Las elecciones en Norteamérica y Brasil, dos resultados diferentes

August 21, 2017 | Autor: F. Álvarez Simán | Categoría: Brasil, Imperialismo norteamericano
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Descripción

Las elecciones en Norteamérica y Brasil, dos resultados diferentes

"El político se convierte en un estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones"
Winston Churchill

Fernando Álvarez Simán*

Apenas con pocos días de diferencia dos potencias de nuestro continente, Brasil y Estados Unidos; la primera de ellas emergente y la segunda para muchos en franca decadencia pero con impresionante poderío militar, experimentaron sendos procesos electorales con resultados opuestos para sus actuales líderes Luiz Inácio Lula da Silva y Barack Obama que en el primer caso busca afianzar su proyecto político y económico más allá de su administración y el presidente americano requiere extender su mandato otros cuatro años a lo que le corresponde constitucionalmente, para avanzar en su proyecto de gobierno.

En Brasil la competencia por la presidencia la protagonizaban como candidatos los economistas José Serra y Dilma Rousseff, pero detrás de ellos se encontraban las figuras políticas del ex presidente Fernando Henrique Cardoso y el actual Presidente Lula Da Silva respectivamente quienes midieron fuerzas en la arena electoral. Muchos hechos curiosos resaltaron de esta histórica elección entre ellos que se presentaron como candidatos al parlamento ex boxeadores, ex prostitutas y actrices de la industria para adultos, un payaso y dos futbolistas campeones del mundo. De hecho el payaso conocido como "Tiririca" fue el candidato al parlamento que más votos recibió, arriba de 1.3 millónes de simpatizantes. Incluso la candidata oficial y ganadora de las elecciones tuvo que pasar por el trago amargo que debió ser superar un tumor linfático que le fue extirpado al parecer con mucho éxito.

Pero más allá de las cuestiones anecdóticas; a pesar de lo determinante que fue Fernando Henrique Cardoso en la construcción del modelo económico que hoy tiene a Brasil en la antesala de convertirse en una potencia mundial, fue la popular figura del Presidente Lula (80% de aprobación) la que inclinó la balanza hacia la candidata oficial Dilma Rousseff, incluso otro dato curioso fue que el candidato opositor utilizaba la imagen del presidente Lula para difundir su mensaje hacia las clases populares en un afán por disputarle a la candidata oficial los votos de las grandes masas.

La lucha por la presidencia requirió una segunda vuelta.Sin embargo la presidenta electa del país amazónico surge de una larga tradición de lucha y militancia política desde posiciones comunistas armadas, que incluso en 1971 le cuestan la cárcel siendo muy joven; en la prisión era conocida como Mineirão por su estado natal Minas Gerais, hasta que es liberada dos años después, iniciando una etapa de militancia política en pro de la liberación de sus antiguos compañeros guerrilleros; ya superadas las dictaduras en su país y en la democracia, ejerce numerosos cargos públicos en varios estados federativos hasta que el año 2000 conoce a Lula da Silva ingresando al Partido de los Trabajadores.

Junto a Lula comienza su carrera política en el Ministerio de Minas y Energía anotándose el logro de terminar con el déficit en la generación eléctrica lo que la catapulta al Ministerio de la Casa Civil, uno de los cargos más importantes en el gobierno brasileño, desde donde le son encargados muchos proyectos sociales hasta llegar a febrero de este año cuando a propuesta de Lula es nominada candidata a la presidencia remarcando siempre que su tarea principal será "profundizar la visión social del presidente".

Si dividiéramos en dos los retos futuros de Brasil (internos y externos) encontraríamos que en política interna la nueva presidenta hereda un país con avances espectaculares en los aspectos económicos y sociales, su economía es la número ocho del mundo. Brasil, con una población de 180 millones de habitantes, cuenta aún con 73.2 millones de pobres. Pero el número de brasileños en la miseria se redujo de 96,2 millones, en 2003, a 67,1 millones de personas. Esto es más de 29 millones entre el 2003 y el 2009, periodo que corresponde a los siete primeros años de Gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, según las cifras recientes de la Fundación Getulio Vargas (FGV), esto gracias a las políticas sociales y de ampliación de los microcréditos dictados a lo largo del actual gobierno. El gobierno de «Lula» se ha caracterizado por resultados económicos como la baja inflación, y alta tasa de crecimiento de PIB, como también por la reducción del desempleo, mayor distribución de los ingresos y aumentos de la balanza comercial. En la actual gestión promueve el incentivo de las exportaciones y la creación de microcréditos, entre otros. Pero en su gestión su medida económica más notoria ha sido la de liquidar anticipadamente el pago de las deudas con el Fondo Monetario Internacional y el BIRD. En suma la tarea de Rousseff es darle continuidad a estos avances, abatir las desigualdades sociales y dar resultados en lo que los críticos y simpatizantes de Lula afirman que fue su dolor de cabeza; la corrupción de miembros de su gabinete.

En lo externo la tarea es titánica, puesto que tiene que avanzar el crecimiento de Brasil como potencia mundial, disputando el liderazgo regional a México, consolidar la presencia en el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Grupo de los 20 (países industrializados y emergentes) que son los instrumentos donde los países se disputan el liderazgo internacional.

En cambio, para el líder de la primera potencia mundial y miembro del partido demócrata Barack Obama, los resultados de estas elecciones intermedias no fueron nada halagadores. De esta manera Obama, después de hacer historia siendo el primer mandatario de origen afro-americano en un país blanco y protestante; pronto descubre la realidad de un país que atravesaba por la peor crisis económica y financiera de su historia y que incluso pone en duda el liderazgo mundial ejercido los últimos años. En ese sentido a pesar de haber conducido una campaña política exitosa y completamente novedosa, su gobierno no ha tenido la capacidad de maniobra para hacer realidad en estos dos primeros años de su administración de concretar las numerosas promesas de campaña tanto en asuntos domésticos como internacionales.

Por ejemplo no llega el empleo prometido en un país que a pesar de que oficialmente salió ya de la crisis mantiene 9 millones de personas desocupadas, otros pendientes son la prometida reforma migratoria, el apoyo a reducir la dependencia a los combustibles fósiles y el cierre total de la prisión de Guantánamo en Cuba.

Todo ello a pesar de que ha logrado dos reformas muy importantes: la del sistema de salud que era un anhelo de su administración y la del sector financiero que ha dotado de transparencia a un sector que generalmente es poco receptivo a las diversas propuestas de acceso a la información pública, además de que ha anunciado desde mediados de agosto el fin de la guerra con Irak y la posterior retirada parcial de las tropas americanas.
Pero ¿por qué son tan importantes estas elecciones intermedias y sus resultados levantaron tantos comentarios en Estados Unidos y el mundo entero? Los americanos llaman elecciones intermedias a las que se producen exactamente a la mitad de un mandato presidencial (Obama tiene dos años en la Casa Blanca), en ese sentido aunque en realidad en ellas solo se elige a una parte de los miembros del Senado y de la Cámara de Representantes, también están en juego gubernaturas, alcaldías e incluso puede darse el caso de que cada estado de la unión americana presente propuestas para realizar en esas fechas un plebiscito sobre algún asunto que se considere tiene la relevancia suficiente como para hacer una consulta ciudadana.

Estas elecciones son importantes porque toman el pulso sobre la popularidad del presidente americano en funciones y arroja pistas sobre la posibilidad de su reelección o la continuidad de su partido en la Casa Blanca. Como mencionamos antes, a Barack Obama no le fue nada bien puesto que en términos generales se impusieron los Republicanos ya que conquistaron la mayoría en la cámara de representantes y acortaron la mayoría demócrata en el Senado, así como también se impusieron en la mayoría de las gubernaturas en juego. En pocas palabras, capitalizaron muy bien el descontento de la población hacia una administración a la que acusan de un pobre manejo político. En el fondo, este fracaso electoral de la administración de Obama le lanza la alerta de que el americano promedio quiere empleo, recuperar su hipoteca, pagar menos por los servicios médicos, pero a la vez también pide menos burocracia, más rendición de cuentas y desregulación económica.

La mala noticia para Obama y los partidos políticos tradicionales es que este hartazgo hizo posible el fortalecimiento de una organización de corte ultraconservadora identificada sobre todo con el partido republicano, denominada ·"Tea Party", en honor a la histórica protesta de diciembre de 1773 cuando los colonos americanos arrojan en Boston el té al mar en protesta por las imposiciones arancelarias de los Británicos. La buena noticia es que este escenario adverso es algo que tradicionalmente afrontan todos los presidentes americanos a la mitad de su mandato por lo que se comienzan a privilegiar acuerdos y consensos entre el poder legislativo y el ejecutivo; lo que les ha permito reelegirse cómodamente, salvo los casos de Jimmy Carter y George H. Bush quienes solo completaron un periodo.

En resumen, el futuro para Dilma Rousseff la nueva presidenta de Brasil es promisorio, hoy parece que no es un sueño para el país amazónico convertirse en una potencia mundial, falta ver si la nueva administración es capaz de continuar abatiendo los rezagos, cerrar la brecha de la desigualdad y de la injusta distribución de la riqueza con el mismo ritmo que el ya legendario Lula. Pero también falta ver si puede navegar sola en el escenario mundial sin el carisma de su mentor político Luis Inacio da Silva, elemento que resultó básico para el posicionamiento global de Brasil.

En Estados Unidos el asunto no es nada fácil, pero aún hay tiempo para que Obama reconozca que tiene que trabajar más para cumplir las expectativas que creó en su campaña, los problemas locales ocasionados por la crisis económica han cancelado quizás y en el corto plazo muchos de los planes americanos en el contexto internacional, es la hora de que su líder se dedique a realizar una política de consensos para cumplirle a mucha gente que está perdiendo la esperanza, Obama no tiene tiempo que perder, necesita dejar de pensar como candidato y comenzar a actuar como hombre de estado.

*Profesor-Investigador. Universidad Autónoma de Chiapas

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