LAS COMPLEJIDADES DE LO SOCIAL Y SUS DESAFIOS A LA INVESTIGACION CRíTICA

May 22, 2017 | Autor: A. Torres Carrillo | Categoría: Metodología y Teoría de la Investigación Social, Teoría Crítica, Investigación crítica
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LAS COMPLEJIDADES DE LO SOCIAL Y SUS DESAFIOS A LA INVESTIGACIÓN CRÍTICA1 ALFONSO TORRES CARRILLO2 1. Los enredos de los que formamos parte. La historia no es orden, es desorden racional. En el momento mismo de mantener un orden, es decir una estructura, la Historia ya está en camino de deshacerlo. Jean Paul Sartre Todos hemos presenciado o protagonizado cambios en nuestra vida personal, familiar y colectiva. Unos asociados a procesos económicos, otros a conflictos y dinámicas sociales, a transformaciones en la política o la cultura, o en la mayoría de los casos, a la confluencia de varios factores. En unos casos, estos cambios han sido bruscos, evidentes para todos; en otros, han sido transformaciones lentas, perceptibles sólo cuando han pasado varios años o incluso, generaciones; unos cambios han sido exclusivos de nuestra localidad, otros han sido comunes a otras regiones; otros han afectado todo el país e inclusive han abarcado todo el planeta; en fin, cuando tratamos de encontrar el origen, las manifestaciones y consecuencias de dichos cambios, se encuentra que convergen diferentes aspectos, tiempos y espacios y niveles de la vida social. Esta dificultad radica en que la vida social no es simple; es un fluir continuo en el que se entrecruzan diferentes tiempos, espacios y modos de ser social: pasado, presente y porvenir, lo económico, lo político y lo cultural, lo personal y lo colectivo, lo local, lo regional, lo nacional y lo mundial; dimensiones que se interconectan y se influyen de diferentes y cambiantes maneras. La vida social se produce y se reproduce permanentemente, a través de estructuras cambiantes, de relaciones, de conflictos y de actores individuales y colectivos que con su memoria, sus ideas, sus deseos y utopías orientan la transformación social. La sociedad es una urdimbre tejida por múltiples hilos, nudos y enredos que se hacen y se deshacen; este entramado dinámico, en unas áreas se agolpa haciéndose más fuerte, en otras se debilita e incluso, se rompe. Si la sociedad es una construcción permanente y abierta, podemos afirmar que la vida social no está totalmente determinada; no siempre unas condiciones geográficas o económicas generan procesos o conflictos similares; los problemas son experimentados de manera diferente de acuerdo a su historia, su cultura, sus ideas, 1 2

Publicado en: Cuadernos de Sociología # 35, USTA, Bogotá, 2000

Docente investigador del Departamento de Postgrado de la Universidad Pedagógica Nacional. Catedrático de la Facultad de Sociología de la Universidad Santo Tomás

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sus deseos y sus sueños: Las prácticas individuales y colectivas a su vez afectan las circunstancias que le dieron origen; un mismo proceso político o cultural asume formas diferentes en cada región, localidad y sector social enfrentan sus necesidades y cambian así las circunstancias. Así por ejemplo, la globalización económica y comunicativa - pese a su tendencia homogeneizadora - ha tenido efectos diferenciados en cada país y dentro de cada nación. Es por eso que los estudiosos de la sociedad afirman que la realidad social es a la vez, “síntesis de múltiples determinaciones” (Marx), pero también “síntesis de múltiples posibilidades” (Zemmelman); es decir, las circunstancias en las que nacemos o actuamos no las escogemos, están ahí, han sido construidas por otros en el pasado, quienes les han impreso su sello; sin embargo, podemos actuar sobre estas condiciones y relaciones desde nuestras creencias, aspiraciones y utopías; en la medida en que conforman capacidades y fuerzas para actuar, en la medida que resiste a lo adverso y se construyan proyectos que permitan ir cambiando lo dado por lo deseable y lo posible, en la medida en que se inventen utopías y se actúa por hacerlas realidad. Así como la vida social se produce continuamente, los sujetos que la forman también se van constituyendo en ese proceso. Las gentes se encuentran en sociedades estructuradas en modos determinados (no exclusivamente por lo económico), experimentan esas condiciones como necesidades y generan experiencias comunes para afrontarlas (Thompson 1984); en esta vivencias comunes van inventándose instituciones propias y van generando una cultura que les da identidad y sentido de pertenencia: es decir, van creando su propio lenguaje, sus mitos, ritos y símbolos, van agrupándose y formando instituciones propias, etc. En la medida en que los colectivos sociales se enfrentaran a sus circunstancias para cambiarlas, se construyen ellos mismos como sujetos, como actores históricos. Esta producción la vida histórica y de sus actores se realiza dentro de las coordenadas de tiempo y el espacio, los cuales no son similares a los del mundo físico. Así tengamos relojes para precisar el tiempo diario y nuestro cuerpo regule sus ciclos de trabajo y descanso en la sucesión día-noche, el tiempo de nuestra vida personal y social transcurre a diferentes ritmos y en un mismo lugar coexisten diferentes tiempos. El tiempo social es múltiple y anda a diferentes velocidades (Braudel 1980); en unos casos, las cosas cambian muy, pero muy lentamente; pasan años y años y pareciera que no se movieran, como es el caso de las formas de propiedad sobre la tierra o las costumbres frente a nuestros muertos. A ese lento transcurrir lo llaman los historiadores la “larga duración”; las estructuras sociales son relaciones cuyo cambio es lento y difícil: pueden cambiar las personas (el nombre de los hacendados o de los difuntos), pero las maneras de relacionarse y hacer las cosas continúan como si nada. Pero no todo en lo social va así de lento; existen otras dinámicas sociales cuyo ritmo de cambio es más acelerado; incluso, de un día para otros o de un momento para otro, como lo que pasan en los noticieros de televisión o de la radio: los actos de poder de los gobernantes, los sucesos de la vida política o del conflicto armado, los cambios en los precios del dólar o del café en el exterior, los eventos deportivos y las catástrofes naturales. Ese acelerado ritmo de la vida social es de “corta duración“ o el tiempo de

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los “acontecimientos”, el cual coexiste con la larga duración, unas veces afirmándola, otras negándola o cuestionándola. Ejemplos de acontecimientos serian, una alocución presidencial anunciando medidas de austeridad, un paro cívico regional, una marcha de protesta, un partido de la Selección Nacional de fútbol o el desborde de un río; en todos los casos no es difícil determinar su duración, sus causas cercanas y su impacto inmediato; es posible que sus causas y consecuencias más profundas haya que buscarlas en factores estructurales o en otros factores asociados a la coyuntura. A propósito: una temporalidad intermedia entre la larga duración (estructuras) y la corta duración (acontecimientos) es la de las coyunturas o tiempo de “media duración”; en ellas, una serie de acontecimientos toma una dirección o sentido determinado que le imprime una cierta singularidad que hace distinguir un período de otro. Así por ejemplo, los múltiples enfrentamientos entre el Ejército, la guerrilla y los paramilitares de los que todos los días nos informan los noticieros, indican que estamos en una coyuntura de intensificación del conflicto armado. Con lo dicho, creo que ahora nos resulta más clara la afirmación de que en la sociedad coexisten diferentes tiempos. Los eventos y hechos de nuestra vida local, regional o nacional podemos ubicarlos e interpretarlo desde la coyuntura y a su vez, relacionarlo con determinadas tendencias estructurales; pero también podemos ir en dirección contraria: ver cómo una condición estructural se evidencia en ciertas coyunturas y acontecimientos; por ejemplo, un hecho estructural reconocido por todos es la condición de dependencia de nuestro país con respecto a los Estados Unidos; ello se puede ver en las relaciones y políticas comerciales, en los tratados de “ayuda” militar o en las políticas antidrogas. Así como lo social es multitemporal también es multiespacial; es decir, las dinámicas y cambios sociales no se dan de modo homogéneo dentro de los espacios nacionales o regionales sino que son diferenciados y desiguales. Así por ejemplo, la conformación espacial del país es heterogénea: zonas densamente pobladas como Andes centrales y otras escasamente pobladas como las selvas amazónicas; unas zonas muy urbanizadas y ciudades de varios millones de habitantes e infinidad de pequeños caseríos y áreas de agricultura extensiva; regiones cruzadas por varias vías de transporte y otras totalmente incomunicadas. También, la cercanía o lejanía entre dos lugares no depende sólo de su distancia física sino de las posibilidades tecnológicas, económicas y culturales para lograrlo. Por ejemplo, la revolución tecnológica asociada a la microelectrónica, la telemática y la informática ha acelerado las transacciones financieras a nivel mundial, ha acortado las distancias entre países y se han globalizado las comunicaciones y la industria cultural. Las experiencias del tiempo y el espacio para quienes acceden a estos desarrollos es radicalmente al de los pueblos y personas que van quedando al margen de dichos avances. En fin, en la actualidad, nadie podría negar que las sociedades son complejas, cambiantes, determinadas e indeterminadas, ordenadas y desordenadas, estructuradas y en la que confluyen múltiples tiempos y espacios. Podríamos suponer que comprender los fenómenos, hechos, dinámicas, relaciones y conflictos que en

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ellas se dan, exige por parte de los científicos sociales la elaboración de diferentes teorías, estrategias, métodos y técnicas de investigación abiertas, flexibles y críticas que den cuenta de dicha complejidad. 2. Las vicisitudes y retos de la investigación social. La investigación es una cosa demasiado seria y demasiado difícil para tomarse la libertad de confundir la rigidez, que es lo contrario a la inteligencia y la imaginación, con el rigor. Pierre Bourdieu Hasta hace unas décadas las ciencias sociales estuvieron orientadas por un ideal reduccionista (Morin). Predominaron paradigmas teóricos y metodológicos que suponían una realidad social independiente de sus observadores, determinada por leyes universales y un tiempo y un espacio uniformes; el ideal científico sería descubrir tales leyes y aportar teorías para controlar lo social; por ello se privilegiaban la abstracción y la especialización, la descomposición de su objetos de estudio en indicadores y variables controlables; en fin se privilegiaba una lógica que desconocía la alteridad, la novedad y el azar presentes en la vida social, así como las dimensiones subjetivas que le dan significado a las acciones y sujetos que la conforman. Esta perspectiva positivista de concebir la investigación social, que predominó dentro de las diferentes disciplinas sociales desde fines del siglo XIX hasta más allá de la mitad del siglo XX y se convirtió en hegemónica dentro de las universidades y muchos centros de investigación. Mientras las ciencias naturales se distanciaban con el determinismo introduciendo el azar y la relatividad del conocimiento y la literatura, las artes plásticas y el cine incorporaban la complejidad de los dramas humanos y su ineludible componente subjetivo, el paradigma de simplicidad se resistía a reconocer sus limitaciones y fisuras3. En muchas universidades el positivismo metodológico continuó y continua enseñándose y empleándose para valorar la cientificidad y la rigurosidad de la investigación social. Tal vez todos nosotros, fuimos formados o deformados en esta perspectiva y sus supuestos estén más interiorizados dentro de nosotros más lo que suponemos. Quienes hacemos investigación social y quienes se preparan para serlo debemos enfrentarnos permanentemente a los obstáculos epistemológicos heredados de esta forma hegemónica de entender el conocimiento científico. Exige estar dispuestos a desaprender y a reeducarnos, a asumir creativa y críticamente la aventura que significa investigar; a adoptar una postura abierta a las discusiones y aportes que desde diferentes campos intelectuales se hacen sobre la ciencia y la investigación social.

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Aunque el positivismo fue cuestionado desde su mismo origen desde algunas disciplinas como la historia, sólo desde hace unas décadas cobraron fuerza los argumentos históricos, epistemológicos, teóricos y metodológicos que pusieron en evidencia sus fisuras y contradicciones.

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Es en esta perspectiva es que se ubican las consideraciones siguientes, que no son más que unas sencillas formulaciones que buscan sintetizar lo que he aprendido sobre el quehacer investigativo sobre lo social. Exponerlas ante ustedes es sólo un aperitivo y un pretexto para lo que abordaremos en este espacio privilegiado para la discusión y el aprendizaje que es nuestra Especialización en Teorías, Métodos y Técnicas de Investigación. 1. La investigación social, al igual que las disciplinas desde las que se hace, son una construcción histórica y cultural y por tanto, abiertas al cambio. No ha existido siempre ni ha sido la única forma de producir saber “verdadero”; tampoco ha existido ni existe un modo único de entenderlos: las comunidades académicas de cada disciplina y paradigma van definiendo las reglas de juego de lo que es o no válido, reglas que por tanto, son cambiantes. Los límites entre las ciencias sociales, sus contenidos y metodologías no son un “reflejo natural” de una realidad dócil sino construcciones - en buena medida arbitrarias - permeadas por los contextos históricos e ideológicos en los que surgen y de desenvuelven (Wallerstein 1996); la disolución de sus fronteras, así como la emergencia de temas transdiciplinares y territorios híbridos de investigación social (Dogan y Pahre 1991). 2. Del mismo modo, todo proceso de investigación no es el descubrimiento o reflejo mecánico de una realidad “objetiva”, sino una producción de sentido sujeta a unas pautas intersubjetivas. Es una lectura parcial que permite “ver” unas acciones, relaciones y procesos, dejando por fuera otros y que a su vez son construcciones subjetivas, vividas por sus autores desde sus lecturas: no produce verdades universales, sino interpretación de otras interpretaciones. En términos de Ibañez (1998: 13): “no es posible alcanzar la verdad, pero si es posible perseguirla sin fin”. Reconocido este carácter poliédrico de la realidad social, su comprensión exige incorporar diversas perspectivas y posiciones de observación. El sujeto trascendental propio de la ciencia clásica y el monismo metodológico pretendido por el positivismo deben ser remplazados por la intersubjetividad y el principio de complementariedad, tanto en teorías como en métodos, técnicas y fuentes de información. 3. Los intereses de la investigación social siempre van más allá del conocimiento. A pesar que el paradigma de simplicidad siempre proclamó su neutralidad valorativa y su independencia política, hoy se han develado sus nexos -conscientes e inconscientes- con los poderes e ideologías dominantes. La investigación social positivista es conservadora pues ha servido al paradigma de control (Ibañez 1998): naturaliza el orden social, el investigador se niega él mismo como actor, ocultando su posición e influencia; extrae información para las élites; la clave es la separación entre sujetos (el que mandan y saben) y objetos (los mandados y no saben); a estos últimos se les niega su carácter de sujetos al convertirlos en datos Es mejor ser consciente de las relaciones de poder presentes en todo proceso de investigación y hacer explícitos los alcances prácticos y sociales del quehacer

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investigativo. En mi caso, creo que la investigación social también puede servir a proyectos y procesos emancipadores; puede contribuir a la transformación social, a la superación de los obstáculos que impiden el desenvolvimiento de personas y colectivos, a develar ideologías que ocultan o justifican injustas relaciones de poder, así como a la construcción de alternativas sociales, de nuevas lecturas de realidad y de visiones de futuro. En efecto, en los países del centro y en los de la periferia (América Latina, África, Asia) han surgido propuestas teóricas e investigativas - de carácter crítico, que buscan acercar investigación y acción transformadora y a involucrar a los propios sujetos en la producción de conocimiento. Estrategias como la observación participativa, la investigación acción la Investigación Participativa, la sistematización de experiencias, los estudios subalternos y la recuperación colectiva de la historia, son algunas de las posibilidades para quienes busquen articular producción de conocimiento y emancipación social y cultural (Fals Borda y Anisur 1991; Torres 1996). 4. En toda investigación social sujeto y objeto se interpenetran y condicionan. En contravía del positivismo que suponía una exterioridad entre sujetos observadores y objetos observados, la física contemporánea ha puesto en evidencia que la observación está influida por la posición/momento de la observación (mecánica relativista) y que en la observación sujeto y objeto se interpenetran (mecánica cuántica): el sujeto es afectado por el objeto y el objeto es alterado por el sujeto. En las ciencias sociales esta premisa es evidente; el investigador construye sus objetos desde sus supuestos conceptuales y estrategias de abordaje; el investigador forma parte y es función del orden social que investiga: está sujeto a su objeto; a su vez la sociedad está dentro del investigador (el orden social es interiorizado por la cultura y la ideología). Así, la pretendida “objetividad” debe dar paso a la reflexibidad que postula objetos definibles en la relación con el sujeto; la investigación como sistema reflexivo está compuesta por un sujeto y la realidad que ese sujeto intenta objetivar (Ibañez 1998: 13). En las investigaciones de carácter participativo esta disolución entre objeto y sujeto se radicaliza: los sujetos objeto de la investigación son a su vez sujetos de conocimiento; el investigador no es un individuo sino un colectivo que se forma en la misma investigación: los participantes, a la vez que construyen su objeto de conocimiento se construyen como sujetos epistémicos. 5. La investigación social debe superar todo reduccionismo y determinismo. Si la realidad social es compleja y cambiante, orden y azar, estructurada por dinámicas objetivas y procesos subjetivos, la investigación social debe abandonar la simplificación y determinismo. Más allá del dilema entre el uso de técnicas cuantitativas o cualitativas, el problema es construir propuestas metodológicos, apoyados en paradigmas y teorías que incorporen esta complejidad, que no sólo reconozcan lo dado, sino también lo inacabado, el futuro, que no dejen al lado el azar, lo contingente,

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la incertidumbre, lo subjetivo, el lenguaje, las múltiples tramas sociales y tiempos de los que están construidos los hechos sociales. Ello supone un uso abierto, creativo y crítico de las teorías sociales y sus conceptos; es necesario en cada investigación construir teorías apropiadas que sin desconocer el acumulado conceptual proveniente de las diversas disciplinas y tradiciones teóricos, sean sensibles a las singularidades de la realidad que se estudia. En lugar de limitarse a “aplicar” teorías preexistentes, asumirlas flexiblemente como “cajas de herramientas” y estar en disposición de elaborar nuevos conceptos y construcciones interpretativas. 6. El saber sobre o social no es patrimonio exclusivo de las ciencias sociales. Wallerstein (1996: 48), recientemente ha señalado que “ser histórico no es propiedad de los historiadores, es una obligación de todos los científicos sociales. Ser sociológico no es propiedad exclusiva de ciertas personas llamados sociólogos, sino una obligación de todos los científicos sociales... no creemos que existan monopolios de la sabiduría ni zonas de conocimiento reservadas a personas con determinados títulos profesionales”. Más aún, el saber sobre el devenir social no es patrimonio exclusivo de las disciplinas sociales, sino que forma parte de otras prácticas culturales como la literatura, el cine, el teatro, las artes plásticas y los medios masivos de comunicación. Por el hecho de tener el mundo social por objeto y de pretender una representación veraz del mismo, deben competir con otros campos de producción simbólica y con todos los agentes sociales que buscan imponer su visión de la sociedad. En tercer lugar, el saber social no es exclusivo de estos campos especializados producción cultural, también forma parte de la cultura de todos los grupos sociales; a través de su memoria colectiva, sus tradiciones, su oralidad y sus prácticas cotidianas, la gente común y corriente también se forja sus propias representaciones de lo social. Así, el control del saber sobre la sociedad es una arena donde versiones hegemónicas se enfrentan a otros saberes sociales subyugados (Foucault 1989). Este reconocimiento de diferentes modos de producción de saber social más acá y más allá de las disciplinas sociales, exige incorporarlos en la comprensión de la vida social. Otros lenguajes, otras lógicas y racionalidades deben tener cabida en la producción de conocimiento social desde una perspectiva crítica; el investigador social no debe solo hacer caso de las teorías sociales, también debe oír y dialogar con otras voces, la de la propia gente, las de la literatura, el cine y demás artes. 7. A modo de conclusión abierta, asumir una posición crítica en investigación implica estar en estado de alerta permanente las diferentes dimensiones de proceso de construcción de conocimiento; estar atentos a reflexionar y cuestionarse en torno al: - Los sentidos de la investigación; porqué y para qué estoy investigando? Cuál es la significación, pertinencia y relevancia del conocimiento que se espera producir? A cuáles sujetos y proyectos va a ser útil?

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- La construcción del objeto: qué estoy investigando, cómo estoy construyendo mi problema de estudio? (apertura a la realidad especifica y a los acumulados conceptuales); ¿Cómo se ha venido transformando a lo largo de la investigación? ¿Con cuáles elementos del contexto está relacionado? y a su vez, ¿cómo está incidiendo en el contexto, cuáles de sus dimensiones son claves en su estructuración?, etc... - La construcción metodológica: cómo estoy concibiendo teórica y prácticamente la construcción del objeto investigado?. El enfoque, las estrategias de abordaje y las técnicas de generación de datos son pertinentes al objeto y a los objetivos de la investigación?; puedo cambiar o introducir otras estrategias, técnicas?, etc... - La formación del o los sujetos investigadores: porqué (sentido), para qué (finalidades) y desde dónde (lugares social, ideológico y teórico) estoy investigando. Bibliografía BOURDIEU, Pierre y otros (1980). El oficio del sociólogo, Siglo XXI, México BRAUDEL Fernand. La historia y las ciencias sociales. Alianza, Madrid 1980 DOGAN Matei y 1991

PAHARE Robert. Las Nuevas ciencias sociales. Grijalbo, México

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________________. Problemas antropológicos y utópicos del conocimiento. El Colegio de México. México DF 1996 _______________. Conocimiento y sujetos sociales. Contribución al estudio del presente. El Colegio de México. México DF 1997

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