Las colocaciones coloquiales en español

July 17, 2017 | Autor: Caroline Travalia | Categoría: Collocations
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Descripción

Las colocaciones coloquiales en español Carolina Travalia

Universidad Autónoma de Madrid (España)

Resumen

En general, los trabajos existentes sobre colocaciones recogen sólo las que forman parte de la lengua estándar, pasando por alto las del registro familiar. Algunos autores han destacado la dimensión del registro en las colocaciones. Koike (2001), por ejemplo, indica colocaciones que forman parte del registro elevado y colocaciones que pertenecen al registro coloquial o informal. Sin embargo, autores como Koike no ofrecen ninguna delimitación del concepto de colocación coloquial. En este trabajo, definiremos la noción de colocación coloquial y estableceremos criterios concretos para la clasificación de los diferentes tipos. Palabras clave Fraseología, Colocaciones, Español Coloquial Abstract

In general, existing studies on collocations include only those that belong to a standard level of language, omitting those that are a part of a more informal register. Several authors have pointed out the dimension of register in collocations. Koike (2001), for example, speaks of collocations that are characteristic of an elevated register, as well as collocations that belong to a colloquial or informal register. However, authors like Koike do not offer a delimitation of the concept of colloquial collocation. In this paper, we will define the notion of colloquial collocation and establish concrete criteria for the classification of the different types. Key Words Phraseology, Collocations, Colloquial Spanish

Introducción En la gran mayoría de los estudios sobre colocaciones, no se hace mención de la importancia del registro de estas combinaciones. Aunque la mayor parte de las colocaciones forman parte de la lengua estándar y, por tanto, se pueden considerar neutras, numerosas colocaciones pertenecen a un registro bien informal o formal. Algunos autores han destacado la dimensión del registro en las colocaciones. Koike (2001), por ejemplo, indica colocaciones que forman parte del registro elevado (incoar un expediente /un sumario, hollar la dignidad) y colocaciones que

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pertenecen al registro coloquial o informal (coger el autobús [cf. tomar el autobús], coger afecto /cariño). Sin embargo, autores como Koike no ofrecen ninguna delimitación del concepto de colocación coloquial. En este trabajo, definiremos la noción de colocación coloquial y estableceremos criterios concretos para la clasificación de los diferentes tipos. 1. Los rasgos de las colocaciones Antes de examinar el concepto de colocación coloquial, conviene repasar los rasgos fundamentales de las colocaciones en general. Las colocaciones consisten en dos o más palabras que co-aparecen de forma habitual en el habla. Se diferencian de las combinaciones libres en que los constituyentes de éstas no se usan juntas de forma frecuente. La combinación libre tocar el suelo, por ejemplo, no representa una unión común. Tocar no se usa más con suelo que con cualquier otro objeto. La colocación rodar una película, en cambio, sí constituye una combinación frecuente. Película se combina normalmente con rodar, y no con otros posibles verbos como grabar, tomar, etc. Las colocaciones son semánticamente transparentes, ya que cada palabra mantiene su significado literal. En este aspecto, se distinguen de las locuciones, que no reflejan la suma del significado de sus partes. La colocación rodar una película se refiere literalmente a la acción de grabar escenas de una película. Sin embargo, una locución como meter la pata, no hace referencia a poner o insertar la pierna de un animal. También a diferencia de las locuciones, las colocaciones se pueden modificar sintácticamente, al permitir la inserción de elementos nuevos o el cambio del orden de sus constituyentes. Se puede decir, Estamos rodando una película muy importante, pero no se puede hacer modificaciones como, He metido una pata importante. Otro rasgo importante de las colocaciones es la relación jerárquica entre sus elementos. Dicho de otro modo, una de las palabras determina la otra. Siguiendo con el mismo ejemplo de antes, película pide la palabra rodar, y no viceversa. La primera palabra se denomina base y la segunda colocativo. La categoría gramatical determina qué elemento es la base y cuál es el colocativo. En una colocación compuesta por un sustantivo y un verbo, el sustantivo es la base y el verbo el colocativo. Al combinarse un verbo con un adverbio, el primero constituye la base y el segundo el colocativo. En una construcción de adjetivo más adverbio, el adjetivo es la base y el adverbio el colocativo. Es curioso notar que el adverbio nunca forma la base de una colocación. Las colocaciones también presentan limitaciones combinatorias, ya que la base solo elige un cierto número de colocativos. Hemos mencionado antes que cada elemento mantiene su significado original. Sin embargo, esta afirmación es solo parcialmente cierta, dado que, a menudo, el colocativo presenta una acepción particular al combinarse con la base. Rodar revela una segunda acepción cuando se une a película, que es «filmar o impresionar una película cinematográfica» (RAE). Por último, las colocaciones representan conceptos lingüísticos en el sentido de que son combinaciones arbitrarias no deducibles a partir del simple conocimiento del mundo. Un extranjero podría crear la

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combinación libre tocar el suelo con el uso de un diccionario y un conocimiento limitado de las reglas de sintaxis en español. Tendría que aprender, en cambio, la combinación rodar una película, dado que no podría deducir, a partir de su conocimiento del mundo, que con película se usa rodar, en vez de cualquier otro verbo. Una prueba de la arbitrariedad de las colocaciones es el hecho de que en otras lenguas se usen otros verbos con el equivalente de película: girare un film en italiano, shoot a movie en inglés, etc. 2. Las características del lenguaje coloquial Resulta clave definir lo que entendemos por registro en lo que concierne a este trabajo. El DEA define este término dentro de la lingüística como la «forma de expresarse condicionada por la situación en que se produce el acto lingüístico». Nosotros consideramos igualmente que el término registro se refiere al grado de formalidad de la lengua, de acuerdo con las convenciones establecidas al respecto por la comunidad de habla. Entre los diferentes registros del español se pueden señalar el coloquial y el culto. A veces, sin embargo, el término registro se emplea como sinónimo de lenguaje especializado. Corpas (1996: 87), por ejemplo, señala ejemplos de colocaciones de «determinado[s] registro[s]», como «el registro informático… jurídico… y [el] lenguaje de la náutica». En nuestra opinión estos registros equivalen a lenguajes especializados. Por otro lado, Labov (1966: 60-88) establece una serie de estilos de lengua que incluyen casual speech (el habla informal o familiar) y formal speech (el habla cuidada o formal). Estos niveles, para nosotros, corresponderían a registros de la lengua. Según la Real Academia1, la palabra coloquial se refiere a un lenguaje utilizado en una conversación informal y distendida en oposición al lenguaje estándar y al lenguaje formal. No obstante, muchos lingüistas discuten las características exactas del lenguaje coloquial comparada con estos otros dos niveles de lengua. Vigara Tauste (1980: 17) señala la expresividad como el rasgo más importante del lenguaje coloquial. Explica que esta expresividad es «la manifestación lingüística externa del ánimo del hablante» y que nace de su impulso de comunicar su propio yo (16-17). La expresividad tiene un aspecto original y, como señala Vigara Tauste, con el tiempo, la repetición de ciertos signos lleva a su incorporación al sistema. Como resultado, dichos signos sufren de un proceso de desgaste, lo cual obliga a los hablantes a buscar formas nuevas para lograr esa expresividad (Íbid.). Además de la facilidad de la expresividad, Vigara Tauste (1998: 1718) destaca como características del lenguaje coloquial la afectividad y la subjetividad de la actitud. Rosenblat (1969: 9) también pone de relieve la afectividad, además de la riqueza y el aspecto natural y espontáneo. Por su parte, Lassaletta (1974: 14) señala que el lenguaje coloquial se usa con amigos y familiares, mientras que se recurre al formal con gente con la que no se tiene confianza. El término formal, en cambio, suele aludir, según Steel (1976), al nivel de lenguaje que corresponde a la 1

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conversación formal y la discusión intelectual. A continuación, especificaremos algunas de las características principales de las colocaciones coloquiales. 3. Las colocaciones coloquiales: definición y clasificación Basándonos en los rasgos de las colocaciones y las características del lenguaje coloquial que hemos especificado, ofreceremos a continuación una definición y clasificación de las colocaciones coloquiales. Estas unidades se pueden dividir en dos grupos: las colocaciones coloquiales propias y las colocaciones coloquiales impropias. Mientras que las primeras se consideran pertenecientes al registro coloquial y se pueden recopilar en trabajos lexicológicos y lexicográficos, las segundas forman parte del registro estándar y solo pasan a ser coloquiales en determinados contextos cuando se emplean con una función expresiva. 3.1. Las colocaciones coloquiales propias Consideremos ahora la definición de las colocaciones coloquiales propias y la clasificación de los diferentes tipos. Una colocación se puede considerar coloquial porque presenta una de las siguientes características: contiene constituyentes coloquiales, se contrapone a otra colocación estándar con la misma base o tiene ambas características. 3.1.1. Formadas por constituyentes coloquiales La primera característica consiste en contener uno o más constituyentes coloquiales. De esta forma, una colocación se considera coloquial porque su base y/o colocativo es coloquial o presenta una acepción coloquial. Veamos algunos ejemplos: La base: (1a) poner pegas (1b) echar una bronca (1c) dar una colleja (1d) darse un garbeo El colocativo: (1e) machacarle la cabeza /el cerebro a alguien (1f) (no tener ni) puñetera2 idea (1g) ir mangado (1h) hablar en plata La base y el colocativo: (1i) atizar una hostia (1j) molar cantidad /mazo (1k) rollo mortal (1l) tipo duro

2 Esta palabra es un eufemismo por “puta”: “no tener ni puta idea (de algo)”. Hemos señalado arriba “puñetero” y no “puta” porque este segundo es vulgar y en este trabajo no nos ocupamos de las colocaciones vulgares.

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En los primeros ejemplos (1a-1d), la base, que es el sustantivo, es una palabra coloquial que hace que toda la combinación sea coloquial. En el segundo grupo de ejemplos (1e-1h), el colocativo, que es el verbo en 1e, 1g y 1h y el adjetivo en 1f, convierte toda la combinación en coloquial. En el último grupo de ejemplos (1i-1l), tanto la base (el sustantivo) como el colocativo (el verbo en 1i y 1j y el adjetivo en 1k y 1l), determinan el aspecto coloquial de la combinación. 3.1.2. Formadas por contraposición Existen colocaciones que son coloquiales porque se contraponen a otra colocación estándar con la misma base, pero con otro colocativo más neutro. Veamos algunos ejemplos: (2a) (2b) (2c)

estándar poner una zancadilla dar un susto dar un puñetazo

→ → →

coloquial echar una zancadilla pegar un susto atizar un puñetazo

Las colocaciones de estos ejemplos comparten la base: zancadilla, susto, puñetazo. En cuanto a los verbos, no es que, en el caso de los primeros ejemplos, echar sea más coloquial que poner, o pegar más informal que dar. Lo que ocurre es que estos colocativos adquieren un sentido más informal al juntarse a las bases, debido a la oposición que establecen con las formas ‘originales’ y neutras (poner una zancadilla, dar un susto). Sin embargo, si tal oposición no se produce, la combinación es estándar. Las colocaciones echar una siesta, pegar sellos, por ejemplo, pertenecen al lenguaje estándar a pesar de que contienen los verbos echar y pegar que en los ejemplos anteriores aportaban un sentido coloquial a las combinaciones. Cuando los constituyentes son neutros, debe existir una contraposición entre la colocación ‘original’ y otra con la misma base pero con un colocativo diferente para que la segunda se considere de un registro más informal. 3.1.3. Formadas por constituyentes coloquiales y por contraposición Algunas colocaciones son coloquiales no solo porque contienen un constituyente coloquial (la base), sino también porque se contraponen a otra colocación con la misma base, pero con un colocativo más neutro. (3a)

darse un castañazo



pegarse un castañazo

Darse un castañazo es coloquial por el sustantivo castañazo. Pegarse un castañazo es más coloquial aún por el verbo pegar, que se contrapone al más neutro dar. Otros ejemplos de este tipo son: (3b) (3c) (3d)

darse un atracón llevarse un berrinche cogerse un ciego

→ → →

pegarse un atracón agarrarse un berrinche agarrarse un ciego

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Es conveniente señalar que se pueden aplicar los mismos criterios que hemos establecido para distinguir las colocaciones coloquiales a las colocaciones formales. Una colocación, por tanto, se puede considerar formal o culta cuando cumple uno de los siguientes requisitos: Contiene constituyentes formales/cultos (4a) presentar una ponencia (la base) (4b) homologar un título (el colocativo) (4c) impugnar los comicios (ambos elementos) Se contrapone a otra colocación con la misma base (4d) pagar impuestos → cotizar impuestos Cumplen ambos requisitos (a) y (b) (4e) dar un fallo → emitir un fallo

Recordemos que el contexto comunicativo es fundamental a la hora de considerar tanto las combinaciones coloquiales como formales. Mientras que las coloquiales se usan más en situaciones familiares, las cultas suelen emplearse en situaciones más formales o intelectuales. Resumiendo, hemos establecido que, aunque la mayoría de las colocaciones pertenece a la lengua estándar, existen colocaciones que de por sí llevan marca de registro. Hemos especificado los siguientes criterios para identificar las colocaciones coloquiales propias: Colocaciones coloquiales propias a. Formadas por constituyentes coloquiales b. Formadas por contraposición a otra colocación con la misma base y un colocativo neutro c. Formadas por constituyentes coloquiales y por contraposición 3.2. Las colocaciones coloquiales impropias En el apartado anterior, hemos señalado una serie de criterios para identificar y clasificar colocaciones coloquiales. Estos criterios se aplican a las combinaciones que, por su propia naturaleza, pertenecen a un registro familiar. En este apartado, ampliaremos esta definición para incluir colocaciones estándar que pueden asumir un tono coloquial según el uso y el contexto. Mientras que la primera definición vale para trabajos lexicológicos o lexicográficos, la segunda es de índole pragmática al ser aplicable a manifestaciones concretas de la lengua. La expresividad, como ya hemos visto, es una de las características fundamentales del lenguaje coloquial. Seco define expresivo, en su acepción lingüística, de la siguiente forma: «[Función] por la que se manifiestan los sentimientos del hablante» (DEA). Una colocación que forma parte de la lengua estándar puede adquirir un tono coloquial en ciertos contextos comunicativos si se emplea con una finalidad expresiva. En concreto, el uso de variantes de colocaciones diatópicas y diastráticas, además de colocaciones personales en situaciones en las que no resultan naturales o adecuadas pueden proporcionarles un tono coloquial.

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3.2.1. Variantes diatópicas Existen variaciones de colocaciones que se usan en un país o región determinados. El empleo de estas combinaciones en otras zonas puede tener una función expresiva. Para examinar las diferencias diatópicas en las colocaciones en español, debemos considerar toda la comunidad idiomática de hispanohablantes. Una comunidad idiomática se diferencia de una comunidad de habla. Una comunidad idiomática está formada por «[l]os individuos que han utilizado, utilizan y utilizarán una lengua, como el español, en cualquiera de sus variedades geográficas, sociales y estilísticas, forman una comunidad idiomática» (Moreno Fernández, 1998: 19). Una comunidad de habla, en cambio, comprende a los hablantes que comparten, además de una lengua, una serie de normas y valores sociolingüísticos. España y México, por ejemplo, forman parte de la misma comunidad idiomática, pero cada país constituye su propia comunidad de habla3. A continuación, señalaremos una serie de criterios para clasificar las diferencias diatópicas en las colocaciones. Definiremos cuatro tipos de variantes que pueden presentar colocaciones en diferentes zonas dentro de la comunidad idiomática del español. A. Variantes colocacionales: bases iguales, colocativos distintos Consideramos que existen variantes diatópicas colocacionales cuando existen dos colocaciones sinónimas que se emplean en países o regiones diferentes dentro de la misma comunidad idiomática, y que contienen la misma base, pero colocativos distintos. Ofrecemos ahora algunos ejemplos de estas variantes. Para cada combinación, señalamos con una B y una C la base y el colocativo, respectivamente. Los ejemplos provienen del libro El español de España y el español de América (Molero, 2003): (5a) (5b) (5c) (5d)

hora punta B C (Esp.) pagar a plazos B C (Esp.) coger un resfriado C B (Esp.) horario continuo B C (Esp.)

vs. vs. vs. vs.

hora pico B C (Argen., Méx., Urug., Venez.) pagar en cuotas4 B C (Argen., Chile,5 Urug., Venez.) pescar /agarrar un resfriado C C B (Chile, Méx.) horario corrido y horario permanente B C B C (Argen., Méx., Venez.) (Chile)

3 Se podría argumentar que existe mucha variabilidad lingüística dentro del mismo país. Dada la extensión de este trabajo, nos limitaremos a comentar las diferencias entre los diferentes países de la comunidad idiomática de hispanohablantes. 4 Estas combinaciones representan colocaciones complejas por contener una unidad léxica simple (“pagar”) y una unidad locucional (“a plazo”, “en cuotas”). 5 También se dice “pagar a plazos” en Chile.

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La diferencia entre las dos combinaciones en cada ejemplo descansa en la elección del colocativo por parte de la base. Una base determinada en España pide un colocativo diferente que la misma base en México. B. Variantes léxicas en la misma colocación: bases distintas, colocativos iguales Si existen dos colocaciones con una base diferente (aunque sinónima) y el mismo colocativo, no las consideramos variantes colocacionales, sino la misma colocación con una variante léxica. Por ejemplo, en las colocaciones rueda pinchada (típica en España) y goma pinchada (habitual en Argentina), la diferencia es una cuestión de léxico, ya que en la Península se usa la palabra rueda para indicar el neumático mientras que en Argentina se emplea goma para designar este objeto. El mismo fenómeno ocurre en las colocaciones tener enchufe (España) y tener palanca (Argentina, México, Venezuela). Las bases de las dos combinaciones (palanca y enchufe) son sinónimas y piden el mismo colocativo (tener). El empleo de una base frente a otra depende del país. Otros ejemplos de esta clase de variante incluyen: (6a) (6b)

hacer autoestop C B (Esp) apartado postal B C (Esp)

vs. vs.

hacer dedo C B (Argen., Chile, Urug.) casilla postal B C (Chile)

En estos ejemplos, hablantes de áreas diferentes dentro de la misma comunidad idiomática no necesitan conocer las combinaciones frecuentes que se dan en otros países o regiones, sino las diferencias de vocabulario. Por esta razón, la variante en estas combinaciones es de carácter léxico y no colocacional. C. Variantes léxicas y colocacionales: bases distintas y colocativos distintos Existen colocaciones que se usan en zonas distintas dentro de la misma comunidad idiomática, que expresan el mismo concepto a través de bases y colocativos diferentes: (7a) (7b) (7c) (7d)

sacar una entrada C B (Esp.) coger el autobús C B (Esp.) deshacer la maleta C B (Esp.) poner /echar gasolina

vs. vs. vs. vs.

comprar un boleto C B (Méx.)6 tomar la guagua C B (Cuba) desarmar la valija C B (Argen. y Urug.) cargar nafta

6 Este ejemplo no viene del libro El español de España y el español de América (Molero, 2003). Es una sugerencia nuestra.

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C

C (Esp.)

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B

C B (Argen. y Urug.)

En estas combinaciones, las variantes son, por un lado, de carácter léxico (ya que se representa el mismo concepto con dos vocablos distintos) y, por otro lado, de naturaleza colocacional (dado que las bases, que son diferentes aunque sinónimas, eligen colocativos distintos). Por tanto, estas combinaciones reúnen características de las dos clases (a) y (b) que hemos examinado más arriba. En otras palabras, muestran rasgos de variantes de índole colocacional y de índole léxica. D. Otra variante: verbo simple o sustantivo Además de las tres clases anteriores, existen otras variantes dignas de mención. Nos estamos refiriendo a casos en los que un verbo simple o un sustantivo en algunas zonas corresponde a una colocación en otras. A continuación, indicamos algunos ejemplos: (8a) (8b) (8c) (8d)

dar una prueba, rendir un examen, presentar un examen vs. examinarse C B C B C B (Argen.7) (Chile y Urug.) (Méx., Venez.) (Esp.) vendedor ambulante vs. puestero, feriante, buhonero B C (Esp.) (Argen.) (Venez.) talonario de cheques vs. chequera B C (Esp.) (Argen., Méx., Urug., Venez.) tarea domiciliaria vs. tareas, deberes B C (Urug.) (Esp.)

Vemos que, para expresar un concepto determinado, a veces en un país se emplea una colocación, mientras que en otro se usa una variante morfosintáctica en forma de palabra simple. En resumen, hemos establecido cuatro tipos de colocaciones diatópicas, según la clase de variante que representen: A. Variantes colocacionales: colocaciones semánticamente equivalentes empleadas en zonas diferentes que presentan la misma base pero colocativos distintos. B. Variantes léxicas: colocaciones usadas en áreas diferentes con bases sinónimas y el mismo colocativo C. Variantes léxicas y colocacionales a la vez: colocaciones equivalentes utilizadas en zonas distintas que presentan bases sinónimas y colocativos distintos D. Otra variante: construcciones con verbo simple o sustantivo que corresponden a colocaciones en otras zonas En todos los casos que hemos examinado, las colocaciones y sus variantes designan el mismo concepto, aunque varían en su forma y en sus componentes léxicos. Constituyen, por tanto, construcciones 7

También en Argentina se usa “rendir un examen”.

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isomórficas con el mismo sentido conceptual. A nuestro modo de ver, solo las colocaciones de la clase (a) constituyen verdaderas variantes colocacionales. Las demás clases (b), (c) y (d) son variantes de colocaciones de otra naturaleza: léxica, léxica / colocacional y morfosintáctica, respectivamente. Si se emplean las variantes colocacionales diatópicas en otra región el resultado es un enunciado expresivo. Por ejemplo, si un español en España dice: Voy a cargar nafta, colocación típica de Argentina y Uruguay, en vez de: Voy a poner gasolina, lo normal es que lo emplee con una finalidad expresiva. Al ser usadas con una intención expresiva, estas combinaciones pasan a tener un tono coloquial. Por lo tanto, las variantes colocaciones de la clase (a) se pueden considerar colocaciones coloquiales impropias. 3.2.2. Variantes diastráticas Al igual que existen variantes de colocaciones típicas de un país o región determinados, también se pueden identificar colocaciones características de un cierto nivel sociocultural. Estas colocaciones estándar, usadas por un hablante de otro nivel sociocultural con una finalidad expresiva, constituyen colocaciones coloquiales impropias. Algunos factores relacionados con el nivel sociocultural del hablante pueden influir en el empleo de una colocación determinada frente a otra. Al igual que con las variantes de colocaciones diatópicas, es posible utilizar colocaciones propias de otro nivel sociocultural con una finalidad expresiva. Algunas causas de las diferencias diastráticas en las colocaciones pueden ser la clase social, el tipo de ámbito, esto es, rural o urbano, la edad, el sexo y el nivel de instrucción del hablante. Veamos la naturaleza de algunas de estas causas, comenzando con la clase social. La clase social a la que pertenece un hablante puede manifestarse en ciertos aspectos de su forma de hablar. Mientras que la forma de hablar de las clases media y alta se corresponde por lo general con el lenguaje estándar de la comunidad de habla, los hablantes de estratos sociales más bajos revelan un lenguaje con rasgos más distintivos. Según Trudgill, cuanto más baja sea la clase social de los hablantes, más fácilmente se puede determinar su procedencia geolingüística. Del mismo modo, existen menos posibilidades de realizar esta identificación cuando se trata de hablantes de clases sociales más elevadas (apud Moreno Fernández, 1998: 48). Otro factor estrechamente ligado al aspecto que acabamos de presentar, es el ámbito en el que vive el hablante. El ámbito rural, frente al urbano, presenta muchas veces variaciones fonéticas y morfológicas. Además, se caracteriza por un léxico más arcaizante y un mayor conservadurismo. El ámbito urbano, en cambio, es, a menudo, el punto de encuentro entre diferentes sectores sociales y, como consecuencia, es más innovador8. García Mouton (1999: 33), en su estudio sobre la manera en la que hablan las mujeres, distingue entre las mujeres que viven en el campo y las que residen en la ciudad. Sin embargo, recuerda 8

http://www.educajob.com/xmoned/temarios_elaborados/castellano/10.htm

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que “hoy, al menos en nuestro entorno, es difícil estudiar los pueblos sin su vinculación con la ciudad” (49). Efectivamente, la lengua rural está desapareciendo, debido a una serie de circunstancias como el acceso a la educación en el campo, la llegada de los medios de comunicación a pueblos, aldeas y lugares en el pasado aislados y la disminución de profesionales relacionados con el mundo rural que mantenían todo un corpus léxico propio operativo. La edad como factor diferenciador en el habla es un campo poco desarrollado (Crystal, 1987: 19). No obstante, muchos lingüistas sostienen que es el factor que más efecto ejerce en el lenguaje de una comunidad de habla, ya que es una característica que no se ve alterada por cambios de organización, actitud o economía. En un análisis sociolingüístico sobre las diferencias en el lenguaje entre las diferentes edades, resulta imprescindible establecer diferentes etapas de estudio. Algunos lingüistas fijan etapas para los adultos, dividiendo a los hablantes en cuatro grupos: 0-20, 20-35, 35-50, 50-. Otros desarrollan más los grupos más jóvenes, cerrando el primero a los 15 o 18 años. Es importante señalar que, a la hora de hablar, existe cierto solapamiento entre la influencia de la clase social, el ámbito y la edad del hablante. A veces, por ejemplo, rasgos lingüísticos determinados que caracterizan al ámbito rural también son propios de una clase social más baja del ámbito urbano, ya que el lenguaje de ambos medios se aleja del estándar. Esta área común se debe también a que se ha producido una emigración considerable del campo a la ciudad y en muchos casos estos emigrantes han formado las clases bajas urbanas. Del mismo modo, una persona mayor de un ámbito urbano y clase social media-alta puede compartir rasgos lingüísticos con una persona del ámbito rural, dado que ambos hablantes muestran aspectos lingüísticos arcaicos. Como hemos visto, a medida que la lengua rural va desapareciendo, se produce una igualación entre la forma de hablar rural y urbana. Por lo tanto, la edad se convierte en un factor más determinante y es más normal que los distintos grupos, clasificados según su edad, muestren formas de hablar más homogéneas. A continuación, señalamos algunos ejemplos de colocaciones diastráticas. Incluimos variantes que pueden reflejar la clase social, la edad o el ámbito del hablante. La presentación de un grupo corresponde al hecho de que, debido a condicionamientos socioeconómicos, hoy en día resulta más difícil aislar el efecto de la clase social, el ámbito y la edad. Por esta razón, hemos establecido un solo grupo para estos tres factores. Al igual que en el apartado anterior, debajo de cada colocación indicamos la base con una B y el colocativo con una C. Variantes según la clase social, el ámbito y la edad Existen variantes que caracterizan a clases sociales, ámbitos o edades diferentes. Asimismo, puede que más de un factor determine el uso de una colocación frente a otra sinónima. Los ejemplos que indicamos, por tanto, expresan el mismo concepto a través de o bien la misma base y colocativos diferentes, o bien bases sinónimas y el mismo colocativo.

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(9a) (9b) (9c) (9d) (9e)

Clase social media-baja/ Ámbito rural/ Personas mayores

Clase social media-alta/ Ámbito urbano/ Personas jóvenes o de media edad

dar la luz C B ponerse quieto C B encender un mixto C B poner la lumbre C B ganar/tener perras C C B

encender la luz C B estarse quieto C B encender una cerilla C B poner el fuego C B ganar/tener dinero C C B

En los primeros dos ejemplos, las mismas bases (luz; quieto) piden colocativos distintos (encender y dar; estarse y ponerse, respectivamente), según la clase social, el ámbito, la edad o un conjunto de estos factores. Los últimos tres ejemplos, por el contrario, presentan bases distintas (aunque sinónimas) que eligen el mismo colocativo (cerilla y mixto piden encender). A diferencia de las colocaciones de la columna derecha, las de la izquierda suelen estar marcadas socialmente al no corresponder a la lengua estándar. Insistimos en que esta distinción no es tajante, ya que existe solapamiento entre las clases, los ámbitos, las edades, etc. Es importante mencionar que pueden existir variantes que se deben a otros factores, como el sexo o el nivel de instrucción, aunque no los examinaremos en este trabajo. Como en el caso de las variantes diatópicas, las diastráticas tienen la capacidad de desempeñar una función expresiva si se usan en situaciones y entornos que no corresponden a su naturaleza. Si una persona de una clase media-alta, de un ámbito urbano y /o joven emplea colocaciones que definimos como propias de un estrato medio-bajo, de un ámbito rural o de una persona mayor, muchas veces es por razones de expresividad. Si un joven de clase media-alta y ambiente urbano dice: Pon la lumbre, es probable que busque un lenguaje más expresivo. 3.2.3. Estilo personal Hasta ahora hemos considerado colocaciones que se usan de forma habitual dentro de una comunidad de habla. Sin embargo, existen igualmente colocaciones que no se aplican a toda una comunidad, sino que se limitan a una parte de la misma o incluso a un solo individuo. Estas colocaciones personales representan combinaciones de palabras léxicas frecuentes en la forma de hablar o escribir de una persona o personas determinadas. Dicho de otra forma, en el discurso de los demás miembros de la comunidad, las dos palabras no co-aparecen de forma frecuente. Para estos, la combinación sería, en todo caso, una combinación de sintaxis libre, mientras que, para los hablantes que la usan, existe una cohesión léxica entre sus constituyentes. Dependiendo del número de individuos que use una colocación determinada, se puede hablar de un grado de generalidad más o menos alto de esta

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combinación. Cuantos más individuos emplean una colocación particular, más alto será su grado de generalidad. Las colocaciones personales reflejan, muchas veces, el estilo de un autor determinado. De hecho, Firth (1957: 195) introduce el concepto de colocación por primera vez con respecto al estilo del autor Edward Lear: In the language of Lear’s limericks, man is generally preceded by old never by young. Person is collocated with old and young. There are only four old ladies… The collocability of lady is most frequently with young, but person with either old or young.

A partir de estas observaciones, Firth (1957: 195) distingue entre colocaciones generales y colocaciones particulares: «This kind of study of the distribution of common words may be classified into general or usual collocations and more restricted technical or personal collocations». Además de tener colocaciones propias de su estilo, los escritores pueden establecer colocaciones personales para personajes de ficción. Zuluaga (2002: 108) pone de relieve este uso estilístico de las colocaciones: «[C]onsideramos que la utilización de colocaciones puede constituir un aspecto especial del estilo de un autor o de la caracterización del discurso de un personaje». Muchas de las colocaciones personales de un autor o de un personaje sirven para marcar un estilo personal distintivo. El hecho de que no caractericen a la forma de hablar de la mayoría de la población las convierte en un recurso expresivo del lenguaje. Pueden ser creaciones de colocaciones nuevas o modificaciones de colocaciones existentes. En el caso de las primeras, suele existir un elemento de redundancia semántica. El personaje Manolito Gafotas, que protagoniza la serie de libros creada por Elvira Lindo (Cádiz, 1963), se caracteriza por el uso de colocaciones personales del registro coloquial. En la combinación mundo mundial de este personaje, por ejemplo, la repetición de la raíz mund- en el adjetivo no aporta ningún matiz semántico al sustantivo, pero crea una aliteración. Esta combinación personal es expresiva porque representa una idea tautológica. Decir que el mundo es mundial es redundante, al igual que decir que el cuerpo es corporal, otra combinación típica de Manolito. El segundo tipo de colocación personal incluye modificaciones semánticas de colocaciones normales que proporcionan a éstas un aspecto absurdo. Por ejemplo, al mencionar que antes en España se mandaba a una persona que había sido echada de todas partes a «una isla bastante desierta» (pág. 26), Manolito Gafotas altera la colocación normal, isla desierta. En principio, una isla solo puede estar desierta o poblada. Desierto, al igual que vacío y otros adjetivos absolutos que implican la falta completa de gente o sustancia, no permite la adjetivación cuantitativa con bastante9. La combinación una isla bastante desierta suena absurda porque rompe esa regla. Gracias a su significado absurdo y al 9 Sin embargo, existe la posibilidad de decir que una isla está casi desierta, porque aceptamos esta combinación en términos semánticos. Aceptamos que se pueda estar cerca de un término absoluto, pero no que haya grados del mismo.

Actas del Congreso Internacional de Fraseología y Paremiología

hecho de ser una variación de una colocación existente, se convierte en expresiva y coloquial. Podemos decir, pues, que hay dos factores que determinan la coloquiabilidad de esta expresión: el primero se debe a la ruptura de reglas semánticas y el segundo al hecho de alterar una combinación frecuente existente. El empleo coloquial de colocaciones personales con una finalidad expresiva depende de la situación comunicativa. En una entrevista de trabajo, por ejemplo, un candidato emplea un registro formal que mantiene un tono estándar y evita rasgos distintivos y expresivos. Es poco probable que utilice combinaciones propias como mundo mundial. Sin embargo, en un bar con amigos íntimos, esa misma persona puede recurrir a estas construcciones, dado que el ambiente es más informal. Resulta clave mencionar que no todas las colocaciones personales tienen una función expresiva y, como consecuencia, no pertenecen al registro coloquial. Aparte de los escritores, existen otras personas que crean colocaciones personales. Muchas figuras sociales y sobre todo políticas usan con frecuencia combinaciones de palabras determinadas que el público acaba asociando con ellas. El ex presidente de España, José María Aznar, usaba a menudo la asociación guerra preventiva para apoyar su política de prevención ante el problema del terrorismo en España y el resto del mundo. Por su parte, George W. Bush habla del Eje del mal (Evil Axis), conjunto de países que presentan una amenaza para los EE.UU.. El habla de los políticos se caracteriza a menudo por presentar una función conativa. Al usar de forma frecuente ciertas combinaciones, muchas veces, su intención es reforzar algún mensaje político. Dado que el uso de colocaciones personales por parte de los políticos no implica una función expresiva, como en el caso de los escritores, no constituyen colocaciones coloquiales impropias. 4. Conclusiones En este trabajo, hemos puesto de relieve la importancia del registro en las colocaciones. Nos hemos concentrado en las colocaciones que pertenecen al registro coloquial. Hemos señalado los siguientes criterios para identificar colocaciones coloquiales que engloban tanto rasgos inherentes como contextuales. Hemos denominado las primeras colocaciones coloquiales propias y las segundas colocaciones coloquiales impropias: A. Colocaciones coloquiales propias 1. Formadas por constituyentes coloquiales a. La base b. El colocativo c. Ambos 2. Formadas por contraposición a otra colocación con la misma base y un colocativo más neutro 3. Formadas por constituyentes coloquiales y contraposición B. Colocaciones coloquiales impropias 1. Variantes colocacionales diatópicas 2. Variantes colocacionales diastráticas 3. Combinaciones personales

Carolina Travalia

Las colocaciones coloquiales

a.

Creación de colocaciones nuevas con redundancia semántica b. Modificación semántica de una colocación existente Esperamos que nuestra clasificación de las colocaciones coloquiales contribuya a una mayor comprensión de la naturaleza y los límites de estas construcciones en español. Creemos, además, que esta forma de abordar la cuestión del registro se podría aplicar a otras unidades del léxico en futuros trabajos. 5. Bibliografía CORPAS PASTOR, G. (1996): Manual de fraseología española. Madrid: Gredos. CRYSTAL, D. (1989 [1987]): Encyclopedia of Language. Cambridge: Cambridge UP. LINDO, E. (1994): Manolito Gafotas, Madrid: Alfaguara. FIRTH, J. R. (1957): Papers in Linguistics 1934-1951. London: Oxford UP. GARCÍA MOUTON, P. (1999): Cómo hablan las mujeres. Madrid: Arco Libros. KOIKE, K. (2001): Colocaciones léxicas en el español actual: estudio formal léxico semántico. Alcalá: Univ. de Alcalá de Henares. LABOV, W. (1966): The Social Stratification of English in New York City. Washington, D.C.: Center for Applied Linguistics. LASSALETTA, M.C. (1974): Aportaciones al estudio del lenguaje coloquial galdosiano. Madrid: Ínsula. MOLERO, A. (2003): El español de España y el español de América. Madrid: Ediciones SM. MORENO FERNÁNDEZ, F. (1998): Principios de sociolingüística y sociología del Lenguaje. Barcelona: Ariel. ROSENBLAT, Á. (1969): «Presentación», en GÓMEZ DE IVASHEVSKY, A. (ed.): Lenguaje coloquial venezolano. Instituto de Filología «Andrés Bello», Caracas: Universidad Central de Venezuela. SINCLAIR, J. M. (1966): «Beginning the Study of Lexis», en BAZELL, C.E. et alii (eds.): Memory of John Firth. London: Longmans; 410-30. STEEL, B. (1976): A Manual of Colloquial Spanish. Madrid: SGEL. TRUDGILL, P. apud MORENO FERNÁNDEZ, F. (1998): Principios de sociolingüística y sociología del lenguaje. Barcelona: Ariel. VIGARA TAUSTE, A. Mª. (1980): Aspectos del español hablado. Madrid: Sociedad general española de librería, S.A.. --- (1998): «Aspectos pragmático-discursivos del uso de expresiones fosilizadas en el español hablado», en WOTJAK, G. (ed.): Estudios de fraseología y fraseografía del español actual. Madrid: Iberoameriana; 97-127. ZULUAGA, A. (2002): «Los ‘enlaces frecuentes’ de María Moliner. Observaciones sobre las llamadas colocaciones», Lingüística española actual, 24; 97- 113.

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