Las estrategias de la globalización

June 20, 2017 | Autor: Yuri Leveratto | Categoría: Historia, Globalización
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Descripción

Las estrategias de la globalización Para entender el complejo fenómeno de la globalización, se debe imaginar el concepto de mente y de dos brazos. La mente guía, manda y controla en modo astuto y sutil, mientras que los dos brazos cumplen las órdenes luchando cada uno por su lado, a veces entre ellos mismos, otras veces uniendo las fuerzas. Alguien podría preguntar de repente: ¿quiénes son los brazos y, sobre todo, quién es la mente? Para explicar las estrategias de la globalización quisiera partir de un concepto importante. Si un grupo de poder tiene un proyecto y se propone que la sociedad lo acepte, no querrá imponerlo con la fuerza, descubriendo sus cartas, sino que, disponiendo de tiempo y de medios, creará un substrato fértil de modo que aquella idea sea aceptada lentamente. Hará imprimir libros, financiará escritores y actores famosos, difundirá mensajes subliminales, apoyará campañas políticas y sociales. Después de años o incluso de decenios, aquel proyecto se habrá impuesto. Esta es la estrategia de los globalistas. La primera y la más importante de las piezas del proyecto global es el intento de alejar a cualquier persona del planeta de sus creencias religiosas. Como sabemos, en efecto, la fe en Dios es uno de los componentes fundamentales de cada persona, ya que influye en la cultura y, por tanto, en la vida de cada ser humano. Pero, para alcanzar este objetivo, los globalistas favorecieron a partir del siglo XIX el crecimiento y la difusión de varios movimientos que influenciaron las mentes de muchísimas personas. En 1875, H.P. Blavatsky fundó en Nueva York la Sociedad Teosófica, una filosofía-religión que llevaría al hombre al verdadero conocimiento de Dios. Por tanto, es un concepto gnóstico, muy distinto al Cristianismo, que se basa en la humildad y en el arrepentimiento para alcanzar la salvación. A partir de 1945 se empezó a difundir, según algunos justamente sobre las bases de la Teosofía, la New Age o Nueva Era del Acuario, una filosofía-religión compuesta por una multiplicidad de corrientes como el panteísmo, la antroposofía, el espiritismo, el yoga, el neopaganismo; todas caracterizadas por la idea de fondo de que en cada uno de nosotros hay una “partícula de Dios” y de que con el perfeccionamiento moral y el conocimiento podemos (o podremos) alcanzar “la unión con Dios” o, incluso, como sostienen algunas corrientes extremas que veremos más adelante, llegar a sustituir a Dios, ya que “Dios no existe” o, como afirmaba Nietzsche en su obra La gaya ciencia, “Dios murió”. Otro concepto básico de la New Age, que está muy bien caracterizado por el símbolo de la sociedad teosófica, es la asimilación de diferentes creencias, todas consideradas “válidas”. El símbolo teosófico está, en efecto, formado por la esvástica (a su vez símbolo de hinduismo, budismo y jainismo), por la estrella de David (símbolo de judaísmo), por la cruz ansada (símbolo axial proveniente del antiguo Egipto) y por el Om (también símbolo de hinduismo, budismo y jainismo, y a su vez del sijismo). Todos ellos están rodeados por el Uróboros, la serpiente que se muerde la cola, el eterno retorno, que es un símbolo en las culturas preabrahámicas, pero también en las culturas indígenas y suramericanas, de la vida, del eterno regenerarse. Cuando se empieza a crear un substrato de este tipo, cuyo proceso, repito, puede durar decenios o incluso siglos, muchas personas comienzan lentamente a aceptar la idea de que la Verdad no está justamente en su religión, sino que hay otras “verdades”, todas igualmente válidas. Así, poco a poco, la idea del relativismo, o bien que “todas las religiones son iguales” porque todas “predican el amor y la paz” se abre paso en las mentes de los seres humanos.

Pero, ¿son en realidad iguales todas las religiones? ¿Todas predican el amor y todas se basan en la humildad y en la creencia de que Dios encarnó en un hombre que cargó con todos los pecados del mundo, dándonos así la posibilidad de alcanzar la salvación? No precisamente, visto que en las religiones orientales predominan conceptos diferentes, por ejemplo el del nirvana, la unión con el absoluto o el concepto mismo del panteísmo, o sea de un dios que está en todas las cosas. Empezamos entonces a entender que para el Deísmo, uno de los conceptos que fundamentan la Masonería, Jesús es asimilable a Buda, Krisna o Zoroastro. Por tanto, se le puede considerar un sabio, un grandísimo filósofo y pensador, quizás el más grande de todos, pero en todo caso un hombre y no, como indica la creencia cristiana, el “Salvador del Mundo”, el “Verbo”, o sea “Dios Hijo”. Cuando se pierden los verdaderos valores de la religión, entonces se forma un “vacío” que se colma automáticamente con un exceso de materialidad. Es así como el dinero y las riquezas materiales ocupan poco a poco un puesto principal dentro de la vida de las personas. Acabamos de analizar la primera y la más importante estrategia de los globalistas extremos, útil para derrumbar el “primer muro” en cada uno de nosotros: la Fe en Dios. Una vez derrocado el “primer muro”, o incluso simplemente puesto en duda, los otros podrían caer más fácilmente. El segundo muro que debería caer es el de la ética. Desde la segunda mitad del siglo pasado, varios movimientos sociales y políticos fueron financiados y apoyados con el fin de hacer aceptar la idea de que el aborto es justo y de que es asimilable a un derecho. Se dio después la batalla por la eutanasia, considerando que la muerte es un “derecho” y que entonces podría ser provocada con el fin de no prolongar el sufrimiento de una persona en estado de enfermedad terminal. Una de las últimas tendencias de la llamada cultura global es la llamada “teoría queer”, según la cual el hombre y la mujer serían en esencia iguales y que sus diferencias derivarían únicamente de diferente educación. La filosofía queer niega entonces las diferencias sexuales. Según este concepto, no existirían ya el padre y la madre, sino “padre o madre uno” y “padre o madre dos”. Por tanto, la humanidad futura no se dividiría entre hombres y mujeres, sino que sería una humanidad de personas que elegirían quiénes querrían ser. De acuerdo con este punto de vista, las personas del mismo sexo pueden unirse en matrimonio y adoptar niños. También son aceptadas prácticas innaturales como la subrogación gestacional (sustitución de la maternidad). Recordemos que, hoy en día, el matrimonio entre personas del mismo sexo es legal en veinte Estados soberanos (entre los cuales España, Francia y Estados Unidos) y es aceptado por religiones neopaganas (Wicca) e incluso por el Budismo (1). Por desgracia, la UE está favoreciendo la difusión de la ideología queer, que si se propagara a nivel mundial y fuera universalmente aceptada, trastornaría completamente toda la humanidad tal como la conocemos. Pero la filosofía queer no es la más preocupante de las tendencias globales en el plano de la ética. Está la ingeniería genética, la clonación humana y la eugenesia, que es el intento de perfeccionar artificialmente la especie humana. Esta última práctica, que tiene un precedente durante el nazismo, permitiría forjar una “humanidad mejor”. La última tendencia extrema de la eugenesia unida a la tecnología es el transhumanismo, que llevaría a una estrecha élite de personas a buscar incluso la inmortalidad, creyendo que pueden usurpar a Dios. El tercer muro que debe ser derribado son las culturas nacionales únicas. Me refiero a la cultura literaria, popular, teatral, gastronómica, folclórica. En un pueblo global, las culturas locales no sirven, ya que son índice de atraso.

Considerando a todas las culturas igualmente válidas, se homogenizan las costumbres y las tradiciones, se uniforman los usos, se diluyen las diferencias entre las etnias, y se desarrolla así el juego de los poderes fuertes, que tienen justamente esto por objetivo, con el fin de vender un producto a escala mundial. Quien pierde las propias tradiciones, el modo de concebir las relaciones interpersonales y las costumbres, quien no se reconoce más en su cultura y acepta fácilmente el producto global, lo defenderá e incluso se identificará con él. En esta última parte di a entender cuáles son los objetivos de la globalización económica. Sin embargo, este es solo un brazo de la “mente”. Otra manera de favorecer una gradual asimilación de las culturas es la caída de las barreras nacionales, unida a una inmigración excesiva y forzada por diferentes etnias con religiones distintas. De este modo, con la ayuda del relativismo cultural (que ya tomó posesión de muchos estratos de la sociedad) habrá un ulterior distanciamiento de la cultura y de la religión local y una gradual aceptación de diferentes etnias. En el pueblo global que surgirá, ninguno estará ya unido fuertemente a su tradición, y la cultura única prevalecerá. Además de eso, los globalistas se aprovechan de la fuerte inmigración incontrolada en Occidente, pudiendo así contar con un substrato de personas que aceptan bajos salarios y silencian las peticiones de los trabajadores. El cuarto muro que debería caer en cada uno de nosotros es el de la paz. Cada uno de nosotros quiere vivir en serenidad y paz con el mundo, pero esto es difícil: hay guerra, terrorismo y, en fin, caos. A tal propósito recordemos que el lema “ordo ab chao”, que se puede traducir por “orden al caos”, se cita en una de las obras más importantes del masón Albert Pike, “Morales y Dogma”. A veces los dos brazos se enfrentan entre ellos, como sucedió por ejemplo en la Segunda Guerra Mundial cuando nacionalismos extremos opuestos (nazismo y comunismo) fueron subvencionados y financiados durante años con el fin de provocar la guerra y, por tanto, obtener el sucesivo dominio y control económico y cultural de los países derrotados. La Segunda Guerra Mundial es solo un ejemplo de lo que está sucediendo hoy en el mundo y de lo que podría suceder. Los nacionalismos extremos opuestos están siendo también hoy financiados y apoyados, de manera que, enfrentándose entre ellos, se debilitan y son subyugados y dominados. Un ejemplo podría ser la desestabilización que se está llevando a cabo en África, la inmigración forzada en Occidente, que causa roces con las poblaciones locales, o las guerras internas entre las dos facciones del Islam, solo por citar los casos más conocidos. Hemos reconocido ya las cuatro estrategias dominantes de la globalización extrema. Según esta óptica, en un mundo futuro no habría más religiones, ni guerras, ni enfermedades, ni culturas locales: una cultura global dominaría el planeta. La realidad, en cambio, es que estamos frente a un proyecto excluyente y peligroso que esconde disimuladamente un plan estratégico basado en una idea presuntuosa: el concepto de usurpar a Dios e incluso de superarlo. YURI LEVERATTO Copyright 2015 Traducción de Julia Escobar Villegas [email protected] Nota:

1-http://www.telegraph.co.uk/news/worldnews/asia/tibet/10682492/Dalai-Lama-supportsgay-marriage.html

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