat acabó atada a los designios de Moscú y del PSUC, los cuales implantaron una represión que no solo acabó con la vida de quintacolumnistas, derechistas ni católicos, sino que también se cebó con otras fuerzas de izquierda. La historia de las checas de Barcelona ha sido tremendamente utilizada por la historiografía conservadora y neofranquista, a través del ya citado César Alcalá, intentado resaltar dicha represión en detrimento de la cometida por el otro bando. Ante la intencionalidad de estos autores es preciso contrastar su opinión con al autores más reconocidos y serios, para de este modo acercase de manera fidedigna a la represión emprendida por la izquierda en Cataluña. Alcalá habla con profusión de las checas de Barcelona, destacando la persecución religiosa emprendida por las fuerzas izquierdistas34 y estudiando la persecución civil y política emprendida tanto contra fuerzas de derechas como de izquierdas por las diferentes facciones. Diferencia dos momentos de la actividad de las checas, un primero cuando estas se hallaban bajo el control de la CNT-FAI y un segundo bajo el mando de Erno Gerö, miembro de NKVD y agente de Stalin en España. Alcalá completa su obra con un estudio sobre el Servicio de Investigación Militar y la Brigada de Investigación Militar, así como del caso de caso de Alfonso Laurencic y su papel en la implantación de las checas barcelonesas35. El libro de Alcalá está orientado a mostrar la verdad de la represión republicana, y aunque su esfuerzo es sincero acaba por entrar en demasiadas consideraciones ideológicas que le hacen perderse al final de su escrito en un rencor enconado contra el Frente Popular. Es por ello que los aspecto tratados por Alcalá pueden ser seguidos a través de otras obras, como la citada de Juliá. El autor y sus colaboradores, Solé y Villaroya, estudian la creación del Servicio de Inteligencia Militar tras la “semana sangrienta” de mayo de 1937 en Barcelona. Explican los logros contra la quintacolumna, la utilización de la metodología rusa en materia de contraespionaje y el uso de terror. Destacan la detención y posterior fusilamiento de Rafael Sánchez Mazas, uno de los fundadores de Falange. También es importante la creación de los Tribunales 34

Cita de Andreu Nin (líder del POUM) recogida por Alcalá: “la clase obrera ha resuelto el problema de la Iglesia, sencillamente, no dejando en pie ni una siquiera”. Cita del Boletín Informativo de la CNT-FAI: “los templos han sido pasto de las llamas, y los cuerpos eclesiásticos que no han podido escapar, el pueblo dará buena cuenta de ellos”. 35 CHACÓN, R.L., Por que hice las checas de Barcelona: Laurencic ante el Consejo de Guerra, Barcelona, Ed. Solidaridad Nacional, 1939.

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de Alta Traición y Espionaje creados tanto en Barcelona como en Valencia. Por último es necesario citar las cifras respecto a la represión republicana en Barcelona. Según los ya conocidos Solé i Sabaté y Villaroya el número de victimas de la represión republicana se cifra en unos 8352 por unos 1716 dejados por la represión franquista durante y después de la guerra. c) Valencia Valencia fue, aunque en menor medida que Madrid o Barcelona, otra ciudad donde se dieron masacres y represiones contra el adversario fascista. Destaca en Valencia la creación del Comité Ejecutivo Popular de Valencia, en la línea de los surgidos al calor de la revolución española de 1936. El gobierno central intentó frenar su consolidación pero la fuerza del Frente Popular, la CNT y la UGT lo impidieron. Finalmente el mismo Comité se plegaría a las pretensiones del gobierno central que se trasladaría a la ciudad en noviembre de 1936. Dicho traslado sería el detonante de la matanza de Paracuellos. La ciudad vivió también enfrentamientos entre milicianos anarquistas, dolidos por el retroceso de la revolución, y grupos comunistas (estalinistas). En esta ciudad destacó el intelectual y poeta Antonio Machado, miembro de la Alianza de Escritores Antifascistas, que tras la victoria franquista hubo de exiliarse a Francia muriendo poco después36. Debido a ser la nueva sede del gobierno se favorecieron las purgas y las persecuciones políticas y civiles así como el bombardeo de la aviación fascista hasta la toma de la ciudad el 30 de marzo de 1939. Por último, según los estudios de V.Gabarda, las cifras de la represión republicana en Valencia ascienden a las 2844 victimas por unas 3128 producidas por el terror franquista desde la toma de la ciudad y durante la posguerra. 3.2 Un caso paradigmático: el POUM y Andreu Nin El caso del POUM requiere una ampliación explicativa por ser el ejemplo más claro de Guerra Civil dentro de otra Guerra Civil. El caso del POUM, de tendencia marxista revolucionaria en oposición al marxismo-leninismo ortodoxo, y su líder, Andreu Nin, constituye uno de los puntos más álgidos de las luchas intestinas dadas en España entre las distintas fuerzas de izquierda. El relato de lo sucedido alrededor del 36

GIBSON, Ian, Cuatro poetas en guerra (Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca, Miguel Hernández), Barcelona, Editorial Planeta, 2007.

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POUM puede seguirse a través de las varias veces citada obra de Juliá 37 así como a través de los trabajos de Wilebaldo Solano38 y Pierre Broué39. En todos ellos se destaca la represión emprendida por los elementos comunistas contra el POUM, y la CNT, después de los duros sucesos de mayo de 1937 que dejaron en Barcelona 218 muertos. Juliá apunta, siendo confirmado por los otros autores, que la persecución del POUM fue dirigida por los comunistas del PCE, controlados por el comunismo estalinista. Dicha operación fue dirigida básicamente desde Moscú a través de los agentes estalinistas destinados en España, entre los que destacan Mijail Efimovich Koltsov, del que se hablará más tarde por su implicación en las matanzas de Paracuellos. Su objetivo era el de eliminar, si fuera necesario defendiendo pruebas falsas, cualquier heterodoxia dentro del comunismo internacional. La acusación lanzada contra el POUM era la de ser un agente del fascismo internacional, teoría totalmente desmontada por numerosos estudios como los anteriormente citados. El testimonio de Krivitzky (“Yo fui un agente de Stalin”) al respecto arroja mucha verdad sobre la actuación del estalinismo soviético en España durante la Guerra Civil. Las acusaciones del gobierno de la Generalitat, llevaron a la detención de Andreu Nin y la mayoría de dirigentes del POUM mientras sus milicias eran desmovilizadas en el frente. Más tarde se habla de un misterioso “secuestro” del líder trotskista cuando era enviado a Madrid para tomarle declaración, en dicho secuestro, cometido a pesar de la vigilancia sobre Nin, los comunistas crearon una farsa para hacer creer que los raptores eran alemanes de la Gestapo. Ese amaño de pruebas fue contrastado con unos archivos desclasificados en Moscú tras 1989, donde se aseguraba la participación de agentes rusos en el secuestro de Nin. Éste, nunca volvió a aparecer, y tampoco su cadáver. No obstante a través de ciertas confidencias aducidas por Juliá, se nos dice que el político jamás admitió ser un enlace fascista aun a pesar de las torturas a las cuales fue sometido. La desaparición de un político de la talla de Nin, cuyo partido tenía una gran consideración entre los sectores izquierdistas, conmovió a la opinión pública y ahondó más en las diferencias existentes entre el comunismo español y catalán con respecto al resto de organizaciones izquierdistas del país. La desconfianza entre el gobierno central y el de la Generalitat se demostró tras los sucesos de mayo y el caso 37

SOLÉ y SABATÉ, Joseph y VILLAROYA, Joan, Capítulo Cuarto: La represión en zona republicana (dentro de la obra de JULIÁ, Santos, Victimas de la guerra civil), pp. 241-243. 38 SOLANO, Wilebardo, Le POUM: révolution das la guerre d’Espagne, Paris, Editions Syllepse (collection Utopie Critique), 2002. 39 BROUÉ, Pierre, Stalin et la révolution : le cas espagnol (1936-1937), Paris, Editions Fayard, 1993.

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del POUM, ya que se eliminaron las atribuciones sobre el orden público del gobierno catalán. Otros sufrieron la misma suerte que el líder del POUM, como por ejemplo los periodistas Kart Landau y Mark Rein. Juliá informa de cómo se extendieron las consecuencias de este caso por varias localidades catalanas, afirmando también, que el objetivo último era la CNT, con relaciones con el POUM, así como elaborar una provocación de crisis contra el gobierno central. El gobierno de Largo Caballero aguantó las presiones soviéticas contra el POUM, pero tras los sucesos de mayo, “el Lenin español” fue sustituido por Juan Negrín quien sentenció la persecución del POUM. Los distintos trabajos apuntan a que la desaparición de Nin fue obra del agente del NKVD Alexander Orlov (también involucrado en el tema de Paracuellos). Gracias a la intervención de Largo Caballero, Joseph Tarradellas (futuro presidente de la Generalitat en el exilio) y Federica Montseny (anarquista y primera ministra en Europa Occidental) evitaron que se promulgara un condena a muerte de todos los detenidos. Nunca se pudo negar el profundo carácter antifascista del POUM el cual se mantuvo en la clandestinidad durante la guerra y la dictadura. Este triste episodio demuestra como la actuación de los agentes rusos primó en un contexto de ya tirantes relaciones entre las “izquierdas”, lo cual demuestra la complejidad de la guerra y de una represión republicana que atacaría hasta a los más destacados aliados de su bando. La creciente presión soviética condujo a otros episodios como el golpe de Estado del coronel Casado contra el gobierno de Negrín el 6 de marzo de 1939 con el apoyo de los socialistas de Julián Besterio y anarquistas como Cipriano Mera.

4. INTERPRETACIÓN CONTROVERTIDA DE LOS HECHOS. 4.1 La constante controversia entre las cifras e interpretaciones Una vez analizadas las principales masacres, sus contextos y protagonistas, han de precisarse ciertos elementos que juegan un papel relevante a la hora de investigar las cifras, las localizaciones de las matanzas y responsabilidades. En primer lugar, el estudio de toda masacre se ve condicionado por el desarrollo actual de estudios monográficos y sobre distintos ámbitos territoriales (locales, regionales o provinciales). Así pues, la investigación se hace lentamente pues los estudios monográficos deben 29

realizar un enorme esfuerzo de campo así como una importante labor de investigación en archivos. Muchos de los archivos, por herencia franquista, cuentan con grandes obstáculos y resistencias para ser consultados libremente por el historiador actual. Además, muchas cifras se vieron manipuladas por historiadores cercanos al régimen como el militar Ramón Salas, cuyas conclusiones en cuanto a cifras debe ser revisada a través de los nuevos estudios. Por otro lado, han de ser también desechadas los manipulados e intencionados datos arrojados por la llamada Causa General, pricipal proceso cometido por la dictadura contra los republicanos tras acabar la guerra y a propósito de la represión. Por otro lado los Registros Civiles han de ser rechazados como fuente histórica fidedigna ya que la inclusión de los asesinados, por ambos bandos, no solía realizarse, en el poco probable caso de que se inscribieran, de la manera correcta. Al menos para las masacres durante la guerra no son fiables, aunque quizá si para la represión en la posguerra, que no obstante cuenta con un déficit de veracidad. También se antojan deficientes los datos aportados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) durante los años 40. Por otro lado, para muchas matanzas solo se tienen indicios mínimos sobre su localización y cifras. Es por ello que muchas veces se recurre a testimonios de personas contemporáneas a los hechos y aun vivas, pero se puede incurrir en errores subjetivistas y de falsos testimonios. Por otro lado muchas provincias, donde se dio a su vez una elevadísima violencia, no ha contado con los suficientes estudios al respecto, y por tanto no se pueden defender conclusiones realmente fundadas salvo para aquellas provincias y comunidades que hayan sido investigadas completamente. Así pues, provincias como Galicia o Castilla y León, que sufrieron como todas el terror indiscriminado, no han sido todavía investigadas en profundidad con lo que los datos globales que se pueden mantener son meramente provisionales, aunque por supuesto muy significativos. Exceptuando el noroeste peninsular, Cantabria, País Vasco, Guadalajara, Cuenca, Cádiz y las Baleares, todo el territorio español cuenta con estudios contrastados y completados a través de un buen número de estudios locales monográficos que más tarde se han ido solapando con otros de igual carácter para arrojar datos generales sobre provincias y comunidades. No obstante estas cifras han de estar abiertas a la revisión debido a las investigaciones actuales aún inconclusas, que como las emprendidas por la ARMH, pueden ayudar a descubrir la verdad de la represión.

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Si ya es difícil saber la misma localización de las fosas, más aun, sino imposible, es dilucidar las responsabilidades al respecto. Todos los documentos que apuntaban contra determinados culpables fueron sistemáticamente eliminados por el bando nacional, en lo concerniente a su propia represión, y los que existen son prácticamente inaccesibles todavía. Por otro lado, las culpabilidades arrojadas por al citada Causa General distan mucho de mostrar una verdad fehaciente, por lo que la investigación histórica a de ir mucho más lejos. Actualmente, a la luz de nuevos datos y estudios, se puede comprobar fácilmente como cada línea historiográfica tiende a una utilización intencionada de datos, aunque no se puede generalizar a este respecto. Son muchos los casos que apuntan a este argumento, claro para la historiografía franquista, y también, al contrario, para la de signo contrario. No obstante es de agradecer que la generación de historiadores de las últimas décadas han sido muy escrupulosos a la hora de estudiar el tema de las cifras y las matanzas, intentando defender solo aquellos aspectos realmente confirmados y posteriormente contrastados. Se pueden contrastar pues los datos globales establecidos por Salas y Juliá en sus estudios. El dato al que llega el primero (para las 24 provincias estudiadas por completo) es de 34250 mientras que el más serio y moderno estudio de Juliá (que tiene en cuenta los más prestigiosos trabajos monográficos del momento) cifra las victimas del franquismo en 72527 fusilados y fusiladas. Mientras para los datos parciales de las restantes provincias se ha de esperar ha la publicación de nuevas investigaciones para avanzar sobre los mismos. En cuanto a la represión republicana (estudiada por completo en 22 provincias españolas) la cifra expuesta por Salas y otros historiadores del régimen, ha de ser matizada y disminuida, denotándose una clara manipulación de datos. Salas defendía una cifra ligeramente superior a los 60000 fusilados, siendo rechazada dicha cifra por los estudios reciente que la cifran en torno a 37843. Puede que el problema de la repetición de inscripciones en los registros induzca a este error (los fusilados eran muchas veces registrados en su lugar de origen y en el del fusilamiento). No obstante, no deja de traslucirse una intencionalidad manipuladora en el estudio de Salas. Por tanto son numerosas las correcciones al alza o a la baja según la represión de cada bando y la línea historiográfica que investigue sobre la misma. En total, solo como mera hipótesis, la cifra global de la represión republicana rondará como máximo los 50000 asesinados en toda España, mientras que para la represión franquista, que cuenta con más de 70000 asesinados en la mitad del territorio, no sería aventurado doblar dicha 31

cantidad para el total del territorio hispano. En definitiva, el tema de las cifras sobre victimas de la guerra y la represión sigue estando necesariamente bajo una constante revisión. Dicha revisión ha de superar los obstáculos para contabilizar las víctimas, sobre todo las producidas por el bando franquista durante la guerra y la represión. 4.2. Dos casos significativos: Paracuellos del Jarama y Badajoz Tras hacer una pequeña mención a las matanzas cometidas por cada bando y en distintos puntos de la geografía española, es necesario profundizar en aquellas masacres que por su especial significación han producido un mayor de publicaciones. Se trata de crímenes de la Guerra Civil que supusieron los mayores actos de crueldad contra el contrario y es por ello que han sido las más proclives a una investigación más exhaustiva y en muchas ocasiones, han dado lugar a importantes controversias historiográficas sobretodo en lo concerniente a cifras de asesinados y a culpabilidades sobre lo cometido. Gracias a los estudios realizados sobre estas matanzas concretas, se puede llegar a confeccionar unos análisis más amplios, algo difícil para masacres menos estudiadas y que no permiten ahondar más que lo permitido por los estudios monográficos de nivel regional. Es por ello que historiográficamente estas matanzas suponen un ámbito inestimable para toda investigaciones sobre esta temática, ya que se pueden establecer un mayor número de hipótesis así como un tratamiento y multitemático de la matanza como tal. La mayoría de los estudios dedicados en exclusiva a una matanza no se limitan a relatar como sucedió, sino que también aluden al contexto y las condiciones en que se dio la eliminación física del adversario político. El tratamiento de estas masacres se aborda de tal forma que se puede conocer los sucesos políticos, sociales y militares del momento, con los que dichas masacres están estrechamente relacionadas. Desde el punto de vista de la historiografía, los estudios de las masacres han sido mayoritariamente encaminados a mostrar la culpabilidad de tal o cual bando, siendo primordial el estudio de estas masacres para conocer los matices apuntados por las historiografías de signo contrario o discrepante. La necesidad de conocer en profundidad estas masacres proviene de un deseo por conocer la verdad histórica de tales crímenes, los cuales, por su importancia, fueron manipulados por la dictadura bien para minimizar su culpa o bien para incrementar las responsabilidades del bando vencido. Afortunadamente, a día de hoy existen estudios serios cuyo objetivo se aleja de la ideología para tratar de abordar objetivamente la 32

matanza en sí, a la cual se le puede considerar como un crimen contra todos los españoles y no solo contra una parte de ellos. El estudio de estas matanzas es clave para poder cerrar las heridas abiertas por la guerra gracias a la autocrítica que pueden generar al respecto. Sin el descubrimiento de los más oscuros secretos de la Guerra Civil, dicho episodio nunca podrá ser admitido y aceptado por la sociedad española. Hay que remarcar que traigo a colación dos de las más importante matanzas cometidas durante la Guerra Civil, cada una por parte de cada bando, para tratar de comprender que la violencia fue utilizada por ambas “Españas”. Con ello trataré de evitar los errores historiográficos cometidos a causa de la inoculación ideológica que muchos autores han dado a sus estudios. En definitiva, se trata de llegar a un conocimiento fidedigno de dos de las mayores atrocidades cometidas por españoles contra otros españoles. 4.2.1 Paracuellos del Jarama y Torrejón de Ardoz a) Los hechos y su mitificación Las matanzas de Paracuellos cometidas en la retaguardia republicana son las que más han generados discusiones y controversias entre las distintas líneas historiográficas existentes. Las matanzas de Paracuellos y Torrejón de Ardoz han generado un gran número de publicaciones y a actualmente son varias las síntesis recientemente publicadas. Al tratarse de una matanza de gran magnitud su interés ha sido muy grande, máxime debido al tema de las culpabilidades y motivaciones que dieron lugar a tales fusilamientos masivos. El estudio de estas matanzas reviste una gran significación por la mayor cometida en el territorio republicano, y es por ello que debido a su complejidad, es necesario sintetizar los hechos pues son muchos los distintos aspectos tratados por las obras que citaré posteriormente. Los hechos conocidos como las matanzas, en plural, de Paracuellos del Jarama fueron consecuencia de una “saca” masiva de prisioneros de las cárceles madrileñas cometidas entre el 7 de noviembre y el 4 de diciembre de 1936. Los hechos de Paracuellos están intrínsecamente relacionados con la situación que vivió por esas fechas la capital republicana, a escasos kilómetros del lugar de los asesinatos. Las matanzas fueron consecuencia de un traslado de prisioneros dado en las cárceles madrileñas a raíz del peligro que suponía tener en dichos establecimientos a más de 8000 profranquistas mientras el ejército sublevado se apostaba ya en las inmediaciones de la ciudad. Los dirigentes republicanos alertaron muchas veces del peligro que suponía dicha población reclusa en el caso de que la ciudad fuero tomada por los 33

nacionalistas. Ello podía suponer en definitiva un incremento de las tropas contrarias a la República. En total se dieron unas 33 “sacas” de las cuales 23 acabaron en asesinatos. Dichas “sacas” no concluirían hasta el 4 de diciembre cuando el anarquista Melchor Rodríguez de hiciera cargo de las Dirección General de Prisiones y acabara con la práctica de las “sacas”. Antes de su fin se habían cometido ya los asesinatos que conmocionaron tanto al propio bando republicano como al franquista y la opinión pública extranjera. Las víctimas, conducidas en convoyes, fueron asesinadas en los parajes cercanos a las localidades citadas y entre ellos había personas que apoyaron las sublevación del 18 de julio así como otros individuos acusados de apoyar al bando franquista; en su mayoría se trató de falangistas (algunos de renombre entre las filas derechistas), religiosos, militantes de derechas, burgueses y sobretodo reales o potenciales quintacolumnistas. Los traslados y su orden provinieron de la llamada Dirección General de Seguridad, pero tras el traslado del gobierno a Valencia durante esas mismas fechas, las órdenes se emitieron desde la recién formada Junta de Defensa de Madrid y de la Consellerie de Ordre Public dirigida por el comunista Santiago Carrillo. Tras las ordenes se procedía a las “saca” de los derechistas cuyos nombres eran seleccionados por miembros de la Junta y que más tarde se comunicaron a las milicias y fuerzas de asalto encargadas de ejecutarlas. Las “sacas” se habían dado con anterioridad sobretodo a raíz del asalto a la Cárcel Modelo de Madrid el 22 de agosto de 1936, lo que supuso que las milicias obtuvieran el control de las prisiones madrileñas. La magnitud de las matanzas de Paracuellos ha sido largo objeto de estudio, así como el análisis sobre sus motivaciones y responsabilidad, asuntos que han producido las mayores polémicas al respecto de esta matanza. Ante la imposibilidad de sintetizar pormenorizadamente las mantazas de Paracuellos centraré mi estudios en las pruebas documentales aportada por la historiografía especializada en el tema. En primer lugar, ineludiblemente hay que nombrar al historiador irlandés Ian Gibson, el cual ha producido sin duda el mejor y más documentado estudio sobre la matanza de Paracuellos 40. El libro de Gibson es el mayor esfuerzo histórico realizado hasta la fecha en relación a Paracuellos. Gibson ha 40

GIBSON, Ian, Paracuellos: cómo fue, análisis de un sangriento episodio de la guerra civil, Ed. Tribuna de Plaza&Janés, Espulgues de Llobregat, 1987.

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emprendido un estudio remarcable y que muestra una gran seriedad e imparcialidad al respecto, a pesar de sus conocidas y reconocidas inclinaciones socialistas. A pesar de ello, Gibson muestra sus geniales dotes de historiador a lo largo de su apasionante libro sobre la matanza. Gibson muestra un marco general que entra en todos los elementos existentes alrededor de la masacres. Su investigación se apoya en multitud de fuentes, la mayoría cercanas al franquismo, la cuales utilizada o bien para desmentir sus errores y bien para apoyar su argumentación. Al ser el libro de Gibson el que me servirá como base para una síntesis de la masacres me limitaré por el momento a nombrar las principales

fuentes

utilizadas

por

el

autor.

Gibson,

nos

muestra

además

pormenorizadamente los recursos históricos que ha utilizado, destacando las siguientes fuentes. En primer lugar la llamada Causa General, que al tratarse un documento jurídico del bando vencedor tiende a arrastrar importantes manipulaciones. Su carácter como documento histórico es matizado frecuentemente por Gibson, el cual considera que arrastra muchos errores y datos intencionadamente manipulados (de hecho el libro de Gibson comienza con unas notas sobre la Causa General). En segundo lugar Gibson ha tenido acceso a los teletipos intercambiados entre los miembros del gobierno republicano y los integrantes de la Junta de Defensa de Madrid, conservados en el Servicio Histórico Militar y cedidos para su investigación por Ramón Salas Larrazábal, historiador conservador ya citado pero al cual Gibson agradece su colaboración. A su vez Gibson utiliza en libro de Felix Schayer 41, diplomático alemán que ocupó el consulado noruego en Madrid durante los primeros meses de la guerra. El libro de Schlayer fue conocido gracias a Gibson. A pesar de sus inclinaciones pronazis y cercanas a la quintacolumna franquista, Gibson considera el relato de Schlayer imprescindible para conocer la verdad de los hechos de Paracuellos. No obstante, otros autores como Ángel Viñas aluden a la manipulación que el libro pudo haber sufrido al ser publicado en Berlín en 1938 y prestarse a la censura y manipulación de la propaganda de Goebbels. Otra de las fuentes principales que apoyan la excelente obra de Gibson, es el libro-diario de Mijail Koltsov 42, periodista y agente soviético enviado por Stalin a territorio español. Este miembro del NKVD relata en su diario las impresiones sobre las matanzas a través del sobrenombre de Miguel Martínez. El papel protagonista de Koltsov es bien remarcado por Gibson, como se verá más 41 42

SCHALER, Felix, Diplomat im roten Madrid, Berlín, Herbig Verlagsbuchhandlung, 1938. KOLSTOV, Mijail, Diario de la guerra de España, Paris, Ruedo Ibérico, 1963.

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tarde, y es apuntado, como otros asesores rusos, como los principales artífices de las masacres. Otro libro de gran importancia utilizado en la obra de Gibson es el de Jesús de Galíndez43, miembro de la comisión del PNV en el Madrid de comienzos del conflicto. Galíndez fue el encargado de la sección de presos dentro del informe encargado a la comisión citada. Gibson utiliza a su vez varios testimonios de presos que sobrevivieron a su paso por la cárcel Modelo de Madrid. Gibson, acertadamente, contrasta las informaciones detalladas en estos testimonios para encontrar su veracidad pues se trata de relatos muy marcados ideológicamente hablando. Los principales testimonios son los de Antonio Cobanela, el “Duende Azul”44, al que considera Gibson una fuente indispensable, y los libros de Adelardo Fernández Arias, escritor de extrema derecha cuya veracidad considera escasa Gibson. Por último Gibson realizó varias entrevista a importantes protagonistas de la trama que envuelve los sucesos de Paracuellos. Entre esas personas destaca Santiago Carrillo, dirigente comunista al que muchos adversarios políticos consideraron y sigue considerando como culpable de lo ocurrido. Otras personas interpeladas por Gibson son el suplente del secretario de la Junta de Defensa de Madrid, Máximo de Dios, y Ricardo Aresté Yebes, testigo presencial de los hechos e hijo del alcalde de Paracuellos durante el periodo. Por último, la detallada información y cantidad de fuentes utilizada por Gibson se completa con los boletines oficiales emitidos por la Junta de Defensa de Madrid. Por todo ello y ante la evidente seriedad histórica del trabajo de Gibson, su utilización para el estudio de Paracuellos es, además de muy recomendable, indudablemente necesaria. La segunda de las fuentes que se puede utilizar para el estudio concreto de los sucesos de Paracuellos del Jarama es el libro de Carlos Fernández referente a dichos hechos45. Este escritor, militar e historiador gallego, centra su obra en las matanzas pero carece de la solidez documental que magistralmente presenta el libro de Gibson. No cuneta con una parte dedica al análisis de sus fuentes y prescinde de los documentos de la Causa General (aunque utilizó el resumen Causa General. La dominación roja en 43

DE GALÍNDEZ, Jesús, Los vascos en el Madrid sitiado, Memorias del Partido Nacionalista Vasco y de la delegación de Euskadi en Madrid desde septiembre de 1936 a mayo de 1937, Buenos Aires, Editorial Vasca Ekin, 1945. 44 COBANELA, Antonio, Emocionario íntimo de un cautivo. Los cuatro meses de la Modelo, Madrid, Gráfica Administrativa, 1939. 45 FERNÁNDEZ, Carlos, Paracuellos del Jarama: ¿Carrillo culpable?, Barcelona, Argos Vergara, 1983.

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España…) y el testimonio de Schlayer, centrándose en las obras de Fernández Arias y de Koltsov, así como en la narraciones de supervivientes de las “sacas” y el libro de Salas Larrazábal46. No obstante, y ante su deficiente selección documental, su libro se ha prestado a críticas y matizaciones sobretodo en lo tocante a la figura de Carillo, como responsable del Orden Público en Madrid, pues sus argumento han sido contrastados por Régis Debray y Max Gallo titulado Demain l’Espagne (Paris, 1974). Otros de los estudiosos que han centrado alguno de sus libros en lo sucedido en Paracuellos es Ricardo de la Cierva47, historiador conservador citado ya en varias ocasiones. Según Gibson y varios historiadores más, el aporte historiográfico de De la Cierva es escaso, y las pocas novedades que presenta son el resultado en una mezcla entre fuentes primarias y secundarias que además, enlazan las supuestas falsedades en torno a Paracuellos con temática alejadas de la propia masacre. Las principales fuentes documentales utilizadas por De la Cierva son los boletines de la Junta de Defensa de Madrid a partir de la recopilación elaborada por Julio Aróstegui y Luís A. Martínez 48. Como otros estudiosos trabajó también sobre los libros del filonazi Schlayer y del soviético Koltsov. A su vez, y a pesar de las recomendaciones de Gibson al respecto, utiliza el testimonio de Adelardo Fernández Arias, el cual nunca abandonó la embajada argentina mientras se produjeron los hechos que narra. No obstante coincide positivamente con Gibson sobre la utilización del libro de Antonio Cobanela, conocido como “el duende Azul”. Por otro lado utilizada la obra “Hombres made in Moscú” del que fuera el primer comandante del conocido Quinto Regimiento, Enrique Castro Delgado, seguidor del disidente comunista Jesús Hernández, que tras discrepancias con otros dirigente del PCE, como Dolores Ibarruri (“La Pasionaria”) fue expulsado del partido acusado de llevar a cabo actividades antisoviéticas. Más tarde realizó un viaje por varios países, como la Unión Soviética y Méjico. El historiador Fernando Hernández Sánchez, apunta que obras de Castro, como “El Campesino” fueron financiadas en plena Guerra Fría por el departamento de Estado de Estados Unidos. Por último las fuentes primarias de De la Cierva se basan en el resumen de la Causa General 46

SALAS LARRAZÁBAL, Ramón, Santiago Carrillo y la represión republicana en Madrid, 1936, Madrid, Nueva Historia, 1973. 47 DE LA CIERVA, Ricardo, Carrillo miente. 156 documentos contre 103 falsedades, Madrileños (Toledo), Editorial Fénix, 1994. DE LA CIERVA, Ricardo, La matanza de Paracuellos, España 1936-1976. La historia se confiesa, Barcelona, Planeta Barcelona, 1978. 48 ARÓSTEGUI, Julio y MARTÍNEZ, Luís, La Junta de Defensa de Madrid, Madrid, Comunidad de Madrid, 1984.

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y en las actas del pleno ampliado del PCE en Valencia de 1937. Las fuentes secundarias utilizadas por el autor son el propio libro de Gibson, el de Carlos Fernández, “Perdidas de la guerra” y “Santiago Carrillo y la represión republicana en Madrid, 1936” (revista Nueva Historia) de Ramón Salas Larrazábal. Otro autor neofranquista que ha tratado el tema de Paracuellos es César Vidal 49, el cual aporta ciertas novedades historiográficas, aunque normalmente sigue el libro de Schlayaer y cita a Castro Delgado, Gibson, Fernández y De la Cierva. Destaca su utilización de numerosas citas de hemerotecas. Las novedades de Vidal parten de documentos desclasificados de los archivos militares soviéticos y recogidos por Ronald Radosh, Mary Habeck y Gregory Sevostianov, que junto a otros documentos, confeccionaron el libro “Spain Betroyed: The Soviet Union in the Spanish Civil War”, cuya traducción al español critica Vidal por estar directamente tomada del original ruso. Otra novedad aportada por Vidal es la utilización de la obra de José Manuel Ezpeleta, piloto aéreo y nieto de un asesinado en Paracuellos. No obstante esta obra no ha sido revisada por la historiografía actual. Vidal la utiliza sobretodo para los temas del número de asesinados y de las resistencias de los agentes soviéticos para que salieran de España documentos comprometidos portados por el delegado en Madrid del Comité Internacional de la Cruz Roja, el doctor Henny (el cual sufrió un accidente de aviación cuando intentaba salir de España, la responsabilidad de un posible ataque es estudiada por Gibson en su libro). Por último, cabría citar el libro de Javier Cervera 50 en el que no aporta apenas novedades historiográficas, a excepción del estudio sobre el acta de la reunión del Comité Nacional de la CNT reunido con representantes de las JSU (Juventudes Socialistas Unificadas) en los que se acuerda dividir a los presos en tres grupos. Para uno de estos grupos, el de “fascistas o elementos peligrosos” se acordó una ejecución inmediata con un encubrimiento de responsabilidades.

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VIDAL, César, Paracuellos-Katyn: un ensayo sobre el genocidio de la izquierda, Madrid, LibrosLibres, 2005. 50 CERVERA, Javier, Madrid en guerra. La ciudad clandestina, 1936-1936, Madrid, Alianza Editorial, 2006.

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b) Una interpretación de referencia: Ian Gibson El libro de Gibson, es sin duda el más indicado para mostrar las principales actuaciones y elementos que envuelven al oscuro episodio de Paracuellos. En primer lugar, Gibson explica a la perfección como se llevó a cabo la evacuación o “huída” del gobierno republicano a Valencia, cuando las tropas de Franco cercaban la capital del país. La ciudad cayó presa del pánico, al que se unía el miedo ante los bombardeos franquistas, las noticias sobre las atrocidades cometidas por los rebeldes y la llegada de un ingente aluvión de refugiados que llegaban diariamente. Gibson destaca la actitud de los distintos grupos políticos o sindicales frente al traslado del gobierno, que aun a pesar del rechazo de los ministros de la CNT y del PCE, quedó decidido el 6 de noviembre de 1936 a través de la decisión del presidente Largo Caballero. Éste, antes de partir, dio claras instrucciones para la defensa a los principales generales de la plaza madrileña, general Pozas y general Miaja (Gibson destaca que estos recibieron instrucciones en unos sobres que abrieron “ilegalmente” antes de lo indicado). La huída del gobierno provocó un vacío de poder tanto gubernativo como administrativo que sería llenado por la Junta de Defensa de Madrid y sus organismos dependiente como el Consejo de Orden Público, dirigido por Santiago Carrillo. Aquí destaca Gibson la importancia que tuvo para el futuro la composición mayoritariamente comunista de la Junta y aún más del Consejo de Orden Público. Gibson, nos dice que esta importancia de los comunistas, que no equivalía a su inferior fuerza real, se debía principalmente al prestigio que otorgaba al PCE la presencia en Madrid de agentes y consejeros soviéticos. Poco después Gibson nos explica a través de fuentes primarias y documentos de las juntas y consejos, como se organizaron y se estableció un monopolio de la represión que solo sería desencadenada a través de la Junta de Defensa. De estas disposiciones surgiría la desmantelación del Comité Provincial de Investigación Pública y sus checas. Gibson afirma que el puesto de director general de Seguridad desapareció para ser asumidas sus funciones por Segundo Serrano Poncela, Delegado de Orden Público cuya implicación es también trazada por el historiador irlandés.

Posteriormente Gibson se centra en la figura de Mijail Efimovich Koltsov, cuyo pseudónimo era

Miguel Martínez, cuya rol y responsabilidad en lo sucedido en

Paracuellos queda perfectamente establecida por el historiador. Era redactor del Pravda

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enviado a cubrir la guerra de España. Como apuntó Hugh Thomas en su obra general sobre el conflicto51, “Koltsov no era solo eminente escritor y periodista, sino importante jerarca comunista”. Como miembro del NKVD se le consideraba el más cercano agente de Stalin, cuyo peso en la guerra fue máximo durante el asedio de la capital. Su truco literario de utilizar un “disfraz” bajo el nombre de Miguel Martínez, supuesto comunista mejicano, es evidente a la hora de expresarse en varias parte de la obra. Koltsov, gracias al prestigio que todo lo soviético adquirió durante la guerra, pudo entrevistarse con los principales protagonistas, trabando amistad con ellos, como con Enrique Lister, jefe del Quinto Regimiento (al respecto se nos muestra, a modo de anécdota, como el militar daba prioridad a Koltsov en detrimento de otros importantes escritores como Ernest Hemingway52). Como jerarca soviético logró gran influencia dentro del PCE y su “nomenclatura” política. El prestigio del PCE se vio incrementado por su asesoramiento ruso, lo cual le confería un mayor peso a su fuerza numérica real, máxime, al llegar a España las ayudas militares y económicas soviéticas. El ruso, fue desde muy pronto, uno de los primeros que alertaron sobre el peligro que suponía mantener prisioneros en las cárceles a una gran multitud de presos fascistas listos para integrarse en las filas de los futuros ocupantes de la capital53. Es en ese aspecto donde el ruso critica la actuación al respecto de Largo Caballero (al que descalifica por ser considerado como el “Lenin español”). Según afirma Gibson, el objetivo principal de Koltsov, y en definitiva de la plana mayor de asesores soviéticos, era acabar con el problema de los presos y de la quintacolumna del modo que fuese necesario54. Intencionadamente, como resalta con agudeza Gibson, Koltsov afirma que en la noche del 6 de noviembre, víspera de la matanza, solo el Partido Comunista trabajaba, 51

Como apunta Gibson, Thomas fue el primero en afirmar que « Miguel Martínez” no era sino la mascara del propio Koltsov. Sin embargo Salas Larrazábal afirma que dicho alias correspondía en verdad a la figura enmascarada del general soviético Goriev. 52 HEMINGWAY, Ernest, For whom the bells tolls?, Londres, Triad Panther Books, Granada Publishers, 1981. 53 Su propuesta como solución era clara: “Limpiar un poco las ciudad. Echar aunque no sea más que a treinta mil fascistas. Fusilar aunque sólo sea a un millar de bandidos. Evacuar a los detenidos. Cerrar las tabernas y las casa de vicio”. 54 Palabras textuales de Koltsov, fechadas, respectivamente, el 1 y 4 de noviembre de 1936: “En las cárceles de Madrid hay ocho mil fascistas encerrados, de ellos tres mil oficiales de carrera y de la reserva. Si en la ciudad penetra el enemigo o se produce un motín, el enemigo tendrá ya preparada una columna excelente de oficiales. Es necesario sacar de la ciudad a esos cuadros inmediatamente, aunque sea a pie, por etapas. Pero nadie se ocupa de ello (…)”. “Ocho mil fascista permanecen en las cárceles de Madrid. Ellos hablan abiertamente de su pronta liberación. El personal de prisiones ya les hace la pelota. Ellos mismos ahora mismo y sin dificultad podrían ir saliendo de la cárcel e ir cada uno por su lado, pero lo consideran inoportuno, porque la calle es para ellos peligrosa”.

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algo desmentido por el historiador irlandés. Gibson concluye respecto a Koltsov, que el ruso se beneficiaba de una gran autoridad y prestigio entre los comunistas españoles y los propios dirigentes republicanos, así como su fijación por solventar el problema de los presos. El mismo Koltsov concluye que la “evacuación” de prisioneros fue tarea del PCE, sin precisar si fue bajo injerencias externas. Dicho documento de Koltsov viene a contrastarlo y confirmarlo con los testimonios ya citados de Schlayer, el doctor Henny y Pérez Quesada, analizando a su vez la idiosincrasia de dichos personajes y los principales acontecimientos en que se vieron involucrados. Gibson establece también matizaciones a las sacas de la Modelo, pues varios investigadores, testimonios y documentos han conducido frecuentemente a errores, muchos de los cuales son desmentidos por Gibson. Más tarde Gibson relata pormenorizadamente el desarrollo de las “sacas” de la Modelo y varias prisiones más de Madrid (San Antón, Porlier y Las Ventas) que se dieron entre aquellos fatídicos días de principios de noviembre. Finalmente antes de tratar el tema de las responsabilidades, Gibson elogia la labor del anarquista Melchor Rodríguez, que gracias a su tesón y buena voluntad zanjó el problema de los presos retenidos acabando con las prácticas violentas de eliminación física. Desde el 4 de diciembre acabaron lo que se denominó “sacas malas”, gracias al llamado “ángel rojo”, cuyo humanitarismo le granjeó importantes enemigos, principalmente desde el ámbito comunista-estalinista (fue considerado por muchos un “ángel traidor”, a pesar de que el trato dispensado hacia los derechista no le libro de más de un lustro en prisión bajo el franquismo). Finalmente Gibson entra de lleno en el tema de las cifras y responsabilidades. En cuanto al primer apartado, el irlandés rechaza las estimaciones del periódico franquista El Alcázar (12000 víctimas), las expuestas en 1972 por De la Cierva (10000) y Salas Larrazábal (7000). Hay que pensar que estas muertes no fueron inscritas inmediatamente en los registros civiles y además, al ser inscritos en la inmediata posguerra, es previsible que cuenten con muchos errores. Gibson se decanta, tras contrastar las cifras de la Asociación de Familiares de los Mártires y de la Causa General, a proponer una cifra cercana a los 2400 asesinados desde la toma de posesión de la Junta de Defensa de Madrid hasta la llegada de Melchor Rodríguez como delegado especial de Prisiones. Finalmente el estudio de Gibson, se cierra con una aclaratoria entrevista del autor con el entonces encargado del Orden Público madrileño, Santiago Carrillo, del cual busca demostrar o negar su culpabilidad a través de un inteligente “interrogatorio”. En conclusión, y ante la imposibilidad de negar 41

los argumentos de Gibson, la culpabilidad de los sucesos de Paracuellos y Torrejón parece ser atribuible a una orden venida del Partido Comunista, por presión soviética (Koltsov y Orlov sin duda unos de los principales instigadores) y apoyo de algunos anarquistas, que tergiversó la orden de traslado dejadas por el gobierno antes de partir hacia Valencia. No obstante, Gibson también achaca parte de culpa a Carrillo y otros miembros de la Junta de Defensa al obviar lo sucedido al enterarse días después de semejante matanza. c) El debate historiográfico Finalmente, es el momento de trazar las principales polémicas surgidas entre la historiografía actual al respecto de los sucesos sangrientos de Paracuellos y Torrejón. En primer lugar, hay que destacar las críticas expuesta por Gibson, sin duda y en mi opinión, el especialista más riguroso y comprometido por esclarecer la verdad de los hechos, contra el neofranquista César Vidal. Gibson descalifica globalmente el libro de Vidal (Paracuellos-Katyn) en el prefacio de la última reedición de su libro Paracuellos: cómo fue de 2005. Gibson le achaca principalmente un odio ideológico contra todo lo relativo al socialismo, así como una deficiente metodología, propia del especialista ajeno a los círculos universitarios y académicos55. Así pues, Vidal, a través del editorial del diario La Voz (del 3 de noviembre de 1936), utiliza una cita que pueda apoyar su argumentación56. De dicho editorial, Vidal extraía otra noticia: “Hay que fusilar en Madrid a más de cien mil fascistas camuflados, unos en la retaguardia, otros en las cárceles. Que ni un quinta columna quede vivo para impedir que nos ataquen por la espalda. Hay que darles el tiro de gracia antes de que nos lo den ellos a nosotros”. No obstante, esta anotación parece ser del puño y letra de Ricardo de la Cierva, incluía en su libro ya citado Carrillo miente…de 1994. Aun con todo, Gibson resalta que Vidal había falseado o inventado el contenido de la cita, pues el original de la editorial 55

Escribe Gibson: “Un comentario final sobre el libro de Vidal, cuyo rabioso anticomunismo le lleva, a mi juicio a grotescas exageraciones, suposiciones y tergiversaciones”. “¿Hacen falta más comentarios sobre el proceder de este escritor empeñado en demostrar que en Madrid se llevó a cabo, con la connivencia del Gobierno de la República, un genocidio en toda regla?”. “Traigo a colación el libro de Vidal porque es todo lo contrario a un intento de conocer y difundir la verdad de lo ocurrido en el Madrid de noviembre de 1936. Parte de la base de que los «rojos» son todos monstruos — así lo subrayan tanto el subtítulo como la cubierta del libro— y que el Partido Comunista había decidido tiempo atrás llevar a cabo un «genocidio» de burgueses españoles en el momento oportuno. En función de este dogma, el autor picotea aquí y allá entre los periódicos de izquierdas del momento en busca de suculentas citas que apoyen sus argumentos. Y cuando encuentra algo que le parezca de utilidad lo sirve fuera de contexto, a veces truncado y a veces mutilado”. 56 Cita de Vidal, extraída del diario La Voz: “durante el mes de noviembre de 1936, pocas dudas podía haber de que el sentir común de las fuerzas que integraban el Frente Popular era exterminar a los enemigos de clase”

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hablaba de los cien mil republicanos que podía ser fusilados en el caso de que las tropas franquistas entraran en la capital. Gibson no cree que se trate de un error, además en los días posteriores, como señala Ángel Viñas, no se vuelve a mencionar tal editorial57. Gibson arremete desde la publicación del libro de Vidal esgrimiendo que: “No se puede escribir así la historia. Cuando se trata, sobre todo, de proporcionar responsabilidades, lo menos que se puede pedir a un investigador es que compruebe sus fuentes y las cite correctamente”. Gibson apunta también a la improbable existencia de las referencias y citas manipuladas aportadas por Vidal para defender su “historia” preconcebida. Vidal por su parte, en la segunda edición de su libro (donde los elogios hacia el historiador irlandés se tornan acusaciones y reproches), responde a algunas de las acusaciones de Gibson, cuyo libro afirma haber estudiado con rigor. Vidal, tergiversa la opinión de Gibson sobre la autoría de Carrillo sobre los sucesos, y acaba por no considerarle un verdadero historiador al no tener en cuenta nueva documentación con la que no contó para su primera edición; principalmente archivos soviéticos descalificados durante la década de los 90. También, y en sintonía con la paradoja que trata de defender este revisionista próximo al neofranquismo, crítica la metodología de Gibson por utilizar básicamente entrevistas y documentos procedente de hemerotecas. En cuanto al editorial de La Voz, Vidal espeta que Gibson simplemente “no ha dado con la fuente”. Por último, la polémica tuvo su colofón, aunque parece que persistirá durante tiempo, en la acusación de Vidal contra Gibson por haber otorgado una lógica comprensiva a los hechos, según la publicación de una entrevista del diario El País, en la que Gibson decía: “Paracuellos fue terrible, pero lo entiendo”. Lo que no dice Vidal es que el artículo completo daba explicación a las matanzas a través del miedo y el pánico que se adueñó de Madrid durante el otoño de 1936.

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Ángel Viñas: “De ello cabe deducir no que Vidal no consultara La Voz sino que tergiversó datos fáciles de contrastar”.

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4.2.2. Badajoz a) Los hechos y su mitificación La matanza de Badajoz se erige actualmente como uno de los episodios más controvertidos de la Guerra Civil española. La represión impuesta por el ejército sublevado tras la toma de la capital de Extremadura a partir del 14 de agosto de 1936 supone el cenit de la violencia fratricida. A partir de un estudio de la masacres de Badajoz se pueden extraer fácilmente varias conclusiones. En primer lugar, que el elevado número de muertes y fusilamientos es diferente dependiendo del historiador o la línea historiográfica que trate la temática. Por otro lado, al tratarse de la represión de los sublevados y vencedores, jamás se llevó a cabo una investigación oficial sobre lo ocurrido (a diferencia de lo dado con respecto a Paracuellos). De hecho, la matanza de Badajoz ha querido ser manipulada en repetidas ocasiones por la historiografía profranquista, tildándola de leyenda y mentira de los “rojos”. Fue tal la matanza que se cebó con esta localidad cercana a la frontera con Portugal, que las estimaciones más habituales cifran el número de víctimas entre los 2000 y 4000 asesinados, a partir de las estimaciones de varias asociaciones58. Según la tipología actual, la matanza de Badajoz puede ser considerada como un crimen contra la humanidad debido al número de muertos que produjo entre la población civil y militar leal a la República. Muchos estudiosos de la línea historiográfica más progresista, han realizado importantes investigaciones al respecto, las cuales tienen que superar los obstáculos propios de un episodio que ha intentado ser olvidado y borrado de la memoria nacional. A diferencia de Paracuellos, nunca se mencionó lo que pasó en Badajoz, y contrasta la consideración de “genocidio de la izquierda” con que se califica a Paracuellos y el carácter de “leyenda” que desde la derecha tradicional se le ha querido dar a la masacre de Badajoz. Además, es importante resaltar que para muchos se cometió un genocidio en toda regla hasta tal punto que desde 2007 han sido interpuestas varias denuncias públicas para que dicha matanza sea considerada como tal. La sucesión de los hechos parte del avance franquista desde el sur, el cual pretendía, como así lo consiguió, cortar el territorio republicano en dos partes. La ferocidad de las tropas legionarias y mercenarias moras quedó bien probada 58

Según el censo municipal de Badajoz, la ciudad contaba con 41122 habitantes en 1930, por lo que de ser correcta la cifra de 4000 ejecutados, el porcentaje de represaliados alcanzó el 10% del total de la población.

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en Andalucía y llegó a su máximo en Badajoz, debido a la crueldad y violencia propugnada desde las altas instancias militares de los golpistas. El militar al mando de la operación, el general Juan Yagüe, que tras la guerra sería nombrado ministro del Aire de la dictadura, fue considerado, en semejanza con Queipo del Llano en Sevilla, como el “carnicero de Badajoz”59. Los principales testimonios al respecto son numerosos, pero de su idiosincrasia se deduce que la historiografía franquista nunca intentó esclarecer unos hechos que podían poner en entredicho el carácter “salvador” de la “Cruzada”. Por regla general, los historiadores afines al régimen obviaron o intentaron minimizar los sucesos de Badajoz, intentado por otro lado resaltar las consecuencias del “terror rojo” centrándose por ejemplo en las matanzas de Paracuellos. De todos modos, actualmente se cuenta con un granado estudio sobre la masacre, que vienen desde los testimonios de testigos presenciales, estudios municipales monográficos, artículos periodísticos y obras generales de investigación sobre la represión. Destaca en primer lugar el emotivo testimonio del periodista portugués Mario Neves, el cual fue enviado como corresponsal especial del periódico Diario de Lisboa para cubrir los acontecimientos que se producían al otro lado de la frontera lusitana. El testimonio de Neves, que más tarde trataré con más detenimiento, supone el relato más fidedigno en lo concerniente a la represión franquista desencadenada en Badajoz y las localidades aledañas a la ciudad. Su rigor histórico y veracidad han sido frecuentemente criticados por los historiadores de signo contrario, los cuales nunca admitieron lo ocurrido y acusaban a Neves de haber exagerado o manipulado intencionadamente lo que vio como testigo presencial (hay que destacar que fue el primer periodista no español que entró en la ciudad tras su toma por el ejército franquista). Otro de los más representativos documentos historiográficos que ha ayudado a esclarecer lo dado en Badajoz, es el libro del historiador Francisco Espinosa Maestre60. Espinosa Maestre relata pormenorizadamente el sanguinario paso de las tropas sublevadas por el sur de la península, desde la toma de Sevilla hasta la de Badajoz, 59

Palabras del general Yagüe al enviado especial de The New York Herald Tribune, John T. Whitaker, tras las matanzas: “Por supuesto que hemos matado, ¿que esperaba? ¿Iba yo a cargar con 4000 rojos conmigo mientras mi columna tenía que avanzar a marchar forzadas? ¿Iba yo a dejarlos libres en mi retaguardia para que Badajoz volviera a ser rojo? 60 ESPINOSA MAESTRE, Francisco, La columna de la muerte: el avance del ejército franquista de Sevilla a Badajoz, Barcelona, Libros Herrer, 2003.

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haciendo especial hincapiés en denotar como el avance de los franquistas venía acompañado de una profunda depuración de todas aquellas localidades de las que tomaban posesión por la fuerza. El libro de Espinosa Maestre ayuda a comprender como gradualmente se generó el odio visceral que hubo de sufrir el sur peninsular ante los desmanes de los dos bandos enfrentados, principalmente la violencia impuesta por los “nacionales”. Otro importante aporte historiográfico lo presenta el libro del diputado socialista Cayetano Ibarra61. Este autor presenta en su obra acontecimientos de gran trascendencia y violencia, pues son numerosas las anotaciones acerca de castigos ejemplares orientados a minar la moral de los enemigos republicanos. Destaca el caso ocurrido en la iglesia de Fuente de Cantos, donde tras el encierro de varios republicanos, fue quemada para posteriormente ser ejecutados más de 300 personas como represalia contra la población leal al republicanismo. Dicha actuación de lesa humanidad se repetiría en varios puntos de la geografía extremeña, como Almendralejo y Badajoz. Importante es también el tema de los testimonios, rescatados del olvido a través de la investigación y la entrevista con testigos presenciales de las matanzas. Al respecto, es destacable la obra recopilatoria del historiador Francisco Pilo62. La veracidad impresa por el autor y el deseo de mostrar de primera mano los relatos sobre los acontecimientos son una herramienta de investigación indispensable para la historiografía actual. Para el tema de las responsabilidades y la mitología generada en torno a las matanzas, en concreto, a lo referente al dantesco y sanguinario espectáculo de la plaza de toros de Badajoz, es importante la obra del historiador Francisco Sánchez Ruano63. Aquí Ruano desmitifica las acusaciones infundadas que achacan la matanza de la plaza de toros a las tropas moras al servicio de Franco, afirmando que la responsabilidad reside en la Guardia Civil. Además, Sánchez Ruano, se sirve de una multitud de entrevista, testimonios y documentos referentes a los hechos que permiten conocer las actuaciones del ejército mercenario moro, cuya violencia se ha pretendido maximizar para eximir de culpa a los insurgentes que los comandaban. Su crueldad fue inmensa pero Sánchez Ruano nos habla también de cómo muchos musulmanes fueron integrantes de la Brigadas Internacionales en defensa de la II República. Por su parte, el 61

IBARRA BARROSO, Cayetano, La otra mitad de la historia que no nos contaron, Badajoz, Diputación Provincial de Badajoz, 2005. 62 PILO ORTIZ, Francisco, Ellos lo vivieron: sucesos en Badajoz durante los meses de julio y agosto de 1936, narrados por personas que los presenciaron, Badajoz, Random House, 2001. 63 SANCHEZ RUANO, Francisco, Islam y Guerra Civil Española, Madrid, La Esfera de los Libros, 2004.

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historiador David Solar achaca la culpabilidad de lo cometido en la plaza de toros a los mandos locales de la Falange de Badajoz así como a la Guardia Civil. Por último es importante citar a los principales periodistas no españoles que se hicieron eco de la noticia sobre los asesinatos, dichas noticias tuvieron importantes repercusiones internacionales al comprobarse que la sublevación franquista arrastraba más violencia de la que el derecho internacional podía soportar. Las consecuencias internacionales fueron mayores, cuando se comprobó la participación de la aviación nazi y la impunidad de los asesinatos, todo ello repercutió en la visión de las principales potencias occidentales con respecto a los sublevados, los cuales en consecuencia intentaron por todos los medios mitificar, soterrar y minimizar los acontecimientos que ejecutaron. Los principales periodistas, aparte del ya citado Mario Neves, fueron los enviados especiales de los diarios Le Popularie, Le Temps, Le Figaro, Paris-Soir, The New York Herald Tribune o The Chicago Tribune. Entre todos ellos destaca el testimonio dejado por al norteamericano Jay Allen, el cual habló de 1800 mujeres y hombres asesinados en la primera noche en que se desencadenó la represión. El relato de Allen nos describe como eran quemados los cuerpos de los asesinados, cuyos fusilamientos eran periódicos y diarios, así como los ejemplos de crueldad que nos trasmite; finalmente Allen habla del sanguinario ametrallamiento de los republicanos en la plaza de toros. También destaca la noticia del periódico Le Temps atribuida a Jacques Berthet64 y la emitida por aquellas fechas por el diario francés Le Populaire 65. De igual fecha que este último artículo es la nota de prensa emitida por e francés François Mauriac, premio Nobel de Literatura, publicada en Le Figaro y que daría la vuelta al mundo provocando una importante conmoción internacional. Por último es destacable la obra de John T. Whitaker, especialista en cubrir conflictos y cuyas entrevistas y discusiones con los dirigentes franquistas dan buena muestra del espíritu exterminador que inspiraba a éstos. 64

Le Temps. Lunes, 17 de agosto de 1936: “alrededor de mil doscientas personas han sido fusiladas (…) Hemos visto las aceras de la Comandancia Militar empapadas de sangre (…) Los arrestos y las ejecuciones en masa continúan en la Plaza de Toros. Las calles de la ciudad están acribilladas de balas, cubiertas de vidrios, de tejas y de cadáveres abandonados. Sólo en la calle de San Juan hay trescientos cuerpos (…)". 65 Le Populaire. Martes, 18 de agosto de 1936: “Elvas, 17 de agosto. Durante toda la tarde de ayer y toda la mañana de hoy continúan las ejecuciones en masa en Badajoz. Se estima que el número de personas ejecutadas sobrepasa ya los mil quinientos. Entre las víctimas excepcionales figuran varios oficiales que defendieron la ciudad contra la entrada de los rebeldes: el coronel Cantero, el comandante Alonso, el capitán Almendro, el teniente Vega y un cierto número de suboficiales y soldados. Al mismo tiempo, y por decenas, han sido fusilados los civiles cerca de las arenas”.

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b) Una interpretación de referencia: Mario Neves Es momento de extenderse algo más en el relato dejado por el periodista luso Mario Neves, cuyo libro representa uno de los principales esfuerzos en busca de esclarecimiento de la verdad. Como uno de los primeros periodistas extranjeros que llegaron a la ciudad, tuvo que enfrentarse a muchos problemas y críticas vertidos contre él desde los círculos conservadores. Es por ello que este libro constituye un alegato a favor de su rigor periodístico y de la veracidad de los hechos que nos narra. En primer lugar se debe destacar la situación concreta de Badajoz, lugar donde se fraguó satisfactoriamente la reforma agraria a través de la cual los campesinos se hicieron con buena parte de las tierras hasta entonces pertenecientes a los latifundistas tradicionales. Por otro lado en el contexto bélico, Extremadura se antojaba una vía más larga pero más segura y eficaz para llegar a Madrid. Gracias a la toma de esta región los “nacionales” pudieron unir sus ejércitos del sur y del norte contando a su vez con el beneplácito moral y material del Estado Novo de Oliveira Salazar. A través de la salvaje práctica de conquista puesta en marcha en el norte africano, los sublevados tomaron Mérida y se dispusieron a hacerse con la ciudad fronteriza de Badajoz, al mando del sanguinario general Yagüe y de sus subalternos Asensio y Cestajón. Se nos destaca que la situación interior en Badajoz era caótica, al partir a Madrid el legítimo defensor de la plaza (Luís Castelló, futuro ministro de Guerra) y el principal y presumible conspirador contra la república en Badajoz, el comandante Matallana. Así la ciudad quedó bajo el mandato de Ildefonso Puigdengolas. La ciudad contaba con unos 40000 habitantes y estaba defendida por unos 500 soldados y 3000 milicianos desorganizados frente a los 2500 del bando nacional. Como apunta Raymond Carr, la conquista del sur peninsular no fue un “paseo militar”, sino que los sublevados encontraron fuertes resistencias a su avance, como muestra la opinión de Yagüe comunicada a Franco66. En Badajoz se produjo además la primera batalla aérea de la Guerra Civil, en la cual participó a favor del bando republicano el futuro ministro de Affaires Culturelles francés, Andreu Malraux 67. Antes de ser narrado el relato de Neves, se apunta el eco internacional que tuvieron las noticias de los periodistas franceses que le acompañaban. La repercusión internacional fue tal que las 66

Tras el ataque resistido por los defensores el 13 de agosto de 1936: “Mucho enemigo flojo pero bien situado en formidables posiciones”. 67 Malraux en La esperanza: “Una impresión de sequedad tal que parecía que teas y piedras, casas y calles debiesen resquebrajarse y pulverizarse en la primera bomba”.

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autoridades portuguesas acabarían censurando el artículo del periodista donde narraba la crueldad y los fusilamientos que se cebaron con Badajoz. Gracias ello el levantamiento militar del 18 de julio se había convertido en una cruenta Guerra Civil que ocupaba las portadas de los periódicos de todo el mundo. Neves confirma que su obra es un desahogo y un alivio pues durante 50 años dejó caer en el olvido su testimonio sobre lo que vivió en Badajoz. Nos narra como llevaba a cabo su trabajo, pues era un joven periodista al que le habían asignado su primer trabajo serio y de cierta relevancia. Nos relata como Portugal se hallaba dividido entre partidarios o detractores de la República, siendo estos últimos los más afines al régimen militar portugués. Dicho régimen, impuso una censura que acabó perfilándose gradualmente a favor de los sublevados. Como dice Neves, el reportaje de Badajoz fue la última oportunidad para relatar la verdad de lo que ocurría en territorio español. A partir de entonces la historiografía de los “vencedores” trató de negar o atenuar aquellos hechos que comprometían el carácter de “libertadores” de los nacionales. Badajoz fue desde entonces, la más flagrante expresión de manipulación y falsificación de los hechos a través de la historiografía tendenciosa próxima al franquismo. Neves afirma que gracias al restablecimiento de la verdad logrado por varios autores queda confirmada su dignidad profesional y demostrada la falsedad de los que acusaban de falso su testimonio. A modo de diario Neves nos traslada a sus vivencias en la frontera hispanolusa de Caya y a la localidad fronteriza de Elvas, que acabaría convirtiéndose en el cuartel periodístico de los que cubrían los sucesos de Badajoz. Lo primero que destaca el autor es el inmediato éxodo humano que se dio poco después de que los sublevados comenzaran a atacar la ciudad. Entre rumores auténticos o infundados se van conociendo los pormenores del ataque, en el que participó la aviación alemana en varias ocasiones. Poco después de conocerse la llegada de los nacionales a las afueras de la ciudad la guarnición fronteriza se sublevó adhiriéndose al “Movimiento Nacional”. Los acontecimientos que se dan en la frontera son, a través de diversos testimonios, pruebas al mismo tiempo de máxima crueldad y solidaridad, demostrando el sinfín paradojas que produjo la Guerra Civil. Mientras prosiguen los bombardeos y la llegada de refugiados en busca de la protección portuguesa, se extiendes los rumores sobre los primeros combates cuerpo a cuerpo dados ya en los alrededores de la ciudad. Neves nos relata su llegada a Badajoz, en compañía de los franceses Dany (de la 49

agencia Havas) y Berthet (de Le Temps de Paris), gracias a la autorización emitida hacia ellos por las autoridades militares. La ciudad, ya tomada, está tomada por el contingente militar sublevado listo para proseguir su camino hacia Mérida y más tarde hacia Madrid. El aspecto desolador de la ciudad queda bien descrito por Neves, que emocionado amargamente por su visión tardará años en volver a la ciudad. Se nos relata los detalles del ataque lanzado por las tres columnas sublevadas y la opinión del entonces teniente coronel Yagüe al respecto68. Poco después la ciudad y la provincia quedaron bajo el estado de guerra y sujetas al inflexible Código de Justicia Militar. Los cuerpos de los asesinados se dejaron varios días en las calles de la ciudad para dar ejemplo de las intenciones de los militares, ocupados en “otras preocupaciones más urgentes que pensar en dar sepultura a los muertos”. Se nos traslada más tarde a las evidencias de los fusilamientos producidos en la plaza de toros y en distintos puntos de Badajoz 69. Las autoridades son las primeras en divulgar que las ejecuciones son muy numerosas para que se pueda apreciar la inflexibilidad de su justicia. Los muertos eran tantos que se decidió por incinerarlos, aduciendo también razones de tipo higiénico. Ante la censura que sufrió el último testimonio de Neves enviado a Lisboa, es importante para el tema historiográfico, anotar las principales pruebas testimoniales y documentales que ayudan a conformar una visión fidedigna de lo ocurrido. El primer testimonio corre a cargo de Arthur Koestler y su libro Spanish Testament (Londres, 1937). Kostler alude a las mentiras vertidas por escritores sin escrúpulos, que afines a la propaganda franquista, fabricaron una verdad alejada de la realidad. Su obra demientes la llamada “leyenda de Badajoz”, criticando principalmente la obra del comandante inglés Geoffrey McNeill-Moss. Kostler afirma que el comandante obvia toda referencia al periodista portugués cuando trata las noticias emitidas por distintos corresponsales extranjeros. La propaganda franquista basara su tergiversación de los hechos en las falsedades defendida por McNeill-Moss, el cual se preocupó por que en Inglaterra nadie conociera las referencias en torno a Mario Neves y su testimonio. Otro importante testimonio lo representa la obra de Herbert Southworth, que aun claramente definido a favor de la República condena al franquismo solo a través de la enumeración objetiva de hechos perfectamente documentados. Su libro, editado por la importante editorial Ruedo 68

Palabras de Yagüe: “La acción del ejército sublevado que se llevó a cabo ayer a las puertas de Badajoz ha sido la más importante desde que estalló la revolución”. 69 La selección de los presos para ser fusilados se daba a aquellos que presentaban aún la señal de la culata del fusil grabada en el hombro, por haber disparado durante mucho tiempo.

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Ibérico, El mito de la cruzada de Franco (Paris, 1963), viene a poner en entredicho la “leyenda de Badajoz” aportando los testimonios de periodistas como Leopoldo Nunes y Emille Condroyer, fotógrafos como René Bru e historiadores como Gerald Brenan70. La defensa historiográfica franquista vino de militares y periodistas como el capitán Bolín y el comandante Lunn, los cuales califican a la matanza de Badajoz como “el más popular de los mitos rojos”. Estos personajes, creían que desacreditando los testimonios de Neves y sus colegas franceses, podían edulcorar la historia de la matanza. No obstante, Neves, se propone demostrar la manipulación de sus detractores aportando varias pruebas que irrefutablemente confirman su testimonio. Una de ellas es el despacho de Reynolds Packard, que apareció en la edición parisina del New York Herald Tribune71. Otro corresponsal de la agencia Havas, D’Hôpital, tuvo como Packard, problemas con el nuevo gobierno de Burgos a propósito de sus noticias sobre Badajoz. Neves sigue desarticulando la tendenciosidad del testimonio de McNeill-Moss pues obvia varios de los pasajes escritos por el periodista portugués, además de censurar a sus lectores el artículo de Neves del día 15 de agosto así como la crónica de la segunda visita del portugués a la ciudad el 16 de agosto. El tercer artículo enviado por Neves, que se centraba en la matanza de Badajoz, fue censurado por las autoridades portuguesas claramente ya identificadas con la sublevación. Neves denuncia el testimonio de McNeill-Moss pues en su opinión no resiste un examen concienzudo. Las agencias United Press y Havas nunca desmintieron los trabajos de sus corresponsales como quiere hacer creer McNeill-Moss. No obstante la propaganda del inglés fue eficaz, hasta tal punto que escritores e historiadores actuales la citan como referencia fundamental sobre lo ocurrido en Badajoz. Sin embargo, Neves considera el folleto de McNeill-Moss como uno de los más pobres trabajos de investigación llevados a cabo durante la guerra. El libro del comandante inglés contienen muchas contradicciones que solo pueden defenderse por los creyentes de la existencia de un “complot” comunista. Para apoyar su argumentación, Neves alude al testimonio del ya citado Jay Allen, uno de los más serios y prestigiosos corresponsales americanos, cuyo relato confirma totalmente la veracidad de las matanzas. Se nos dice, que de los cuatro periodistas que 70

BRENAN, Gerald (Le labyrinthe espagnol, pp.225): “La célebre matanza de Badajoz no fue sino la más sangrienta de una serie de matanzas que tuvieron por escenario las ciudades y pueblos del sudoeste”. 71 Cita del despacho de Packard: “Los defensores fieles, en cuanto los cogía, eran ejecutados en masivas carnicerías”.

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enviaron sus crónicas sobre Badajoz, los tres todavía vivos, confirman sus reportajes de 1936. Además alude a las entrevista de Whitaker con el coronel Yagüe72. En cuanto a la historiografía histórica actual, Neves nos habla de la desigual aceptación de las matanzas de Badajoz. Hugh Thomas confirma la existencia de la masacres pero disminuye a 200 el número de víctimas defendido por Jay Allen. Según el escritor profranquista James Cluegh (1961), cabían pocas dudas de que dos mil republicanos fueran ejecutados sobre la arena de la plaza de toros de Badajoz. Los franceses Broué y Temime por su parte, centrados en la sangrienta conquista de Sevilla, muestran sus dudas al considerar la matanza de Badajoz como verídica. El escritor alemán y antirrepublicano Dahms, dice que la certeza sobre las matanzas se basa en el relato de Mario Neves, que estaba instalado en Elvas y que escribió lo que oía decir. Georges-Roux, habla de las atrocidades de las tropas moras al mando de los sublevados pero sin embargo no trata en ningún momento el tema de las presumibles matanzas. En España por el contrario, poco es lo que se ha escrito sobre las matanzas, importantes historiadores como Manuel Aznar, Luís María de Lojendio o Seco Serrano apenas tratan vagamente lo ocurrido en Badajoz, así como el general Carlos Asensio Cabanillas. Por su parte el relato del biógrafo de Yagüe, Juan José Calleja, decía en 1963 que los relatos republicanos sobre Badajoz eran exagerados y que superaban los “medidas severas” tomadas en la ciudad tras su conquista. Calleja fue el último franquista que hablo de la matanza y usó la misma estrategia difamatoria contra los periodistas usaba por McNeillMoss. André Maury sin embargo habló de 1500 ejecuciones dadas el día siguiente a la toma de la ciudad, citando también el relato de Berthet 73. Por último a través de las obras de Ángel Viñas (Guerra, dinero, dictadura) y los trabajos de Iva Delgado se muestra la ola de indignación que siguió al conocimiento de los hechos a través de los citados artículos periodísticos. Iva Delgado apunta que ni del lado portugués ni del español se consideraba la represión como un mal en sí, sino como una acción necesaria contra la anarquía reinante en el bando republicano. Finalmente se traen a colación los testimonios de Hugh Thomas, Gabriel Jackson, Hellmuth Günther Dahms, Meter Wyden y Justo Vila Izquierdo para ser comparados y contrastados con el fin de aclarar la definitiva veracidad del relato de Neves, Dany y Berthet. 72

Whitaker en el New York Herald Tribune: “el coronel Yagüe, que mandaba las tropas de Franco en Badajoz, se reía al oír los desmentidos relativos a las matanzas”. 73 Maury cita a Berthet: “Los civiles cuya chaqueta brillaba a causa del retroceso del fusil eran pasados por las armas”

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c) El debate historiográfico Por último es necesario hablar de las cifras dadas por varios especialistas en la materia así como tratar el tema de las responsabilidades sobre lo ocurrido en Badajoz. Según la Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores, que sigue las cifras dadas por Jay Allen, el número de víctimas se calcula en torno a las 4000 fusilados. Para César M. Lorenzo la cifra sería 1500 asesinados, para el eminente Manuel Tuñón de Lara en tonrno a 1200 solo antes del 15 de agosto, mientras que para Ricardo Sanz y James Cleugh las cifra oscilaría entre los 3000 y 2000 asesinados respectivamente. Según el socialista Julián Zugazagoitia se afirma que "cientos de prisioneros fueron llevados a la plaza de toros donde, atraillados como perros de caza, eran empujados al ruedo para blanco de las ametralladoras que, bien emplazadas, los destruían con ráfagas implacables" (cabe decir que este político y escritor de origen vasco sería fusilado en noviembre de 1940). Para Hugh Thomas, que como se ha indicado estudio el caso de Badajoz en 1959, los legionarios mataron a todos los que portaban armas, incluso aquellos que se refugiaban en el altar mayor de la catedral de la ciudad. Para él, Badajoz se llenó de cadáveres, pero la cifra que apunta es bastante menor que los 4000 apuntados por Allen. Según Thomas, la plaza de toros se convirtió en un campo de concentración pero no asegura que allí se cometiera una matanza como tal74: “El 27 de octubre de 1936, en La Voz, de Madrid, se publicó una versión completamente falsa de esta matanza, en la que se acusaba a Yagüe de haber organizado una fiesta en la que se había fusilado a los prisioneros ante la flor y nata de la sociedad de Badajoz, y que tuvo efectos desastrosos, pues provocó represalias en Madrid”. Francisco Sánchez Ruano, ya citado, confirma la matanza sanguinaria de la plaza de toros, pero no lo achaca a la responsabilidad de las tropas moras, pues las fuerzas del “orden” que quedaban en la ciudad por esas fechas eran principalmente miembros de la Guardia Civil. David Solar, también citado, achaca a los mandos locales de Falange el tema de la plaza de toros los cuales ordenaron las ejecuaciones a la Guardia Civil. Este mismo autor apunta a unos 2000 ejecutados. Francisco Pilo, por su parte, pone en duda la presencia del propio Allen en Badajoz así como el número de ejecuciones al que apuntó el norteamericano, a pesar de 74

THOMAS, Hugh, Historia de la Guerra Civil Española. Libro II, capítulo 22. Nota 7 :

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la gran consideración profesional de este periodista, defendido por historiadores de renombre como el propio Paul Preston. Por su parte, el revisionista Pío Moa, en Los mitos de la Guerra Civil (Esfera de los Libros, Madrid, 2003), desmiente que se dieran ejecuciones en la plaza de toros y cifra el número de víctimas en torno a los 500 y 1500 asesinados. En contraste, el historiador Javier Tussel en Franco en la Guerra Civil. Una biografía política (1992), considerada manipulados los datos aportados por Moa y estima la cifra de fusilados en torno a los 4000, en consonancia con los expuesto en su día por Allen. Por su parte Francisco Espinosa documenta fidedignamente unas 1389 ejecuciones pero afirma que la cifra podría superar los 3800 asesinados. En cuanto a los estudios realizados recientemente por la ARMH, se calcula que en la provincia de Badajoz los asesinados bajo la represión franquista fueron en torno a los 4000 y 9000. En cuanto a las responsabilidades, no cabe duda que la dinámica de “política de exterminio del adversario político” partía a partes iguales de Franco y de Mola, y que fue seguida, desgraciadamente de manera ejemplar, por Quipo del Llano en su avance por Andalucía. Las entrevistas de Jay Allen con Franco, como la dada el 27 de julio en Tetuán, confirman la sanguinaria e irrevocable decisión tomada por los altos mandos militares de la sublevación. No obstante, para el caso concreto de Badajoz, los principales responsables fueron en primer lugar el teniente coronel Yagüe, y sus subordinados en el ataque a la ciudad, Antonio Castejón y Carlos Asensio, ambos involucrados en otras matanzas en Extremadura y en la toma de varias ciudades republicanas de renombre como Toledo.

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5. INTERPRETACIÓN HISTORIOGRÁFICA DE LAS MASACRES EN EL CONTEXTO DE LA GUERRA CIVIL Y EL FRANQUISMO Antes de tratar en profundidad un tema tan concreto y delicado como el de las masacres de la Guerra Civil es necesario presentar un marco general de la historiografía sobre la guerra, para más tarde, una vez conocidas las principales líneas historiográficas, poder tratar con detalle el sujeto de las masacres y la represión provocadas por el conflicto y la dictadura militar impuesta por el bando vencedor. La Guerra Civil española es sin duda el sujeto histórico que mayor atención ha suscitado y la producción bibliográfica al respecto supera ampliamente la de cualquier otra temática de la historia española (las publicaciones sobre la Guerra Civil superan los 40000 ejemplares). La guerra de España, como fue conocida en su momento, suscitó desde su inicio una importante atención internacional debido al carácter del conflicto y a las diferentes ideologías que jugaron un rol en su desarrollo. Muchos ven en la Guerra Civil española el precedente de la Segunda Guerra Mundial75, pues en su interior se dibujó la lucha emprendida entre las ideologías que pocos años más tarde pugnarían en el conflicto mundial: democracia, comunismo y fascismo. El levantamiento de los militares africanistas del 18 de julio de 1936 coincidió con el gradual peso del fascismo en Europa (en el contexto de la “Europa de los dictadores”) así como con la victoria del Frente Popular en Francia. Es por ello que la guerra de España atrajo la atención del mundo por tratarse de un preámbulo de lo que posteriormente acaecería. La internacionalización de la Guerra Civil española queda expuesta por Schwartz76 y queda reflejada por la importante producción llevada a cabo por un buen número de hispanistas extranjeros (como Gabriel Jackson, Ronald Fraser, Pierre Broué, Émile Temime, Pierre Vilar o Bartolomé Benassar entre otros muchos). La Guerra Civil es por tanto un tema muy recurrente tanto para historiadores españoles como extranjeros pues su huella en la historia contemporánea española es tal que ha marcado el devenir histórico del país desde hace 70 años. Su trascendencia, consecuencias y connotaciones hacen de la Guerra Civil un tema en continua revisión y

75

BERDAH, J-F., La démocratíe assassinée. La République espagnole et les grandes puissances 19311939. París, Berg International Éditeurs, 2000 76 SCHWARTZ, F., La internacionalización de la guerra civil española. 2ª Ed.,Barcelona, Planeta, 1999.

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sobre el que se pueden seguir proponiendo múltiples análisis, estudios y nuevas investigaciones77. Para conocer en profundidad la historiografía de la Guerra Civil es necesario partir de la producción existente durante y después del conflicto. De esta manera se pueden observar las características propias de dicha producción historiográfica así como los cambios sufridos a causa del devenir político de España durante el franquismo y la posterior transición democrática.

5.1. Primera historiografía a) Cuestiones de guerra En primer lugar es importante iniciar este somero estudio sobre la historiografía de la Guerra Civil a partir de la primera producción iniciada ya durante el conflicto. La principal característica de esta primera historiografía es su importante peso ideológico y su intencionalidad política. Dicha producción provenía tanto de España como del extranjero y trataba por un lado de justificar el levantamiento fascista militar y por otro lado legitimar la defensa del orden legal republicano. Esta toma de partido por uno u otro bando refleja que la bipolarización ideológica española tuvo una dimensión mundial ya que ante un conflicto de tal envergadura y calado, y en el contexto europeo de la época, era casi imposible mantenerse neutral ante la guerra española. Como ejemplos de esta historiografía producida en plena guerra son destacables los trabajos de Franck Borkneau (El reñidero español: la Guerra Civil vista por un europeo, 1937) o de George Orwell (Homenaje a Cataluña o Cataluña libre, 1938). b) Los cronistas de la “Cruzada” Una vez concluida la guerra será la visión de los vencedores la que se imponga a través de un contexto de represión y miedo. Esta historiografía, fascista o nacionalcatólica, legitimó el levantamiento de Franco y sus correligionarios al considerarlo como una “cruzada de liberación nacional” cuyo objetivo era “librar” al país del 77

TUÑON DE LARA, Manuel; ARÓSTEGUI, Julio; VIÑAS, Ángel; CARDONA, Gabriel et BRICALL, Joseph M., La guerra civil española 50 años después, Éditorial Labor, Barcelona, 1985.

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comunismo, el judaísmo, la masonería y el separatismo. Dicha “cruzada” vendría acompañada de una mitología bélica cuyas conmemoraciones vendrían a su vez auspiciadas por el clero español. Esta historiografía pretendió reescribir la historia reciente de España como vehículo para legitimar la necesidad de un golpe de estado militar, su objetivo era también borrar, como apunta Paul Preston, los logros revolucionarios que con tanto esfuerzo había alcanzado la clase obrera española durante el conflicto. La necesidad de consolidar la inexistente legitimidad del régimen llevó a crear una nueva historia de España con una marcada intencionalidad a posteriori y que parte desde la introducción del liberalismo en España. De esta reinterpretación histórica fue Joaquín Arrarás78 su máximo exponente cuya labor se vino apoyada por la dictadura, sus agentes y mecanismo coercitivos y por la propaganda militar y eclesiástica. Tras la Segunda Guerra Mundial los autores afectos régimen, como Luís de Galinsoga, tratarán de salvar la pérdida de los aliados fascista europeos mostrando al general Franco como “el centinela de occidente” y primer vencedor ante el comunismo. Durante la década de los 50 se seguirá mostrando a un Franco victorioso frente al marxismo máxime en el nuevo contexto de la Guerra Fría y la transformación de la alianza antifascista en alianza anticomunista en Occidente79. c) Historiografía republicana en el exilio Tras la conclusión de la guerra también el bando republicano, en el exilia, trató de dar una explicación a la derrota pero, como apunta Preston, a través de una importante carga ideológica. A diferencia de la visión unánime del bando victorioso, el bando de los vencidos se caracterizaba, como antes y durante el conflicto, por un amplio y divergente espectro político en el que se inscribían un buen número de fuerzas y corrientes políticas. Las interpretaciones fueron en consecuencia distintas y los principales puntos de discusión fueron la aportación de cada corriente al esfuerzo bélico y las responsabilidades de cada grupo en lo concerniente a la derrota. Un importante debate al respecto se centró en el papel jugado por los comunistas y la liquidación de la revolución a cambio del apoyo soviético a la causa republicana. En general, todas las fuerzas políticas en el exilio (republicanos, socialistas, comunistas, anarquistas, nacionalistas vascos y catalanes) ahondaron en las divisiones y luchas existentes ya desde la instauración de la Segunda República, siendo muy frecuente las críticas de 78

ARRARÁS, J., Historia de la cruzada española. Madrid, Ediciones Españolas, 1939-1943 Los acuerdos de 1953 con EEUU que salvaron a la dictadura, obligaron a poner el acento en la lucha contra el comunismo internacional obviando el carácter antidemocrática y antiparlamentario del régimen 79

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mutua culpabilidad y la auto-exculpación. Incluso dentro de un mismo campo ideológico se dejaron sentir las críticas, como entre los anarquistas o los trotskistas. En general se puede decir que esta primera historiografía republicana del exilia estuvo marcada por mucha auto justificación, crítica recíprocas y escasa autocrítica sobre la acción de cada fuerza política. 5.2 Aportaciones del mundo anglosajón y renovación académica en las décadas de los 50 y 60 Las décadas posteriores a la finalización de la guerra vinieron marcadas por una férrea represión interior que transformó a la historia en propaganda, manipulación y adiestramiento pedagógico. La indiferencia exterior hacia la política interna de España favoreció la escasa producción bibliográfica sobre la guerra. No obstante existieron obras de interés como la de Patricia A. M. van der Esch 80 y las producidas por extranjeros que participaron en la guerra como combatientes, observadores o periodistas. Si es cierto que en el exterior no faltaron referencias al conflicto hispano, sobretodo en lo concerniente a sus repercusiones internacionales y en especial en países cercanos como Francia (obras como las de André Jacquelin, Paul Reynaud o George Bataille). En el contexto expuesto sobre el exilio y la historiografía franquista, no es de extrañar que a fines de los años 50 y comienzos de los 60, empiezan a aparecer los primeros estudios académicos, en la mayoría de los casos de autores extranjeros, que a partir de un cierto distanciamiento objetivista y de la utilización del rigor crítico propio del método histórico, presentan las primeras síntesis sobre la guerra alejadas de objetivos políticos y finalidades justificatorias. Estos trabajos, principalmente del ámbito anglosajón, no obviaban del todo las consecuencias socio-políticas de la guerra ni eran completamente objetivos pero buscaban una explicación sobre las causas de la guerra y de la victoria franquista. Mientras, en la España de los años 60, se iniciarán trabajos universitarios al respecto de la República, la guerra y el movimiento obrero. Dichos trabajos pudieron darse por varios factores, en primer lugar por el relajamiento del control ideológico de la dictadura, por una nueva generación de historiadores más alejados del contexto bélico, la influencia de los estudios extranjeros y el protagonismo 80

VAN DER ESCH, P. A. M. Van der, Prelude to war. The international repercussions of the SpanishCivil War. The Hague, Nijhoff, 1951.

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universitario en la lucha antifranquista. Estos nuevos estudios reivindicaron la historia de los vencidos apareciendo estudios sobre partidos, sindicatos y personalidades de izquierdas. Frente a esta renovación historiográfica y el éxito de la editorial Ruedo Ibérico el régimen, de la mano de Manuel Fraga, inició una actualización de historiografía cercana al régimen mediante el Centro de Estudios de la Guerra Civil ubicado en el Ministerio de Información y Turismo81. La tímida apertura y el exilio hicieron que el mayor peso historiográfico siguiera en manos de los anglosajones que pudieron acceder a las publicaciones de los republicanos exiliados y a las fuentes documentales de la guerra y la posguerra. El principal precedente lo representó el libro El laberinto español de Gerald Brenan publicado en 1943, pues aunque se hayan cuestionado algunas de sus ideas no dejó de dar una nueva visión sobre el conflicto español. Más tarde le siguieron las obras de Raymond Carr82 , de Hugh Thomas83, de Grabriel Jackson84, de Burnnet Bolloten85 y de Herbert Southworth86. Muchas de estas obras presentaban unos “marcos explicativos” propios de una tendencia historiográfica, de una ideología o de un partido, algo que será cuestionado por autores como Tuñon de Lara y los hispanistas franceses anteriormente citados. El modelo liberal anglosajón, aunque contestado por varios e importantes autores, mantuvo vigentes sus explicaciones basadas en el “fracaso” de la República, incapaz en ese contexto de sostener una experiencia democrática lo suficientemente fuerte como para resistir los ataques que se le lanzaron. 5.3. Tendencias interpretativas en el tardofranquismo Los años 70 vivieron el fin de la dictadura y el inicio de la transición democrática. No obstante, el tardo franquismo siguió apoyándose en las explicaciones venidas del mundo anglosajón y de autores como Trythall, Robinson, Carr, Malefakis o Payne. Todas sus obras criticaban la actuación de la izquierda durante la República pero obviando los conflictos precedentes y la historia de principios del siglo XX español; de ahí parte la crítica de autores como Blinkhorn o Preston. En estos años tomarán 81

DE LA CIERVA, R., Historia de la guerra civil española. Madrid, Ed. San Martín,1969 CARR, R. (Ed.)., The Republic and the Civil War in Spain. Londres, Macmillan,1971 [CARR, R. (Ed.), Estudios sobre la República y la Guerra Civil Española. Esplugues de Llobregat, Ariel, 1973]. 83 THOMAS, H., The spanish civil war. Harmondsworth, Penguin, 1961 84 JACKSON, Gabreil, Memoria de un historiador y La República y la guerra Civil 85 BOLLOTEN, B., The spanish Republic and the civil war, Princeton, 1965 86 El mito de la cruzada de Franco 82

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relevancia, gracias a nuevos y jóvenes investigadores, la historia social, la historiografía nacional frente a la extranjera, los estudios locales y la dimensión internacional del conflicto87. Tras la muerte de Franco y el inicio de la democracia creció el interés sobre el estudio de la guerra que dio lugar al régimen que llegaba ahora a su fin. Se produjo a su vez una apertura de archivos, sobretodo desde 1982, como por ejemplo los del Servicio Histórico Militar, los del Archivo Histórico Nacional y los del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Hacienda entre otros. No obstante, el acceso a los nuevos archivos no fue tan amplio como se hubiera deseado pero si lo suficiente como para producir un importante cambio historiográfico en la década de los 80. El peso de la dictadura y la no eliminación de todas sus herencias por parte de la democracia tuvieron una gran influencia, además la guerra seguía muy viva en el imaginario y la memoria colectiva del país. La historiografía española pecaba todavía de una falta de síntesis y estudios comparativos que si eran propuestos por hispanistas extranjeros (la reedición de la obra de Hugh Thomas en 1977 supone un importante ejemplo del trabajo de los hispanistas extranjeros)88. En 1979 aparecería una obra clave para la historia oral, se trata del libro de Ronald Fraser Recuérdalo tú y recuérdaselo a otros. De todos modos, esta explosión historiográfica que sigue al final del franquismo no presenta importantes novedades para la historiografía política. Gradualmente se acrecentaría un verdadero interés por los vencidos, así surgirían obras sobre el movimiento anarquista y las colectivizaciones, estas obras estuvieron favorecidas por los nuevos estudios e investigaciones como las de Franck Mintz, Gutiérrez Molina y Walter L. Bernecker89. También recibió aportaciones el campo de estudio sobre los partidos políticos, principalmente los catalanes, gracias a Ramón Casterás (sobre las Juventudes Socialistas Unificadas), a Hilari Raguer (sobre Unión Democrática) y a Francesc Bonamusa (sobre Andreu Nin y el movimiento comunista en España). También fueron importantes los estudios sociales del conflicto que se opusieron a las explicaciones aportadas por la historiografía franquista y la anglosajona tradicional, tales como los de Blinkhorn y Preston90. También aparecerán estudios sobre 87

RUIZ, O. & GÓMEZ, M. (Eds.), Los nuevos historiadores ante la Guerra Civil española. Granada, Diputación Provincial, 1990 88 También se reeditó la obra de 1965 de Jackson y aparecieron estudios comparativos como The spanish tragedy de Carr. A su vez fue reeditada Guerra y revolución en España de Broué y Témime. 89 LEVAL, G.,Colectividades libertarias en España. Madrid, Ricardo Aguilera, 1977; y SOUCHY, A., Entre los campesinos de Aragón. Barcelona, Tusquets, 1977. 90 PRESTON, P., La destrucción de la democracia en España. Reacción, reforma y revolución en la Segunda República. Madrid, Turner, 1978.

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la emigración provocada por la guerra y sobre las relaciones Iglesia-Estado, como el libro de Hilari Raguer La espada y la cruz. En cuanto al tema de la represión, dada la dificultad de acceder a fuentes óptimas y a la idiosincrasia de la temática, no se cuenta en estos años con muchas publicaciones, aunque destaca las Pérdidas de la Guerra de Ramón Salas Larrazábal. Aparecieron también memorias, testimonios y biografías de muchos participantes de la guerra y de ambos bandos. Con la transición democrática se inicia un periodo especialmente fructífero en la historiografía de carácter territorial a partir del acceso a nuevas fuentes documentales y la incorporación a la investigación de jóvenes investigadores vinculados a su ámbito geográfico y en su mayoría al medio universitario. La celebración de conferencias y coloquios favoreció, desde una perspectiva territorialmente local, un nuevo impulso a las investigaciones aunque con distinta intensidad según la región tratada. También recibieron atención los aspectos militares de la mano de Michael Alpert, Ramón Salas Larrazábal y Martínez Bande. El bombardeo de Guernica también suscitó los estudios de Southworth, Viñas y Maier. El propio Viñas, realizó un importante estudio sobre la economía española durante la guerra hasta entonces prácticamente olvidada por la historiografía existente (el autor trata el controvertido tema de el “Oro de Moscú”)91. También reciben atención la intervención extranjera en la Guerra Civil, el intervencionismo alemán a través de La Alemania Nazi y el 18 de julio. Antecedentes de la intervención alemana en la Guerra Civil española (de Viñas) y el italiano a través de Intervención fascista en la Guerra Civil Española (de Coverdale). Sin embargo el estudio sobre la participación rusa no profundizará mucho más del relato de Krivitsky92 retomado por Bolloten y David Catell, al que se sumarán las obras producidas por otros disidentes soviéticos y exiliados anarquistas y disidentes comunistas. El estudio de la política británica en relación a la Guerra Civil fue realizado por Hill Edwards en 1979 (The British Governement and the Spanish Civil War) y sobre la política francesa por D. Pike (Les Francais et la guerre d´Espagne).

91

VIÑAS, A., “Dimensiones económicas e internacionales de la guerra civil: una presentación de la literatura reciente” en TUÑON DE LARA, M.,Historiografía española contemporánea, ob. cit., pág. 366367 92 KRIVITSKY, W., I was Stalin´s Agent. London, Harmish Hamilton, 1939.

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6. HISTORIOGRAFÍA DE LAS MASACRES Y DE LA GUERRA CIVIL EN EL POST-FRANQUISMO Y LA ACTUALIDAD 6.1 . El boom del cincuentenario Posteriormente, la historiografía sobre la Guerra Civil puede escindirse en los distintos aniversarios que hacen referencia al comienzo y final del conflicto. Los 50 años del inicio de la guerra fraticida estuvieron marcados por reediciones (como la de Carr, Jackson…) sin embargo con el cincuentenario del final de la guerra aparecieron obras tan polémica como Agonía y victoria de Ricardo de la Cierva. Este aniversario propicio actos rememorativos o bien reivindicativos que partieron de los gobiernos locales o de formaciones obreras pero nunca del estado. El cincuentenario no trajo grandes polémica a excepción de las creadas por los “nostálgicos de la victoria”. Sin embargo propició la aparición de publicaciones en la prensa nacional a través de periódicos como El País, ABC, El Periódico de Cataluña o la revista Época. También favoreció estudios y publicaciones de revistas especializadas en Historia, Ciencias Sociales y divulgación cultural así como revistas de Departamentos universitarios o de entidades de carácter y proyección local. También dio lugar a la creación de una gran síntesis sobre la Guerra Civil a través de la revista Historia 16. Los años 80 estuvieron marcados por la reconciliación y la rememoración y estudio de la guerra fue considerada en general como un medio para mostrar la tragedia del pueblo español. Salvo los nostálgico-fascistas, la gran mayoría tomó la guerra como un error colectivo que era necesario asumir a través de la tolerancia democrática. Este tema de la reconciliación y del abandono de la historiografía propagandista o revanchista ocupó muchas páginas de obras de autores de todo signo político e intelectual93. La transición democrática y la era de los “nuevos historiadores” ocasionó un cambio en la visión sobre la guerra sobretodo al situarse más lejana en el tiempo y en la memoria colectiva. Por un lado, la historiografía neofranquista perdió la ya de por sí escasa credibilidad que tenía y la historiografía de signo contrario moderó su posicionamiento y supo atraerse a los sectores universitarios. Las principales características de esta nueva historiografía surgida en los años 80, y que en gran medida 93

TUÑÓN DE LARA, M. [et al.], La guerra civil española, 50 años después. Barcelona, Labor, 1985, pág. 10. ARANGUREN, J. L. [et al.], La guerra civil española. Una reflexión moral 50 años después. Barcelona, Planeta, 1986

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se mantiene hasta la actualidad, son por un lado la abundancia de publicaciones, el conservadurismo metodológico general, el mantenimiento de la historiografía y temas tradicionales (aunque existen nuevas aportaciones y campos de estudios novedosos), la positiva valoración de la “nueva España democrática”, el tratamiento de nuevas fuentes todavía sin analizar, el avance en la Historia local y regional así como la persistencia del binomio República-Guerra Civil heredado de los estudios anglosajones. Por último, el tema de la represión en ambos bandos será uno de los temas estrellas de esta década y las posteriores. Por tanto, se trata de una historia que sigue básicamente los patrones tradicionales salvo alguna novedad pero que en líneas generales no busca nuevos campos y temáticas. La gran cantidad de nuevas fuentes no llegó a favorecer una verdadera ampliación del espectro de los estudios, además desde el mundo militar se mostró una crónica reticencia al acceso a sus archivos. No obstante y por inspiración universitaria se celebraron muchos congresos y seminarios a los que se sumó un despertar cultural plasmado en el mundo de la fotografía, el arte y el cine. Los años 80 fueron una época en la que destacó una nueva manera de aproximarse a la temática de la guerra gracias a la libertad de criterios y de opiniones favorecidas por múltiples colaboraciones y una apertura pública del tema. Destacan en esta época las obras de Tuñon de Lara, de Tamanes y de los hermanos Salas Larrazabal 94 sin olvidar las obras de hispanistas extranjeros como Preston o Vilar95, aparte de las producidas por Hermet, Témine, Ellwood, Bernecker o Ranzato. 6.2 El decenio de los 90 Los años 90, coincidentes con nuevos aniversarios del conflicto, propiciaron un nuevo impulso historiográfico y la labor documental de editoriales y autores. Aunque el volumen fue menor que el dado durante el cincuentenario se logró una mayor calidad debido al alejamiento temporal, el tratamiento de temas “tabú”, el acceso a nueva documentación y el desarrollo de la historia local. La historiografía del momento mantuvo todavía la pugna ideológica surgida con la guerra y la utilización y el 94

TUÑÓN DE LARA, M. [et al.], La guerra civil española...; TAMAMES, R., La guerra civil española. Una reflexión moral 50 años después. Barcelona, Planeta, 1986; SALAS LARRAZÁBAL, R. & SALAS LARRAZÁBAL, J., Historia general de la guerra de España. Madrid, Rialp, 1986 95 PRESTON, P., La guerra civil española, 1936-1939. Barcelona, Plaza & Janés, 1987; VILAR, P., La guerra civil española. Barcelona, Crítica, 1986

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enfrentamiento partidista ahondaron en esa diferenciación entre las “dos Españas”. Sin embargo, el tema fue tratado desde un más amplio espectro, al detenerse las investigaciones en la recreación visual y en la historia oral beneficiándose también de un acercamiento a la temática por medio de nuevas formas culturales y sociales que tomaron en consideración aspectos hasta entonces prácticamente olvidados. Existieron también debates sobre el llamado “pacto del silencio”, problemas para acceder todavía a los archivos (como los del Alto Estado Mayor) y reticencias por tratar temáticas como la de la represión. También el clima político y las visicitudes gubernamentales facilitaron o en el peor de los casos dificultaron un óptimo tratamiento de la temática (es el caso de algunos políticos que fueron dirigentes durante la dictadura). La historiografía española toma ahora realmente el relevo a los hispanistas extranjeros aunque sigue existiendo una positiva interacción y colaboración. Además es en esta época cuando se produce una verdadera renovación historiográfica al tratarse la represión, temas sociales como la vida en la retaguardia, el coste humano y material del conflicto, la política cultural y propagandística, la historia de género, etc. Se dan pues nuevos enfoques en los que se mezclan la historia estructural con la de tipo política y la nueva historia socio-cultural. Los encuentros siguen dándose en los 90 destacando el organizado por la Universidad de Pau en 1996. Los periódicos nacionales publican obras de carácter general que muchas veces atendieron a intencionalidades políticas. Se dieron obras colectivas como las de Tusell y Peyne 96 o la de Preston y Mackenzie 97 y entre las obras individuales destacan las de Bernecker, Témine, Preston, Palacio Bañuelos y Aróstegui. 6.3 Proyección de la controversia en el siglo XXI La llegada del siglo XXI ha incrementado el inagotable tema de la Guerra Civil ahora tratado desde una mayor variedad de direcciones. Este nuevo impulso viene también favorecido por la polémica creada por revisionistas neofranquistas como Pío Moa, Cesar Vidal, Bullón de Mendoza, Eugenio Togores y como desde antaño Ricardo

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TUSELL, J. & PAYNE, S., La guerra civil. Una nueva visión del conflicto que dividió España. Madrid, Temas de Hoy, 1996. 97 PRESTÓN, P. & MACKENZIE, A. L. (Eds.), The Republic Besieged: Civil War in Spain, 1936-1939. Edimburg, Edimburg University Press, 1996

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de la Cierva. La intencionalidad, la parcialidad y la orientación maniquea están presentes en las obras de estos últimos autores, los cuales pretenden dar una justificación a la sublevación militar gracias al apoyo de ciertas editoriales, instituciones y universidades privadas y al seguimiento de sus obras de parte de la ciudadanía heredera de los vencedores. Por supuesto, este revisionismo historiográfico ha suscitado reacciones y críticas como las de Enrique Moradillos y Alberto Reig Tapia que vienen a demostrar acertadamente como la historiografía neofranquista pretende continuar manipulando y engañando en lo concerniente a la Guerra Civil 98. Angel Viñas también viene a desmontar las teorías de los revisionistas exponiendo que no son historia pues se basan en la mitología manipulada que la educación de la dictadura inculcó a varias generaciones de españoles. En estos años se mantuvo el debate sobre el “pacto de silencio” el cual no es tal ya que aparece continuamente en multitud de obras, además es importante la presencia social e intelectual de la generación de los “nietos” así como un auténtico tratamiento de temas escabrosos como el de la represión y el exilio. Así el nuevo siglo se caracteriza por una muy amplia cantidad de publicaciones y el avance de otras muchas investigaciones y estudios. Las obras generales más destacables son por ejemplo la de la británica Helen Graham (The Spanish Repúblic at war (1936-1939), Cambridge, Cambridge University Press, 2002), la del francés Bartolomé Bennassar (El infierno fuimos nosotros. La Guerra Civil española (1936-1942), Madrid, Santillana, 2005), o la de Rafael Cruz (En el nombre del pueblo. República, rebelión y guerra en la España de 1936. Madrid, Siglo XXI, 2006). Otras obras fundamentales que han promovido el debate y la reflexión son La cruzada de 1936 de Alberto Reig que desmonta los mitos fundacionales de la dictadura e incide en la necesidad democrática de rescatar la memoria colectiva a propósito de la guerra. También se pude citar la obra de Julio Aróstegui Por qué el 18 de julio…y después en la que el autor analiza la preparación de la sublevación militar y las consecuencias de la transformación del golpe en Guerra Civil. La historia local por su facilidad de acceso documental, cercanía y financiación sigue siendo el ámbito más prolífico historiográficamente hablando 99. Entre las obras de 98

MORADILLOS, Enrique, 1936. Los mitos de la Guerra Civil [Barcelona, Península, 2004]. REIG TAPIA, Alberto, Anti-Moa[Barcelona, Ediciones B, 2006] 99 PALOMARES, J. M., La Guerra Civil en Palencia: la eliminación de los contrarios. Palencia, Ed. Cálamo, 2002 ESPINOSA, F., La columna de la muerte: El avance del ejército franquista de Sevilla a Badajoz. Barcelona, Crítica, 2003

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historia temática, menos abundante, destacan las referentes a la dimensión internacional de la guerra (E. Moradiellos, El reñidero de Europa: las dimensiones internacionales de la Guerra Civil Español; Berdah, La démocratie assassiné. La Republique espagnole et les

grandes puissances,1931-193 o bien La soledad de la República de Angel Viñas). También han aparecido obras sobre la participación de las Brigadas Internacionales (Baxell, Carroll), el asilo diplomático, la participación alemana (Bowen, Arias Ramos), italiana (Heiberg), rusa (Kowalsky) y marroquí (De Madariaga). Las investigaciones sobre la sociedad también han sido recogidas en las obras de Seidman 100, de Tébar y de Abella. Por otro lado también contamos con obras sobre el exilio republicano en Francia101, sobre el maquis102 y la historia de género103. A su vez también se ha puesto el acento en las biografías y memorias sobre las principales personalidades implicadas en la guerra como por ejemplo Azaña, Negrin, Zugazagoitia, Mola o Franco. La variedad temática se completa con obras sobre el “oro de Moscú” (Viñas y Martín Aceña), la propaganda (Soutwoth y Vázquez Liñan), la cultura (Trapiello y Davison) y la historia militar (Gabriel Cardona). La actuación de instituciones y partidos también ha sido un tema recurrente y muchas veces polémico, los principales ejemplos los representan las obras de Antonio Cazorla sobre el Nuevo Estado, de Hilari Raguer y Julián Casanova sobre la actitud de la Iglesia y de Joseph Puigsech sobre el PSUC. Estas obras se completan con otras más concretas sobre el nacionalismo catalán y vasco. En lo referente a las fuentes ha habido novedades como las aportadas por la limitada apertura de los archivos de la antigua Unión Soviética y el también limitado y arbitrario acceso a los archivos de la Fundación Francisco Franco, los militares, los provinciales y los de instituciones carcelarias. Un importante debate se surgió debido a la conformación del Archivo General de la Guerra Civil Española situado en la ciudad de Salamanca. La vitalidad publicista se sigue manteniendo e incrementando con el 70 aniversario de la Guerra Civil debido a que quedan muchos aspectos por tratar adecuadamente y otros todavía obviados como el peso de la Guerra Civil entre la sociedad española actual y la LEDESMA, J. L., Los días de llamas de la revolución. Violencia y política en la retaguardia republicana de Zaragoza durante la guerra civil. Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2003 100 SEIDMAN, M., A ras de suelo: Historia social de la República durante la Guerra Civil. Madrid, Alianza, 2003. 101 ALTED, A.& DOMERGUE, L., El exilio republicano español en Toulouse, 1939-1999. Madrid, UNED, 2003 102 SERRANO, S., Maquis. Historia de la Guerrilla antifranquista. Madrid, Temas de Hoy, 2001 103 NASH, M., Rojas. Las mujeres republicanas en la guerra civil. Madrid, Taurus, 2000

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temática sobre la memoria histórica (promovida por la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica). La Guerra Civil es algo muy vivo a los setenta años de la misma, dando lugar a manifestaciones y planteamientos morales y culturales diversos y enfrentados con notable presencia pública e implicaciones políticas como es el caso de la polémica por los Archivos o por la recuperación de la memoria democrática de la misma. Con esta enumeración y análisis de la evolución de la historiografía de la Guerra Civil se puede denotar la importancia del conflicto y las distintas vertientes surgidas desde los más divergentes planos ideológicos. Como se ha visto, en las últimas décadas han surgido estudios que abordan temas hasta entonces no tratados y como para el caso de la represión, tema que interesa para esta memoria, obviados. No obstante la dificultad de sintetizar todas las líneas historiográficas sobre las masacres obliga a seleccionar una pequeña muestra de lo producido por la historiografía española y extranjera en las últimas décadas, sin olvidar que la labor de instituciones como la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica ha logrado impulsar nuevas investigaciones todavía por concluir.

7.

HACIA

UNA

SÍNTESIS

DE

LAS

INTERPRETACIONES

HISTORIOGRÁFICAS Para descubrir cueles fueron las complejas causas que llevaron al estallido de la Guerra Civil española y a su más desgraciado ejemplo de las masacres, es necesario adentrarse en los estudios realizados dentro de la granada bibliografía originada por la temática. Muchos estudiosos y autores han tratado de dar respuesta a la incógnita concerniente a los orígenes de la Guerra Civil y a la explosión de violencia y crueldad sin precedentes que sufrió el país durante tres largos años de guerra y varios más de cruda posguerra. La complejidad de la temática y de la propia sociedad e historia reciente española o facilitan una explicación única. Son muchos los factores que se pueden señalar como principales factores de la eclosión fratricida. Como he indicado en la

introducción

se

pueden

defender

explicaciones

de

tipo

determinista

y

etnosociológicas, pero se puede caer en la trampa del anacronismo y la simplicidad. Es por ello que se deben citar varios autores y varias obras perteneciente a distintos 67

mundos historiográficos, por un lado, para conocer las opiniones de dichos autores al respecto, y por otro lado, para poder dar el máximo número de explicaciones posibles buscando dar una solución al respecto. Debido a la amplia historiografía generada por la Guerra Civil es necesario seleccionar varias obras principales que sirvan como ejemplos de sus correspondientes líneas historiográficas. Además, debido al eco internacional de la guerra, es preciso también mencionar las principales opiniones vertidas principalmente por hispanistas anglosajones y franceses.

7.1 A propósito de las Memorias de Manuel Azaña En primer lugar se pueden citar obras de importantes personajes contemporáneos a la guerra e incluso partícipes políticos dentro de la misma. Una de las principales fuentes que se pueden utilizar para este análisis son las memorias del presidente de la República española Manuel Azaña104, líder de Acción Republicana y figura clave dentro de la política española del primer tercio del siglo XX. Esta obra empieza con una acertada narración de la vida y obra del político español de la mano del prestigioso historiador norteamericano Gabriel Jackson, gran conocedor de la guerra de España y autor de obras principales para el hispanismo anglosajón105. Lo interesante de esta obra es la opinión de Azaña respecto a lo que el considera las causas directas de la guerra y el recurso de la violencia y de las masacres. Para Azaña las causas de la guerra tienen dos orígenes. Por un lado parten de la propia política interior española y por otro lado, e interactuando con ellas, las procedentes y generadas por la política internacional de los años 30. Azaña afirmó en su día que sin la conjunción de los factores internos y externos nunca se hubiera dado la guerra, es decir, que sin el auge de los totalitarismos en Europa no se hubiera producido el levantamiento militar del 18 de julio, y sin éste, las potencias fascista europeas no hubieran intervenido sobre el terreno hispano. Para el presidente de la República, las principales motivaciones del bando nacional fueron las expuestas por la propaganda orientada al exterior, es decir, la represión de la anarquía, la eliminación del poder comunista y la dependencia de Moscú, así como salvar a la religión católica y mantener la unidad nacional a través de la llamada “revolución nacional-sindicalista”.

104 105

AZAÑA, Manuel, Causes de la guerre civile d’Espagne, Presses Universitaires de Rennes, 1999. JACKSON, Gabriel, Historie d’un historien, Anaya, Madrid, 1993

68

Como señala Azaña, el golpe de Estado no fue algo decidido en 1936 sino que fue la resolución que hubieron de postergar tras el fracaso de otros complots antirrepublicanos, como el dirigido por el general Sanjurjo en 1932. No obstante también alude a una explicación de tipo determinista al comentar la situación sociopolítica, económica y cultural que arrastraba el país desde el siglo XIX. Azaña destaca el carácter atrasado de un país rural como España en cuyo seno existían importantes escisiones sociales y económicas. Destaca la debilidad de la burguesía española y la casi inexistencia de una suficiente clase media que pudiera resistir los ataques de la extrema derecha y de la izquierda, que extrema o no, se hallaba también dividida irreconciliablemente entre socialismo de tipo marxista y anarquismo. Por otro lado destaca las adversas consecuencias acarreadas por la crisis capitalista de 1929 que coincidieron con el fin de la bonanza, para nada igualitaria ni redistribuida, traída por la dictadura de Primo de Rivera. Por otro lado son destacables las importantes reformas llevadas a cabo durante la República y que en muchos casos le granjearon enconadas reacciones que vinieron tanto de sectores tradicionalmente privilegiados y a su vez desde el mundo proletario. La reformas agraria, militar, judicial y educativa del primer gobierno republicano suscitaron un importante odio por parte de militares y religiosos que perdían atribuciones y privilegios a favor de la acción del Estado, pero también el desencanto de grupos de jornaleros y de obreros cuyas expectativas de mejoría socioeconómica no se colmaron. Temas como la separación entre Iglesia y Estado, la ley sobre el divorcio y la autonomía de Cataluña vinieron a sumarse al cúmulo de problemas a los que la República se tuvo que enfrentar. Así pues, y en unión al devenir del periodo republicano (sublevación militar de agosto de 1932, sucesos de Casas Viejas de 1933, revolución de Asturias de 1934…) se fueron clarificando unas derechas que recurrieron al extremismo y a la demagogia, y unas izquierdas desunidas y en gran parte frustradas con la acción de los gobiernos republicanos. Ambos grupos, destacando en la derecha la Falange y en la izquierda los sindicatos UGT y CNT, apelaron ya antes de la guerra a la violencia contra su enemigo social. El golpe de Estado no triunfante fue el que en definitiva dio lugar a la Guerra Civil al trastocar los planes militares de quienes confiaban en hacerse con el poder en poco tiempo. En definitiva las profundas convicciones de dichos grupos socio-políticos y su agudo antagonismo llevaron a una guerra sin cuartel en la que era precisa no hacer prisioneros, es decir, acabar físicamente con el enemigo de la forma más cruel, simple y 69

rápida posible. Por tanto los fusilamientos y la multiplicación de fosas comunes son para Azaña, adalid de la defensa de la no violencia entre compatriotas, el resultado de una gradual acumulación de odio y extremismo del que ambos bandos fueron partícipes. Azaña intentó no ahondar en el odio visceral entre los bandos enfrentados aunque el mismo decretó la dura represión emprendida en la localidad de Casas Viejas en la que fueron ejecutados un buen numero de campesinos tras haber comenzado la revolución en dicha localidad.

7.2. La hegemonía de Ricardo de la Cierva en la historiografía franquista Otra de las opiniones que pueden remarcar en este estudio es la expuesta por los llamados “cronistas de la Cruzada” encabezados Joaquín Arrarás y por Ricardo de la Cierva. Este autor que trabajó durante la dictadura y que ya en la democracia llegó a ser ministro de Cultura, es un claro defensor del levantamiento militar y del régimen fascista o nacional-católico resultante de la guerra. Ricardo de la Cierva en sus múltiples obras destaca el carácter necesario del levantamiento militar y defiende los asesinatos y crímenes cometidos por los franquistas basándose en que éstos tuvieron lugar para librar a la “verdadera España” de la llamada “Anti-España” 106 y la revolución social que se cernía sobre el país. De la Cierva legitima las masacres cometidas durante la guerra presentando el golpe militar de Franco y su camarilla como una “cruzada” contra el marxismo y la masonería, tesis defendida y legitimada por la Iglesia católica. De la Cierva considera al socialismo como una ideología viciada que vino a envenenar al país y que por ello era necesario erradicarla de la manera más rápida posible. Ricardo de la Cierva centra sus obras en la República y la Guerra Civil, y pone el acento en la defensa de la eliminación física e intelectual del socialismo, al que considera culpable de la guerra junto con la masonería. De la Cierva ha dedicado libros a los crímenes cometidos por las fuerzas republicanas y ha intentado desmontar la historia del socialismo español así como de las fuerzas leales a la republica que actuaron durante la guerra (como por ejemplo las Brigadas Internacionales). La principal justificación que utiliza desde los años 60 Ricardo de la Cierva, y en definitiva la línea historiográfica cercana al franquismo, es la 106

DE LA CIERVA, Ricardo, Bibliografía general sobre la guerra de España (1936-1939) y sus antecedentes históricos. Fuentes, Ariel, Barcelona, 1968

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de la ilegalidad de la República. El mismo autor llegó ha afirmar que “el 18 de julio no fue un golpe militar fascista, pues no existía legalidad republicana”. Para afirmar dicha tesis se basa intencionadamente en aquellos documentos de la época que certifican dicha idea. No obstante y claro está, estos documentos pecan de gran parcialidad y más aun las opiniones que de ellos extrae De la Cierva; cuyo carácter como historiador ha sido negado por múltiples historiadores de signo contrario como el profesor Julio Aróstegui, que le achaca al autor, aparte de su parcialidad, subjetivismo y falta de rigor histórico, el apoyo recibido tanto por la dictadura como por el Partido Popular durante el gobierno de José María Aznar107. Así pues, el autor defiende la legalidad del golpe militar y la necesidad de depurar al país de las “hordas comunistas” controladas desde Moscú y culpables en su opinión de la desunión de España. El rigor de De la Cierva es nulo a la hora de seleccionar los documentos que certifican las matanzas cometidas por uno u otro bando beligerante. Su testigo ha sido recogido recientemente por los revisionistas neofranquistas entre los que destacan Pío Moa y Cesar Vidal, y cuyas tesis y reacciones suscitadas serán tratadas posteriormente.

7.3. La influencia de los Hispanistas británicos y franceses. Otras de las líneas historiográficas más importante y de mayor calado, al menos durante buena parte del siglo XX, es la constituida por los hispanistas extranjeros, principalmente anglosajones y franceses. Entre los primeros son destacables los trabajos de Raymond Carr, Ronald Fraser, Hugh Thomas o Gabriel Jackson108 por citar a los más clásicos y entre los más recientes Ian Gibson y Paul Preston 109. Las obras de estos autores no españoles vinieron a llenar el vacío historiográfico ocasionado por la represión y el pensamiento único impuesto por la historiografía adepta al régimen franquista.

107

AROSTEGUI, Julio, Historia y memoria de la guerra civil, Salamanca, 1988. CARR, Raymond, The Spanish tragedy, the civil war in perspective, Lodres, 1977. FRASER, Ronald, Recuérdalo tú y recuérdaselo a otros, Barcelona, Grijalbo-Mondadori, 1979. THOMAS, Hugh, La Guerre d'Espagne, Paris, Robert Laffont, 1997. JACKSON, Gabriel, Historia de un historiador, Madrid, Anaya, 1993. 109 GIBSON, Ian, La muerte de Lorca, Madrid, Ruedo Ibérico, 1976. PRESTON, Paul, The Spanish Civil War, 1936-1939, New York, Grove, 1986. 108

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a) Gerald Brenan y los hispanistas británicos Entre todos ellos se debe destacar la obra de Gerald Brenan 110 ya que supuso el precedente historiográfico para el resto de los hispanistas posteriores. Su obra es la principal base introductoria para los angloparlantes pues sintetiza con gran acierto el devenir histórico de España desde finales del siglo XIX hasta la proclamación de la Segunda República y la Guerra Civil. Su análisis viene a perfilar la actuación de todos los grupos políticos y sociales que actuarían más tarde durante el conflicto. Por tanto, presenta un marco explicativo lo suficientemente profundo como para clarificar las causas por las que se dio la guerra y su dramática culminación a través de las masacres y fusilamientos en masa. Brenan señala que la guerra estalló debido al coraje y a la resistencia que el pueblo opuso a la sublevación, la cual contaba con la mayor parte del ejército y las tropas mejor preparadas, además de apoyo militar y logístico de las potencias fascistas occidentales. Al no triunfar el golpe de Estado en las principales ciudades (Madrid y Barcelona principalmente) el territorio español quedó escindido en dos partes bien diferenciadas en las que se desarrolló la inevitable guerra entre hermanos. Progresivamente, según Brenan, las posiciones de cada bando fueron a parar a manos de los grupos más extremistas o radicales de cada bando, en el bando republicano en poder de socialistas, comunistas y anarquistas, y en el bando sublevado en poder de la Falange de las JONS. También destaca Brenan la importancia del apoyo internacional (mucho mayor por parte de Alemania e Italia hacia los sublevados que de la URSS hacia la República) así como el carácter de “cruzada” de los franquistas (carlistas principalmente) y el entusiasmo popular en el bando republicano. Brenan destaca la importancia de la toma de poder de los sindicatos en el bando republicano comparándola con la lucha contra el invasor dada en 1808 durante la guerra de la Independencia; las antiguas juntas decimonónicas se transformaron en comités obreros. Señala la labor de los comités de salud pública encargados en los primeros meses de llevar a cabo el conocido como “terror rojo” los cuales respondieron a la lucha contra el peligroso enemigo interior o “quinta columna”. Destaca que los paseos llevados a cabo en la zona republicana así como las ejecuciones masivas se dieron la mayoría de las veces tras un bombardeo o el anuncio de una atrocidad cometida por los fascistas. 110

BRENAN, Gerald, El laberinto español, orígenes sociales y políticos de la guerra civil, Paris, Ed. Champú Libre, 1984.

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Destaca como principales artífices de las masacres de los primeros meses de la guerra a la columna Durruti antes de partir al frente de Aragón o de la capital como una especie de terror jacobinista. Este descontrol revolucionario se frenaría desde el gobierno a partir del 25 de agosto y tras la dura lección aprendida tras la cruel matanza de Badajoz. Las eliminaciones físicas “irregulares” se achacarían a “elementos incontrolados” a partir de octubre mientras que nacería un nuevo terror de tipo “político” principalmente bajo la influencia comunista-estalinista. Dicho terror actuó sobre los sospechosos quintacolumnistas y sobre “disidentes” de izquierda, principalmente trotskistas del POUM y anarquistas, lo que hizo ahondar más en la desconfianza entre los distintos grupos y partidos antifascistas (los sucesos de mayo de 1937 de Barcelona sirven como ejemplo para este punto). Brenan destaca a este respecto la hostilidad existente entre los principales sindicatos obreros, UGT y CNT, surgida principalmente por las distintas vías concebidas para llevar la guerra y la revolución social. A su vez, Brenan realiza una crítica constante contra el estalinismo y su influencia durante el conflicto y especialmente en los últimos meses del mismo. Brenan, siguiendo las observaciones establecidas por Borkenau111, establece un análisis sobre las colectivizaciones dadas por las distintas facciones revolucionarias (principalmente anarquistas) en el ámbito agrícola e industrial, dichas colectivizaciones perderán vigor en favor de la actuación del Estado llevada a cabo por socialistas y comunistas. En lo que concierne al bando franquista, Brenan destaca que los sublevados también se entregaron a las masacres y las atrocidades para intimidar al adversario y eliminar a los elementos obreros más peligrosos. La intervención de falangistas y carlistas, con “listas negras” elaboradas previamente, desencadenó un alza de las masacres sin parangón. Brenan habla de las sangrías dadas en Andalucía y lideradas por Quipo del Llano (llamado el carnicero de Sevilla). La matanza de Badajoz será la culminación de la política de eliminación y depuración puesta en práctica por los militares. El norte tampoco se libró de las atrocidades fascistas pues entre sus victimas se contaban por igual masones y liberales como comunistas y socialistas. Todas las matanzas cometidas por los “nacionales” contaron con el apoyo incondicional de la Iglesia, que a su vez legitimó moralmente la “cruzada” nacional. Brenan señala que proporcionalmente el terror “blanco” triplicó al terror “rojo” aunque afirma que sus métodos eran básicamente idénticos aunque menos sangrientos por parte de los 111

BORKENAU, Franz, El reñidero español, Madrid, Ruedo Ibérico, 1977.

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republicanos112. La metodología habitual consistía en recoger con camiones a los supuestos enemigos para asesinarlos en las cercanías de los pueblos, no obstante, las ejecuciones sumarias en los penales fueron más incontroladas en el bando sublevado, pues en el republicano muchas voces se alzaron contra la violencia. Brenan destaca que los nacionales nunca renunciaron a eliminar a sus enemigos a través, de lo que él considera, un jamás denunciado terrorismo falangista y carlista. b) Bartolomé Bennassar y los hispanistas franceses La historiografía francesa centrada en el caso español representa a su vez un vasto esfuerzo por conocer detalladamente lo acaecido en su país vecino, pues la proximidad y la afinidad han pesado mucho entre los hispanistas franceses. Los principales autores han propuesto hipótesis en muchos casos alejadas de sus colegas británicos, que generalmente achacan la derrota militar republicana a su incapacidad de hacer frente al bando sublevado. Si bien es cierto que esta afirmación puede ser argumentada, los hispanistas franceses han tratado de matizarla y aportar una visión que no solo se centre en el resultado en los campos de batalla ni en las decisiones políticas de despacho. Destacan en esta línea historiográfica autores como Pierre Chaunu, Émile Temime, Pierre Broué, Michel Papy et Jean-François Berdah entre otros 113. Cabe decir que la línea historiográfica francesa cuenta con un espectro ideológicamente más amplio (desde la derecha hasta el trotskismo) y que difiere del casi monolítico pensamiento liberal del hispanismo inglés; es por ello que se pueden contar con obras que cuentan con una mayor amplitud temática y con unas opiniones diversas que permiten al historiador actual contrastar y analizar el sujeto desde distintos puntos de vista. A destacar también son las obras del profesor emérito de la Universidad de Toulouse, Bartolomé Bennassar114. Este autor francés destaca que durante el otoño de 1936 las victimas producidas por el terror blanco más las ocasionadas por el terror rojo fueron superiores a la habidas en los campos de batalla, de ahí se puede concluir la 112

Brenan cita una ilustrativa frase del escritor Benito Pérez Galdós: En España nada se parece más a un levantamiento revolucionario que un levantamiento reaccionario. 113 IMATZ, Arnaud et CHAUNU, Pierre, La guerre d’Espagne revisitée, Paris, Economica, 1993. TEMIME, Émile, La guerre d’Espagne commence, Bruxelles, Editions Complexe, 1986. PAPY, Michel, Les espagnols et la guerre civile, Biarritz, Atlantica, 1999. BERDAH, Jean-François, La démocratie assassinée, la République espagnole et les grandes puissances, 1931-1939, Paris, Berg International Éditeurs, 2000. 114 BENNASSAR, Bartolomé, La guerre d’Espagne et ses lendemains, Paris, Editions Perrin, 2004. BENNASSAR, Bartolomé, El infierno fuimos nosotros, la Guerra de España (1936-1942…), Madrid, Taurus, 2005.

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magnitud de las masacres y la depuración político-social. Bennassar afirma que por muy crueles que fueran estas masacres se hallaban inmersas de una lógica propia de una Guerra Civil en la que no fue habitual la toma de prisioneros. El hispanista francés señala la concepción del rival que tenía cada bando, el bando republicano consideraba a sus enemigos como rebeldes sediciosos y los franquistas consideraban a los leales a la Republica, como milicianos o irregulares situados al margen de la ley. Ambos grupos eran susceptibles de ser eliminados por sus enemigos pues en la Guerra Civil el status social y el cargo eran los condicionantes básicos para llevar a alguien al paredón. El estudio de Bennassar confirma lo mismo que concluyeron otros autores, que el terror del bando rebelde se basaba en un cálculo frío y sistemático frente al terror espontáneo y muchas veces incontrolado del bando republicano. La existencia de un poder sólido estipuló la metodología y carácter de las masacres en cada bando. El nuevo estado creado de la nada por los militares se dispuso a poner en práctica una limpieza y depuración vengadora para liquidar la “Anti-España”, mientras la revolución se sumergió en la destrucción de un mundo enfermo en busca de la consecución de una nueva humanidad. De hecho, Bennassar afirma que el nuevo estado rebelde surgió a causa del terror promocionado por sus principales dirigentes, entre los que destacan el general Mola y Quipo del Llano. Mientras, para el bando republicano la intensidad de las matanzas fue paralela al hundimiento del estado y su posterior reconstrucción. Bennassar hace uso de un óptimo objetivismo a la hora de intentar evaluar las cifras de muertos ocasionadas por las “sacas”, “paseos” y posteriores fusilamientos dados durante la guerra en cada bando. El autor reconoce su dificultad y desecha las cifras aportadas por el norteamericano Jackson, por excesiva, y la de Ramón Salas Larrazabal, por intencionadamente manipulada y minimizada. Bennassar confía el estudio de las matanzas a los estudios regionales aparecidos en las últimas décadas. Además, el autor reconoce la dificultad existente a la hora de encontrar fuentes fiables, pues los registros judiciales de condenas y defunciones adolecen de un sinfín de problemas y trampas para su correcto estudio. Es por ello que solo pueden defenderse a ciencia cierta balances provisionales sobre aquellas provincias o regiones estudiadas con mayor profundidad. Además hay que prestar atención a varios aspectos y elementos de cómo se desarrollaron las masacres, sujeto, en opinión de Bennassar, obviado por muchos estudios. Estos condicionantes responden al espacio y al tiempo en que se dieron las masacres, pues la República solo puedo ejercer dicha 75

represión en aquellas zonas donde mantuvo temporalmente su poder mientras que el bando faccioso la acabo ejerciendo en todo el país y además en la dura posguerra ulterior a la guerra. En lo concerniente a este punto Bennassar recalca la necesidad de distinguir ambas etapas de la política de eliminación fascista. Bennassar apunta, sin perfilar demasiado el problema de las cifras, que la violencia republicana y franquista entre 1936 y 1939 tuvieron valores prácticamente similares, debido principalmente a la mayor población controlada por la República durante la guerra. No obstante, una vez concluido el conflicto, Franco y su camarilla demostraron su nulo deseo de promover una verdadera reconciliación nacional al basar su régimen dictatorial en el miedo, la represión y el constante recuerdo y conmemoración del resultado de la guerra. Bennassar para no caer en el error generalista o exagerado de otros autores, perfila con varios ejemplos la cuantía e intensidad de la masacres de la Guerra Civil. En primer lugar destaca como ejemplo lo acaecido en la provincia de Málaga, donde se cebaron contra la población ambos terrores beligerantes a raíz del caos que sufrió la ciudad durante los primeros años del conflicto. Por otro lado analiza someramente el terror “nacionalista” dado indiscriminadamente hasta la primavera de 1937 poniéndolo en relación con la gradual limitación de las masacres en el bando republicano. Destaca en este punto el papel exterminador de la Falange en su labor de “limpieza” en las zonas controladas por los sublevados y caracterizadas por la composición de las “patrullas del alba” principales protagonistas de múltiples “paseos”. El hispanista francés destaca como el odio social llevó a una decadente perversión de los espíritus que llegó a convertir a las matanzas en verdaderos “espectáculos”. Por otro lado destaca la influencia de la proximidad del frente sobre las masacres así como el binomio acciónreacción frente a los asesinatos producidos a pocos kilómetros por el bando rival. El terror rojo y negro también es analizado por Bennassar que en primer lugar apunta a como la represión republicana se dio en las zonas bajo su control donde se concentraban las principales ciudades del país. En dichas zonas se desencadenó un odio previo generado por años de explotación y que con el mínimo pretexto liquidó a sus adversarios políticos. Los ejemplos y circunstancias de Madrid o Barcelona dan buena prueba de ello. Con todo, Bennassar afirma que llegada la citada primavera de 1937 el tiempo de las masacres como tal llegaría a su fin.

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7.4. El debate historiográfico en España Por último cabe hacer la necesaria mención a la historiografía española, la cual después de varias décadas de letargo tomó el relevo a los hispanistas extranjeros para ocupar el primer lugar en cuanto a cantidad y a calidad historiográfica se refiere. Una vez finalizada la dictadura se pudo comenzar a tratar temáticas hasta entonces prohibidas, comenzándose pronto a elaborar obras generales sobre la República y la Guerra Civil. No obstante, solo hasta hace poco tiempo se han comenzado a realizar proyectos serios referentes a las víctimas de la guerra y en especial, al tema tabú de las masacres. La apertura de archivos, los estudios regionales, la aparición de fosas y sobretodo la mitigación del miedo sufrido durante más de 40 años han favorecido un correcto reestudio de la temática. Cabe destacarse que, al no ser un tema con una historiografía tan extensa como el tema más general de la Guerra Civil, son muchas las nuevas aportaciones otorgadas por nuevos descubrimientos, investigaciones y estudios de todo tipo. Dichas aportaciones vienen de campos tan diversos como el de la historia académica, la historia narrativa, la historia oral o la sociología. Así pues, es en la actualidad cuando pueden elaborarse estudios profundos y correctamente documentados sobre el tema que nos ocupa, el cual, lógicamente resta lejos de estar completamente abarcado al existir todavía un déficit historiográfico al respecto, así como reticencias y dificultades de tipo político e institucional para abordar nuevos documentos o hallazgos de fosas. No obstante la Ley de la Memoria Histórica y asociaciones como la ARMH (Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica) proporcionan actualmente un impulso del que anteriormente carecía este ámbito de la investigación. Por último, antes de mencionar los principales especialistas y obras al respecto, es necesario precisar, que por el especial desarrollo de las segunda mitad del siglo XX español, la historiografía arrastra tras de sí una importante carga ideológica, difícil de mitigar incluso en los estudios más serios, objetivos y contrastados. Poco son los autores que no denotan una inclinación más o menos clara hacia uno u otro bando o bien hacia tal o cual facción política. Ese aspecto radica en la lenta asimilación del proceso histórico que dividió al país hace 70 años. La bibliografía española ha necesitado un necesario proceso de maduración después de años de censura y severos problemas para poder estudiar el conflicto que por odio, conquista y asesinato dio lugar a la dictadura. Dentro de la historiografía española especializada en el estudio de la Guerra Civil, y en consecuencia de las victimas, masacres y represión, destaca una gran variedad de forma 77

a acercarse a la temática (desde obras generales, revistas especializadas, monografías, estudios locales, regionales y provinciales de masacres, colecciones, literatura, cine…). Pero para un tema tan delicado, aun a día de hoy, es suficiente con adentrarse en las distintas líneas historiográficas para denotar la todavía existente disparidad y desunión que generó la Guerra Civil. Dicho antagonismo, entre las nunca reencontradas “Dos Españas”, sigue latente en muchos aspectos de la vida de la sociedad española, evidenciando como la Transición democrática no llegó a cerrar las heridas abiertas, como trataré de mostrar posteriormente.

7.4.1. Historiografía franquista y revisionista Entre la historiografía defensora de la victoria y legalidad de la dictadura del general Franco, destacan los principales sucesores de los estudios emprendidos por el ya citado Ricardo de La Cierva, los hermanos Salas Larrazabal o Burnett Bollonten, principalmente, Pío Moa y Cesar Vidal115; que como antaño sus predecesores ensalzaron a la dictadura, ellos agasajaron con una especie de pseudo-historia al gobierno del Partido Popular. La utilización intencionada de esta línea historiográfica llega a ser tal que es poco recomendable a la hora de acercarse a la temática, aunque bien es cierto que son eficaces a la hora de generar discusión y debate. No obstante, su uso como fuente dista mucho de ser óptimo, pues por lo general son el fruto de una selección intencionada de documentación que tiende a obviar la propia responsabilidad y culpa. Aunque pueden ser alguna vez adecuadas para la observación y el contraste, las tesis de estos autores dentro de una historiografía conservadora de toda índole, no se sostienen por lógica ante las evidencias proporcionadas por la historiografía de signo contrario. Los principales puntos de fricción, debate y polémica han girado en torno a la matanza de Badajoz y al bombardeo de Guernica. Dichos hechos son negados o manipulados por estos autores que siguen manteniendo a modo de dogmas varios mitos franquistas basados sobre la censura, la represión y la manipulación de los hechos. Moa afirma que la guerra se dio por el carácter antidemocrático de la mayor parte de las fuerzas de izquierda, las cuales en su opinión consideraban a la República 115

MOA, Pío, Los orígenes de la Guerra Civil española., Madrid, Encuentro, 1999. MOA, Pío, Los mitos de la Guerra Civil., Madrid, La Esfera de los Libros, 2003. VIDAL, César, Durruti: La furia libertaria, Temas de Hoy, Madrid, 1996. VIDAL, César, La destrucción de Guernica: Un balance sesenta años después, 1997.

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como el paso intermedio hasta llevar a cabo la revolución social. Habla también de la huella dejada por la insurrección asturiana de octubre de 1934, así como los “oscuros arreglos” electorales que darían la victoria a la coalición del Frente Popular. Basa dichos argumentos en las denuncias presentadas al respecto por Niceto Alcalá Zamora, presidente de la República por entonces, y secundados por Azaña y Madariga, aunque sin haber sido contrastados. Moa afirma que las masacres y la violencia puesta en marcha por la extrema derecha en España respondía a la violencia y fervor revolucionario de la izquierda. Así pues, el golpe de julio es considerado por este autor como una respuesta de una derecha “arrinconada” a la que se sumó una parte de la oficialidad del estamento militar. Las declaraciones de Moa han supuesto en muchas ocasiones motivos de polémica y discusión, al considerar por ejemplo que Franco “no aniquiló a los rojos, los escarmentó” y afirmando que los que actualmente defienden la Ley de la Memoria Histórica son los descendientes de aquellos que hicieron funcionar las checas y el terror rojo. Estas declaraciones le supusieron la denuncia pública de varios ciudadanos, a lo que se sumó la negativa de Moa a condenar al franquismo y continuar alabándolo. Es por ello que esta línea historiográfica, cercana también a las tesis de Stanley Peyne116 o Anthony Beevor117 y secundada por José Manuel Cuenca Toribio y Carlos Secos Serrano entre otros, se han ganado numerosas críticas y controversias a raíz de varios puntos. En primer lugar muchos les reprochan una deficiente formación pues se trata básicamente de “comentaristas”, en palabras de Albert Reig Tapia118. Este mismo autor es con el que más polémica se suscita con Pío Moa, hasta el punto de elaborarse libros y réplicas a modo de contraofensivas. Se les crítica una manipulación en el uso de las fuentes que carecen del suficiente rigor histórico, y aun menos crítico, al ser las utilizadas tradicionalmente por la derecha española. A esto responden Moa y Vidal indicando que estas críticas vienen de la historiografía izquierdista iniciada años atrás por autores como Tuñón de Lara119, de inspiración marxista. No obstante y paradójicamente, el mismo Pío Moa fue miembro del GRAPO (Grupo de Resistencia 116

PAYNE, Stanley, El colapso de la República. Los orígenes de la Guerra Civil (1933-36), Barcelona, La Esfera de los libros, 2005. 117 BEEVOR, Anthony, La guerra civil española, Barcelona, Círculo de Lectores, 2005. 118 REIG TAPIA, Albert, Anti-Moa. La subversión neofranquista de la Historia de España, Barcelona, Ediciones B, 2006. 119 TUÑON DE LARA, Manuel (coord.), La guerra civil española 50 años después, Ed. Labor, Barcelona, 1985.

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Antifascista Primero de Octubre) y militante en su juventud del PCE para más tarde tornar su ideología hacia las posturas conservadoras y ultraliberales que defienden en sus escritos. Se le achaca pues ese cambio de postura y sus descalificaciones contra autores de renombre como Pierre Vilar, también cercano a la metodología marxista. Las tesis de Moa han sido desechadas y descalificadas por importantes autores como Paul Preston, Helen Graham, Javier Tussell, Enrique Moradiellos, Santos Julía o Gabriel Cardona. Por su parte, el británico Ian Gibson ha denunciado varias de las mentiras defendidas por Cesar Vidal en su estudio sobre Paracuellos 120. No obstante, posteriormente trataré en mayor profundidad esta polémica sobre Paracuellos así como la suscitada por el revisionismo neofranquista centrándome en la discusión mantenida entre Moa, a propósito de sus escritos y su libro Los Mitos de la Guerra Civil, y Francisco Espinosa Maestre121 y Albert Reig Tapia. Es necesario dedicar una parte de la memoria al tema del revisionismo-negacionismo para poder contrastar las opiniones de varios investigadores y comprender a ciencia cierta como se encuentra el mundo historiográfico hispano actual al respecto de la Guerra Civil.

7.4.2. Historiografía crítica y antirrevisionista a) Precedentes Antes de ello, es necesario hacer un extenso recorrido por la historiografía de signo contrario, más nutrida, documentada y contrastada que la ya expuesta. La línea historiográfica que puede ser considerada como izquierdista o prerrepublicana cuenta con un mayor número de publicaciones que han ido incrementándose a medida que se desarrollaba la democracia en España. Sus trabajos han dado lugar a un verdadero conocimiento sobre lo ocurrido durante los años 30 en el país, gracias a unas exhaustivas investigaciones que han logrado acceder a documentación hasta entonces obviada o inaccesible. Los principales estudios de esta línea historiográfica provienen del mundo académico universitario, tanto español como extranjero, y poco a poco han 120

VIDAL, Cesar, Paracuellos-Katyn, un estudio sobre el genocidio de la izquierda, Libros Libres, 2005. ESPINOSA MAESTRE, Francisco, El fenómeno revisionista o los fantasmas de la derecha española (sobre la matanza de Badajoz y la lucha en torno a la interpretación del pasado), Los libros del Oeste Ensayo, Badajoz, 2005. 121

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ido llenando el vacío documental que arrastraba la temática desde mediados del siglo XX. No obstante, cabe decir que no se trata de un campo homogéneo como el de la línea conservadora, sino que en su seno existen un buen número de distintas opiniones que responden a las distintas ideologías de sus autores. A pesar de ello, estos autores han puesto el acento en los hechos acaecidos a través de explicaciones objetivas que intentan no traslucir, al menos en la mayoría de los casos, inclinaciones políticas concretas. Esta línea historiográfica cuenta con trabajos serios y rigurosos que han pretendido sacar a la luz los más oscuros episodios de la guerra, beneficiándose de continuas colaboraciones con hispanistas extranjeros así como de los estudios y análisis de monografías regionales. Todo ello ha dado lugar a grandes obras generales así como obras de carácter global realizadas mediante la estrecha colaboración entre prestigiosos autores. A través de estas recopilaciones se han podido tratar temas de gran diversidad logrando de esta manera profundizar en sujetos que no pueden abordarse de igual modo en las obras de carácter general. La obra de esta línea historiográfica pretende a su vez saldar la deuda histórica contraída por buena parte del país y silenciada por la dictadura y sus cronistas. Es por ello que esta tendencia historiográfica es las más rica y óptima para realizar todo tipo de estudios referentes a la Guerra Civil y a las masacres. En primer lugar, hay que destacar la labor de hispanistas ingleses como los ya citados Hugh Thomas, Ian Gibson o Paul Preston, cuyas colaboraciones con especialistas españoles son muy frecuentes. Del primero de dichos autores destaca su obra sobre la guerra citada anteriormente y su labor y obra difundida por la editorial Ruedo Ibérico, no obstante, su especialidad es el estudio del imperio ultramarino español de los siglo XVI y XVII. De Ian Gibson destacan sus trabajos biográficos sobre los principales genios del arte español del primer tercio del siglo pasado, como por ejemplo Salvador Dalí, Antonio Machado y principalmente Federico García Lorca, asesinado en Granada por las tropas franquistas. Por otro lado, este autor también ha tratado el asesinato de José Calvo Sotelo (episodio que se uniría a los detonantes de la sublevación del 18 de julio y que consideraría a este político derechista español como el primer mártir de la “cruzada”) así como la matanza de Paracuellos 122. Paul Preston por su parte es uno de los principales referentes a la hora de estudiar la historia reciente de 122

GIBSON, Ian, Paracuellos: cómo fue, análisis de un sangriento episodio de la guerra civil, Ed. Tribuna de Plaza&Janés, Espulgues de Llobregat, 1987.

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España, desde la República a la Transición pasando por la Guerra Civil y la dictadura. Este autor cuenta con obras centradas en la represión y el militarismo en España, el asedio recibido por la República, los mitos del franquismo y biografías del dictador y del rey Juan Carlos Primero123. Son importantes las colaboraciones de estos autores con especialistas españoles como Santos Julía, Javier Tussell, Emilio Silva, Reig Tapia o Julián Casanova entre otros124. Por último cabe destacar la interesante labor de los hispanistas franceses y sus eficaces aportaciones a la historia del país vecino, como Michel Papy y Pierre Vilar. Este autor es uno de los autores que más han estudiado la Guerra Civil y su precedente republicano, de ahí las críticas vertidas contra el por parte de los grupos conservadores y neofranquistas125. Aparte existen otros aportes extranjeros elaborados por autores como Bernecker, Mary Nash o Helen Graham. De estas colaboraciones se destila por un lado una prolífica simbiosis entre especialistas extranjeros y españoles y por otro lado la progresión de ambas líneas historiográficas hacia un nivel y puntos comunes que han roto con el retardo que lastraba a la historiografía española hasta hace unas décadas. Entre los historiadores españoles cabe destacar a un buen número de especialistas. Uno de los más afamados y pioneros en esta materia fue Manuel Tuñón de Lara 126, internado en un campo de concentración y exiliado en 1946 en Paris. Destaca su actividad docente y un buen número de obras sobre la temática. Las últimas décadas han demostrado ser un gran momento para la historiografía española que se demuestra por la cantidad y libros de autores como Ángel Viñas, Julio Aróstegui, Josep Fontana, Santos Juliá, Julián Casanova, Gabriel Cardona, Enrique Moradiellos, Miguel Abella o Hilari Raguer entre otros muchos. Este conjunto de obras sirve de prueba para comprender hasta que punto la historiografía hispana ha tomado el relevo tanto de la vieja historiografía tradicionalista cercana al régimen como la liderada por los hispanistas extranjeros 123

PRESTON, Paul, La política de la venganza: el fascismo y el militarismo en la España del siglo XX, Barcelona, Península, 1990. PRESTON, Paul, El gran manipulador, Barcelona, Ediciones B, 2008. 124 SILVA, Emilio (coord.), La memoria de los olvidados, un debate sobre el silencio de la represión franquista (prologo de Paul Preston), Ed. Ámbito Alarife, Valladolid, 2004. CASANOVA, Julián y PRESTON, Paul, Guerra Civil y violencia política, Madrid, Historias Debates, 2005. TUSELL, Javier y PAYNE, Stanley, La guerra civil. Una visión del conflicto que dividió España. Madrid, Temas de Hoy, 1996. 125 VILAR, P., La guerra civil española. Barcelona, Grijalbo Mondadori, 1996 126 TUÑÓN DE LARA, Manuel, La Guerra Civil española: 50 años después, Barcelona, Editorial Labor, 1989. TUÑÓN DE LARA, Manuel y MALEFAKIS, Edward, El final de la guerra, Madrid, Taurus, 2006.

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durante buena parte del siglo XX. Las obras sobre la temática son muy numerosas así como la cantidad de autores que centran sus estudios en la misma. Gracias a ello se puede actualmente elaborar un cuadro completo sobre la Guerra Civil pero todavía no sobre las masacres pues son muchos los estudios e investigaciones que restan por hacerse. No obstante se ha roto con el silencio previo y la prolífica historiografía española ha favorecido la eclosión de una abundante documentación que gradualmente ha ido completando las facetas oscuras de la guerra. Ante la dificultad de abordar un análisis completo del tema debido a la ingente cantidad de obras y autores es preciso elaborar una selección de la misma para no caer en una sobresaturación documental que impida una correcta investigación sobre el tema y su historiografía. Es por ello que he escogido dos obras que sintetizan a grandes rasgos lo expuesto por esta línea, al tratarse o bien de obras general de refutados autores o bien colaboraciones que integran los estudios de varios de los autores citados. Una de las obras de conjunto más completas y recomendables es la dirigida por Edward Malefakis y que reúne los escritos de los principales especialistas sobre la Guerra Civil (Aróstegui, Cardona, Carr, Fusí, Jackson, Juliá, Payne, Reig Tapia, Salas Larrazabal, Thomas, Tuñón de Lara, Tussell o Viñas)127. Este libro supone un esfuerzo colectivo por abordar de forma diferente la temática, tratando una gran variedad de temas y desde distintos puntos de vista. La inclusión en este libro de autores de líneas historiográficas e ideologías diversas ha permitido alcanzar un gran nivel de objetividad y profundidad que de otro modo hubiera sido difícil de alcanzar. El libro abarca en su mayoría la narración

de

los

episodios

fundamentales

de

la

guerra

para

tratar

más

monográficamente, temas como la posición de la iglesia católica o los intelectuales, la intervención extranjera y la situación en las zonas proclives al nacionalismo (País Vasco y Cataluña). No obstante, el tema que nos interesa es el de la represión establecida en ambos bandos y que en este libro ha sido analizada por el ya citado Alberto Reig Tapia.

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VIÑAS, Ángel, Franco, Hitler y el estallido de guerra civil. Antecedentes y consecuencias. Madrid, Alianza, 2001. ARÓSTEGUI, J., Por qué el 18 de julio...y después. Barcelona, Flor del Viento, 2006 JULIÁ, Santos (coord.), Victimas de la guerra civil, Editorial Temas de Hoy, Madrid, 1999. CASANOVA, Julián, República y guerra civil (volumen 8 de la colección Historia de España dirigida por Joseph Fontana y Ramón Villares), Madrid, Crítica Marcial Pons, 2007. CARDONA, Gabriel, Historia militar de una guerra civil. Estrategia y tácticas de la guerra

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b) Representantes Alberto Reig Tapia: Este autor certifica la polémica existente sobre la represión, especialmente por la practicada por el bando franquista, debido principalmente a que muchos de los asesinados no entraron jamás en los registros civiles sobre defunciones y aun menos tuvieron un entierro digno. Sin embargo, las víctimas del bando republicano si fueron inscritas y además sus familiares no tuvieron que exiliarse o vivir bajo el miedo durante más de cuarenta años. De este diferente tratamiento de las victimas, que dio lugar a conmemoraciones y recompensas “para los caídos por Dios y la patria”, se destilan unos datos mucho más fiables sobre la represión republicana. Las facilidades de las victimas del “terror rojo” no las tuvieron las otras víctimas, que además hubieron de vivir bajo la intensa y manipulada propaganda del régimen. Además las circunstancias de la guerra y la posguerra no permitieron dar cabida en el registro de defunciones a los muertos por la República y la democracia. La dispersión, censura y expolio de archivos impide retomar dicha labor de manera óptima, y cuando dicha labor se pretende hacer a través de testimonios se choca inevitablemente con juicios de valor y factores ideológicos. Es en este punto donde al autor reivindica la superación de dichas barreras pues concluye que un crimen es un crimen, tanto en uno como en otro bando. Reig Tapia rechaza todo planteamiento determinista para dar una explicación al incremento de la violencia, pues considera que de este modo se obvia el complejo desarrollo histórico hispano. La violencia ya existía a través de grupos armados desde las elecciones de febrero y el 18 de julio (y su fracaso) constituyeron la explosión de esa violencia previamente acumulada. Una violencia entre grupos extremistas derivó en una guerra entre compatriotas que poco a poco extremarían a su vez sus posiciones. La animadversión del pueblo hacia los militares sublevados hizo que se recurriera a una feroz represión para evitar la reacción del adversario (los planteamientos de sus principales dirigentes, Franco, Mola o Queipo del Llano, no dejaban ninguna duda al respecto como se verá posteriormente). Se trataba de una guerra sin cuartel ni perdón basada en una brutal represión preventiva contra cualquier conato de resistencia física y moral; este punto lo pone en relación con la violencia aplicada por los nazis para colapsar la república de Weimar. Desde Marruecos hasta Burgos se aplicó, una vez lanzado el golpe de Estado, el estado y 84

bando de guerra que destruían toda garantía jurídica de los que se opusieran al mismo. El único objetivo era “exterminar al adversario”128. Incluso desde el ámbito intelectual conservador se alabó esta lógica exterminadora contra “los enemigos de España”. Los primeros que sufrieron esta violencia demente, fueron en ambos bandos, los militares e integrantes de las fuerzas del orden, ya que como apunta Reig Tapia, sin la división previa del ejército no se hubiera dado la guerra, que antes de civil fue militar. Los consejos de guerra se impusieron rápidamente entre el bando franquista, que paradójicamente fusiló a militares por haber inducido a la “rebelión” o bien por no haberse sumado a la “sublevación”. Reig Tapia apunta los episodios más sangrientos de los primeros meses de la guerra, destacando la horrenda labor de limpieza de Quipo del Llano en Andalucía y las sanguinarias huellas dejadas por el Ejército de África de Franco en su camino hacia Madrid (el episodio de Badajoz es la muestra más perversa y a la vez compleja al respecto). El militarismo del ejército colonial imponía una dura lógica de exterminio que procedía, una vez ocupadas las distintas poblaciones, a nombrar nuevas autoridades y eliminar las anteriores; mientras tanto se imponía la dura represión inducida por caciques locales, sacerdotes o enemigos políticos del republicanismo. Las “sacas” y los “paseos” proliferaron bajo el consentimiento de los mandos militares y en ellos se mezclaban a partes iguales los motivos ideológicos y los personales. Esta represión se cebó con los integrantes y seguidores del Frente Popular, los nacionalistas vascos y catalanes, los masones, las mujeres, los maestros y los intelectuales. La depuración fue por tanto física, material, intelectual, profesional y jurídica. Solo la perspectiva de una larga guerra, nunca prevista por los militares, significó una desaceleración de la violencia masiva dada durante el verano y el otoño de 1936. Por otro lado, Reig Tapia habla del descontrol republicano dado principalmente desde Madrid y Barcelona, donde se unieron los asaltos a cuarteles, la incautación de armas por parte del pueblo y la violencia vengativa contra los fascistas. A diferencia del otro bando, en el republicano se respetaron los consejos de guerra bajo la legislación previa, no obstante, el clima de violencia y venganza se extendió y la legalidad republicana se vio afectada por la acción de distintos “contrapoderes independientes”. Los hechos de la cárcel Modelo de Madrid son un claro ejemplo de esta violencia descontrolada. Estos episodios despertaron tales 128

Palabras del coronel de Caballería Marcelino Gavilán Almuzara, gobernador civil de la ciudad de Burgos desde el 19 de julio de 1936.

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críticas que el gobierno impuso por decreto los tribunales populares a fin de limitar la acción expeditiva y libre de las masas; no obstante dichos tribunales no garantizaban tampoco las suficientes garantías jurídicas. Los esfuerzos del gobierno por mantener el control se vieron desbordados por la acción revolucionaria de sus principales aliados, los cuales “ejercieron el poder sin llegar a ocuparlo”. Pronto comenzó la limpieza de enemigos en la retaguardia, se generalizaron los paseos y desmanes a través de las patrullas de control o vigilancia y se liquidó a caciques, empresarios, burgueses, clérigos y católicos, todos ellos denominados fascistas como en el otro bando las victimas eran consideradas “rojos”. Los hechos de Paracuellos, en los que profundizare más tarde, suponen el cenit de dicha violencia incontrolada e indiscriminada. Reig Tapia alude también a la fuerza adquirida por el anticlericalismo, principalmente, aunque no en exclusiva, dirigido por los anarquistas en su afán por destruir los elementos que consideraban más contrarrevolucionarios. Hasta 1937 no decreció esta violencia de tipo “milenarista” contra la Iglesia católica, la cual adquirió la consideración de mártir y de fiel aliada de la sublevación militar. Reig Tapia alude también a las voces críticas que desde todos los sectores izquierdista (Indalecio Prieto, socialista, o Joan Peiró, anarquista, entre otros) se alzaron contra la progresión del terror. A medida que la guerra se prolongaba, el bando franquista institucionalizó su terror acabando, aunque no definitivamente, con la violencia masiva previa. Los episodios de Málaga y el bombardeo de Guernica certifican que la violencia franquista estaba lejos de atajarse. Se procedió a una “normalización” de la vida civil a medida que las tropas avanzaban a través de la acción de batallones de orden público, del Alto Tribunal de Justicia y de la implantación y saturación de prisiones y campos de concentración y trabajo. La depuración política y legislativa se practicó rápidamente hasta culminar con la Ley de Responsabilidades Políticas de febrero de 1939. Mientras, el gobierno legal republicano se encontraba en la disyuntiva planteada por su deseo de atajar los crímenes en su propio terreno frente al contexto de descontrol generalizado. Hasta la primavera de 1937 no se reconstruyó con claridad la autoridad del estado plasmada principalmente en el campo jurídico a través de los Tribunales especiales. El fortalecimiento del Estado trajo consigo un aumento de la actividad quintacolumnista y de la represión comunista-estalinista (como en el caso del POUM y Andreu Nin). En estas circunstancias una paz negociada, como la pretendida por Azaña, 86

era una utopía en medio de un país desagarrado por divisiones internas. El deseo de buena parte del republicanismo de llegar a una negociación chocaba con los deseos franquistas de lograr una victoria incondicional. Así pues, todo intento de humanizar la guerra desde el interior o el exterior fue totalmente en vano. El final de la guerra se saldó con las represalias anunciadas desde su inicio por el bando franquista y las cifras no dejan lugar a dudas: 400000 exiliados, 200000 reclusos y 600000 muertos. Las cifras son difícilmente cuantificables debido a las manipulaciones a que se sometieron. Las cifras del ministerio fiscal franquista y de adeptos como Ramón Salas Larrazabal entre otros, han de ser contrastadas con los actuales estudios regionales y su plasmación y eco en las distintas obras de carácter general más recientes. Julián Casanova Otra de las mejores y más recientes síntesis sobre la Guerra Civil y la represión es la ya citada realizada por Julián Casanova, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza. Dos puntos son los que realmente interesan de este libro en relación con esta memoria, en primer lugar el autor viene a plasmar como tras las elecciones de febrero de 1936 el proceso histórico que llevaría a una solución por la fuerza se aceleró irremediablemente. Los grupos izquierdistas gozaron de un nuevo empuje que atemorizó a los grupos burgueses, mientras los militares conspiraron hasta la fatídica fecha del 18 de julio de 1936. Tras estas elecciones libres se retomaron las medidas progresistas del primer bienio republicano mientras la ultraderecha, monárquica y fascista, apelaba a una lucha armada y una solución dictatorial ante una temida y posible revolución social. El Parlamento quedó realmente fragmentado pero no dominado por los extremos como la historiografía profranquista ha tratado de mantener. El profesor Casanova explica como se fue incrementando el nivel de conflictividad social en todos lo niveles y grupos de la sociedad española. De este modo nos traslada al clima de crisis abierto desde inicios de marzo del 36 caracterizado por atentados y luchas entre la extrema derecha y la extrema izquierda. Esta crisis debilitó al nuevo gobierno republicano y facilitó la insurrección militar, a ello se unieron los problemas gubernamentales y la escisión del socialismo abierta en 1935 entre “centristas” e “izquierdistas” del PSOE y la UGT. El ala izquierdista viró hacia posiciones bolchevizadas y la derecha de la CEDA se acercó a postulados autoritarios. La derecha se convenció tras su derrota electoral de la necesidad de obviar las urnas para tomar las

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armas. A ello se sumó la agitación de la Iglesia y la violencia de la Falange y los requetés carlistas. Además, las sospechas conspirativas dieron lugar a sustituciones y nuevos destinos para los militares más proclives a la insurrección. Sería el general Mola (“El Director”), el principal instigador de la rebelión y el que marcaría más claramente el sangriento camino a seguir. El asesinato de Calvo Sotelo clarificó para muchos la sublevación que no tardó en sembrar de odio y sangre al país. Los militares, nos dice Casanova, pusieron en práctica en la península la falta de escrúpulos utilizada en Marruecos. El terror sería su arma principal para ahogar todo tipo de resistencias, así pues, tras el fracaso del golpe, la destrucción del contrario sería la prioridad absoluta. El “principio de autoridad” permitió a los militares actuar sin restricciones mientras en el bando republicano eran los sindicatos y organizaciones obreras las que sustituían al inexistente poder del estado. La herencia revolucionaria quedó plasmada en España donde tanto anarcosindicalistas como socialistas confiaban en erradicar “el mal social y sus causantes”. La limpieza del contrario fue común en ambas zonas. En el lado franquista se creó una represión selectiva no para amedrentar a sus contrarios sino para hacerse con su poder. La ira reaccionaria de “paseos” y “sacas” cayó sobre las principales autoridades políticas, sus familias y allegados. Ser masón, maestro, intelectual, estar sindicado o ser del Frente Popular fueron considerados delitos contra España. Los miembros de UGT y CNT fueron perseguidos con un especial odio, que soterrado desde antaño, salió a la luz con fuerza en los lugares tradicionalmente más significados con el izquierdismo. Además la delación y denuncia acabó con muchos españoles, hombres y mujeres, que nunca habían estado interesados en la política. La purga en el mundo rural fue escandalosa y muchos se dieron a una insaciable sed de venganza. Casanova alude más tarde al “descontrol” del bando republicano que también practicó una política de limpieza contra sus enemigos en busca de la justicia popular y revolucionaria. La dislocación del orden social dio rienda suelta a la eliminación de clérigos, patronos y sublevados. Los gobiernos de Largo Caballero y Juan Negrín, así como los sindicatos UGT y CNT, además de comunistas, republicanos y nacionalistas, lograron imponer el orden que llevó a la práctica paralización del “terror rojo” iniciado en el verano de 1936. El ejemplo de Barcelona y Cataluña sirve para explicar como 88

funcionó la violencia popular durante la guerra, así como el trinomio “paseos”, “sacas” y “checas” de Madrid (las preferencias aniquiladoras en ambas ciudades transmiten unas distintas motivaciones y agentes sociales involucrados). Le leyenda negra de la cárcel Modelo de Madrid se une al trágico suceso de Paracuellos. Concluye Casanova que la violencia estuvo intrínsecamente unida al golpe de Estado y al desarrollo de la Guerra, utilizada por ambos bandos para eliminar a sus enemigos en una lucha por el poder lidiada masacre tras masacre. Dicha violencia fue el resultado directo de la sublevación, que allí donde quedó frustrada, se vio respondida por una réplica armada contra los compañeros de armas materiales y espirituales del golpe.

8. LA CONTROVERSIA HISTORIOGRÁFICA EN EL CONTEXTO DE LA RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA. Antes de concluir esta memoria sobre la historiografía referente a las matanzas de la Guerra Civil Española, es preciso dedicar un pequeño anexo a tres puntos que caracterizan al estado actual de la cuestión. Estos tres elementos están íntimamente relacionados con las distintas historiografías e interpretaciones surgidas a lo largo del siglo XX, y es por ello que es necesario resaltar sus principales caracteres. Dichos elementos, que son de distinta categoría e idiosincrasia, están interrelacionados por las significaciones que arrastran cada uno de ellos, y sin el anterior no podría comprenderse el siguiente. Esa es la razón por la que voy a intentar establecer el significado de tres elementos de variada idiosincrasia, desde un proceso histórico como es la transición democrática en España hasta fenómenos de carácter social como el tema referente a la Memoria Histórica y aspectos propios de la historiografía neofranquista-revisionista. Entre todos ellos pueden trazarse unas líneas de continuidad y causalidad que vienen a evidenciar importantes elementos propios de la historiografía actual a propósito de las masacres de la Guerra Civil. Todos ellos parten del fin de la dictadura franquista nacida de la derrota de la democracia en 1939, siendo el primero y más inmediato el tema de la transición democrática española. 8.1. Los silencios de la Transición La interpretación de la dictadura nacida de la guerra defendida por el profesor Lintz y demás miembros de la nomenclatura franquista, exponía que la guerra se dio 89

tras un golpe de estado militar encaminado a salvar al país de la anarquía y el bolchevismo. Se trata ésta de una visión muy extendida por el país que presenta a la dictadura como un régimen autoritario pero no totalitario. Los defensores de esta visión consideran que la democracia fue instaurada principalmente por el rey Juan Carlos I, que fue nombrado por el general Franco y en su juventud miembro del “Movimiento”. Así pues, en esta visión la Transición supone la incorporación de las izquierdas y los nacionalismos periféricos a las instituciones conservadoras. Así pues, los que se integraban a la naciente democracia eran y se sabían hijos de los vencidos. Bajo esta imagen, la derecha española no hace ninguna muestra de autocrítica y siguen considerando como necesaria la Guerra Civil y la dictadura impuesta tras la misma. Esa misma visión es la que comparten los partidos políticos conservadores actual, entre los cuales además, figuran antiguas personalidades pertenecientes a las máximas esferas de la dictadura. En consecuencia, buena parte del país, votante de dichos partidos, esencialmente el Partido Popular, siguen considerando como positiva la dictadura franquista. Otra visión muy extendida es la que nace de grupos de centro e incluso de la izquierda, y que presenta la guerra como una lucha entre dos Españas en la que se cometieron atrocidades por igual en ambos bandos. En esta visión, la Transición supuso la reconciliación de las dos Españas enfrentadas, sellándose dicha paz a través de la Constitución de 1978. Uno de los principales problemas que presentó la transición fue dar salida a una dictadura fascista o nacional-católica para introducir a España en el camino de las democracias europeas. La transición se caracterizó por el consenso nacido de las distintas fuerzas democráticas, legalizadas tras la muerte de Franco, y aquellos grupos de antiguos seguidores del régimen que vieron la necesidad, o bien la oportunidad, de tornar su ideología hacia posiciones democráticas y parlamentarias. No obstante, esta visión, la oficial de “la Transición del consenso”, obvia que la II República fue la primera democracia auténtica que vivió España y que supuso uno de los proyectos más modernizadores de Europa en el siglo XX. Sus reformas y transformaciones promovieron el apoyo a los sublevados de grupos poderosos de la sociedad española de la época, y si la guerra duro tres años fue por la resistencia y la fidelidad republicana de la gran mayoría de la población129. La dictadura llegó a cometer más de 200000 asesinatos siendo la más criminal de las dadas en Europa durante el 129

Hay que destacar que en otros países de Europa el fascismo se impuso apenas sin resistencia e incluso con apoyo electoral, a diferencia de España donde costó una guerra civil.

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siglo XX130. La represión franquista, a diferencia de la republicana, no fue por lo general una política de estado sistematizada y perfectamente calculada e impuesta. Es por ello, que poner en paralelo las dos represiones es un flagrante error contra la historia de España. El régimen franquista (calificado como fascista en los principales países occidentales) es nombrado como tal, aun a día de hoy, para restarle significación totalitaria y para señalar que era una dictadura caudillista, pero en realidad la dictadura tenía sus bases en el ejército, la Iglesia y el partido fascista Falange. Realmente, el régimen denominado franquista ha sido uno de los más totalitarios que ha existido en Europa durante el siglo XX y sus principales promotores tuvieron un papel protagonista en la transición. Las fuerzas conservadoras se hallaban en la cima del poder mientras las izquierdas salieron debilitadas tras años de represión y clandestinidad. De ese desequilibrio de fuerzas se deduce la democracia incompleta que vive España desde hace más de 30 años. Puede que en este contexto la Transición democrática no hubiera sido posible de otro modo, pero no puede ser definida como modélica pues su carácter incompleto resulta evidente desde la figura del monarca español hasta las leyes electorales pasando por el tema del silencio, todavía muy vivo en España, aunque especialistas como Santos Juliá nieguen que existan. Además de dicho silencio existe cierta culpabilidad inoculada en los vencidos por la dictadura durante 40 años, la cual logró transformar a los defensores de la democracia en criminales. La derecha quiere mostrar como revanchismo cualquier denuncia contra lo ocurrido cuando realmente es una exigencia democrática. No se puede ser demócrata sin ser antifranquista y es preciso acabar con el homenaje en democracia de aquellos que impusieron el fascismo en España. Sólo en noviembre de 2002 el Parlamento español condenó el levantamiento fascista del 18 de julio de 1936. La fragilidad de la democracia queda evidenciada en ese dato, así como en la frase del conservador Víctor Pérez Díaz que habla de “la invención de la democracia en España”. La transición democrática se puede entender como una inclusión del tardofranquismo en el sistema occidental en todos los ámbitos, al ser una democracia configurada desde la legalidad franquista. Las condiciones en que se produjo llevó a una “transición entre elites” alejada de las reivindicaciones más transformadoras procedentes de la oposición a la dictadura. El peso de los factores internacionales unidos a los condicionamientos internos hizo que la transición arrastre 130

Según el profesor Malefakis, por cada asesinato cometido por Mussolini, Franco asesinó a 10000.

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desde entonces importantes obstáculos sociales, políticos y económicos. El carácter pacífico que la caracterizó no puede obviar los 40 años de dictadura previos. Según Jesús Ibáñez (1997) el consenso siguió socializando a los españoles en la cultura del autoritarismo, la dejación de responsabilidades y el miedo. La transición la hicieron los franquistas teniendo como piezas claves al rey, al olvido del pasado, a la amnistía para los sublevados del 36, el mantenimiento del status quo creado durante la dictadura y un estado de derecho democrático y social limitado. En definitiva la transición estuvo tutelada por la Iglesia, el ejército, las partidocracias, grupos terroristas de izquierda y derechas y sobretodo por un monarca impuesto por la dictadura, y que se legitimará tras el golpe de estado de 1983. Por tanto, y en conclusión a este punto, la democracia española actual sigue siendo débil por el peso de la derecha y su visión del pasado reciente, unido a la inexistencia de un cuerpo social crítico y emancipador, debido principalmente a la tarea pendiente de la recuperación de la memoria histórica. Es interesante a este respecto la obra de Viçenc Navarro Bienestar Insuficiente, Democracia Incompleta. Sobre lo que no se habla en nuestro país (Premio Anagrama 2002), en la que la fragilidad democrática española se vincula y relaciona íntimamente con el silencio y la tergiversación de la historia reciente del país. Así pues, solo si se entiende que la democracia española emana de abril de 1931 y no de noviembre de 1976, España podrá aproximarse a la pauta democrática europea. 8.2. La repercusión de la Memoria Histórica En lo tocante al tema de la recuperación de la memoria histórica, se puede decir que España tiene la tarea pendiente de la restitución de la memoria basada en la restitución de la dignidad arrebatada por los que ganaron la Guerra Civil. Para el historiador Enrique Gavilán (La memoria de lo olvidados, 2004) vivimos un momento de profunda crisis de la historia, reducida a su dimensión monumentalista y conservadora. La historia se trivializa y se limita a lo conmemorativo. La necesidad de dicha recuperación parte de la objetividad y la información fiable que se trasluce de la memoria histórica, que además es comunicable logrando además aportar lecciones morales para el presente. No obstante como apuntó en su momento Halbwachs, la memoria histórica colectiva es una acción del presente sobre el pasado, por lo que sería más conveniente hablar de “construcción” de dicha memoria. El tema de la memoria, en 92

unión a la historia oral, puede conducir a numerosas trampas y limitaciones por lo que se debe estar preparado para no caer en errores y deformaciones históricas (Ronald Fraser nos habla aquí del tema de la autorrepresentaciones que puede entenderse también como la “racionalización a posteriori” expuesta por Bourdieu). Por otro lado, ha de tratarse el tema de sí la memoria es revolucionaria, en base a la frase de Gramsci (“la verdad es siempre revolucionaria”), pudiendo apuntarse que no necesariamente el recuerdo y recuperación del pasado es revolucionario. José María Palomares (La memoria de los olvidados, 2004) apunta a una interesante frase de Wiesenthal: “lucha contra el olvido es un instrumento de resistencia contra todas las formas de neonazismo”. Es por ello que la memoria histórica se convierte en una exigencia histórica y democrática así como en un deber moral. Es por tanto preciso superar el “pacto de silencio” creado por el “consenso” de la Transición. Sin la recuperación de esa memoria es imposible completar la historia y sus visiones actuales. Es importante pues superar los mecanismos de olvido y silencio impuestos por la dictadura 131. Sin dicha recuperación se mantiene la anulación del régimen democrático de la II República, cuyo referente histórico ha sido y sigue siendo manipulado y mitigado por la derecha actual. Además la recuperación de la memoria puede ser un buen ejercicio para la reconciliación, entendida como una renuncia a la revancha pero no a un vaciado de la memoria. Es preciso por tanto, que las nuevas generaciones superen el maniqueísmo abriendo el cauce del diálogo y el entendimiento. Para entender bien como se ha ido generando desde finales de los años 90 un deseo por recuperar la memoria histórica en España, es preciso acudir a la obra conjunta de los fundadores de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (creada en diciembre de 2000), Emilio Silva y Santiago Macías (Las fosas de Franco, 2003). En dicha obra se puede ver las motivaciones que han llevado a la creación de esta asociación, cuyo principal objetivo es la localización y recuperación de cadáveres de fusilados así como la divulgación de sus hallazgos. No obstante, muchas voces conservadoras actualmente, están intentando desmerecer la labor por la recuperación de la Memoria Histórica, presentando dicha labor como un ejercicio nostálgico encaminado a abrir viejas heridas, en su opinión, ya 131

Kundera: “La lucha contra el poder es ante todo la lucha de la memoria contra el olvido”.

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cicatrizadas. Lo que no considera el conservadurismo español, es que dichas heridas permanecen abiertas pues nunca llegaron a cerrarse al no darse un perdón contra los crímenes cometidos ni un tratamiento digno e igual para todas las víctimas. Dichas voces conservadoras y sus intereses saber que la rectificación de la historia española puede dañar en demasía su imagen y estatus. Es por ello que el silencio que ha existido en España es la mayor prueba de la fuerza que todavía hoy tiene la derecha en el país 132. Para la ARMH no supone una vuelta nostálgica hacia el pasado, sino simplemente encontrar a los muertos por el bando republicano, que todavía siguen en muchos parajes del territorio español sin recibir una sepultura digna y sin poder ser llorados por sus familiares. Otro aspecto importante es la dignificación de muchos republicanos exiliados (miembros de la aun no reconocida Diáspora Republicana) que recibieron un mejor tratamiento de gobiernos ajenos como el francés, el cual les agradeció su lucha contra el nazismo. Desde España, nunca han recibido un trato semejante e incluso ni un mínimo reconocimiento generalizado. El debate historiográfico actual al respecto de la memoria histórica es importante, siendo los principales puntos de fricción lo tocante a su conveniencia y objetivos. Incluso desde el ámbito político y judicial se ha tratado la temática, promulgándose el 31 de octubre de 2007 la entrada en vigor de la Ley de Memoria Histórica que incluía el reconocimiento de todas las víctimas de la Guerra Civil, las víctimas de la dictadura, la apertura de fosas comunes en las que aún yaciesen restos de represaliados por los sublevados en la Guerra Civil, hasta entonces realizadas por la ARMH. Tras denuncias presentadas por la ARMH en diciembre de 2006, y tras haberse declarado competente para investigar a los desaparecidos del franquismo, el juez de la Audiencia Nacional de España, Baltasar Garzón, autorizó la exhumación de 19 fosas comunes, incluida la del poeta Federico García Lorca, "más todas aquellas que puedan resultar"133. 8.3. El debate actual entre revisionistas y antirrevisionistas historiográficos Por último, para cerrar este anexo, es preciso anotar ciertos aspectos referentes al revisionismo historiográficos español nacido en paralelo al proceso de recuperación de 132

NAVARRO, Viçenc: “El silencia histórico ha tenido una función política muy importante en nuestro país”. 133 Posteriormente, Garzón trasladó la investigación de estos enterramientos a los juzgados provinciales de las provincias en que se encontrasen las fosas.

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la memoria histórica. En primer lugar se puede analizar el expuesto por el historiador Javier Tusell al respecto, el cual afirma que los revisionistas no actúan igual que el resto de historiadores y especialista, pues estos revisionistas toman como primarias fuentes secundarias dotándolas de cierta originalidad impregnada de partidismo. Para Tusell el revisionista “elude la técnica del historiador y por eso suele magnificar el dato irrelevante para sus propios fines o tomar la parte por el todo. Huye de matices porque lo suyo es el dualismo maniqueo, la simplificación o la parcialidad. Ansía la polémica porque parece concederle el privilegio de una posición innovadora o situarle en idéntico plano de los profesionales de la Historia”. El revisionismo actual supone la reacción de la derecha orientada hacia un neoconservadurismo radical. Las presunciones y frágiles hipótesis de los revisionistas entorpecen la convivencia y el estudio riguroso de la temática, principalmente en lo que respecta a la Guerra Civil Española. Como se ha dicho anteriormente los principales representantes de esta tendencia historiográfica, renovación de la franquista tradicional, son Pío Moa y César Vidal, los cuales utilizan el pasado para atacar a partidos políticos del presente, principalmente al PSOE (Partido Socialista Obrero Español). Estos autores, como otros como Martín Rubio, José María Parco y Gutiérrez Casalá, no realizan un suficiente trabajo en los archivos y su argumentación parte de una constante acusación contra la izquierda, a la cual atacan diariamente con una actitud parcial ante la historia. Además, estos revisionistas critican a la historiografía dominante por defender determinadas hipótesis sobre la Guerra Civil aunque no las hayan defendido. Estos revisionistas siguen defendiendo la mitología creada por los “cronistas” del franquismo aportando escasa nueva documentación e intentando dotar de verdad a sus poco fiables hipótesis. Esta creación del mito fue usada por los franquistas para culpar a los republicanos de inicio de la Guerra Civil, manipulando la verdad sobre aspectos tan oscuros como las matanzas del conflicto. A través de la utilización de fuentes poco fiables y manipuladas atraen la atención hacia la represión republicana para minimizar lo cometido por el bando sublevado. Además, los revisionistas, reflejo y altavoz de la derecha española más conservadora, cuentan con un gran eco mediático a través de la potencia y fuerza de los medios de comunicación derechistas españoles. No obstante, la historiografía dominante, procedente de los círculos académicos más serios

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y contrastados, no ha dudado en poner en entredicho muchas de las tesis defendidas por los revisionistas. Dos de los principales libros que destruyen muchas de las invenciones y manipulaciones de los revisionistas son los de Albeto Reig-Tapia (Anti Moa, 2006) y Francisco Espinosa Maestre (El fenómeno revisionista o los fantasmas de la derecha española, 2005). Este último autor, se ha enzarzado en una dura polémica con Pío Moa a propósito del libro del revisionista “Los mitos de la Guerra Civil”. Espinosa Maestre viene a desmentir las afirmaciones de Moa con respecto al polémico tema de la matanza de Badajoz, rompiendo con los mitos repetidos hasta la saciedad por franquismo para convertirlos en realidad. Espinosa Maestre destaca la intención de Moa de desviar la atención del lector hacia las atrocidades cometidas por los republicanos cuando está tratando una matanza cometida por los “nacionales”. Siguiendo las tesis de Ricardo de la Cierva y el negacionismo de David Irving, Moa y sus partidarios vienen a minimizar las matanzas de los sublevados intentando restarles simbolismo y significación. Le critica también a Moa y a otros revisionistas como Gutiérrez Casalá su deficiente uso de la documentación existente, calificando sus obras como “disparate historiográfico”. Los revisionistas suelen también separar la guerra y la represión, negando el carácter indisoluble de ambos hechos en un intento por blanquear la historia. Espinosa divide estas corrientes historiográficas en tres líneas, la heredera de las “Pérdidas de la guerra” de Salas Larrazábal, la iniciada por Martín Rubio y Gutiérrez Casalá y la revisionista iniciada en los años 90 y muy activa desde el años 2000 134. Los revisionistas por su parte no dudan en descalificar a los más prestigiosos especialistas históricos calificándolos de “propagandistas de corte estalinista dedicados a ensuciar la memoria de la derecha española”135. Espinosa Maestre de lamenta también de que la legislación española no contemple penas para estos negacionistas, pues de lo contrario se podrían emprender acciones legales contra ellos al igual que se hizo contra David Irving por su mentiras sobre el holocausto. Espinosa Maestre apunta a que el éxito editorial de estos revisionistas, especialmente de Pío Moa, viene gracias a la provocación, pues

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Los revisionistas forman parte de la respuesta de la derecha ante la aparición en 1999 de la obra de carácter divulgativo Víctimas de la guerra civil coordinada por Santos Juliá y en la que intervinieron Solé, Villaroya, Casanova y Moreno Gómez, que obtuvo un enorme éxito y que recogía veinte años de esfuerzo investigador. 135 El ultraderechista locutor de radio Jiménez Losantos calificó a Paul Preston, Santos Juliá, Julián Casanova y a otros eminentes historiadores como “la cofradía de la checa”.

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generalmente no son historiadores sino ensayista que utilizan una metodología alejada del procedimiento histórico serio. Los revisionistas pretender imponer nuevamente la versión franquista sobre lo que la investigación histórica ha ido construyendo desde 1977 hasta la actualidad. Íntimamente relacionados con la derecha política, los revisionistas se han enzarzado en críticas contra la recuperación de la memoria histórica pues dicho movimiento dificulta y socava el desarrollo político de la derecha española. La derecha española, representada por el Partido Popular, escogió como mayor propagador mediático estas nuevas versiones neofranquistas más acordes con el espíritu ultraconservador de sus principales dirigentes. Fue el pacto político de la transición y la amnesia histórica la que permite a día de hoy la existencia de estos ensayistas que sin ningún pudor defienden al franquismo. Muchos son por tanto los posos dejados por el franquismo, evidente ante estos revisionistas y los posicionamientos tomados por la Iglesia y buena parte de los medios de comunicación actuales. Todos estos grupos conservadores, los revisionistas al frente, pretender trasladar la responsabilidad del desastre de quienes lo provocaron a sus víctimas. Generalmente en los países donde se empieza a recuperar la memoria de un pasado oculto aparecen los que se presentan como “verdaderos historiadores” poseedores de la verdad, cuando en verdad su única intención es hacer prevalecer los argumentos franquistas vigente hasta el final de la dictadura. El pacto de silencio de la transición se vio roto cuando diversas asociaciones al margen de los partidos políticos empezaron a mirar atrás, generando una nueva situación para la historiografía española tanto de izquierdas como de derechas136. El fenómeno revisionista por tanto, lejos de articular un nuevo discurso histórico acorde con la evolución del país a partir de 1977, se limita a recurrir a la vieja propaganda franquista. La existencia de esto, viene a confirmar que el acuerdo político de la transición no logró eliminar las diferencias entre la interpretación del pasado de los vencedores y los vencidos. Además que en España varias voces puedan legitimar públicamente al fascismo contrasta con el escándalo que eso produciría en países como Francia o Alemania. La supervivencia durante cuarenta años de la dictadura propicio la desconexión de la izquierda con su pasado reciente y la libertad de la derecha a seguir manteniendo los mitos y dogmas defendidos por el franquismo durante el siglo XX. De ahí, que recuperar los cuerpos y testimonios de las 136

Espinosa Maestre alude a que mientras la historiografía de izquierdas ha de partir de cero, a la de derechas le basta con acudir al legado propagandístico franquista.

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víctimas del franquismo es una cuestión pendiente si se quiere cerrar satisfactoriamente ese episodio de la historia española, a través de la verdad y el reconocimiento.

9. CONCLUSION En definitiva a través de este estudio se ha trabado de englobal un amplio abanico historiográfico que trate de arrojar luz al debate actual y a la historia de España durante el siglo XX en general, y a la de la Guerra Civil en particular. Se ha tratado de conformar un cuadro historiográfico que integra un estado de la cuestión que ha tenido en cuenta la diversidad historiográfica e ideológica. A causa de la evolución y el desarrollo vivivo por la historiografía sobre la guerra civil española desde el fin de la dictadura de Franco, es preciso establecer un marco histórico que explique las disonancias existentes entre los distintos lenguajes y discursos históricos. Por un lado, es necesasrio ahondar en el fenómeno de las masacreas como tal, entendido como un hecho histórico dentro de un contexto de violencia político-social y guerra fraticida. El conocimiento sobre las prácticas expeditivas de ambos bandos y los distintos episodios históricos permiten acercarse, con el aporte de las fuentes primarias, a un análisis exhaustivo que trata de clarificar acontecimientos oscursos y cargados de dramatismo e ideología. A través de las nuevas investigaciones y avances en la recuperación de la memoria histórica, escasos y muy supeditados al devenir político, ahondamos en nuevos análisis, comparativas e interpretaciones que disipan las disonancias discursivas e historiográficas. Conociendo de manera fidedigna los hechos históricos marcados por su violencia y criminalidad podemos atestiguar su incidencia real y el uso que del mismo se ha dado. El agrio debate histórico en torno a la cuestión de investigación, con el revival revisionista, suscita nuevos planteamientos que dificultan todavía más si cabe la subjetividad a la que se expone el hecho de las masacras y la eliminación física del adversario político en la guerra civil española. Con los nuevos datos, aportaciones y estudios se puede apuntalar el contraste de opiniones y formular hipótesis interpretativas sobre las distintas líneas historiográficas. Como conclusión se puede afirmar que las masacres de Guerra Civil española estan integradas dentro de las prácticas propias de la violencia política y social que caracterizan el auge del totalitarismo en Europa a lo largo de los años 30 del siglo XX. 98

El hecho de prevalecer el régimen de Franco tras la Segunda Guerra Mundial, y poder establecer su versión oficial de los hechos, ocasionó que se tardará años en desemarañar el discurso oficial a través de nuevos estudios e historiadores contrarios a la dictadura. Sin embargo, los mitos creados en torno a esos macabros episodios siguen teniendo una utilización interesada a día de hoy, algo que complementa la dificultad de obtener una reflexión global, material e histórica, sin una clarificación de los hechos históricos, que pasa por una apuesta decidida por un plan estatal de recuperación de la memoria histórica al servicio del ciudadano y de la historia del país. El endémico debate entre revisionista y antirrevisionistas atestitguan la actualidad de la temática y la vasta producción historiográfica producida al respecto. El análsis de las editoriales y ediciones de las diversas líneas historgiográficas se presta a ser abordado como un estudio de caso que detecte las industrias culturales y los discursos hegemónicos que pueden llegar a trasmitirse en los ambientes académicso y en la opinión pública. Se trata definitiva de un tema complejo, multiforme y que se presta a grandes polémicas que todavía hoy ponen en entredicho las bases históricas y de consenso sobre las que se ha sustentado España desde 1975. Se precisa de una reflexión más profunda y menos pasional para poder disipar los mitos y claroscuros que acompañan al episodio histórico global de la Guerra Civil española. Se puede concluir que el conflicto armado fue ganado por el bando sublevado pero que, histórica, cultural e historiográficamente hablando, el conflicto ha sido vencido por el bando republicano a nivel nacional e internacional. Pero, a todas luces, las masacres cometidas por cada bando suponen un lastre histórico para España por no haber sido detalladamente clarificadas en su conjunto y quedar pendiente una restitución histórica al respecto. Es por ello, que se precisan nuevos estudios y estados de la cuestión que actualicen nuestro conocimiento además de un firme y comprometido apoyo social e institucional para poder cerrar las heridas producidas en España por la violencia política fratricida.

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