Las industrias lícitas arcaicas de Barranco León y Fuente Nueva 3, Orce, Cuenca de Guadix-Baza, Andalucía, España

June 28, 2017 | Autor: Deborah Barsky | Categoría: Lithic Technology, Lithic Raw Material Sourcing
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Descripción

MENGA 02 REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA JOURNAL OF ANDALUSIAN PREHISTORY Publicación anual Año 1 // Número 02 // 2011

JUNTA DE ANDALUCÍA. CONSEJERÍA DE CULTURA Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera ISSN 2172-6175 Depósito Legal: SE 8812-2011 Distribución nacional e internacional: 1.000 ejemplares

Menga es una publicación anual del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera (Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía). Su objetivo es la difusión internacional de trabajos de investigación científicos de calidad relativos a la Prehistoria de Andalucía, razón por la cual se publica en español e inglés. Menga se organiza en cuatro secciones: Dossier, Estudios, Recensiones y Crónica. La sección de Dossier aborda de forma monográfica un tema de investigación de actualidad. La segunda sección tiene un propósito más general y está integrada por trabajos de temática más heterogénea. La tercera sección incluye reseñas de libros y otros eventos (tales como exposiciones científicas, seminarios, congresos, etc.). La última sección denominada como Crónica recogerá las actuaciones realizadas por el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera en la anualidad anterior. Menga está abierta a trabajos inéditos y no presentados para publicación en otras revistas. Todos los manuscritos originales recibidos serán sometidos a un proceso de evaluación externa y anónima por pares como paso previo a su aceptación para publicación. Excepcionalmente, el Consejo Editorial podrá aceptar la publicación de traducciones al castellano y al inglés de trabajos ya publicados por causa de su interés y/o por la dificultad de acceso a sus contenidos. Menga is a yearly journal published by the Dolmens of Antequera Archaeological Site (the Andalusian Regional Government Ministry of Culture). Its aim is the international dissemination of quality scientific research into Andalusian Prehistory. To this end, the journal is published in English and Spanish. Menga is organised into four sections: Dossier, Studies, Reviews and Chronicle. The Dossier section is monographic in nature and deals with current research topics. The Studies section has a more general scope and includes papers of a more heterogeneous nature. The third section includes reviews of books and events such as scientific exhibitions, conferences, workshops, etc. The Chronicle section presents the activities undertaken by the Dolmens of Antequera Archaeological Site in the previous year. Menga is open to original and unpublished papers that have not been submitted for publication to other journals. All original manuscripts will be submitted to an external and anonymous peer-review process before being accepted for publication. In exceptional cases, the editorial board will consider the publication of Spanish and English translations of already published papers on the basis of their interest and/or the difficulty of access to their content.

Figurilla femenina de El Malagón (Granada), Museo Arqueológico de Granada. Foto: Miguel A. Blanco de la Rubia

MENGA 02 REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA JOURNAL OF ANDALUSIAN PREHISTORY Publicación anual Año 1 // Número 02 // 2011

ÍNDICE 09 EDITORIAL 12 DOSSIER: ARQUEOBOTÁNICA: PAISAJE Y GESTIÓN DE LOS RECURSOS VEGETALES DURANTE LA PREHISTORIA EN ANDALUCÍA 15

Cambios en el paisaje vegetal de la región andaluza durante el Pleistoceno Superior y Holoceno Elena Fierro Enrique, Manuel Munera Giner, Santiago Fernández Jiménez, Alfonso Arribas Herrera y José Sebastián Carrión García

35

Evolución y uso de la vegetación durante la Prehistoria en el Alto Guadalquivir Mª Oliva Rodríguez-Ariza

59

Agricultura neolítica en Andalucía: semillas y frutos Guillem Pérez Jordà, Leonor Peña-Chocarro y Jacob Morales Mateos

73

Antropización y agricultura en el Neolítico de Andalucía Occidental a partir de la palinología José Antonio López Sáez, Sebastián Pérez Díaz y Francisca Alba Sánchez

87

Agricultura del III y II milenio ANE en la comarca de la Loma (Jaén): los datos carpológicos de Las Eras del Alcázar (Úbeda) y Cerro del Alcázar (Baeza) Eva Montes Moya

108 ESTUDIOS 111

Orígenes de la ocupación humana de Europa: Guadix-Baza y Orce Robert Sala Ramos, Isidro Toro Moyano, Deborah Barsky, Leticia Menédez Granda, Alonso Morilla Meneses, Ramón Torrente Casado, Andreia Pinto Anacleto, Gema Chacón Navarro, Gala Gómez Merino, Dominique Cauche, Vincenzo Celiberti, Sophie Grégoire, Marie-Hélène Moncel, Henry de Lumley, Frédéric Lebègue, Jordi Agustí Ballester, Juan Manuel Jiménez Arenas, Bienvenido Martínez Navarro, Oriol Oms Llobet y Antonio Tarriño Vinagre

135

Las explotaciones prehistóricas del sílex de la Formación Milanos (Granada, España) Antonio Morgado Rodríguez, José A. Lozano Rodríguez y Jacques Pelegrin

157

Avance a la secuencia estratigráfica del “foso 1” de Perdigões (Reguengos de Monsaraz, Portugal) a partir de las campañas 2009 y 2010 José E. Márquez Romero, José Suárez Padilla, Víctor Jiménez Jáimez y Elena Mata Vivar

CONTENTS 211 EDITORIAL 213 SPECIAL ISSUE: ARCHAEOBOTANY: LANDSCAPE AND MANAGEMENT OF PLANT RESOURCES DURING ANDALUSIAN PREHISTORY 213

Upper Pleistocene and Holocene Vegetation Changes in the Andalusian Region Elena Fierro Enrique, Manuel Munera Giner, Santiago Fernández Jiménez, Alfonso Arribas Herrera and José Sebastián Carrión García

220

Vegetation Evolution and Use during Prehistory in the Upper Guadalquivir Mª Oliva Rodríguez-Ariza

231

Neolithic Agriculture in Andalusia: Seeds and Fruits Guillem Pérez Jordà, Leonor Peña-Chocarro, and Jacob Morales Mateos

237

The Anthropization Process in the Neolithic of Western Andalusia: A Palynological Perspective José Antonio López Sáez, Sebastián Pérez Díaz, and Francisca Alba Sánchez

244

Agriculture of the 3rd and 2nd Millennia BC in the District of Loma (Jaén): Data for Plant Remains of the Eras del Alcázar (Úbeda) and Cerro del Alcázar (Baeza) Eva Mª Montes Moya

251 ARTICLES 251

The Origins of the Human Occupation of Europe: Guadix-Baza and Orce Robert Sala Ramos, Isidro Toro Moyano, Deborah Barsky, Leticia Menédez Granda, Alonso Morilla Meneses, Ramón Torrente Casado, Andreia Pinto Anacleto, Gema Chacón Navarro, Gala Gómez Merino, Dominique Cauche, Vincenzo Celiberti, Sophie Grégoire, Marie-Hélène Moncel, Henry de Lumley, Frédéric Lebègue, Jordi Agustí Ballester, Juan Manuel Jiménez Arenas, Bienvenido Martínez Navarro, Oriol Oms Llobet and Antonio Tarriño Vinagre

261

The Prehistoric Flint Exploitations of the Milanos Formation (Granada, Spain)

270

A Preliminary Report on the Stratigraphic Sequence of “Ditch 1” at Perdigões (Reguengos de

Antonio Morgado Rodríguez, José A. Lozano Rodríguez and Jacques Pelegrin Monsaraz, Portugal) according to the 2009 and 2010 Fieldwork Seasons José E. Márquez Romero, José Suárez Padilla, Víctor Jiménez Jáimez and Elena Mata Vivar

ÍNDICE

176 RECENSIONES 176

Arturo Ruiz Rodríguez Crónica de una madurez en dos pasos y 25 años. Homenaje a Luis Siret, pionero de la Prehistoria científica de Andalucía, y algo más…

182

Enrique Baquedano Pérez Isidro Toro Moyano, Bienvenido Martínez Navarro y Jordi Agustí i Ballester (coords.): Ocupaciones humanas en el Pleistoceno Inferior y Medio de la cuenca de Guadix-Baza, 2010

186

Martí Mas Cornellà Rafael Maura Mijares: Peñas de Cabrera. Guía del enclave arqueológico, 2010

189

Rui Boaventura José Enrique Márquez Romero y Víctor Jiménez Jáimez: Recintos de fosos: Geneaología y significado de una tradición en la Prehistoria del suroeste de la Península Ibérica (IV-III milenios AC), 2010

191

Manuel Eleazar Costa Caramé Alicia Perea Caveda, Oscar García Vuelta y Carlos Fernández Freire: El proyecto AU: Estudio Arqueométrico de la producción de oro en la península ibérica, 2010

193

Mariano Torres Ortiz López de la Orden, María Dolores y García Alfonso, Eduardo (eds.): Cádiz y Huelva. Puertos fenicios del Atlántico, 2010

196 CRÓNICA DEL CONJUNTO ARQUEOLÓGICO DÓLMENES DE ANTEQUERA 2010 207 NOTICIAS

CONTENTS

277 REVIEWS 277

Arturo Ruiz Rodríguez Chronicle of a two-step and 25 year process of completion. A tribute to Luis Siret, pioneer of scientific prehistory in Andalusia, and much more…

281

Enrique Baquedano Pérez Isidro Toro Moyano, Bienvenido Martínez Navarro y Jordi Agustí i Ballester (coords.): Human Occupation during the Lower and Middle Pleistocene in the Guadix-Baza Basin, 2010

284

Martí Mas Cornellà Rafael Maura Mijares: Peñas de Cabrera. Guide to the Archaeological Site, 2010

286

Rui Boaventura José Enrique Márquez Romero and Victor Jiménez Jáimez: Ditched Enclosures: Genealogy and Significance of a Tradition in the Prehistory of Southwestern Iberia (4th-3rd millennia BC), 2010

288

Manuel Eleazar Costa Caramé Alicia Perea Caveda, Oscar García Vuelta and Carlos Fernández Freire: The AU Project: An Archaeometric Study of Gold Objects from the Iberian Peninsula, 2010

290

Mariano Torres Ortiz María Dolores López de la Orden and Eduardo García Alfonso (eds.): Cádiz and Huelva. Phoenician Harbours of the Atlantic, 2010

292 CHRONICLE OF THE DOLMENS OF ANTEQUERA ARCHAEOLOGICAL SITE 2010 297 NEWS

MENGA 02 REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA JOURNAL OF ANDALUSIAN PREHISTORY Publicación anual Año 1 // Número 02 // 2011

DIRECTOR/DIRECTOR Bartolomé Ruiz González (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera) EDITORES CIENTÍFICOS/SCIENTIFIC EDITORS Gonzalo Aranda Jiménez (Universidad de Granada) Leonardo García Sanjuán (Universidad de Sevilla) EDITOR DE RECENSIONES/REVIEWS EDITOR José Enrique Márquez Romero (Universidad de Málaga) EDITORA DE MONOGRAFÍAS/MONOGRAPHS EDITOR Ana Delgado Hervás (Universidad Pompeu Fabra) SECRETARIA TÉCNICA/TECHNICAL SECRETARY Rosa Enríquez Arcas (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera) Victoria Eugenia Pérez Nebreda (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera) CONSEJO EDITORIAL/EDITORIAL BOARD Gonzalo Aranda Jiménez (Universidad de Granada) María Cruz Berrocal (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid) Ana Delgado Hervás (Universitat Pompeu Fabra) Rosa Enríquez Arcas (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera) Eduardo García Alfonso (Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía) Leonardo García Sanjuán (Universidad de Sevilla) José Enrique Márquez Romero (Universidad de Málaga) Rafael Maura Mijares (Doctor en Prehistoria) Bartolomé Ruiz González (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera) María Oliva Rodríguez Ariza (Universidad de Jaén) Victoria Eugenia Pérez Nebreda (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera) Margarita Sánchez Romero (Universidad de Granada) CONSEJO ASESOR/ADVISORY BOARD Xavier Aquilué Abadias (Museu d´Arqueologia de Catalunya) Ana Margarida Arruda (Universidade de Lisboa) Oswaldo Arteaga Matute (Universidad de Sevilla) Rodrigo de Balbín Behrmann (Universidad de Alcalá de Henares) Juan Antonio Barceló Álvarez (Universitat Autònoma de Barcelona) María Belén Deamos (Universidad de Sevilla)

MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 02.. 2011. ISSN 2172-6175

Juan Pedro Bellón Ruiz (Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma. CSIC) Joan Bernabeu Aubán (Universitat de València) Massimo Botto (Consiglio Nazionale delle Ricerche, Roma) Primitiva Bueno Ramírez (Universidad de Alcalá de Henares) Jane E. Buikstra (Arizona State University) María Dolores Cámalich Massieu (Universidad de La Laguna) Teresa Chapa Brunet (Universidad Complutense de Madrid) Robert Chapman (University of Reading) Felipe Criado Boado (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Santiago de Compostela) José Antonio Esquivel Guerrero (Universidad de Granada) Román Fernández-Baca Casares (Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico) Alfredo González Ruibal (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Santiago de Compostela) Almudena Hernando Gonzalo (Universidad Complutense de Madrid) Isabel Izquierdo Peraile (Ministerio de Cultura del Gobierno de España) Sylvia Jiménez-Brobeil (Universidad de Granada) Michael Kunst (Deutsches Archäologisches Institut, Madrid) Katina Lillios (University of Iowa) Martí Mas Cornellà (Universidad Nacional de Educación a Distancia) Fernando Molina González (Universidad de Granada) Ignacio Montero Ruiz (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid) Arturo Morales Muñiz (Universidad Autónoma de Madrid) María Morente del Monte (Museo de Málaga) Leonor Peña Chocarro (Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma. CSIC) Raquel Piqué Huerta (Universitat Autònoma de Barcelona) Charlotte Roberts (University of Durham) Ignacio Rodríguez Temiño (Conjunto Arqueológico de Carmona) Arturo Ruiz Rodríguez (Universidad de Jaén) Robert Sala Ramos (Universitat Rovira i Virgili) Alberto Sánchez Vizcaino (Universidad de Jaén) Stephanie Thiebault (Centre Nationale de Recherche Scientifique, París) Ignacio de la Torre Sáinz (Institute of Archaeology, University College London) Juan Manuel Vicent García (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid) David Wheatley (University of Southampton) Joao Zilhão (University of Bristol) EDICIÓN/PUBLISHED BY JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura

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Carmen Jiménez del Rosal TRADUCCIÓN/TRANSLATIONS David Nesbitt Morote Traducciones (www.morote.net) IMPRESIÓN/PRINTING Artes gráficas Servigraf LUGAR DE EDICIÓN/PUBLISHED IN Antequera (Málaga) FOTOGRAFÍAS/PHOTOGRAPHS Portada/Front cover: Tholos de El Romeral (Antequera, Málaga) (Foto: Javier Pérez González. © JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura)/ The Tholos of El Romeral

Unless stated otherwise, this work is licensed under an Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported Creative Commons. The paper “The origins of the human occupation of Europe: Guadix-Baza and Orce” published by Robert Salas et al will not be under the Creative Commons licence. You are free to share, copy, distribute and transmit the work under the following conditions: - Attribution. You must attribute the work in the manner specified by the author or licensor. - Noncommercial. You may not use this work for commercial purposes. - No Derivative Works. You may not alter, transform, or build upon this work.

(Antequera, Málaga) (Photo: Javier Pérez González. Andalusian Government, Ministry of Culture).

For any reuse or distribution, you must make clear to others the licence terms of this work. Any of the above conditions can be waived if you get permission from the copyright holder. Where the work or any of its elements is in the public domain under applicable law, that status is in no way affected by the licence. The complete licence can be seen in the following web

Salvo que se indique lo contrario, esta obra está bajo una licencia Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported Creative Commons. Esta licencia no será efectiva para el artículo de Robert Salas y otros titulado “Orígenes de la ocupación humana de Europa: Guadix-Baza y Orce”.

page: http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/ ISSN 2172-6175 Depósito legal: SE 8812-2011

Usted es libre de copiar, distribuir y comunicar públicamente la obra bajo las condiciones siguientes: - Reconocimiento. Debe reconocer los créditos de la obra de la manera especificada por el autor o el licenciador. - No comercial. No puede utilizar esta obra para fines comerciales. - Sin obras derivadas. No se puede alterar, transformar o generar una obra derivada a partir de esta obra.

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EDITORIAL

Promovido por el Conjunto Arqueológico de los Dólmenes de Antequera (Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía), como parte del “Memorial Luis Siret“, en septiembre de 2010 se celebró en Antequera (Málaga) el Primer Congreso de Prehistoria de Andalucía, bajo el lema “La Tutela del Patrimonio Prehistórico”. De forma expresa, esta reunión invocaba en su génesis la que se celebrara en junio de 1984 en la localidad de Cuevas del Almanzora (Almería) bajo el título “Homenaje a Luis Siret (1934-1984)” y que suele ser considerada el hito que marcó el inicio de una nueva era en la gestión del patrimonio arqueológico andaluz, bajo el signo del gobierno autonómico. Coincidiendo en su convocatoria con el 25 aniversario del Homenaje a Luis Siret, la reunión antequerana de septiembre de 2010 ha posibilitado, por primera vez en muchos años, la reunión del colectivo de arqueólogos/as involucrados en el estudio de la Prehistoria de Andalucía. Aunque tanto a escala nacional como regional en los últimos años se ha venido produciendo una notable proliferación de eventos profesionales, técnicos y científicos de todo tipo (desde cursos de formación a congresos dedicados a temas monográficos) que revela el importante grado de maduración que la Prehistoria como disciplina ha alcanzado en nuestra comunidad autónoma, desde que en 1993 se celebrase la última de las Jornadas de Arqueología Andaluza (cuya andadura se remontaba a 1985), el colectivo de prehistoriadores/as que trabajan en Andalucía había carecido de un foro de reunión de carácter generalista en el seno del cual debatir las cuestiones más relevantes en su desempeño científico, profesional o deontológico. Aquel foro cumplió una importante función en los años de gestación de todo el sistema administrativo autonómico de tutela patrimonial, y su desaparición tuvo un efecto negativo, ya que no solo privó al colectivo profesional de un medio de encuentro, sino que cercenó la conexión anual que posibilitaba entre universitarios y administradores, precisamente cuando se abría un periodo en el que el exponencial desarrollo de la denominada arqueología de gestión, empresarial o comercial iba a generar un nuevo escenario mucho más diverso y complejo dentro de la disciplina. En la reunión celebrada en Antequera han participado en torno a 150 personas, con un programa organizado en 7 mesas de comunicaciones secuencialmente estructuradas y con títulos relativos a temas generales de investigación y gestión patrimonial que la organización consideró de especial actualidad y/o interés (“historiografía”, “administrar y proteger”, “arqueometría”, “territorio”, “conservar”, “sociedad” y “difundir”), y culminadas en la última jornada con una sesión de posters. La amplia presencia de representantes de casi todos los centros universitarios y de investigación, museos y organismos administrativos ubicados en Andalucía, o con investigadores/as o equipos involucrados en el estudio y protección del patrimonio prehistórico andaluz, hizo que la reunión resultara un éxito, con aportaciones de gran nivel y una enriquecedora serie de debates.

Medalla de Menga. Obra de Francisco Javier Galán de Mester Artis. Foto: Javier Pérez González. © JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura.

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Un elemento novedoso del Congreso fue la concesión de la primera Medalla Menga de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía al mérito en la defensa, promoción y divulgación del patrimonio prehistórico andaluz a la “Mesa Ciudadana en Defensa del Paisaje Protegido y el Yacimiento de Valencina de la Concepción-Castilleja de Guzmán”. La concesión de esta medalla es importante por dos razones. Primero por la creación en sí de un premio (sin dotación económica, pero de alto valor simbólico y profesional) para reconocer la labor de personas o colectivos que destacan en su esfuerzo por defender el patrimonio prehistórico andaluz. Segundo, porque la concesión de la medalla en su primera edición ha recaído en un colectivo ciudadano que desde el año 2007 ha realizado un esfuerzo (sin precedentes en nuestra comunidad autónoma) por defender el patrimonio de un yacimiento prehistórico excepcional, cual es el de Valencina de la Concepción-Castilleja de Guzmán, que por encontrarse en el sector del área metropolitana de la ciudad de Sevilla que mayor crecimiento urbanístico ha experimentado en los últimos tres decenios, ha sufrido innumerables agresiones. La incansable labor de los colectivos ciudadanos ha logrado muy significativos avances en la difícil tarea de proteger Valencina frente a proyectos urbanísticos que iban a destruir partes muy importantes de su extensión, a la vez que ha servido para poner en perspectiva los errores administrativos y la desidia de algunos colectivos profesionales y académicos con que ha venido acompañada a menudo el planteamiento de tales proyectos, lo cual constituye sin duda una invitación para futuras reflexiones. Con independencia del constatable éxito de la reunión en cuanto a participación y desarrollo del programa, y de la novedad que ha supuesto la concesión de la primera Medalla Menga, quizás una de sus aportaciones más “intangibles” haya sido una cierta recuperación del “espíritu” de las jornadas de arqueología andaluza, que estuvieron muy presentes en la mente de todos/as los/as asistentes, como lo estuvo la de 1984 en Cuevas del Almanzora (incluso se proyectó una película rodada durante su celebración). De ese espíritu merece la pena retener, muy especialmente, la favorable disposición para la confrontación abierta y amistosa de experiencias, opiniones y visiones de nuestra práctica profesional. Varios de los/as intervinientes en la reunión antequerana (especialmente los/as procedentes de otras comunidades autónomas) señalaron el positivo clima de debate e intercambio de opiniones que presidió todas las sesiones. Ejemplo ilustrativo de ello fue la importante autocrítica de la profesión y de su trayectoria en los últimos años que quedó materializada en el manifiesto de la profesora Mª Ángeles Querol Fernández, que durante varios días motivó reflexiones de todo tipo sobre las sombras de la arqueología prehistórica andaluza, especialmente en lo concerniente a la falta de madurez en el debate científico o las necesarias responsabilidades en la gestión de la información arqueológica, en ocasiones manejada de forma paternalista. En este sentido, conviene siempre recordar, por reiterativo o incluso estereotipado que ello resulte, que la práctica científica y profesional de la arqueología (en su rama prehistórica o en otras) no puede evolucionar ni mejorar si no es mediante la práctica del debate. Si las ideas y las teorías, así como los datos en que estas deben apoyarse, no son expuestas al público y abierto escrutinio de la comunidad científica, entonces el conocimiento de la Prehistoria andaluza asumirá la forma de un discurso o narrativa cerrada, coherente en sí misma y placentera para sus proponentes, pero no se convertirá en un verdadero conocimiento científico asimilable o equiparable al que existe en otros campos de las ciencias sociales y naturales. El debate basado en el respeto y la educación con quienes proponen ideas diferentes a las propias constituye un vehículo fundamental para la mejora de la calidad de las teorías e interpretaciones que sustentan la Prehistoria. Y ello exige una sincera y favorable disposición hacia un principio intelectual muy simple: que la crítica y las opiniones de nuestras/os colegas contribuyen a mejorar nuestras explicaciones del pasado.

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Una segunda aportación de la reunión antequerana fue sin duda posibilitar un foro de encuentro y debate entre profesores/as e investigadores/as adscritos a universidades y centros de investigación por un lado y los/as técnicos/as de la administración autonómica por otra. Este encuentro es imprescindible, y debe ser mantenido en el futuro. Cuando a mediados de los años 1980 la Junta de Andalucía comenzó a asumir sus competencias en materia de protección del patrimonio histórico, su infraestructura humana y su experiencia profesional eran casi inexistentes. En aquella coyuntura histórica, el concurso de las instituciones universitarias más importantes, como Granada o Sevilla (en realidad casi las únicas existentes de la época), representó un apoyo muy importante para que el complejo sistema administrativo autonómico echara lentamente a rodar. Luego, con el tiempo, la recién nacida “criatura”, se emancipó gradualmente de las instituciones universitarias (que la habían ayudado en su primera andadura). En la actualidad, el complejo sistema administrativo de la tutela de bienes arqueológicos en Andalucía abarca un amplio organigrama de instituciones y un personal de varios cientos de personas que rebasa ampliamente el dedicado a la docencia o investigación de la prehistoria en las instituciones universitarias andaluzas. Que la administración de bienes culturales se haya emancipado de sus (en algunos casos centenarias) instituciones “progenitoras” es claramente lo que se podía y debía esperar del proceso de construcción de las instituciones autonómicas. Pero la investigación y la gestión del patrimonio arqueológico-prehistórico tienen que ir de la mano. Siendo un terreno administrativo de esencia inevitablemente técnica (por tanto científica), la gestión arqueológica no puede permitirse prescindir de un contacto fluido y constante y de una colaboración intensa con la universidad sin afrontar el riesgo de quedarse progresivamente desconectada de la realidad de la arqueología. La universidad es una institución que, por su propia naturaleza, persigue mantenerse al día en las corrientes más innovadoras que se dan en el campo de la ciencia arqueológica. Esto no quiere decir, por supuesto, que en las universidades no haya síntomas y elementos de obsolescencia más o menos puntuales: evidentemente los hay. Pero, por definición, y por la esencia de su dedicación y desempeño profesionales, los/as investigadores/as universitarios/as siempre tenderán a estar más pendientes de las novedades teóricas, técnicas, metodológicas y procedimentales de la disciplina. Por tanto, la iniciativa de la celebración del I Congreso de Prehistoria de Andalucía abre la esperanza de una etapa caracterizada por una colaboración estrecha entre universidad y administración autonómica, de forma que se mantengan la frescura, la actualización y la efectividad de las políticas y procedimientos de gestión de bienes culturales, algo que solo puede ser positivo para el patrimonio arqueológico-prehistórico andaluz. La necesaria colaboración entre centros de investigación y administración debe incorporar a otros agentes surgidos en estos últimos años. Por una parte, es de gran importancia el creciente papel que en la difusión del Patrimonio Prehistórico andaluz están adquiriendo los museos, que estuvieron ampliamente representados en la reunión de Antequera. Los debates habidos abordaron las nuevas líneas de trabajo, las interpretaciones e incluso los nuevos hallazgos que han aparecido en los últimos años y están cambiando la percepción de numerosos problemas del pasado prehistórico en el mundo científico, pero que a veces tardan en llegar al público general a través de los Museos, su vehículo natural de transmisión, dada la dificultad y lentitud con se transforman los discursos museológicos. Otros agentes fundamentales en la configuración actual del patrimonio arqueológico andaluz, como son los/as profesionales que se dedican a la arqueología empresarial, o a los movimientos cívicos en defensa del patrimonio, estuvieron también presentes en el congreso de Antequera bien participando en la sesión de posters, bien como ponentes, bien como asistentes.

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DOSSIER ARQUEOBOTÁNICA: PAISAJE Y GESTIÓN DE LOS RECURSOS VEGETALES DURANTE LA PREHISTORIA EN ANDALUCÍA

El dolmen de El Toconal (Olvera, Cádiz) y su relación con el paisaje. Foto: Miguel A. Blanco de la Rubia.

MENGA

02 Cambios en el paisaje vegetal de la región andaluza durante el Pleistoceno Superior y Holoceno Elena Fierro Enrique, Manuel Munuera Giner, Santiago Fernández Jiménez, Alfonso Arribas Herrera y José Sebastián Carrión García Evolución y uso de la vegetación durante la Prehistoria en el Alto Guadalquivir Mª Oliva Rodríguez-Ariza Agricultura neolítica en Andalucía: semillas y frutos Guillem Pérez Jordà, Leonor Peña-Chocarro y Jacob Morales Mateos Antropización y agricultura en el Neolítico de Andalucía Occidental a partir de la palinología José Antonio López Sáez, Sebastián Pérez Díaz y Francisca Alba Sánchez Agricultura del III y II milenio ANE en la comarca de la Loma (Jaén): los datos carpológicos de Las Eras del Alcázar (Úbeda) y Cerro del Alcázar (Baeza) Eva Montes Moya

Bosque galería del Parque Natural de Los Alcornocales (Cádiz). Foto: Elena Fierro Enrique.

DOSSIER

CAMBIOS EN EL PAISAJE VEGETAL DE LA REGIÓN ANDALUZA DURANTE EL PLEISTOCENO SUPERIOR Y HOLOCENO Elena Fierro Enrique1/2, Manuel Munuera Giner3, Santiago Fernández Jiménez1, Alfonso Arribas Herrera2 y José Sebastián Carrión García1

Resumen En este artículo se revisan algunos aspectos de la dinámica vegetal durante el Pleistoceno Superior y Holoceno en Andalucía a partir de fuentes de datos polínicos, dedicando especial atención a los interglaciales y a la colonización tardiglacial y holocena. Junto con las influencias, climática y antrópica, se destaca la importancia de los condicionantes históricos, las interacciones bióticas y los procesos estocásticos en la configuración del paisaje actual. Igualmente se analizan qué zonas de Andalucía pudieron actuar como refugios glaciales para las especies leñosas mesotermófilas y los impactos sobre la vegetación derivados de la instalación de algunas sociedades humanas en esta región.

Palabras clave: Paleoecología, Palinología, Biogeografía histórica, Cuaternario, Andalucía.

UPPER PLEISTOCENE AND HOLOCENE VEGETATION CHANGES IN THE ANDALUSIAN REGION Abstract This paper reviews some aspects of the Upper Pleistocene and Holocene vegetation change in Andalusia from pollen data and focusing on interglacials periods and lateglacial developments of angiosperm forests. Along with climatic and anthropic influences, the importance of historical factors, biotic interactions and stochastic processes in the current landscape configuration are emphasized. Different regions of Andalusia are scrutinized in order to establish which areas could have acted as glacial refugia of woody plant species as well as the impacts due to human activities from mid-Holocene onwards.

Keywords: Palaeoecology, Palynology, Historical Biogeography, Quaternary, Andalusia.

1

Departamento de Biología Vegetal. Facultad de Biología. Universidad de Murcia. [ [email protected] ]; [ [email protected] ]; [ [email protected] ] Museo Geominero. Departamento de Infraestructura Geocientífica y Servicios. Instituto Geológico y Minero de España. [ [email protected] ]; [ [email protected] ] 3 Departamento de Ciencia y Tecnología Agraria. Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica. Universidad Politécnica de Cartagena. [ [email protected] ] 2

Recibido: 07/04/2011; Aceptado: 18/05/2011

MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 02.. 2011. PP. 15-33. ISSN 2172-6175 // DOSSIER

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ELENA FIERRO ENRIQUE, MANUEL MUNUERA GINER, SANTIAGO FERNÁNDEZ JIMÉNEZ, ALFONSO ARRIBAS HERRERA Y JOSÉ SEBASTIÁN CARRIÓN GARCÍA

INTRODUCCIÓN Aunque ha existido un déficit histórico en la producción de información paleoecológica, y más específicamente, paleobotánica, para la región andaluza, durante los últimos años esta situación ha ido cambiando favorablemente. Este artículo se justifica por la necesidad de compilar de forma crítica toda esta información, ponerla en contexto biocronológico y abrir perspectivas de investigación futura. Andalucía no representa solamente el extremo meridional de la Península Ibérica, sino más relevantemente, viene a ser el extremo suroccidental de Eurasia, región, por lo tanto, transicional entre dos continentes y, metafóricamente, un fondo de saco en términos biogeográficos y evolutivos. Las implicaciones de esta particular situación espacial son múltiples y, entre ellas, cabe destacar una peculiar respuesta de la vegetación ante los cambios climáticos. La palinología cuaternaria está indudablemente habilitada para indagar sobre este fenómeno utilizando como marco temporal de referencia los últimos 2,5 millones de años. Lamentablemente, el registro polínico, y por tanto, de flora y vegetación, está concentrado en los últimos milenios del

Holoceno. No obstante, también se dispone de datos fragmentarios y muy significativos para las fases glaciales del Pleistoceno andaluz. Podemos avanzar la existencia de un contingente florístico con elevada diversidad, la permanencia de muchos elementos durante las fases glaciales y una dinámica postglacial única en el contexto peninsular y continental.

DINÁMICA VEGETAL DURANTE EL ÚLTIMO INTERGLACIAL Durante la última fase interglacial, el aumento de las temperaturas unido al descenso de la aridez se tradujo en un importante desarrollo de la vegetación arbórea con respecto al período anterior. Así, en términos generales, las formaciones esteparias con pinos, heredadas de las fases risienses, acabaron siendo sustituidas por bosques mixtos de quercíneas acompañados por un cortejo arbustivo florísticamente no muy distinto del actual matorral mediterráneo, pero en los que también habría cabida para algunos árboles caducifolios. Sin embargo, el tapiz herbáceo estaría constituido mayoritariamente por especies de marcado carácter xerófilo, al tiempo que perdurarían coníferas como Pinus, Abies, Cedrus, Juniperus o Taxus.

Fig. 1. Mapa con la localización de las secuencias polínicas mencionadas en el texto.

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MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 02. 2011. PP. 15-33. ISSN 2172-6175 // DOSSIER

CAMBIOS EN EL PAISAJE VEGETAL DE LA REGIÓN ANDALUZA DURANTE EL PLEISTOCENO SUPERIOR Y HOLOCENO

No disponemos hasta la fecha de suficientes secuencias polínicas que cubran el último Interglacial en Andalucía a partir de las que poder inferir los procesos responsables de estos cambios de vegetación, o conocer las fluctuaciones climáticas durante este período (González-Sampériz et al., 2010). Entre las pocas disponibles (Fig. 1) merecen

especial atención la de la turbera de Padul (Florschütz et al., 1971; Pons y Reille, 1988; Valle Hernández et al., 2003) (Fig. 2) al tratarse de la secuencia que proporciona más información para este período junto a la de la cueva de la Carihuela (Carrión García, 1990, 1992; Carrión García et al., 1998; Fernández Jiménez et al., 2007) (Fig. 3) no muy

Fig. 2. Diagrama polínico sintético de la secuencia de la turbera de Padul. Abajo: Desde el Prewürm hasta el Würm medio, arriba: desde el Würm medio hasta el Holoceno. Redibujado de Pons y Reille, 1988.

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Fig. 3. Diagrama polínico de taxones seleccionados de la cueva de La Carihuela. Modificado de Fernández Jiménez et al., 2007.

Fig. 4. Correlación cronobioestratigráfica de las secuencias de Carihuela (Fernández Jiménez et al., 2007) y Padul (Pons y Reille, 1988). Modificado a partir de Fernández Jiménez et al., 2007.

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distanciada de la primera y también en la provincia de Granada. Esta última presenta una secuencia temporal cuyo inicio se sitúa en torno a 117000 años BP según datación por Th/U (Carrión García et al., 1998). En ambas secuencias (Fig. 4) el último Interglacial aparece caracterizado por la dominancia de formaciones de Quercus y Olea (Carrión García et al., 2000; Fernández Jiménez et al., 2007; GonzálezSampériz et al., 2010) junto a Ericaceae. Son frecuentes también coníferas (Pinus y Juniperus) y una amplia diversidad de mesófitos como Alnus, Betula, Corylus, Ulmus, Fraxinus y Buxus, aunque éste último género sólo aparece de forma muy puntual en Padul donde además se detecta, a diferencia de cueva de La Carihuela, polen de Acer, así como de otras coníferas (Abies, Cedrus y Taxus) y Vitis. Parece interesante destacar la existencia de importantes oscilaciones de polen arbóreo que podrían ser resultado de la respuesta de la vegetación a complejos y continuos cambios climáticos o, más bien, podrían haberse originado como consecuencia de procesos de competencia intrínseca y de carácter

estocástico junto a condicionantes históricos (dónde se ubicaban los refugios glaciales, tamaño de las poblaciones que albergaban, etc.) además de factores climáticos que, en conjunto, promoverían cambios en la abundancia y distribución de los taxones. Otras secuencias que contienen información para el último Interglacial son Cueva Bajondillo (López-Sáez et al., 2007; Cortés-Sánchez et al., 2008) en el término municipal de Torremolinos (Málaga) y Alfaix (Schulte et al., 2008) en la cuenca inferior del río Aguas (Almería). En Cueva Bajondillo, los niveles basales 18 y 19 (Fig. 5) se atribuyen presumiblemente, al no disponer de datación cronológica que así lo atestigüe, al estado isotópico 5. A lo largo de este período se observa un patrón de vegetación mosaicista similar al observado en cueva de La Carihuela y Padul, con predominio de Quercus y Olea/Phillyrea, Pistacia, Myrtus y Rhamnus junto a coníferas (de nuevo Pinus y Juniperus) y bosques con planifolios (Alnus, Betula, Corylus, Fraxinus, Salix, Ulmus y Juglans). Se detecta además la presencia de iberonorteafricanismos como Withania.

Fig. 5. Diagrama polínico de taxones seleccionados de la Cueva Bajondillo, Torremolinos (Málaga). Redibujado a partir de Cortés-Sánchez et al., 2008 y López-Sáez et al., 2007.

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La secuencia polínica obtenida en los travertinos de Alfaix pone de relieve la existencia de dos etapas claramente diferenciables durante el último Interglacial. La primera de ellas se corresponde con la zona polínica A1b (Fig. 6) y muestra una vegetación con bajos porcentajes de polen arbóreo siendo el pino el principal contribuyente, acompañado de altos porcentajes de gramíneas. Esta fase podría corresponder a los primeros momentos del Pleistoceno Superior, más concretamente, a un período de transición desde un subestadio frío a otro más cálido. Según los autores del trabajo palinológico, una correlación aceptable podría estar centrada en el subestadio OIS 5d (Burjachs Casas, en prensa). A continuación, le sucede una fase (zona polínica A2) en la que se incrementa sustancialmente el componente arbóreo, destacando como en todas las secuencias anteriores los altos porcentajes de Quercus y Olea. A éstos les acompaña un cortejo arbustivo con taxones típicamente mediterráneos (Myrtus, Cistaceae, Erica y Thymelaeaceae). Altos porcentajes de Olea también han sido observados en otros puntos del Mediterráneo donde este taxón alcanza valores más altos que durante el Holoceno (Carrión García et al., 2000). Fuera del territorio andaluz, otras secuencias polínicas también recogen el predominio de un

bosque mixto compuesto principalmente por quercíneas junto a árboles caducifolios y taxones termófilos. Así, por ejemplo, el estudio en alta resolución del testigo marino MD95-2042 (SánchezGoñi et al., 1999, 2000) procedente de la costa suroeste de Portugal pone de manifiesto el desarrollo de un bosque de Quercus durante el período Eemiense en paralelo al de taxones mediterráneos como Ericaceae, Olea y Pistacia. Junto a éstos se registra la presencia de taxones arbóreos como Fraxinus, Alnus, Salix y Carpinus, género este último que, por sus elevados porcentajes, se ha considerado biocronológicamente característico del último Interglacial en Europa (Tzedakis y Bennett, 1995).

RESPUESTAS DE LA VEGETACIÓN A LOS CAMBIOS CLIMÁTICOS DE CONDICIONAMIENTO ORBITAL DURANTE EL PLEISTOCENO El clima durante el Pleistoceno ha estado sometido a fuertes oscilaciones que han conducido a una alternancia periódica de fases glaciales e interglaciales desencadenadas en su origen por causas astronómicas de recurrencia milenaria, fundamentalmente, variaciones cíclicas de la órbita terrestre que se producen con una frecuencia en torno a 100000-125000

Fig. 6. Histograma polínico de la secuencia de los travertinos de Alfaix, cuenca inferior del río Aguas (Almería). Redibujado de Schulte et al., 2008.

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años. A este mecanismo inductor, que conllevaría cambios en la distribución estacional de la insolación que incide sobre la Tierra, se le sumarían otros que implicarían cambios en la circulación oceánica y sobre el albedo terrestre, aumentando el alcance de las consecuencias del primero. Durante la mayor parte del Pleistoceno, extensas áreas del norte de Europa estuvieron cubiertas de hielo así como las grandes cadenas montañosas del centro y sur de este continente, al tiempo que en la Europa meridional tenía lugar un incremento notable de la aridez. Estas fases glaciales con una duración media aproximada de 100000 años eran interrumpidas por intervalos de tiempo más cortos, de unos 10 a 20 mil años, de clima cálido y húmedo interglacial (Comes y Kadereit, 1998). En fase con esta dinámica glacial-interglacial se han registrado importantes cambios en la distribución y composición de la vegetación. Secuencias polínicas como la obtenida a partir del testigo marino Andalucía G1 (Feddi et al., 2011) que fue recuperado en el Mar de Alborán, a pocos kilómetros de la costa malagueña, evidencian un amplio desarrollo de estepas frente a una retracción de las formaciones termófilas durante la transición Plioceno-Pleistoceno. Esta dinámica parece ser la dominante en Andalucía con la llegada de cada nueva fase glacial. Así, al iniciarse las condiciones de aridez acompañadas de un notable descenso de las temperaturas, tendría lugar la desaparición de muchas poblaciones vegetales de modo que, algunas especies se irían viendo abocadas a la extinción mientras que otras podrían mantener algunas poblaciones en áreas reducidas con microclimas más favorables donde persistirían hasta la llegada de una nueva fase interglacial. Por el contrario, estas difíciles condiciones climáticas serían propicias para la extensión de herbáceas de marcado carácter xerófito y heliofítico como Artemisia, Ephedra, Calligonum, Poaceae, Chenopodiaceae, Asteraceae, Lamiaceae, Lygeum, Amaranthaceae y Aizoaceae, entre otras. Durante los interglaciales, los reductos de bosques que hubiesen sobrevivido a la glaciación anterior servirían como punto de partida para la colonización del territorio. De este modo se expandirían de nuevo taxones como Quercus, Olea, Fraxinus, Pistacia, Alnus, Corylus o Cistaceae. En algunas zonas se observa también un desarrollo alternante entre bosques de angiospermas y coníferas (Carrión García et al., 2000).

Podemos afirmar entonces que los cambios climáticos de condicionamiento orbital durante el Pleistoceno forzaron en la vegetación respuestas de gran magnitud. Hemos de tener en cuenta que los tiempos de supervivencia de los organismos vegetales están muy por debajo de aquellos en los que se miden los fenómenos orbitales, lo que lleva consigo un profundo impacto sobre poblaciones e individuos (Bennett, 1997).

REFUGIOS GLACIALES DE VEGETACIÓN LEÑOSA TERMÓFILA Existen numerosas evidencias palinológicas de que muchas zonas de Andalucía actuaron como refugios glaciales para multitud de especies arbóreas y arbustivas. Entre los registros que así lo sugieren se encuentran cueva de La Carihuela (Carrión García et al., 1998), Padul (Pons y Reille, 1988), cueva de Las Ventanas (Carrión García et al., 2001a), Siles (Carrión García, 2002), El Asperillo (Stevenson, 1984), Mari López (Yll Aguirre et al., 2003), Cueva Bajondillo (López-Sáez et al., 2007; Cortés-Sánchez et al., 2008), San Rafael (Pantaleón-Cano et al., 2003), MD95-2043 (Fletcher y Sánchez-Goñi, 2008) y Gorham (Carrión García et al., 2008). En cueva de La Carihuela y Padul, la presencia prácticamente continua de Pinus durante todo el transcurso de la última glaciación así como la presencia más o menos persistente de taxones como Quercus y, en el caso de Padul, también Juniperus, Betula, Alnus, Salix y ericáceas, junto a la rápida aparición y progresión de otros taxones termófilos al comienzo del Holoceno, sugieren la presencia de refugios glaciales cercanos. El análisis polínico de coprolitos de hiena procedentes de la cueva de Las Ventanas, a tan sólo 500 m de la cueva de La Carihuela, apoya aún más la idea de que los valles interiores de Sierra Nevada debieron actuar como un reservorio de fitodiversidad durante la última glaciación. En cronología probablemente tardiglacial (c. 12780 años cal BP), los resultados polínicos de Las Ventanas recogen la existencia de Pinus, Juniperus, Abies, Quercus, Betula, Corylus, Alnus, Acer, Taxus, Myrtus, Buxus, Sorbus, Olea, Erica arborea, Pistacia, Ephedra fragilis, Viburnum, Sambucus, Genisteae, Thymelaeaceae, Cistus y Rhamnus. El registro de la Laguna de Siles (Fig. 7), en la Sierra de Segura, pone de manifiesto, de forma más evidente, durante 20300 a 11900 años cal BP, la presencia de

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Fig. 7. Diagrama polínico de la secuencia de la Laguna de Siles. Redibujado de Carrión García, 2002.

Pinus pinaster, Juniperus, Acer, Taxus, Arbutus, Buxus, Ulmus, Salix, Corylus, Betula, Fraxinus, Quercus, Ericaceae, Rhamnus, Pistacia, Phillyrea, Cistus y Olea. Estos datos ratifican especialmente la existencia de importantes enclaves refugio en los valles interiores de las Cordilleras Béticas. Estas últimas habrían suministrado una alta variabilidad topográfica y posibilitado, al mismo tiempo, la migración vertical de las poblaciones arbóreas y arbustivas en respuesta a los pulsos climáticos. Junto con los valles intramontañosos, la costa andaluza jugó un papel fundamental en la preservación de la vegetación termófila a lo largo del Pleistoceno. Las zonas costeras se habrían caracterizado por ciertos aportes de humedad que habrían combatido la aridez imperante en otras áreas y presentarían condiciones de temperatura menos extremas. Así, tenemos en el litoral de la provincia de Huelva, El Asperillo, que apoya la existencia de refugios glaciales de quercíneas y árboles caducifolios, además de pino piñonero y vegetación litoral mediterránea, durante el final del Pleistoceno (Stevenson, 1984) (Fig. 8) y el sondeo llevado a cabo en el lucio de Mari López, en las marismas del Guadalquivir. Este último sostiene la presencia en fecha anterior a 47000 años BP, posiblemente en fase pleniglacial, de Pinus,

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Juniperus, Alnus, Olea y Quercus (Yll Aguirre et al., 2003) (Fig. 9). En la costa de Málaga, la secuencia de la Cueva Bajondillo (Fig. 5) constata, en torno al último Máximo Glacial, la presencia de Abies, Cedrus, Pinus, Juniperus, Alnus, Betula, Corylus, Fraxinus, Salix, Ilex, Quercus e incluso de taxones tan termófilos como Cistus ladanifer, Erica y Withania frutescens. Otra secuencia litoral, San Rafael, en la costa sur de Almería, evidencia la existencia durante el Pleniglacial Superior (c. 20058 años cal BP) de poblaciones de Pinus, Corylus, Quercus, Olea y Pistacia (Fig. 10). Próximo a San Rafael, en la zona central del mar de Alborán, el testigo marino MD952043 muestra curvas continuas de Quercus, Pinus, Cedrus, Ericaceae y Juniperus desde 45000 años BP hasta comienzos del Holoceno, al tiempo que registra la presencia puntual de Olea y Pistacia. Los coprolitos de cánidos y, en menor medida de hiénidos, procedentes de la cueva de Gorham (Gibraltar) han revelado la existencia de un gran reservorio de fitodiversidad en el extremo sur peninsular durante el Pleistoceno Superior que habría albergado árboles caducifolios (Corylus, Alnus, Betula,

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Fig. 8. Histograma de la secuencia polínica El Asperillo para el testigo AS3. Redibujado de Stevenson, 1984.

Fig. 9. Diagrama de algunos taxones seleccionados para el registro palinológico del Pleistoceno Superior y Holoceno del lucio de Mari López. Nótese que en color gris claro aparecen las curvas ampliadas para Olea, Juniperus y Alnus. Modificado de Yll Aguirre et al., 2003.

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Fig. 10. Diagrama polínico sintético de San Rafael. Se indica ampliación de las curvas polínicas para los taxones Corylus y Quercus caducifolios en color gris. Redibujado de Pantaleón-Cano et al., 2003.

Fig. 11. Diagrama polínico para taxones arbóreos (AP) hallados en los coprolitos de la cueva de Gorham. Redibujado de Carrión García et al., 2008.

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Castanea, Ulmus, Fraxinus, Acer y Salix) y especies de bosque mediterráneo (Pinus, Quercus, Arbutus, Olea, Phillyrea, Viburnum, Rhamnus) junto a arbustos xerotermófilos (Maytenus, Myrtus, Calicotome) (Carrión García et al., 2008, en prensa) (Fig.11). Pese a toda esta información, debemos tener presente que los datos con los que contamos en la actualidad sobre refugios glaciales conducen a una subestimación de los mismos, provocada en parte, porque las investigaciones que se han llevado a cabo han sido muy limitadas, pero también, porque las poblaciones aisladas de árboles tienden a ser invisibles en los registros palinológicos (Carrión García et al., 2008). Además, debemos considerar que la productividad polínica de los árboles puede verse afectada bajo condiciones climáticas desfavorables (Leroy, 2007). Evidencias no palinológicas que apoyan la existencia de refugios glaciales en Andalucía son la persistencia en esta región de un considerable número de especies relictuales de origen subtropical, es decir, especies que habrían resistido desde el Terciario a todas las fluctuaciones climáticas acaecidas durante el Cuaternario. Entre éstas se encuentran el laurel (Laurus nobilis), el ojaranzo (Rhododendron ponticum) o el avellanillo (Frangula alnus). Otras evidencias adicionales proceden de estudios filogeográficos, basados en ADN cloroplástico y aloenzimas, que predicen una mayor diversidad genética para las poblaciones actuales localizadas en zonas de refugios glaciales. Durante la recolonización que sobreviene a una Terminación se espera que tenga lugar una pérdida de alelos y con ello una pérdida de diversidad genética en las nuevas poblaciones conforme aumente la distancia con la población de partida debido a cuellos de botella y efectos fundadores.

CAMBIOS DE VEGETACIÓN DURANTE LA ÚLTIMA DEGLACIACIÓN Y PROCESOS DE COLONIZACIÓN DURANTE EL HOLOCENO En relación con el resto de la Península Ibérica, en las secuencias andaluzas se observa una clara anticipación tardiglacial sobre el cambio de vegetación que acontece con la llegada del Holoceno. En cueva de La Carihuela (Píñar, Granada), Cueva Bajondillo (Torremolinos, Málaga), El Pirulejo (Priego de Córdoba, Córdoba) y en el sondeo marino de Alborán MD95-2043 (Carrión García et al., 1998; López-Sáez et al., 2007, 2008; Cortés-Sánchez et al., 2008;

Fletcher y Sánchez-Goñi, 2008) éste tiene lugar en torno a 15000 años BP; en Siles (Sierra de Segura, Jaén; Carrión García, 2002) en 12100 años BP y por último en Padul (Valle de Lecrín, Granada; Pons y Reille, 1988) en 13000 años BP. Así, por ejemplo, en la secuencia de Charco da Candieira (Van der Knaap y Van Leeuwen, 1997) de la portuguesa Serra da Estrela, no se detectan patrones similares de cambio hasta una fecha próxima a 10000 años BP. En el sector occidental de la Sierra de Ancares, la secuencia lucense de Pozo do Carballal (Muñoz Sobrino et al., 1997) parece compartir una cronología similar a la de Charco da Candieira, donde no es hasta después de 10300 años BP cuando el roble inicia una notable expansión. En el noreste peninsular, la secuencia litoral gerundense de Banyoles (Pérez-Obiol y Julià Brugués, 1994) muestra patrones de cambio de vegetación significativos en torno a 11500 años cal BP y la del Portalet, en el pirineo oscense (GonzálezSámperiz et al., 2006), en fecha próxima a 10500 años BP. En términos generales, este cambio de vegetación consiste fundamentalmente en la sustitución de pinares por un modelo forestal de dominancia angiospérmica basado principalmente en quercíneas y, en menor medida, en mesófitos como Betula, Corylus, Ulmus, Alnus, Fraxinus o Fagus. En las secuencias andaluzas, cabe destacar durante las primeras etapas de sustitución un mayor protagonismo de los Quercus perennifolios frente a los caducifolios (Siles, Padul, Cueva Bajondillo, San Rafael) a diferencia de lo que ocurre en el noreste peninsular, donde sucede lo contrario. Sin embargo, existen numerosas excepciones a este patrón general, como puede observarse en secuencias del litoral de la provincia de Huelva donde el pino es el taxón principal durante prácticamente todo el registro holocénico. Así sucede en El Asperillo (Stevenson, 1984) y El Acebrón (Stevenson y Harrison, 1992). A veces se constatan porcentajes similares a Quercus (Carrión García et al., 2000) como ocurre en la Laguna de las Madres (Stevenson, 1985; Yll Aguirre et al., 2003) y en el lucio de Mari-López (Yll Aguirre et al., 2003). Una continua hegemonía del pino en las vegetaciones forestales del Tardiglacial y Holoceno también se refleja en las secuencias jienenses de Siles (Carrión García, 2002) y Cañada de la Cruz (Carrión García et al., 2001b). En otras secuencias de Andalucía oriental la diferencia estriba en la cronología con la que el género Quercus rebasa los porcentajes polínicos de Pinus,

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no sucediendo hasta bien avanzado el Holoceno, como en la secuencia de la Cañada del Gitano, en la Sierra de Baza (Carrión García et al., 2007), donde tiene lugar en fecha próxima a 2560 años cal BP o en la de la Sierra de Gádor (Carrión García et al., 2003) donde el reemplazamiento de pinares por formaciones forestales dominadas por Quercus ocurre alrededor de 6060 años cal BP. Esta alta perdurabilidad de los pinares en algunas zonas de la geografía andaluza, sin duda, condicionada por la extensión de éstos últimos a lo largo de todo el Pleistoceno Superior, puede explicarse en base a una alta resiliencia de estas formaciones vegetales frente a las perturbaciones. Esta propiedad les llevaría a presentar una alta elasticidad frente a los agentes desestabilizadores, de modo que sólo experimentarían cambios notables cuando éstos superasen un cierto valor umbral. Por otro lado, ciertas condiciones edáficas y topográficas les habrían favorecido durante interacciones de competencia frente a Quercus y otras angiospermas, del mismo modo que el fuego parece haber favorecido la progresión de Quercus y maquias mediterráneas en algunos sectores del Sistema Bético (Carrión García, 2003; Riera Mora, 2006). Todo esto pone de relevancia que el clima no es el único factor, ni con frecuencia el más determinante, que interviene en la dinámica vegetal. Las numerosas fluctuaciones que observamos en las curvas polínicas de taxones como Pinus y Quercus en la mayoría de los diagramas para el Holoceno andaluz podrían explicarse por estos otros factores. Entre éstos se hallarían, como ya hemos apuntado, las condiciones edáficas y fisiográficas locales, fenómenos de competencia interespecífica y la tasa y frecuencia de incendios. La historia biológica de los grupos implicados también parece haber jugado un papel fundamental en la respuesta vegetal así como su capacidad de dispersión, velocidad de migración, otras interacciones bióticas y la acción antrópica.

LA VEGETACIÓN ANTROPOGÉNICA Y CONDICIONANTES HISTÓRICOS DEL PAISAJE VEGETAL ACTUAL No cabe duda de que el ser humano ha actuado sobre los ecosistemas naturales modificando el paisaje vegetal tanto de forma intencionada como involuntaria desde tiempos prehistóricos pero, principalmente, durante la segunda mitad del Holoceno, siendo a

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partir del siglo XIX, tras la Revolución Industrial, cuando su influencia ha adquirido mayor alcance. Sin embargo, no resulta fácil cuantificar el papel de la acción antrópica en la respuesta vegetal frente a otros factores ecológicos o climáticos ya que con frecuencia unos actúan sobre los otros y a menudo comparten causas y efectos. No obstante, algunos rasgos de los diagramas polínicos proporcionan información acerca de actividades antrópicas. Así, la presencia o incremento de algunos taxones pueden ser utilizados como indicadores de agriculturización (Plantago, Cerealia, Papaver, Centaurea aspera, Puccinia), de arboricultura (Vitis, Olea, Juglans, Castanea) o de pastoreo y nitrificación (Polygonum aviculare, Riccia, Sordariaceae, Rumex). Es frecuente además, que los episodios antropogénicos vengan acompañados de incrementos exponenciales en la tasa de variación de las muestras polínicas, así como en la concentración de microcarbones del sedimento estudiado. Tras el Óptimo Holoceno mesofítico (7500-5000 años cal BP) tiene lugar un cambio climático aridificante (Yll Aguirre et al., 1994; Burjachs Casas et al., 1997; Pantaleón-Cano et al., 2003) que unido al impacto de las sociedades humanas da lugar a una progresiva xerofitización del paisaje. Este proceso ha quedado muy patente en secuencias como la de Sierra de Baza (Carrión García et al., 2007) o Sierra de Gádor (Carrión García et al., 2003) en las que la acción antrópica parece estar ligada a los principales cambios de vegetación, actuando como un contingente de primer orden. En ambas secuencias, la cultura de El Argar (c. 4400-3500 años cal BP) parece haber tenido un fuerte impacto en la vegetación del entorno, observándose durante este período un notorio descenso de la cobertura arbórea y un cambio abrupto en las comunidades vegetales que pasarían a ser dominadas por especies de carácter más xerófito, mejor adaptadas al estrés por herbivoría, fuego y sequía estival (Figs. 12, 13 y 14). Tan importante hubo de ser esta transformación del paisaje que el final de la cultura argárica, el denominado “colapso argárico”, podría haber tenido un fuerte condicionamiento ambiental (Carrión García et al., 2007). Otro episodio importante de cambio en la secuencia de la Sierra de Gádor acontece durante el Imperio Romano. Es entonces cuando parece tener lugar un pastoreo más intensivo, avalado por el incremento en la presencia de taxones como Sordariaceae, Riccia y Polygonum aviculare junto a la extensión del matorral espinescente (Genisteae, Periploca,

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Fig. 12. Diagrama polínico sintético de la secuencia de Baza incluyendo la variación en la concentración de microcarbones. Redibujado de Carrión García et al., 2007.

Fig. 13. Diagrama polínico de indicadores antropogénicos y matorral espinoso junto a gramíneas y otras herbáceas de la secuencia de Baza. Redibujado de Carrión García et al., 2007.

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Fig. 14. Diagrama polínico de taxones seleccionados y variación de microcarbones en la secuencia de Gádor. Modificado de Carrión García et al., 2003.

Fig. 15. Variación de microcarbones, indicadores antropogénicos y otros microfósiles junto a la tasa de variación de las muestras polínicas en la secuencia de Siles. Redibujado de Carrión García, 2002.

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Berberis, Ononis, Calicotome), además de un incremento en la virulencia de los fuegos (percibido como el incremento en la concentración de microcarbones). La primera aparición de Vitis y el aumento en los porcentajes polínicos de Castanea y Cupressaceae, dan información acerca de actividades de arboricultura.

cultura ibérica en valles próximos localizados a menor altitud. Durante esta fase se aprecia una importante deforestación y los primeros indicadores de agriculturización (Vitis, Puccinia) al tiempo que las actividades de pastoreo se intensifican y tiene lugar la expansión del matorral espinescente cacuminal.

En la Cañada del Gitano también puede observarse, en torno a 2560 años cal BP, otra importante transformación vegetal, en coincidencia con la expansión de la

La secuencia de la Laguna de Siles (Carrión García, 2002) también apunta hacia la actividad humana como principal agente perturbador sobre la vegetación, res-

Fig. 16. Cambios principales en los espectros polínicos de la secuencia de la Cañada de la Cruz, Sierra de Segura. Arriba: taxones leñosos, abajo: taxones NAP. Redibujado de Carrión García et al., 2001.

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ponsable de cambios de la especie dominante, de la disminución de la fitodiversidad y de la regresión del bosque durante los últimos 2500 años en conjunción con un clima cada vez más árido (Fig. 15). Sin embargo, no siempre los cambios abruptos de vegetación observados en las secuencias polínicas para el Holoceno son atribuibles a perturbación antropogénica. Un buen ejemplo lo tenemos en la secuencia de la Cañada de la Cruz (Carrión García et al., 2001b) donde no aparecen indicadores de agricultura y pastoreo hasta después de 690 años cal BP, sin embargo se observan oscilaciones abruptas en las curvas polínicas en torno a 8500, 3600, 2750, 1400 y 690 años cal BP sin que puedan ser atribuidas a discontinuidades en la sedimentación (Fig. 16). En este caso, es la hipótesis de control climático la que adquiere mayor firmeza. Dada la localización de la Cañada de la Cruz, a 1595 m de altitud, en el ecotono forestal de la Sierra de Segura, no serían necesarias oscilaciones climáticas muy pronunciadas para promover cambios en la vegetación. Si bien el pastoreo parece haberse desarrollado ampliamente durante la segunda mitad del Holoceno

en las sierras andaluzas del sector oriental, en las zonas bajas de Andalucía occidental y central fueron las actividades agrícolas las que conocieron un fuerte despliegue. En el registro de la Laguna de Medina, Jerez de la Frontera (Cádiz), Reed et al. (2001) apuestan por la presencia de actividades agrícolas desde el Neolítico y durante el Calcolítico apoyándose en la presencia de plantas ruderales como Rumex o Plantago desde la base de la secuencia (Fig. 17). Sin embargo, no es hasta fecha próxima a 1000 años cal BP cuando la actividad humana se intensifica, siendo responsable de la extensión del encinar en detrimento del alcornocal. La influencia del Imperio Romano se deja ver en esta secuencia por el gran aumento que alcanza Olea en torno a 2000 años cal BP. Otras secuencias como la de la Laguna de Zóñar (Córdoba) localizada en la depresión del Guadalquivir (Valero-Garcés et al., 2006; Martín-Puertas et al., 2008) inducen a pensar que el cultivo del olivo podría haberse llevado a cabo localmente, con anterioridad a la ocupación romana, por parte de los íberos (González-Sampériz, en prensa).

Fig. 17. Diagrama polínico sintético de la Laguna de Medina. Modificado de Reed et al., 2001 y Proyecto Las Encinas http://craticula.ncl.ac.uk/lasencinas/

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CAMBIOS EN EL PAISAJE VEGETAL DE LA REGIÓN ANDALUZA DURANTE EL PLEISTOCENO SUPERIOR Y HOLOCENO

Cabe comentar, finalmente, que el registro palinológico de La Junta (Fuentes Molina et al., 2006), en la comarca del Andévalo (Huelva) da una idea genérica del impacto que debió ejercer la metalurgia del cobre del cuarto al tercer milenio antes del presente sobre la vegetación, ocasionando una grave deforestación del territorio. El análisis de datos palinológicos combinado con el estudio de fuentes historiográficas y la evidencia arqueológica ponen de manifiesto las numerosas transformaciones que ha sufrido el paisaje vegetal andaluz durante el Holoceno reciente y apuntan hacia un descenso generalizado de la cobertura arbórea y hacia la extinción poblacional de mesófitos en algunos territorios. Sin embargo, existen importantes diferencias geográficas en cuanto al inicio de este proceso y respecto a la intensidad del mismo, así como en las dinámicas vegetales detectadas. Todo ello viene parcialmente ocasionado por la heterogeneidad espacial de los impactos del ser humano sobre la vegetación, pero también por la gran variedad de climas, sustratos y relieves que exhibe la región

AGRADECIMIENTOS Agradecemos a Fátima Valle Barea su inestimable ayuda en la confección del material gráfico de esta contribución. Penélope González-Sampériz nos cedió amablemente el diagrama inédito de la Laguna de Zóñar, completado con niveles adicionales a los publicados en Valero-Garcés et al. (2006). Este trabajo forma parte de una serie de acciones financiadas por los proyectos Paleoflora Ibérica I y Paleoflora Ibérica II (IBERVELD) del Ministerio de Ciencia e Innovación, así como ECOCHANCE de la Fundación Séneca, Agencia Regional de Ciencia y Tecnología y Proyecto PEPLAN, del gobierno autónomo de Murcia.

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Saca de corcho. Foto: Oliva Rodríguez-Ariza.

DOSSIER

EVOLUCIÓN Y USO DE LA VEGETACIÓN DURANTE LA PREHISTORIA EN EL ALTO GUADALQUIVIR Mª Oliva Rodríguez-Ariza1

Resumen A partir del estudio antracológico de cuatro yacimientos arqueológicos de la cuenca del Alto Guadalquivir se realiza una síntesis de la dinámica vegetal durante la Prehistoria de la zona. El área estudiada presenta una dinámica vegetal parecida. Durante el Paleolítico Medio y Superior la zona se convierte en refugio de la vegetación arbórea, donde las influencias antrópicas tienen poca importancia. A partir de la introducción de una economía de producción, se observa la influencia de diversas actividades sobre la vegetación: la ganadería, el fuego, la agricultura y la minería. El impacto de estas sobre el medio varía de unos a otros sitios y también a nivel temporal, dependiendo de la formación vegetal sobre la que se actúe y de si la zona es o no de nueva colonización.

Palabras clave: Antracología, Paleolítico, Neolítico, Edad del Cobre, Edad del Bronce, Andalucía.

VEGETATION EVOLUTION AND USE DURING PREHISTORY IN THE UPPER GUADALQUIVIR Abstract From the charcoal studies of four archaeological sites of the Upper Guadalquivir Basin, a synthesis is presented for the vegetation dynamics of the zone during Prehistory. The study area shows consistent vegetation dynamics. During the Middle and Upper Palaeolithic, the zone becomes a refuge for tree vegetation, where human influences are minor. From the introduction of a production economy, different activities notably influence the vegetation: grazing, fire, agriculture, and mining. The impact on the environment varies from site to site and also according to the time period, depending on the plant formation being acted upon and whether or not the zone is under new colonization.

Keywords: Charcoal Analysis, Palaeolithic, Neolithic, Copper Age, Bronze Age, Andalusia.

1

Centro Andaluz de Arqueología Ibérica. Universidad de Jaén. [ [email protected] ]

Recibido: 08/04/2011; Aceptado: 20/04/2011

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Mª OLIVA RODRÍGUEZ-ARIZA

INTRODUCCIÓN En la actualidad es de gran importancia establecer las relaciones sociedad-ambiente para tratar de explicar las grandes modificaciones sufridas en nuestro entorno. Con anterioridad al conocimiento del fuego y los primeros recursos técnicos, el ser humano ejerce un papel modificador de su entorno parecido al de otras especies animales. Las relaciones de las sociedades humanas con su ambiente están estabilizadas y en perfecto equilibrio ecológico. Con el descubrimiento del fuego los humanos empiezan a controlar las fuentes de energía naturales, con él los paleolíticos contrarrestan las condiciones ambientales adversas. El fuego necesita materia

(madera) para mantener la fuente de calor y de preparación de alimentos, comenzando la recolección de vegetación forestal. Esta recogida aún tendrá escasa incidencia en el desarrollo de las plantas leñosas, debido al pequeño número de población humana. En este extenso período de tiempo las modificaciones del medio físico por los grupos humanos son muy débiles. Estas se limitan a los alrededores estrictos de la zona del asentamiento humano. Más que de una modificación ha de hablarse de una adaptación a las condiciones naturales. La corriente de influencia sociedad-naturaleza fue bastante inferior a la contraria, naturaleza-sociedad. El progresivo desarrollo, no sólo, biológico y orgánico, sino, ante todo, social crea las bases de un desarrollo cultural de las comunidades primitivas cazadoras-recolectoras que transmiten un conjunto de conocimientos que les ayudan en su supervivencia y desarrollo. El Mesolítico supone una etapa intermedia entre la pura depredación paleolítica y la producción voluntaria de alimentos que tendrá lugar en el Neolítico. Aparecen las primeras plantas cultivadas e incluso los albores de la domesticación de animales. Aunque, siguen predominando los grupos humanos que mantienen una economía cazadora-recolectora. En este momento la cultura y el desarrollo técnico jugarán un papel primordial en la relación sociedadmedio ambiente, creando condiciones desiguales entre grupos humanos diferentes, que incluso habitan en un mismo espacio y tiempo. En el Neolítico se implantan nuevas relaciones entre la población y el medio natural. Los grupos humanos se hacen productores, modificando las cadenas naturales de selección e imponiendo la reproducción de las especies que le son más beneficiosas tanto animales como vegetales. A medios ambientes diversos corresponden posibilidades de cultivos y ganadería muy diferentes. La profundización del conocimiento de los recursos naturales explotables de cada área es, por tanto, una de las principales líneas de investigación para descubrir estas relaciones sociedad-ambiente (Guilaine, 1991).

PISO TERMOMEDITERRÁNEO Encinares basófilos PISO MESOMEDITERRÁNEO

PISOS SUPRA- Y OROMEDITERRÁNEO

Encinares silicícolas con lentisco

Encinares basófilos

Encinares silicícolas

Quejigales, pinares y sabinares

Encinares basófilos termófilos con lentisco Encinares basófilos

Fig. 1. Mapa de Series de Vegetación (Valle y Lorite, 2004) y localización de los yacimientos estudiados.

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Este trabajo se centra en la interacción entre los grupos humanos y su entorno en la zona interior de Andalucía en el valle del Alto Guadalquivir, tratando de establecer, por un lado, la vegetación existente y su evolución y, por otro, modelos de comportamien-

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EVOLUCIÓN Y USO DE LA VEGETACIÓN DURANTE LA PREHISTORIA EN EL ALTO GUADALQUIVIR

to específicos para este territorio durante la Prehistoria, basándonos en el estudio antracológico de diferentes yacimientos arqueológicos (Fig. 1) y su contrastación con la vegetación actual.

YACIMIENTOS ESTUDIADOS Y CONTEXTO BIOGEOGRÁFICO ACTUAL

LOS YACIMIENTOS ESTUDIADOS La cueva de Los Murciélagos de Zuheros fue objeto de varias campañas de excavaciones de urgencia en los años 90 del siglo XX, en aquellas zonas afectadas por las obras encaminadas a la abertura al público (Gavilán Ceballos, 1991; Gavilán Ceballos y Vera Rodríguez, 1992). El material antracológico examinado procede del sector excavado en la campaña de 1993, donde se realizó una recogida total del sedimento, el cual fue flotado sistemáticamente. La secuencia cultural obtenida comprende niveles desde el Paleolítico Medio a época romana (Gavilán Ceballos et al., 1994). Aunque los resultados de los niveles neolíticos han sido previamente publicados (Rodríguez-Ariza, 1996) presentamos aquí por primera vez el estudio completo del análisis antracológico realizado. En los niveles neolíticos se ha hecho una adjudicación cultural de las fases siguiendo la nueva propuesta que le dan sus excavadores y con las fechas de C14 calibradas BC (Gavilán Ceballos, 1997; Gavilán Ceballos y Vera Rodríguez, 2005; Gavilán Ceballos y Escacena Carrasco, 2009 a y b). Para los niveles del Paleolítico Medio existen dos dataciones de Termoluminiscencia que dan las siguientes fechas: 61704 + 5902 BP, muestra de sílex quemado (Referencia Laboratorio: Mad-3535) y 54487 + 3940 BP, muestra de sedimento (Referencia Laboratorio: Mad-3536)1. Mientras las industrias encontradas corresponden a un Musteriense típico levallois, con abundancia de Puntas musterienses, raederas dobles, laterales y desviadas, algunos denticulados y escasos núcleos de pequeño formato. En los niveles del Paleolítico Superior se han recuperados muy escasos útiles que pueden ser atribuidos tipológicamente al Solutrense (1 punta de muesca) y al Magdaleniense (6 Microgravettes y 1 hojita de dorso), acompañados por 2 raspadores, 2 golpes de

buril y escasos restos de talla diminutos, además de un fragmento de varilla semicircular en asta decorada. La mayoría de los útiles consisten en puntas de proyectil, principalmente fragmentos proximales, que en ocasiones presentan marcas de impacto (Vera Rodríguez et al., 2001). La flotación sistemática de todo el sedimento ha permitido la recuperación de una cantidad de carbón importante, salvo en el caso de los niveles paleolíticos, donde la muestra antracológica estaba compuesta por fragmentos de muy pequeño tamaño y en mal estado, lo que ha exigido un gran esfuerzo en la determinación anatómica de estos, a pesar de lo cual hay un porcentaje de indeterminables alto en el Paleolítico Medio con un 15% del total. El Polideportivo de Martos es conocido a nivel arqueológico a partir de dos campañas de excavación de urgencia. En la primera, realizada en 1991 (Lizcano Prestel et al., 1993), se excavaron 25 estructuras subterráneas, mientras que en la segunda, realizada en 1993 (Cámara Serrano y Lizcano Prestel, 1997), se excavaron 17. El hábitat perdura desde la segunda mitad del IV Milenio cal BC hasta la segunda mitad del III Milenio cal BC2 donde se han determinado 3 fases, donde las estructuras se multiplican, se superponen o se reestructuran y se realizan zanjas de delimitación (Lizcano Prestel, 1999). El carbón proviene de la flotación del sedimento de 16 estructuras, las cuales dieron una cantidad pequeña de carbón para poder realizar una valoración individual de cada una de ellas. Por lo que la valoración de los resultados del análisis antracológico se publicó de forma global por fases estratigráficas (Rodríguez-Ariza, 1996). El asentamiento de Marroquíes Bajos se asienta en el casco urbano de la ciudad de Jaén. En 1995 se inician los primeros trabajos arqueológicos como consecuencia de la urbanización de la zona y la expansión de la ciudad. Hasta la fecha se han reconocido una serie de grandes periodos culturales que se extienden desde el tercer milenio a la actualidad, aunque los períodos con mayor número de restos son el calcolítico y el islámico, al extenderse las construcciones por toda la superficie de la Zona Arqueológica de Marroquíes Bajos (ZAMB).

1 Dataciones proporcionadas por Beatriz Gavilán Ceballos.

2 Recientemente se han realizado nuevas dataciones de C14 que nos han sido proporcionadas por J. A. Cámara y que son las que se han introducido en el diagrama.

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cias concéntricas excavadas en la roca (6 comprobadas), con un perímetro de entre 8.3 y 14 Km y un diámetro de entre 1200 y 1800 m (Fig. 2) (Zafra de la Torre et al., 1999, 2003). El carbón estudiado procede de 4 excavaciones realizadas en sendas parcelas distribuidas por la superficie de la aldea calcolítica (Fig. 1): - La “Parcela C” fue parcialmente excavada en 2002 y 2003 (Rodríguez-Ariza et al., 2005, 2006) y los resultados del análisis antracológico presentados en el VI Congreso de Arqueometría Ibérica (Rodríguez-Ariza, 2007), cuenta con dos dataciones de C14 que fechan los niveles de relleno del Foso 0 (Beta-190622: 4130 ± 40 BP; 2880-2580 cal BC a 2 ) y los niveles que se superponen al mismo (Beta190623: 4110 ± 40 BP; 3870-2570 cal BC a 2 ). - La “Manzana D-Parcela 19” fue excavada en 2006 (Llorente López, 2010). El carbón estudiado procede dos estructuras: las Estructuras 17 y 56, en las cuales se realizó una recogida sistemática de sedimento por Unidad Estratigráfica que se flotó de manera manual.

Parcelas estudiadas

Fosos de la aldea calcolítica

Fig. 2. Plano de la Ciudad de Jaén con la localización de las parcelas estudiadas y la superposición de los fosos de la aldea calcolítica de Marroquíes Bajos.

El asentamiento de mayor tamaño de Marroquíes Bajos es el prehistórico, fechado en principio en torno a la segunda mitad del III milenio y la primera mitad del II milenio. Ocupa al menos 113 hectáreas y puede llegar a alcanzar las 254 hectáreas. Su estructura es consecuencia de una organización del espacio en coronas comprendidas entre circunferen-

- La excavación denominada “Cándido Nogales” se realizó en la “Parcela DOC·1 del S.U.N.P. – 1” dentro de la Zona Arqueológica de Marroquíes Bajos. Los restos pertenecen en su mayoría al periodo ZAMB 3 (Cobre Final Campaniforme) (2450-2125 cal BC) (Zafra de la Torre et al., 2003), y más concretamente en la delimitación y documentación del quinto foso. Con fechas de C14 Ua-20267, 3885 ± 40 BP (2 2470-2200 cal BC) y Ua-21455, 3775 ± 45 BP (2 2340-2030 cal BC), (Sánchez Vizcaino et al., 2005). El escaso carbón estudiado proviene de la recogida manual de los niveles postdeposicionales de relleno del V Foso. - La excavación denominada de “La Veracruz” se realizó en 1999 en el solar dotacional “A.P.A. XVI del RP 4” de Jaén3 y el carbón procede de dos cabañas, donde se realizó un muestreo sistemático con la recogida de un volumen constante de sedimento por UE, en torno a los 40 litros, y su procesado por flotación manual4.

3 MARTÍNEZ OCAÑA, J. L. y MANZANO CASTILLO, A. (2000): “El solar dotacional APA XVI, RP4 de Jaén. Futuro colegio de la Veracruz y Zona

Arqueológica de Marroquíes Bajos”. Memoria de la excavación. Inédita. 4 El carbon procedente de la Parcela D fue estudiado por M. O. Rodríguez-Ariza, el de Cándido Nogales y La Veracruz por C. Pradas, siendo

presentados sus resultados en el I Congreso Internacional “El Patrimonio Cultural y Natural como Motor de Desarrollo: Investigación e Innovación”. Jaén (26-28 enero), con el siguiente título: “La vegetación de Jaén en el III milenio a.n.e. Nuevas investigaciones antracológicas en Marroquíes Bajos”.

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EVOLUCIÓN Y USO DE LA VEGETACIÓN DURANTE LA PREHISTORIA EN EL ALTO GUADALQUIVIR

Las excavaciones recientes en Peñalosa se inician en 1985, culminando la primera fase de las investigaciones con la publicación de la Memoria Final (Contreras Cortés, 2000) y la realización de una exposición didáctica que fue presentada en las principales ciudades andaluzas (Contreras Cortés et al., 1997). El carbón recuperado de manera sistemática, por medio de la flotación de los sedimentos en las excavaciones de esta primera fase, nos sirvió para realizar el análisis antracológico de las distintas unidades habitacionales y dentro de ellas el de las distintas unidades sedimentarias (Rodríguez-Ariza y Contreras Cortés, 1992), para posteriormente realizar una valoración global de los resultados (Rodríguez-Ariza, 2000a). El poblado se encuadra en el denominado Bronce argárico que con las nuevas dataciones realizadas se encuadra entre el 1800-1700 cal BC para su inicio y a partir del 1550 cal BC para su final (Contreras Cortés et al., 2004).

CONTEXTO BIOGEOGRÁFICO ACTUAL Biogeográficamente los yacimientos estudiados se enmarcan en la región Mediterránea, aunque dentro de la tipología corológica de la Península Ibérica pertenecen a dos provincias diferentes: dentro de la provincia Bética se sitúan Zuheros, en su sector Subbético, subsector Subbético-Maginense, mientras que Martos y Jaén pertenecen al sector hispalense, distrito hispalense y Peñalosa se sitúa en la provincia Luso-Extremadurense, en el sector Mariánico-Monchiquense (Rivas Martínez, 1987; Rivas Martínez et al., 1997; Cano Carmona et al., 1999). Esta división se corresponde con una diferenciación edáfica, por lo que dentro de los encinares del piso de vegetación mesomediterráneo, el más extendido en la zona (Fig. 1), se distinguen, básicamente, dos series de vegetación: 1. La serie luso-extremadurense silícola de la encina o carrasca -Pyro bourgeaneae-Querceto rotundifoliae sigmetum- que corresponde en su etapa madura a un bosque esclerófilo en el que con frecuencia existe el pirúetano o peral silvestre (Pyrus bourgeana), así como, en ciertas navas y umbrías, alcornoques (Quercus suber) o quejigos (Quercus faginea).

2. La serie basófila bética marianense y aracenopacense de la carrasca (Paeonio coriaceae-Querceto rotundifoliae sigmetum) que en su etapa madura es un bosque de talla elevada en el que Quercus rotundifolia suele ser dominante. En las áreas mesomediterráneas cálidas el acebuche y el lentisco (Olea europaea subsp. sylvestris, Pistacia lentiscus) están inmersos en el carrascal. Dentro del piso mesomediterráneo también encontramos la serie luso extremaduranse subhúmeda -húmeda del alcornoque (Sanguisorbo-Querceto suberis sigmetum). Se localiza en amplias zonas de Sierra Morena, donde se imbrica con frecuencia con la carrasca. En el área de esta serie son comunes los madroñales y brezales. El ombroclima dominante se encuadra plenamente en el seco-subhúmedo (precipitaciones medias anuales comprendidas entre 300 y 1000 mm). El piso supramediterráneo está representado en las zonas montañosas más elevadas, en las orientaciones abiertas al norte y oeste las condiciones son propias del ombroclima seco superior, apareciendo como consecuencia las facies más mesófitas de los encinares béticos, ricos en quejigos (BerberidiQuerceto rotundifoliae). Tan sólo en puntos microclimáticamente favorecidos y a veces al amparo de compensaciones edáficas pueden reconocerse formaciones vegetales propias del ombroclima subhúmedo (comunidades caducifolias de la serie de los acerales y quejigales béticos Daphno-Acereto granatensis) (Cano Carmona et al., 1999) (Fig. 1). En cuanto al aspecto edáfico, en el sector subbético, el primer eslabón en la génesis de los suelos lo forman las rocas calizas, constituidas principalmente por carbonato cálcico, carbonato cálcico-magnésico y un residuo de silicatos. Los agentes erosivos actúan en la realización del modelado cárstico aprovechando fisuras, diaclasas, etc. disolviendo el carbonato cálcico y dejando como residuo los silicatos. La evolución de estos dará lugar a varios tipos de suelos como son: protorendsina, mull rendsinas, lehm rojo de roca caliza o terra rossa y rendsina pardeada. En todos los casos el Ph de estos suelos oscila entre 7,9 y 6,5 (Varo et al., 1977), lo cual da entrada a la instalación en ellos de plantas silicícolas, como es el caso de las comunidades de madroño (Arbutus unedo) (Torres Cordero et al., 2002).

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RESULTADOS DE LOS ANÁLISIS ANTRACOLÓGICOS CUEVA DE LOS MURCIÉLAGOS DE ZUHEROS Los resultados del análisis antracológico (Tab. 1) se han expresado en un diagrama (Fig. 3). A partir de la representación gráfica de los porcentajes de aparición de cada uno de los taxones determinados se pueden analizar tanto la composición de la vegetación como su evolución diacrónica. En el diagrama de la cueva de Los Murciélagos de Zuheros se han distinguido cuatro períodos antracológicos, que se corresponden con: MZ1 con el Paleolítico Medio, MZ2 con el Paleolítico Superior, MZ3 con el Neolítico y Calcolítico y MZ4 con la Edad del Bronce. Seguidamente pasamos a describir cada una de estas etapas. Durante el Paleolítico Medio (MZ1) el espectro florístico está compuesto por 13 taxones, donde destaca el grupo de las Quercíneas con 5 taxones, dominando de forma clara el Quercus ilex-coccifera con un 33,66% que junto con los denominados Quercus perennifolios, fragmentos que presentan características anatómicas entre la encina\coscoja y el alcornoque, nos hablan de la predominancia de un encinar. La presencia de un 8% de Juniperus sp., de los cuales no podemos precisar la especie, nos plantea una doble hipótesis: si fueran enebros pertenecerían al sotobosque del encinar, y si fueran del grupo de las sabinas, estarían situados en las zonas donde el suelo escasea y el sustrato se hace rocoso, por otra parte abundante en los alrededores de la cueva. Como sustrato arbustivo, posiblemente con un una talla grande, aparece el madroño, la cornicabra y la presencia puntual del lentisco. Asimismo, encontramos una presencia puntual de jaras pertenecientes al matorral. En las zonas de umbría o fondos de valle el estrato arbóreo estaría compuesto por quejigos, arces y, quizás, algún roble (englobado bajo los Quercus caducifolios), junto con una presencia importante de Prunus (posiblemente el endrino o Prunus mahaleb). Estas últimas especies nos hablan de la presencia de una vegetación que podría parecerse a la representada por la asociación de los acerales y quejigales (asociación del Daphno-Acereto granatensis) que encuentra su óptimo en el piso supramediterráneo con un ombroclima subhúmedo (más de 600 mm anuales), aunque la presencia pequeña, pero significativa de la cornicabra (Pistacia terebinthus) con un porcentaje del 3% nos puede indicar la faciación más mesófila de estas formaciones (Valle Tendero et al., 1989).

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Por tanto, la vegetación parece estar presidida por un ambiente relativamente boscoso, donde domina un encinar pobre en especies, sustituido por los quejigales en las zonas más húmedas y por los sabinares en las más secas. Esta vegetación expresa unos parámetros bioclimáticos relativamente fríos que podríamos englobarlos dentro del termotipo Supra-Mesomediterráneo con temperaturas medias anuales entre 10-15º C (con un índice de termicidad compensado comprendido entre 145-280) (Rivas Martínez, 1996) y un ombroclima seco-subhúmedo (350-1000 mm). En el Paleolítico Superior (MZ2) se han determinado 12 taxones que muestran una imagen sensiblemente diferente a la del Paleolítico Medio. Cualitativamente, asistimos a: -desaparición de los taxones típicamente Supramediterráneos como son los Acer y los Prunus -aparición de taxones termófilos como las leguminosas arbustivas, el acebuche y la Phillyrea. Cuantitativamente hay: -un descenso muy significativo de los Quercus perennifolios y de la encina/coscoja en correspondencia con el aumento de especies como el madroño y los Juniperus. -pequeño descenso (menos de 1%) de las frecuencias de Quercus caducifolios que se ve compensado por el aumento en un 3% del quejigo. Estos cambios muestran una vegetación donde el estrato arbóreo ha retrocedido en beneficio del arbustivo y los matorrales, aunque parece que la vegetación de los fondos de valle se mantiene. Parece asistirse a una dulcificación de las temperaturas lo cual facilita la instalación de especies termófilas, quizás como preámbulo de las condiciones del holoceno, aunque las condiciones de humedad parecen ser las mismas que las de la etapa anterior. Los niveles paleolíticos de la cueva de Los Murciélagos de Zuheros muestran la predominancia de las formaciones arbóreas, aunque estas pierden importancia en el Paleolítico Superior en favor de las formaciones arbustivas, aunque con especies que sin presión antrópica pueden alcanzar una gran talla. Sin embargo, en la cueva de Nerja el máximo

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EVOLUCIÓN Y USO DE LA VEGETACIÓN DURANTE LA PREHISTORIA EN EL ALTO GUADALQUIVIR

PERIODO CULTURAL

Paleolítico Medio

Paleolítico Superior A

TAXONES Acer sp. Arbutus unedo Cistus sp. Juniperus sp. Labiatae Leguminosae Olea europaea Phillyrea sp. Pinus halepensis Pistacia lentiscus Pistacia terebinthus Pistacia sp. Prunus sp. Quercus sp. Quercus perennifolio Quercus caducifolio Quercus ilex-coccifera Quercus faginea Quercus suber Retama sp. Rosmarinus oficcinalis Viburnus tinus Indeterminadas Indeterminables Nº DE CARBONES Nº DE TAXONES

Nº 2 21 1 16 1 6 1 13 9 18 4 67 9 1 30 199 13

% 1.0 10.55 0.51 8.04 0.51 3.01 0.51 6.53 4.52 9.04 2.02 33.66 4.52 0.51 15.07 100

Nº 61 36 5 3 2 1 4 2 3 2 33 13 1 11 177 12

% 34.46 20.33 2.82 1.69 1.14 0.57 2.26 1.14 1.69 1.14 18.64 7.34 0.57 6.21 100

Nº 554 23 18 14 37 21 4 8 4 1 16 184 3 6 6 77 976 15

% 56.76 2.36 1.85 1.44 3.79 2.16 0.41 0.81 0.41 0.11 1.64 18.86 0.3 0.61 0.61 7.88 100

Neolítico B Nº % 278 50.18 17 3.06 1 0.19 28 5.05 22 3.97 8 1.44 2 0.37 4 0.72 6 1.08 6 1.08 147 26.53 1 0.19 1 0.19 -

Nº 148 22 11 14 8 1 1 6 2 106 2 2

% 42.04 6.25 3.12 3.97 2.27 0.29 0.29 1.71 0.57 30.11 0.57 0.57

5 4 24 554 14

2 2 25 352 13

0.57 0.57 7.1 100

0.9 0.72 4.33 100

Cobre

Bronce

C Nº % Nº 106 32.57 98 31 9.5 29 1 0.31 1 0.31 9 2.76 14 11 3.37 3 18 5.52 2 5 5 1.53 2 2 0.62 2 0.62 2 1 96 29.44 73 2 0.62 3 12 3 3 0.93 6 3 0.93 1 36 11.03 22 326 100 276 13 14

% 35.5 10.5 5.07 1.08 0.74 1.81 0.74 0.74 0.37 26.44 1.08 4.34 1.08 2.17 0.37 7.97 100

NEOLÍTICO FINAL

COBRE

Subboreal

M4

BRONCE

Tab. 1. Frecuencias absolutas y relativas de los taxones determinados en el análisis antracológico de la cueva de Los Murciélagos de Zuheros.

Vegetación Termo-Mesomediterránea

Viburnum tinus

L Labiatae P Pistacia sp.

Retama sp.

Rosmarinus officinalis

Quercus suber

Quercus faginea

Quercus ilex-coccifera

Quercus caducifolios

Quercus perennifolios

Quercus sp.

Prunus sp.

Pistacia lentiscus

Pistacia terebinthus

Philyrea sp.

Leguminosae

Olea europaea

Cistus sp.

Arbutus unedo

Acer sp.

Juniperus sp.

Pinus halepensis

FRAGMENTOS DE CARBÓN ANALIZADOS

PALEOLÍTICO PALEOLÍTICO MEDIO SUPERIOR

FASES ARQUEOLÓGICAS

SECUENCIA CULTURAL

Pleistoceno Superior

DATACIONES C.14 cal AC

FASES ANTRACOLÓGICAS

M1

CRONOLOGÍA CLIMÁTICA

M2

NEOLÍTICO ANTIGUO-MEDIO

Atlántico

M3

Vegetación Meso-Supramediterránea

Fig. 3. Diagrama antracológico de la cueva de Los Murciélagos de Zuheros.

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desarrollo de los matorrales se produce en el Magdaleniense y las especies claramente termófilas aparecen en el Epipaleolítico. En general, los niveles del Paleolítico Superior inicial, Solutrense y Magdaleniense de la cueva de Nerja denotan parámetros bioclimáticos más fríos y secos que los de Murciélagos. Los Pinus nigra, junto a matorrales xéricos forman el grueso de los restos carbonizados. Los Quercus están prácticamente ausentes de la secuencia. El matiz más cálido lo aporta el pino piñonero que fue protegido porque de él recolectaban las piñas para obtener los piñones (Aura Tortosa et al., 2011; Badal García, 1998, 2001). La vegetación neolítica-calcolítica (MZ3) se corresponde con varias fases de la secuencia cultural determinada en la cueva de Los Murciélagos: Neolítico Antiguo-Medio, Neolítico Final y Cobre, presentando una similar composición florística, tanto a nivel cualitativo oscilando entre 13 y 15 taxones determinados en cada fase (Tab. 1), como cuantitativo con similares porcentajes de representación (Fig. 3). Se han determinado 17 taxones (Tab. 1), entre los que destacan el conjunto de la Quercíneas, aunque su importancia cuantitativa es relativa, debido a la gran cantidad de fragmentos de madroño determinados, lo que lo constituye en el principal taxón determinado con valores que doblan a la encina/coscoja, segundo mayor. Estas dos especies muestran un comportamiento diacrónico a la inversa una de otra, pero proporcional, mientras el madroño disminuye progresivamente sus porcentajes en las fases B y C, la encina/coscoja los aumenta. El resto de taxones presentan curvas más o menos estables en las cuatro fases (Fig. 1), salvo los casos del quejigo, que desaparece en la última fase neolítica junto a una disminución de los Quercus caducifolios y su desaparición en el Cobre, lo que podría indicar un cierto endurecimiento climático al ser árboles con requerimientos hídricos importantes. También, los Juniperus sp. tienen una presencia en la 1ª fase neolítica, restos de la vegetación anterior, para posteriormente aparecer sólo ocasionalmente. Hay que destacar que predominan los taxones pertenecientes al estrato arbustivo, salvo el caso ya señalado de las quercíneas, frente al matorral fruticoso, en el que sólo podemos incluir las jaras. Esta situación nos habla de la existencia de una forma-

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ción vegetal en la que el estrato arbóreo es muy escaso, sólo compuesto por encinas y algún alcornoque aislado en las zonas más secas, mientras que en las umbrías estos son sustituidos por los quejigos, aunque estos desaparecen en la última fase neolítica y el calcolítico. Tradicionalmente, y también nosotros lo publicamos anteriormente (Rodríguez-Ariza, 1996), se ha considerado que la presencia del madroño indicaría que en la primera fase neolítica nos hallamos en presencia de un primer nivel de degradación del encinar. Sin embargo, la composición de la vegetación paleolítica que refleja el diagrama nos indica que la vegetación de los niveles neolíticos se enriquece en especies, que denotan un ambiente más boscoso aunque con el mismo estrato arbóreo, donde disminuyen algo los quejigos. Por tanto, la vegetación de la fase antracológica 3 de Zuheros (MZ3) podría representar el máximo de la vegetación forestal de la zona, donde predominan las formaciones arbustivas de talla alta, principalmente un madroñal que está integrado fundamentalmente por madroños, labiérnagos, durillos y cornicabra, siendo característica también la presencia de elementos de matiz termófilo como el lentisco y el acebuche. Junto a esta formación vegetal que, en muchos casos, presenta un aspecto bastante cerrado, se situaría una vegetación algo más heliófila compuesta por jaras, enebros, retamas y otras leguminosas arbustivas. Si la acción antrópica es continua y repetitiva, este madroñal también se verá afectado, disminuyendo la población de madroños, como ocurre en la fase antracológica 4 de la cova de les Cendres (Badal García et al., 1994), paralelizable, en parte, a nivel cronológico con las fases B y C. Así, la curva del madroño es descendente desde la 1ª fase neolítica hasta el Cobre, en correspondencia inversa con la de las jaras que va aumentando, indicando una degradación lenta pero progresiva de las zonas boscosas. A nivel paleoecológico la composición florística descrita podría enmarcarse dentro del piso de vegetación mesomediterráneo en la serie bética basófila de la encina en su faciación ombro-termófila con madroño. Faciación que ha sido descrita en algunos puntos del Parque Natural de Cazorla, siempre en las vertientes occidentales, abiertas a la influencia térmica que penetra a través del valle del Guadalquivir, restringiéndose a los horizontes infe-

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rior y medio del piso mesomediterráneo, siempre con ombroclima subhúmedo (Valle Tendero et al., 1989: 54). Más recientemente ha sido descrito en el sur de la Península Ibérica sobre dos áreas geológicas: la más occidental, comprendida entre las provincias corológicas Luso-Extremadurense y Gaditano-Onubo-Algaviense con sustrato silíceo, y la central-oriental, sobre sustratos principalmente carbonatados. En todas las estaciones la influencia Atlántica es muy alta, lo que provoca que el ombroclima sea subhúmedo-húmedo y el termotipo Termomediterráneo y Mesomediterráneo (Torres Cordero et al., 2002). Por tanto, el contraste con la vegetación actual de la zona es evidente, al haber sido descrito la existencia de madroño en el Parque Natural de la Sierra Subbética en muy pocas localidades (Muñoz Alvárez y Domínguez Vilches, 1985; Valle Tendero, 19935; Triano, 2010). Asimismo, el ombroclima subhúmedo (600-1000 mm) que refleja la vegetación neolítica de la cueva de Los Murciélagos contrasta con el seco actual (300-600 mm). La vegetación del Bronce (M4) es una continuación de la vegetación calcolítica, aunque asistimos a una acentuación del proceso de degradación ya iniciado, pues aparecen especies de espacios abiertos como el pino carrasco y los romeros, junto con el aumento de retamas, jaras y leguminosas arbustivas. La no aparición de especies umbrófilas, salvo un fragmento de Quercus caducifolio, junto a la disminución de la presencia de aladiernos, acebuches y lentisco podría indicar un relativo endurecimiento de las condiciones climáticas, coincidente con el cambio detectado en otras zonas de Andalucía Oriental (Rodríguez-Ariza, 1992, 2000b). POLIDEPORTIVO DE MARTOS Como se ha señalado anteriormente, el diagrama antracológico se realizó según las fases estratigráficas definidas para el yacimiento (Tab. 2 y Fig. 4). La imagen de la vegetación en las tres fases es muy similar, aunque hay que destacar una disminución en la diversidad de flora en la fase III, con la aparición de 12 taxones, frente a los 16 y 17 de las dos fases anteriores (Tab. 2), creemos que es debida al menor número de carbones analizados más que a problemas de representatividad.

FASES

I

II

III

TAXONES



%



%



%

Arbutus unedo Cistus sp. Cistaceae Daphne gnidium Erica sp. Fraxinus sp. Gimnospermas Labiatae Leguminosae Olea europaea Phillyrea sp. Pinus halepensis Pistacia lentiscus Pistacia sp. Quercus sp. Quercus caducifolios Quercus perennifolios Quercus ilex-coccifera Rhamnus-Phillyrea Rosaceae Rosmarinus officinalis Tamarix sp. Indeterminadas Indeterminables TOTAL CARBONES TOTAL TAXONES

35 14 2 10 1 1 18 11 4 6 7 4 1 101 11 2 2 55 285 16

12,27 4,91 0,72 3,5 0,36 0,36 6,31 3,85 1,4 2,1 2,45 1,4 0,36 35,43 3,85 0,72 0,72 19,29 100

191 38 1 1 3 15 30 6 3 1 3 7 1 1 1 114 28 6 120 570 17

33,5 6,66 0,18 0,18 0,53 2,63 5,26 1,05 0,53 0,18 0,53 1,23 0,18 0,18 0,18 20 4,91 1,05 21,05 100

22 8 1 11 5 3 -

17,18 6,25 0,79 8,59 3,9 2,34 -

1 1 35 2 1 3 2 33 128 12

0,79 0,79 27,34 1,56 0,79 2,34 1,56 25,78 100

Tab. 2. Frecuencias absolutas y relativas de los taxones determinados en el análisis antracológico del Polideportivo de Martos.

A nivel cuantitativo o de representación de porcentajes (Fig. 4) hay que resaltar algunas diferencias que seguidamente analizamos. Es remarcable la relación inversa entre la encina-coscoja y el madroño entre las fases I y II. Mientras en la fase I la encinacoscoja tiene porcentajes del 35% y el madroño del 12,27%, en la fase II son del 20 y 33,5% respectivamente. Esto nos puede indicar como el área de la encina está siendo ocupada por el madroño como consecuencia de la roturación de ciertos espacios para el desarrollo de la agricultura, lo que podría explicar también la casi desaparición en la fase II de los fresnos que ocuparían las áreas en el entorno inmediato del poblado que tienen un alto nivel freático, y que desaparecen completamente en la fase III. Tampoco podemos descartar que esta abertura de la vegetación se produzca como consecuencia de fuegos puntuales que persiguen la creación de pastos para el ganado, base económica muy importante de este poblado (Lizcano Prestel, 1999) y como se ha detectado en asentamientos como la cova de les Cendres por parte de la antracología (Badal García, 2009).

5 VALLE TENDERO, F. (dir.) (1993): Cartografía y evaluación de la vegetación de la vegetación del Parque Natural de la Sierra Subbética. Memoria del Convenio de Cooperación entre la Universidad de Granada y la Agencia del Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. Granada.

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Vegetación Termo-Mesomediterránea

Rosmarinus officinalis

Vegetación Meso-Supramediterránea

Fraxinus sp.

Pistacia lentiscus

Pistacia sp.

Olea europaea

Philyrea sp.

Leguminosae

Labiatae

Cistus sp.

Arbutus unedo

Quercus perennifolios

Quercus caducifolios

Quercus ilex-coccifera

FRAGMENTOS DE CARBÓN ANALIZADOS

DATACIONES C.14 cal. AC

FASES ARQUEOLÓGICAS

SECUENCIA CULTURAL

NEOLÍTICO FINAL

Mª OLIVA RODRÍGUEZ-ARIZA

PH Pinus halepensis C Cistaceae Dg Daphne gnidium E Erica sp. G Gimnosperma Q Quercus sp. RP Rhamnus-Phillyrea R Rosaceae T Tamarix sp.

Vegetación de ribera

Fig. 4. Diagrama antracológico del Polideportivo de Martos.

El estrato arbóreo se completaría con la presencia de algunos Quercus caducifolios, escasamente representados, y donde no hemos podido diferenciar quejigos. Estos se situarían en las zonas de umbrías con suelos frescos, aunque su casi desaparición en las fases posteriores puede indicar un endurecimiento climático o una roturación de estas zonas. El pino carrasco está representado por un fragmento, lo que indicaría que las formaciones secundarias de pinos no están muy desarrolladas en el entorno del asentamiento. Igualmente, la escasa presencia de tarayes indica la inexistencia de cursos de agua importantes en la zona. Entre las especies del estrato arbustivo determinadas destacamos la presencia de acebuches, labiérnagos y lentiscos con porcentajes pequeños pero significativos que denotan unos parámetros termófilos y que aparecerían en las zonas más cálidas y resguardadas. El matorral fruticoso está compuesto por jaras, torvisco, brezos y labiadas, entre las que hay que destacar la determinación de romero. Las frecuencias relativas de jaras y romeros, que oscilan en torno al 5%, indican la existencia de áreas más o menos abiertas donde se pueden desarrollar estas especies heliófilas. A la vista de estos resultados la imagen de la vegetación durante la segunda mitad del IV milenio responde a un primer momento donde la formación arbórea dominante es el encinar, con un presencia significativa de encinas y algunos quejigos en las

44

zonas de umbría y con fresnos en las zonas con tierras frescas del entorno del asentamiento. En las zonas más pedregosas y cálidas se desarrollaría una vegetación compuesta por acebuches, labiérnagos y lentiscos formando bosquetes densos típicamente mediterráneos. También estarían presentes algunas zonas abiertas con especies de matorral. Está situación parece que evoluciona hacia principios del III milenio cal BC en algunas zonas, principalmente desaparece la vegetación del entorno inmediato con la ocupación de las zonas más frescas ocupadas por los fresnos, posiblemente para la creación de campos de cultivo donde se desarrolla una agricultura principalmente cerealística (Lizcano Prestel, 1999: 227). Asimismo, la caída de la presencia de la encina compensada por el aumento del madroño podría indicar la tala de la primera para la creación de campos de cultivo o los, ya señalados, incendios puntuales para la creación de pastos que alimentaran a la ganadería de ovicápridos y bóvidos, principales especies determinadas en el estudio faunístico del yacimiento (Lizcano Prestel, 1999: 202). Las zonas sometidas a un pastoreo ininterrumpido durante tiempo, no sólo ven dañadas y destruidas las plantas herbáceas, sino también las formaciones arbustivas. Por tanto, podemos pensar en un paisaje donde se alternan zonas de bosque, más o menos intacto, con otras más abiertas donde los arbustos o los matorrales son predominantes, posiblemente junto a los campos de cultivo. A nivel paleoecológico la vegetación podría enmarcarse dentro del piso de vegetación meso-

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EVOLUCIÓN Y USO DE LA VEGETACIÓN DURANTE LA PREHISTORIA EN EL ALTO GUADALQUIVIR

mediterráneo en la serie bética basófila de la encina en su faciación termófila. Las condiciones ambientales serían similares a las actuales, aunque, el ombroclima podría ser un poco más húmedo: subhúmedo (600-1000 mm) frente al seco actual (300-600 mm).

Parcela C TAXONES Angiosperma Arbutus unedo Cistus sp. Crataegus sp. Fraxinus sp. Juniperus sp. Leguminosae Monocotiledoneae Olea europaea Phillyrea sp. Pinus halepensis Pinus sp. Pistacia lentiscus Pistacia terebinthus Pistacia sp. Populus sp. Quercus caducifolios Quercus ilex-coccifera Quercus faginea Retama sp. Rhamnus-Phillyrea Rosmarinus officinalis Salix-Populus Tamarix sp. Indeterminada 1 Indeterminadas Indeterminables TOTAL FRAGMENTOS Nº DE TAXONES

MARROQUÍES BAJOS Los resultados del análisis antracológico de las cuatro excavaciones estudiadas de Marroquíes Bajos (Fig. 2 y Tab. 3) se han representado en un diagrama antracológico (Fig. 5), a partir del cual podemos empezar a analizar la vegetación del entorno del poblado y su posible evolución a lo largo del tiempo. En el diagrama antracológico podemos distinguir dos conjuntos de vegetación. El primero de ellos está formado por la Parcela C (MB1) y el segundo por el resto de excavaciones analizadas: Manzana D-19, Veracruz y Cándido Nogales (MB2). Estos conjuntos se pueden individualizar por:

Manzana D-19 Nº %



%

69 7

9,31 0,94

180

24,29

15 4 115 9 5 1 27 2 4

2,02 0,56 15,51 1,21 0,67 0,14 3,64 0,28 0,56

218 5 2 1

29,41 0,67 0,28 0,14

6 71 741 16

0,8 9,58 100

Veracruz

1 110 19

0,2 22,08 3,83

10 5 4

2 1 0,8

6 8 118 2 3

1,2 1,6 23,69 0,4 0,6

2 3 129

0,4 0,6 25,92

2 5 1 2 10 3 55 498 20

0,4 1 0,2 0,4 2 0,6 11,04 100



%

64 1 4 3 12 5

25,4 0,4 1,58 1,2 4,76 1,98

1

0,4

54 6

Cándido Nogales Nº % 9 2

20,02 4,44

1

2,22

21,43 2,38

11

24,44

27

10,71

7

15,55

3 4

1,2 1,58

5

11,11

1 67 252 13

0,4 26,58 100

10 45 6

22,22

Tab. 3. Frecuencias absolutas y relativas de los taxones determinados en el análisis antracológico del Marroquíes Bajos.

- las especies originales que aparecen/desaparecen en cada uno de ellos. - la distribución porcentual de los distintos taxones. Si analizamos el aspecto cualitativo o de la composición florística de cada una de estos grupos vemos que en MB1 hay cinco taxones originales que no aparecen en el resto de excavaciones, estas son:

Fig. 5. Diagrama antracológico de Marroquíes Bajos. ZAMB3 Cobre finalCampaniforme

MB2

VERACRUZ

Vegetación Termo-Mesomediterránea

Vegetación Meso-Supramediterránea

Tamarix sp.

Salix-Populus

Fraxinus sp.

Rosmarinus officinalis

Quercus ilex-coccifera

Pistacia lentiscus

Philyrea sp.

Olea europaea

Crataegus sp.

Leguminosae

Cistus sp.

Arbutus unedo

Juniperus sp.

Pinus sp.

Pinus halepensis

FRAGMENTOS DE CARBÓN ANALIZADOS

PARCELA C

DATACIONES C.14 cal. AC

SECUENCIA CULTURAL

FASES ANTRACOLÓGICAS

ZAMB1 Cobre Antiguo-Pleno

MANZANA D-19

EXCAVACIONES ESTUDIADAS

ZaMB2 Cobre FinalPrecampaniforme

MB1

CÁNDIDO NOGALES

A Angiosperma M Monocotiledoneae PT Pistacia terebinthus P Pistacia sp. PO Populus sp. QC Quercus caducifolios QF Quercus faginea R Retama sp. RP Rhamnus-Philyrea

Vegetación de ribera

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monocotiledoneae, cornicabra, Pistacia, quejigo y retama, que, aunque aparecen con porcentajes de menos de un 1%, nos pueden ayudar a matizar los resultados generales. Parte de ellas provienen de un ambiente boscoso o de su orla arbustiva. En MB2 también tenemos ocho taxones nuevos de los cuales cuatro aparecen en dos o en los tres yacimientos estudiados (Pinus halepensis, Juniperus, Salix-Populus, Tamarix), mientras que cuatro aparecen en alguno de los tres yacimientos: angiosperma, Populus, Quercus caducifolios, Crataegus y Rosmarinus officinalis. Todos ellos definen varios lugares de procedencia o recogida de la leña: por un lado la ripisilva de donde provienen los saúces, álamos y tarayes; por otro de zonas más o menos abiertas de donde provienen los enebros, los pinos, los espinos y el romero, mientras que los Quercus caducifolios podrían venir de una zona más boscosa o de las riberas y vaguadas donde permanece la humedad del suelo. Por tanto, a este nivel de análisis vemos como ya se van definiendo zonas diferenciadas de procedencia de la leña, lo cual traduce una distribución diferenciada de la vegetación. Si bien a nivel cualitativo las diferencias son significativas es a nivel cuantitativo cuando se hacen patentes, reflejadas en los siguientes aspectos: - La encina/coscoja en MB1 tiene un porcentaje del 30 %, mientras en MB2 disminuye a un 25% en la Manzana D-19 y a casi a la mitad en las otras dos excavaciones, lo que indicaría como progresivamente va desapareciendo, posiblemente al crear nuevos campos de cultivo. - Los fresnos con una representación del 24,29% en MB1 se quedan reducidos a una representación del 1-2% en MB2, lo que nos indicaría que las zonas más húmedas y con suelos ricos donde crecían han sido roturadas y ocupadas por cultivos. Sin embargo, la ripisilva en MB2 se enriquece en especies, como ya hemos comentado anteriormente, con sauces, álamos y tarayes, aunque con porcentajes muy bajos. Esto indica la pervivencia de ciertos cursos de agua o zonas con nivel freático alto, aunque el aporte de leña no sea muy importante. - El acebuche pasa de un 15,51% en la Parcela C a un 1,2% en la Manzana D-19 y la presencia testimonial de 1 fragmento en Veracruz, desapareciendo en Cándido Nogales. Esto unido a

46

la casi desaparición del lentisco y los labiérnagos en MB2, sólo presentes en la Manzana D-19, indica por un lado, que el clima parece que se ha endurecido con temperaturas más frías que hacen que estas especies desaparezcan, o bien que las zonas donde se desarrollaban han sido roturadas. - El madroño con porcentajes del 9,31% en MB1 aumenta su representación a más del doble en MB2, con porcentajes entre el 20-25%, indicando que la desaparición de la encina favorece su desarrollo en las zonas donde aún existe vegetación natural. Al igual que pasa con especies de la orla arbustiva-espinosa, como los espinos, y de los matorrales, como las jaras que aumentan un poco su representación. - El pino carrasco de una presencia testimonial del 0,67% en MB1, pasa a ser el primer o segundo taxón más representado en MB2 con porcentajes entre el 20-25%. Este descenso parece ser inverso al ya comentado del acebuche, por lo cual podríamos pensar que ha habido una sustitución de una especie por la otra en las zonas rupícolas en el entorno del asentamiento. Sustitución que también podría haberse producido, en parte, entre las especies que desaparecen como el lentisco y el labiérnago con los enebros, que aparecen en MB2 y podrían ocupar las mismas zonas que el pino carrasco. Por tanto vemos que hay importantes cambios entre MB1 y MB2. La imagen de la vegetación durante la primera mitad del III milenio BC en Jaén es la de un encinar termófilo, donde el desarrollo de las especies del sotobosque, como el madroño, aunque presentes aún no han alcanzado el desarrollo que presentan en la segunda mitad de este milenio. Las zonas cercanas al primer núcleo de población, con un nivel freático elevado parece que estaban cubiertas de fresnos. Estas tierras serán las primeras que se roturen para crear los huertos y campos de cultivo, primero en el entorno y después dentro del poblado, alternando con las unidades de habitación, dentro de los fosos sucesivos. Esto hace que los fresnos aparezcan de manera ocasional junto con otras especies de la ripisilva como sauces, álamos y tarayes. Las zonas rupícolas cercanas tendrían una importante presencia de acebuches en un primer momento, siendo sustituidos por el pino carrasco y los enebros, mientras que especies como el lentisco y los labiérnagos desaparecen. Este cambio brusco de la vegetación de esta zona no se puede explicar si

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EVOLUCIÓN Y USO DE LA VEGETACIÓN DURANTE LA PREHISTORIA EN EL ALTO GUADALQUIVIR

no es por la intervención antrópica sobre esta zona, pues la vegetación, en este caso toda una serie de especies, no aparecen o desaparecen de forma natural en tan corto tiempo. Creemos que esta zona debió de sufrir sucesivos incendios con objeto de eliminar la vegetación leñosa de ella y crear pastos para los ganados, de tal forma que el pino carrasco, especie oportunista, frugal y heliófila se aprovecho de la situación y se instalo en esta zona.

Sin embargo, en el segundo momento, la desaparición de los elementos más termófilos como son los acebuches, el lentisco y los labiérnagos nos hace pensar en que el clima, posiblemente las temperaturas, se endurezcan un poco. Por tanto, no podemos descartar que junto a la acción antrópica que detectamos entre unos análisis y otros, también se esté produciendo un cambio climático que haga que la vegetación cambie.

Este ambiente boscoso del primer momento, aunque con zonas más claras, viene avalado por los datos del análisis faunístico (Riquelme Cantal, 2005), donde el cerdo y la vaca son las especies más representadas, especies que pastarían y se aprovecharían de los productos del encinar, como son las bellotas. Asimismo, el caballo salvaje, el ciervo, jabalíes y conejos vivirían en zonas de bosque aclarado y la liebre en las zonas más abiertas. Estos datos nos hablan del desarrollo de una sociedad agrícola aunque, posiblemente, en un estadio inicial de ocupación del territorio, pues aún se conserva en relativo buen estado el bosque de encinas. Vegetación que irá sufriendo el impacto de los habitantes de Marroquíes Bajos y que hará que vaya variando su fisonomía y composición, como ya se ha comentado anteriormente.

PEÑALOSA

Por el significado paleoecológico de la vegetación de MB1 se puede enmarcar dentro del piso de vegetación mesomediterráneo en la serie bética basófila de la encina en su faciación termófila, aunque por la importante presencia de los madroños podría enmarcarse dentro del piso de vegetación mesomediterráneo en la serie bética basófila de la encina en su faciación ombro-termófila con madroño. Faciación que ha sido descrita en algunos puntos del Parque Natural de Cazorla, siempre en las vertientes occidentales, abiertas a la influencia térmica que penetra a través del valle del Guadalquivir, restringiéndose a los horizontes inferior y medio del piso mesomediterráneo, siempre con ombroclima subhúmedo (Valle Tendero et al., 1989: 54). Más recientemente la presencia del madroño en suelos descarbonatados ha sido descrita en los sectores Subbético e Hispalense de la provincia Bética en el piso bioclimático mesomediterráneo con ombroclima subhúmedo-húmedo. Formación denominada Bupleuro rigidi-Arbutetum unedonis y que en su dinámica natural proviene de la alteración de los bosques marcescentes de quejigos que tienen su óptimo en los fondos de valle con suelos ricos y húmedos (Torres Cordero et al., 2002).

Los resultados globales del análisis antracológico del poblado de Peñalosa han determinado 13 taxones (Tab. 4 y Fig. 6), donde destacan los Quercus, que con un 85% de los fragmentos determinados dominan el espectro florístico de Peñalosa. Dentro de estos la mayor parte corresponde a la encina y/o coscoja, probablemente encina, con un porcentaje cercano al 50%. También es importante la determinación del alcornoque (Quercus suber), que con un porcentaje del 17,8% indica que su presencia en la zona no era esporádica, ni marginal, lo cual indicaría que este se desarrollaba de forma natural y abundante en los alrededores del asentamiento y que era utilizada por los habitantes de Peñalosa no sólo como leña y ramaje para la construcción de los techos, sino que probablemente el corcho era utilizado para la realización de múltiples objetos y actividades, como lo demuestra la recuperación de varios fragmentos, entre los que hemos podido reconstruir una posible tapadera de forma circular (Rodríguez-Ariza, 2000a). Entre los Quercus también destacan con un 18,43% los perennifolios, ejemplares que presentan características anatómicas entre la encina y el alcornoque, y que pueden ser individuos híbridos de las dos especies. Estos nos señalan la coexistencia de estas especies en el entorno del asentamiento, donde el alcornoque podría ocupar las zonas con suelos frescos y profundos y la encina las más pedregosas y áridas. Es decir, el alcornoque se desarrollaría en las laderas medias con poca pendiente de las umbrías y en los fondos de valle, donde, probablemente, le acompañaría el madroño. Estos lugares son los más idóneos para la instalación de campos de cultivo y, por tanto, serían los primeros que se roturaran, suponiendo la desaparición de estas especies, cosa que no parece suceder en estos momentos. El resto de taxones determinados pertenecen al cortejo florístico del encinar, el cual por la escasa presencia

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TAXONES

Arbutus unedo Cistus sp. Fraxinus sp. Leguminosae Olea europaea Phillyrea sp. Pistacia sp. Pistacia lentiscus Quercus sp. Quercus ilex-coccifera Quercus suber Quercus perennifolios Retama sp. Indeterminadas Indeterminables TOTAL CARBONES NÚMERO DE TAXONES



%

30 18 1 2 15 18 6 7 15 617 225 233 2 12 63 1264 13

2.37 1.42 0.08 0.16 1.18 1.42 0.49 0.57 1.18 48.81 17.80 18.43 0.16 0.95 4.98 100

Cistus sp. Fraxinus sp. Leguminosae Olea europaea Phillyrea sp. Pistacia sp. Pistacia lentiscus Quercus sp. Quercus ilex-coccifera Quercus suber Quercus perennifolios Retama sp. 0

10

20

Vegetación Termo-Mesomediterránea

30

40

Vegetación de ribera

Tab. 4. Frecuencias absolutas y relativas de los taxones determinados en el análisis antracológico de Peñalosa.

Fig. 6. Histograma antracológico de Peñalosa.

de especies indicadoras de espacios abiertos como pueden ser las jaras y las leguminosa arbustivas, entre las que hemos determinado las retamas, estaría bien desarrollado.

asentamiento (Sanz Bretón y Morales Muñiz, 2000) señalan la presencia de corzo que denota un biotopo boscoso en correspondencia con los datos antracológicos, señalando un medio ambiente relativamente húmedo, como también señalan los ácaros determinados en el yacimiento. Esta situación de no explotación de la ripisilva es insólita en la mayoría de yacimientos situados en un radio cercano a algún curso de agua (Rodríguez-Ariza, 1992, 2000b; Carrión Marco, 2004), salvo la Motilla del Azuer donde a pesar de que los parámetros bioclimáticos que parecen deducirse de los resultados del antracoanálisis (Rodríguez-Ariza et al., 1999) apuntan a la existencia de un clima un poco más húmedo y, quizás, más templado que el actual, el antracoanálisis no refleja la vegetación riparia.

Especies como el madroño, el acebuche, la olivilla y el lentisco son plantas termófilas que requieren un clima suave, sin fuertes heladas. Su presencia nos indica el desarrollo de un importante sotobosque, o estrato arbustivo, aunque la presencia escasa de estas, junto con el resto de especies del matorral fruticoso, con porcentajes de aparición entre el 0,1 % y el 2 %, nos habla de la menor importancia relativa de estas especies en relación con la utilización de las especies arbóreas para combustible y material de construcción. Entre los taxones determinados en Peñalosa destaca la presencia de un sólo fragmento de fresno como representante de la vegetación de ribera, a pesar de inmediatez al cauce del rio Rumblar. Ya en su momento comentamos la extrañeza de este hecho (Rodríguez-Ariza, 2000) y las diversas hipótesis que se podían plantear, sin que todavía hoy tengamos respuesta concreta a este hecho. Aunque la presencia de plantas relacionadas con medios húmedos o acuáticos se ha constatado en el análisis carpológico del yacimiento, donde se han identificado juncos y áneas junto a un posible resto de álamo (Peña Chocarro, 2000). Igualmente, los resultado de la fauna analizada procedente del

48

Arbutus unedo

Igualmente, ésta presencia importante del alcornoque en cotas entorno a los 400 msnm contrasta con la situación actual donde no encontramos masas importantes hasta la cota de los 800 msnm en el macizo de Sierra Morena a unos 20 Km al norte de Peñalosa (Fig. 1). Por las exigencias hídricas del alcornoque, el cual necesita para su desarrollo un ombroclima subhúmedo-húmedo (600-1600 mm), podríamos pensar en la existencia de un grado mayor de humedad que el existente en la actualidad en la zona (Precipitación en Úbeda de 584 mm lo que equivale a un ombroclima seco entre los 350-600 mm) (Rivas Martínez, 1987).

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50 %

VALORACIÓN PALEOAMBIENTAL Y DE GESTIÓN DEL ENTORNO El estudio del carbón de estos cuatro yacimientos nos permite realizar una secuencia de la vegetación de la zona, aunque con algunas lagunas diacrónicas. En la tabla 5 se muestras todos los taxones determinados en los cuatro yacimientos analizados separados por fases antracológicas. El número es importante, 36, aunque para saber los taxones que definen la vegetación de la zona tenemos que fijarnos en aquellos que aparecen en mayor número de yacimientos y periodos (Lám. 1). Tres son los taxones que aparecen en todos: madroño, lentisco y encina-coscoja, definiendo ya de entrada una formación vegetal, el encinar, con características umbrófilas y termófilas. Si vemos el resto de taxones que faltan en 1 o 2 periodos: jaras, leguminosas arbustivas, acebuche, labiérnagos, Quercus caducifolios y perennifolios vemos que se refuerza el carácter termófilo de la vegetación, con los Quercus como estrato arbóreo, una vegetación arbustiva de gran talla compuesta por madroños, lentiscos, acebuches y labiérnagos junto a un matorral compuesto por jaras y leguminosas arbustivas. Por tanto, vemos básicamente una misma vegetación en la zona de estudio, aunque hay que resaltar la aparición con un gran porcentaje del alcornoque en Peñalosa, junto a una aparición mínima en las dos últimas fases de Murciélagos, denotando una formación vegetal sobre sustrato silíceo que condiciona la instalación de ciertas especies sobre el territorio, caso del alcornoque, pero no así del madroño. Éste último aparece en toda la zona de sustrato básico, con porcentajes muy altos ya desde el primer momento del Paleolítico Medio de Murciélagos, a pesar de los parámetros relativamente fríos que parece denotar el resto de la vegetación. Esto lleva a plantear la hipótesis de considerar esta zona de las Sierras Subbéticas como una zona de refugio de la vegetación más cálida, en los momentos en los que los fríos glaciares cubrían parte del continente europeo. Esta zona, abierta a las influencias oceánicas a través del valle del Guadalquivir, se convierte en una zona relativamente cálida y húmeda donde podrían haber encontrado refugio ciertas plantas leñosas, en este caso el madroño. La ausencia en Murciélagos de pinos de montaña (Pinus nigra y P. sylvetris) tan extendidos en estos momentos por las zonas bajas de Iberia (Badal García y Carrión Marco, 2001;

Arbutus unedo P. Transversal (X100)

Arbutus unedo P. Tangencial (X1000)

Fraxinus sp. P. Transversal (X80)

Leguminosae P. Transversal (X100)

Olea europaea. P. Transversal (X330)

Phillyrea sp. P. Transversal (X100)

Pinus halepensis P. Transversal (X150)

Quercus ilex-coccifera P. Transversal (X100)

Quercus faginea P. Transversal (X100)

Quercus suber P. Transversal (X100)

Viburnum tinus P. Transversal (X100)

Viburnum tinus P. Radia (X300)

Lám. 1. Microfotografías realizadas con el Microscopio Electrónico de Barrido de los taxones determinados en los yacimientos del Alto Guadalquivir.

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Periodos culturales Yacimientos/fases antracológicas Acer sp. (arces) Juniperus sp. (enebros/sabinas) Prunus sp. (prunoideas) Quercus caducifolio Quercus faginea (quejigo) Angiosperma Arbutus unedo (madroño) Cistus sp. (jaras) Cistaceae Crataegus sp. (espinos) Daphne gnidium (torvisco) Erica sp. (brezos) Gimnospermas Labiatae (labiadas) Leguminosae (leguminosas arbustivas) Monocotiledoneae Olea europaea (acebuche) Phillyrea sp. (labiérnagos) Pinus halepensis (pino carrasco) Pinus sp. (pinos) Pistacia lentiscus (lentisco) Pistacia terebinthus (cornicabra) Pistacia sp. Quercus sp. Quercus perennifolio Quercus ilex-coccifera (encina-coscoja) Quercus suber (alcornoque) Retama sp. (retama) Rhamnus-Phillyrea (espinos-labiérnagos) Rosaceae Rosmarinus officinalis (romero) Viburnus tinus (durillo) Fraxinus sp. (fresnos) Populus sp. (álamos) Salix-Populus (saúces-álamos) Tamarix sp. (tarayes) Nº DE TAXONES Vegetación Meso-Supramediterránea

PM

PS

MZ1

MZ2

Vegetación Termo-Mesomediterránea

Neolítico/Cobre MZ3

PM

Vegetación de ribera

Bronce

MB1

MB2

MZ4

PE

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