Las Conversaciones Católicas Internacionales de San Sebastián (1947-1959). ¿Una revisión de los conceptos de Iglesia, Estado y nación en el pensamiento católico de posguerra? [Paper]

June 19, 2017 | Autor: Pablo López-Chaves | Categoría: Intellectual History, Spanish History, Religious History, Roman Catholicism, Francoism, Franquismo
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Descripción

LAS CONVERSACIONES CATÓLICAS INTERNACIONALES DE SAN SEBASTIÁN (1947-1959) ¿Una revisión de los conceptos de Iglesia, Estado y nación en el pensamiento católico de posguerra?*

Pablo López Chaves Universidad de Granada

PRE-PRINT Versión final aceptada por el comité científico y publicada en Claves del Mundo Contemporáneo. Actas del XI Congreso de la AHC. Granada: Editorial Comares, 2013, ISBN: 978-84-9045-089-5.

Introducción

Las Conversaciones Católicas Internacionales de San Sebastián, cuyo periodo central abarca los años 1947 a 1959, son una serie de reuniones estivales que con un perfil intelectual más que pastoral tuvieron como objetivo promover el diálogo y la discusión entre los católicos españoles y los de distintos países europeos. Impulsadas por Carlos Santamaría Ansa, sirvieron como punto de encuentro de algunos de los personajes más importantes de la vida eclesial y cultural de la posguerra europea, a los que se une la presencia de algunos de los participantes que constituirán la primera línea de la intelectualidad católica de nuestro país durante los últimos años del régimen franquista y la transición a la democracia. Por su vocación europea, las Conversaciones abrieron una peculiar y siempre restringida ventana al ambiente allende nuestras fronteras. La revista Documentos, su órgano de difusión, da fe de la singularidad de algunos de los temas tratados teniendo en cuenta el contexto español de la época. Inicialmente apadrinadas por la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Martín Artajo y la Nunciatura, el contenido cada

vez más polémico de las Conversaciones supondrá crecientes tensiones y su final definitivo en 1959. Tomando como fuentes primarias fundamentales el material de archivo disponible, nuestra investigación doctoral pretende definir las características de estos encuentros, conocer si dieron pie a la formación de una red de contactos entre sus asistentes, esclarecer las circunstancias concretas de su cese, la huella que dejaron y por último profundizar en sus principales temas de discusión, muy especialmente en tres: la doctrina católica sobre el derecho a la libertad religiosa, la misión del catolicismo en la construcción de la Europa de posguerra y la cuestión de la reforma de la Iglesia. Todo ello con el fin de explorar dos hipótesis: por un lado, si las Conversaciones preconizan los debates del Concilio Vaticano II; por otro, si su celebración influyó en la génesis de una corriente dentro de un sector del catolicismo español que parte de la autocrítica religiosa y evolucionará años más tarde hacia el llamado “desenganche” del régimen. En los apartados siguientes ofrecemos una síntesis ordenada sobre lo fundamental de la información recogida en nuestros primeros meses de trabajo de tesis1, con objeto de apuntar sus directrices básicas y someterlas a discusión en nuestro taller.

Algunas consideraciones al hilo de los debates actuales

Nuestro trabajo penetra e interrelaciona dos campos de estudio y debate: la historia religiosa y la historia cultural de nuestro país durante los años del franquismo. La primera línea tiene que ver con la trayectoria de una parte de la Iglesia que comienza *Esta investigación se inserta dentro del proyecto titulado “La Restauración Social Católica en el Primer Franquismo 1936-1953” (código HAR2011-29383-C02-02). Asimismo, nuestro trabajo se beneficia de una beca del Programa de Formación de Profesorado Universitario concedida por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. 1 Hay tres referencias básicas centradas en las Conversaciones, en las que se ha basado este primer trabajo de presentación: vid. José Miguel de AZAOLA: “Un fenómeno singular: las conversaciones católicas internacionales de San Sebastián (1947-1959)”. Cuadernos de Alzate, nº 17 (1986), pp. 161-172; Feliciano MONTERO GARCÍA: “Autocríticas del nacionalcatolicismo en los años cincuenta”. En Carolyn P. BOYD, (ed.): Religión y política en la España contemporánea, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2007, pp. 139-162 e ÍDEM: “Los intelectuales católicos, del colaboracionismo al antifranquismo (1951-1969)”. Historia del Presente, nº 5 (2005), pp. 41-67. Mientras que Azaola da cuenta de su experiencia como participante, Montero nos ofrece en el primero una introducción en la que expone algunos puntos clave de la significación de las Conversaciones. En la segunda expone un cuadro más breve pero inserto en una perspectiva más amplia, dentro de su lectura sobre la evolución del pensamiento católico desde la autocrítica religiosa (de la que las Conversaciones serían ejemplo) hasta la autocrítica política. Además de estas tres citas hemos podido acceder a los 22 números de la revista Documentos y acudir a otras referencias bibliográficas que señalaremos en su momento.

a distanciarse del régimen desde los años cincuenta en adelante. Partimos del trabajo ya citado de Feliciano Montero, quien habla de una “trayectoria colectiva, generacional, que se desarrolla en distintos ámbitos, que afecta en general a la posición de instituciones eclesiales y del mundo católico respecto del régimen”2. Montero distingue tres etapas no excluyentes, que de forma esquemática identifica como la autocrítica religiosa (más propia de los años 40 e inicios de los 50), la autocrítica social (años 50 y primeros 60) y finalmente una autocrítica política (años 60 y 70) con la que una parte de la Iglesia se convertiría en disidente o llegaría incluso a implicarse de forma activa en la oposición antifranquista. Esta visión queda expuesta de una forma más madura y amplia en un trabajo posterior del mismo autor3, que ha suscitado no obstante una encendida polémica con el profesor Manuel Ortiz Heras4 en la que nos detendremos al considerar que pone de manifiesto algunos aspectos interesantes para nuestro estudio5. Identificar los diversos sectores dentro de la Iglesia, más allá de la dicotomía entre base y jerarquía, estudiar las actitudes de cada uno de ellos con respecto a los demás grupos intraeclesiales y con respecto al régimen, asignándoles la calificación de “colaboracionistas” o “disidentes”, y atribuirles una mayor o menor importancia tanto en términos de proporcionalidad numérica como en razón de su visibilidad o influencia a lo largo de un periodo complejo suscitan un profundo desacuerdo. Hablar de “la” Iglesia plantea un desafío conceptual difícil de abordar, máxime en un periodo prolongado y turbulento como el del denominado “segundo franquismo”. Aún reconociendo un viraje en las posiciones doctrinales y en la colaboración prestada por las instituciones eclesiales al régimen, el segundo nudo del debate aparece al señalar las razones para dicho cambio, lo que equivale a evaluar la “calidad” de las convicciones democráticas manifestadas por los distintos grupos eclesiales. Revisión y crítica sincera en un caso, ya sea a tenor de las transformaciones internas del

Cit.. Feliciano MONTERO “Los intelectuales católicos, del colaboracionismo…”., p. 41. Vid. Feliciano MONTERO GARCÍA: La Iglesia: de la colaboración a la disidencia (1956-1975), Madrid, Encuentro, 2009. 4 Cfr. Manuel ORTIZ HERAS: “La Iglesia, ¿rompió con el franquismo?”. Historia del Presente, nº 16 (2010), pp. 141-152 y Feliciano MONTERO GARCÍA: “El ‘despegue’ de la Iglesia en el segundo franquismo. Contestación a la reseña crítica del Prof. Manuel Ortiz Heras”, Historia del Presente, nº 16 (2010), pp. 153-163. 5 En su reseña Ortiz Heras afirma que un sector de la historiografía está tratando de defender “una visión alternativa a la dominante según la cual la Iglesia habría sido determinante en la Transición a partir de una ruptura nítida con el régimen franquista que se remontaría cada vez más atrás en el tiempo a medida que se publican nuevas investigaciones”, cit. Manuel ORTIZ HERAS: “La Iglesia, ¿rompió con el franquismo?”, p. 143. 2 3

catolicismo español, sea animado por la evolución europea especialmente tras el Concilio Vaticano II o sagaz oportunismo bien estudiado en otro, pretendiendo sacudirse las ataduras del patronazgo estatal, cuando no prever las consecuencias negativas de su asociación con un sistema que hacía aguas en lo político y una España (o una Europa) cada vez más secularizada en lo social y cultural. A pesar de que ambos admiten la existencia de un núcleo duro conservador, así como la importante contribución de algunos sectores de la Iglesia al desfondamiento final del franquismo, encontramos dos interpretaciones totalmente distintas. Quizá, las diferencias arrancan de un tercer dilema conceptual: definir qué se entiende por “colaboración” y “disidencia”. Para Ortiz Heras, la Iglesia no se limitó a colaborar en la construcción del Estado nacional-católico sino que se convirtió en una pieza clave de su entramado. Además, el cambio fundamental no es el de adoptar una postura de clara disidencia, es decir, de crítica y activo socavamiento de las bases ideológicas del régimen, sino más bien el de “desengancharse” de éste, o sea, dejar de prestar el decidido apoyo de los primeros decenios6. Existirían grupos disidentes, pero quedarían como una pequeña minoría, frente a las tímidas y en cierto modo convencionales críticas del sector mayoritario, cuando no el respaldo y la justificación prestados al gobierno en determinados momentos especialmente delicados. Más aún, Ortiz llega a afirmar que “el verdadero desenganche era la secularización”7 en el sentido de abandono de las instituciones eclesiales, con lo que cabe entenderse que dentro de éstas no fue posible nunca una auténtica oposición. De este modo, la tesis de Montero se basaría en una exageración, una tendencia a ver la botella media llena y poner de relieve algunos momentos o movimientos concretos, pretendiendo proyectarlos al conjunto8. Sin embargo, en su respuesta, éste afirma con rotundidad la existencia de un fenómeno de distanciamiento inicial y de crítica (o al menos “autocrítica) cada vez más aguda andando el tiempo, que se hace patente en los movimientos de base y al final será compartida por un sector importante de la jerarquía9. Bajo esta oposición subyace en nuestra opinión una sutil pero fundamental diferencia a la hora de concebir el proceso. Mientras que para Ortiz Heras sólo cabe Este término, el de “desenganche” en lugar de “disidencia”, parece estar teniendo fortuna para describir todo el proceso, como atestigua un reciente volumen recopilatorio coordinado por el propio Ortiz Heras. Vid. Manuel ORTIZ HERAS y Damián A. GONZÁLEZ (coords.): De la cruzada al desenganche: la Iglesia española entre el franquismo y la transición, Madrid, Sílex, 2011. 7 Cit. Manuel ORTIZ HERAS: “La Iglesia ¿rompió con el franquismo?...”, p. 147. 8 Cfr. Ibid., p. 146. 9 Cfr. Feliciano MONTERO GARCÍA: “El ‘despegue’ de la Iglesia en el segundo franquismo. Contestación a la reseña..”. , p. 156-157. 6

hablar de disidencia y giro hacia la democracia cuando se trata de críticas o acciones expresa y manifiestamente dirigidas en contra del régimen, Montero también contempla aquellos discursos que sin ser abiertamente opositores sí implican poner en entredicho los presupuestos del nacionalcatolicismo o transmiten unos valores acordes con una incipiente sensibilidad democrática. De ahí que lo que para uno es una evolución tardía, fragmentaria y minoritaria, para otro pueda ser rastreado desde una fecha temprana, en una variedad de lugares y representantes, para al final hacerse ostensible y decisiva. Por cronología, tratar de introducir el estudio de las Conversaciones en este marco podría parecer forzado. Sin embargo, precisamente en este primer punto radica uno de los interrogantes que habrá que resolver: por la proyección europea y el cariz de los temas que se debaten, estos encuentros parecen adelantarse en más de década y media no sólo a las grandes cuestiones que se tratarán en el Concilio Vaticano II sino que habrá que plantearse en qué medida suponen un primer cuestionamiento, al menos velado e indirecto, de alguno de los fundamentos ideológicos del régimen franquista. Por tanto, tendremos que re-examinar la cronología propuesta por Montero y preguntarnos si efectivamente se encuadrarían en la etapa de la autocrítica religiosa o su fondo va más allá, introduciéndose en lo social y lo político. Y ello sin olvidar que, tratando de la presencia pública de la Iglesia y de su relación con el Estado, las fronteras entre estos tres terrenos a menudo no son todo lo nítidos y diferenciables que uno podría desear. Aquí encontramos un segundo desafío si queremos valorar en su justa medida la naturaleza y trascendencia de las Conversaciones. A falta de investigar si se insertan en una red de iniciativas similares más amplia, parece que éstas constituyeron un “islote marginal y minoritario, más europeo que español”10, al menos en lo que se refiere a la proyección que tuvieron en la Iglesia y la sociedad españolas del momento. Por tanto, el argumento principal a favor de su relevancia se encontraría en lo novedoso y potencialmente crítico de su reflexión, así como en la huella que dejaron en personajes relevantes del panorama intelectual español. Evaluar si las Conversaciones fueron efectivamente un foco precoz de “disidencia” parece pretencioso, pero ello no obsta para analizar en profundidad la singularidad de las mismas, tanto más cuanto los indicios apuntan a que el régimen comenzó a inquietarse por el cariz que tomaban sus discusiones. En este sentido, la recapitulación del debate que expone Ortiz Heras en el

10

Cit. Feliciano MONTERO GARCÍA: “Los intelectuales católicos, del colaboracionismo…”., p. 54.

volumen recopilatorio antes citado nos ofrece algunos puntos de síntesis y acuerdo que además sirven para valorar el impacto de las Conversaciones. Hablamos concretamente del análisis de la Iglesia como un “espacio protegido” que suplía la carencia de libertad impuesta por el régimen y pudo desempeñar en algunos momentos una función parapolítica o prepolítica que habría brindado, especialmente a las generaciones jóvenes, una primera experiencia de apertura11. Existe no obstante el riesgo (que por otro lado se aprecia en los debates sobre la cuestión) de forzar los términos y hacer de la Iglesia (o de sus diferentes grupos) un ente político sin más, interpretando sus motivaciones con arreglo a una lógica que podría aplicarse a otros actores. Sin duda, es posible hablar de implicaciones políticas pero si en otros campos (como en el del papel de los intelectuales) surge la pregunta acerca de la “autonomía” de la cultura, parece razonable ponerse en guardia frente a la tendencia a interpretar las acciones y actitudes de la Iglesia como si su motivación principal fuese la de respaldar u oponerse al régimen. Tendremos por lo tanto que explorar en qué medida las Conversaciones pueden considerarse una plasmación concreta de la “función tribunicia” que acuñara Guy Hermet hace ya varias décadas12. Habrá también que estudiar hasta qué punto se aprecia ese “significativo desfase”13entre los participantes españoles y los europeos, si la presencia de un nutrido grupo de seglares imprime un carácter especial a las reuniones y de qué manera suponen una confrontación entre las tesis del llamado nacional-catolicismo y las corrientes que emergían entre los católicos de la posguerra. Será necesario preguntarse si en efecto las Conversaciones suponen otro de esos intentos de salvaguardar la posición de la Iglesia europea ante una “feligresía crítica o en desbandada”14 de la que habla Ortiz Heras o si las razones son más complejas y no obedecen sólo al oportunismo sino a una inquietud más profunda. Como hemos apuntado al comienzo, existe al menos un segundo campo de la historiografía cuyas discusiones y avances atañen al contenido de nuestro trabajo. Se trata de la historia cultural y más concretamente, la historia de los intelectuales durante el franquismo y la transición. Partimos para ello de la visión de conjunto que Javier Muñoz Soro ofrecía hace algunos años, acompañados de ciertas acotaciones al debate Cfr. Manuel ORTIZ HERAS: “Introducción” en ORTIZ HERAS, Manuel y GONZÁLEZ, Damián A. (coords.): De la cruzada al desenganche…, pp. 11-20. 12 Vid. Guy HERMET: Los católicos en la España franquista, Madrid, CIS, 1985. 13 Cit. Feliciano MONTERO GARCÍA: “El ‘despegue’ de la Iglesia en el segundo franquismo…”. p. 57. 14 Cit. Manuel ORTIZ HERAS: “La Iglesia ¿rompió con el franquismo?...”, p. 144. 11

por Jordi Gracia, Santos Juliá y Francisco Sevillano Calero 15. Aunque sea necesaria una actualización con otras aportaciones más recientes, nos ha parecido conveniente recuperar estas páginas pues en ellas se desgranan algunos aspectos polémicos interesantes para nuestra investigación. Entre ellos cabe destacar las diferencias entre quienes rastrean una mínima continuidad de la cultura y las tradiciones democráticas anteriores a la guerra por un lado y quienes por otro afirman una total ruptura y generación ex novo, que se haría patente a partir de la emblemática fecha de 1956. También debemos prestar atención a la distinción entre disidencia y disenso propuesta por Sevillano Calero, a las diferentes interpretaciones sobre la trayectoria de las figuras que transitan desde la colaboración a la oposición o al menos desafección del régimen, la cuestión de la “autonomía” de la cultura y su vinculación e influencia mutua con la política, así como a la falta de consenso sobre si las únicas raíces de la cultura democrática se encuentran en las posiciones abiertamente antifranquistas o si por el contrario hay que prestar atención a los intelectuales que sin romper dramáticamente sí se distanciaron del mismo. Habrá por tanto que preguntarse acerca de la especificidad de los intelectuales católicos en este proceso de cambio, sobre sus posibles aportaciones y contradicciones, así como por la influencia que las Conversaciones pudieron tener en los orígenes de éste. Para ello tendremos que profundizar en el complejo contexto español de los cincuenta y particularmente en el de las relaciones entre la Asociación Católica Nacional de Propagandistas y las diversas instituciones del régimen franquista. Éstas son algunas pistas introductorias sobre las que habrá que reflexionar más adelante. No olvidamos que existen otros aspectos que debemos tener en cuenta y que enriquecerán nuestro análisis, como por ejemplo el estado de la cuestión sobre la historia del catolicismo europeo en el siglo XX, especialmente en lo tocante al Concilio Vaticano II, o las preguntas abiertas a la aportación que determinadas corrientes dentro del catolicismo pudieron hacer en pro de la reconstrucción social, cultural y política del continente en la posguerra.

Génesis y desarrollo de las Conversaciones

Vid. Javier MUÑOZ SORO: “Intelectuales y franquismo: un debate abierto”. Historia del Presente, nº 5 (2005), pp. 13-22; así como las aportaciones de los otros tres autores citados en op.cit. pp. 23-39. 15

De acuerdo con la detallada rememoración de José Miguel de Azaola, quien asistió y colaboró en el desarrollo de los debates, el núcleo central de la actividad de las Conversaciones era la celebración cada año de un encuentro por espacio de una semana en el Palacio de la Diputación de San Sebastián16. Hubo una primera experiencia en 1935, que quedó interrumpida por la guerra civil y la II guerra mundial, para reiniciarse en 1947. Se celebrarían de forma constante hasta 1958, año en que se suspenden, para retomarse en 1959, fecha a partir de la que se extinguen. A ellas se invitaba en cada ocasión a un grupo de personas estable, a los que se añadían aquellos cuya colaboración podía interesar con arreglo al tema específico escogido más los asistentes que acudían libremente. La dinámica de las mismas se basaba en la presentación de varias ponencias en torno a un problema ya fijado de antemano, que la Dirección encargaba a personas seleccionadas, abriéndose después al debate. La lengua principal en que se desarrollaban los intercambios era el francés, dada la significativa presencia de invitados extranjeros, sin excluir un buen número de intervenciones en español y algunas excepciones en otros idiomas. A pesar de anunciarse cada día en la prensa local y de publicar “muy moderada y superficialmente”17 el contenido de las mismas, el número de asistentes, en su mayoría jóvenes no solían pasar de los cuarenta, llegando en casos excepcionales a los sesenta o setenta. Detrás de su organización encontramos una combinación de factores que será interesante investigar. Por un lado existe una figura emblemática e influyente, la de Carlos Santamaría, un ingeniero e inquieto humanista vasco, integrado en la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNP). Su carácter, actividad e ideas hacen de él un personaje sugerente para el estudio, máxime cuando parece haber dejado una honda huella entre los asistentes españoles18. Por otro, una compleja coyuntura marcada por un cambio de signo en el régimen en pro de los propagandistas, entre los que se encontrará el nuevo ministro de Asuntos Exteriores Martín Artajo. El Estado franquista se enfrentará a un peligroso aislamiento tras la caída de las potencias fascistas, por lo que es razonable pensar que apadrinó inicialmente esta iniciativa por la proyección positiva que podía tener fuera de nuestras fronteras, aunque tampoco hay que olvidar la tensión 1616

No podemos ignorar la importancia de la localización geográfica que no sólo facilitaba la presencia de colegas extranjeros, sino también un más fácil sorteo de la rígida censura existente. A ello se refiere José Miguel de AZAOLA: “Un fenómeno singular: las conversaciones…”., pp. 163-164. 17 Cit. Ibid. ,p. 164. 18 Así lo testimoniaba en sus memorias José Ramón Recalde, a quien además tuvimos oportunidad de entrevistar en julio de 2012. Vid. José Ramón RECALDE DÍEZ: Fe de Vida, Barcelona, Tusquets, pp. 7075.

existente entre católicos y falangistas, a las que cabe pensar no fueron ajenas las Conversaciones. La Iglesia también ejerció al comienzo un claro padrinazgo, manifestado en el hecho de que los obispos de Vitoria primero y después de San Sebastián presidieran su celebración, así como que el Nuncio encabezara la apertura de las mismas, al menos en varias ocasiones19. La idea de fomentar el encuentro y la discusión entre intelectuales católicos tras el cataclismo de la guerra parece haber sido bien recogida e incluso fomentada desde la Santa Sede, en un momento en que la opción por la democracia cristiana requiere un esfuerzo de reflexión y organización. Ello no obsta, como también tendremos que analizar, para que las ideas vertidas en las Conversaciones acaben suscitando crecientes recelos a partir de 1950. En todo ello la ACNP habría servido como una correa de transmisión idónea entre las intereses gubernamentales y los eclesiales. De hecho, como tendremos ocasión de comprobar, su boletín anual da cumplida cuenta de esta iniciativa, considerándola como propia20. La nómina de colaboradores y participantes encierra nombres que en ese momento o más tarde adquirirán relevancia por diversos motivos. Entre los españoles encontramos a Julián Marías, Aranguren, Ruiz-Giménez, Calvo Serer, Miguel Cruz Hernández, Raimundo Pániker, Juan B. Manyá, Guillermo Rovirosa o monseñor Fidel García, por citar sólo unos pocos. Con respecto a los europeos, cabe destacar a Sciacca, Yves Congar, Von Balthasar, Antonio Messineo o André Molitor, sin olvidar las colaboraciones de personajes como Karl Barth o Henri de Lubac. A falta de un examen más atento, nos vemos invitados a pensar dos veces antes de afirmar que estos encuentros no pasan de un fenómeno marginal que aglutinó durante algunos años a un puñado de figuras muy dispares entre sí, máxime cuando existen Para un testimonio gráfico, vid., entre otras noticias: “Inauguración en San Sebastián”, ABC, edición Madrid, 04 de septiembre de 1957, p. 8 (recuperado de internet http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1957/09/04/008.html ) . 20 Así lo señalan Feliciano MONTERO GARCÍA en “Los intelectuales católicos, del colaboracionismo…”, p. 52 y José Miguel de AZAOLA: “Un fenómeno singular: las conversaciones…”., pp. 161-162. Ambos coinciden en señalar que la ACNP llegó a considerarlos como una obra propia, que Azaola atribuye a un sector favorable a “fomentar, en el seno del catolicismo español, el espíritu crítico, rompedor de rutinas y barredor de prejuicios; y con este fin, a estimular el intercambio de ideas no sólo entre los católicos españoles entre sí, sino también con los de otros países europeos”. En la edición de los escritos del que fuera presidente de la ACNP hasta 1953, Fernando Martín-Sánchez, encontramos su intervención en la clausura de las IV Conversaciones (1949). Vid. Fernando MARTÍN-SÁNCHEZ JULIÁ Ideas claras, reflexiones de un español actual, Madrid, BAC, 2002 , pp. 563-564. Igualmente, vid. Cristina BARREIRO GORDILLO: Historia de la Asociación Católica de Propagandistas. III. La presidencia de Fernando Martín-Sánchez Juliá (1935-1953), Madrid: Ediciones CEU, 2010, pp. 237-239, quien cita la génesis de las Conversaciones en 1947 como una empresa gestada en el seno de la organización afincada en San Sebastián. 19

indicios de que las Conversaciones se inscriben en un conjunto de iniciativas similares que pudieron dar lugar a una red más o menos estable de relaciones. En efecto, podemos comprobar que existen encuentros parecidos en las mismas fechas y en otros lugares, dentro de España (las Semanas Sociales, el Círculo de Estudios de Madrid, el grupo de pensamiento de los jesuitas Fomento Social o la fundación del Instituto Social “León XIII” ), o bien fuera (Pax Romana o los diversos grupos de reconciliación francoalemanes) cuyos asistentes coinciden21. Apoya también esta idea el hecho de que existan colaboradores externos que aunque no acuden físicamente sí participan en Documentos, la revista de difusión de las Conversaciones. Ésta además no se limita a levantar acta de lo discutido durante las reuniones presenciales, sino que una primera lectura del contenido de sus números revela que los trabajos publicados en ella más bien revisan y critican lo expuesto o proponen nuevos avances para la siguiente reunión, lo que sugiere que la actividad en torno a las Conversaciones perduraba a lo largo del año y los contactos se mantenían. Igualmente cabe señalar la relación de la revista con otras dos homólogas en Francia (Documents) y Alemania (Dokumente), cuyos redactores jefe acudían a San Sebastián22. Un estudio más minucioso nos ayudará a averiguar si hablamos de iniciativas marginales y desconectadas o si la iniciativa de Carlos Santamaría se insertó en un mapa más complejo y quizá poco estudiado.

La revista Documentos y los grandes temas de discusión

Uno de los objetivos fundamentales de esta investigación será analizar los temas clave en torno a los que orbitaron las Conversaciones, para lo cual la revista Documentos constituye el punto de partida ineludible. Se trata de veintidós números, editados entre 1949 y 1956 con un tamaño aproximado de una cuartilla A5 y una

Feliciano MONTERO GARCÍA, “Autocríticas del nacionalcatolicismo…”, pp. 144-145 e ÍDEM, “Los intelectuales católicos, del colaboracionismo…” , pp. 42-43, subraya la importancia de estas otras iniciativas como contexto que incitó la organización de las Conversaciones. 22 Se trata de el francés J. J. Baumgartner y el alemán Georg Smolka, cfr. José Miguel de AZAOLA: “Un fenómeno singular: las conversaciones…”, p. 166. Como se puede comprobar a partir del segundo número de la revista Documentos, ambas publicaciones “hermanas” aparecen anunciadas en la contraportada o en algún otro lugar visible. Podemos por lo tanto hacer un estudio comparativo de sus mutuas influencias y de las diferencias en el tratamiento de problemas comunes. A partir del nº 7 encontramos una nueva referencia, la revista Église Vivante. A partir del nº 11 y 12 la noticia amplía más el detalle del contenido, vislumbrando temas de debate que conectan con las Conversaciones. Del nº 17 en adelante se añade un nuevo anuncio, en este caso de la Revue de l’Action Populaire. La suscripción a todas ellas en España se gestionaba a través del mismo apartado de correos que la revista Documentos. 21

extensión media de 150 a 180 páginas. Tal y como aclara la propia revista a partir de su primer número, el volumen de la tirada es muy limitado y va destinado fundamentalmente a los asistentes, siendo posible enviar algunos ejemplares a interesados ajenos23. Cabe pensar que dicha limitación viene impuesta por la exención de censura civil (aunque sí esté sujeta a la supervisión eclesiástica, que comenzará a hacerse más visible en la etapa final) a cambio de mantenerse dentro de determinados márgenes. Hemos hablado ya de sus relaciones con Documents y Dokumente, a las que es posible que se una la revista italiana Civiltà Cattolica, a raíz de la asistencia de su redactor jefe y más tarde director, Antonio Messineo. Hemos señalado también que, a diferencia de lo que podríamos pensar de entrada, las páginas de la revista no son meras “actas” de las reuniones, sino que parecen constituir un ejercicio de reflexión y maduración complementario a éstas y que les sirve como nexo de unión. Una primera revisión del conjunto permite espigar varios temas fundamentales cuyo contenido sólo podemos bosquejar de momento pero en los que esperamos profundizar con el tiempo. El primero y uno de los más destacados tiene que ver con la lectura católica de los Derechos Humanos en el contexto de la posguerra mundial 24. Surge aquí una fuerte debate, no sólo por el desafío de poner en relación la doctrina católica con el lenguaje filosófico secularizado sino especialmente por un escollo de especial interés para nuestra investigación: el tratamiento de la libertad religiosa. Casi veinte años antes de la conflictiva redacción de la Declaración Dignitatis Humanae, las Conversaciones ponen de manifiesto las dos perspectivas opuestas (la de la mera tolerancia o la consideración como un derecho) que se harán patentes en el Concilio Vaticano II25. Más allá del enfrentamiento entre una lógica doctrinal que pone el acento en el deber de salvaguardar la verdad frente al peligro de relativismo y otra que señala el

“Estos Cuadernos de DOCUMENTOS se hallan reservados a los miembros de las Conversaciones y personalidades participantes en dichas reuniones. No obstante, los Centros culturales y personas interesadas en conocer el desarrollo de estas actividades pueden solicitar el envío de los mismos del Presidente de la Junta de las Conversaciones Católicas Internacionales, Apartado 66 , San Sebastián, indicando su domicilio y profesión. Será posible atender un pequeño número de tales peticiones”, cit. Documentos nº1 (1949), p. 1, en español en el original. 24 La cuestión constituye de forma explícita el meollo de los números 1, 2 y 4, reapareciendo en el número 10. 25 Cfr. José Miguel de AZAOLA: “Un fenómeno singular: las conversaciones…”., p. 168. Para un interesante estudio y comentario de los debates conciliares vid. Silvia SCATENA: La fatica della libertà. L'elaborazione delle dichiarazione «Dignitatis humanae» sulla libertà religiosa del Vaticano II. Bologna: Il Mulino, 2003. También el artículo, pendiente aún de publicación, de José Luis SÁNCHEZ NOGALES: “La libertad religiosa. El derecho fundamental de la persona y su ejercicio democrático. Propuesta católica: la Declaración Dignitatis Humanae” Almeriensis. Revista miscelánea de Teología, Ciencias Religiosas y Humanidades, vol. IV, nº 2 (2011), pp. 295-344. 23

necesario respeto a la libertad personal, lo que aparece de fondo es la pregunta por la presencia e influencia de la Iglesia en el ordenamiento jurídico del Estado. Las discusiones penetran así en un segundo tema crucial, el de las implicaciones políticas de la Iglesia, que se va desarrollando no sólo en las discusiones sobre el derecho a la libertad religiosa, sino también al hablar del concepto de neutralidad, del desafío de la propaganda y la opinión pública, del papel del catolicismo en el proyecto de reconstrucción europea o en la relectura crítica que se hace del nacionalismo 26. No cabe duda del interés de estudiar los debates e identificar las diferentes posturas, poniéndolas en relación con un contexto lleno de contrastes: la España del nacionalcatolicismo y el Concordato de 1953 y una Europa que debe renacer de las cenizas de la guerra, en la que emerge con pujanza la democracia cristiana y comienzan a trazarse las bases de un nuevo ideal de unidad más allá de los enfrentamientos nacionales. Cabría decir, al menos de manera provisional, que la labor reflexiva de las Conversaciones no se queda en mero diletantismo intelectual sino que apunta a cuestiones muy delicadas y controvertidas dentro de nuestras fronteras y se enfrenta a los nuevos desafíos que el fin de la guerra mundial planteaba en el horizonte de unas sociedades y unos Estados destrozados por la contienda. Dicho de otro modo, no hablaríamos de sabios encerrados en una torre de marfil, sino de personas que han sufrido en su propia existencia y en la de sus seres cercanos el vívido drama que sirve de telón de fondo a sus reflexiones, así como la urgencia de la tarea crítica y constructiva que emprenden al hablar de estos temas27. No menos candente es el tercero de los grandes hilos, relativo a la reforma de la Iglesia que servirá de cauce de expresión a las inquietudes, enfrentamientos y nuevas corrientes que, como la nouvelle théologie, se preguntan por el papel de los seglares, la tensión entre obediencia y crítica dentro de la Iglesia o lo mutable y lo inmutable dentro de ésta28. Completan el marco otros aspectos también importantes, como la cuestión

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Así aparecerá en los números 3, 6 y 9 (sobre el catolicismo en la reconstrucción de Europa), en el nº 5 (sobre propaganda y opinión pública ), en los 11 y 12 (sobre la “eficacia temporal del cristianismo”), en los 8 y 9 (catolicismo y patriotismo) o en los 19 y 20 (sobre el concepto de neutralidad). Como es lógico, habrá entrecruzamientos y reiteraciones entre unos y otros temas a lo largo de cada uno de estos números. 27 La propia revista insiste en esta intención, señalando la importancia de promover el diálogo y aunar esfuerzos comunes: « Les Conversations de Saint Sébastien tâchent, au moyen de ces discussions sincères et fraternelles qui se déroulent habituellement dans une atmosphère de réalisme et de sincérité, de surmonter toutes les disparités accidentelles qui parfois séparent les catholiques de nationalités différentes ou de diverses idéologies politiques, philosophiques sociales, etc. », cit. Documentos, nº 2, retira de carátula, en francés en el original. 28 Vid. respectivamente los números 13-14 (1953), 16-18 (1954) y 21- 22 (1956).

social expresada en el proyecto de apostolado sacerdotal obrero29. Buscaremos de este modo intentar iluminar una estación del camino que lleva al Concilio Vaticano II, poniendo de relieve la peculiaridad de que se celebren en un momento y lugar como es la España de los años cuarenta y cincuenta. Analizaremos además estos debates a la luz del concepto de clericalismo expuesto por Julio de la Cueva y Feliciano Montero hace unos años, preguntándonos en qué medida las Conversaciones evidencian la tensión entre una actitud de resistencia a la modernidad liberal y la búsqueda del compromiso entre libertad y fidelidad a los valores católicos30.

El final de las Conversaciones y su huella

La última parte de nuestro proyecto se encargará de analizar las causas y el proceso que desembocarán en el final de estos encuentros y las consecuencias posteriores que tuvieron en los que asistieron a ellas. Basándonos en los indicios hasta el momento recopilados, podemos apuntar a dos factores clave: la presión gubernamental y la retirada de apoyos por parte de la Santa Sede y la Nunciatura. Con respecto al primero de ellos, existen pruebas del seguimiento “ a distancia” que, al menos, el Ministerio de Asuntos Exteriores (y probablemente el gobierno civil) había llevado a cabo sobre las Conversaciones31 y Azaola rememora la creciente tensión con las autoridades y la hábil diplomacia con la que Carlos Santamaría habría intentado capearla32. La crisis de 1956 pone en el punto de mira la actividad intelectual no estrictamente “ortodoxa” y además supondrá el fin de la influencia de los propagandistas, ejemplificado en la salida de Martín Artajo del gabinete de ministros en 1957. Así el padrinazgo primero, la tolerancia después y el creciente recelo por último 29

Tratado en el nº 15 (1954). Vid. Julio de la CUEVA MERINO y Feliciano MONTERO GARCÍA (eds.): La secularización conflictiva. España (1898-1931), Madrid, Biblioteca Nueva, 2009, pp.10-18 . Asimismo, el recentísimo e interesante ensayo de Pilar SALOMÓN CHÉLIZ: “Libertad religiosa y laicismo en la España contemporánea. Reflexiones sobre algunas perspectivas historiográficas recientes”, Ayer, nº 86 (2012), pp. 227-245, especialmente las pp. 228-230 y de nuevo 240-241. 31 Vid. Feliciano MONTERO GARCÍA en “Los intelectuales católicos, del colaboracionismo…” , p. 52, nota a pie 17. 32 Cfr. José Miguel de AZAOLA: “Un fenómeno singular: las conversaciones…”, p. 165-166, quien lo señala explícitamente. A falta de profundizar en el material de archivo de Carlos Santamaría y en fondos gubernamentales, un examen más atento de cómo evolucionan algunos detalles de la revista Documentos hacia el final de su etapa de publicación (en 1956) sugieren un control más atento por las autoridades, así por ejemplo, a partir del nº 13 (1953) se inserta en sus primeras páginas una prudente aclaración sobre la no identificación de la dirección con las opiniones expresadas por los ponentes y a partir del nº 19 (1955) reaparece después de varios años una mención al examen de la censura eclesiástica. 30

habrían supuesto un problema cada vez más acuciante para los organizadores de este tipo de “audaces” encuentros. Queda por estudiar si el gobierno presionó a la Nunciatura o al obispado para que se terminaran las Conversaciones. Lo que sí está claro es que la Iglesia también evolucionó hacia posturas cada vez más opuestas, como ponen de manifiesto algunos testimonios documentales que hemos podido consultar y que expresan la inquietud del Santo Oficio por su contenido y desarrollo excesivamente atrevido33. Podremos examinar cómo este caso concreto ilustra la complejas y delicadas tensiones que dominan el periodo de los años cincuenta en el seno de la Iglesia tras la publicación de la encíclica Humani Generis. Finalmente, trataremos de hacer un esfuerzo por rastrear el recuerdo y la influencia que los debates y las ideas expresadas en las Conversaciones ejercieron sobre sus participantes. Nuestra labor se centrará principalmente en dos focos: el contraste con las discusiones conciliares relativas a los temas fundamentales que ya hemos tratado y la huella en los jóvenes intelectuales españoles que andando el tiempo adquirirán protagonismo en los últimos años del franquismo y en la transición. El objetivo último será establecer si, por un lado, estos encuentros pueden entenderse como una hebra dentro de una red más compleja de acontecimientos culturales que preconizan los trabajos conciliares y si, por otro, representan un ejemplo de esa difusa autocrítica católica que andando el tiempo habría colaborado en la eclosión de la nueva sensibilidad democrática.

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Cfr. Carta del Excmo. y Revdmo. Sr. D. Hildebrando Antoniutti, nuncio apostólico en España, al Excmo. y Revdmo. Sr. D. Jaime Font y Andreu, Obispo de San Sebastián (20 de agosto de 1955), Fondo de la Nunciatura Apostólica En España - N. 1523/55recuperado de internet en http://karlossantamaria.com/azterke/aintx27.htm (25.06.2012); “Carta de monseñor Dell'Acqua, en nombre del Papa, al obispo de la diócesis”, con fecha de 5 de agosto de 1957,publicada en Ecclesia, nº 1009 (1957) recuperado de internet en http://karlossantamaria.com/azterke/aintx27.htm (acceso 25.06.2012) y por último la “Comunicación del Santo Oficio, según carta del Excmo. Sr. Nuncio apostólico” (9 de julio de 1958), Fondo de la Nunciatura Apostólica En España recuperado de internet en http://karlossantamaria.com/azterke/aintx27.htm (acceso 25.06.2012).

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