Las joyas y adornos personales

June 29, 2017 | Autor: M. de la Bandera ... | Categoría: Iron Age Iberian Peninsula (Archaeology), Protohistoric Iberian Peninsula, Tartessos, Jewerly
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Descripción

Álvaro Fernández Flores Araceli Rodríguez Azogue Manuel Casado Ariza Eduardo Prados Pérez (coordinadores)

LA

NECRÓPOLIS

DE ÉPOCA TARTÉSICA DE LA

ANGORRILLA ALCALÁ DEL RÍO, SEVILLA

Álvaro Fernández Flores Araceli Rodríguez Azogue Manuel Casado Ariza Eduardo Prados Pérez (coordinadores)

Sevilla 2014

Serie: Historia y Geografía Núm.: 271

Comité editorial: Antonio Caballos Rufino (Director del Secretariado de Publicaciones) Eduardo Ferrer Albelda (Subdirector) Manuel Espejo y Lerdo de Tejada Juan José Iglesias Rodríguez Juan Jiménez-Castellanos Ballesteros Isabel López Calderón Juan Montero Delgado Lourdes Munduate Jaca Jaime Navarro Casas Mª del Pópulo Pablo-Romero Gil-Delgado Adoración Rueda Rueda Rosario Villegas Sánchez

Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética o cualquier almacenamiento de información y sistema de recuperación, sin permiso escrito del Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla

Este libro se integra en los objetivos y la difusión del Proyecto de Excelencia de la Junta de Andalucía “La construcción y evolución de las entidades étnicas en Andalucía antigua (siglos VII a.C.-II d.C.)” (HUM-3482), a cuya edición ha contribuido económicamente. El Grupo de Investigación “De la Turdetania a la Bética” (HUM152) ha contribuido también a la financiación de esta monografía a través del Proyecto “Sociedad y paisaje: alimentación e identidades culturales en Turdetania-Bética (siglo VIII a.C.-II d.C.)” (HAR2011-25708). Asimismo la Asociación Cultural Instituto de Estudios Ilipenses ha financiado la presente edición.

Motivo de cubierta: Jarro de bronce de la Angorrilla (foto C. López).

©

SECRETARIADO DE PUBLICACIONES DE LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA 2014 Porvenir, 27 - 41013 Sevilla Tlfs.: 954 487 447; 954 487 451; Fax: 954 487 443 Correo electrónico: [email protected] Web:

© Álvaro Fernández Flores, Araceli Rodríguez Azogue, Manuel Casado Ariza y Eduardo Prados Pérez (coordinadores) 2014 © Por los textos, los autores 2014 Impreso en papel ecológico Impreso en España-Printed in Spain ISBN: 978-84-472-1557-7 Depósito Legal: SE 1359-2014 Diseño de cubierta: Santi García Maquetación e impresión: Pinelo talleres gráficos, s.l.

Índice Prólogo por Eduardo Ferrer Albelda....................................................................... 11

Parte I ILIPA DURANTE LA PRIMERA EDAD DEL HIERRO La ciudad y el territorio Álvaro Fernández Flores, Araceli Rodríguez Azogue y Eduardo Prados Pérez.................................................................................. 17

La Angorrilla en el contexto del bajo Guadalquivir. Estudio geoarqueológico Francisco Borja Barrera y María Ángeles Barral Muñoz................... 41

Parte II LA NECRÓPOLIS DE LA ANGORRILLA La intervención arqueológica Álvaro Fernández Flores, Eduardo Prados Pérez y Araceli Rodríguez Azogue.......................................................................... 59

Catálogo de sepulturas Álvaro Fernández Flores, Eduardo Prados Pérez y Araceli Rodríguez Azogue.......................................................................... 85

El cementerio de época tartésica. Aspectos rituales Álvaro Fernández Flores, Eduardo Prados Pérez y Araceli Rodríguez Azogue.......................................................................... 251

Orientación de las tumbas y astronomía en la necrópolis de la Angorrilla César Esteban López...................................................................................... 321

Parte III EL REGISTRO FUNERARIO. LOS AJUARES La cerámica Manuel Pellicer Catalán............................................................................ 331

El armamento Fernando Quesada Sanz, Manuel Casado Ariza y Eduardo Ferrer Albelda.............................................................................. 351

Los cuchillos de hoja curva de hierro Eduardo Ferrer Albelda y Manuel Casado Ariza.................................. 379

Las fíbulas Eduardo Ferrer Albelda y María Luisa de la Bandera Romero.......... 393

Los broches de cinturón Eduardo Ferrer Albelda y María Luisa de la Bandera Romero.......... 403

Las joyas y adornos personales María Luisa de la Bandera Romero y Eduardo Ferrer Albelda.......... 429

Las pinzas Eduardo Ferrer Albelda y María Luisa de la Bandera Romero.......... 477

Los objetos de hueso y marfil Manuel Casado Ariza.................................................................................... 481

Los bronces rituales de la tumba 30 Javier Jiménez Ávila........................................................................................ 509

Las ofrendas de animales Ana Pajuelo Pando y Pedro Manuel López Aldana................................. 535

Parte IV EL REGISTRO FUNERARIO. INDIVIDUOS Estudio antropológico de la necrópolis de la Angorrilla Inmaculada López Flores............................................................................. 557

Aproximación a la dieta de la población de la Angorrilla. Resultados preliminares de análisis de isótopos estables del carbono y del nitrógeno sobre restos óseos Domingo Carlos Salazar-García............................................................... 605

Estudio del ADN mitocondrial de los restos humanos hallados en la Angorrilla Sara Palomo Díez, Eva Fernández Domínguez, Cristina Gamba y Eduardo Arroyo Pardo................................................................................. 617

Parte V EL REGISTRO FUNERARIO. VARIA Análisis de fitolitos de restos sedimentarios del jarro de la tumba 30 Marta Portillo Ramírez y Rosa Maria Albert Cristóbal..................... 635

Estudio de los restos textiles de la Angorrilla Carmen Alfaro Giner.................................................................................... 639

Análisis antracológico de las sepulturas de cremación Mª Oliva Rodríguez-Ariza............................................................................ 645

Las joyas y adornos personales María Luisa de la Bandera Romero* Eduardo Ferrer Albelda*

INTRODUCCIÓN

* Departamento de Prehistoria y Arqueología. Universidad de Sevilla.

Los espacios funerarios son contextos especialmente pródigos en información sobre la estructura social y cultural de las poblaciones en la Antigüedad y, en particular, la presencia de ajuares amortizados en las tumbas acrecienta de manera extraordinaria las posibilidades de su estudio ya que incumbe a todos los ámbitos, tanto el tecnológico como el económico, el político, el antropológico y el religioso. La variedad de objetos amortizados responde a un fenómeno social complejo ya que son múltiples los factores de los que depende su producción, demanda y uso, unos de carácter material y otros simbólicos. La necrópolis de la Angorrilla ha proporcionado un importante lote de adornos personales que tienen un valor relevante para el conocimiento de algunos aspectos socio-culturales de la población ilipense de época tartésica. Una de las aportaciones que más ayuda a ese conocimiento es sin duda la determinación de unos contextos claros y la documentación exhaustiva de la forma en que fueron depositados los ajuares, circunstancias que permiten reconstruir la composición de aderezos y collares, así como su contrastación con las propuestas realizadas sobre otras joyas del Hierro I que carecían de contexto y que estaban supeditadas al estudio comparativo con ajuares funerarios y yacimientos de otros puntos del Mediterráneo (Nicoloni, 1991; de la Bandera et al., 2004). Por otra parte con la información obtenida de los estudios antropológicos cabe la posibilidad de determinar si los aderezos son femeninos o masculinos, a la vez que se podrían plantear algunas consideraciones de valoración social, religiosa y étnica sobre las poblaciones allí enterradas, tema que sigue centrando el debate científico. Desde un punto de vista del marco técnico-morfológico, el carácter de la producción de adornos personales puede informarnos del contexto social y económico que genera esa demanda creada por la sociedad. En cuanto al valor simbólico, hay que insistir en las múltiples implicaciones psicológicas y culturales que afectaron a la aparición y desarrollo de los adornos corporales (Wundt, 1929: 71, 363-364), tanto de carácter mágico como ornamental o lúdico, a la que se añadiría pronto otra función igualmente importante: la innata necesidad de salvaguardar y afirmar la propia individualidad y manifestarla dentro

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María Luisa de la Bandera Romero / Eduardo Ferrer Albelda

del propio grupo social. Según J.B. Eicher (1955: 299), los objetos de adornos son elementos elegidos subjetivamente por determinados grupos para diferenciarse del “otro”; son indicadores que responden a gustos y creencias que cada cultura ha capturado del pasado y lo difunde como herencia. En este sentido cabe interpretar que la presencia de ciertos adornos, sus formas e iconografías, a nivel de conciencia colectiva, posiblemente expresaban identidad étnica e ideología, y pueden ser indicios, desde una perspectiva antropológica, de símbolos de rango dentro de cada grupo (de la Bandera, 2010: 50-51). Las joyas de los ajuares de la necrópolis de la Angorrilla tienen un valor relevante para el conocimiento de algunos aspectos socio-culturales de la población de la Ilipa del Hierro I y, por extensión, del Bajo Guadalquivir, que abarcan no sólo el ámbito tecnológico de la producción sino también el económico y el religioso. Una aportación importante ha sido el hecho de haberse podido determinar con precisión los contextos funerarios gracias al exhaustivo método aplicado en la intervención y en la documentación del registro arqueológico, a pesar del deterioro que ya presentaban algunas tumbas, lo que ha permitido reconstruir la composición de algunos elementos y su funcionalidad. No menos valiosos han sido los posteriores estudios antropológicos de los restos humanos a partir de los cuales se podrían plantear algunas consideraciones sobre el uso de los adornos personales, las preferencias estilísticas o su valor como indicador de rango social e incluso étnico.

DESCRIPCIÓN DE LOS AJUARES Los objetos de uso personal de los ajuares de la necrópolis de la Angorrilla, algunos de los cuales podrían clasificarse de joyas –atendiendo a su elaboración en oro, plata y otras materias de valor en la Antigüedad, como puede ser el ámbar, la pasta vítrea y piedras semipreciosas–, se registran en 24 enterramientos del total de las 41 tumbas en las que el individuo se acompaña de algún tipo de ajuar, ya sean adornos, útiles, armas, cerámicas, marfil o restos de ofrenda animal. De ellas, 19 se corresponden con inhumaciones y las 5 restantes son cremaciones, habiéndose identificado 4 correspondientes a individuos masculinos, 13 a femeninos y 7 no especificadas, entre ellas las de individuos infantiles y preadultos (tabla 1). Los adornos se han agrupado para su análisis por tipos, según su funcionalidad, claramente definida en algunos casos por su disposición en relación con el cuerpo en el momento del hallazgo, aunque también

hemos considerado los usos propuestos para algunos elementos de adorno personal de la orfebrería fenicia y orientalizante, aun siendo conscientes de que algunos tipos pudieron haber sido usados de más de una manera. En cuanto a las piezas deterioradas o poco definidas, pero que tienen cierta posibilidad de ordenación tipológica, son incluidas también como propuesta, con la finalidad de conocer las composiciones más complejas de algunos de estos adornos, como en el caso de los collares con varios tipos de cuentas y colgantes amuletos. En ese mismo sentido son tratados los anillos y pendientes, así como fragmentos indeterminados que bien pudieran haber correspondido a brazaletes, pulseras o a partes de útiles. Por el número de elementos de adornos se podrían diferenciar tres categorías de ajuares: A) aquellos que contienen tan sólo un tipo de adorno, ya sea anillo, pendiente, una o dos cuentas de collar o escarabeo; B) los que presentan un collar o parte de él, compuesto por un número variado de piezas; y C) aquellos que, en mayor o menor número, contienen adornos de plata de distintos tipos, a veces acompañados de otros objetos de bronce (útiles, armas e instrumentos), de marfil, cerámicas y ofrendas de animales. En relación a esta clasificación, dentro del grupo A se puede incluir la serie más numerosa de ajuares, 13, cuyo aderezo personal podría considerarse pobre, al menos en adornos personales, no así en otros objetos de bronce, hierro y marfil (tabla 1). Se integran en este grupo los ajuares de las tumbas 1 (fig. 4: 1) y 14 (fig. 5: 1), cuyo único adorno es un anillo simple de aro de plata, y el de la tumba 40, con un aro de plata de sección plana (fig. 9: 30). En el del enterramiento 19 se depositaron dos anillos sencillos, uno de plata y otro de bronce (fig. 10: 1 y 2). En otros ajuares de este grupo se registra algún elemento de collar: es el caso de los de las tumbas 4 (fig. 4: 2) , 15 (fig. 5: 2) y 28, en los que la joya es un engarce de anillo giratorio; y en las 8 y 18 (fig. 5: 3), con una cuenta de pasta vítrea y una pequeña cuenta semiesférica deteriorada. En otros ajuares las piezas de adorno son pendientes de oreja, como el de la tumba 29, un aro de bronce (fig. 9: 1), aunque pudo tener otra función. Por el contrario en los enterramientos 34 y 46 los pendientes tienen gran interés ya que ambos son únicos en la necrópolis; el primero es un pendiente arracada alunada hueca de oro (fig. 9: 29), hallado en su posición original sobre el lateral de la cabeza; los del individuo de la tumba 46 (fig. 6: 30 y 31) son dos aretes de plata de extremos adelgazados con un colgante de estructura laminar cúbica, en forma de

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Las joyas y adornos personales

Tabla 1. Tumbas en las que se han localizado objetos de adorno*. Tumba/IndiviSexo Edad Ritual duo/U.E. 1/382/3012

F

2/536/3000

3/537/3008

?

4/317/3009 5/432/3015

F

8/2035/3048

Anillo/ Materia

Brazalete/ Materia

Collar/Materia

Colgante/ Materia

Pendiente/M

Ajuar Brc/B; Unguüentario; punta flechas. M

AM

o

AA/Ag

INFd

+

2 AA/Ag AB/Ag 2 AC/Br

INF

o

AM

o

AJ

o

Cc/¿Pv?

PrA

o

Cc/Ag

Cc/Au Cc/Ag Cc/Pv

CAC/Ag

PA/Ag

Va/Br

C. Cc/Ag; Cc/Pbl;

CCC/Ag



Esc; Alambre; PI; placas M;H

EEsc/Ag CEsc

14/281/3001

F

AM

+

AA/Ag

Brc/Br junto a pierna izq.

15/284/3002

F?

INF

+

AE/Ag

PD/Br CFe/He; M

18/363/3004

F

A

+

19/372/3005

M?

A

+

AA/Ag AA/Br

20/425/3013

M

AM

+

AA/B

C; 9Cc/Ag

CC/Am

21/496/3019

F

AM

+

AE/Ag: AA/Ag; A/Br

14 Cc/Ag; Cc/Pv

CCT/Ag; CCR/Ag; CC/AG

23/490/3010

¿

INF

+

Cc/P Esc/Pbl

26/521/3007

F?

AJ

+

2-C Cc/Au; Cc/Am; Cc/Pv

27/530/3030

F

AJ

+

CAE/Ag: 29Cc/Ag 15Cc/ 26 CCP/ Pbl; 39Cc/Am; Ag; 9 CCE/ Ag

28/560/3035

F

AJ

+

29/1004/3017

¿F?

A

+

31/1112/3027

F

AJ

+

34/1205/3028

¿M?

PreA

+

37/1327/3040

F

AM

+

AA/Br

39/1457/3033

F

AJ

+

AA/Ag

Brc/Br

40/1469/3032

M

AM

+

AA/

Brc/Br; CFe; M

41/2001/3042

¿?

INF

+

AC/Ag; AA/Br“

PreA

+

46/2029/3047

Cc/Pv

Vaso junto a cabeza

B/Br B/Br

Va/Br; Brc/Br; CFe V/Br; PI/M;

PA/Ag;

F; ¿Aguja?

F; M; OF

EEesc/Ag

Brc/Br

Brc/Br; Brc/He; PI/M; OF

AE/Ag

Pinzas/Br PA/Br “

14 Cc/Ag; 52 Cc/Pv

EEsc/Ag; CC/Am

Brc/Br Brc/Br

PA/Au Cc/Cor?

Brc/Br; CHe Pinzas/Br

Cc/Ag; Cc/Cor; Cc/vi; Cc/Lpz?

CHe; M; plato cer.;; PC/Ag

Leyenda: Material: Au: oro; Ag: plata; Br: bronce; Am: ámbar; Pv: pasta vítrea; Pbl: pasta blanca; P: piedra; Cor: cornalina; Lpz: Lapislázuli. Sexo: M: masculino; F: femenino. Edad: AM: adulto maduro (40-60); AJ: adulto joven (18-40); Pre: preadulto. (12- 18); Inf: infantil (6-12). Ritual: + inhumación; o cremación. Elementos de adorno personal: Anillos: AA: anillo aro; AB: anillo espiral; AE: anillo escarabeo; AC anillo chatón. Brazaletes/Pulseras: B: brazalete. Collares: C: collar; Cc: cuenta de collar; CCE: cuenta colgante esférica; CCP: cuenta colgante piriforme; CC: colgante collar; CAE: colgante amuleto egiptizante; CAC: colgante amuleto de cartucho; CCC: colgante cilíndrico; CCT: colgante triangular; CCR: Colgante con racimo; Esc: escarabeo; EEsc: engarce escarabeo. Pendientes: PA: pendiente aro; PC: pendiente de cestillo. V: varillas; Otros elementos del ajuar: AR. armas; Brc: broche cinturón; F: fíbula; PD: pinzas depilar; PI: peine Cg: cerámica gris; OF: ofrenda animal; CFe: cuchillo de hierro; M: marfil; H: hueso. *  La numeración 3000 responde a los ajuares de las tumbas. Los números de inventario de las piezas aparecen entre paréntesis y precedidos de “nº”.

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María Luisa de la Bandera Romero / Eduardo Ferrer Albelda

Figura 1. Pendientes de cestillo del enterramiento 46 y arracada procedente de la tumba 34

“cestillo” según algunas definiciones, en el interior de uno de los cuales se desarrolla una pirámide de gránulos. El grupo B es muy reducido, con 4 ajuares, y aunque podemos definirlo como de tipo medio por tener una única clase de adorno –collar– es, sin embargo, el más representativo de la Angorrilla, y en cierta medida el más rico, pues estos adornos se acompañaban de broches de cinturón, peines de marfil y útiles. Uno de ellos es el ajuar de la tumba 26, en el que se han contabilizado 9 pequeñas cuentas de plata, 32 cuentas de ámbar, la mayoría de perfil cilíndrico, 2 del tipo “tonelete”, y 1 de tipo “chatón”, así como 24 cuentas de pasta vítrea, unas rojas y otras verdes de perfil anular y 2 esféricas. El conjunto se completa con un engarce de escarabeo de plata y un escarabeo sin engarce1. Por la descripción realizada en el proceso de excavación, parece que el conjunto correspondería a dos collares, uno de los cuales (nº inventario 1) estaría compuesto por 22 de las cuentas de ámbar, las 26 de pasta vítrea2, y el escarabeo engarzado en el chatón basculante. En un segundo hilo se ensartarían las 9 cuentas de plata, 10 de ámbar, el escarabeo de fayenza sin engarce y la cuenta de pasta con igual morfología y medidas que el escarabeo (ver páginas 151 y 152). No obstante, sería necesario un análisis más pormenorizado de los restantes elementos de los ajuares y de los paralelos de otros collares para justificar esta interpretación. De la misma manera, en la tumba 3 los elementos que forman el collar son también un conjunto de 23 cuentas anulares de plata (fig. 6: 5 a 27) y un 1.  A lo largo de la investigación la responsable de la actuación de campo, A. Rodríguez y la que suscribe determinamos que la cuenta nº 5 (3007/32) clasificada como de ámbar, es de pasta. Así, al no haberse realizado análisis de las cuentas, no podemos definir claramente su materia prima por lo que nos limitamos a la descripción emitida por los excavadores hasta no tener unos resultados analíticos. 2.  Una interpretación del ensamblaje de los distintos collares complejos de los ajuares de Angorrilla están actualmente en estudio.

colgante de cuerpo cilíndrico de plata. Además, en el ajuar se registraron también un escarabeo de pasta blanca con cartela grabada en su base (fig. 5: 2), que posiblemente habría formado parte del collar, y un alambre que quizás sirvió para ensartar las piezas. La tumba 20 contiene 9 cuentas de collar de plata (fig. 4: 3 a 11) y una pieza ovalada de anverso convexo y base plana, que pudo estar engarzada en un chatón y ensartada en el collar. El enterramiento 31(fig. 9) consta también de varios elementos, entre ellos 14 cuentas anulares de plata, 52 de pasta vítrea, 3 de ellas adheridas, una cuenta de ámbar, un engarce de escarabeo de plata y una cuenta de pasta alargada con perforación en un extremo para colgar en vez de ensartar, que interpretamos como cuenta-betilo. Las cuentas de pasta blanca tienen distintos perfiles, entre esféricas, anulares y cilíndricas. La tumba 27 (figs. 7 y 8) es la que contiene el collar más suntuoso de toda la necrópolis en cuanto a número y variedad de elementos. Siguiendo la información de los arqueólogos, se puede determinar que todas las piezas se disponían entorno al cuello y probablemente correspondían a dos collares, uno de ellos formado por aquellas cuentas y colgantes catalogados en el inventario de excavación del número 1 al 98: 26 cuentas anulares de plata, 26 cuentas de ámbar, 11 de pasta blanca, 10 u 11 colgantes de apéndice esférico y 24 o 25 colgantes piriformes3, además de un amuleto circular egiptizante (fig. 8: 9 )y un aro acorazonado con carrete de suspensión de engarce basculante (fig. 7: 22). El segundo collar estaría formado por 10 de las cuentas anulares 3.  Las anulares nº inventario 10, 11b, 19, 20, 22, 24, 27b, 28, 30, 40, 46, 49, 54, 57, 58, 61, 67; las cuentas de ámbar nº inventario 5, 7, 14, 18, 29, 35, 3, 41-43, 55, 63, 64, 66, 69, 70, 75-78, 81, 82, 90, 92, 95, 96; las de pasta blanca nº inventario 21, 33, 50, 56, 62, 65, 79, 80, 83, 84, 93; los colgantes de apéndice esférico nº inventario 4, 8, 9, 12, 13, 17, 23, 51, 60, 91, 94; y los piriformes nº inventario 2, 3, 6, 11, 15, 25- 27, 31, 32, 34, 38, 39, 44, 45, 48, 52, 53, 59, 71-75.

Las joyas y adornos personales

Figura 2. Colgante procedente de la tumba 27.

de plata, 9 de las cuentas de ámbar, 4 de las de pasta blanca y 4 de los colgantes piriformes4. Sin embargo resulta complicado determinar y reconstruir ambas composiciones, aun teniendo como base las observaciones de los arqueólogos durante el proceso de extracción de las mismas, si consideramos la notoria diferencia en el número de piezas de cada uno de los collares y, por otro lado, por la duda en la correspondencia de algunas piezas (3030/54 con la 3030/123; y 3030/22 con el colgante 3030/116). El grupo C engloba aquellos ajuares que cuentan con adornos de distinta funcionalidad. En general se trata de la asociación de anillos y elementos de collar. Este grupo es el más reducido, contando con 5 conjuntos. De ellos, los más significativos por su variedad son los de las tumbas 2 (fig. 3) y 21 (fig. 4). En el ajuar de la tumba 2 destaca en primer lugar el posible hilo de collar compuesto por las 10 cuentas, una de oro, 8 de plata y una de pasta vítrea, más un colgante cilíndrico porta-amuleto de plata (fig. 3: 5). A estos elementos se suman un anillo de varilla de sección circular en espiral de dos vueltas (fig. 3: 1), 2 aretes de cuerpo similar (fig. 3: 2 y 3), un fragmento de otro (fig. 3: 4) y un pendiente de aro (fig. 4: 7), todos de plata; además de un anillo de bronce 4.  Las cuentas de plata anulares nº inventario 102, 103, 114, 115, 118, 120, 122, 123, 125, las cuentas de ámbar nº inventario 100, 101, 104-108, 112, 124; las de pasta blanca nº inventario 110, 111, 119, 121. Los colgantes piriformes nº inventario 99, 109, 116, 117.

con chatón decorado con grabado (fig. 3: 8), otro similar fragmentado (fig. 3: 9) y varios fragmentos de alambres de bronce indeterminados (fig. 3: 10 y 11). Esta variedad no es la habitual en la necrópolis, lo cual puede deberse a que corresponda a más de un ajuar; de hecho no hay seguridad de que este conjunto perteneciera a un sólo individuo, pues la tumba estaba removida y pertenecía a dos individuos, uno de ellos infantil. El ajuar de la tumba 21 es también un depósito rico, con varios adornos, como un anillo laminar de plata con engarce giratorio, un anillo laminar (fig. 4: 16), dos aretes abiertos y con extremos vueltos en gancho, posibles pendientes (fig. 4: 14 y 15), y un collar en el que se insertarían una lámina de plata con apéndice vertical, un colgante de racimo de glóbulos (fig. 4: 19) y dos colgantes de cápsula triangular (fig. 4: 17 y 18), alternando con cuentas de plata (fig. 4: 20 y 22) y una cuenta de ámbar. La función de estos elementos está confirmada por su registro durante la excavación, pues se señala que en la zona del cuello se encontraban todos los colgantes, cuentas y el anillo giratorio, junto con un anillo de plata de extremos sobrepasados y los restos de un aro de plata y otro de bronce. Es probable que otros fragmentos de alambre de bronce correspondieran a una aguja de cabello. Los restantes ajuares son parcos en contenido, limitándose a anillos y algunas cuentas de collar. En la tumba 39 se depositaron un anillo de plata (fig. 9: 31)

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y una cuenta de pasta blanca (fig. 9: 32), al igual que en la 37, compuesto por una cuenta de piedra rojiza, quizás cornalina, de forma bitroncocónica (fig. 9: 34) y un anillo simple de aro de bronce (fig. 9: 33). En cuanto al enterramiento 41 (fig. 9: 35 a 38), se repite la presencia de un anillo de plata, en este caso con chatón fijo de cápsulas, más otro de aro laminar que se dice de plata, pero que no podemos confirmar ya que no se analizó debido a su mal estado de conservación. Se acompañó de varias cuentas de collar de cornalina, lapislázuli y vidrio, y de una anilla laminar de bronce. Algunos de estos ajuares, como los anteriores, contienen otros útiles de bronce, hierro y marfil, destacando el lote de puntas de flechas de la tumba 1, perteneciente al grupo A (tabla 1).

ESTUDIO DE LAS JOYAS Desde una aproximación técnica y morfo-estilística, los objetos suntuarios recuperados en la Angorrilla, tanto de orfebrería, argentaria y bronce, como de otras materias orgánicas y pedrería, responden al ámbito de la producción de joyería de tradición fenicia desarrollada en el ámbito del Mediterráneo occidental durante los siglos VII y VI a.C., con paralelos próximos tanto en los ajuares funerarios de las necrópolis fenicias de Cartago, Cerdeña, Sicilia (Motya), Cádiz, Trayamar, Almuñécar, Villaricos e Ibiza, como en los cementerios considerados “orientalizantes” de la península ibérica: Cruz del Negro, Medellín o Talavera la Vieja, entre otros. No obstante, un estudio crítico basado en una caracterización más específica de los elementos según la materia prima, los procesos técnicos de elaboración y decoración o la selección de ciertos tipos, permite observar ciertas variaciones en la Angorrilla que podrían responder, por una parte, a aspectos técnicos, quizás por tratarse de una producción local y, por otra, a modificaciones en piezas concretas que podrían haber sido debidas a ciertas actitudes de carácter socio-cultural de los individuos enterrados, y que habrían podido actuar como diferenciadores de rango o de grupo étnico. Un primer aspecto que llama la atención de las joyas de la Angorrilla es el predominio de las piezas de plata frente al número escasamente representado de las de oro, tan sólo una cuenta de collar (2/3000/1) y una arracada (fig. 9: 29). Un segundo aspecto a destacar es que la variedad de tipos y de elementos amortizados por ajuar es, salvo excepciones, muy reducida en comparación con el número de joyas de oro en los ajuares de necrópolis de colonias fenicias del Mediterráneo occidental, en las

cuales se amortiza mayor número y variedad de tipos por ajuar. Aun así, en la Angorrilla se encuentran representados los elementos más comunes de las joyas fenicias, como los colgantes y cuentas de collar, los anillos y los pendientes. De todos los adornos suntuarios, el collar es el más representativo, documentado en 14 ajuares, y, como ya se ha descrito supra, su composición es diversa y variada, pudiendo estar formado por un único elemento, una cuenta de plata, de pasta vítrea o de cornalina, o un anillo con engarce de escarabeo5, o bien estar formado con un número variable de cuentas de distintas materias primas alternadas con colgantes y amuletos. La técnica de elaboración de casi todas las piezas es la laminar para el modelado de las formas y el estampillado para los esquemas decorativos. Las técnicas decorativas de granulado y filigrana están representadas, pero de manera mínima, aplicadas en láminas de engarces de escarabeos, en bordes de carretes de suspensión o conformando un grupo de racimo en colgante o una pirámide en los pendientes “de cestillo”. Pero no hay piezas de superficies decoradas con granulados, aunque es posible que no se hayan conservado. También se registra el empleo de la soldadura para la unión de láminas y elementos. Para completar el encuadre del estudio tecnológico han sido analizadas un total de 53 joyas de plata y las dos piezas de oro mediante la técnica PIXE (Particle Induced X-Ray Emisión) en el Centro Nacional de Aceleradores de Sevilla, cuyo estudio completo se encuentra actualmente en preparación. En un avance preliminar de este estudio se puede observar que todas las piezas argénteas son muy ricas en contenido de plata (tablas 3 a 6), y en algunas de ellas, como los amuletos circulares egiptizantes (fig. 8: 9 y descontextualizado), se detecta un porcentaje de oro en la aleación algo más elevado que el de una simple traza (tabla 4, 3), aunque en el estado actual de investigación no podemos deducir si estuvieron dorados o no. En relación con la arracada de oro, se observa que la composición del metal tiene una alta concentración en plata (tabla 2), estando cercana al oro de las producciones coloniales arcaicas de Cádiz y alejada de la producción de orfebrería orientalizante “tartésica”, con concentraciones mayores de oro y menores de plata (de la Bandera et al., 2004: 53; de la Bandera et al., 2007:127, fig. 7). 5.  Además de los escarabeos engarzados, durante el proceso de extracción de los ajuares de las tumbas 5 y 23, se hallaron dos escarabeos sueltos que pudieron ir igualmente colgados bien mediante un aro de engarce o directamente con un cordón pasante.

435

Las joyas y adornos personales

Tabla 2. Arracada de oro de la tumba número 34 (3028/1). Elemento

Concentración (%) en peso

Fe

1.00 (4)

Cu

2.87 (9)

Ag

17.3 (3)

Au

78.3 (5)

Bi

0.55 (18)

Fe

0.25 (3)

Cu

3.47 (9)

Ag

21.1 (6)

Punto de análisis

Hilo

74.0 (5)

Pb

0.37 (12)

Bi

0.72 (21)

Fe

0.18 (2)

Cu

3.84 (7)

Ag

18.4 (4) Lámina

Au

76.9 (4)

Pb

0.19 (8)

Bi

0.55 (17)

Concentración (%) en peso

Fe

2.53 (4)

Cu

0.09 (3)

Br

0.58 (2)

Ag

96 (1)

Au

0.17 (7)

Pb

0.14 (6)

Punto de análisis

Lámina trasera (por detrás)

Tabla 4: Amuleto circular con iconografía egiptizante. Sin contexto. Hilo enrollado

Au

Elemento

Tabla 3: Amuleto circular con iconografía egiptizante de la tumba 27, ajuar 3030/98.

Elemento

Concentración (%) en peso

Cu

0.60 (13)

Br

2.7 (3)

Ag

97 (2)

Fe

1.10 (7)

Cu

0.07 (3)

Br

1.25 (13)

Ag

97 (2)

Fe

0.90 (7)

Cu

4.12 (12)

Br

0.32 (8)

Ag

87 (2)

Au

3.3 (2)

Concentración (%) en peso

Fe

0.47(8)

Pb

3.6 (2)

Cu

1.2 (3)

Bi

0.86 (17)

Ag

98 (1)

Au

0.45 (13)

Pb

0.18 (12)

Bi

0.20 (13)

Br

1.4 (1)

Ag

98 (1)

Au

0.16 (11)

Hg

0.18 (11)

Lámina delantera

Lámina trasera (por delante)

Lámina delantera

Lámina trasera

Elemento

Punto de análisis

Punto de análisis

Lámina delantera, zona con relieve

Tabla 5: Pendiente de cestillo de la tumba 46 (3047/1). Elemento

Concentración (%) en peso

Cu

1.66(7)

Ag

98 (1)

Au

0.07 (3)

Pb

0.24 (5)

Punto de análisis

Anilla grande

436

María Luisa de la Bandera Romero / Eduardo Ferrer Albelda

Elemento

Concentración (%) en peso

Fe

0.83 (4)

Cu

3.49 (7)

Ag

93 (1)

Au

2.3 (1)

Pb

0.23 (5)

Bi

0.11 (5)

Fe

1.05 (4)

Cu

0.93 (4)

Br

0.72 (6)

Ag

97 (1)

Au

0.37 (4)

Fe

2.03 (6)

Cu

3.4 (7)

Ag

92 (1)

Au

1.9 (1)

Pb

0.35 (4)

Punto de análisis

Anilla pequeña

Lámina cuadrada

Hilo

Tabla 6: Pendiente de cestillo de la tumba 46 (3047/2). Elemento

Concentración (%) en peso

Fe

1.96(6)

Cu

1.60 (8)

Ag

96 (1)

Bi

0.11 (6)

Fe

0.40 (4)

Cu

0.62 (6)

Punto de análisis

Anilla grande

Anilla pequeña Br

0.97 (4)

Ag

98 (1)

Fe

1.11 (6)

Cu

0.54 (4)

Br

0.06 (3)

Ag

98 (1)

Pb

0.08 (4)

Fe

0.38 (6)

Cu

0.40 (4)

Ag

99 (1)

Pb

0.11 (5)

Lámina cuadrada

hilo

Pulseras Los llamados brazaletes acorazonados son uno de los objetos mejor representados en los ajuares de este heterogéneo grupo de necrópolis denominadas “orientalizantes”, si bien en la Angorrilla su presencia es casi testimonial: sólo hay dos ejemplares conservados desigualmente en la tumba 19 (figs. 10: 3 y 4). El arrasamiento parcial de esta sepultura no permite precisar con seguridad el sexo del difunto ni su edad, aunque era adulto y estaba inhumado y depositado en decúbito supino. Además de los brazaletes, el cuerpo se acompañó de un anillo de plata, otro de bronce, un cuchillo afalcatado de hierro y las dos piezas, macho y hembra, de un broche de cinturón de doble gancho. A la vista de la composición del ajuar, sobre todo la presencia del broche de cinturón de doble gancho, se podría considerar un enterramiento femenino, aunque, como hemos contemplado en otras ocasiones, no faltan excepciones que pongan en entredicho los ajuares-tipo. Un primer aspecto que es imprescindible tratar es la pertinencia o no de mantener la denominación habitualmente utilizada para describir estos objetos, ya que no hay adecuación entre el objeto y la función que se le presupone, pues un brazalete es un “aro de metal o de otra materia,…, que rodea el brazo por más arriba de la muñeca y se usa como adorno”, o bien una “cinta de cierta anchura que rodea el brazo por encima del codo” (DRAE, 2001: 353). El escaso diámetro interno de estos objetos (5,5 cm en la parte más ancha del ejemplar completo de la Angorrilla) y su deposición en ajuares de adultos impiden su uso como brazalete propiamente dicho y, por el contrario, aconsejan clasificarlos como pulseras (Enríquez y Domínguez, 1991: 48), descritas como “cerco de metal o de otra materia que se lleva en la muñeca para adorno o para otros fines”6. Las pulseras de la Angorrilla repiten el modelo más común de este tipo de adornos: hechos a partir de una barra maciza de bronce de sección circular con la parte central engrosada y extremos afinados y rematados por dos engrosamientos redondeados, casi esféricos en el ejemplar más deteriorado. De forma contraria a su abundancia en los ajuares, este tipo de adornos no ha recibido una atención concreta en la bibliografía española, y solo recientemente J. Jiménez (2002: 322-323) se ha ocupado brevemente de ellos. Destaca este autor, además de las características morfológicas del aro (de sección 6.  Diccionario de la Real Academia Española, edición de 2001, página 1862.

Las joyas y adornos personales

circular o acintada) y de los remates –esféricos, bitroncocónicos, sección plano-convexa, un caso en forma de palmetas (Enríquez y Domínguez, 1991: p. 40, fig. 5 y 6)–, la inadecuación de la forma a la función de brazalete, pues los extremos abiertos y la depresión parecen una deformación ocasionada por el procedimiento de tirar de los extremos. No obstante el autor contempla la posibilidad de que las pulseras no fueran pertenencias del difunto, “sino que se correspondan a algún personaje vivo que tras desprenderse de él por el único procedimiento posible (forzándolo y, consiguientemente inutilizándolo) lo arroja a una tumba determinada”. Por ello considera que estos objetos pueden ser algo más que un elemento de adorno, “símbolo de algún lazo social (matrimonio, esclavitud…) establecido entre su posesor y el difunto en cuya tumba aparece, y que ese vínculo se destruyese a la muerte de éste último”. Esta explicación, aunque sugerente, nos parece excesivamente especulativa y sin ningún argumento que la avale. Sí podemos establecer con seguridad, por lo que se desprende de los datos de la Angorrilla y Medellín, que es un adorno preferentemente femenino y característico de la edad adulta, y que habitualmente se depositan dos ejemplares en cada enterramiento. En Medellín (Almagro-Gorbea et al., 2006) se han documentado en los enterramientos 85B/27 (un solo ejemplar en el bustum de una mujer madura de 40-50 años); 86G/29A (dos pulseras entre las cenizas de un individuo femenino de 25-40 años); y 86G/29D (pareja de pulseras y broche de cinturón de doble garfio entre las cenizas de una mujer de 3050 años). Un ejemplar suelto, fragmentado y abierto, se halló entre los materiales sueltos de la cuadrícula 86G (86G/SPA-8), y una pareja de pulseras se registró en la tumba 86G/50, donde se incineró un individuo masculino de edad madura (40-55 años). Las pulseras acorazonadas de bronce son, como ya hemos señalado, elementos de ajuar relativamente usuales en las necrópolis “orientalizantes”. También, aunque escasos, se han documentado ejemplares de oro y plata. Su uso se difundió por toda la geografía surpeninsular, limitada en el período orientalizante al Suroeste, Extremadura, Portugal y Meseta, si bien perduran en época ibérica (Enríquez y Domínguez, 1991: 48). Un catálogo preliminar de pulseras acorazonadas incluye las necrópolis de La Joya (tumba 3), la Angorrilla (tumba 19), Bencarrón (cremación 1902/3 y Túmulo I de 1908), Cruz del Negro (dos ellos con su forma original oval y extremos cónicos, ver Bonsor, 1899: 79-81. fig. 94, y otros dos deformados por presión de apertura, Bonsor 1899: 82, fig. 98), Setefilla (túmulo A: tumbas 12

y 52 y en el relleno tumular; túmulo B: tumba 13; túmulo I: inhumación sur/2 e inhumación centro/2, ambas con dos ejemplares respectivamente, dos de bronce y dos de oro, ver Bonsor y Thouvenot, 1928: lám. VII), Medellín, Aljucén (revuelto superficial, 2 ejemplares, y conjunto 2, un ejemplar), Alcácer do Sal (Osuna y Remesal 1981: 410), Senhor dos Mártires (tumba 11) y Monteda do Mealha Nova (tumba 6). En el Sureste se han registrado en la necrópolis de Boliche, en Almería (Osuna y Remesal 1981: 376, fig. 3; 382, fig. 6: 7). También a un contexto funerario se asocia un importante lote de pulseras de Talavera la Vieja, compuesto por una pieza de oro, otra de plata y diez de bronce entre ejemplares completos y fragmentos (Perea, 2006: 74; Jiménez, 2006: 96). En contextos no funerarios, como el “poblado bajo” de El Carambolo, se halló un ejemplar descrito por J. de M. Carriazo (1973: 313, figs. 225-226) como “otra pieza única, probable brazalete abierto, es una barra cilíndrica de bronce, más gruesa por el centro (5 mm) y que va adelgazándose hacia los extremos. Por un extremo termina en una bola un poco apuntada, de 8 mm de diámetro, y por el otro está rota de antiguo. Se encuentra deformada, y de haber sido brazalete tuvo que serlo de una niña, y muy abierto”. En el poblado de El Palomar, en Oliva de Mérida (Badajoz) se han hallado pulseras de bronce datadas en los siglos VII-VI a.C. (Rovira et al., 2005: 1235, fig. 1/131-7). Asimismo, en el ámbito meseteño se han registrado en los poblados de Castro de Lara (Burgos), Sanchorreja (Ávila) y Cerro del Berrueco (Salamanca) (Osuna y Remesal 1981: 405-406, 409, fig. 20). El recentísimo hallazgo de estas pulseras en las excavaciones del Cine Cómico en Cádiz, en la fase del siglo VII a.C.7, y el de otro ejemplar en la tumba de Yadamilk, en la necrópolis cartaginesa de Douïmès, datada en el segundo cuarto del siglo VII a.C. (Bondí et al., 2009: 420, fig. 3: 1), no sólo confirma la datación tradicionalmente atribuida a estos objetos en las necrópolis “orientalizantes”, sino que también invita a revisar las hipótesis sobre su origen y su función. Si es una creación occidental, como parece ser por el número de hallazgos –aunque este no es un argumento vinculante–, queda la duda de si son producciones fenicias occidentales, por ejemplo de Gadir, o si son elaboraciones de talleres indígenas “orientalizados”, o bien de ambos, asignando un uso –o una simbología– diferente en cada comunidad. La facilidad con que estas pulseras pueden ser distribuidas en el espacio y su carácter suntuario, 7.  Agradecemos la información de J.M. Gener, director de la intervención arqueológica.

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María Luisa de la Bandera Romero / Eduardo Ferrer Albelda

aunque cargado de simbología social, no favorece su identificación como indicador étnico-cultural. No obstante, su distribución geográfica permitiría explicar el fenómeno como una creación “tartésica”, en el mismo ámbito que los broches de cinturón de doble gancho, es decir, en un contexto donde la interacción entre las comunidades fenicias e indígenas permitió la génesis de costumbres, lenguajes iconográficos y objetos originales, característicos de unas comunidades muy semitizadas.

Collares Porta-amuleto cilíndrico con carrete de suspensión (fig. 3: 5) El colgante aparece solo en una tumba, la 2. Su forma y su tecnología repiten la de algunos colgantes de collar clasificados como porta-amuletos, aunque en algunos casos, como éste, no ha sido comprobada la existencia de la lámina, papiro o tela interior con la inscripción característica de su función. En líneas generales estos estuches se consideran de tradición fenicia y se hallan muy extendidos en el Mediterráneo en ajuares funerarios de colonias fenicias durante los siglos VII y VI a.C., encontrándose determinadas variantes que se datan en los siglos VI-V a.C., e incluso en fechas posteriores. Ejemplares de la misma forma cilíndrica, facetada y con carrete de suspensión son muy escasos. En la península ibérica se registran dos piezas idénticas en plata, una procedente de la tumba 14 de la necrópolis Laurita (Almuñécar, Granada) (Pellicer, 2007: 71, fig. 32 D; lám. XIII;) y otra del Castillo de Doña Blanca (Puerto de Sta. María, Cádiz) (Ruiz Mata, 1988), fechadas ambas por sus contextos en el siglo VII a.C. A estos paralelos habría que agregar dos ejemplares similares en oro de uno de los collares del tesoro de La Aliseda (Cáceres) (Nicolini, 1990: lám. 125, a, o; y 128). Fuera de Iberia tan sólo hemos documentado otro ejemplar en plata de la misma tipología en la tumba de Yadamilk, en la necrópolis de Douimes (Cartago), citado por M. Pellicer (2007: 71), y que puede ser el mismo recogido por B. Quillard (1987: 86, n. 314 y 73; lám. XVII, fig.1) y conservado en el Museo del Louvre. Este tipo facetado se da también de forma lisa y forma parte de un grupo de estuches de amuletos con variantes de base plana, tapadera convexa o cabeza de animal, dispersos por el Mediterráneo, pero especialmente representados en Cartago, Cerdeña y península ibérica en los siglos VII y VI a.C. (Quillard, 1987: 86; Quattrocchi Pisano, 1974:  58, lám. XIII-XVI). Se han propuesto distintas hipótesis para la filiación de los estuches

amuletos, una fenicia oriental (Blanco, 1956: 35; Blázquez, 1968: 128), sobre todo para los de tapadera zoomorfa, y otra que considera su origen egipcio, propuesta por J. Vercouter (1945), seguida por M. Pellicer (2007: 67) y B. Quillard (1987: 108-109), que es actualmente la más aceptada. Colgante de racimo (fig. 4: 19) El colgante de la tumba 21 está formado por un conjunto de seis pequeños glóbulos huecos, uno de ellos perdido, en forma de racimo, soldados a un diminuto cilindro ensartado en un aro de extremos en gancho. La técnica de elaboración es laminar para las esférulas y de trefilado para el aro, habiéndose aplicado la soldadura en el ensamblaje de los distintos elementos. Se trata de un ejemplar único en la necrópolis, como también lo es en todo el territorio peninsular durante el período orientalizante, e incluso en el Mediterráneo occidental. Podrían señalarse diversas formas de remates de pendientes en racimos de un número indeterminado de gránulos o esferas a partir de siglo VI a.C. en la península ibérica, pero todas son formas evolucionadas de arracadas “orientalizantes” con remate triangular o derivadas de formas griegas evolucionadas, realizadas en su mayor parte de oro (de la Bandera, 1987; Nicolini, 1991: lám. 66, 67). Como hipótesis, y dada la ausencia de paralelos próximos conocidos, proponemos que el prototipo de estos colgantes es de origen oriental y responde al tipo de pendientes con remate denominados de “mulberry” (mora), compuesto básicamente por un racimo de grandes bolas de oro soldadas a un aro alunado. K.R. Maxwel–Hyslop (1971: 225-226) relaciona este tipo con la producción de joyería de Tell-Halaf hallada en tumbas bien fechadas en los siglos XI-X a.C., y en particular con los pendientes tipo “crude tassel” (capullo floral burdo) de la tumba 605, característicos del área de Gaza. Esta autora señala la continuidad del tipo en un par de pendientes de plata, en este caso elaborados con bolas huecas y decoración de triángulos granulados, hallados en los ajuares de las tumbas del periodo tardío de Tell Hallaf (tumba 754), que se fechan en los siglos VII-VI a.C. También considera que la morfología y la técnica de grandes bolas huecas es comparable a la producción de orfebrería irania y elamita, con paralelos en Susa, en tumbas del período neo-elamita datadas en los siglos VII-VI a.C. Formas básicas de estos pendientes en plata también se documentan en Hansalu, Marlik, Lakish y en el área de Karkemish, ya tardíos, datados en los siglos VI y V a.C. (Maxwell-Hyslop, 1971: 227-228, láms. 210, 211, 212). No hay paralelos que

Las joyas y adornos personales

permitan proponer una cronología concreta para este colgante, pero el contexto de hallazgo y las producciones relacionadas permiten situar su uso desde finales del siglo VII a.C. Colgante de cápsula triangular (fig. 4: 17 y 18) En el collar de la tumba 21 se hallaron dos colgantes de esta tipología (21/3019/7-8). La elaboración de la pieza se hizo a partir de una lámina de base a la que le soldaron en su perímetro unas finas tiras que forman la cápsula. El sistema de suspensión se ha solucionado soldando en el lado menos ancho del triángulo un cilindro con bordes lisos. Este tipo de cápsula triangular exenta para contener posiblemente esmalte no es frecuente entre los objetos de adornos y colgantes de collar, pero está perfectamente relacionada con otras formas habituales en la orfebrería fenicia de la península ibérica. Una forma triangular que recuerda a este colgante es el amuleto de bronce recubierto de una lámina de oro, con una forma similar y sistema de suspensión de cilindro, procedente de una tumba de la necrópolis Cruz del Negro (Carmona, Sevilla) (Bonsor, 1899: 80, fig. 76). Con formas circulares son frecuentes las cápsulas para esmalte o piedra en los collares fenicios, junto a otros amuletos, como los hallados en las necrópolis de Cádiz (Perdigones et al., 1990: tumba 19.3, lám. XIV) y Tharros (Quattrocchi Pisano, 1974: tipo X), un tipo que también se repite en Cartago con formas más variadas (Quillard, 1979: collares 2 y 3, láms. IV y V). La filiación de este tipo de colgante resulta difícil de determinar dada la falta de paralelos formales, aunque no se desconocen formas complejas de períodos cronológicamente muy alejados (Maxwel-Hyslop, 1971: láms. 82 y 83). No obstante, por la técnica, el tipo de suspensión, los paralelos propuestos y el conjunto de adornos, consideramos que es una herencia de la tradición fenicia oriental. Asimismo la alternancia de colgantes capsulares con esmalte, como las cuentas de pasta y de piedras semipreciosas, tendrían un fuerte simbolismo basado principalmente en el color y, en cierto sentido, serían utilizados como amuletos, hecho que se registra desde tiempos muy tempranos en Oriente, sobre todo en la joyería egipcia (Alegre, 2005: 20). Colgante circular laminar (fig. 4: 24) En la tumba 21, junto a colgantes y cuentas, contabilizamos una lámina recortada de forma circular que conserva un apéndice vertical. Estos rasgos no permiten considerarla una cuenta, pero sí pudo

servir de base para soldar una cuenta semiesférica, o como soporte de un esmalte o de pasta vítrea. Aunque de mayor medida y de forma rectangular, podemos señalar como paralelo una plaquita cuadrangular procedente de la necrópolis de Cádiz (Perdigones et al. 1990: fig. 38, 2), o el colgante de plata de placa rectangular de una tumba de Medellín datada en 600-575 a.C. (Almagro-Gorbea, 2008: 376, fig. 484). La falta de otros datos y su indefinición morfológica no permiten un análisis más detenido. Colgante cilíndrico simple (fig. 6: 4) El colgante es un cuerpo cilíndrico laminar con líneas grabadas que se inserta en un aro. Está realizado a partir de una lámina de plata modelada posteriormente y grabada con cincel. Estas características tan simples no permiten una mayor aproximación o comparación con piezas similares. Tanto su producción como su cronología se encuadran en las generales de la tumba y de toda la joyería de la Angorrilla, es decir, a fines del siglo VII o principios del VI a.C. Colgante amuleto circular con iconografía egiptizante (figs. 2 y 8: 9) La necrópolis ha proporcionado dos ejemplares de esta tipología, uno de ellos en la tumba 27 (A) (figs. 2 y 8: 9) y otro descontextualizado y peor conservado (B) (fig. 8: sin número). Técnicamente la estructura circular en ambos amuletos ha sido elaborada con dos láminas, una inferior de base y otra superior repujada y bordeada en su perímetro por un bocel. Como suspensión, el colgante A llevaba dos cilindros lisos dispuestos en T, actualmente separados por rotura, y el colgante B la ha perdido. Para la decoración, se ha trabajado en la lámina superior un repujado con esquemas iconográficos por estampillado con troqueles independientes, según se aprecia por los contornos muy marcados del amuleto A, que recuerda el mismo trabajo de las figuras de halcón del amuleto de Trayamar. En el amuleto B el repujado por estampillado en hueco es detectable en las perforaciones de las láminas del creciente lunar, de la montaña o el extremo del ala del sol alado, pero hasta conocer todos los resultados de la analítica no podemos precisar si se hizo en piezas independientes –como en los amuletos del taller de Cartago (Quillard, 1979: 36, 66, tipo 6)– o en la misma lámina superior. Otra característica técnica de este amuleto B es que posiblemente pudo estar decorado con granulado para delimitar los contornos de los esquemas o rellenar algunos espacios, como los ejemplares de oro cartagineses

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María Luisa de la Bandera Romero / Eduardo Ferrer Albelda

y los peninsulares de Trayamar y Cádiz, hipótesis deducida por los restos de fundido que se observan en la parte izquierda de la pieza. Sin embargo, este aspecto no se puede determinar con suficiente rigor debido al deterioro de la pieza. Igualmente se plantea como una posible característica, aun insuficientemente investigada, que estos colgantes de la Angorrilla estuvieran dorados, dado el porcentaje de oro que se detecta, algo más elevado que el de una simple traza (tabla 4, 3), sobre todo en el colgante A. Este rasgo técnico de colgantes egiptizantes de plata dorados se atestigua en dos ejemplares procedentes de Cartago (Quillard, 1979: 66). En cuanto al esquema decorativo, en ambos se representa la misma escena cosmológica de iconografía fenicia-egiptizante característica de este tipo de amuleto, aunque con variantes de forma y estilo en algunos motivos, quizás debidos al taller o al orfebre, o tal vez a las preferencias del grupo social demandante. Los motivos indicativos de esas diferencias son la montaña (sacrum), el tratamiento y adornos de los ureos y el creciente del grupo central. En el colgante A la montaña sagrada muestra una forma ovoide y alzada que desplaza al grupo central hacia arriba, al igual que el amuleto de Trayamar, con el cual también guarda relación por los halcones que coronan los ureos, aunque en aquel tienen flagelos. Sin embargo se da un rasgo de carácter innovador en este amuleto: los dos tallos con flores de loto que emergen de la base del montículo o sacrum y se abren a la altura de la cabeza de los ureos, un unicum en la tipología de estos amuletos en el estado actual de la investigación. En cuanto al conjunto central de símbolos astrales, se repite el esquema del creciente lunar que descansa sobre la montaña sagrada abrazando al sol, que es el más repetido, como también es reiterativa la representación del disco solar alado superior, formado por un botón central con alas de buitre con tres hileras de plumón a cada lado, cuatro rayos e ínfulas que descienden, y tres largos rayos a manera de cola en la parte inferior. En el amuleto B los rasgos están más borrosos, pero igualmente se observan algunas peculiaridades, una de ellas en el conjunto central, donde aparece el sol abrazado por el creciente lunar, pero este no descansa en la montaña directamente, la forma más generalizada, sino sobre una posible palmeta de cuenco, de la que se destaca una serie de siete u ocho pétalos. El único paralelo de esta variante del esquema central es un disco amuleto procedente de Douimès fechado en el siglo VII a.C., con motivo central de palmeta, sacrum con entrante en la base

y ureos con corona egipcia, igualmente excepcional entre la serie cartaginesa (Quillard, 1979: 36, n.13, lám. XIV). En la península ibérica hay que destacar el amuleto de oro de Les Casetes (La Vila Joiosa, Alicante), con tipología formal distinta pero del mismo esquema iconográfico, con una palmeta de cuenco sobre el sacrum y bajo los astros centrales (García, 2009: 135, fig.142). Otro rasgo que se destaca en la pieza de la Angorrilla es que la montaña sagrada se representa de manera arqueada con un gran ónfalos en su base, que en este caso se relaciona con la del colgante de Medellín (Badajoz) (Almagro-Gorbea, 2008: 374; fig.482), aunque de estilo totalmente distinto. En general se admite la creación de estos esquemas iconográficos a partir de los sellos escarabeos egipcios, pero una filiación fenicia, con el origen remoto de su forma en Próximo Oriente durante el II milenio a.C., documentada en diversos colgantes de Susa, Mari, Ugarit, Meggido y Biblos, con una amplia difusión desde Siria hasta Asia Menor y desde Chipre hasta Italia y el Mediterráneo occidental (Quillard, 1979: 79). Iconológicamente, esta representación se considera de carácter cosmogónico, en la que el sacrum se interpreta como la montaña primigenia en el mundo fenicio (Quillard, 1979: 77; Niemeyer y Schubart, 1975: 137; Quattrocchi Pisano, 1990: 69; Almagro-Gorbea 2007: 375) y monte-betilo, también presente en la mayor parte de la cosmogonía egipcia como “la tierra emergida”. En estos colgantes parece conservarse ese carácter originario de fertilidad asociado también a la unión simbólica de Baal y Astarté, como engendradores del mundo, bajo la protección de los símbolos alusivos a la divinidad masculina (el sol) y femenina (el creciente lunar). Esta simbología de la fecundación se ve más patente y adquiere más fuerza en el amuleto A de la Angorrilla por la representación de las dos flores de loto que emergen de la base de la montaña. El tipo de amuleto circular con iconografía egiptizante tiene una mayor representación en las necrópolis de Cartago (Quillard, 1979: 66), donde se documenta el mayor número de ejemplares: seis de oro, dos de plata dorada y otros en plata, hasta un total de doce (ibíd.: 77-78). También se registra en Malta, Motya (Sicilia), Sulcis (Cerdeña) y Chipre (Quillard 1979: 66, lám. XXIV y XXV). Según B. Quillard (ibíd.: 80) todos estos amuletos del Mediterráneo central son claros representantes de un taller de Cartago, donde la autora ha contabilizado al menos ocho ejemplares con la misma técnica de elaboración por estampillado independiente de

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elementos posteriormente soldados a la base, y el uso del granulado para delimitar los motivos. Considera producto de otros talleres distintos los amuletos de Trayamar, Ibiza y Sulcis (Cerdeña) por ser de tecnologías diferentes, el primero de ellos fundido, repujado y estampillado. Los ejemplares de la Angorrilla no sólo aumentan el número de ejemplares de la península ibérica sino que también plantean nuevas cuestiones referentes a su elaboración. Todos ellos, los de Trayamar (Niemeyer y Schubart, 1968: 103, lám. 29-299), Cádiz (Quattrocchi Pisano, 1990: lám. XIV, 2), Ibiza (Vives, 1917: 40, n, 91, lám. IX), Medellín (Almagro-Gorbea 2007: 374, fig. 482) y los dos de la Angorrilla, repiten tipología y la misma iconografía de los amuletos egiptizantes cartagineses, pero no las técnicas ni algunos rasgos estilísticos, como se ha expuesto más arriba. En los peninsulares los colgantes de plata proceden de necrópolis “orientalizantes” y los de oro de necrópolis coloniales (Trayamar, Cádiz, Ibiza). Pero además de las diferencias técnicas, se dan otras estilísticas como la reflejada en el esquema representativo de los ureos. En los colgantes áureos de Cádiz, Ibiza y Cartago, los ureos están coronados con roseta lisa, un sol o una roseta de gránulos respectivamente, en tanto que los amuletos de Trayamar y de la Angorrilla han elegido halcones para coronarlos (en uno de los cuales se representan con flagelos) y se introducen además dos flores de loto emergiendo de la base del sacrum (fig. 6.9). El análisis arqueológico y las características tecno-morfológicas y estilísticas, en relación con la producción del Mediterráneo occidental, nos lleva a proponer que son productos de un taller u orfebre local probablemente del sur peninsular, sin la técnica y calidad de los amuletos de oro del taller de Cartago, pero familiarizados con el tipo y las técnicas, pues los repite de manera más cercana al centro que produjo el colgante de Cádiz y el de Trayamar, a la vez que introduce los cambios. Esta producción se aparta de la producción del amuleto de Medellín (Almagro-Gorbea, 2007: 376), también local, con una iconografía más esquemática y con otra tecnología que indica distinto lugar o mano de ejecución. La cronología propuesta para los colgantes de la Angorrilla –siglos VII-VI a.C.– se enmarca en el arco cronológico en el que se usaron en el Mediterráneo central y occidental, esto es, desde mediados del siglo VII a.C. –para los contextos de diez de los trece amuletos conocidos de la necrópolis de Cartago– hasta finales del siglo VII o primera mitad del VI a.C., de los colgantes de Trayamar y Malta, con la

pervivencia de algunas variantes más tardías, como el ejemplar de Ibiza, fechado en el siglo V a.C. (Quillard, 1979: 78). En lo que se refiere a su interpretación y función, los rasgos estilísticos e iconográficos descritos nos hacen suponer que el contenido religioso experimentó un cierto proceso de evolución del significado originario para su adaptación a una generación posterior, posiblemente a lo largo de la segunda mitad del siglo VII hasta el siglo VI a.C., fecha en la que desaparecieron o bien fueron sustituidos por otras formas, como sugiere M. Almagro-Gorbea (2007: 376). Colgante piriforme (fig. 7: 13 y 17; fig. 8: 10 y 21) Este colgante, llamado también de bellota, es conocido en la península ibérica desde el período orientalizante, aunque realizados en oro. En la Angorrilla todos los ejemplares de esta tipología son de plata y pertenecen al mismo ajuar (tumba 27). Consta de tres partes, un cuerpo piriforme, ligeramente facetado, cuello y carrete de suspensión. El cuerpo está formado por dos láminas modeladas y soldadas por los lados, y sobre la base plana se ha soldado el sistema de suspensión que consta de dos piezas tubulares, cilindros lisos con rebordes, colocados uno en vertical a modo de cuello, sobre la que va soldado el otro en horizontal, que actúa como carrete. Tres de ellos (nº inventario 39, 34, 99) han sido analizados por el método PIXE. Se contabilizan un total aproximado de 26 o 27, de los cuales 16 están más o menos completos, otro formado a partir de 2 fragmentos (3030/11a y 15), más 3 fragmentados pero reconocibles, y una serie de partes indefinidas que pueden corresponder incluso a una misma pieza. Del tipo se distinguen dos tamaños, uno con una altura máxima de 30/35 mm y otro de 24/26 mm. Los paralelos más próximos de este tipo de colgantes de la Angorrilla en plata son los ocho colgantes de plata procedentes de la tumba III (23 de junio de 1898) de la necrópolis Cruz del Negro (Carmona, Sevilla), hallados en el interior de la urna junto a otros objetos de adorno y considerados parte de un collar (Bonsor, 1899: 79 y 80, fig. 75/4). Los colgantes, según la ilustración, tienen el mismo perfil y sistema de suspensión, con doble cuerpo tubular. Otras piezas, también de plata, que se pueden relacionar con los ejemplares de la Angorrilla son cuatro colgantes alargados y huecos procedentes del ajuar de una tumba de la necrópolis de Medellín (Almagro-Gorbea, 2008: 86G/41-6a-f; 378, fig. 492), fechada hacia 625-600 a.C. Sus medidas son

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algo menores, su sistema de suspensión es una simple anilla y no disponemos de información sobre su elaboración. Otros colgantes que también pueden ser relacionados dentro del territorio peninsular están fabricados en oro, como los cuatro colgantes cónicos procedentes de la tumba de inhumación 4d de la necrópolis de Trayamar (Niemeyer y Schubart, 1976: 145, n. 610-613; lám, 54 f-i). Sin embargo su técnica de elaboración es diferente: el cuerpo está formado por dos láminas delgadas soldadas entre sí, una parte inferior formada por un sector de ­círculo y otra superior circular trabajada en forma de media esfera. Las anillas del cuello y la parte superior se han realizado con alambres de oro enrollados (ibíd.: 222). De la misma tipología, y también elaborados en oro, son los colgantes cónicos del tesoro de Baiâo (Portugal), una ocultación con muchos colgantes, entre ellos 40 piriformes del mismo tipo y en tres medidas diferentes, junto a otros ovoides (Correia, 2005: 1221). Una variante evolucionada del tipo, también en oro, la constituyen los colgantes de la tumba 9 de La Joya (Garrido y Orta, 1970: fig. 32, lám. XL). Fuera de la península ibérica se registran ejemplares en oro principalmente, distribuidos por el Mediterráneo y con cronologías de los siglos VII-VI a.C., y también posteriores, pero sus formas muestran diferencias en relación a las características de los de la Angorrilla, como por ejemplo en Cartago, Motya (Sicilia) (Quillard, 1979: tabla I, nº 105) y Tharros (Cerdeña), donde son colgantes de pendientes lisos o decorados con hilos o granulado (Quattrocchi Pisano, 1974: lám. I-II). Piezas similares están presentes en las producciones etruscas de finales del siglo VII a.C., como las halladas en las necrópolis orientalizantes de Cumas, Pontecagnano y Vetulonia (AA. VV., 2007: n. 84), e incluso en Chipre. La forma del colgante es conocida desde la segunda mitad del II milenio a.C. en el Próximo Oriente, y testimonios de la misma en oro se registran en la composición de algunos collares egipcios, por ejemplo, el hallado en la necrópolis de Dahrat-el Muralla, en el que se ensartan treinta piezas (Quillard 1979: 106, n. 578), u otro procedente de la tumba de las tres princesas en Tebas, de la XVIII dinastía (ca. 1480 a.C.), con diez colgantes que se alternan con cuentas de oro, de cornalina y de pasta vítrea de colores (AA.VV., 1978: 57, n. 47, lám. 7)8. 8. En el catálogo de la Exposición “Joyas de faraones. Tesoros de magia, poder y belleza” (Marzo-Julio 2005), Museu Egipci de Barcelona. Fundación Clos, p. 82, se ilustra un collar compuesto por

Según los paralelos analizados y los prototipos, no se puede proponer una cronología precisa para estos colgantes piriformes de la Angorrilla, pero sin duda su producción y uso deben situarse en una horquilla cronológica entre fines del siglo VII y mediados del VI a.C. En cuanto a su lugar de producción, consideramos que fueron productos de un taller del sur peninsular dadas sus características técnicas y elementos estructurales. Colgante esférico (fig. 7: 23 y 26; fig. 8: 6) Se conservan 9 colgantes, alguno de ellos incompleto, formados por un cuerpo esférico ligeramente facetado y algo apuntado, y dos cilindros lisos de la misma medida soldados a este, uno en vertical (cuello) y otro en horizontal (carrete), que constituyen el sistema de suspensión de la pieza (tumba 27). Tanto la esfera como los cilindros han sido modelados a partir de una fina lámina de plata. Sus medidas son muy homogéneas, con una altura de 19 a 18,5/18 mm y el diámetro de las esferas de 11/10,5 mm. Para su estudio se han analizado cuatro entre los mejor conservados (nº inventario 51, 60, 91, 111). Es un tipo de pendiente bien ilustrado en el Mediterráneo occidental, pero no en la parte oriental, donde B. Quillard (1979: 104) recoge un paralelo en Thera (Santorín) con decoración de granulado. En la península ibérica se halla en necrópolis “orientalizantes”, como un colgante similar en oro procedente de una tumba de Cruz del Negro (Bonsor, 1899: fig. 76-3), que formaba un collar con otros colgantes piriformes de plata y amuleto; o dos ejemplares de plata de la necrópolis de Medellín procedentes de una tumba datada c. 625-600 a.C., que se dicen de bellota pero que responden sin duda al mismo tipo esférico, aunque sin cuello, al igual que ocurre en los piriformes ya mencionados (Almagro-Gorbea, 2008: 86G/28-8a-b; 378, fig. 491). De la misma tipología con cuello y carrete, pero en oro, son los hallados en Huelva, en la tumba 9 de La Joya (Garrido, 1979: fig. 32, lám. 41, 2). En La Aliseda y Trayamar están representados también, pero sin cuello ni carrete y van ensartados en anillos o aretes de pendiente (Nicolini, 1990: lám. 111, a, e), respondiendo posiblemente a un taller diferente. Otros paralelos que se pueden relacionar con estos colgantes de la Angorrilla formarían parte de veintiséis colgantes de oro con la forma y medidas de los de la Angorrilla, junto a pequeñas cuentas de pasta vítrea, sin indicarse la procedencia aunque datado en el Imperio Nuevo (1550-1070 a.C.). Los colgantes se describen como “el signo jeroglífico de bello nefer”, en tanto que en otros se identifican como capullos de flores de loto.

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algunos collares de la necrópolis de Dermech en Cartago; son de oro, con cuello cilíndrico liso y anilla o carrete de suspensión, y se datan en siglos VII y VI a.C. (Quillard, 1979: n.2 (I), 4 (D), 6 y 12 (E); 104, lám.  II (JI), VI, IX, XIV). También se incluyen entre los paralelos algunos colgantes de Tharros (Cerdeña) (Quattrocchi Pisano, 1971: lám. XIII, 142), de Motya (Sicilia), en este caso en plata (Quillard, 1979: 104, n. 562), o de Aïn-Dalhia-Kebiera (Marruecos), también en plata (Ponsich, 1967: 119, fig. 41; 120, tumba 77, lám. XXX), y Rachgoun (Quillard, 1979: 104, n. 565). Sobre el origen del tipo, J. Vercouter (1971: 280) propuso que era una derivación de los colgantes egipcios de la XIX dinastía, hipótesis que no es compartida por B. Quillard (1979: 105). Colgante anular con engarce giratorio9 (fig. 4: 2; fig. 5: 2 y 5; fig. 9: 2) Los anillos con engarces giratorios los hemos clasificado dentro del conjunto de collares en atención a la manera en la que fueron portados por sus dueños, por lo menos en el momento del sepelio, es decir colgados del cuello, como único amuleto, o bien insertado con otras cuentas y amuleto. En la Angorrilla se han hallado 2 de estos colgantes-anillos completos (28/3035/1 y 21/3019/20), más 4 engarces (15/3002/2; 26/3007/49; 4/3009/1 y 31/3027/63) y un aro abierto de plata, macizo, de sección circular y grosor decreciente hasta los extremos rematados en punta y con depresión central, donde se suelda un carrete de suspensión (27/3030/47; fig. 7: 22). Según el análisis morfo-técnico del sistema de suspensión, se diferencian dos tipos entre estos colgantes: el A –piezas 28/3035/1 y 21/3019/20–, cuya suspensión es un anillo ultrasemicircular laminar, de sección circular y grosor decreciente en uno, y de sección plana, con grosor inferior a 1 mm, el otro; y el B (27/3030/47; fig. 27: 22), cuya suspensión es un carrete que va soldado al aro que sujeta el engarce. En este tipo, el aro ultrasemicircular es fundido y de forma curva, y el carrete se ha formado con hilos y gránulos en los bordes. Sin embargo todos los engarces corresponden a un mismo tipo por su técnica de elaboración y forma. Están realizados a partir de una banda laminar de borde superior liso e inferior con reborde convexo doblado en bocel para servir de base al escarabeo; los extremos 9.  Se opta por una definición funcional, dado el informe del hallazgo de algunos, y porque su escaso número no permite diferenciar los tipos clasificados por otros autores como colgantes o sortijas (Quillard, 1987: 112, 166).

del eje mayor se hacen con un alambre en círculo soldados en vertical, formando las charnelas para el giro. Tres de estos engarces lucen una decoración de filigrana de hilos sogueados, el de la tumba 28 de 6, el de la 26 de 3 y el de la 4 de 2. Desconocemos qué tipo de engarce abrazaría el aro de la tumba 27. Los engarces del tipo A de la Angorrilla pertenecen al tipo VI C-1 de anillos en la clasificación de Bandera (1987, vol I: 80, fig.6), al tipo I (1) de Sceaux-pendentifs de Quillard (1987:113) y al tipo  IIIc de Pisano (Quattrocchi Pisano, 1974: 98), que reproducen el prototipo de anillo característico de tradición fenicia, con chatón de forma oval (redondeado, apuntado, cuadrado), insertado en un aro muy variado en forma y tamaño, cuyas diferencias dependen de los talleres. En general, en las clasificaciones de las variantes de anillos y colgantes de engarces no existen indicadores diferenciadores para los aros; la base de la tipología morfo-estilística son la forma y decoración de las láminas del engarce, excepto en los anillos de engarces giratorios más arcaicos con escarabeo fenicio-egiptizante, de gran tamaño y grosor, en los que a veces se combinan aros de plata con engarces de oro, que B. Quillard diferencia como elemento de colgante sello. En cuanto a la tecnología, en su elaboración se emplea la técnica laminar para los engarces y también para los aros de oro con cuerpo interior de bronce y de plata10. En la decoración son frecuentes las técnicas de filigrana y granulado en las láminas de engarces de oro del siglo VI a.C. (Quillard, 1987; Quattrocchi Pisano, 1974: nº 26, fig. 4). En los colgantes hallados en la Angorrilla se repite la tecnología de los prototipos mediterráneos, el fundido y modelado en aros de plata (tumba 27), la técnica laminar en los engarces y aros de plata (tumbas 28 y 21) y la filigrana en su forma más simple, de varios hilos en torno a la lámina de engarce como decoración. Las variantes de este tipo decorativo se dispersan por todos los puntos del Mediterráneo que tuvieron contacto con la colonización fenicia: Chipre, Utica, Kerkouan, Cartago, colonias sardas, Rachgoun, Etruria, Tánger y costas de Iberia11. Los paralelos más cercanos desde el punto de vista geográfico se encuentran en algunos anillos de la necrópolis Laurita, en Almuñécar (Granada), del siglo VII a.C.: uno de ellos, de la tumba 1, de oro, luce 10.  Un colgante sello de oro con alma de plata procede de Utica, pero con una cronología del siglo IV a.C. (Quillard, 1987: 19, nº 63) 11.  Sería tedioso y poco significativo citar ejemplares de todos los lugares extrapeninsulares mencionados, para lo que remitimos al apartado correspondiente de su estudio en las obras donde se recogen: Quillard (1987), Quattrocchi Pisano (1974) y Nicolini (1990).

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decoración de filigrana en la lámina (Pellicer, 2007: 171, fig. 97 D), como los ejemplares de la Angorrilla de las tumbas 28, 26 y 4; otro de la tumba 3 B es de lámina lisa de plata (ibíd.: fig, 16 D; fig. 97, E); y un tercer engarce de oro procedente de la tumba 16, con dimensiones similares (ibíd.: fig. 97, F). En el Cerro del Villar (Málaga) se halló también uno similar de plata (Arribas y Arteaga, 1975, 101, lám. IIIa) y en la necrópolis Jardín (Torre del Mar, Málaga), otro de plata en la tumba 88 (Schubart 1979, 155, fig 4b-d). En la necrópolis de Cruz del Negro (Carmona, Sevilla) se registran también dos anillos de plata, uno de ellos posiblemente de aro de cinta laminar (Bonsor, 1899: fig. 76 a 90/6.6). De la forma más sencilla también se documenta un anillo en la tumba 539 de la necrópolis de Villaricos (Almería), con engarce en plata pero iconografía griega, datado en el siglo VI a.C. (Astruc, 1951: 45, lám. XX, fig. 17). En Cádiz no hay registro de engarces en plata similares a los de la Angorrilla, pero sí algunos que pueden ser relacionados con el tipo proceden de Puerta Tierra y Punta de la Vaca (Nicolini, 1990: 357, lám 80 ), aunque son de oro y la decoración es de trenzados de filigrana o granulado; otro ejemplar procedente de la tumba 1C (Perdigones et al., 1990: 38, lám.XIV, 3) responde al prototipo, como interpreta G. Quattrocchi Pisano (1990: 63), es también de oro y con una placa laminar repujada con una palmeta. En cuanto al aro tipo B macizo, de la tumba 27, es difícil señalar paralelos de carácter morfo-técnico únicamente del aro, pues no se ha encontrado ninguno igual, siendo el más próximo el aro del engarce de oro con amatista de La Aliseda (Cáceres), que remonta a prototipos chipriotas (Blanco, 1956: 42-44; Nicolini, 1990: 383, lám. 95 y 384). No obstante el tipo de carrete de suspensión en aros o anillos de engarce lo encontramos también en los sellos del collar de El Carambolo, con una cronología del siglo VII a.C., aunque con notorias diferencias formales (Nicolini, 1990: lám 139-142). También existen paralelos en engarces de colgantes sellos de Cartago, igualmente con diferente estructura y con doble carrete (Quillard, 1987:114, tipo II (a), lám. VIIb). Para una filiación y datación de los colgantes anulares con engarce giratorio de la Angorrilla es preciso considerar que son productos propagados por la cultura fenicia, tanto en Próximo Oriente como por la cuenca del Mediterráneo, cuyo prototipo se encuentra en Egipto, ya documentado en tumbas de la XVIII dinastía, pasando a las costas sirio-palestinas durante la Edad del Bronce, donde se atestiguan en Tell

Farah (sur) engarces de oro con iconografía egipcia y geométrica (de la Bandera, 1987: vol. I, 238-245). Los paralelos más cercanos se registran en las ciudades fenicio-púnicas, sobre todo los de plata. Atendiendo a ello y a los rasgos estilísticos egiptizantes y formales de los escarabeos, habría que fechar la producción y uso de los tipos de colgante con engarce (A y B) desde finales del siglo VII a.C. o principios del VI a.C., y, como hipótesis, su procedencia de un taller colonial peninsular, si tenemos en cuenta que en plata estos anillos son escasos.

Anillos En la Angorrilla las piezas anulares sencillas de aro abierto o cerrado están representadas tanto en plata como en bronce, pero no se han registrado en oro. Estas piezas son difíciles de diferenciar por su función si no aparecen en un contexto claro, porque pueden ser anillos, aros de cabello o aretes de nariz (nazm). De la misma manera, resulta problemático señalar su lugar de producción o cronología considerando la sencillez de estas piezas y su escasa caracterización. Las formas más simples están realizadas a partir de un alambre de sección circular y tendencia oval de plata (fig. 3: 1 y 2; fig. 4: 1; fig. 9: 31) o bronce (fig. 4: 25; fig. 9: 33), o de sección plano-convexa (fig. 5: 1). En otros casos se trata de una fina cinta de plata (fig. 4: 16; fig. 9: 30; fig. 10: 2) o bronce (fig. 10: 1). Los cerramientos se han realizado indistintamente por soldadura, por puntas solo cruzadas y por reliado de los extremos adelgazados en fino hilo. Dentro de este conjunto de formas sencillas se incluye el anillo de una varilla de plata de sección circular en espiral de dos vueltas presente en el ajuar de la tumba 2 (fig. 3: 1). En cuanto al aro de bronce hallado en el ajuar de la tumba 29 (fig. 9: 1), lo interpretamos como probablemente una sujeción del cabello, pues apareció a la altura de la cabeza del individuo. Estas piezas aportan escasa información por ellas mismas para una filiación técnica y tipológica porque su producción tan solo requiere un conocimiento básico y práctico de la técnica de fundido o laminar, por lo que es una de las formas desarrolladas primeramente en la historia de la metalurgia. En cuanto a su cronología, según los contextos arqueológicos, es muy común en todas las sociedades antiguas, registrándose su presencia en Próximo Oriente desde finales de la Edad del Bronce. En la región sirio-palestina hay evidencias de su uso en Tell Ajjul, Lachish y Tell-ed-Duweir, en oro y plata (Maxwell-Hyslop 1971: 116, 138, lám. 101). Durante

Las joyas y adornos personales

el I milenio a.C. estos aros se dispersan por todo el Mediterráneo, alcanzando un gran desarrollo entre las poblaciones orientales y “orientalizantes” de los siglos VII-VI a.C., y prolongándose su producción y uso hasta época romana. Empero, no podemos olvidar la tradición local peninsular del Bronce Final. Tanto los anillos de aro de lámina plana de plata, cerrados por simple presión (fig. 10: 2), como el aro de sección plano-convexa de plata (fig. 5: 1) y el alambre liso realizado por simple trefilado, encuentran un amplio repertorio de paralelos en oro, plata y bronce en la península ibérica durante el Hierro I. Anillos similares a los de la Angorrilla se han documentado en la necrópolis de Medellín, tanto en plata (Almagro-Gorbea, 2008: 377; 86G/23-2), con una datación de 575-550 a.C., como en oro (ibíd.: 374, 85C/9-2, fig. 480) y en bronce (ibíd.: 380, nº 82/3-1), éste último hallado junto con dos astrágalos. Pertenecen a adultos, tanto varones como mujeres, y se datan desde mediados del siglo VII hasta el VI a.C. En la necrópolis de Villaricos también se documentaron aros lisos de bronce, plata y oro en tumbas de los grupos A, C, D y E, fechados desde principios del siglo VI a.C. (Astruc, 1951: 22, 33, 47; Lám. XV, fig. 6). El tipo de anillo de varilla de plata de sección circular en espiral de dos vueltas, presente en el ajuar de la tumba 2 (3000/2), está documentado en la necrópolis fenicio-púnica de Cádiz (Perdigones et al., 1990: tumba 11, 3-4, fig. 35, 1 y 3), y también se ha registrado en plata, y con medidas similares, en la necrópolis de Medellín (Badajoz), fechado en 625-600 a.C. (Almagro-Gorbea, 2008: 86G/42-1, 377, fig. 489) y perteneciente a un varón adulto maduro. Por las características de los distintos tipos de anillos de la Angorrilla y sus paralelos peninsulares no se puede proponer una cronología específica de producción, pero sí una horquilla temporal que comprendería las últimas décadas del siglo VII y fines del VI a.C., periodo que puede responder igualmente al de su uso. Anillo de chatón fijo (fig. 3: 8 y 9) En el ajuar de la tumba 2 se han registrado dos anillos de bronce con chatón fijo. Uno, completo (fig.  3: 8), consta de aro de sección elíptica que se prolonga en un cuerpo laminar rectangular de esquinas redondeadas en el que se ha grabado con buril, en uve, un personaje de pie a derecha. La figura masculina luce un faldellín hasta la rodilla con cinturón y casco de posible cimera, tiene los brazos doblados hasta la altura de la cabeza, siendo difícil determinar si en la mano derecha sostiene una lanza

o un bastón debido al desgaste de la pieza, pero su estilo es fenicio-orientalizante. Por la forma de chatón rectangular en su unión al aro y los motivos grabados de estilo orientalizante se podrían relacionar con las muchas variantes creadas a partir del anillo tipo cartucho de filiación egipcia difundido por los talleres fenicio-chipriotas en el Mediterráneo durante los siglos VII-VI a.C.12. Entre esas variantes se dan características diferenciadas tanto de forma como de decoración y estilo que se deben a los distintos talleres de producción, siendo abundantes las piezas de oro y plata pero no de bronce. La forma corresponde al tipo IIIA de Bandera (1987: nº. 41, 42; Volumen I, 73), al B1a de B. Quillard (1987: 170, Lám. XVI, 269), de chatón fijo en oro en la producción de Cartago, con paralelos en bronce en Utica y Cap Bon, y en plata en Motya (Sicilia) y Tharros; y al tipo III a-b de G. Quattrochi Pisano (1974: 26, 54, fig. 3 y 4), que recuerda la forma del anillo de cartucho ya evolucionada pero con temas orientalizantes. Del otro anillo (fig. 3: 9) se conserva solo parte de un grueso aro con un sector sobreelevado en el que asienta parte de una lámina quizás también rectangular pero de esquinas marcadas, sobre la que aparece grabado lo que podría corresponder a los cuartos traseros de una esfinge o un grifo. Se clasifica en los mismos tipos que la pieza anterior, aunque el perfil del aro se prolonga más al estilo del anillo de cartucho en oro de Villaricos (Astruc, 1951: 21, 61; lám. VIII, fig.7), si bien no repite totalmente la forma del perfil del chatón ni de este con la unión del aro. La forma de estos anillos de chatón de la Angorrilla refleja más una adaptación mixta del tipo cartaginés y las variantes del tipo etrusco (de la Bandera, 1987: 73, 199, 201-203), con paralelos tanto en plata como en bronce. El paralelo más próximo al anillo (fig. 3: 8) de la tumba 2 de la Angorrilla, también realizado en bronce, procede de Los Villares de Andújar (Jaén), con una esfinge de estilo orientalizante grabada, y se data en los siglos VII-VI a.C. (Blázquez, 1975: 262, lám. 92B-93A). En plata y sin decoración, el tipo se documenta en Cádiz, en ajuares de tumbas fechadas en el siglo VI a.C. (Perdigones et al., 1990: tumba. 11, 3-4, fig. 35 n.1 y 3), y con una misma cronología en los prototipos de oro y plata de la necrópolis de Villaricos (Astruc, 1951: grupo A; lámina VIII, 7) y Puente de Noy (Molina 1982: 142-3, fig. 80). También hay 12. Un estudio de los prototipos y variantes procedentes de Chipre, Rodas, Grecia y Etruria se detallan en J. Boardman (1967: 3-31). Un paralelo al perfil del anillo 2/536/9, lám.1,c.

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concomitancias con el prototipo en oro del hallado en el tesoro de Aliseda (Mélida, 1921: 27, 28 nº 15,16; Nicolini 1990: lám. 87 a, b), fechado en los siglos VII-VI a.C. La cronología propuesta para estos anillos se inscribe en un arco cronológico que abarca desde principios del siglo VI al siglo V a.C.

Pendientes Son elementos de adorno escasamente representados, tanto los de tradición oriental como los más característicos y sencillos aretes amorcillados de extremos adelgazados y montados o reliados en el lado opuesto de filiación fenicio-púnica, u otros más elaborados. A este tipo puede corresponder el aro de plata de sección circular del ajuar de la tumba 2 (fig. 3: 7), aunque también pudo ser utilizado como arete de nariz. Como pendientes de este tipo interpretamos igualmente los dos aretes de plata con extremos sobrepasados en gancho del ajuar de la tumba 21 (fig. 4: 14 y 15), que según el registro de la excavación aparecieron en una falange, aunque por su forma y medidas quizás se identifiquen como aretes de oreja, por lo que es posible que su disposición pueda deberse a una ofrenda post mortem. Por la forma de estos aretes, como la de los aros simples, con escasa caracterización y gran sencillez técnica, resulta problemático atribuirlos a un determinado taller o lugar de producción y a una cronología aproximada. En cuanto a la arracada del ajuar de la tumba 34 (fig. 9: 29), es un unicum en la necrópolis, tanto por su tipología como por ser de oro. Su forma y técnica responde al tipo de gran pendiente laminar hueco de forma alunada, grosor decreciente hacia los extremos, donde se cierra mediante hilos o pasador, según variantes. En esta pieza la sección del cuerpo es romboidal y para el cierre se ha utilizado un hilo macizo como pasador, introducido en un extremo del cuerpo del pendiente y sujeto por otro fino hilo reliado en espiral. Grandes pendientes laminares abiertos se registran en Oriente, en cronologías que se remontan a las tumbas de la Iª dinastía de Ur. Esta forma se adopta en culturas posteriores siendo un tipo muy desarrollado en la orfebrería fenicia–chipriota de los siglos VII-VI a.C. Grandes arracadas de centros engrosados e hilos reliados en el cierre son también característicos de la orfebrería cartaginesa en las formas más simples y con diversas variantes dentro de la misma cronología (Quillard, 1987: 146), pero no son frecuentes en las colonias fenicias-púnicas de la península ibérica en la fase arcaica (siglos VII-VI a.C.). En Cádiz la variante repite el tipo

cartaginés de distinto sistema de cierre: extremos reducidos a hilos y reliados en múltiples vueltas al extremo opuesto, en general de dimensiones menores. Por el contrario esta forma se repite en el cuerpo central hueco de las grandes arracadas orientalizantes “tartésicas” con decoración perimetral de claro origen oriental (de la Bandera 1998: p.114 fig.3) y con prototipos en los relieves asirios y joyas de Tell Halaf (Maxwel-Hyslop, 1971: 235, figs. 128, 1239). Procedente del ámbito orientalizante “tartésico” es un paralelo hallado en el túmulo H de la necrópolis de El Acebuchal (Carmona, Sevilla), aunque presenta un alma de bronce y los extremos abiertos (Bonsor, 1899: 29, fig. 7). A partir del siglo VI a.C. la encontramos en Villaricos (Almería) con doble cuerpo amorcillado, distinto sistema de cierre y con decoración de filigrana (Astruc, 1951: L. XLI 6.8). Es un tipo de pendiente que pervive hasta el siglo IV a.C. en algunas arracadas procedentes de necrópolis y santuarios ibéricos (Nicolini, 1990: láms. 40, 41, 43). El análisis de sus morfologías en relación con los paralelos y su pervivencia en el periodo ibérico nos lleva a considerar que su forma es tomada del prototipo de cuerpo simple oriental y no a partir del de Cartago, representando variantes de producción local entre otras más complejas, como las arracadas con aureola perimetral. Como posible cronología de producción y uso podría determinarse las últimas décadas del siglo VII a.C. y el siglo VI a.C., con algunas formas tardías del siglo IV a.C. Pendientes con cestillo (fig. 6: 30 y 31) Están formados por un aro alargado de alambre y un colgante de forma de cubo, con dos arcos salientes de los vértices que se cruzan en la parte superior y una pequeña pirámide de granulado. Los dos tienen la misma estructura y están elaborados con la misma técnica laminar, pero se detecta una diferencia de ejecución debida posiblemente al artífice. En la pieza nº 1 de la tumba 46 (fig. 6: 30), los arcos son de alambre de sección triangular, cruzados en su parte superior donde va soldada una anilla para la suspensión; pero en la nº 2 (fig. 6: 31) de esta misma tumba estos dos alambres están torsionados y, al formar los arcos, el superior se estrangula en su mitad superior y forma la anilla para suspender el colgante del arete. Por la rotura de la base se observa que los extremos de los alambres se han insertado en los vértices dejando parte de ellos en el interior de manera poco cuidada. Este tipo de colgante tuvo una gran difusión en el Mediterráneo occidental durante los siglos VII-VI a.C., siendo contrastable con un numeroso

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repertorio procedente de necrópolis fenicias de Cartago, Tharros, Sicilia, Marruecos y algunos ejemplares de Chipre y Rodas. En la producción de Tharros se corresponde con el tipo Ic de pendientes de la clasificación de G. Quattrocchi Pisano (1974: 21,69; fig.9, L. XIII) y con el tipo 4 de colgantes de collar de B. Quillard (1978: 50; tabla II) de la orfebrería de Cartago. En los paralelos de Tharros y Cartago el tipo presenta una variante en el aro, que es un alambre engrosado en el centro y abierto en un lado, con una anilla soldada para enganchar la otra anilla del colgante (Quattrocchi Pisano, 1974: fig, 9; Quillard, 1978: L.III, 2). Los paralelos cartagineses en oro son numerosos, a veces con más de un colgante en cada collar, caso de la tumba 27 de Dermech, que ha proporcionado 12 colgantes áureos, y otra de Douimès con 14 (Quillard, 1978: 2, n.2 (B); L.II). De la necrópolis de Dermech proceden ejemplares en plata y también de oro con anillo de suspensión de plata (Quillard, 1979: 50, figs. 9-12; lám. XXI), datados por sus contextos en el siglo VII a.C. De Tharros son numerosos los pendientes de ese tipo (Quattrocchi Pisano, 1974: 21), tanto en oro como en plata, muchos de los cuales conservan tan solo el colgante (ibíd.: 119, n. 210262; L. XVIII). Todos se fechan en los siglos VII-VI a.C. De Motya (Sicilia) se registran colgantes similares a los de collar 12 (D) de Douimes en oro, plata dorada y plata, en contextos bien datados del siglo VII a.C. (Quillard, 1978: 15, 12 (D); 51, L. XIV-D). Estos colgantes de plata son también numerosos en Marruecos; unos proceden de la necrópolis de Ain Dalhi Kebira, otros de oro y dos de plata de la necrópolis de Cabo Espartel, fechados todos en los siglos VII-V a.C. Ejemplares similares en plata también se registran en algunas tumbas de la necrópolis de Gebilah, en uso desde mediados del siglo VII a.C. En el Mediterráneo oriental se documenta igualmente este tipo de pendiente en Chipre, en Amatunte y en Kurion, y en Rodas, así como otros tardíos del siglo V a.C. en Próximo Oriente (ibíd.: 53). El origen de estos colgantes es difícil de rastrear en el ámbito oriental, donde no se conocen nuevas aportaciones que permitan aclarar el panorama. El documento más antiguo de esta forma son dos grandes colgantes de bronce, de origen sirio, fechados en la Edad del Bronce, que según H. Seyzig (1959: 43, L. VIII-IX-X.l y 2), son dos santuarios portátiles. Tienen la forma del colgante de cestillo, soportado por cuatro pies y entre los arcos, en lugar de una pirámide de gránulos, hay un pequeño personaje de pie, al estilo hitita, en uno de ellos y un toro echado en el otro. Como ya consideramos hace tiempo (de la

Bandera 1987: vol. I, 404), en la misma línea de B. Quillard (1978: 54), esta forma da testimonio de una posible adaptación de los colgantes fenicios, en los que se hace una interpretación del sentido simbólico del personaje y el toro (¿una divinidad?) por la pirámide de gránulos, quizás interpretada como la montaña sagrada de la divinidad. En la península ibérica estos pendientes de plata de arete simple con el colgante de cestillo no se registran en ningún otro espacio colonial fenicio u orientalizante. El tipo de colgante de cestillo en oro con las mismas dimensiones se ha documentado formando parte de otros pendientes de oro del tipo de navecilla con cabezas de halcón, y también como extremos de cadenillas con otros elementos en ajuares de la necrópolis fenicio-púnica de Cádiz de los siglos VI-IV a.C. (Perdigones et al., 1990: fig. 34-37). Como en otras joyas de esta necrópolis, es difícil determinar un lugar de producción y una cronología específica, pero considerando los paralelos, las diferencias formales y la elaboración poco habilidosa, así como la materia prima, pensamos que se trata de una elaboración local, de un círculo próximo, con dudas de que proceda de un orfebre oriental. En cuanto a su fecha de elaboración y uso, se encuadraría en unos márgenes comprendidos entre finales del siglo VII y el siglo VI a.C., datación que se corresponde con casi todos los paralelos similares en plata procedente de tumbas bien fechadas.

Cuentas Un número considerable de cuentas de distinta materia se ha encontrado en las tumbas junto a colgantes y amuletos, siendo más representativas por su número las cuentas de metal, de ámbar y de pasta vítrea, recogiéndose otras sueltas de ¿caliza?, cornalina y lapislázuli. En oro tan sólo se recogió una cuenta en la tumba 2; es de tendencia esférica, pequeñas dimensiones y se elaboró por modelado de una lámina que posiblemente envolvía un núcleo de sustancia orgánica por los restos que conserva. Paralelos del tipo, aunque con mayor diámetro, son las 6 cuentas lisas de oro de la tumba 4d de la necrópolis de Trayamar (Niemeyer y Schubart, 1976: 146, 222, lám. 54 n. 614, 616-621) y las 9 cuentas de una tumba de la necrópolis de La Joya (Garrido y Orta, 1971: 46, fig. 32, lám. XL), aunque con mayor diámetro y altura y con los bordes reforzados. Todas han sido datadas en el siglo VII a.C. Las cuentas de plata se registraron en los ajuares de 8 enterramientos, 6 de inhumación y 2 de cremación. Todas han sido elaboradas por modelado

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de una fina lámina, con formas anulares simples de perfil recto o convexo, de perfil de tendencia esférica –algunas de ellas con líneas verticales grabadas–, singularizándose una cuenta cilíndrica de perfil fusiforme y otra bitroncocónica. De las anulares se han recogido 8 del ajuar de la tumba 2 (fig. 3: 6), de 4,5 mm de diámetro y 1’00 mm de altura; 23 del ajuar de la tumba 313, 9 de perfil recto de la tumba 2614, con diámetros de 3 mm y altura de 1 mm, y 9 de la tumba 2015, con perfil más convexo y decoración de líneas incisas verticales de forma irregular (fig. 4: 3 a 11). Del ajuar de la tumba número 21 (3019) proceden 10 cuentas que presentan formas anulares de perfiles menos homogéneos y decoración de líneas verticales grabadas (fig. 4: 20 y 22). Las cuentas de la tumba 21 son esféricas y delimitan un perfil curvo respectivamente, como algunos fragmentos de otras similares16; la cuenta 3019/12 (fig. 4: 21) tiene perfil bitroncocónico con borde superior marcado, y la 3019/14 (fig. 4: 23) es cilíndrica de perfil fusiforme y bordes aplastados. También dentro del grupo de las anulares con marcado perfil convexo se encuadran las 14 cuentas del ajuar de la tumba 3117, algunas de ellas con estrías verticales (fig. 9: 3, 4, 11 y 12) y medidas algo superiores18. Clasificamos también como anulares de perfil curvo las 29 cuentas de plata del ajuar de la tumba 27 (fig. 7: 5 y 25), lisas o con estrías verticales, que los excavadores identifican como “cuenta esférica achatada” (fig. 8: 20 y 23)19. Resulta complejo determinar los paralelos exactos de estas cuentas de plata porque en los registros de excavaciones o hallazgos no siempre se dan las dimensiones de todas las encontradas; además, sus pequeñas proporciones y el sencillo proceso de modelado de su forma hace que haya variaciones incluso en aquellas realizadas por el mismo orfebre y 13.  Tumba 3 (3008) nº inventario: 7-15, 17, 19-21, 25, 29. Sus diámetros oscilan entre 3 mm y 5,5 mm; siendo las más numerosas las de 4 y 5 mm; su altura de 1 mm, a 2 mm las mayoría, solo tres con altos de 2 mm a 3 mm (5, 8, 9 y 10). 14.  Tumba 26 (3007) nº inventario: 53, 55, 56, 61, 66. 15.  Tumba 20 (3013) nº inventario: 1 a 9; diám. máx. 6 mm, mín. 3,4; alto 4 mm (nº 1, 6, 8); alto 3,5 mm (nº 4, 5, 9); alto 3 mm (2, 3, 7). 16. Los correspondientes a 21 (3019/13, 15-16; 3019/14, 3019/10). Los diámetros de las esféricas de 5 mm de máximo. La nº 9 de perfil bitroncocónico de 6,5 mm de diámetro y de alto 6 mm. La nº 10 con 7 mm de diámetro y la nº 11 con alto de 12 mm y diámetro de 6 mm; en bordes 4 mm. 17.  Tumba 31 (3027) nº inventario 1, 4, 9, 11, 12, 14, 15, 38, 48, 58 a 62. 18.  Tumba 31 (ajuar 3027) nº inventario 4, 48, 58, diám.: 8 mm; nº inventario: 15, 59, 60, diám. 7,5 mm; nº inventario 9, 12, 14, 38, 61, 62: 7 mm; altura en todas 4 mm; excepto la nº 48 que es de 1,5 mm. 19.  Tumba 27 (ajuar 3030) nº inventario 4, 10, 11, 12, 20, 22, 24, 27, 28, 30, 40, 46, 47, 49, 54, 57, 58, 60, 61, 67, 68, 102, 113, 114, 115, 118, 120, 121, 123, 125.

en una misma tirada. En general, las formas anulares con perfil curvo encuentran paralelos en la producción cartaginesa de cuentas laminares de oro tipo I-II de B. Quillard (1979: 110, lám. XXIX). Así, las lisas o con estrías verticales del ajuar de la tumba 27 se integran en un tipo entre las variantes I-E, y II-H, pero no todas están estriadas y tienen mayor diferencia entre el diámetro máximo y el mínimo. Tanto las de perfil curvo como las cuentas esféricas de la tumba 21 y bitroncocónicas, también de la tumba 21 (3019/12), se pueden corresponder igualmente con aquellas producidas en Tharros (Cerdeña), que presentan formas lisas y grabadas, pero con diámetro y altura mayores (Quattrocchi Pisano, 1974: n. 675760; lám. XXIX). Resulta igualmente complejo intentar determinar una filiación y cronología de estas cuentas de metal. Sus formas lisas son conocidas desde la I dinastía de Ur en Oriente y, posteriormente, desde los siglos VII-VI a.C. se difunden por el Mediterráneo junto a otras producciones de joyas en círculos culturales fenicios y chipriotas en general, en un arco cronológico muy amplio, debido a lo inespecífico de su forma, que se prolonga hasta el final de la época púnica. En la orfebrería peninsular son más conocidas las cuentas de oro que las de plata en los espacios coloniales y “tartésicos”, también desde el siglo VII al IV a.C., aunque con formas y medidas muy distantes de las de plata de la Angorrilla. Cuentas de metal con formas y medidas muy similares proceden de las necrópolis de Villaricos (Almería), Cruz del Negro (Carmona, Sevilla) y Cádiz, con cronologías de fines del siglo VII a.C. y primera mitad del VI a.C. En Villaricos se registran formas anulares y con tendencia esférica lisas y con líneas grabadas, siendo más numerosas las de oro que las de plata. En plata las encontramos en tumbas del grupo A (Astruc, 1951: 21, Lámina VIII) y en el grupo J, de forma esférica, como la de oro de la tumba 2 (3000/1), registrada en las tumbas 277, 407 y 768, sobre todo las que se dicen “anilladas” (de 6/7 mm a 3 mm) con líneas grabadas (ibíd.: 75, lám. XLII, 1; 11). Entre las tumbas del grupo I se hallaron también 7 cuentas de oro anulares de pequeño tamaño (ibíd.: lám. XXXII, fig.3; 4) y 3 de plata (ibíd.: XXXIII, 5) similares a las de la Angorrilla. Y del grupo B, se registran igualmente cuentas similares de dos tamaños en oro y plata en 10 tumbas, entre ellas dos cuentas esféricas de plata (ibíd.: 34, L. XV, fig. 10, 12, 13)20. 20.  En las tumbas de este grupo lo más frecuente era el hallazgo de dos o tres cuentas de vidrio, pero en algunos enterramientos se depositaba un gran número de cuentas de oro junto a otras de

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­ equeñas cuentas de oro han sido halladas en Cruz P del Negro, una de ellas en la tumba III, de forma esférica con rebordes, y otras dos en otras urnas cercanas (Bonsor, 1898: 80 (2), fig.78-90). En la necrópolis fenicio-púnica de Cádiz del siglo VI a.C. se conocen varias cuentas pequeñas de oro, algunas de las cuales pueden compararse con las de la Angorrilla, aunque son de oro y de perfil algo diferente, si bien responden a la misma técnica y tienen medidas muy similares. De la tumba 1 se registran 2 cuentas de 6/4 mm (Perdigones et al., 1990: 14, L.VIII); otras 3 cuentas de 3 mm de diámetro se hallaron en la tumba 19 (ibíd.: 21), y de la tumba 11 proceden otras 8 de oro con borde resaltado, también de 3 mm de diámetro (ibíd.: 31). Las cuentas de ámbar suman un alto porcentaje en relación con las halladas entre los ajuares de otras necrópolis fenicio-púnicas y “orientalizantes”. Tan sólo de los ajuares de las tumbas 26 y 27 se recogieron más de setenta cuentas de distintas formas. De perfil cilíndrico fusiforme, lisas y facetadas, son 16 de la tumba 2621 y 27 de la tumba 27 (fig. 7: 18, 19, 20 y 24); anulares con perfil exterior convexo son 6 del enterramiento 26; y de tipo “tonelete” 2 del ajuar de la tumba 2622 y 2 de la 27. Por su forma, las cilíndricas se pueden encuadrar en el tipo 7, levemente fusiformes, de la clasificación de E. Ruano (2000: 56), las anulares en el tipo 3 A y las de “tonelete” se integran el tipo 12 que la autora creó para las cuentas de vidrio. Son perfiles que se desarrollan en las cuentas de collar en ambientes fenicio-púnicos y orientalizantes del Hierro I al II (Ruano, 2000: 62). Entre estas cuentas de ámbar hay que destacar dos cuentas con características particulares. Las cuentas 26/3007/68 y la 20/3013/11 son ovaladas de perfil superior convexo y base plana con perforación en la parte próxima a la cara plana. Su morfología elipsoidal (Ruano, 2000: 87, tipo A1) y sus medidas repiten la de los escarabeos de fayenza de uno de los ajuares, lo que lleva a indicar la propuesta que quizás se utilizaron engarzadas. El análisis de este conjunto no sobrepasa lo puramente descriptivo ya que no se ha realizado ningún cornalina. En la sepultura 21 y 511, había 11; en la 469 eran cinco; y en la 1090 eran 25 de oro y una de plata. 21.  Tumba 26 (ajuar 3007) nº inventario: 1-4, 11; 16-19; 21-24; 34-36. Tumba 27 (ajuar 3030) nº inventario: 5, 14, 29, 35, 37, 41, 43, 53, 63, 64, 66, 69, 75-77, 81, 82, 90, 92, 95, 100, 101, 104-106, 108, 124 y algunas fragmentadas, nº inventario 85, 86, 87, 88, 89. 22.  Tumba 26 (ajuar 3007) nº inventario 15, 37-40, 48. Sus diámetros oscilan entre 6 mm (nº inventario 41), 8 mm (nº inventario 15) y 9 mm (nº inventario 37). Altura de todas 4 mm: Las cuentas nº inventario 38, 39 y 40 están fragmentadas. Tumba 27 (ajuar 3030) nº inventario 7, 63, 70.

tipo de análisis del material para determinar las características del ámbar y su procedencia. Una referencia del posible origen oriental de las cuentas de ámbar de este periodo se desprende del estudio de la cuenta procedente de la sepultura 1 de Trayamar (Niemeyer y Schubart 1976: 233, L. 50f ). Las cuentas de pasta23 se registran en 8 ajuares. El de la tumba 2 contenía una sola cuenta verde troncocónica (fig. 3: 12), al igual que el de la tumba 18, con una cuenta anular de perfil convexo de color rojo. En el ajuar de la tumba 26 se contabilizaron 26 cuentas de pasta vítrea que pueden clasificarse dentro del grupo de las anulares monócromas (tipo 3A) de E. Ruano (2000: 62, 1), aunque de ellas 20 son de forma anular y con perfil convexo, 4 de forma más esférica y 2 sin definir por estar fragmentadas. De ellas se distinguen 18 de color rojo y 8 de color verde24. En el ajuar de la tumba 41 se recogió una cuenta azulada y otra de vidrio (fig. 9: 38). El ajuar de la tumba 31 también contenía un conjunto de 49 cuentas de pasta blanca25, 19 fragmentadas más 3 adheridas26. De la misma materia y color se recogieron en los ajuares de las tumbas 5, 3 y 27. Sus formas son de perfil anular (fig. 9: 5 y 6), bitroncocónico (fig. 9: 20), cilíndrico (fig. 9:  19) y esférico. Una excepción son las cuentas de las tumbas 3 y 5 (fig. 5: 36), de perfil circular, y, en la tumba 31, una cuenta tiene forma de pilar de sección cuadrada y una perforación en uno de sus extremos, que interpretamos como colgante (fig. 9:  23). De cornalina se registran dos cuentas de perfil bitroncocónico en los ajuares de las tumba 27 (fig. 7: 16)

23. En la clasificación de las cuentas seguimos los criterios morfológicos y el trabajo de E. Ruano de las cuentas de collar de vidrio (Ruano, 2000: 62). En el análisis de los paralelos hemos encontrado gran dificultad puesto que en la mayoría de las descripciones de los registros arqueológicos tan solo se mencionan su presencia y número, sin describir sus perfiles, y en ocasiones sólo se alude a pasta vítrea, vidrio o cristal, sin poder determinarse si esas clasificaciones corresponden en todos los casos a cuentas de vidrio o son de piedra. 24.  De color rojo las 26/3007 nº inventario 5, 6, 9, 12, 13, 20, 2628, 30, 33, 41-47; y de color verde las 26/3007 nº inventario 7, 8, 10, 14, 25, 29, 31, 32. En las medidas el diámetro medio es de 6 mm (17 cuentas) otro de 5 mm (cuatro cuentas) y una cuenta con 7,3 mm. En cuanto a la altura la media es de 4 mm (12 cuentas) con otras de 3,5 mm (siete cuentas) y 5 mm (tres cuentas). 25.  Ninguna cuenta ha sido analizada, por lo cual no se puede especificar si se trata de pasta vítrea, caliza o arcilla. Por su aspecto recuerda a los escarabeos de fayenza. 26. Las dimensiones 31/3027 nº inventario 7, 8, 10, 50, 51 (31/3027/6 y 7) 7/8,5 mm de diámetro y 5/6 mm de altura; nº inventario 22 y 41 (31/3027/10) 10 mm de diámetro máximo y 6 mm de altura; nº inventario 30 (31/3027/8) 6 mm diámetro y de 13 mm de altura; nº inventario 20, 40 (31/3027/8) con 24 mm de alto; nº inventario 32, 45, 46) de 10 mm de diámetro y 8-10 mm de altura. Además hay 24 fragmentadas.

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y 37 (fig. 9: 34), y otra de perfil cilíndrico en la tumba 41 (fig. 9: 38). Relacionamos las formas de estas cuentas con la tipología de las cuentas de vidrio, muy abundantes en general en ambientes fenicio-púnicos y orientalizantes del periodo del Hierro I al II en el Mediterráneo y en la península ibérica. Cuentas de vidrio anulares lisas están presenten desde el siglo VII a.C. en zonas costeras del sur y sudeste. Del enterramiento 4d de Trayamar son dos cuentas de vidrio azulado mate 622 (fusiforme) y 623 (redondeada estriada), de tradición oriental (Niemeyer y Schubart, 1976: 216, 233; L. 54 k,m), y una de cornalina 615 (ibíd.: l. 54l). Otras cuentas similares proceden de Las Cumbres (Puerto de Santa María, Cádiz), La Algaida (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz), Peña Negra (Crevillente, Alicante), con una cronología general de los siglos VII a.C. al siglo IV a.C. (Ruano, 2000: 166, Cuadro nº 1; mapa nº 2), pero su número es de una o dos cuentas en cada hallazgo. En cuanto a su producción, las más antiguas serían importaciones de Egipto, aunque la presencia de escoria de vidrio en el Castillo de Doña Blanca podría suponer la existencia de un taller en la zona (Ruano, 2000: 62, 70). Otros investigadores consideran como una posibilidad la existencia de centros locales en distintas regiones y no la dependencia exclusiva de importaciones como explicación de cada caso (Niemeyer y Schubart, 1976: 233). En cuanto a relaciones formales para el colgante cilídrico (fig. 9: 23), no se ha encontrado ninguna. Puede responder por su forma de pilastra a un amuleto, queriendo reproducir un “betilo” o cipo funerario. Amuletos de piedra o pasta vítrea con forma de pilastras o cipos no aparecen entre los más característicos amuletos fenicios de tradición egipcia en el Mediterráneo occidental en época arcaica (Vercouter, 1945: 298, L. XXIII-851), siendo una forma repetida los estuches amuletos en oro y bronce, como se comprueba con los ejemplares de las necrópolis de Cartago, Cádiz (Quillard, 1987: 88, XXVII, 5-7) y Tharros, fechados en los siglos VII-VI a.C. (Quattrochi Pisano, 1974: 115, n 174-176). Esta cuenta colgante quizás se relacione más con los amuletos púnicos en forma de cipo de Sassari (Cerdeña), o de columna o pequeñas estelas de Villaricos (Almería) (Astruc, 1951: L. 1,4), que, aunque con una cronología de los siglos VI-III a.C., pudieron deber su génesis a prototipos anteriores, como el que reproduce el ejemplar de la Angorrilla, cuyo contexto no puede ser datado con posterioridad al siglo VI a.C.

DISCUSIÓN A modo de conclusión se pueden hacer algunas consideraciones generales sobre las características de los adornos personales en los ajuares de la necrópolis de la Angorrilla, con un valor relevante para el conocimiento de algunos aspectos socio-culturales de la población de Ilipa y, por extensión, del Bajo Guadalquivir. En su conjunto permiten avanzar en el conocimiento no sólo del ámbito tecnológico sino también en el de algunas costumbres sociales que implican el uso del adorno personal y en las que se muestran las preferencias de los grupos étnicos por unos elementos más que otros, de los que estaban en uso entre las poblaciones del Bajo Guadalquivir y Mediterráneo Occidental durante los siglos VII-VI a.C. La morfología y técnicas de los adornos presentan las características generales de toda la producción de orfebrería del ámbito mediterráneo de tradición oriental, basada en la técnica laminar, uso de la filigrana y del granulado y aplicación de la soldadura como método de ensamblaje. Pero algunos procesos en la elaboración y las modificaciones de algunos tipos, caso de los pendientes de cestillo del ajuar de la tumba 46 (fig. 6: 30 y 31) o del amuleto circular egiptizante de la tumba 27 (fig. 8: 9), así como la preferencia por el tipo de colgantes piriformes y globular del mismo ajuar, escasamente representado en las producciones de Cartago, Tharros y Cádiz, o bien el desarrollo de otros tipos o variantes no conocidos entre la producción orientalizante más común y arcaica, como las cápsulas triangulares del ajuar de la tumba 21 (fig. 4: 17 y 18) y las cuentas escaraboides de la tumba 26 (26/3007/14 y 20-23), nos llevan a proponer que son elaboraciones de un taller localizado en la región y en contacto con producciones de talleres coloniales, posiblemente peninsulares, sin descartar la elaboración en la propia localidad de aquellos adornos más simples, como los aros. En esta consideración hemos tenido en cuenta que los paralelos más cercanos de los colgantes piriformes y globulares de plata proceden de la necrópolis de Cruz del Negro en Carmona, cuyos antecedentes, con otra tecnología y en oro, se encuentran en los collares de la necrópolis de Trayamar y del tesoro de Baiâo (Portugal), sin que haya ejemplos en otras producciones contemporáneas. A esta idea conduce también el análisis técnico y estilístico de los amuletos circulares con iconografía egiptizante de la tumba 27 (fig. 8: 9) y el descontextualizado (fig. 8: s/n), los cuales se diferencian de la producción más

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numerosa de Cartago y de Cádiz, acentuándose la diferencia técnica peninsular con las piezas de Trayamar y también estilística con esta variantes de la Angorrilla junto con la de Medellín. Quizás toda esta producción podría relacionarse con el posible taller existente en el santuario del Carambolo, que estaría en funcionamiento hasta principios del siglo VI a.C., en el cual se capacitarían orfebres que posteriormente desarrollarían su actividad en la región, como artesanos ambulantes o bien asentados en los núcleos poblacionales. Dentro de este marco técnico cabe destacar también que de los 173 adornos relacionados entre los 24 ajuares, la plata es el material utilizado en el 91,05 % de ellos, mientras que el oro en el 1,05 % y el bronce en el 7,8 %; unos porcentajes que pueden ser indicio de las posibilidades de acceso a la plata por cercanía a los lugares de producción y por tanto menos costoso, bien para el taller o para el individuo que la proporcionara para un encargo, considerando el nivel del centro poblacional al que pertenece la necrópolis. Este dato también es interesante para una datación de la producción, pues si contrastamos con las necrópolis “orientalizantes” de Cruz del Negro (Bonsor, 1898: 80, figs.78-90) y Medellín, es la plata el metal más utilizado en las joyas, con una cronología del siglo VII hasta inicios del VI a.C., siendo muy escasa la presencia de piezas de oro, fechadas en Medellín desde el segundo cuarto del siglo VI a.C. (Almagro-Gorbea, 2008: 383). En las joyas de la Angorrilla todos los tipos se encuadran en ese periodo, algunos de ellos con características más próximas a la producción del siglo VII a.C., caso de los colgantes–anillos con escarabeo engarzado (28/3035/1), el aro de engarce en omega con carrete de suspensión del ajuar de la tumba 28, los colgantes piriformes del ajuar de la tumba 27 y el estuche porta amuleto cilíndrico de la tumba 2 (fig. 3: 5). En cuanto a su morfología, los elementos catalogados muestran una amplia variedad que abarca desde las formas más sencillas y simples, representadas por los anillos anulares, los pendientes, aros de cabellos o brazaletes, a los más elaborados y numerosos, como los amuletos y colgantes a los que se añaden las cuentas de plata y las cuentas de pasta vítrea, pasta o ámbar. Los amuletos y colgantes son variados, aunque a veces tan sólo se registra un único ejemplar del tipo, como el estuche porta amuleto de la tumba 2 (fig. 3: 5), el colgante de racimo de la tumba número 21 (fig. 4: 19), el circular laminar de la tumba 21 (21/3019/12), el cilíndrico simple (3/3008/5), o la cuenta betilo de la tumba 31

(fig. 9: 23). En otros casos son más de uno; así de los amuletos circulares egiptizantes se registran dos (fig. 8: 9 y s/n) y también dos son los colgantes de cápsula triangular (fig. 4: 17 y 18). Con un mayor número, y por tanto uno de los adornos más representado, es el escarabeo engarzado y con anillo de suspensión (colgante anular con engarce giratorio). Los colgantes más numerosos son los piriformes de la tumba 27 (fig. 7: 13 y 17; fig. 8: 10 y 21), con más de 26 catalogados, y también los colgantes globulares de la tumba 27 (fig. 7: 23; fig. 8: 6), con 9 piezas. El uso del adorno personal está muy desarrollado en la población de la necrópolis, representando el 58% de las tumbas con ajuar, siendo el elemento más característico el collar de amuletos, colgantes y cuentas ensartados con uno o varios elementos, que suponen el 66,6%; en menor cantidad están los anillos con un 41,66%, de los cuales el 16% son el único adorno; y los pendientes, en un 20,84%. En cuanto al uso de las joyas por edades o sexo es muy desigual; por sexo se contabiliza en ajuares femeninos en un 54 % y en un 16 % en los masculinos. En relación a la edad, en adultos tienen una incidencia del 58,33 %, en preadultos del 12,5 % y en niños del 20,83 % (tabla 7). Los elementos de collar se computan en 15 ajuares, correspondiendo los más complejos y ricos a individuos femeninos adultos, con más del 50% y uno a infantil (tumba 2), con alguno no determinado entre infantiles y preadultos (tabla 7). Contrastando el registro arqueológico, el estudio antropológico, otros paralelos de la producción cartaginesa (Quillard, 1979:117) y fuentes escultóricas chipriotas, podemos determinar que los diferentes elementos se ordenaban según la costumbre oriental a partir de un colgante central desde el cual se distribuían a ambos lados otros colgantes o cuentas27. El lugar central estaba ocupado por un cartucho cilíndrico en el ajuar 2/3000, un amuleto discoidal egiptizante en uno de los collares del ajuar de la tumba 27, y anillos con escarabeo engarzado o sin engarce en varios collares: en uno del mismo ajuar de la tumba 27, en los dos del ajuar de la tumba número 26, en el de las tumbas 31 y 21, amuleto cuya presencia se repite de forma aislada o con alguna cuenta de metal, pasta o ámbar; o bien se detecta por un engarce sin escarabeo (vide supra) en las tumbas 28, 15, 3, 4 y 5.

27.  Actualmente está en preparación el estudio específico sobre los collares, su composición y simbología

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En general se puede deducir del estudio arqueológico y desgaste de algunas piezas que estas joyas eran de uso habitual y que tenían un valor apotropaico, derivado del uso de amuletos y piedras con fuerte carga simbólica bien por forma o color (Ruano, 2000:160 ), acompañando al difunto en la muerte, aunque en algunas tumbas es posible que se hicieran depósitos post mortem, como interpretamos de la presencia de dos pendientes de arete colocados en la falange de la difunta de la tumba 21 (3019/2 y 3), así como otras piezas de bronce que son más propias de ajuar masculino. Dentro de una valoración social de estas joyas, es evidente que su uso responde a relaciones que afectan tanto a lo puramente ornamental como a lo social y religioso (Wundt, 1929: 71, 363-364). La faceta más ornamental se muestra en los ricos collares de las mujeres, algunos de ellos con contraste de formas y colores por la presencia de colgantes variados, cuentas de plata, de pasta vítrea roja y verde y de ámbar (fig. 6), en contraste con los ajuares masculinos. En el ámbito de lo social, y desde un nivel individual, es evidente que son símbolos de riqueza y de estatus dentro del propio grupo, como se deduce por una parte de la presencia o ausencia de las joyas, que ya determina un estatus, teniendo en cuenta que del total de tumbas del periodo orientalizante, un 42,85 % tienen algún elemento de ajuar y de ellas 24 (58,53 %) contiene algún elemento de adorno; pero además se aprecia que, incluso dentro de este estatus de grupo elitista, se marcan diferencias de riqueza por el número de joyas hasta de tres niveles o categorías (vide supra). Incluso algunas joyas podrán haber sido una identificación del tránsito social de la infancia a la adolescencia, como la arracada de oro del ajuar de la tumba 34 (fig. 9: 29), y los pendientes de cestillo del ajuar de la tumba 8 (fig. 6: 30 y 31). También consideramos que a un nivel de conciencia colectiva posiblemente expresaban la identidad étnica, porque las joyas presentes en la Angorrilla son variantes de formas de un horizonte cultural oriental amplio, y por tanto serían elegidas de manera subjetiva por el grupo a partir de unos prototipos

aceptados como herencia de sus tradiciones pasadas, por tanto, se convertían en indicadores para diferenciarse del “otro” (Eicher, 1955: 299). En este aspecto también hay que destacar el valor simbólico y mágico de las joyas más representativas del conjunto, tan real que forma parte de la diferenciación colectiva. En general hay que destacar la carga simbólica que se manifiesta en todos los colgantes tanto por la materia como en el simbolismo de sus formas, evidentes en los colgantes de plata piriformes, de esferas, de cápsulas para pasta coloreada; o los engarces de escarabeos y las piedras escaraboides asociadas, o aquellas de piedra que recuerdan formas de betilos. Más determinante de ese valor religioso es el cartucho cilíndrico porta-amuleto y sobre todo la iconografía cosmogónica del colgante circular egiptizante, con la introducción de las flores de loto, lo que denota una modificación, no inocente, con la cual se podría identificar unas preferencias de religiosidad vinculada a Astarté. Relacionada con esta misma cosmología estaría la forma del colgante de cestillo, posible representación de la montaña sagrada o de un altar. En resumen, consideramos que las joyas de Angorrilla tienen un valor suntuario y religioso heredado de la tradición fenicia oriental, y probablemente sean indicadores de filiación étnica. Su presencia en los ajuares, en porcentaje superior a otros elementos de “tradición indígena”, sus precedentes fenicios y su relación con los collares de cuentas de piedra de algunos enterramientos fenicios-púnicos arcaicos de Ibiza (Rodero, 2000: 159), nos hace proponer, ante el problema latente en la investigación de si los enterrados en necrópolis “tartésicas” son orientales o indígenas aculturados, que en su características y valor religioso se corresponde con la generación de un grupo poblacional mestizo descendiente de orientales, ya integrados en el sur peninsular, que recoge la herencia de joyas, quizás transmitidas directamente algunas de ellas (porta-amuleto, anillos de escarabeos engarzados, colgantes piriformes), o bien adoptándolas como elementos de diferenciación.

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CATÁLOGO Y DESCRIPCIÓN

TUMBA 1 U.E. 3012 Asoc. Individuo 382 Plata Aro de plata (nº inventario 1) (fig. 4: 1). Anillo de aro simple formado por un alambre de sección circular cerrado probablemente por soldadura. Medidas: diám máx.: 20 mm; grosor: 2 mm. Técnica: laminar, trefilado. TUMBA 2 U.E. 3000 Asoc. Individuo. 536 Oro Cuenta de collar (nº inventario 12). Cuenta de oro, de forma tendente a esférica y de pequeñas dimensiones, elaborada mediante modelado de lámina y posible cuerpo interior de sustancia orgánica. Medidas: diám. 4,5 mm. Técnica: laminar. Plata Aro en espiral de plata (nº inventario 2) (fig. 3: 1). Anillo realizado a partir de una varilla de sección circular en espiral de dos vueltas. Presenta buen estado de conservación y huella de quemado. Medidas: diámetro máx.: 21,00 mm; diámetro alambre: 2 mm; grosor máx.: 5 mm; grosor mín.: 3mm. Técnica: laminar, trefilado.

Medidas: imposible. Técnica: laminar. Colgante porta-amuleto cilíndrico (nº inventario 17) (fig. 3: 5). Se trata de un estuche porta-amuleto formado por un cuerpo cilíndrico laminar, facetado en seis caras, con la base inferior apuntada y la superior plana. El sistema de suspensión es de tipo de carrete: un cuerpo horizontal cilíndrico hecho de un hilo en espiral y los bordes rematados con hilera de gránulos, que se sueldan en la base superior del cuerpo. Medidas: altura máx.: 30 mm; diám. máx.: 7 mm. Carrete de suspensión: longitud máx.: 9 mm; diám.: 3,5 mm; diám. máx. de los bordes: 6 mm. Técnica: laminar, trefilado, modelado y granulado. Ocho diminutas cuentas de plata (nº inventario 20) (fig. 3: 6). Forma anular de perfil recto, de simple realización. Medidas: diám. 4,5 mm. Técnica: laminar y modelado. Pendiente de plata (nº inventario 3) (fig. 3: 7). Una varilla de sección circular con un extremo afinado en punta, actualmente roto, y el otro con remate de forma cúbica. Medidas: diámetro máx.: 13 mm; grosor varilla: 1 mm; grosor extremo: 2 mm. Técnica: Laminar, trefilado.

Aro de plata (nº inventario 23) (fig. 3: 3). Anillo realizado a partir de un alambre de sección circular, sencillo en una de sus partes y doble en la otra. Similar al anterior. Medidas: imposible

Bronce Anillo de bronce (nº inventario 1) (fig. 3: 8). Aro de sección elíptica y chatón rectangular con bordes redondeados. Luce un grabado de perfil en uve, que representa a un personaje de pie a derecha de estilo egiptizante. Viste faldellín hasta la rodilla con cinturón y casco de posible cimera. Los brazos aparecen doblados hasta la altura de la cabeza, siendo difícil determinar si en la mano derecha sostiene una lanza o un bastón debido al desgaste de la pieza. Medidas: aro: diám. máx.: 25 mm; diám. mín.: 23 mm; grosor máx.: 3 mm; gr. mín.: 2 mm, chatón: 16 mm x 7 mm. Técnica: fundido, grabado.

Fragmento de aro (nº inventario 26) (fig. 3: 4). Parte de un elemento circular indeterminado que se compone de tres alambres de sección circular.

Anillo de bronce (nº inventario 8) (fig. 3: 9). Anillo de chatón plano, fragmentado. El aro es de sección circular y la parte del chatón conservada

Aro de plata (nº inventario 19) (fig. 3: 2). Anillo fragmentado sencillo, formado por un alambre de sección circular en una mitad del cuerpo, y en la otra mitad el cuerpo es de dos alambres. Medidas: imposible. Técnica: laminar, trefilado.

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indica que posiblemente era rectangular. En el chatón se delimita un marco grabado por una incisión profunda, dentro del cual se dibuja parte de una figura, quizás los cuartos traseros de un animal con alas echado, una esfinge o un grifo. Medidas: grosor aro: 3 mm; anchura placa: 12 mm; grosor: 2 mm. Técnica: fundido, modelado, grabado. Varilla (nº inventario 5) (fig. 3: 10). Alambre de sección circular con un extremo achaflanado. Presenta síntomas de haber sido sometido as fuego y abundantes concreciones. Su funcionalidad pudo ser diversa, tal vez formó parte de un elemento para el cabello o adorno de la cabeza. Medidas: long. máx. 74 mm; anch. del extremo 9 mm; grosor máx.: 4 mm; gr. mín. 3 mm. Técnica: trefilado. Fragmentos de varillas (nº inventario 6) (fig. 3: 11). Diez fragmentos de varillas, similares a los anteriores, uno de los cuales conserva adherido restos de marfil. Mal estado de conservación. Medidas: grosor máx.: 4 mm; anchura: 8 mm. Técnica: trefilado. Pasta vítrea Fragmento indeterminado (nº inventario 9) (fig. 3: 12). Fragmento de una posible cuenta de pasta vítrea, de sección troncocónica. Medidas: diám. máx.: 20 mm; altura conservada: 11 mm. TUMBA 3 U.E. 3008 Asoc. Individuo 537 Plata Colgante de plata (nº inventario 5) (fig. 6: 4). Cuerpo cilíndrico laminar con líneas grabadas que se inserta en un aro, formado por alambre de sección circular, mediante un arito de alambre fino. Medidas: diám. aro: 22 mm; grosor aro: 2 mm; long. colgante:19 mm. Técnica: laminar, modelado, grabado. Cuentas de collar (nº inventario: 21, 25, 29) (fig. 6: 19, 23 y 27). Tres cuentas anulares de pequeñas dimensiones, realizada a partir de una fina lámina de plata. Medidas: diám.: 3 mm; alt.: 1 mm. Técnica: laminar, modelado.

Cuentas de collar (nº inventario 13-15) (fig. 6: 11-13). Tres cuentas anulares de plata similares a las anteriores. Medidas: diám.: 4,5 mm; alt.: 1 mm. Técnica: laminar, modelado. Cuentas de collar (nº inventario 16, 22-24, 26-28) (fig. 6: 14, 20-22 y 24-26). Siete pequeñas cuentas de plata de perfil anular, similares a las anteriores Medidas: diám.: 4 mm; alt.: 1 mm. Técnica: laminar, modelado. Cuenta de collar (nº inventario 10) (fig. 6: 8). Cuenta anular de plata similar a las anteriores. Medidas: diám.: 4 mm; alt.: 2 mm. Técnica: laminar, modelado. Cuentas de collar (nº inventario 17, 19, 20) (fig. 6: 15, 17 y 18). Tres cuentas anulares de plata similares a las anteriores. Medidas: diám.: 5 mm.; alt. 1 mm. Técnica: laminar, modelado. Cuentas de collar (nº inventario 8, 18) (fig.6: 6 y 16). Dos cuentas de plata anulares, similares a las anteriores. Medidas: diám.: 5 mm; alt.: 1,3 mm. Técnica: laminar, modelado. Cuenta de collar (nº inventario 11) (fig. 6: 9). Cuenta de plata anular similar a las anteriores. Medidas: diám.: 5mm; alt.: 2 mm. Técnica: laminar, modelado. Cuenta de collar (nº inventario 12) (fig. 6: 10). Cuenta de plata anular similar a las anteriores. Medidas: diám. 5 mm; alt.: 2,5 mm. Técnica: laminar, modelado. Cuenta de collar (nº inventario 7) (fig. 6: 5). Cuenta de plata anular similar a las anteriores. Medidas: diám.: 5 mm; alt.: 3,5 mm. Técnica: laminar, modelado. Cuenta de collar (nº inventario 9) (fig. 6: 7). Cuenta de plata anular similar a las anteriores. Medidas: diám.: 5,5 mm; alt.: 1,5 mm. Técnica: laminar, modelado. Bronce Varilla de bronce (nº inventario 6).

Las joyas y adornos personales

Alambre circular hueco de bronce, fragmentado. Medidas: imposible. Pasta vítrea Cuentas collar (nº inventario 30, 31, 32) (fig. 6: 28 y 29). Tres cuentas esféricas de pasta blanca. Medidas: diám.: 6 mm (nº 30); diám.: 5,5 mm (nº 31 y 32). Cuenta (nº inventario 1) (fig. 4.2). Cuenta circular de pasta blanca. Medidas: diám. 21 mm; alt.: 9 mm. Escarabeo (nº inventario 2) (fig. 4.3). Un escarabeo de pasta blanca, sin engarce. TUMBA 4 U.E. 3009 Asoc. Individuo 317 Plata Engarce de escarabeo (nº inventario 1) (fig. 4: 2). Engarce laminar de anillo giratorio. Está formado por una banda laminar de plata de borde superior liso e inferior doblado en bocel para servir de base al escarabeo que falta. Alrededor de la lámina van soldados dos hilos sogueados. Las charnelas para insertar y girar en el cuerpo anular son de alambre y extremos aproximados. Medidas: Long. máx.: 16,6 mm; anch.: 10,5 mm; long. del chatón: 11,5 mm; anch.: 10,5 mm. Técnica: laminar, modelado, filigrana, soldadura. TUMBA 5 U.E. 3015 Asoc. Individuo 432. Pasta Escarabeo (nº inventario 1) (fig. 5: 4). Un escarabeo de pasta blanca, sin engarce. Cuenta (nº inventario 2) (fig. 5: 36). Cuenta esférica de ¿pasta vítrea? de color blanquecino. Medidas: diám. máx.: 18 mm; alt. 16 mm.

TUMBA 14 U.E. 3001 Asoc. Individuo 281 Plata Anillo (nº inventario 1) (fig. 5: 1). Aro de sección plano-convexa, roto y en mal estado de conservación. Medidas: diám.: 17 mm. Técnica: laminar, trefilado. TUMBA 15 U.E. 3002 Asoc. Individuo 284 Plata Engarce de escarabeo (nº inventario 2) (fig. 5: 2). Engarce anular de un anillo giratorio. El engarce está formado por una banda laminar de borde superior liso e inferior con reborde convexo, sin base. Las charnelas para insertar y girar en el cuerpo anular son de sección circular. Medidas: long. máx.: 14 mm; anch. máx.:12 mm; diám. charnelas: 4,5 mm. Técnica: laminar, modelado. TUMBA 18 U.E. 3004 Asoc. Individuo 363 Pasta Cuenta (nº inventario 1) (fig. 5: 3). Cuenta de collar anular de perfil convexo, realizada en pasta de color rojizo. Medidas: diám. máx.: 6 mm. Técnica: laminar, modelado. TUMBA 19 U.E. 3005 Asoc. Individuo 372

TUMBA 8 U.E. 3048 Asoc. Individuo 2035

Plata Aro de plata (nº inventario 1) (fig. 10: 2). Anillo realizado mediante una cinta de sección plana-convexa y extremos unidos por presión. Medidas: diám. 20 mm; anch. 3 mm, grosor: 1 mm. Técnica: laminar.

Plata Cuenta (nº inventario 3) Pequeña cuenta tendente a esférica, partida y deteriorada. Medidas: imposibles.

Bronce Aro de bronce (nº inventario 2) (fig. 10: 1). Anillo formado por una cinta plano-convexa. Medidas: diám.: 23 mm; anch.: 2,5 mm; grosor: 1,7 mm. Técnica: fundido, modelado.

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María Luisa de la Bandera Romero / Eduardo Ferrer Albelda

Pulsera de bronce (nº inventario 5) (fig. 10: 4). Pulsera realizada con alambre macizo de grosor decreciente en los extremos que están redondeados. Se encuentra doblada por su mitad definiendo una forma acorazonada. Medidas: Abertura máx.: 83,5 mm; anch.: 55 mm; grosor medio: 3 mm. Técnica: fundido, modelado. Fragmentos de pulsera (nº inventario 6) (fig. 10: 3). Conjunto de varios fragmentos de alambres macizos de bronce pertenecientes probablemente a una pulsera. Los fragmentos tienen sección circular y probablemente correspondía a uno de los extremos, pues presenta un engrosamiento casi esférico como remate. Medidas: Grosor alambre: 4 mm; grosor extremo redondeado: 10 mm. Técnica: fundido, modelado. TUMBA 20 U.E. 3013 Asoc. Individuo 425 Plata Cuentas de collar (nº inventario 1 a 9) (fig. 4: 3-11). Nueve cuentas de collar de plata, anulares y de perfil convexo, con decoración de líneas incisa verticales de forma irregular. La nº 6 está fragmentada. Medidas: Diám. máx.: 6 mm; diám. mín.: 3,4; alt.: 4 mm (nº 1, 6, 8); alt.: 3,5 mm (nº 4, 5, 9); alt.: 3 mm (2, 3, 7). Técnica: laminar, modelado, grabado. Bronces Varilla (nº inventario 10) (fig. 4: 12). Fragmento de alambre de sección circular curvado, correspondiente posiblemente a un arito o pendiente. Medidas: grosor: 1 mm. Ámbar Cuenta de ámbar (nº inventario 11) (fig. 4: 13). Pieza ovalada de perfil superior convexo y base plana que pudo estar engarzada en un anillo como chatón, o bien ensartada en un collar. Medidas: long.: 13 mm; anch. máx.: 12 mm; anch. mín.: 9 mm. TUMBA 21 U.E. 3019 Asoc. Individuo 496

Plata Anillo con engarce giratorio (nº inventario 20). Anillo de sección plana con engarce laminar giratorio. Deteriorado. Medidas: cinta aro con grosor inferior a 1mm. Otras medidas son imposibles. Técnica: laminar, modelado. Aro (nº inventario 2) (fig. 4: 14). Arete de plata realizado con alambre de sección circular de grosor decreciente. Los extremos, están sobrepasados y vueltos en gancho. Medidas: diám.: 20 mm; grosor: 2/3 mm. Técnica: laminar, trefilado. Aro (nº inventario 3) (fig. 4: 15). Arete de plata similar al anterior. Medidas: diám.: 20 mm; grosor: 1,5 mm. Técnica: laminar, trefilado. Aro (nº inventario 4) (fig. 4: 16). Arete de plata de sección plana. Deformado. Medidas: anch.: 2 mm. Técnica: laminar. Colgante en racimo (nº inventario 6) (fig. 4: 19). Consta de un aro de sección circular y extremos adelgazados cerrados en gancho, en el cual se inserta un diminuto cilindro al que se soldaban seis pequeños glóbulos huecos, uno de ellos perdido actualmente, en forma de racimo (1-4-1). Medidas: diám. aro: 22 mm; grosor: 2,2 mm; colgante: alt. total: 24 mm; diám. glóbulo: 17,5  mm. Técnica: laminar, modelado, soldadura. Colgante triangular (nº inventario 7) (fig. 4: 17). Colgante formado por una cápsula triangular para pasta vítrea o piedra. En el lado menor, o base, lleva soldado como sistema de suspensión un “carrete”, un cilindro con rebordes lisos. Medidas: alt. total: 15,5 mm; alt. cápsula: 13,5 mm; base: 7 mm; alt. borde: 2 mm; grosor lámina: 0,5 mm; carrete: long.: 9 mm; diám.: 3 mm. Técnica: Laminar, modelado, soldadura. Colgante triangular (nº inventario 8) (fig. 4: 18). Colgante similar al anterior. Medidas: alt. total: 15,5 mm; alt. cápsula: 14 mm; base: 8 mm; alt. borde: 2 mm; grosor: 2 mm; carrete: long. 9 mm; diám.: 3 mm. Técnica: laminar, modelado, soldadura.

Las joyas y adornos personales

Figura 3. Piezas del ajuar de la tumba 2 (2/536/3000).

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María Luisa de la Bandera Romero / Eduardo Ferrer Albelda

Cuenta (nº inventario 9) (fig. 4: 20). Cuenta esférica de plata con estrías verticales grabadas. Está realizada a partir de una fina lámina modelada. Medidas: diám. máx.: 5 mm. Técnica: laminar, modelado.

Medidas: imposibles. Técnica: fundido, modelado.

Cuenta (nº inventario 12) (fig. 4: 21). Cuenta de plata de perfil bitroncocónico con borde superior marcado y estrías verticales. Medidas: diám.: 6,5mm; alt.: 6 mm. Técnica: laminar, modelado.

TUMBA 23 U.E. 3010 Asoc. Individuo 490.

Cuenta (nº inventario 13) (fig. 4: 22). Cuenta de plata anular con marcado perfil curvo y estrías verticales. Medidas: diám.: 7 mm. Técnica: laminar, modelado. Cuenta (nº inventario 14) (fig. 4: 23). Cuenta de plata cilíndrica de perfil fusiforme y bordes aplastados. Medidas: alt.: 12 mm; diám.: 6 mm, bordes: 4 mm. Técnica: laminar, modelado. ¿Colgante? (nº inventario 11) (fig. 4: 24). Es una lámina de plata recortada de forma circular con un apéndice vertical. Medidas: diám.: 10 mm. Técnica: laminar, modelado. Fragmentos de cuentas (nº inventario 15 y 16). Dos fragmentos de cuentas de plata de forma probablemente anulares de perfil curvo, semejantes a la nº 10 del catálogo. Medidas: imposible. Fragmentos (nº inventario 10). Varios fragmentos correspondientes a cuentas de collar de lámina fina de plata, posiblemente de forma esférica. Medida: imposible. Técnica: laminar, modelado. Bronce Aro (nº inventario 5) (fig. 4: 25). Aro simple de sección circular. Medidas: diám.: 25 mm; grosor: 4 mm. Técnica: fundido, modelado. ¿Alfiler? (nº inventario 19) (fig. 4: 26). Varios fragmentos de alambre de sección circular que podrían corresponder a un alfiler o aguja.

Pasta Cuenta (nº inventario 17). Probable cuenta de collar completamente deshecha.

Piedra Cuenta (nº inventario 5). Dos fragmentos de una cuenta de collar. Medidas: imposible. TUMBA 26 U.E. 3007 Asoc. Individuo 521 Plata Engarce de escarabeo (nº inventario 49) (fig. 5: 5). Sistema de engarce de un anillo giratorio. Está realizado por una banda laminar de borde superior liso e inferior doblado en bocel para servir de base al escarabeo. Alrededor de la lámina van dispuestos tres hilos sogueados de giros opuestos que forman un esquema de espiguilla muy desgastados. En los extremos del eje más largo se han soldado dos alambres como charnelas, donde se insertaba el aro o anillo, que falta. Medidas: long. total: 19: mm; long. de la cápsula: 16 mm; anch.: 11 mm; altura de lámina: 6mm. Técnica: laminar, filigrana, soldadura. Cuentas de collar (nº inventario 53, 55, 56, 61- 66) (fig. 5: 6-14). Son nueve pequeñas cuentas anulares de plata similares. Medidas: diám.: 3 mm; alt.: 1 mm. Técnica: laminar, modelado. Ámbar Cuentas de collar (nº inventario 2, 4) (fig. 5: 15 y 16). Dos cuentas similares de ámbar con un perfil cilíndrico, levemente fusiforme. Medidas: altura: 20 mm; diám.: 8 mm. Cuenta de collar (nº inventario 3) (fig. 5: 17). Cuenta similar a las anteriores, con variación de medidas. Medidas: alt. 26 mm; diám.: 8 mm.

Las joyas y adornos personales

Figura 4. Piezas de los ajuares procedentes de las tumbas 1 (1), 4 (2), 20 (3-13) y 21 (14-26).

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María Luisa de la Bandera Romero / Eduardo Ferrer Albelda

Cuenta de collar (nº inventario 11) (fig. 5: 18). Cuenta de perfil similar a la anterior. Medidas: alt.: 25 mm; diám.: 10 mm. Cuentas de collar (nº inventario 17, 24, 35) (fig. 5: 19-21). Tres cuentas de perfil similar a la anterior. Medidas: alt.: 19/20 mm; diám.: 10/11 mm. Cuentas de collar (nº inventario 18, 34) (fig. 5: 22 y 23). Dos cuentas similares a las anteriores Medidas: alt.: 18 mm; diám.: 10 mm. Cuenta de collar (nº inventario 23) (fig. 5: 24). Cuenta similar a las anteriores. Medidas: alt.: 22 mm; diám.: 12 mm. Cuentas de collar (nº inventario 1, 16, 19, 22, 36) (fig. 3: 25 y 26). Cinco cuentas incompletas similares a las anteriores. Cuenta de collar (nº inventario 21) (fig. 5: 27). Cuenta similar a las anteriores de perfil cilíndrico, levemente fusiforme, pero facetado. Está fragmentada en dos trozos. Medidas: alt.: 27mm; diám.: 9 mm. Cuentas de collar (nº inventario 57, 58) (fig. 5: 28 y 29). Dos cuentas de perfil cilíndrico. Medidas: diám.: 6 mm; long.: 11 mm y 10 mm, respectivamente. Cuentas de collar (nº inventario 15, 37-40, 48) (fig. 5: 30-34). Seis cuentas de forma anular y perfil exterior convexo. Medidas: alt. de todas 4mm; diám.: 8 mm (nº. invt. 15) y 9 mm (nº. invt. 37, 48). Las nº 38, 39, 40 son fragmentos. Cuentas de collar (nº inventario 51 y 59) (fig. 3: 35). Dos cuentas del tipo llamado de “tonelete”. Medidas: diám.: 7 mm; long.: 9 mm y 8 mm, respectivamente. Cuenta tipo “chatón” (nº inventario 68). Cuenta de ámbar oval y sección plano-convexa, con perforación longitudinal, para ser ensartada o engarzada en un chatón de anillo. Medidas: long.: 11 mm; anch. 10 mm. Fragmentos de cuentas (nº inventario 50, 52, 54, 60, 67) (fig. 6: 1). Varios fragmentos de cuentas, entre los que se pueden distinguir algunos pertenecientes a las de

forma cilíndrica (nº. 50, 54), entre otros indeterminados. Pasta Cuentas de pasta vítrea (nº inventario 5, 9, 41-45, 47). Conjunto de ocho cuentas anulares de pasta roja y perfil convexo. Medidas: diám. 6 mm; alt. 4 mm. Cuentas de pasta vítrea (nº inventario 12, 13). Dos cuentas anulares de perfil convexo similares. Medidas: diám.: 5 mm; alt.: 4 mm. Cuentas de pasta vítrea (nº inventario 28, 30). Dos cuentas anulares de perfil convexo similares. Medidas: diám.: 5/6mm; alt.: 3,5 mm. Cuenta de pasta vítrea (nº inventario 25). Cuenta anular de perfil convexo similar. Medidas: diám.: 6 mm; alt.: 5 mm. Cuenta de pasta vítrea (nº inventario 29). Cuenta anular de perfil convexo similar. Medidas: diám.:7’5 mm; alt.: 3,5 mm. Cuenta de pasta vítrea (nº inventario 26). Una cuenta de perfil esférico de pasta roja. Medidas: alt.: 6 mm; diám.: 5 mm. Cuentas de pasta vítrea (nº inventario 33, 46). Dos cuentas de perfil esférico similar a la anterior. Medidas: diám.: 6 mm; alt. 4 mm. Cuentas de pasta vítrea (nº inventario 7, 8, 31). Tres cuentas de pasta verde anulares de perfil convexo. Medidas: alt.: 3,5 mm; diám.: 6 mm. Cuenta de pasta vítrea (nº inventario 10). Cuenta anular de perfil convexo de pasta verde, similar a las anteriores. Medidas: diám.: 6 mm; alt.: 4 mm. Cuenta de pasta vítrea (nº inventario 14). Cuenta anular de pasta verde anular, similar a las anteriores. Medidas: diám.: 5 mm; alt. 4 mm. Cuenta de pasta vítrea (nº inventario 25). Cuenta de pasta verde anular, similar a las anteriores. Medidas: diám. 6 mm; alt. 5 mm. Cuenta de pasta vítrea (nº inventario 29). Cuenta de pasta verde anular, similar a las anteriores.

Las joyas y adornos personales

Figura 5. Piezas de los ajuares procedentes de las tumbas 5 (4 y 36), 14 (1), 15 (2), 18 (3) y 26 (5-35).

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Medidas: diám.: 3,5 mm; alt.: 7,5 mm. Cuentas de pasta vítrea (nº inventario 27, 32). Fragmentos de dos cuentas, unos corresponden a una cuenta roja y otros a una verde. No es posible definir sus formas y medidas. TUMBA: 27 U.E. 3030 Asoc. Individuo 530 Plata Colgante circular egiptizante (nº inventario 98) (fig. 8: 9). Colgante amuleto de forma circular. Está elaborado con dos láminas, una de base y otra superior modelada con esquemas iconográficos realizados por troqueles independientes y con un bocel que delimita el perímetro de la pieza. El sistema de suspensión es de carrete, actualmente separado por rotura. El esquema decorativo es de iconografía fenicia-egiptizante. En la parte inferior se representa la montaña sagrada enmarcada por ureos con halcones sobre sus cabezas, y por dos flores de loto cuyos tallos emergen de su base, un elemento innovador y único en la tipología de estos amuletos. Sobre la montaña sagrada destacan los símbolos astrales, el sol y la luna. En la parte superior, enmarcando el conjunto, se representa el sol alado con rayos, cuatro superiores y tres inferiores, e ínfulas. Medidas: diám.: 29 mm; grosor láminas: 2 mm; parte del carrete de suspensión: 4 mm. Técnica: laminar, estampillado, soldadura. Colgante piriforme (nº inventario 45). Colgante de cuerpo piriforme, ligeramente facetado, con cuello y carrete de suspensión. El cuerpo está realizado con dos láminas soldadas verticalmente y dos piezas tubulares soldadas en su parte superior, una en vertical, a modo de cuello, sobre la que va soldada la otra en horizontal que actúa como sistema de suspensión. Estas dos piezas son cilindros lisos con rebordes. Medidas: alto total: 35 mm; cuerpo: 24 mm; diám. máx.: 11 mm; diám. carrete: 3 mm; long. 11 mm; cuello alto: 7 mm; diám.: 3 mm; peso 1,9 gr. Técnica: laminar, modelado, soldadura. Colgante piriforme (nº inventario 99) (fig. 8: 10). Colgante de plata similar al anterior. Medidas: alt. total: 33 mm; cuerpo: 21 mm; diám. máx.: 11 mm; carrete suspensión diám.: 2,5 mm;

long.: 11 mm; cuello alto: 7 mm; diám.: 2,5 mm; peso: 2 gr. Técnica: laminar, modelado, soldadura. Colgantes piriformes (nº inventario 48, 25). Dos colgantes similares al anterior, completos. Medidas: alt. total: 32,5 mm; cuerpo: 29 mm; diám.: 11,5 mm; carrete suspensión diám.: 3,5 mm; long.: 11,5 mm; peso: 1,4 gr. y 1,9 gr., respectivamente. Técnica: laminar, modelado, soldadura. Colgante piriforme (nº inventario 52). Colgante similar al anterior. Incompleto. Medidas: alt. total: 31 mm; cuerpo: 29 mm; diám.: 11 mm; carrete roto; peso: 1,7 gr. Técnica: laminar, modelado, soldadura. Colgante piriforme (nº inventario 109). Colgante similar al anterior. Incompleto. Medidas: alt. total: 30 mm; cuerpo: 26,5 mm; diám.: 11 mm; cuello diám.: 3,5 mm.; peso: 1,8 gr. Técnica: laminar, modelado, soldadura. Colgante piriforme (nº inventario 34) (fig. 7: 13). Colgante similar al anterior. Completo. Medidas: alt. total: 26 mm; cuerpo: 19 mm; diám. máx.: 8 mm; diám. carrete: 2 mm; long.: 8,5 mm; cuello largo: 6 mm; diám.: 2 mm; peso: 1,30 gr. Técnica: laminar, modelado, soldadura. Colgante piriforme (nº inventario 39) (fig. 7: 17). Colgante similar al anterior. Medidas: alto total: 26 mm; cuerpo: 19 mm; diám. máx.: 8 mm; carrete diám.: 2,5 mm; long. 10 mm; diám. cuello: 2 mm; long.: 6 mm; peso: 1,40 gr. Técnica: laminar, modelado, soldadura. Colgantes piriformes (nº inventario 26, 27a). Dos colgantes similares a los anteriores. En el carrete de suspensión del nº 27a hay una cuenta de plata anular embutida (nº 27b). Medidas: alt. total: 26 mm; cuerpo: 19,5 mm; diám.: 8,5 mm; diám. carrete: 3 mm; long.: 7 mm. Técnica: laminar, modelado, soldadura. Colgante piriforme (nº inventario 31). Colgante similar a los anteriores. Medidas: alt. total 26 mm; cuerpo: 19,5 mm; diám.: 8 mm.; diám. carrete: 3 mm; long.: 7 mm. Técnica: laminar, modelado, soldadura. Colgante piriforme (nº inventario 117). Colgante similar a los anteriores.

Las joyas y adornos personales

Figura 6. Piezas de los ajuares de las tumbas 26 (1), 3 (2-29) y 46 (30 y 31).

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María Luisa de la Bandera Romero / Eduardo Ferrer Albelda

Medidas: alt. total: 26 mm; cuerpo: 19,5 mm; diám.: 10 mm; diám. carrete: 3 mm; long.: 7 mm. Técnica: laminar, modelado, soldadura. Colgante piriforme (nº inventario 11a). Colgante similar a los anteriores, fragmentado, que puede completarse con el fragmento de cuerpo nº 15. En un extremo del carrete de suspensión apareció una cuenta anular embutida (nº 11b). Medidas: alt. total: 26 mm; cuerpo: 19,5 mm; diám.: 9 mm; diám. carrete: 3 mm; long. 7 mm. Técnica: laminar, modelado, soldadura. Colgantes piriformes (nº inventario 116, 32) (fig. 8: 21). Dos colgantes similares fragmentados. Conservan el cuerpo piriforme y parte de los carretes. Medidas: alt. total: 24 mm; cuerpo alto: 18,5 mm (nº 116); diám.: 8,5 mm (nº 116), 7 mm (nº 32); diám. carrete: 3 mm; long.: 8 mm y 7 mm; peso: 0,8 gr y 1,2 gr. respectivamente. Colgantes piriforme (nº inventario 3, 15, 38, 44, 59, 72, 97). Fragmentos de colgantes que conservan partes del cuerpo piriforme, del cuello o del carrete y permiten su identificación. Medidas: alt. cuerpo: 18 mm; diám.: 7,5 mm (nº 59); carrete: diám.: 3,5; long.: 7 mm (nº. 97). Técnica: laminar, modelado, soldadura. Fragmentos de colgantes (nº inventario 2, 6, 53, 71, 73, 74). Partes fragmentadas de carretes y cuellos de colgantes que, por sus medidas, pueden corresponder a la suspensión de colgantes piriformes Medidas: diám.: 3,5 mm y 3,0 mm; long.: 12 mm y 6 mm. Técnica: laminar, modelado. Colgante esférico (nº inventario 23). Cuenta colgante formada por un cuerpo esférico, ligeramente facetado y algo apuntado, y dos cilindros lisos soldados sobre ella, uno en vertical (cuello) y otro en horizontal (carrete), que constituyen el sistema de suspensión de la pieza. Medidas: alt. total: 19 mm; diám. cuenta: 11 mm; diám. carrete: 3,5 mm; long. 5 mm; peso: 1,1 gr. Técnica: laminar, modelado, soldadura. Colgantes esféricos (nº inventario 94, 13). Dos cuentas colgantes similares a la anterior. Medidas: alt. total: 19 mm; diám. cuenta: 11 mm; diám. carrete: 3,5 mm; long. 5 mm; peso: 1,1 gr.

Técnica: laminar, modelado, soldadura. Colgante esférico (nº inventario 60) (fig. 7: 26). Cuenta colgante similar a la anterior. Medidas: alt. total: 18,5 mm; diám. cuenta: 11 mm; diám. carrete: 3,5 mm; long.: 5 mm; peso: 1,4 gr. Técnica: laminar, modelado, soldadura. Colgante esférico (nº inventario 91) (fig. 8: 6). Cuenta colgante similar a la anterior. Medidas: alt. total: 19 mm; diám. cuenta: 11 mm; diám. carrete: 3 mm; long.: 5 mm; peso: 0,8 gr. Técnica: laminar, modelado, soldadura. Colgante esférico (nº inventario 51) (fig. 7: 23). Cuenta colgante similar a la anterior. Medidas: alto total: 19 mm; diám. cuenta: 10,5 mm; diám. carrete: 3,5 mm; long. 5 mm; peso: 1,4 gr. Técnica: laminar, modelado, soldadura. Colgante esférico (nº inventario 17). Cuenta colgante similar a las anteriores, completa. Medidas: alt. total: 18 mm; diám. cuenta: 11 mm; diám. carrete: 3,5 mm; long. 5 mm; peso: 1,4 gr. Técnica: laminar, modelado, soldadura. Colgante esférico (nº inventario 8). Cuenta colgante similar a la anterior, incompleta. Medidas: diám. cuenta: 11 mm; arranque de suspensión: 4 mm. Técnica: laminar, modelado. Colgante esférico (nº inventario 111) (fig. 8: 18). Cuenta colgante similar a las anteriores, incompleta. Medidas: alt. total: 13,5 mm; diám. cuenta: 6 mm; diám. orificio cuello: 3 mm; peso: 0,6 gr. Técnica: laminar, modelado. Cuentas anulares (nº inventario 11b, 24, 27b, 30, 40, 60, 61, 68, 123, 125) (fig. 7: 11, 27; fig. 8: 23). Diez cuentas de fina lámina de plata y perfil marcadamente convexo, dos de ellas (11b y 27b) embutidas en el extremo de los carretes de colgantes. Medidas: diám. máx.: 7 mm; alt.: 4 mm; diám. de orificio: 3 mm (nº 30: 2,5 mm); peso: 0’2 gr. y 0,3 gr. Técnica: laminar, modelado. Cuenta anular (nº inventario 46). Cuenta de plata similar a las anteriores, pero presenta líneas verticales grabadas. Medidas: diám máx.: 7 mm; alt.: 4 mm; diám. de orificio: 2,5 mm. Técnica: laminar, modelado.

Las joyas y adornos personales

Figura 7. Piezas del ajuar de la tumba 27 (27/530/3030).

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Cuentas anulares (nº inventario 10, 22, 28, 103, 113, 114, 118, 120, 122) (fig. 7: 4, 10; fig. 8: 22). Nueve cuentas de plata similares a las anteriores. Medidas: diám máx.: 7 mm; alt.: 3,5 mm (3 mm nº 10); diám. de orificio: 3 mm. Técnica: laminar, modelado. Cuentas anulares (nº inventario 12, 54) (fig. 7: 5). Dos cuentas de plata similares a las anteriores. Medidas: diám. máx.: 7,5 mm; alt.: 4 mm (nº 12); 3’5 mm (nº 54); diám de orificio: 3 mm. Técnica: laminar, modelado. Cuenta anular (nº inventario 57). Cuenta de plata similares a las anteriores. Medidas: diám máx.: 8 mm; alt.: 4 mm; diám. de orificio: 3 mm. Técnica: laminar, modelado. Cuenta anular (nº inventario 67) (fig. 7: 32). Cuenta de plata similar a las anteriores. Medidas: diám máx.: 8 mm; alt.: 5 mm; diám de orificio: 3 mm y 4 mm respectivamente. Técnica: laminar, modelado. Cuenta anular (nº inventario 115) (fig. 8: 20). Una cuenta de plata similar a las anteriores. Medidas: diám máx.: 6,5 mm; alt.: 3 mm; diám. de orificio: 5 mm. Técnica: Laminar, modelado Dos cuentas de plata similares a las anteriores con estrías verticales y perfil quebrado. Medidas: diám máx.: 6 mm; alt.: 4 mm (nº 49), 5 mm (nº 58); diám. de orificio: 3 mm; peso: 0,2 gr. Técnica: laminar, modelado. Cuentas anulares (nº inventario 4, 20, 102). Cuentas de plata similares a las anteriores, deterioradas. Medidas: No posibles. Técnica: laminar, modelado. Aro de engarce (nº inventario 47) (fig. 7: 22). Aro abierto de plata, macizo, de sección circular y grosor decreciente hasta los extremos rematados en punta, de forma acorazonada. En la parte central tiene como sistema de suspensión un carrete realizado con hilos en espiral y con los bordes delimitados por ocho gránulos, por los que se suelda al cuerpo. Ha perdido el escarabeo o engarce en el que insertaba sus extremos.

Medidas: long. máx.: 46,5 mm; grosor máx. aro: 3 mm; long. carrete: 10,5 mm; diám.: 4 mm; diám. de los bordes: 7 mm; peso: 10 gr. Técnica: fundido, modelado, granulado y soldadura. Pasta vítrea Cuentas de pasta (nº inventario 21, 110) (figs. 7: 9; fig. 8: 17). Dos cuentas de pasta banca (¿fayenza?) esféricas. Medidas: diám.: 7,5 mm. Cuenta de pasta (nº inventario 79) (fig. 8: 1). Cuenta de pasta banca (¿fayenza?) esférica similar a las anteriores. Medidas: diám.: 5 mm. Cuentas de pasta (nº inventario 56, 119). Dos cuentas de pasta banca (¿fayenza?) esféricas similares a las anteriores, fragmentadas. Medidas: imposibles. Cuenta de pasta (nº inventario 66) (fig. 7: 30). Una cuenta de pasta blanca (¿fayenza?) fusiforme rota en dos mitades. Medidas: diám.: 9 mm; alt. total: 23 mm. Cuentas de pasta (nº inventario 19, 33, 50, 62, 80, 83, 84, 93, 121) (fig. 7: 8; fig. 8: 2). Nueve cuentas de pasta blanca de formas cilíndrica y esférica que están fragmentadas y deterioradas. La nº 62 está partida en dos mitades. Medidas: imposibles. Ámbar Cuenta colgante (nº inventario 18) (fig. 7: 7). Una cuenta de sección rectangular y forma de lengüeta con una perforación en el borde superior para pasar un elemento de colgar. Medidas: long.: 13,5 mm; anch.: 7,5 mm; grosor: 3,5 mm. Cuentas cilíndricas (nº inventario 95, 105) (fig. 8: 8 y 14). Dos cuentas de collar de perfil fusiforme incompletas. Medidas: diám. máx.: 5,5 mm; long. conservada: 10 mm. Cuentas cilíndricas (nº inventario 5, 64, 69, 81, 108) (fig. 7: 2, 29, 33; fig. 8: 3 y 16). Cinco cuentas cilíndricas similares a las anteriores. La nº 81 está incompleta. Medidas: diám. máx.: 6 mm; long.: 21 mm (nº 69), 19 mm (nº 64), 17 mm (nº 108) y 14 mm (nº 5).

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Figura 8. Piezas del ajuar de la tumba 27 (1-24) y descontextualizada (s/n).

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Cuentas cilíndricas (nº inventario 29, 37, 90) (fig. 7: 12, 16; fig. 8: 5). Tres cuentas cilíndricas similares a las anteriores. La nº 29 está partida en dos trozos. Medidas: diám. de todas: 6,5 mm; long.: 15,5 mm (nº 37) y 10 mm (nº 90). Cuentas cilíndricas (nº inventario 41, 43, 55, 76, 100, 124) (fig. 7: 18, 19, 20, 24, 36; fig. 8: 11, 24). Seis cuentas completas similares a las anteriores. Medidas: diám. máx.: 7 mm; long.: 20 mm (nº 124), 17 mm (nº 100), 16 mm (nº 55), 14 mm (nº 41), 13 mm (nº 76) y 11 mm (nº 43). Cuentas cilíndricas (nº inventario 66, 77, 92, 101, 106) (fig. 7: 30, 37; fig. 8: 12, 15). Cinco cuentas similares a las anteriores incompletas. Medidas: diám.: 7 mm y 7/9mm (nº 66). Cuentas cilíndricas (nº inventario 35, 75, 82, 104) (fig. 7: 14, 35; fig. 8: 4, 13). Cuatro cuentas similares a las anteriores tres completas y una (nº 104) incompleta. Medidas: diám. de todas: 7,5 mm; long.: 15 mm (nº 35 y 82) y 13 mm (nº 75). Cuenta cilíndrica (nº inventario 14) (fig. 7: 6). Una cuenta completa similar a las anteriores. Medidas: diám. 8,5 mm; long. 15 mm. Cuenta cilíndrica (nº inventario 7) (fig. 7: 3). Cuenta cilíndrica completa tipo “barrilete” Medidas: diám.: 9 mm; long.: 12,5 mm. Cuenta cilíndrica (nº inventario 63) (fig. 7: 28). Cuenta cilíndrica completa tipo “barrilete” Medidas: diám.: 9 mm; long.: 11 mm. Cuenta cilíndrica (nº inventario 70) (fig. 7: 34). Cuenta cilíndrica completa tipo “barrilete”. Medidas: diám.: 7 mm; long. 9 mm (nº 70). Cuenta de ¿ámbar? (nº inventario 78) (fig.7: 38). Una cuenta de perfil tronco-cónico y semiesférico con pequeñas protuberancias Medidas: diám.: 6 mm. Cuentas fragmentadas (nº inventario 42, 96, 107). Partes de tres cuentas de ámbar deterioradas, que no permiten definir formas y medidas.

Cuentas (nº inventario 85, 86, 87, 88, 89). Cinco cuentas de ámbar perdidas en el proceso de extracción, al parecer de ámbar. Piedra Cuenta de piedra (nº inventario 36) (fig. 7: 15). Cuenta de ¿cornalina?, de perfil bitroncocónico. Medidas: diám. máx.: 11 mm; alt.: 7 mm; peso: 1,6 gr. TUMBA: 29 U.E. 3017 Asoc. Individuo 1004 Bronce Anilla (nº inventario 2) (fig. 9: 1). Aro de alambre de sección circular, actualmente deformado. Medidas: diám. estimado: 25 mm. Técnica: fundido, modelado. TUMBA: 31 U.E. 3027 Asoc. Individuo 1.112 Plata Engarce de escarabeo (nº inventario 63) (fig. 9: 2). Engarce de plata basculante que corresponde a un chatón de anillo giratorio. La estructura es laminar de borde superior liso e inferior con reborde convexo. Su estado de corrosión no permite determinar si llevaba decoración de filigrana en la lámina. Las charnelas en las que insertaba el aro, que faltan, son de hilo de sección circular y decreciente en los extremos. Medidas: long. máx. de cápsula: 20 mm; anch.: 11 mm; grosor máx. de charnelas: 4 mm. Técnica: laminar, modelado, soldadura. Cuentas (nº inventario 1, 4, 48, 58) (fig. 9: 3-6). Cuatro cuentas de fina lámina de plata y perfil marcadamente convexo. Las nº 1 y 4 llevan grabadas estrías en vertical. Medidas: diám.: 8 mm; alt.: 4 mm (nº 4 y 58) y 1,5 mm (nº 48). Técnica: laminar, modelado. Cuentas (nº inventario 11, 15, 59, 60) (fig. 9: 7-10). Cuatro cuentas de plata similares a las anteriores, de perfil marcadamente convexo, realizadas con una fina lámina. La nº 11 también tiene estrías verticales grabadas. Medidas: diám.: 7,5 mm; alt. en todas: 4 mm. Técnica: laminar, modelado.

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Figura 9. Piezas de los ajuares de las tumbas 29 (1), 31 (2-28), 34 (29), 37 (33 y 34), 39 (31 y 32), 40 (30) y 41 (35-38).

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Cuentas (nº inventario 9, 12, 14, 38, 61, 62) (fig. 9: 11-15). Seis cuentas de lámina fina de plata y perfil marcadamente convexo, una de ellas (nº 12) con estrías verticales. Medidas: diám.: 7 mm; alt. en todas: 4 mm. Técnica: laminar, modelado.

Ámbar Cuenta (nº inventario 55) (fig. 9: 25). Cuenta fragmentada circular, tendente a oval, de sección plana. Medidas: grosor sección: 2 mm.

Pasta vítrea Cuentas (nº inventario 32, 45, 46) (fig. 9: 16-17). Tres cuentas de pasta blanca esféricas. Medidas: diám. 10 mm; alt. 8/10 mm.

TUMBA: 34 U.E. 3028 Asoc. Individuo 1205

Cuentas (nº inventario 7, 8, 10, 50, 51) (fig. 9: 18-21). Cinco cuentas de pasta blanca anulares de perfil convexo marcado. Medidas: diám.7/8,5mm; alt.: 5/6 mm. Cuentas (nº inventario 47, 49) (fig. 9: 22). Dos cuentas de pasta blanca anulares de perfil convexo partidas y deterioradas Medidas: diám.: 5 mm (nº 49). Cuentas (nº inventario 20, 30, 40). Tres cuentas de pasta blanca cilíndricas. Medidas: diám.: 6 mm todas; alt.: 13 mm (nº 30) y 24 mm (nº 20, 40). Cuentas (nº inventario 2, 3). Dos cuentas de pasta blanca similares a las anteriores, fragmentadas. Medidas: imposible.

Oro Arracada (nº inventario 1) (fig. 9: 29). Pendiente-arracada laminar de cuerpo amorcillado y de sección romboidal en su centro, cuyo grosor va decreciendo hacia los extremos. En ambos extremos se ha introducido un hilo macizo de oro que se ha sujetado al cuerpo del pendiente por otro fino hilo reliado en espiral. Este hilo servía de pasador para insertar en el lóbulo de la oreja, posición en la que fue encontrado. Medidas: diám. máx.: 32 mm; grosor máx.: 7,5 mm; grosor mín.: 4 mm; hilo pasador: 1 mm; peso: 3,2 gr. Técnica: laminar, modelado, trefilado, soldadura. TUMBA: 37 U.E. 3040 Asoc. Individuo 1327

Cuentas (nº inventario 22, 41). Dos cuentas de pasta blanca y de perfil bitroncocónico. Medidas: diám.: 10 mm; alt. 6 mm.

Bronce Anillo (nº inventario 3) (fig. 9: 33). Aro de bronce de sección circular completo Medidas: diám. máx.: 24 mm; grosor: 3 mm. Técnica: fundido, modelado.

Cuenta ¿betilo? (nº inventario 25) (fig. 9: 23). Cuenta de pasta blanca con forma de pilar, de sección cuadrada y con una perforación en uno de sus extremo. Medidas: Alto 23 mm, grueso sección 8 mm.

Piedra Cuenta (nº inventario 1) (fig. 9: 34). Cuenta de cornalina de forma bitroncocónica y orificio perforado en doble cono. Medidas: diám.: 8 mm; alt.: 5 mm; orificio: 3 mm.

Cuentas (nº inventario 18, 36, 39) (fig. 9: 24). Cuentas anulares de pasta blanca y perfil convexo. La nº 36 son tres cuentas adheridas. Medidas: diám.: 8 mm; alt.: 3,6 mm (nº 36); alt. 4 mm (nº 39).

TUMBA: 39 U.E. 3033 Asoc. Individuo 1457.

Cuentas fragmentadas (nº inventario 5, 6, 13, 16, 17, 19, 23, 24, 27-29, 31, 33-35, 37, 42-44, 52, 54, 57). Conjunto de veinticuatro cuentas de pasta blanca como las anteriores, pero fragmentadas y sin posibilidad de ser medidas.

Plata Aro (nº inventario 4) (fig. 9: 31). Arete de plata abierto, de sección circular y grosor decreciente hacia los extremos, fragmentado e incompleto. Medidas: grosor máx.: 2 mm, grosor mínimo: 1 mm. Técnica: laminar, trefilado.

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Figura 10. Piezas del ajuar de la tumba 19 (19/372/3005).

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Pasta vítrea Cuenta (nº inventario 3) (fig. 9: 32). Cuenta de collar de pasta blanca (fayenza) de perfil ovalado. Deteriorada Medidas: diám.: 6 mm. TUMBA: 40 U.E. 3032 Asoc. Individuo 1469 Plata Aro (nº inventario 4) (fig. 9: 30). Aro simple de sección plana incompleto. Medidas: diám aprox.: 19 mm; grosor: 1 mm. Técnica: laminar, modelado. TUMBA: 41 U.E. 3042 Asoc. Individuo 2001. Plata Anillo (nº inventario 5). Probable chatón de un anillo de plata. Está constituido por una base con dos cápsulas, fragmentada y muy deteriorada por el óxido, que debió contener alguna piedra o pasta vítrea. Medidas: imposibles. Técnica: laminar, modelado, soldadura Cápsula laminar (nº inventario 7) (fig. 9: 35). Cabujón cilíndrico con dos perforaciones opuestas para sujetar una pieza que falta. Medidas: diám.: 10 mm; alt.: 5,8 mm; perforaciones: 2 mm. Técnica: fundido. Bronce Anilla (nº inventario 8) (fig. 9: 36). Anilla laminar anular fragmentada. Medidas: diám.: 5,5 mm; alt.: 2,5 mm, grosor lámina: 0,9 mm. Técnica: fundido.

Cuenta (nº inventario 9) (fig. 9: 38). Cuenta de vidrio. Medidas: 6 mm ancho, 8 mm alto. TUMBA: 46 U.E. 3047 Asoc. Individuo 2029 Plata Arete con colgante cúbico (nº inventario 1) (fig. 6: 30). El conjunto se compone de un aro de alambre de plata de sección circular y extremos adelgazados, y de un colgante de estructura laminar cúbica en forma de “cestillo”. El sistema de suspensión del colgante está realizado con dos alambres torsionados, que forman dos arcos cruzados, e insertan sus extremos en cada uno de los vértices de la cara superior del cuerpo. En la parte donde se cruzan, uno de los alambres arqueados se estrangula en la zona de cruce y forma una anilla para suspender el colgante al arete. La cara de base del cuerpo laminar está fragmentada y permite ver los alambres en el interior. Medidas: alt. total colgante: 21,5 mm; diám. arete: 11,7 mm; grosor hilo: 1 mm; alto cuerpo cúbico: 8,5 mm; anch.: 6,5 mm; alt. arcos: 10,1 mm; diám. anilla suspensión: 4,5 mm; grosor: 0,5 mm; peso: 2 gr. Técnica: laminar, modelado y soldadura. Arete con colgante cúbico (nº inventario 2) (fig. 6: 31). Colgante similar al anterior. Está formado igualmente por un aro de sección circular y un cuerpo cúbico a modo de “cestillo”. En esta pieza se conserva sobre la cara superior un grupo de cuatro gránulos formando una pequeña pirámide, que en el anterior falta. Los alambres que forman los arcos son de sección casi triangular y sobre el cruce superior llevan soldada una anilla para la suspensión. Medidas: alto total: 21,1 mm; diám. arete: 18 mm; grosor hilo: 1 mm; alto cuerpo cúbico: 6,5 mm; anch.: 6 mm; alt. arcos: 8 mm; diám. anilla suspensión: 5,5 mm; peso: 2 gr. Técnica: laminar, modelado, granulado, soldadura. PIEZAS DESCONTEXTUALIZADAS

Piedra Cuenta (nº inventario 6) (fig. 9: 37). Una cuenta cilíndrica de cornalina. Medidas: diám.: 10 mm; alt.: 6,5 mm. Cuenta (nº inventario 11). Cuenta de ¿lapislázuli? Medidas: diám.: 12 mm; alt.: 4,5 mm.

Plata Colgante amuleto egiptizante (nº inventario 0/19/1) (fig. 8: s/n). Colgante amuleto de forma circular de plata. Está elaborado con una lámina de base con bocel perimetral y sobre ella otra lámina modelada mediante troqueles independientes con

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esquemas iconográficos de estilo egiptizante. Aunque deteriorada se aprecian los diferentes detalles de la iconografía. En la parte inferior se representa la montaña sagrada enmarcada por ureos que llevan sobre la cabeza un elemento, halcón o corona egipcia, y sobre ella especie de palmeta de cuenco con 6 y 8 esquemas radiales. En el centro del amuleto, y sobre ellos, se

han dispuesto los símbolos astrales habituales del creciente protegiendo al sol. En la parte superior, cubriendo todo el conjunto se dispone el sol alado, de cinco plumones cada ala, con ínfulas, sin distinguirse los rayos como en otras piezas similares. Medidas: diám. máx.: 34 mm; grosor láminas: 1 mm. Técnica: laminar, modelado, repujado, soldadura.

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LA

NECRÓPOLIS

DE ÉPOCA TARTÉSICA DE LA

ANGORRILLA ALCALÁ DEL RÍO, SEVILLA

En la primera década del siglo XXI se efectuó en Alcalá del Río (Sevilla) una serie de intervenciones arqueológicas en las que se detectaron los restos correspondientes a un poblado y a una necrópolis de época tartésica. La presente obra, aunque se centra en el análisis de los enterramientos, incorpora también la información recuperada en la zona de hábitat, al considerar ambos enclaves como partes integrantes de un mismo asentamiento. El trabajo se inicia con una contextualización de las sepulturas en el marco de la relación poblado-necrópolis, atendiendo al patrón de asentamiento, su relación espacio-temporal y la ubicación del cementerio en su contexto paleogeográfico. A partir de esta exposición se realiza un estudio centrado en la configuración general de la necrópolis y la distribución de las tumbas. El tercer nivel de análisis se ocupa de la investigación específica de cada sepultura y de los distintos elementos depositados en su interior, principalmente de los ajuares. Estos estudios se completan con una serie de análisis sobre antropología física y paleopatología, paleodieta, ADN, antracología, etc., cuyos resultados posibilitan la reconstrucción de los ritos funerarios y un acercamiento a la caracterización de la población enterrada, su hábitat y otros aspectos relativos a sus estrategias de explotación y adaptación al medio. En definitiva, los datos aportados por la excavación de la necrópolis de la Angorrilla, junto con las investigaciones desarrolladas en el poblado coetáneo, contribuyen al conocimiento de las comunidades que ocupaban el Bajo Guadalquivir durante el Hierro I, convirtiendo a este yacimiento en uno de los referentes fundamentales para caracterizar a dichas poblaciones y valorar cómo influyó la colonización oriental en este espacio geográfico.

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