Las ciudades que ya no queremos amar se han disuelto

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Descripción

Las ciudades que ya no queremos amar se han disuelto (artículo aparecido en el nº 92 de la revista Al Margen) “Las ciudades que ya no queremos amar han muerto. Mirad alrededor de vosotros: no quedan más que el cielo y los grandes terrenos movedizos que acabaremos por detestar.” Antonio Maenza

Todo ha cambiado tanto que este mundo nuestro se ha vuelto irreconocible. Así como las personas formamos parte de redes virtuales que reconfiguran nuestras relaciones, todo el espacio va conformándose también en redes viales que se extienden de forma rizomática uniendo núcleos urbanos y zonas rurales: la metrópoli. Poco a poco, el virus metropolitano va acabando con el campo y la ciudad. Todo el espacio tiende a convertirse en metrópoli. Ni espacio rural ni espacio urbano, sino espacio metropolitano. Intuyo que es otra de las señales que nos anuncian el esperado Apocalipsis de la civilización occidental.

En este estado de cosas, la cultura sumergida se rearma de forma expansiva. Un “nuevo teatro de operaciones” cultural está surgiendo de entre los restos del gran derrumbe. Es curioso observar cómo, mientras la civilización se descompone, las singularidades cualquiera que habitan y transitan la metrópoli van encontrando estructuras apasionantes para la vida. A medida que la cultura institucional se hunde,

surge la nueva cultura por todas partes: microutopías, transversalidades, comunas, simposiums, hojas de ruta, colaboraciones, experimentaciones, zonas autónomas, autogestiones variadas… En fin, afinidades y afectos. Nunca estuvieron tan cerca la vida y el arte. Se trata de inventar nuevos juegos. Se trata de crear nuevos lenguajes muy diferentes a los que articula el poder. Vivimos la muerte del discurso unitario sin ser demasiado conscientes de ello. Pero las formas de pensar están cambiando. Bienvenidas sean las disidencias. Hoy, cualquier concepto puede ser usado como herramienta. Cualquier forma de pensar puede ser útil para conformar nuestros discursos desviados. En la era de los semionautas, cualquier medio es susceptible de contener un campo de batalla. Cada vez más personas saben que estamos en guerra. La política a seguir es la expansión. El poder tiene ya asimilada la lucha unitaria, pero ante la dispersión poco puede hacer. La política a seguir es la invisibilidad del Bloom. ¿Quién ha sido? Siempre detienen a quien no ha sido. La política a seguir es “haz y calla”. La iniciativa personal. La acción individual y silenciosa. Sin reivindicar. Sin presumir. Sin colgarse medallas ni sambenitos. Sin reconocimiento social. Sin importarnos demasiado aparecer en la historia oficial. Se trata de anteponer el devenir al ser. Me da igual quién seas, pero ¿hasta dónde eres capaz de llegar? El caldo de cultivo es muy nutritivo. En medio del desierto metropolitano, las cosas van sucediendo. El único fin de la arquitectura es servir a las pasiones de las personas. Los lugares de encuentro, al fin y al cabo, fueron construidos alguna vez. Ya no somos ciudadanos, ya no somos campesinos, ya no somos proletarios. Ahora somos metropolitanos. NOTA: Se recomienda visitar actualmente la avenida de Burjassot de Valencia, por la cantidad de ambientes distintos que atraviesa. El enfoque de una deriva a lo largo de la avenida nos abre posibilidades reales de construcción de múltiples y variadas situaciones. Toda investigación psicogeográfica tiene algo de originalidad sana.

Jesús Peralta

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