Las Cubiertas de la Catedral de Sevilla. Aula Hernán Ruiz 2010_La Catedral después de Carlín. Taller Dereçeo, S.L.

July 18, 2017 | Autor: Rosa Benítez Bodes | Categoría: Cathedrals (Medieval Studies), History of Construction, Gothic architecture, Cathedral of Seville
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Descripción

XVII EDICIÓN DEL “AVLA HERNÁN RVIZ 2010”

“LA CATEDRAL DESPUÉS DE CARLÍN”

Inmaculada Ríos Collantes de Terán José María Guerrero Vega Isabel Montes Romero-Camacho Rosa Benítez Bodes Manuel Romero Bejarano y Raúl Romero Medina Juan Carlos Gómez de Cózar

Alfonso Jiménez Martín, editor

AVLA HERNAN RVIZ CATEDRAL DE SEVILLA SEVILLA 2010

© De la edición, la Catedral de Sevilla y Taller Dereçeo SL. © De los textos y las imágenes, sus respectivos autores.

Edita: Taller Dereçeo SL.

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I.S.B.N.: 978-84-614-3498-5

Depósito Legal: SE-5861-2010

Avla Hernán Rviz 2010 

Catedral de Sevilla

LAS CUBIERTAS DE LA CATEDRAL DE SEVILLA Rosa Benítez Bodes

Hace exactamente ocho años, tras terminar segundo de arquitectura y habiendo coincidido por destino o por azar como profesor y alumna el curso anterior, D. Alfonso Jiménez Martín me embarcó en la aventura de postproducir el plano de las cubiertas de la catedral de Sevilla, tras el levantamiento fotogramétrico realizado (dentro de un proyecto más ambicioso materializado en el Atlas Arquitectónico de la Catedral de Sevilla 1 ) por la Escuela de Estudios Árabes de Granada (CSIC) y dirigido por D. Antonio Almagro Gorbea. Éste dio pie al estudio de uno de los aspectos constructivos y funcionales más interesantes de las mismas: cómo, teniendo la mayor superficie gótica cubierta del mundo y, además, resuelta mediante azoteas, se evacua el agua cuando llueve, acción que en Sevilla se produce de forma, por lo general, torrencial 2 . Este tema se complementó con otros estudios de D. Juan Carlos Gómez de Cózar 3 , de forma que hemos podido plantear un proyecto de Tesis Doctoral 4 más completo en el que se amplía el ámbito de estudio (desde el Reino de Sevilla al Mediterráneo y su trasvase al Nuevo Mundo) y se realizará el análisis individual y comparativo de modelos desde una perspectiva arquitectónica junto con procedimientos de reparación y conservación de este tipo de cubiertas. En la búsqueda de importantes referentes en la Península, previos a la construcción de la Magna Hispalensis pero con soluciones de cubierta similares, es imprescindible tener en cuenta los templos de la costa mediterránea correspondiente a Levante, Cataluña y Baleares, incluidos en el término gótico mediterráneo ampliamente estudiado por D. Arturo Zaragozá Catalán y otros colaboradores. El presente trabajo, lejos de ser definitivo, plantea fundamentalmente una descripción de las cubiertas de la catedral de Sevilla, estableciendo una                                                             

1

Almagro Gorbea et al. 2007 Benítez Bodes 2007 3 Gómez de Cózar 2001, Gómez de Cózar y Benítez Bodes 2008 y Gómez de Cózar 2009, entre otros. 4 Financiado con una Beca de Investigación FPU del Ministerio de Educación y la Universidad de Sevilla, con el título Las cubiertas de los templos medievales del sur de Europa: procedimientos de intervención. Directores de tesis D. Alfonso Jiménez Martín y D. Juan Carlos Gómez de Cózar. 2

 

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comparativa, en algunos de sus aspectos más relevantes en cuanto a su configuración y sistemas de evacuación de aguas pluviales, con otro modelo también peculiar como es la catedral de Valencia 5 (iniciada en 1262) y con uno de los grandes referentes del denominado gótico catalán que es la catedral de Barcelona (iniciada en 1298). En cuanto a la labor de documentación, cabe destacar que la bibliografía concreta sobre azoteas de templos medievales 6 es escasa, puntual y, fundamentalmente, desde una perspectiva arqueológica dentro de un proyecto más global de reparación/rehabilitación del edificio. Sin embargo, en el caso de Sevilla hay que destacar los trabajos y proyectos de investigación e intervenciones de los miembros del grupo de investigación HUM-799 Estrategias de conocimiento patrimonial: arquitectura Medieval y Moderna, que han sentado las bases y propiciado la continuación de trabajos como este, además de establecer un modo de trabajar donde el edificio es considerado un documento en sí mismo 7 , con lo que la observación directa del mismo es un principio metodológico básico en este estudio. 1. Introducción: algunos aspectos de la Catedral de Sevilla y el gótico Mediterráneo. Corre el año de 1248. Al mismo tiempo que Luis IX de Francia inicia la Séptima Cruzada llegando a Chipre y derrotando a al-Mansur en tierras de Egipto, en la Península Ibérica la ciudad de Îshbiliya se rinde finalmente al asedio de Fernando III de Castilla y León, quien se instaló en ella y la convirtió en capital del Reino, desde donde podría terminar la conquista. Mientras tanto, el Rey Jaime I de Aragón se apodera de Valencia y se anexiona Mallorca. Pocos meses después, los reinos de Granada y Murcia (vasallos de Castilla) y el reino de Niebla eran los únicos reductos musulmanes que quedaban. Esta división política tuvo su reflejo en el particular desarrollo de la arquitectura gótica en la Península. Mientras que en el Reino de Castilla y León se instauran las novedades formales y técnicas de los modelos del gótico clásico del centronorte de Europa, en el de Aragón (sobre todo Cataluña, Valencia, Castellón y Baleares) se produce, de forma más significativa, como han puesto de manifiesto los trabajos de A. Zaragozá Catalán, una mezcla “...de forma casi natural con las poderosas tradiciones constructivas locales previas a su llegada herederas de las transferencias terrestres y, sobre todo, marítimas con todo el ámbito del Mediterráneo...” 8 . De ahí que se denomine gótico mediterráneo. ( Fig. 1 y 2.) V. Lampérez y Romea 9 estableció una serie de características de esta arquitectura de los dominios de los Reyes de Aragón entre las cuales podemos destacar: -

Sobriedad y moderación formal y decorativa. Los templos son de una nave (caso más frecuente) o tres naves.

                                                             5

Debo agradecer a D. Arturo Zaragozá Catalán su acogida y las gestiones realizadas durante mi estancia en Valencia para acceder y poder documentar los edificios así como toda la información sobre el gótico mediterráneo cedida. 6 Zaragoza Catalán 2003, Jiménez Sancho 2000 o Beviá García 2005.  7 Jiménez Martín y Pinto Puerto 2003. 8 Zaragozá Catalán 2007:149-156 9 Lampérez y Romea 1909.

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- Los muros de cerramiento se ubican hacia el extremo exterior de los contrafuertes cuyo hueco es aprovechado para colocar las capillas (1 por tramo en el caso de Valencia o Tortosa, 2 por tramo en Barcelona y Gerona o tres por tramo en Santa Mª del Mar) - No hay crucero salvo en la catedral de Valencia, siendo un caso singular. - La cabecera suele resolverse mediante un ábside poligonal de igual ancho que la nave o, en el caso de los edificios más importantes como Valencia, Barcelona, Gerona, Tortosa, Santa Mª del Mar..., mediante girola con capillas adosadas. - El hecho de que las naves suelen estar a la misma altura o con muy poca diferencia, el predominio de la cubierta plana y la ausencia de grandes vuelos de los arbotantes, casi inexistentes en algunos casos, produce una sección rectangular que contrasta claramente con la clásica triangular castellana o europea. (Fig. 3 y 4.) En la catedral de Sevilla se pueden apreciar algunas de estas características, aunque de forma muy particular, como la ubicación del muro de cerramiento al exterior y las capillas entre contrafuertes (1 por tramo como en Valencia) o el uso de terrazas como sistema de cubierta (igual que en Valencia y Barcelona). Aunque sí posee un crucero y nave central elevada como en la seo valenciana 10 , un sistema de arbotantes más elaborado e importante y carece de girola, también presenta un volumen casi rectangular, que no causaría ninguna extrañeza en una ciudad acostumbrada a la imagen del edificio almohade precedente. No es, por tanto, nada descabellado proponer que el ámbito espacial que engloba el término gótico mediterráneo, incluya en algunos de sus aspectos y, por supuesto, con sus correspondientes particularidades, la catedral hispalense y su área de influencia, como premisa para investigaciones posteriores que ahonden sobre el tema. 2. Las cubiertas de la catedral de Sevilla. (Fig. 5) 2.1 La cobertura del templo: aspectos tipológicos. Como se ha indicado en la introducción, las cubiertas de la catedral de Sevilla se resuelven mediante cubierta plana o, más específicamente, mediante un sistema de envolventes tangentes 11 , es decir, el techo, que es la capa en contacto con el interior forma cuerpo o coincide con la cubierta, que es la capa en contacto con el exterior y que, funcionalmente, es la que debe resolver la protección del edificio de las inclemencias del tiempo. Si bien, aparentemente, en la sección del edificio podría parecer que dicha envolvente es similar en todos sus niveles, ésta presenta dos sistemas diferentes y diferenciados: a) Azotea transitable o cubierta plana en las naves laterales, colaterales y capillas.                                                              10

Estudiándose en Pinto Puerto 2006:248 y Almagro Vidal 2007 una hipótesis sobre la similitud del cimborrio de Valencia con el de las primeras ideas del primero que se construyó en Sevilla.  11 Gómez de Cózar y Benítez Bodes (2008)

 

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Estas terrazas poseen la pendiente necesaria para que el agua de lluvia no permanezca en la superficie más tiempo del que se necesita para que se produzcan filtraciones hacia el interior a través de juntas o por absorción del propio material, con el consecuente peligro de lesiones por humedad que puede sufrir el sistema estructural del edificio. La pendiente se resuelve mediante un relleno de diversa tipología cuya función es, precisamente, llenar de forma ajustada, ligera, manejable y económica, el espacio entre las bóvedas y las terrazas, transmitiendo el empuje de los riñones o caderas de la bóveda a los muros. El tipo de relleno más utilizado en la Edad Media fue el de alcatifa cerámica (del árabe /al-qtifa/ que significa broza o relleno que, para allanar, se echa en el suelo antes de enlosarlo o enladrillarlo, o sobre el techo para tejar), dolios o loza quebrada, por tratarse de vasijas que se habían roto durante su proceso de elaboración o manipulación o ya no se podían reutilizar para otros fines, que se colocaba boca abajo con más o menos cantidad de mortero de cal. Fue un procedimiento además alabado por generaciones posteriores con comentarios como el de Alberti en su libro De Re Aedificatoria (1452): “...Hacen bien quienes, para aliviar la carga, colocaron por toda la superficie de las caderas vasijas de agua vacías, rajadas y boca abajo, para que no aumenten de peso por la humedad allí recogida, y echaron encima conglomerado de piedra muy ligera pero resistente...”. 12 Según A. Jiménez Sancho 13 , la utilización de vasijas en rellenos en la construcción se conoce desde el Imperio Romano (opus doliarium) para aligerar el opus caementicium en bóvedas, como se observa en el circo de Majencio (Roma) o, como un caso muy singular, en la Casa de la Exedra (Itálica, Sevilla). Esto es, por tanto, el reflejo de la existencia de una larga tradición mediterránea de uso de recipientes cerámicos como reaprovechamiento de material en bóvedas y cúpulas, la cual podría ser heredera del uso de ánforas en cimentaciones en proyectos de construcción sobre terrenos pantanosos y, posteriormente, como rellenos de muros con la intención de ahorrar material 14 . No obstante, “...la ausencia de métodos arqueológico-constructivos en su extracción, impide trazar el itinerario preciso de este tipo de abovedamientos desde la antigüedad tardía hasta la Edad Media...” 15 , salvo casos evidentes de edificaciones en ruinas donde se observan a simple vista o en trabajos de reparación de cubiertas, como en la iglesia de Santa María de Alicante 16 (v.g. Fig. 6 y 7).

                                                            

12

Alberti 1452 Jiménez Sancho 2000:566 14 Lancaster 2005 15 Mira 2003:129-140 16  Beviá García 2005  13

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En la catedral de Sevilla, las excavaciones 17 constatan que, por la extensión y duración de la construcción del edificio, existe una evolución del sistema de aligeramiento del relleno, pudiendo distinguirse tres tipos: a.1) Relleno de dolios y otros recipientes cerámicos y lechadas de mortero directamente sobre una capa de regularización sobre el trasdós de las bóvedas. a.2) Una contrabóveda 18 de ladrillo cerámico colocada diagonalmente sobre los riñones de las bóvedas, generando una cámara de aire entre ambas y sobre ésta relleno de loza quebrada en menor proporción que el caso anterior, contribuyendo a disminuir el peso (v.g. Fig. 8). En este tipo se aprecia una disminución progresiva de la proporción de lechadas de mortero, hasta su desaparición. No hay datos de la existencia de otros templos donde se utilice un sistema parecido con lo que, de momento, es un procedimiento original en la Catedral de Sevilla. a.3) Un procedimiento posterior sería el empleo de tabiquillos de ladrillo colocados a la distancia necesaria para colocar las piezas sobre las que se colocará la solería (también llamado empalomado o tabiques conejeros). En algunos casos estos espacios entre tabiques se rellenan también con restos cerámicos con mortero o en seco. En la catedral hispalense se empleará a partir del s. XVIII, siendo también una técnica muy utilizada en levante desde el s. XV, como se ha podido constatar, por ejemplo, en la Lonja de Valencia, construida en 1492. Y, por supuesto, son diversos los ejemplos del tipo a.1 que podemos encontrar en el arco mediterráneo, desde Barcelona a Valencia, Castellón, Alicante y Mallorca, como ya demostraba en la restauración de 1972 de la catedral de Barcelona, J. Bassegoda Nonell, el arquitecto conservador en aquel momento, que expuso: “...Esto permitió comprobar que la estructura de la bóveda de la catedral está compuesta, de abajo a arriba, por los siguientes estratos constructivos, primero los arcos fajones, torales y cruceros, segundo los témpanos de buena sillería labrada, tercero una gruesa capa de mortero de cal aligerada; cuarto, un espacio de forma decreciente a medida que se alza la bóveda lleno de espléndidas ánforas de gran tamaño colocadas en seco y, quinto, una gruesa capa de hormigón aligerada nuevamente que disminuye su espesor hasta llegar al caballete donde es sólo de mortero de unos quince cm de grosor. Por encima de este conjunto sólo quedaba, a la vista del curioso que quiera asomarse al terrado de la Seo, la solera de una sola hoja de ladrillo recibida con mortero de cal...” 19 . Al igual que se ha comprobado en las recientes reparaciones llevadas a cabo en la catedral de Valencia por el arquitecto conservador de la misma S. Vila Ferrer, o las excavaciones de la iglesia de Santa María de Alicante, cuya publicación de resultados supone un interesante punto de partida para el análisis de templos con cubiertas aterrazadas 20 , entre otros muchos ejemplos                                                              17

Aquí se resumen los resultados publicados junto con las fotografías correspondientes por A. Jiménez Sancho. 18 Una descripción exahustiva de este sistema viene descrito en Pinto Puerto 2006:272275.  19 Extraído de Mira y Zaragozá 2003. 20 Beviá García 2005 

 

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(la inmensa mayoría allí, aunque ahora presenten tejados) según datos de A. Zaragozá Catalán. b) Trasdosado cerámico colocado directamente sobre las bóvedas, con la forma que éstas tienen, mediante una capa de mortero de regulación que se utiliza en la nave principal, crucero y cimborrio (v.g. Fig. 9). Las pendientes obtenidas son muy elevadas y, unido a que cada tramo de bóveda queda protegido por el recrecido de los muros sobre arcos formeros y perpiaños 21 , se configuran como auténticas piscinas si no se produce una correcta evacuación de aguas pluviales, tema que se tratará en apartados posteriores. Aunque la imagen sea muy sugerente, constructivamente estas cubiertas se manifiestan como inconclusas, si se comparan con la solución de cubierta en los modelos góticos europeos o de los de la Península Ibérica herederos de los mismos, donde estaban pensadas para que sobre el techo hubiera otra estructura normalmente de madera y teja que resista las acciones exteriores debidas a la intemperie (viento, lluvia, nieve...) 22 (v.g. Fig. 10). 2.2 La cobertura del templo: cronología y caracterización. Los trabajos de F. Pinto Puerto consolidan la teoría del proceso constructivo general que se llevó a cabo en la catedral de Sevilla. Se parte de la base, avalada por la documentación estudiada por A. Jiménez Martín 23 , de que la fábrica almohade fue demoliéndose por tramos a la par que el espacio obtenido era ocupado por la obra nueva, permitiendo la convivencia de ambas edificaciones y, sobre todo, sin interrumpir el culto y las actividades habituales del templo. La posibilidad de modulación por tramos transversales características de la arquitectura gótica así lo permite. A partir de estas investigaciones, las excavaciones realizadas por A. Jiménez Sancho, los trabajos de restauración de finales del s. XIX y principios del XX de A. Fernández Casanova y las últimas aportaciones del libro de La Traça de Sevilla 24 , se puede establecer una hipótesis de la cronología y técnicas de construcción del cierre superior del edificio, que se ha representado en un esquema con indicación de fase, tipo de relleno y áreas excavadas que constatan este proceso (v.g. Fig. 11). La primera etapa (1433-1478) fue llevada a cabo por los maestros Ysambarte (fl. en Sevilla, 1410-1434), Carlín (fl. en Sevilla, 1408-1447) y culminada por Juan Normán (fl. en Sevilla, 1439-1478), sucesor del anterior. Con ellos se establecieron las directrices generales de construcción del edificio, entre las que debían aparecer sin duda, aunque ello no implique de momento la existencia de ningún documento que lo especifique, cómo debía cubrirse el edificio. Este hecho no es de extrañar, pues una vez definida la traza en planta y de las bóvedas, unido a la formación y pericia del maestro, era suficiente para llevar a cabo esta labor.

                                                             21

Recrecido que facilita el proceso constructivo por fases y mejora el comportamiento mecánico del edificio ante acciones horizontales de viento y sismo. 22 Gómez de Cózar y Benítez Bodes 2008: 60 23 Jiménez Martín 2006 24 Alonso Ruiz y Jiménez Martín 2009 

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Sin embargo, ¿por qué se decide construir una cubierta aterrazada o con un trasdosado sobre la bóveda de piedra al modo mediterráneo, cuando otras decisiones siguen claramente los modelos europeos o del norte peninsular? Varias circunstancias podrían avalar esta decisión, además de unas condiciones climatológicas favorables (fundamentalmente sin nieve): - Las enormes dimensiones del edificio y una sección transversal cuyas naves laterales y colaterales se encuentran a la misma altura, generan unas superficies que si se resolvieran mediante solución de doble envolvente (techo de piedra y cubierta de madera), se necesitaría tal cantidad de madera que encarecería el proceso considerablemente, al tener además que transportarla desde lejos. Por otra parte, es un sistema que sin muchas dificultades permite, con la condición de un adecuado diseño y mantenimiento, la correcta evacuación de aguas pluviales. - La necesidad de contar con una superficie de trabajo y almacenamiento para la construcción de los elementos de las Naves Altas, como demuestra la existencia de trazas de montea sobre la solería de las naves laterales y capillas, investigación iniciada por A.Jiménez y Pinto Puerto 25 , profundamente estudiado por J.A. Ruiz Rosa 26 y J.C. Rodríguez Estévez, y recopilado por A. Bravo Bernal 27 . - La experiencia laboral de estos primeros maestros en Levante y Cataluña 28 , lo cual demostraría la confianza en este sistema y los conocimientos prácticos necesarios para aplicarlo. Ysambarte trabaja en Lérida, Aragón y Palencia, entre otros lugares. Carlín aparece en Barcelona, Lérida y Zaragoza. Se constata, siendo Carlín maestro mayor en Sevilla, la presencia de Antoni Dalmau entre 1435 y 1453, maestro mayor de la catedral de Valencia, para labores de inspección. Y, por último, la posible relación de Juán Normán con Carlín como ayudante y su sucesor en la catedral hispalense, continuando las directrices marcadas por el anterior. Los dos ejemplos seleccionados en este caso, es decir, las cubiertas de las catedrales de Valencia (v.g. Fig. 12) y Barcelona (v.g. Fig. 13), demuestran un sistema y un modo de hacer consolidado que sería fácilmente transferible a Sevilla. A pesar de contar éstas con tres naves en vez de cinco, y presentar girola, se han constatado los sistemas de relleno del tipo a.1 y, posiblemente en restauraciones posteriores, del tipo a.3. en todos sus niveles. - La existencia de otros modelos previos, aunque de menor dimensión, en el ámbito geográfico del Reino de Sevilla, como, por ejemplo, la iglesia de Santa Ana en Triana (iniciada en 1280) y sus sucesora en Trigueros (Huelva) San Antón de los Templarios, que demuestran que esta solución, aplicada en templos, no era desconocida en la tradición constructiva local. Con el maestro Carlín la obra estaría cubierta en una cuarta parte de la extensión prevista empezando por la fachada oeste, pero sin cerrar la Nave Central. Ello viene corroborado porque en 1467 se documentan pagos desde enero a diciembre 29 por suministrar a la obra miles de cargas de labor de ollería                                                             

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Jiménez Martín y Pinto Puerto 1993. Ruiz Rosa y Rodríguez Estévez 2000 y Ruiz Rosa 2006, entre otros. 27 Bravo Bernal 2009. 28 Alonso Ruiz y Jiménez Martín 2009. 29 A. Jiménez (Jiménez Martín 2006) especifica: “...En realidad los pagos por cargas para enjarrar bóvedas bajan muchísimo desde mediados de abril finales de julio, reanudándose con fuerza hasta el final del año. Si tenemos en cuenta que el suministro de ladrillos siguió el mismo ritmo, creo que se puede sostener que en la primera parte del 26

 

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(o labor de barro) para nivelar o enjarrar todas las azoteas de las Naves Laterales, que cobran 19 olleros, además de la compra de atanores (que se conservan en el interior de los estribos) para los caños de las bóvedas, tinajones para suministrar agua a las zonas altas de la obra, ladrillos para solar capillas y canales de barro vidriadas (y, por tanto, impermeables) en color verde, melado y blanco que se colocarán sobre los arbotantes para el desagüe de los niveles superiores. Con Juan Normán (fl. en Sevilla, 1439-1478) y el aparejador Pedro Sánchez de Toledo (fl. en Sevilla, 1436-1478) se avanzó hasta el Crucero y probablemente se habría empezado a trabajar en la otra mitad. Hasta este punto el sistema de relleno de las Naves Laterales y Colaterales, sin aparente variación, era el tipo a.2 definido en el apartado anterior y a.1 en las Capillas. La segunda etapa (último tercio del s. XV) corresponde a la labor de Juan de Hoces (fl. en Sevilla, 1462-1496) y las primeras actuaciones de Alonso Rodríguez (fl. en Sevilla, 1496-1513). Se culmina la mitad este del edificio, y se cierran las Naves Altas y el crucero, así como el primer Cimborrio con la colocación de la “piedra postrera”. Al menos en el cuadrante sureste, las excavaciones y documentos gráficos constatan que se produjo un cambio en la composición del relleno 30 consistente en una reducción radical del mortero que se convierte en un conjunto de dolios en vertical y boca abajo con otras vasijas pero sin mortero. Sobre éstos se dispone una simple capa de regularización de 15 cm con ladrillos y trozos de dolios que sirve de base a la solería. Según las fotos de las obras de restauración de A. Fernández Casanova, en el cuadrante noreste se deduce que es como en las simétricas. Por último, se ha considerado una tercera etapa más amplia (1511- principios s.XX) correspondiente a las obras de terminación de la Capilla de la Antigua y a las llevadas a cabo en el cimborrio y las bóvedas y cubiertas contiguas renovadas o reparadas como consecuencia de los dos grandes derrumbamientos, el primero como consecuencia del terremoto de 1511, y la segunda con las obras de restauración de A. Fernández Casanova de 1888. Con dichas reparaciones se emplea ya el sistema tipo b de empalomado con o sin relleno cerámico entre tabiquillos. 2.3 Los sistemas de evacuación de aguas pluviales. Este apartado se complementa con las Notas sobre la evacuación de aguas pluviales en la catedral de Sevilla 31 , donde se expuso de forma general una clasificación de dichos sistemas atendiendo a su ubicación y a su dimensión dominante en:                                                                                                                                                                     año se enjarraron y solaron las bóvedas de un costado, quizás el del lado sur, y en la segunda las del otro...” 30 Jiménez Sancho 2000.  31 Benítez Bodes 2007.

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a) Sistemas de evacuación superficial: formación de pendiente hasta su canalización y vertido, diferenciadas en Naves Altas y Cimborrio por un lado, y Naves Laterales, Colaterales y Capillas por otro, íntimamente ligado a la configuración de las cubiertas según los dos tipos descritos en el apartado 2.1. b) Sistemas de evacuación longitudinal: canalizaciones sobre los lomos de la mayoría de los arbotantes o en los bordes de las azoteas. c) Elementos de evacuación puntual: gárgolas, caños y atanores. Básicamente, cuando el agua de lluvia cae sobre el Cimborrio, se desliza por cada uno de los cuatro riñones que conforma el trasdosado sobre las bóvedas hasta las perforaciones que existen en el fondo y que atraviesan la caja muraria vertiendo en los cuatro riñones correspondientes de las Naves Altas. Al principio parece que existían simples caños a los que, con buen criterio, se les ha colocado un bajante vertical a modo de canalización para evitar humedades y erosión en el trasdosado (v.g. Fig. 14). En principio, la Nave Principal y el Crucero evacuan de forma similar (v.g. Fig. 15), gracias a la pendiente y forma de embudo de los senos trasdosados de las bóvedas que se encuentran rodeadas en su perímetro por un cajón murario recrecido sobre los arcos formeros y perpiaños de cada una de ellas 32 . En este caso las perforaciones en los riñones atraviesan los estribos y pináculos sobre las Naves laterales y Colaterales, discurriendo el agua por gravedad sobre las canales de cerámica vidriada en los lomos de los arbotantes hasta el primer nivel de gárgolas (v.g. Fig. 16), que vierten a los arbotantes sobre las Capillas y, a su vez, a través de un segundo nivel de gárgolas dobles, al exterior del edificio (v.g. Fig.17). Este sistema de canalización y vertido de naves a distinta altura, heredado del gótico clásico, también se emplea en la catedral de Valencia (v.g. Fig. 18) por presentar una Nave Principal y crucero a distinta altura y en la de Barcelona (v.g. Fig. 19), aunque su trazado es mucho más sencillo, con la Nave Central también elevada sobre las Laterales. La diferencia entre ambas, sin entrar en cuestiones formales, radica en la altura y longitud de evacuación de los arbotantes, que es menor en Barcelona, presentando además dichos arbotantes en la girola. En la catedral valenciana, las cubiertas de la girola y la cabecera han sido restauradas recientemente y su evacuación se produce por vertido desde caños al segundo y tercer nivel de azotea y cubierta (v.g. Fig. 20 y 21). Por otra parte, se aprecia una diferencia curiosa respecto a la sevillana y es que no existen arbotantes en el Crucero, perpendiculares a la Nave Principal (v.g. Fig. 22 y 23), ni hay canalones sobre el último tramo transversal 33 , apreciándose de forma sistemática caños y gárgolas a ambos lados de cada arbotante o en los estribos del Crucero (v.g. Fig. 18), como en algunos casos puntuales de la hispalense. En las Naves Laterales y Colaterales de la catedral de Sevilla, el relleno y la solería se disponen de manera tal que, más que un plano inclinado, se configura como una superficie sinuosa que permite, mediante pequeñas elevaciones y                                                             

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Pinto Puerto 2006 Correspondiente al tramo de los pies denominado Arcada Nova, ampliación del s. XVI para unir el cuerpo principal del templo con el Micalet y la Capilla Real. 33

 

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depresiones, conducir el agua hasta los bordes exteriores. Allí, mediante canales horadados en el propio suelo, ésta se dirige hacia los estribos correspondientes (v.g. Fig. 24 y 25). Teóricamente, cada uno debería asumir el agua que viene de la mitad de bóveda correspondiente a cada uno de sus lados y verterla directamente a las canales sobre los arbotantes de las Capillas, uniéndose a la que cae desde la gárgola superior que se describió anteriormente (v.g. Fig. 17) hasta las gárgolas dobles, con lo que se justifica su existencia al tener que asumir tal volumen de líquido, es decir, el de las Naves Altas y las Colaterales correspondientes. En Valencia y Barcelona, las Naves Laterales (sólo una a cada lado) vierten directamente al exterior (bien a la vía pública o a volúmenes añadidos posteriormente) por caños o gárgolas. Por último, las cubiertas de las Capillas de la catedral de Sevilla también evacuan por gravedad hacia los bordes 34 , con canalizaciones hacia los estribos y vertido desde el tercer nivel de gárgolas sobre el Patio de los Naranjos en el lado norte o las cubiertas de los volúmenes posteriores adosados y el Patio de los Limones en el caso de los cuadrantes del sur (v.g. Fig. 26 y 27). Singularidades en las cubiertas del templo hispalense. Hasta este momento se ha descrito la configuración de las cubiertas en función del sistema general de evacuación de aguas pluviales de la catedral de Sevilla, incluyendo algunas referencias a los templos valenciano y catalán. Es una descripción general e incluso teórica, pues son muchas las particularidades, cambios, adaptaciones y arreglos a los que se han visto sometidas. Partiendo del estudio pormenorizado de cada cuadrante del templo, se ha elaborado un mapa sobre el plano de cubiertas (v.g. Fig. 28 y 29), en el que se expresan mediante símbolos las variantes, elementos singulares y funcionamiento real de dicho sistema de evacuación. Algunos de estos cambios generan situaciones no deseadas por la agresión que produce en los materiales y, por consiguiente, en el sistema estructural. Para la descripción de los elementos superficiales se ha empleado una nomenclatura que viene explicada en el anexo del apartado 4, al final del documento. Observando detenidamente, hay varios aspectos que destacan sobre cualquier otro, aunque algunos sólo se manifiestan en días de lluvia. El primero y más llamativo es que la mayoría de las gárgolas existentes ya no funcionan, salvo las de los niveles de las Naves Colaterales y Capillas de la vertiente norte, con lo que se han convertido en elementos decorativos. Esto responde a una recanalización del agua por diversas razones, entre las que destaca la aparición de nuevos volúmenes posteriores al edificio gótico (Cuadrante Renacentista, Pabellón de oficinas y Sagrario) o la adaptación a los existentes como los volúmenes almohades en torno al Patio de los Naranjos.                                                              34

Aunque a diferencia de las azoteas de las Naves Laterales y Colaterales, la pendiente se forma exclusivamente por un plano inclinado hacia el borde exterior, disposición perfecta para el trazado de monteas comentado en los primeros apartados del artículo.

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El procedimiento utilizado para esta reconducción consiste en la colocación de caños sencillos al final de los arbotantes (v.g. Fig. 30) que evitan que atraviesen los pináculos y estribos, vertiendo directamente sobre la superficie de las azoteas correspondientes o sobre los pozos situados en los cuadrantes del oeste que probablemente fueron utilizados durante las obras de construcción (v.g. Fig. 31). Es interesante destacar también que los lomos de los segundos tramos de arbotantes del Crucero 35 no presentan canales de teja sobre los mismos (v.g. Fig. 32), por una cuestión sencilla: la altura del extremo de este segundo arbotante es inferior a la de los perpendiculares con los que coincide en los pináculos, con lo que la continuidad no sería posible (v.g. Fig. 33). Su misión se reduce, de momento, a una cuestión estructural. Por otra parte, el desagüe de los senos de las cubiertas medianeras al Cimborrio se produce a través de perforaciones en los muros, vertiendo directamente a las azoteas de las Naves Laterales correspondientes (v.g. Fig. 34). Este hecho sucede también de forma puntual en las bóvedas [N1.1-N], [N1.1-O] y [N1.2-O], de forma que el tramo de arbotantes entre estas últimas queda inutilizado. En las dos últimas bóvedas del crucero [N1.3-N] y [N1.3-S], los senos de los extremos vierten a través de pequeñas gárgolas adosadas en las esquinas, si bien parece que en las del sur se reparte el agua por el andén sobre la portada hacia los laterales mientras que en las del norte existe una canalización interior a través de la Portada de la Concepción hasta unos huecos casi al nivel de la solería del Patio de los Naranjos (v.g. Fig. 35), donde desagua, al modo en que lo hacían los pilares de la Aljama para aprovechar el agua en los aljibes existentes bajo dicha solería y que se mantuvieron durante todo el proceso de construcción del edificio gótico 36 . En los cuadrantes del sur destaca otro aspecto y es que las azoteas no siempre presentan canales de borde y desbordan directamente a través de la crestería. Además, dichos canales no se introducen en los estribos para seguir discurriendo por los siguientes arbotantes sino que, siguiendo la misma idea, se colocan caños (en general uno por tramo en el cuadrante suroeste y dos en el sureste) que vierten hacia el nivel de Capillas. Este sistema presenta un inconveniente que es la altura de vertido. Un volumen significativo de agua aplicado puntualmente sobre la azotea inferior provoca una erosión considerable, así como humedades y vegetación en los paramentos y filtraciones en los senos de las bóvedas, problemas que son más importantes en los cuadrantes orientados al norte (más sombríos y húmedos) y que hay que controlar y evitar colocando bajantes como ocurre sobre la Capilla de San José (azotea [N3.2-SO]) (v.g. Fig. 36) o, al menos para paliar la erosión, artificios en la solería. En la catedral se utilizan para este fin sillares, pequeñas losas de piedra, restos cerámicos, etc. 37 (v.g. Fig.37).                                                             

35

Los cuatro en la mitad norte y sólo los del interior en la mitad sur. Pinto Puerto 2006 37 En la restauración reciente de la cabecera de la catedral de Valencia se han realizado recrecidos con solería o teja nueva para tal fin, aunque la altura de caída es menos que en Sevilla. 36

 

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En los cuadrantes del norte, las canalizaciones de borde sí atraviesan los estribos mediante perforaciones (v.g. Fig. 38). En los mismos elementos encontramos otras perforaciones correspondientes a bajantes interiores a los mismos o adosados a ellos en las esquinas disimulados a modo de embellecedor pétreo para conducir el agua hasta la base (v.g. Fig 39). Este último elemento se encuentra en las azoteas [N2.3-CL-NO], [N3.1-NO] y, aisladamente en la [N3.4-SO]. Una vez en la base de los estribos, el agua se canaliza por su interior hasta las gárgolas correspondientes pues el cuadrante noroeste es el único tramo que funciona casi en su totalidad tal como se comentó en la descripción general. Las azoteas de las Capillas del cuadrante sureste presentan una canalización de borde singular pues, para adaptarse al adosamiento de un volumen edificado más alto, en la base de los estribos se han realizado perforaciones de un tamaño considerable, con lo que todo el volumen de agua que llega debe recorrer todo el perímetro, atravesar los estribos y verter en la esquina de la azotea [N3.3-SE]. Por último, es interesante destacar un hecho que debe ser aún contrastado con más exactitud, pero que es apreciable a simple vista y tiene que ver con la configuración de los elementos superficiales del cuadrante noroeste con los del suroeste. Al comparar las pendientes de las azoteas de las Naves Laterales y Colaterales se aprecia cómo en el suroeste (por donde comenzó el edificio) las mismas son menos pronunciadas que en sus simétricas del noroeste, aunque la cronología las englobe en el mismo período y las excavaciones constaten rellenos similares. Se ha realizado en la planimetría una medición que no demuestra este hecho, pues las alturas de bóvedas y claves son similares a ambos lados. Por tanto se trata de una cuestión de diferencia de alturas en los rellenos, posiblemente intencionada para una mayor rapidez de evacuación superficial al norte. En las cubiertas de los cuadrantes del este no se manifiesta tanto esta diferencia. Sobre los respiraderos y los atanores. La cuestión de las perforaciones en los elementos superficiales del templo se ha mencionado en diversos estudios sin profundizar en su análisis. Se trata de dos elementos aparentemente similares pero con misiones distintas, los primeros como sistema de ventilación y de cuelgue de objetos como lámparas o andamios hacia el interior y los segundos como sistema de evacuación de aguas pluviales de los senos de las bóvedas durante su construcción, mientras se realizaba el enjarrado y solado correspondiente, a fin de evitar la acumulación de agua como si de grandes bañeras se tratara 38 . Estos elementos se han denominado atanores, que son tubos cerámicos fijados con mortero en la perforación que atraviesa la bóveda, para hacer dicho agujero impermeable. Éstos pueden ser observados a simple vista desde el interior y las excavaciones de la catedral los han puesto de manifiesto desde el exterior bajo el relleno. Pero lo curioso en este caso es la ubicación y el tamaño de los mismos en las bóvedas de la catedral: a partir de la hilera 20 ó 21 de los riñones de los senos,

                                                             38

Jiménez Sancho 2000, Pinto Puerto 2006 y Benítez Bodes 2007.

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justo por encima del relleno de los enjarjes 39 y de diámetro inferior a los respiraderos, que, por el contrario, se sitúan generalmente en las claves y aristas superiores de dichas bóvedas. Si bien en España se han encontrado atanores de diámetro considerable a modo de respiraderos en otras excavaciones como las de la iglesia de Santa María de Alicante, de momento no se usan de forma tan sistematizada los de los riñones 40 . Sólo se han detectado a partir de imágenes antiguas en la seo de Zaragoza (v.g. Fig. 43) aunque los trabajos de restauración parece que los han eliminado en parte. Pero ésta no presenta azoteas. Siguiendo el rastro hacia los modelos europeos, durante esta investigación se han encontrado fotografías 41 que ponen de manifiesto su existencia en edificios donde nunca se hubiera buscado, pues se ha asociado el uso de estos elementos a las cubiertas planas, sin un tejado que las proteja durante su construcción: en templos góticos europeos de doble envolvente, donde se supone que no son necesarios, a menos que el tejado se colocase con posterioridad al cierre de las bóvedas (v.g. Fig. 44 y 45). Este hecho insólito parece suceder en la Abadía de Saint Denis, la Nave Central de la catedral de Amiens, la de Beauvais en algunos lugares, en la Liebfrauenkirche de Tréveris, la catedral de Narbona, Santa Isabel de Marburgo del Lahn, la Catedral de Ratisbona, en San Lorenzo de Nurenberg y la iglesia de Saint-Nicólas-de-Port, lo cual abre una nueva vía de investigación interesante. Para realizar un análisis somero de la disposición de los atanores en el templo hispalense se ha realizado un mapa en el que se han oscurecido los trozos de bóveda que presentan atanores en las Naves Laterales y Colaterales y las bóvedas de las Naves Altas que también los tienen aunque el estudio se centra en las primeras (v.g. Fig. 46). En principio, con un atanor por seno es suficiente, es decir, cada cuarto de bóveda posee uno. Sin embargo se observa cómo en algunos casos hay tres o cinco 42 por bóveda, saliéndose del tipo sin un criterio fijo. Se aprecia una simetría importante entre los cuadrantes suroeste y noroeste con respecto al eje este-oeste, siendo además interesante la homogeneidad de figuras lleno-vacío o patrones en las diferentes franjas de Naves Laterales y Colaterales. Este hecho se puede interpretar como áreas realizadas al mismo tiempo o bajo la misma supervisión, lo cual se constata al no existir simetría entre la mitad oeste (primeras etapas constructivas) y la este (una vez pasado al otro lado del Crucero). Esta diferencia se da también en el tamaño, calidad y longitud del elemento visible (v.g. Fig.47) Parece que las Naves Colaterales y la primera junto a la                                                             

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Visto en sección, se encontrarían en una franja de aproximadamente 1 m entre los 5-6 m a partir del arranque de los arcos, apreciándose mayor dispersión en los cuadrantes del este, antes de llegar al Crucero. 40 Ni siquiera en Levante y Cataluña, aunque se utilicen en casos muy concretos, como una bóveda del claustro y la sala del Convento de Santo Domingo en Valencia (v.g. Fig.42). A. Zaragozá Catalán plantea la hipótesis de que pudieron haber existido pero se taparon posteriormente, pues es un procedimiento muy útil y sencillo, aunque a lo mejor no fuera tan necesario en cubiertas mucho menores en superficie que las de Sevilla. 41 Grodecki 1977. Entre ellas la de la seo de Zaragoza. 42   [N2.1-CL-SE], [N2.2-CL-NO] con cinco y [N2.1-L-NO], [N2.1-L-SO], [N2.4-CL-SO] y [N2.4-L-NE] con tres. 

 

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fachada de las Laterales del cuadrante suroeste presentan perforaciones menos cuidadas, más pequeñas y situadas a sentimiento, existiendo dobles atanores en las bóvedas del primer y segundo tramo junto a la capilla de San Laureano (donde se ha establecido el inicio del proceso constructivo) (v.g. Fig. 48). Esto podría deberse a un cambio en la altura del relleno en el enjarje, debiendo rectificar la altura del atanor. Esta decisión coincidiría con otras más importantes tomadas también al inicio de la construcción del edificio 43 . Por último habría que destacar el hecho de que los bordes de los extremos, también en los cuadrantes noroeste y suroeste, se produce un dibujo dentado, sin presencia de atanores en los trozos más exteriores. Así mismo quedan en el aire algunas cuestiones como por qué no hay atanores en las bóvedas de las Capillas o por qué en las Naves Altas sólo hay en algunas y otras no, sin patrón aparente. 3. A modo de conclusión. Los diferentes aspectos tratados en el presente trabajo ponen de manifiesto la compleja configuración de las cubiertas de la catedral de Sevilla, profundizando en la estrecha y particular relación entre los sistemas y procedimientos constructivos de las mismas y los sistemas de evacuación de aguas pluviales. A pesar de las valiosas excavaciones arqueológicas y las reparaciones efectuadas hasta ahora, se hace necesaria la continuidad de estos trabajos o la búsqueda de procedimientos alternativos para un mejor conocimiento de todo aquello que no vemos y que podrían seguir aportando datos interesantes. Los sistemas y elementos de evacuación de aguas pluviales, por su cantidad, singularidad y condición perecedera aun cuando sea a largo plazo, requieren de un control y una revisión frecuente bajo la forma de un plan de control de calidad o libro de mantenimiento del edificio. Además, estudios relacionados con la detección preventiva de humedades y sus causas ahorrarían costes y evitarían grandes intervenciones de urgencia. Este trabajo fundamentalmente descriptivo ofrece la base documental para este tipo de investigaciones. Muchas son las posibles líneas de trabajo a seguir a partir de este documento, considerándose el estudio comparativo de modelos tanto precedentes como posteriores al templo hispalense una acción fundamental. 4. Anexo: sistema de referencia de elementos superficiales. En la Cartografía de la Montaña Hueca 44 , se crea, debido a las dimensiones y complejidad de la fábrica pero con la ventaja de estar perfectamente organizada en cuadrícula sin girola (herencia directa de su predecesora aljama almohade), un sistema de coordenadas en el que se designa mediante un par alfanumérico los soportes del edificio. Con dichos datos es posible identificar elementos puntuales, lineales o superficiales. Cuando comienza el presente estudio de las cubiertas, se parte de dicha nomenclatura para todos los elementos. Así, un soporte sería, por ejemplo, el [E5]; un muro el [G1G2] y un cuadrado de cubierta [I6I7J6J7]. Este sistema, para                                                             

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Puestas de manifiesto en Pinto Puerto 2009. Jiménez Martín y Pérez Peñaranda 1997.

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el caso que nos ocupa, es válido para una lectura concienzuda con un plano referenciado al lado del lector o para los investigadores familiarizados con el mismo. Aunque se ha mantenido en el mapa esta referenciación de los elementos puntuales, para una ubicación más rápida de los elementos superficiales se ha creado otro sistema específico que también puede servir de base para futuras investigaciones y que permite rápidamente identificar el área a la que se refiere. Se trata también de un sistema alfanumérico, un poco más largo pero intuitivo, que consta de dos o tres datos separados por guiones: N(ivel) nº.nº - (Orientación) – [C(L)] - El primero se refiere al nivel de cubiertas al que corresponde la azotea (N0-cimborrio, N1-Naves Altas, N2-Naves Laterales y Colaterales y N3Capillas) (v.g. Fig. 49), y al tramo transversal comprendido entre dos líneas de pilares (números del 1 hasta el 5). Se considera como origen para la correlación de números el Cimborrio, es decir, N0 o Nivel 0. A partir de ahí se numeran los tramos de uno en uno a partir de los adyacentes, según los puntos cardinales, es decir en cuatro sentidos: hacia el norte y el sur para las naves del crucero y hacia el este y oeste para las de la Nave Mayor, Naves Laterales, Colaterales y Capillas (v.g. Fig. 50). - El segundo corresponde a la orientación geográfica según los puntos cardinales, considerando de nuevo el cimborrio como origen de referencia (v.g. Fig. 50). Así se obtienen cuatro ejes (N, S, E y O) y cuatro cuadrantes (NE,NO,SE y SO). - El tercero sólo aparece en las Naves Laterales y Colaterales (L y CL), pues hay tramos en que coincide el nivel y la orientación. Es un dato que se introduce fácilmente y deja perfectamente definida la ubicación de cualquier tramo de azotea comprendida entre cuatro soportes, sin ningún error. Así, por ejemplo, para definir el tramo de cubierta sobre el Coro obtendríamos [N1.1-O] (nivel 1 de nave alta, tramo 1 hacia el oeste desde el cimborrio). Para la azotea del cuadrante adyacente a la Capilla de los Evangelistas sería [N2.3-NECL] (nivel 2 de naves laterales, tramo 3 cuadrante noreste, nave colateral). O bien la que cubre la Capilla de San Andrés [N3.2-SO] (nivel 3 de capillas, tramo 2, cuadrante suroeste desde el Cimborrio).

 

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IMÁGENES

Fig. Fig. 1 y 2. Planta de la Catedral gótica de Valencia en el s.XV (dibujo de A.Zaragozá) e imagen interior de la nave central (fotografía de la autora).

Fig. 3 y 4. Planta de la Catedral de Barcelona (Rogent en Lampérez y Romea) e imagen interior de la nave central (fotografía de la autora).

 

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Fig. 5. Imagen aérea de la catedral de Sevilla (Google Maps, 2008).

Fig.6 y 7. Excavaciones durante la reparación de las cubiertas de la nave principal de la Iglesia de Santa María de Alicante.

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Fig.8. Excavaciones en el cuadrante suroeste de la catedral de Sevillla (fotografía de la autora).

 

Fig.9 y 10. Cubiertas de la Nave Principal de la Catedral de Sevilla y cubiertas de la Catedral de Notre Dame de París (fotografías de la autora).

 

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Fig.11. Etapas de construcción del cierre superior de la Catedral de Sevilla con indicación de las áreas excavadas y tipos de relleno (dibujo de la autora).

Fig. 12 y 13. Imagen aérea de las catedrales de Barcelona y Valencia (Google Maps, 2010).

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Fig. 14 y 15. Desagüe de un seno del Cimborrio (fotografía de la autora) y arbotantes sobre las Naves Laterales (fotografía de Alfonso Jiménez).

Fig. 16 y 17. Arbotantes sobre las Capillas y gárgolas dobles (fotografías de la autora).

 

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Fig. 18 y 19. Arbotantes sobre naves laterales en las catedrales de Valencia y Barcelona (fotografías de la autora).

Fig. 20 y 21. Desagüe de la cabecera de la catedral Valencia (fotografías de la autora).

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Fig. 22 y 23. Vista desde el campanario de las cubiertas de la catedral de Valencia (fotografía de la autora) y arbotantes del cuadrante suroeste de la catedral de Sevilla (fotografía de Alfonso Jiménez).

Fig. 24 y 25. Azoteas del cuadrante sureste y canal de borde en un tramo de azotea del cuadrante suroeste de la catedral de Sevilla (fotografías de la autora).

 

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Fig.28. Esquema general de evacuación de aguas pluviales de la catedral de Sevilla (dibujo de la autora sobre planimetría de A.Almagro).

Fig.29. Simbología utilizada en la figura 28 (dibujo de la autora).

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Fig. 26 y 27. Azotea de la Capilla de Santa Ana y gárgola de las Capillas de San José y San Hermenegildo sobre el Patio de los Limones de la catedral de Sevilla (fotografías de la autora).

Fig.30 y 31. Estribo del cuadrante suroeste con caño al final del arbotante dejando inutilizada la gárgola y vertiendo sobre el pozo (fotografía de la autora) y arbotantes y pozo del cuadrante noroeste (fotografía de Alfonso Jiménez).

 

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Fig.32 y 33. Cuadrante noroeste donde se aprecia en la parte izquierda un arbotante sin canal y encuentro de arbotantes en pilares exentos del cuadrante sureste (fotografías de la autora).

Fig.34 y 35. Desagüe de las Naves Altas en el encuentro con el crucero y hueco en la base de la Portada de la Concepción (fotografías de la autora).

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Fig.36 y 37. Canalizaciones sobre la Capilla de San José y elemento de protección contra la erosión en el cuadrante sureste (fotografías de la autora).

Fig.38 y 39. Canalizaciones de borde en el cuadrante noroeste (fotografía de Alfonso Jiménez) y bajante pétreo adosado en la esquina de la Capilla de San Francisco con el Crucero [N3.1-NO] (fotografía de la autora).

 

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Fig.40 y 41. Vista de un atanor desde el intradós y el extradós de la bóveda, respectivamente (fotografías de Alfonso Jiménez).

Fig.42 y 43. Detalle de atanor en el Calustro del Convento de Santo Domingo de Valencia (fotografía de la autora) y bóveda de la Seo de Zaragoza (en Grodecki 1977).

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Fig.44 y 45. Bóvedas de la Abadía de Saint Denis y de la Iglesia de Marburgo del Lahn, respectivamente (en Grodecki 1977).

Fig. 46. Esquema de disposición de atanores (dibujo de la autora).

 

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Fig. 47 y 48. Bóveda sobre la Puerta de San Miguel donde se aprecian los atanores dobles en los riñones y bóveda junto a la Sacristía Alta (fotografías de la autora).

Fig.49 y 50. Determinación de niveles y Sistema de referencia (dibujos de la autora sobre planimetría de A.Almagro)

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