Las historiografías periféricas

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Descripción

Jóvenes

Año | Núm. | Febrero 2014 Año 1 |1Núm. 1 | 1Febrero de de 2014 Revista Interdisciplinar de Historia y Ciencias Sociales Revista Interdisciplinar de Historia y Ciencias Sociales

Revista Interdisciplinar de Historia y Ciencias Sociales

de

Historiadores

1

HISTORIA COLECTIVA

Colectivo Internacional

Las historias periféricas

Las Historiografías Periféricas

La Historia Antigua y la tradición Clásica. Críticas a los metarrelatos y nuevas La Historia Antigua y la tradición Clásica. propuestas . Críticas a los teórico-metodológicas metarrelatos y nuevas propuestas teórico-metodológicas

Una mirada al estudio de la muerte desde la escuela de los Annales y Una mirada al estudio de la muerte la geografía cultural

desde la escuela de los Annales y la geografía cultural

La educaci{on socialistas y un gobierno anticardenista. El caso de Tlaxcala, 1935-1936 L Contextualización de la mujer dentro de la sociedad vándala y bizantina en las islas Baleares Contextualiza de la mujer dentro de la sociedad vándala y bizantina en las Las joyas de las coronas ibéricas. islas Baleares

Nueva España y Brasil, 1789-1808

Las joyas de las coronaselibéricas. Nue Civilización y barbarie: ideal de progreEspaña y Faustino Brasil, 1789-1808 so enva Domingo Sarmiento Civilización y barbarie: el ideal de pro greso en Domingo Faustino Sarmiento

Presentación de Libros

Presentación de libros

Año 1, Núm. 1, Febrero de 2014

ISSN 2183-4261 (trámite)

DIRECTORIO Directorio

Dirección editorial

Comité editorial

Marlene Eliden Castañeda Jiménez

Karina Eunice Segura Collazo Francisco José Díaz Marcilla María de Jesús Ramírez Magallón María Teresa Santos Durán Sirley Viafara Balanta

Arte y Diseño

Karla Bautista Celestino

Marlene E. Castañeda J.

2

CONTENIDO Contenido

3

Presentación

4

Las historiografías periféricas Francisco José Díaz Marcilla

5

La Historia Antigua y la tradición Clásica. Críticas a los metarrelatos y nuevas propuestas teórico-metodológicas Francisco Mamani Fuentes

15

Una mirada al estudio de la muerte desde la escuela de los Annales y la geografía cultural Gabriela Servín Orduño

23

La educación socialista y un gobierno anti cardenista. El caso de Tlaxcala, 1935-1936 Daniel Gibran Castillo Molina

32

Contextualización de la mujer dentro de la sociedad vándala y bizantina en las islas Baleares José Miguel Rosselló Esteve

39

Las joyas de las coronas ibéricas. Nueva España y Brasil, 1789-1808 Carlos Emerson Rivas Cabezas

47

Civilización y barbarie: el ideal de progreso en Domingo Faustino Sarmiento Agustín Haro

56

Presentación de libros

65

PRESENTACIÓN Presentación

No existe educación sin sociedad humana y no existe hombre fuera de ella. Paulo Freire

La revista Historia Colectiva. Revista Interdisciplinar de Historia y Ciencias Sociales es una publicación sin fines de lucro del Colectivo Internacional de Jóvenes Historiadores, quien consciente de la importancia de la divulgación histórica en la sociedad contemporánea se propone fomentar la participación colectiva de los científicos sociales y humanistas con la finalidad de rebazar fronteras geográficas y compartir conocimientos, así como lograr un crecimiento profesional que transforme los paradigmas que limitan a la ciencia histórica hacia un sector específico de la sociedad. La revista ha sido creada para incentivar la convergencia entre dicha comunidad científica, por ello se abrirán convocatorias periódicas para la recepción de sus trabajos, los cuales a consideración del editor serán publicados. El primer número de la revista está integrado por seis artículos, pertenecientes a profesionales de posgrado, de licenciatura e historiadores en proceso de formación universitaria. Para este primer número, se mantuvo intacto el método de citación de los autores, así como la redacción de los mismos, sin embargo, los siguientes números contarán con un estilo específico. Finalmente, el Colectivo Internacional de Jóvenes Historiadores le agradece a los autores su aportación para la realización de este proyecto, y reitera su invitación al resto de sus lectores.

Colectivo Internacional de jóvenes Historiadores

4

Las

Historiografías Periféricas Francisco José Díaz Marcilla

Palabras clave: Teoría de la Historia, tendencias historiográficas, pensamiento histórico, periferia, interdisciplinariedad. Keywords: Theory of History, historiographical trends, historical thought, periphery, interdisciplinarity.

Resumen: Este artículo propone un recorrido introductorio y de presentación por aquellas tendencias historiográficas que abarcan desde los años 80 del siglo XX hasta nuestros días, que he denominado “periféricas” al no poderse encuadrar en ninguna de las ya existentes hasta esa fecha (Annales, materialista o positivista). No es despectivo en cuanto no se basa en un concepto de periferia como algo secundario, sino como algo “ajeno” a lo ya existente, retomando la idea de “periferia” de historiadores como Edward Said. Este artículo pretende también informar sobre la reflexión teórica historiográfica actual desde un punto de vista interdisciplinar.

Abstract: This article provides an introductory tour and presentation of the different historiographical trends ranging from the 80’s of XX century to the present. I have called “peripheral” because it is not possible to fit them into any existing historiographical trend (Annales, materialistic or positivist historiography). It is not a concept of periphery as an afterthought, but as something “alien” to what already exists, returning to the idea of “periphery” of historians such as Edward Said. This article aims to inform about the current historiographical theoretical reflection from an interdisciplinary point of view.

A

lo largo del siglo XX han aparecido una serie de corrientes historiográficas cuya actividad se ha caracterizado por un punto en común: un mayor empeño por entablar contactos con el resto de ciencias sociales. Algunos de estos grupos se crearon como reflejo de las dos grandes tendencias historiográficas que dominaron la mayor parte del siglo pasado – Annales y materialista – pero sin llegar a tener una influencia propia destacable, exceptuando alguno de los miembros de estos grupos que pueda ser más conocidos internacionalmente. Hasta ahora, estas tendencias han sido estudiadas bien de manera exclusivista, bien de manera sumaria, sin distinciones. Este artículo pretende establecer una panorámica general sobre estas tendencias que, debido a su carácter no central (apareciendo algunas de ellas en países cuyos idiomas eran de poca imbricación en ámbitos académicos y, por tanto, la producción historiográfica menos conocida) y a su variable influencia dependiendo del país y de sus receptores (centros de investigación no de primera línea de fuego), he decidido denominar “historiografías periféricas”. El apelativo de “periféricas” no corresponde a ningún juicio crítico respecto a estas historiografías, sino simplemente a un posicionamiento en la relevancia que tienen dentro de los compendios historiográficos. 1

1. La historiografía sociológica alemana

Algunos de esos compendios sí las mencionan: Sánchez Marcos, Fernando, “Tendencias historiográficas actuales”, en http://www.culturahistorica.es; Georg G. Iggers, La ciencia histórica en el siglo XX: las tendencias actuales, Idea Books, Barcelona, 2002. Pero otros compendios famosos no mencionan todas, como por ejemplo: Josep Fontana, Historia: análisis del pasado y proyecto social, Crítica, Barcelona, 1999. 2 Sánchez Marcos, “Tendencias historiográficas actuales”, p. 30. 3 Citado en Peter Burke, Historia y teoría social, Amorrortu, Buenos Aires, 2007, p. 31. 4 Karl Gotthard Lamprecht, Deutsche Geschichte, 12 vols., Berlín, 1891-1909. 5 Mommsen, Wolfgang J., “Max Weber y la ciencia histórica moderna”, en Arbor 539-540 (1990), pp. 101-124. 1

Los orígenes programáticos de esta tendencia se remontan a finales del siglo XIX en la figura de Karl Lamprecht 2, que propugnó una historia colectiva con conceptos de otras ciencias sociales, como la psicología o la geografía humana. Sostenía que «la historia es primordialmente una ciencia sociopsicológica»3. Intentó llevar a cabo esta premisa en su obra Historia de Alemania 4. Sus ideas acerca de las “fuerzas psicológicas” presentes a lo largo de la historia, así como del uso del método interdisciplinario no cuajaron en Alemania, pero sí influyeron posteriormente a autores como Marc Bloch y un cierto interés en los Estados Unidos (fue invitado a la Columbia University). Sus ideas tuvieron continuidad a través los trabajos de la escuela historicista alemana de economía nacional, activa desde mediados del siglo XIX

y que abogaba por un estudio de los hechos económicos no desde parámetros universalizantes sino de modo inductivo – se parte de la realidad socio-histórica de cada nación teniendo en cuenta factores no económicos como la psicología, la ética o el derecho –, de autores como Otto Hintze, cuyos trabajos sobre la administración pública prusiana van más allá de la mera recolección de datos pues cree que la historia debe conceptualizar todos los fenómenos, tanto individuales como colectivos. Pero quien más se implicó en los estudios sociológicos aplicados a la historia fue Max Weber y su “ciencia social histórica”5, donde cada sociedad debía ser analizada como un conjunto de interpretaciones colectivas de significados culturales. El “científico social” debía descubrir las líneas de desarrollo o la dinámica interna de

Pietro Rossi, Ensayos sobre metodología sociológica, Amorrortu, Buenos Aires, 1990, p. 19. 7 Max Weber, La ética protestante y el “espíritu” del capitalismo, Premiá, México, 1991. 8 Norbert Elias, El proceso de civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas, Fondo de Cultura Económica, México, 1988. 9 Norbert Elias, La sociedad cortesana, Fondo de Cultura Económica, México, 1982. 10 Pueden consultarse los índices en: http://www.fordham.edu/ mvst/magazinestacks/gg.html y http://www.fordham.edu/mvst/ magazinestacks/gg1.html. 11 Véase: Raphael, Lutz, “Anstelle eines ‘Editorials’. Nationalzentrierte Sozialgeschichte in programmatischer Absicht: Die Zeitschrift Geschichte und Gesellschaft. Zeitschrift für Historiche Sozialwissenschaft in den ersten 25. Jahren ihres Bestehens”, en Geschichte und Gesellschaft 26 (2000), pp. 5-37. 12 Jürgen Kocka, Historia social: Concepto. Desarrollo. Problemas, Alfa, Barcelona, 1989. 13 Kocka, Jürgen, “The uses of comparative history”, en Ragnar Björk-Karl Molin (eds.), Societies made up of history, Akademitryck AB, Edsbruck, 1996, pp. 197-209. 6

las sociedades humanas más que en la esfera material, en las estructuras de pensamiento y comportamiento que hacen comprensibles las relaciones sociales y el cambio socio-histórico, en forma de Idealtypen (hipótesis) explicativos6. Estos planteamientos los aplicará en su famoso trabajo sobre la ética protestante7. Por desgracia, la llegada de los nazis y la II Guerra Mundial truncaron el desarrollo de esta tendencia historiográfica en Alemania, si bien parte de los postulados acerca de nuevas maneras de hacer historia influyeron en la Francia de los Annales y otros países europeos. Otro autor que practicó la sociología histórica y que fue redescubierto sólo en los años 60 fue Norbert Elias. Su obra principal8 analiza la evolución de las sociedades europeas desde la Edad Media hasta la Ilustración deteniéndose en las esferas de lo público – manifestaciones culturales – y lo privado – represiones, tabúes –, y en otra de sus obras9 añade que, dado que la sociedad está compuesta por interrelaciones personales desequilibradas por el poder y los que lo detentan, para reestructurar esas relaciones los individuos pasan por un proceso de “curialización”, es decir, trasladar las relaciones de la corte de reyes y magnates a la sociedad en general. No es hasta los años 70 cuando en Alemania un grupo de investigadores – Hans-Ulrich Wehler, Reinhart Koselleck y Jürgen Kocka –, amparados en la creación de la Universidad de Bielefeld en 1971, retoman las preocupaciones sociológicas de Weber y fundan la Bielefelder Schule de historia social y política. Como en los casos francés (Annales) y anglosajón (Past and Present), también en este caso se funda una revista que aglutinará los trabajos de este grupo: Geschichte und Gesellschaft, en 1975

y cuyo subtítulo sirve de introducción programática, “Revista de Ciencia Social Histórica” (Zeitschrift für Historische Sozialwissenschaft). La motivación principal de este grupo es hacer de la historia una ciencia social interdisciplinar en estrecha relación con las otras ciencias sociales, especialmente la sociología, la ciencia política y la economía10. A diferencia de Annales o Past and Present, esta revista se volcó en intentar entender y explicar los desarrollos político-sociales del mundo en proceso de industrialización y por qué en Alemania el crecimiento económico no conllevó el crecimiento en democracia. El arco de temas tratados en la revista11 está copado casi en la mitad de artículos por aquellos con temática sobre historia política, siguiéndole los estudios sobre historia económica y sobre historia del cambio social, y sólo de reciente se han ampliado los artículos sobre historia cultural, aunque ligados al devenir socio-político. El hecho de que el idioma usado sea el alemán y que ésta no sea una lengua académica de amplio alcance ha provocado que los avances en la investigación de esta revista sean poco conocidos todavía. El aporte a la interdisciplinariedad con otras ciencias sociales que esta revista y los trabajos individuales de sus miembros fundadores son de un valor inmenso. De hecho, entre las aportaciones teóricas más destacadas de los miembros de esta tendencia hay que mencionar la obra de Kocka sobre la historia como ciencia social12 o su artículo sobre las ventajas e inconvenientes de la historia comparada13. Asimismo, Wehler ha destacado por su historia de Alemania desde la perspectiva de la sociología histórica, retomando las tesis de Weber renovadas y adecuadas a una visión muy cercana a la “historia total”14.

Por último, indudable es la aportación de Reinhart Koselleck, no sólo con sus trabajos15– en los que desarrolla la idea que los conceptos políticos y sociales cambian de sentido al “normativizarse” y ser usados para influenciar sobre la sociedad –, sino con su ayuda al de-

sarrollo del Zentrum für interdisziplinäre Forschung, creado en 1968 y sede actualmente de uno de los mayores centros de estudios interdisciplinares.

2. La historiografía economicista norteamericana

Hans-Ulrich Wehler, Deutsche Gesellschaftsgeschichte, 5 vols., Beck, Munich, 1987-2008. 15 Reinhart Koselleck, Los estratos del tiempo: Estudios sobre la Historia, Paidós, Barcelona, 2001. 16 Frederick Jackson Turner, La frontera en la historia americana, U. Autónoma de Centro América, San José de Costa Rica, 1986. 17 Robert William Fogel- Stanley L. Engerman, Tiempo en la cruz. La economía esclavista en los Estados Unidos, Siglo XXI, Madrid, 1981. 18 Las revistas: Explorations in Economic History, European Review of Economic History y, la más reciente, Cliometrica. 19 History and Mathematics: Historical Dynamics and Development of Complex Societies, Peter Turchin-Leonid Grinin-Andrey Korotayev-Victor C. de Munck (eds.), Komkniga, Moscú, 2006. 20 Carlo Maria Cipolla, Historia económica de la población mundial, Crítica, Barcelona, 2000. 14

En los Estados Unidos también hubo desde los primeros momentos historiadores preocupados por hacer historia contando con conceptos y teorías que iban más allá de la simple recopilación tradicional de datos, como el pionero F. Turner16. También en esta área fueron los estudios sociales los que abrieron el camino a nuevas formas de hacer historia. Es principalmente en los años 60 cuando el interés por la historia socioeconómica, conjugada con las nuevas técnicas sociológicas, lleva a incorporar estudios sobre las votaciones, las migraciones y composición racial de las ciudades o regiones (censos), la demografía histórica y la econometría retrospectiva. Es así como surge la new economic History o cliometría, de la mano de Robert Fogel y Stanley Engerman17. El avance que supuso para la interdisciplinariedad fue la aplicación de los métodos cuantitativos de origen sociológico a los estudios históricos. En el ámbito que estudiaron estos dos autores, el crecimiento económico de los Estados Unidos no estaría ligado, según demuestran los datos cliométricos a la expansión del ferrocarril y, además, el sistema esclavista sureño habría sido más rentable de lo que se creía, debiendo su crisis a las disputas políticas y la guerra de Secesión. Debido a la metodología utilizada y la imposibilidad de aplicarla a todos los períodos históricos – pues es necesario que haya bases

de datos sobre los que establecer ciclos y porcentajes –, la cliometría ha quedado casi relegada a la historia económica principalmente de los Estados Unidos y sólo en los últimos años, a la historia económica europea y mundial. El soporte de las investigaciones ha estado en la revista Journal of Economic History, fundado en 1941 pero siendo base de la cliometría a partir de 1960, siendo editores Douglass North y William Parker. Actualmente hay varias publicaciones sobre cliometría además de la mencionada18. Los estudios de cliometría han dado lugar recientemente a una rama de investigación llamada cliodinámica19, donde la economía y la historia enlazan con las matemáticas, retomando las teorías de los ciclos de Kondratieff para la evolución económica pero añadiendo factores sociales. Incluimos en este apartado a un historiador que no es ni norteamericano – aunque sí vinculado académicamente con ese país – ni perteneciente a esta tendencia historiográfica, pero que ha escrito sobre historia económica y demográfica desde una perspectiva similar a la de los economicistas estadounidenses. Se trata del historiador italiano Carlo Maria Cipolla, alumno de Braudel en la Sorbona, quien es conocido académicamente por sus trabajos sobre la evolución de la población en conso-

nómica21 y, sobre todo, por su interesante estudio interdisciplinar sobre las relaciones entre alfabetización, desarrollo cultural y desarrollo económico usando el caso concreto del Renacimiento italiano y la Europa de los siglos

XVI al XVIII en general.22 También ha realizado varios trabajos interdisciplinares sobre medicina23 y una curiosa obrita sobre la estupidez que le ha granjeado fama mundial24.

3. La historiografía de lo particular: microhistoria, vida cotidiana y la historia de género

Carlo Maria Cipolla, Vele e cannoni, Il Mulino, Bolonia, 2006; Carlo Maria Cipolla, Las máquinas del tiempo, Crítica, Barcelona, 2010. 22 Carlo Maria Cipolla, Historia económica de la Europa preindustrial, Crítica, Barcelona, 2005. 23 De entre todas las obras sobre temas médicos destacamos: Carlo Maria Cipolla, Contro un nemico invisibile: epidemie e strutture sanitarie nell’Italia del Rinascimento, Il Mulino, Bolonia, 1986. 24 Quizá una de las menos científica, pero sin dejar de apoyarse en estudios, en este caso, de psicología: Carlo Maria Cipolla, Allegro ma non troppo, Crítica, Barcelona, 2006. 25 Por ejemplo: el mexicano Luis González y González, Pueblo en vilo: microhistoria de San José de Gracia, El Colegio de México, México, 1979; Georges Duby, El domingo de Bouvines, Alianza, Madrid, 1988; Emmanuel Le Roy Ladurie, Montaillou, aldea occitana, de 1294 a 1324, Taurus, Madrid, 1988. 26 Su obra más conocida es: Giovanni Levi, La herencia inmaterial: la historia de un exorcista piamontés del siglo XVII, Nerea, San Sebastián, 1990. 27 Carlo Ginzburg, El queso y los gusanos, Península, Barcelona, 2009. 28 Pueden consultar las webs: http://www.microhistory.org/ y http://microhistory.eu/. 29 Hans Medick, Leben und Überleben in Laichingen 1650-1900. Lokalgeschichte als allgemaine Geschichte, Vandenhoeck & Ruprecht, Göttingen, 1997. 30 Alltagsgeschichte. Zur Rekonstruction historischer Erfahrungen und Lebesweisen, Alf Lüdtke (ed.), Campus, Frankfurt am Main, 1989. 31 Carola Lipp, “Writing History as political culture. Social History versus ‘Alltagsgeschichte’ – A German debate”, en Storia della storiografia 17 (1990), pp. 67-99. 21

En este apartado vamos a ver tres grupos de investigación que han focalizado su atención en el individuo, usando un método inductivo que va de lo particular a lo general. Basan sus fundamentos teóricos en la posibilidad de ver reflejado a nivel individual las estructuras mentales de la sociedad en la que vive el individuo estudiado. Su inspiración reside pues en la antropología sociocultural, el materialismo y los “tiempos braudelianos” entendidos desde una óptica totalmente opuesta – la larga duración visible en el quehacer cotidiano de los sujetos históricos –. La microhistoria tiene su origen en Italia, en cuanto método y actividad continuados, pues a lo largo de los siglos XIX y XX algunos autores han escrito obras que podrían ser encuadradas en la microhistoria25. Lo que diferencia a los italianos del resto es la profesionalización de la microhistoria en cuanto canal de investigación prefijado. Se articula en torno a la revista Quaderni storici (1966) a partir de los años 70, con una serie de monografías propias de 1981 a 1991 de la editorial Einaudi a cargo de los más conocidos representantes de esta tendencia: Giovanni Levi26 y Carlo Ginzburg27. Algunos autores de esta tendencia se han acercado más a la antropología y otros más a la sociología; en general, la psicología ha ser-

vido solamente en el análisis del individuo principal pero dejándola aparte en el análisis del conjunto social. Actualmente existen foros que recogen autores de esta tendencia28 y donde también se han ido incluyendo estudios sobre historia local. La historia de la vida cotidiana o experiencia cotidiana, la Alltagsgeschichte, también está muy vinculada con la antropología cultural. Su objeto de estudio ha sido la vida cotidiana de los hombres y mujeres comunes, principalmente de la Alemania protoindustrial – pues surge en ese país – aunque no solamente. Sus autores se han articulado en torno a la revista aparecida en 1993 Historische Anthropologie. Kultur-Gesellschaft-Alltag. Sus raíces se encuentran en la preocupación por las mentalidades de los Annales de los 70-80, en la antropología británica de Clifford Geertz y su interés por los pueblos no europeos – ver a los europeos antiguos como no-europeos en cuanto pertenecientes a una cultura diferente a la actual – y en la antropología filosófica de raíz germana. Sus autores más destacados son Hans Medick29, Alf Lüdtke30y Carola Lipp31que empezaron sus trabajos en esta línea por los años 80. El último apartado, la historia de género, no es en realidad una tendencia historiográfica

sino un complemento32 – una “práctica” según la denominación de Sánchez Marcos33 – a los estudios de historia social que se han ido desarrollando a lo largo de los años 70 en adelante, sobre todo en Estados Unidos. Trata de complementar el rol que la mujer ha jugado en cuanto tal en la evolución histórica, sirviendo además como óptica “diferente” a la usada hasta entonces. Las connotaciones interdisci-

plinares de este punto de vista son muy evidentes: la sociología – rol social – y, sobre todo, la antropología – rol cultural –han ayudado sobremanera a entender y dar relevancia a la participación de las mujeres en la historia, como sujetos que, si bien aparecen mucho menos en los documentos escritos, están presentes de manera evidente34.

4. Los intentos macro-históricos

Para esta idea de complemento, que a su vez sustituye, véase: Joan Scott, “Historia de la mujeres”, en Peter Burke (ed.), Formas de hacer historia, Alianza, Madrid, 1993, pp. 59-89. 33 Sánchez Marcos, “Tendencias historiográficas actuales”, p. 86, dedicándole un capítulo en pp. 86-92. 34 El trabajo más relevante al respecto es: Joan Wallach Scott (dir.), Feminism & History, Oxford University Press, Oxford, 1996. 35 Fernand Braudel, “Histoire et Sciences sociales: La longue durée”, en Annales. Économies, Sociétés, Civilisations 13 (1958), pp. 725-753. 36 Arnold Joseph Toynbee, Estudio de la Historia, 3 vols., Alianza, Madrid 1991-1998. 37 Entre los muchos detractores de su obra mencionaremos por su relevancia a: José Ortega y Gasset, Una interpretación de la Historia Universal. En torno a Toynbee, Alianza, Madrid, 1979. 38 Digno de mencionar por la similitud en los planteamientos biológico-evolucionistas de las civilizaciones está Jared Diamond y su obra: Colapso, DeBolsillo, Barcelona, 2007. El título mismo del libro es de origen toynbeeano y el planteamiento se asemeja en cuanto trata de ejemplos de civilizaciones que no logran desarrollarse o que una vez desarrolladas, se desintegran. 32

Se van a analizar ahora dos “intentos” de interpretación macro-histórica – globalizante – de la evolución de las sociedades: Arnold Joseph Toynbee e Immanuel Wallerstein. Y hablamos de “intentos” porque no han llegado a crear tendencias historiográficas definidas que hayan continuado de una manera institucionalizada la senda trazada por ambos autores. No quiere decir que no hayan tenido seguidores entre la comunidad de historiadores, sino que sus ideas, bien parcialmente o bien íntegramente, han sido asumidas – o subsumidas – por otras tendencias historiográficas. Los respectivos trabajos de estos dos autores tienen una estrecha vinculación con la propuesta crono-dimensional de Fernand Braudel35, pues la concepción temporal de ambos autores encaja en la propuesta braudeliana – si bien es clave recordar que la obra de Toynbee es anterior a la teoría de la longue durée de Braudel mientras que la de Wallerstein es posterior y, creemos, muy deudora de la misma –, desde un estricto punto de vista teórico. Arnold Toynbee escribió su famoso A Study of History entre 1934 y 196136, en 12 volúmenes que tratan de abarcar todas las so-

ciedades que han existido y que existían por aquel entonces en la Tierra. Una obra de esta envergadura, no sólo transnacional sino incluso intercontinental, no tiene precedentes historiográficos. Precisamente por este motivo, y por el esfuerzo de interpretación holística desarrollado por el autor, mencionamos su obra a pesar de que después ha sido duramente criticada y casi puesta en entredicho por la comunidad científica37. Las principales críticas han derivado de su similitud con la biología, pues las “civilizaciones” toynbeeanas son como seres vivos – además de hablar de cada una de las 21 civilizaciones, más las abortadas y las detenidas, como si fueran seres individuales – que nacen, crecen, se desarrollan y mueren o “colapsan”, en términos de Toynbee. Priman los aspectos políticos y religiosos, pero el prisma desde el que se miran los mismos es de una novedad notable. Como bagaje conceptual, aun no habiendo tenido repercusión en el formato que le daba Toynbee, las ideas de “civilización”, “génesis”, “contacto”, “colapso”, etc., han sido utilizadas en formas diferentes por numerosos historiadores38. Immanuel Wallerstein, sociólogo, ha des

tacado por su teorización sobre el desarrollo del capitalismo y la conformación de las desigualdades derivadas del mismo, o lo que él llama “sistema-mundo”39. Asimismo, y ese es el motivo principal de mencionarlo aquí, ha sido uno de los principales valedores del diálogo entre las ciencias sociales, re-adaptando en cierto modo la idea weberiana de “ciencia social total”, pues si las ciencias sociales no trabajan sobre el objeto de estudio común que es el hombre y la sociedad, no resultan lógicas y se invalidan por separado40. Su pensamiento aúna teorías del materialismo – las estructuras en la sociedad – y de Braudel – estudio de un área espacial no nacional desde un punto de vista social, económico, cultural, etc., es decir, la longue durée – añadiéndole la teoría de los ciclos económicos de la historiografía economicista americana que vimos anteriormente. De hecho, debido al mayor peso de las cuestio-

nes económicas en sus planteamientos, no ha tenido el predicamento que se podría esperar entre los historiadores, teniendo eco sus ideas casi exclusivamente entre los historiadores económicos, pero sí entre los economicistas, llegándose a crear el Institute for Research on World-System y la revista especializada Journal of World-System Research desde 1995. Aunque las pretensiones son las de ir más allá de la sociología y la economía, muy pocas colaboraciones de historiadores se cuentan entre los colaboradores de la revista41. Debido a las implicaciones políticas de estas ideas – denuncia de las desigualdades que genera el capitalismo en la distribución de la riqueza – ha ido contando con la simpatía de varios de los movimientos sociales antisistema, sobre todo en el siglo XXI.

5. La crisis historiográfica de los años 70-80: repercusiones y perspectivas Véase Immanuel Wallerstein, El moderno sistema mundial. La agricultura capitalista y los orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI, Siglo XXI, Madrid, 1979, donde se detallan todas sus ideas. 40 Puede verse este planteamiento en: Immanuel Wallerstein, Abrir las ciencias sociales, Siglo XXI, Madrid, 2004. 41 Pueden consultarse los mismos en: http://jwsr.ucr.edu/index. php. La presencia de historiadores más generales se encuentra casi exclusivamente en los primeros años de la revista. 42 Lawrence Stone, “The revival of narrative: reflections on a new old history”, en Past and Present 85 (1980), pp. 3-24. 43 Traducción y cita en: Sánchez Marcos, “Tendencias historiográficas actuales”, p. 51-52. 44 Pasa de estudios sobre temas económicos (como el alumbre y su comercio) y sociales (la sociedad romana) a estudios sobre temas culturales (la religión cristiana) o psicológicos (como comportamientos afectivos o emociones); véase: Sánchez Marcos, “Tendencias historiográficas actuales”, p. 53. 39

Las tendencias historiográficas analizadas hasta ahora, y en especial la materialista, van a verse sacudidas por un hondo período de reflexión en el seno de la historia como ciencia social. Esta crisis, entendida como “replanteamiento” del quehacer historiográfico, está indudablemente ligada a las circunstancias históricas de aquellos años (Guerra Fría, descolonización, mayo del 68, etc.). La pérdida de fuelle de las ideas interdisciplinares o, por lo menos, de colaboración entre las ciencias sociales va a llevar a una revitalización de lo que he denominado historiografía tradicional, es decir, una vuelta al acontecimiento en lo que ha sido denominado “giro lingüístico” por Lawrwnce Stone42:

Está claro que una única palabra como “narrativa”, especialmente ésta que encierra una historia tan complicada tras de sí, no resulta adecuada para describir lo que viene a ser de hecho un amplio conjunto de transformaciones con respecto a la naturaleza del discurso histórico. Existen indicios de un cambio en el problema histórico central, con un énfasis sobre el hombre en medio de ciertas circunstancias más bien que sobre las circunstancias que lo rodean; en los problemas estudiados, sustituyéndose lo económico y lo demográfico por lo cultural y lo emocional; en las fuentes primarias de influencia, recurriéndose a la Antropología y la Psicología en lugar de a la Sociología, la Economía y la Demografía; en la temática, insistiéndose sobre el individuo más que sobre el grupo; en los modelos explicativos de las transformaciones históricas, realzándose lo inte

Carlo Maria Cipolla, Cristofano and the Plague, Harper Collins, Nueva York, 1973. 46 Edward Palmer Thompson, Whigs and Hunters: The Origin of the Back Act, Pantheon Books, Nueva York, 1975. 47 Natalie Zemon Davis, “The Sacred and the Body Social in Sixteenth-century Lyon”, en Past and Present 90 (1981), pp. 40-70. 48 Jürgen Kocka, “Theory Orientation and the New Quest for Narrative. Some Trends and Debates in West Germany”, en Storia della Storiografia 10 (1986), pp. 170-181. 49 Sánchez Marcos, “Tendencias historiográficas actuales”, p. 54. 50 Así como de las que no he hablado pero que tocan de lleno todas estas problemáticas: Accounting, Business & Financial History, Acta Historico-Oeconomica, Actes de la recherche en sciences sociales, The Agricultural History Review, Anais de História, Cahiers internacionaux d’histoire économique et sociale, Annali di storia dell’impresa, Anuario de Historia económica y social, Archiv für Kulturgeschichte, Popolazione e storia, Business History Review, Castalia. Rivista di storia della medicina, Comparatives Studies in Society and History, Cuadernos de historia económica de Cataluña, Nuova economia e storia, The Economic History Review, Economy and History, Études économiques, The European Journal of the History of Economic Thought, Explorations in Economic History, Histoire, Économie et Société, Historická Demografie, History in Economic Review, The Journal of Economic History, The Journal of European Economic History, Journal of Social History, Revista de Historia Económica, Social History, Studia Historiae, Oeconomicae, Vierteljahrschrift für Sozial- und Wirtschaftsgeschichte, Working Papers. Faltarían además las que están en idiomas como árabe, hindú, chino o japonés, que no hemos podido completar por falta de conocimiento de esos idiomas. Algunas de esas revistas se remontan a la época de los Annales. 51 Hayden White, El texto histórico como artefacto literario, Paidós, Barcelona, 2003. 52 Respecto a la segunda parte comentada, el bagaje de cada historiador y las influencias del contexto, cabe destacar el acertado estudio de Josep Fontana, Historia: análisis del pasado y proyecto social, ya que en él se detiene a conjugar la obra de cada historiador analizado con las vicisitudes personales e históricas del mismo. 53 Peter Burke, El Renacimiento europeo: centros y periferias, Crítica, Barcelona, 2000; Peter Burke, La cultura popular en la Europa Moderna, Altaya, Barcelona, 1997; Peter Burke, La fabricación de Luis XIV, Nerea, San Sebastián, 1995. 54 Peter Burke, La revolución historiográfica francesa: la escuela de los Annales 1929-1984, Gedisa, Barcelona, 1994. 45

rrelacionado y multicausal sobre lo estratificado y monocausal; en la metodología, tendiéndose a los ejemplos individuales más bien que a la cuantificación de grupo; en la organización, abocándose a lo descriptivo antes que a lo analítico; y en la conceptualización de la función del historiador, destacándose lo literario sobre lo científico43.

Dentro de esta tendencia Stone incluye los trabajos de Jean Delumeau44, Duby y su Bouvines, Cipolla y su trabajo sobre las reacciones que provocó una epidemia de peste en Prato en 163045, Le Roy Ladurie y su Montaillou, o incluso E. P. Thompson y su trabajo sobre las luchas entre patricios y plebeyos en los bosques de Windsor46, y Natalie Zemon Davis y su estudio sobre los rituales de ignominia en Lyon y Ginebra47. Las razones de este cuestionamiento de la historia socioestructural estarían, según Stone y Jürgen Kocka48, en los excesos de cuantificación y sofisticación conceptualizadora, en la crisis cultural de 1968, que cuestionó las macroteorías sociológicas omnicomprensivas, así como en el relativismo general existente en todo tipo de teorías. Según Sánchez Marcos49, ejemplos también de esa deriva serían la dedicación a la historia de las mentalidades por parte de Annales en los años 70, el interés de varios historiadores materialistas por la microhistoria (Ginzburg y Levi) y el cambio de autores como Thompson a cuestiones más relacionadas con la cultura en sentido antropológico. A mi juicio, es cierto que en estos años se da una mayor preocupación por el individuo pero no creo que se haya perdido la perspectiva de lo social. La entrada en juego en el campo histórico de la antropología no supone un “giro a lo narrativo”, sino un enriquecimiento de las perspectivas socioeconómicas que hasta entonces habían obviado precisamente esa fa-

ceta. También creo que el proceso de descolonización que se da en los 60-70 ha contribuido al análisis de otras sociedades que no son la occidental y, por tanto, más difíciles de encajar en las teorías sociales existentes, haciendo necesario el uso de conceptos y estudios que ya se daban en la antropología de los años 4050. La cantidad de artículos sobre historia económica y social que se siguen publicando en esos años tanto en Annales y Past and Present como en el resto de revistas que he analizado así lo atestiguan50. La crisis de la historiografía del último tercio del siglo XX y que sigue teniendo ecos en el XXI no proviene de una vuelta a la historia de los hombres y la política – aunque sí, en parte, a una vuelta a la historia descriptiva sin análisis –, ni de una puesta en duda de la objetividad del historiador en cuanto sujeto activo de la historia y, por tanto, influenciable por el entorno – como apuntaba Hayden White, quien fue el primero de los historiadores posmodernistas que cuestionó la objetividad de la obra historiográfica anterior y del historiador en general51– sino por una toma de conciencia del bagaje cultural, en sentido amplio, que rodea a la labor historiográfica tanto el subyacente en cualquier documento o fuente histórica como el que afecta a cada historiador a la hora de buscar sus hipótesis y temas de interés52. No puede cerrarse este capítulo sobre la “crisis” de la historiografía sin mencionar a un científico social – pues llamarlo historiador reduciría mucho lo que su obra ha abarcado y abarca – cuya contribución a esa dimensión interdisciplinar hacia la que gira la historiografía del último cuarto del siglo XX es fundamental: Peter Burke. En sus trabajos de investigación estrictamente históricos, aunque no resulta nada fácil hacer esta distinción, se ha dedicado

Es lo que Roland Chartier denominó la organización del relato histórico en “capas” y el estar sometida a procedimientos de acreditación. Véase, Roland Chartier, “La Historia hoy en día: dudas, desafíos, propuestas”, en La “nueva” historia cultural: la influencia del postestructuralismo y el auge de la interdisciplinariedad, J. Olábarri-F. Caspistegui (dirs.), Editorial Complutense, Madrid, 1996, pp. 24-25. 56 «Si algo caracteriza el panorama historiográfico actual es la diversidad, el pluralismo y la labilidad de los grupos y escuelas intelectuales», de Sánchez Marcos, “Tendencias historiográficas actuales”, p. 72. 57 Es lo que pretendemos, por lo menos a nivel de estudiantes de Historia, en los foros del Colectivo Internacional de Jóvenes Historiadores en las redes sociales. 58 A ese primer congreso asistieron destacadas figuras como Jacques Le Goff, Roland Chartier, Santos Julià, Lawrence Stone, Julio Valdeón, Peter Burke, Robert Darnton, John Elliott, André Burguière o Carlos Aguirre Rojas. 59 Debate, un paradigma global para la escritura de la historia”, en Tiempo y Sociedad 2 (2009-2010), p. 13: «conjunto de valores y creencias que comparte una comunidad de especialistas», remodelando la teoría sobre paradigmas de Thomas S. Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas, Fondo de Cultura Económica, México, 2006. 60 Manifiesto de Historia a Debate, Historia a Debate, Santiago de Compostela, 2010, p. 1. 61 Fruto de ello serán los otros dos congresos de 2004 y 2010 y la creación de la red www.h-debate.com con espacio para debates, noticias, reflexiones y otro tipo de comunicaciones, así como los perfiles más nuevos de Facebook, Twitter o You Tube. 62 Barros, “Historia a Debate”, p. 12. 63 Barros, “Historia a Debate”, p. 11: «Si nos resulta difícil encontrar ejemplos, más allá de una actividad académica individual, de proyectos de reflexión y/o investigación historiográfica de dimensión internacional que traten sobre la situación actual, más todavía que privilegien la relación académica y el debate a través de la red». 55

a la historia cultural53. Además, se ha dedicado a la reflexión historiográfica54 y, siendo esto lo que más nos interesa, a la reflexión sobre la historia y las ciencias sociales. A este respecto, su trabajo principal, Historia y teoría social es un compendio muy rico en reflexiones acerca de lo que la historia y el resto de

ciencias sociales (antropología, sociología, psicología, ciencias políticas, economía) tienen en común en cuanto a conceptos y métodos y de cómo pueden usarse específicamente en historia.

Sin duda, este espíritu crítico que replanteó algunos preceptos – que no conceptos – historiográficos ha servido para subrayar la labor de “interpretación” del historiador. La objetividad de un estudio histórico no emana en sí del uso de fuentes que corroboren una u otra hipótesis sino de la interpretación que el historiador hace de esas fuentes. El posterior debate sobre una hipótesis y su consiguiente remodelación según se van aportando nuevas fuentes o reinterpretando las precedentes es el que garantiza esa objetividad, no sólo en historia sino en el resto de ciencias sociales55. Desde la óptica interdisciplinar que tratamos de reivindicar aquí, esta crisis o replanteamiento ha servido para ensanchar más el horizonte histórico. No compartimos el comentario de algunos56 para los que esto supone una dispersión de las fuerzas. Como hemos visto, ni antes había uniformidad en los diferentes planteamientos historiográficos, con notables diferencias dentro de las mismas tendencias historiográficas, ni puede haber uniformidad ahora. Lo que faltan son foros donde el intercambio de ideas y de diferentes ópticas sobre un problema pueda ser la norma57. Existen congresos y jornadas, además de que todas las revistas que he mencionado en esta introducción siguen vivas y en fermento, pero el esfuerzo

por repensar las ciencias sociales desde una perspectiva holística que las integre aún más a través de la interdisciplinariedad es el que se debe plantear ahora. En esa tarea es donde encuadraré a la última tendencia historiográfica que voy a tratar aquí: Historia a Debate. A diferencia de las otras tendencias historiográficas, Historia a Debate no se conforma alrededor de una revista sino de una serie de congresos (el primero, en 1993) en los que el tema de encuentro es precisamente replantear los estudios históricos desde otra perspectiva58 . El mismo nombre de ese primer congreso fue el que definió a esta tendencia historiográfica: «Historia a Debate como tendencia historiográfica quiere contribuir a la configuración de un paradigma59 común y plural de los historiadores del siglo XXI que asegure para la historia y su escritura una nueva primavera»60. En realidad, no es hasta el 2001 cuando se conforma oficialmente como tendencia historiográfica, tras el segundo congreso celebrado en 1999, siendo la cabeza visible del movimiento el coordinador de esos congresos, Carlos Barros. El planteamiento de esta tendencia historiográfica es claro: crear un foro transcontinental que permita el debate y la participación de cuantos más historiadores para poder así mejorar el saber histórico, y para ello se va a contar

6. La historiografía autorreflexiva de Historia a Debate

ción de los 90 era de «empirismo fragmentador» donde los Annales, el materialismo histórico y el funcional-estructuralismo se habían quedado estancados y agotados. Por ello, era necesario que el ambiente universitario tuviera la posibilidad de confrontarse y hablar sobre las perspectivas que se abrían en el futuro con otros colegas63, abandonando una tradicional postura indolente hacia todo lo que representara una novedad. No obstante, esta tendencia ha sufrido un cambio de orientación en los últimos años – y en concreto en el último congreso – pues, por un lado se han enfocado los esfuerzos hacia cómo hay que enseñar la historia, con lo que el debate sobre la historia en sí ha pasado a un segundo plano; y por otro, en la procedencia

de sus miembros y por tanto de los trabajos, mesas de debate y foros llevados a cabo por estos, se ha producido una disminución de los europeos e incluso españoles en favor de los americanos64. Se ha enriquecido el debate en cuanto a temáticas indigenistas – y por tanto antropológicas – así como las reflexiones sobre la globalización pero el conjunto académico europeo corre el riesgo de no entrar a participar en estos debates y, por lo tanto, quedar cojo el proyecto inicial65. Exponiendo la segunda gran propuesta de esta tendencia historiográfica, la solución al problema de cómo hacer la historia en el siglo XXI es «pensar, replantear y acrecentar, hacia dentro y hacia fuera, el concepto y la práctica de la interdisciplinariedad»66.

7. Conclusión Sin ánimo de extenderme demasiado, pues este artículo es más de presentación de lo que ha dado de sí la reflexión historiográfica en los últimos 30 años, se puede concluir diciendo que la Historia en general necesita profundizar en su estructura teórica, pues sin ella se corre el serio riesgo de no ser útil. Y no es sino la utilidad la única razón de ser de la ciencia histórica: una Historia para comprender el presente, La mayor repercusión se puede comprobar en la procedencia de los firmantes del Manifiesto de Historia a Debate: del ámbito americano hay 371 firmantes, principalmente de México y Argentina, mientras que del ámbito europeo hay 145 firmantes, incluidos los españoles, pues de fuera de España sólo la han suscrito 28 historiadores, en Manifiesto de Historia a Debate, pp. 8-16. 65 Todas estas apreciaciones las he podido comprobar de primera mano en el IV Congreso Historia a Debate de 2010 (1519 diciembre), pudiéndose consultar las ponencias en la página antes citada. 66 Barros, “Historia a Debate”, p. 26.

a través del pasado, y labrar el futuro a través de la experiencia.

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BIBLIOGRAFÍA PRINCIPAL

Barros, Carlos, “Historia a Debate, un paradigma global para la escritura de la historia”, en Tiempo y Sociedad 2 (2009-2010), pp. 9-55. Burke, Peter, Historia y teoría social, Amorrortu, Buenos Aires, 2007. Fontana, Josep, Historia: análisis del pasado y proyecto social, Crítica, Barcelona, 1999 Iggers, Georg G., La ciencia histórica en el siglo XX: las tendencias actuales, Idea Books, Barcelona, 2002. Olábarri, J. – Caspistegui, F. (dirs.), La “nueva” historia cultural: la influencia del postestructuralismo y el auge de la interdisciplinariedad, Editorial Complutense, Madrid, 1996. Sánchez Marcos, Fernando, “Tendencias historiográficas actuales”, en http://www.culturahistorica.es Wallerstein, Immanuel, Abrir las ciencias sociales, Siglo XXI, Madrid, 2004.

La Historia Antigua y la tradición clásica

Crítica a los metarrelatos y nuevas propuestas metodológicas Francisco Mamani Fuentes

Palabras Clave: Historia Antigua-Tradición Clásica-Metarrelatos-Multidisciplinariedad.

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Resumen: Esta investigación tiene como fin analizar la relación entre la Antigüedad y la idea de la Tradición Clásica. Tomando como punto inicial, los problemas teóricos y metodológicos que durante décadas la Historia Antigua ha arrastrado, en especial la forma en la cual las fuentes han sido tratadas. Se concluye que la Tradición Clásica, ha sido influenciada por lo que F. Lyotard llamó la construcción de metarrelatos, esto ha sucedido desde la Antigüedad hasta hoy, evidenciado especialmente en los discursos creados por los grandes pensadores: Karl Marx, Friedrich Nietzsche, Sigmund Freud y Michel Foucault. Finalmente se presentan modelos analíticos que generan una nueva propuesta: los aportes de la Antropología, la incorporación de Oriente y la reformulación de los conceptos de las Ciencias Sociales.

Abstract: This research aims to analyze the relationship between antiquity and the idea of the Classical Tradition. Taking as a starting point, the theoretical and methodological problems that ancient history has dragged for decades, especially the way in which its sources have been treated. We concluded that the Classical Tradition has been influenced by what François Lyotard called the construction of meta-narratives; this process has happened from ancient times until today. This is especially evident in the speeches created by the great thinkers: Karl Marx, Friedrich Nietzsche, Sigmund Freud and Michel Foucault. Finally, we shall present some analytical models that generate a new proposal: the contributions of anthropology, the incorporation of the Eastern history and the reformulation of the concepts of the Social Sciences.

1 La relación existente entre la Historiografía y el Posmodernismo, nace de la propuesta del cambio en la relación del pasado y la interpretación personal, considerándose en un futuro con un carácter metafórico más que literal. Es decir, la atención historiográfica ya no es el propio pasado, sino las discrepancias entre el hoy y el pasado, entre el lenguaje que se usa para hablar del pasado y el propio pasado. Ya no hay un relato que mueva la historia y que ordena esa incongruencia. El posmodernismo no problematiza la historiografía científica, sino que remarca sobre ella, el drama creado por los modernistas, la creación de un discurso en el cual no hay nada fuera de él. Ergo, es afuera, donde encontramos el ámbito lingüístico del propósito y el significado histórico. Ankersmit, F., & Sanchis Martínez, M. “Historiografía y Postmodernismo”. Historia Social nº 50 (2004), 7-23. 2 Bravo Castañeda, G. “Hechos y teoría en Historia (Antigua): Cuestiones teóricas en torno a un modelo-patrón de investigación”. Gerión nº3 (1985), 19-41.

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Introducción En la actualidad, se ha debatido mucho sobre la utilidad de la historia, especialmente con los cuestionamientos nacidos de la Postmodernidad. Existen posturas que consideran que la historia está en una crisis epistemológica. Otras ven su importante presencia en la sociedad actual, realzando su validez y fuerza, esto gracias a la adaptación al mundo de la imagen y de los mass media, junto con la vinculación existente con el patrimonio cultural.1 En este contexto la Historia Antigua (desde ahora, H.A), ha visto cuestionada, primero por la crisis del paradigma clásico en occidente y la pérdida de interés de los historiadores. Esto último debido a que ha sido “fundamentalmente” entendida desde el estudio de las fuentes literarias. Incluso los intelectuales de otras disciplinas, la consideran alejada de la reflexión teórica, carente de modelos e insuficiencias de método. Lo cual sumado a la sensación de la generación más joven de historiadores, quienes ven en esta especialidad, un retraso comparado con las otras ciencias históricas. Estos presupuestos pueden contener algunas falacias, pero en ciertos puntos es necesario hacer algunas aclaraciones, ya que esta, si presenta algunos problemas en el objeto de estudio y en los métodos de investigación, además de ser utilizada por ciertas ideologías que intervinieron en su análisis. 2 La importancia de tener una clarificación de los conceptos y una eliminación de las dudas en el método histórico, son vitales para

una difusión adecuada de la Antigüedad, especialmente por lo lejano del periodo y por lo sesgos ideológicos que la han dominado, haciendo de ella, algo estático para la mayoría de los iniciales estudiantes y la opinión general. Es este el punto de partida para la reflexión que se hará a continuación, iniciándose con una especificación de los problemas de la teoría, que en este caso centraremos en el uso de las fuentes, continuando con la discusión sobre los métodos que se utilizan, esto asociado a las otras ciencias de la antigüedad y los aportes de las ciencias sociales. Esto nos entregará una visión epistemológica actual, lo que hará más comprensible, el manejo ideológico desarrollado en especial desde finales del siglo XIX. Finalmente, veremos diferentes posturas innovadoras, que ayudarán a definir, esclarecer y potenciar a la H. A, dentro de los estudios históricos.

Problemas teórico-metodológicos en la Historia Antigua En la actualidad es necesario hacer una reflexión y una justificación histórica, ya que el desarrollo teórico y metodológico hacen cuestionar los tradicionales objetos de estudio de la HA. Esto ha sido iniciado por importantes historiadores hace algunas décadas: así A. Momigliano en sus estudios sobre las teorías de la praxis en la investigación histórica analiza los diferentes modos de entender/escribir la antigüedad clásica; M. Finley, hace reflexiones metodológicas sobre problemas históricos generales; la propuesta pragmática de G. Alföldy; el tratamiento de las fuentes antiguas por M. Liverani y finalmente los aportes actuales D. Plácido sobre la historia social, entre otros.

3 Idem. Para mayor profundización de estas temáticas: A. Momigliano. Essays in Ancient and Modern Historiography, Wesleyan University Press, 1977, pp. 62-75. Para M. Finley, Uso y abuso de la historia, Barcelona, 1977, p. 91. En Alföldy, G. “La Historia Antigua y la investigación del fenómeno histórico”. Gerión nº1 (1984), 39-61. Plácido, D., Introducción al Mundo Antiguo: Problemas teóricos y Metodológicos, Madrid: Editorial Síntesis, S.A. (1995). Liverani. M., El antiguo Oriente. Historia, economía y sociedad, Barcelona, Crítica, 1995 (1998). 4 Alföldy, G. “La Historia Antigua y la investigación del fenómeno histórico”. Gerión nº1 (1984), p. 40-42 5 Pfoh, E.” Fuentes históricas antiguas y modelos teóricos modernos”. Encuentro Interdisciplinario en Ciencias Sociales de Jóvenes Investigadores, 2004 , La Plata: Editorial de la Universidad Nacional de La Plata. pp. 8-10.

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Es importante considerar que estas reflexiones son temporalmente tempranas y que no son temáticas que usualmente se traten dentro de los estudios sobre la HA. El trabajo del historiador no siempre consigue discernir entre el elemento objetivo y el subjetivo que concurren en la praxis de la investigación. En otras palabras, como “hacemos la investigación” es un criterio que muchas veces pasa por un asunto personal, ese aspecto se tratará, y cómo en muchas ocasiones, este modelo o patrón ha generado graves consecuencias en la forma de cómo se ha entendido la Antigüedad. 3 ¿Hasta qué punto nuestros conocimientos del pasado representan una “comprensión auténtica” del hecho histórico. Considerando su respectiva cientificidad? Para G. Alföldy (1984), estos problemas pueden ser agrupados: en el tratamiento de las fuentes, los métodos, y el enfoque histórico del autor, paradójicamente estos aspectos son los que contribuyen en gran manera en fortalecer el discurso historiográfico general.4 El problema de las fuentes en este periodo, son su diversa naturaleza que a menudo es fragmentaria, exigiendo al historiador un gran esfuerzo al medir las consecuencias de las hipótesis que ante su presencia o ausencia se formulan. También es necesario hacer un juicio sobre la calidad de los testimonios o su fiabilidad, dándonos cuenta de su desigualdad (a diferencia de otros periodos históricos), esto exige completar una crítica externa (autenticidad) e interna (fiabilidad). Debemos preguntar a la fuente no lo qué dice sino que oculta, incluso qué pretende decir u ocultar.

La Antigüedad nos presenta problemas teóricos que no son específicos de ella y que han agravado su análisis, ya que provienen de conceptos de otros periodos de la historia y de las ciencias sociales. El aislamiento metodológico producido por la preponderancia de la Filología, no cooperó en la actualización de esta parte de la historia. Con la revolución de las disciplinas durante los años setenta, hay un cambio en los métodos de análisis de la HA. Aquí la propuesta de M. Liverani cobra fuerza, en la formación de una perspectiva histórica crítica capaz de integrar los datos lingüísticos textuales y los pertenecientes a las otras ciencias de la Antigüedad, logrando una síntesis histórica que contemple la interacción de aspectos económicos, sociales y políticos y que, asimismo, haga uso de conceptos provenientes de las propias disciplinas sociales para comprender de una modo más sofisticado la naturaleza de las sociedades antiguas. 5 Desde el método, la problemática está asociada a al concepto de historia que el investigador siga y a los temas que le interesan, pues estos son el eje para la posterior investigación y la docencia. Es imperativo tomar una posición ante las fuentes, al tener en cuenta los documentos literarios, o al descartar los que serán considerados como invenciones. El manejo de técnicas específicas se impone sobre el uso que se dará posteriormente sobre las fuentes. Desde la HA, se deriva el método de manera coherente, como el planteamiento de los problemas específicos de las fuentes antiguas, como por ejemplo, la parcialidad del autor, los términos propios, y el necesario alejamiento para comprender de mejor manera

6 Plácido, D., Introducción al Mundo Antiguo: Problemas teóricos y Metodológicos, Madrid: Editorial Síntesis, S.A. (1995). p 165. 7 Alföldy, G. “La Historia Antigua y la investigación del fenómeno histórico”. Gerión nº1 (1984), 49-50. 8 Vial, A. “Límites teóricos y políticos de la condición posmoderna de Lyotard”. Estudios Sociológicos, 7(19) (EneroAbril,1989), 105-137. Para conocer en extenso la propuesta de F. Lyotard. Lyotard, Jean-Francois, La condición posmoderna, Editorial Cátedra, Madrid, 1986.

el artefacto histórico. 6 Desde estos aspectos metodológicos, han surgido diferentes tendencias, como la epigráfica-estadística, la prosopográfica de investigación, siendo las más significativas: la escuela positivista de L. Ranke, que se caracterizaba por el rechazo de todo sistema metodológico que se base en teoría alguna, manteniendo el postulado “wie es eigentlich gewesen” (“cómo ha sido realmente”), tratando a las fuentes con un extremada rigurosidad. El otro modelo es ideológico-deductivo, donde la influencia de M. Weber y Karl Popper, generó un método que ante la escasez de fuentes, se inicia la investigación desde la teoría, ideándose una hipótesis que es corroborada por las fuentes. Ambas corrientes han tenido grandes exponentes y muchos críticos, por las serias limitaciones que imponían al historiador de la antigüedad. 7 Si nos fijamos con detención y teniendo en cuenta la larga lista de modelos históricos que han sido propuestos y aún más los que son préstamos de las ciencias sociales. Se establece que en la mayoría de los casos, los investigadores elaboran su propia metodología. Es esta individualidad la que en algunos momentos de la historia de la comprensión de la H.A, ha tenido una tendencia que corresponde al pensamiento nacido de la ilustración y con ella de la Modernidad, siendo detectada a través del tiempo por una serie de investigaciones, estas serán analizadas a continuación.

El metarrelato en la Historia Clásica. Es necesario hacer un visualización específica,

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una notable pausa, al detectar uno de los problemas mas importantes que ha tenido el desarrollo de la HA, desde su perspectiva teórica y metodológica, generando un relato constante sobre las miradas que se ha tenido sobre ella. Para ello y sin caer en una descripción cronológica de la historia de la historiografía de la Antigüedad, es que se hará un análisis general tratando además de no minimizar el tema. Para ello se utilizó un modelo proveniente del posmodernismo, el concepto de “metarrelato” propuesto por F. Lyotard. Este se define como un gran relato generalizante, sobre un aspecto de la cultura, en el cual puede estar escondido una ideología o la búsqueda de una “verdad oculta”, generando con ello una influencia en el manejo teórico y metodológico del análisis.8 La existencia del metarrelato, proviene de los discursos que fueron mantenidos durante la Modernidad, donde el predominio de la razón y la ciencia, son considerados como los orígenes del conocimiento. Desde esta definición, podemos detectar otros metarrelatos que se presentan en la historia universal, los cuales en el caso de la HA, encontramos unos de carácter ideológico y otros del tipo conceptual. Vemos este metarrelato en los inicios de la investigación “científica” (s. XVIII), una clara idealización del mundo clásico. Primeramente en el caso griego, donde los valores democráticos atenienses y la sociedad militarizada espartana se hacen presentes en la constitución de las sociedades modernas como la francesa y con ella al resto de Europa. En el caso romano, se presenta en su constitución política y la idea de la eterna Roma, en variados momentos de la historia europea, desde Carlomagno hasta el III Reich y en la filosofía política, con

9 Bermejo Barrera, J. C. “Historia Antigua: ¿Para qué? Vigor y decadencia de la tradición clásica”. Dialogues d’histoire ancienne., 29(2) (2003), p. 39-42

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Maquiavello y Hobbes; mención aparte es la asimilación de la cultura clásica que hace el cristianismo, manteniendo esta idealización, a pesar del secularismo iniciado con el Renacimiento perdurando a través del tiempo. Con el siglo XIX el carácter de los metarrelatos cambia, incluso se especifica según el contexto país de cada investigador. En el caso heleno, vemos la obra de Müller, donde la vida espartana fue analizada bajo la inconsciente identificación con la realidad prusiana. Llega incluso a más, pone en pugna el espíritu dorio con el jónico (asociado al comercio y, por ende, a Inglaterra), alejándose de la realidad histórica, lo que tuvo importantes consecuencias en la forma en la cual el mundo clásico se hizo presente en Alemania, y que influenciaría notablemente en la mentalidad de Nietzsche. En el caso romano, vemos mayor cantidad de metarrelatos, para T. Mommsen la historia republicana romana, nace de una clave contemporánea, la lucha entre patricios y plebeyos, es similar a la de conservadores y progresistas que luchan por obtener el poder político. En los estudios de E. Gibbon, se asocia con Roma y las ideas de la ilustración, haciendo hincapié en la época Antonina como un ideal y en ella la clave de la historia de Europa. Finalmente tenemos el caso de M. Rostovtzeff, quien ve en su historia social y económica un ascenso y caída de una clase social la burguesa, constructora y creadora de la ciudad. Así durante la mayoría del siglo XIX, la decadencia de Roma, pasa a ser una metáfora de la transformación del mundo contemporáneo y el advenimiento de la sociedad de masas. Paralelo a estas formas “conservadoras” de metarrelato del mundo clásico, donde se consideraba como un paradigma, como el

modelo a imitar. Ocurre un proceso de desvelamiento, la búsqueda de quitar la máscara a la HA, el encontrar una “verdad oculta”, que favorecerá el aproximamiento de a ésta, ya que perderá su carácter ejemplar, volviéndose más inteligible, algo más cercano a nosotros. Este proceso se inició después de 1870, siendo el primer exponente, K. Marx, quien busca una ley fundamental, una ley del valor que guíe la historia universal, esto se presentaría desde la Antigüedad, con la apropiación de la plusvalía, primero por el Modo de producción Asiático y después con el mundo clásico, bajo el sistema de la esclavitud, todo esto sería categorizado por Marx, como una constante explotación del trabajo servil en sus diferente modalidades a través de la historia. Esto se convierte en una gran crítica al modelo ideal democrático dominante al hacer la mención que este sistema estaba sustentado en la expoliación de algunos sectores de la sociedad. Esto influenció de tal manera, que B. Farrington, durante el siglo XX, hace una importante crítica a la Filosofía griega, viéndola como un producto de los intereses de clase.9 Otro de los pensadores que sigue la misma lógica del metarrelato, es Friedrich Nietzsche, quien la clave secreta de los griegos, en el interior de ellos mismos. Primero, distingue el “espíritu griego”, que estaba centrado en la idea de proporción de medida y de racionalidad, la presencia de dos facetas contradictorias: lo “apolíneo”, que se asocia a la imagen que Europa quiso asumir de los griegos, y lo “dionisiaco” que simboliza la pasión, lo irracional, la vid, el sobrepasar los límites, su conexión con lo mistérico y su dependencia cultural con oriente. Segundo, hace un crítica al ideal clásico democrático, indicando la imposibilidad y

10 En relación a estas temáticas, Nietzsche .F. Consideraciones intempestivas. Alianza, Madrid (1980) 11 Bermejo Barrera, J. C. “Historia Antigua: ¿Para qué? Vigor y decadencia de la tradición clásica”. Dialogues d’histoire ancienne., 29(2) (2003), p. 43-46 12 La historia de la sexualidad es así indisociable de la historia del Yo, y por ello utilizará como fuente fundamental a autores como Platón o Séneca. Foucault, M. Histoire de la Sexualité I,II y III. Gallimard, París. (1976, 1984,1984).

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lo inalcanzable que es llegar a ellos, no por su perfección, sino porque supone una configuración de vida radicalmente diferente.10 Finalmente, el último exponente de este cambio, de este desvelamiento de lo Clásico, es Sigmund Freud, el cual ve en nuestro inconsciente, en los sueños la clave de la vida humana, en específico de la sexualidad, para ello recurre al análisis de los mitos y ritos griegos. Originando con ello la teoría psicoanalítica, siendo esta también una teoría de la cultura y, con ello una forma de entender al hombre desde su perspectiva antropológica. Encontramos en Freud, un desvelamiento que permite comprender la lógica de lo irracional, el sentido del sinsentido. Incluso ha llegado más lejos, tocando los temas de la sexualidad, en específico el de la homosexualidad. 11 Es con estos casos donde nos enfrentamos al siglo XX con importantes deficiencias metodológicas, ya que la presencia del metarrelato impedía una mayor especialización, lo que se veía agravado con el inicial desarrollo científico de las demás ciencias de la Antigüedad y las Ciencias Sociales. Con el quiebre epistemológico de los 60’, vislumbramos cambios en lo métodos de análisis de la HA, especialmente desde el llamado “giro lingüístico”. Apareciendo numerosas estrategias y opciones para hacer investigaciones que traten nuevos temas, enfrentando las fuentes de otra forma. El aporte de Michel Foucault, quien continua trabajando con la sexualidad, incorporando en ella la teoría del poder en el discurso, conceptos sociológicos y antropológicos, reconociendo su importan-

cia como sustrato natural de nuestra sociedad siendo constantemente víctima de la violencia proveniente del poder. Concluye que la sexualidad es una construcción social, un elemento esencial de nuestra identidad. Para ello investiga a autores como Platón y Séneca, generando la importante correlación sexualidad-identidad. Con esta gran influencia, la corporalidad que ha influenciado enormemente a la historiografía de género, sacando a la mujer del mundo de lo doméstico, pero ha caído también en el vicio totalizante de entender la HA, con la idea de que más o menos la mitad del género humano había estado excluida del discurso de la historia, apoyado también por la ideología feminista 12 Estos metarrelatos han influenciado enormemente la producción historiográfica durante el siglo XX, siendo su detección un catastro de las tendencias que se han ido sucediendo durante las décadas. Lo cual nos hace establecer un punto de inflexión, considerando el aporte que algunas de ellas han generado, tanto en sus inicios como posteriormente cuando las sus redefiniciones epistemológicas y el nacimiento de nuevas perspectivas, colaboraron y mantienen aun nuevas formas de entender la HA.

Conclusiones Durante estos últimos 50 años, el desarrollo de las ciencias de la antigüedad y las ciencias sociales, han abierto nuevamente variados campos de investigación. Ciertamente algunas aportan mas que otras, lo cual sumado a la teoría poscolonial, han originado ciertas pro-

13 Pfoh, E.” Fuentes históricas antiguas y modelos teóricos modernos”. Encuentro Interdisciplinario en Ciencias Sociales de Jóvenes Investigadores. 2004. La Plata: Editorial de la Universidad Nacional de La Plata. p. 10-16. Sobre las concepciones epistemológicas del Antiguo Próximo Oriente bajo la mirada occidental y la critica desde los estudios posorientalistas, Toro, B. “El desarrollo arquelógico del Antiguo Próximo Oriente”. Revista Archivum año III, nº 4 (2005), p. 217-226 14 Van de Mieroop, M. “El Mediterráneo oriental en la Antigüedad Temprana”. En W. Harris, Rethinking the Mediterranean (A. Concha, Trad., págs. 1-20) (2005). Oxford, p. 17-18 15 Plácido, D. “La vigencia de la historia social del mundo clásicos.Viejos y nuevos temas”. Historia Social(60) (2008), 210-212.

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puestas que redefinen a la HA, incorporando nuevas variables y que la obligan a establecer ciertos conceptos que sean propios de este periodo histórico. La aproximación entre la HA y la antropología ha logrado un cambio importante en las formas de cómo se entendía y se investigaba la Antigüedad. Esto se puede observar en la apertura de lo subalterno, perdiendo el mundo clásico su preponderancia como generadora de conceptos propios, igualándola a otras civilizaciones. Este cambio en la visión etnocéntrica, forma de metarrelato nacido del colonialismo, fue la que hizo alejar al mundo del Asia occidental, que era visto durante el siglo XIX y XX como exótico y lejano, evitando la conformación de una concepción íntegra de la Antigüedad. Una clara influencia de preconcepciones y sesgos culturales occidentales, sin duda, debido a la descolonización y el proceso de cómo estos pueblos nos están afectando.13 Dentro de esta área tenemos el ejemplo metodológico del historiador Marc Van de Mieroop, quien desde el concepto del “sistema mediterráneo” incorpora la tradición greco-latina y la oriental, delimitándolo en ciertos periodos, especialmente cuando existía un equiparamiento de fuerzas. 14 Las ciencias sociales, han hecho un aporte sustancial a su fortalecimiento actual. En las temáticas de la historia social, se ha contestado a las críticas que tildaban a esta historiografía como poco actualizada. Desde los estudios de B. G. Niebuhr, pasando por Fustel de Coulanges y Max Weber, los cambios han sido significativos, especialmente con los aportes provenientes del marxismo, se han

logrado nuevas conceptualizaciones y modelos. Pero en la actualidad, las formas de explotación del trabajo, han ampliado su campo de observación, siendo entendidas dentro de una realidad social más compleja. Es por ello que esta historia social, responde ahora a preocupaciones más amplias que las esquematizadas propuestas marxistas, saliéndose del modo de producción esclavista como concepto capaz de definir a todas las estructuras sociales de la Antigüedad. La nueva mirada de las fuentes y el aporte de las ciencias sociales, nos permite comprender formaciones sociales complejas e integradas de manera amplia. Esto se ve orientado hacia una historia cultural y de las representaciones, donde vemos el resultado de las preocupaciones vitales, aquí incluimos las relaciones de explotación, las dependencias y mecanismos de lealtad. Sirviéndonos mucho más que el antiguo concepto de “mentalidad”. La representación cobra así protagonismo como objeto de la HA y como instrumento de la misma. La inserción de las prácticas sociales, busca el modo de estructuración más que las estructuras, evitando así la yuxtaposición de lo mental con lo social.15 A modo de conclusión, vemos la urgente necesidad de hacer una reflexión sobre cómo estamos estudiando la HA, desde una perspectiva teórica y metodológica, hemos evidenciado sus problemas, desde el uso de las fuentes hasta los relatos que han condicionado la forma en la cual se entiende la Antigüedad Clásica e incluso la Oriental, durante estos últimos dos siglos, aproximadamente. La formulación de un método nacido de la HA, que además tenga los aportes conceptuales y técnicos provenientes de las Ciencias de la

16 Plácido, D. Introducción al Mundo Antiguo: Problemas teóricos y Metodológicos. Madrid: Editorial Síntesis, S.A. (1995), p. 165-166.

Antigüedad y Ciencias Sociales, conformarán un corpus, donde la propuesta de M. Liverani, la “triangulación interpretativa” (fuente-ciencia auxiliar-interpretación constructiva), harán que esta aplicación se base en evidencia primaria y falsable, es decir, comprobable. Proporcionándonos un nivel de cientificidad que en muchos momentos pudo haber sido cuestionado.16 Esta investigación ha detectado a través de la historiografía una serie de problemas de carácter teórico-metodológico, que hacen de la labor investigativa un constante cuestionamiento de las herramientas que utilizamos. La llegada de la posmodernidad, ha obligado a reevaluar, cierto aspectos epistemológicos que se han arrastrado durante mas de un siglo, generando importantes roces entre los investigadores, no desconociendo con ellos los importantes aportes que desde esa forma de entender la historia (como narrativa) han contribuido al fortalecimiento del debate y la teorización de la misma. Es aquí donde el metarrelato aparece como un instrumento conceptual de vital importancia, para colaborar en la detección de estos discursos, que durante sus años de producción fueron el leit motiv en la comprensión de la HA, la contemporaneidad

está siempre presente en los periodos de producción de los textos y es quizá por ello que en su momento estos relatos si tuvieron gran injerencia en el entendimiento de este periodo histórico. No debemos olvidar que uno de los elementos centrales de la historia, es conectar el presente con el pasado y que es imposible llegar a pensar lo que realmente sucedió. Pero es inevitable no detectar estos discursos y con ellos aprender a conocer como se entendió la Antigüedad para esa gran serie de investigadores de los cuales somos herederos. Si la reflexión sobre estas cuestiones teóricas sirve para ayudar a desentrañar el complejo entramado y generar nuevas discusiones sobre la práctica historiográfica, logrando precisiones sobre algunos problemas teóricos y metodológicos, este esfuerzo habrá valido la pena. Considerando que nosotros tenemos la deuda, primero sobre nuestra generación, el de engrandecer el conocimiento histórico, pero también sobre las generaciones futuras, que sólo podrán avanzar en el estudio de la HA, si cuentan con los trabajos y resultados de sus predecesores, como en definitiva hemos contado nosotros.

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Una mirada al estudio de la muerte desde la escuela de los Annales

y la geografía cultural Gabriela Servín Orduño

Palabras clave: Idea de la muerte, cementerios, metodología e historia cultural.

Keywords: Geni qui doluptatur, voluptatem a sunt, ut moluptatus essusam cusapid quaerfere modions 23

Resumen: El presente artículo es un acercamiento historiográfico a la obra de Michelle Vovelle y Philippe Ariès, ambos pertenecientes a la Escuela de los Annales, así como al estudio realizado por el sociólogo Norbert Elias, que desde una mirada de la historia cultural aportan una gran riqueza metodológica para el estudio de los espacios y las percepciones de la muerte. En tiempos más recientes la Geografía Cultural ha aportado lo propio, creando un enfoque novedoso para el estudio de los cementerios, como es el uso de otro tipo de fuentes y nuevas herramientas metodológicas, ejemplo de ello son los el trabajos de Thomas W. Laqueur quien ha abordado el estudio de los panteones decimonónicos desde esta perspectiva, obras de interés para esta investigación.

Abstract: This text is a historiographical approach to the work of Michelle Vovelle and Philippe Aries, both belonging to the Annales School and the study by the sociologist Norbert Elias, who from a viewpoint of cultural history provide a rich methodological for the study of space and perceptions of death. In more recent Cultural Geography has made the same, creating a novel approach to the study of cemeteries, as is the use of other sources and new methodological tools, the example is the work of Thomas W. Laqueur who has approached the study of nineteenth-century cemeteries from this perspective, works of interest to this investigation.

Y para que el salto de la vida a la muerte sea menos brusco, los habitantes han construido una copia idéntica de su ciudad bajo tierra. Esos cadáveres, desecados de manera que no quede sino el esqueleto revestido de piel amarilla, son llevados allá abajo para seguir con las ocupaciones de antes. De éstas, son los momentos despreocupados los que gozan de preferencia: los más de ellos se instalan en torno a mesas puestas, o en actitudes de danza o con el gesto de tocar la trompeta. Italo Calvino.

Fotografia. 1. Cementerio Británico de Real del Monte, Pachuca, Hidalgo. Foto. Gabriela Servín

1

Para Clifford Geertz la representación “denota dos familias de sentidos aparentemente contradictorios: por un lado, la representación muestra ausencia, lo que supone una neta distinción entre lo que representa y lo que es representado; por el otro, la representación es la exhibición de una presencia pública de una cosa o una persona. En la primera acepción, la representación es el instrumento de un conocimiento mediato que hace ver un objeto ausente al sustituirlo por una imagen capaz de volverlo a la memoria, y ‘pintarlo’ tal cual es. [...] Se postula entonces una relación descifrable entre el signo visible y el referente significativo”. En este sentido la representación implica traer al presente algo que puede estar previamente ausente; significa presentar un objeto o cosa de nuevo en una exhibición pública, la presentación de algo que no está presente

La muerte es un tema que forma parte importante de la vida del ser humano. Ésta ha propiciado distintas inquietudes y desatado que las ciencias humanas, primordialmente, dediquen investigaciones relacionadas al impacto de este proceso, al estudio de las memorias materiales que recogen los vivos en el recuerdo de los muertos, pero también al análisis de aquellas percepciones que dejan huella de una manera intangible, las cuales intervienen y marcan la manera en cómo los vivos perciben a los muertos y la idea de la muerte, modificable según la época y el espacio. La imagen de la muerte se eleva a primera intensidad, presentándose tal como es, pero también representando algo más, en este sentido el fallecimiento de un individuo ha derivado en distintas manifestaciones materiales y culturales. Uno de los aspectos que despertó mi interés es el cementerio, como representación1 material de la necesidad individual y colectiva de exteriorizar sentimientos y la manifestación del deseo de seguirse relacionando con el difunto, y en el que se plasma el pensamiento sobre la muerte, en donde lo intangible tiende a

exteriorizarse. Como un espacio destinado a la comunidad de los muertos, en donde los vivos han plasmado sentimientos y sensibilidades, recuerdos, y anhelos de inmortalidad, pero a la vez como lugares en donde la comunidad de los vivos hace demostración de su status social. Lo anterior me lleva a cuestionarme ¿qué tanto el cementerio, visto a través de esta mirada cultural, ha sido analizado? Sabemos que existe un cuerpo historiográfico en torno a la muerte y a los cementerios en México, que se enriquece de miradas múltiples, en donde arquitectos, antropólogos e historiadores han hecho lo propio2. Sin embargo, aun carecemos de trabajos que estudien el espacio a partir de lecturas de la representación, de los símbolos y su implicación cultural, más que artística o arquitectónicamente. Con lo anterior no quiero decir que estos trabajos carezcan de validez e importancia, simplemente que sería significativo remirar al cementerio como un espacio cultural, ya que esto nos permitiría entender desde otra mirada los lugares que han servido para albergar a los muertos. El presente trabajo pretende ser un acer

la cual puede adoptar una forma tanto lingüística, como visual. El cuidado que se debe tener es con la ficción entendiendo a ésta como una representación exagerada de la realidad. Pero se hace pertinente utilizarla y leerla pues ella cuenta de ansiedades, miedos, deseos de los individuos que vivieron una época determinada. Roger Chartier, El mundo como representación, historia cultural: entre la práctica y la representación, Gedisa, Barcelona, 1999, p. 58. 2

Entre los que se encuentran: Claudio Lomnitz, Idea de la muerte en México, Fondo de Cultura Económica, México, 2006. Verónica Zárate Toscano, Los nobles ante la muerte en México, actitudes, ceremonias y memoria (1750-1850), El Colegio de México-Instituto Mora, México, 2000. Martina E. Will de Chaparro, “De cuerpo a cadáver: El tratamiento de los difuntos en Nuevo México en los siglos XVIII y XIX”, en Relaciones, 94 (2003), pp. 61-90. Adriana Corral Bustos y David Eduardo Vázquez Salguero, “El cementerio del Saucito en San Luis Potosí”, en Relaciones, 94 (2003), pp. 125-161. Aida Suarez Chávez, Cementerio británico de Real del Monte. Espíritu de un pasado, Fondo Estatal para la Cultura y las Artes, Hidalgo, 2010. Nadine Béligand, “La muerte en la ciudad de México en el siglo XVIII”, en Historia Mexicana, 57 (2007), pp. 5-52. Anne Staples, “La lucha por los muertos”, en Diálogos, 17 (1977), p. 15-20. Sonia Alcaraz Hernández, “Las pestilentes mansiones de la muerte: los cementerios de la ciudad de México 1870-1890”, en Trace, 58 (2010), pp.93-102. Alma Victoria Valdés, Itinerario de los muertos, Plaza y Valdés-Universidad de Coahuila, México, 2009. Margarita Martínez Domínguez, El arte funerario de la ciudad de México, Gobierno de la Ciudad de México, México, 1999. América del Rosario Malbrán Porto, “Elementos de origen masónico en la iconografía del cementerio de San Fernando”, en Antología 6ª Reunión Nacional, Red Mexicana de Estudios de Espacios y Cultura Funerarios, Mérida, 2009, pp. 25-51. Estrellita García Fernández, “Salud y muerte en el conjunto de Belén”, en Espiral, 15 (2009), pp. 173-203. Gutierre Aceves (coord.), Artes de México, El arte ritual de la muerte niña, Tomo 15, 1992, p. 96.

camiento historiográfico poniendo especial atención en la obra de Michelle Vovelle y Philippe Ariès, ambos pertenecientes a la Escuela de los Annales, así como al estudio realizado por Norbert Elias. Me gustaría aclarar que él no pertenece a la escuela francesa pero su estudio ha sido de gran importancia, sobre todo por dar un enfoque distinto a los estudios de la muerte, desde la perspectiva sociológica crítica con la propuesta de Philippe Ariès. Finalizaré mi planteamiento con el análisis del trabajo de Thomas W. Laqueur quien ha abordado el estudio del cementerio decimonónico desde la perspectiva de la Geografía Cultural. Con la aparición de la revista Annales en el año 1929, los estudios en el campo de la Historia experimentarían una profunda renovación, que con el paso de los años se verían reflejados también en otras ciencias sociales. La mirada se enfocó a temas que hasta el momento habían sido poco comunes. Además, planteaba el estudio de los problemas históricos a partir de una innovadora medición del tiempo. Se apoyaron en investigaciones que no se limitaron a la explicación histórica, abriéndose a la posibilidad de la multidisciplina, lo que ayudó a remirar creencias y mentalidades que tanto les importaba conocer.3 La escuela francesa de Annales fue de las primeras que se preocupó por analizar las actitudes sociales en torno a la muerte. Entre las obras pioneras se encuentran las investigaciones realizados por Philippe Ariès y Michel Vovelle4. Sus investigaciones han dado sustento a trabajos de este tipo en varios países latinoamericanos y europeos, y son vistos como una referencia obligada para aquellas investigaciones que han enfocado su mirada a estudiar los diferentes comportamientos y actitudes

que se han generado en torno la muerte. A la obra de Vovelle se le ha reconocido la elaboración de una metodología para el estudio de la historia de la muerte. Además, es considerado como uno de los primeros en realizar un análisis serial de conjuntos amplios de testamentos para el estudio de las actitudes ante la muerte, método que sería ampliamente difundido a lo largo de Europa pero también en América Latina5. Según Vovelle el estudio de la muerte en su proceso histórico puede ser abordado a partir de tres niveles. El primero es la muerte sufrida, que implica el hecho de perder la vida. El segundo es la muerte vivida, siendo en este momento donde se exteriorizan una serie de prácticas y ritos que acompañan al individuo en el tránsito de enfermedad y muerte, funerales, sepultura y duelo, donde según Vovelle se expresa la sensibilidad hacia la muerte. El último de estos estadios vendría a ser el discurso de la muerte, el cual gira en torno a las ideas ya sean filosóficas, religiosas o científicas que tiene la sociedad sobre la muerte. Philippe Ariès, por su lado, también propuso un método para el análisis sistemático de la muerte a través del enfoque de la larga duración. Señaló que sólo utilizando esta temporalidad se podrían observar los cambios y rupturas que se han generado respecto a las actitudes ante la muerte, las cuales pueden parecer casi inmóviles a través de períodos muy largos. A lo largo de su obra Morir en Occidente, desde la Edad Media hasta nuestros días: El hombre ante la muerte fue entretejiendo el estudio de la muerte con el concepto de religión popular en investigaciones que van desde la antigüedad a la época contemporánea. En sus obras abordó diversos aspectos como: la sepultura, el tes

3

Alan R. H Baker, “Reflections on the relations of historical geography and the Annales school of history”, en Alan R. H. Baker and Derek Gregory (eds.), Explorations in Historical Geography: Interpretative Essays, Cambridge University Press, Cambridge, 1984, p.3. 4

Philippe Ariès, Morir en Occidente, desde la Edad Media hasta nuestros días, Adriana Hidalgo Editora, Argentina, 2008; Michel Vovelle, La Mort et l´Occident de 1300 à nos tours, Gallimard, París, 1983. 5

María Azpeitia Martín, “Historiografía de la historia de la muerte”, en Estudios Históricos. Historia Medieval, 26 (2008), p. 117. 6

Mike Crang, Cultural Geography, Routledge, London, 1998, p. 15. 7

Norbert Elias, La soledad de los moribundos, Fondo de Cultura Económica, México, 1989. 8

Elias, La soledad de los moribundos, pp. 36-37.

tamento, la doctrina canónica y la legislación. Apoyó sus argumentaciones con una diversidad de fuentes como testimonios procedentes de la literatura, de los documentos de archivo, de la iconografía funeraria y, para las épocas más recientes, de los medios audiovisuales. Para conocer la historia de la muerte en las mentalidades de la sociedad occidental, Ariès propone una teoría sobre las edades de la muerte por etapas históricas. La primera, la muerte domada o amaestrada de la Alta Edad Media, se encontraba marcada por la transición de los cementerios romanos a los camposantos cristianos. La segunda, la muerte propia de la Baja Edad Media y el Renacimiento fue la etapa en la que se desarrolló una nueva forma de asumir lo mortuorio, marcada en cierta medida por la individualización de las sepulturas y la aparición del testamento. Era una muerte propia pero también del otro, que se manifestó en distintos ámbitos del ritual funerario, ceremonias y objetos materiales. Un cambio en estas actitudes lo apreció Ariès en los siglos XVIII y XIX, periodo en el cual existieron momentos de ruptura, que se manifestaron tanto en el ritual funerario como en los espacios destinados para el confinamiento del cuerpo. La sociedad le dio un nuevo sentido a la muerte, fue romántica y en ese sentido comenzó a tornarse un tanto ajena; era la muerte del otro más que la propia. Esto dio paso a nuevas manifestaciones materiales. El muerto en algunas ocasiones comenzó a ser representado en su propia tumba y a tener una inscripción funeraria que le garantizara vivir en la memoria de los vivos, además de quedar manifestado el poder adquisitivo y social de la familia. Para Ariès el siglo XX sería el dueño de la muerte ajena, pues en las sociedades occiden-

tales el fallecimiento y la percepción de morir pasaron a ser algo lejano y un tema prohibido. Su sola presencia fue segregada al hospital o cementerios fuera de la vida diaria, en donde no se perturbara la modernidad de los vivos. Este planteamiento se encontraría ligado al que hace el geógrafo cultural Mike Crang sobre las sociedades modernas, en las que todo parece ser más “light”, el espacio parece estar integrado por extraños y la ciudad es una constante serie de contactos con personas sobre las que se sabe muy poco. En este sentido no parecería nada fuera de lo común que la muerte sea cada vez más lejana, pero también más temida.6 A lo largo de su investigación Philippe Ariès muestra cómo se forjaron distintas actitudes ante la muerte, tanto de aceptación como de rechazo, y las vinculó a sus distintos espacios de actuación y a los conceptos de muerte que se fueron generando para cada una de as etapas. En contraposición al trabajo de Ariès sobre todo en el concepto de la muerte domada se encuentra el trabajo de Nobert Elias, La soledad de los moribundos7. A partir de un estudio sociológico el autor expone la existencia de una soledad que está ligada al acto de morir, pues en él se realiza una separación de lo sano y de lo moribundo, del vivo y del muerto. En este sentido no existiría una manera de poder “domar” por completo a la muerte: el morir puede ser penoso e ir acompañado de dolor. En épocas más tempranas tenían los hombres menos posibilidades de aliviar el tormento de la agonía [...] lo cierto es que en la Edad Media se hablaba con más frecuencia y más abiertamente de la muerte y del morir de lo que se hace en la actualidad,

pero ello no quiere decir que se muriese más en paz8.

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Elias, La soledad de los moribundos, p. 9.

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Entre los trabajos que han tomado como referencia metodológica a Philippe Ariès y Nobert Elias, se encuentran, entre otros: el realizado por Michel Ragon, L´escape de la mort. Essai sur l architecture, la décoration et l urbanisme funéraires, Editions Albin Michel, París, 1981; Pablo García Hinojosa, Simbolismo, religiosidad y ritual barroco. La muerte en Teruel en el siglo XVII, Universidad de Zaragoza-Depto. de Historia Moderna y contemporánea, Zaragoza, tesis para la obtención de grado doctoral, 2010; Marco Antonio León León, Sepultura sagrada, tumba profana. Los espacios de la muerte en Santiago de Chile, 1883-1932, Lom ediciones, Santiago de Chile, 1997; Claudio Lomnitz, Idea de la muerte en México, Fondo de Cultura Económica, México, 2006; Verónica Zárate Toscano, Los nobles ante la muerte en México: actitudes, ceremonias y memoria (1750-1850), El Colegio de México- Instituto Mora, México, 2000; Alma Victoria Valdés, Itinerario de los muertos, Plaza y Valdés-Universidad de Coahuila, México, 2009; Fragoso Perla, “De la calavera domada a la subversión santificada. La Santa Muerte un nuevo imaginario religioso en México”, en El Cotidiano, 169 (2011), pp. 5-16. 11

Alan R. H. Baker y Derek Gregory, “Some terrae incognite in historical geography: an exploratory discussion”, en Alan R. H. Baker and Derek Gregory (eds.), Explorations in Historical Geography: Interpretative Essays, Cambridge University Press, Cambridge, 1984, p. 182. 12

Crang, Cultural Geography, p. 2.

13

Crang, Cultural Geography, p.14.

14

Thomas W. Laqueur, “Los lugares de los muertos en la modernidad”, en Historia y grafía, 10 (1998), pp. 15-35.

Sumado a esto añade el sentimiento de soledad que presenta el moribundo que se manifestaba en el momento de morir. Esto conllevó una distinta actitud hacia la muerte tanto del moribundo como de los familiares. No sería entonces igual la muerte de un ser querido que la de un extraño o enemigo. Para Norbert Elias existen cuatro maneras de mirar a la muerte: la primera consistiría en usar la forma más antigua y pensar que existe una vida posterior, pensando entonces en una resurrección o en la vida después de la muerte; la segunda consiste en reprimir la idea de perder la vida; la tercera, pensar que otros mueren pero uno no; y la última, mirar de frente a la muerte9. Tanto los trabajos de Philippe Ariès como los de Norbert Elias han tenido una influencia importante para la historiografía sobre la muerte, pues sus métodos y teorías aún son vigentes y utilizados en obras importantes dentro de la historiografía sobre la muerte10. En años recientes las miradas en torno a la muerte han dado nuevos giros y nuevas posibilidades como las que se plantea la Geografía Cultural, pues en este sentido el cementerio es un espacio que puede ser leído desde esta perspectiva, creando así una geografía de la muerte. Sin duda, la Geografía es una de las ciencias que se ha tratado de renovar constantemente, rebasando los preceptos de su propia disciplina, incursionando en temáticas que incluyen a la cultura y a sus agentes. Ha tenido que sufrir avances y retrocesos, sin embargo los trabajos de Vidal de Blanche, Darby, Sauer, y la incursión de la multidisciplina de la escuela de los Anna-

les, provocaron que el paisaje fuera visto como resultado del hombre en el espacio11. En este sentido surgieron nuevas ramas, como la geografía cultural que, a consideración de Mike Crang, debe verse como una relación de todas las formas, manifestaciones culturales y de las identidades que surgen a partir de ello, y de esta manera considerar que las ciudades y los países pueden tener abundancia y pluralidad de culturas. Por lo tanto pretende ver tanto las formas de la diferencia, la cultura material de los grupos, pero también las ideas que los mantienen unidos y que los hacen coherentes12. . Dentro de esta disciplina de la geografía, las culturas nos muestran las creencias y los valores que dan sentido a las formas de vida en sociedad y las formas simbólicas que ésta produce. Las representaciones y manifestaciones materiales se han plasmado directamente en los paisajes, a los que Mike Crang llama paisajes culturales, reflejo del paso de una sociedad en el tiempo, su cultura, creencias, prácticas y tecnologías13. Y es así como los espacios deben ser mirados y estudiados. Es importante mencionar que los geógrafos culturales han echado mano de varias herramientas, entre ellas la literatura, como una forma distinta que puede ayudar a investigar el significado de los paisajes. Pues muchas de ellas, sobre todo la novela, se componen de lugares, entornos, espacios, límites, perspectivas y horizontes. En este sentido sería importante poner atención a los detalles, contextos e imágenes que dibujan estas fuentes literarias, en el entendido de que en muchas ocasiones la literatura ayudó a inventar en algunos casos geografías específicas. Desde esta mirada de la geografía cultural se encuentran los trabajos de Thomas W.

15

Thomas W. Laqueur, “Spaces of dead”, en Ideas from the national humanities center, 8 (2001), pp. 3-16. 16 García Hinojosa, Simbolismo, religiosidad y ritual barroco, p. 59. 17 García Hinojosa, Simbolismo, religiosidad y ritual

Laqueur14. En ellos se forja una metodología para el estudio del espacio, en este caso los cementerios del siglo XIX vistos como paisajes culturales cargados de significaciones y representaciones sociales, con estructuras específicas que se transforman de una manera lenta, en la larga duración. Tomando en cuenta que en la historia de los cementerios también han surgido coyunturas importantes que han determinando que el espacio de los cementerios cambie más rápidamente. Dentro de los planteamientos centrales del autor está la existencia de una muerte “moderna”. En sus artículos “Los lugares de los muertos en la modernidad” y “Spaces of dead”15 , Thomas Laqueur aborda la problemática de los cementerios del siglo XIX; en ambos plantea un análisis sobre el origen y el significado de los espacios destinados para los muertos, desde su concepción moderna tanto del espacio como del ritual, así como las resistencias y permanencias. Su trabajo se sustenta en diversas fuentes como: misceláneas británicas, documentos de archivo sobre cementerios en el siglo XIX, así como en la literatura de viajes. Los cementerios a lo largo de la historia fueron cobrando gran importancia. Es pertinente recordar que a partir del siglo XII, los restos de prominentes o ilustres miembros de la nobleza local eran depositados en el interior de los templos. El culto de los santos fue adquiriendo mayor importancia, y el altar principal o el de las capillas dedicadas a diversas imágenes religiosas se convirtieron en lugares privilegiados y de gran demanda por aquellos moribundos que deseaban pasar su último sueño en un lugar santo; donde además contarían con las misas y plegarías de la orden religiosa que los acogiera, y si éste en vida había sido benefac-

tor, podía contar con el privilegio de llevar el hábito de la orden al momento de su velación. Si en los primeros tiempos del cristianismo los difuntos eran enterrados sin tomar en consideración su condición social o material, a partir del siglo XII la muerte dejó de ser igualitaria: la posición social, económica o política constituyeron elementos determinantes a la hora de establecer el lugar de sepultura16. Durante el tiempo de la Edad Media y el Renacimiento los enterramientos eran llevados a cabo en los camposantos de atrios e interior de las iglesias, espacios donde se ofertaba un lugar santo para morir, que generó una continua convivencia entre vivos y muertos. Era además un proceso colectivo en donde la individualidad aun no cobraba mucha importancia. Esta costumbre se relacionó en gran medida con las creencias católicas que se tenían sobre la muerte y el “más allá”. Existió una gran influencia espiritual que la Iglesia tenía sobre sus fieles creyentes. La muerte según la concepción católica era un sueño momentáneo que terminaría con la resurrección en el día del Juicio Final: El cristianismo propone un futuro escatológico eterno, basado no en una inmortalidad continuada que permita esquivar indefinidamente la muerte, sino en una milagrosa resurrección en que el ser resucita en cuerpo y alma, lo que supone la salvación de toda la persona17.

De ahí la importancia de ser enterrado en un lugar sagrado, para lo cual los creyentes preparaban su camino al Juicio Final. Daban pues grandes sumas monetarias como donación a cambio de misas y cuidado de su alma y cuerpo, lo que redituaba en un gran beneficio

económico para la Iglesia. Sin embargo, con el paso del tiempo se fueron convirtiendo en espacios cada vez más inadecuados pues fueron presentando diversos problemas. Por un lado las autoridades civiles no podían normar los actos funerarios ni resolver los problemas de higiene pública que se iban presentando cada vez con mayor frecuencia; sumado a esto estaba el problema de la superpoblación de muertos en los camposantos: La salud pública estaba comprometida por las emanaciones pestilentes, los olores infectos provenientes de las fosas. Por otro lado, el suelo de las iglesias, la tierra saturada de cadáveres de los cementerios, la exhibición de los osarios, violaba de manera permanente la dignidad de los muertos. Se reprochaba a la Iglesia que hubiera hecho todo por las almas y nada por el cuerpo, y que tomara el dinero de las misas y se desinteresara de las tumbas18.

18

Ariès, Morir en Occidente, p. 49. Laqueur, “Los lugares de los muertos en la modernidad”, p. 17.

19

Durante el siglo XIX, los muertos comenzaron a ser trasladados a lugares más lejanos. En esta nueva geografía se revelaron percepciones distintas en torno al cadáver que se manifestaron material e ideológicamente, sobre todo en los nuevos discursos que surgieron, como el médico, el higiénico y el químico. El cuerpo pasaba a ser intolerable y repugnante debido a su descomposición material19. Fue una nueva percepción de los muertos en la modernidad como señala Laqueur, siendo ésta la primera característica importante del periodo. La segunda tenía que ver con la comunidad tanto de los vivos como de los muertos. Una de las hipótesis que se manejan en sus artículos es que el cementerio sirvió como espacio para reunir dos tipos de comunidades diferentes, es decir, la de los vivos y la de los muertos, ade

Fotografía 2. Lápidas funerarias del Cementerio Británico Monte, Pachuca, Hidalgo. Foto. Gabriela Servín.

de

Real

del

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21

Laqueur, “Spaces of dead”, p. 3.

José Gorostiza, Muerte sin fin, Fondo de Cultura Económica, México, 1983; José Revueltas, El luto humano, Editorial México, México, 1943; Eduardo Matos Moctezuma, Muerte al filo de obsidiana, SEP, México, 1986; Malvido Elsa, “La festividad del día de muertos y su altar de muertos en México”, en Patrimonio Cultural y Turismo, 16 (2006), pp. 41-57; Guadalupe Ríos et alii, De muertitos, cementerios, lloronas y corridos, (1920-1940), ITACA, México, 2002.

más de ser una manifestación de exclusividad, creándose una nueva geografía que reforzaba los vínculos entre los vivos. Dentro de esta relación entre los vivos y los muertos existieron puntos de quiebre y continuidad. La muerte pierde, a consideración de Thomas W. Laqueur, parte de la superstición y linaje que venía arrastrando desde la Edad Media. Sin embargo, es necesario señalar que las nuevas percepciones y usos de esta nueva geografía no desplazaron al antiguo pensamiento religioso en torno a la muerte de manera inmediata ni definitiva; fue un proceso complejo en el cual existieron también resistencias. Para observar estos puntos de quiebre y continuidad Laqueur estudió dos escritos publicados en unas misceláneas británicas de mediados del siglo XIX. El primero de los textos es del escritor inglés, ensayista y redactor William Mudford, que fue publicado en la revista mensual Bentley´s Miscellany, y el segundo fue realizado por el escritor inglés Laman Blanchard en la revista Ainsworth Magazine en el año de 1842. En ambos textos los autores narran su visita por el cementerio de Kensal Green en la ciudad de Londres. So that I might be converted, and give up certain notions I entertained touching the rather cockneyish sentimentalities which we now hear about pretty, ornamental, nay even beautiful places for the dead. Death and pettiness! Beauty and the grave! What ill assorted images….What a violation of all those tender recollections of the departed, whose well springs are gloom, and silence, and solitude20.

Esta opinión fue publicada por William Mudford, quien consideraba a estos nuevos es-

pacios como colecciones de moda de tumbas y lápidas, los cuales no tenían para los vivos ninguna resonancia emocional, pues sólo las catacumbas lograban esta intencionalidad. En contraposición se encuentra el texto de Blanchard, en el que se manifiesta totalmente a favor de estos nuevos espacios. Los consideraba como un espacio de tranquilo aislamiento lleno de olores suaves, a diferencia de la corrupción del aire y ruidos de los camposantos de la ciudad. Así en el aire flotaban estas dos visiones de los espacios funerarios, por un lado los atrios de la Iglesia considerados sagrados y que ayudaban al buen morir y por otro los cementerios ajardinados e higiénicos. Las opiniones lanzadas por estos dos personajes ante la inminente

Fotografía 3. Lápidas funerarias del Cementerio Británico de Real del Monte, Pachuca, Hidalgo. Foto. Gabriela Servín.

dan cuenta del pensamiento en torno a la muerte de la sociedad decimonónica. Esta ruptura se manifestó en dos sentidos en acciones inmediatas pero de repercusiones tardías. A manera de conclusión me gustaría señalar que la lectura de los cementerios dentro de estas corrientes historiográficas ha sido un gran aporte en el remirar a los cementerios como espacios culturales, así como a la sociedad y sus sentimientos sobre la muerte, que a lo largo de la historia han plasmado un cambio en sus simbolismos y percepciones. Una historia en la que se han plasmado las continuidades y las rupturas. En este sentido los cementerios a lo largo del tiempo han cobrado gran importancia, generando al paso de los años distintas manifestaciones materiales e inmateriales. Tanto los cementerios, las tumbas, los sepulcros, los epitafios, la literatura y la pintura sacra o profana así como la fotografía, nos han dado testimonios de las relaciones que el hombre ha ido estableciendo con el misterios de la muerte y de su tránsito. En un estudio de larga duración sobre estos espacios, el cambio de camposanto a cementerio sin duda fue un parte aguas importante en la manera de percibir la muerte. Durante los siglos XV, XVI, XVII y parte del XVIII, era común convivir con los muertos, la población al ir de visita a la Iglesia tenía una continua relación con la muerte. El cambio surge con los cementerios del siglo XIX, ahora el muerto pasa a ser algo lejano y también provoca miedo; la muerte se empieza a ligar a historias tétricas que asustan, y todo lo anterior se fue reflejando en el ritual y las prácticas funerarias. Se convierte en una muerte moderna. El estudiar los espacios de la muerte desde un enfoque social y cultural, invariablemente

lleva a cuestionarse y buscar nuevas metodologías. En este sentido las propuestas de Vovelle, Philippe Ariès y Norbert Elias nos permiten mirar nuevas maneras de analizar a los cementerios desde un enfoque más rico, sin desdeñar las otras formas de acercarse; es pues necesario hacer nuestra propia metodología que se aplicara según el espacio que se estudie. En la actualidad están surgiendo nuevos trabajos que han abordado el tema de los cementerios desde la Geografía Cultural, como los realizados por Thomas W. Laqueur, que nos proporcionan el usos de otro tipo de fuentes como las novelas, los libros de viajeros, y nos enseñan a analizar la importancia de las conexiones espaciales, así como las formas simbólicas del espacio. Para el caso mexicano21 podemos señalar que la visión de la muerte estuvo muy ligada a la historia nacional y se utilizó como un símbolo de identidad, lo que le permitió en cierta medida que la muerte siguiera estando presente en la vida social. Sin embargo, esto no es extensivo para todas las sociedades. La muerte cada vez parece más lejana en la vida de las sociedades occidentales, el moribundo es confinado a la soledad y los muertos son incinerados o enterrados en hermosos jardines privados, o simplemente abandonados al olvido. Sin duda son nuevas prácticas y percepciones sobre y ante la muerte.

BIBLIOGRAFÍA PRINCIPAL

Barros, Carlos, “Historia a Debate, un paradigma global para la escritura de la historia”, en Tiempo y Sociedad 2 (2009-2010), pp. 9-55 Burke, Peter, Historia y teoría social, Amorrortu, Buenos Aires, 2007 Fontana, Josep, Historia: análisis del pasado y proyecto social, Crítica, Barcelona, 1999 Iggers, Georg G., La ciencia histórica en el siglo XX: las tendencias actuales, Idea Books, Barcelona, 2002 Olábarri, J. – Caspistegui, F. (dirs.), La “nueva” historia cultural: la influencia del postestructuralismo y el auge de la interdisciplinariedad, Editorial Complutense, Madrid, 1996 Sánchez Marcos, Fernando, “Tendencias historiográficas actuales”, en http://www.culturahistorica.es Wallerstein, Immanuel, Abrir las ciencias sociales, Siglo XXI, Madrid, 2004

La educación socialista y un gobierno anti cardenista.

El caso de Tlaxcala, 1935-1936 Daniel Gibran Castillo Molina

Palabras clave: Educación posrevolucionaria; Política local; Reforma educativa; Magisterio; Oposición social.

Resumen: La educación socialista en México durante el cardenismo indica la perspectiva de estudiarla dentro de diferentes enfoques historiográficos debido a la heterogeneidad existente en el país. Las investigaciones recientes han demostrado que cada entidad federativa práctico y entendió la corriente socialista de distinta manera debido a las circunstancias político-sociales que las rodeaban. En Tlaxcala sucedió lo mismo; la participación de un gobierno local ajeno a la política nacional contribuyó a que la corriente socialista no se llevará a cabo durante sus dos primeros años en la entidad y que el magisterio contribuyera junto con la sociedad civil al fracaso socialista en la entidad federativa.

Abstract: Socialist education in Mexico was taken differently in practice due to political and social circumstances surrounding the various states. In Tlaxcala failed socialist education because of the involvement of local government, teachers and civil society.

El aporte historiográfico que han hecho las

recientes investigaciones regionales y estatales con respecto a los estudios nacionales ha aportado distintas maneras de escribir la historia mexicana. Se ha demostrado, por ejemplo, que la Revolución mexicana está compuesta de un crisol de historias distintas y que la misma contienda se vivió y percibió de acuerdo al panorama político, social, cultural y económico de cada entidad federativa. Esto nos da muestra que la historia de un país nunca es homogénea sino todo lo contrario, siempre hay diversas connotaciones que hacen que el científico social se sienta atraído por investigar más allá de los grandes libros de historia nacional. Los valiosos estudios regionales en México, son piezas únicas para armar el complicado rompecabezas histórico nacional. Las actuales investigaciones han optado por analizar estado por estado y región por región para comprender el pasado mexicano. Prueba de ello son los recientes estudios nacionales con respecto a la educación socialista donde se encuentran autores de la talla de Pablo Yankelevich (Jalisco), Candelaria Valdés (Coahuila), Salvador Camacho (Aguascalientes), Alicia Civera (Estado de México), María de Lourdes Cueva Tazzer (Sinaloa) y Elsie Rockwell (Tlaxcala), quienes pertenecen a las más importantes universidades y centros de estudios históricos en México. Los anteriores investigadores han propuesto nuevas metodologías para abordar la educación socialista mexicana que pertenece a una etapa histórica tan importante para comprender al México contemporáneo. Lázaro Cárdenas fue presidente electo en 1934 bajo la sombra del “Jefe máximo” de la Revolución mexicana Plutarco Elías Calles,

quien sería el encargado de institucionalizar la lucha armada en un partido político dominante que se iría transformando al pasar los años en una maquinaria política tan excepcional que dominaría a México por setenta años. Prueba del nuevo Estado mexicano fue la educación; tan importante para la formación del tipo del ciudadano deseado. La educación posrevolucionaria (como se le conoce en México) iba a responder a las necesidades y anhelos de la nueva clase dirigente mexicana, no sólo iba a contener el discurso de la nueva clase dirigente, también alentaría el México del desarrollo económico en un país eminentemente rural. Prueba de ello fueron las diversas pedagogías que buscaban fomentar el desarrollo económico e industrial por medio de la escuela. La escuela se convirtió en bastión de los futuros obreros, campesinos y profesionistas todos en miras del desarrollo nacional mexicano. Era la época en que se prefería “enseñar a trabajar que leer literatura europea”. Dentro de este marco se ubica la educación socialista mexicana tan controversial por su propio nombre; durante el Plan Sexenal del partido de la Revolución en 1934 y una vez que ya se había propuesto al futuro presidente mexicano, la nueva pedagogía iba a ser bautizada con un nombre que levantaba mella, tan sólo el terminó socialista levantaba tanta indignación para la población eminentemente conservadora y católica que de nuevo se preveían años de incertidumbre y de violencia cómo las sucedidas durante la administración de Calles. En el panorama nacional la escuela socialista tuvo repercusiones distintas, por un lado desde el inicio de la reforma hubo inconsistencias teóricas y oposición de los diversos grupos sociales en México. Cada entidad fe-

derativa era dominada por caudillos revolucionarios que ejercían su poder de acuerdo a sus lineamientos políticos y carisma social y que sólo tenían al partido revolucionario como su bandera y soporte político-ideológico. En Tlaxcala, por ejemplo antes de 1934 dominó un solo partido político enarbolado por un socialismo mal elaborado. El Partido Socialista de Tlaxcala (PST) fue fundado por un caudillo llamado Ignacio Mendoza que buscaba bases populares para hacerse del poder en la entidad y se le ocurrió poner un nombre muy ad doc para la época sin saber las consecuencias que podía tener el mismo. Pero no sucedió como se esperaba, la sociedad tlaxcalteca hizo caso omiso al llamado partido socialista quien dominó al estado por cerca de diez años. La palabra socialista para la sociedad tlaxcalteca no significaba un peligro, aun siendo un estado católico por excelencia. Habría que preguntarse que implicaba el socialismo tlaxcalteca. Pues el Partido Socialista local no incluyó jamás reformas radicales, inclusive la reforma agraria era sumamente atrasada en Tlaxcala hasta el año de 1937 puesto que la clase política local estaba conformada por la élite local y lideres revolucionarios que nunca lucharon en la contienda armada. Ante esta situación el estado de Tlaxcala era un caso peculiar a nivel nacional porque las reformas federales eran retomadas pero no puestas en práctica; o muchas veces retomadas para favorecer a la clase política local, como fue el caso de la sindicalización de peones de haciendas quienes iban a servir como apoyo popular a las bases del partido en el poder local. Adolfo Bonilla llega al poder como un personaje incomodo para la política local. Un

personaje único que seguía los lineamientos de arreglar todo con violencia. Durante las elecciones de 1933 para la gubernatura tlaxcalteca, el PST ya tenia como candidato a Moisés Huerta y como el virtual ganador, pero no se esperaban que para Calles el partido antes dicho ya no era funcional para su hegemonía política nacional fue de esta manera que optó por un personaje “fácil de manejar y controlar” quien apenas sabia leer y escribir y todo lo arreglaba con balazos y persecuciones. Bonilla salta al panorama político local como el principal contendiente del PST abanderado por el Partido Reconstructor Antirreleccionista de Tlaxcala (PRAT) brazo político de Calles en el estado. Para este momento el presidente de la República Abelardo L. Rodríguez imponía como gobernador a Bonilla quien quitaba de en medio a los miembros del PST que huían fuera del estado al no tener mas bases federales que los sostuvieran en el poder local. Este último, desde que tomó las riendas del gobierno, en lugar de procurar la preservación de la paz y la gobernabilidad en la entidad, se lanzó de manera brutal en contra de sus enemigos políticos principalmente los profesores quienes habían sido parte del partido político anterior. La educación socialista en Tlaxcala no se puede comprender sin la figura del gobernador Bonilla. Este fue quien impidió la reforma educativa de 1934 en Tlaxcala ya que una vez que Calles era desterrado por el mismo Cárdenas se quedó sin sostenimiento federal y asumió su poder de una manera anárquica y tan violenta sin precedentes en Tlaxcala. Sin apoyo federal lo único viable para Bonilla era imponer un tipo de cerco y alejamiento nacional. Este una vez que tenia el poder local, se había hecho tanta arrogancia que procuró no

tener relaciones con el presidente nacional electo y no permitir ninguna de las reformas impulsadas desde la capital mexicana. Fue de esa manera que la educación socialista iba a dejarse de lado por la principal figura política en el estado de Tlaxcala. De hecho una sola vez hizo mención de la misma. Para intentar analizar la educación socialista en Tlaxcala durante la gestión de Bonilla que va de 1934 a 1936 el autor hizo una división en tres partes, la primera trata la etapa política, la segunda el magisterio y su papel durante la gubernatura de Bonilla y la tercera la oposición social. Las tres están entrelazadas para comprender los dos primeros años de la escuela socialista en el estado de Tlaxcala. Comencemos por intentar analizar el panorama político. Como ya se dijo antes, Bonilla fue un gobernador que en pocas palabras “encerró a Tlaxcala” a su completa disposición. Puso a su disposición amigos y estableció un sistema de compadrazgo en el gobierno local haciendo caso omiso a las reformas nacionales. Para él lo importante era mantener su poder, aunque Tlaxcala se sumiera en la anarquía y desolación que fueron determinantes para que no durara en el poder por mucho tiempo. Tlaxcala vivía constantemente con balazos, muertos, violencia y amenazas por parte de los asesinos a sueldo contratados por Bonilla que sumió al estado en un campo de guerra sin cuartel. Otro rasgo que caracterizó la parte política fue que también controló los sindicatos y confederaciones nacionales formando inclusive sus propios sindicatos blancos. Su manera de gobernar sobrepasaba en mucho al no obedecer los lineamientos federales y hacer caso omiso a las prerrogativas cardenistas. Si no aplicaba una reforma agraria, mucho menos

iba a alentar la educación socialista en el estado. El miedo a la centralización e intervención nacional ocasionaron disputas entre Bonilla y los dirigentes nacionales que muchas veces terminaron en quejas en manos de Cárdenas. Bonilla tenía miedo a la centralización porque suponía que de esa manera iba a perder el control de los campesinos y obreros tlaxcaltecas. Su manera utópica de ver la política le limitaba a ver que Tlaxcala no podía alejarse de la vida nacional por más que el intentara dominar y presionar. De cierta manera un año completo de su gestión se dedicó a impedir todo lo que viniera de Cárdenas porque lo consideraba su enemigo. Para Cárdenas un gobernador como Bonilla era un impedimento para sus reformas político-sociales; pero especialmente era un estorbo para la política de masas que este impulsaba en miras de la transformación del Partido Nacional Revolucionario (PNR) al Partido de la Revolución Mexicana (PRM) que buscaba deshacerse del modelo callista y hacer del partido dominante un aparato que integrara bases populares como campesinos, obreros y amas de casa. La lucha sindical y política hizo que Bonilla se relacionara con los hacendados para hacerse de bases que apoyaran su causa. Estos mismos le ofrecieron su respaldo a cambio de que no los tocara con la reforma agraria de Cárdenas. Los hacendados fueron personajes clave para la oposición de la escuela socialista en el país; pero Tlaxcala tiene una peculiaridad muy importante que hay que destacar. Los principales hacendados con mayor poder adquisitivo no residían en la entidad, sus propiedades no habían sido trastocadas y con un gobierno aliado de los mismos no tenían por qué preocuparse. La escuela socialista hasta

1935 no había sido seguida ni puesta en práctica por el gobierno local, los hijos e hijas de los principales hacendados de la entidad rara vez visitaban las propiedades de sus padres en Tlaxcala al considerarlo aburrido y estado de “indios”. Con esto, las propiedades de los hacendados no fueron tocadas y un punto fundamental para comprender la poca oposición clerical en Tlaxcala fue por lo antes dicho. Al no tener peligro de que fueran tocados sus bienes, la alianza hacendado-iglesia que tanto se daba en el resto del país para contrarrestar las políticas federales llegando al caso extremo de la violencia no se dieron en Tlaxcala. Los hacendados consideraban “algo innecesario” aliarse con la iglesia católica local cuando todo estaba bajo control. Fue por este motivo, que los ataques contra profesores y profesoras por el fanatismo religioso se dieron de manera muy irregular en el estado de Tlaxcala. Si hubo casos muy peculiares como fue el del municipio de Huamantla, que se consideraba “escondite” de los curas que eran perseguidos en otros estados. Este pueblo se caracterizó durante la escuela socialista por ser el principal opositor religioso, ya que ahí se encontraba la población más católica del estado de Tlaxcala. Juntos iglesia local y autoridades municipales impidieron a toda costa que la famosa escuela socialista llegara a sus escuelas. De hecho una de las tres escuelas particulares de ese momento en Tlaxcala se ubicaba en Huamantla. Nunca hubo, ataques directos contra los preceptores sino fueron de manera esporádica y no pasaron más allá del insulto de palabra. Lo anterior muestra lo tan peculiar que fue la oposición clerical en Tlaxcala durante la educación socialista.

La segunda etapa de análisis que se propuso fue la del magisterio y su papel social tan determinante como principal portavoz del nuevo régimen mexicano. El profesor fue el principal propagador del discurso de la nueva clase dirigente, además de fungir como protagonista social y luchador agrario. En Tlaxcala durante la etapa de Bonilla el magisterio se encontraba en pésimas condiciones laborales y determinados a la recontratación anual. El magisterio tlaxcalteca había sido hasta la etapa revolucionaria un agente social pasivo, no fue hasta que la lucha armada le dio la oportunidad de convertirse en actor social haciendo papeles determinantes como comunicador y portavoz de los batallones, guías, secretarios y consejeros de los generales revolucionarios. Pero una vez que la contienda finalizó su papel fue olvidado y se quedaron relegados a las postrimerías en el estado. Durante la mayor parte de la etapa del PST nunca tuvieron vinculación gremial u organización sindical. Al parecer estaban atrasados con el panorama nacional y la naciente fuerza magisterial. Durante la gestión de Bonilla se pensaba que abría la oportunidad de ampliar su panorama social y gremial, cosa que nunca sucedió así; Bonilla pensaba que el magisterio tlaxcalteca era “enemigo” al estar en consonancia con el partido anterior, y una de sus primeras acciones fue perseguirlos y mantenerlos al margen de la política magisterial nacional. Nombró como director estatal de educación a José Águila uno de sus principales amigos y encargado de perseguir a todo aquel profesor que se opusiera a su política. Fue también parte del sistema de control magisterial el director federal de educación en el estado de Tlaxcala Rafael Pérez de León quien se puso a la total disposición de Bonilla y como

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Rockwell, Elsie, “Reforma constitucional y controversias locales: la educación socialista en Tlaxcala 1935-1936”, en Susana, Quintanilla y Mary Kay, Vaughan, Escuela y sociedad en el periodo cardenista, FCE, México, 1997, pp. 202. desarrolladas, se desintegran. 2 Elsie, Rockwell, Hacer escuela, hacer estado. La educación posrevolucionaria vista desde Tlaxcala, COLMICH-CIESAS y CINVESTAV sede sur, México, 2007, pp. 213.

principal tarea se le designó controlar al magisterio federal y que estos mismos no tuvieran comunicación con el magisterio estatal. Casi el 80 % del magisterio en Tlaxcala era estatal, y solo el 20 % era federal. El magisterio estatal apenas se empezaba a conformar como gremio: los maestros aún estaban sujetos a la recontratación cada año, a la vigilancia local y a las decisiones directas del gobernador1. Y eran las decisiones del gobernador que ocasionaron una disminución considerable de profesores para la época, muchos de ellos optaron por irse del estado, o dar clases en sus comunidades de origen. Durante la etapa de Bonilla también se cerraron muchas escuelas de enseñanza elemental y muchos padres de familia no mandaban a sus hijos e hijas a la escuela por la situación de violencia de la que eran testigos; además de que la infancia tlaxcalteca participaba en las actividades productivas del campo durante el temporal de lluvia. Lo más trascendente en el rubro educativo por parte de Bonilla fue la creación de la escuela secundaria del estado de Tlaxcala en 1935. El magisterio tlaxcalteca no sólo vivía la persecución y el poco compromiso educativo que se le daba al estado, también su mala preparación académica, su arraigo hacia sus comunidades de origen y su preocupación gremial fueron las premisas exactas para que la escuela socialista en Tlaxcala quedara totalmente cortada. La principal escuela proveedora de bases magisteriales en Tlaxcala había sido clausurada en 1934. Quedaba así un hueco significativo en la formación de profesores para el estado durante los años de auge de la educación socialista2. La formación magisterial justo en el momento de la educación socialista quedaba relegada, de esta manera no había

bases sólidas para enseñar una pedagogía que era de por sí desconocida y difícil de comprender a nivel nacional mucho más en un estado con la situación de Tlaxcala. Si hubo por parte de los inspectores educativos cursos de orientación socialista, estos fueron desconocidos por Bonilla llegando al extremo de amenazar de muerte a los inspectores federales si no se iban del estado. Por otro lado, muchos de los profesores y profesoras tenían un arraigo muy peculiar en sus comunidades. Cuando había un profesor este prefería la escuela de su pueblo, ya que estaba muy familiarizado con los habitantes del mismo. Esto que sucedía en Tlaxcala fue como un círculo de una compleja relación de poderes familiares y de intereses comunes entre la comunidad de un pueblo o municipio. De hecho, preferían las escuelas estatales que las federales, ya que una escuela federal implicaba perder el control y poder sobre el educador que provenía de otro estado. En pocas palabras, en una escuela tlaxcalteca durante el cardenismo se enseñaba lo que “el pueblo dictará” de acuerdo a sus tradiciones comunales e intereses de los grupos de poder que dominaban ciertas comunidades. Esta peculiar situación se dio principalmente en la zona centro-sur del estado de Tlaxcala, esta zona es indígena y seguían persistiendo las políticas de sus antepasados y una estructura político-religiosa única para ser estudiaba. Podemos decir que fue parte determinante para que la escuela socialista no adentrara a las comunidades indígenas tlaxcaltecas. Otro aspecto interesante es que el magisterio sobre todo el urbano de ciudades tlaxcaltecas como Tlaxcala capital, Apizaco, Santa Ana Chiautempan, Contla y Tlaxco tuvie-

ran mayor preocupación en la parte gremial y no en tratar de aplicar los lineamientos de la escuela socialista en el estado. Fue un rasgo distintivo que caracterizó a Tlaxcala durante la etapa de Bonilla, la preocupación gremial y de organización magisterial. El magisterio local anhelaba tener los mismos derechos que sus compañeros federales pero sin una organización o sindicato que los representara les iba a ser muy difícil acceder a sus peticiones. Durante Bonilla fue común ver manifiestos de interés por la asociación, la mejora salarial, vacaciones, derecho de jubilación entre otros más. De esta manera, el magisterio tlaxcalteca colaboraba en el estado con el rotundo fracaso en los dos primeros años de vida de la pedagogía socialista. La oposición social tuvo ciertos matices muy propios en el estado de Tlaxcala durante la gubernatura de Adolfo Bonilla. Una de las causas de oposición no fue la educación socialista y lo que implicaba la misma; o la palabra “socialista” tan discutida para entonces. Como ya se mencionó la escuela socialista no tuvo aplicación en las aulas escolares tlaxcaltecas ya se por el magisterio y el panorama político; de esa manera los padres de familia no se preocuparon por el radicalismo y el anticlericalismo que patrocinaba la misma pedagogía su verdadera preocupación radicaba en la educación sexual ya tan discutida desde años atrás. Aunque este tipo de educación al parecer nunca se aplicó en la entidad. Si hizo oposición fue más la preocupación de los padres de familia de que profesores federales intervinieran en sus escuelas rurales donde mantenían el control del programa escolar y que pudieran federalizar la escuela. La federalización escolar en Tlaxcala implicaba que se perdiera

el control del gobierno del estado sobre las escuelas y que los padres de familia perdieran lo que habían ganado después de la Revolución. La escuela era para ellos un triunfo revolucionario que no iban a dejar perder. Antes de la lucha armada sólo los que asistían a la escuela eran los hijos de profesionistas y caciques locales, los hijos e hijas de los indígenas recibían clases en las parroquias. La escuela era para el pueblo sobre todo indígena tlaxcalteca una herencia de la Revolución mexicana. De 1934 a 1936 la educación socialista mexicana no hizo presencia alguna en Tlaxcala debido a las circunstancias político-sociales que rodeaban a la política local lo anterior ocasionó que el estado de Tlaxcala siguiera los lineamientos educativos del siglo XIX y que la educación posrevolucionaria no tuviera tanta importancia en el estado lo que conllevó a que el magisterio tlaxcalteca tuviera confusión en la hora de aplicar la corriente educativa. Para investigar la educación socialista mexicana se debe estudiar de manera regional debido a la heterogeneidad que domina al país de esa manera se reconstruye el gran rompecabezas de la historia mexicana.

BIBLIOGRAFÍA PRINCIPAL

Elsie, Rockwell, Hacer escuela, hacer estado. La educación posrevolucionaria vista desde Tlaxcala, COLMICH-CIESAS y CINVESTAV sede sur, México, 2007. Ramírez Rancaño, Mario, “Violencia armada en Tlaxcala bajo el gobierno de Adolfo Bonilla”, en Carlos, Martínez Assad (coord.), Estadistas, caciques y caudillos, UNAM, México, pp. 313-333. Rockwell, Elsie, “Reforma constitucional y controversias locales: la educación socialista en Tlaxcala 1935-1936”, en Susana, Quintanilla y Mary Kay Vaughan, Escuela y sociedad en el periodo cardenista, FCE, México, pp. 196-228. Susana, Quintanilla y Mary Kay Vaughan, Escuela y sociedad en el periodo cardenista, FCE, México, 1997. Victoria, Lerner, Historia de la Revolución mexicana 1934-1940. La educación socialista, COLMEX, México, 1979.

Contextualización de la mujer dentro de la sociedad

vándala y bizantina en las islas Baleares José Miguel Rosselló Esteve

Resumen: Estudio sobre las mujeres, sus hábitos cotidianos y su papel en la sociedad durante la dominación vándala y bizantina en las islas Baleares (entre los siglos V-IX). Será expuesto mediante el análisis y comparación de las fuentes literarias y arqueológicas.

Palabras clave: Islas Baleares, mujer bizantina, mujer, vándala, Antigüedad tardía,

Abstract: Study on women, their daily habits and their role in society during the Vandal and Byzantine rule in the Balearic Islands (Among the V-IX century). It will be discussed through analysis and comparison of literary and archaeological sources.

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Hidatius Chronicon, 86. Hidatius Chronicon, 90. Victor Vitensis Hist. I,13. Procopio, Bello Vandalico. Procopio, Bello Vandalico, II, 5-7.

Introducción El presente estudio pretende analizar las fuentes arqueológicas y literarias para comprender la situación de la mujer durante la Antigüedad tardía en las islas Baleares. Para ello previamente es necesario realizar una contextualización histórica que nos acerque a las Baleares durante la dominación vándala y bizantina de las islas. A la vez que presentar las fuentes utilizadas para realizar este estudio.

Contexto histórico Durante el siglo IV y principios del V (Cerdà, 1994 y CAU, 2004) se inicia una recuperación y transformación del territorio balear, tras la crisis de finales del siglo III. El espacio urbano pierde importancia a nivel económico, social y demográfico, frente al espacio rural, como demuestran las excavaciones arqueológicas de Sa Mesquida (Vallespir et al. 1988 y Marimon et al. 2005). Se puede observar cómo aumenta la importancia de las villas frente a las ciudades igual que sucede en otras partes del Imperio Romano, como en la Península Ibérica, y los diversos estudios arqueológicos realizados sobre la evolución de las urbes (Gómez Fernandez 2003 y Sears 2007, 17-29) y del mundo rural (López y Benito 2002 y Gurt y Navarro 2005) durante la Antigüedad tardía. Todo ello muestra una ruralización del Imperio. Dicho proceso llevará a un cambio en el papel de la mujer en la sociedad respecto al existente en el Alto Imperio. A partir de finales del siglo IV es muy probable que tengamos tanto comunidades cristianas como judías plenamente formadas (Amengual I Batle 2008). Además, en el caso de las

Baleares, podemos observar cómo los obispos reciben el nombre de la isla en lugar del de la ciudad, apoyando la hipótesis de la pérdida de importancia de las ciudades (Amengual I Batle 1991, 324). El asentamiento de estas religiones conllevará la aparición de nuevos planteamientos sobre el papel de la mujer en la sociedad. Las Baleares en el año 425 tienen un primer contacto violento con los vándalos al ser saqueadas por estos1. En el año 429 los vándalos abandonaron la península Ibérica para pasar a África2. Conquistaron todo el norte de África hasta capturar Cartago en el año 439 y desde el año 440 lanzaron expediciones de saqueo a Córcega, Cerdeña y Sicilia, produciéndose enfrentamientos con el Imperio Romano que llevarían, más adelante, a que las Baleares se incorporaran al reino vándalo a partir del año 455 tras al saqueo de Roma por parte de estos3. Con la llegada de los vándalos, que profesaban el arrianismo, la situación de la sociedad de las islas debió cambiar, como sucedió en el norte de África, sobre todo a partir del reinado de Hunerico (477-484), cuando se inició una persecución contra los católicos (Courtois 1955, 289-310). En el año 534 el dominio vándalo de las Baleares llegó a su fin cuando su reino fue conquistado por el Imperio Bizantino. Esta conquista se enmarca dentro de la idea de Justiniano I (527-565) de recuperatio imperii, intentando recuperar los territorios perdidos por el Imperio Romano. Por ese motivo se llevó a término la Guerra vándala (533-534)4. Belisario, el general al mando del ejército bizantino, una vez conquistada Cartago, capital del reino vándalo, envió a Apolinar para que conquistara las Baleares y se hiciera cargo de ellas como recompensa por sus servicios5. Desde este mo-

mento y hasta una fecha incierta, las Baleares pasan a formar parte del orbe bizantino como demuestran tanto las fuentes, especialmente las arqueológicas (Palol 1967, Vilella Masana 1988, Orfila et al. 2000, Ulbert y Orfila 2002, Nadal Cañellas 2006, Riera 2010 y Riera et al. 2010), como las escritas (González Fernández 1995). A partir del 703 se iniciaron las razzias musulmanas sobre las islas Baleares. Durante el siglo VIII y el IX las islas aún se mantuvieron bajo control bizantino, como demuestran las evidencias arqueológicas de unas bulas de plomo bizantinas encontradas en el castillo de Santueri (Nadal Cañellas 2006), hasta que finalmente, en el 903, las islas se incorporaron plenamente al mundo musulmán tras ser conquistadas.

Fuentes Arqueológicas y literarias En las islas de Mallorca y Menorca desde principios del siglo XIX se han identificado un elevado número de basílicas paleocristianas. Estas basílicas fueron construidas en el siglo V y permanecieron en uso hasta el siglo VIII o IX. A mediados del siglo XX, el descubrimiento de tres basílicas en Menorca en un espacio muy reducido de tiempo, propició que se iniciaran estudios más precisos sobre las basílicas menorquinas (Palol 1967, Serra 1967). Estos estudios han continuado de manera intermitente en la mayoría de basílicas en las décadas finales del siglo XX (Orfila y TUSET 1988). Al finalizar el siglo se llevó a cabo una obra muy completa sobre las basílicas realizada por Godoy Fernández que recopilaba toda la información hasta la fecha (GODOY FERNÁNDEZ 1995). Cabe destacar que existe una basílica que no se encontraba en esta obra debido a

que todavía no había sido excavada. Esta última basílica que apareció es la de Son Fadrinet (Campos, Mallorca) (ULBERT y ORFILA 2002). En la actualidad sólo se realizan excavaciones periódicas en la basílica de Son Peretó (RIERA et al. 2010). Se debe destacar que todas las basílicas de las Baleares encontramos enterramientos relacionados, en su mayoría individuales. Con la llegada de los vándalos y posteriormente los bizantinos a las islas se aceleró el proceso de transformación y evolución iniciado en el siglo IV. Durante este periodo, el foro de Pollentia se transformaría en una necrópolis donde se han hallado una gran cantidad de enterramientos de todas las edades y de ambos sexos (ARRIBAS y TARRADELL 1987, ORFILA et al. 1999 y ORFILA 2000). Tenemos pocas fuentes literarias referentes a las Baleares en este período, destacando las siguientes: La carta de Liciniano a Vicentium, datada a finales del siglo VI, que es la respuesta de Liciniano, obispo de Carthago Spartaria, a Vicentium, obispo de Ibiza. En ella Liciniano reprende duramente al obispo de Ibiza por motivos teológicos. En dicha carta se puede observar cierto comentario sobre las mujeres y su lugar en la sociedad que más adelante analizaremos. Otra fuente literaria importante para conocer esta etapa de la historia de las islas Baleares es la Crónica de Hidatius, gracias a la cual podemos conocer en qué fechas llegaron los vándalos a las Baleares. No debemos olvidar la Historia de Victor Vitensis que, aunque no mencionen las islas Baleares, nos acerca a la situación en que se encontraba el norte de África bajo la dominación vándala, teniendo siempre en cuenta las exageraciones que encontramos en su obra (ÁLVAREZ 2008,

6 Victor Vitensis, Historia persecutionis africanae provinciae. I,49. 7 Liciniano, Epistula ad Vicentium, III,2,8-13. Victor Vitensis Historia persecutionis africanae provinciae. II,8.

116). Destacar también la obra de Procopio para conocer el enfrentamiento entre vándalos y bizantinos que propició la llegada de estos a las Baleares. Por último, la carta Circular de Seuerus que fue escrita en el año 418 por el obispo Seuerus de Menorca. A pesar de no estar enmarcada en nuestro ámbito de estudio, si nos ofrece una visión cercana de la sociedad balear y de la mujer en dicho período. En las fuentes literarias de los siglos V al VII podemos observar como las mujeres siempre son vistas como un ser débil y con poca capacidad de raciocinio. Los adjetivos más utilizados en los textos jurídicos, en las crónicas e historias para describir o relacionarlos con las mujeres son infirmitas, imbecillitas y fragillitas (BEAUCAMP 1976, 11). También podemos observar el uso de estos adjetivos en los textos teológicos (MARCOS 1987). Vemos como estas supuestas debilidades son vistas como inherentes a su naturaleza femenina que las hace inferiores a los hombres6. Las pocas veces en que las mujeres aparecen en las fuentes realizando actos que van en contra de estas debilidades naturales no es por su propia entereza o fuerza de voluntad, sino que es por voluntad divina que les da fuerzas para sobreponerse a ellas y actuar de esa manera.

Las mujeres y la vida cotidiana entre el siglo V y VII Gracias a los estudios antropológicos realizados a los individuos de la necrópolis de Pollentia (GARCÍA y SUBIRÀ 2002, CARDONA 2009) se ha obtenido gran cantidad de información valiosa para conocer mejor la sociedad balear en dicho periodo, que nos acerca mejor al día

a día y a la vida cotidiana de las mujeres. Mediante estos datos sobre las mujeres podemos conocer el lugar que ocupan dentro de la sociedad. La alimentación de la sociedad tardoantigua balear según el análisis de los individuos enterrados en la necrópolis del foro de Pollentia se basaba principalmente en aportes de plantas verdes con una cantidad menor de productos cárnicos. En las mujeres se puede observar un consumo menor de productos cárnicos y un mayor aporte alimenticio de los vegetales, esta diferencia se da normalmente entre hombres y mujeres (GARCÍA y SUBIRÀ 2002). Es interesante destacar que el aporte cárnico en la dieta de los habitantes de Pollentia no tendría su origen en productos marítimos. Los trabajos de Cardona (CARDONA 2009) se basan en los estudios antropológicos realizados sobre 67 individuos, 26 varones y 27 mujeres, juntamente con 15 individuos de sexo indeterminado. El análisis de los restos óseos realizado por Cardona sobre los individuos demuestra que los de sexo masculino tienen una gran robustez y una fuerte musculatura posiblemente debido a una gran actividad física mientras que en los de sexo femenino estas características no suelen aparecer tan marcadas, demostrando una menor carga de trabajo físico (CARDONA 2009). Estos datos referentes al esfuerzo físico, parecen tener relación con el comentario de Liciniano en su carta a Vicentium de Ibiza: Meliusque erat viro hortum facere, iter agere, mulieri colum tenere...7 (Mejor sería al varón distraerse en su huerto y caminar, y a la mujer cuidar la casa [...]). Podemos ver como las fuentes tanto arqueológicas como las literarias coinciden al relacionar a las mujeres con el tra-

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Seuerus Minoricensis Epistula, 24, 2.

bajo relacionado al ámbito doméstico y a los hombres con el trabajo en el campo de mayor carga física. La esperanza de vida de las mujeres durante la Antigüedad tardía era un poco menor a la de los hombres, esto es debido a los riesgos que entraña el parto para las mujeres, produciéndose en el periodo reproductivo la menor esperanza de vida (CARDONA 2009). Este dato es igual en muchas de las sociedades preindustriales donde la posibilidad de fallecer durante el embarazo o el parto es una de las causas de muerte más comunes en las mujeres. Otra prueba que confirma el parto como causa de la muerte de muchas mujeres es que de las inscripciones funerarias de las mujeres tardoantiguas de Hispania el 40% de ellas son de mujeres de entre 20 y 25 años de edad (GALLEGO FRANCO 2007, 87). Podemos observar la relación entre la maternidad y la muerte en los enterramientos hallados en las basílicas paleocristianas. En tres casos documentados se tienen muestras de cómo una mujer ha sido enterrada juntamente con individuos infantiles (ORFILA y TUSET 1988, NAVARRO 1988 y RIERA 2009), que podrían ser sus hijos, representando la unión maternofilial tanto en la vida como en la muerte. Hay que contar que este tipo de enterramientos es la única variante dentro de los enterramientos individuales paleocristianos de las Baleares. No debemos olvidar que el papel de las mujeres como madres es tradicionalmente el más importante en la mayoría de sociedades, incluso dentro del cristianismo, la mujer más importante es la virgen María y lo es por su figura como la madre de Dios. Uno de estos enterramientos dobles de individuos de sexo femenino e individuos infan-

tiles es el perteneciente a Baleria. Observando su impresionante lauda sepulcral podemos ver como Baleria pertenecía con toda seguridad a la élite de la sociedad Balear, siendo un miembro importante de esta. A pesar de ello, no conocemos, ni tenemos indicios de que alguna mujer ocupara cargos civiles o eclesiásticos durante los siglos V al VII, ni en el reino vándalo, ni en el Imperio bizantino. Los pocos enterramientos relacionados con la Antigüedad tardía que han aparecido con ajuar funerario en las Baleares suelen pertenecer a mujeres. En el yacimiento de Son Peretó han aparecido pendientes en el enterramiento 2006-5 y una aguja de coser de bronce en el enterramiento 2006-3 (RIERA 2009). Una aguja de bronce es un elemento que posiblemente nos vuelve a llevar al espacio doméstico, aunque ella en si sola no sea conclusiva, donde la mujer generalmente se dedicaría a tareas como coser u otras actividades domésticas mientras el hombre se encontraría en el exterior de la casa realizando tareas agrícolas. Para finalizar, es muy poco lo que conocemos sobre las mujeres vándalas. Gracias a la obra de Victor Vitensis sabemos que existían diferencias visibles entre la forma de vestir entre las mujeres vándalas y las que no lo eran8, dato confirmado también por las fuentes arqueológicas mediante el estudio de las fíbulas norte africanas (EGER 2006). Podemos intuir, por tanto, que los diversos grupos que conformaban la sociedad tardoantigua utilizaban un atavío diferente.

Conclusiones Podemos concluir que durante la dominación vándala y bizantina las mujeres se encontraban

bajo el dominio de una sociedad patriarcal que las mantenía adscritas al ámbito doméstico, encargadas de las labores del hogar, sin descartar que en momentos puntuales de las labores agrícolas colaboraran en estas. Esta acotación de la mujer a dicho espacio se demuestra tanto en las fuentes arqueológicas como en las literarias. La mujer debía estar al cargo de las tareas domésticas y del cuidado de los hijos e hijas. Este hecho lo indican tanto los estudios antropológicos de los individuos de la necrópolis de Pollentia (CARDONA 2009), donde se constata que realizan una cantidad menor de esfuerzo físico, como en el comentario de Liciniano referente a las actividades a las que deben dedicarse las mujeres. Este análisis no se había planteado con anterioridad, a pesar de haberse estudiado ambas fuentes por separado. Se puede señalar, por tanto, que en este estudio es la primera vez que se han unido las fuentes para acercarnos la vida cotidiana de la mujer en las Baleares durante la Antigüedad tardía. Íntimamente relacionado con el punto anterior podemos destacar la figura de la mujer como madre y la relación con sus descendientes. Esta relación, de hecho, es muchas veces la única manera de poder influir en los niveles más altos de la sociedad tardoantigua. Además, para las religiones coetáneas es el papel más importante que deben tomar las mujeres dentro de la sociedad. Se puede observar que una de las pocas variaciones en los enterramientos individuales tardoantiguos son los enterramientos múltiples en los que aparece un individuo femenino con uno infantil (ORFILA y TUSET 1988, NAVARRO 1988 y RIERA 2009). Por otra parte, se confirma como se utilizan las mismas fórmulas para designar a la

mujer en las Baleares que en otros lugares del Mediterráneo. La infirmitas es utilizada por Seuerus en la Circular para describir la actitud de las mujeres . Ello nos permite pensar que las particularidades vistas en las islas Baleares pueden extenderse al Mediterráneo. Finalmente gracias a este trabajo conocemos mejor el papel de las mujeres entre los siglos VI y VIII, y como vivían. A la vez, nos hemos acercado a la sociedad de las Baleares en dicho periodo obteniendo una mejor perspectiva sobre su situación a través del estudio de las mujeres, así como el resaltar la importancia de interrelacionar las fuentes arqueológicas y literarias para tener una perspectiva más amplia desde la que analizar la situación.

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Las joyas de las coronas ibéricas.

Nueva España y Brasil, 1789-1808 Carlos Emerson Rivas Cabezas

Resumen: Los años finales del siglo XVIII e iniciales del XIX se han caracterizado por ser períodos de movimientos diplomáticos, levantiscos y de conflictos a lo largo del Nuevo Mundo y, entre los principales territorios imperiales que controlaban Iberoamérica contra las demás potencias europeas; no obstante, a finales del siglo XVIII se observa con mayor claridad este tipo de descontentos y crisis, tanto en las colonias iberoamericanas como en sus respectivas metrópolis. Sin embargo, es necesario plantearse ¿qué sucedió en Brasil y Nueva España entre 1789 y 1808 que no permitió una independencia temprana al igual que el resto de Iberoamérica? Al respecto, en este ensayo se intentará dilucidar algunos aspectos diferenciales y semejantes entre estas dos colonias que permitan identificar ciertos elementos causales de validez general y así comprender cómo estos espacios experimentaron los procesos pre independentistas del momento. Para tal ejercicio, recurriré al método de comparación histórica, el cual “(…) se caracteriza por examinar sistemáticamente, a partir del planteamiento de preguntas directrices, las semejanzas y diferencias de dos o más fenómenos históricos”,1 buscando generar ciertas reflexiones y llenar algunos vacíos que los estudios estructurales han dejado.

Palabras claves: Historia moderna, Brasil, Nueva España, comparación histórica.

Introducción 1 KOCKA, Jürgen. “La comparación histórica.” En: Enciclopedia delle scienze social. Roma, 1998. p. 43. 2 K. LISS, Peggy. En: Los imperios transatlánticos, Las redes del comercio y de las revoluciones de Independencia. Fondo de Cultura Económica, México D.F., 1995. p. 236. 3 BETHELL, Leslie (ed.). “La España de los Borbones y su imperio americano”. En: Historia de América Latina. Tomo 2. Crítica, Barcelona, 1998. pp. 122-123. 4 K. LISS, Peggy. Op Cit. pp. 235-301. 5 BETHELL, Leslie (Ed.). Op Cit. pp. 150-182.

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Distintos trabajos historiográficos coinciden en que, el siglo XVIII y principios del XIX se han caracterizado por ser períodos de movimientos diplomáticos, levantiscos y de conflictos a lo largo del Nuevo Mundo y entre los principales territorios imperiales que controlaban Iberoamérica contra las demás potencias europeas, no obstante, a finales del siglo XVIII es que se observan con mayor agudización este tipo de descontentos y crisis, tanto en las colonias iberoamericanas, como en sus respectivas metrópolis. Según Peggy Liss, entre 1789 y 1797 se adelantaban en España intensos debates sobre una política que lograra el desarrollo del comercio español y su América, no obstante, en la realidad, España aparecía más como un centro de intercambio comercial de productos de otros territorios con las Indias, sin dejar un mayor provecho para la metrópoli. Imbuidos por las ideas liberales, los principales ministros del gobierno español emprendieron unas medidas para lograr “la unidad e igualdad de España y las Indias.”2 Así, algunas modificaciones al sistema económico surgidas de las reformas borbónicas tuvieron que hacerse; en el plano económico se destacó la implementación del “libre comercio” y una mayor extracción de metálico de América a favor de la metrópoli; después de 1792 y 1796 se implementarán nuevas medidas e instituciones, y debido a los conflictos intraimperiales, una mayor defensa de las colonias, tanto de amenazas internas como externas, sobre todo de las ideas difundidas por las revoluciones en América y Europa. Las consecuencias de estos fenómenos entre 1797 y 1808 van a mostrar, primero, una diplomacia pendular de parte de España,

incapaz de garantizar una estabilidad política y económica para sostener sus colonias3 -aunque esto se venía gestando de tiempo atrás-; segundo, una mayor desconexión entre la metrópoli y los territorios americanos en 1805 y, tercero, un vacío monárquico con la abdicación y encarcelamiento de los reyes por Napoleón en 1808, escenario propicio para la emancipación de los americanos.4 Por otra parte, en Portugal la situación va tomar otro rumbo; el imperio portugués había emprendido, al igual que los españoles, unas reformas a su sistema imperial y colonial que, a finales del siglo XVIII, buscaban equiparar su situación imperial con la de las otras grandes potencias del momento, tanto económica como intelectualmente; sus principales políticas estuvieron dirigidas a la reorganización político-administrativa y económica de su principal colonia, Brasil, así como a una reorganización imperial basada en los preceptos del ideario liberal del momento; en esta medida, surgieron nuevas instituciones, mayor control al flujo comercial y políticas encaminadas a extraer más fisco a favor de la metrópoli, mostrando a un Portugal, menos dependiente de Gran Bretaña y con mayor control del comercio directo con sus colonias, mejorando en cierta forma su estado económico, aunque, al final del siglo XVIII Portugal dependía por completo de Brasil.5 Sin embargo, el gobierno portugués, ajeno a los conflictos bélicos de finales del siglo XVIII, en 1807, va a verse amenazado por Napoleón y sus campañas conquistadoras, una vez se celebró el Tratado de Fontainebleau, donde Francia y España se repartían los territorios portugueses, precipitando la huida de la Corte hacia Brasil, estableciéndose y convirtiendo a Río de Janeiro en la capital imperial con todo un cuerpo diplomático y una

6 ARBOLEDA R., Gustavo. “Aspiraciones a la emancipación.” En: El Brasil: A través de su historia. Arboleda y Valencia Editores, Bogotá, 1914. pp. 33-45. 7 LYNCH, Jhon. “Las raíces coloniales de la Independencia latinoamericana.” En: América Latina, entre Colonia y Nación. Crítica, Barcelona, 2001. p. 117. 8 PÉREZ BRIGNOLI, Héctor. En: Breve historia de Centroamérica. Alianza América, Madrid, 1988. p. 67. 9 IGLESIAS, Francisco. En: Historia política de Brasil: 1500-1964. Editorial Mapfre España, 1992. p. 83 10 LUCENA SALMORAL, Manuel y otros. “La Independencia.” En: Historia de Iberoamérica. Tomo III. Cátedra, Barcelona, 1988. pp. 23-47. 11 KOCKA, Jürgen. Op. Cit. p. 43.

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unidad central en 1808.6 Así encontramos que, la invasión napoleónica de España y Portugal de 1807 a 1808, acabó con la unidad del mundo ibérico dispersando a sus soberanos,7 encontrándose una península sin monarcas. De igual forma, en cuanto al contexto americano, se puede decir que “la recuperación económica, el cambio social y la transformación política fueron la tónica del siglo XVIII”,8 por otro lado, en Brasil, como en el resto de América, este mismo siglo va a mostrar una constante, “(…) la colonia existe para producir para la metrópoli”.9 Sin embargo, sumado al crecimiento de la población y a la economía, según Manuel Lucena Salmoral, también los descontentos se acrecentaron con las políticas metropolitanas, así como también, debido a las ideas liberales provenientes de Europa y Norteamérica, se incubaron unos ideales proclives a la crítica del sistema imperial-monárquico, a los levantamientos, y en últimas, al cuestionamiento de la situación colonial10 y, en los primeros años del siglo XIX, como ya se advirtió, van a darse diferentes gestas que van a ser el telón de fondo de las futuras guerras de independencia, aunque no sus causales directas. Sin embargo, como en todo proceso histórico existen matices y este no es la excepción; mientras lo ocurrido entre 1789 a 1808 va a generar unos acontecimientos que se pueden relacionar con los procesos de independencia en las distintas colonias iberoamericanas en 1810, Brasil y Nueva España -y en cierta forma Perú- van a tener que esperar hasta la década siguiente para comenzar sus independencias definitivas; es por esta razón, teniendo en cuenta el período de tiempo suscitado como el de mayor agitación previa a las independencias, que debemos preguntarnos,

¿qué sucedió en Brasil y Nueva España entre 1789 y 1808 que no permitió una independencia temprana al igual que el resto de Iberoamérica?. Al respecto, en este ensayo se intentará dilucidar algunos aspectos diferenciales y semejantes entre estas dos colonias que permitan identificar ciertos elementos causales de validez general y así comprender cómo estos espacios experimentaron los procesos pre independentistas del momento; principalmente, se observarán algunos aspectos que atañen al componente económico -tipo de economía, sectores productivos, etc.- y de la sociedad -estructura social, demografía, tensiones sociales, etc.-, y estos, a su vez, aterrizarlos en ciertas coyunturas y aspectos de la mentalidad política e intelectual con el propósito de darle mayor amplitud a la propuesta de investigación histórica ya expuesta líneas atrás. Para tal ejercicio, recurriré al método de comparación histórica, el cual “(…) se caracteriza por examinar sistemáticamente, a partir del planteamiento de preguntas directrices, las semejanzas y diferencias de dos o más fenómenos históricos”,11 buscando generar ciertas reflexiones y llenar algunos vacíos que los estudios estructurales han dejado.

Brasil y Nueva España: Estructuras económicosociales, demografía y política Ya a finales del siglo XVIII, Brasil se mostraba como una de las colonias más prósperas de Iberoamérica; en primer lugar, después de la Revolución haitiana, la producción azucarera del nordeste va a generar a Brasil los mayores rubros económicos; este producto dio mayor peso en la sociedad a la unidad económica brasileña por excelencia, la plantación, la cual,

12 PIQUERAS, José (Comp.). “Introducción”. En: Azúcar y esclavitud en el final del trabajo forzado. Fondo de Cultura Económica, Madrid, 2002. p. 12. 13 KONETZKE, Richard. En: Historia Universal. Vol. 22. Siglo XXI Editores, México D.F., 1976. p. 301 14 IGLESIAS, Francisco. Op Cit. pp. 95-99. 15 LOCKHART, James y B. SCHWARTZ, Stuart. “Brasil en la Edad de Oro del Absolutismo.” En: América Latina en la Edad Moderna. Una historia de la América Española y el Brasil coloniales. AKAL Ediciones, Madrid, 1992. pp. 341-342. 16 KONETZKE, Richard. Op Cit. p. 269-288 17 LOCKHART, James y B. SCHWARTZ, Stuart. Op Cit. pp. 369-371. 18 Ibíd. p. 370. 19 MURGUEITIO MANRIQUE, Carlos Alberto. “La Revolución negra en Saint-Domingue y sus efectos en la guerra racial de las Antillas y Tierra Firme, 1789-1797.” En: Historia y Espacio, No. 33, Julio-Diciembre, 2009. Facultad de Humanidades, Departamento de Historia. pp. 185-193.

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según José Piqueras “(…) era una unidad productiva que se caracterizaba por la especialización en un artículo y su eventual procesamiento, (…) precisaba el empleo de capitales y el aprovechamiento intensivo de la fuerza de trabajo cautiva”;12 así el trinomio monocultivo, latifundio y esclavitud, se reforzaba en este período; en segundo lugar, estaba la ganadería y la agricultura, que van a estar muy ligados a la producción azucarera y minera; esta se va a dar en el sur y en el interior del nordeste brasileño, no obstante, la ganadería va a ocupar un papel secundario en la economía de Brasil;13 en tercer lugar, la minería, si bien no tenía la importancia de principios de siglo y, por el contrario va a estar en crisis, va a ser importante en la medida que va a permitir el desarrollo de otros sectores productivos, en especial agrícola y ganadero; en cuarto lugar, el sector comercial va a experimentar un crecimiento importante gracias a los cambios económicos y poblacionales a finales del XVIII, además del aprovechamiento de las instituciones creadas, el comercio ocupaba un renglón primario en la economía de Brasil; finalmente, el sector con menos desarrollo era el industrial, el cual estaba más orientado a la labor artesanal urbana, aunque sólo abastecía un pequeño mercado local.14 En definitiva, si bien algunas reformas fueron importantes para el crecimiento económico de Brasil, al parecer para este período este despegue se hacía paulatinamente y, a diferencia de las reformas españolas, la consonancia entre las reformas portuguesas y el crecimiento económico brasileño no están tan ligados para este período.15 Este crecimiento económico va a estar relacionado con un crecimiento demográfico que, a su vez, van a configurar un tipo de sociedad brasileña donde

existía una distancia grande entre los grupos dominantes y los demás estratos sociales, además, las tensiones raciales, si bien existían, no van a ser tan pronunciadas como en otros contextos iberoamericanos. En Brasil, en un primer momento, la jerarquía social no va a variar mucho luego de la llegada de la Corte, sólo según las regiones existían unos grupos dominantes; así, dominaban el gobierno local y un control rural los plantadores, hacenderos o explotadores mineros -este sector fue por mucho tiempo el más vigilado y controlado por los portugueses-,16 completaban el cuadro los comerciantes, quienes en su mayoría eran extranjeros y llegaron a ocupar cargos importantes y a escalar socialmente, gracias a las alianzas matrimoniales establecidas con la aristocracia terrateniente, proceso también experimentado en Nueva España; en el mismo renglón social se encontraban jueces reales, militares de carrera y eclesiásticos, constituyendo todos estos grupos la élite brasileña, ya que la participación entre brasileños y portugueses era compartida. En un sector medio estaban artesanos, funcionarios, tenderos y otros compuestos por distintas razas. En el fondo de la estructura social se encontraban los negros libres y esclavos, así como mulatos, pardos y una minoría indígena, quienes, excepto los últimos, van a ocupar mayoritariamente los cargos de artesanos urbanos y los puestos inferiores, y a veces medios, de la milicia, sin embargo, van a ser los más oprimidos de la sociedad.17 Así, la sociedad brasileña va a mostrar una distribución de la composición racial muy característica; “por lo que la polarización se daba entre blancos y negros, quedando los indios al margen”,18 siendo similar a la población haitiana en cuanto a la distribución racial19

20 VON GRAFENSTEIN, Johanna. “El proceso de Independencia haitiano: 1789-1804.” En: GALEANA, Patricia (Coord.). Historia comparada de las Américas. Sus procesos de independentistas. Siglo XXI Editores, México D.F., 2010. p. 93. 21 VILLORO, Luis. “La revolución de Independencia.” En: Historia General de México. Versión 2000. El Colegio de México, México D.F., 2000. p. 491 22 JIMÉNEZ, Wigberto. “La vida de México durante tres siglos de coloniaje.” En: Historia de México. Editorial E.C.L.A.L.S.A, México D.F., 1971. p. 252. 23 VILLORO, Luis. Op Cit. pp. 491-494. 24 JIMÉNEZ, Wigberto. Op Cit. p. 252.

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-por razones parecidas-; para finales del XVIII la población de Saint-Domingue era de 40.000 blancos, 28.000 libertos y 452.000 esclavos.20 En Nueva España, por otro lado, la última década del siglo XVIII y comienzos del XIX, se muestran como la época de oro del sector que exportaba hacia la metrópoli, gracias a la estructura de dependencia reforzada con las políticas de la Corona Española. Este sector exportador estaba sustentado en la explotación minera y en el sector financiero y comercial que financiaban la actividad minera, según Luis Villoro, para el siglo XIX el valor de la producción de la minería era “(…) de 23 a 28 millones, una cantidad casi equivalente al valor de toda la producción agrícola y ganadera”,21 esta se producía mayormente en las provincias norteñas, como Guanajuato y Potosí, siendo la explotación minera de la plata la mayor en toda América,22 por otra parte, los puertos de México y Veracruz, también van a tener una gran importancia, una vez se rompe el monopolio de Cádiz con el “libre comercio”, así, estos dos sectores era los más importantes de la época. Otros sectores de importancia, pero más ligadas a la tierra van a ser, por un lado, la agricultura y, por el otro, la ganadería cuya producción va ser importante para el mercado interno, así, la unidad productiva característica va a ser la hacienda latifundista, la cual poseía la mayor cantidad de tierras en pocas manos y ocupaba una gran cantidad de mano de obra indígena; el último renglón de la economía novohispana la constituían la industria, entre las más importantes estaba la tabacalera, la vinícola y la de textiles, que si bien, debido a las políticas metropolitanas, no era un sector muy fuerte, después de 1805 con la destrucción de la flota franco-española, se

va a generar un crecimiento industrial importante dominado tanto por criollos como por peninsulares.23 Este rápido panorama de la economía en Nueva España va a generar unas dinámicas características en la población; en primer lugar, los dos grupos más poderosos del período lo van a constituir los comerciantes y los mineros exportadores, en su mayoría criollos y peninsulares; por otra parte, estaban los grandes terratenientes e industriales; al respecto, vale la pena resaltar tres cosas: Primero, el papel fundamental de la Iglesia como una institución ligada a la actividad financiera y hacendística; de esta manera, hombres del clero gozaron de importancia económica y social en Nueva España; en segundo lugar, entre los hombres que obtenían los mejores beneficios no había una división muy clara entre criollos y peninsulares y; tercero, los grandes beneficios de la colonia van a reposar en pocas manos, orquestándose un fuerte monopolio.24 Otro grupo social de gran importancia lo van a constituir la burocracia política; importantes cargos administrativos, altos mandos militares y el alto clero van a ser los puestos más apetecidos, sin embargo, aquí el predominio peninsular fue mayor, debido a que la Corona prefería otorgar los puestos superiores a los europeos, los cuales no vacilaron en entablar relaciones con la oligarquía colonial, sobre todo con los dos primeros grupos. La base de la pirámide social la constituían los indios y las “castas”, pero también, eran el grupo menos favorecido, al punto que compartían la extrema miseria o se les empleaba en los cargos más bajos de la sociedad, por otro lado, estaba una minoría negra que se ocupaba en algunas plantaciones de azúcar en el sur, pero ni esta población, ni la producción azucarera era muy significan-

25 MIGDEN SOCOLOW, Susan. “La población de la América Colonial.” En: BERNARD, Carmen (Comp.). Descubrimiento, conquista y colonización de América a quinientos años. Fondo de Cultura Económica, México D.F., 1998. p. 233. 26 JIMÉNEZ, Wigberto. Op Cit. p. 252 27 BETHELL, Leslie (Ed.). “La independencia de Brasil.” En: Historia de América Latina. Vol.5. Crítica, Barcelona, 1991. p. 172.

te. En este sentido, la población novohispana va a mostrar unas semejanzas con la del Alto Perú y el Perú, en cuanto a que la mayor parte de la población estaba constituida por indígenas y castas, frente a los blancos y a la casi inexistente población negra; según Susan M. Socolow, para 1794 el porcentaje poblacional entre indios y mestizos era de 68.96%, frente a un 26.76% de blancos y un 4.14% de negros;25 de esta forma, la mezcla racial y la polarización se daba más entre indios y blancos.

Elementos cohesionadores y relaciones de poder Por otro lado, se puede decir que en términos político-administrativos, Brasil y Nueva España en este período, van a mostrar una tendencia clara a la centralización, aunque esta no era absoluta pero, exceptuando algunas regiones, era mayor que en otros espacios de Tierra Firme. Por un lado, el pueblo novohispano contaba con la tradición indígena del poder imperial centralizado, así como también, va a existir una mayor aceptación de las instituciones ibéricas, siendo la Iglesia un elemento cohesionador fundamental, sin embargo, para el siglo XVIII y XIX, esta centralización se había visto minada y la división territorial venía cobrando importancia, ya fuera por la especialización de algunas áreas, la composición de la población o por otros factores políticos y económicos; de esta forma, el afán de los españoles va a ser el de reorganizar la colonia a su favor, a través de unas instituciones político-administrativas que le permitieran ejercer un mayor control sobre sus dominios y sectores que antes gozaban de ciertas libertades; por otro lado, se van a suprimir ciertos corregimientos y alcaldías y se van

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a crear entidades políticas de más alto rango a cargo de los peninsulares, con el fin de reforzar el centralismo.26 Por su parte, el caso brasileño no gozaba de una tradición centralista, ya que los pueblos indígenas no eran del tipo sedentario y su cultura no los había llevado a crear un imperio, así como tampoco la Iglesia tuvo un gran peso como unidad cohesionadora de la sociedad; no obstante, en Brasil se van a implementar unas medidas en la segunda mitad del siglo XVIII, que va a poner a la Capitanía General de Río de Janeiro como la capital de la colonia, desde 1763, bajo el mando de un virrey con unos poderes limitados; con la llegada de la Corte, y el propio regente Don Joao VI, ya no hubo necesidad del virrey y el centralismo se vio fortalecido.27 Para el caso de Nueva España más que el de Brasil, la Iglesia y la Universidad, van ser determinantes para mantener dicha unidad, que si bien presentan unos valores distintos, al menos mantuvieron una idea en los sectores populares, por un lado, y de los sectores medio y altos (incluyendo un puñado de intelectuales) por el otro, de igualdad, participación, justicia y libertad; por otra parte, para Brasil hasta 1807, este elemento de cohesión va a existir fuera de su territorio; la Universidad de Coímbra va a ser la cuna de los pocos hombres letrados y con conocimientos útiles; esta universidad va a permitir que la relación entre brasileños de la élite y portugueses se estrechara aun más, y en muchos casos, junto a unas reformas a veces favorables, que se sintieran como parte de un todo; curiosamente, con la llegada de la Corte Portuguesa en 1808 y la implementación en Brasil de instituciones como la universidad y los centros científicos, las relaciones entre portugueses y brasileños se irán distanciando

28 El primero sostiene que los Borbones en su intento de centralizar con la creación de varias instituciones, terminaron descentralizando, mientras los Braganza si lograron este cometido; el segundo, nos dice que el centralismo brasileño era aparente, y hasta la Independencia, la división entre el centro-sur con Rio a la cabeza y el norte y nordeste con Bahía comandando va ser evidente. 29 GARRIDO, Margarita. En: Reclamos y representaciones. Banco de la República. Bogotá, 1993. pp. 26-27.

poco a poco. Lo anterior nos viene a mostrar que, si bien existía la idea de un poder central con sus matices, tal como lo muestran Manuel Lucena Salmoral y Leslie Bethell,28 hubo, sumado a la difusión de las ideas revolucionarias, algunas posibilidades de generar un campo de acción autónomo por parte de la élite de la Nueva España y Brasil, lo cual se hace más evidente en lo social y lo económico, al menos en los últimos años del siglo XVIII y los primeros del XIX. Ambas colonias mostraban una minoría dominante y una mayoría oprimida, sin embargo, dentro de los grupos dominantes, hubo unos que sintieron más la opresión de sus metrópoli, tal es el caso de los mineros y de los terratenientes en Brasil, y el medio clero y los industriales en Nueva España; por lo tanto, van a existir varios sectores descontentos durante este período, donde el papel de los elementos cohesionadores va a ser importante en cualquier tipo de unidad de acción de la sociedad colonial.

Conclusiones La descripción de estos aspectos no nos llevarán a comprender, por sí solos, por qué el fenómeno de emancipación entre 1789 y 1808 en Nueva España y Brasil va a tardar hasta la década siguiente, es más, durante el período estudiado pareciera que el poder monárquico aun tuviera una injerencia importante y esto tiene unas explicaciones, tanto sociales, como económicas y políticas. Por un lado, haciendo un examen de los grupos dominantes en Brasil y en Nueva España, se puede decir que un puñado de estos van a ser quienes van a perpetrar la legitimidad del poder absoluto de la monarquía. Si bien algunos grupos buscaron la 53

emancipación, estos no van a prosperar entre 1789 y 1808, ni en Nueva España ni en Brasil, porque como vimos, una élite dominante, aliada con los ibéricos, van a perpetrar la hegemonía monárquica de acuerdo a unos intereses, pero también, van frustrar los ideales de otros sectores. En primer lugar, tanto los intelectuales como los terratenientes e industriales en Nueva España, van a ver frustrados sus intentos de lograr una emancipación formal de la colonia, los primeros, como en toda Hispanoamérica, van a ser perseguidos por las autoridades por considerárseles como traidores o detentores del orden establecido, algunos van a ser asesinados y otros exiliados, y sus intenciones van a aparecer como pequeños brotes carentes de una resonancia en los demás sectores que apoyaran sus deseo de libertad. Por otro lado, los sectores populares mostraban un tipo de levantamiento que, más que emancipadores eran costumbristas, propugnando más por la igualdad y la justicia social que por la ruptura con la colonia, en suma, pedían el respeto del Pacto Colonial, por lo que, además de la falta de organización y cohesión de estos movimientos, las autoridades a base del miedo lograrán apaciguar estos brotes, y más aún, van a impedir que lograran conectarse con otros. En segundo lugar, en Brasil la amenaza de las ideas liberales va a ser efímera en cuanto a que estas se encaminaran a buscar una independencia; por una parte, si bien como ya se dijo líneas atrás, hubo algunos hombres que lograron tener contacto con las ideas revolucionarias, tanto en Brasil como en Portugal, el papel de esta élite no era tan fuerte como en Hispanoamérica, debido en gran parte a que esa minoría intelectualizada no tenía un peso político y careció, hasta la llegada de la Corte

en 1808, de elementos como una universidad o la imprenta, como sí lo tenía Nueva España por ejemplo. Por otra parte, al igual que en Nueva España, los miedos y los intereses van a frenar todo intento de levantamiento por parte de los sectores sociales inferiores de la sociedad, cuyos ideales estaban más orientados a una emancipación limitada al ámbito de lo local, procurando la igualdad y la justicia social, mientras que en otros sólo la libertad. En tercer lugar, para demostrar lo que se plantea aquí, basta con mirar que, tanto en Nueva España como en Brasil, durante el período que va de 1789 a 1808, sólo se van a dar, entre ambos espacios, dos conspiraciones y dos levantamientos cuyos alcances van a ser menores. En síntesis, las conspiraciones se descubrieron pronto y fueron disueltas sin lograr mayor cometido, los levantamientos, aunque un poco más relevantes, fueron reprimidos con dureza por lo que su alcance tampoco fue mayor; así encontramos como los elementos expuestos atrás terminaron por frenar cualquier intento de cambio social, político y económico. De esta forma, en líneas generales podemos ver que a pesar de las ideas radicales de emancipación entre 1789 y 1808 estas eran las de una minoría, que si bien generaron unos movimientos no deben suponerse como la “Independencia”, está claro que en Brasil y Nueva España, los miedos a la ruptura del orden establecido que obstaculizaran la cristalización de los intereses económicos de una élite dominante, la represión a las ideas revolucionarias, la falta de relación entre movimientos levantiscos e ideario liberal, van a terminar con que la acción de una minoría, oscureciera el descontento de la mayoría, al punto que se puede decir que, en Nueva España y Brasil, más que pensar en que 54

no se buscó de forma temprana la “independencia”, se logró mantener por más tiempo la legitimidad del poder monárquico, en un juego de autonomía/dependencia que favorecía, no sólo los intereses económicos, sino también algunas ideas tradicionales y coloniales que habían existido por mucho tiempo en la sociedad. Finalmente, se concluye que, un mayor ejercicio de comparación permitiría establecer otros elementos para comprender los destinos de estas dos colonias a lo largo del siglo XIX, que no se entiendan culminados en un proceso como la Independencia,29 pero sobre todo, que el conjunto de las Ciencias Sociales y Humanas analicemos, sin perder de vista las revoluciones atlánticas, las particularidades de los contextos y de los actores sociales, así como la forma en que actuaron frente al llamado vacío de poder generado en 1808, puesto que el caso brasileño y novohispano demuestran que la recepción de los sucesos y las ideas europeas no fueron tomadas de forma pasiva, de ser así, en estas colonias también hubiese habido en este período movimientos emancipatorios, por el contrario, frente a los hechos, los grupos sociales tomaron determinaciones propias según sus realidades e imaginarios.

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Civilización y barbarie: el ideal de progreso en Domingo

Faustino Sarmiento Agustín Haro

Palabras clave: Historia Argentina, Filosofía de la Historia, Ilustración, Romanticismo

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Resumen: El artículo Civilización y barbarie: el ideal de progreso en Domingo Faustino Sarmiento toma como base las ideas vertidas en el libro Facundo acerca de la dicotomía civilización y barbarie y como, a partir de ella, se va gestando sobre ella un ideal del progreso en el pensador argentino. Para realizar el artículo se procedió a analizar los conceptos fundamentales de filosofía

de la historia, como así también las nociones de progreso en pensadores como Vico, Herder, Kant y Benjamin, arribando a conclusiones que muestran a Sarmiento como un ilustrado romántico que busca que la sociedad argentina alcance un grado de civilización que permita dejar atrás la barbarizada y atrasada sociedad rosista.

I. La filosofía de la historia y conceptos fundamentales Introducción

1 La historia como acontecimiento se denomina clásicamente como res gestae; mientras que aquella conformada en un relato a partir de las personas que vivieron el proceso, es conocida como memoria rerum gestarum. 2 Constituida en el siglo XVIII, por Voltaire en contraposición a la hasta entonces presente “teología de la historia” representada por Bossuet

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El artículo buscará dar cuenta del ideal del progreso presente en la obra Domingo Faustino Sarmiento, a partir de una de sus grandes obras: Facundo. Desde la lectura de esta fuente y bibliografía complementaria se intentará explicar de manera filosófico-histórica cuál fue su visión de civilización y barbarie y cómo se va conformando la idea del progreso en él. En el primer apartado se desarrollarán los conceptos fundamentales de la filosofía de la historia, como son las claves de la historia y la relación entre lenguaje e historia, la ambivalencia filosófica y la ambigüedad histórica. Se buscará abordar de manera escueta aunque precisa las nociones de progreso en cuatro filósofos: Giambattista Vico, Johann Gottfried Herder, Immanuel Kant y Walter Benjamín. Por medio de literatura pertinente: Karl Löwith, Isaiah Berlin, Gonçal Mayos Solsona, Michael Löwy. A continuación se buscará confrontar las concepciones de progreso de estos filósofos con la de Domingo Faustino Sarmiento, intentando mostrar el aspecto ilustrado y la veta romántica de Facundo indicando el contexto político de época. Además, a partir de inquietudes de orden personal se buscarán resolver un par de problemáticas correspondientes a: ¿Puede la fórmula “civilización y barbarie” ser relacionada al proceso de los corsi e ricorsi del filósofo italiano Vico? ¿Tiene Sarmiento una noción romántica del progreso?

Creo conveniente aclarar a que me refiero con la noción de “filosofía de la historia” y cuáles son los conceptos fundamentales que ella articula: La ambivalencia filosófica se constituye como una disciplina que busca hallar aquello que es verdadero, perfecto, necesario, universal y eterno. Se pregunta Sócrates ¿Cómo hay que vivir?, a lo que contesta, se debe buscar vivir bien y sabiamente; en la concepción judeo -cristiana se suma a esto la necesidad de convivir fraternalmente, comprometidos por alcanzar la verdad y el bien común. Esa búsqueda de la “perfección del alma” se encuentra apresada dentro de un mundo imperfecto y debe luchar un cuerpo que lo es también y que puede ser corrompido. Aquí se presenta la ambivalencia: para tratar de alcanzar esa perfección, el hombre debe luchar con aquel ser imperfecto que habita en su persona. Otro de los conceptos fundamentales a analizar es el de la ambigüedad histórica, que se basa en una dualidad de conceptos que conforman la historia como aquello que sucedió o como los relatos de aquellas personas que vivieron en el momento.1 Es así que la historia se encuadra dentro de una discusión de tipo epistemológica en donde se busca establecer si puede hablarse de verdad en la historia, y si esta puede ser conocida. Aquí se encuentra inserta la aludida ambigüedad. Así la filosofía de la historia 2 se pregunta acerca de la existencia de cierta conciencia, de que se puede ser parte de un proceso de creación formándose una paradoja porque se parte de un punto que al parecer no es contra-

3 Kart, Löwith, Historia del mundo y salvación. Los presupuestos teológicos de la filosofía de la historia, Buenos Aires, Katz, 2007, p. 13.

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dictorio, llegando a conclusiones que acabarán siéndolo. Este nexo construye una relación imbricada entre filosofía e historia, ya que no existe historia sin una filosofía que la complemente y pueda contemplarla como así tampoco existe una filosofía que esté exenta de historicidad. Para Karl Löwith la filosofía de la historia “designará la interpretación sistemática de la historia del mundo según un principio rector por el que se ponen en relación acontecimientos y consecuencias históricos, refiriéndolos a un sentido último”.3 La historia a su vez comprende cuatro claves fundamentales para poder ser analizada: a) La clave del sujeto [¿a quien le sucedió o quien lo realizó?]: busca dar cuenta de quién es el sujeto en la historia. Intenta caracterizarlo abordándolo desde una dimensión que colectiva: no representa lo mismo realizar una biografía de San Martín que la historia de un pueblo determinado. La dificultad recae en determinar la identidad del sujeto, si es individual o colectivo. Cuando oscila el péndulo hacia el romanticismo aparece la categoría de pueblo o de nación como un sujeto colectivo en historia. b) La clave de la verdad [¿Qué es lo que sucedió?]: ¿Existe la verdad en la historia?, Edward Hallet Carr en ¿Qué es la historia? expresa que historiar es narrar cosas que acontecieron, siendo la historia una novela verídica porque nos presenta el aporte de lo que son las fuentes sobre las cuales el historiador debe trabajar y mantener una distancia considerable para no contaminarla con su presente. Esta verdad se busca al intentar realizar un acercamiento a la veracidad de un hecho. c) La clave de la libertad [¿Por qué

sucedió lo que sucedió?]: sin esta clave no existe la historia. Es su corazón. En ella pueden diferenciarse dos aristas contrapuestas, en donde todo lo que acontece es por puro azar o accidente, o bien por exceso, siendo el acontecimiento producido por necesidad (Hegel, Marx), por leyes inexorables de la historia, inalterables, por una legaliformidad en donde la historia avanza hacia un fin. Ese carácter teleológico que posee es afirmar que haga lo que haga, no voy a interferir en el curso de la historia. En el otro polo se postula la “explicación” histórica por el azar. d) La clave del tiempo [¿Cuándo sucedió?]: es la clave más importante, ya que en ella entra en juego la cuestión de la ruptura del modelo de ciencia y conciencia que viene rodando desde los tiempos griegos a hoy. El tiempo griego es una especie de caída respecto de la eternidad, lo perfecto es lo universal, necesario y eterno. Es por ello que para Platón, el tiempo se construye como la imagen móvil de la eternidad. Y para Aristóteles el tiempo es también defectuoso, entendido como el punto del movimiento según el antes y el después. El tiempo, en cambio, se presenta como algo positivo para el judeo-cristianismo, en donde Dios se hace tiempo…todos los otros dioses son dioses del espacio. La relación entre historia y lenguaje comienza con la aparición de la escritura. Entra en juego el lenguaje, el hombre desde que es hombre lo posee pero con significaciones distintas de acuerdo a la filosofía que asuma. He aquí que toda filosofía esta estructurada a partir de tres antropologías, el Homo Sapiens que dio importancia a la inteligencia, a la mente, el Homo Amans quien dio mayor importancia a la voluntad y al amor, mientras que el Homo Pa-

4 Filósofo italiano, nacido en Nápoles; hijo de un librero de escasos recursos. Estudió derecho en la universidad de su ciudad natal, donde fue profesor de retórica desde 1699 hasta 1741. Desde 1735, y hasta su muerte, fue historiógrafo del rey Carlos VII de Nápoles (desde 1759 rey de España con el nombre de Carlos III). En 1725 publicó en Nápoles su obra más conocida, La Ciencia nueva. En este libro exponía una teoría espiralada de los distintos periodos históricos, según la cual las sociedades humanas se suceden a través de una serie de etapas cíclicas (divina, heroica y humana). Disponible en: http://www.epdlp.com/escritor.php?id=3081 5 Karl, Löwith, Op Cit, p. 143. 6 Isaiah, Berlin, Vico y Herder. Dos estudios en la historia de las ideas, Madrid, Cátedra, , 2000, p. 49. 7 Isaiah, Berlin, Ibidem, p. 117. 8 Karl Löwith, menciona que Vico no sustituye “la providencia por un progreso previsto por el hombre, ni introduce (…) la ortodoxia en la historia.” La idea primordial que posee es el curso natural del curso y recurso histórico, ciclo que de por si tiene un carácter providencial ya que como lo explica, es “…el ultimo medio de salvación de la naturaleza corrompida por el hombre”. Ver, Löwith, Karl,Op Cit, p. 167. 9 Immanuel Kant (Königsberg, Prusia, 22 de abril de 1724 –12 de febrero de 1804) fue el más importante filósofo de la Ilustración. Es el primero y más importante representante del idealismo alemán y está considerado como uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna y de la filosofía universal. Entre sus escritos más destacados se encuentra la Crítica de la razón pura, en ella se investiga la estructura misma de la razón. Kant adelantó importantes trabajos en los campos de la ciencia, el derecho, la moral, la religión y la historia, inclusive creía haber logrado un compromiso entre el empirismo y el racionalismo. 10 Johann Gottfried Herder (1744 – 1803) nacido en Mohrungen (Prusia Oriental), fue predicador de Bückeburg y Superintendente general en Weimar. Discípulo de Kant en su periodo pre-critico, se opuso muy terminantemente a la filosofía trascendental intentando mostrar, en su Metacritica sobre los purismos

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tiens se centró en las pasiones. Todo esto, a su vez, se encuentra tensionado por la dupla existente entre lo Uno y lo Múltiple, conocida como la cuestión de los universales en historia que consta de tres posiciones, el Idealismo (en donde la idea es lo fundamental), el Realismo (es la idea en el individuo la que toma fuerza) y el Pragmatismo (solo existe el individuo). Lo cual incide en tres variantes de la Historia: el historicismo idealista, la historicidad realista y el historicidio pragmático.

II. El progreso en Vico, Herder, Kant y Benjamin En la búsqueda de la idea de progreso, primeramente vale mencionar al italiano Giambattista Vico (1668-1744),4 cuya Scienza Nuova se erige en “un sistema armado con fragmentos (…) grandioso proyecto para una historia universal de los orígenes, en el que cada parte comienza nuevamente con los principios del todo”.5 En vida, su posición fue contraria al cartesianismo propugnado por Rene Descartes en el siglo XVII, ya que para el filosofo napolitano la historia era la ciencia que permitía comprender mejor al hombre, y no las matemáticas, con su irrefutabilidad y rigurosidad; fue la ciencia que procede de “la libre creación de nuestras propias mentes”,6 somos nosotros los creadores de la ciencia. De aquí se desprende el famoso axioma de Vico: “Verum et factum reciprocantur seu convertuntur”, en donde Verum (la verdad) y Factum (lo realizado) pueden convertirse, postulando de esta forma una posición contraria al paradigma cartesiano imperante. Esta “teología civil razonada de la providencia”, coloca a Vico entre Bossuet y Voltaire. El lugar que Giambattista le da a la Providencia

es introducida, de acuerdo a Löwith, como “el camino obligado por el que la historia gana su orientación y su orden”. Quizás la idea de progreso en Vico, pueda notarse de manera clara en la tesis principal de la Scienza Nuova con el “curso y recurso de la historia”, el corsi y ricorsi. Este curso regular de las cosas no se concreta en un progreso hacia estados civilizados, en donde actuaba el recurso de la historia que llevaba indefectiblemente hacia una nueva barbarie, como por ejemplo, lo que sucedió a partir de la caída de Roma, en donde el ingreso de los “bárbaros” provocó un retroceso que fue convirtiendo su curso en un progreso que finalizó con la constitución de la civilización medieval. De acuerdo a Berlin, es la Providencia la que dispone ya que puede convertir las pasiones de los hombres en verdaderas virtudes, siendo determinado por “el designio cósmico de surgimiento y caída, los corsi e ricorsi que no puede controlar”7 Es decir el hombre no es libre en sentido absoluto; se encuentra a disposición de lo que la Providencia pueda disponer.8 Durante el siglo XVIII hacen su aparición dos filósofos que conformarán polémicas de gran importancia, Immanuel Kant9 y Johann Gottfried Herder.10 Una de las polémicas gira en torno a la concepción de progreso que tenía cada uno. Ellos convierten al progreso en el ángulo fundamental de toda discusión que girara en torno a la historia y su sentido. La idea romántica de progreso que Herder defendía, se mostraba contraria a la de la Aufklärung (Ilustración), más difundida en estos tiempos. Se encarga de enaltecer el llamado “espíritu de los pueblos” (Volksgeist) con todo lo que ello implica: el lenguaje, la literatura y la cultura referente de cada nación. En su concepción,

de la razón pura, que el origen del conocimiento radica en las sensaciones del alma y en las analogías que esta establece a base de las experiencias de sí misma. Ver, José, Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, 5ta Edición, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, T1, 1965, p. 835 11 Gonçal, Mayos Solsona, Ilustración y romanticismo. Introducción a la polémica entre Kant y Herder, Barcelona, Herder, 2003, p. 88. 12 Gonçal, Mayos Solsona, Ibidem, p. 181. 13 Gonçal, Mayos Solsona Ibidem, p. 194. 14 Escritor, teórico marxista y filósofo estético alemán. Nació en Berlín en el seno de una familia judía-burguesa y estudió filosofía en Berlín, Friburgo, Munich y Berna. En 1920 se estableció en Berlín y trabajó como crítico literario y traductor. Sus esperanzas de realizar una carrera académica quedaron frustradas al rechazar la Universidad de Frankfurt su tesis doctoral, un estudio brillante aunque esotérico del drama barroco alemán titulado El origen de la tragedia alemana (1928). Durante la década de 1920, Benjamin asumió postulados marxistas bajo la influencia del filósofo Ernst Bloch y del crítico marxista György Lukács. En 1933, como consecuencia de la llegada de los nazis al poder, Benjamin se refugió en Francia.Con la ocupación de Francia por los nazis en 1940 Benjamin intentó dirigirse a Estados Unidos atravesando España, pero al ser detenido en la frontera franco-española se suicidó. Disponible en: http:// www.epdlp.com/escritor.php?id=1461 15 Michael, Ver Löwy, Walter Bejamin: Aviso de incendio. Una lectura de las tesis “Sobre el concepto de historia”, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2003, Pp. 100-101. 16 Michael, Löwy, Op. Cit, p. 104. 17 Michael, Löwy, Ibidem, p. 111.

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todo pueblo tiene su razón de ser, por ende, más que un progreso, “lo que hay en historia es cambio y sucesión de culturas, una evolución (…) sin posibilidad de definir una ganancia o una pérdida en términos absolutos”11 Ataca así la idea ilustrada de progreso ya que no puede existir un criterio de valor único para decir qué cultura adquirió un mayor avance o no. Al criticar la sociedad de su tiempo, Herder aplica la idea de un progreso negativo, que de acuerdo con Mayos Solsona, conlleva a la conformación de un progreso desde un punto de vista regeneracionista. Citando a Kant, Solsona escribe que “El destino de la especie [humana] no consiste en otra cosa sino en progresar hacia la perfección”,12 y en su posición ilustrada comenta que el progreso debe construirse como un proceso lento y extenso, ya que al no dar crédito de la posibilidad del hombre de controlar sus impulsos, cree que el progreso debe marchar indefectiblemente hacia algo mejor y mas racional. Para Kant era “el resultado necesario del mecanismo natural que definía para la especie un único proceso de aprendizaje (…)”13 y que si éste se parara el mecanismo lo volvería a poner en su curso. Pero este plan natural no puede ser considerado un conocimiento científico y por ello no puede ser resuelto por medio de la experiencia, de ahí que el individuo únicamente tenga felicidad. Solamente el progreso puede ser visto en una amplia perspectiva. Ya en el siglo XX, Walter Benjamín14 le dará un vuelco a todo esto en su obra Tesis sobre la filosofía de la historia. Viviendo en un contexto político donde la escalada del fascismo y nazismo no permitían avizorar un futuro promisorio, el progreso se convierte en un “estado de excepción”, el progreso científico

de aquellos tiempos llevaba a la gente a una ceguera que era “incompatible con la barbarie social y política” de esos tiempos. En la Tesis IX, probablemente la más importante de todas, Walter Benjamín delinea su idea del progreso a través la alegoría15 del Angelus Novas, pintura de Paul Klee. Es el progreso el gran destructor, en su nombre se han cometido las mayores atrocidades de la historia por ello “es preciso fundar el concepto de progreso sobre la idea de catástrofe. Que las cosas sigan así, eso es la catástrofe (…)”16 es así que Benjamín desmitifica el progreso, éste se llena de tragedia y dolor ante la destrucción provocada en nombre de él, una especie de tempestad bíblica que azota el presente y que imposibilita vislumbrar un futuro. Pero la fatalidad del progreso puede ser detenida de dos maneras, de acuerdo Löwy, religiosa y profana: con la llegada del Mesías o bien con una revolución.

III. Sarmiento, civilización, progreso y barbarie “(…) El punto de partida de nuestra reflexión es que la adhesión de esos políticos al mito del progreso (…) no fueron sino tres aspectos de la realidad” Walter Benjamin 17 “On ne tue point les idées” Hippolyte Fortoul

Hacia mediados del siglo XIX, Argentina vivía en una floreciente producción filosófica y cultural, durante la llamada “Confederación Argentina” gobernada por Juan Manuel de Rosas, gracias a los aportes de la llamada “Generación del ‘37” que apareció como “relevo de la

18 Oscar, Terán, Para leer el Facundo. Civilización y barbarie: Cultura de fricción, Buenos Aires, Claves para todos, Capital Intelectual, 2007, p. 13. 19 Nicolas, Shumway, La invención de la Argentina. Historia de una idea, Buenos Aires, Emecé, 1993, p. 131. Cursiva añadida 20 Domingo Faustino Sarmiento nació en San Juan en 1811 y murió en Paraguay en 1888, fue uno de los pensadores más importantes de la política Argentina de mediados y fines del siglo XIX. Integrante de la generación del 37 llego a la Presidencia de la Nación durante el periodo de 1868 – 1874. Su figura hoy en día sigue levantando polémica por parte de diversas escuelas. 21 Notas sobre el “costumbrismo” en Sarmiento pueden verse en Verdevoye, Paul, “Costumbrismo y americanismo en la obra de Domingo Faustino Sarmiento” en A.A.V.V, Sarmiento. Aproximaciones, Sur, Revista Semestral, Buenos Aires, 1977. 22 Luis Juan, Guerrero, Tres temas de filosofía en las entrañas del Facundo, Buenos Aires, Editorial Docencia, 1998, p. 58. 23 Palcos, Alberto, El Facundo. Rasgos de Sarmiento, Buenos Aires, Editorial Elevación, 1945, p. 36.

generación rivadaviana o unitaria (…), considerada el primer movimiento intelectual en busca de una identidad nacional”.18 Sus integrantes persiguieron objetivos claros, buscaron “identificar (…) los problemas que enfrentaba el país, y trazar un programa que hiciera de la Argentina una nación moderna”,19 intentando describir estos problemas y consiguieron dar una explicación del fracaso de la construcción nacional, ya que el negativismo que los antecedía principalmente era la anarquía de 1820 en donde las provincias no habían logrado conformar una unidad sólida. En un contexto dominado por el gobierno del “Restaurador de las leyes”, Juan Manuel de Rosas, hace su aparición el sanjuanino Domingo Faustino Sarmiento,20 un pensador que recibió aportes tanto de la Ilustración alemana (Aufklärung) como del prerromanticismo viquiano y el romanticismo herderiano.21 Su misión al igual que la de los miembros (en su mayoría exiliados) de la Generación del ‘37 era contradictoria, ya que debían poner en orden la bárbara sociedad rosista, logrando también con ello una verdadera democracia. En su obra Facundo o civilización y barbarie en las Pampas Argentinas puede descifrarse el contexto ya antes mencionado, la presión rosista, y las ideas de Sarmiento para dar un vuelco a la sociedad argentina, a través de su “plegaria” al fallecido “Tigre de los Llanos”, el riojano Juan Facundo Quiroga, quizás el máximo exponente del caudillismo argentino: “Sombra terrible del Facundo, voy a evocarte para que, sacudiendo el ensangrentado polvo que cubre tus cenizas, te levantes a explicarnos la vida secreta y las convulsiones internas que desgarran las entrañas de un noble

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pueblo. Tú posees el secreto, ¡revélanoslo! (Sarmiento, Buenos Aires, 2007; Pág. 9)

Es el poeta, a la manera de Vico y Herder, el que lleva al pueblo hacia adelante y busca que una nación pueda conformar su proceso de organización identitario. Así Sarmiento, como un poeta “quiere darnos, con la historia de su héroe, la clave del futuro.”22 También puede leerse la descripción de la Pampa que nos realiza en la obra, espacio que no conoce, y al cual dibuja (de forma romántica) como un lugar en donde el hombre puede dar cuenta de la pequeñez que posee, y como esa sensación es la “que se adentra en el alma y le comunica la suave melancolía de sus crepúsculos y mueve a ahuyentarla”23 Se vale para todo esto del llamado historicismo romántico, que como lo expresa Terán lleva a la construcción de un “héroe”, un “gran hombre” que no puede encontrarse de manera clara en Facundo. Al realizar un análisis sobre las ideas relacionadas con el progreso y su axioma “civilización y barbarie” puede leerse una correlación con las ideas de Vico del corsi e ricorsi de la historia, ya que a mi entender la “civilización” que Sarmiento plantea, puede ser concebida en términos viquianos como un “recursar” de la historia, un proceso social que evoluciona a partir de un “curso” que la historia había tomado a partir de la crisis de 1820 y que se había acentuado con la llegada de Juan Manuel de Rosas al poder, “curso” que durante su gobierno produjo una ruptura introduciendo la necesidad de presentar un vuelco a la situación, siendo la Generación del 37, o más precisamente de acuerdo a él mismo, Sarmiento, el único capacitado en brindar un estado más civilizado a la arcaica y

24 Natalio, Botana, La tradición republicana. Alberdi, Sarmiento y las ideas políticas de su tiempo, Buenos Aires, Ed. Sudamericana, 1997, p. 277. 25 Nicolas, Shumway, Op Cit, Pp. 156. 26 Domingo Faustino, Sarmiento, Facundo o Civilización y Barbarie en las pampas argentinas, Buenos Aires, Gradifco, 2007 (1845). p. 69. 27 Rosas es calificado por Sarmiento como un “hijo de la culta Buenos Aires sin serlo él; (…) falso, corazón helado, espíritu calculador, que hace el mal sin pasión y organiza lentamente el despotismo con toda la inteligencia de un Maquiavelo. Tirano sin rival hoy en la tierra (…)” Ver Domingo Faustino, Sarmiento, Ibidem, Pp. 9-10. 28 Alma civilizada y alma romántica, corresponden a una clasificación realizada por Oscar Terán 29 Vale realizar la aclaración que Walter Benjamín, hijo del siglo XX, guarda una distancia temporal con Domingo Faustino Sarmiento, la relación que se efectúa en el artículo estriba en el hecho de que el punto crítico en la obra de Benjamín consiste en la idea del progreso, que es el tema pertinente de éste.

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atrasada sociedad argentina. Es esta bárbara tiranía rosista la que infunda el miedo y aleja del curso natural del aprendizaje a aquella “republica virtuosa”24 posible que podría constituirse dentro de un marco de modernidad, libertad, razón, espíritu, con un progreso material y económico basado en la conformación de una fuerte red comercial que articule una importante relación con otras naciones, un liberalismo económico que posibilitaría no solamente civilizar las pampas sino también dar fin a la barbarie con la noción de que “la dominación de la tierra era esencial para el progreso”.25 A la manera de Kant, es la civilización la que plantea la felicidad de la sociedad y por la cual Sarmiento habla y dice “Buenos Aires puede volver a ser lo que fue, porque la civilización europea es tan fuerte allí, que a despecho de las brutalidades del gobierno se ha de sostener”26 La ciudad civilizada, contra el campo bárbaro, es una lucha que de acuerdo a Terán comenzó a gestarse al mismo tiempo que la Revolución de independencia y que culminó con la victoria de la barbarie de la cual se busca salir en esos tiempos. Es un progreso material, político y económico contrario a lo que el escritor explica al definir en el Facundo al caudillismo a partir de una descripción del espacio rural rioplatense, representación viva de la barbarie y cuyo principal “exponente” resulta ser Juan Manuel de Rosas, barbarie que se acentúa luego de que éste les negara a los miembros de la Generación del 37 la posibilidad de ayudarlo en su tarea del progreso de la Nación.27 Me parece que en muchas ocasiones la influencia ilustrada romántica lleva en ocasiones a que Sarmiento pueda parecer contradictorio, ya que si bien critica al gobernador de Buenos Aires, ensalza

el cálculo y la frialdad con la que se maneja (alma civilizada), también ésta siente atracción por la dualidad espontaneidad y pasión con la que Facundo Quiroga lleva a cabo sus acciones (alma romántica28). Sin embargo y a pesar de esas contradicciones, el progreso en Sarmiento no deja de acentuar la necesidad sobre que la civilización debe ser alcanzada, a mi entender y de acuerdo con las lecturas, una civilización con tintes ilustrados pero ejecutada por una persona que convive con las influencias de dos filosofías: la ilustración y el romanticismo, es decir Domingo Faustino Sarmiento Por último, me gustaría analizar una posible relación entre Sarmiento y Walter Benjamín, sobre todo con lo que éste propugna en la Tesis VII y Tesis IX en Sobre el concepto de historia29 y aquí quiero remarca la necesidad de realizar la importante aclaración acerca que Walter Benjamín, hijo del siglo XX, guarda una distancia temporal obvia con Domingo Faustino Sarmiento. Para comenzar me resulta adecuado tomar la relación en el hecho de que el punto crítico de la obra de Benjamín consiste en la idea de progreso. En la primera de las Tesis de las mencionadas se habla de que no hay ningún documento de cultura que sea a su vez documento de barbarie y que además los afecte, incluso con la transmisión de mano en mano. Así en relación con Sarmiento, en el libro Facundo busca mostrar la existencia de la dicotomía civilización y barbarie que azota Argentina y quizás con un aire fatalista al respecto pueda recapacitarse que su lema de “provinciano en Buenos Aires y porteño en las provincias” también tiñe su pensamiento de un sesgo “bárbaro”, ya que dentro de un sentido marcadamente “civilizatorio” busca imponer

formas que para las provincias mismas pueden llegar a resultar bárbaras. Respecto a la Tesis IX, la del Angelus Novus, ¿el progreso podría presentársenos realmente como algo catastrófico en la obra de Sarmiento? A mi entender y de acuerdo a lo que fue desarrollado a lo largo del artículo, es algo que probablemente no pueda ser respondido históricamente, debiendo ser contestada quizás desde un punto de vista subjetivo del individuo que quiera abordar más profundamente acerca del tema.

Conclusión Como conclusión del trabajo se puede afirmar que la posición filosófica sobre la que Sarmiento se encuentra inserto corresponde a ideas ilustradas de Kant e ideas protorromanticas de Vico y Herder, pudiendo ser considerado Sarmiento como un “ilustrado-romántico”. Respecto a Benjamín, pudo realizarse un análisis a partir de un par de sus Tesis, y al final del artículo se buscó dar una relación precisa entre este filósofo alemán y el sanjuanino Domingo Faustino Sarmiento. Esto puede ser visto en la idea del progreso desde la perspectiva civilizatoria que nos presenta Sarmiento en el Facundo. Una civilización adherida al progreso político, material y económico de la “Confederación” frente a la “barbarie” arcaica y retrasada que impone Juan Manuel de Rosas desde su gobierno. A pesar de la identificación vulgar de la “civilización” con el progreso ilustrado y la “barbarie” con lo pasional, más romántico, el propio Sarmiento no escapa de las contradicciones inherentes a las influencias que ha recibido, ya que se maravilla del espacio geográfico, de la Pampa, como así también de las 63

vestimentas y se siente atraído por la espontaneidad y pasión con la que Quiroga manejaba sus asuntos. Pero también impulsa su idea de progreso bajo postulados de carácter ilustrado, en donde Europa, la modernidad, la razón, la libertad, son características claves que permitirían dejar atrás la “barbarie” rosista que no llevaría a nada y que imposibilitaría a Argentina poder ser parte de un mundo bajo una bandera civilizada. Un par de inquietudes que surgieron con las lecturas preeliminares y que buscaron ser resueltas a lo largo del trabajo monográfico fueron ¿Puede la máxima “civilización y barbarie” ser relacionada al proceso de los corsi e ricorsi del filosofo italiano Vico? ¿Tiene Sarmiento una noción romántica del progreso? Y de acuerdo con las lecturas realizadas, me siento capacitado de observar una posible relación, tomando el contexto como punto de referencia, con el ascenso de Rosas y como la Generación del ‘37 comenzó a visualizarlo como un curso (corsi) progresivo buscando ayudar al nuevo gobierno, y cómo ante la negativa del gobernador de Buenos Aires se produjo una ruptura que derivó en un recurso (ricorsi) en donde la “barbarie” comenzó a jugar un importante papel. Finalmente, respecto al segundo interrogante, si bien se le puede achacar a Sarmiento un americanismo de tintes románticos, su idea de progreso dista de ello porque se inserta en los postulados ilustrados, mencionados anteriormente.

Bibliografía A.A.V.V, Sarmiento. Aproximaciones, Sur, Revista Semestral, Buenos Aires, 1977. Berlin, Isaiah, Vico y Herder. Dos estudios en la historia de las ideas, Cátedra, Madrid, 2000. Botana, Natalio, La tradición republicana. Alberdi, Sarmiento y las ideas políticas de su tiempo, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1997. Ferrater Mora, José, Diccionario de Filosofía, 2 Tomos, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 5° Edición, 1965. Guerrero, Luís Juan, Tres temas de filosofía en las entrañas del Facundo, Editorial Docencia, Buenos Aires, 1988. Löwith, Karl, Historia del Mundo y Salvación. Los presupuestos teológicos de la Filosofía de la Historia, Katz, Buenos Aires, 2007. Löwy, Michael, Walter Benjamin: Aviso de Incendio. Una lectura de las tesis “Sobre el concepto de historia”, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2003. Mayos Solsona, Gonçal, Ilustración y Romanticismo. Introducción a la polémica entre Kant y Herder, Herder, Barcelona, 2003. Palcos, Alberto, El Facundo. Rasgos de Sarmiento, Editorial Elevación, Buenos Aires, 1945. Sarmiento, Domingo Faustino, Facundo o Civilización y Barbarie en las pampas argentinas, Buenos Aires, Gradifco, 2007. (1845). Shumway, Nicolas, La invención de la Argentina. Historia de una idea, Emecé, Buenos Aires, 1993. Terán, Oscar, Para leer el Facundo. Civilización y barbarie: Cultura de fricción, Claves para todos, Capital Intelectual, Buenos Aires, 2007.

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PUBLICACIONES

De Ita Rubio, Lourdes (Coordinadora), Organización del Espacio en el México Colonial: Puertos, ciudades y caminos, Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo/CONACYT, México, 2012, 425 pp. El espacio geográfico y el tiempo histórico son los dos ejes en los que se desarrolla la existencia humana. La unidad orgánica de la geografía y de la historia se evidencian en la necesidad de situarse a la vez en el espacio y en el tiempo, tal como lo afirmaba Pierre George. El espacio geográfico se va conformando a lo largo del tiempo, con la participación mayor o menor de su población y bajo el influjo de políticas y otras decisiones y circunstancias que le imprimen características particulares y de las que pueden resultar estructuras que se prolongan en la larga duración. La organización del espacio es un término usado habitualmente por los geógrafos, pero es poco frecuente el análisis geo-histórico de su conformación. En el presente volumen se reúnen los trabajos de varios académicos, geógrafos e historiadores, que desde su perspectiva particular, procuraron responder a la pregunta de cómo se conformó el espacio novohispano en función de tres posibles variables de análisis: los puertos y asentamientos costeros, la gran ciudad central y algunos caminos. Este libro resultó del proyecto: "Puertos ciudades y caminos en la organización del espacio novohispano" auspiciado por CONACyT (Ref. 47-705) bajo la responsabilidad de Lourdes de Ita.

Política agaria y reparto de tierras en Colima, 1915-1935. El México de principios del siglo XX se enfrentó a distintos retos. El primero de ellos era el reordenamiento político para romper con la práctica antidemocrática del régimen porfiriano, caracterizado por la mala la calidad de vida de las clases populares que perdieron o que no tenía acceso a la tierra. Con su participación los campesinos convirtieron la revolución mexicana en múltiples movimientos sociales donde respondían de distinta manera al momento en el que solicitaron la tierra. Este atrevimiento fue el que mayores retos les trajo, pues en primera instancia debían enfrentar a las guardias armadas de los propietarios que tenían como propósito desarticular la organización campesina. Otro factor determinante fue el hecho de que los propietarios de la tierra figuraran también como políticos locales, aprovechando su poder e investidura para bloquear el reparto de tierras por la vía legal, institucional y extraconstitucional; aunque en ocasiones decidían afectar las propiedades de sus enemigos políticos para resolver los problemas inmediatos a través de la dotación de pequeñas extensiones de tierra de mala calidad. 65

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